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1/11/2018 Katya Mandoki, La Estesis, Estética cotidiana y juegos de la cultura | Filosofía Contemporánea

Katya Mandoki, La Estesis, Estética cotidiana y juegos de


29th February 2012
la cultura

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En la segunda parte de la obra de Mandoki se trata explícitamente el tema de la estesis, en el que la autora va
demarcando lo que es la estética, describe las categorías elementales para un análisis estético, elenca las condiciones
de posibilidad de dicha estesis y realiza una fenomenología de su condición.
Nuestra escritora inicia su exposición refiriéndose a la estética como un término complejo de enunciar, afirma que
continuar reduciéndolo a lo bello y al arte sería oprimirlo y sujetarlo a sólo un aspecto de todo lo que es. Estamos
pues, situados ante un laberinto, el laberinto repleto de mitos, miedos y fetiches, del cual es necesario salir para
explorar la estética en lo cotidiano, que permea toda la sociedad.

Se intenta dar un intento de definición, a partir de la perspectiva de Adolfo Sánchez que dice que “la estética es la
ciencia de un modo específico de apropiación de la realidad, vinculado con otros modos de apropiación humana del
mundo y con las condiciones históricas, sociales y culturales en que se da”.[1] La misma escritora arguye que dicha
definición es incompleta, puesto que la estética podría no ser una ciencia, debido a que las observaciones dependen
totalmente de la ubicación del sujeto y de su historia; aunado a esto, la teoría estética no busca alcanzar leyes, debido
a la absoluta singularidad de los sujetos. Aunque no es ciencia, si puede ser una teoría estética ya que propone
modelos de análisis y categorías para explorar los fenómenos.

Etimológicamente, estética se refiere al sujeto de sensibilidad o percepción. Se atribuye a Baumgarten, en 1739, la


definición de estética como una rama de la filosofía al llamarla «ciencia del conocimiento sensible». Este autor vincula
el conocimiento sensorial a un conocimiento especial en el ser humano, que no se reduce sólo a lo estrictamente
racional, ubicando lo sensible como imprescindible para la reflexión.

Distinguir lo estético en Kant resulta también de gran importancia. Este autor concibe dicho concepto como la ciencia
de todos los principios a priori de la sensibilidad, donde la sensibilidad es la capacidad de afectación al recibir las
representaciones que vienen de los objetos; lo estético en Kant también es lo subjetivo, ya que el sentimiento de un
sujeto será siempre un juicio del sujeto. Así se antepone lo lógico a lo estético. Lo lógico será receptividad en
Immanuel Kant.

Se introduce posteriormente el tema de la «valoración» entendida como la actividad ejercida por el sujeto para dar
criterios distintos, distinguiendo entre verdad o falsedad, beneficios o prejuicios, o fascinación y repugnancia de un
objeto, situación o persona. Concretamente la valoración estética atañe la apreciación del valor de lo que percibe en
su entorno en el grado de afectación de su condición en la apertura al mundo.

Concluyendo la demarcación del concepto, Mandoki asevera que para entenderlo se debe hacer alusión al estudio de
la condición de estesis, la cual es “la sensibilidad o condición de abertura, permeabilidad o porosidad del sujeto al
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contexto en que está inmerso”,[2] con esta especificación entendemos que no estamos tratando el mero ámbito de la
experiencia del estudio del arte y de lo bello, sino de la abertura del sujeto en su condición de expuesto a la vida. No
hay estesis sin vida ni viceversa, esta es una condición fundamental de cada ser viviente. Continúa Katya Mandoki
enunciando que “la estética aquí propuesta puede definirse como una estesiología filosófico-antropológica en cuanto
aborda a los sentidos ya mediados por la cultura”.[3]

El enfoque para abordar la estética es partir de un objetivismo del sujeto y de un subjetivismo del objeto; la autora
explica esto diciendo que es el sujeto el que está constituido por una fuerte objetividad que le ofrece la sociedad y de
esta manera es un sujeto objetivo o intersubjetivo que va a un objeto percibido subjetivado. Resumiendo, se parte de
una “subjetividad objetiva –la del sujeto constituido desde la objetividad de lo social– y de la objetividad subjetiva –el
objeto sólo existe en tanto que es subjetivado por el sujeto”.[4] Esto es un sub-objetivismo. Se adopta el término co-
subjetividad propuesto por Parret, debido a que expresa intersubjetividad y objetividad. “Cada proceso de estesis es
un acontecimiento particular determinado por una relación de un sujeto específico con un objeto específico”.[5]

Se enmarca que solamente se puede hablar de un objeto estético cuando está en relación con un sujeto estético que
lo constituye y le da el talante de estético. Hay cuatro términos que es imprescindible distinguir, a saber, objetividad,
objetualidad, objetivación y subjetivación. La objetividad la da el sujeto por medio de las condiciones sociales. La
objetivación es un proceso en el que la realidad social produce y transforma al sujeto. La objetualidad tiene que ver
con el objeto, es la cosicidad, pero no es objetiva ya que no pasa a través del sujeto y es el afuera del conocimiento. Y,
por último, la subjetivación es el proceso de interiorización del sujeto.

Se introduce el término se subjetividad, que es donde reside la estesis. Éste es “el lugar de abertura o exposición al
mundo y condición de posibilidad de las tres fases en que se manifiesta: individualidad, identidad y rol.”[6]
Individualidad es la condición corporal, visceral del sujeto, su singularidad, el sustrato biológico, de donde emerge el
carácter y el temperamento, la pulsión de vida y el ímpetu, es intrapersonal y expresa unicidad. La identidad es social
y depende de otros, es interpersonal, aunque es construida por el sujeto; es otorgada, se constituye en una familia,
etnia o religión, así como por la reputación o las maneras de obrar; es indispensable para la supervivencia social. El
rol, por último es impersonal, se torna anónimo y es asumido, pasivo, y se da en condiciones circunstanciales.

Se enumeran cuatro condiciones de posibilidad para que se den los fenómenos estéticos –basados en Kant-, que son
el espacio-tiempo, el cuerpo y sus sentidos, la viveza emotiva y las convenciones culturales. Espacio y tiempo son
evidentemente necesarios para que se de la percepción por medio de los órganos sensoriales; la intuición y la
percepción del espacio y del tiempo están condicionados por la historia y la sociedad, y no son actividades meramente
mentales; el espacio es el «aquí» de mi cuerpo y el tiempo es el «ahora» de mi conciencia en el momento de la
sensación; gracias al espacio-tiempo, se comparte la co-subjetividad. “Toda mirada estética al mundo se configura
desde una ubicación espacio-temporal”.[7]

Para referirse al cuerpo y sus sentidos se dice que sin el cuerpo no hay estesis. “El cuerpo humano define los sentidos
como sentidos humanos y por lo tanto, su carácter social e histórico”.[8] Por la diversidad de los cuerpos, se debe
admitir que hay modos distintos de percibir la realidad dependiendo de las maneras diferentes en que vive el cuerpo.
La viveza emotiva hace alusión al «alma» de Platón o la «entelequia» de Aristóteles, algo así como la fuerza, la
voluntad o la libido, “es la pulsión o ímpetu que anima y guía al sujeto, conscientemente o no”.[9]

Por último, se habla de las convenciones culturales entendidas como los artificios materiales y mentales que dan al
hombre la estabilidad para sobrevivir en la sociedad; se depende pues, de una cultura y sus convenciones para
convivir y albergarse. Todo grupo humano necesita conformar un cuerpo orgánico colectivo que le proporcione orden,
dirección y seguridad, tales como el lenguaje, el uso de espacios y del cuerpo, ritmos temporales, etc. Se cierra este
apartado diciendo que “la condición de ser humano, que es una condición biológico-social, está en el origen de los a
priori especio-temporal, corporal, vital y cultural que se vuelcan unos en los otros atravesando y constituyendo la
subjetividad”.[10]

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[1] Katya Mandoki, Estética cotidiana y juegos de la cultura, Siglo XXI, México, 2006, p. 63.
[2] Ibíd., p. 67.
[3] Ibíd., p. 68.
[4] Ibíd., p. 69.
[5] Ibíd., p. 71.
[6] Ibíd., p. 76.
[7] Ibíd., p. 83.
[8] Ibíd., p. 84.
[9] Ibíd., p. 85.
[10] Ibíd., p. 87.

Bibliografía:

Mandoki, Katya, Estética cotidiana y juegos de la cultura, ed. Siglo XXI, México, 2006, 212 pp. [61-96 pp.]
Publicado 29th February 2012 por Carlos Vázquez SDB
Etiquetas: cultura, estética, Katya Mandoki, prosaica

2 Ver comentarios

Adriana 21 de septiembre de 2017, 11:12


EXCELENTE TEXTO!! ME ENCANTO!!
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Diógenes Armando Pino Avila 3 de diciembre de 2017, 8:36


Una síntesis bien lograda.
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