Sei sulla pagina 1di 5

Coleccion: Gaceta Civil - Tomo 10 - Numero 9 - Mes-Ano: 4_2014

El perfeccionamiento de los contratos en la codificación


civil latinoamericana
Fernando Vidal Ramírez [1]

[-]
En los países latinoamericanos existe un tratamiento diferenciado sobre el
perfeccionamiento de los contratos, y por ello han surgido planteamientos para su
unificación mediante un código. Sobre el particular, el autor señala que para elaborar
un Código Latinoamericano de Contratos es importante adoptar un criterio –sea
estableciendo la consensualidad o la tradición como regla general y excluyente– que
facilite el tráfico de bienes y servicios.

MARCO NORMATIVO

Código Civil: arts. 947 y 1352.

La atención de los juristas latinoamericanos en algunas oportunidades ha estado


orientada a la formulación de un Código Latinoamericano de Contratos, habiéndose
realizado algunos certámenes en los que se han planteado iniciativas pero hasta ahora
sin un resultado, pues la tarea se avista como sumamente compleja como
consecuencia del diverso trato legislativo dispensado a los contratos y la doctrina
desarrollada en ese entorno.

La fuente común de los contratos ha sido el Derecho Romano, pero el fenómeno de su


recepción no ha sido unívoco y la codificación civil latinoamericana los legisla con
caracteres propios, aunque no en lo esencial. De ahí, entonces, que la formulación de
un Código Latinoamericano de Contratos ha de ser ardua, larga y escabrosa pues la
codificación civil latinoamericana tiene arraigados criterios diferenciales.

En esta breve exposición deseo hacer referencia a la manera como la codificación civil
latinoamericana trata el perfeccionamiento de los contratos según sean consensuales
o reales, dando un vistazo a la codificación peruana y a algunos códigos de
Latinoamérica.

Precedida por el proyecto de Manuel Lorenzo de Vidaurre, la codificación civil peruana


ha tenido el mérito de su aparición temprana en Latinoamérica como una codificación
original, aunque, obviamente, con influencia romanista y napoleónica. Antecedió a la
obra de Andrés Bello en Chile y de Dalmacio Vélez Sarsfield en Argentina.

La codificación civil peruana, en relación al perfeccionamiento o conclusión de los


contratos, ha evolucionado de la anteriormente señalada dualidad a la consensualidad.
El Código Civil de 1852[2], que fue el primer Código con vigencia real y efectiva,
establecía que los contratos son consensuales cuando basta el consentimiento de las
partes para que sean perfectos y, reales, cuando se requiere para su perfección de la
entrega de la cosa (art. 1228). El Código Civil de 1936[3], que lo derogó, si bien no
hizo referencia a la señalada distinción de los contratos, dispuso que tratándose de
contratos que generaban una obligación de dar cosa inmueble determinada, siguiendo
el sistema del Código Napoleónico, la sola obligación hacía al acreedor propietario de
ella, salvo pacto en contrario (art. 1172), pero que tratándose de cosa mueble cierta la
transferencia de su propiedad requería de la traditio, de su entrega, al acreedor de
buena fe (art. 1173). El Código Civil de 1984, en vigencia, ha dejado de lado la
distinción de los contratos en consensuales y reales y en materia contractual proclama
el principio del solus consensus obligat. Su artículo 1352 dispone que los contratos se
perfeccionan por el consentimiento de las partes, consentimiento que solo deberá
observar una forma cuando la ley la prescriba con carácter de ad solemnitatem y,
tratándose de la transferencia de la propiedad de bienes inmuebles determinados
mantiene el bisecular sistema francés, pues su artículo 949 dispone que la sola
obligación de enajenarlo hace al acreedor propietario de él, salvo disposición legal
diferente o pacto en contrario. Sin embargo, tratándose de bienes muebles la
transferencia de su propiedad requiere de su entrega, de la traditio, como lo señala su
artículo 947.
El Código Civil chileno en vigencia desde 1857[4], la Obra de Andrés Bello, traza
también la distinción de los contratos, precisando, en su artículo 1443, que son reales
cuando, para que sean perfectos, es necesaria la tradición de la cosa, como es el caso
del contrato de mutuo, y que son consensuales cuando se perfeccionan con el solo
consentimiento, como es el caso del contrato de compraventa, cuyo artículo 1801 la
reputa perfecta desde que las partes han convenido en la cosa y el precio, salvo que
se trate de bienes raíces mientras no se otorgue la escritura pública y las excepciones
que el mismo Código establece o que por ley se establezcan.

El Código Civil Chileno tuvo especial y significativa influencia en la codificación civil de


Colombia[5] y en la de Ecuado[6]5, que mantienen la distinción de los contratos al igual
que en la Obra de Andrés Bello, en sus artículos 1500 y 1459, respectivamente.

El Código Civil argentino en vigencia desde 1871[7], la Obra de Dalmacio Velez


Sarsfield, en su artículo 1140 distingue a los contratos en consensuales y reales. Son
consensuales explica el mismo artículo, los que, sin perjuicio de lo que se disponga
sobre su forma, quedan concluidos para producir sus efectos propios desde que las
partes hubiesen recíprocamente manifestado su consentimiento. Son reales, según el
artículo 1141, los que, para producir sus efectos propios, quedan concluidos desde que
una de las partes haya hecho a la otra tradición de la cosa sobre la que versare el
contrato, quedando incluidos en esta categoría, según precisa el artículo 1142, el
mutuo, el comodato, el depósito y la constitución de la prenda y de anticresis. En el
Proyecto de Reforma Integral de 1998[8] se adoptó el criterio de la consensualidad,
cuyo artículo 900 establecía que los contratos quedarían concluidos para producir sus
efectos propios desde la manifestación del consentimiento, salvo los casos en que
fuera precisa una formalidad solemne.

La dualidad relativa al perfeccionamiento o conclusión de los contratos por el simple


consentimiento o por la traditio sigue siendo tratada de diversa manera por la
codificación civil en algunos otros códigos latinoamericanos.

El Código Civil de Costa Rica en vigencia desde 1968[9] no tiene norma expresa
indicativa de su opción, pues, verbigracia, al legislar sobre la venta su artículo 1049
dispone que el contrato es perfecto desde que las partes convienen en cosa y precio,
mientras que, al legislar sobre el mutuo, su artículo 1343 precisa que el mutuatario
adquiere la propiedad de la cosa prestada desde que le fue entregada.

El Código Civil Mexicano de 1928[10] puede considerarse que asume una posición
consensualista, pues de su articulado sobre los contratos se infiere que estos generan
obligaciones que las partes deben cumplir sin más requisitos que los formales, pues al
legislar sobre las obligaciones de dar dispone, en su artículo 2014, que en los
contratos enajenativos de cosas ciertas y determinadas, la traslación de la propiedad
se verifica entre los contratantes por mero efecto del contrato, sin dependencia de la
tradición.

El Código Civil guatemalteco de 1964[11] ha optado claramente por el criterio de la


consensualidad, pues su artículo 1518 establece que los contratos se perfeccionan por
el simple consentimiento de las partes, excepto cuando la ley dispone de una
determinada formalidad como requisito esencial para su validez.

El Código Civil boliviano de 1976 no hace referencia a si los contratos pueden ser
consensuales o reales, pero sus comentaristas consideran que mantiene la idea de los
contratos reales, pues legisla sobre contratos que no pueden perfeccionarse sin la
traditio, como es el caso de los contratos que conllevan una obligación de restitución,
ya que no es posible restituir lo que no se ha recibido[12].
El Código Civil venezolano de 1982[13] si bien señala, en su artículo 1137, que el
contrato se forma con la aceptación de la oferta su perfeccionamiento requiere de la
tradición, pues así resulta, por ejemplo, en la venta, en la que el artículo 1486 le
impone al vendedor la tradición de la cosa que ha vendido, siendo más explícito aun,
en el mutuo, pues el artículo 1735 impone el requisito de la entrega de la cosa
mutuada.

El Código Civil paraguayo de 1987[14] no tiene tampoco norma indicativa de su opción


pero de la revisión de su articulado en materia de venta y de mutuo puede inferirse que
les da un carácter real a los contratos.

El Código Civil brasileño de 2002[15] no ha asumido una posición definida, pues


considerando los contratos de compraventa y mutuo, como lo venimos haciendo,
puede inferirse, atendiendo a los artículos 481 y 482, que el primero se perfecciona
con el solo consentimiento de las partes, mientras que el mutuo requiere de la traditio,
atendiendo a sus artículos 586 y 587.

De la muestra expuesta se infiere lo disímil del tratamiento que la codificación civil


latinoamericana dispensa al perfeccionamiento de los contratos. De ahí, que si se
mantiene la expectativa de formular un Código Latinoamericano de Contratos, la
cuestión relativa a su perfeccionamiento o conclusión deba ser considerada de modo
prioritario y definirse el criterio a adoptarse, sea estableciendo la consensualidad como
principio general y excluyente o que se considere la traditio en función de las
características que se juzgue necesario dotar a determinados contratos.

No está demás anotar que la tarea para dotar a Latinoamérica de un código unificado
en materia contractual debe acompañar a los procesos de integración económica,
pues facilitará la circulación de bienes y servicios.

___________________________________________________

* Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Socio del Estudio Vidal,
Quino & Polak Abogados.

[1] Código Civil. Anotado y Concordado. Librería e Imprenta Gil, Lima, 1905.

[2] GUZMÁN FERRER, Fernando. Código Civil. Cultural Cuzco, Lima, 1982.

[3] Código Civil. Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1991.

[4] Código Civil. Temis, Bogotá, 1999.

[5] Código Civil. Corporación de Estudios y Publicaciones, Quito, 2010.

[6] DE ZAVALÍA, Ricardo. Código Civil. Buenos Aires, 1998.

[7] Proyecto de Código Civil de la República Argentina. Ministerio de Justicia de la


Nación, Buenos Aires, 1999.
[8] Código Civil. Investigaciones Jurídicas S. A., San José, 1999.

[9] Código Civil para el Distrito Federal y para toda la República en materia federal.
Porrúa, México, 1998.

[10] Código Civil. Librería Jurídica. Guatemala, 2006.

[11]MORALES GUILLÉN, Carlos. Código Civil. Anotado y Concordado. Gisbert & Cia.,
La Paz, 1982.

[12] Código Civil de Venezuela. Forex.

[13] Código Civil. Edición Oficial, Asunción, 1987.

[14] O Novo Código Civil. Ed. Forense, Rio de Janeiro, 2002.

Gaceta Jurídica- Servicio Integral de Información Jurídica


Contáctenos en: informatica@gacetajuridica.com.pe

Potrebbero piacerti anche