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Josué fue el asistente de Moisés, el sucesor que escogió Dios para liderar al
pueblo de Israel y conquistar así la tierra prometida, la tierra en donde fluía
leche y miel. ¿Cuál fue el mayor éxito de Josué? Lo leemos en el cap. 24
versos 31 del mismo libro de Josué.
El propósito del líder cristiano siempre será engrandecer el reino de los cielos.
Engrandecer la obra de Dios y no su obra. Jamás el propósito del liderazgo es
hacia adentro – hacia el líder –, siempre el propósito del liderazgo es hacia
afuera, hacia los demás –. Vemos que Josué fue un buen líder, pues el fruto de
su trabajo fue la consagración del pueblo de Israel por su liderazgo y ejemplo.
Note lo siguiente: no por su liderazgo nada más, Sino también por su ejemplo.
Podemos ser buenos líderes – lograr resultados – y no ser ejemplares – llevar
una vida santa. Pero Josué no sólo fue un buen líder, también fue ejemplar.
¿Recuerda cuando murió Moisés? Seguramente Josué sintió temor. Ahora
debía dirigir a un pueblo y no cualquier pueblo, un pueblo difícil. Un pueblo que
él conocía de primera mano, ¡pues había sido el asistente de Moisés!
Los israelitas eran parte de la asamblea pero no estaban con su pastor – Dios
– ni con su Pastor – Moisés –. Cuando los 10 espías desmotivaron a todos,
Dios mismo se expresa de este pueblo que Josué debía liderar, de la siguiente
manera: Números 14:11
¿Cómo le hizo Josué para lograr que durante toda su vida el pueblo de Israel
que hasta Dios por un momento quiso eliminar por su rebeldía, sirviera al
Señor? Realmente tuvo al mejor asesor. Dios mismo le habló y le dio
instrucciones precisas. ¿Quién mejor para instruir a Josué sobre cómo ser líder
que Dios el Todopoderoso? Josué 1:1-9
Una sola cosa pide Dios del liderazgo cristiano y es obediencia. Josué 1:7
No necesitamos una enseñanza que nos informe sino que nos transforme.
Realmente aprendemos cuando hacemos. Cumpla con la ley de Dios. Josué no
sólo vivió bien, murió bien. Fue fiel a Dios hasta el día de su muerte. No sólo
fue un buen líder, fue un líder ejemplar. Su éxito se debió a que tuvo valor y
firmeza para obedecer la ley de Dios.