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I car los cuidados de enfermería 261

de alteraciones orgánicas y psíquicas, tienen, por el contrario, menos


garantías de encontrar aquello que puede permitirles iniciarse por sí
mismos en todo tipo de cuidados de mantenimiento, aprendidos anti-
guamente por tradición cultural, y olvidados hoy, o beneficiarse de lo
indispensable para el mantenimiento de su vida diaria si están enfer-
mos, así como descubrir la forma de compensar por sus propios medios
y los de sus allegados la disminución de autonomía a la que se tienen
que enfrentar. El campo de acción de los cuidados de enfermería se ha dejado
desbordar, invadir, y más tarde absorber por el campo de la práctica médica,
o al menos como un terreno explícitamente reconocido de la aplicación
de cuidados.
Por lo tanto, hace más de cien años Florence Nightingale demostró
en las enfermerías militares de Scutari, y más tarde en el Hospital de
St. Thomas en Londres, que distribuir medicamentos y curar heridas no
basta para asegurar la supervivencia de los enfermos, sino que hay que
poner en marcha todo aquello que mueve su energía, su potencial de vida.5 De
hecho, la figura de proa del movimiento de evolución de las mujeres
de su época, como lo demuestran Cécil Woodham-Smith6 y Lavinia
Dock,7 Florence Nightingale centra los cuidados de enfermería en la línea
tradicional de las prácticas curativas proporcionadas por mujeres pero de
forma explícita y verbal, diciendo en qué consisten, dándose cuenta que,
con la evolución de las técnicas reparadoras, así como con las modifica-
ciones económicas y sociales de la era industrial, los cuidados habituales
administrados por mujeres no están implícitos: “Ninguna mujer es por sí
misma una buena enfermera”, escribe.8 Como los cuidados ya no se trans-
miten por herencia cultural es necesario aprenderlos. Es entonces cuando
Florence Nightingale determina el campo de competencias de los cuida-
dos de enfermería, tanto a domicilio como en el hospital, como muestra
de algo totalmente diferente de lo que los síntomas de la enfermedad
podrían dejar creer, y apartándose de las condiciones que ocasionan estos
síntomas o que los favorecen cuando se cae enfermo, condiciones sobre
las que se puede actuar. La acción de la enfermera se centra por una parte
en todo aquello que mejora las condiciones que favorecen el desarrollo
de la salud para prevenir y limitar la enfermedad, y por otra, en todo
aquello que revitaliza al ser humano cuando está enfermo. A 120 años
de distancia, el campo de acción de los cuidados de enfermería sigue
siendo el mismo, como otras enfermeras, utilizando los conocimientos
de su época, lo han demostrado regularmente, o como lo han probado
equipos de enfermeras o, en algunos países, el conjunto del grupo pro-
fesional que contribuye directamente a hacer acceder a dichos países al
más alto nivel de salud pública. Finlandia es un ejemplo de ello.
22 HACIA UNA IDENTIFICACIÓN DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERÍA

El campo de competencias de la enfermería necesita la mayoría de


las veces ser encontrado, justificado, probado al menos a un nivel que
sobrepase la expresión individual o de equipos aislados, para convertirse
en la expresión de grupos profesionales y progresivamente en la de la
profesión. Es decir, diferenciar el campo de competencias de la enfer-
mería, aprender a situarlo en relación a otras prácticas profesionales y con
respecto al campo institucional, considerando siempre las dificultades
que se encuentran para no minimizarlas y tenerlas en cuenta.

CUIDAR NO ES TRATAR

No es posible diferenciar el campo de competencia de la enfermería


sin aclarar la diferencia que existe entre “cuidar” y “tratar”, y sin darse
cuenta de que tratar la enfermedad no podrá jamás suplir a toda esta
movilización de las capacidades de vida que representa cuidar. Para las
plantas y los animales, el vocabulario cotidiano conserva la diferencia
fundamental entre cuidar y tratar. Se cuida una planta suministrándole
todo lo necesario para su crecimiento y su desarrollo, para que pueda
crecer, florecer, dar frutos: agua, calor, luz, etc., son proporcionados de
acuerdo con las costumbres de la planta. Se le trata cuando tiene una
enfermedad o una parasitosis —como el pulgón, por ejemplo— dándole
un producto que obstaculice dicha enfermedad o parasitosis, producto
que no sustituirá en ningún caso los cuidados para el mantenimiento de
la vida que, por el contrario, se dispensan con más atención todavía, más
frecuencia, meticulosidad y preocupación. Del mismo modo, se pasa
mucho tiempo cuidando animales (lavado, cepillado, almohazado por
ejemplo), mientras que sólo en ocasiones se llega a tratarlos, vigilando
todavía más los cuidados para el mantenimiento de la vida, y con frecuen-
cia multiplicándolos, si hay riesgo de enfermedad o de que se produzca
cualquier afección.
Si hay una diferencia tan precisa entre cuidar y tratar cuando se habla
de plantas y de animales, es importante constatar y concientizarse de que
para los hombres el tratamiento ha absorbido y acaparado los cuidados de
tal modo que, en las instituciones sanitarias, cuidar cubre prioritariamente
todo aquello que es del dominio del tratamiento, de la curación, haciendo
accesorios, caducos y de menor importancia todos los cuidados habituales
fundamentales para mantener la vida de cada día y permitir la lucha con-
tra la enfermedad, todos estos cuidados vitales que son el sustrato priori-

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tario de todo tratamiento. El significado de tratar ha adoptado insidiosamente


el de cuidar y se ha revestido de él. Cuando se sabe convenientemente que
para las plantas y los animales tratar no puede ser nunca ni convertirse en
ningún momento y en ningún caso en un sustituto de cuidar, los hombres
tienen que sufrir todos los días el grave perjuicio de esta sustitución
cuando no son ya o no son más capaces de cuidarse, es decir de ocuparse
de sí mismos, y si no existe más un cuerpo profesional que haya adquirido
aptitudes calificadas y reconocidas para ofrecer este servicio.

CUIDAR, UNA APTITUD DE LOS USUARIOS DE CUIDADOS


QUE HAY QUE DESARROLLAR, O RELEVAR

El campo de acción de la enfermería se sitúa como una prolongación, un


relevo de aquello que los usuarios de cuidados no pueden atender tempo-
ralmente por sí mismos, o verlo atendido por su entorno. Se ejerce durante
determinadas circunstancias de la vida o cuando hay una insuficiencia de
recursos ambientales, también está sujeto al movimiento y a la necesidad
de reajustes.
Lo que con frecuencia hace difícil situar las competencias de la enfer-
mería, es que se superponen con las de los usuarios, de los cuales es una
prolongación, un reemplazo. Además, las competencias de la enfermería
no pueden ser sino confusas y arbitrarias si no se dilucida la naturaleza del
reemplazo que hay por aportar, tomando en consideración a la vez todo
aquello que sitúa a la persona en relación con la complejidad, la gravedad de
su estado, las capacidades y los recursos de su entorno para suplirlas.
El campo de acción de la enfermería, es decir, el terreno de sus cuidados, se
sitúa verdaderamente en la encrucijada de un tríptico que tiene como punto de
impacto lo que concierne a la persona, lo que concierne a su defecto físico o a su
enfermedad, y lo que concierne a su entorno y a su medio. Así, una persona con
la misma afección de una gravedad comparable, puede necesitar cui-
dados de enfermería, mientras que la otra no los necesitará debido a
su edad o a los recursos y las posibilidades de su entorno, de su vivien-
da. Es posible, por ejemplo, que para una misma afección como una
pierna inmovilizada por una fractura, sea necesario proporcionar cuida-
dos de enfermería a una persona mayor para compensar todas las ac-
tividades indispensables que ya no puede hacer como algunos cuidados
de higiene, ayuda para levantarse, vestirse, etc., mientras esto no será
necesario o sólo parcialmente, si esta misma persona tiene una familia
2 HACIA UNA IDENTIFICACIÓN DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERÍA

que pueda suplirla, e incluso puede ser innecesario si la que tiene este
mismo tipo de fractura es una persona joven. Así, lo que determina
la necesidad de proporcionar cuidados de enfermería no podría estar
relacionado únicamente con la gravedad o lo benigno de una enfer-
medad o un defecto físico considerado de forma aislada, sino con la
interrelación existente entre las posibilidades, capacidades y recursos
de la persona en el periodo de vida en que se encuentra, las de sus
allegados y de su medio de vida, y el defecto físico o las dificultades
que tiene o las consecuencias funcionales de las alteraciones debidas a
su enfermedad.

FUNDAMENTO DEL CAMPO DE ACCIÓN


DE LA ENFERMERÍA
El campo de competencias de la enfermería se basa fundamental-
mente en los cuidados para el mantenimiento de la vida basados en todo
aquello que le permite a una persona seguir viviendo; en otros términos,
como ya mostraba Florence Nightingale, en la salud: no siendo de nin-
guna manera la salud una entidad en sí como se ha dejado creer, sino
que representa el conjunto de posibilidades que permiten que la vida continúe,
se desarrolle, incluso cuando hay enfermedad, tal y como lo demuestra la
expresión corriente: “mientras hay vida, hay salud”. Esto se traduce en
que la salud es el conjunto de fuerzas vivas físicas, afectivas, psíquicas,
sociales, que se pueden movilizar para afrontar, compensar la enferme-
dad, dejarla atrás o hacerle frente.
Cuando se confunde cuidar y tratar, todas las fuerzas vivas de la per-
sona que es cuidada permanecen inactivas, pasivas, no se movilizan para
estar alerta y reaccionar, además tienden por sí mismas a limitar su activi-
dad, a reducirse, a disminuir; como lo demuestra Charles Belmont en su
película Rak: “La enfermedad se apodera de todo aquello que se aban-
dona a la enfermedad”.9 La enfermedad alcanza, invade todo aquello
que no se moviliza, todo aquello que se vuelve inerte. Además, cada
vez que toda la acción “curativa” se centra únicamente en la enferme-
dad, es decir en aquello que muere, los cuidadores dan una importancia
predominante a la enfermedad, es decir a aquello que muere, hasta el
punto de que “las personas son condenadas a morir mucho antes de su
muerte”,10 incluyendo hasta el estado de la muerte donde se ven lleva-
dos a morir su vida en lugar de vivir su muerte.

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CUIDADOS DE
A CURACIÓN ENTORNO

Enfermedad: Campo de Todas las fuerzas vivas


Todo aquello manifestación de de la persona y de su
que se altera. la enfermedad. entorno se inmoviliza.

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se fija única y aisladamente en la investigación y en el tratamiento de la enfermedad.
Al no relativizarse, la enfermedad se convierte en el centro de todas las preocupaciones;
así aumenta su campo de expansión. Invade a la persona en todas las facultades y
aptitudes. Invade igualmente al personal que “cuida”.

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todo lo que moviliza las capacidades de vida en relación con las incidencias de
la enfermedad. Cuando cuidar se diferencia de tratar, se cuestionan todas
las capacidades y las fuerzas vitales físicas, afectivas y psíquicas de la per-
sona cuidada, así como las posibilidades y los recursos de su entorno, que
pueden movilizarse según la naturaleza de la enfermedad, los daños
que ocasione y las incidencias que conlleve para la vida cotidiana.
Las competencias de la enfermería tienen como finalidad movilizar
las capacidades de la persona y de su entorno para compensar los da-
ños ocasionados por la enfermedad, y suplirlas si estas capacidades son
insuficientes. La competencia de la enfermería se basa en diferenciar
todo aquello que parece indispensable para mantener y movilizar la
vida de alguien, buscando qué medios serán los más adecuados para
conseguirlo.
2 HACIA UNA IDENTIFICACIÓN DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERÍA

<=< CUIDADOS
DE MANTENIMIENTO
DE LA VIDA

CUIDADOS
DE CURACIÓN

AMBIENTE

Todas las fuerzas vivas de la persona


y de su entorno se movilizan y
se convierten en recursos.

La acción curativa de la enfermería se basa en la movilización de las fuerzas vivas de la


persona y de su entorno para compensar las capacidades alteradas por la enfermedad, teniendo
siempre en cuenta las limitaciones que ésta impone.
La enfermedad es una de las cosas que hay que tener en cuenta, no absorbe la totalidad de
la acción curativa, se relativiza.

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acontecimientos o dificultades que exigen recurrir a una ayuda exterior
(nacimiento del primer hijo, periodo de crisis, adaptación a una nueva
cultura, etc.), el campo de acción de la enfermería se centra en movilizar
y desarrollar las capacidades de la persona, de la familia y de su entorno,
para hacer frente al acontecimiento, resolver la dificultad intentando que
sea competente, que sepa utilizar los recursos afectivos, físicos, sociales y
económicos de los que dispone.

INTERRELACIÓN ENTRE LOS CAMPOS


DE ACCIÓN DE LOS USUARIOS DE CUIDADOS,
DE LAS ENFERMERAS Y DE LOS MÉDICOS
Como ningún campo de competencias puede estar aislado y la ma-
yoría de las veces es un relevo o una delegación de la competencia de
alguien en determinadas circunstancias y en función de un medio dado,
las acciones de la enfermería se sitúan en interrelación con las acciones

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de los usuarios y las de los médicos,* compartiendo con cada uno de ellos
zonas comunes.
Los usuarios de cuidados garantizan de forma constante lo esencial
de la función cuidadora; sólo en algunas circunstancias y durante de-
terminados acontecimientos se les hace indispensable la necesidad y la
obligación de un relevo. Esto ocurre en determinados momentos de
la vida, como cuando se espera un niño, durante el parto, la maternidad y
los primeros cuidados del recién nacido, y también durante algunos perio-
dos de la vida: adolescencia, vejez, o cuando las personas tienen que vivir
situaciones difíciles, como ocuparse de un niño disminuido físicamente.
En todas estas circunstancias, hay que determinar con la persona afectada
hasta qué punto puede bastarse a sí misma y en qué terreno necesita
ser sustituida. Este reemplazo compete directamente a los cuidados de
enfermería, sin que por ello exista necesariamente una enfermedad, pero
la confusión entre cuidar y tratar difumina la acción de la enfermería y la
hace dependiente de la prescripción o de la delegación médica, inclu-
yendo servicios como el de la protección maternal e infantil o el de la
salud escolar.
Por otra parte, los usuarios de cuidados tienen los primeros elemen-
tos de todo diagnóstico, que no son sino conocer el umbral de gravedad
para ir a consultar a un médico. Numerosos estudios han demostrado que
siete de cada diez veces, la gente decide su propio tratamiento. Los usua-
rios, por tanto, hacen abortar todos los días un gran número de pequeños
males por automedicación, evitando así que se produzcan enfermedades.
Cuando consultan al médico, le piden que tome el relevo del trabajo de
discernimiento que ya han esbozado, y delegan en él implícitamente para
completar lo que ellos han comenzado. El médico diagnostica y luego
prescribe el tratamiento que, en la mayoría de los casos, será proporcio-
nado por el propio usuario. En situaciones más graves y/o más complejas,
será necesario recurrir a una competencia más especializada para poner
en práctica y supervisar el tratamiento. Entonces, esta competencia es
delegada por el médico en la enfermera. El tratamiento, los cuidados para
la curación que completan los relativos para el mantenimiento de la vida
son competencia de la enfermería cada vez que un enfermo no puede
garantizarse por sí mismo su propio tratamiento (a domicilio), o cuando

* Teniendo en cuenta sólo a las personas afectadas con más frecuencia, aunque la realidad
es más compleja, ya que hay una interacción con un gran número de profesionales sani-
tarios: cinesioterapeutas, nutriólogos, parteras, etc., y trabajadores sociales: trabajadoras de
familia, ayudantes domésticas, asistentes sociales.
2U HACIA UNA IDENTIFICACIÓN DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERÍA

el médico delega la ejecución de los cuidados médicos complejos al per-


sonal de enfermería.

`a`A=<a b
CUIDADOS cbX<a

XYZ[\]^_

Cuidar sustituyendo
d==Aa a los usuarios de cuidados

Diagnosticar,
tratar la enfermedad

V' % ' ferencia de los campos de acci$ % ! '#  ! #%%W

ef N?LSD BH ?NNRg@ BHf LhBRND QH Q>SHKSD@H ND@ >@? iD@? BH f?Q


acciones de la enfermería, pero según la naturaleza de los servicios y de
las instituciones sanitarias, corren el riesgo de invadir casi por completo el
campo de competencias de la enfermería hasta el punto de no dejar sitio
a todo lo relativo a los cuidados para el mantenimiento de la vida, o bien
las enfermeras deben, a su vez, delegarlos a otro personal bajo la forma
de tareas que no tienen relación entre sí, empobrecidas por su carácter
puntual y parcelario. Observando este esquema, podemos compren-
der por qué ocurre esto con tanta frecuencia. La razón es que, además de
la falta de preparación de las enfermeras para movilizar las fuerzas vivas y
las capacidades de los usuarios, su campo de competencias es el más em-
pleado, siéndolo a la vez por la necesidad de sustituir a los usuarios, y por
la demanda de los médicos de suplirles, demanda que en determinados
servicios ocupa todo el tiempo y todo el campo de la enfermería. Ahora
bien, no se puede hacer contrapeso a esta demanda si, por otra parte, no
se desarrolla la capacidad de cuidar y de probar la acción regeneradora y

* Contrario a lo que habitualmente se cree, o a lo que ocurre en la mayoría de los casos,


el usuario es un interlocutor directo de los cuidados hasta el punto de que es él quien le
confía al personal sanitario el poder de participar en sus cuidados. Aquí, las competencias
tienen que buscarse en función de las complementariedades que hay que proporcionar
considerando la capacidad de los usuarios y la gravedad de las situaciones.

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estimulante de los cuidados para el mantenimiento de la vida. De hecho,


las competencias de la enfermería ocupan un lugar intermedio entre cui-
dar y tratar. Se puede entender que no es un lugar cómodo, ya que al ser
percibido como muestra de la buena conciencia y no de la concientización
de los fenómenos presentes en una situación, cuidar se ha convertido en
el desecho de la acción curativa. Como cuidar exige el desarrollo de nu-
merosas capacidades de percepción, de comprensión, de elucidación de
informaciones, así como de ingenio, de inventiva y de creatividad, es vi-
vido la mayoría de las veces como una actividad subdesarrollada, inferior,
que lleva todavía los estigmas del rol moral, de una actividad doméstica
sobrepasada, o que sufre por la ignorancia a la que se han dejado llevar
todos los cuidados que se llamaban “no técnicos”, suponiendo que la téc-
nica es el único terreno que requiere conocimientos y exige recurrir al
saber científico supuestamente reservado sólo al tratamiento.

El proceso de los cuidados de enfermería,


un enfoque antropobiológico
Este proceso es un trámite de análisis de la situación enfocado a iden-
tificar la naturaleza de las necesidades o de los problemas de salud vivi-
dos por una o varias personas que requieren cuidados de enfermería, en
un medio dado, diferenciando la naturaleza de estos cuidados: cuidados
para el mantenimiento de la vida, cuidados de curación, así como los que
intentan suplir o compensar. Dicho trámite exige estar situado en el
tiempo. Este análisis sirve igualmente de base para evaluar la acción cu-
rativa. Permite también evidenciar las condiciones indispensables para
esta acción y poder argumentarlas; es, por lo tanto, la base de la función
de gestión de los cuidados.
El proceso de los cuidados de enfermería procede de un encuentro en-
tre dos (o varias) personas que poseen cada una elementos del proceso de
cuidados. Este proceso está situado en la encrucijada de un sistema de intercam-
bio que proviene de fuentes diferentes y complementarias con vista a determi-
nar la naturaleza de los cuidados que hay que proporcionar, la razón de
esos cuidados, lo que se proponen conseguir, así como los medios nece-
sarios para ponerlos en práctica.
El proceso de los cuidados de enfermería es una construcción propia
de cada situación, que se elabora entre cuidadores y personas cuidadas
a partir de elementos de la situación. No puede ser objeto de una apli-
cación sistemática de conocimientos, ni de un uso sistemático de instru-
mentos. El proceso de los cuidados de enfermería se crea a partir de lo

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