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NOTAS AL DOLOR DE UN CHOLO (cambio de título ya)

NOTAS PARA UN TRILCE CONTEMPORÁNEO

I
¿Qué es Trilce ? A primera vista es un conjunto de setenta y siete poemas sin título, que se suceden de
manera aleatoria, sin conexión, organizados por una numeración romana. Segundo libro de poemas de
Vallejo, publicado en 1922, contiene un buen número de poemas duramente marcados por el terror a la
cárcel, de impronta vanguardista, de un dolor que excede el aspecto tonal de este título en particular , ya
que ese sentir doloroso atraviesa toda la obra vallejiana. Trilce es un estallido que en su momento
desconcertó a los lectores y a la crítica y que aún hoy puede sorprender a lectores distraídos. ¿Su título,
un enigma? Las opiniones acerca de su origen y significado para algunos se reduce a lo arbitrario
o tal vez humorístico y hasta hubo quien consideró una relación numérica al valor del libro para
su venta : tres soles. Vale la pena tener en cuenta la interpretación que considera que es la
sumatoria de los calificativos triste y dulce. NB: Trilce es un nombre de mujer. ¿Cabe la chance de
que sea un nombre propio? De todas maneras, en mi opinión habría que recortar ese sector que
marqué en azul.

II
La vigencia de Vallejo, en parte, hay que reconocerlo, se apoya en motivos extraliterarios.
Hay algo de rito en la admiración hacia el hombre-mito que los biógrafos han dado a conocer: el Vallejo
desventurado, desvalido, pobre, despierta un sentimiento de conmiseración teñida de un cierto sadismo
psicológico. Es el héroe de vida pobre que, ganada en buena lid una difícil batalla, huye, mitificado ya, y
muere en la lejana e igualmente mitificada París. A este delineado heroico se suma también el atractivo
del matiz político-social de su ideología: su pública simpatía por el marxismo, profesado en sus últimos
diez años.
Pero en definitiva el motivo fundamental para admirar a Vallejo, motivo que los incluye a todos, es
literario: la autenticidad de su obra, convertida en paradigma de lo auténtico para las nuevas y futuras
generaciones. De ahí también la antipática pretensión de encasillarlo en algún ismo, museístico y
cerrado. Vallejo en verdad es un perenne presente, porque sigue inscribiéndose en lo actual.
Esa actualidad permite considerarlo, de forma simultánea, precursor de los poetas españoles de
posguerra (nombremos dos, por caso: Blas de Otero y el catalán Salvador Espriu) y, a posteriori, el
estímulo de algunos de los nombres más auténticamente creadores de la poesía hispanoamericana. Puede
leerse en la obra de Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Ernesto Cardenal, Roberto Fernández Retamar y
Juan Gelman la marca de la impronta vallejiana.
Su obra, aún, y especialmente “Trilce”, tiene un brillo de cosa de hoy, un olor a madera recién
cortada. Qué sé yo, esta frase en azul me parece rara y la sacaría directamente. “un brillo de cosa de
hoy” me da super viejo.

III
La obra de Vallejo, que hoy EL ASNO LITERATO EDITOR incluye en su catálogo, se ha multiplicado en
innumerables ediciones, al punto de ser así el escritor más popular que haya tenido Perú en toda su
historia literaria. Pero esa popularidad nunca ha sido la de un García Lorca o un Neruda. Es diferente.
Sus versos no han andado de boca en boca, sus poemas no son fácilmente recitables, ni siquiera legibles
en voz alta.
Sin embargo, el poeta y librero Héctor Yánover alguna vez recordó y aseguraba (¿dónde recordó y
aseguró eso? ¿No da tirar una fuente acá?) que gente andrajosa del Cuzco entendía sin explicación
previa sus poemas e incluso llegaba a copiarlos. ¿Por qué? Podríamos imaginar a Vallejo como a Perú:
miseria, corazón torturado, ahogado en sangre de revuelta, maceración colectiva que viene desde
Pizarro. Pero cuidado: popularidad, sí, pero distinta y difícil, dificultad paradójicamente
aristocrática. Esta frase es medio snob. ¿Qué demonios significa “distinta y difícil”?

Es conocida la obsesión de una parte de la crítica (Xavier Abril) en acentuar y destacar la influencia de
la literatura francesa en su obra: su filiación mallarmeana, sus vínculos con Verlaine, Laforgue,
Baudelaire, Rimbaud, contactos con Villon, entre otros. En verdad Vallejo escribió y vivió en el centro
de una crisis literaria. Agonizaba el modernismo y germinaban un conjunto de tendencias, escuelas y
grupos poéticos, que el tiempo se encargaría de reputar como efímeros. ¿Fue él acaso arrastrado en la
corriente, como un corcho sin control, a merced de aguas que llevan troncos de clasicismo,
cortezas de modernidad y flores de vanguardia que nacieron ayer y hoy ya no son? ¿O fue un
arribista que supo sacar partido de todo ese río revuelto, sigiloso a las sombras de un simbolismo
de raíz europea, para sacarlo a la luz después, camuflado? Esto creo que es mucho.
Hoy, que la admiración y la curiosidad hacen de sus poemas objeto de una lectura contemporánea,
deberíamos entender que esa actualidad tiene un precio y un valor. El valor estriba en la supervivencia
de su obra a las influencias y a los movimientos de vanguardia, prueba de que se trata de una voz
singular.

IV
Aproximémonos a tiempos de Trilce. El año 1919 es tiempo de inusitada agitación política para Perú.
Sin embargo, Vallejo está ausente de la militancia política y permanece ajeno a los acontecimientos
colectivos. Y esto por una profunda convicción: no cree que el artista tenga que lanzarse directamente a
la acción.
Ese año consigue un nuevo puesto como maestro y continúa escribiendo las primeras versiones de
Trilce. Pero queda cesante y ya sin ocupación en Lima viaja a visitar a los suyos a Trujillo. Permanece
allí pocos días y luego parte hacia Santiago, su pueblo natal, con motivo de unos festejos. Allí se
desencadenan ciertos episodios violentos: una guarnición se declara en rebeldía por no haber recibido
sus sueldos, unos soldados ebrios sueltan presos y disparan inconscientemente. Se los intenta satisfacer
pero no escuchan razones. Hay muertos, saqueos, y Cesar Vallejo acompaña al subprefecto a la ronda
nocturna para hacer un informe de lo sucedido. Varios días después se lo acusa de instigador intelectual
de la revuelta, acusación que lo sorprende ya lejos de Trujillo. Se refugia por varios meses en una casa
de campo sorprendido de esas calumnias y espera la resolución del caso a su favor. Temiendo ser
descubierto, cambia de domicilio. Finalmente es detenido y conducido a la cárcel el 6 de noviembre de
1920. Muy a pesar de la ola de indignación del país todo por la detención injustificada de un intelectual,
permanece en la cárcel ciento doce días. Será una experiencia imborrable: permanecerá fiel a esa
experiencia carcelaria por siempre. Si bien esa cruel experiencia concluye el 26 de febrero de 1921,
Vallejo será un recluso hasta el fin de sus días.
Se cree que en la celda empezó una esforzada lucha para forjar el instrumento verbal que le
facilitara decir mejor lo que sentía, y que nadie había dicho como él lo iba decir. Esto creo que no
da.Allí, en prisión, también se agigantará la imagen de su madre muerta: comprenderá que es un
huérfano en medio de otros tantos huérfanos.

V
Trilce es un libro extremo, revolucionario por su exploración de un lenguaje auténtico. El origen de
Trilce fue también precipitado probablemente por las profundas contradicciones que Vallejo descubrió
entre la exaltación romántica del yo y la destitución del hombre del puesto central de la creación,
provocada por la teoría evolucionista.
Podemos leer en el poema LVII una puesta en ejecución del conflicto presentado como conmoción
geológica de los fundamentos del yo. A partir de la premisa de que “los puntos más altos” del ser han
sido “craterizados” y que esos puntos representan el “amor del ser mayúsculo”, se sugiere que el yo se
ha reducido a una función ¿Acá podríamos poner la cita de esos versos, verdad?. En virtud de la
premisa inicial, las preguntas que se formula en la segunda estrofa carecen de respuesta, pues se remite a
supuestos cristianos. Por el contrario, Vallejo propone el amor a sí mismo y la persistencia en el propio
ser, en el sentido spinoziano del término, de tal forma que el yo termina por constituirse a la vez en
necesidad de escapar de la condición humana y en persistencia en ella. No es arbitrario mencionar los
nombres de Kant, Rousseau y Spinoza. Vallejo menciona a filósofos en varios poemas, pero en el LVII
se empeña en reducir sus sistemas a lugares comunes, como bondad, buena voluntad, etcétera,
precisamente porque se propone parodiar las insuficiencias de las explicaciones filosóficas del yo,
también “craterizadas” por la muerte de Dios.
Por otra parte, para Vallejo conciencia y lenguaje son uno, pues la posibilidad de conciencia nueva sin
lenguaje nuevo no es mayor que la de lenguaje nuevo sin conciencia nueva. En Trilce enfrenta una tarea
desmitificadora, la de mostrar la inoperancia de las imágenes y metáforas tradicionales. Es por esto que
Trilce rechaza toda homogeneidad de tono, se abstiene de placidez y consuelo, y de allí también toda la
dificultad y riqueza para su lectura.

VI
Vallejo escribió como hombre y vivió como poeta. Esto hace que su personalidad resulte
particularmente paradójica, sorprendente y ambigua. El hombre es un mundo, un cosmos, y cosmos
significa “ordenado”. Vallejo es un mundo en desorden .En su aparente sencillez hay un ser vitalmente
complejo, profundo, lacerado y caótico.
Desde el momento en que el recelo se aloja de manera irremediable en su alma, él se convierte en un ser
desmesurado y esa desmesura hará de él un ser tristemente extrañado de la realidad, pero en actitud de
alerta, de guardia, de defensa y hasta de ataque. Y no es casual que sus baterías de ataque, tanto más
herméticas y escondidas, serán las de la palabra. No por nada Trilce adoptó como primer título “Sólo de
aceros”. Únicamente en el lenguaje se sentirá seguro. Comprender a Vallejo implica comprender su
lenguaje. Pretender comprenderlo independientemente de su obra es tan imposible como pretender
conocer la obra sin Vallejo.
Vallejo está tocado de un especie de masoquismo psicológico, extraño y llamativo al que se podría
bautizar, como lo hace A. C. Coyné, con el nombre de “vocación de apaleado”. Es en esa
confluencia de una conciencia excesiva de culpabilidad con el desgarro de la angustia en donde
queda anclada la necesidad de su creación. Su angustia o desgarramiento es el preámbulo que
abre las compuertas de su creatividad ofreciéndonos su intimidad.
El dolor es medular en su vida y en su obra. Vallejo hablará de manera emocionante del dolor y de la
vida, a la que considera como una astilla que se nos metió en el pie. Y, aunque la esperanza no
desaparece del todo, no poseemos para expresar nuestra vida sino nuestra muerte.
El amor a la vida es tragarse la muerte sin prisa. Su dolor, su ternura, su piedad, su apego a la vida: allí
está el compromiso existencial que da luz a su poesía. Vallejo vivía en modo doloroso.
El nombrar lo esencial fue para Vallejo la cuestión capital de su poesía, quizás el núcleo mismo de la
angustia que florece en sus textos:
¿qué se llama cuanto heriza nos ?
Se llama lo mismo que padece
Nombre nombre nombre nombre
Heidegger sostuvo que “si alguna vez el hombre ha de encontrarse en la proximidad del ser, tiene
primero que aprender a existir en lo que no tiene nombre”(acá iría una cita?). La poesía de Vallejo
desde siempre tuvo el mismo interrogante, el destino del hombre, y siempre la misma perspectiva: la de
la unidad del ser, su obsesión dominante. “Prisioneros de sus sentimientos, cantaron un solo canto
durante toda su vida”, supo decir Karl Vossler de Holderlin y Leopardi.
Igual destino supo desplegar el americano y universal César Vallejo.

LOS EDITORES

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