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Canto Inicial:
MONICIÓN:
Hermanos y hermanos, nos disponemos de todo corazón a adorar a Jesús Sacramentado, con mucho
fervor y profundicemos en el misterio de la Eucaristía y en las exigencias que nos plantea hoy la
celebración de la Eucaristía en el campo de la solidaridad y fraternidad.
ORACIÓN:
¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, estamos aquí postrados a tus pies, arrepentidos
y confusos, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansados de todo, sólo a Ti queremos,
sólo a Ti buscamos, sólo en Ti hallamos nuestro bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú,
que nos llamaste cuando huíamos de Ti, no nos arrojarás de tu presencia ahora que te buscamos.
Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque nuestro
corazón, cuando los hombres nos abandonen, cuando el tedio nos persiga y la desesperación clave
su garra en nosotros, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí
buscaremos fuerza para luchar y vencer.
Te rogamos por los que amamos... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos
con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que
padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus
extravíos.
Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.
Y a nosotros, que te acompañamos cuando te abandonan otros, porque hemos oído la voz de la
gracia; a nosotros, que no te amamos por el cielo, ni por el infierno te tememos; a nosotros, que
sólo buscamos tu gloria y estamos recompensados con la dicha de amarte, auméntanos este amor
y danos fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.
1. Venid a mi, todos los que están afligidos y agobiados, dice el señor
MOMENTO PENITENCIAL
Padre, en tu presencia nos entregamos y abandonamos en ti. Queremos recibir ese perdón que solo
Tú, nos puedes dar, pedimos que tu Santo Espíritu actué en nosotros.
Ven Espíritu Santo e ilumínanos, ayúdanos a retirar de nuestra vida todas las causas del pecado. Y
así preparados podamos cercarnos a Jesús y recibir su perdón.
MOMENTO DE SILENCIO:
2. Yo soy el buen Pastor conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí y yo doy la vida por mis
ovejas, dice el señor
SALMO 23
El Señor es mi pastor nada me falta en verdes pastos me hace reposar y adonde brota agua fresca.
Me conduce fortalece mi alma me guia por el recto sendero por amor a su nombre.
Aunque pase por oscuras quebradas no temo ningun mal porque tu estas conmigo tu baston y tu
vara me protegen.
Tu preparas an te mi una mesa frente a mis adversarios con aceite perfumas mi cabeza y mi copa
rebosa.
Me acompaña tu bondad y tu favor durante toda mi vida mi mansión será la casa del Señor por largo
largo tiempo.
Lectura del Santo Evangelio, según San Mateo (Mt 6,19-23): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y
ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni
herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará
también tu corazón.
»La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo
está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad
habrá!».
REFLEXIÓN:
Hoy, el Señor nos dice que «la lámpara del cuerpo es el ojo» (Mt 6,22). Santo Tomás de Aquino
entiende que con esto —al hablar del ojo— Jesús se refiere a la intención del hombre. Cuando la
intención es recta, lúcida, encaminada a Dios, todas nuestras acciones son brillantes,
resplandecientes; pero cuando la intención no es recta, ¡que grande es la oscuridad! (cf. Mt 6, 23).
Nuestra intención puede ser poco recta por malicia, por maldad, pero más frecuentemente lo es
por falta de sensatez. Vivimos como si hubiésemos venido al mundo para amontonar riquezas y no
tenemos en la cabeza ningún otro pensamiento. Ganar dinero, comprar, disponer, tener. Queremos
despertar la admiración de los otros o tal vez la envidia. Nos engañamos, sufrimos, nos cargamos
de preocupaciones y de disgustos y no encontramos la felicidad que deseamos. Jesús nos hace otra
propuesta: «Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que
corroan, ni ladrones que socaven y roben» (Mt 6,20). El cielo es el granero de las buenas acciones,
esto sí que es un tesoro para siempre.
Seamos sinceros con nosotros mismos, ¿en qué empleamos nuestros esfuerzos, cuáles son nuestros
afanes? Ciertamente, es propio del buen cristiano estudiar y trabajar honradamente para abrirse
paso en el mundo, para sacar adelante la familia, asegurar el futuro de los suyos y la tranquilidad de
la vejez, trabajar también por el deseo de ayudar a los otros... Sí, todo esto es propio de un buen
cristiano. Pero si aquello que tú buscas es tener más y más, poniendo el corazón en estas riquezas,
olvidándote de las buenas acciones, olvidándote de que en este mundo estamos de paso, que
nuestra vida es una sombra que pasa, ¿no es cierto que —entonces— tenemos el ojo oscurecido? Y
si el sentido común se enturbia, «¡qué oscuridad habrá!» (Mt 6,23).
Momento de Silencio
Canto
PRECES
Quisiéramos poner ante nuestros ojos a cuantos están marcados por el dolor y la angustia, por la
soledad o el sinsentido, por la desgracia y la tortura, por la marginación y la miseria, por la
enfermedad o la cárcel, por la humillación y la condena a muerte…
En todas ellas Cristo sigue su agonía. Por todos ellos invoquemos a Jesús Eucaristía, diciendo:
Por los agonizantes y enfermos terminales, que además de los paliativos no les falte el ángel del
consuelo.
Por los que viven en la miseria y el olvido, que lleguen a todos sus gritos silenciosos.
Por los que son víctimas del terror, de la guerra, de los secuestros y la tortura, que a todos nos
interpele su martirio.
Por los ancianos que no son queridos y se sienten solos, que encuentren personas que les
acompañen y valoren.
Por las mujeres maltratadas, víctimas de la violencia de género, la prostitución, que puedan
recuperar su dignidad y su libertad.
Por los niños esclavizados, vendidos, prostituidos, militarizados, que encuentren los medios
para rehacer sus vidas.
Por los que no tienen trabajo, por los fracasados que no les falten nuevas oportunidades.
Por todos los que están marcados por el desamparo o el vicio y las adicciones, que no pierdan
la esperanza de su liberación.
Por los inmigrantes, que tienen que afrontar tantos riesgos y separaciones que puedan ser
integrados socialmente.
Momento de silencio
Oración:
Padre, en esta hora suprema en que Cristo nos llama como amigos a comer la pascua con Él, haznos
dignos de ser herederos y comensales de su gloria en el banquete eterno. Te lo pedimos por el
mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro……
Ave María……
Gloria.
CANTO FINAL.