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SESION 2:
El comentario literario
El comentario literario consiste en explicar, paso a paso, la necesaria conexión entre expresión y contenido. Es un proceso activo de ejercitación
intelectual que ayuda a comprender, interpretar y criticar, de análisis y síntesis, y potenciar los recursos intelectuales, ya que ponemos en juego
importantes funciones mentales: capacidad de memoria, de abstracción, de observación, de relación de conocimientos…
El comentario literario hace referencia al análisis literario. Comentar una obra literaria incluye:
1° la lectura detenida,
2° la apreciación literaria,
3° la lectura entre líneas y
4° la comprensión de los efectos de los rasgos literarios.
En el comentario literario cada estudiante demostrará comprensión de las complejidades de la obra (prosa o verso) y desarrollará una argumentación
convincente usando el texto para respaldar sus interpretaciones y juicios. No puede juzgarse las expresiones como “correctas” o “incorrectas”, pero
debe explorar sus propias ideas y conocimientos, y debe respaldarlos con pruebas textuales, así no serán meras suposiciones.
Lo buenos comentarios muestran una relación “independiente” con el texto (debe comprenderse por sí mismo) y una clara comprensión de los efectos
del uso de las diversas técnicas literarias que hace el autor. Por tanto, el comentario literario se desarrolla abordando tanto el contenido como la forma,
estableciendo permanentemente relaciones entre ellos y con la realidad humana, social, cultural, etc.
El estudiante usará un lenguaje adecuado para la discusión literaria, incluirá referencias precisas a términos literarios usados con frecuencia; discutirán
la eficacia de las técnicas literarias elegidas por el autor (esto es incluso más importante, que su sola enumeración y mención de los términos literarios).
Los estudiantes tienen que estructurar sus análisis literarios en forma de ensayo (“comentario” o “comentario literario”). Si bien las convenciones para la
organización formal son variadas en cada región y no es posible establecer un formato obligatorio para organizarlo, los mejores comentarios serán
aquellos en los que se exponga una argumentación que esté organizada de manera convincente, que tenga un desarrollo coherente y una estructura
eficaz, pues cuando este se evalúa, se juzga en ellos la capacidad para:
1. Demostrar que entienden la obra mediante una interpretación bien fundamentada.
2. Identificar el uso del lenguaje, la estructura, la técnica y el estilo del autor.
3. Discutir los efectos que surgen de las elecciones del autor.
4. Presentar sus ideas en un trabajo escrito formalmente organizado y coherentemente desarrollado.
Primera lectura:
Lee el texto completo para obtener impresiones generales y realizar algunas anotaciones que consideres pertinentes. Ejemplos:
Palabras o expresiones que te llamen particularmente la atención (palabras claves).
Aspectos que estén relacionados con la técnica y con el autor.
Algunas dudas, ya sean con respecto al tema o al estilo.
Sugerencia: utiliza diferentes colores para señalizar los aspectos que luego comentarás.
Segunda lectura:
Lee el texto por segunda vez y comienza a señalar aspectos literarios precisos, determinando cuáles son los principales y cuáles los secundarios. Por
ejemplo:
- En textos líricos: tema, estructura del poema, ideas y forma de expresión.
- En textos narrativos: personajes y su caracterización, espacio, tiempo, temas e ideas.
Tercera lectura:
En este nivel de lectura deberás señalar los rasgos de estilo más importantes considerando el tipo de texto que se analice. Por ejemplo:
- En textos líricos: hablante lírico, métrica, rima, ritmo, figuras literarias, tono y registro.
- En textos narrativos: narrador, tiempo narrativo, voces de los personajes, sintaxis, estilo, estructura interna, lenguaje figurado, tono y registro.
Paso 2: Redacción del comentario
En todo comentario debe respetarse la estructura de este tipo de texto: introducción, desarrollo y conclusión.
Introducción:
En el primer párrafo se debe presentar el tipo de texto, género, subgénero literario (especie) y plantear una línea de lectura general en la que se
demuestre la comprensión del tema del texto. Se sugiere que sea breve e intente captar la atención del lector.
Desarrollo:
Puedes elegir dos formas para la redacción del comentario:
a) Lineal: se redacta el comentario volcando las ideas a medida que estas van surgiendo en el texto; el análisis se hace párrafo por párrafo (texto
narrativo) o estrofa por estrofa (texto lírico). Si bien no debe desestimarse esta forma, no resulta la más conveniente, ya que se puede caer en la
simplificación, en la repetición o en la mera paráfrasis del texto. Es importante recordar que debe hacerse un análisis interpretativo y no un
resumen del texto.
b) Análisis conceptual: organiza el desarrollo según los diferentes aspectos literarios, considerando el contenido y la forma. Es un modo más holístico
que exige algunas competencias de análisis que apunten a la coherencia.
Cualquiera de los dos tipos de procedimientos es válido y en ambos se deben incluir ejemplos del texto que ilustren el análisis.
Conclusión:
El comentario debe cerrarse con una conclusión que aúne los conceptos planteados e incluya el tema y una valoración personal. No debe agregarse
ningún concepto que no se haya desarrollado en el comentario: debe ser un resumen de lo expuesto.
Recuerda: para la redacción de tu comentario
El Ciprés de Silos
Gerardo Diego
COMENTARIO LITERARIO
El poema pertenece al poemario Versos divinos publicado en 1971, del poeta español Gerardo Diego, considerada una de las figuras
más representativas de la Generación del 27. En 1925 recibió el Premio Nacional de Literatura y en 1980 el Cervantes.
El poema muestra el sentimiento religioso de un hombre, el poeta Gerardo Diego, al contemplar el Ciprés de Silos. Para explicar por
qué este árbol provoca este sentimiento, Gerardo Diego utiliza una serie de imágenes que muestran al árbol como un ser que, anclado
en la tierra, tiene a elevarse con fuerza hacia el cielo, al igual que hace el alma humana movida por la fe: el árbol es un “surtidor”, un
“chorro”, un “mástil”, una “flecha”, una “saeta” y una “torre”; su copa una “lanza”. El poeta ve en el árbol un símbolo de la pasión religiosa,
pasión por superar el mundo material al que parece condenado el hombre. Tres recursos, principalmente, contribuyen a reforzar esta
impresión.
El primero es la personificación del ciprés mediante las acciones (“acongojas”, “alcanza”, “ascender”), los sentimientos (“de sueño”,
“loco empeño”, “soledad”, “fe”, “esperanza”, “delirios”) y las cualidades (“mudo”) que el poeta le atribuye. Las acciones muestran la altura
del ciprés como la manifestación del deseo del árbol por llegar más arriba. Los sentimientos enfatizan esta idea de que en el árbol existe
la voluntad de desprenderse de la tierra. Se trata de una voluntad no muy distinta de la de un hombre que vive la religión de una manera
crítica, con el dolor que produce la duda de no saber que nos aguarda tras la vida. De ahí que el esfuerzo del ciprés sea un “loco empeño”
o un “ejemplo de delirios”.
El segundo recurso es la apóstrofe del ciprés. Todo el poema es, al fin y al cabo, una apóstrofe puesta de relieve por el uso de la
segunda persona (“acongojas”, “a ti”, “te vi”, “como tú”). A lo largo del poema, el poeta, contemplando el ciprés (“cuando te vi”), le
habla de su anhelo de alzarse igual que se alza el árbol. Este anhelo descubre las ansias espirituales del mismo Gerardo Diego y, al
comunicarlas al árbol, convierte la figura del ciprés, que sube hacia el cielo sin llegar a él, en un reflejo del alma del poeta, que suspira
también por conocer ese cielo y tampoco lo consigue. La apóstrofe al árbol parece, además, hacer del poema una especie de oración,
en la que el poeta opone su espíritu desvalido y confuso (“peregrina al azar, mi alma sin dueño”) a la tenacidad de la fe representada por
el árbol (“Cuando te vi señero, dulce, firme”). Y como en toda oración, en el poema, el poeta muestra las debilidades de su alma y las
esperanzas que albergan en ella; debilidades que son una fe poco consistente, sin rumbo (“mi alma sin dueño”); esperanzas que consisten
en recuperar esa fe, encaminarla hacia el cielo como lo está el árbol (“flecha de fe”, “saeta de esperanza”.
El tercer recurso lo constituyen las metáforas que relacionan al ciprés con armas (“lanza”, “flecha”, “saeta”). Estas metáforas, además,
de aludir a la altura del árbol, como las que hacen de él un “surtidor”, un “mástil”, etc., destacan en el ciprés la lucha por separarse del
suelo y el coraje que pone en ese intento. Al igual que ocurre con el poeta, el sentimiento religioso en el árbol es una batalla (de ahí que
tenga “lanza” y sea “flecha” y “saeta”) por sobrepasar las limitaciones de este mundo, como pone de manifiesto la hipérbole del tercer
verso (“que a las estrellas casi alcanza”), donde la anteposición del complemento directo (“a las estrellas”) al verbo evoca el fracaso del
árbol en su tesón por llegar al cielo. Cuando está a punto de lograrlo (“casi alcanza”).
Interpretado así, el soneto no describiría otra cosa que una emoción religiosa particularmente intensa, casi mística: el deseo del poeta
de perder su consistencia humana y elevarse hasta el cielo, que es lo mismo que decir hasta Dios (“que ansiedades sentí de diluirme/ y
ascender como tú, vuelto en cristales”). Sin embargo, el poema responde más a las inquietudes de un hombre que necesita creer que a
las de alguien que cree plenamente. La llegada del poeta al monasterio no se presenta como la de un creyente que venga a visitar un
lugar sagrado para admirarlo y rendir culto a Dios en él. Mas bien es la llegada de alguien que va buscando la fe, puesto que el poeta no
se presenta a sí mismo como un peregrino cualquiera que viaja con un rumbo fijo. Su alma es “peregrina al azar” y “alma sin dueño”. Es
difícil imaginar que un “alma sin dueño” pertenezca a un hombre con fe.
Se explicarían así las expresiones de dolor (“acongojas al cielo”, “mástil de soledad”, “negra torre”, “delirios verticales”), de esfuerzo o
de lucha (“con tu lanza”. “flecha de fe”, “saeta de esperanza”, “mi alma sin dueño”, “arduos filos”) y de frustración (“a las estrellas casi
alcanza”, “en loco empeño”, “que ansiedades sentí”) que se refieren tanto al ciprés como al poeta. Estas palabras desvelan que el poeta
es un hombre que, como algunos ascetas, busca la certeza de la existencia de Dios a través de la belleza del mundo, llegando a
experimentar un sentimiento cercano al éxtasis, pero que no logra superar su propia soledad, simbolizada en el ciprés “mudo” del final.
Versos como el 3° “chorro que a las estrellas casi alcanza”, o el 10° y el 11°, “que ansiedades sentí de diluirme/ y ascender como tú,
vuelto en cristales”, describen este suplicio espiritual del hombre que adivina otro mundo, que lo siente, pero que nunca alcanza la
seguridad de que exista. De ahí que, en el poema, la religión sea “loco empeño”, “soledad”, “fe”, “esperanza”, “delirios verticales” y “fervor”:
una inquietud humana, al fin y al cabo, no un mundo que existe al margen del nuestro.
Fuente: www.iesnicolascopernico.ora/Lengua/Comentex/silos.doc
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Fournier, C. (2009). Análisis literario. México: Cengage learning.
González, Antonio. (2003). Introducción a la Interpretación de Textos Literarios. Lima: Universidad Ricardo Palma.
Lázaro, Fernando y Correa, Evaristo. (2015). Cómo se comenta un texto literario. Madrid: Cátedra.
Pozuelo, José M (2010) Teoría del lenguaje literario. Madrid: Cátedra.
Reis, Carlos (1995) Comentario de textos. Fundamentos teóricos y análisis literario. España: Ediciones Colegio de España.
Rodríguez, Guillermo y Gil, Patricio. (2005). Curso de metodología del análisis literario del texto lírico (Guía). Lima.
Lozano, S. (2003). El revés de la trama. Análisis de textos literarios y no literarios. Trujillo: Páginas libres.
LINKOGRAFÍA:
http://occ.ibo.org/ibis/occ/home/subjectHome.cfm?subject=axspa
http://www.materialesdelengua.org/LITERATURA/TEORIA_LITERARIA/COMENTARIO/guia_comentario.htm