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Objetivo
La violencia doméstica es uno de los problemas, que afectan a las mujeres, que mayor
visibilidad ha alcanzado en el mundo en las últimas dos décadas, producto del trabajo
de muchas mujeres, grupos y ONG de mujeres, al cual se fueron sumando los
mecanismos de la mujer que surgieron paulatinamente en América Latina. Este trabajo
ha producido importantes cambios sociales, legales y políticos e iniciado un cambio
cultural irreversible.
El primero señala que este problema oculto y silenciado por años, se hace cada
vez más visible. Además se destacan, los avances logrados fruto del trabajo realizado a
partir de la década de los 80 por organizaciones sociales de mujeres y ONG. Éstos,
visibilizaron el problema y asumieron un rol activo en la sensibilización y denuncia de
la violencia sistemática y estructural de que eran objeto las mujeres en el ámbito
público y privado. Para seguir avanzando en la erradicación del problema, es necesario
continuar comprometiendo a las autoridades de los distintos sectores vinculados al
tema; mejorar las legislaciones y su aplicación; invertir decididamente en prevención;
crear centros de atención, así como fortalecer las instituciones, entre otros. Para
conseguir una sociedad más democrática, tolerante, equitativa y no discriminatoria de
las mujeres, es preciso también el fortalecimiento de la sociedad civil.
Con relación a la violencia doméstica, y como lo reflejan las alejadas fechas de las
citadas convenciones, el proceso de reconocimiento de ésta como una violación a los
derechos de las mujeres ha sido mucho más lento. Además, en la actualidad, en la
normativa internacional se reconocen distintas categorías de derechos vulnerados con
la violencia doméstica. Éstos, están consagrados en diferentes tratados y
convenciones, ratificados por la gran mayoría de los países de la región.
El capítulo quinto, trata la relación entre los Estados y las Sociedades Civiles en el
diseño e implementación de las políticas públicas en violencia doméstica. En ellas
existe un amplio consenso de todos los sectores de la sociedad respecto a que la
articulación Estado-Sociedad Civil, en materia de violencia doméstica, constituye una
buena práctica en sí misma. Se plantean al menos dos grandes niveles de articulación:
la participación de la sociedad civil en el diseño e implementación de las políticas
públicas en el tema y las alianzas estratégicas para acciones acotadas.