Sei sulla pagina 1di 45

LA ALFABETIZACIÓN

EMOCIONAL

A convivir sin violencia


también se aprende

Alejandro Castro Santander


Observatorio de la Convivencia Escolar (UCA)
Cátedra UNESCO Juventud, Educación y Sociedad (UCB, Brasil)
DECLARADO DE INTERÉS EDUCATIVO

2 Alejandro Castro Santander - 2010


14-07-2010

La Alfabetización Emocional.
A convivir sin violencia también se aprende (Primera parte)

LA CONVIVENCIA EN LA ESCUELA

La educación en la convivencia es un objetivo fundamental del proceso educativo, ya que


aprender a estar bien con los demás, a respetar, a tener actitudes positivas, a creer en el
consenso, no sólo favorecen el rendimiento de los alumnos, sino que permiten, junto a otras
competencias personales y sociales, el desarrollo armónico de la personalidad y el futuro
ejercicio responsable de la ciudadanía.

Pero las personas no aprendemos a relacionarnos exclusivamente en la escuela. Otros


contextos educativos desempeñan un papel fundamental en esta parcela del desarrollo
social, y dentro de ellos tiene especial importancia la familia. Por ello debemos conocer la
cualidad de la convivencia en ambos contextos. Siendo los sujetos los mismos, las posibles
diferencias no podrían adjudicarse exclusivamente a las personas sino a la relación que entre
ellas se establece y que depende a su vez del contexto.

Enseñar a convivir no es sólo tarea de los docentes, es una labor de toda la comunidad
educativa y de la sociedad. Es preciso crear nuevas y más estrechas formas de colaboración
entre la escuela, la familia y el entorno, incrementando la presencia y la participación de los
padres y otras instituciones en la vida de las escuelas, desde propuestas basadas en el
respeto mutuo y orientando la colaboración hacia la búsqueda conjunta de soluciones.

Los docentes tienen un papel importante en la construcción activa de un clima favorable,


pero no lo pueden hacer de manera individual. Su labor se verá reforzada si junto a la familia
siguen las mismas pautas de educación. Hoy falta ese acuerdo.

La escuela puede abrirse a la comunidad y favorecer esta comunicación necesaria,


reservando espacios y tiempos para planificar encuentros que permitan a las familias
colaborar, participar y expresar sus opiniones.

La convivencia se aprende y se imita. Si en nuestro entorno más cercano la convivencia no es


adecuada, tiene fisuras, tenderemos a repetirla en otros ambientes. Por eso es tan
importante aprender a convivir de forma armoniosa y cuidar los climas sociales en los
distintos lugares en donde nos desenvolvemos.

3 Alejandro Castro Santander - 2010


La convivencia es una condición para el trabajo educativo de calidad y también es resultado
del mismo. Las personas que viven en un ambiente de conflicto aprenden a generar
conflictos, mientras que las personas que viven en un ambiente de convivencia contagian
armonía.

Para conseguir el doble objetivo de transmitir y adquirir valores, hábitos y conocimientos, es


necesario generar un clima social escolar adecuado donde los docentes, los padres y los
alumnos puedan ejercer sus derechos y deberes.

Entendemos por convivencia una serie de pautas y comportamientos que facilitan la


aceptación y el respeto del otro como persona, asumiendo que las diferencias de ambos nos
enriquecen mutuamente.

En la escuela la vida social de los alumnos y alumnas se amplía, pasa del ámbito restringido
de la familia a compartir tareas y recreos con otros chicos y chicas de su edad. Si aprendemos
a convivir respetando a los demás, sintiendo que la dignidad del otro es igual a la nuestra, si
desde pequeños compartimos aprendizaje y diversión con personas de diferente sexo,
cultura, ideología o religión en un ambiente de concordia, el respeto hacia el otro no habrá
que reclamarlo, quedará impreso en nuestro código de valores, formará parte de nuestras
creencias más arraigadas y lo aplicaremos a diario en la convivencia con los demás.

Las escuelas que desean favorecer un clima social de buena convivencia, necesitan partir de
una concepción integral de la comunidad educativa, reflexionando e interviniendo sobre el
conjunto de factores que determinan un tipo de clima social u otro. Todo comportamiento
de un miembro de la comunidad educativa influye en los demás.

Los problemas de convivencia deben abordarse como una situación que afecta a la
comunidad educativa en sí misma. Todos somos responsables del clima que caracteriza a
nuestras escuelas, pero para poder ocuparnos de él debemos conocer más sobre la
convivencia humana.

En esta propuesta formativa, nos acercaremos desde una mirada integradora a aquellos
aspectos que no podemos descuidar para “aprender a vivir juntos”.

El aprendizaje que puede cambiar el mundo.

Los seres humanos somos esencialmente sociales. Desde que nacemos nos es imposible
sobrevivir sin un entorno social, sin otros que se ocupen de nuestras necesidades más
básicas, tanto desde el punto de vista biológico como emocional. Las necesidades básicas se
refieren a la necesidad de ser alimentado, de ser cuidados frente a las inclemencias del
tiempo y frente a las enfermedades, de ser protegidos de los peligros externos y, por sobre
todo, a la necesidad de afecto, la más propiamente humana de todas las necesidades
básicas.

4 Alejandro Castro Santander - 2010


Las necesidades básicas de estar en contacto afectivo con quienes nos quieren, de aprender
a vincularnos emocionalmente con otros, permitiéndonos luego formar lazos significativos y
duraderos y tejer nuestras redes sociales, forman parte de nuestra propia identidad, nos
apoyan en las primeras exploraciones del mundo, amortiguándonos los golpes y las caídas en
situaciones de crisis.

Entre las instituciones sociales que sirven para el desarrollo de mujeres y hombres, la familia
y la escuela son fundamentales. Aunque no lo percibamos directamente, la experiencia
positiva de sí mismo, del mundo, y de la relación posible con él, tiene sus comienzos en la
vida intrauterina. Son conocidos los trabajos de Spitz en relación a la comunicación especial
que llama “cenestésica” entre la madre y el bebé que luego se establecerá mediante las
percepciones a distancia. No es lo mismo haber sido un hijo deseado y amado que un hijo
tolerado o mucho menos no querido y vivido como un intruso.

La familia es el núcleo social básico, el primer modelo de las relaciones sociales, el primer
espacio donde los niños y las niñas exploran sus propias habilidades, donde aprenden a
tener confianza en sí mismos o ser temerosos, donde desarrollan las primeras imágenes
acerca de sí, donde aprenden a percibirse como alguien querido y valorado o más bien como
alguien a quien se quiere y se valora poco, donde ejercitan la expresión de sus emociones y
aprenden a expresarse libremente o a esconder sus deseos o afectos, donde pueden
desarrollar una sordera emocional o aprenden a sintonizarse con las emociones de los que
los rodean. La familia, influya de manera positiva o negativa, representa el primer escalón de
la identidad personal.

Con los primeros aprendizajes alcanzados en este ambiente que representa la familia, en la
mayoría de los casos el niño y la niña hacen sus primeras incursiones en el mundo externo
cuando ingresan a la escuela. En ese momento la familia deja de tener la exclusividad como
contexto moderador del niño y de la niña. Aparecen los docentes y los otros niños como
figuras influyentes en su desarrollo.

El contexto escolar se transforma en la segunda gran agencia socializadora: tiene como


desafío transmitir valores, sistemas de creencias, normas y hábitos de convivencia. Crea las
condiciones para el desarrollo o la inhibición de habilidades, afianza o modifica las primeras
imágenes que el niño y la niña se habían formado de sí mismos, fortalece o debilita la
confianza en sí mismos, fomenta los estilos competitivos o solidarios, crea ambientes
protectores o precipita las situaciones de riesgo, promueve expectativas positivas, crea
confianza en el futuro y en las demás personas, o restringe los grados de libertad y crea
desesperanza y desconfianza.

La nueva modernidad y los vínculos

Hemos visto como los comportamientos humanos no están determinados y dependen en


gran medida de las influencias ambientales, sobre todo educativas y especialmente en los
primeros años. La familia y la escuela son dos de los agentes socializadores más importantes,

5 Alejandro Castro Santander - 2010


pero se encuentran en un contexto más amplio, la sociedad, y nuestra actual sociedad tiene
hoy características que le imprimen a la vida familiar y escolar una dinámica distinta a la de
otras épocas.

Al conocer las cifras de nuestras realidad social, sea ésta global o local, comprendemos lo
mal que hemos hecho el bien que pretendíamos. Comenzamos el siglo XX alardeando sobre
cómo los adelantos científicos y técnicos terminarían con la pobreza, las enfermedades, el
hambre, el analfabetismo y hasta las guerras, y a poco de transitar el siglo XXI sólo
observamos un irresponsable fracaso.

El siglo XXI se presenta como una época de profundas transformaciones económicas,


sociales, culturales, políticas y sobre todo, éticas. Estudiosos de la nueva modernidad nos
hablan de un siglo de confusión, desesperanza, miedos, inseguridades, un momento de la
historia en el que el ser humano busca el sentido de su propia existencia en un mar de
contradicciones.

Por un lado, los grandes avances en el campo científico y tecnológico, le han mostrado el
enorme potencial que ha sido capaz de acumular a lo largo de los años para dar respuesta a
muchas de sus inquietudes, necesidades y satisfacciones, pero por otro lado, se enfrenta con
un siglo cargado de violencia, egoísmo, corrupción, indiferencia, en donde se ensancha cada
vez más las grietas sociales, excluyendo a grandes masas humanas de las condiciones
mínimas para vivir dignamente, en donde la guerra y el terrorismo golpean sin piedad a los
sectores más vulnerables.

Un diagnóstico social en el que los niños siempre son las víctimas

Si bien en nuestra región tenemos la percepción de un incremento de las violencias, no las


hemos medido como corresponde, pero las cifras parciales indican que América Latina y el
Caribe están entre las regiones más violentas del mundo. En su estudio “Violencia, miedo,
inseguridad y los pobres” (2004) el Banco Mundial señala que desde principios de la década
de los 80, las tasas de homicidio intencional en la región aumentaron un 50% y las
principales víctimas de estos crímenes han sido varones jóvenes, la mayoría entre 15 y 20
años.

Otras violencias, como la intrafamiliar, que sufren los niños de nuestra región, muestran a
más de seis millones de ellos padeciéndola y a ochenta mil que mueren anualmente en el
lugar donde tendrían que estar más protegidos (OPS): el hogar. Por si quedaban dudas, le
preguntamos a los mismos niños y adolescentes (Estudio mundial sobre violencia contra la
infancia, Buenos Aires, 2005) y una de las conclusiones para Latinoamérica fue que perciben
los hogares y las familias como el entorno en el que, contradictoriamente, se violan más sus
derechos bajo distintas formas de violencia (maltrato físico, verbal y abuso sexual, exposición
cotidiana a expresiones de violencia entre padres y madres, etc.)

6 Alejandro Castro Santander - 2010


Si a este desalentador cuadro de viejas y nuevas pobrezas, agregamos que la mujer corre
más riesgo de morir a manos de su pareja que por cualquier otro agresor, la familia en esta
situación se quiebra, siendo el ámbito en el cual deben desarrollarse en el niño la dimensión
afectiva y psicológica, el equilibrio emocional, la formación en valores, la adquisición de una
cultura de salud preventiva y el desarrollo de las capacidades intelectuales básicas.

El ejemplo de los adultos: desobedientes y transgresores

Según un minucioso trabajo de investigación (UNAM, México 2005), la mayoría de los adultos
entrevistados percibe a la Argentina como una sociedad anómica, en la cual las leyes en
general y la Constitución en particular, no son respetadas por los ciudadanos ni por los
dirigentes, y donde el Estado no impone ni garantiza su cumplimiento. Así, el 86% considera
que en nuestro país se vive la mayor parte del tiempo al margen de la ley, el 88% opina que
los argentinos somos desobedientes y transgresores, pero la mayoría no se ubica a sí mismo
en esa categoría.

Existe una inmensa brecha entre lo que deseamos ser como sociedad y lo que somos, una
gran distancia entre la sociedad y la Constitución y sus leyes. Reclamamos legalidad y líderes
respetuosos de las leyes y somos una sociedad que conociendo la constitución no la cumple,
opinando el 41% que “hay momentos en que es necesario desobedecer la ley”, el 38% que “si
piensa que tienen razón está dispuesto ir en contra de lo que manda la ley” y un 23% que “no
está dispuesto a obedecer una decisión que no le gusta, aunque haya sido adoptada por la
mayoría”. Por ese motivo un 18% de los entrevistados tampoco considera justo que se
aplique la ley “si alguien pasa una luz roja”.

La inseguridad, la desconfianza y el miedo, hoy se están convirtiendo en elementos de


aislamiento y ausencia de solidaridad entre la comunidad, una comunidad que presenta
como modelo a los niños, una nueva ciudadanía preocupada por la amenaza, el riesgo y la
desconfianza, con profundas repercusiones en la calidad de vida social.

7 Alejandro Castro Santander - 2010


21-07-2010

La Alfabetización Emocional.
A convivir sin violencia también se aprende (Segunda parte)

EL APRENDIZAJE DE LA VIOLENCIA

Hablar de violencia supone referirse a algo cuyo sentido es, en principio, ambiguo. El término
violencia tiene muchas connotaciones, y en su definición intervienen juicios morales y
aproximaciones de naturaleza funcional.

El fenómeno de la violencia es interdisciplinario desde la perspectiva de su estudio, y esa


condición ha hecho surgir una rica y abundante bibliografía de análisis, aunque la mayor
parte de ella se encuentra sumamente sesgada desde la perspectiva de los intereses y
especialidades de los autores.

Violencia viene del latín violentia, que remite a vis (fuerza, vigor, empleo de la fuerza física o
de los recursos del cuerpo para ejercitar su fuerza vital). Esa fuerza se vuelve violencia
cuando traspasa un límite a partir de acuerdos tácitos y reglas que ordenan relaciones,
adquiriendo una carga negativa. Es entonces la percepción del límite o de la perturbación (y
del sufrimiento que provoca) lo que va a caracterizar al acto como violento, percepción que
varía cultural e históricamente.

La agresividad

El término “agresividad” tiene para nosotros connotaciones negativas. En general se la utiliza


como sinónimo de violencia, ya que hablamos de agresividad haciendo referencia al daño
provocado a una persona u objeto. Ya decía Winnicot que “originariamente la actividad es
casi sinónimo de agresividad” y actuar es irrumpir en el espacio y en el tiempo donde hay
otros.

La agresividad no es necesariamente destructiva. Procede de una tendencia innata a crecer y


a dominar la vida que parece característica de toda la materia viva. Es una cualidad vital
imprescindible para la supervivencia de los seres vivos, esto es, una condición de adaptación
al medio que no conlleva necesariamente destrucción ni violencia, y que en determinadas
circunstancias (convivencia comunitaria) supone más bien un perfil de características
defensivas.

8 Alejandro Castro Santander - 2010


Pero en nuestra diario vivir hay obstáculos. Los otros son obstáculos. Los docentes, los
iguales y también los padres son obstáculos ya que presentan en muchas oportunidades
durante la convivencia distintos puntos de vista, intereses, y así nace el conflicto.

El conflicto

Existe la tendencia a confundir y considerar sinónimos conflicto y violencia. Así toda


expresión de violencia se considera un conflicto, mientras que la ausencia de violencia se
considera una situación sin conflicto e incluso de paz. Sin embargo, una situación se define
como conflicto no por su apariencia externa, sino por su contenido, por sus causas
profundas.

Mientras la violencia no es innata en los seres humanos sino que, como ya vimos, implica es
un aprendizaje, más que eliminar el conflicto, de lo que se trata es de encararlo creativa y
constructivamente de forma no violenta, ya que es una energía y una oportunidad para el
cambio.

El conflicto, como una situación de confrontación entre dos partes, puede escalar hasta la
respuesta violencia cuando fallan los recursos mediadores. Si se usan procedimientos
agresivos, aparecerán sucesos que pueden destruir o dañar al otro. Eso es la violencia, el uso
deshonesto, prepotente y oportunista de poder sobre el contrario.

Aceptemos, pues, que un cierto nivel de agresividad se activa cuando el ser humano se
enfrenta a un conflicto, especialmente si éste se le plantea como una lucha de intereses. El
dominio de uno mismo y la tarea de contener y controlar la agresividad del otro en
situaciones de conflicto, es un proceso que se aprende, pero en el que no todos tenemos el
mismo grado de éxito.

Aprender a dominar la propia agresividad y a ser hábiles para que no nos afecte la de los
otros, con los que muchas veces vamos a entrar en conflicto, es una tarea compleja. Cuando
un niño es torpe, porque no aprendió bien esta tarea, está en desventaja para establecer
relaciones interpersonales, que circulen mediante la negociación y la palabra; y la situación
será peor aún si aprendió a enfrentarse con los conflictos sin palabras ni negociación.

Los procesos psicológicos tienen dos grandes raíces: la biológica y la sociocultural, y ambas
son productoras de principios de enfrentamiento con los demás. La raíz social, comunicativa
e interactiva, le aporta a la persona elementos para su proceso de socialización, pero
también un mundo conflictivo, que tiene que aprender a dominar mediante la negociación y
la construcción conjunta de normas y significados. La raíz biológica, entonces, lo enfrenta a la
confrontación natural, que quizás ha sido el origen de nuestra supervivencia hasta este nivel
de la historia. Sin embargo, ninguna de las dos justifica la violencia.

La violencia

9 Alejandro Castro Santander - 2010


Recordamos con Galtung, que la paz se define en términos de ausencia de violencia. La
definición y también la construcción de la paz, implican entonces un movimiento en sentido
contrario a cualquier tipo de violencia. Esta primera aproximación nos ayuda a delimitar el
ámbito de aquellos objetos abarcados por el concepto de paz, trasladándose la dificultad
hacia qué es lo que se entiende por violencia.

La Organización Mundial de la Salud ha construido un desarrollo conceptual muy importante


que se fundamenta en la concepción de la violencia como un problema de salud pública.
Desde la perspectiva de la OMS, la violencia tiene un gran impacto en la calidad de vida de
los individuos porque proyecta consecuencias en su integridad física y en su salud
psicológica. Su concepto nos permite delimitar a qué llamamos violencia:

“El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o


efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga
muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del
desarrollo o privaciones.” (Informe Mundial sobre Violencia y Salud. OMS, 2002)

Esta definición comprende tanto la violencia interpersonal como el comportamiento


suicida y los conflictos armados, y se distinguen tres componentes básicos:

a) la intencionalidad en el uso de la fuerza o del poder,


b) la generación de un daño, y
c) el fin perseguido, en el que subyace el ejercicio de alguna forma de poder, bien sea a
nivel del hogar, escolar, público o de grupo.

Existe entonces, cierto consenso en definir la violencia como “el uso o amenaza de uso, de la
violencia física o psicológica, con intención de hacer daño de manera recurrente y como una
forma de resolver conflictos”.

La OMS ha desarrollado una construcción denominada “modelo ecológico de la violencia”


que resulta muy útil a la hora de sistematizar metodológicamente los factores de riesgo de la
violencia interpersonal en cuatro niveles de interacción: el nivel individual, el nivel de las
relaciones, el contexto de comunidad y los factores sociales.

El modelo parte del presupuesto que la violencia es un fenómeno multicausal e implica


entenderla como un conflicto social en que la multiplicidad de causas se interconectan en
una secuencia causa – efecto – causa. De esta manera, puede observarse la presencia de tres
categorías de factores que contribuyen al fundamento del fenómeno de la violencia:

a. Factores estructurales: nivel de desarrollo del país, desigualdad social y pobreza,


credibilidad y legitimación de los Gobiernos, vigencia de los valores y derechos
ciudadanos necesarios para la convivencia, la falta de oportunidades para la educación y
el trabajo (como determinantes en el origen de conductas violentas).

10 Alejandro Castro Santander - 2010


b. Factores institucionales: que se relacionan con el conjunto anterior pero con dinámicas
propias, donde las instituciones pierden apoyo y confianza de la ciudadanía. La
impunidad, desconfianza en la policía, mala calidad de la educación pública y la
desintegración de la familia (conceptualizado como una institución básica de la sociedad).
Los factores comprendidos en esta categoría debilitan el tejido social.

c. Factores directos: los cuales, en circunstancias específicas facilitan el suceso de


acontecimientos violentos – porte y proliferación de armas, consumo excesivo de alcohol,
uso de narcóticos, ausencia de espacio para la recreación y la ausencia de iluminación en
espacios públicos, correlacionados con la ocurrencia de hechos de violencia.

De esta manera, puede afirmarse, que la violencia interpersonal no responde a un factor


único o a una causa única, sino que debe ser considerada como un fenómeno complejo, una
conducta aprendida, que deriva de la interacción de muchos factores que abarcan desde lo
biológico a lo político.

La inseguridad

De la misma manera en que definir a la violencia resulta complejo, la definición de


inseguridad tampoco puede considerarse una tarea sencilla. Preliminarmente, es necesario
indicar que la mayoría de las dificultades radican en buena medida en su intangibilidad y en
la naturaleza subjetiva de la seguridad.

En un sentido amplio, el concepto de “seguridad ciudadana” se relaciona con la calidad de


vida y la dignidad personal en términos de libertad y de oportunidades efectivas de inserción
social. Para el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la seguridad a la
integridad física, poder disfrutar la seguridad del hogar sin miedo a perturbaciones y poder
circular por la calle sin temor a un robo o a una agresión (1998). En un sentido más amplio, el
Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES) indica que la seguridad
ciudadana se ve amenazada por la pobreza, la falta de oportunidades, el desempleo, el
hambre, el deterioro ambiental, la represión pública, la violencia, la criminalidad y la
drogadicción (1997).

Cuando se habla actualmente de “seguridad ciudadana” el término se asocia casi


exclusivamente a la protección de los ciudadanos frente al crimen. Esto es, sin duda, una
visión muy restrictiva de la cuestión. Para compensar esa carencia casi convencionalmente
aceptada, Carlos Lles ha acuñado el término de “malestar urbano” donde la inseguridad
ciudadana, en el sentido explicado, se vuelve contenido al cual se suma la dificultad de los
ciudadanos para visualizar y planificar su futuro en los contextos de la sociedad post
industrial, la crisis y el derrumbe de los Estados de bienestar con sus consecuencias más
inmediatas y evidentes: la precariedad ocupacional y la reducción extrema de los contenidos
de las políticas de protección social, las exigencias de competitividad que se inscriben en los
marcos de educación más temprana y la dificultad de encontrar alternativas. La

11 Alejandro Castro Santander - 2010


mediatización creciente del poder de decisión no aporta demasiadas esperanzas a los
ciudadanos y acentúa la situación objetiva y la percepción subjetiva de inseguridad.

La otra escuela: influencia de las imágenes y los juguetes

La preocupación sobre los niveles de violencia interpersonal en las sociedades occidentales


ha llevado a centrarse en los efectos sobre los niños de las imágenes violentas que aparecen
en los medios de comunicación: como la televisión, los vídeos o más recientemente en
imágenes generadas por computadora. La principal preocupación radica en que una
exposición continuada de los niños a estas imágenes puede volverlos insensibles a la
violencia y animarlos a imitar esos comportamientos violentos.

Una investigación llevada a cabo en EE.UU., que analizó 188 estudios realizados durante el
periodo 1957-1990, concluyó que:

“En general, la mayor parte de los estudios, fuera cual fuera su metodología,
mostraban que la exposición a la violencia en televisión provocaba un comportamiento cada
vez más violento, tanto en el momento como con el paso del tiempo”.

El desarrollo de la tecnología moderna, la televisión por cable o por satélite, las imágenes
generadas por computadora o Internet, dificultan en gran medida el control por parte de los
Estados del contenido de los medios de comunicación disponibles para el público, incluidos
los niños. Por este motivo insistimos en la importancia del rol de los padres y otros
educadores. Hay un claro acuerdo sobre la necesidad de sensibilizar tanto a los niños como a
los padres y a otros educadores en el conocimiento crítico de los medios de comunicación
modernos.

En aquellos países donde existe una elevada preocupación hacia la violencia, estas
consideraciones han llevado a la combinación de una regulación estatal (códigos para los
locutores y exigencia de una clara indicación en las emisiones del nivel de violencia de los
programas y productos, clasificación de los vídeos según edad, retransmisión de programas
para adultos a ciertas horas, sistemas de quejas y procedimientos para ejecutar la ley), junto
a controles voluntarios por parte del sector privado, y educación respecto a los medios de
comunicación en escuelas y para el público en general, incluidos, especialmente, los padres.

En general se señalan tres grandes efectos negativos de la influencia de los


medios de comunicación en la conducta violenta:

• Efectos sobre la agresión:


- Incremento de la imitación de conductas violentas

12 Alejandro Castro Santander - 2010


- Incremento de la violencia autodirigida
• Temor a ser víctimas de agresiones:
- Incremento de temor y desconfianza.
- Incremento de búsqueda de autoprotección
• Efecto espectador:
- Incremento de la despreocupación por incidentes violentos que contemplamos o
conocemos.
- Incremento de la frialdad e indiferencia ante estos incidentes.

A pesar de reconocer esta influencia de los medios de comunicación, algunos trabajos


muestran que los niños pueden muy bien diferenciar la ficción de la realidad cuando se les
educa para ello y desde chicos adoptan actitudes críticas frente a las películas y series
televisivas con planteamientos exagerados o irreales.

En Suecia se ha prohibido la fabricación de juguetes de guerra y en España y Alemania no se


permite la publicidad referida a este tipo de productos. Una resolución del Parlamento
Europeo de 1982 instó a los Estados Miembros a prohibir la publicidad visual y verbal de los
juguetes de guerra, así como la fabricación y venta de réplicas de pistolas y rifles. Es así que
la producción o venta de juguetes de guerra debería reducirse progresivamente, y
reemplazar estos juguetes por aquellos que sean constructivos y desarrollen la creatividad.
Iniciativas similares se han realizado en distintas provincias argentinas, donde el canje de
juguetes bélicos por material escolar u otro tipo de juguetes ha tenido gran aceptación. Pero
como observamos en la figura de abajo, estas iniciativas ayudan pero no van aun a las
profundas raíces del problema.

Es importante reflexionar sobre la forma en que nuestros niños se ven afectados por
distintos tipos de violencia. Hablamos de la violencia que experimentan con diferentes
pasatiempos y juguetes, de la exposición a la violencia de la vida real que muestran los
medios de comunicación y de la violencia a la que se exponen diariamente en su relación
con la comunidad en general. Sin embargo, es importante destacar que el mayor
porcentaje de niños, se ven afectados por la exposición a la violencia crónica en el hogar.

13 Alejandro Castro Santander - 2010


28-07-2010

La Alfabetización Emocional.
A convivir sin violencia también se aprende (Tercera parte)

LA CONVIVENCIA ENTRE LOS ALUMNOS

Repasando titulares de diarios y revistas de los últimos años, vemos que los medios de
comunicación reflejan con mucha frecuencia situaciones de violencia en las escuelas. Estos
hechos suelen adquirir, en muchas ocasiones, características estremecedoras: docentes que
son agredidos por sus alumnos o por los padres de estos; crueldad muy acentuada en las
relaciones entre los propios alumnos; heridos o muertes por armas de distinto tipo, etc.

En una primera apreciación tenemos reconocemos que es cierto que suceden estas cosas. Lo
que ocurre es que muchos quieren ver en estos acontecimientos la “punta del iceberg” de
una situación general dramática o cuanto menos alarmante.

La aproximación a los estudios existentes sobre estos temas, hace darnos cuenta que la
situación de nuestro país, en cuanto a problemas de auténtica violencia escolar, permite
considerar los hechos mencionados en la prensa, la televisión, como reales, pero no
frecuentes, sino esporádicos y, por supuesto no cotidianos en nuestras aulas. En todo caso
nos preocupan más otras violencias, que como veremos más adelante, son muy habituales,
pero que por sus características pasan desapercibidas para los adultos, pero son bien
conocidas por los alumnos.

No compartimos, por tanto, las visiones apocalípticas que, desde determinadas posiciones,
pretenden crear un estado de opinión que sólo favorece a corto y medio plazo tomar
medidas duras y estrictamente disciplinarias o bien creando procesos en las escuelas que
resuelven todo segregando a los “malos alumnos de los “buenos”, para que estos últimos
puedan estudiar.

Es en estos momentos, cuando los problemas derivados de la convivencia aún no alcanzan


dimensiones alarmantes, cuando se hace preciso reflexionar y actuar con responsabilidad.
Retardar aún más la toma de medidas, favorece la creación de un ambiente que acabará por
impedir las posibilidades de una respuesta educativa, favoreciendo la adopción de posturas
únicamente sancionadoras o expulsoras que no creemos sean la verdadera solución de estos
problemas.

14 Alejandro Castro Santander - 2010


Los niños y adolescentes desarrollan principalmente sus formas de socialización en la familia
y en la escuela. La influencia de estos referentes y la de los medios de comunicación
potencian o impiden el aprendizaje de conceptos, habilidades y actitudes.

Ya hemos hablado del decisivo lugar de la familia en la conformación de lo persona y lo


social, y la escuela, es el ámbito en donde los niños y los jóvenes adquieren conocimientos,
pero también es el escenario en donde ensayan las relaciones sociales y en donde se
exponen a las distintas normas y costumbres de su comunidad.

El ambiente escolar es uno de los contextos más importantes de convivencia de los niños y
adolescentes con sus compañeros y es también el escenario en el que reciben más influencia
de ellos. Un ambiente escolar negativo puede conducir a los alumnos a comportarse
antisocialmente. De la misma manera, distintas evidencias señalan que hay más
confrontación entre los alumnos en las escuelas en las que no existen reglas claras o estas
son arbitrarias e injustas. Lo mismo ocurre cuando las conductas desviadas son ignoradas y
cuando las escuelas carecen de recursos suficientes para la enseñanza.

El grupo de alumnos se convierte así en un factor de gran importancia para la educación, ya


que conforma aspectos socialmente relevantes y porque crea dentro de sí una microcultura,
que produce y consagra ciertos valores y normas de convivencia que son asumidas por cada
uno de los niños y adolescentes. Cuando un adolescente sufre porque no puede llevar unas
zapatillas de cierta marca comercial o se corta el pelo de una forma llamativa, no es sólo
porque está tratando de afirmar su identidad personal, es que ha asumido convenciones y
valores de su grupo de referencia, lo que trasciende su propia decisión personal y se
convierte en una reafirmación grupal.

Los alumnos aprenden juntos.


La creencia de que el aprendizaje tiene una sola dirección, de la boca del docente a la mente
del alumnado, hoy debe completarse con la evidencia de que gran cantidad de información y
de conocimiento se produce en la relación que se establece entre los propios alumnos.

Es lógico pensar que los conocimientos y los procedimientos nuevos, son contenidos que los
alumnos suelen aprender de sus docentes, pero hay otros contenidos, especialmente los que
se refieren a las actitudes y los valores, que no siempre son objeto de atención por parte de
los educadores.

Los alumnos adquieren, por imitación o adaptación muchos de sus hábitos y actitudes. La
ausencia de control y responsabilidad respecto de estos contenidos, hace que sepamos poco
sobre cómo se elaboran y construyen las actitudes y los valores que van penetrando en la
personalidad de los niños.

Muchas de las experiencias en las que participan los alumnos tienden a edificar normas de
convivencia, costumbres y reglas no escritas. Con frecuencia, son normas y pactos que se

15 Alejandro Castro Santander - 2010


relacionan con actitudes positivas de los unos hacia los otros, hacia los adultos o la sociedad
en general. Pero no siempre los acontecimientos que tienen lugar dentro del grupo,
proporcionan los modelos de comportamiento social adecuado y las creencias en normas y
reglas que favorecen la convivencia.

A veces, el grupo de alumnos incluye claves de dominio y sometimiento que van más allá de
lo moralmente tolerable, y entonces el grupo puede convertirse en un modelo de referencia
negativo para el desarrollo social. Aparece la prepotencia, o el desequilibrio en el rol que un
chico establece con otro o que un grupo establece con un estudiante en particular: son
esquemas de malas relaciones que pueden adquirir diferentes grados de peligrosidad para el
desarrollo personal, social y la convivencia en la escuela.

Todos recordarnos la existencia de pactos y formas de maltrato entre los chicos en todos los
tiempos; en la experiencia personal de muchos de nosotros están aquellos sucesos en los
que un compañero abusaba, mediante burlas, insultos, ridiculizaciones o rumores, de otro
niño, que, por distintas razones, padecía estos abusos sin saber cómo salir de la situación.

El problema del maltrato entre compañeros en las instituciones educativas ha existido


siempre, pero actualmente la falta de contención de la familia y de la sociedad en general,
junto al desarrollo de una personalidad frágil, hacen que el rechazo del grupo de compañeros
origine reacciones impredecibles en los niños y jóvenes de este nuevo siglo.

El valor de ser aceptado.

A cualquier edad es necesario sentirse lo suficientemente bueno como para que los demás
quieran estar cerca, conversar y hacer cosas con nosotros. Pero, especialmente, en los años
de la primera adolescencia es muy importante tener amigos y ser aceptado por los otros.

En la adolescencia y la juventud la sociabilidad con los iguales adquiere un papel


fundamental. Pasados ya los años en que la familia era el centro de la vida del niño, los
amigos ocuparán la atención de la vida de relación. El éxito y el fracaso social parecen
centrarse en el éxito o el fracaso con los compañeros. Pero llegar a tener amigos, en contra
de lo que los adultos creemos, no es una tarea fácil para los chicos. Hace falta saber ofrecer y
saber recibir, saber conversar sobre cosas relevantes y atractivas y saber escuchar, respetar
los turnos de un diálogo espontáneo que puede tratar de múltiples temas, pero que exige
hablar de uno mismo y escuchar asuntos personales de otro. En general, es necesario saber
compartir, lo que, en muchas ocasiones, supone desprenderse de cosas propias o tener
puntos de vista distintos.

Los amigos deben aceptarse. Así, tener amigos exige acercar, en alguna medida, el
comportamiento, los hábitos y las rutinas personales a una línea invisible compuesta por las
alianzas que el grupo considera aceptables. Éstas, como hemos dicho, no son claramente
manifestadas, ni democráticamente decididas. Las convenciones sobre lo que es atractivo
para los otros y, por tanto, fuente de afinidad afectiva, son siempre variables y no dependen

16 Alejandro Castro Santander - 2010


del niño que quiere tener amigos. Él debe descubrir cuáles son esos valores y tratar de
adaptarse a ellos, lo que no siempre consigue.

Hasta hace poco, la psicología de las relaciones interpersonales había señalado dos tipos de
chicos: el socialmente aceptado, o popular, y el socialmente rechazado, o impopular; pero
ésta es una clasificación algo elemental, que dista mucho de la realidad. Entre los dos polos –
popularidad e impopularidad- existe una amplia gama de matices; gente diversa y corriente
que, ni son del todo populares, ni viven marginados. Entre el chico al que todos los demás
escuchan, con el que quieren estar y compartir actividades y el que nunca es escuchado ni
provoca el más mínimo deseo de compañía, existen una amplia gama de matices de
sociabilidad, que dan una riqueza extraordinaria al campo de la vida social. En esta zona
amplia se encuentran la mayoría de los alumnos, a los que la “asignatura” tener amigos y
sentirse aceptados les ocupa tanto o más tiempo que las Matemáticas o la Lengua.

El adolescente da mucha importancia a percibirse y ser visto como un individuo socialmente


integrado y quiere evitar, a toda costa, ser señalado como alguien aislado, así que acepta y
busca voluntariamente su pertenencia a un grupo. Ser ignorado, percibirse como un
individuo sin amigos o aislado puede llegar a ser más doloroso que cualquier otro problema
escolar.

Pero el grupo puede imponerle actividades y normas que no siempre le permiten discutir, o
que son claramente contrarias a sus propios criterios de conducta. Así, el conflicto entre la
necesidad de integración social y la discrepancia normativa, se convierte en un conflicto
personal que, cuando se inclina a favor del individuo, vuelve a provocar el aislamiento y la
soledad, con la consiguiente creencia en la incapacidad para hacer amigos; pero cuando se
inclina hacia el grupo, provoca dependencia, sumisión y a veces indefensión.

Afortunadamente los chicos aprenden desde muy pequeños esta ley de la reciprocidad
social. A partir de los primeros fracasos, cuando, en el preescolar, comprobaron que el hecho
de que ellos prefirieran el juguete de su amigo no le daba ninguna garantía de que lo
llegarían a obtener, se abría en sus vidas sociales un camino duro, pero clarificador, sobre lo
que se podía y no se podía esperar de los otros compañeros.

A veces, la vida intelectual avanza más rápidamente que la vida social, y muchos chicos, que
se saben con derecho a la reciprocidad, son incapaces de dominar las destrezas sociales que
les permitirían ejercitar dicho derecho. Otros, aun sabiendo que están forzando la ley que da
a los otros sus mismos derechos, prefieren gozar del beneficio del abuso de poder. Dominar
este principio de la reciprocidad no es sólo una cuestión de capacidad cognitiva, es, sobre
todo, una cuestión de habilidad social.

La violencia va a la escuela.

En muchas instituciones sociales habita la violencia, porque se producen formas de


convivencia que la permiten, la ignoran o la potencian. Además, toda institución formada por
personas, parece generar, como producto inevitable, un cierto abuso de poder.

17 Alejandro Castro Santander - 2010


Son ejemplos paradigmáticos los malos tratos en las prisiones, en los manicomios y en el
ejército. Pero también ha existido siempre, de forma más o menos oculta, el maltrato y el
abuso en instituciones como la educativa que, por su finalidad, deberían estar excluidos.

La escuela, como toda institución, genera procesos al margen de los discursos formales en
los que se basa su organización. Es lo que se conoce como “currículum oculto” , o sea el
conjunto de procesos que circulan por debajo del control educativo que los docentes realizan
de forma consciente y planificada. Gran parte de ese currículum silencioso está formado por
los sistemas de comunicación, las formas que adquieren el poder y los estilos de convivencia
que tienen lugar en la escuela. No es fácil, aunque se pretenda, ser consciente de lo que
sucede en todos los espacios de la convivencia escolar, pero uno de los sistemas que más se
escapa al control de los docentes es el que componen los alumnos entre sí.

Algunas dinámicas interpersonales que los alumnos desarrollan en su vida cotidiana de


relación son conocidas por los docentes, pero otros permanecen ocultos. Es lo que sucede
con las distintas formas de violencias indirectas.

Los alumnos se relacionan entre ellos bajo afectos, actitudes y emociones a los que nuestra
cultura educativa nunca ha estado muy atenta. Desgraciadamente, los sentimientos, las
emociones y, en gran medida, los valores, no siempre son materia de trabajo escolar.

Las conductas antisociales en la escuela: indisciplina y violencias.

Es necesario distinguir entre situaciones de violencia escolar y problemas del ámbito de la


disciplina. Los asuntos relativos a la indisciplina escolar tienen que ver con dificultades –de
parte de los alumnos y alumnas- para incorporarse al código de convivencia establecido por
la institución escolar, o por normas inapropiadas que dificultan su incorporación.

No debemos confundir la violencia con la indisciplina. Esta última es un comportamiento que


va contra las normas establecidas y, la agresión contra las personas, más allá de las pautas de
convivencia, daña física y psicológicamente al otro.

En un ambiente de normas claras, democráticamente elegidas y asumidas por todos, en el


que los docentes tienen claro su papel socializador y los alumnos tienen la oportunidad de
participar en la elaboración de normas, es de esperar que aparezcan menos problemas de
violencia interpersonal. Sin embargo, lo que con toda seguridad podemos afirmar, es que la
violencia tiene todas las posibilidades de aparecer en un clima donde las normas sean
arbitrarias, elaboradas al margen de la participación de los alumnos y las familias,
inconsistentes y poco claras.

Es evidente que siempre ha habido ciertos adultos que han abusado de algunos alumnos
pero, históricamente, parte de este abuso se ha enmascarado bajo la apariencia de formas
eficaces y necesarias de autoridad. También se han dado siempre situaciones en las que

18 Alejandro Castro Santander - 2010


algunos alumnos abusaban de otros, por su fuerza o por su habilidad para hacer las cosas,
actuar en los juegos, conseguir el favor de los adultos, etc., pero se ha considerado como
cosa de chicos. Esta naturalización favorece la invisibilidad de estos fenómenos de violencia y
de muchos otros que vivimos frecuentemente en la sociedad.

No saber a qué ajustarse provoca inseguridad y miedo, lo que es un campo propicio para el
comportamiento dependiente y sumiso y para la aparición de la prepotencia y el abuso. La
disciplina incoherente o autoritaria contribuye a crear confusión sobre lo que está bien y lo
que está mal y esto a su vez, es un factor determinante para que aparezca la violencia.

La sociedad ha sido muy tolerante hacia comportamientos y actitudes que los más fuertes
han desplegado hacia los que ocupan un lugar de sometimiento a ese poder. Estos
fenómenos siempre están relacionados con una disciplina autoritaria basada también en la
ley del más poderoso. El paso de una disciplina autoritaria a un estilo democrático y
participativo, puede crear conflictos puntuales como consecuencia de la aparente falta de
autoridad, pero, al final del proceso, si se ha sido consistente, lo normal es que aparezca un
nuevo modelo de convivencia que excluya la violencia.

Categorías para distinguir las formas del maltrato entre alumnos/as:

MALTRATO FÍSICO:
- Directo
 Amenazar con armas
 Pegar

- Indirecto
 Esconder cosas
 Romper cosas
 Robar cosas

MALTRATO VERBAL:
- Directo
 Insultar
 Burlas, poner apodos

- Indirecto
 Hablar mal de alguien (calumnias, murmuraciones)

EXCLUSIÓN SOCIAL:
 Ignorar a alguien
 No dejar participar a alguien en una actividad

MIXTO:

19 Alejandro Castro Santander - 2010


 Amenazar con el fin de intimidar
 Obligar a hacer cosas con amenazas (chantaje)
 Acosar sexualmente
 Ciber violencia

Todas estas formas de maltrato pueden ser esporádicas, pero cuando se producen
con cierta persistencia, cuando existe hostigamiento, podemos comenzar a hablar
de acoso escolar.

Las experiencias entre los alumnos, sean compañeros de clase o amigos del barrio,
constituyen un importante contexto de desarrollo para los niños y adolescentes. A través de
estas vivencias se adquieren, durante el largo período anterior a la edad adulta, un amplio
repertorio de habilidades y actitudes que influyen en la adaptación social de la persona a lo
largo de la vida. Los grupos de niños y adolescentes son un factor de socialización que
contribuye, junto con otros ámbitos tales como la familia, la escuela, a su bienestar y ajuste
social, emocional y cognitivo. Sin embargo, no siempre los iguales son un factor de influencia
positiva en el desarrollo de la persona, ni las relaciones entre ellos están libres de conflictos.

Por este motivo, es tan importante que docentes y padres reconozcan estos procesos de
convivencia que se producen entre los chicos. Hoy estamos absolutamente convencidos que
las relaciones que se establecen entre ellos, influyen no sólo en el desarrollo personal y
social, como ya vimos, sino también en el rendimiento escolar y la permanencia de muchos
chicos en la escuela. Preocuparnos y ocuparnos de estos nuevos fenómenos, contribuirá no
sólo a que la escuela alcance sus objetivos educativos, sino a una infancia y adolescencia más
feliz.

Ciber-Violentos
¿El padecimiento de algunos niños, empieza al entrar en la escuela y finaliza a la hora de
salida? La realidad nos está indicando que no. El amplio uso de la telefonía móvil y de la
Internet ha dado lugar a nuevas modalidades de violencia y acoso. Las víctimas hoy son
atacadas cara a cara dentro de la escuela y también fuera de ella, a través de las nuevas
tecnologías que hoy están a disposición de niños y adolescentes.

En todos los tiempos, el ser humano ha sabido sacar provecho de los adelantos científicos y
técnicos, y también, ha hecho mal uso. Por cada gran desarrollo que beneficia al hombre,
encontraremos un uso para la guerra, el crimen y el sufrimiento de la misma humanidad. Los
hombres violentos siempre se las han arreglado para potenciar los efectos destructivos
contra el otro, haciendo uso de las tecnologías a su alcance.

Sabemos que los adolescentes no sólo se sienten tremendamente atraídos por todo lo
relacionado con las nuevas tecnologías, sino que además las operan muy bien. Así es que los

20 Alejandro Castro Santander - 2010


jóvenes con una personalidad agresora también se valen de esos medios -además de los
“tradicionales”- para abusar de sus compañeros y también de sus docentes.

El maltrato y formas de violencia indirecta mediante SMS, redes sociales, correos


electrónicos anónimos o páginas web difamatorias o que alojan videos (ej. YouTube), son
cada vez más habituales y se han convertido en una de las armas preferidas a la hora de
buscar la forma de dañar a sus compañeros.

Básicamente, este tipo de violencia, consiste enviar burlas, insultos, mensajes intimidatorios,
o generar situaciones dentro del ámbito escolar, para luego registrarlas mediante fotos en la
cámara del celular o en video y poder exhibirlas como trofeo en Internet (happy slapping).

El efecto que causa en las víctimas este tipo de agresiones varía. En algunas es mínimo ya
que el ataque les resulta indiferente. En otras es traumático, bajan su rendimiento, inventan
excusas para faltar, buscan cambiar de escuela o abandonan los estudios. Lamentablemente
también conocemos casos en los cuales niños han caído en una depresión que los ha llevado
al suicidio o a tomar revancha contra aquellos compañeros que realizan el hostigamiento.

La capacidad de los colegios de controlar o parar estos hechos que tienen lugar fuera de su
perímetro es muy limitada. Los casos aumentan, los autores no imaginan el daño psicológico
que infligen a la víctima y los padres se desesperan porque no saben cómo hacer para que no
se difundan las fotos o frenar el video. Los niños expresan que preferirían tener un ojo
morado o un brazo roto a sufrir los rumores o las burlas en masa que circulan en Internet.

En varios estados europeos se comienza a prohibir a los alumnos tomar fotos o grabar videos
dentro de la escuela. Algunos han llegado a permitir a la dirección a expulsar al alumno que
utilice estas fotos y videos para abusar de un compañero. Esta es la sanción más severa,
mientras que hay otros países que proponen tareas educativas, suspensión de varios días,
etc. Lo cierto, es que la mayoría de los directivos encuentran muchas veces en los propios
padres, el principal obstáculo para limitar el uso de los celulares u otros dispositivos en la
escuela.

Los códigos de disciplina y convivencia, deben incluir estas nuevas formas de maltrato y
violencia. Pero para que las normas sean educativas, no basta publicarlas, deben ser
trabajadas mostrando el valor que protegen, ya que por lo general, los niños y adolescentes
no miden el daño que pueden provocar con estos actos, y es por esto que sólo limitar sin
explicar el motivo, estimula en alumnos trasgresores, el deseo de superar aquellas reglas que
parecen importar sólo “al adulto”.

21 Alejandro Castro Santander - 2010


04-08-2010

La Alfabetización Emocional.
A convivir sin violencia también se aprende (Cuarta parte)

EL CLIMA ESCOLAR Y CALIDAD EDUCATIVA

Muchos de los problemas educativos existentes hoy se refieren a cuestiones no


estrictamente relacionadas con la instrucción, sino a aspectos y factores contextuales,
organizativos y de relaciones personales, que inciden en los resultados educativos finales.

A convivir se aprende, y como las conductas surgen de ese lento aprendizaje en la primera
escuela que es la familia, a través de los omnipresentes medios de comunicación y en la
interacción con los demás en los distintos ámbitos de encuentro… o “desencuentro”. Así, el
niño, los adultos, sean docentes o padres, entran a la escuela con sus distintas formas de
relacionarse, y en esa interacción, surge un clima social que puede favorecer o impedir que
se cumplan los objetivos educativos pretendidos. También sabemos que aquellas escuelas
que buscan no dejar al azar las distintas prácticas, que se organizan y que establecen
claramente normas participadas a todos los integrantes de la comunidad educativa, son
escuelas que logran minimizar aquellos conflictos que podrían escalar a violencia.

Hoy hablaremos del clima escolar y cómo se convierte en un indicador de calidad educativa.
También examinaremos qué sucede con los docentes frente a este nuevo clima social escolar
en el que debe realizar su diaria tarea y, así como analizamos la interrelación entre los
alumnos, veremos ahora algunos aspectos significativos de la convivencia de los docentes.

La importancia de los factores socio-ambientales e interpersonales en la


escuela.

Desde hace algunas décadas se viene desarrollando en distintas partes del mundo un intento
sistemático por identificar y caracterizar el funcionamiento de aquellas instituciones
escolares que alcanzaban mayores logros de aprendizaje. Desde entonces sabemos, entre
otras cosas que:

 Las instituciones escolares que se organizan y funcionan adecuadamente logran efectos


significativos en el aprendizaje de sus alumnos.

 Existen escuelas eficaces donde los alumnos socialmente desfavorecidos logran niveles
instructivos iguales o superiores a los de las instituciones que atienden a la clase media.

22 Alejandro Castro Santander - 2010


No siempre es la pobreza el factor crítico que impide los progresos escolares.

 Los factores que caracterizan a estas escuelas eficaces podrían integrarse en los
conceptos de clima escolar y tiempo real de aprendizaje, siendo su factor principal, la
frecuencia y calidad de la convivencia.

 Una vez cubiertas una dotación mínima de recursos, ya no son los recursos disponibles,
sino las formas de relacionarse en la escuela, lo que realmente diferencia a unas de otras
en los efectos obtenidos en el aprendizaje (Redondo, 1997).

Sabemos que el aprendizaje se “construye” en el marco de las relaciones interpersonales que


se establecen en la escuela. Por lo tanto, no depende únicamente de las características
intrapersonales del alumno o del docente o del contenido a enseñar, sino que está influido
por el tipo de acuerdos que establecen el docente y los alumnos; por el modo en que se
comunican; cómo se implementan los contenidos con referencia a la realidad de la clase;
cómo se tratan (lógica o psicológicamente) los métodos de enseñanza, etc.

Vemos entonces como el estudio del ambiente o clima social escolar es uno de los
principales enfoques a nivel internacional para estudiar la convivencia en la escuela y su
relación con los resultados de la misma.

Si buscamos una definición lo suficientemente general, podemos decir que el clima social
escolar es «el conjunto de características psicosociales de una escuela, determinadas por
aquellos factores o elementos estructurales, personales y funcionales de la institución que,
integrados, confieren un estilo propio a dicha escuela, condicionante a la vez de los distintos
procesos educativos»
Son muchos los estudios realizados en diferentes contextos y con distintos instrumentos, que
hablan de una relación directa entre un clima escolar positivo y variables como: rendimiento,
adquisición de habilidades cognitivas, aprendizaje efectivo y desarrollo de actitudes positivas
hacia el estudio. Por otra parte, varios autores señalan una relación muy importante entre la
percepción del clima social escolar y el desarrollo emocional y social de alumnos y docentes.

Relacionado con lo anterior, la percepción de la calidad de vida escolar se relaciona también


con la capacidad de retención de las escuelas. Esta calidad de vida escolar estaría asociada a:
la sensación de bienestar general, la sensación de confianza en las propias habilidades para
realizar el trabajo escolar, la creencia en el valor de lo que lo aprende en la escuela, la
identificación con la escuela, las relaciones con los compañeros y las relaciones que se
establecen con los docentes.

Clima psicológico en el aula y el papel del docente

23 Alejandro Castro Santander - 2010


El docente puede crear en al aula de clases un clima psicológico que favorezca o perjudique
el aprendizaje. Levin y sus colaboradores (1954), realizaron estudios experimentales para
aprendizaje en niños de once años. Estudiaron tres casos de liderazgo en diferentes
ocasiones. Las investigaciones caracterizaron como sigue la actuación de cada uno de los
líderes:

Líder autoritario.- Todo lo que debe ser hecho es determinado por el líder. Los grupos de
trabajo son también formados por el líder, que determina lo que cada uno debe hacer. El
líder no dice a sus dirigidos cuáles son los criterios de evaluación y las notas no admiten
discusión. Lo que dice él dice es ley. El líder no participa activamente de las actividades de la
clase; simplemente distribuye las tareas y da órdenes.

Líder democrático.- Todo lo que es hecho es objeto de discusión del grupo; cuando hay
necesidad de un consejo técnico el líder sugiere varios procedimientos alternativos a fin de
que los miembros del grupo escojan. Todos son libres para trabajar con los compañeros que
quieren, cayendo a todos la responsabilidad por la conducción de las actividades. El líder
debe discutir con el grupo los criterios de evaluación y participar en las actividades del
grupo.

Líder permisivo.- El líder desempeña un papel bastante pasivo, da libertad completa al grupo
y a los individuos, a fin de que éstos determinen sus propias actividades. El líder se coloca a
disposición para ayudar en caso de ser solicitado. El líder no se preocupa de evaluar la
actividad del grupo, permaneciendo ajeno a lo que está sucediendo.

¿Cuáles son los resultados?

En el liderazgo autoritario, los niños manifiestan dos comportamientos típicos: apatía y


agresividad. Cuando el líder salía del salón los niños dejaban las tareas propuestas y pasaban
a tener comportamiento agresivo y destructivos, manifestando mucha insatisfacción por la
situación.

En el liderazgo democrático, los niños se muestran más responsables y espontáneos en el


desarrollo de sus tareas. Con la salida del líder el trabajo continúa casi en el mismo nivel en
el que estaba antes. Con este liderazgo fueron menos frecuentes los comportamientos
agresivos.

En el liderazgo permisivo, se observó que los niños no llegaban a organizarse como grupo y
dedicaban más tiempo a las tareas propuestas en ausencia del líder. En ausencia del líder
surgían otros líderes, que asumían y conducían las actividades de los aquellos niños
interesados en trabajar.

Más recientemente a partir de las investigaciones de Ausubel y Novak (1991), se continúa

24 Alejandro Castro Santander - 2010


insistiendo que las variables sociales deben ser consideradas dentro del ámbito escolar,
porque “influyen inevitablemente en el aprendizaje de las materias de estudio, los valores y
las actitudes”.

Clima psicológico docente – alumno

Investigaciones realizadas en la escuela, demuestran que a los docentes que les gusta lo que
hacen, son más generosos en las evaluaciones, se muestran más tolerantes y amigos, oyen a
los alumnos y estimulan la participación; y logran mejores resultados que los docentes
competentes en su materia pero más fríos y distantes con relación a la clase. Cuanto más
pequeños sean los alumnos, más importante será la relación afectiva. Una sonrisa, un abrazo,
una palabra amiga, frecuentemente tienen efectos más positivos sobre el aprendizaje que
muchos consejos y órdenes.

En síntesis: es importante que el docente y el futuro educador, piense sobre su gran


responsabilidad. A pesar de todas las dificultades que tenga al frente, cabe al docente tener
una actitud positiva, de confianza en la capacidad de los alumnos, de estímulo a la
participación de todos los alumnos.

El clima escolar y las normas de convivencia

Las normas son exigencias de convivencia, que se eligen a partir de los valores que deseamos
proteger entre toda la comunidad. Son consignas verbales, escritas o gráficas que orientan el
comportamiento de niños y adultos. Sirven para crear un clima familiar estable y seguro, sin
incertidumbre, porque indican qué es lo que tenemos que hacer, cómo y qué consecuencias
acarrea el hacerlo o no.

Los límites hacen que un niño se sienta protegido. Sin ellos, se vuelven ansiosos e inseguros.
Estamos así haciendo que el niño adquiera hábitos y le inculcamos criterios de
responsabilidad y decisión.

Cuando alguien no cumple con alguna de esas normas decimos que ha desobedecido, que ha
cometido una indisciplina que afecta el clima escolar.

Para mejorar la eficacia educativa de las medidas disciplinarias conviene tener en cuenta que:

1.- Uno de los objetivos de la disciplina es enseñar a respetar ciertos límites. Los estudios
realizados sobre este tema reflejan que el respeto de dichos límites mejora cuando las normas
son claras y coherentes, han sido elaboradas por todos los miembros de la comunidad escolar,
incluidos los alumnos, y éstas se aplican a todos según principios previamente aceptados.

25 Alejandro Castro Santander - 2010


2.- La sanción debe contribuir a diferenciar entre agresores y víctimas. Los estudios realizados
en contextos muy diversos reflejan que la impunidad ante la violencia hace que ésta genere más
violencia debido a que los agresores (y las personas que se identifican con ellos) la interpretan
como un apoyo implícito, transmitiendo que, aunque en teoría se condena la violencia, en la
práctica se aprueba. Así, la impunidad contribuye a reforzar dos graves distorsiones que
potencian la violencia, que llevan, en su forma más extrema, a asociar la conducta del violento
con la del héroe, y, con mucha frecuencia, a culpabilizar de dicha violencia a la víctima. En este
sentido, una de las funciones de la sanción es establecer con claridad quién es culpable y quién
no lo es; enseñando a asumir responsabilidades a quién las tiene y a no sentirse culpable a
quién no lo es.

3.- La disciplina debe favorecer cambios cognitivos, emocionales y conductuales. Los


procedimientos de disciplina deberían contribuir a que el violento se ponga en el lugar de la
víctima, entienda lo destructiva que es la violencia, se arrepienta de haberla utilizado, intente
reparar el daño originado y desarrolle alternativas constructivas para no volver a recurrir a ella
en el futuro en situaciones similares.

4.- El respeto a los límites mejora cuando se aprenden habilidades no violentas de resolución
de conflictos. Ayudarles a descubrir y enseñarles procedimientos sistemáticos para resolver de
forma más inteligente y justa sus tensiones y conflictos es un procedimiento muy eficaz para
prevenir la violencia. Los estudios realizados sobre este tema reflejan que dichos jóvenes
suelen tener alterado todo el proceso a partir del cual se analizan y resuelven en la vida
cotidiana los problemas interpersonales.

5. –Conviene incluir la disciplina en un contexto de democracia participativa. Los estudios


realizados sobre las condiciones que influyen en el respeto a las normas reflejan que cuando se
exige a niños y jóvenes que se limiten a obedecer las reglas que otros han creado, suelen
sentirse pocos comprometidos con su cumplimiento. Al contrario de lo que sucede cuando
participan realmente en la organización de la vida en común, y de las acciones que serán preciso
llevar a cabo cuando se transgredan las normas.

En síntesis: un grupo no puede funcionar bien, no puede trabajar eficazmente en conjunto, a


menos que adopte normas compartidas. Las normas tienen influencia importante en el clima
del aprendizaje en el aula.

Si la mayoría de los alumnos de un grupo comparten las mismas normas la presión de éstas
inducirá a los demás del mismo grupo a participar. Pero si no existen normas compartidas, la
clase no funcionará como grupo, y seguirá siendo un conjunto de individuos.

Clima escolar y desgaste profesional del docente

¿Qué sucede con aquellos docentes, dedicados responsablemente a su tarea educadora,


cuando vivencian que el clima escolar se va deteriorando?

26 Alejandro Castro Santander - 2010


Docentes que observan que sus alumnos son difícilmente motivados, muchos de ellos
disruptivos, con dificultades para acatar órdenes; padres que no acompañan la tarea
educativa de la escuela y que muchas veces sólo están preocupados porque el niño apruebe
pero no necesariamente que aprenda, muestran un panorama frustrante para muchos
docentes.

Esta percepción de que sus alumnos no aprenden, que es difícil enseñar, que el clima escolar
es adverso, provoca un estado de estrés que los especialistas llaman en general “síndrome
de Burnout” o de desgaste profesional.

Burnout fue utilizado por primera vez por el psicólogo clínico Herbert Freudenberger para
definir el desgaste extremo de un empleado. Luego, lo adoptaron los sindicatos y abogados
como elemento de ayuda para mencionar los problemas físicos generados por un grado de
agotamiento excesivo. En la actualidad es una de las causas más importante de incapacidad
laboral.

En el ámbito educativo lo hemos llamado también “síndrome del docente quemado”. Se


trata de una manifestación concreta de estrés laboral, propia de quienes realizan su trabajo
en contacto con otras personas que, por sus características, son sujetos que precisan de
ayuda o asistencia, manifestando defraudadas sus expectativas, debido a la imposibilidad de
modificar su situación laboral y de poner en práctica sus ideas con respecto a cómo debe ser
realizado el trabajo.

En estos casos, se produce una cierta frustración derivada de la forma y condiciones en que
se realiza el trabajo, por lo que es la propia actividad laboral la que desencadena la aparición
de la afección psíquica.

El síndrome de Burnout es el resultado del distrés emocional incrementado en la interacción


con otras personas. Se diferencia del estrés en que generalmente lleva incorporado
sentimientos de fracaso. Sus principales indicadores son: cansancio emocional,
despersonalización, falta de realización personal.

Su cuadro evolutivo tiene cuatro niveles de patologías:

1er nivel - Falta de ganas de ir a trabajar. Dolor de espaldas y cuello. Ante la pregunta ¿qué te
pasa?, la respuesta es "no sé, no me siento bien"

2do nivel -Empieza a molestar la relación con otros. Comienza una sensación de persecución
("todos están en contra mío"), se incrementa el ausentismo y la rotación

3er nivel -Disminución notable en la capacidad laboral. Pueden comenzar a aparecer


enfermedades psicosomáticas (alergias, soriasis, picos de hipertensión, etc). En esta etapa se
comienza la automedicación, que al principio tiene efecto placebo pero luego requiere de
mayor dosis. En este nivel se ha verificado el comienzo de la ingesta alcohólica.

27 Alejandro Castro Santander - 2010


4to nivel - Esta etapa se caracteriza por el alcoholismo, drogadicción, intentos de suicidio (en
cualquiera de sus formas), suelen aparecer enfermedades graves tales como cáncer,
accidentes cardiovasculares, etc. Durante esta etapa, en los períodos previos, se tiende a
abandonar el trabajo (hacerse echar).

Insistimos en la importancia de que toda la comunidad educativa esté atenta al clima de


convivencia que se genera en cada una de las escuelas. Hemos analizado como éste es un
factor fundamental en la vida de las escuelas, ya que afecta a alumnos, docentes y directivos.
A pesar que algunos piensen que están más resguardados que otros, los efectos benéficos o
adversos del clima escolar se hacen sentir en todos los miembros de la institución educativa.

El respeto mutuo y la asunción de determinadas pautas de actuación por parte de los


docentes y de los alumnos, ayudan a conseguir un mejor clima de relación. Comunicación,
colaboración, tolerancia, solidaridad y responsabilidad serán algunos de los objetivos
educativos de cada comunidad educativa. Podremos entonces, construir un clima de
relaciones interpersonales que, no sólo prevenga la aparición de agresiones, sino que
favorezca activamente formas de vivir en común que permitan el crecimiento de todos.

28 Alejandro Castro Santander - 2010


11-08-2010

La Alfabetización Emocional.
A convivir sin violencia también se aprende (Quinta parte)

EDUCANDO LAS EMOCIONES

Los educadores observan a diario que sus alumnos, además de diferenciarse por su nivel
académico, también lo hacen por sus competencias emocionales. No hace mucho más de
dos décadas que la ciencia insiste ya con pruebas contundentes en que las habilidades
emocionales (personales y sociales) influyen de forma decisiva en la adaptación psicológica
del alumno en clase, en sus logros académicos y en su futuro laboral.

La adaptación emocional de un niño a largo plazo, así como su desarrollo académico y


cognitivo y su sentido de ciudadanía deben ser estimulados en diversas oportunidades para
fortalecer la competencia social durante la niñez. Enseñar a convivir en un mundo complejo,
en el que se entremezclan y superponen los valores más diversos y en el que no todo es
ejemplar, es una de las funciones básicas que las sociedades desarrolladas reconocen a sus
sistemas educativos.

Hoy poseemos suficiente información como para fundamentar la importancia de que los
niños y niñas, a la edad de 6 años, hayan adquirido a través de una adecuada alfabetización
de las emociones, la habilidad de socializarse por lo menos en un grado mínimo, ya que de lo
contrario, existiría una alta probabilidad de riesgos en diversos ámbitos de su vida adulta.

Si existe una habilidad para comprender las emociones propias y ajenas, y una capacidad
para regularlas y expresarlas, es decir, si existe lo que se llama inteligencia emocional, esa
habilidad puede ser mejorada mediante la educación. Por tanto, si es posible educar las
emociones, es también posible mejorar las relaciones humanas reconociendo nuestras
emociones, controlándolas, y aprendiendo a reconocer y a comprender las emociones de los
otros.

El “aprender a vivir con los demás” en la escuela

Las investigaciones realizadas a este respecto indican que las habilidades sociales no mejoran
por la simple observación ni por la instrucción informal; se necesita una instrucción directa.
Hoy se tiene claro que determinadas habilidades, por ejemplo algunas relacionadas con la
solución de problemas cognitivo-sociales, no se adquieren si no se llevan a cabo actividades

29 Alejandro Castro Santander - 2010


educativas de forma intencional. Además, los niños que tienen déficit o problemas en su
habilidad social no adquieren la competencia social por la mera exposición al
comportamiento de sus compañeros socialmente hábiles, y para que esto se produzca, se
necesita una intervención directa, deliberada y sistemática. Esto es así, porque los niños
inhábiles socialmente, no desarrollan la competencia social por la mera exposición al
comportamiento de sus compañeros socialmente más hábiles.

A continuación sintetizamos nuestra posición acerca de la conveniencia de contemplar


dentro del currículum, la enseñanza y promoción de las habilidades sociales.

1. La enseñanza de las habilidades sociales es competencia y responsabilidad clara de la


institución escolar junto a la familia y en coordinación con ella. El aula, la escuela, es
el contexto social en el que los niños y adolescentes pasan gran parte de su tiempo
relacionándose entre sí y con los adultos; la escuela constituye entonces, uno de los
entornos más relevantes para el desarrollo social y por tanto para potenciar y enseñar
habilidades sociales a los alumnos.

2. Es preciso que el Gobierno Escolar afronte explícitamente el tema de la competencia


interpersonal. Tiene que enfatizar la importancia de este tema por medio de distintas
estrategias entre las que podemos señalar como ejemplo, la inclusión sistemática del
tema en la formación inicial de los docentes de todos los niveles educativos, la
elaboración de orientaciones y materiales para la formación permanente de los
docentes y los equipos psicopedagógicos y la promoción de la investigación.

3. Es conveniente la formación de los docentes y de todos los profesionales de la


educación en el campo de las habilidades de interacción social tanto en el aspecto
estrictamente profesional (aumento de las habilidades sociales que optimizan la tarea
educativa en el aula con los alumnos y con el resto de personas que forman la
comunidad educativa) como en el personal (para aumentar la propia competencia
social).

4. Es necesario que en la escuela, las habilidades sociales se enseñen directa y


sistemáticamente. Hay que buscar un lugar dentro del currículum escolar, ya que
deben formar parte del currículum formal y es preciso hacer explícitas las intenciones
educativas a este respecto. Todo esto implica asumirlo y contemplarlo explícitamente
y desarrollar acciones concretas respecto a:

a- Proyecto Educativo Institucional (PEI), donde se debe reflejar el tipo de persona


que queremos formar, y por tanto debe quedar constancia de la dimensión
interpersonal de la educación de nuestros alumnos y alumnas.

b- Proyecto Curricular (PCI) donde el área interpersonal debe estar presente en las
decisiones que se tomen respecto al qué, cómo y cuándo enseñar y evaluar.

30 Alejandro Castro Santander - 2010


c- Organización escolar, delimitando y señalando un tiempo en el horario,
planificando recursos y estableciendo espacios.

d- Programación, lo que implica establecer expectativas de logro y contenidos,


planificar las actividades a realizar, delimitar estrategias de evaluación y diseñar
actividades y materiales para los alumnos que potencien y favorezcan la promoción
de la adecuada conducta.

e- El trabajo con las familias, ya que es conveniente establecer sistemas de


información, coordinación y trabajo compartido colegio-familia respecto a la
conducta interpersonal.

Todo esto nos lleva a poner de manifiesto la necesidad de incluir programas de enseñanza de
las habilidades sociales dentro del currículum educativo habitual en todos los niveles, con un
doble objetivo: por una parte, de promoción de la adecuada competencia social y de
prevención de posibles desajustes en los alumnos “sin” dificultades, y por otra parte, de
intervención con el alumnado de riesgo y con los que presentan problemas de
incompetencia social.

Beneficios de los Programas de Alfabetización Emocional:

 AUTOCONTROL EMOCIONAL
- Mejora en el reconocimiento y la designación de las propias emociones.
- Mayor capacidad para entender las causas de los sentimientos.
- Reconocimiento de la diferencia entre sentimientos y acciones.

 MANEJO DE LAS EMOCIONES


- Mayor tolerancia ante las frustraciones, y control del enojo.
- Menor cantidad de bromas, peleas e interrupciones de la clase.
- Mayor capacidad para expresar adecuadamente el enojo, sin pelear.
- Menos suspensiones y expulsiones.
- Menos comportamiento agresivo o autodestructivo.
- Más sentimientos positivos sobre ellos mismos, la escuela y la familia.
- Mejor manejo del estrés.
- Menor soledad y ansiedad social.

 APROVECHAMIENTO PRODUCTIVO DE LAS EMOCIONES

31 Alejandro Castro Santander - 2010


- Más responsabilidad.
- Mayor capacidad de concentrarse en la tarea y prestar atención.
- Menos impulsividad, mayor autocontrol.
- Mejores calificaciones en las pruebas de rendimiento escolar.

 EMPATÍA: INTERPRETACIÓN DE LAS EMOCIONES


- Mayor capacidad para comprender el punto de vista de otra persona.
- Mejora de la empatía y de la sensibilidad para percibir los sentimientos de los otros.
- Mejora de la capacidad de escuchar.

 MANEJO DE LAS RELACIONES PERSONALES.


- Aumento de la habilidad para analizar y comprender las relaciones.
- Mejora en la solución de problemas planteados en las relaciones.
- Mayor habilidad y actitud positiva en la comunicación.
- Más popularidad y sociabilidad: actitud amistosa e interesada con sus iguales.
- Mayor preocupación y consideración.
- Mayor solicitud por parte de sus iguales.
- Más actitud “pro-social” y armoniosa en grupo.
- Mayor cooperación, ayuda y actitud de compartir.
- Actitud más democrática en el trato con los otros.

La formación inicial y continua de los docentes

Si existe algo que puede derrumbar todos los esfuerzos por enseñar a nuestros alumnos
habilidades sociales y que estas den por resultado un niño o adolescente competente
socialmente, es la falta de formación de los mismos docentes para iniciar este proceso
educativo. Por esto, los docentes necesitan formación conceptual, procedimental y
actitudinal para el desempeño de distintas funciones:

- Crear un clima escolar positivo

 Promoviendo la participación, la comunicación interpersonal, la asunción de


responsabilidades y el aprendizaje cooperativo. A través de técnicas y estrategias
diferentes: debates, asambleas, teatro, juegos cooperativos, trabajo por proyectos,
talleres, rincones, círculos de calidad, fiestas, campeonatos deportivos, etc.

32 Alejandro Castro Santander - 2010


 Organizando el ambiente de aprendizaje de forma coherente con los objetivos
propuestos anteriormente: distintas formas de distribuir el tiempo, de organizar el
espacio, de agrupar a los alumnos, de elegir y utilizar materiales, etc.

 Orientando a los niños hacia la autogestión y hacia la autodisciplina: elaboración de


contratos de trabajo, distribución compartida de responsabilidades, establecimientos
de normas y principios de convivencia, etc.

 Manteniendo determinadas actitudes en el trato con los niños y con los padres de las
víctimas, de los niños que intimidan y de los que permanecen como espectadores.

- Incorporar nuevas estrategias de aproximación curricular:

 Incorporación al Proyecto Curricular de la Competencia Social


 Desarrollo de un programa de educación en valores y actitudes prosociales.
 Desarrollo de destrezas emocionales y sociales básicas:
- habilidades de comunicación
- entrenamiento asertivo
- desarrollo de la empatía
- desarrollo de la autoestima
 Desarrollo de estrategias de autocontrol:
- programas de autocontrol de la agresión y/o la ira
- programas de control del estrés
 Desarrollo de estrategias de resolución de conflictos.

SI NOS IMPORTA PREVENIR LA VIOLENCIA...

Las medidas preventivas pueden reducir los factores de riesgo, aumentar los factores de
protección y tratar los factores determinantes de la violencia. Es por esto que muchos
continuamos creyendo que la educación es el camino más propicio para prevenir y
desaprender las violencias porque, por inverosímil que hoy parezca para la sociedad, ante el
enorme menoscabo que ha sufrido la escuela en las últimas décadas, todavía hay en ellas
miles de docentes inquietos buscando a través de la formación de los niños un mejor futuro
para nuestros pueblos.

Enseñar a la mente y al corazón es el nuevo desafío de la familia, de la escuela y de los


medios de comunicación, apoyados por las políticas públicas. Porque mientras nuestros
niños y jóvenes sean víctimas de la violencia, los adultos seremos responsables de la
dimensión que alcance esta contagiosa enfermedad, la más peligrosa del nuevo siglo.

33 Alejandro Castro Santander - 2010


CIFRAS DE LA VIOLENCIA ENTRE ALUMNOS

Según una encuesta realizada por el Observatorio de la Convivencia Escolar de la UCA, 1 de


cada 4 alumnos entre 10 y 18 años manifestó tenerle miedo a alguno de sus compañeros

Buenos Aires, agosto de 2008. Según una encuesta nacional llevada a cabo por el
Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina (Cátedra
UNESCO, Juventud y Sociedad), de más de 6 mil alumnos entre 10 y 18 años, casi 1 de cada 4
manifestó tenerle “miedo” a alguno de sus compañeros y 1 de cada 3 entre 12 y 15 años.

Las conclusiones del estudio realizado por el Observatorio de la Convivencia Escolar de la


UCA indican que:

 Frente a la violencia indirecta el 46% dice sufrirla a veces y el 11% mucho.

 En las edades más tempranas interviene más lo físico directo y lo verbal, mientras
que en el secundario se transforma en indirecto -murmuraciones, amenazas, robos- y
lo social -rechazo y aislamiento-, algo muy preocupante ya que la aceptación en el
grupo es crucial.

 El 32% dice sufrir a veces agresiones físicas y el 62% agresiones verbales. Aunque
también hacen autocrítica: el 62% confió haber maltratado a sus compañeros a veces
y el 6% continuamente.

 Los maestros y padres son los últimos en enterarse del problema. Ante reiterados
hechos de violencia, el 57% de los niños se calla y del resto, el 70%, se lo comunica a
sus amigos, después a los padres y finalmente al docente. Esto hace que se
incremente su invisibilidad y sea tan difícil de prevenir.

 El 97% de los docentes manifestó que actualmente existen situaciones de violencia en


las escuelas.

 El 37% reconoce sentirse desmotivado con respecto a su tarea docente.

 El 78% cree que las dificultades en el desempeño del trabajo afectan su salud.

Celulares e Internet: nuevas modalidades de violencia y acoso

¿El padecimiento de algunos chicos, empieza al entrar en la escuela y finaliza a la hora de


salida? La realidad nos está indicando que no. Las víctimas hoy son atacadas cara a cara
dentro de la escuela y también fuera de ella, a través de las nuevas tecnologías que hoy
están a disposición de los chicos.

34 Alejandro Castro Santander - 2010


Los adolescentes no sólo se sienten tremendamente atraídos por todo lo relacionado con las
nuevas tecnologías, sino que además las manejan muy bien. Así es que los jóvenes con una
personalidad agresora también se valen de esos medios -además de los “tradicionales”- para
abusar de sus compañeros y también de sus docentes.

El maltrato y formas de violencia indirecta mediante SMS, correos electrónicos anónimos,


redes sociales (Facebook, Twitter), páginas web difamatorias o que alojan videos (YouTube),
son cada vez más habituales y se han convertido en una de las armas preferidas por los
abusadores o acosadores, a la hora de burlarse, atemorizar o, en definitiva, buscar la forma
de dañar a sus compañeros. Básicamente, este tipo de violencia -que puede acarrear graves
consecuencias en la formación de la identidad y personalidad de los agredidos- consiste en
esperar o generar situaciones dentro del ámbito escolar, para registrarlas mediante fotos en
la cámara del celular o en video y poder exhibirlas después como trofeo. “El efecto en las
víctimas varía. En algunas es mínimo, el ataque les resulta indiferente. En otras es
traumático, dejan de ir al colegio, y si los ataques aumentan intentan cambiar de escuela,
sufren depresiones y lamentablemente también conocemos casos de suicidio”, sostiene
Castro Santander.

Por otro lado, se calcula que un 50 por ciento de los padres sabe que sus hijos tienen acceso
a Internet, pero sólo el 20 por ciento ha establecido normas para asegurarse de que los
menores hagan un buen uso de este recurso, mientras que un 40 por ciento reconoce que no
establece ninguna regla. Es la televisión la que aparece como el medio que más preocupa a
los padres, quienes aseguran imponer normas a sus hijos sobre el tiempo y la programación.
Por lo general, los padres suelen coincidir en las normas por las cuales prohíben visitar
ciertas páginas de Internet o limitan navegar demasiadas horas por la red, pero hoy queda
claro que del mismo modo deberían enseñar a sus hijos los riesgos que puede implicar el uso
de Internet (enviar datos personales, concurrir a citas, etc.)

En definitiva la labor de proteger a nuestros niños y adolescentes en su desarrollo implica


limitar pero también permitir el acceso autónomo a fuentes informativas. Habrá siempre un
margen de incertidumbre dado por la subjetividad de cada chico en su exploración del
mundo. Acompañar críticamente, pero sin pretender controlarlo todo, probablemente sea la
alternativa más inteligente a la hora de tratar estos temas tan desafiantes. Es importante que
los niños y adolescentes perciban que lo que les estamos ofreciendo es cuidado y no
vigilancia, prevención y no represión, preocupación y no control.

35 Alejandro Castro Santander - 2010


18-08-2010

La Alfabetización Emocional.
A convivir sin violencia también se aprende (Sexta parte)

DIEZ ORIENTACIONES PARA PONER FIN A LA VIOLENCIA EN LA


ESCUELA
(Adaptado de “Poner fin a la violencia en la escuela”, UNESCO 2010)

1. Abogar por un enfoque integral que involucre a los estudiantes, el personal


de la escuela, los padres de familia y la comunidad

Hable con el director de la escuela, el consejero de orientación, los colegas, los estudiantes,
los padres de familia y los dirigentes comunitarios para llegar a un entendimiento común
acerca del problema de la violencia en su escuela. Los docentes por sí solos no pueden
impedir la violencia en la escuela. La comunidad escolar en su conjunto debe reunirse para
elaborar de común acuerdo un mensaje firme y claro, según el cual la violencia, el
hostigamiento sexual, el acoso y la intolerancia son inaceptables en el medio escolar.

Cuando todo el mundo sea consciente de las diferentes maneras en que se produce la
violencia, las personas a las que afecta y sus consecuencias, será mucho más fácil encontrar
soluciones.

Ayude a su escuela a preparar un plan de acción en colaboración con las personas


mencionadas más arriba, así como con los profesionales de la atención de salud, las
autoridades judiciales y policiales, las empresas y otros grupos comunitarios clave. Los planes
de prevención de la violencia elaborados en estrecha consulta y cooperación con otros
actores, tienen más probabilidades de obtener buenos resultados que los que son
preparados por un grupo de profesionales que actúa solo.

Examine la forma en que su escuela puede reducir los factores de riesgo, por ejemplo,
procurando que el entorno físico esté bien iluminado o transmitiendo a los estudiantes
aptitudes para resolver los conflictos de modo no violento. Para lograr que la escuela sea
segura, es fundamental limitar las ocasiones en que se propicia la violencia y dotar a los
estudiantes de los medios para prevenirla.

Actividad en el aula: Pida a los estudiantes que hablen sobre la violencia escolar con sus
compañeros, su profesor y el consejero de orientación.

36 Alejandro Castro Santander - 2010


¿Cuáles son las personas afectadas y cómo resultan afectadas? ¿A qué personas de la escuela
y la comunidad podrían dirigirse para obtener ayuda? Haga una lista de las personas y los
organismos que podrían ayudarles a prevenir la violencia escolar y examinar las maneras de
ponerse en contacto con ellos.

2. Lograr que sus estudiantes se involucren con usted en la prevención de la


violencia
Integre la educación relativa a los derechos humanos y la paz en el plan de estudios escolar.
Instruya a los estudiantes sobre sus derechos humanos, así como acerca de los derechos de
sus pares, profesores, familiares y miembros de la comunidad. Les puede informar sobre los
derechos humanos y los derechos del niño utilizando historias, debates, actividades
teatrales, juegos y asuntos de actualidad. Todos esos medios permiten que los estudiantes
analicen y apliquen sus conocimientos sobre los derechos humanos a la realidad de su propia
escuela y contexto comunitario.

Recurra a versiones fáciles de utilizar para los estudiantes de la Declaración Universal de


Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño disponibles en formato
impreso y electrónico. En ambos documentos se enuncia el derecho de toda persona a la
educación y el derecho a crecer y aprender en un entorno seguro. Analice esos documentos
con sus estudiantes y trate de definir maneras de entender, proteger y respetar los derechos
humanos de todos en el aula.

Involucre a los estudiantes en el establecimiento de reglas y responsabilidades en el aula.


Pida a la clase que redacte un código de conducta con usted. ¿Qué medidas son correctas,
qué medidas perjudicarían a otros o perturbarían la clase y qué medidas son fundamentales
para que usted pueda enseñar y sus estudiantes puedan aprender en un entorno pacífico? Al
redactar juntos un código de conducta, se aclaran los derechos y deberes de todos y se
alienta la participación de los estudiantes.

Actividad en el aula: Pida a los estudiantes que analicen con usted y con sus compañeros lo
que es violento y lo que no lo es. ¿Qué derechos concretos se ignoran en los actos de
violencia? Proponga maneras de concientizar a los estudiantes sobre los derechos humanos
en la escuela y de lograr que se respeten y valoren las diferencias, por ejemplo, mediante
debates, viajes de estudio, juegos, actividades teatrales y relatos.

3. Utilizar técnicas y métodos de disciplina constructivos


Aplique reglas del aula que sean positivas, instructivas y breves:
Cuando se elaboren las reglas del aula, en la lista no deberían incluirse más de cinco o seis
reglas. La lista debe ser sencilla y concisa. Las reglas deben definirse de modo positivo y no
negativo para indicar claramente a los estudiantes el comportamiento que deben observar,
en lugar del comportamiento que han de evitar. Asegúrese de que esas reglas no sean
incompatibles con las normas de toda la escuela.

37 Alejandro Castro Santander - 2010


Motive positivamente a los estudiantes:
Estimule los comportamientos positivos mediante el contacto visual, el asentimiento con la
cabeza o una sonrisa. También se pueden conceder puntos de crédito suplementarios o cinco
minutos más de tiempo de juego al final del día. El hecho de mencionar delante de la clase
los buenos resultados obtenidos puede ser particularmente gratificante para los estudiantes.
Asimismo, puede designar al “grupo que mejor se ha portado” cada semana y mostrar su
nombre en una zona visible del aula. Cuando se utilice ese tipo de reconocimiento, siempre
deberá ser inmediato y limitado, aunque gratificante.

Aplique medidas disciplinarias que sean educativas y no punitivas.


Asegúrese de que cuando sancione a un estudiante, las medidas se concentren en su mala
conducta y sus consecuencias y no en el propio estudiante.

En función del carácter de la mala conducta, se podrían utilizar algunos de los métodos
disciplinarios siguientes:
- reservar tiempo después de las clases o durante los recreos para examinar la mala
conducta (por qué surgió y qué debería hacerse para corregirla);
- pedir al estudiante que se disculpe;
- cambiar la disposición de los asientos;
- enviar notas a los padres o hacer visitas a los hogares;
- analizar la gravedad de la situación y tomar la decisión de remitir al estudiante a la
oficina del director de la escuela, en función de las circunstancias.

Actividad en el aula: Proponga a los estudiantes crear un club de estudiantes contra la


violencia. Puede ayudarles a organizar actividades para promover una campaña por la paz y
un recinto escolar seguro para todos.

4. Ser un factor activo y eficaz para poner fin al acoso


Trabaje en la elaboración de una definición común del acoso entre los profesores, los
representantes de los estudiantes, el personal de la escuela y los miembros de la comunidad,
para que la gente pueda hacer valer las mismas expectativas al respecto consecuentemente.

El acoso adopta, entre otras, las siguientes formas:


 acoso físico: golpear, dar patadas, empujar, asfixiar o dar puñetazos;
 acoso verbal: amenazar, burlarse, provocar o utilizar un lenguaje que incita al odio;
 exclusión social.

Aplique sistemáticamente sanciones en los casos de agresión verbal y física. Las sanciones
eficaces presentan las siguientes características:
- son reducidas, de modo que se puedan utilizar constantemente;
- su gravedad aumenta si se repiten las agresiones;
- son previsibles e inmediatas;
- se basan en las mismas expectativas para todos los estudiantes.

38 Alejandro Castro Santander - 2010


Por lo general, las sanciones consisten en la privación del tiempo no dedicado a actividades
estructuradas, como el recreo, el almuerzo con los pares o las actividades extraescolares.

Aliente a los consejeros escolares o al personal de la escuela a brindar orientación a los


acosadores al tiempo que se aplican las sanciones.

Ayude a los estudiantes que son víctimas de los acosadores. Anímelos a hablar con los
profesores y los consejeros escolares, colaborando simultáneamente con los padres de
familia, los estudiantes y el personal para evitar que sean constantemente objeto de
victimización.

Faculte y conciencie a quienes presencien los hechos para que los denuncien a los adultos,
apoyen a las víctimas y desalienten el acoso. Con ese fin, se pueden organizar programas de
mediación y resolución de conflictos entre pares que enseñen a los estudiantes a ayudarse
entre sí, a informar acerca de los actos de acoso y a aprender estrategias para resolver
conflictos.

Reconozca y valore la actuación de los estudiantes que se ayudan entre sí para poner fin al
acoso. Es igualmente importante garantizar que quienes denuncian los hechos no sufran
represalias.

Actividad en el aula: Aliente a los estudiantes a ayudar a los compañeros de clase a


solucionar las disputas de forma pacífica. Dígales que hablen con usted y con un consejero de
orientación si alguien los está acosando o está acosando a otro compañero.

5. Fomentar la capacidad de adaptación de los estudiantes y ayudarlos a


afrontar los retos de la vida de modo constructivo
Fomente la capacidad de adaptación de los estudiantes y su aptitud para hacer frente a los
problemas cotidianos, al estrés y a la adversidad con eficacia, ayudándoles a entablar
relaciones positivas con los demás. Cuando se aumenta la capacidad de adaptación, se
reducen las probabilidades de que un estudiante reaccione con violencia o sea víctima de
ella. Los docentes que observan una conducta prosocial y constructiva, proporcionan
orientación y ofrecen protección, aumentan la capacidad de adaptación de sus estudiantes,
mostrando un modo positivo y alternativo de responder a los desafíos de la vida. Esos
docentes sirven de modelo de comportamiento para establecer relaciones positivas y
solidarias.

Involucre a su escuela en un programa de educación para la paz con el fin de desarrollar


habilidades para la resolución de conflictos. Gracias a los programas de educación para la
paz, los estudiantes pueden entender cómo se produce la violencia, desarrollar capacidades
para reaccionar de modo constructivo ante ella e informarse sobre alternativas a la violencia.

Aliente a su escuela a crear un programa de orientación escolar. Los consejeros o tutores


pueden ayudar a los estudiantes a hacer frente a las dificultades de la vida e intervenir de

39 Alejandro Castro Santander - 2010


forma preventiva. Pueden prestar apoyo a los docentes, al personal de la escuela y a los
estudiantes para prevenir y afrontar la violencia de las siguientes maneras:
- actuando como mediadores en situaciones que parezcan tornarse hacia la violencia;
- ayudando a encontrar una solución pacífica antes de que la situación degenere en
una violencia física;
- colaborando con las víctimas y los autores de la violencia y prestando apoyo
psicosocial;
- promoviendo programas dinámicos destinados a abordar problemas como el acoso,
el uso indebido de drogas y las actividades de las bandas.

Participe en juegos de prevención de conflictos con sus estudiantes.

Pida a los estudiantes que escenifiquen una situación, por ejemplo, “¿qué ocurriría si
tuvieras que enfrentarte con un acosador? ¿qué harías?”. Al crear situaciones que
momentáneamente son reales, los estudiantes pueden practicar para hacer frente a
situaciones estresantes, desconocidas o complejas. Organice igualmente juegos en los que
los estudiantes asuman un nuevo papel, como el que podrían estar afrontando otros
compañeros, para fomentar la empatía. Pida a los estudiantes que analicen cómo se
sintieron y qué soluciones dieron buenos resultados.

Haga saber a sus estudiantes que los actos y palabras de carácter violento, por insignificantes
que sean, no serán tolerados. La aplicación sistemática de medidas disciplinarias aplicadas a
raíz de las infracciones cometidas en la escuela, transmiten a los estudiantes el claro mensaje
de que los comportamientos abusivos y la falta de respeto de los derechos de una persona,
son inaceptables.

Actividad en el aula: Organice actividades teatrales en el aula en las que los estudiantes
representen conflictos violentos. Pida a los estudiantes que estudien cada conflicto y las
maneras de resolverlo de forma pacífica.

6. Ser un modelo de conducta positivo denunciando la violencia sexual y por


razones de género
Sea consciente de los prejuicios de género, que fomentan la discriminación por razones de
género. A veces los profesores tienen ideas distintas acerca de los niños y las niñas. Por
ejemplo, algunos piensan que a los niños se les dan mejor las matemáticas o que estos son
“inteligentes por naturaleza”, mientras que las niñas “son tranquilas y trabajadoras”.

Ponga fin a los estereotipos y a las distintas expectativas que se tienen respecto de las niñas
y mujeres y los niños y hombres. Fomente una mayor sensibilización acerca de los prejuicios
de género en el aula y aliente a sus colegas a hacer lo mismo. Los niños varones son autores
y víctimas de la violencia sexual en la escuela y, por tanto, los docentes no deberían
concentrarse únicamente en la victimización de las niñas.

40 Alejandro Castro Santander - 2010


Asegúrese de que la interacción que mantiene con los niños es similar a la que mantiene con
las niñas. Si la interacción entre el profesor y las niñas es menos frecuente y/o de menor
calidad, la autoestima y confianza en sí mismas de éstas pueden disminuir, lo que a su vez
aumenta las probabilidades de que sean objeto de victimización. Para alentar a las niñas a
participar en el aula, se podría dividir la clase en grupos de debate, de modo que las niñas
constituyan la mayoría de un grupo o grupos. Por lo general, las niñas se sienten más libres
de expresarse cuando están rodeadas de otras personas de su sexo.

Aliente a su escuela a poner en marcha un programa de formación para los docentes, los
estudiantes y la comunidad a fin de entender y detectar los casos de violencia sexual y por
razones de género y tomar medidas al respecto. En la formación se debe concientizar acerca
de los prejuicios de género que provocan la violencia por razones de género y se debe
reconocer que existe un vínculo entre la violencia contra las niñas en la escuela y las
reducidas tasas de asistencia y permanencia escolar de éstas.

Ayude a su escuela y su comunidad a reconocer la necesidad de proteger a las niñas y


mujeres en el medio escolar. En las situaciones de conflicto y post-conflicto, las niñas y
mujeres son especialmente vulnerables a la violencia relacionada con los conflictos.

Recomiende que el personal de la escuela reciba formación sobre la violencia sexual y por
razones de género y que se fortalezca la representación de las mujeres en las estructuras de
administración. Si se imparte formación al personal para que detecte y apoye a las víctimas
de la violencia sexual y por razones de género, será más fácil prevenir la violencia. Cuando las
mujeres ocupan puestos de dirección, se presta un mayor apoyo a las víctimas y se fomenta
la denuncia de la violencia sexual.

Rompa el silencio. Denuncie la violencia y utilice adecuadamente los mecanismos de


información. Anime a sus colegas y a los estudiantes a dar el nombre de los autores de la
violencia, tanto dentro como fuera de la escuela.

Actividad en el aula: Inste a los estudiantes a no insultarse y a no burlarse de los demás,


especialmente en lo que respecta a las diferencias entre los sexos. ¡Cada persona es
diferente, pero todos somos iguales!

7. Promover los mecanismos de seguridad escolar


Propicie e impulse una administración sólida y una dirección eficaz de la escuela. Es
importante que ambas colaboren con los docentes y las autoridades encargadas de la
educación para formular y aplicar políticas destinadas a eliminar los abusos de poder, a
detectar las actividades violentas desde las primeras etapas y a cultivar la confianza de la
comunidad en la escuela.

Ayude a su escuela a elaborar un código de conducta basado en los derechos en el que se


reconozca el derecho de toda persona a aprender y enseñar en un medio escolar seguro, a
denunciar los actos de violencia sin represalias y a participar en la toma de decisiones.

41 Alejandro Castro Santander - 2010


Promueva mecanismos de información fáciles de utilizar por los estudiantes que les alienten
a denunciar la violencia. Los servicios de denuncia deberían prestar apoyo y ser receptivos y
confidenciales.
Tómese en serio las denuncias de violencia presentadas por los estudiantes y tenga presente
su bienestar. Para ello, hay que dar la debida importancia a lo que digan los estudiantes y no
quitar trascendencia a la situación.

Actividad en el aula: Proponga que se organicen reuniones de diálogo con los docentes, los
estudiantes, el director de la escuela y el consejero de orientación a fin de preparar un
código de conducta escolar para todos.

8. Brindar espacios seguros y acogedores para los estudiantes


Lleve a cabo una labor de mapeo con los estudiantes para determinar qué lugares de la
escuela son seguros, cuáles son peligrosos y cuándo corren más peligro los estudiantes.
Además, el personal de la escuela debe estar alerta sobre los rincones oscuros, las zonas mal
iluminadas, las cajas de escalera sin vigilancia y los baños, donde los estudiantes podrían ser
víctimas de abuso sexual o agresión.

Señale la necesidad de disponer de baños privados y seguros para las niñas y mujeres. Un
motivo simple, aunque importante, por el que las niñas no van a la escuela es la ausencia de
retretes seguros y limpios y otros servicios que garanticen la intimidad.

Trabaje conjuntamente con otros empleados para garantizar que los patios de la escuela
sean seguros gracias a la presencia de adultos que supervisen a los estudiantes. Estos
necesitan lugares seguros para jugar entre las clases y después de la jornada escolar.

Actividad en el aula: Proponga iniciar una campaña a favor de un entorno escolar seguro
localizando los lugares del recinto escolar que carecen de iluminación o son inseguros.

9. Adquirir aptitudes de prevención de la violencia y resolución de conflictos y


transmitirlas a los estudiantes
Reciba formación en materia de resolución de conflictos por medios no violentos, enfoques
de la organización escolar basados en los derechos humanos y educación para la paz. Solicite
al director de su escuela o a las oficinas locales del Ministerio de Educación que le informen
sobre las oportunidades de formación existentes. En el Anexo II también puede encontrar
información acerca de materiales en los que se proponen medios prácticos de prevenir y
resolver los conflictos en las escuelas.

Experimente técnicas de mediación de conflictos y enseñe a los estudiantes cómo utilizarlas


para resolver sus propios conflictos.

Enseñe a los estudiantes aptitudes de negociación que les permitan:

42 Alejandro Castro Santander - 2010


a) definir su conflicto (“¿Acerca de qué estamos discutiendo? ¿Por qué y cómo surgió el
problema?”);
b) intercambiar posiciones y propuestas (“Creo que debería ser de esta manera porque…”);
c) examinar la situación desde los dos puntos de vista (por ejemplo, mediante actividades
teatrales o debatiendo);
d) elegir opciones en que ambos estudiantes puedan encontrar soluciones beneficiosas para
todas las partes (“Hoy probaremos a tu manera y mañana a la mía, para ver cuál es mejor.”);
e) llegar a un acuerdo sensato.

Enseñe a los estudiantes a actuar como mediadores para resolver de modo constructivo los
conflictos de sus compañeros de clase.

Elija un problema que podría surgir o haya surgido entre dos de sus estudiantes.
Haga que dos estudiantes escenifiquen el problema y pida a un tercero que ayude a sus
compañeros a llegar a un acuerdo. Solicite al tercer estudiante que utilice sus conocimientos
sobre sus compañeros y sobre el problema para proponer lo que a su juicio sería un buen
arreglo.

Una vez que todos los estudiantes hayan adquirido las aptitudes de negociación y mediación,
designe a dos estudiantes cada día, de preferencia un niño y una niña, para que actúen como
mediadores o conciliadores oficiales.

Haga rotar las funciones de mediador oficial entre todos los estudiantes para asegurarse de
que todos ellos conozcan bien las técnicas. Los mediadores oficiales sirven para mediar en
todos los conflictos que no pueden ser resueltos por las partes interesadas.

Actividad en el aula: Enseñe a los estudiantes a contribuir a la mediación de conflictos entre


sus compañeros de clase. Designe un conciliador de la clase cada semana para que todos
puedan adquirir y poner en práctica las aptitudes de resolución de conflictos y negociación.

10. Reconocer la violencia y la discriminación contra los estudiantes


discapacitados y los procedentes de comunidades indígenas o minoritarias y
otras comunidades marginadas
Talvez tenga que explicar a otros estudiantes los motivos por los cuales algunos niños se
comportan de forma diferente, tienen problemas de aprendizaje o se ven limitados para
practicar deportes u otras actividades físicas debido a sus discapacidades mentales, físicas o
de aprendizaje.
Recalque que todos los miembros de la clase son diferentes de distintas maneras y eso es lo
que los hace únicos. Se han de valorar las diferencias.

Toda persona tiene derecho a ser respetada por ser quien es. Puede ser necesario realizar
una labor similar en las reuniones de padres de familia y profesores.

43 Alejandro Castro Santander - 2010


Trate de darse cuenta de los posibles prejuicios o supuestos que usted o sus estudiantes
podrían difundir en el aula. Invite a sus estudiantes a reflexionar de modo crítico sobre los
supuestos o estereotipos que podrían concebir y que son la causa fundamental del trato que
dispensan a otros que son distintos de ellos. Elabore un modelo de la conducta que desea
promover entre sus estudiantes.

Diga lo que piensa inmediatamente si los estudiantes hacen comentarios discriminatorios.


Explique a los estudiantes que las palabras pueden herir. Esté atento a la violencia física que
pueda ir unida a comentarios discriminatorios y racistas, por insignificante que pueda
parecer.

Verifique el programa escolar y los libros de texto. ¿Tratan de desarrollar el entendimiento


acerca de la existencia de las distintas culturas de la sociedad? ¿Ayudan a entender las
diferencias y alientan a aprender a vivir juntos? Absténgase de convertir a los estudiantes en
portavoces de su grupo cultural o étnico, pues lo único que se conseguirá al “catalogarlos” es
aislarlos del resto de la población estudiantil. Si se les ayuda a integrarse en la clase, se
aumentará la toma de conciencia acerca del valor positivo de la diversidad.

Actividad en el aula: Pida a los estudiantes que dispensen a sus compañeros de clase el
mismo trato que les gustaría recibir de ellos, especialmente a los que podrían ser diferentes,
proceder de culturas distintas o tener limitadas sus capacidades físicas o mentales. Recuerde:
hay que valorar las diferencias y toda persona tiene derecho a ser diferente.

44 Alejandro Castro Santander - 2010


QUINTA CONFERENCIA MUNDIAL
Y IV CONGRESO IBEROAMERICANO
SOBRE VIOLENCIA EN LA ESCUELA

“Investigaciones, Intervenciones,
Evaluaciones y Políticas Públicas”

ARGENTINA, MENDOZA 7, 8 Y 9 ABRIL 2011

UNIVERSIDAD BORDEAUX 2, FRANCIA

45 Alejandro Castro Santander - 2010

Potrebbero piacerti anche