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ÍNDICE

1. Responsabilidad Civil______________________________________________3
2. Precisión de la categoría obligaciones derivada de la responsabilidad civil_____3

3. Características actuales del Derecho internacional privado de la responsabilidad


civil____________________________________________________________5
4. La responsabilidad civil extra contractual en el derecho conflictual nacional___9

Obligaciones legales______________________________________________13
Gestiones de negocios_____________________________________________15
Enriquecimiento sin causa _________________________________________16
Pago indebido___________________________________________________17

5. Sectores regulados por nomas de conflicto convencionales________________18

Accidentes de circulación por carretera


Daños derivados de productos

Conclusiones
Bibliografía
Anexos

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INTRODUCCIÓN

Uno de los temas del derecho internacional privado que más ha evolucionada en los
últimos años ha sido el de la responsabilidad civil, sobre todo en el aspecto relativo a la
determinación del derecho aplicable. Su transformación se ha debido principalmente a la
rigidez del sistema conflictual tradicional que nos permite lograr soluciones adecuadas a
los problemas que esta materia plantea.

La dificultad esencial estriba en que al analizar los posibles puntos de conexión que
pueden utilizarse para elegir el ordenamiento jurídico del que se han de tomar las normas
sustantivas aplicables al caso concreto, se hace evidente, con mucha frecuencia, el
enfrentamiento entre los diversos objetivos que el derecho internacional privado pretende
alcanzar. Se presenta una disyuntiva que obliga a elegir entre la seguridad jurídica y la
equidad, a la que no se ha encontrado una solución adecuada, puesto que la materia
pretende lograr en principio un equilibrio entre ellas.

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RESPONSABILIDAD CIVIL EN EL DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

1. Responsabilidad civil. – entre las obligaciones extracontractuales reguladas por la


mayoría, si no la totalidad de los sistemas jurídicos de la actualidad, se encuentran
las derivadas de la responsabilidad civil; es decir, aquellas que, con producto de
actos y hechos jurídicos, respecto de los cuales no existe contrato o convenio entre
las partes, que producen o causan un daño a una de ellas.
El concepto abarca en la actualidad tanto a los actos ilícitos como aquellos de los
que no se pueden predicar la ilicitud o la ilegalidad, pero que, al igual que los
primeros, producen un daño que debe repararse. En el primer caso se trata
principalmente, de fincar una responsabilidad al sujeto que cometió una falta; en
el segundo, el fundamento básico no consiste en sancionar la conducta que causa
un daño evitable sino en establecer los causes para compensar, en cierta medida,
el daño inevitable. La doctrina los ha calificado como delitos civiles o cuasi delitos
civiles aun cuando esta denominación no es aceptada por todos; suponen una
violación a la norma general que impone a los miembros de una comunidad, la
obligación de no dañar a otro y tienen como consecuencia una sanción de
contenido económico cuya finalidad es el resarcimiento.

2. Precisión de la categoría obligaciones derivadas de la responsabilidad civil

Según la conocida calificación romana de Gayo, se distinguen las obligaciones ex


contractu de las ex malefitio. A estas se sumaban las nacidas ex variis causarum
figuris, que los glosadores medievales desdoblaban en quasi ex contractu y ex
delicto, categorías que dieron origen a las artificiosas figuras jurídicas del
casicontrato y del cuasidelito.
Nos recuerda Miaja que en los códigos alemán y suizo se sustituyó la noción del
cuasicontrato por la de otras fuentes particulares como las de enriquecimiento sin
causa y declaración de voluntad unilateral. Se conservaron, sin embargo, algunas
figuras cuasicontractuales como la gestión de negocios ajenos sin mandato.
La figura jurídica de obligaciones no contractuales tiene como notas
características la generalidad y la abstracción típicas de las normas de conflicto.

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Este hecho ha traído como consecuencia dificultades tanto en su definición como
en su precisión e interpretación. Sim embargo, esta figura jurídica ha sido acogida
por la propuesta de Convenio Europeo sobre ley aplicable a las obligaciones no
contractuales elaborada por el Grupo Europeo de Derecho Internacional Privado
en su sesión de Luxemburgo del 28 de septiembre de 1998. El texto no establece
ninguna regla en orden a la calificación de la figura y se limita a distinguir entre
las obligaciones no contractuales que derivan de un hecho dañoso y aquellas que
derivan de uno distinto.
Por su parte, el Derecho comparado tiende al abandono de la formulación negativa
de la categoría y a la disgregación del concepto y se dirige hacia el diseño de un
cuadro de normas especializadas de Derecho Internacional Privado para los
distintos supuestos incluidos tradicionalmente en la noción de obligaciones no
contractuales.
En la actualidad, la teoría de las obligaciones tiende a enumerarlas y
sistematizarlas, y a formular categorías, no mediante la construcción de conceptos
más o menos artificiosos como los cuasicontratos, que solo tienen aplicación
histórica, sino a través de los supuestos de hecho que dentro de cada sistema
jurídico originan y fundamentan una relación jurídica. A partir de esta línea de
pensamiento, la ley italiana de Derecho Internacional Privado de 1995 distingue
tres fuentes de obligaciones: Los actos jurídicos unilaterales (promesa unilateral,
títulos negociables y representación voluntaria)
Las obligaciones legales, entre las que se distingue los cuasicontratos (gestiones
de negocios enriquecimientos sin causa y pago de lo indebido) y las obligaciones
legales propiamente dichas (aquellas que no tienen su origen en un hecho, sino
que son la consecuencia necesaria de una relación jurídica principal)
La responsabilidad por hecho ilícito, con una solución particular para la
responsabilidad por daños por los productos.

El Código Civil portugués fuente de nuestro Código Civil 1984 tampoco


contempla la formulación negativa de la categoría. Conforme a su derecho
material, la sub sección III, denominada Ley reguladora de obligaciones, establece
las obligaciones nacidas de negocios jurídicos (negocios jurídicos unilaterales y
contratos), la gestión de los negocios, el enriquecimiento injusto y la

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responsabilidad extra contractual. Lo mismo hacen otros sistemas como el
consagrado en la Ley de Quebec de 1991 y en la Ley alemana de 1999.

3. Características actuales del Derecho Internacional Privado de la responsabilidad


civil

Según Eslava los actos ilícitos conformaron un conjunto homogéneo y coherente,


que dio lugar a un único estatuto, el estatuto delictual, regido por una misma ley.
La diversificación de las funciones de la responsabilidad civil (previsión de
conductas antisociales, indemnización de las víctimas o sanción de
comportamientos ilícitos, y garantía de los derechos ciudadanos) ha concluido en
estatutos especiales para las diferentes actividades dañosas de la vida económica
social, con lo que se ha producido una gran profusión y dispersión normativa, y
una importante labor jurisprudencial cuando el legislador ha carecido de
respuestas concretas. Como consecuencia de este proceso, la responsabilidad civil
por acto ilícito en Derecho Internacional Privado está sujeto a una profunda
transformación que se proyecta en tres partes:
- La subcategoría obligación delictual, que ha sufrido una ruptura
importante y se ha diversificado en tantos supuestos dañosos como han
exigido los avances técnicos.
- La norma de conflicto y de la lex loci delicti commissi para determinados
ámbitos particulares de los actos ilícitos, que han perdido exclusividad.
- Las fuentes de regulación, que han modernizado e internacionalizado.

3.1. Atomización de la obligación delictual


Según Beitzke se puede observar que muchas confusiones han sido causadas por
encontrar a cualquier precio una regla única que fuera aplicable a todos los tipos
de delitos y englobara, incluso, los cuasidelitos, en el sentido amplio de la palabra.
El método de buscar una regla única y adaptarla a cientos de casos corre el peligro
de conducir a una regla inexacta y sin valor. La ruptura de la unidad del sistema
de responsabilidad tiene como principal consecuencia la eclosión del supuesto de
hecho de la norma clásica. Escapan por vía convencional o etatica no solo
actividades encuadradas en otras materias como el derecho marítimo o aéreo

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(abordaje o colisión), el derecho de mercado (ilícitos contra la competencia
desleal, responsabilidad por daños por los productos y responsabilidad por daños
contra los bienes inmateriales), el derecho de trabajo (accidentes de trabajo), el
derecho de familia ( delitos entre esposos) y el derecho de personas ( intromisiones
en los derechos de la personalidad) o el derecho de bienes (daños al medio
ambiente) sino, también, temas que pueden considerarse el núcleo irreducible del
estatuto delictual como los daños derivados de accidentes de circulación por
carretera.
Las nuevas tecnologías y el transporte automotriz han multiplicado la producción
o posibilidades de producción de daños. No interesa tanto la causa de las acciones
humanas como sus resultados. La victima debe ser indemnizada siempre y se
consagra el sistema de responsabilidad objetiva: la obligación de resarcimiento se
genera simplemente por la relación de causalidad entre el acto y el daño. Nos dice
Fernando de Trazegnies que, dentro de los objetivos actuales y las circunstancias
concretas en que se producen los daños en el mundo contemporáneo, la
responsabilidad extra contractual no tiene por objeto sancionar sino reparar. Por
tanto, el centro de preocupación está en la victima y no en el causante.
Las repercusiones en DIP de estos cambios son las consideraciones del lugar del
daño como factor central de la localización de responsabilidad objetiva y la
consagración de la acción directa en los mecanismos conflictuales.
Eslava reseña que, en materia de responsabilidad civil, el Derecho comparado
depara un panorama muy heterogéneo y refleja más la fase de trasformación y
evolución de esta materia que su reordenación sistemática. Mientras las leyes
suiza y rumana consagran soluciones particulares para los accidentes de
circulación por carretera, la responsabilidad por los daños por productos, la
concurrencia desleal, las violaciones a la competencia y los daños derivados de
inmuebles e intromisiones en la personalidad, otros ordenamientos jurídicos en
los que se ha reformado las normas de conflicto en materia de responsabilidad
civil se limitan a establecer soluciones particulares exclusivamente para los
supuestos que han adquirido autonomía respecto a la categoría general por vía
convencional. Así, Italia ha consagrado una solución particular para la
responsabilidad por los daños por productos.
Por su parte, Alemania a la que no le resultan vinculantes los Convenios de la
Haya de 1971 y de 1973, referidos a las leyes aplicables en materia de accidentes

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de circulación por carreta y responsabilidad por productores, respectivamente no
ha seguido el criterio de la especialización. Así, pues, la exposición de motivos de
una ley germana de 1999 considera inútil la adopción de disposiciones propias
para cada tipo de ilícito, por cuanto la regla general y la cláusula de excepción
garantizan suficientemente un grado de flexibilidad para que puedan tenerse en
cuenta las peculiaridades de cada caso.
Por otra parte, la jurisprudencia francesa muestra resistencias a la ruptura de la
responsabilidad civil. La Corte de Casación de este país no hizo referencia alguna,
en un asunto referido a competencia desleal, al mercado o a la afectación de la
competencia, cono a la responsabilidad civil y sus elementos (hecho generador y
daño). Con ello, parecía indicar que quería mantener la unidad y rechazaba entrar
en un proceso de fragmentación.

3.2. Pluralidad de técnicas de reglamentación. Método conflictual


Nos dice Eslava que, una vez cuestionada la unidad del estatuto, el paso
siguiente ha sido preguntarse por la funcionalidad de la regla de conflicto
tradicional para cada una de las nuevas actividades dañosas. Aun cuando se
ha producido un declive del sistema tradicional de conexión única y rígida, la
ley del lugar del delito no ha perdido su total vigencia. El tomo I de esta obra
se refirió a la crisis de la lex loci delicti commissi y a su flexibilización
señalando que el esfuerzo doctrinal, jurisprudencial y legislativo se dirige
hacia la tipificación de aquellos supuestos especiales cuyos intereses exigen
una regla especial. Las reformas más recientes, como la de la ley de Venezuela
del 6 de agosto de 1998, así lo confirman.
Es también la regla general en el modelo británico, aunque acompañada de
dos presunciones para ilícitos cuyos elementos ocurren en diferentes lugares.
En los daños personales o de muerte, la lex loci es la ley del lugar donde se
encuentra la persona en el momento en que sufrió el daño; mientras que, en
los daños a la propiedad es la ley donde se encontraba la propiedad cuando
fue dañada. En caso se considera que los hechos se produjeron en el lugar
donde ocurrieron los elementos más significativos. En la determinación de la
ley aplicable a la reparación civil no solo se utiliza el método normativo
conflictual, sino que también se emplea el método material y el autolimitativo,
en el caso de las leyes imperativas de ineludible cumplimiento. En

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consecuencia, puede decirse que existe un pluralismo metodológico en la
responsabilidad extra contractual.
El método sustancialista o de creación de normas materiales se ha revelado
el método preferente en algunos convenios que regulan materias de mucha
relevancia internacional (polución, transporte y energía atómica). Asimismo,
es el método preferido en los Convenios de Consejo de Europa (Convenio para
la protección de la persona frente al tratamiento de los datos y Convenio de
Lugano sobre la responsabilidad por daños al medio ambiente y de las normas
de origen comunitario), porque garantiza los objetivos perseguidos para la
realización del mercado interior (responsabilidad por daños causados a los
productos o responsabilidad por daños causados de los derechos de la persona
por el tratamiento de datos personales). Por su parte, las jurisprudencias
francesa y belga han vinculado la responsabilidad civil de las normas
materiales imperativas de aplicación inmediata. Asimismo, encontramos
referencias a las normas de seguridad y comportamiento en el art 7 tanto del
Convenio de la Haya sobre la responsabilidad por accidentes de carreta como
la responsabilidad por daños por los productos. De igual modo, la Ley de
Quebec dispone, en su art. 3129, que sus reglas se aplican de modo imperativo
a la responsabilidad civil respecto a todo perjuicio sufrido en Quebec o fuere
de Quevec, y que resulta bien de la exposición de una materia prima
proveniente de Quevec o bien de su utilización, haya sido o no trata esta
materia prima. Según Groffier este artículo no tiene por finalidad salvaguardar
la organización económica del Estado sino defender ciertos intereses
económicos, y eso desvirtúa el sentido originario de las leyes de policía.
Nos dice Eslava, que la disciplina del mercado ha desplazado la norma
multilateral y ha dado entrada a las normas de extensión, con lo que se ha
iniciado una tendencia a eludir el método atributivo cuando la responsabilidad
civil es objeto de una regulación material especial e inserta en textos legales
vinculados a la organización económica y social del Estado.

3.3.Diversificación del estatuto delictual por vía convencional

Para el mismo Eslava, la modernización e internacionalización de las fuentes


de regulación constituye uno de los rasgos actuales de la responsabilidad civil.

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Estos convenios unifican bien el derecho material o bien las normas de
conflicto; y muestran, en todo caso una clara inclinación a su carácter
universal o erga omnes. Unifican el régimen conflictual de la responsabilidad
civil, los Convenios de la Haya sobre la ley aplicable en materia de acciones
de circulación por carretera del 4 de mayo 1971 y sobre la ley aplicable a la
responsabilidad por productos del 2 de octubre 1973, que afectan a dos de los
sectores que mayor litigiosidad plantean en la responsabilidad civil. Ambos
convenios, una vez entrados en vigor en un país, sustituyen a las normas del
mismo con independencia de que la nacionalidad, el domicilio o la residencia
de las personas interesadas sea de un Estado parte o de un tercer Estado, y
cualquiera que sea el derecho declarado aplicable por la norma convencional
con la única condición de que el litigio se plantee antes los tribunales de un
Estado en que haya entrado en vigor el convenio de que se trate.

4. La responsabilidad civil extra contractual en el derecho conflictual nacional

Nuestro derecho positivo tanto en los diversos Códigos Civiles de 1852, 1936 y
1984, como en los Tratados de Montevideo de 1889 y el de La Habana de 1928,
suscritos y ratificados por el Perú ha mantenido la conexión de la lex loci delicti
comissi en lo que respecta a la responsabilidad extra contractual.
El código civil de 1852, inspirado en el Código Napoleón, adopto el principio de
la culpa como fundamento para la determinación de la responsabilidad extra
contractual bajo el título “obligaciones que nacen de delitos o de cuasidelitos”.
Resaltaba de esta forma, el carácter de hecho ilícito del acto que produce el daño
resarcible y la necesidad de la existencia de dolo o de culpa para configurarlo, y
mostraba el aspecto penal y territorial en materia de actos ilícitos. La doctrina de
esa época dudaba entre encauzar esa territorialidad de acuerdo con la ley del lugar
de la comisión de delito o más bien según la aplicación de la ley del foro, ya que
se pensaba que era un problema de ley penal y no se admitía la separación entre
tribunal competente y la ley aplicable.
El código civil de 1936 permanece fiel a la tradición de la culpa y se acoge
tímidamente a la teoría objetivista expresada en algunas excepciones
contempladas. Nos recuerda Fernando de Trazegnies que el art. 1136 del Código

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Civil de 1936 reproduce en forma prácticamente idéntica el art. 2191 del Código
Civil de 1852, que resumía en un solo texto los artículos 1382 y 1383 del Código
de Napoleón. Como explican los hermanos Mazeaud, la palabra “hecho” no
significa otra cosa que lo que Domat había aludido con el mismo término, es decir
“hecho ilícito” o falta intencional (delito civil). Por consiguiente, la trilogía
hechos, descuido e imprudencia del art. 1136 del Código Civil de 1936 al igual
que sus antecedentes del siglo XIX se refería al dolo y a las dos formas de la culpa
(descuido e imprudencia), no a una responsabilidad objetiva por el mero hecho.
De acuerdo con esta premisa del derecho sustantivo se mantuvo la conexión de la
lex loci delicti en el ámbito del DIP.
El proyecto de la Comisión Reformadora del Código Civil en lo que respecta a la
responsabilidad extra contractual, cuyo autor fue Fernando de Trazegnies, dio un
paso más adelante y planteo la distribución social de los riesgos como principio
de responsabilidad en los casos de accidentes, sin perjuicio de seguir reputando
como inexcusable la responsabilidad por dolo y culpa en todos los casos y
mantener el principio de la culpa para aquellos daños y perjuicios que no son la
consecuencia estadísticamente inevitable del modo de vivir contemporáneo, los
accidentes, sino producto de la acción propiamente ilícita de un individuo en
particular (la calumnia, infamia a los perjuicios resultantes de las infracciones de
los derechos de la personalidad). Sin embargo, el principio de la distribución
social del riesgo no fue finalmente aceptado porque se le considero demasiado
novedoso y revolucionario para la época. De este modo, al promulgarse el Código,
la responsabilidad extra contractual apareció con un artículo sustancialmente
diferente al del proyecto y otorgo un lugar privilegiado al principio de la culpa.
No obstante, nos dice Trazegnies, la versión finalmente aprobada parece haberse
acogido a la idea de que el acto ilícito no es la única fuente extra contractual de la
obligación de pagar una indemnización para reparar a la víctima, ya que existen,
asimismo, actos ilícitos que, dada su peligrosidad, convierten objetivamente al
causante en responsable, aunque no hubiera hecho nada ilícito ni culpable.

En lo que respecta a las normas conflictuales referidas a la responsabilidad civil


extra contractual, los dos proyectos sucesivos de la Comisión Reformadora hacían
referencia solo a los “actos ilícitos”. Sin embargo, el art. 2097 del Código Civil

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elimino acertadamente esta referencia limitativa que circunscribía la
responsabilidad extracontractual al ilícito civil.
Nos recuerda Aguilar Navarro que fue Rabel el que introdujo un cambio en el
régimen conflictual de los actos ilícitos, al considerar la intención o finalidad del
acto, pero sobre todo de la finalidad de la norma y la sanción. Con ese objetivo
distinguió los actos que se poyan en una acción intencionada y culposa de aquellos
que parten de una negligencia. En relación con los primeros, destaca la
peculiaridad de tipos delictivos como los actos fraudulentos, los delitos contra el
honor realizados por medios de difusión masivos y la competencia desleal e ilícita.
En última instancia, la teoría queda orientada según el tipo y justificación de la
responsabilidad.
Hay dos tipos de responsabilidad, según se parta de la contraposición entre
responsabilidad - culpa y responsabilidad – sanción, o de la noción de
responsabilidad - riesgo.
En el primer caso hay que estar a la ley del acto ilícito; en el segundo, se impone
la ley del lugar del daño. Con ciertas modificaciones para dar entrada a una tercera
situación, la de la negligencia sin culpa. Ehnzweig se ha movido de acuerdo con
este planteamiento, que procede a combinar la acción de la lex loci cuando se trata
de acto delictivo y de la ley del lugar del daño cuando es un supuesto de
responsabilidad por riesgo.
El artículo 2097 del Código Civil regula, bajo el termino genérico de
“responsabilidad extra contractual”, la que se origina en un acto ilícito como en
cualquier conducta ilícita pero que causa a otro un daño o perjuicio, trayendo
como innovación la regulación de la responsabilidad por omisión.
En lo que respecta al ámbito de la lex loci, no existe en la doctrina una posición
concordante, sim embargo, la que tiene más apoyo en el derecho comparado es la
que comprende de las siguientes cuestiones: el tipo de responsabilidad, el
supuesto, las condiciones (imputabilidad, antijuricidad, culpabilidad y causalidad
, cuando se trata de hechos ilícitos); la extensión de la responsabilidad; las causas
de la exoneración, limitación y distribución de la responsabilidad; el tipo de daños
indemnizables (patrimoniales, no patrimoniales) y su existencia; la cuantía y las
modalidades de la indemnización; las personas con derecho propio a
indemnización; la eventual responsabilidad por hecho ajeno; la transmisibilidad

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(intervivos y mortis causa) del derecho a reparación; y la prescripción y la
caducidad basadas en el transcurso del tiempo.
En otras cuestiones, la aplicación de lex loci aparece más problemática cuando se
produce, en una misma situación, una concurrencia de aspectos contractuales y
extra contractuales como el contrato de seguro concluido, que prevé la
responsabilidad civil.
Así pues, la acción directa del perjudicado frente al asegurador está comprendida
en la competencia de la ley aplicable a la responsabilidad extra contractual, ya que
el origen de esta acción está en el propio hecho ilícito, aunque tenga como
presupuesto un contrato de seguro (cuya ley delimita siempre los riesgos
cubiertos) entre el causante del daño y el asegurador. Sim embargo, la
incorporación del principio favor laesi en otros sistemas de DIP permite, a favor
del perjudicado, una alternativa o, subsidiariamente, la acción directa admitida
por la ley federal suiza de 1987, según el cual: “el lesionado podrá dirigir la acción
directamente contra el asegurador responsable si lo prevé el derecho aplicable al
acto ilícito o el derecho aplicable al contrato de seguro”.
Asimismo, la ley aplicable a la responsabilidad extra contractual podrá entrar en
concurrencia con la lex fori. Según Aguilar Navarro, esta manifestara
normalmente a través de la excepción del orden público y las leyes imperativas
del foro. El orden público suele intervenir en esta materia respecto de la
apreciación de la ilicitud del hecho dañoso, la indemnización, la valoración del
daño, el alcance de la reparación, etc. Aunque siempre que se trate del orden
público, su aplicación deberá ser restrictiva.
En este sentido el art. 5 de la Resolución del Instituto de Derecho Internacional en
la sesión de Edimburgo de 1969 señala que la ley aplicable a la responsabilidad
extra contractual no puede ser descartada más que en la medida en que su
aplicación fuera manifiestamente incompatible con el orden público del foro.
Finalmente, concluye Navarro pueden considerarse para la determinación de la
ley aplicable a la responsabilidad extra contractual las normas imperativas
vigentes en el país donde el comportamiento delictual relevante del daño haya
tenido lugar. Así lo dispone, por ejemplo, el art. 142 de la ley federal de suiza de
derecho internacional privado de 1987.

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4.1. Obligaciones legales
El artículo 2098 de nuestro Código Civil trata de las obligaciones originadas
por mandato de la ley, de la gestión de negocios, del enriquecimiento sin causa
y del pago indebido, y determina que se rigen por la ley del lugar en el cual se
realizó o debió realizarse el hecho originario de la obligación. La tendencia
científica contemporánea reduce las fuentes de las obligaciones a solo 2
categorías: los contratos y la ley. Por su parte, las obligaciones delictuales
conforman una categoría especial de las obligaciones legales.
Por otro lado, las figuras que tradicionalmente se rubrican como
cuasicontratos o cuasidelitos, impiden agotar la vasta serie de aquellas
obligaciones que no son contractuales, ni delictuales. La gestión de negocios,
el pago indebido y el enriquecimiento sin causa son situaciones surgidas de
obligaciones legales. Sin embargo, la mayor parte de situaciones que
pertenecen a la misma categoría jurídica se encuentra en diversos dominios
del derecho, sobre todo del derecho de familia (obligaciones alimentarias) o
del derecho de propiedad (obligaciones de los propietarios de inmuebles
vecinos), lo que nos permite caer en la cuenta de la amplitud del fenómeno de
las obligaciones legales.
El problema se presenta cuando se trata de determinar el elemento que permita
separar las diferentes obligaciones legales. Según Ferrari el solo elemento que
nos puede servir para este propósito es la consideración de la situación
subyacente de la obligación y asi nos referimos a obligaciones legales a la
disciplina jurídica del matrimonio y de la filiación, de la adopción, del régimen
de la propiedad y del goce, en general de tal o cual derecho real, o de ciertas
actividades económicas, por ejemplo. Las fuentes tradicionalmente admitidas
de las obligaciones legales (cuasicontratos y cuasidelitos) solo cubren un
espacio muy reducido del conjunto de las obligaciones legales. Dada la
variedad de las diferentes obligaciones legales es imposible regir a todas por
una misma regla de conflicto. En efecto, la mayor parte de las obligaciones
formuladas en la ley son sino elementos de la organización de un sector del
derecho, el matrimonio, la familia o la propiedad, que las reglas de conflicto
consideran en su unidad. Así, por ejemplo, no tendría ningún sentido someter
las obligaciones reciprocas de los propietarios de los predios vecinos a un
régimen distinto del de la ley que es competente en materia bienes inmuebles;

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u ocuparse de las obligaciones pecuniarias del marido respecto a su mujer en
el marco de otra ley que no sea la que rige el matrimonio o de las obligaciones
alimentarias de los padres con sus hijos al margen de la ley competente en
materia de filiación. Y eso puede aplicarse a todas las otras instituciones.
No se puede destruir, pues, la unidad de ciertos conjuntos de reglas que se
presuponen las unas a las otras mediante la yuxtaposición, en el resultado de
la solución de los conflictos de leyes, de reglas que no tienen nada que ver una
con la otra y que salen de contextos socioeconómicos incompatibles. Si esto
se hiciera, se volvería a restablecer, en una amplia serie de situaciones, el
imperio de la lex fori, a causa de la incompatibilidad reciproca de las reglas
extranjeras relacionadas. De este modo, se negaría la esencia misma del
problema de los conflictos de leyes.
Por ser esta solución manifiestamente insostenible, la jurisprudencia y la
doctrina de todos los países han admitido siempre que tales obligaciones caen
bajo el imperio de la ley que rige la institución a la cual se conectan. Así, por
ejemplo, la lex rei sitae será la competente en materia de inmuebles; la ley del
domicilio común (o de la nacionalidad común), en materia de obligaciones
ligadas al régimen de matrimonio; y la ley sucesoral, en materia de la
administración de los bienes de una sucesión.
La regla en materia de obligaciones no contractuales aparece necesariamente
como una regla residual, destinada a operar en las situaciones que no tienen
una base socioeconómica que las conecte con otras reglas de conflicto.
Una vez establecido el principio de interpretación del sistema de conflicto es
fácil aplicarlo incluso a las figuras generales de las obligaciones legales, es
decir, a los casos clásicos. En efecto, tanto en la doctrina como en la
jurisprudencia hay una fuerte tendencia a interrogarse sobre la situación que
en el caso concreto ha dado lugar a una obligación de restitución de un pago
indebido o de una indemnización como consecuencia de una gestión de
negocios, o a un enriquecimiento sin causa.
Con la finalidad de que la redacción del art. 2098 refleje con mayor claridad
la naturaleza jurídica de las obligaciones legales que se pretende normar,
proponemos su modificación en base a la siguiente redacción:
Las obligaciones que nacen por mandato de la ley y no derivan de situaciones
que pertenecen a la misma categoría jurídica normadas por sus propias reglas

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de conflictos; así como, la gestión de negocios, el enriquecimiento sin causa
y el pago indebido se rigen por la ley del lugar en el cual se llevó o debió
llevarse a cabo el hecho originario de la obligación.

4.2.Gestión de negocios
La doctrina clásica de los cuasicontratos, entre ellos, la gestión de negocios.
Nos recuerda Eslava que la figura jurídica de los cuasicontratos fue
abandonada, primero, por el Código Civil alemán y, más tarde, por los
Códigos Civiles suizo, italiano y portugués por la falta de consistencia lógica
y dogmática de esta categoría que, como ya dijimos anteriormente, solo se
explica por razones históricas. El Código Civil alemán le concede un
tratamiento particularizado como sub sección de la regulación del contrato de
mandato.
En lo que respecta al derecho positivo peruano el Código Civil de 1852
reconocía como fuente de las obligaciones a los cuasicontratos y los definía
en el art. 2111 como los hechos ilícitos por los cuales quedan a los hombres
sujetos a una obligación en virtud de un consentimiento presumido por
equidad. El Código Civil de 1936 elimino la categoría de los cuasicontratos;
sin embargo, observa Cardenas, concibió la gestión de negocios como una
figura cercana al mandato y le dio una ubicación inadecuada en el código. El
Código Civil de 1984 solo reconocer como fuentes de las obligaciones la
voluntad y la ley, y trata de la gestión de negocios en la sección tercera del
libro VII (fuente de las obligaciones)
La ley aplicable a la gestión de negocios a tenor de los dispuesto en el art.
2098 es la ley del lugar donde el gestor realizo su actividad. Amoros nos
recuerda que la mayoría de os escasos sistemas de DIP que contienen una
norma conflictual específica para la gestión de negocios ajenos, así como la
opinión dominante en la doctrina y la jurisprudencia, se inclinan
inequívocamente por la competencia de la ley local y encuentran su
justificación en razones de equidad, oportunidad e interés público, así como
en el carácter legal de las obligaciones que nacen de la gestión oficiosa. El
dominio de la ley aplicable se extiende para regular los presupuestos o
requisitos de la gestión de negocios ajenos, así como los derechos y

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obligaciones del gestor durante la gestión y una vez terminada esta (rendición
de cuentas, por ejemplo); los del dominus (abono de los gastos necesarios y
útiles); las consecuencias del incumplimiento de las obligaciones; la
posibilidad de la delegación de la gestión, así como la revocación o no de esta,
entre otros aspectos. Pero con ello podrían concurrir otras leyes: la personal
para las cuestiones de capacidad para la gestión de negocios ajenos sin
embargo (aunque las consecuencias de la incapacidad serán determinadas por
la ley aplicable de la gestión) y la ley aplicable al estatuto formal para la
manifestación expresa o tácita de la ratificación.

4.3. Enriquecimiento sin causa


Es una figura basada en el principio de la equidad, según el cual nadie puede,
sin causa justificada, ver incrementado su patrimonio a costa del
empobrecimiento correlativo del de otro. Nuestro Código Civil, en su art.
2098, se refiere explícitamente al enriquecimiento sin causa y escoge como
conexión la ley del lugar en cual se llevó a cabo el hecho originario de la
obligación. Revodero precisa que este consiste en la concurrencia de dos
circunstancias: el empobrecimiento del acreedor y el enriquecimiento
correlativo del deudor. Ambas circunstancias deben concurrir para no solo
nacimiento a la obligación sino, también, para fijar su contenido, con lo que
la correlación misma entre el empobrecimiento y el enriquecimiento
constituye el hecho originario de la obligación.
La ley federal suiza sobre el DIP de 1987m en su artículo 128, distingue entre
aquellos supuestos en los que el enriquecimiento tiene su origen en una
relación jurídica previa y aquellos en los que la transferencia del valor
patrimonial se ha producido sin que existiera ninguna relación jurídica
subyacente. El primer caso debe resolverse por el derecho que rija la relación
jurídica, existente o supuesta, en virtud de la cual el enriquecimiento se ha
producido, mientras que el segundo, por el derecho del Estado en el que el
enriquecimiento se haya producido, sin perjuicio de que las partes puedan
convenir la aplicación de la ley del foro. En cambio, la ley italiana en su art.
61, no admite la posibilidad de hacer depender el enriquecimiento de la ley
aplicable a la relación jurídica con la que estuviera vinculado. El legislador se

16
ha pronunciado, en este caso a favor de la autonomía del enriquecimiento y
del cobro de lo indebido cuando, al ratificar el Convenio de Roma del 19 de
junio de 1980, hizo una reserva al art. 10. 1. e, que somete la obligación de
restitución a la ley que rige el contrato. Nuestro Código Civil no distingue
entre aquellos en los que el enriquecimiento tiene su origen en una relación
jurídica previa y aquellos casos en los que la transferencia del valor
patrimonial se ha producido sin que exista ninguna relación subyacente. En
embargo, una interpretación del art. 2098, basada en que el desplazamiento
patrimonial que se puede dar en un contrato invalido o ineficaz está
íntimamente vinculado a la naturaleza de la relación obligacional preexistente,
nos lleva a la conclusión de que el articulo comentado solo se aplica en los
casos de una atribución patrimonial aislada, sin referencia a una relación
obligacional previa a las partes, y eso equivale a decir que el art. 2098 tiene
una aplicación subsidiaria.

4.4. Pago indebido


El tema del pago indebido puede ser visto desde una doble perspectiva: por un
lado, se puede apreciar como una fuente de obligaciones, en cuyo caso debería
tratarse en el libro VII; y, por el otro lado, como un alejamiento de los cánones
normales del pago, lo que justificaría su ubicación dentro del libro VI. Con el
fin de homologar la sistematización del derecho material con el derecho
formal consideramos que hubiese sido conveniente ubicar la figura del pago
indebido dentro de las fuentes de obligaciones y tratar a continuación la
gestión de negocios y el enriquecimiento sin causa. En lo que respecta a la ley
aplicable al pago indebido habrá que distinguir como lo hicimos en el caso de
la figura del enriquecimiento sin causa, el pago indebido que tuvo origen en
una relación jurídica previa de aquel otro en que la transferencia del valor
patrimonial se produjo sin que existiera ninguna relación jurídica subyacente.
En la primera hipótesis, la ley aplicable será la que rige la relación
obligacional preexistente, mientras que en la segunda se aplicara la ley del
lugar en que se efectuó el pago. La solución del art. 2098 solo se aplica
subsidiariamente con el fin de no dejar sin sentido las normas reguladoras de

17
las instituciones patrimoniales, que, si bien se basan en el pago indebido, son
objeto de una regulación en otras normas específicas.

5. Sectores regulados por normas de conflicto convencionales

La norma de conflicto multilateral ha contribuido al proceso de fraccionamiento


y especialización de los ilícitos civiles. Este ha sido el caso de los dos Convenios
de la Haya, el primero sobre la responsabilidad por accidente de circulación por
carretera (4 de mayo de 1971) y el segundo sobre responsabilidad por daños de
productos (2 de octubre de 1973). Desde 1992 se viene preparando, en el seno de
la Conferencia de Derecho internacional Privado de La Haya, un nuevo convenio
sobre la responsabilidad por daños causados al medio ambiente.

5.1. Accidentes de circulación por carretera


El Convenio de la Haya de 197 tiene, respecto de su ámbito material, un
carácter erga omnes, vale decir, se aplica aun en los casos en que los sujetos
involucrados en el caso sublitis pertenezcan a países que no han ratificado la
Convención (art. 11)
Este Convenio no resuelve todos los problemas de conflicto que se presentan
en la circulación por carretera. Las excepciones a su aplicación están
contenidas en el artículo 2. Este excluye la responsabilidad de fabricantes,
vendedores y reparadores de vehículos; del propietario de la vida de
circulación: o de cualquier otra persona encargada de asegurar el
mantenimiento de la vía o la seguridad de los usuarios. Asimismo, tampoco
se aplica a la responsabilidad surgida por acciones de terceros, excepto la del
propietario del vehículo o la del comitente; a las reclamaciones entre personas
responsables; a las reclamaciones y subrogaciones relativas a compañías de
seguros; a las acciones y reclamaciones ejercitadas por o contra los
organismos de seguridad social, seguros sociales o instituciones análogas, y
los fondos públicos de seguridad automovilística. Finalmente, tampoco
incluye los casos de exclusión de responsabilidad previstos por las normas que
regulan estos organismos.

18
La ley aplicable a los dalos sufridos por las personas será la del Estado en que
haya ocurrido el accidente (art. 3). No obstante, a tenor del art. 4, la ley interna
del Estado en que el vehículo matriculado será aplicable en los siguientes
casos:
- Cuando el accidente intervenga un solo vehículo matriculado en un
Estado distinto de aquel en cuyo territorio haya ocurrido el accidente
para determinar la responsabilidad respecto del conductor, del
poseedor, del propietario o de cualquier otra persona que tena un
derecho sobre el vehículo, independientemente de su lugar de
residencia habitual; también respecto de una víctima que viajaba como
pasajero, si tenía la residencia en un Estado distinto de aquel en cuyo
territorio haya ocurrido el accidente, y de la víctima que se encontraba
en el lugar del accidente fuera del vehículo, si tenía su residencia
habitual en el Estado en que dicho vehículo estuviese matriculado (en
caso de ser varias víctimas, la ley aplicable se determina por separado
respecto a cada una de ellas).
- Cuando estuvieran implicados varios vehículos en el accidente, lo
dispuesto en el apartado (a) solo será de aplicación si todos los
vehículos estuvieran matriculados en el mismo Estado.
- Cuando estuvieren implicadas en el accidente una o más personas que
se encontraren fuera del o de los vehículos en el lugar del accidente, lo
dispuesto en los apartados (a) y (b) solo será de aplicación si todas las
personas tuvieren su residencia habitual en el Estado en el cual el o los
vehículos estuvieren matriculados, (lo mismo procederá incluso
cuando esas personas fueran también víctimas del accidente).

En el caso de los vehículos no matriculados o de los matriculados en varios


Estados, la ley interna del Estado donde estén habitualmente estacionados
sustituirá a la del Estado de matrícula. La misma regla se aplica cuando ni
el propietario, ni el poseedor, ni el conductor del vehículo tuvieren, en el
momento de ocurrir el accidente, su residencia habitual en el Estado donde
estuviere matriculado el vehículo (art. 6).

La ley aplicable a la responsabilidad respecto del pasajero regirá también


la responsabilidad por los daños producidos en los bienes transportados

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por el vehículo que pertenezcan al pasajero o hayan sido confiados a su
cuidado (art. 5). Empero, la ley aplicable a la responsabilidad respecto del
propietario del vehículo regirá la responsabilidad por los daños producidos
en bienes transportados por el vehículo, distintos de los previstos en el
párrafo precedente.

De igual modo se razona que la ley aplicable a la responsabilidad por los


daños producidos en los bienes que se encontrasen fuera del o de los
vehículos será la ley del Estado en curo territorio hubiese ocurrido el
accidente. Sin embargo, la responsabilidad por los daños en los efectos
personales de la víctima que se encontrare fuera del o de los vehículos se
regirá por la ley interna del Estado en el cual el o los vehículos estén
matriculados cuando dicha ley sea aplicable a la responsabilidad respecto
de la víctima en virtud del art. 4.

En lo que respecta al dominio de la ley aplicable, este es amplio y caen


bajo su órbita:

- Las condiciones y el alcance de la responsabilidad


- Las causas de exoneración
- La existencia y la índole de los daños indemnizables
- Las modalidades y la cuantía de la indemnización
- La transmisibilidad del derecho a indemnizar
- Las personas que tengan derecho a indemnización
- La responsabilidad del comitente por causa de su encargado
- Las prescripciones y caducidades por expiración de un plazo (art.
8)

Las normas del Convenio son complejas y su redacción, farragosa, contiene,


además, una serie de excepciones al principio de la aplicación de la ley del lugar
del accidente, aun cuando del conjunto de las circunstancias se desprende una
mayor vinculación con el Estado de matrícula del Vehículo. Ello se determina,
como ya lo hemos visto, por los vínculos con el vehículo de las personas
implicadas.

20
5.2. Daños derivados de productos
El Convenio de la Haya de 1973 sobre esta materia tiene valor erga omnes y
se aplica cualquiera que sea la jurisdicción o la autoridad que haya de conocer
el litigio (art. 11). El ámbito material del Convenio está definido en los
artículos 1 y 3. El artículo 1, párrafo 2, contiene una norma referida al deslinde
de la responsabilidad contractual y extra contractual en los casos en que el
autor (o responsable) del daño y su víctima estén ligados por un vínculo
contractual. De acuerdo con esta disposición, “cuando hubiere sido transferida
la propiedad o el disfrute de un producto a la persona que sufre el daño por
aquella a quien se imputa la responsabilidad no se aplicara el Convenio a las
relaciones entre las mismas”. Por ello, la responsabilidad quedara regida por
la ley del contrato y se evitarían, así, los problemas de calificación de los
conceptos de responsabilidad extra contractual y contractual, al optarse a favor
de esta última.
Sin embargo, como observa Amoros Conradi esta solución presenta
limitaciones en el sentido de que dicha norma se aplica a la relación
contractual imputado – dañado, mientras que las hipótesis pueden ser más
complejas. Así señala, por ejemplo, el caso del consumidor final de un
producto adquirido en un determinado comercio. Al producirse el supuesto de
responsabilidad, reclama tanto al distribuidor comercial a quien adquirió el
bien (art. 3.1). según el artículo 1 párrafo 2, la responsabilidad del distribuidor
vendría regida por la ley aplicable al contrato de compraventa, mientras que
la del fabricante habría que determinarla según la ley designada por el
Convenio.
Para los efectos del Convenio, los artículos 2 y 3 definen lo que hay que
entender por “producto” y “persona”, así como los supuestos de
responsabilidad que se prevén (de fabricantes, proveedores, distribuidores,
agentes y empleados).
Nos dice Zabalo que la determinación de las conexiones elegidas para declarar
el derecho aplicable a un supuesto de responsabilidad por productos debe estar
en función de la delimitación de la categoría jurídica y de los intereses dignos
de protección (los de la víctima y los del fabricante, que va a responder por
razón del riesgo creado y de los perjuicios irrogados).

21
En el Convenio de La Haya, dicha determinación se orienta a través de los
intereses materiales que subyacen en este tipo de responsabilidad. Una vez
seleccionados los criterios de localización más adecuados, estos apuntaran el
derecho aplicable mediante la técnica de agrupación de puntos de contacto,
que a su vez será objeto de algunos criterios correctos que presentan un
contenido material. La solución se contempla con la incidencia de las normas
de seguridad del lugar donde el producto se ha introducido en el mercado.
En lo que respecta a la ley aplicable, el art. 4 del Convenio establece la del
lugar donde el daño ha tenido lugar:

La legislación aplicable será el derecho interno del Estado en cuyo territorio


se haya producido el daño, en el caso de que dicho Estado sea también:

- El Estado de residencia habitual de la persona directamente


perjudicada
- El Estado en que se encuentre el establecimiento principal de la
persona a quien se le imputa la responsabilidad.
- El Estado en cuyo territorio el producto ha sido adquirido por la
persona directamente perjudicada.

Con esta disposición, la ley local deja de ser relevante y única, ya que el lugar del
hecho perjudicial puede ser fortuito.

El art. 5 añade que se aplicara el derecho del Estado de residencia habitual de la


persona directamente perjudicada en el caso de que dicho Estado sea también:

- El Estado en que se encuentra el establecimiento principal de la


persona a quien se le imputa la responsabilidad.
- El Estado en cuyo territorio hubiese sido adquirido el producto por
la persona directamente perjudicada.

Nos dice Eslava que, en la aplicación de la doctrina de la agrupación de contactos,


los artículos 4 y 5 establecen un sistema de conexiones en el que la residencia de
una de las partes sirve para determinar el centro de gravedad de la situación
litigiosa. Por ello, esta se erige en condición de aplicación de la ley del litigio. El
Convenio establece, así, distintas normas de conflicto que funcionan

22
jerárquicamente de manera principal y, en su defecto, una agrupación subsidiaria
con la finalidad de obtener la ley más estrechamente vinculante.

El Convenio contiene una excepción que es la debida a la falta de previsibilidad.


A tenor de lo dispuesto en el art. 7 no son aplicables ni la legislación del Estado
en cuyo territorio se ha producido el daño, ni la legislación del Estado de la
residencia habitual de la persona directamente perjudicada, si la persona a quien
se le imputa la responsabilidad demuestra que no pudo prever razonablemente que
el producto o sus propios productos del mismo tipo habrían de comercializarse en
el Estado de que se trate.

El art. 6 del Convenio incorpora el favor leasi, que concede al perjudicado la


opción de que, en relación con el derecho, fundamente su reclamación. Para
Fallon, la idea de favor hacia la victima constituye uno de los valores del
contenido material de la regulación de la responsabilidad extra contractual, en
cuanto incorpora un objetivo de compensación del perjuicio sufrido.
Especialmente en el tema de la responsabilidad del fabricante, este elemento
ocupa un lugar destacado en cuanto el perjudicado es objeto del conjunto
normativo de protección a los consumidores.

Se trataría de trasponer al ámbito del conflicto de leyes la política inspiradora del


derecho material, que se basa fundamentalmente en la protección de los
destinatarios de bienes y servicios. En este sentido seria admirable que la víctima
optara entre las distintas leyes que se encuentren en relación con el perjuicio
sufrido y eligiera de entre ellas la que le brinde una mejor protección. En este
sentido, la ley federal de suiza de DIP de 1987, inspirada en el Convenio, establece
en su art. 135:

a) Responsabilidad por causa de productos:


Las pretensiones fundadas sobre un defecto o una descripción de un producto
se rigen a elección del lesionado:
- Por el derecho del Estado en que el autor tenga su establecimiento o, en
defecto de establecimiento, su residencia habitual
- Por el derecho del Estado en que el producto haya sido adquirido, salvo si
el autor prueba que el producto ha sido comercializado en ese Estado sin
su consentimiento.

23
Si las pretensiones fundadas sobre un defecto o una descripción defectuosa de
un producto se rigiesen por el derecho extranjero, no podrán acordarse en
Suiza otras indemnizaciones que las que serían concedidas por tal daño en
virtud del derecho suizo.

El Convenio de La Haya utiliza el favor leasi para aportar una solución subsidiaria
en el caso de que no se produzca la agrupación de conexiones previstas en los
artículos 4 y 5, que entran en juego en el caso de diversificación total de los
elementos de la relación jurídica en diferentes Estados. Se prevé como única
excepción a la exigencia de diversificación el supuesto de que la víctima hubiera
adquirido el producto en el lugar donde radica el establecimiento principal del
fabricante, ya que esta agrupación por si sola no se considera relevante en la
determinación del derecho aplicable.
La idea de favor en el ámbito conflictual se materializa en la forma de una opción
al perjudicado en relacion con derecho en el que se basa su reclamación. Asi, el
perjudicado podrá elegir entre la ley del lugar del daño y la del establecimiento
principal de la persona a quien se imputa la responsabilidad según el art. 6. La
elección se encuentra recortada por la incidencia de otro criterio material que
juega a favor del responsable y que consiste en la cláusula de previsibilidad.
La explicación de esta limitación se encuentra en la necesidad de partir del
reconocimiento de los intereses encontrados y de aportarles una garantía de
protección.
Si el consumidor representa un interés digno de protección, también el fabricante
necesita un margen de seguridad en el desempeño de su actividad económica, y el
hecho de que la ley aplicable, que en principio debe presenta una conexión real,
estrecha y efectiva con la relación jurídica, pueda quedar supeditada a la voluntad
unilateral de una potencial víctima no responde a ese interés de mercado, y ello
sin entrar aun en la problemática del seguro de responsabilidad, que corrobora la
necesidad de seguridad y certeza. Como ha señalado Batiffol en este tema como
en cualquier otro debe buscarse un equilibrio y considerar que la idea de favor
conlleva el riesgo de hacer perder la objetividad ligada a la idea de derecho.
En la regulación de la responsabilidad del fabricante inciden todas aquellas
disposiciones dictadas con el fin de garantizar la correcta elaboración,
comercialización y utilización de los productos en función de los intereses de los

24
consumidores. Estas reglas regulan, por tanto, el comportamiento de los agentes
económicos y se dirigen hacia la ordenación del mercado. El interés general que
persiguen justifica su aplicación como normas de carácter imperativo. Estas
normas deben ser observadas por el fabricante, pues los productos que introduzca
en el mercado tienen que conformarse a las mismas.
El artículo 9 del Convenio de La Haya de 1973 preve la aplicación de este tipo de
normas en cuanto inciden en el régimen jurídico del producto y repercuten en la
responsabilidad del fabricante. El problema que se plantea cuando se trata de un
problema de trafico externo, nos dice Zabalo, es el de determinar a qué
ordenamiento han de pertenecer las normas de seguridad que deben tomarse en
consideración. En principio, las del foro serian aplicadas como normas
imperativamente aplicables al trafico externo; pero también sería lógico tomar en
cuenta las pertenecientes a la ley aplicable a la responsabilidad según las
soluciones del Convenio, por la incidencia que puedan tener en el régimen jurídico
de la responsabilidad. Sin embargo, las normas de seguridad que tendrá en cuenta
el fabricante en la elaboración y comercialización del producto serán las del
Estado en cuyo mercado vaya a introducirlo. Estas últimas, en una aproximación
unilateralista, tendrán por si mismas vocación a aplicarse.
En lo que respecta al dominio de la ley aplicable, este se extiende a los requisitos
y a la extensión de la responsabilidad; a las causas de exención, así como a
cualquier limitación o participación de responsabilidad: a la índole de los daños
que puedan dar lugar a indemnización; a la transmisibilidad del derecho a la
indemnización; a las personas con derecho a indemnización por el daño que hayan
personalmente sufrido; a la responsabilidad del principal por hechos de sus
empleados: a la carga de la prueba en la medida en que las normas de legislación
aplicable al respecto pertenezcan al derecho de responsabilidad; y a las normas de
prescripción y de caducidad, fundamentadas en la expiración de un plazo,
comprendidos el inicio, la interrupción y la suspensión de los plazos (art. 8).

25
Conclusiones

Según el Art. 2097 del C.C la responsabilidad civil extracontractual se regula por la ley
del país donde se realice la principal actividad que origina el perjuicio.

La responsabilidad civil son producto de actos y hechos jurídicos, respecto de los cuales
no existe contrato o convenio entre las partes, que producen o causan un daño a una de
ellas.

En la actualidad, por lo que se refiere al derecho aplicable, se conservan los puntos de


contacto tradicionales. El viejo principio que vincula a los actos ilícitos con el derecho
del lugar en el que se realizan sigue siendo utilizado en la mayoría de los casos. A su lado
ocupa también un lugar de preferencia la aplicación del derecho del lugar en el que se
produce el daño.

En materia de responsabilidad civil, los tribunales que con mas frecuencia resultan
señalados por las leyes internas como competentes para conocer los conflictos que se
presentan en materia son los del domicilio, residencia habitual o establecimiento
permanente del demandado y los del domicilio del sujeto afectado por el daño.

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Bibliografía

Derecho internacional privado (conflictos de leyes, d. X. (2014). Responsabilidad


extracontractual. Obtenido de slideshare:
https://es.slideshare.net/vani1988/derecho-internacional-privado-conflictos-de-
leyesdenominacionlibro-x-en-el-c
Trigueros, L. (s.f.). La responsabilidad civil en el Derecho Internacional Privado.
Obtenido de UAM: https://www.azc.uam.mx/publicaciones/alegatos/pdfs/31/34-
11.pdf
César Delgado Barreto, Maria Antioneta Delgado Menéndez, César Lincoln Candela
Sánchez, Introducción al Derecho Internacional Privado, Tomo ll.

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Anexos

UN CASO DE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL EN EL DERECHO


INTERNACIONAL PRIVADO - Referencia al artículo 2097 del Código Civil del Perú (1984)

I.- Caso en concreto


Encontramos la siguiente noticia: “Al volcarse taxi Extranjeros quedan heridos. La pareja de
ciudadanos venezolanos Wiber Marco Gonzales y Aura Gonzales Albarrán resultó herida al
volcarse el taxi en el que iban a bordo, en Barranco. El hecho ocurrió a la altura de la cuadra 2
de la calle Bolognesi. El gerente de Seguridad Ciudadana del municipio, Abdul Miranda, explicó
que el taxi colisionó contra otro auto particular debido a que venía a excesiva velocidad y no
respetó la luz roja del semáforo. Tras el accidente personal de serenazgo, bomberos y efectivos
de la policía llegaron para auxiliar a la pareja, que fue trasladada al hospital Casimiro Ulloa de
Miraflores, donde permanecen en recuperación.” (Diario “el Popular”, página 4, Sección:
Actualidad, Lunes, 5 de agosto de 2013)
En resumen, tenemos que unos ciudadanos de Venezuela (extranjeros) han sufrido un accidente
en el Perú, por lo que surge la pregunta ¿cómo se aplican las normas desde el punto de vista del
Derecho Internacional Privado[1]?

II.- Institución jurídica a utilizarse


En principio es importante determinar qué tipo de responsabilidad se ha generado. La
responsabilidad que se ha generado en el presente caso es de carácter civil, y dentro de este tipo
es una responsabilidad civil extracontractual. Veamos el artículo 1969 del Código Civil (Perú)
que establece “Aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro está obligado a
indemnizarlo.” Ahora, al producirse el daño en un taxi, también es de aplicación lo dispuesto en
el artículo 1970 del Código Civil que indica “Aquel que mediante un bien riesgoso o peligroso,
o por el ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa, causa daño a otro, está obligado a
repararlo.”
En este sentido, la institución jurídica que se aplicará en el presente caso es la responsabilidad
civil extracontractual, por lo que es necesario verificar como se regula en el Derecho Internacional
Privado la responsabilidad extracontractual.

III.- La norma positiva aplicable del Derecho Internacional Privado


El Artículo 2097 del Código Civil establece que “La responsabilidad extracontractual se regula
por la ley del país donde se realice la principal actividad que origina el perjuicio. En caso de
responsabilidad por omisión, es aplicable la ley del lugar donde el presunto responsable debió
haber actuado. Si la ley del lugar donde se produjo el perjuicio considera responsable al agente,
pero no la ley del lugar donde se produjo la actividad u omisión que provocó el perjuicio, es
aplicable la primera ley, si el agente debió prever la producción del daño en dicho lugar, como
consecuencia de su acto u omisión.”

IV.- Aplicación al caso concreto


En principio, tenemos que el perjuicio ocasionado a los ciudadanos extranjeros se produjo por
acción y no por omisión. Si estos ciudadanos venezolanos deciden demandar una indemnización
por daños y perjuicios, deben de tener en cuenta que la responsabilidad extracontractual generada
se regula la ley del país donde se realizó la principal actividad que origina el perjuicio, ¿cuál es
la principal actividad que genera el perjuicio en el presente caso?, pues, es la excesiva velocidad
con la que se manejaba el taxi que ocupaban los extranjeros. En este sentido, para el caso de la
responsabilidad extracontractual que pudieran demandar los extranjeros será de aplicación la ley
del Perú, por ser este el país donde se generó la actividad principal que produjo el perjuicio.
(Comentario hecho por José María Pacori Cari)

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