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Los antecedentes más remotos del coaching nos llevan inevitablemente hasta Sócrates.
Esta disciplina como muchas otras artes y ciencias occidentales tiene sus orígenes
primigenios en la sistematización del conocimiento desarrollada por los filósofos griegos.
De esta forma lo que hoy conocemos como coaching encuentra sus raíces en el arte
de la mayéutica de Sócrates en las estructuras de los diálogos de Platón y en la teoría
teleológica de Aristóteles.
La versión moderna de esta disciplina sólo ha adquirido identidad propia en las últimas
tres décadas. La profesión del coaching no fue creada deliberadamente por ningún ser
humano particular o grupo concreto sino que su surgimiento ha sido espontáneo y
evolutivo y se encuentra aún en fases de desarrollo y definición. Esta realidad resulta
evidente cuando reconocemos que existen al menos tres Iíneas o escuelas de coaching
consolidadas, que surgieron y se desarrollaron simultáneamente en distintas partes del
globo.
La primera línea, que denominamos Coaching Norteamericano tuvo al estadounidense
Thomas Leonard como máximo exponente. Leonard, fundador de las dos asociaciones
internacionales más importantes (International Coach Federation e International
Association of coaching, además de Coach University y CoachVille entre otros) propone
un
método eminentemente pragmático.
La segunda línea, que denominamos Coaching Sudamericano es conocida como el
Coaching Ontológico y tuvo como principales exponentes a los chilenos Rafael
Echeverría y Julio Olalla. Esta línea deriva de la obra Ontología de\ \lenguaje de
Echeverría
quien interpreta y sistematiza los ensayos e investigaciones de Fernando Flores sobre el
diseño ontológico (fundamentados principalmente en Martin Heidegger, Martin Buber,
Ludwig Wittgenstein y J.L. Austin entre otros). Esta escuela tiene una base, por tanto
eminentemente filosófica.
La línea del Coaching Europeo si bien fue creada por el norteamericano Timothy Gallwey
con su teoría de "El juego interior" tiene como principal exponente aI inglés Sir John
Whitmore. Esta escuela recibió sus principales influencias de la fenomenología
la psicología humanista y la psicosíntesis, por lo que su base es eminentemente
humanística.
Aunque las bases y desarrollo de cada línea o escuela tiene sus orígenes primigenios
en distintos momentos de la historia es notable cómo surgen en distintas partes del
globo a mediados de los años 90 en forma paralela y "aislada". Sólo a modo de ejemplo,
la International Coach Federation fue fundada en 1994 por Thomas Leonard en los
Estados Unidos. Ese mismo año, en Sudamérica se publicó Ontología del lenguaje de
Rafael Echeverría. Un año después en Inglaterra fue publicado Coaching for
Performance, de John Whitmore. Así estas diferencias entre las bases filosóficas
ideológicas y/o
teóricas de las corrientes explican la situación caótica ejemplificada en la introducci6n
a este capítulo.
Existe un principio fundamental dentro de la disciplina del buen coaching. Este principio
puede sintetizarse con una de las expresiones más utilizadas a la hora de definir qué es el
coaching: "el coach no te dice lo que tienes que hacer". Este es el principio que guía todo
el proceso, que podríamos denominar como no-directivo.
Por ello, el buen coaching está basado en el principio metodológico denominado CAR
(Conciencia, Autocreencia y Responsabilidad). La Conciencia (el darnos cuenta de) nos
permite obtener el suficiente conocimiento práctico para clarificar nuestros fines y me-
dios a utilizar. La Autocreencia nos otorga el valor para creer que podemos conseguir-
lo. Finalmente, la Responsabilidad nos concede la voluntad, perseverancia y coherencia
para lograrlo.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que dado que el coaching trabaja las
áreas de reflexión y acción de los individuos, éste se acopla directa y naturalmente a
las unidades de análisis típicas del Comportamiento Organizacional (CO). Sin
embargo, el propio proceso de coaching sin alterar su esencia se adapta a los
distintos contextos. Por lo tanto aunque la base fundamental siguen siendo las
sesiones de reflexión-acción, la dinámica se va haciendo más compleja duradera
y costosa (en tiempo, dinero y energía). Así, una vez que se ha determinado el tipo
y área en el que la organización cree que puede necesitar coaching, debe determinar
la situación en la que se encuentra el individuo, equipo, o empresa en relación a la
solución-ayuda que esté persiguiendo.
Esta situación puede determinarse bajo los parámetros de nivel de creatividad y nivel
de urgencia representados en el siguiente gráfico. De la convergencia de estos
parámetros obtenemos cuatro cuadrantes que representan las situaciones y mejores
opciones de intervención para la empresa. Así, para determinar si es conveniente
contratar un coach para alcanzar cierto objetivo, la empresa debe plantearse dos
interrogantes: ¿cuáI es el nivel de creatividad que se requiere para alcanzar la meta?
¿CuáI es el nivel de urgencia para lograr el objetivo?
ALTA
COACHING MENTORING
(NO DIRECTIVO)
C
Creatividad alta
R Creatividad alta
E Urgencia baja
A Urgencia baja
T
I
V FORMACIÓN CONSULTORIA
I TRADICIONAL (DIRECTIVO)
D
A Creatividad baja Creatividad baja
D
Urgencia baja Urgencia alta
Situación de baja creatividad y baja urgencia: Los objetivos que no requieren alta
creatividad son aquellos que buscan información, conocimientos o experiencias concretas
(principalmente técnicas) para luego ser aplicados sin necesidad de personalización.
Los objetivos de baja urgencia son aquellos en los que no existe una necesidad inmediata
de hallar una solución.
En estas situaciones, la formación tradicional en cursos de 15 o 20 alumnos puede ser
una buena opción para que los trabajadores se actualicen, despejen dudas y reciban
conocimientos específicos. En estos casos el coaching no es recomendable, dado que
no es la función del coach ofrecer conocimientos o experiencias a un alumno o aprendiz.
El coaching es una sociedad de pares. No hay una relación vertical de maestro-alumno,
sino más bien horizontal, que busca, a través del propio proceso, el descubrimiento
creativo de soluciones personalizadas que la formación tradicional no puede ofrecer.
Al final del apartado anterior hemos incorporado un nuevo elemento: la posibilidad de que el
coach sea un empleado de la compañía (coach interno) o un especialista contratado
especialmente para la tarea (coach externo).
La polémica de si resulta más favorable la contratación de un coach interno o externo
queda subsanada si se entiende y aplica el proceso y la alianza de coaching tal como la
hemos descrito. Independientemente de la procedencia del coach éste siempre debe
estructurar el proceso bajo la alianza tripartita.
La idea de un coach interno, y por tanto asalariado de la empresa que guarde información
confidencial de sus clientes, no suele ser del agrado de muchos directivos Que no reconocen
que los valores de sus empleados deberían ser parte fundamental de
los intereses corporativos para conseguir desempeños extraordinarios. En general, las
empresas gobernadas por estos directivos desisten de aplicar coaching organizacional.
En su lugar intentan frustradamente procesos que dicen Ilamar coaching aunque, en
realidad, se basan en herramientas de gestión, como la dirección por objetivos, consultoría
de procesos, Feedback 360 o "estudios sistémicos" que poco tienen que ver con el
proceso de buen coaching.
LAS COMPETENCIAS BASICAS DE UN COACH
Eligiendo un coach
El área de especialidad del coach. Los coaches suelen tener diferentes áreas de
especialidad. Algunos son expertos en coaching ejecutivo (es decir, orientados a altos y
medios directivos) otros son especialistas en coaching de equipos (es decir, centrados en
grupos de trabajo) y otros expertos en coaching organizacional (es decir, coaches que
asisten a todos los niveles organizacionales pero normalmente enfocados en estrategias,
planificaciones, reestructuraciones, etc.). ¿Cuál es el área de especialidad del coach que
pretendemos contratar? ¿Responde esta especialidad a sus necesidades?
La cultura y estilo del coach. El coaching, como cualquier asociación humana, requiere
de una buena sintonía o empatía. Tanto la cultura o idiosincrasia del coach, coma su estilo
(escuela o línea de coaching) pueden potenciar o mermar el proceso de coaching
en función de cómo sea percibido por su cliente. ¿Es la idiosincrasia del coach un
inconveniente para mi? ¿Me agrada su estilo?
Como ocurre en todas las profesiones, finalmente, lo verdaderamente importante para
escoger un buen coach radica en la propia habilidad o capacidad de este para adaptarse
al cliente, crear aquel contexto idóneo para la relación de coaching y ejercer eficientemente
sus competencias específicas de coaching.