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Exp. N° 00421-2010-0-0601-JP-PE-04
SENTENCIA
Habiéndose estudiado los documentos que componen este Expediente Penal Nº 421-
2010-0-0601-JP-PE-04, seguido contra Manuel Pedro Marchena Huamán por la
probable comisión de faltas contra la persona, en su modalidad de lesiones dolosas en
agravio de Elver Manuel Quispe Chávez, y realizada el día de hoy la audiencia
señalada con antelación, según los términos que contiene el acta de la página 65 del
expediente, acto en el que se escuchó el alegato oral del abogado del procesado, ha
llegado el momento de emitir sentencia, de conformidad con el artículo 484 inciso 6 del
Código Procesal Penal; y es la que se expide en los siguientes términos:
El denunciante, Elver Manuel Quispe Chávez, sostiene que a las 4:00 p.m. del 7 de
junio de 2010 se dirigió al Colegio Julio Ramón Ri-beyro para recoger a su hermana
Rosa Milagros Quispe Chávez, ya que había ido a entrenar voleibol. Al llegar vio que
su hermana y otras menores aún estaban practicando, por lo que se sentó a esperar
que termine. Luego le acompañó una compañera de su hermana, de nombre María
Meléndez Rodríguez y al pasar quince minutos, vio a un señor en estado etílico que le
jaló los cabellos a un niño, le quitó su bicicleta y lo botó al piso. Al ver esto, le preguntó
a María Meléndez Rodríguez quién era ese señor, obteniendo por respuesta que era el
guardián del colegio.
Luego, el señor Manuel Pedro Marchena Huamán, guardián del Colegio Julio Ramón
Ribeyro, se aproximó al denunciante Elver Manuel Quispe Chávez, preguntándole por
qué estaba allí, insultándole, pateándole tres veces e insultando a las menores que
estaban allí. Luego les arrojó piedras y Elver Manuel Quispe Chávez lo cogió para que
no continuara agrediendo a esas personas.
En la versión del procesado, Manuel Pedro Marchena Huamán acepta que el día 7 de
junio de 2010 estuvo frente al Colegio Julio Ramón Ribeyro tomando cerveza y que a
eso de las 5:00 p.m. vio cuatro parejas de jóvenes en el colegio, sin que eso esté
permitido, pues ni el Director ni los padres de familia lo habían autorizado. Es así que
se aproxima a los muchachos y les pregunta qué hacen allí, pidiéndoles a viva voz que
se retiren, pero los chicos se pusieron insolentes y le decían que el colegio era de ellos
y que él no era nadie para botarlos. Niega haber agredido a Elver Manuel Quispe
Chávez y asegura que las alumnas del colegio fueron las que llamaron a la Policía.
El denunciante Elver Manuel Quispe Chávez ha dicho (acta de la página 11) que el
procesado sí le agredió, pues le pateó tres veces y cuando lo cogió para que no siga
arrojando piedras a las estudiantes que jugaban voleibol, alcanzó a lesionarle con una
piedra. No precisa en qué zona corporal fue pateado o lesionado con la piedra.
También se cuenta con las declaraciones de dos menores que presenciaron los
hechos. Así, Rosa Milagros Quispe Chávez (página 13), hermana del denunciante,
refiere que vio al procesado cuando pateó tres veces a su hermano, que les arrojó
piedras, les insultó y que su hermano lo cogió por los brazos para evitar que continuara
agrediéndolas, hasta que llegó la Policía. No precisa en qué zona corporal fue
agredido su hermano ni concuerda con la versión del denunciante en que fue
lesionado finalmente con una piedra.
Por su parte, María Felícitas Meléndez Rodríguez refiere (página 15) que vio cuando el
procesado Manuel Pedro Marchena Huamán pateó al denunciante Elver Manuel
Quispe Chávez, que las insultó y lanzó piedras, una de ellas dirigida al denunciante.
Sétimo.- El Código Penal tiene como bases de punibilidad sancionar delitos y faltas,
esto es, comportamientos antijurídicos, dolosos o culposos (cuando tal modalidad esté
expresamente reconocida), que realizados por comisión u omisión, tienen asignados
una sanción penal con anticipación a su realización.
Para esto, este Juzgado tiene en cuenta que en este caso se presenta un supuesto de
actio libera in causa culposa que precede a la acción típica de la lesión dolosa. En tal
sentido, es necesario explicar cómo es que este estado previo a la acción determina la
imputabilidad. Hurtado Pozo (Manual de Derecho Penal. Edilli, Lima, 1987) sostiene
que:
Noveno.- Este Juzgador estima que en este caso no es posible vincular la conducta
imprudente (por inobservancia de los deberes del cargo de guardia del Colegio Julio
Ramón Ribeyro) del procesado Manuel Pedro Marchena Huamán, consistente en
ingerir cerveza hasta el punto de registrar 1.75 gramos de alcohol por litro de sangre
como un acto libre, orientado a la autopuesta en un estado de inimputabilidad
restringida para agredir a las personas que se encuentren en el local del colegio.
El estado de previa ebriedad absoluta del procesado Manuel Pedro Marchena Huamán
le torna en inimputable respecto a su conducta posterior, que no califica entonces
como un acto libremente determinado, asimilado con anticipación como un
comportamiento válido. Esto es, la ebriedad ha eliminado la capacidad de acción
jurídico-penal del procesado, de modo que no es posible admitir que dolosamente se
autodeterminó a comportarse en forma violenta y eventualmente lesionar a una
persona o específicamente al denunciante Elver Manuel Quispe Chávez. En
consecuencia, no es posible atribuirle objetivamente responsabilidad penal por el
hecho lesivo, causalmente relacionado con su conducta violenta. Hacerlo comportaría
inobservar la garantía político-criminal del principio de culpabilidad, esto es, la
atribución válida del resultado al sujeto que actúa libre y consciente.
Este Juzgador estima que el juicio de culpabilidad positivo implica apreciar a un sujeto
que realiza una acción típica y antijurídica que ha querido, voluntariamente, incorporar
como propia y por la cual acepta, con anticipación, que el sistema le reprochará su
conducta. Si la voluntad ha sido generada por una situación condicionante de tal
entidad que elimina la libertad, principio ínsito a la condición humana, no es posible
aproximarnos a la equidad del sistema penal a través de la pena.
COMENTARIO
I. ANTECEDENTES
1. En el presente caso estamos ante un proceso por faltas contra la persona (lesiones
dolosas) incoado contra Manuel Pedro Marchena Huamán, en agravio de Elver Manuel
Quispe Chávez, en el que finalmente se absuelve al procesado por falta de
imputabilidad al momento de ocurrir el hecho, originado ello, a decir del juzgador, por
una ebriedad absoluta, invocando para tal efecto la actio libera in causa culposa
(fundamento 8).
3. Por otro lado, de lo expresado en los artículos VII del Título Preliminar y 11 del
Código Penal se colige la exigencia de una vinculación personal del sujeto con el
hecho, sea una acción u omisión dolosa o culposa, requiriéndose la responsabilidad
personal del autor. Se verifica así la incompatibilidad del sistema penal peruano con la
responsabilidad objetiva o cualquier otra distinta a la responsabilidad por el hecho.
12. La embriaguez aguda se denomina así, según Agudelo Betancur(6), para dar a
entender que se trata de un episodio más o menos breve, distinguiéndose de la
intoxicación crónica, que depende de la ingesta etílica reiterada y prolongada. También
se le conoce como embriaguez “normal”. Según el citado autor(7), se estima que la
embriaguez común ordinaria se caracteriza por tres grados diferentes: periodo de
excitación (en el que predomina el estado eufórico, con exuberancia de alegría y
jocosidad); periodo de depresión (caracterizado por una especie de ataxia física e
intelectual, depresión, tristeza, decaimiento, temblor y titubeo, expresión lenta, difusa,
e ideas confusas); y periodo de sueño o comatoso (que sigue a la depresión y que se
manifiesta por un sueño largo y profundo acompañado de sudores profusos y el coma,
es decir, cuando el alcohol ha dominado al individuo completamente).
15. Existen supuestos de delitos comisivos y omisivos en los que resulta difícil ubicar la
ALIC dolosa e imprudente. Así, para considerarse una ALIC, ¿esta debe concurrir al
momento en que el agente provoca su estado defectuoso (T1) o al momento en que,
ya en dicho estado, comete el ilícito (T2)?
16. Creemos que al igual que sucede con el dolo y la imprudencia, uno de los
principales defectos en el estudio de la ALIC es considerar como hechos separados y
sin conexión T1 y T2. Por ejemplo, para Joshi Jubert(9), en determinados casos puede
haber comisión u omisión en T1, sucediendo algo similar en T2. Así, para dicha
autora(10) en la ALIC comisiva dolosa debe concurrir un triple dolo: uno para la
provocación de la situación defectuosa, otro destinado a realizar la acción en estado
defectuoso, y, finalmente, un tercero en el estado defectuoso. De manera similar debe
concurrir una triple imprudencia.
17. Sin embargo, no parece del todo correcto hablar, por ejemplo, de una omisión en
T1 cuando en realidad aún no se ha puesto en peligro el bien jurídico, o de una
comisión y omisión en T1 y T2, respectivamente, cuando en el primer momento lo
único que acaece es la provocación de un estado defectuoso sin lesión o puesta en
peligro de ningún bien jurídico. Tampoco parece razonable considerar dolo el solo
hecho de provocar el estado defectuoso, teniendo en cuenta que el dolo es entendido
por la doctrina mayoritaria y tradicional como conocer y querer los elementos del tipo
(si bien existen posiciones como la de Jakobs, que postula que el dolo se agota solo
con el conocimiento de la realización del tipo(11)).
A. Comisión
18. Se habla de una ALIC comisiva cuando el agente, habiendo provocado (nótese que
“provocar” es diferente a dolo) intencionalmente o no el estado defectuoso, comete en
dicho estado una infracción penal, pudiendo ser esta dolosa o imprudente, según el
agente haya querido o podido prever el resultado. Ejemplos:
Dolosa
Imprudente
B. Omisión
21. Sin embargo, esta modalidad, en comparación con la comisión antes vista, plantea
más dificultad en orden a su calificación comisiva u omisiva, pues, como señala Silva
Sánchez(12): “su peculiaridad radica en que en ellas se intercalan aspectos
aparentemente comisivos con otros omisivos, debiendo decidirse cuál de ellos
prevalece”.
22. La doctrina discute mucho dos grupos de casos: la omissio libera in causa (OLIC) y
la actio libera in causa in omittendo (ALICIO); y dentro de la primera particularmente la
omissio libera in causa in agendo, y la omissio libera in causa in omittendo.
B.1. Omissio libera in causa
(3) El guardagujas quiere que dos trenes choquen con la finalidad de que muera su
enemigo que viaja en uno de ellos. A tal efecto, bebe licor hasta perder la capacidad de
acción, ocasionando el choque de los trenes y la muerte de su enemigo.
(4) El guardagujas bebe “unas cuantas cervezas” para festejar su cumpleaños; sin
embargo, llega a perder la capacidad de acción y omite hacer el cambio de las vías de
los trenes, ocasionando con ello su colisión.
24. La doctrina del modelo del injusto (mayoritaria) se muestra a favor de castigar solo
a los que estaban en posición de garante(13), considerando estos casos como
verdaderas situaciones de comisión por omisión. Sin embargo, ello es muy discutido,
pues de asumirse el modelo de la excepción y considerar que en T2 se da in actu una
omisión, no se puede afirmar que en ese momento el sujeto no tenía la capacidad para
realizar la acción esperada.
26. De otro lado, se critica al modelo del injusto porque encuentra dificultades en la
fundamentación de la primera parte, como la extensión del deber de actuar a un
momento muy anterior a aquel en que en una primera impresión se estima que debe
concurrir, esto es, a un momento en que todavía no ha comenzado la situación de
peligro para el bien jurídico(14).Asimismo, se tendría que castigar por el resultado a
todos los sujetos, prescindiendo de la posición de garante(15).
27. Sin entrar a discutir más sobre tan controvertido tema, nos inclinamos por una
solución que, para este tipo de casos, tenga en cuenta ya en la primera fase la
presencia del peligro necesario que exigiría la tentativa en los delitos de omisión, lo
que implicaría entender que se infringe el deber de realizar una determinada acción.
Debe quedar claro que la solución planteada por los defensores del modelo de la
excepción resulta insatisfactoria, pues si se imputa la no realización de la acción
indicada en el momento en que debía realizarse, se imputa en realidad una omisión
que el sujeto no era ya capaz de evitar, por lo tanto, como señala Joshi Jubert(16), no
sería una omisión jurídico-penalmente relevante.
29. En los supuestos propuestos: el (3) corresponderá a una comisión por omisión
dolosa, mientras que el (4), a una comisión por omisión imprudente.
(5) El guardagujas quiere que dos trenes choquen, con la finalidad de que muera su
enemigo que viaja en uno de ellos. Para ello y sabiendo que los vapores de la estufa
de su caseta le hacen dormir, deliberadamente no hace nada para apagarla,
quedándose dormido sin hacer los cambios debidos, ocasionando con ello el choque
de los trenes y la muerte de su enemigo.
(6) El guardagujas sabe que los vapores de la estufa de su caseta le pueden hacer
dormir, sin embargo, confía de que ello no sucederá, ocurriendo sin embargo todo lo
contrario, al quedarse dormido de un momento a otro, ocasionando con ello el choque
de los trenes y la muerte de varias personas.
30. Esta figura, como señala Silva Sánchez(18), “se da en cierto modo a la inversa de
la omissio libera in causa, pues se trata de un hecho delictivo cometido en ausencia de
acción o de imputabilidad. Lo que ocurre es que, habiendo podido impedir tal ausencia
de acción o de imputabilidad, no lo ha hecho”.
(8) A, que es consumidor de drogas, sabe que aproximadamente cada dos días,
cuando sufre el síndrome de abstinencia, le da por robar a las personas que pasan por
un pasaje. Al cabo de los dos días, cuando realmente concurre en el síndrome de
abstinencia, acude al pasaje, donde bajo dicho estado roba a una persona.
(10) La madre, que sabe que tiene un sueño agitado, duerme (omisión) con su hijo
pequeño, y como era previsible lo asfixia durante el sueño (acción).
32. Hemos señalado que, en general, en la ALIC es el propio agente quien provoca la
situación defectuosa, en cuyo estado se concreta un resultado ya sea doloso o
imprudente. Esto no ocurre precisamente en los casos citados, pues el agente no
provoca activamente la situación defectuosa; a lo sumo se estima que si la situación
defectuosa era previsible se podría aplicar la ALIC imprudente, mas no la dolosa.
34. En tales casos, optar por aplicar las reglas de la ALIC tiene como principal
inconveniente definir si el hecho es comisivo u omisivo. Pues si se considera comisivo
debe precisarse el motivo por el cual se sanciona al agente que en el momento de
poner en peligro el bien jurídico es inimputable o no tiene capacidad de acción; y si se
considera omisivo se debe sustentar que la no evitación precedente infringe el
mandato que posteriormente dará lugar a la lesión de un bien jurídico por vía activa.
Joshi Jubert(20) señala que la motivación de la norma solo puede dirigirse en el
momento precedente, es decir, el hecho sería una omisión. Sin embargo, ello no
explica de modo suficiente cómo se debe solucionar dogmáticamente supuestos como
el Nº 8, en el que el agente en estado de inimputabilidad sobreviviente comete un robo,
ya que este supuesto no puede ser considerado una omisión.
35. La solución que plantea Silva Sánchez(21) tampoco es satisfactoria. Dicho autor
señala que la solución sería comisiva, pero que en términos político-criminales la
solución es la omisión, aun cuando tal solución conduce a resultados insatisfactorios
desde el momento en que muchos de los delitos cometidos en la segunda fase –acto
posterior– no son susceptibles de ser cometidos por omisión o por imprudencia (así
delitos de propia mano, de medios determinados, de exclusiva comisión dolosa, etc.).
36. Silva Sánchez se inclina en estos casos por una solución bajo el modelo de la
excepción. Respecto a las objeciones relativas a la vulneración de los principios de
legalidad, coincidencia o culpabilidad, estima que pueden ser respondidas desde una
interpretación teleológica y un concepto normativista de las eximentes. Además, objeta
al modelo del injusto por no poder fundamentar la responsabilidad omisiva del sujeto
que, pudiendo, no evita la realización de hechos activos de lesión de bienes jurídicos
en ausencia de acción o inimputabilidad.
37. Ciertamente, optar en estos casos por el modelo del injusto o por el modelo de la
excepción conduce a diferentes soluciones, pues el primero entiende que la imputación
debe hacerse sobre la omisión precedente, mientras que el segundo hace dicha
imputación sobre la acción.
38. En suma, estimamos que estos supuestos no pueden ser considerados dentro de
la ALIC, por no haber sido provocados activamente por el propio agente. A lo sumo,
podría aplicarse la ALIC en su forma imprudente, y solo a los casos de provocación de
la propia incapacidad de acción.
Esta postura es recogida, incluso, por la jurisprudencia española. Así, en la STS del 14
de abril de 1993 (573/1992), entre otros argumentos, se expresa: “Desde la
perspectiva del llamado modelo de la acción típica, por lo tanto, resulta claro que la
ALIC presupone que el autor haya causado su propio estado de incapacidad, pues
precisamente en ello se basa la posibilidad de considerar la acción previa, que elimina
la capacidad, como adecuada al tipo del delito consumado en estado de
inimputabilidad. Dicho de otra manera: la causa de la muerte, en todo caso, debe
haber sido puesta por el autor, por una decisión libre, es decir, adoptada con capacidad
de culpabilidad (en su caso con capacidad disminuida de culpabilidad), pues, de lo
contrario, no es posible configurar la acción típica de causar la muerte de otro. La
acción típica, se ha dicho gráficamente, consiste en estos casos en eliminar la propia
capacidad de culpabilidad”.
39. Como bien indica dicha sentencia: “La causa libremente puesta, que da lugar al
comienzo del hecho, debe ser imputable al autor y, por lo tanto, ello requiere que sea
este quien la haya introducido en el curso del suceso”. Así, en los casos, en los que
concurre la presencia de un trastorno mental transitorio no provocado deliberadamente
por el propio agente, la doctrina de la ALIC no debe ser tenida en cuenta. En los
ejemplos propuestos Nº 7, 9 y 10 concurrirá, a lo sumo, una ALICIO imprudente, en
tanto que el Nº 8 deberá ser resuelto aplicándose las reglas ordinarias de imputación,
sin ser amparado por la ALIC.
41. Los deberes que se le imponían en razón de dicha labor le obligaban a estar en
pleno uso de sus facultades cuando desempeñaba tal función, y a no realizar
actividades que le hicieran perder su imputabilidad o capacidad de acción.
42. No obstante lo anterior, se advierte que el día de los hechos el encausado decidió
libremente tomar licor frente al colegio. Así se desprende del propio texto de la
sentencia, donde se indica, citando la declaración del propio imputado, que: “el día 7
de junio de 2010 estuvo frente al Colegio Julio Ramón Ribeyro tomando cerveza y a
eso de las 5:00 p.m. vio a cuatro parejas de jóvenes en el colegio, sin que eso esté
permitido, pues ni el director ni los padres de familia lo habían autorizado. Es así que
se aproxima a los muchachos y les pregunta qué hacen allí, pidiéndoles a viva voz que
se retiren, pero los chicos se pusieron insolentes y le decían que el colegio era de ellos
y que él no era nadie para botarlos. Niega haber agredido a Elver Manuel Quispe
Chávez y asegura que las alumnas del colegio fueron las que llamaron a la Policía”. Se
infiere de ello que el encausado estaba laborando, pues de otro modo no se hubiera
sentido obligado a tomar la mencionada decisión, supuestamente en salvaguarda del
colegio.
43. El juzgador consideró que el estado de ebriedad del encausado fue absoluto, lo
que lo tornó inimputable respecto a su conducta posterior, amparando dicha afirmación
en que el certificado de dosaje etílico que se le practicó registró 1.75 gramos de
alcohol por litro en la sangre, grado que conforme a lo establecido en la Ley Nº 27753
corresponde al de ebriedad absoluta.
44. La citada ley establece los márgenes referenciales de ebriedad para los efectos del
delito de peligro común - conducción en estado de ebriedad, mas no impone
parámetros de carácter general sobre los límites del estado de ebriedad, pues se sabe
que el organismo de cada persona reacciona de diferente modo a las distintas
sustancias y drogas. Por ello, para aplicar la ALIC debe examinarse en cada caso en
particular no solo si la ebriedad es o no voluntaria, sino especialmente si existen
antecedentes que lleven a pensar que el autor se situó en ese estado con la finalidad
de cometer los hechos, o al menos tenía razones para conocer su reacción tras el
consumo de ciertas sustancias y a pesar de ello, las ingirió. Asimismo, en los casos en
que se presuma que el agente cometió la infracción penal en estado de ebriedad o
drogadicción, debe practicarse la correspondiente pericia psiquiátrica y/o psicológica,
orientadas a verificar la imputabilidad del agente.
45. Es por ello que no cabe ampararse per se en el certificado de dosaje etílico para
verificar la inimputabilidad del encausado, pues la cantidad de alcohol para producir la
inimpu-tabilidad es muy diferente de una persona a otra. Inclusive, a decir de Agudelo
Betancur(22), depende de las circunstancias externas y estado de ánimo durante el
cual se ha bebido. Asimismo, los efectos del alcohol y las drogas que se manifiestan
en cada caso dependen de la situación fisiológica del individuo, del estado funcional de
sus órganos, de la dosis del fármaco, de la vía de administración, de la rapidez de la
absorción, de su edad y sexo, de factores psicológicos, ambientales, etc., ninguno de
los cuales aparece mencionado en la sentencia.
46. Todo ello nos hace concluir que en el presente caso no debió invocarse la ALIC
para absolver al acusado, ni siquiera en su vertiente culposa como se sostiene en el
fundamento octavo de la sentencia, pues de haber concurrido este último supuesto
tendría que haber sido condenado por faltas contra la persona imprudentes, en la
medida que, antes de ponerse en estado de ebriedad, pudo haber previsto que no
cumpliría adecuadamente su función de guardián del colegio y que tendría una
reacción agresiva con terceros (los estudiantes).
47. En efecto, el encausado podía haber advertido la presencia del peligro, que
implicaría la infracción de un deber de realizar una determinada conducta, y que
posteriormente se concretó en el resultado. Concurre una comisión por omisión
imprudente, que significa que el resultado ha sido ocasionado por un foco de peligro
que, a consecuencia de una omisión imprudente, se transformó en ilícito.
VI. CONCLUSIONES
•Si bien en la doctrina existe consenso en que no deben dejar de punirse los supuestos
de ALIC, no lo hay respecto a la manera de fundamentar dicha punición. No basta que
un delito se haya cometido en estado de ebriedad o drogadicción para invocar la ALIC,
sino que cada caso merece un análisis pormenorizado en cuanto al tiempo y forma en
que el hecho se desarrolló, es decir, si el agente se puso imprudente o
intencionalmente en dicho estado para cometer el delito.
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