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¿Estás creciendo?

Pastor Tony Hancock

Imagine la siguiente escena. Un joven llega a su nuevo trabajo


en un supermercado, y su jefe le empieza a enseñar la tienda. A
la distancia se observa a un anciano conversando con una señora,
y el jefe le comenta al nuevo empleado: Aquél es Ramírez. Tiene
veinte años en esta tienda. El joven comenta: Seguramente me
podrá enseñar muchas cosas, entonces.

En eso, el anciano se aproxima y le pregunta al jefe: ¿Dónde se


encuentra la leche? La señora me estaba preguntando. El jefe le
responde: Donde siempre ha estado, en la sección de productos
lácteos, al fondo de la tienda. El joven y el jefe siguen su
recorrido de la tienda, cuando de repente se vuelve a acercar
Ramírez y le pregunta al jefe: Jefe, ¿dónde están las manzanas?
Hay un cliente que quiere saber. El jefe le responde: Junto a la
entrada en la sección de frutas y verduras.

A cada rato regresa Ramírez para preguntar dónde se encuentra


algún producto, hasta que el nuevo empleado le pregunta al jefe:
¿Cuántos años me dijo que tiene trabajando aquí Ramírez? Parece
que no se ha aprendido muy bien la organización de la tienda. El
jefe le responde: Ramírez tiene veinte años aquí, pero el no
recibe salario. Está en el mismo nivel que cuando empezó.
Nosotros nunca lo contratamos; simplemente sigue apareciendo
aquí cada día. Realmente no nos sirve de nada, pero tampoco nos
estorba, así que no lo hemos corrido.

¿Qué tal? ¿Cómo les parece este Ramírez? ¿Qué le hace falta a
este hombre? Le hace falta crecer. Es de esperar que un neófito
sea ignorante y sirva de poco, pero un hombre que tiene veinte
años en algún lugar ya debe de saber algo y servir para algo.

A Ramírez le hacía falta crecer. En estas fechas en que pensamos


en el nuevo año que se aproxima y los propósitos que tendremos
para él, es bueno que también examinemos nuestra vida espiritual
y nos preguntemos si estamos progresando.

¿Eres un Ramírez? ¿O estás creciendo? Para llegar a una


respuesta satisfactoria, hay varias cosas que debes de entender.

I. El crecimiento es el estado normal del cristiano

Cualquier organismo vivo estará creciendo. Es una de las leyes


de la naturaleza. A distinción de las piedras o las montañas,
los organismos viven y crecen. La vida es dinámica. De igual
modo, la vida cristiana es dinámica.
Encontramos este principio en 1 Pedro 2:2. Aquí leemos: "Deseen
con ansias la lecha pura de la palabra, como niños recién
nacidos". Así, por medio de ella, crecerán en su salvación.

Pedro escribía a un grupo de iglesias que ocupaba un lugar


geográfico algo extenso. Dentro de estas iglesias se
encontrarían personas que estaban en muchas etapas distintas de
su caminar cristiano. Seguramente había algunos que eran nuevos
creyentes, y otros que eran discípulos de Cristo desde hacía
muchos años.

Sin embargo, a todos sin excepción Pedro les da el mismo


mandato: Deseen la Palabra, que es como la leche que alimenta a
un recién nacido, para que crezcan en su salvación.

¿Se dan cuenta? ¡Hay que crecer en la salvación! La salvación no


es algo estático. No es algo que recibimos para guardarlo por
ahí hasta que Jesús vuelva, como la póliza de seguro del carro.
No; es algo dinámico, algo que nos lleva al progreso y al
crecimiento.

Hace un par de años compré semillas de algunas hierbas -


perejil, culantro, albahaca - para sembrar en el jardín. Resulta
que no sembré todas las semillas, y los guardé para usar en el
futuro.

Este año se me ocurrió sembrar la semilla que había quedado.


¿Saben lo que pasó? ¡Nada! La semilla ya no servía. Para sacarle
provecho, tenía que sembrar toda la semilla para que creciera en
vez de almacenarla.

De igual modo, la vida cristiana no es algo que se almacena,


como un guardadito para el futuro. Es algo que se siembra para
que crezca y dé su fruto, cultivando el desarrollo y la madurez
que darán un buen resultado. El crecimiento es el estado normal
del cristiano - si no estamos creciendo, algo está mal.

¿Qué tal vas? ¿Estás creciendo? ¿Ves progreso en tu vida


espiritual? Por si no lo ves, vamos a examinar las razones por
las que no crecemos.

II. El crecimiento se estanca por ignorancia o por rebelión

Puede haber otras razones por las que el crecimiento no tiene


lugar, pero creo que podemos ver una o ambas de estas cosas al
fondo de la mayoría de los casos de falta de crecimiento. En
primer lugar, podemos no crecer porque no sabemos que debemos
de
crecer o porque no sabemos cómo crecer.
En el verso que ya leímos, Pedro nos insta a desear la leche de
la Palabra para que crezcamos en nuestra salvación. Ahora, ¿qué
sucede si un bebé no se nutre con las comidas esenciales para su
crecimiento? No crecerá. De igual manera, si no estamos
aprendiendo más acerca de Dios mediante un conocimiento
creciente de su Palabra, también se estancará nuestro
crecimiento.

Recuerdo a un amigo que tenía en la universidad. Estaba allí


preparándose para servir al Señor. El se había convertido hacía
unos dos o tres años, y cuando se convirtió, vivía en unión
libre con su novia. El me comentaba esta situación, y me dijo
que había vivido así por varios meses después de convertirse,
hasta que en su propio estudio bíblico se dio cuenta de que esto
no estaba bien.

La novia no quiso casarse con él, y se tuvo que separar de ella.


Su comentario fue muy interesante; me dijo: Tony, nadie me dijo
que lo que yo hacía estaba mal. Yo mismo tuve que descubrirlo.

Nos puede parecer extraño que alguien no sepa que la "unión


libre" está en contra de la voluntad de Dios, pero en estos días
de gran ignorancia de las Escrituras y la moral que Dios nos
manda, hay personas que realmente no saben qué es lo que Dios
espera.

Este amigo mío vivió en pecado, estorbado en su crecimiento


espiritual, por varios meses simplemente por ignorancia. Y así
hay muchas personas que buscan seguir al Señor, pero no saben
bien cómo hacerlo.

¿Cuál es la solución al problema de la ignorancia? Obviamente,


la ignorancia se resuelve con el aprendizaje. Es menester que,
como creyentes, deseemos con ansias la leche de la Palabra. Esto
significa buscar cada día más tener un mayor entendimiento de la
Palabra de Dios.

Tenemos que estarla leyendo y estudiando regularmente. Si no


tienes un plan de lectura bíblica, busca una. Además de una
lectura regular, debemos de asistir fielmente a un lugar en que
podemos estudiar la Biblia con otros. Podemos también consultar
buenos libros que nos darán un entendimiento mayor de diferentes
aspectos de la revelación divina.

No dejes que la ignorancia estorbe tu crecimiento. Proponte en


este año crecer en tu conocimiento de la Palabra.

A la vez, hay otro estorbo que, si está presente en tu vida, no


se quitará con años de estudio. Me refiero a la rebelión.

El autor de la carta a los Hebreos se dirige a un grupo de


personas que estaban en esta situación:

Hebreos 12:5-7

12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os


dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina
del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el
que recibe por hijo.
12:7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos;
porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

Estaban estancados en su crecimiento a causa de la rebelión.


Estaban pasando por una situación difícil, mediante la cual Dios
pretendía purificarlos; pero en lugar de responder con
arrepentimiento, estaban a punto de dejar la fe. Éste es el
motivo de la carta.

Muchas veces nos sucede que aprendemos algo nuevo acerca de


Dios
y su voluntad para nosotros, y simplemente lo guardamos en
nuestra memoria - pero no lo vivimos. No lo ponemos en práctica.
Sin saberlo, estamos en rebelión - porque cuando no obedecemos
algo que Dios nos dice que hagamos, nos estamos rebelando contra
él.

¿Recuerdan la historia de mi amigo? Tan pronto él se dio cuenta


de que su situación era mala - tan pronto se le despejó la
ignorancia - él actuó para remediar la situación. En este caso,
no hubo rebelión. Imaginen, sin embargo, que él hubiese empezado
a poner peros. Podría haber dicho, Bueno, tengo mucho tiempo con
esta muchacha, y no nos podemos separar así no más. Hemos
estado
juntos por buen rato; creo que ante los ojos de Dios ya estamos
casados, ¿no?

En fin, los pretextos pueden ser múltiples; el resultado es el


mismo. Sin darnos cuenta, nos estamos rebelando contra la clara
voluntad de Dios, pretendiendo hacer las cosas a nuestra manera.
Cuando hacemos esto, no podemos seguir creciendo. La rebelión
pone un alto a nuestro progreso en la vida cristiana, y nos
quita el gozo.

¿Saben cuál es la solución a la rebelión? Es la confesión y el


arrepentimiento. Tenemos que confesarle a Dios nuestra
desobediencia, y también confesársela a cualquier persona que
hayamos lastimado mediante ella. También puede ser necesario, en
caso de una rebelión habitual, confesar el pecado a algún
creyente maduro y pedir su ayuda en oración y en consejería.

Si no queremos dejar nuestra rebelión, podemos estar seguros que


no podremos crecer. Podemos saber también que, si somos
creyentes de veras, Dios nos disciplinará. Vendrán a nuestra
vida problemas y sufrimientos cuyo propósito es escarmentarnos.

En cierta ocasión, un niño jugaba con un barquito de juguete en


una laguna. De repente, el barco se empezó a alejar del niño. En
eso, un hombre empezó a tirar piedras a la laguna. A los ojos
del niño, parecía que estaba tirándolas al barco, tratando de
hundirlo. Sin embargo, al observar con más cuidado, se dio
cuenta de que las piedras iban por encima del barco, y hacían
pequeñas olas que, poco a poco, acercaban el barco al alcance
del niño.

De igual modo, cuando estamos bajo la disciplina de Dios,


podemos sentir que él nos está tirando piedras. Sin embargo, su
propósito no es destructivo, sino restaurador. Si reconocemos
que él, en amor, nos está tratando de acercar nuevamente a su
presencia, con gozo dejaremos nuestra rebelión y nos
arrepentiremos.

Te animo a escudriñar tu propio corazón en este momento y ver su


condición. ¿Estás creciendo? ¿Estás viviendo la vida cristiana
normal? ¿O estás estancado? Quizás necesites desear con más
ansias la leche de la Palabra. O quizás estés en rebelión.

Deja que el Espíritu Santo te demuestre tu condición, y que


también te enseñe la solución. Empieza este año nuevo con una
nueva decisión de crecer en tu caminar con Dios.

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Nota para los lectores: debido a que el Pastor se encuentra de
vacaciones, el sermón que se publica arriba es un sermón
de fin de año del Pastor Tony predicado unos años atrás.
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- ¡Visita la página web del Pastor Tony Hancock!


http://www.pastortony.net

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