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LA ALBOLAFIA: REVISTA DE HUMANIDADES Y CULTURA FÁTIMA MARTÍN SÁNCHEZ

ISSN: 2386-2491
VIRTUD Y PODER. DOS VISIONES MODERNAS
DE SÉNECA: MONTAIGNE Y DIDEROT

Fátima Martín Sánchez


Doctora en Filología Clásica por la Universidad de Córdoba

RESUMEN:
La imagen de Séneca ha variado mucho a lo largo de la historia. Entre los autores modernos
que lo han estudiado, destacan Montaigne y Diderot. Ambos elogian y admiran a Seneca, re-
pitiendo sus conceptos morales e imitando sus comportamientos políticos.

ABSTRACT:
The image of Seneca has changed greatly throughout history. Among those modern writers
who have studied about it, Montaigne and Diderot outstand. Both praise and admire Seneca,
repeating his moral concepts and imitating his political behavior.

PALABRAS CLAVE: poder político, filosofía, Ensayos, lex naturae, sabio estoico, virtud.
KEYWORDS: political power, philosophy, Essays, natural law, wise stoic, virtue.

1.- INTRODUCCIÓN como símbolo de la virtud y del poder, en


cuanto consejero de Estado y educador
La figura y pensamiento de Séneca de un emperador posteriormente depra-
siempre formaron parte de la historia del vado1.
espíritu occidental. Como personaje his-
tórico en la corte de los emperadores Entre los numerosos escritores mo-
romanos o como figura de leyenda en dernos que se inspiraron en él cabría
apologistas o detractores. Sobre Seneca nombrar a Pascal, a Goethe y a Nietzs-
han proliferado las versiones e interpreta- che. Y entre nosotros a Quevedo, Una-
ciones, pudiéndose hablar de un “Seneca muno y a Azorín. Aquí nos permitimos
de la historia.” y de un “Seneca de la le- destacar las visiones que del filósofo cor-
yenda”. Incluso, aun en vida, su persona- dobés tuvieron dos personajes modernos.
lidad fue objeto de controversia. Provoco Un “gentil hombre” renacentista: M. de
aprecio y admiración por parte de la cul- Montaigne y un ilustrado enciclopedista
tura cristiana antigua y medieval, hasta ser D. Diderot. El primero hace una clara de-
considerado por los Padres de la Iglesia
como “Seneca noster”. Su prestigio se 1 Cf. GARCÍA GÓMEZ-HERAS, J.M.: Variacio-
prolongó también a lo largo de la moder- nes, de su imagen en el tiempo en DOCUMENTOS A.
nidad, si bien, bajo un prisma concreto: Genealogía científica de la cultura, 7-III-1994, ed-
Anthropos, Barcelona.

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fensa de Séneca y la justifica alegando que al mundo (22-II-1533) en el castillo de


siente una gran familiaridad con estos Montaigne (en el Perigord) Miguel Ey-
autores clásicos; apela también al consue- quem, hijo de ricos mercaderes y de as-
lo que suponen para su vejez y a la ayuda cendencia española por parte de su ma-
que le han prestado para redactar su libro dre, una conversa. Educado con esmero
“erigido –dice– con sus despojos”2. Que- aprendió el latín antes que el francés y
vedo acuñó un conocido dicho sobre los estudio derecho en Toulouse. Dedicado
Essais Montaigne: “Es libro tan grande posteriormente a la administración públi-
que quien por verle dejara de leer a Séne- ca fue largo tiempo miembro del parla-
ca y a Plutarco, leerá a Plutarco y a Séne- mento de Burdeos (1557-1570), retirán-
ca”. Y Nietzsche encuentra la fórmula dose posteriormente a su castillo de Mon-
incisiva para describirlo: “Torero de la taigne para disfrutar de sus actividades
virtud”3. El segundo, Diderot, se pregun- preferidas: el sosiego campestre y la lectu-
ta: ¿Cuál es el papel del intelectual en la ra.
política? ¿Por qué Seneca, contraviniendo
el sustine et abstine de sus convicciones Montaigne aparece en la primera fila
estoicas responde afirmativamente a la de la historia intelectual de Francia. Su
cuestión sitne sapientis ad rem publicam acce- figura encarna al gentil hombre renacen-
dere? tista del país vecino. Personalidad refina-
da y culta, escéptico y amante del placer y
Cuestiones como la del compromiso de la vida, se muestra admirador de los
del intelectual con el poder o la de la fun- escritores clásicos, entre ellos de Virgilio,
ción de la filosofía en la construcción de Cicerón, Séneca y de Plutarco. Como
la polis entran a formar parte desde anti- buen renacentista los lee con asiduidad
guo de la reflexión filosófica. El filósofo buscando inspiración. De sus lecturas
aspiró a organizar la vida social en dos extrajo ideas y curiosidades que se convir-
vertientes: la teórica, mediante el uso de tieron en tema de meditación y argumen-
la razón en la búsqueda de la verdad y la to de sus ensayos, plenos de dudas en un
práctica, mediante el consejo y el ejercicio estilo cortado y punzante. Sus múltiples
de la virtud. Lo cual implicaba que entre lecturas derivaron en un sano escepticis-
el filósofo y el político existieran diálogo mo que concitó ante su figura tantos ad-
y colaboración con la finalidad de de que miradores como detractores.
la razón oriente a la sociedad.
Montaigne escribió una obra maestra
en la que crea el género del ensayo mo-
2. MONTAIGNE: DEFENSA DE SÉNECA Y derno: los Ensayos. Tres volúmenes divi-
DE PLUTARCO didos en otros tantos libros, con 107
capítulos, sobre temas dispares, que van
2.1. La obra maestra de un gentil hombre
de la reflexión moralizante a la crítica
renacentista
social y a la orientación pedagógica. Una
En pleno Renacimiento francés venía compilación de textos en su mayoría bre-
ves sobre temática dispersa: reflexiones
2 MONTAIGNE, Ensayos completos, II, Barcelona, sobre las pasiones humanas, apología de
Orbis, 19852, pp.339-340 y 74-75. autores clásicos, orientaciones sobre una
3 Streifzüge eines Unzeitgemässen, I.

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buena educación... y que fueron escritos tando el propio mundo interior. Son una
en la segunda planta de la torre de su invitación a poner en práctica el viejo
castillo bordelés. Montaigne inicia la re- adagio socrático: “conócete a ti mismo”,
dacción de los mismos en 1572, los dos sobre cuya pauta Montaigne describién-
primeros volúmenes ven la luz en 1580 y dose a sí mismo, retrata al ser humano. A
en 1595 se publican los tres volúmenes este propósito escribirá frases lapidarias:
corregidos y aumentados. Se trata de un “Yo mismo soy la materia de mi libro”;
libro que llegó a ser ilustrado en su día “Otros miran ante sí; yo miro a mi inter-
por S. Dali (1940) tal como el famoso ior”. Ideas impregnadas de modernidad
pintor había hecho anteriormente con el por su inmersión en la subjetividad y que
Don Quijote. convierten a Montaigne en pensador cer-
cano a nosotros5.
La obra carece de orden y sistematiza-
ción lógica pero está plena de sugerencias Del trasfondo de los Ensayos se ha es-
atrevidas y de sensatez cotidiana. Cada crito que coincide con el humanismo
texto abunda en citas que, a medida, que cristiano del siglo XVI. El cual no empe-
avanzan se truecan en reflexiones perso- ce una carga de relativismo escéptico a
nales. Son textos, por consiguiente, que fuerza de acentuar los límites de la razón
no se reducen a mera recopilación de humana en el conocimiento de la verdad.
“dichos” sino que abundan en reflexión No menor rechazo se muestra contra las
propia del autor. En el “Prólogo al lec- atrocidades de las guerras de religión que
tor” Montaigne explica cómo quiere ser asolaban por entonces a Europa. Todo
interpretado: “quiero que en él [libro] me ello adobado con un pensamiento mora-
vean con mis maneras sencillas, naturales lizante de matriz estoica, con Séneca co-
y ordinarias, sin disimulo y artificio... pues mo maestro y con agudas reflexiones
píntame a mí mismo” a través de análisis sobre el dolor, la adversidad, las pasiones
de personajes históricos y de textos clási- o la muerte6. Pieza sobresaliente de los
cos en perspectiva autorreferencial que Ensayos es la Apología del catalán Raimun-
otorga a los Ensayos una dimensión con- do de Sabunde o Sibiuda, fundador de la
fesional4. Universidad de Toulouse.

Un sano escepticismo planea sobre 2.2. Montaigne lector e imitador de Séneca


toda la obra en un lenguaje purgado de
Los Ensayos de Montaigne citan abun-
prejuicios y dogmas y pleno de modera-
dantemente a Séneca y las Cartas a Lucilio
ción y tolerancia. Actitud un tanto escasa
actúan como inspiradoras de la sabiduría
en época de conflictos religiosos y abun-
moral mundana del pensador galo7. Éste
dante en dogmatismos e intolerancia.
expone una filosofía de la virtud que re-
Sobre el trasfondo de los Ensayos se dibu-
ja un protagonista: el mismo Montaigne, 5 ESCARTÍN GUAL, M.: “A la búsqueda del
con fuerte talante egocéntrico, dispuesto YO: Montaigne y Azorin”, en Ínsula, nº743, 2008.
a testimoniar la propia autoestima, retra- 6 Ver la Introducción a los Ensayos. Ed. bilingüe

(Círculo de Lectores) de J. Yagüe Bosch.


7 Ver HILL HAY, C.: Montaigne lecteur et imitateur de
4 ARENAS CRUZ, M.E.: Hacia una teoría general Sénèque, Poitiers, 1938 y PIRE, G.: “De l´influence
del ensayo, Cuenca, Eds. Universidad Castilla-La de Sénèque sur les “essais” de Montaigne” en Les
Mancha, 1997, p.65. études classiques, 22, 1954, pp.270-286.

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produce ideas senequianas. Con ellas re- Dos actitudes espirituales toma Mon-
calca una postura intelectual en conso- taigne de sus admirados clásicos: de
nancia con su espíritu humanista. Las Séneca una actitud estoica; de Sexto
Cartas a Lucilio son su obra preferida y Empírico, una actitud escéptica. Espíritu
más citada. La virtud estoica crea la ten- latino y talante griego entremezclados. El
sión adecuada a quien en un momento talante estoico aparece vinculado a Catón
determinado ha de tomar decisiones que el Joven, ejemplo de actitud estoica11. El
van más allá de la cotidianidad y de la escepticismo pirroniano se revela en la
costumbre. Por eso impregna aquellos pregunta ¿qué se yo? que impregna la
momentos claves de la existencia tal co- valiosa Apologia de Raimundo de Sabunde. El
mo muestran la muerte de Sócrates, la escéptico se mueve entre los extremos
muerte de Catón o la muerte del mismo que marcan la verdad y la falsedad, los
Séneca. Meditar en ésta, la muerte, actúa contrastes y contradicciones que circulan
como contrapeso frente a los bienes que entre ambas y que dan origen a la duda.
depara la fortuna, tales como los honores,
las riquezas o la grandeza8. Para un espíritu selecto del Renaci-
miento todo gira en torno a su idea del
Los Essais están poblados de citas y re- hombre. Idea que Montaigne también
ferencias. Montaigne sintoniza con lo que diseña recurriendo a Séneca. Repetimos
en ellas se dice en un clima espiritual cer- que este giro en torno al sí mismo convier-
cano al estoicismo, que rezuma huma- te a Montaigne en un introspector de la
nismo renacentista. Se trata de diseñar un subjetividad, como es sabido, rasgo de la
modelo de vida en el que también está modernidad.
muy presente la muerte. Para ello imita la
senequiana Consolación a Marcia9. 2.3. Defensa de Séneca y de Plutarco

El capítulo XXXII del libro II de los


Encerrado en la segunda planta de su
Ensayos de Montaigne lleva por título
castillo de Perigord, Montaigne reflexiona
Defensa de Séneca y de Plutarco. Para Mon-
sobre los temas que desfilan por los escri-
taigne ambos aportan abundante ense-
tos senequianos: la virtud, la muerte, la
ñanza y deleite y a ellos dedica un sabroso
vida contemplativa, la amistad, el ocio, las
ensayo. Nosotros nos interesamos por la
pasiones humanas y también virtudes
imagen que traza sobre Seneca12. Tanto
como la clemencia. Línea argumental y
Plutarco como Séneca son preceptores de
estilo diseñan un Seneca redivivus, adobado
un emperador y comparten muchas co-
con estímulos de gentil hombre renacen-
sas: provienen del extranjero, son ricos y
tista10.
poderosos. Séneca destaca por la sustan-

pp.86-95.
8 Ver MARTÍN SÁNCHEZ, F.: “Senequiana 11 Cf. Essais, libro I, cap. XXXVII: Sobre el joven

mortis meditatio”, en El ideal del sabio en Séneca., Catón.


Cordoba, MP y Caja de Ahorros, 1984, pp.141- 12 Es tema que ha interesado también a otros

162. autores: CLARK, C.E.: Seneca`s Letter to Lucilius as


9 Ver el cap. XX de los Ensayos: Que philosopher c´est a Source of Sume of Montaigne`s Imadinery en “Bi-
aprendre à mourir. bliotheque d´Humanisme et Renaissance”, 2,
10 USCATESU, G. efectúa un seguimiento de los 1968, pp.249-266; VILLEY, P.: Les sources et
rastros de Séneca en Montaigne en Séneca, nuestro l`evolution des “Essais” de Montaigne, Paris, Hachette,
contemporáneo, Madrid, Editora Nacional, 1965, 1908, 2 vols.

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cia filosófica, la firmeza y la constancia, que lo hizo esta eminencia de la Iglesia.


imitador del sabio estoico. Pero su admira- Sin embargo, sitúa al filósofo por delante
ción no es menor por Plutarco en su pe- de él tanto en sus facultades como en su
ríodo de madurez. Por eso considera una virtud. Y así dice: “…compara al difunto
obligación defender el honor de Séneca cardenal de Lorena con Séneca, haciendo
frente a las calumnias de Dion Casio, notar que ambos fueron los primeros
dado que este formula numerosas y gra- preceptores de sus príncipes y cotejando
ves acusaciones contra Séneca, que los sus costumbres, condiciones y actos. Es-
detractores del filósofo cordobés repe- to, en mi opinión, honra no poco al car-
tirán a lo largo del tiempo13. denal. En efecto, soy de aquellos que
estiman mucho su ingenio, servicio de su
Montaigne se siente obligado a salir en rey y buena fortuna de hacer nacido en
defensa de Séneca en agradecimiento a lo un siglo donde él fue tan nuevo y excep-
mucho que sus Ensayos, construidos con cional y donde se requirió para el bien
despojos de Seneca, le deben. La ocasión público un personaje eclesiástico de tanta
es un folleto en donde los seguidores de dignidad y nobleza y de tanta capacidad
la religión pretendidamente reformada en su cargo. Pero, de confesar la verdad,
(protestantes), para defender su causa, diré que no aprecio sus facultades, ni de
establecen semejanzas entre los reinados lejos, tanto como las de Séneca, ni creo
de Carlos IX de Francia y de Nerón. Uno que su virtud fuera tan clara, entera y
de tales escritos parte de la semejanza que firme como la de aquel filósofo” 14.
encuentra entre el reinado del rey Carlos
IX y el de Nerón y compara al difunto El panfleto al que se refiere Montaigne
cardenal de Lorena con Séneca. Coinci- tiene por fuente, como dijimos, la Historia
den ambos personajes en que fueron los romana del historiador griego Dion Casio,
primeros preceptores de sus príncipes y que vivió a caballo entre los siglos II y III
coteja una serie de costumbres y condi- de nuestra era, quien, a pesar de recoger
ciones que rodearon sus actos. Hace un algunos aspectos positivos de Séneca,
elogio del ingenio, de la elocuencia, del presenta la descripción más negra del
celo religioso, del servicio al rey del car- mismo legada por la Antigüedad. Sobre
denal de Lorena y remarca la suerte de ella afirma K. A. Blüher, eximio investi-
haber nacido en un momento en el que se gador de la recepción de Séneca en Espa-
precisaba de alguien excepcional que, ña, que mientras Tácito se muestra im-
siendo eclesiástico, trabajase por el bien parcial al bosquejar la personalidad de
público con la entrega y capacidad con Seneca, Dion Casio presta gustoso oídos
a todas las quejas contra Séneca, pre-
13 Dion Casio (155-229) historiador griego nacido sentándole como político sagaz pero co-
en Nicea y político de profesión, sucesivamente rrupto, adulador y ansioso de riquezas e
senador, pretor, legado militar y cónsul bajo dis-
tintos emperadores, narra en su Historia romana el
incluso inductor de desenfreno sexual a
cambio del sistema republicano al imperial en la Nerón. Es decir un personaje hipócrita,
Urbe. Los 80 libros de la misma se han perdido en que hacía lo contrario de lo que enseñaba
su mayor parte. En lo referente a Séneca se inspi-
ra en el libelo de un tal Suilio, magistrado de los
tiempos de Nerón, que había sido condenado por
Séneca y de quien se venga en el libelo con abun- 14 MONTAIGNE: Ensayos completos, II, op.cit.,
dantes dicterios. pp.339-340 y 74-75

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en su filosofía15. La inconstancia y las virtuoso y excelsa…”17.


veleidades del citado historiador, sin em-
bargo, no ofrecen credibilidad a Mon- En lo referente a aquello que añade
taigne ya que, a veces considera a Séneca algún fruto al placer y me ayuda a ordenar
como sabio y enemigo acérrimo de los mis opiniones, Montaigne prefiere a Plu-
vicios de Nerón y, otras, lo presenta co- tarco y a Séneca porque encuentra en
mo usurero, avaro, relajado, voluptuo- ellos la ciencia que busca aunque la traten
so… Estas reservas ante los juicios de de un modo un tanto deshilvanado. Esto
Dion Casio son también compartidas por es lo que ocurre con los opúsculos de
prestigiosos estudiosos contemporáneos Plutarco y las epístolas de Séneca: “…Tal
de la persona y obra de Seneca16. ocurre con los opúsculos de Plutarco y
las epístolas de Séneca, que son la parte
Respecto a la virtud de Séneca, para más bella y provechosa de su escritos.
Montaigne, aparece con una claridad me- Poco esfuerzo necesito para acometerlos,
ridiana tanto en sus escritos como en las y además los dejo cuando me place, por-
alegaciones que hace al hablar de su ri- que son piezas que no tienen sucesión ni
queza y de los gastos excesivos. Por todo dependencia unas de otras…”.
ello, son más creíbles los historiadores
romanos que los extranjeros. Tácito y los Además, estos autores tienen opi-
demás nos presentan un retrato de Séne- niones similares, útiles y verdaderas pues
ca como persona virtuosa y excelsa ensal- en ellos han concurrido circunstancias
zando la vida y la muerte como queda parecidas: la fortuna les permitió nacer en
constatado en este texto: “Además, la el mismo siglo, ambos fueron preceptores
virtud de Séneca aparece tan diáfana en de emperadores romanos, los dos pro-
sus escritos y tan obvia en la defensa de cedían de provincias del Imperio Romano
sus imputaciones, tales como su riqueza y y también gozaron de riquezas y poder.
gastos excesivos, que no aceptaré testi-
monio alguno en contrario. Por ende, en Presentan sus enseñanzas de manera
estas cosas son más de creer los historia- sencilla y oportuna. Frente a la uniformi-
dores romanos que los extranjeros, y dad y constancia de Plutarco, Séneca
Tácito y los demás hablan con mucho ofrece mayor diversidad y sinuosidad,
honor de la vida y muerte de Séneca, parece que encastilla la virtud como para
pintándonoslo como persona en todo protegerla de la debilidad, del miedo y de
los apetitos viciosos. Sin embargo, aquél
15 Ver BLÜHER, K. A.: Séneca en España. Investiga- no presta tanta atención a los esfuerzos y
ciones sobre la recepción de Séneca en España desde el siglo rehúye ponerse en guardia. Mientras Plu-
XIII hasta el siglo XVII. Trad. de J. Conde, Madrid, tarco sigue a Platón y sus opiniones se
Gredos, 1983, p.20. Sobre la valoración de Séneca
en la antigüedad cf. FAIDER, P.: Études sur acomodan más a la sociedad civil, Séneca
Sénèque, Gante, 1921, pp.9-107. se decanta por el estoicismo y epicureís-
16 Para GRIMAL, P.: Sénèque ou la conscience de

l´Empire, Paris, Les Belles Lettres, 1979, pp.45 y


mo y sus principios se alejan del uso
157, la figura de Séneca dada por Dion Casio en común. Por otro lado, Séneca se doblega
su Historia Romana, Madrid, Gredos, 2004, no más fácilmente a la voluntad de los empe-
ofrece confianza alguna por tratarse de textos
interpolados y por la lejanía temporal que separa a
Dion Casio de Séneca. Nos encontraríamos ante 17 MONTAIGNE, Ensayos completos II, op.cit.,
una probable calumnia. pp.339-340 y 74-75

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radores ya que, nos consta que, sólo con te del pensador cordobés, sustentada, por
“criterio forzado” condenó la causa del un lado, sobre la filosofía estoica y por
magnicidio de César. Por el contrario, otro sobre la función de preceptor y con-
Plutarco es más libre. sejero de Nerón. Este asunto ha interesa-
do a literatos e historiadores entre los que
Séneca presenta más ocurrencias y destaca al respecto el ensayo escrito por
Plutarco más cosas. Si aquél nos con- D. Diderot. Éste reflexiona sobre las re-
mueve más, éste nos deja una mayor sen- laciones entre filosofía y poder al final de
sación de contento. Él nos guía y el otro su vida, comparando personajes de la
nos prueba. “Sus enseñanzas son la flor antigüedad clásica que ejercieron el poder
de la filosofía y están presentadas de ma- y modernos ilustrados entre los que se
nera sencilla y pertinente. Plutarco es más encuentra él mismo.
uniforme y constante; Séneca más ondu-
lante y diverso. Éste se afana, yergue y El famoso enciclopedista ilustrado,
endurece para armar a la virtud contra la conocedor por experiencia personal de la
debilidad, el temor y los apetitos viciosos. relación filosofía-poder, dada su estancia
El otro no estima tanto sus esfuerzos y en la corte de los zares rusos, analiza la
desdeña apresurar su paso y ponerse en vida y obra de Seneca, utilizando ambas
guardia. Plutarco tiene opiniones platóni- como pautas de su propia autobiografía.
cas, dulces y acomodables a la sociedad Se trata de verse a sí mismo en el otro,
civil, mientras Séneca las profesa estoicas como en un espejo. Escribe a este
y epicúreas y más alejadas del uso común, propósito su Essai sur les règnes de Claude et
si bien, a mi juicio, más ventajosas en de Néron, et sur la vie et les écrits de Sénèque,
particular y más firmes. Séneca parece pour servir d`introduction à la lecture de ce philo-
doblegarse un poco a la tiranía de los sophe. El ensayo, publicado en 1778, con-
emperadores de entonces, porque tengo tiene una biografía de Séneca, acompaña-
por cierto que sólo con criterio forzado da de un relato de los reinados de Claudio
condena la causa de los generosos asesi- y de Nerón. El escrito había sido solicita-
nos de César. En cambio, Plutarco es do a Diderot por dos colaboradores de la
libre siempre. Séneca abunda en ocurren- Enciclopedia: Holbac y Naigeon y estaba
cias y finuras; Plutarco en cosas. Aquél destinado a servir de introducción a la
nos caldea y conmueve; éste nos contenta traducción de las obras de Séneca. Pero el
más y nos recompensa mejor. Él nos texto de Diderot desbordó el propósito
guía, mientras el otro nos prueba18”. inicial y se decidió darle otro destino:
publicarlo como ensayo independiente
que sirviera de comentario y guía para la
3.- DIDEROT: SOBRE LA VIDA DE SENECA
lectura de Séneca19.
Seneca encarna de forma paradigmáti-
ca las relaciones entre la filosofía y el po- Dos son las razones que Diderot seña-
der político, una cuestión ampliamente la en el prólogo que le han motivado a
debatida por los historiadores. Tal rela-
ción vertebró la acción, la vida y la muer-
19 La obra se divide en dos libros. El primero
contiene una biografía detallada de Séneca y de
sus peripecias en las cortes de Claudio y de
18 MONTAIGNE, Ensayos completos, II, op.cit., Nerón. El segundo es una reseña de las obras de
pp.339-340 y 74-75. Séneca con resumen de su ideario.

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escribir: 1) examinar la vida y obra de trata de intervenir ante el poder para me-
Seneca para reivindicar su figura si hubie- jorar su uso, de evitar males mayores21.
se sido calumniado y para lamentar sus Diderot se pregunta por qué Burro y
debilidades si le hubiera encontrado cul- Séneca se empecinaron en permanecer
pable y sacar provecho de sus lecciones junto a un emperador depravado y co-
sabias y vigorosas. 2) Tal motivación ex- rrupto y responde que porque esperaban
plicitada va acompañada de otra inten- una mejora ética y política del mismo,
cionalidad menos explicitada y más pro- como un padre espera que el hijo desca-
funda: al hablar Diderot del papel de rriado retorne al buen camino. ¿Acaso
Séneca en la corte de Nerón, quiere esta- estaban en su sitio? De ninguna manera
blecer un paralelismo con su propia situa- pero, sólo la experiencia y el tiempo de-
ción en la corte de Catalina II de Rusia. mostrarían y les daría la razón de que su
Esta trasposición histórica sobre su papel alumno no merecía sus atenciones y que
en la corte de los Zares sirve de encuadre el emperador que tenían al lado no era
para establecer paralelismos entre los digno de su afecto, ni de sus lecciones, ni
comportamientos de Séneca y la actitud de sus desvelos y consejos.
de pensadores modernos en la misma
situación. Lo cual conduce a un análisis Entonces ¿por qué entraron en aquel
del puesto del filósofo en la sociedad: antro? Es preciso aclarar que Nerón reinó
implicaciones en los gobiernos, enjuicia- doce años y que durante los cinco prime-
miento de problemas, crítico de malas ros se le puede considerar un excelente
prácticas y consejero de lo justo20. emperador; de ahí que mereciese la pena
el trabajo que realizaron sus maestros
3.1. ¿Qué hacían en la corte de Claudio y de ahorrando cinco años de calamidades al
Nerón Burro y Séneca? (Cap. XLV) pueblo romano. Así lo expresa Diderot:
“…Pero eran el tiempo y la experiencia
En oposición a Rousseau, su amigo-
quienes habían de enseñarles que el
enemigo, Diderot es partidario del com-
alumno que se les había confiado no era
promiso del intelectual con el poder. De
digno de sus cuidados; que el emperador
partida, en su “Vida de Séneca”, muestra
que veían de cerca no merecía ni su afec-
extrañeza ante la presencia de ambos en
to, ni sus lecciones, ni sus servicios, ni sus
la corte de un Claudio y en el palacio de
consejos”...“Pero, ¿por qué meterse en el
un Nerón. ¿Acaso se trató de contempo-
antro de la bestia?...”. Luego preguntará si
rizar con el poder, condescendiendo ante
el filósofo no merece gratitud del pueblo
los vicios de Nerón? No es el caso. Se
romano al haberle ahorrado cinco años
de calamidades y si un prodigio tan
20 Ver al respecto EDOARDO PARON, A.: I
Filosofi e il potere politico: Denis Diderot interprete della asombroso no bastaba para sostener su
vita di Seneca; CASINI, P.: “Diderot, apologiste de esperanza y prolongar su paciencia...”22.
Sénèque” en Dix-huitième siecle, nº11, 1979, p.238 y
ss; GINZO, A.: “El problema de la filosofía y el
Diderot, en consecuencia, parece distin-
poder” en D. Diderot: V: Diderot como interlo- guir tres fases en la actividad de Séneca
cutor de Seneca” en Endoxa, Series Filosófica,
nº10, 1998, pp.251-286 y “Los antiguos y los
modernos: D. Diderot”, VI-2, “Séneca y su re- 21 GINZO, A.: El problema de la filosofía y el poder...
cepción histórica” y VI-3, “Diderot y la apología p.283.
de Séneca” en Polis. Revista de ideas y formas políticas 22 DIDEROT: Vida de Séneca, Buenos Aires, Es-

de la Antigüedad clásica, nº2, 1996, pp.51-100. pasa Calpe, 1952, pp.76-84; 197-202 y 210-212.

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en la corte: en la primera predomina la Séneca por ese camino deviene no solo


esperanza; en la segunda experimenta la preceptor del emperador sino también
perversión de su discípulo. En la tercera hombre de estado. Consciente, en todo
opta por la retirada a la vida privada, ante caso, de haberse metido en la boca del
la irremediable depravación de Nerón. lobo, como el tiempo se encargará de
mostrar.
En el cap. XLVI Diderot expone qué
papeles representó Séneca en la corte de Nerón. Séneca fue paciente y nunca desesperó
Según él, los talentos y las virtudes que del joven príncipe que se le había enco-
poseía Séneca brillaban de tal manera que mendado. Además compara el corazón
hicieron que una mujer ambiciosa se fija- de un maestro con el de un padre hacia
se en él y lo llamase a la corte de Nerón. su hijo y si el discípulo es emperador y de
En ella se le encomendaron dos papeles: él dependen la felicidad y desgracia de sus
en primer lugar, maestro del soberano y, súbditos, ¿bastaría para liberar al maestro
después, su ministro. Además de filósofo de sus funciones o al ministro de sus de-
moral que instruye y aconseja, Séneca se beres? El siguiente texto nos permite ver
revela como hombre de estado. Su aspi- claramente lo anteriormente expuesto:
ración consistía en lograr el príncipe “Séneca fue llamado a la corte de Nerón,
honesto y prudente que gobernara el im- debido al brillo de sus talentos y virtudes,
perio de acuerdo a la lex naturae, al logos por una mujer ambiciosa que tenía que
que según convicciones estoicas, gobierna reconciliarse con la nación, y que no sabía
la totalidad del universo23. apreciar justamente la rigidez de los prin-
cipios del filósofo o que se había pro-
La mujer ambiciosa de quien habla puesto quebrantarla. Cuando dejó de ser
Diderot no era otra que la madre de maestro del soberano, pasó a ser su mi-
Nerón, Agripina. Es de recordar a este nistro. Son estos dos papeles que importa
propósito que bajo el emperador Claudio, distinguir. No tuvo prisa en desesperar de
Seneca había sido desterrado a Córcega un joven príncipe a quien había colocado
por voluntad de Mesalina, primera mujer y al que se había propuesto conducir al
de Claudio. Séneca, no obstante, se gran- lugar de los grandes soberanos... El co-
jeó el aprecio y la admiración de los cor- razón de un maestro virtuoso es para su
tesanos romanos por sus consejos, que alumno lo mismo que el de un padre para
muchos interpretaban como críticas a los su hijo, y si el discípulo es emperador, si
vicios de la corte. Entre sus admiradores tiene en sus manos la felicidad y la des-
se encontraba Julia, sobrina del empera- gracia del universo, un crimen, me atrevo
dor, y de cuya corrupción y adulterio Me- a preguntarlo, el mayor de los crímenes,
salina acusó de cómplice a Séneca. Asesi- traído por un fatal encadenamiento de
nado Claudio y retornado Séneca del exi- circunstancias donde fuera preciso que
lio, le es encomendada la educación del una madre perezca por su hijo, o el hijo
adolescente Nerón, a petición de la ambi- por su madre, ¿bastaría para liberar al
ciosa Agripina, madre de éste, que quiere maestro de sus funciones o al ministro de
convertir a su hijo en un príncipe cabal. sus deberes” 24.

23 GINZO, A.: Los antiguos y los modernos. D. Dide-


rot... p.89. 24 DIDEROT: Ibídem, pp.76-84; 197-202 y 210-

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3.2. El hombre honrado, firme y constante hombre firme se mantiene en su puesto,


ve acercarse su perdición, y la desafía; no
Diderot presenta a Séneca como el ha recobrado su libertad sino en el mo-
hombre honrado y sensible que, muchas mento de una desgracia evidente, en la
veces, se siente desolado, que se aleja, víspera de su muerte. Es lo que hizo
mira hacia atrás, vuelve sobre sus pasos y Séneca. Poneos en el lugar del filósofo,
teme retirarse demasiado. El hombre del maestro y del ministro y pensad en la
firme se mantiene en su puesto, y aunque forma de conduciros mejor que él...”.
presiente que se acerca su perdición, él la “...Algunos piensan que Séneca no ha
desafía. Por eso defiende a Séneca que no filosofado sino en los libros. Por lo que a
se retira de su puesto ni hace dejación de mí respecta lo considero tanto y más filó-
responsabilidad alejándose del pervertido sofo efectivo que de nombre...” Y no es
Nerón, a sabiendas de que arriesga la Montaigne quien se expresa así, como
propia fama y vida. Al reflexionar sobre podría sospecharse26.
los emperadores romanos, fueran Calígu-
la, Claudio o Nerón, venerados como Séneca defiende la permanencia del
dioses por el vulgo, Séneca piensa que la hombre público en su puesto a pesar de
mejora de los mismos es posible, a pesar las desazones y los contratiempos. El
de sus comportamientos como déspotas, hombre público no puede desfallecer;
tiranos y autócratas. Los príncipes, aun gracias a su fortaleza, resistirá hasta el
con inclinaciones perversas, son mejora- último momento, tiene que esperar a que
bles y el famoso quinquenium Neronis25 así lo echen. Cuando se encuentra en la corte
lo demostró. Tal debe ser, puede leerse de Nerón está animado porque los nego-
entre líneas, la actitud que debe adoptar el cios prosperan, sus libros alcanzan una
intelectual ilustrado, dispuesto a man- gran repercusión, sus opiniones son valo-
charse las manos con la esperanza de radas y es feliz en la nueva etapa de su
mejorar al rey y a su gobierno. El estoi- vida: él está convencido de que es el mo-
cismo aprendido de sus maestros enseña- mento de terminar con las intrigas, los
ba a Séneca cómo comportarse en tales asesinatos que marcan la política de Ro-
situaciones. ma y, finalmente, que Nerón, guiado por
él, será el gran innovador y renovador, es
Recobrar su libertad en vísperas de su decir: el gobernante sabio que se espera-
muerte es lo que hizo Séneca. Veámoslo ba27. Él es un hombre de bien que trata
en el siguiente texto: “...Veo al hombre de atemperar los instintos de su discípulo.
honrado y sensible sentirse desolado, Y arguye como razón que el hombre de
alejarse, volver la mirada hacia atrás, de- bien no es nunca inútil como se ve a con-
tenerse, volver sobre sus pasos y sentir el tinuación: “He dicho y seguiré diciendo a
temor de retirarse demasiado pronto. El los hombres públicos, cuando están ya
hombre penetrante siente la inoportuni- repletos de desazones: “No hay que mar-
dad de su presencia y de sus consejos: el charse; es preciso esperar a que os
echen”.
212.
25 Es sabido por testimonio de Tácito que los

cinco primeros años del gobierno de Nerón fue- 26Ibídem, pp.76-84; 197-202 y 210-212.
ron óptimos y exitosos, resultado que el Historia- 27 VVAA, “El filósofo. Consejero imperial” en
dor atribuye a Burro y a Seneca. Filosofía Hoy, nº18, 2015, p.36.

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Nerón crece y, a medida que pasa el pués de la muerte de éste” 29.


tiempo, se cansa de sus preceptores por-
que no le permiten dar rienda suelta a su A continuación Diderot nos invita a
voluntad. Como explica Antonio Priante ponernos en el lugar de varios contem-
en El suicidio como una de las Bellas Artes, poráneos de Seneca: Novio Prisco, Pauli-
“Séneca, al principio, intentó eliminar na, Mela de Galión, etc., y de algunos de
aquellas tendencias desviadas del discípu- los que el ministro ponía en peligro con
lo Nerón, pero no pudo; luego trató de su muerte o con su retirada y reflexione-
controlarlas, pero tampoco pudo; final- mos si calificaríamos de bajeza la decisión
mente se limitó a procurar encauzarlas de conservar su puesto y de pensar en
para no salir él mismo mal parado. Y en nuestro bienestar. He aquí el pensamiento
este proceso acelerado de dejación, el de Séneca dominado por la idea de soli-
severo filósofo llegó a verse tan implica- daridad: “Creo haber hecho más por mis
do en las maldades del César que algunas amigos alargando mi vida, que si hubiera
ya no se sabe si tuvieron su origen en el muerto por ellos...“No he considerado
discípulo o en el mismo maestro”28. “No cuán resueltamente podía morir yo, sino
podía abandonar demasiado pronto a cuán irresueltamente lo podían sufrir
Nerón a su perversidad sin cometer una ellos”...“Me he obligado a vivir, y a veces
falta grave: no habría ninguna falta en vivir es magnanimidad... ”. Tal es el len-
abandonarlo demasiado tarde, en decirle guaje de su filosofía y de su corazón, tal
sólo en último extremo: “Me canso de fue la regla de su conducta... Cuando a
hacer esfuerzos superfluos. Sé malvado, través del brillo de algunos signos de vir-
puesto que quieres serlo; ya no me tud, Séneca y Burro descubrieron en
opondré más a ello…”. Nerón un germen de crueldad y de otros
vicios prestos a florecer, se ocuparon si
Séneca permaneció hasta el último no de ahogarlo por lo por lo menos de
momento al lado del emperador aunque retardar su desarrollo.
sabía que los esfuerzos que realizaba por
educarlo eran baldíos; él ya había visto Esta intuición no les falló y, de hecho,
que tenía ante sí una fiera. “El hombre de el descubrimiento lo hicieron pronto:
bien no es nunca perfectamente inútil, leyendo al viejo escoliasta de Juvenal ve-
siempre muere demasiado pronto” [...]. mos que Séneca se desahogaba con sus
“Séneca, tú nunca conseguirás nada de amigos advirtiéndoles del peligro que
Nerón, ni para los otros ni para ti”. “Para presentía de que el león retomase su fero-
hacer el bien un ministro de las provin- cidad natural una vez que hubiese metido
cias tiene mil ocasiones diarias en las que la lengua en la sangre. A pesar de todo,
el consentimiento del César es inútil, tan- sus maestros decidieron permanecer jun-
to para impedir como para reparar el mal, to a la bestia. Veámoslo en el texto de
es la prerrogativa inseparable de su pues- Diderot: “Pero este funesto descubri-
to. Los amigos, los parientes, los buenos miento no tardaron en hacerlo. Se lee en
ciudadanos, que habían estado ligados al el viejo escoliasta de Juvenal que Séneca
filósofo, no fueron perseguidos sino des- decía confidencialmente a sus amigos que

29DIDEROT: Vida de Séneca, op.cit., pp.76-84;


28 Ibídem, pp.36-37. 197-202 y 210-212.

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el león volvería pronto a su ferocidad ni en morir ni en vivir, sino en hacer bien


natural si metía una vez la lengua en la lo uno y lo otro”.31
sangre. Ellos se determinaron, por tanto,
a educar y a quedarse al lado de una bes- No se trata de alcanzar la corona de
tia feroz”30. laurel por “morir” o por “vivir”; Pelópi-
das dilucida esta cuestión poniendo el
Pero ¿qué pone de manifiesto este pa- acento en “hacer bien” aquello que hay
saje? Este fragmento revela que, en el que hacer en cada momento. A este res-
momento en el que se hace este dia- pecto, nos surge la duda de si Séneca
gnóstico, la lengua del tigre no estaba aún acabó aceptando el crimen y el vicio
manchada de sangre. Entonces ¿podría- puesto que continuó en la corte una vez
mos reprochar a Séneca y a Burro haberla transcurrida la buena época de Nerón.
encadenado durante cinco años? Y, a Esta imputación podríamos hacerla ex-
continuación, podríamos preguntar al tensiva a otros muchos personajes insig-
filósofo cordobés: “Séneca, ¿qué has nes que disfrutaron de los privilegios de
hecho de Nerón? -Todo lo que era posi- los cargos, que lucieron los símbolo de
ble hacer. He puesto bozal al animal fe- los mismos, que permanecieron en las
roz; si no hubiera sido por mí, habría instituciones depravadas o que contem-
devorado cinco años antes”. porizaron con cortes voluptuosas y diso-
lutas. Estas permanencias ¿encubren una
En este texto, Séneca deja claro que aprobación de las malas costumbres o
no se le puede reprochar nada pues ha una complacencia en la depravación? Es
hecho todo cuanto se podía hacer. El la pregunta que se hace Diderot: “Pero,
educador ha controlado el comporta- puesto que Séneca sigue en la corte des-
miento del educando durante un tiempo pués de la buena época de Nerón, ¿se
pero, transcurrido éste, los instintos más sigue de ello que ha mostrado alguna
bajos y sanguinarios se han desbocado. Y complacencia en el vicio y en el crimen?”.
¿habrá alguien lo suficientemente atrevi- Después de haber leído lo que precede,
do como para poner fecha límite a los un ciudadano tan justamente reverencia-
preceptores de un soberano, para señalar do por los talentos que le han conducido
a Séneca y a Burro el momento preciso a los grandes puestos como por las virtu-
en el que deben abandonar su puesto; es des de que dio muestras, me decía: “A
decir: para indicar al sabio cuándo le con- pesar de todo eso, no creáis que vais a
viene morir? Dejemos que hable Diderot: justificar a Séneca a los ojos de todo el
“Pero ¿quién será bastante osado para mundo [...]”. “Me hallo muy lejos de esa
señalar a los maestros de un imperio, a un pretensión –le contesté. Cuando exhumé
Séneca, a un Burro, el momento en que al filósofo, oí los gritos que iba a suscitar.
les conviene dejar un puesto; al sabio, el Dentro de cincuenta años, cuando yo ya
momento en que le conviene morir?” no exista, es cuando se hará justicia a
Pelópidas decía a sus amigos, a sus solda- Séneca, si mi apología sobrevive”.
dos desolados alrededor de su lecho de
muerte: “La verdadera gloria no consiste Séneca y Burro son dos preceptores

31DIDEROT, Vida de Séneca, op.cit., pp.76-84;


30 Ibídem. 197-202 y 210-212.

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que han de permanecer en su puesto has- como el estoico Atalo, el pitagórico So-
ta que llegue el momento en el que la ción, el cínico Demetrio y el ecléctico
muerte los releve. Ellos fueron fieles a su Fabiano. Un abanico de doctrinas ten-
compromiso y cumplieron con su come- dentes a orientar la vida y que le permi-
tido; en una palabra, agotaron su tiempo. tirán conducirla según el Ideal del sabio33
Diderot expresa su confusión ante la lige-
reza con la que unos hombres frívolos Ante el peligro, el hombre prudente y
prescriben reglas de conducta a unos el insensato adoptan posturas distintas.
personajes ilustres y virtuosos que se vie- Es en este momento en el que entra en
ron forzados a nadar contra corriente en juego la filosofía. Ella nos ayuda a sustra-
una de las cortes más tempestuosas. Las ernos al peligro y en eso radica la diferen-
intrigas, maquinaciones, temores, opinio- cia entre la actuación del hombre pruden-
nes, esperanzas, los proyectos que cam- te y el insensato. “…¿Para qué sirve la
bian con las circunstancias, que, a su vez, filosofía, si no sirve en los momentos
éstas varían de un día para otro, constitu- peligrosos?” Sirve para sustraerse al peli-
yeron el caldo de cultivo en el que se mo- gro, según que el bien general, el bien
vieron los pacientes educadores de particular e incluso, a veces, su propio
Nerón. Diderot expresa su malestar por bien lo exijan; y eso es lo que distingue al
la liviandad de las críticas vertidas sobre prudente del insensato... “¿La filosofía
ellos: “...Y lo que me confunde es la lige- consiste en predicar a los demás la in-
reza con que unos hombres frívolos pres- flexibilidad de la virtud, el desprecio a la
criben reglas de conducta a personajes de vida y en dispensarse uno mismo de
una prudencia consumada y situados en la ello?”... El filósofo que da el precepto sin
más tempestuosa de las cortes;...sin que el ejemplo no cumple sino la mitad de su
sus falsas conjeturas sobre lo que ocurre a tarea. Séneca escribió, vivió y murió co-
dos leguas de las orillas del Sena les inspi- mo un sabio. Ésta no es la opinión de
ren la menor incertidumbre sobre lo que Suilio y de sus discípulos, sino la de Táci-
ha pasado hace dos mil años en las ribe- to...“No hay que predicar a los demás lo
ras del Tíber. Hablan no como si estuvie- que somos incapaces de hacer”. Ahora
ran bajo el vestíbulo de la mansión dora- bien, esta máxima requiere una matiza-
da, sino en el tocador de Popea. Que ción: “Hay que predicar a los demás todo
hablen, pues, ya que hallan auditores bas- lo que es bueno y loable, seamos o no
tante pacientes para escucharlo y un apo- capaces de hacerlo”34. No porque carez-
logista bastante imbécil para que los con- camos de cualidades, vamos a impedir dar
teste” 32. un consejo. Se puede enseñar con el pre-
cepto y con el ejemplo como vemos en el
3.3. Utilidad de la filosofía siguiente texto: “Se enseña con el precep-
to, se enseña con el ejemplo; cada una de
Contrariando los consejos de su padre,
estas lecciones tiene su ventaja. Feliz
Seneca se había decidido a dedicarse a la
aquel que puede ofrecernos las dos y que,
filosofía, a pesar de los riesgos que la
decisión entrañaba. Inicia por ello contac-
tos y lecciones con maestros afamados 33 Ver MARTIN SANCHEZ, F.: El ideal del sabio
en Séneca, Córdoba, Pub. del M.P y Caja de Aho-
rros, 1984.
32 Ibídem. 34 Ibídem.

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dotado del talento de Horacio, añade con taban a Séneca y a Burro como dos peda-
su modestia: “Si no soy el instrumento gogos inoportunos; el uno más hecho
que corta, ¡seré al menos la piedra que para perorar en la sombra de una escuela
afila!”35. que para ser admitido en la intimidad de
un emperador; el otro, más propio para
Séneca se adelanta a los tiempos actua- mandar en un campamento a la soldades-
les y pone en labios del hombre prudente ca que para representar un papel en un
el consejo ideal cuando éste se enfrenta a palacio36?
un tirano incorregible: entonces debe
dedicarse a vivir y a conseguir el bienestar El ambiente de depravación en la cor-
de las regiones cuya administración le te era enorme; los vicios, la perversidad,
confió un día. Además contrapone el los abusos envilecían todo lo que se les
príncipe disoluto, ignorante, feroz, débil acercaba, las mujeres pérdidas y malvadas
al maestro valioso entregado a la forma- compiten en la toma de decisiones con el
ción de aquél: “El hombre sensato habría emperador, incluso, doblegan la voluntad
dicho a Séneca: “Cuando pierdas la espe- de su amante, como se pone de manifies-
ranza de corregir a Nerón, vive y persiste to en las siguientes líneas: “Plinio el Viejo
para el bienestar de las regiones cuya ad- dice que hubiera sido menos doloroso ver
ministración te ha confiado. Cuanto más a Nerón consultar a los espíritus inferna-
inaplicado, ignorante, disoluto, débil o les que a las favoritas. Los hombres per-
feroz es un príncipe, más valioso es el versos de la corte se aprietan a su alrede-
sabio en su puesto...”. dor, doblan la rodilla ante ellas, y éstas
envilecen todo lo que se les acerca. Son
3.4. Pedagogía blanda y comprensiva protectoras natas de los malvados, perse-
A los preceptores de Nerón (cap. guidoras infatigables de las gentes honra-
XLVII) no les era ajena la imposibilidad das. Sentadas en el trono al lado de su
de imbuir en aquel príncipe disoluto la señor, hay dos autoridades: ellas tienen su
austeridad de costumbres practicada por partido, su consejo, sus audiencias; el
ellos. De ahí que trataran de sustituir la imperio del soberano es menos tiránico,
inclinación desmedida hacia las voluptuo- menos caprichoso que el suyo. Doblegan
sidades ilícitas y groseras por el gusto por a su gusto la voluntad de su amante, de-
los placeres delicados y permitidos. Es ponen a los ministros, dan generales a los
decir: una pedagogía más permisiva y ejércitos, señalan sus marchas en un ma-
blanda que convirtiera al príncipe en un pa…37”
hedonista aceptable. La sed del príncipe 3.5. Dime la filosofía que profesas y te diré el
por disfrutar de estos placeres queda re- hombre que eres
flejada en el siguiente texto: “¿Cuáles
podían ser el fruto de su ejemplo y el El filósofo romántico J. G. Fichte es-
efecto de sus discursos sobre un príncipe tampa en su Teoría de la ciencia: “Dime la
mal nacido y rodeado, además de escla- filosofía que profesas y te diré el hombre
vos corrompidos y de mujeres perdidas que eres”. “El hombre se trasluce tras el
que, al aplaudir sus inclinaciones, le pin-
36 DIDEROT: Vida de Séneca, op.cit., pp.76-84;
197-202 y 210-212.
35 De Ars poética, v. 348. 37 Ibídem.

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filósofo Séneca”, escribe también Dide- mente que no dejarían de acusarme de


rot. Frente a los críticos de Seneca que le ignorancia, de parcialidad, de maldad, de
acusan de que sus hechos contradicen a venalidad, de hipocresía, de mala fe; pero
sus dichos, Diderot afirma que no entrará sois vos quien lo ha querido”…“¿Era,
en reprochar esto a los críticos; él cree en pues, un mérito tan grande no haber sido
el carácter de su espíritu y en el espíritu el corrupto de su discípulo?”... No; pero,
de su carácter. Ni siquiera el más sabio de ¿era un mérito tan flaco el haber hecho
los atenienses nació felizmente sino que de él, a despecho de la naturaleza, un gran
tuvo que practicar la virtud aunque no le emperador, y eso durante cinco años, casi
faltó la inclinación natural al vicio. Si la mitad de su reinado? “Séneca no era un
Séneca fortaleció su debilidad natural con sabio y Tácito no lo niega.”...Séneca ha
los principios de la filosofía estricta y dicho: El clemente Neron. Entonces se so-
rigurosa, es un motivo para apreciarlo lían utilizar epítetos que precedían a los
más. “¿No es muy ridículo ver a un per- nombres de los emperadores.
sonaje grave hablar de virtud con sutile-
za?”. Puede parecer ridículo pero, preci- Para atacar a Agripina basta con leer a
samente, cuando se habla de virtud es Tácito y ver cómo el historiador la pre-
cuando Séneca es entusiasta y deja de ser senta en una de las numerosas orgías noc-
sutil. turnas del palacio. Al margen de que
Dion sea un impostor, el autor de los
A la gente y a la corte, no se le pasan Anales es verídico, que lo malo que yo he
desapercibidas las calumnias a las que se dicho de esa mujer, caracterizada por una
verá abocado por sus riquezas, sus bienes, ambición desmesurada que enervaba a los
su poder, el favor y la munificencia de espíritus, cunctis cupientibus infringi matris
César. Y este hecho, lo reconoce ante sí potentiam, y en la que el ansia de reinar
mismo y ante su discípulo. Y ¿cuál ha ahogó el sentimiento natural y acabó con
sido la postura de los enemigos del filóso- el freno del pudor, está muy por debajo
fo? Se han aliado con los detractores del de todo lo malo que habría podido decir
filósofo y han añadido: “Estos son los de ella sin calumniarla.
reproches que os harán, y harán bien,
pues los habéis merecido”... ¿Es posible Otro autor serio, citado por Diderot
creer que un hombre de espíritu (y se le en algunas ocasiones, emite este juicio:
concede a Séneca) sea bastante indiscreto “Agripina, hija, hermana, mujer, y madre
para dirigirse, por boca de sus detracto- de emperadores, era un espíritu compues-
res, invectivas que su propia conciencia to por toda clase de perversiones”.
confesaría y bastante torpe para dirigírse- “Agripina se prometía una gran parte de
las delante de un discípulo capaz de to- la administración del Imperio; era preciso,
marlo a la letra? pues, que esta princesa, que no carecía de
luces y que conocía a los hombres, conta-
Y prosigue Diderot: “Si uno de nues- ra mucho con la flexibilidad filosófica del
tros aristarcos hebdomadarios dice fami- personaje. Parece que la llamada del des-
liarmente a un amigo: “Ved lo que me ha tierro no honra mucho al exiliado”.
ocurrido desde que me he metido en esta
triste y miserable carrera. Sabía perfecta- No se debe a Séneca, sino a la sagaci-

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dad de Agripina y a sus opiniones, a lo paz de llegar a extremos insospechados?


que no hace mucho honor la llamada del
filósofo. A la pregunta de cuáles fueron Y respecto a la condescendencia de
sus lecciones hay que responder que las Sereno ¿os parece deleznable? Ahora
de la filosofía que tanto desagradaba a increpa a los censores preguntándoles:
Agripina hasta el extremo de desaconsejar “¿Os trasplantaríais siempre desde vues-
a su hijo su estudio porque no convenía a tros graneros, desde el polvo de vuestros
un emperador. Y respecto a sus frutos, se bancos, de la sombra de vuestras escue-
consiguieron cinco años de un reinado las, al centro de los palacios de los reyes,
envidiado por Trajano. y condenaríais intrépidamente la vida de
las cortes conforme a vuestros principios
Respecto a la razón de la llamada de monásticos y a vuestro régimen de cole-
Séneca, Diderot se inclina a creer en la gios?”.
rabia que sentía Agripina contra los dos
preceptores de su hijo: Séneca y Burro, “Séneca sostiene a Acté frente a Agri-
entre los cuales no distingue; sin embar- pina”. Esto no es cierto; lo que sí hizo
go, Tácito relata que Agripina no solicitó Séneca fue servirse de Acté frente a la
el levantamiento del destierro de Séneca y incestuosa Agripina. Ésta, con tal de con-
su nombramiento de pretor sino para servar el poder, mantenía una relación
ganarse la simpatía y la gracia del pueblo incestuosa con su hijo. Séneca, al advertir
y así, disimular con un acto encomiable la esto, favoreció la entrada de la liberta
serie de “fechorías” a las que le tenía Actea en la vida del emperador que la
acostumbrado, ne malis tantum facinoribus conoció en un banquete que ofreció el
innotesceret, poniendo al lado de su hijo un general Otón de quien era amante. Nerón
maestro célebre por sus luces y virtudes38. quedó cautivado ante la belleza exótica de
Actea que lo sedujo y, gracias a sus con-
El historiador no deja ningún cabo sejos, el emperador tomó las riendas del
suelto y así prevé todas las imputaciones gobierno. “Mesalina temía el genio pene-
de la maldad. No obstante, si existiera trante de Séneca. Nos parece que no h-
cualquier aristarco que afirmase que acía falta ser demasiado penetrante para
Séneca no pudo evitar el educar al hijo en percibir los desórdenes de la casa de
los principios de la madre, ¿no estaríamos Claudio”.
ante un ignorante que no ha leído nada de
Historia o ante un vicioso que suelta lo Muchos eran los desórdenes y licen-
primero que se le viene a la mente?: cias de esta casa; cuanta menos sutileza
“Séneca compromete a su amigo Sere- fuera necesaria para percibirlos, más de
no.” No parece ser así. ¿A qué podía temer era un observador perspicaz. “Me-
comprometerlo, si fuera cierto? ¿Acaso a salina no podía temer que Séneca, que,
ocultar al público una relación vil que él además no era más que un simple particu-
no podía ni impedir ni romper o a sustra- lar, pensara en hacerle perder el favor de
erla al conocimiento de la ambiciosa, ce- un príncipe incapaz de escuchar un buen
losa y furibunda Agripina, una mujer ca- consejo y de aprovecharlo”39.

38DIDEROT: Vida de Séneca, op.cit., pp.76-84;


197-202 y 210-212. 39 Ibídem.

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Mesalina era recelosa como lo son to- 3.6. Rasgos sublimes de un autor de mucho
dos aquellos que abusan y gozan del fa- ingenio
vor, de la imbecilidad o de la debilidad de
los soberanos: no soportan a su lado más Séneca está dotado de múltiples rasgos
que cómplices y cómplices subalternos; sublimes. En primer lugar el Estilo de sus
con sus celos consiguen alejar a todos los cartas. Diderot nos pone sobre aviso para
demás del entorno del soberano. En rea- enjuiciar el estilo epistolar de Séneca,
lidad, Claudio no era imbécil como para caracterizado por una familiaridad que le
no darse cuenta de la maniobra que se permite verter pensamientos y expresio-
operaba a su alrededor tratando astuta- nes que estarían fuera de lugar en otro
mente de despojarle de su autoridad. Si género. Sus cartas están plagadas de cosas
hubiese tenido tal grado de estupidez hermosas y, aunque, su traducción es
como para no advertirlo, los malvados bastante natural, Diderot prefiere la ver-
hubiesen seguido temiendo a Séneca. Es sión original: “…Seré indulgente con el
verdad que no era más que un particular estilo epistolar, admitiré que la familiari-
muy valorado en la estimación pública y dad del género admite pensamientos y
en la intimidad de los poderosos. Además expresiones que no cabrían en otro, pero,
es Tácito quien atribuye ese motivo a aunque llenas de cosa bellas, sus cartas,
Mesalina. bastante naturales en la traducción, no me
dejan de parecer menos rebuscadas en el
Antes del asesinato de Agripina, la original”.
conducta de ambos era idéntica: son dos
ministros relevantes pero, en el momento En segundo lugar sobresale por sus
en que está echada la suerte sobre Agripi- Enseñanzas y preceptos. Estos constituyen el
na y se les confía su muerte, Diderot los corpus de un curso moral sin igual en la
ve igualmente inocentes. Una vez que se antigüedad. Algunos de estos preceptos
ha ejecutado la muerte, los dos siguen en hay que tenerlos presentes en la memoria,
la corte pero desempeñando diferentes llevarlos grabados en el corazón, al igual
papeles: uno hace de cortesano, el otro de que otras muchas reglas de conducta “so
censor. pena de faltar a los deberes más sagrados
y de llegar a la desgracia,... hay que reci-
Cuando el fantasma del crimen ha birlos de buena educación o deberlos a
echado al príncipe de la Campania, Burro Séneca”.
obliga a los soldados a doblar la rodilla
ante el parricida, a felicitarlo por el peli- Nuestro filósofo se ha convertido en
gro de que se ha librado y a besar unas un auténtico manual de consulta. Pode-
manos todavía humeantes de la sangre de mos hacer ver a nuestros hijos su utilidad
una madre; alaba al histrión y al cochero. pero no permitirles su lectura hasta que
Sin embargo, el pueblo acusa a Séneca lleguen a la madurez. Entonces, cuando
como parodista del cantante y censurador hayan conocido a otros autores antiguos
del conductor del carro. “He colocado a y modernos y sus lecturas les hayan for-
Nerón por encima de Augusto”40. mado el gusto, estarán en condiciones de
conocer a Séneca a través de sus escritos.

40 DIDEROT: Vida de Séneca, op.cit., pp.84-76; 197-202 y 210-212.

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Veamos lo que dice Diderot: “Que este que subyace el pensamiento de Plutarco,
filósofo sea, pues, nuestro manual asiduo: Séneca, Maquiavelo o Montaigne: “¡De
expliquémoslo a nuestros hijos, pero no cuántos pensamientos grandes y elevados,
les permitamos su lectura sino en la edad de cuántas ideas ingeniosas e incluso ex-
madura, cuando un trato habitual con los trañas, se despojaría a algunos de nues-
grandes autores, tanto antiguos como tros escritores más célebres si se restitu-
modernos, haya afirmado su gusto”. yera a Plutarco, a Séneca, a Maquiavelo y
a Montaigne lo que han tomado de ellos
En tercer lugar es admirable su estilo en sin citarlos! Amo la franqueza de este
general. Un estilo brillante y ligero, más último: “Mi libro –dice– está hecho con
parecido a la conversación chispeante del los despojos de los otros dos”42. Yo per-
salón dieciochesco que al discurso árido mito que se tome prestado, pero no que
del filosofo. Un estilo coloquial y narrati- se robe, y menos aún que se injurie a
vo aunque veces superficial en el trata- aquel al que se ha robado”43.
miento de los conceptos. Séneca escribe
con precisión, de una manera viva, enér-
gica y un tanto abigarrada. Sus imitadores 4. CONCLUSIÓN
no alcanzarán jamás el nivel de sus belle- Al recordar a Séneca Denis Diderot
zas originales. No sería conveniente que toma postura ante la doble tradición que
los jóvenes bebieran en sus obras y se existe sobre aquel: una, la que le presenta
convirtiesen en meros copistas. Veamos como responsable de los vicios de las
lo que nos dice Diderot: “Su manera es cortes imperiales de Claudio y de Nerón.
precisa, viva, enérgica, apretada pero no Porque corrían por Roma críticas contra
es ancha. Sus imitadores no se elevarán la acumulación de riquezas por parte de
nunca a la altura de sus bellezas origina- Seneca, contra la ostentación de sus villas
les, y sería de temer que los jóvenes, cau- y jardines, contra su autoestima excesiva.
tivados por los defectos seductores del Y otra: la que vio en él al preceptor y
modelo, sólo se convirtieran en insípidos moralista de un príncipe perverso a quien
y ridículos copistas. Así pensaba yo de logró conducir hacia el bien durante los
Séneca en una época en que me parecía cinco primeros años de su gobierno.
más esencial decir bien que hacer bien,
tener estilo que tener buenas costumbres, A través de los eventos del imperio y
y conformarme a los preceptos de Quin- de la actitud de Seneca ante los mismos
tiliano que a las lecciones de la cordura”41. se trasluce la valoración y actitud de Di-
derot ante su propia época. La conducta
3.7. Apropiación de ideas y pensamientos de Seneca sirve de referencia normativa
Y termina Diderot aludiendo a la can- para los intelectuales de la Ilustración. El
tidad de pensamientos e ideas con las que presente es interpretado a la luz del pasa-
algunos de nuestros escritores más céle- do. Sobre la pauta del mundo antiguo el
bres han revestido sus obras. Si las ana- ilustrado erudito traza una imagen de la
lizásemos detenidamente, encontraríamos modernidad en la que destaca la figura del

42Ensayos, lib. II, cap. XXXII.


41DIDEROT: Vida de Séneca, op.cit., pp.76-84, 43DIDEROT: Vida de Séneca, op.cit., pp.76-84;
197-202 y 210-212. 197-202 y 210-212.

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intelectual cumpliendo unas funciones sofía militante47. Se pergeña por ese ca-
específicas en la sociedad: consejero, edu- mino una filosofía política que trasciende
cador, moralista. Solamente merece el los límites de una época para reivindicar
nombre de filósofo quien se entrega a la validez más allá de las circunstancias
búsqueda de la verdad y a la práctica de la temporales y locales. La historia aparece
virtud. El ensayo de Diderot, por tanto, como tensión entre la virtud y el vicio,
más que un estudio histórico-critico rigu- tensión que perdura también en la época
roso es una apología del sabio antiguo en que vive Diderot.
idealizado como ejemplo de comporta-
miento44.

Hablar de Roma y de Séneca era


hablar de sí mismo y de sus vicisitudes en
la corte de Catalina II. Un paseo por la
antigüedad clásica servía como instru-
mento para la comprensión de la historia
del presente. Entre la Antigüedad y la
Modernidad existían concordancias. Paris
y Roma, tan distantes en el tiempo, no lo
estaban tanto en costumbres y vicios45.
En Séneca Diderot lee e interpreta a inte-
lectuales modernos, que como Voltaire
en la corte de Federico II o el propio
Diderot en la de Catalina II vivieron si-
tuaciones paralelas. El escrito de Diderot,
por consiguiente, posee un carácter auto-
biográfico y polémico. Reflexionar sobre
Seneca aporta comprensión sobre sí
mismo y sobre la época en que tocó vivir
a Diderot. Séneca aparece como el alter
ego del ilustrado galo y al justificar éste a
Seneca pretende justificarse a sí mismo46.

Con ello el despotismo ilustrado es


llamado a juicio y en su contexto se anali-
za la función del intelectual en la política
y su misión de mejorar al príncipe y al
gobierno. La meditación de Diderot es un
alegato a favor del compromiso del filó-
sofo con la sociedad, a favor de una filo-
44 GINZO, A.: Los antiguos y los modernos. D. Dide-
rot, op.cit., p.93.
45 Ibídem, p.95.
46 GINZO, A.: El problema de la filosofía y el poder,

op.cit., p. 282. 47 Ibídem, p.284.

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