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Coleccion: Gaceta Civil - Tomo 10 - Numero 7 - Mes-Ano: 4_2014

De la posesión a la propiedad
Opinión Héctor LAMA MORE [1]

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La usucapión es reconocida por un sector predominante de la doctrina, como una


forma originaria de adquirir la propiedad; es decir aquella que no reconoce la
propiedad anterior; es como si con ella se iniciara la historia de la propiedad del bien; a
diferencia de la forma derivada de adquirir la propiedad –como la trasmisión–, el que
adquiere por prescripción no recibe la propiedad de otro, surge por el hecho de tener el
bien en su poder o a su disposición, aprovechándolo económicamente o confiriéndole
el uso que estime conveniente; a diferencia de la apropiación que permite adquirir la
propiedad de bienes que no tienen dueño, en la usucapión existe un dueño anterior,
pero que, por disposición legal, este pierde su derecho por no tener el bien en su
poder, y el que lo tiene lo aprovecha en interés propio por determinado tiempo, sin que
el titular exprese o exteriorice interés o intención respecto del bien, presentándose
además determinadas condiciones que la ley prevé, y que comentaremos brevemente
a continuación.

Es un asunto de debate en la doctrina, de relevante importancia, identificar a partir de


qué momento se considera propietario al que adquiere por prescripción, si es a partir
del momento que se cumple el plazo previsto en la ley –con los requisitos previstos en
ella– o a partir del momento que se inicia el cómputo del plazo de prescripción; siendo
coherente con la tesis descrita en el párrafo precedente –considerar a la usucapión
como forma originaria de adquirir la propiedad–, resulta válido compartir el criterio de
que se considera propietario al usucapiente, desde que se da inicio del decurso del
plazo prescriptorio, y no desde que este concluye; ello permite establecer que, salvo
los derechos de terceros de buena fe, no le alcanzan al nuevo dueño las afectaciones
jurídicas respecto del bien producidas durante el plazo; la usucapión se presenta así
como un manto saneador a favor del nuevo dueño .

En adición al plazo –en inmuebles: 5 años el ordinario y 10 el extraordinario–, la ley


exige que el poseedor del bien haya ejercido la posesión en forma continua, pacífica,
pública y como propietario. En cuanto a la primera exigencia, se entiende que la
posesión se debe ejercer sin interrupciones; la doctrina y cierta legislación identifican
como causa de interrupción el despojo físico, al que se conoce como interrupción
natural, y el emplazamiento o controversia jurídica o judicial, al que se le conoce como
interrupción civil; nuestra legislación nacional ha previsto solo la primera –art. 953 del
CC–; no ha regulado como forma de interrupción la segunda; producida la interrupción
el poseedor pierde el plazo transcurrido, si no recupera el bien dentro del año o si por
sentencia se le restituye; por otro lado. En relación a la segunda exigencia, en mi
opinión la posesión será pacífica no solo cuando hay ausencia de violencia, sino
además cuando no existe controversia jurídica o judicial provocada por su titular contra
el poseedor antes que venza el plazo de prescripción; con ello comparto los
fundamentos expresados por reiterada jurisprudencia nacional respecto de este punto.
Por su parte la posesión será pública cuando se muestre de modo natural ante todos,
sin resquicio alguno y que cualquiera pueda verificarla. Y finalmente se poseerá como
propietario, cuando el poseedor no reconoce en otro la propiedad, posee en interés
propio y se conduce como si fuera el propietario del bien; tratándose de un aspecto
subjetivo que tiene que ser verificado, el poseedor debe exteriorizar actos tangibles del
que se pueda apreciar tal condición; para ello son admisibles cualquier medio
probatorio; al respecto es común la acreditación mediante la presentación de los
recibos de pago del impuesto al patrimonio predial o la declaración del autoevalúo del
predio, que constituyen obligaciones del propietario; no obstante, por la modernidad
tecnológica de los municipios, se recurre a otros medios de prueba, como, por ejemplo
la acreditación de la condición de poseedor mediato cuando percibe de otra
persona,renta u otro provecho económico del bien.

Estamos frente a una posesión especial, cualificada, que convierte al poseedor –de
buena fe o de mala fe– en propietario.

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* Abogado y magíster en Derecho con mención en Derecho Civil por la Pontificia


Universidad Católica del Perú (PUCP). Profesor de Derechos Reales en la UNMSM, de
Procesal Civil en el Posgrado de la Universidad de San Martín de Porres y en materia
civil y política jurisdiccional en la PUCP. Juez superior de la Corte de Justicia de Lima.

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