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MI VISITA A

JESÚS SACRAMENTADO

Actos de adoración:

Vengo, Jesús mío, a visitarte.


Te adoro en el sacramento de tu amor.
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.
Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más
ofendido.
Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la
institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos.
Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San
Juan, tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la
Eucaristía.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los Sagrarios del
mundo.
Di a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí.

Actos de fe:

Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo que has venido a
salvarnos.
Creo que estás presente en el augusto Sacramento del Altar.
Creo que estás, por mi amor, en el Sagrario noche y día.
Creo que has de permanecer con nosotros hasta que se acabe el
mundo.
Creo que bendices a los que te visitan, y que atiendes los ruegos de
tus adoradores.
Creo que eres el viático de los moribundos que te aman para llevarlos
al cielo.
Creo en Ti, y creo por los que no creen. (Comunión espiritual).

Actos de esperanza:
Espero en Ti, Jesús mío, porque eres mi Dios y me has creado para el
cielo.
Espero en Ti, porque eres mi Padre. Todo lo he recibido de tu
bondad. Sólo lo malo es mío.
Espero en Ti, porque eres mi Redentor.
Espero en Ti, porque eres mi Hermano y me has comunicado tu
filiación divina.
Espero en Ti, porque eres mi Abogado que me defiendes ante el
Padre.
Espero en Ti, porque eres mi Intercesor constante en la Eucaristía.
Espero en Ti, porque has conquistado el cielo con tu Pasión y muerte.
Espero en Ti, porque reparas mis deudas.
Espero en Ti, porque eres el verdadero Tesoro de las almas.
Espero en Ti, porque eres tan bueno que me mandas que confíe en Ti
bajo pena de condenación eterna.
Espero en Ti, porque siempre me atiendes, y me consuelas, y nunca
has defraudado mi esperanza.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío!

Actos de caridad:

Te amo, Jesús mío, y te amo con todas las veras y como a nadie.
Porque Tú me has amado infinitamente,
Porque Tú me has amado desde la eternidad.
Porque Tú has muerto para salvarme
Porque Tú no has podido amar más.
Porque Tú me has hecho participante de tu divinidad y quieres que lo
sea de tu gloria.
Porque Tú te entregas del todo a mi en la Comunión.
Porque Tú me das en manjar tu Cuerpo y en bebida tu Sangre.
Porque Tú estás siempre por mi amor en la Santa Eucaristía.
Porque Tú me recibes siempre en audiencia sin hacerme esperar.
Porque Tú eres mi mayor Amigo.
Porque Tú me llenas de tus dones.
Porque Tú me tratas siempre muy bien, a pesar de mis pecados e
ingratitudes.
Porque Tú me has enseñado que Dios es Padre que me ama mucho.
Porque Tú me has dado por Madre a tu misma Madre.
¡Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día más y más!
Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor.
Te amo por los que no te aman.
Te amo por los que nunca piensan en Ti.
Te amo por los que no te visitan.
Te amo por los que te ofenden e injurian.
¡Que pena por esto!
Te amo y te digo con aquel tu siervo:
¡Oh Jesús, yo me entrego a Ti para unirme al amor eterno, inmenso e
infinito que tienes a tu Padre celestial! ¡Oh Padre adorable! Te ofrezco
el amor eterno, inmenso e infinito de tu amado Hijo Jesús, como mío
que es. Te amo cuando tu Hijo te ama. (S. Juan Eudes).

Actos de contrición:

¡Jesús mío, misericordia!


Jesús mío; te pido perdón por los muchos pecados que he cometido
durante mi vida.
Por los de mi niñez y adolescencia.
Por los de mi juventud.
Por los de mi edad adulta.
Por los que conozco y no conozco.
Por lo mucho que te he disgustado con ellos.
Por lo mal que me he portado contigo.
Siento mucho haberte ofendido.
¡Perdóname, perdóname, perdóname!
Perdóname según tu gran misericordia.
Perdóname por lo ingrato que he sido para Ti.
Perdóname y no quieras ya acordarte de mis pecados.
Perdóname y limpia mi alma de toda basura e infidelidad.
Perdóname y ten misericordia de este pobre pecador.
Perdóname, porque estoy muy arrepentido.
Perdóname, que quiero ser bueno en adelante con tu divina gracia.
Perdóname y aparta tu rostro de mis ingratitudes.
Perdóname, que me causan mucho miedo mis pecados.
Perdóname, porque me reconozco pecador y reo.
Perdóname, porque no obstante Tú sabes que te quiero mucho.
Jesús, sé para mí Jesús.
Madre mía, intercede por mí ante tu divino Hijo Jesús.
¡Dulce Corazón de María, sé mi salvación!
Actos de gratitud:

Oh Jesús, te doy rendidas gracias por los beneficios que me has


dado.
Yo no sabré nunca contarlos sino en el cielo, y allí te los agradeceré
eternamente.
Padre Celestial, te los agradezco por tu Santísimo Hijo Jesús.
Espíritu Santo que me inspiráis estos sentimientos, a Ti sea dado
todo honor y toda gloria.
Jesús mío, te doy gracias sobre todo por haberme redimido.
Por haberme hecho cristiano mediante el Bautismo, cuyas promesas
renuevo.
Por haberme dado por Madre a tu misma Madre.
Por haberme dado un grande amor a tan tierna Madre.
Por haberme dado por Protector a San José, tu Padre adoptivo.
Por haberme dado al Ángel de mi Guarda.
Por haberme conservado hasta ahora la vida para hacer penitencia.
Por tener estos deseos de amarte y de vivir y morir en tu gracia.

Actos de súplica:

Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé.


Que persevere siempre en tu amor.
Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de
pecar, y en la hora de mi muerte.
Que no permitas que jamás me aparte de Ti.
Que sepa padecer con resignación por Ti.
Que no me preocupe sino de amarte.
Que ame también a mis prójimos.
Que ame mucho a los pecadores.
Que ame mucho a los pobres y a los enfermos.
Que ame mucho a las almas del Purgatorio. Que saque muchas almas
del Purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.
Que ampares a tu Iglesia.
Al romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra.
A los Prelados y a los Sacerdotes.
A los Religiosos y Religiosas.
A los que mandan en tu nombre.
A los que gobiernan nuestra nación
A nuestra querida patria.
A mis amados parientes y allegados.
Que pagues a mis bienhechores
Que favorezcas a los que ruegan por mí.
Que bendigas a los que me miren con indiferencia y no me quieran.
Que trabaje mucho por Ti hasta la muerte.
Que me concedas una muerte santa.
Que diga al morir: ¡Jesús, Jesús, Jesús!
Que me lleves al cielo cuando muera.
Amén.

ORACIÓN FINAL

Jesús mío, échame tu bendición antes de salir, y que el recuerdo de


esta visita, que acabo de hacerte, persevere en mi memoria y me
anime amarte más y más. Haz que cuando vuelva a visitarte, vuelva
más santo. Aquí te dejo mi corazón para que te adore
constantemente y lo hagas más agradable a tus divinos ojos.

Adiós, adiós, Jesús mío

2 Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí


postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo
pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti
quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste
en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de
Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.

Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo


me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno
de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo
y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor.
¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu
presencia, de tu amor?

Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me


impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te
encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo
huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del
pesar, te amaré y esperaré en Ti.
Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable,
cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me
abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave
su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene
prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.

No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te


llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí...,
vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.
Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy,
nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré las
tempestades.

Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor,


porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos
del amor.

Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las


necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate
de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los
que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores
para que no te ofendan y lloren sus extravíos.

Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.

Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he


oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por
el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy
recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y
dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.

Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi


corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti,
y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser tuyo.

Amén.
Rézala ante el Santísimo: "Jesús mío, Te amo con todo mi
corazón..."

Señor mío Jesucristo,


que por el amor que tienes a los hombres
estás de noche y de día en este Sacramento lleno de piedad y de amor,
esperando , llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte,
yo creo que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te adoro desde el abismo de mi nada


y Te doy gracias por todos los regalos que me has dado,
especialmente por haberme dado en este Sacramento
Tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad,
por haberme dado como abogada a Tu Santísima Madre,
la Virgen Maria,
por haberme llamado a visitarte es este momento.

Adoro a Tu Amantísimo Corazón


y deseo adorarlo por tres motivos.
primero, en agradecimiento de esta tan preciosa dádiva,
segundo, para desagraviarte de todas las injurias que recibes de Tus
enemigos en este Sacramento y
tercero porque deseo en esta visita
adorarte en todos los lugares de la tierra,
aún en la red, donde estás ahora ante mi oculto y mas abandonado.

Jesús mío, Te amo con todo mi corazón,


perdona todas las veces que Te he ofendido en el pasado
a Tu infinita bondad.
Propongo con la ayuda de Tu gracia,
enmendarme en el futuro,
y ahora miserable como soy,
me consagro totalmente a Vos,
te doy y entrego toda mi voluntad,
mis afectos, mis deseos y todo cuanto me pertenece.

De hoy en adelante, haz Señor de mí y de mis cosas


todos lo que Te agrada.

Lo que yo quiero y Te pido es tu amor,


la perfecta obediencia a Tu Santísima voluntad
y la perseverancia final.

Te pido por las almas del Purgatorio,


especialmente las mas devotas del Santísimo Sacramento y de Tu Madre.

En fin mi amado,
uno todos mis afectos y deseos con los de Tu Amorosísimo Corazón
y así unidos los ofrezco a Tu Eterno Padre
y te pido en Tu Nombre que por Tu amor los acepte
y mire benignamente.

Amén.
Jueves Eucarístico: Oración de Adoración a
Jesús Eucaristía


“Mi Jesucristo, Hijo de Dios vivo, heme aquí


en compañía de la Santísima Virgen, de los ángeles, de los Santos del cielo
y de los justos de la tierra, para visitarte y adorarte en esta Hostia
Consagrada. Creo firmemente que estás tan presente. poderoso y glorioso
como estás en el cielo y por vuestros méritos espero alcanzar la gloria
eterna, siguiendo en todo vuestras divinas inspiraciones y en
agradecimiento de vuestro divino amor quiero amarte con todo mi corazón y
mi alma, potencias y sentidos. Te suplico, Salvador de mi alma, por la
sangre preciosa que derramaste en vuestra circuncisión y en vuestra
santísima Pasión, que ejercites conmigo este oficio de Salvador, dandome
por la intercesión de vuestra Santísima Madre, los dones de la oración
juntamente con la perseverancia, para que cuando deje esta vida, me guies
a la gloria eterna que gozas en el cielo.” Amén
ORACIONES A JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
VISITAS A JESUS SACRAMENTADO
Señor mío Jesucristo, que por el amor que tienes a los hombres, permaneces de día y noche
en este Sacramento, lleno de misericordia y ternura, esperando, llamando y acogiendo a todos
los que vienen a visitarte, yo creo que estás aquí presente. Te adoro desde el abismo de mi
nada, te doy gracias por todos los favores, y especialmente por haberte Tu mismo dado a mí
en este Sacramento; por haberme concedido a María como propia Madre, como intercesora; y
por haberme llamado a visitarte en esta iglesia. Yo te saludo hoy amadísimo Corazón y deseo
adorarte, en agradecimiento por este grande don, en reparación de todos los ultrajes que Tu
mi amado Jesús, recibes en este Sacramento de tus enemigos.
Oh Jesús mío, te amo de todo corazón. Me arrepiento de haberte ofendido tantas veces. Me
propongo con tu gracia no ofenderte más en adelante, y ahora, aunque, estoy lleno de faltas e
imperfecciones me consagro del todo a Tí. Haz de mí, lo que te agrade. Yo sólo te pido y sólo
deseo tu santo amor, y la perseverancia hasta el fin.
Te encomiendo también las almas del purgatorio, especialmente a aquellas que han sido más
devotas del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada.
Por fin, mi amado Salvador, uno todos mis afectos a los de tu amorosísimo Corazón, y los
ofrezco a tu Padre Eterno, suplicándole que por amor a Ti, se sirva aceptarlos y escucharlos.
Así sea.
SALUDO JESÚS SACRAMENTADO
Oh Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo Sacramento del
altar, creo todo lo que Tú, mi Señor, me has revelado. Arrepentido de todos mis pecados,
esperando en Ti, que nunca permites que sea confundido, agradeciendo por este don
supremo, amándote sobre todas las cosas en este Sacramento de tu amor, adorándote en el
misterio profundo de tu humildad, te manifiesto y hago patente todas las heridas y miserias de
mi pobre corazón y te pido me des todo lo que necesito y deseo. Pero tan solo te necesito a
Ti, oh Dios mío, tan solo te deseo a Ti, tu gracia y la gracia de usar debidamente todas las
gracias, poseerte en esta vida y poseerte en la otra.
Bendito seas, oh poder divino de tu paternal Corazón, que aunque todo lo puedes, sin
embargo, no puedes darnos un don más precioso que este Santísimo Sacramento.
Oh Pan celestial, gran Sacramento, te adoro y te alabo en todo momento.
( Se repite después de cada alabanza.)
Bendita seas, oh Sabiduría del Verbo Divino, que todo lo sabes y lo ordenas, y sin embargo no
sabias preparar una comida más exquisita, que este Santísimo Sacramento.
Bendito seas, oh Dios mío, que en tu inefable dulzura de amor te has transformado en este
pan para darnos como el más dulce manjar.
Bendito seas, oh Dios mío, que has encerrado todos tus misterios en esta humilde forma de
pan terrena. ¡Oh Trinidad Santísima!
ORACIÓN PARA UNA VISITA
¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas,
arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo
a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana;
Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.
Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo
en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo y
no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde,
pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?
Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen
Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo
huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Tí.
Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi
corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación
clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo
aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.
No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas
que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.
Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo...
Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.
Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras,
todas las virtudes vendrán en pos del amor.
Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos
con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que
padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren
sus extravíos.
Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre. Y a mí, que te acompaño cuando
te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por
el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de
amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.
Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio
del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser
tuyo. Amén.

LETANÍA DE REPARACIÓN A NUESTRO SEÑOR EN LA EUCARISTÍA


(Para uso privado solamente)
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Óyenos.
Cristo, Benignamente óyenos.(La respuesta es: Ten piedad de nosotros)
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Santa Trinidad, un solo Dios,
Sagrada Hostia, ofrecida por la salvación de los pecadores,
Sagrada Hostia, anonadada en el altar para nosotros y por nosotros,
Sagrada Hostia, despreciada por los cristianos tibios,
Sagrada Hostia, signo de contradicción,
Sagrada Hostia, entregada a los judíos y herejes,
Sagrada Hostia, insultada por los blasfemos,
Sagrada Hostia, Pan de los ángeles, dado a los animales,
Sagrada Hostia, tirada en el lodo y pisoteada,
Sagrada Hostia, deshonrada por los sacerdotes infieles,
Sagrada Hostia, olvidada y abandonada en tus iglesias.
Sé misericordioso con nosotros, Perdonanos,oh Señor.
Sé misericordioso con nosotros, Escúchanos, oh Señor.
(La respuesta es: Te ofrecemos nuestra reparación)
Por el ultrajante desprecio en este maravilloso Sacramento,
Por tu extrema humillación en tu admirable Sacramento,
Por todas las comuniones indignas,
Por las irreverencias de los malos cristianos,
Por la profanación de tus santuarios,
Por los copones deshonrados y llevados a la fuerza,
Por las continuas blasfemias de los hombres alejados de ti,
Por la impenitencia y la indiferencia a la fe,
Por las conversaciones y actitudes indignas en tus santos templos,
Por los profanadores de tus iglesias, y a las que han profanado con sus sacrilegios,
Para que aumente en todos los cristianos la reverencia debida a este adorable Misterio, Te
suplicamos, óyenos.
Para que manifieste el Sacramento de tu amor a los pecadores, Te suplicamos,
Para que los insultos de aquellos que te ultrajan sean dirigidos hacia nosotros,
Te suplicamos, óyenos.
Para que misericordiosamente recibir esta nuestra humilde reparación, Te suplica...
Para que hacer nuestra adoración aceptable a Ti, Te suplica...
Hostia Pura, Escucha nuestra oración.
Hostia Santa, Escucha nuestra oración.
Hostia Inmaculada, Escucha nuestra oración.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, oh Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Benignamente óyenos, oh Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Mira, oh Señor, nuestra aflicción,
R. Y da gloria a tu Santo Nombre.

Oremos
Señor Jesucristo, que te dignas permanecer con nosotros en tu maravilloso Sacramento hasta
el final del mundo, para darle a tu Padre, por la memoria de tu Pasión, gloria eterna, y para
darnos a nosotros el Pan de vida eterna: concédenos la gracia de llorar, con corazones llenos
de dolor, por las injurias que Tú has recibido en este Misterio adorable, y por los muchos
sacrilegios que cometen los impíos, los herejes y los católicos. Inflámanos con deseo ardiente
de reparar todos estos insultos a los que, en tu infinita misericordia, has preferido exponerte
antes que privarnos de tu Presencia en nuestros altares. Tú, que con Dios Padre y el Espíritu
Santo vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén
Súplicas al Santísimo Sacramento.
Señor, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo! ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo! óyenos.
!Oh Cristo! escúchanos.
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Pan vivo que bajaste del Cielo, ten misericordia de nosotros.
Pan Misterioso y Revelado como Salvador, ten misericordia de nosotros.
Pan y comida de los escogidos, ten misericordia de nosotros.
Jesús vino que engendras vírgenes, ten misericordia de nosotros.
Pan substancioso y de los reyes regalo, ten misericordia de nosotros.
Jesucristo nuestro sacrificio continuo, ten misericordia de nosotros.
Jesucristo ofrenda pura, ten misericordia de nosotros.
Jesús el Cristo Cordero sin mancha, ten misericordia de nosotros.
Jesús altar purísimo, ten misericordia de nosotros.
Jesús comida de los ángeles, ten misericordia de nosotros.
Jesús maná escondido, ten misericordia de nosotros.
Jesús memorial de las maravillas de Dios, ten misericordia de nosotros.
Jesús Pan sobre substancial, ten misericordia de nosotros.
Jesús Verbo hecho carne, ten misericordia de nosotros.
Jesús, Dios con nosotros, ten misericordia de nosotros.
Jesús Hostia Santa, ten misericordia de nosotros.
Jesús cáliz de Bendición, ten misericordia de nosotros.
Jesucristo, Misterio de fe, ten misericordia de nosotros.
Jesucristo preexcelso y venerable Sacramento, ten misericordia de nosotros.
Jesucristo sacrificio, el más santo de todos, ten misericordia de nosotros.
Jesús verdadero propiciatorio por los vivos y difuntos, ten misericordia de nosotros.
Jesús remedio celestial, preservamos de todos los pecados, ten misericordia…
Jesús milagro asombroso sobre todos los milagros, ten misericordia de nosotros.
Jesús memorial sacratísimo de la Pasión del Señor, ten misericordia de nosotros.
Jesús el Don que excede a toda riqueza, ten misericordia de nosotros.
Jesús memorial principal del amor divino, ten misericordia de nosotros.
Jesús abundancia de liberalidad divina, ten misericordia de nosotros.
Jesús sacrosanto e inmenso misterio, ten misericordia de nosotros.
Jesús, medicamento de inmortalidad, ten misericordia de nosotros.
Jesús sacramento vivífico digno de todo respeto, ten misericordia de nosotros.
Jesús pan hecho carne por el Todopoderoso, ten misericordia de nosotros.
Jesucristo Sacrificio incruento, ten misericordia de nosotros
Jesús Comida y convidado, ten misericordia de nosotros.
Jesús banquete dulcísimo en el que sirven los ángeles, ten misericordia de nosotros.
Jesús Sacramento de piedad, ten misericordia de nosotros.
Jesús Vínculo de caridad, ten misericordia de nosotros.
Jesús Oferente y ofrecido, ten misericordia de nosotros.
Jesús Espiritual dulzura, gustada en la misma fuente, ten misericordia de nosotros.
Jesús sustento de las almas santas, ten misericordia de nosotros.
Jesús Viático de los que mueren en el Señor, ten misericordia de nosotros.
Jesús Prenda de la gloria que esperamos, ten misericordia de nosotros
Cristo senos propicio, perdónanos, Señor.
Cristo senos propicio, escúchanos, Señor.
De la comunión sacrílega, líbranos, Jesús.
De la concupiscencia de la carne, líbranos, Jesús.
Del deseo desordenado de los ojos, líbranos, Jesús.
De las soberbia de la vida, líbranos, Jesús.
De toda ocasión de pecar, líbranos, Jesús.
Por el deseo de comer la Pascua con tus discípulos, líbranos, Señor.
Por la encendida caridad al instituir este divino Sacramento, líbranos, Señor.
Por tu sangre preciosa, que nos dejaste en el altar, líbranos, Señor.
Por las cinco llagas de tu cuerpo sacratísimo, que nosotros recibiste, líbranos, Señor.
Nosotros pecadores, te rogamos óyenos.
Que te dignes aumentar y conservar en nosotros la fe, reverencia y devoción de este
admirable Sacramento, te rogamos óyenos.
Que te dignes guiarnos por la verdadera confesión de los pecados, a la frecuente comunión, te
rogamos, óyenos.
Que te dignes librarnos, renegar de la fe y ceguedad de corazón de corazón, te rogamos
óyenos.
Que te dignes hacernos partícipes de los frutos preciosos y celestiales de este Santísimo
Sacramento, te rogamos óyenos.
Que te dignes confortarnos y fortalecernos en la hora de nuestra muerte con este Viático
celestial, te rogamos óyenos.
!Oh Hijo de Dios! te rogamos óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo, óyenos!
!Oh Cristo, escúchanos!
!Señor, ten misericordia de nosotros!
Padre nuestro, etc.
G/ El pan del cielo les has dado.
R/ Que tiene en sí todo el deleite.
G/ Bendito eres, Señor, en, los Cielos.
R/ Digno de toda alabanza que se te den, y de ser exaltado y glorificado por los siglos.
G/ Señor, escúchanos gustoso nuestra súplica.
R/ Y llegue a tu oído mi clamor.
G/ El Señor esté con ustedes.
R/ Y con tu espíritu.
Oración
¡Oh Dios, que nos dejaste la memoria de tu Pasión en este admirable Sacramento
!Concédenos que de tal suerte veneremos los sagrados misterios de tu cuerpo y sangre, que
experimentemos continuamente en nosotros el fruto de nuestra redención. Que vives y reinas
con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

DEVOCION EUCARISTICA DE JUAN PABLO II


Escribe Juan Pablo II :”Es hermoso estar con Él, y reclinados sobre su pecho como el
discípulo predilecto(cf. Jn 13,25),palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de
distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el “arte de la oración”; ¿cómo no sentir una
renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa,
en actitud de amor, ante Cristo, presente en el Santísimo Sacramento?. ¡Cuántas veces, mis
queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza,
consuelo y apoyo.
Numerosos santos nos han dado ejemplo de esta práctica, alabada y recomendada
repetidamente por el Magisterio. De manera especial se distinguió por ella San Alfonso María
de Ligorio, que escribió:”Entre todas las devociones, ésta de adorar a Jesús sacramentado es
la primera, después de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para
nosotros”.
La Eucaristía –continua el Papa-es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también
estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la
gracia”. Pocas cosas tan hermosas y verdaderas se han escrito en las vidas de los santos
como estas preciosas palabras, brotadas de un corazón, tan ardientemente enamorado de
Cristo, como el del gran papa Juan Pablo II.
Adoración Eucarística de Juan Pablo II
Señor Jesús: Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como
somos. "Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el
Hijo de Dios" (Jn. 6,69). Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la
última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para
decirle nuestro SÍ unido al tuyo. Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a ti, "camino, verdad y vida", queremos penetrar en el aparente "silencio" y
"ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice:
"Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo" (Mt. 17,5).
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones
personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives "siempre intercediendo
por nosotros" (Heb. 7,25).
Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo
hacia el Padre. Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú
eres el centro, el principio y el fin de todo.
Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores
evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en
las actitudes de la vida concreta.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: "Mi vida es Cristo" (Flp. 1,21).
Nuestra vida no tiene sentido sin ti.
Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con tan buen amigo
presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque
en la oración "el amor es el que habla" (Sta. Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones
duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de
presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus
palabras: "Quedaos aquí y velad conmigo" (Mt. 26,38).
Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos
aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de
amigo y con una presencia de donación.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos "gemidos
inenarrables" (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial
de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.
En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos
basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.
Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o "misterio".
Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio" de cada hermano y de
cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la
historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.
Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de
AMAR y de SERVIR. Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y
adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más
perfecta Madre. Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu
Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos. Amén.
Juan Pablo II
San Juan Bosco, cuando decía, plenamente convencido, a sus muchachos.:”¿Deseáis recibir
muchas gracias de Dios?, -visitadle con frecuencia, muchas veces y comprobaréis que Dios
no se deja vencer en generosidad con vosotros

A JESÚS PASTOR EUCARISTICO POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES


Corazón admirable de Jesús, a la vista de tantos pueblos sin sacerdotes, de tantas ovejas sin
Pastor, de tantos Seminarios vacíos, conmovidos por tus sentidas quejas y obedientes a tu
palabra, venimos a rogarte por esta gran necesidad.
V/. Para que no falte quien lleve los niños a Tí.
R/. Envía Señor operarios a tu mies.
V/. Para que vean los ciegos y oigan los sordos y resuciten los muertos y los pobres sean
evangelizados.
R/. Envía Señor operarios a tu mies.
V/. Para que los oprimidos del diablo sean libertados y los justos se santifiquen
R/. Envía Señor operarios a tu mies.
V/. Para que en cada pueblo no falte quien diga: He aquí vuestra Madre
R/. Envía Señor, etc.
V/. Para que en todo lugar se celebre la Santa Misa y se conserve el Santísimo Sacramento.
R/. Envía Señor, etc.
V/. Para que diariamente reciban los fieles la Sagrada Comunión y para que nadie muera sin
los Santos Sacramentos.
R/. Envía Señor, etc.
V/. Por María Inmaculada, Reina y Maestra del Clero; por San José Patrón de la Iglesia y
Padre de nuestro pueblo.
R/. Envía Señor, etc.
Oremos: Corazón de Jesús, Sacerdote Santo, te pedimos con el mayor encarecimiento del
alma que aumentes de día los aspirantes al Sacerdocio y que los formes según el designio de
tu amante Corazón. Sólo así conseguiremos Sacerdotes Santos y pronto en el mundo no
habrá más que un solo rebaño y un solo Pastor. Así sea.

ROSARIO DEL SANTÍSIMO


Hecha la señal de la cruz…
Acto de Contrición
Amoroso Jesús mío Sacramentado, ¡oh! fuente inagotable de piedad, bondad invencible aún
de infinitas culpas de los hombres, interpón tu cruz y muerte entre mis pecados y tu justicia;
ten misericordia de mí y perdóname, por lo que toleraste en las tres horas de tu amarga
agonía y cuando esté expirando extiende tus brazos, ¡oh Dios Sacramentado por mi amor! y
esconde mi alma en el seno de tus misericordias. Amén.
V Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de todo mal.
V Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de muerte fatal.
V Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de morir en pecado mortal.

PRIMER MISTERIO
Considera cómo, acabado el lavatorio de los pies, subió el señor con sus discípulos al
Cenáculo, y volviéndose a sentar a la mesa, cogió el Señor un pan en sus santas y venerables
manos y, bendiciéndolo, lo partió y dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen esto coman todos,
porque este es mi cuerpo, que por ustedes ha de ser entregado”. ¿A quién? A la pasión y
muerte afrentosa de Cruz.
Se repite 10 veces
1. Jesús hijo de David te amamos te adoramos ten piedad
2. Sea por siempre bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Y la Virgen concebida sin pecado original.
Decimos:
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de todo mal.
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de muerte fatal.
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de morir en pecado mortal.

SEGUNDO MISTERIO
Considera alma mía, cómo tomando luego el cáliz lo bendijo y les dio, diciendo: “Beban todos
de él, porque esta es mi sangre del Nuevo Testamento, que por ustedes y por muchos será
derramada, en remisión de los pecados”. Esta es la institución del Divino Sacramento del
Altar.
Se repite 10 veces
1. Jesús hijo de David te amamos te adoramos ten piedad
2. Sea por siempre bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Y la Virgen concebida sin pecado original.
Decimos:
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de todo mal.
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de muerte fatal.
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de morir en pecado mortal.

TERCER MISTERIO
Considera que le ves sentado a la mesa, irradiando resplandores hermosísimos de su divino
rostro, grave, modesto, devotísimo, y que le ves coger con sus sacratísimas y venerables
manos que el pan, que así lo dice la Iglesia, y es para que sepas que las manos del que le ha
de recibir han de ser santas: es decir, sus obras y su vida han de ser santas e irreprensibles.
Mira: si no es así tu vida, enmiéndate antes de recibirle, reconoce tus pecados, arrepiéntete y
confiésalos.
Se repite 10 veces
1. Jesús hijo de David te amamos te adoramos ten piedad
2. Sea por siempre bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Y la Virgen concebida sin pecado original.
Decimos:
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de todo mal.
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de muerte fatal.
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de morir en pecado mortal.

CUARTO MISTERIO
Considera que teniendo el pan en sus manos divinas, levanta al cielo sus hermosísimos ojos,
y con esto te quiere decir que, teniendo tú este divino pan a tu disposición, ya no has mirar
cosas de la tierra.
Se repite 10 veces
1. Jesús hijo de David te amamos te adoramos ten piedad
2. Sea por siempre bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Y la Virgen concebida sin pecado original.
Decimos:
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de todo mal.
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de muerte fatal.
Û Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de morir en pecado mortal.

QUINTO MISTERIO
Considera que, mirando al Señor, baja sus divinos ojos, los fija en el pan que tiene en sus
manos, y cogiéndolo con la una, levanta la otra, y echa su santa bendición; con esto te quiere
decir que en este pan divino están todas las bendiciones eternas.
Se repite 10 veces
1. Jesús hijo de David te amamos te adoramos ten piedad
2. Sea por siempre bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Y la Virgen concebida sin pecado original.
Decimos:
Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de todo mal.
Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de muerte fatal.
Santo Dios, Santo fuerte. Santo inmortal, líbranos. Señor, de morir en pecado mortal.
Aquí se reza el Credo a la Santísima Trinidad, pidiéndole las tres virtudes teologales: Fe,
esperanza y caridad.
SÚPLICAS A JESÚS SACRAMENTADO
1. Amoroso Jesús Sacramentado, R/ “Ten Misericordia, Señor,”.
2. Por tu natividad humilde y pobre,
3. Por tu circuncisión y dulce nombre,
4. Por la primera Sangre que vertiste,
5. Por los que deseaste dar tu vida,
6. Por la prisión e insultos que te hicieron,
7. Por la paciencia con que sufriste,
8. Por el sudor copioso de sangre,
9. Por la cruel bofetada que te dieron,
10. Por los azotes que sufriste,
11. Por lo que en la columna padeciste,
12. Por la presentación de Pilatos en el Ecce Homo,
13. Por tus sienes coronadas de espinas,
14. Por la inhumanidad con que te hirieron,
15. Por la congoja de la cruz a cuestas,
16. Por la gran caridad con que nos amas,
17. Por tu humildad y demás virtudes,
18. Por las horas en la cruz clavado,
19. Por la agonía que en la cruz tuviste,
20. Por la hiel y vinagre que gustaste,
21. Por tu virginidad y gran pureza,
22. Por tu gran soledad y desamparo,
23. Por la oración que al Padre Eterno hiciste,
24. Por la muerte que por mí pasaste,

Rosario Eucarístico
Juan Pablo II “La Iglesia vive del Cristo Eucarístico de Él se alimenta y por Él es iluminada.
La Eucaristía es Misterio de fe y, al mismo tiempo, de luz”
Este es el “Mysterium Fidei” que se realiza en la Eucaristía: el mundo nacido de las manos
de Dios Creador retorna a Él redimido por Cristo. Eclesia de Eucaristía (6-8)
Introducción
*Dios mío, ven en mi auxilio.
*Señor, date prisa en socorrerme. *Gloria al Padre…
Primer Misterio Eucarístico
Jesucristo instituyó el Santísimo Sacramento para recordarnos su pasión y su muerte. “Yo soy
el pan vivo, bajado del cielo.El que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que Yo le
daré es mi carne y la daré por la vida del mundo” (Jn. 6,51).Padre nuestro… *Seas por
siempre bendito y alabado…
*Mi dulcísimo Jesús, que por mí amor Sacramento (10 veces)
Segundo Misterio Eucarístico
Jesucristo instituyó el Santísimo Sacramento para quedarse siempre con nosotros “Yo estoy
con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20). Padre nuestro…
*Seas por siempre bendito y alabado…
*Mi dulcísimo Jesús, que por mí amor Sacramento (10 veces)
Tercer Misterio Eucarístico
Jesucristo instituyó el Santísimo Sacramento para perpetuar el Sacrificio en el altar para
nosotros, hasta el final del mundo. “Quédate con nosotros, Señor, porque atardece y se
termina el día” (Lc. 24,29). Padre nuestro…
*Seas por siempre bendito y alabado…
*Mi dulcísimo Jesús, que por mí amor Sacramento (10 veces)
Cuarto Misterio Eucarístico
Jesucristo instituyó el Santísimo Sacramento para hacerse pan y bebida de nuestra alma “Yo
soy el pan de vida. El que venga a Mi, no tendrá hambre, y el que crea en Mi, no tendrá nunca
sed” (Jn 6,34-35) Padre nuestro…
*Seas por siempre bendito y alabado…
*Mi dulcísimo Jesús, que por mí amor Sacramento (10 veces)
Quinto Misterio Eucarístico
Jesucristo instituyó el Santísimo Sacramento para visitarnos en el momento de nuestra muerte
y para llevarnos al Paraíso. “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y Yo lo
resucitaré en el último día” (Jn 6,54) Padre nuestro…
*Seas por siempre bendito y alabado…
*Mi dulcísimo Jesús, que por mí amor Sacramento (10 veces)
Bendición Eucarística
Oremos: Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión; te
pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu
Sangre que experimentamos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
UNOS 15 MINUTOS CON JESÚS SACRAMENTADO
No es necesario, hijo mío, saber mucho para agradarme; basta que me ames con fervor.
Háblame sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, o a tu madre, o a tu
hermano.
I. ¿Necesitas hacerla en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, sea el de
tus padres, el de tus hermanos o amigos. Dime qué quisieras hiciese actualmente por ellos.
Pide mucho, mucho; no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos, que llegan a
olvidarse en cierto modo de sí mismos para atender a las necesidades ajenas. Háblame con
sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes
ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes
que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra de amigo, entrañable y
fervorosa. Recuérdame que prometí escuchar toda súplica salida del corazón, ¿y no ha de
salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón ama especialmente?
II. Y para ti ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades y
léela en mi presencia.
Dime francamente que sientes soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez,
egoísta, inconsciente, negligente..., y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos,
pocos o muchos, que haces para sacudir de encima de ti tales miserias.
No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos justos, tantos santos de primer orden,
que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad..., y poco a poco se vieron
libres de ellos.
Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en
tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darlo, y lo doy, y deseo que me lo pidas en
cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Por hoy, ¿qué necesitas?
¿Qué puedo hacer en tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte! ¿Traes
ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te
preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres haga por tu hermano, hermana, por
tu amigo, por tu superior? ¿Qué desearías hacer por ellos?
¿Y por mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus
prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho y que viven quizá olvidados de mí? Dime qué
cosa solicita hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente y con qué medios
cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y Yo te diré las causas del mal
éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los
corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place.
III. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus
tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién
te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas
heridas del tuyo. Cuéntamelo todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí,
todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.
¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías que, no por ser
infundadas, dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi Providencia. Contigo estoy;
aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.
¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora, olvidadas, se
alejan de ti sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu
lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.
IV. ¿Y no tienes tal vez alguna alegría que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de
ella a fuer de buen amigo?
Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho
como sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá viste disipados negros
recelos, quizá recibiste malas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna
dificultad o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y Yo te lo he proporcionado:
¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud y decirme sencillamente, como hijo a su
padre: ¡Gracias, Padre mío, gracias! El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque
al bienhechor le agrada verse correspondido.
V. ¿Tampoco tienes alguna promesa que hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu
corazón. A los hombres se les engaña fácilmente, a Dios no; háblame, pues, con toda
sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a la ocasión aquella de pecado?
¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más aquel libro que avivo tu
imaginación? ¿De no tratar más a la persona que turbó la paz de tu alma? ¿Volverás a ser
dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado
como enemiga?
Ahora bien, hijo mío: vuelve a tus ocupaciones habituales; al taller, a la familia, al estudio...;
pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la
soledad del santuario. Guarda en cuanto puedas silencio, modestia, recogimiento, resignación,
caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, y vuelve otra vez mañana
con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón hallarás cada día
nuevo amor, nuevos beneficios, consuelos nuevos.

VISITAS DIARIAS AL SANTÍSIMO


A LOS ANGELES PARA OBTENER DEVOCIÓN A JESÚS SACRAMENTADO
Ángeles del cielo, que rodean el Santo Tabernáculo del Altísimo, me uno a ustedes en los
homenajes y adoraciones que rinden día y noche a Jesús Sacramentado. Quisiera amarle con
un amor tan puro, tan verdadero, tan ardiente como el suyo; pero soy perverso y pecador que
nada puedo hacer que sea tan digno de su Divina Majestad. Dígnate suplir mi pequeñez, y
alcánzame las gracias que necesito para recoger los frutos de tan santa devoción. Feliz el
alma que encuentra sus delicias en vivir junto al Tabernáculo del Señor, y allí conversar con
su Amado y pasar las horas en su compañía. ¡Oh Ángeles del cielo! Vengan en mi auxilio,
inflamen mi alma con el fuego del amor que te abrasa, para que mi corazón sea digno de
adorar a Jesús Sacramentado. Amén.

Por la señal… Señor mío Jesucristo.

1. ORACIÓN PREPARATORIA DE TODOS LOS DIAS


Aquí estoy en vuestra divina presencia, Jesús mío, para visitarte.
He venido, Señor, porque me has llamado.
Tu presencia real en la Sagrada Eucaristía, es el eco de aquellas palabras que dirigiste en el
Evangelio: “Venid a Mí todos los que estáis cargados con vuestras miserias y pecados y Yo os
aliviaré”. Aquí vengo, pues, como enfermo al Médico, para que me sanéis; como pecador al
Santo, para que me santifiquéis; y como pobre y mendigo al rico, para que me llenéis de
vuestros divinos dones.
Creo, Jesús mío, que estas en el Santísimo Sacramento del Altar, tan real y verdaderamente
como estabas en Belén, en la cruz y como estas ahora en el Cielo.
Espero en Ti, que eres poderoso y bueno, para santificar mi alma y salvarme.
Te amo con todo mi corazón, porque eres la Bondad infinita, digno de ser amado de todas las
criaturas del Cielo y de la tierra; y me has amado hasta derramar tu sangre y dar tu vida en la
cruz por mí.
Vengo aquí a buscar un refugio contra la corrupción del mundo. En el mundo todo es falsedad
y mentira; vengo ante Ti que eres la Verdad eterna. El mundo está lleno de abismos de
iniquidad; vengo a Ti que eres el único Camino de la felicidad. En el mundo todo es
sensualidad y pecado; vengo a Ti que eres Vida y Santidad de las almas.
¡Dame luz, Señor! ¡Que yo te vea presente en el Sagrario con los ojos de la fe; y que mi
corazón beba hasta saciarse de la fuente del Amor divino que brota de tu Corazón
Sacramentado!

2. LECTURA REPOSADA DEL DÍA CORRESPONDIENTE


3. COMUNIÓN ESPIRITUAL (Para todos los días)
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo, que has muerto en la cruz por mi, y estas
ahora real y verdaderamente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te pido perdón de todos
mis pecados. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte. Venga a mi corazón. Te abrazo.
No te apartes jamás de mí.
Jesús, José y María, te doy el corazón y el alma mía.

4. ESTACIÓN AL SANTÍSIMO
Está constituida por cinco Padrenuestros, Avemarías y Glorias, por las cinco llagas y uno por
el Papa.

5. JACULATORIAS CONTRA LA BLASFEMIA


Bendito sea Dios. Bendito sea su Santo Nombre. Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y
verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo
Paráclito. Bendita sea María Santísima, la excelsa Madre de Dios. Bendita sea su Santa e
Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción a los Cielos. Bendito sea el
Nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea
Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

6. ORACIÓN FINAL
Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me has recibido y permitido gozar de vuestra
presencia y compañía amorosas.
Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos
me acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece tu amistad divina.
Dame tu bendición y concédeme todas las gracias, que necesito, para amarte y servirte con la
mayor fidelidad.
Bendice, Señor, a nuestro Santísimo Padre el Papa, tú vicario en la tierra; ilumínale, santifícale
y líbrale de todos sus enemigos.
Bendice a tu Iglesia Santa y haz que su luz brille en todas las naciones; y que los paganos
conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.
Bendice a tus sacerdotes, santifícalos y multiplícalos.
Bendice y protege a nuestra nación.
Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la bienaventuranza eterna.
Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.
Bendice a todos nuestros familiares y haced que vivan todos en vuestra gracia y amistad y
que un día nos reunamos en la Gloria.
Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos.
Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos tu divino amor,
para que la fe que nos impide ahora ver tu santísimo rostro se convierta un día en luz
esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y
bendigamos por los siglos de los siglos. Amén
VISITANDO A JESÚS SACRAMENTADO
I Visita: Ven a mi Corazón
1. Oración de preparación de todos los días
Jesús, de pie, decía a toda voz: Venga a mí el que tiene sed: el que crea en mí tendrá de
beber. Pues la Escritura dice: De él saldrán ríos de agua viva. (Jn. 7,37-38)
2. Oración al Santísimo Sacramento
He aquí la fuente de todo bien: Jesús en el Sacramento Eucarístico. El dice: “Venga a mí el
que tiene sed y beba” (Jn. 7,37).
¡Cuántas gracias han recibido los Santos a la fuente del Santísimo Sacramento donde Jesús
nos reparte todos los méritos de su Pasión, como predijo el Profeta Isaías: “Sacarán agua con
alegría de las vertientes de la salvación”. (Is. 12,3).
Oh Jesús mío, lleno de amabilidad, queridísimo Amor, Vida, Esperanza, Tesoro, único Amor
de mi alma, ¡cuánto te costó el quedarte con nosotros en este Sacramento! Tuviste que morir
para poder permanecer sobre nuestros altares en la Eucaristía, y cuántos insultos padeciste
en el Sacramento Eucarístico, donde nos socorres con tu presencia! Tu amor y tu deseo de
ser amado por nosotros lo han vencido todo.
Ven, pues, oh Señor; ven a mi corazón y yo cierre por siempre la puerta, para que no entre
más ninguna criatura que se tome para de ese amor que hay que darte y quiero darte todo a
Ti, solo a Tí. Mi querido Jesús ¡domíname, Tú solo poséeme todo; si alguna vez no te
obedezco, castígame con rigor para que en el futuro sea yo más atento a cumplir Tu voluntad.
Haz que yo no desee más, ni busque otra satisfacción que agradarte a Ti, visitándote a
menudo en los templos, entreteniéndome contigo, recibiéndote en la Santa Comunión.
Quien quiera ¡busque igualmente otros bienes! yo no quiero, no deseo otra cosa que el tesoro
de Tu amor. Solo eso pida a los pies del altar: haz que me olvide de mí mismo para
recordarme solo de tu bondad.
¡Angeles bienaventurados! yo no les envidio por la gloria, sino por el amor a su y mi Dios:
dígnese enseñarme lo que deba yo hacer para amarle y darle gozo.
3. Comunión espiritual (de todos los días)
4. Visita a María Santísima (para todos los días)
Vamos a saludar a la poderosa Madre María delante de alguna imagen de Ella.
Otra fuente de gran felicidad para nosotros es nuestra Madre María, tan repleta de bienes y de
gracias que no hay nadie que sea excluido de su riqueza. A ella también podemos atribuir las
palabras: De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia” (Jn. 1,16).
María Santísima fue colmada por Dios por toda gracia, como lo proclaman las palabras del
Ángel: “Dios te salve, oh llena de gracia” (Lc. 1,28)
“No solamente para Ella –dice un santo– sino también para nosotros. La Virgen recibió ese
inmenso don de gracia para que ello participáramos también nosotros sus devotos”.
5. Oración a María Santísima (para todos los días)
II Visita: La fuente de todo bien
1. Oración de comienzo de todos los dias
“Su compañía no causa amargura, ni pena su trato, sino placer y alegría” (Sab. 8,16)
“Mi deleite está con los hijos de los hombres” (Pr. 8,31)
2. Oración al Santísimo Sacramento
Señor mío y Dios mío, estoy delante de este altar en donde Tú permaneces noche y día por
mí. Tú eres la fuente de todo bien, el Médico de todo mal, el Tesoro de todo pobre. Aquí está
un pecador a tus pies, el más pobre de todos, el más enfermo, que te pide piedad.
Ten compasión de mí. Viéndote en el Sacramento del altar, bajado del cielo solo para
hacerme el bien, no quiero dejarme desalentar por mi miseria.
Te alabo, te agradezco, te amo, y si quieres que te pida de concederme algún don, te pido
eso: no quiero ofenderte más y te pido que me des Luz y gracia para que te ame con todas las
fuerzas.
Señor, te amo con toda mi alma, te amo con toda mi capacidad de amar. Haz que lo diga con
convicción y lo repita siempre en esta vida y por toda la eternidad.
María Santísima, Santos mis abogados, Angeles, Bienaventurados del Paraíso, ayúdeme para
que ame a mi amabilísimo Dios.
3. Comunión Espiritual, de todos los días.
4. Visita a María Santísima, de todos los días.
Vamos a saludar a la poderoso Madre María delante de alguna imagen de Ella.
“Yo soy la madre del amor hermoso”, dice: María, es decir de ese amor que vuelve hermosas
las almas. El don de amar a Dios es concedido por medio de María. Pidámosle a Ella. Y
pidamos a la Virgen que nos ate siempre más cadenas de amor y confianza.
5. Oración a María Santísima, de todos los días.
III Visita: El Objeto de las aspiraciones humanas
1. Oración de comienzo de todos los días.
“Háganse bolsas que no se gasten y júntense riquezas celestiales que no se acaben, donde el
ladrón no puede llegar ni la polilla destruir. Porque, donde está tu tesoro, ahí también estará tu
corazón”. (LC. 12,33-34).
2. Oración al Santísimo Sacramento
Oh Jesús presente en el Pan Eucarístico, que por mi amor quedas noche y día encerrado en
el Sagrario, Te ruego: atrae a Ti todo mi corazón, de tal modo que no piense a otros, sino a Ti;
no ame, no busque sino a Ti; no espere sino en Ti. ¡Hazlo por los méritos de tu Pasión, por los
cuales te lo pido y espero!
Mi salvador Eucarístico, oh Divino Enamorado, ¡cuán dulces son tus inventos para hacerte
amar por las almas! Oh verbo eterno, no te ha bastado morir por nosotros. Nos has dado
también este Sacramento para acompañarnos, alimentarnos y como anticipo del Paraíso.
Te hiciste niño en un pesebre, malhechor clavado en una cruz, pan sobre un altar. Dime:
¿Tenías algo más inventar para hacerte querer? Oh amable infinito ¿cuándo empezaré de
verdad a corresponder a tantas dulzuras de amor?
Señor, quiero vivir solo para amarte. ¿De qué me serviría la vida sin dedicarla toda a agra-
darte a Ti que has dado toda tu vida por mí? ¿A quién más podría amar, sino a tu persona que
es belleza, dulzura, bondad, afabilidad, amor? Oh mi Señor, quiero que mi alma viva solo para
amarte; deseo que se derrite de amor al recuerdo de tu amor; y quiero que, mientras oiga
nombrar las palabras: pesebre, Cruz, Sacramento… mi alma se encienda de deseo de obrar
grandes cosas por Ti que has hecho y has sufrido mucho por mí.
3. Comunión Espiritual de todos los días.
4. Visita a María Santísima de todos los dias
Vamos a saludar a la poderosa Madre María delante de alguna imagen de Ella.
“Crecí como la palmera en Engagí y cuál brote de rosa en Jericó, como magnífico olivo en la
llanura y como el plátano me alcé” (Sir. 24, 14).
“Yo soy –dice María– el magnífico Olivo del que siempre sal aceite de misericordia. Estoy en
la llanura, para que todos me vean y recurran a mí”.
Digámosle con San Agustín: “Piadosísima Reina, recuérdate que nunca se ha oído que
alguien haya recorrido a tu auxilio y haya sido abandonado”. No quiero ser el primer
desafortunado que, después de haber acudido a Ti, quede sin auxilio.
5. Oración a María Santísima de todos los días.
IV Visita: Jesús está con nosotros todos los días
1. Oración de Comienzo de todos los días.
“Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo”. (Mt. 28.20).
2. Oración ante el Santísimo
Mi dulcísimo Señor, mi Salvador, vengo hoy a visitarte en este templo, pero Tú me devuelves
la visita con amor más grande cuando vienes a mi alma con la Santa Comunión.
En ese momento no solamente te haces presente a mí, sino te hace mi comida, te unes y te
entregas completamente a esta pobre creatura. Entonces
puedo decir verdaderamente: “Jesús mío, ahora eres todo mío”.
Ya que te entregas totalmente a mí, es justo que yo te entregue a todo mí mismo. Soy una
pobre creatura y Tú eres Dios. ¡Oh Dios de amor! Amor de mi alma ¿cuándo se realizará por
fin mi deseo y seré todo tuyo con los hechos y no solo de palabras? ¡Tú lo puedes hacer!
Acrecienta en mí la confianza por los méritos de tu Sangre, para que, antes de morir consiga
la gracias de ser totalmente tuyo y ya no mío.
Señor, Tú oyes las oraciones de todos, escucha hoy la súplica de un alma de que te quiere
amar de verdad. Te quiero amar con todas mis fuerzas, te quiero obedecer en todo aquello
que desea, sin intereses, sin consuelos, sin recompensa. Te quiero servir por amor, solo para
darte gozo, solo para complacer a tu Corazón que me ama apasionadamente. Mi recompensa
será tu amor.
Hijo dilecto del Eterno Padre, tómate mi libertad; a todo mí mismo, a cuanto tengo y dame
solamente el don de Ti mismo, Te amo, te busco, te suplico, te quiero.
3. Comunión Espiritual de todos los días.
4. Visita a María Santísima
Vamos a saludar a la poderosa Madre María delante de alguna imagen de Ella.
Señora nuestra amabilísima, toda la Iglesia te llama y te saluda ‘Esperanza nuestra’. Tú eres
la esperanza de todos y también mi esperanza. Oh María, Tú salvas también a los
desesperados. A Ti me entrego, en Ti confío.
5. Oración a María Santísima de todos los días.
V Visita: Acerquemos a él con confianza
1. Oración de Comienzo de todos los días.
“Mi amado empieza a hablar y me dice: levántate, compañera mía, hermosa mía, y ven por
acá” (Cant. 2,10)
2. Oración ante el Santísimo
Jesús en el Santísimo Sacramento, a toda alma amiga que lo visita, repite las palabras que
dijo a la Sagrada Esposa “Levántate, compañera mía, hermosa mía y ven”.
Me acerco pues a Jesús con gran confianza y cariño: me uno a Él y le digo:
“Verbo Eterno, hecho hombre y hecho Pan de vida por mí: qué gozo tan grande ha de
apoderarse de mí al saber que me encuentro delante de Ti, Dios mío, Majestad y Bondad
infinita que tanto me amas!
Mi amadísimo Señor, sé el único objeto de mi amor. Apodérate de toda mi voluntad, poséeme
todo. Te consagro toda mi mente, para que piense siempre en tu bondad; te consagro mi alma
para que sea toda tuya.
Oh Amado de mi alma, quisiera que todos los hombres conocieran la ternura de tu amor y que
vivieras solo para honrarte y darte gozo, como Tú lo deseas y lo mereces. Pueda yo siquiera,
vivir siempre enamorado de tu belleza infinita. Desde hoy en adelante me propongo hacer
cuanto puedo para agradarte. No dejaré ninguna cosa que te agrade, también a precio de
algún gran sufrimiento o de la pérdida de mis bienes, o de mi vida.
Seré dichoso si lo perderé todo para poseerte a Ti, mi Dios, mi Tesoro, mi Amor, mi Todo.
3. Comunión Espiritual de todos los días.
4. Visita a María Santísima
Vamos a saludar a la poderosa Madre María delante de alguna imagen de Ella.
“Pasen para acá los hombres sencillos” (Prov. 9,4). María invita a todos los ‘pequeños’ que
tienen necesidad de una madre para que acudan a Ella, la Madre más amorosa de todas. El
amor de todas las mamás es una sombra respecto del amor de María por cada uno de
nosotros”.
Madre mía, Madre de mi alma, Tú me amas y quieres mi salvación mas que nadie después de
Dios. ¡Muestra que eres mi Madre!.
5. Oración a María Santísima de todos los días.
VI Visita: La Fuente de todas las Gracias
1. Oración de comienzo de todos los días.
“Tomen la leche hasta quedar satisfechos de su seno acogedor, y puedan saborear y gustar
sus pechos abundantes”.(Is. 66,11)
2. Oración ante el Santísimo
Dilectísimo Unigénito del Eterno Padre; sé que eres el más digno de ser amado. Deseo
amarte como lo mereces, por lo menos cuanto un alma puede desearlo.
Me doy cuenta de que yo, traidor y tan rebelde a tu amor, no merezco amarte, no merezco de
estarte cerca como ahora en este templo, pero siento que Tú también buscas mi amor, porque
dijiste: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas” (Dt. 6,5). Estoy seguro de que me ha dejado en vida y no me has mandado a infierno
precisamente para eso; para que me convirtiera completamente a tu amor.
Dios mío, ya que quieres ser amado también por mi, entonces ¡heme aquí: a Ti me entrego, a
Ti me ofrezco!
Te amo, o Dios toda bondad, todo amor. Te elijo como único Rey y Señor de mi pobre
corazón: Tú lo quieres y yo quiero dártelo. Esta frío y sucio, pero si lo aceptas, lo sabrás
cambiar!
¡Ayúdame y cámbiame, Señor mío! No quiero más vivir, como en el pasado, ingrato y poco
enamorado de Tu bondad infinita. Haz que desde hoy en adelante yo pueda remediar a todo el
amor que he faltado entregarte.
3. Comunión Espiritual de todos los días.
4. Visita a María Santísima
Vamos a saludar al a poderosa Madre María delante de alguna imagen de Ella.
La Madre de Jesús es semejante en todo al Hijo ya que es Madre de misericordia y es feliz
cuando ayuda consuela a los pecadores. Es tan grande el deseo de la Virgen de conocer
gracias a todos que: “Es más deseosa Ella de hacerte el bien y enriquecerte de gracias, que tu
de recibirlas˝. (S. Bernardino)
5. Oración a María Santísima de todos los días.
VII Visita: Jesús ha traído Fuego en la tierra
1. Oración de comienzo de todos los días.
“Viene a traer fuego a la tierra, y cuándo deseará que ya estuviera ardiendo”
(Lc. 12,49)
2. Oración ante el Santísimo
Jesús mío, haz que yo arda por Ti: haz que no piense, no suspira, no desee, no busque otra
cosa fuera de Tí. Sería yo dichoso si este tu Santo fuego me poseyera totalmente. Sería
dichoso si con el consumarse de mis años Tu fuego consumara en mi todos los terrenales
sentimientos.
Oh Verbo Divino, Jesús mío, te veo sacrificado, humillado y anonadado sobre el altar por mi
amor; ya que te sacrifica y te entregas como víctima de amor por mí, es justo que yo me
consagro totalmente a Tí.
Sí Dios mío y mi supremo Señor, hoy te ofrezco todo mí mismo, mi alma, mi voluntad, mi vida.
Eterno Padre, une este mi pobre sacrificio al sacrificio infinito que Jesús, Tu hijo y mi Salvador,
te ofreció de sí mismo y que cada día renueva ofreciéndose sobre los altares. Acéptalo por los
méritos de Jesús: dame la gracia de repartirlo cada día de mi vida y de morir sacrificando a
todo mi mismo a Tu honor.
Deseo la gracias concedida de tantos mártires: morir por tu amor. Mi Señor, si no seré digno
de una gracia tan grande, concédeme cuando menos de sacrificar mi vida con toda mi
voluntad. Señor, quiero esta gracia: morir para honrarte y darte gozo. Desde ahora Te sacrifico
mi vida y te ofrezco mi muerte, cualquiera ella sea.
3. Comunión Espiritual de todos los días.
4. Visita a María Santísima
Vamos a saludar a la poderosa Madre María delante de alguna imagen de Ella.
Mi dulcísima Señora, deja que te llame todavía; “Tú eres toda la razón de mi esperanza” (S,
Bernardo) y “he puesto en ti toda mi esperanza (S. Juan Damasceno). Tú tienes que
conseguirme el perdón de los pecados, la perseverancia hasta la muerte y la liberación del
Purgatorio.
Oh María, todos los que se salvan consiguen la salvación por tu intermedio. ¡Tú tienes que
salvarme! Se salvará el que Tú quieras. Sálvame, pues, y yo seré salvado. Pero Tú salvas a
todos los que te invocan. Pues, yo te invoco y te digo: ‘sálvame, oh salvación de quienes te
invocan!
5. Oración a María Santísima de todos los días.

Adoración y reparación a la presencia real y verdadera del Cuerpo, Sangre, Alma y


Divinidad de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento del Altar

1. Oh Jesús: Quiero adorarte como el Dios Único. Deseo obedecerte como a Señor y Padre.
Te temo como a mi Juez. Te pido como a mí Gratificador. Te doy gracias como a mi
Bienhechor. Hoy mírame Jesús. Y háblame. Con tus oídos de Jesús, escúchame y con tus
Pies Jesús, sígueme. Manos y Corazón de Jesús, llévenme, acójanme e inflámenme.
Oh Jesús: purifícame como la blanca Hostia. Que yo sea humilde como tu pequeña Hostia.
Que yo sea disponible como tu manejable Hostia. Que yo haga el bien calladamente como tu
benéfica Hostia. Que yo viva escondido en él Sagrario como tu oculta Hostia.Que yo me
transforme en Ti como tu Sagrada Hostia.

2. Oh Jesús: Que yo crea en Ti, pues eres la misma veracidad. Que espere en Ti, pues eres la
misma fidelidad. Que me enamore de Ti, pues eres la misma bondad. Que me admire de Ti,
pues eres la misma beldad. Que te tema a Ti, pues eres la misma equidad. Que te respete a
Ti, pues eres la misma majestad.

Oh Jesús: Palabra del Padre, enséñame. Pan del cielo, aliméntame. Fuente de aguas vivas,
refrigérame. Luz celestial, alúmbrame. Vía segura, llévame. Puerta de paraíso, admíteme. Y
ahora por gracia de Dios deseo amar por los que no te aman. Te consuelo porque te
contristan. Te alabo porque te blasfeman. Te recuerdo porque te olvidan. Te reconozco porque
te ignoran. Te visito y quiero recibirte porque de Ti se alejan.

3. Oh Jesús: Tu sagrario como en la cueva de Belén; ¡Bendita pobreza! El taller de Nazaret;


¡Bendita humildad! El cenáculo de Jerusalén; ¡Bendita caridad! El calabozo de Caifás;
¡Bendita humillación!En el Patio de Pilatos; ¡Bendito varón de dolores! El monte calvario;
¡Bendito silencio! El sepulcro vacío; ¡Bendito el resucitado que me ama! Ahora Jesús: Estoy
triste; consuélame. Estoy enfermo; sáname. Estoy hambriento; sáciame. Estoy necesitado;
remédiame. Estoy caído; levántame. He pecado; perdóname. Gracias Jesús, tú nos invitas a
este sagrado banquete: Para hablarnos, que yo te escuche. Para unirnos, con el otro que yo
sea caritativo. Para consolarnos; sé mi alegría. Para curarnos; sé mi medicina. Para
alimentarnos; sé mi pan de cada día.

4. Amor del Corazón de Jesús, abrasa mi corazón. Fortaleza del Corazón de Jesús, sostén mi
corazón.Misericordia del Corazón de Jesús, perdona a mi corazón. Ciencia del Corazón de
Jesús, enseña a mi corazón. Celo del Corazón de Jesús, devora mi corazón. Voluntad del
Corazón de Jesús, dispón de mi corazón. Llamas del Corazón de Jesús, alumbradme. Fuego
del Corazón de Jesús, abrásame. Espinas del Corazón de Jesús, penetradme. Cruz del
Corazón de Jesús, fortifícame. Agua y sangre del Corazón de Jesús, purificadme y
embriagadme. Herida del Corazón de Jesús, recíbeme y custódiame

5. Oh Jesús, tu sagrario: Es un refugio: de perseguidos y maltratados. Es para ti una cárcel: de


cuántos queremos justicia y te tratamos como a un ladrón, malhechor. Es como un lugar de
burla: cuántos te miran como cómo sino existieras y como un loco de moral absurda. Es como
un patíbulo: cuántos te atormentan con blasfemias profanaciones, sacrilegios y toda clase de
desacatos. Es como un sepulcro: cuántos quisieran que fueses en el olvido sepultado. Jesús,
yo quisiera adornar tu sagrario:Con todos los lirios de pureza. Con todas las violetas de
humildad. Con todos los heliotropos de obediencia. Con todas las rosas de caridad. Con todos
los crisantemos de penitencia. Con todas las flores de santidad.

6. Oh Jesús, aquí estás en el sagrario, esperando: desde la eternidad estabas esperando este
momento.Como quien está cansado y así te sentaste un día junto al brocal de un pozo; ahora
estas con nosotros es tu descanso. Enseñando: así te sentabas sobre el monte de las
Bienaventuranzas, o en la barca de Pedro; Tú sigues enseñándonos. Tú que velas por
nosotros que somos tu heredad, y nos acechas porque quieres cazarnos con los dardos de tu
amor. Tú riges el universo desde el silencio del sagrario. Como quien reina: éste es el trono
del amor; desde aquí reinas en miles de corazones por toda la tierra.

7. Oh Jesús, la pequeñez de tu Hostia me habla. De tu pequeñez cuando viniste al mundo: te


hiciste niño, en tu familia: elegiste por padres unos pobres carpinteros. En la pequeñez de la
Patria: tuviste por pueblo a Nazaret, de donde se decía no poder salir cosa buena, y te hiciste
de nación judío la raza más ha sufrido de la tierra. De tu pequeñez en tus relaciones sociales:
tu círculo social eran los niños, los pobres y los enfermos. "Venid a Mí todos los que estáis
cansados y cargados". De tu pequeñez en tus apóstoles: eran unos pobres pescadores. De tu
pequeñez en tus pretensiones terrenas: huiste cuando quisieron nombrarte rey, y tu doctrina
fue el sacrificio, la humillación, la pobreza.

8. Oh Jesús, perdona tú estás en el sagrario:Olvidado: ¿quién se acuerda de los que pasan


por la calle de que estás en el sagrario? Despreciado: ¿quién estima la misa, la comunión y
las visitas a Jesús Sacramentado? Ultrajado: ¡cuántas blasfemias contra este sacramento de
amor! Perseguido: ¡cuántas irreverencias y profanaciones de iglesias y sagrarios! Maltratado:
¡cuántos sacrilegios de los que como Judas se acercan al comulgatorio en grave pecado!
Amado: a cambio de todo esto yo te quiero amar con todo el corazón, en tu amor abrasado.
Ahora, entonces memoria de Cristo, que yo te recuerde. Entendimiento de Cristo, que yo te
conozca. Voluntad de Cristo, que yo te desee. Pies de Cristo, que yo os busque. Ojos de
Cristo, que yo os encuentre. Corazón de Cristo, que yo te ame siempre.

9. Oh Jesús, tu Sagrada Hostia se formó: con granos de trigo escogidos: que yo me distinga
por mi buena conducta, de granos de trigo molidos: que yo sea mortificado, de granos de trigo
cernidos: que yo me libre de toda impureza, de granos de trigo unidos: que yo me una al
prójimo por la caridad, de granos de trigo cocidos: que yo me abrase en el amor de Dios. De
granos de trigo hechos Cristo y cristíferos: que yo me asemeje a Cristo y procure que se le
asemejen los demás. Oh Jesús, tu Sagrada Hostia, aunque pequeña, es como una
circunferencia infinita; todos los arrepentidos entran en ella. Los traidores, que como Judas te
entregan por treinta monedas entran en ella. Los cobardes, que como Pedro reniegan de Ti y
te abandonan entran en ella. Los soberbios y envidiosos que como Caifás te condenan, entran
en ella. Los impuros, que como Herodes se burlan de Ti y te tratamos violentamente, entran
en ella. Los ambiciosos, que como Pilatos te llevan a los azotes, a las espinas y a la muerte de
cruz caben en ella. Los inconstantes, que como el pueblo Judío, engañados por falsos amigos,
te dejan y maldicen caben en ella.

10. Oh Jesús, desde el sagrario pareces clamar como un día en la explanada del templo: "Si
alguno tiene sed, que venga a Mí y beba". Yo te digo, como la Samaritana: "Dame de esa
agua". Dame de ese agua dulcísima: Para que me sacie, que estoy sediento de bien. Para
que riegue mi alma, que está árida y falta de virtudes. Para que me lave, porque estoy
manchado con muchos vicios. Para que me ablande, porque estoy endurecido por muchos
pecados. Para que me refrigere, porque son muchas las pasiones y amores terrenos por los
que estoy abrasado. Para que me eleve como un surtidor a la vida eterna: "El agua que Yo le
daré, vendrá a ser dentro de él un manantial, que saltará hasta la vida eterna".

11. Oh Jesús, tu Sagrada Hostia me dice: Que eres bueno como el pan: un trozo de pan es el
símbolo de la bondad. Que eres barato como el pan: el Dios de los humildes, el Pan de los
pobres. Que eres sabroso como el pan: nunca cansas, y más gustas cuanto más se te come.
Que eres nutritivo como el pan: das fuerzas para practicar la virtud y vencer las tentaciones.
Que eres blanco como el pan: eres la misma pureza, y purificados a quien te come. Que eres
corriente como el pan: de todos los tiempos, de todos los países, de todas las fortunas y de
todas las complexiones.

12. Oh Jesús, tu permanencia en el sagrario es un efecto de tu puro amor:Te marchabas al


cielo, y quisiste dejarnos, como lo hacen los parientes y amigos, un recuerdo.No nos dejaste
como recuerdo un retrato, los manteles o la copa de la última cena, u otra cosa que Tú
usases. Tú mismo te quedaste como recuerdo. Te quedaste, no sólo en Roma o Jerusalén,
que no podrían ir a verte los pobres y los enfermos, sino en todas las partes.Te quedaste, no
sólo un día al año durante algunas horas, sino todas las horas del día y todos los días del año.
Te quedaste, no como emperador, lleno de majestad, que pudiera retraernos, sino como
humilde alimento, para unirte cuanto fuera posible a nosotros. Te quedaste, no como un
alimento escogido y caro, que no fuese para todas las fortunas y naturalezas, sino como pan
de trigo, que es el más apto, humilde y barato de los alimentos.

13. Oh Jesús, aquí estas en el sagrario:Como un recuerdo: "Haced esto en memoria de Mí".
"Todas las veces que comiereis este pan y bebiereis este cáliz, anunciaréis la muerte del
Señor".Como un alimento: "Tomad y comed". "Yo Soy el pan de vida, Yo soy el pan vivo que
descendí del cielo; el que viene a Mí no tendrá hambre".Como un compañero: "Estoy con
vosotros hasta la consumación de los siglos". "Mis delicias son estar con los hijos de los
hombres".Como una prenda de la gloria eterna: "Quien comiere de este pan, vivirá
eternamente". "Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna, y Yo le resucitaré
en el último día".Como un medio de unirnos contigo: "Quien come mi carne y bebe mi sangre
mora en Mí y Yo en él".Como un medio de unirnos entre nosotros: los banquetes siempre
unen. "Todos los que participamos del mismo pan, aunque muchos, venimos a ser un solo
pan, un solo cuerpo".

14. Oh Jesús, te quedaste en el sagrario:Para acompañarnos noche y día, como noche y día
estabas con tus apóstoles. Para alimentarnos mejor que a los cinco mil hombres del desierto,
entrando por la comunión en nuestras almas y cuerpos. Para bendecirnos en nuestras
iglesias, plazas y calles, en magnificas procesiones, como cuando recorrías las ciudades de
Galilea y de Judea. Para santificar y dar el parabién a los que se juntan por el enlace
matrimonial o se consagran al culto divino por el sacerdocio, como lo hiciste en Cana y en el
Cenáculo.Para consolar a los enfermos yendo a sus mismas casas y entrando en sus íntimas
habitaciones, como lo hiciste con la suegra de Pedro y con tantos enfermos. Para dar fuerza y
ser compañero de viaje del moribundo, en el último trecho del camino, que raya con la
pavorosa eternidad.

15. Oh Jesús, tu Sagrada Hostia: Es horno que abrasa: ¿quién me ama tanto, quién piensa en
mi noche y día como Jesús Sacramentado? Es sol que ilumina: Jesús Sacramentado, es cifra
de todas las virtudes y suma de todas las maravillas. Es panal que endulza: que consuelo el
que Jesucristo este con nosotros, es el fiel amigo, y el más poderoso de los amigos. Es centro
de la Iglesia: toda la liturgia y todo el culto gira entorno de la Eucaristía. Es diadema que
corona: la comunión que ciñe al alma con una guirnalda de rosas, con una diadema engastada
con las perlas de todas las virtudes. Es moneda de la gloria: quien comulga fervorosamente
gana la vida eterna.

16. Oh Jesús, tu sagrario es una hoguera, y Tú el fuego: Fuego que ilumina a los ciegos: "Yo
soy la luz del mundo". Fuego que calienta a los tibios: "He venido a traer fuego a la tierra y
¿qué quiero, sino que arda?". Fuego que reanima a los muertos, como el sol a las plantas: "Yo
soy la vida". Fuego que alegra a los tristes, como la aurora a la mañana: "Gloria a Dios en las
alturas y paz a los hombres que ama el Señor". "Os traigo una nueva de gran gozo". Fuego
que da energía como la electricidad que mueve las grandes fábricas: "Sin Mí no podéis hacer
nada". Fuego que purifica a los manchados, como el fuego purifica en el crisol el oro: "Lo
quiero, sé limpio".

17. Oh Jesús, tu Sagrada Hostia me recuerda las palabras que el Sacerdote pronuncia cuando
al comulgar nos dice: "He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo". Sí:Tú
eres el escogido el cordero, Cordero inmaculado y que haces inmaculados. Tú eres manso
como el cordero, de modo que ni una queja amarga brota de tus labios. Tú eres humilde como
el cordero: "Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón". Tú eres amable como el
cordero; como el cordero al pastor, Tú nos sigues de cerca. Tú eres sabroso como el cordero:
nos alimentas en el viaje de la vida, como el cordero que tomaron los israelitas a su salida de
Egipto. Tú eres propiciatorio como el cordero; te ofreces por nosotros en sacrificio y con tu
sangre nos libras de una muerte peor que la de los primogénitos de los egipcios..

18. Oh Jesús, ahí estas sobre el altar, en el Copón, en la Custodia: Humilde como un día
sobre el monte de las Bienaventuranzas: para enseñarnos la doctrina del cielo. Transfigurado
como un día sobre el Tabor: para llenarnos como a los apóstoles de consuelo. Retirado como
un día en Getsemaní: para orar por nosotros. Expuesto como un día en el balcón del Pretorio:
para que nos compadezcamos de Ti. Sacrificado como un día sobre el Calvario: para ofrecerte
por nosotros. Glorioso como un día sobre el monte de la Ascensión: para bendecirnos y
anunciarnos que nos esperas en el cielo.
Oh Jesús, ahí estás en el sagrario como en la cruz: Muchos pasan indiferentes como si no
existieras; no te hacen ningún caso. Otros te blasfeman y burlan como el mal ladrón, los
sacerdotes y los soldados. Otros se acercan hasta Ti en el comulgatorio para darte hiel y
atravesarte el costado. Otros en cambio, te defienden como el buen ladrón, y piden tu
recuerdo suplicantes. Otros golpean arrepentidos su pecho, como el centurión al alejarse del
Calvario. Otros te miran llorosos y amantes, como San Juan, las piadosas mujeres y tu Madre.

19. Oh Jesús, ahí estas arriba en el Tabernáculo: Para que te veamos como a lo más
admirable; ¡qué hermoso eres! Para que te imitemos como a lo más perfecto; ¡qué santo eres!
Para que te amemos como a lo más amable; ¡qué bueno eres! Para que te escojamos como a
lo más precioso; ¡qué rico eres!Para que te veneremos como a lo más adorable; ¡qué inmenso
eres! Para que a Ti subamos como a lo más excelso; en tu cielo, ¡qué sublime eres!

20. Oh Jesús, Tú estás en el sagrario bien visible, diciéndonos: "Yo estoy con vosotros": En
nuestras tentaciones no estamos solos; Tú nos defiendes. En nuestras desgracias no estamos
solos, Tú nos compadeces. En nuestros abandonos no estamos solos; Tú nos acompañas. En
nuestras humillaciones no estamos solos; Tú nos enalteces. En nuestros trabajos no estamos
solos; Tú nos ayudas. En nuestra pobreza no estamos solos; Tú nos enriqueces.

21. Oh Jesús, ahí estas en el sagrario como en la cruz: Perdonándonos. "Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen". Prometiéndonos el cielo: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
Ofreciéndonos una Madre: "He ahí a tu Madre". Deseando nuestra compañía: "Padre mío,
Padre mío, ¿por qué me has abandonado?". Mendigando nuestro amor: "Tengo sed", de
corazones. Haciendo cuanto puedes por nosotros: "Todo está consumado".

22. Oh Jesús, la puertecita de tu sagrario me recuerda que Tú dijiste un día: "Yo soy la
puerta":Sí, Tú eres la puerta del cielo. Puerta bien visible: sólo no la ve el que no quiere verla.
Puerta sin salida: del cielo no se sale una vez que se entra. Puerta siempre franca: por ella
puede entrar y se invita a que entre todo el que quiera. Puerta estrecha: como estrecha fue, oh
Señor, la norma de tu vida y la norma de tus preceptos. Puerta única: para entrar en el cielo
no hay otra puerta.

23. Oh Jesús: La Reina de Saba vino a visitar a Salomón; y nosotros no venimos a visitarte en
el sagrario.Los pastores vinieron a adorarte en la cueva de Belén; y nosotros no venimos a
adorarte en el sagrario.Los Reyes Magos vinieron desde lejanas tierras a ofrecerte sus dones;
y nosotros no venimos a ofrecerte los nuestros en el sagrario. Las turbas te buscaban para
escucharte, hasta en el desierto, donde multiplicaste los panes; y nosotros no venimos a
escucharte en el sagrario. Los leprosos, los mudos, los sordos, los ciegos, los inválidos y toda
clase de enfermos iban en busca tuya para que los curases; y nosotros no venimos para que
nos cures en el sagrario. Las piadosas mujeres vinieron al sepulcro para honrar con sus
ungüentos y aromas tu cadáver, y nosotros no venimos a honrarte vivo en el sagrario.
24. Oh Jesús, que pusiste como medianera entre Ti y los hombres a tu Madre y Madre
nuestra, María Inmaculada: Yo quisiera adorarte en esa Hostia bendita, como tu Madre te
adorara en tu vida mortal y en tu Hostia sacrosanta. Madre, alcánzame esta gracia. Quisiera
serte agradecido con el mismo amor que tu Madre entono el Magnificat en acción de gracias.
Madre, alcánzame esta gracia. Quisiera pedirte con la misma eficacia con que tu Madre te
pidiera cuando obtuvo de Ti en las bodas de Caná el que convirtieses en vino el agua. Madre,
alcánzame esta gracia. Quisiera servirte y rendirme a tu voluntad como tu Madre se rindió
cuando dijo: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra". Madre,
alcánzame esta gracia. Quisiera llevarte en mi pecho y en mi alma, con la misma pureza con
que tu Madre te llevara. Madre, alcánzame esta gracia. Oh Jesús, yo quisiera acompañarte
siempre, aun hasta el Calvario, del mismo modo que tu Madre te acompañara. Madre,
alcánzame esta gracia.

25. Oh Jesús, yo quisiera comprender y corresponder a ese amor con que me amas en el
sagrario: Amor eterno, con que me amaste cuando aun no existía. Amor constante, a pesar de
ser tan mal correspondido. Amor desinteresado, sin que nada necesites de mí.Amor delicado,
hasta hacerte niño y quedarte con nosotros en el sagrario. Amor sacrificado, hasta morir en
una cruz. Amor particular, como si yo solo existiera.
Hoy Jesús me dice: Yo soy el Pan Vivo que descendí del cielo; aliméntame. Yo soy la Luz del
mundo; ilumíname. Yo soy el Camino; guíame. Yo soy el Buen Pastor; guárdame. Yo soy Rey;
mándame. Yo soy la Resurrección y la Vida; sálvame.

26. Jesús habla a mi corazón en el sagrario y me dice las mismas palabras que en su vida me
decía:Palabras de compasión: "Venid a Mí todos los que estáis cansados y cargados, que Yo
os aliviare".Palabras de confianza: "Pedid y recibiréis. Todo lo que pidiereis en mi nombre os
será dado".Palabras de consuelo: "En verdad en verdad os digo que vosotros lloraréis y
plañiréis mientras que el mundo se regocijará. Os contristaréis, pero vuestra tristeza se
convertirá en gozo".Palabras de amenaza: "No temáis a los que solo pueden matar el cuerpo,
sino temed más bien a los que pueden condenar el cuerpo y el alma al infierno". Palabras de
aliento: "En el mundo tendréis grandes tribulaciones, pero tened confianza: Yo he vencido al
mundo". Palabras de amor: "Como me amó a Mí el Padre, así os amo Yo a vosotros... No os
llamaré siervos, sino amigos".

27. Jesús, que diste vista a tantos ciegos: que yo vea. Jesús, que diste habla a tantos mudos:
que yo hable bien y rece. Jesús, que diste oído a tantos sordos: que yo obedezca y me
conforme. Jesús, que diste movimiento a tantos tullidos: que yo progrese. Jesús, que limpiaste
a tantos leprosos: que yo me purifique. Jesús, que resucitaste a tantos muertos: que yo no
muera por el pecado, y, si muero, que resucite. Oh Jesús, Tú me miras desde el sagrario; Tú
ves lo mismo mis virtudes que mis pecados. ¿Cómo me ves al mirarme? ¿Me ves como a las
turbas hambrientas del día de la multiplicación de los panes, cual oveja sin pastor? ¿Me ves
como al joven del Evangelio, sin pecado mortal, pero sin ánimo para hacer lo que Dios
quisiera de mí? ¿Me ves como a la Magdalena, a Pedro y al Buen Ladrón, pecador pero
arrepentido? ¿Me ves como al mal ladrón, malo e impenitente? ¿Me ves como a Judas,
pecador y desesperado? ¿Me ves como a San Juan junta a la Cruz, puro y fiel?

28. Oh Jesús, yo quisiera acompañarte en el sagrario como en vida te acompañaba tu Madre:


Tu Madre fue humilde: "Miró Dios la pequeñez de su esclava"; que yo sea humilde como ella.
Tu Madre fue la Virgen de las vírgenes: "No conozco varón"; que yo sea puro como ella. Tu
Madre fue obediente a los planos divinos: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según
tu palabra"; que yo sea obediente como ella. Tu Madre fue Reina de los mártires: "Estaba
junto al pie de la cruz"; que yo sea paciente como ella. Tu Madre fue agradecida a Dios:
"Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se goza en Dios, mi Salvador"; que yo sea
agradecido como ella. Tu Madre estuvo enriquecida con el tesoro de las virtudes más
excelsas: "Hizo en mí cosas grandes el Todopoderoso"; que yo sea santo como ella.

29. Oh Jesús, el día que me juzgues ten presente este rato: Es verdad que te ofendí con mis
palabras muchas veces, pero ahora te alabo. Es verdad que me alejé de Ti como un hijo
pródigo, pero ahora me detengo ante tu sagrario. Es verdad que soberbio no quise
frecuentemente servirte, pero ahora me postro ante Ti sumiso y humillado. Es verdad que te
entristecí con mis locas alegrías, pero ahora lloro esos agravios. Es verdad que te llevé a la
muerte con mis culpas, pero ahora daría mil vidas por reparar mis pecados. Es verdad que te
abandoné y negué como Pedro, pero ahora te digo: "Señor, tú sabes que te amo".

30. Oh Jesús: El fuego perenne de tu lámpara me recuerda el fuego eterno de tu amor para
los que salvas, y para los que condenas el fuego inextinguible de tu justicia. El fuego de tu
amor, abrasando a los serafines, los premia; el fuego de tu justicia, abrasando a los
condenados, los castiga. El fuego de tu amor llena a los bienaventurados de alegrías sin
tristezas; el fuego de tu justicia llena a los condenados de tristezas sin alegrías. El fuego de tu
amor muestra a los bienaventurados tu faz amorosa, el fuego de tu justicia muestra a los
condenados tu faz negativa. El fuego de tu amor me lleva a amarte; el fuego de tu justicia a
temerte. El fuego de tu amor me impulsa a obrar el bien, y me aparta del mal el fuego de tu
justicia.
31. Oh Jesús, dame a conocer lo que vale mi alma, para que me devore el celo que a Ti te
devoraba: Salvar un alma es hacer una reina de una esclava. Salvar un alma es sacar un alma
del infierno y subirla a las celestiales moradas. Salvar un alma es sacarle a Cristo un clavo,
curarle una llaga. Salvar un alma es sustituir en la corona de Cristo, una espina por una perla
preciada. Salvar un alma es recoger una gota de sangre de Cristo, de otra manera
despreciada. Salvar un alma es conquistar también el cielo para el que la salva. El que salva
un alma, la suya salva.
Oh Jesús, varón de dolores, enséñame a sufrir y amar el dolor: Enséñame que el dolor me
aparta del pecado. Enséñame que el dolor me purifica y hace mejor. Enséñame que el dolor
es fuente de merecimientos. Enséñame que el dolor es señal del divino amor. Enséñame que
el amor me asemeja a ti mismo. Enséñame que el dolor me despega de las criaturas, me
empuja hacia el cielo y me une a Dios.

32. Oh Jesús paciente, hazme paciente en el padecer: Cuando tenga hambre y sed, que me
acuerde de Ti, que tuviste hambre en el desierto y en la cruz sed. Cuando esté cansado, que
me acuerde de Ti, que hubiste de sentarte fatigado junta al pozo de Siquem. Cuando no
pueda dormir, que me acuerde de Ti, que pasabas las noches en claro, y no tuviste una
almohada para dormir. Cuando me reprendan, injurien y persigan, que me acuerde de Ti, que
fuiste reprendido con una bofetada, injuriado y perseguido hasta el fin. Cuando me desprecien
y abandonen, que me acuerde de Ti, que te viste tan solo y abandonado en medio de tantas
angustias como hubiste de sufrir. Cuando esté enfermo, llagado o dolorido, que me acuerde
de Ti, que fuiste "Varón de dolores, sabedor de enfermedades", sin tener parte alguna sana de
los pies a la cabeza, y todo esto por mí.

33. Oh Jesús, ¿cómo te pagaré cuanto por mí has hecho? Te hiciste pobre para
enriquecerme. Te hiciste pequeño para ensalzarme. Te hiciste débil para fortalecerme. Te
hiciste siervo para libertarme. Te hiciste niño para atraerme. Te hiciste hombre para
divinizarme. Oh Jesús, que lloraste sobre las pajas del pesebre y en el madero de la cruz,
junto al sepulcro de Lázaro y ante las ruinas de Jerusalén, ¿cuántas veces habrás llorado por
mi alma? Las lágrimas de tus ojos: Son perlas que me adornan. Son voces que me llaman.
Son quejas que me conmueven. Son ascuas que me abrasan. Son lluvia que me fecunda. Son
ríos que me lavan.
Oh Jesús, que estás viéndome desde el sagrario: Mírame con aquellos ojos de ternura, con
que miraste al joven del Evangelio. Mírame con aquellos ojos de misericordia, con que miraste
a la multitud hambrienta y a los enfermos. Mírame con aquellos ojos de afabilidad, con que
miraste a la hemorroisa, a la viuda limosnera y a Zaqueo. Mírame con aquellos ojos de
perdón, con que miraste después de las tres negaciones a Pedro. Mírame con aquellos ojos
de amor, con que miraste desde la cruz a Juan y a Tu Madre, al hacer tu testamento. Mírame
con ojos benignos, no con aquellos ojos de angustia con que miraste a Judas, o con aquellos
ojos de ira, con que miraste a los mercaderes del templo.

34. Jesús misericordioso, escuchadme:Yo os digo como el hombre que llevaba treinta y ocho
años enfermo junto a la piscina de Betsaida: "No tengo hombre"; ayudadme. Yo os digo como
el padre del Joven poseso: "Creo, Señor, pero aumenta mi fe". Yo os digo como las hermanas
de Lázaro: "El que amas está enfermo", curadme. Yo os digo como los discípulos de Emaús:
"Quedaos con nosotros, que cae la tarde". Yo os digo como el buen ladrón: "Acordaos de mí
cuando estuviereis en vuestro reino". Oídos pacientes de Jesús, que escucháis tantas
blasfemias e injurias de los hombres, yo repito las mismas palabras que oí en la cruz de
vuestros labios: "Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen". Oh Jesús, me parece
que te oigo decir como en la cruz: "Tengo sed". Tengo sed de ser conocido, de ser amado, de
ser recibido, de ser visitado. Tengo sed de ser correspondido, de ser imitado.

35. Oh Jesús, al mirar mis ingratitudes, me parece que te oigo decir como un día a los judíos:
"Decidme, ¿por cuál de mis buenas obras me queréis apedrear": ¿Por qué me ofendes con
tus manos? ¿Por qué te hice ese gran beneficio para que te ganaras la vida, y no te dejé
manco como a tantos desdichados?¿Por qué me ofendes con tus pies? ¿Por qué te di la
facultad de andar, y no te dejé cojo como a tantos inválidos? ¿Por qué me ofendes con tus
ojos? ¿Por qué te di vista, y no te dejé ciego como a tantos que tienen sus ojos apagados?
¿Por qué me ofendes con tu boca? ¿Por qué te di habla y alimento, y no te deje mude y
hambriento como a tantos mudos y necesitados? ¿Por qué me ofendes con tu pensamiento e
imaginación? ¿Por qué te di el uso de la razón, y no te encerré en un manicomio como a
tantos insensatos? ¿Por qué me ofendes con tu corazón? ¿Por qué te di entusiasmo y amor, y
no te hice la vida como un lugar de tormentos y de trabajos forzados?

36. Oh Jesús, que un día dijiste: "Bienaventurados los que lloran": Que mis ojos derramen
lágrimas de contrición, para que se purifique mi alma. Que derramen lágrimas de resignación,
para que se alivie mi alma. Lágrimas de compasión, para que se ablande mi alma. Lágrimas
de agradecimiento, para que se enardezca mi alma. Lágrimas de alegría, para que se anime
mi alma. Lágrimas de amor, para que se enamore de Ti mi alma. Oh Jesús, me parece que
estás en el Sagrario como un día sobre el pesebre: Que yo haga mullida la dureza de las
pajas con la ternura de mi cariño y entusiasmo. Que yo caliente el frío de tus miembros
ateridos con el ardor de mi celo abrasado. Que yo seque las lágrimas de tus ojos con el llanto
doloroso de mis pecados. Que yo alegre la soledad en que te abandonan, acompañándote
como San José y tu Madre te acompañaron. Que yo ahuyente el olvido en que te hallas, como
los ángeles, con las alabanzas de mis labios. Que yo alivie la pobreza en que vives,
ofreciéndote el tesoro de mis buenas obras, como los pastores y los magos.

37. Oh Jesús, qué preciosas palabras del Evangelio: "Y habitó entre nosotros". Yo te pregunto
como aquellos dos discípulos: "Maestro ¿dónde moras?" Respóndeme como a ellos: "Ven y
ve":Que te vea en la casa de Santa Isabel, para santificar al Bautista; en la casa de Jairo, para
resucitarle la hija; en la casa de Zaqueo, para salvar a su familia; en la casa de la suegra de
San Pedro, para curarla de la fiebre; en la casa de Marta y María, para consolarlas. Entra así
en la casa de mi alma.Que te vea en la cueva de Belén, hecho niño, para atraerme; en el
lejano Egipto, perseguido, para buscarme; en el taller de Nazaret, escondido, para enseñarme;
en el templo, orando para encomendarme; en el cenáculo, haciéndote Pan Vivo, para
alimentarme. Que te vea en la casa de Anás y Caifás, abofeteado; en el palacio de Herodes
escarnecido, en el patio de Pilatos, azotado, coronado de espinas y condenado. Que te vea en
el desierto de la cuarentena, ayunando; junto al pozo de Siquem, sediento; en Getsemaní,
orando; en el Calvario, sepultado. Que te vea en el Sagrario escondido, pidiendo y
amando.Que te vea en el cielo, siendo el gozo de todos, y gozando.

38. Oh Jesús ante tu Sagrada Hostia yo te digo como un día el Centurión: "Señor, yo no soy
digno de que entres en la pobre morada de mi alma": Morada pobre y desamueblada, por la
falta de virtudes y de gracia. Morada fría, por la mucha frivolidad y tibieza de mi vida
desairada. Morada revuelta, por mi vida desordenada. Morada sucia, por las impurezas de mi
cuerpo y de mi alma. Morada llena de ruidos, por mi vida disipada. Si no soy digno de que me
recuerdes, mires y hables, cuánto menos lo seré de que visites mi pobre morada. Pero di una
solo palabra, y la casa de mi alma quedará confortable y arreglada.
Oh Jesús, tú eres el Buen Pastor, y yo la oveja perdida: Tú me conoces por mi nombre. Tú me
das el pasto nutritivo y el agua pura de tu carne y de tu sangre divinas. Tú me atraes con
blandos silbidos en el peligro. Tú me buscas por caminos pedregosos y entre espinas. Tú me
defiendes de mis enemigos. Tú me amas hasta dar por mí la vida. Oh Jesús, la mujer
incurable del Evangelio murmuraba en voz baja mirando a tu vestido: "Si yo pudiese tan sólo
tocar la orla...". Y al tocarla quedó sana. Sáname a mí lo mismo: Cuando toques mis labios en
tu Sagrada Hostia, sánalos para que besen puros tus sangrientas llagas. Cuando toques mi
lengua, sánala para que no se rebaje y manche con malas palabras. Cuando toques mi
paladar, sánalo para que no se deje arrastrar por comidas y bebidas regaladas. Cuando
toques mi garganta sánala para que entone con júbilo tus divinas alabanzas. Cuando toques
mi pecho, sánalo para que no se encariñe con las cosas humanas. Sana todo mi cuerpo, sana
toda mi alma, pues no toco tan sólo la orla de tu vestido, sino que te toco por entero, al tomar
tu Hostia sacrosanta.

39. Oh Jesús, que desde el Sagrario pareces decir como un día en Getsemaní: "Mi alma está
triste hasta la muerte, y muerte de cruz": Cuántos te desconocen. Cuántos te blasfeman.
Cuántos te odian. Cuántos te persiguen. Y aún de los tuyos, cuántos se avergüenzan de Ti.
Cuántos te niegan y traicionan.
Oh Jesús, que estás ahí en el Sagrario orando noche y día, yo te digo como los apóstoles:
"Enséñame a orar". Oh fuente de aguas vivas, como la Samaritana te pido: "Dame de esa
agua". Oh luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, como el ciego de Jericó te
digo: "Señor, que yo vea". Oh hermosura de los cielos y esplendor de la gloria del Padre,
como el leproso te digo: "Si quieres, puedes limpiarme".Oh médico celestial, como Marta te
digo: "El que amas está enfermo". Oh esperanza de los que se hunden, como los apóstoles te
digo: "Sálvanos, Señor, que perecemos". Oh modelo de resignación y de abandono en las
manos de Dios, como Tú en Getsemaní te digo. "No se haga mi voluntad, sino la tuya".

40. Oh Jesús, cuando esté bajo el peso de la cruz, recuérdame las palabras de tu
Escritura:"La vida del hombre es sobre la tierra una lucha continua: Ganarás el pan con el
sudor de tu frente hasta que vuelvas a la tierra, dé donde has salido, porque eres polvo y en
polvo te has de convertir." "A los que aman a Dios, todo se les convierte en bien."
"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados". "Vuestra tristeza se
convertirá en alegría". "Por muchas tribulaciones hemos de entrar en el reino de los cielos".
"Porque eras adepto a Dios, fue necesario que la tentación te probara". "Cerca está el Señor
de los afligidos de corazón". "Hemos aceptado lo bueno de las manos de Dios; ¿por qué no
hemos de aceptar también lo malo?". "Lo que ha hecho Dios, eso ha sucedido; sea bendito su
santo nombre"."Ejemplo os he dado". "Oh vosotros, los que pasáis por el camino, considerad y
ved si hay dolor como mi dolor". "El que quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame

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