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Wáducción de

N O R A ■R A B O T N IK O F M A S K IV K E R
ORIGEN DE LA
DIALÉCTICA NEGATIVA

T H E O D O R W . A D O R N O , W A L T E R B E N J A M IN
Y E L IN S T IT U T O D E F R A N K F U R T

por

SUSAN BUCIÍ-MORSS
M ________________________________
siglo veintiuno editores, sa
CERRO DEt AOUA 24fl, MEXICO », D.F

siglo veintiuno de españa editores, sa


C / P U u A 9. MADRID 33. ESPAÑA

siglo veintiuno argentina editores, sa


siglo veintiuno de Colombia, ltda
A V . 3o. 17.73 PRIMER PISO. BO GO TA. D.E. COLOM BIA

p ortad a de a n h elo h ern án d ez

prim era ed ició n en español, 1981


© siglo xxi editores, s. a.
IS B N 9 6 0 -2 3 -1 0 8 7 -3

prim era ed ició n en in glés, 1977


cop yrigh t © 1977 by susan buck-m orss
títu lo origin al: th e origin of n eg a tiv e d ia lectics, th eo d o r w . adorno, w alter
b en jam in , and th e frankfurt in stitu te

derechos reservados con form e a la ley


im preso y h ech o en m é x ic o /p r in te d and m ad e in m ex ico
INDICE

1. LOS C O M IE N Z O S IN T E L E C T U A L E S : UN E N S A Y O BIOGRÁFICO 21

F rankfurt am M ain , 2 1 ; V ien a , 3 9 ; Freud y M arx, 5 4 ; Berlín


y W alter B en jam in , 60

2 . M A R X S IN PROLETARIADO: LA TEORÍA COMO PRAXIS 70

El m aterialism o d ia léctico d e A d orn o, 7 0 ; R ecep ció n d e Lukács,


72; R ech azo d el proletariado, 7 7 ; E l a rtista com o trabajador, 8 4 ;
El ejem p lo de la m ú sica revolu cion aria, 92

3. DIALÉCTICA S IN ID E N T ID A D : LA IDEA DE HISTORIA NATURAL 102

H istoria y form a estética , 1 0 2 ; L a to talid ad p erd id a: la historia


en fragm en tos, 106; R ela tiv id a d h istórica y no id en tid ad , 1 12; H is­
toria natural y naturaleza h istórica, 1 19; El carácter doble de los
con cep tos, 129

4. UNA LÓGICA DE LA D E SIN T E G R A C IÓ N : EL OBJETO 139

Los orígenes d e la d ia léctica n eg a tiv a , 1 39; Lo p articular concreto


y el d ilem a de la filosofía burguesa, 1 5 4 ; L a verd ad in in te n c io ­
nal, 168 '

5. UNA LÓGICA DE LA D E SIN T E G R A C IÓ N : EL PA P E L DEL S U J E T O 177

E l in d iv id u o com o su jeto d e la ex p eriencia, 1 77; F antasía e x a c­


ta: transform ación m im ética, 1 83; E í nom bre, 189; C o n stela ­
cion es, 193.

6. EL MÉTODO E N A C C IÓ N : LA C O N ST R U C C IÓ N DE C O N ST E L A C IO N E S 203

P rincipios de la constru cción , 2 0 3 ; Im ágen es históricas, 213

7. EL MÉTODO E N A C C IÓ N : L IQ U ID A C IÓ N D EL IDEA LISM O 230

L a prueba m aterial, 2 3 0 ; D esco d ifica n d o a K ierk egaard : la im a­


gen d el int éri eur burgués, 235
8. TEORÍA Y A R TE : E N B U SQ U E D A DE U N MODELO 249

L a experiencia estética, 2 4 9 ; E l surrealism o com o m o d elo : la


experiencia d el haschisch, 2 5 2 ; C rítica del surrealism o: la a to ­
n alid ad com o m od elo, 2 5 8 ; E l m od elo estético y sus lím ites, 268

9 . EL DEBATE A D O R N O -B E N J A M IN : L A S C U E S T IO N E S 274

E m igración, 2 7 4 ; O rígenes d el deb ate, 2 7 9 ; El rostro d e Jano,


2 8 4 ; P olítica y reprod u cción tecn ológica d el arte, 293

10. EL DEBATE A D O R N O -B E N J A M IN : D IFEREN C IAS POLÍTICAS 302

A dorno se une al In stitu to, 30 2 ; El prim er ensayo sobre B au d e­


laire: la extin ción del su jeto cogn itivo, 30 8 ; El segundo ensayo
sobre B audelaire: la ex tin ció n d el sujeto histórico, 316

1 1 . EL DEBATE A D O R N O -B E N JA M IN *. R É Q U IE M 323

El aislam iento del inm igrante, 3 2 3 ; La tesis de B enjam in sobre


la historia, 3 3 0 ; L a fisiognóm ica social, 3 4 3 ; L a p ersonalidad
autoritaria, 346

1 2 .. EPÍLOGO: EL MÉTODO DE LA DIALÉCTICA NEGATIVA 358

BIBLIOGRAFÍA

T h eo d o r W . A dorno, 3 6 8 ; W alter B enjam ín, 3 7 7 ; M ax H o rk h ei­


m er, 3 7 8 ; M em orias y recuerdos, 3 7 9 ; O tras obras prim arias,
3 7 9 ; Obras secundarias, 381
A M IS PADRES
P R E F A C IO

En la década de los sesenta, T heodor W. Adornó se convirtió en


el teórico m ás controvertido de la N ueva Izquierda alem ana.
Después de la g uerra restableció en Frankfurt, junto con M ax
H orkheim er, el otrora exilado In stitu í für Sozialforschung (Insti­
tuto de Investigación Social) y, desde el retiro de Horkheim er en
1959, A dorno fue su director. Al Instituto, que perm aneciera en
los Estados U nidos d u ran te la época del nazismo, se le identificaba
con la T eo ría C rítica, original m étodo de análisis freudo-m arxista
desarrollado allí cuando H orkheim er fue nom brado director en
1931 y H e rb e rt M arcuse era uno de sus miembros más ilustres.
L a T eo ría C rítica no consideraba al m arxism o como una eos*
m ología sino como un m étodo y al pensam iento dialéctico como
la m édula de ese m étodo, así como a la dialéctica como u n a he­
rram ien ta p a ra el análisis crítico de la sociedad y no p a ra la cons­
trucción de sistemas metafísicos. En lugar de tra ta r de encuadrar
dogm áticam ente las condiciones históricas actuales dentro de la
teoría m arxista, aplicaba el m étodo de M arx al presente, y su crí­
tica de los fenóm enos psicológicos m ás contem poráneos de la
sociedad burguesa del m om ento — la “industria cu ltu ral”, los m e­
dios de com unicación, el conform ism o— constituían p a ra los estu­
diantes de los cincuenta y los sesenta u n llam ado m ás perentorio
que el análisis clásico del trab ajo asalariado. Su crítica de las
pautas de dom inación a u to rita ria den tro de la sociedad burguesa
se aplicaba tam bién a las pretendidas sociedades “revolucionarias”
de la R usia soviética y de la E uropa oriental.
L a influencia intelectual de A dorno y H orkheim er fue aún m ayor
que lá de M arcuse, quien decidió perm anecer en los Estados
U nidos, ya que tuvo u n a influencia decisiva, no sólo sobre una,
sino sobre sucesivas generaciones de estudiantes de la posguerra.
Algunos de los m ejores se sintieron atraídos por ellos al Instituto,
el prim er lugar en la A lem ania de la posguerra dónde podía
estudiarse sociología m arxista y psicología freu d ian a con el fin de
com prender analíticam ente al fascismo que los había puesto fuera
de la ley. L a prem inencia del Instituto tuvo su origen en la
p arad o ja de su situación histórica: sus m iem bros estaban total­
m ente inmersos en la tradición intelectual alem ana que critica-

nn
m arxism o por p arte del Instituto, fue p a ra A dorno u n a aproxi­
m ación a M arx, así como tam bién un reconocim iento m ayor de
los límites de la praxis intelectual — de allí el creciente pesimismo
en eí tono de su crítica cultural.
L a verdadera influencia form ativa sobre A dorno tuvo lugar
antes de 1931, y provino de W alter Benjam in. L a conferencia inau­
gural docum enta de m anera clara este hecho, que no hace m ás
que au m en tar el m isterio que rodea el origen de su filosofía. L a
conferencia procura ciertos lincamientos p ara u n a teoría “d ia­
léctica”, “m aterialista” , que es intencionalm ente m arxista; sin em ­
bargo, lo hace a través de u n lenguaje y categorías conceptuales
tom adas de la tem prana filosofía de Benjam in, no m arxista y no
m aterialista. Éste incorporaba elementos estructurales de fuentes
aparentem ente tan rem otas como el misticismo judío, el kantis­
mo, el platonism o y el rom anticism o alem án.
L a cuestión suscitada por la conferencia inaugural de A dorno
es el enigm a al que este estudio tra ta de responder: ¿cóm o la
tem prana filosofía no m arxista de Benjam in proporciona la clave
p a ra el m étodo dialéctico, m aterialista, de Adorno? L a respuesta
supone seguir a A dorno en un doble proceder: traduciendo las
concepciones originales de B enjam in a un m arco teórico m arxista,
y sustentando filosóficam ente la teoría m arxista con la ayuda de
estas concepciones, con el objeto de probar de m anera inm anente
que el m aterialism o dialéctico era la única estructura válida de
la experiencia cognitiva. Esta tarea diferenciaba el trabajo de
A dorno de la Ide'ologiekritik, crítica de la función ideológica y
social de las ideas, característica de los ensayos escritos por otros
m iembros del In stituto de F rankfurt. Adorno no sólo pretendía
dem ostrar la falsedad del pensam iento burgués, quería dem ostrar
que precisam ente cuando el proyecto burgués — el proyecto idea­
lista de establecer la identidad entre el pensam iento y la realidad
m aterial— fracasaba, era cuando dem ostraba, sin intención, la ver­
dad social, probando entonces la prem inencia de la realidad sobre
el pensam iento y la necesidad de u n a actitud crítica y dialéctica
de no-idenfidad hacia ella — probando en otras palabras la validez
del conocim iento m aterialista, dialéctico.
El proyecto de A dorno no se ajustaba claram ente a la tra d i­
ción filosófica hegeliano-m arxista. Ai rechazar el concepto de
historia como progreso e insistir en la no identidad de razón y
realidad, rom pió decisivam ente con H egel; al separar su filosofía
de toda referencia al proletariado, rom pió radicalm ente con M arx.
Adorno estaba tan influido por la fenom enología de Husserl como
por la de^Hegel. E n realidad, podría decirse que si el existencia-
lismo de K ierkegaard y el m aterialism o de M a rx representaron
las dos ram as de la protesta co n tra H egel, h ab ría u n paralelo
entre las respuestas de H eidegger y de A dorno a Husserl. Pero
si A dorno estaba del lado de M arx en su rechazo del existen­
cialismo, su com prensión de la dialéctica se m odelaba m ás sobre
la experiencia estética que, como en M arx, sobre la experiencia
de la producción económica.
Este últim o p u n to es p articu larm en te significativo. A dorno se
pensaba a sí mismo como artista, y el tiem po que pasó en V iena
en la década de 1920 estudiando el m étodo de composición de
Schonberg con A lban Berg, aunque breve, dejó u n a huella in d e­
leble. B enjam in y él consideraban al arte como u n a form a de co­
nocim iento científico. Q uizá su contribución m ás im p o rtan te fue
la de redim ir a la estética como u n a disciplina cognitiva central,
una form a de revelación secular, y en insistir en la convergencia
estructural de las experiencias científica y estética. D esafiaban así
un dualism o fundam ental del pensam iento burgués, la oposición
binaría entre la “v erdad” científica y el arte com o “ilusión” , que
había caracterizado al pensam iento burgués desde el siglo xvn.
Sus carreras intelectuales dem uestran la prom esa y tam bién los
peligros de tra ta r de reconciliar estas dos culturas.
A pesar o quizá a causa de la cercanía de las posiciones in te ­
lectuales de A dorno y de Benjam in, se vieron com prom etidos en un
extenso debate, docum entado en su correspondencia, en la cual
Adorno se encontró a sí mismo en la anóm ala posición de defender
la filosofía de B enjam in co n tra el propio revisionismo de este
últim o. Pero después del suicidio de B enjam in en 1940, su in ­
fluencia sobre el' pensam iento de A dorno perm aneció y su m ente
brillante y excéntrica ronda incluso en los escritos sociocientíficos
más em píricos del A dorno de los últim os años.
L a historia dé su am istad intelectual constituye el tem a central
de este estudio. L a prim era parte, cuya introducción es un capítulo
biográfico que describe el tem prano desarrollo intelectual de A dor­
no, analiza sus concepciones filosóficas tal como fueran a rtic u ­
ladas por prim era vez a comienzos de la década de los treinta
y dem uestra su deuda p a ra con B enjam in. Esta sección surgió
de u n a ponencia com pletada en 1974, L a segunda p arte regresa
a la estructura cronológica del capítulo introductorio, delineando
el debate teórico entre A dorno y B enjam in, y concluye con el sui­
cidio de B enjam in y la reacción de A dorno al hecho, en p articular
su sublación de las técnicas m ás audaces de Benjam in en la m eto­
dología de investigación em pírica de T h e authoritarian personality
(1950), el estudio social-psicológico iniciador a través del cual
m ejo r se le conoce en este país. El recuento term in a en 1953
cuando, a la edad de cin cu en ta años, A dorno ab an d o n a los Estados
U nidos p a ra regresar a F ra n k fu rt y se une a H orkheim er en el
recién restablecido In stitu t fü r Sozialforschung.
Este libro h a b rá cum plido su objetivo si logra in tro d u cir la
“dialéctica negativa” a un auditorio de h ab la inglesa, si dem uestra
la originalidad del proyecto filosófico de A dorno en com paración
con otros exponentes del m arxism o occidental, y si m u estra la
conexión histórica del proyecto con la teoría de W alter B enjam in,
p la n te a la discusión sobre la contribución de A dorno dentro de
u n a correcta com prensión de lo que pretendió realizar.
E sto y p r o fu n d a m e n te en d e u d a c o n R o lf T ie d e m a n n , pin cu y a g en ero si­
d a d y p recia d a a m ista d n o p o d ría h a b erse escrito este lib ro. Q u iero
a g rad ecer al D e u ts c h e A c a d e m is c h e A u sta u sc h d ie n st por el e stip e n d io
c o n el q u e a p o y ó m i in v e stig a c ió n en 1 9 7 1 -1 9 7 2 . D e b o a g ra d ecer ta m ­
b ié n a M a rtin Jay, H irsh a m S h a ra b i, D a v id G o ld fra n k , N o r m a n L ev in e
y M arcu s R a sk in p o r sus p en etra n tes co m e n ta r io s y críticas; a m i fa m i­
lia d e F rankfurt, W o lfg a n g B o ck , G ise la E n g el, F ritz H er m a n in , C la u d ia
H o n e g g e r , K la u s S ch ró ter y G u n ter W e g e le b e n , por su a y u d a y h o sp ita ­
lid a d ; a Istv á n C sicsery -R o n á y , R e g in a S c h m id t, N e a l W a d ler e lr v in g
W o h lfa h r t por su en tu sia sm o en n u estras largas d iscu sio n es, y a M a ría
T o k ié p o r su a y u d a e n la p rep a r a c ió n d el m anuscrito.; E sto y a g ra d e cid a
a E llio tt por su p a c ie n te y jo v ia l a p o y o ,
F in a lm e n te q u isiera a g ra d ecer a cu atro m u jeres cu y a s en señ an zas fu e ­
ron in sp irad oras: D o r o th y M . B ro w n , E v a ly n A , C lark , G la d y s M .
K in g sley y T h e r c sa L . W ilso n .

nm
1. L O S C O M IE N Z O S IN T E L E C T U A L E S :
U N EN SA Y O B IO G R A F IC O

F R A N K F U R T AM M AIN

N ació T heo d o r W iesengrund A dorno1 en F ra n k fu rt am M ain el


11 de septiem bre de 1903. Su padre, un próspero com erciante de
vinos, le proporcionó toda la seguridad económ ica y em ocional de
un hogar burgués, pero no parece haberse m etido con la educa­
ción de éste, su único hijo. El niño se crió con las dos m ujeres
de la casa: su m adre, M a ría Calvelli-A dorno (que ten ía 37 años
cuando nació T h eo d o r)2 y su h erm an a soltera A gathe.8 E ra n ca­
tólicas, corsas, hijas de u n a can tan te alem ana y de u n oficial del
ejército francés de antepasados genoveses,4 pero sobre todo hay que
destacar que am bas p racticab an m úsica: M a ría can ta b a profesio­
nalm ente y A gathe tocaba el piano como acom pañante de la fam osa
cantante A delina P a tti.5 Am bas poblaron de m úsica el m undo
infantil de A dorno. A un antes de que A dorno p u d iera leer las

1 Jay refiere q u e F riedrich P ollock le p id ió a A dorno q u e suprim iera


el W iesengrun d d e su ,n o m b re cu an d o éste llegó a unirse al e x ila d o In stitu t
für S o zia lfo rsch u n g .. en N u e v a Y ork en 1 938, “ porque h a b ía dem asiados
nom bres con resonancias ju d ía s en la lista d el In stitu to ” (M a rtín Jay, T h e
dialectical i magi nat t on: a history of the Frankfurt Sc h o o l a n d t he Insti-
tut e of Soci al R e s e a r c h , 1 9 2 3 - 1 9 5 0 , B oston, L ittle , B row n, 1973, p. 34.)
Sin em bargo, ya en 1920 h ab ía d ecid id o firm ar sus artícu los p u b licad os
com o W iescn gru nd-A dorn o, n o por co n v en ien cia sin o quizá por razones
estéticas (com en zó a u tilizar el gu ión cu an d o estu d iab a com p osición con
Berg en V ien a) o personales (se id en tifica b a m ás con el la d o m atern o de
la fam ilia).
1 T e n ía 73 en 1939, según u n a carta de A dorno a B en jam in d el 1? de
febrero de 1939 (F rankfurt am M ain , legad o de A dorno.)
3 H ork heim er escribió que A g a th e “d esem p eñ ó un p ap el d ecisiv o en su
crianza. A d orn o hablaba cá lid a m en te d e A g a th e co m o d e su segu n d a
m adre” (M a x H orkheim er, “ü b e r T h eo d o r W . A d orn o: E in G esprach
am 8. A u gu st 1969, au fg ezeich n et v o n B ernhard L a n d a u ”, en H erm án »
Schw eppenhüuser, ed., T h e o d o r W. A d o r n o z u m Ged d c ht ni s : E i n e S a m m -
lung, Frankfurt am M ain : Suhrkam p V erla g , 1 971, p. 20). L a m uerte
de A g a th e en el verano de 1935 fu e un rudo go lp e para A dorno (ca rta de
A dorno a B enjam in, ju lio de 1935, F rankfurt am M ain , legad o de A dorno).
* E n su v ia je a Italia , A dorno descubrió (n o sin algú n placer) que sus
antepasados italian os h ab ían ten id o títu lo nobiliario.
8 Jay, T h e dial ecti cal i ma g i n a t i o n , p. 22.
notas, era capaz de seguir las p artitu ras reconstruyendo el sonido
de m em oria.0 G uando creció, A gathe le enseñó piano, y juntos
to cab an las transcripciones p a ra cuatro m anos de los clásicos de
la historia m usical. A dorno reco rd aría: “T o c a r a cuatro m anos
tra jo como regalo de la niñez a los genios del siglo xix burgués
a comienzos del x x .” 7 A dorno se sentía como en casa en esta tra ­
dición c u ltu ral burguesa, tan alem ana. Los enorm es volúm enes
de lom o verde in tro d u c ía n la m úsica sinfónica y de cám ara en
“ la vida del h o g ar” ; form aba p a rte del m oblaje fam iliar, tocada
en el p ian o “ sin m iedo de interrupciones y de notas falsas” ; “p e r­
tenencia a la fam ilia” .8
Pero si la dom éstica fam iliaridad le sustraía a la m úsica cierto
tipo de a u ra , si p a ra A dorno la m úsica “seria” no sería jam ás
intocable y su “grandeza” no despertaría n in g u n a reverencia a u to ­
rita ria, m an ten ía en cam bio u n a aureola de otra clase, aquella
que, según B enjam in, estaba am enazada de m u erte en la era m o­
d e rn a de la reproducibilidad m ecánica del arte.9 A diferencia de
las grabaciones de radio y fonógrafo, cad a reproducción recreaba
esta m úsica, la tra ía a la vida, la producía activam ente y no la
consum ía en form a pasiva: “T o c a r a cuatro m anos era m ejor que
la Isla de los muertos [reproducción del cuadro de A rnold Bock-
lin] que estaba sobre el a p a ra d o r; en v erd ad h ab ía que conquistar
de nuevo la sinfonía cada vez con el fin de poseerla.” 10
L a m adre y la tía conectaron a A dorno con u n a herencia cul­
tural, dándole u n a orientación intelectual que dem ostró ser. m ás
decisiva que cualquier o tra identificación social o religiosa. D e
origen francés, la fam ilia m atern a no tenía raíces sociales en Ale­
m ania, com o tam poco las tenía su padre, judío asim ilado. A dorno
fue bautizado católico, confirm ado protestante — sin d u d a por una
cuestión de conveniencia— y (excepto por un breve período de
interés en el catolicism o d u ran te la década de los veinte)11 fue
0 T h eo d o r W . A d orn o, “V ierh a n d ig , n och e in m a l” (1 9 3 3 ), I m p r o m p t u s :
Z w e i t e Folge neu g e d r u c k t e r musikal ischer A u f s a t ze , F rankfurt am M ain :
Suhrkam p, 1969, p. 142.
7 Ibi d.
“ Ibid'
“ W alter B en jam in , “ T h e work o f art in th e age of m ech a n ica l repro-
d u ctío n ” (1 9 3 6 ), Il l umi nat i ons, ed. e introd. d e H a n n a h A ren d t, trad. de
H arry Z oh n , N u e v a Y ork, S ch ock en Books, 1969, pp. 2 1 7 -2 5 1 .
10 A dorno, “ V ierh a n d ig , n och e in m a l” (1 9 3 3 ), I m p r o m p t u s , p. 143.
u M ientras estu d iab a en V ie n a co n Berg (q u e sí era ca tó lico ), A dorno
acarició la id ea de convertirse al catolicism o (co sa que Schónberg, ju d ío
por n a cim ien to , ya h a b ía h ech o ), pero cam bió d e id ea a causa d e la
m etafísica religiosa q ue habría ten id o q ue aceptar. T o d o esto está d o ­
cu m en tad o en la corresp on d en cia a Ernst K renek d e 1 9 3 4 : “ Si no m e
durante toda su vida ateo.12 Com o su p ad re no hizoj,ningún intento
por im ponerle su pro p ia religión ni su profesión, Adorno, a dife­
rencia de m uchos de su generación,13 no se sentía im pulsado a re­
belarse contra el m undo de su padre. Sin em bargo, como sus raíces
sociales eran superficiales, esta ausencia de rebelión no im plicaba
un conservadurism o intelectual. F ran k fu rt am M ain era una
ciudad secular, socialm ente móvil, que m antenía jen el siglo x x
algunas saludables características del liberalismo burgués, y cierta
ap ertu ra y ausencia de dogm atism o caracterizaban a su am plia
población ju d ía .14 Por supuesto, no dejaba de haber antisemitismo
du ran te los años anteriores a H itler, pero, como recordaría A dor­
no, su expresión abierta era “bastante poco com ún en la ciudad
de com erciantes que era F ra n k fu rt” .15 E ra provinciana com parada
con Berlín; sin em bargo, tenía u n a activa vida cultural, u n a prensa
liberal, y una nueva universidad, relativam ente liberal, que a traía
a algunos de los m ás originales y críticos pensadores de la Ale­
m ania de W eim ar como profesorado.
Existía en F ra n k fu rt ese curioso fenóm eno social por el cual
una clase alim enta entusiastam ente a los intelectuales y artistas
que la atacan. Sin em bargo, a pesar de la relación, ambos m undos
perm anecen diferenciados. D e ahí que fuera posible p a ra el dotado
y precoz A dorno, destinado desde su niñez al m undo de los in­
telectuales y artistas, crecer en u n a relativa ignorancia del reino
equívoco, usted h a ad op tad o recien tem en te fuertes con viccion es católicas.
Éstas m e resultan m u y, m u y fam iliares. Y o tam bién pen sé algu n a vez que
sería posible reconstruir nuestro m u n d o escin d id o a través d el ordo c a tó ­
lico, y en aq u ella ép oca, h ace d iez años, estu ve a p u n to de convertirm e,
conversión que sentía m uy cercan a com o h ijo d e una m adre m uy católica.
N o fu i capaz d e hacerlo. L a in teg ra ció n d e la phi l osophi a perenni s m e
parecía irrem isib lem ente rom án tica y con trad ictoria con ca d a rasgo de
nuestra existen cia, y no fui cap az d e descubrir n in gu n a pista en Schonberg”
(carta de A d orn o a K ren ek , 7 d e o ctu b re d e 1934, T h e o d o r W, A d o r n o
und Ernst K r e n e k : Bri ef wechs el , com p . p or W o lfgan g R o g g e, Frankfurt
am M ain: Suhrkam p V erlag, 1974, p. 4 6.)
12 E n la d éca d a d e los sesenta el discurso d e H orkheim er tom ó un tono
religioso; éste no fu e el caso d e A dorno.
“ V éase el ca p ítu lo sobre “T h e revolt o f th e son” , en P eter G ay, We i ma r
culture: the out s i der as instder, N u e v a Y ork: H arp er T orch b ook s, 1968,
pp. 102-100.
14 El núm ero d e ju d ío s en F rankfurt a scen d ía a cerca de '2 9 0 0 0 en
1925, y era la segu n d a com u n id a d ju d ía d e A lem an ia. L a prim era era
Berlín con un núm ero seis veces m ayor (1 7 3 000). V éa se O tto 'F r ie d r ic h ,
Before t h e del uge: a port rai t of Berlín in the 1 9 2 9 ‘s, N u ev a Y ork, H arper
and R ow , 1972, p. 110.
18 T h eo d o r W . A dorn o, “ D er w u n d erlich e R ea list: Ü b er S iegfried K ra­
cauer” (1 9 6 4 ), N o t e n z u r L it e r a t u r , vo l. 3, F rankfurt am M a in : Suhrkam p
V erlag, 1965, p. 85.
de los negocios y de la política práctica. En 1914 era dem asiado
joven p a ra ir a la guerra, y por lo tanto se vio protegido de esta
experiencia brutal que afectó de m anera traum ática a tantos inte­
lectuales ligeram ente mayores que él, aunque de su generación.
E n , 1918-1919, m ientras A lem ania se recuperaba de la d errota m i­
litar y del levantam iento político, a los quince años, A dorno es­
tudiaba música y pasaba sus horas libres leyendo a K an t. Su ins­
tructor en K a n t era Siegfried K racauer, catorce años m ayor y
amigo de la fam ilia: “Por más de un año, regularm ente, los sába­
dos por la tarde, leía conmigo la Crítica de la razón p u r a ”16 Pero
no debe presum irse con dem asiada ligereza que éste era el en tre­
nam iento de un “m an d a rín ” germ ano.17 A dorno no sentía u n a reve­
rencia ciega por la cu ltu ra pasada y no intentó nunca despreciar
el presente apoyándose en su au to rid ad : se acercó a la cu ltu ra con
u n a pasión tan auténtica como íntim am ente personal. Com o en
su prim er contacto con la música, lo que excitaba a A dorno de
esta introducción a la filosofía era que exigía de él un com prom iso
activo. K racauer no le enseñaba K a n t como un sistema cerrado
y reificado de pensam iento por asim ilar, sino que, por su aleja­
m iento histórico, era vitalm ente relevante p a ra el presente:

Excepcionalmente dotado desde el punto de vista pedagógico [Kracauer]


hizo hablar a Kant para mí. Desde el inicio, bajo su guía experimenté
el trabajo no como una mera teoría del conocimiento, como un análisis
de las condiciones de los juicios científicamente válidos, sino como la
clase de texto cifrado a partir del cual las condiciones históricas del es­
píritu [Geist] podían leerse, con la vaga expectativa de que algo de la
verdad misma iba a conquistarse.18

En 1921 A dorno aprueba el exam en A bitur y deja el K aiser


W ilhelm Gym nasium p ara ingresar a la nueva universidad de
F ran k fu rt.19 T en ía 18 años y era au to r de dos artículos ya publi-
18 Ibid., p. 83.
17 V éa se Fritz K . R in ger, T h e decline of t he G e r m á n ma n d a r i n s : the.
G e r m á n ac ade mi c c o mm u n i t y , 1 8 9 0 - 1 9 3 3 , C am bridge, M ass., H arvard
U n iversity Press, 1969.
lB Adorrio, “D er w u n d erlich e R ea list” (1 9 6 4 ), N o t e n zur Lit erat ur ,
vol. 3, pp. 83-B4. Sobre la am istad entre A dorno y K racauer, véase M artin
Jay, “T h e extraterritorial lifc of S iegfried K racauer”, S a l m a g u n d i 3 1 /3 2
(o to ñ o de 197 5 -invierno de 1976): 4 9 -1 0 6 .
19 “ L a U n iversid ad de Frankfurt era por aquel en ton ces la m ás jo v en
d e A lem ania. Al m ism o tiem p o, form aba p arte de las m ás antiguas, al
m enos de m anera in d irecta. En su form a actu al, había sido fu n d a d a a partir
de la m udanza forzada a Frankfurt de la sección alem an a de la U n iv e r ­
sidad de Estrasburgo, h a cia fines d e la prim era guerra m u n d ia l.” (E rnst
E rich N o th , “ In der v erm ein tlich en H och b u rg des L iberalism us: W ie
■cados: un breve ensayo sobre el expresionism o20 y un com entario
sobre u n a nueva ópera de su m aestro de m úsica, B em hard Sekles.21
Sin em bargo, a pesar de sus logros, to davía conservaba la excitada
intensidad, la “bestial seriedad” 22 del protegido. E ra im presio­
nable, buscaba la com pañía intelectual de hom bres m ucho mayores
que él. Pasó rápidam ente a través de los cursos, estudiando filo­
sofía, sociología, psicología y m úsica, y recibió su doctorado en
filosofía tres años m ás tarde, en 1924. F u e u n a época de acum ular
conocim ientos m ás que de autén tica originalidad intelectual. Fue
b u iniciación en las controversias filosóficas que, legado en gran
parte de los pensadores de la preguerra, hab ían llegado a dom inar
los círculos académ icos.
L a cu ltu ra burguesa europea, en au toproclam ada crisis desde
antes de la guerra, se arrebolaba con los síntom as de lo que parecía
una fiebre m ortal — al igual que la estru ctu ra política y econó­
m ica sobre la que se sustentaba. D e m an era significativa, los dos
fenómenos culturales m ás am enazados eran precisam ente las dos
pasiones de A dorno: el arte y la filosofía. M ientras que el arte se
veía am enazado desde fuera p o r u n a tecnología que m ecanizaba
su producción y alterab a la experiencia estética,28 el m ovim iento
expresionista de la preguerra h ab ía liquidado las form as burguesas
de la m úsica, la p in tu ra y la literatu ra desde adentro. Com o es­
cribió A dorno en su 1prim er artículo publicado, la m ism a posibili-
~l|| I --1 I -1|| -- ■ | ■ - -- |

dad del arte estaba en d u d a : ‘El arte de la época se enfrenta a la


cuestión de la continuación de su existencia.”24 E n el caso de la

m an im F rankfurt der dreissiger Jahre stu d ierte” , en Frankf ur t er R u n d s ­


chau, núm . 2 6 9 , .sábado 20 d e n oviem b re d e 1971, separata, p. v.)
80 F irm ado T . W iesen gru n d , "E xpressionism us un d k ü n stlerisch e -W ahr-
h a ftigk eít: Z ur K ritik n eu er D ic h tu n g ” , D i e N e u e S c h a u b i i hn e [D resden],
2, 9 (1 9 2 0 ): 2 3 3 r23G.
21 T h eo d o r W iesen gru n d , “ D ie H o c h z e it des F a u n : G ru n d sátzlich e
B cm erkungcn zu B em h ard Sekles’ neuer O p er” , N e u e Blatter für K u n s t
u n d L i t er a t u r [Frankfurt am M ain ] 4 (1 9 2 1 -1 9 2 2 ): 6 1 -6 2 , y 5 (1 9 2 1 -
1922): 6 8-70.
22 Así se describía A dorno a sí m ism o (tierisch ernst) tal co m o era a
m ediados d e la d écad a de los vein te. (T h e o d o r W . A dorno, Berg: D e r
Mei ster des kleinsten Übergangs [19 6 8 ], G e s a m m e l t e Schri ft en, vol. 13:
Die musikal ischen Mo no g r a p h i e n ¡ ed. G retel A d orn o y R o lf T ied em a n n ,
Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erla g , 1971, p. 3 6 1 . En las notas sig u ien ­
tes, G e s a mm e l t e Schri ft en se abreviará GS.)
23 E sta evolu ción , que A dorno y B en jam ín habrían d e con sid erar tan
im portante, h a b ía sido observada antes de la guerra por W erncr Som bart
y a rticulada en su in fluyen te ensayo “T cch n ik und K u ltu r” , Archi u für
Sozialwissenschaft u n d Sozi alpol it ik [T u b in ga], 33 (1 9 1 1 ): 3 0 5 -3 4 7 .
44 W iesengrund, “E xpressionism us u nd künstlerische W a h rh aítin k eit”
(19 20), p. 23 5 .
filosofía, ya no se p re te n d ía q u e p roporcionara u n sistem a om ni-
com prensivo de todo el conocim iento, y estaba en peligro de re ­
tro c e d er a los problem as de la lógica form al, m ientras que sus-
preocupaciones tradicionales se transform aban en dom inio de las
nuevas ciencias sociales. El relativism o, tan to histórico como cien­
tífico, erosionó los cim ientos de la filosofía burguesa cuando Einstein
dio vuelta a la física new toniana y D ilthey cuestionó incluso la
atem p o ralid ad de las form as cognítivas, desafiando la universa-
lidad de la subjetividad racional.
Si la W eltanschauung burguesa se desintegraba, las palabras no'
tenían p o d er p a ra reconstruirla. En la era de la fotografía y de las
prim eras películas m udas, la lógica lineal ‘de la p alab ra escrita
perd ía su m onopolio. M ás aún, poetas y filósofos — T ra k l, H of­
m annsthal, el joven W ittgenstein— h abían com enzado a preg u n ­
tarse si el lenguaje era capaz de comunicar,' la verdad.
E n síntesis, h a b ía consenso universal acerca de la ru in a de la.
c u ltu ra burguesa. El d eb ate consistía en saber si a p la u d ir o lam en­
ta r la situación. Ser joven (con el estóm ago lleno) en esta época d e
crisis e ra ten er la o p o rtu n id a d d o rada de lograr u n a contribución
original. E n la d écad a de los veinte, todavía p arecía que “todo>
estaba perm itido” .25 D ados sus antecedentes judíos y extranjeros
A dorno carecía de influencia social o política que perder, así com o
de interés alguno por p e rp e tu a r el antiguo orden. Podía antici­
parse que se un iría a la avant-garde intelectual.
El año en que en tró a la universidad, A dorno leyó Geist der
UtopíeJ¿a de E rn st Bloch, y se sintió p ro fundam ente im presio­
nado. Bloch, escribiría más tard e A dorno en el exilio, era “el
filósofo del expresionism o, en el que conocim iento y expresión son
25 E n 1962 A d orn o alertab a con tra u n a ten d en cia recien te a id ealizar la
era d e los v e in te , pero a d m itía : “ A pesar d e esto, la im agen de los años
v ein te com o un m u n d o en el que, co m o se d ice en M a h a g o n n y de B recht,
to d o está p erm itid o , c o m o u n a u to p ía , tien e a lgo d e v erd a d .” (T h e o d o r W .
A d orn o, “ J en e zw an ziger J a h re” [1962], Eingri ffe: N e u n krítische M o d e l l e ,
F rankfurt am M a in , Suhrkam p, 1963). E xpresó el m ism o p en sa m ien to , n o
sin algo d e n o sta lg ia , en una con versación radial con L o tte L enya a fines
de la d écad a d e los cin c u e n ta (grab ación , F rankfurt am M a in , legad o de
A dorno).
30 Ernst B loch , Geist d e r U t o p i e , M u n ich ,, D u n ck er & H u m b lo t, 1910;
2* ed. revisada, B erlín, P au l C assirer, 1923. P oco an tes, en ese m ism o año,
había leíd o D i e T h e o r i e des R o m a n s , d e G eorg L ukács, q ue tam b ién tuvo
un a perdurable in flu e n c ia sobre él (lo cu al se trata en el cap. 3, m ás a d e­
lan te). B loch y L ukács, en a q u ella ép oca am igos ín tim os, im presionaron a
A dorno co m o p en sad ores p aralelos (T h eo d o r W . A d orn o, “ H en k el, K rug
und frühe E rfa h ru n g ” , Ernst Bloch zu Eh r e n : Beitriige zu sei nem We r k,
com p . por S iegfried U n se ld , Frankfurt am M a in , Suhrkam p V er la g , 1965,
p. 10).
una y la m ism a cosa. Eso ya no era bien visto [eij Alemania]” ,2T
Corno Schónberg en m úsica, como K andinsky en pintura, Bloch
desarrolló las posibilidades creativas liberadas po r la desintegra­
ción de las form as. E n nom bre de u n futuro utópico, rom pió
radicalm ente tanto con la form a como con el contenido de la filo­
sofía académ ica tradicional. C om prom etido políticam ente, se ga­
naba la vida como escritor fuera del ám bito académ ico. A dorno
todavía no lo conocía personalm ente (se hicieron amigos después,
de 1928), pero el nom bre de Bloch conjuraba una atm ósfera dis­
tintiva :

O scu ro co m o un p a sa d izo , r u g ien te, so rd o c o m o un so p lo d e trom p eta,,


d esp ertó la esperanza d e lo ex tra o rd in a rio , q u e m u y p ron to in e h izo sos­
pechar q u e la filo so fía co n la q u e m is e stu d io s m e h ab ían r e la c io n a d o
p arecía ran cia y fa lta d e co n fo r m id a d c o n sus p ro p io s c o n c e p to s.28

Geist der Utopie sacaba las controversias y conceptos filosóficos,


del desván del escolasticismo académ ico, haciéndolas cotidianas,
expresando a través del ritm o mismo de su lenguaje la alterada
form a de la experiencia filosófica contem poránea. Bloch

• . . to m ó la d ia lé c tic a [h eg e lia n a ], q u e d e c ía su p era d a la a lie n a c ió n d e su ­


jeto y o b jeto , tan en serio q u e d esp recia b a el to n o so seg a d o e im p a rcia l
de los a c a d é m ic o s q u e p erp etu a b a n u n a fría fa lta d e ila c ió n co n el
o b jeto .29

A nim ado p or un concepto místico, casi ocultista, del arte y por un


mesianismo religioso,80 aunque com prom etido con una visión secu­
lar y m arxista de la utopía sociopolítica, Bloch r e t a b a a “los filósofos a
que abah d o ñ áran ía seguridad de la lógica form al, con sus cuestio­
nes fácilm ente resolubles, y se e n fren taran , como se 'en fren ta n a la
religión y el arte, a la “preg u n ta inform ulable” (unkonstruierbare
Frage) de la realización utópica.
Pero si Bloch trajo de vuelta la filosofía a la arena política, si
la puso al servicio de los objetivos m arxistas, el elem ento trascen­
dente, religioso, de su pensam iento se oponía duram ente al deter-
minismo económico y a la visión m ecanicista y positivista de la
historia que h ab ía llegado a caracterizar el m arxism o ortodoxo.
En su estudio sobre el radical protestante T hom as M iinzér (1921)"
K T . W . A d orn o, “ F ür E rnst B lo ch ” , A u f b a u - R e c o n s t r u k t i on [N ueva.
York], 8, 4 0, 27 de n oviem b re d e 1942, p. 15.
9 A dorno, “ H en k el, K ru g u n d frü h e E rfahrung” , Ernst Bloch z u Ehren„
p. 10.
29 A dorno, “ Für E rnst B lo ch ” (1 9 4 2 ), p . 15.
80 B loch era ju d ío , pero su religiosid ad era pansectaria.
había afirm ado que tanto las fuerzas subjetivas como las objetivas
■eran los motores del desarrollo histórico, que las revoluciones
eran im pulsadas por el pensam iento religioso; que la utopía no
podía definirse en térm inos puram ente socioeconómicos.31
Esta tem eraria com binación de elementos tomados de la reli­
gión, la estética, el idealismo y la utopía política no dejaba de tener
sus problem as. U n a de las fallas trágicas de la cultura de W eim ar,
•en general (que volvería a repetirse en el m ovim iento de la N ueva
Izquierda de los sesenta), fue que llevar a la filosofía a tra ta r cues­
tiones de justicia social era corregir un defecto académico, m ientras
dejaba á la realidad social intocada. Eí hecho de que los intelec­
tuales ad o p taran u n a posición vindicativa no garantizaba de nin­
guna m anera que tuvieran el efecto social deseado (o u n efecto
cualquiera). En 1918, los expresionistas de izquierda y otros inte­
lectuales intentaron integrar protesta cultural y praxis política; su
fracaso fue característico de la historia subsiguiente de ía cultura
<ie W eim ar.32 L a problem ática relación entre revuelta cultural y
revolución sociopolítica era, tal como se dem ostrará, un tropiezo
de la propia teoría de A dorno, y en ese sentido su historia es típica.
E ntre los libros de escritores que, como Bloch, reintroducían
elem entos religiosos dentro de la filosofía en su crisis del m om ento,
Der Stern der Erlosung [La estrella de la redención] de Franz Ro-
■senzweig, publicado en 1920, fue m uy significativo no porque in­
fluyese directam ente en A dorno (aunque seguram ente éste conocía
tanto al hom bre como al libro), sino porque volvía al pensam iento
religioso específicam ente judío en u n intento por redim ir a la
filosofía de su atrofia en curso. E n un com entario a la edición de
1930 del libro, G ershom Scholem testim oniaba el choque que había
significado p a ra judíos y radicales de los años veinte incluyéndose
a sí mismo,83 y en él había elementos que, a través del cam ino

fll Ernst B loch, T h o m a s M ü n z e r ais T h e o l o g e der R e v ol u t i o n , M u n ich ,


D uncker y H u m b lo t, 1921. L ukács criticab a los argum entos d e B loch , no
porque destacaran los tem as u tóp icos, sino por no alcanzar a ver el e le ­
m ento de trascen d en cia con ten id o dentro de (u n a correcta interp retación )
del m arxism o: "C uando Ernst B loch cree descubrir en esa v in c u la c ió n de
lo religioso con el elem en to revolucionario eco n ó m ico social u n a v ía de
p rofu ndizacíón del m aterialism o histórico 'm eram ente eco n ó m ico ’, está p a ­
sando por alto q ue su profundiznción narra p recisam ente la profu n d id ad
real del m aterialism o histórico” (G eorg Lukács, Hi st oria y consciencia de
clase, M éxico, G rijalbo, 1969, p. 214).
n* G eorge L. M osse, “ L cft-w in g in tellectu a ls in the W eim ar R ep u b lic ” ,
G e r má n a n d Jews: t he right, the left a n d the search for a “ t hi rd f or c é” in
p r e - N a z i G e r ma n y , N u ev a Y ork, H ow ard F crtig, 1970, pp. 1 7 1 -225.
33 G ershgm Scholem , “On. the 1930 ed ition of R o scn zw eíg ’s S t a r of R e -
sinuoso de Scholem y W alter B enjam in, encontraron su lugar en el-
pensam iento de Adorno. Rosenzweig estaba influido por Hegel..
pero rechazaba su sistema cerrado, su m etafísica identidad entre la.
totalidad de la realidad y la v erd ad : “ El e rro r m onum ental d el
idealismo consistió en pensar que el T o d o estaba totalm ente con­
tenido en la ‘generación’ del T o d o ” ;84 “el todo sim plem ente n c
es el T odo, es de hecho tan sólo un todo3’ ;85 “L a razón tiene ef
derecho a un hogar en el m undo, pero el m undo es sólo eso: un
hogar, no es la totalid ad .”8,1 L a noción del todo era u n a esperanza
utópica p a ra el futuro (m ejor expresada p o r el a rte que por la
filosofía):ñ7

Sólo en la redención Dios deviene el Uno y el Todo que, desde el inicio,,


la razón humana en su temeridad buscó por todas partes y por todas
partes afirmó, pero sin hallarlo porque simplemente no había parte al­
guna donde hallarlo aún, ya que aún no existía.88

En lugar de la visión totalizadora de Hegel, Rosenzweig insistía en.


que la realidad era fragm entaria, com puesta p o r u n a “plen itu d ” de
fenómenos individuales, distintos:

De dónde vienen o adónde van, no está escrito en su frente: simplemente


existen. Pero al existir son individuos, cada uno contra todos los demás,,
“particulares”, “no-diferentes” .39

El conocim iento del objeto (éste era un tem a místico) estaba ligado*
al “nom bre” , singular y particular, “incapaz de ulterior absorción
en la categoría, ya. que no puede h ab er p a ra él categoría alguna,
a la que pertenecer; es su p ropia categoría” .40 El conocim iento era
“revelación” que “m ira hacia el p a s a d o .. . Pero el pasado se h ace
visible a la revelación sólo y cuando la revelación lo ilum ina con

d e m p t i o r í ’, T h e messianic i dea in Ju d a t s m, N u ev a Y ork, S ch ock en Books,.


1971.
s* Franz R osen zw eig, T h e star of r e d e m p t i o n , N u e v a Y ork, H o lt, R in c-
hart and W inston, li9 70, p. 108.
* Ibi d., p. 52.
M Ibi d., p. 13.
87 . .el arte, en ton ces, es el len g u a je d e a q u ello q u e d e otro m od o es:
aún im p r o n u n cia b le.. . El arte sigue siendo un trabajo a destajo para que
la vida p ueda ser y d even ga un to d o.” ( I b i d p . 191.)
M Ibi d. , p. 238.
M Ibi d., p. 4 5. Estos fenóm enos existen tes in d iv id u a lm en te "han sido el
estorbo d el idealism o, y por tanto d e la filo so fía com o1 un todo, de Parm é-
nides a H e g e l” . ( I b i d . , p. 47.)
40 Ibi d. , pp. 1BG-107.
la luz del presente” .41 T odos estos conceptos eran tam bién caracte­
rísticos de la teoría de A dorno, pero no fue el judaism o el que lo
•condujo a ellas. F ue, en cam bio, su am istad con W alter B enjam in.
A dorno conoció a B enjam in en F ran k fu rt en 1923.42 El encuentro
h a b ía sido arreglado p o r su m utuo amigó Siegfried K ra c au e r en el
C afe W estend am O p ern p latz.48 A dorno, once años m ás joven que
B enjam in, rec o rd a ría lo trem endam ente im presionado que se
s e n tía :

E s d ifíc il q u e la m e m o r ia m e e n g a ñ e c u a n d o d ig o q u e d e sd e el prim er
m o m e n to tu v e la im p r esió n d e q u e B e n ja m ín era u n o d e lo s seres h u ­
m a n o s m á s s ig n ific a tiv o s c o n lo s q u e ja m á s m p to p é . Y o te n ía 2 0 a ñ o s en
a q u e l en to n c es. . .44

Si el leer a Bloch h a b ía abierto sus ojos a. las inadecuaciones de la


filosofía acatfém ica h ab itu al, fue B enjam ín quien le señaló el modo
d e superarlas:

E ra c o m o si a tra v és d e esta filo so fía [la d e B e n ja m ín ] se m e m ostrara


lo q u e la filo so fía d e b ía ser si h a b ía d e c u m p lir co n lo q u e p r o m e tía y
q u e ja m á s a b arcó, d e sd e q u e se d eslizó d en tro d e e lla la d iv isió n k an tian a
■entre lo q u e p e r m a n e c e d e n tr o d el c a m p o d e la e x p e r ie n c ia y a q u e llo que
trasgred e lo s lím ite s d e la p o sib ilid a d d e e x p e r ie n c ia .45

E specíficam ente, se tra ta b a .d e la capacidad.de B enjam in p a ra an a­


lizar los detalles concretos pero carentes de definición que, tal
•como Había afirm ado Üosenzweig, conform aban la realidad, de
u n m odo que liberaba un sentido trascendente, sin aban d o n ar de
ninguna m an e ra el dom inio de lo em pírico. B enjam in lograba
éntoñcés percepciones que se asem ejaban a la revelación mística,
aunque adhiriendo a la regla antim etafísica k an tian a de perm anecer

41 Ib i d. , p. IÍJ6.
42 F u eron presentados por prim era vez por H erm a n n E dler Grab von
H erm an n sw orth , sociólogo, m ú sico y am igo d e A dorno (v éa se la n ota del
com pilad or en W a lter B en jam in , Briefe, 2 v ols., com p . por Gershom
S ch olem y T h e o d o r W . A d orn o, F rankfurt am M ain , Surhkam p Verlag,
1966, vol. 2, p. 559).
43 T h eo d o r W . A d orn o, “ E rin n eru n gen ” (1 9 6 4 ), Üb e r Wa l t e r Benjamin,
■comp. por R o lf T ied em a n n , Frankfurt am M a in , Surhkam p Verlag,
1970, p. 67. B en jam in , n a cid o en Berlín, estaba en Frankfurt tratando de
com p letar su tesis d e Ha b i l i t a t i o n allí. A dorno y B enjam in tam bién estu­
vieron ju n tos en el sem inario d e sociología d e G ottfried S alom on -D e! ato ur,
d on d e se an alizab a el libro recien tem en te p u b lica d o sobre el historicismo
•de lirn st T ro eltsch (ibid.).
“ I b i d p, 70.
Ibid.
d entro de los datos de la experiencia. Su objetivo^ form ulado por
prim era vez en 1918, era fundar, sobre bases kantianas, “la uni­
dad virtual de religión y filosofía” .46
En sus años de estudiante, Benjam in había form ado parte de un
ala intelectual, radical y judía, dé la JugendFéwegung.4T Allí co­
noció a Gershom Scholem, su com pañero intelectual más cercano
de 1916 a 1923.48 Scholem com enzaba lo que habría de ser una
tarea de por vida, la investigación de la C abala, la hasta entonces
largam ente olvidada tradición del misticismo judío.40 Ju n to s estu­
diaron a K an t, tal como A dorno lo había hecho con K racauer,
fantaseando “m edio en serio, m edio en brom a” con fu n d ar su p ro ­
pia academ ia, “habiendo tan poco que apren d er en la universi­
d ad ” .60 D iscutían constantem ente la 'erudición religiosa de Scholem.
Benjam in (quien a pesar de varios intentos nunca llegó a dom inar
el hebreo) adquirió a través de esta relación u n a form a teológica y
mística de expresión, que conservó de m anera sutij en sus escritos
más intencionadam ente “m arxistás” de la década de los treinta.
Pero a diferencia de Scholem (onde Rosenzweig o de Bloch, de quie­
nes se hizo am igo en 1918),'B enjam ín buscó y descubrió los oríge­
nes de los conceptos místicos en la litera tu ra estética y no en la
teológica, en "las teorías de Novalis,* Schlégel y Goethe, y en los
dram as trágicos alem anes de la época barroca.61 I_,a religiosidad de
40 W alter B enjam in, “ Ü ber das P rogram m der k om m en d en P h ilo so p h ie”
(1 9 1 8 ), Z u r K r i t i k de r G e w a l t u nd a ndere Auf sat ze , co n e p ílo g o de H erbert
M arcase, Frankfurt am M ain , Surhkam p, 1971, p. 2 7 . v ,
47 G ustav W yneken era el director. B en jam ín trabajó en la revista de este
círculo d u ran te 1913 y 1914. (A d o rn o , “A l’écart de tous les cou ran ts”
[1969], Ü b e r Wa l t e r B e n j a m í n , p. 97.)
48 En ese a ñ o S ch olem partió para P alestin a. Su am istad con tin u ó a
través d e u n a volu m in osa corresp on d en cia, y pasaron un tiem p o juntos en
París en 1927 y en 1938. (G ershom S ch o lem , “ E rinnerungen" [1966] en
T h eodor W . A dorno et a i , ü b e r Wa l t e r B e n j a m i n , Frankfurt am M ain,
Suhrkamp V erlag, 1968, pp. 3 0 -3 1 .)
48 Scholem h a escrito retrosp ectivam en te: “ C reo q ue podem os decir sin
falta de respeto q u e d ifícilm en te ha h ab id o n u n ca u n a teología ju d ía tan
vacua e in sig n ifica n te com o la q ue ex istió en las décad as anteriores a la
primera guerra m u n d ia l.. . La teo lo g ía ortod oxa ha sufrido por lo que
podríam os llam ar ‘C áb ala-fo b ia V ’ (G . S ch o lem , T h e messianic i d e a in J u -
daísm, p. 321.)
w G ershom Scholem , W a lter B en jam in , D i e Geschi cht e einer Fre unds-
chaft, Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erla g , 1 975, p, 76.
81 Cf. W alter B enjam ín, D e r Begriff der K u n s t k r i t i k in der- deutschen
Ro ma nt ik (1 9 2 0 ); Goet hes Wa h l v e r w a n d t s c h a f t e n (1 9 2 4 ); Urs p r u n g des
deutschen Trauerspí el s (1 9 2 8 ); tod as republicadas en W alter B enjam ín,
Ge sammel t e Schri ften, 6 v o ls., com p . p or R o lf T ied e m a n n y H erm ann
Schw eppenhSusér, vol. 1, A b h a n d l u n g e n , F rankfurt am M ain, Suhrkam p
V erlag, 1974.
B enjam in era secular y m undana, aproxim ándose a los objetos
profanos con religiosa reverencia. E ra entonces u n a teología “in­
vertida” o “negativa” 52 en la que convergían m aterialism o y mis­
ticismo, y esto impresionó no poco a Adorno como m odelo de p e n ­
samiento filosófico. Pero el período realm ente capital de la in­
fluencia de Benjam in sobre A dorno vendría luego, después de
1927, en relación con su com ún adopción del marxismo.
Con respecto a la teología per se y al judaism o no puede decirse
que hayan influido en A dorno en u n sentido afirm ativo. A dife­
rencia de Benjam in, no frecuentó cuando estudiante grupos juve­
niles judíos; a diferencia de Scholem, no le a tra ía el sionismo/*'1
ni tam poco participó con Siegfried K racauer, Franz Rosenzweig y
M artin Buber en el círculo intelectual del rabino N ehem iah A.
Nobel en F ran k fu rt.54 Volver a la teología p a ra encontrar el sentido
de totalidad y la seguridad que la destrozada W eltanschauung
burguesa ya no podía proporcionar, fue u n a opción que A dorno
se vio im pulsado a rechazar.55
En los veinte, la revuelta contra la esterilidad académ ica (así
como contra la sociedad m oderna y su estructura “racionalizada” .,
burocráticam ente organizada) tendía a tom ar la form a de u n a
afirm ación de lo irracional. El renacim iento teológico e ra u n a de
sus m anifestaciones, pero había m uchas o tra s : el voluntarism o
soreliano en política, un renovado interés en K ierkegaard, la psi­
q u iatría de Jung, las novelas de H erm ann Hesse, la defensa de la
“cu ltu ra” frente a la civilización y de la “com unidad” frente a la
sociedad„ e incluso u n a cierta m oda intelectual por los horóscopos
y la m agia. Estaba ocurriendo un viraje en el cam po de las alianzas
intelectuales: los abogados de la razón, identificados desde el Ilu-
m inismo con las fuerzas sociales y políticas progresistas, ab an d o n a­
ban los impulsos de la revolución y aceptaban pasivam ente el estado
de cosas “dado” . L a racionalidad había llegado a ser sinónim o de
C2 A dorno u tilizaba am bos térm inos para describir a q u ello a lo q ue se
refería com o “nuestra teo lo g ía ” en u n a carta a B enjam ín del 17 d e d i­
ciem bre de 1934. (A d orn o, Über Wal t er B e n j a m i n , pp. 1 0 3-104.) T ratad o
infra, cap¡. }}.
ra D esp u és d e q ue Scholern se trasladó a P alestina en 1923, B enjam in
habló m uchas veces de unírsele, au n q u e estos p lanes n u n ca se m a teria li­
zaron. { I b i d . } pp. 173 passirn.)
M La adhesión de K racauer term inó en 1926, cu an d o escribió un c o ­
m entario fu ertem en te crítico de la trad u cción de la B iblia por Buber y
R osenzw eig (véase M artin Jay, “T h e extraterritorial life o f Siegfried K ra­
cau er”, 51). Sobre el grupo del rabino N o b el, véase N a h u m N . G lantzer,
“T h e Frankfurt L ehrhaus” , Y e a r Book I, L eo B aeck In stitu te, L ondres,
1956.
cs V éase supra, nota 11.
compromiso y resignación, expresada en la vida política por el
Vernunftrépublikaner que, pretendiendo ser “razonable” , aceptaba
sin entusiasm o la realidad d a d a de la R epública de W eim ar, que
era en m uchos aspectos muy poco republicana y dem ocrática. Del
otro lado, la revuelta que se sustentaba a sí m ism a en el irraciona-
lísmo caía fácilm ente en u n a fórm ula tendiente al fascismo. H ay
que decir en su favor que A dorno y quienes estaban intelectual­
m ente m ás cerca de él no aceptaron la nueva dicotom ía que estaba
m adurando. Antes que alinearse en uno de los lados de esta p olari­
dad, insistían en que la verdad yacía en la tensión entre ambos,
en la explicación razonada dé lo que aparecía como irracional y en
la irracionalidad de lo que~se*^ceptaba como razón.
Fue la insistencia de (Benjamin!) en que religión y kantism o, mis­
ticismo y m aterialism o coWifófgían en tan to verdádéV'Tá 'q ú é évitó
que se com prom etiera con alguna de estas corrientes intelectuales.
Adorno era afortunado al tener como tu to r en la universidad a un
hombre tam bién excéntrico, tam bién externo a la corriente intelec­
tual principal: el profesor de filosofía H ans Cornelius,fi6 en cuyos
seminarios A dorno conoció a su am igo de toda la vida, M ax H ork­
heimer. C o n tra los irracionalistas, C ornelius defendía firm em ente
la tradición ilum inista, pero no en su casi escolástica form a dom i­
nante. C ornelius era u n Aufklárer del antiguo tipo, un radical
filosóficamente hablando, m ás kantiano que el propio K a n t en su
misión de “destruir las teorías dogm áticas y de establecer en su lugar
aquellas basadas en la experiencia y garantizadas por la experiencia,
más allá de toda d u d a ”.&7 Su rechazo de la d octrina kantiana^de la
cosa en sí que, según afirm aba, constituía un residuo m etafísico,
era en efecto regresar atrás de K a n t hacia el em pirism o inglés y
francés tem prano. Estabo de acuerdo tam bién con el neokantism o
de sus contem poráneos vieneses A venarius y M ach. Sin em bargo,
si había una inclinación positivista en la interpretación de C o r­
nelius, no tenía en cam bio la acrítica aceptación positivista del
m undo “d ado” y su pasiva noción del sujeto. C ornelius era un ar-

M C ornelius (1 8 6 3 -1 9 4 7 ) llegó de M u n ich a F rankfurt en 1910. Era


“un m aestro apasionado. . . en m uchos sentidos lo op u esto de la im a g en
tradicional d e un profesor u niversitario alem á n , y en tuerte op osición co n
muchos de sus co leg a s” . (F riedrich P ollock , c ita d o en Jay, T h e di al ect i cal
imaginaiion, p. '1-5.;
“■ Ésta fu e la d escripción de A dorno en el p refacio a su prim era I l a b i -
litationsschrift, basada en la teoría de C ornelius. (T h e o d o r W . A dorno,
“Der Begriff des U n b ew u ssten in der tran szen d en talcn S eelen lch re” [1927],
GS, vol. 1: Friihe phil osophi sche Schri ften, com p . por R o lf T iedem ann,.
Frankfurt am M ain , Surhkam p V erla g , 1 973, p. 81.)
tista y un bohem io.68 P a ra él, el “sujeto” filosófico no era u n univer­
sal uniform e, trascendental, sino un individuo viviente único, y la
experiencia filosófica e ra personal y vivida y no ab stracta y acadé­
m ica. T o d o conocim iento se basaba en u n a experiencia previa, y
p o r lo tan to n u n c a era com pleto; la filosofía no e ra un sistema
cerrad o y no h ab ía absolutos ontológicos. A pesar de la universalidad
de las form as cognitivas, la n aturaleza acum ulativa de la expe­
riencia g arantizaba que la realid ad fuera “ posibilidad ilim itada” y
que los “objetos p erm anecieran siem pre parcialm ente extraños”,Cí>
no p o r pertenecer a u n cierto reino noum énico, sino porque ap a re ­
cían cad a vez en u n a nueva configuración. E n la noción de expe­
riencia de C ornelius, no h ab ía ser independiente de la conciencia
ni conciencia independiente del ser. Esto suponía la revocación de
u n p rim er principio filosófico (prima philosophia) y fue uno de los
prim eros y m ás constantes credos tam bién de H orkheim er y Adorno.
H a b ía algo refrescante en el individualism o bohem io de Gorne-
lius y en el em pirism o tan poco alem án que defendía. Su idea de la
filosofía “com petía p o r la claridad últim a” , y era “violentam ente
hostil a cualquier tipo de dogm atism o” .00 Estim uló en A dorno y
H orkheim er el respeto por la individualidad de los fenóm enos con­
cretos, proporcionando u n contrapeso terreno al kantism o m ucho
m ás esotérico de W alter Benjam in. Sin em bargo, al igual que Ben­
jam in , y a causa de su sensibilidad artística, respetaba las experien­
cias estéticas y religiosas tan to como aquella de la razón “científica” .
C rítico de la sociedad (au n q u e no políticam ente activo), escribió
"en 1923:

Los hombres han perdido ia capacidad de reconocer lo Divino en sí mis­


mos y en las cosas; naturaleza y arte, familia y estado sólo tienen interés
para ellos en tanto sensaciones. Por eso sus vidas fluyen sin sentido, y su

88 ^ o r n c h u s yfenía d e u n a co n ocid a fa n ú lia de pintores y com positor


m uniqtieses. 'A m ante d e la cultu ra ita lia n a , tuvo la v id a de un artista,
d esa fió las co n v en cio n es y se casó con u n a m u jer m uchos años mayor.
E staba ig u a lm en te d o ta d o para la p in tu ra y para la m úsica. E nseñó pintura
en M u n ich d u ran te la guerra y le dio clases particulares d e teoría de la
com p osició n a H ork h eim er. (H e lm u t G um nior y R u d o lf R in g g u th , M a x
H o r k h e i m e r in Selbstzeugni ssen u n d B i l d d o k u m e n t e n , R ow oh lts M onogra-
p h ien , núm . 2 08, ed. K u rt K u sen b erg, H am b u rgo, R o w o h lt T asch en b u ch
V e r la g , 1 9 7 3 , p. 22.)
BB H an s C orn eliu s, Gr u n d l a g e n d e r Erke nnt ni st heori e : Tra n s c e n d e n t al e
S y s t e m a t i k (1 9 1 6 ), 2* ed ., M u n ich , V erla g von Ernst R ein h a rd , 1926,
p. 2 6 1 .
w C itad o en u n a carta de F riedrich Pollock a M artin Jay, 24 d e marzo
d e 1970, cita d a en el m anuscrito del libro d e Jay, T h e dial ecti cal imagina-
t i on (p. 8), pero o m itid a en la versión p u b licad a.
cultu ra co m p a rtid a está in te r n a m e n te v a c ía y se derrum bará porq u e
m erece derrum barse. P ero la n u ev a r e lig ió n q ue la h u m a n id a d n ecesita
em ergerá p rim ero d e la s ruinas d e esa cu ltu r a .61

La filosofía de Cornelius era lo bastante conocida como p a ra haber


sido escogida p o r el ataque de L enin en su crítica a la filosofía
contem poránea, Materialismo y empiriocriticismo (j 1909).62 Según
Lenin seguía siendo subjetivista e idealista a pesar de su oposición
al idealismo kantiano, y citaba como evidencia el hecho de que
Cornelius dejase abierto el cam ino p a ra la posibilidad de vida
después de la m uerte y su afirm ación de que “ante todo” la edu­
cación es necesaria “p a ra el respeto, no hacia los valores transitorios
de una tradición fortuita, sino hacia los valores im perecederos del
deber y de la belleza, h acia el principio divino en nosotros y fuera
de nosotros” .03 E n cuanto a Cornelius, acusaba al m aterialism o en
general del m ism o “dogm atism o” que criticaba en. el idealismo y
afirm aba que hace del hom bre un “a u tó m ata” .64 Instaba a sus estu­
diantes a no conform arse con ningún “ismo” y a pensar por sí m is­
mos: “N i K a n t ni M arx, L utero o Fichte, ni ningún otro deberán
ser vuestros amos, sino vuestra propia r a z ó n .. .” 65
M ax H orkheim er había sido alum no de Cornelius desde 1918,
y Pollock h a escrito que su “influencia sobre H orkheim er difícil-
“ H ans C orn elius, “L eb cn u nd L eh re” (1 9 2 3 ), cita d o en Jay, T h e dia-
lectical i magi nat i on, p. 4 5. ,
** El libro d e L en in fu e trad u cid o y p u b lica d o en A lem an ia en 1922.
H anns E isler recordaba: “Y a estábam os esperando el libro. L en in aún
vivía. F u e realm ente un a sen sación .” (H a n s B unge, Fragen Sie me h r über
Brecht: H a n n s Eisler i m Gesprdch, e p ílo g o por S tep h en H erm lin , M u n ich ,
R ogner und B ernhard, 1970, p, 156.)
® C ornelius, E i nl ei t ung in áte Phil osophie (1 9 0 3 ), cita d o en V . I. L e­
nin, Obr as c ompl et as , vol. x iv : M a t e r i a l i s mo y e mpi ri ocrit ici smo, M adrid,
Akal E ditor, 1977, p. 209.
M Ibi d.
® R ecord ad o por T h eo d o r W . A d orn o, Phi l osophische T e r m i n o l o g i e :
Zur Einleitung, 2 vols,, ed . d e R u d o lf zur L ip p e, F rankfurt am M ain,
Suhrkamp V erla g , 1973, v o l. 1, p p . 1 2 1 -1 2 2 . A pesar d e lo que d ecía,
existían ciertos lím ites en esta in v o ca ció n al p en sam ien to in d ivid u al entre
bus estudiantes. L eyen d o al jo v e n A d orn o, se tien e la im presión d e que se
podía criticar cu alq u ier filoso fía , ex cep to la d e C ornelius. A dorno se vio
en grandes d ificu ltad es para id en tifica r su p ropio m éto d o con el de C or­
nelius en su tesis d octoral. E sto ocurrió tam b ién e n su Habi li tat ionsschrifl,
la cual, sin em bargo, C orn eliu s rechazó (v éa se infra). H orkheim er testim o­
nia de los lím ites d e la tolera n cia d e C orn eliu s al escribir en lí>21: “A yer
conversé c o n un jo v en filósofo acerca d e las tareas d e la filosofía. S e m os­
traba m uy entusiasta. D esgra cia d a m en te, recién h o y descubrí q ue C orne­
lius había estado en la h ab ita ció n co n tig u a , y d eb e haber escu ch ad o m i
exposición, q ue estuvo totalm en te d irigid a en con tra suya.” (C ita d o en
Gumnior v R inereuth. M a x H o r k h e i m e r . d. 23.}
m ente podría ser sobrestim ada” .60 N acido cerca de S tu ttg art en
1895, hijo de un judío conservador, próspero fabricante textil,
í-íprkheim er se había adiestrado du ran te siete años en los aspectos
comerciales de los negocios de su padre (form ando un cierto p a tri­
m onio financiero que más tarde m antendría a flote al In stituto de
Frankfurt) y había viajado a Bruselas, París y Londres hasta que el
estallido de la prim era guerra m undial forzó su retorno a Stuttgart.
L a guerra se trad u jo en u n a intensa crisis personal p a ra H orkheim er.
Sus prim eros diarios docum entan su apasionada condena de la gue­
rra (en la que se vio obligado a servir desde 1917) así como su
odio hacia la ocupación m ercantil a la que estaba a ta d o .07 A los
21 años soñaba con u n a existencia diferente:

P or m i a n h elo ele v erd a d h e d e vivir, y b u scaré lo q u e d eseo saber; a y u ­


daré a los a flig id o s, satisfaré m i o d io con tra la in ju sticia , y v e n ceré a los
fariseos, p ero, sobre to d o , buscaré e l am or, a m o r y co m p ren sió n , , ,68

E n aquella época escribió un p a r de novelas cortas: todas expre­


sando la inhum anidad de la guerra y la angustia de estar atrapado
contra su voluntad, encadenado, como escribió, por u n a tiranía que
no por su invisibilidad era menos opresiva.69
Seguram ente se tratab a de una rebelión adolescente, que volcaba
contra su fam ilia el fervor moral del que se había n u trido.70 Sin
em bargo, no era sólo el deber filial lo que le im pedía seguir sus
propios deseos. H orkheim er tenía la profunda y persistente sensa­
ción de que la aspiración a la justicia social era u n a locura, de que
todas las personas, aun las de m ayor rectitud, eran culpables, aun­
que indirectam ente, de p e rp e tra r las m aldades del m undo.71 Quizá
ésta fuese la esencia del ser hum ano, esta “voluntad de poder, de
dom inación, de conquista” : “Allí donde existan seres hum anos, exis­
tirá la guerra.”72 H orkheim er se había fam iliarizado con los escritos
de Schopenhauer en 1913,78 y el pesimismo schopenhaueriano que
comenzó a jjerm ear sus escritos en los años cuarenta (nuevam ente

90 Friedrich Pollock, cita d o en Jay, T h e dialectical i magi nat i on, p. 44.


eT M ax H orkheim er, Aus d e r Pub e rt a t : No v el l e n u nd T a g e b u c h b l ñ t t e r,
ed. de A lfred Schm idt, M u n ich , K osel-V erlag, 1974, pp. 149-159.
Ibi d. , pp, 150-151.
M I b i d p. 151.
70 V case A lfred S ch m id t, “ F ríihe D o k u m en te der K ritisch en T h e o r ie”,
ep ílogo del editor, p. 362. Se enam oró d e la secretaria privad a d e su padre,
R ose C hristine R iekher (a qu ien llam ab a M aid on ), och o años m ayor q u e él
y cristiana. M an tu vo la relación y se casaron en 1926.
11 Ibi d. , pp. 158-159.
72 I b i d , } p. 153.
n Sch m id t, en ibid., p. 362.
con el estallido de la gu erra m undial) fue un resurgir de ésta, su
prim era orientación, y no u n a ru p tu ra radical en su desarrollo
intelectual, como se h a presum ido.74 Desde el comienzo, el pensa­
miento de H orkheim er se instaló en la tensión entre el compromiso
de fom entar la justicia social (m ás aún, “la felicidad de cada in ­
dividuo”)70 y su sospecha acerca de la inutilidad del esfuerzo.
El camino hacia la paz, escribió en 1915, estaba hecho de “ perdón,
sufrimiento, espíritu, am or. L a historia del m undo bram a etern a­
mente más allá de estas cosas; un ciego, desesperanzado, irredim i­
ble, insaciable y p o r siem pre incansable poder” .70
Eximido del servicio a causa de u n a enferm edad, H orkheim er
abandona el m undo de los negocios y e n tra a la universidad, es­
tudiando prim ero e n M unich y viajando luego a F ra n k fu rt en 191.8
con su amigo F riedrich Pollock. M ás tarde, con u n a carta de p re­
sentación de Cornelius, perm aneció un semestre en F riburgo p a ra
asistir a las clases de E dm und Husserl, quien lo im presionó viva-
rájente.77 E n t9 2 1 volvió a F rankfurt, estudiando psicología con el
gestáltico A dhem ar Gelb (com o A dorno) y recibiendo su doctorado
en filosofía en 1922.78 D u ra n te los siguientes tres años fue asistente
de Cornelius. A dorno recordaba la p rim era vez que lo v io :
...e r a s o c h o a ñ o s m a y o r q u e y o , n o m e p a recía q u e tu v iera s a sp e c to
de e stu d ia n te, m ás b ien un jo v e n c a b a ller o d e un h o g a r p rósp ero, q u e
c o n ced ía a la a c a d e m ia u n cier to in terés d ista n te. E sta b a s in c o n ta m in a d o
por esa d efo rm a ció n p ro fesio n a l d el a c a d é m ic o q u e fá c ilm e n te c o n fu n d e las
cosas a p ren d id as co n la rea lid a d . P ero lo q u e d e c ía s era tan in te lig e n te ,
tan n ítid o y, sobre to d o , tan a u tó n o m o q u e p ro n to sen tí q u e eras sup erior
a esa esfera d e la c u a l, im p e r c e p tib le m e n te , te m a n te n ía s apartado.™

En el sem inario dé Cornelius, H orkheim er leyó u n a ponencia sobre


74 C f., por ejem p lo, Jay, T h e dial ecti cal imciginatian, p. 250. Los escritos
sobre la pubertad dé H orkh eim er, q ue d ocu m en ta n esta tem p ran a in flu en cia
de Schop enhauer, perm anecieron in éd ito s hasta 1974.
78 T h eod or W . A dorno, “ O ffen er B ríef an M a x H ork h eim er” , D i e Z e i t ,
12 de febrero d e '1965, p. 32.
74 H orkheim er, A u s der Púb e r tat, p. 154.
77 G um nior y R in g g u th , M a x Ho r k h e i m e r , p. 22. H ork h eim er tam b ién c o ­
noció a M artin H eid egger, en to n ces asistente d e H usserl, y le escribió a
M aidon en 1921: “H oy tengo co n cien cia d e q u e H eid e g g e r fue una d e las
personalidades m ás im portantes que con ocí. ¿ S i estoy de acuerdo con él?
Cómo podría decirlo, si sólo una cosa sé con certeza de él: para él el m otivo
del filosofar no em erge de la am bición in te le c tu a l ni de una teoría p refa­
bricada, sino d ía a día, d e sus propias ex p erien cia s.” (C ita d o en i bi d. , p. 24.)
79 La tesis d e H orkheim er, por la que recibiera su grado s u m m a c u m
laude, fue sobre la tercera critica de K a n t: “ Z ur A n tin o m ie der teleologis-
chcn U rteilsk raft” (in éd ita , 1922).
78 A dorno, “ O ffen er B rief an M ax H ork h eim er’5 (1 9 6 5 ), p. 32.
H usserl que A dorno consideró “verdaderam ente brillante” : “Es­
p o n táneam ente m e acerqué a ti y m e presenté. D esde entonces es­
tuvim os ju n to s.” 80
El In stitu í fü r Sozialjorschung de F ran k fu rt, del cual llegarían
a ser codirectores, fue fundado por Félix Weil en 1923. Pero A dorno
no estuvo ligado a su fundación, y H orkheim er sólo m arginal -
m ente, a través de su am istad con F riedri^h Pollock, un economista
que tuvo u n im p o rtan te papel y cuya intervención fue decisiva p ara
que H orkheim er asum iera el cargo de director en 1931. Bajo la
dirección de C ari G rü n b erg (1924-1927), el In stitu to era recono­
cidam ente “m arxista” en un sentido ortodoxo (aunque independien­
te de cualquier afiliación p artidaria), y se interesaba básicam ente
en la investigación histórica y em pírica sobre el m ovim iento obrero
y las condiciones económ icas.81 A dorno y H orkheim er estaban m ucho
m ás interesados en cuestiones de teoría ¡filosófica y estética, y no
habían asum ido u n a posición abiertam ente m arxista en estas áreas,
cualesquiera que hayan sido sus convicciones políticas personales.62
D u ra n te los prim eros años de su am istad, los tem as de sus discu­
siones giraron m ás en torno a K a n t y Husserl que a M arx y Hegel.
Fue gracias a H orkheim er que A dorno adquirió su respeto profun do
por H usserl, que persistió d esp u ésd e su adhesión a T /tarx (y du ran te
m as tiem po que el propio entusiasm o de H orkheim er). A dorno siguió
convencido de que H usserl, m ás que cualquier otro de sus contem ­
poráneos, h ab ía articulado correctam ente los problem as y dilemas
a los que la filosofía se enfrentaba, que con su fenom enología el
idealism o burgués h ab ía llegado tan lejos como podía, y que p re ­
cisam ente el fracaso de Husserl p a ra resolver estos dilemas era una
p ru eb a de su integridad filosófica. E n tres ocasiones a lo largo de su
vida estuvo A dorno p rofundam ente m etido en la filosofía de Husserl.
Su tesis doctoral, com pletada en 1924, era una crítica de la teoría
del objeto de Husserl. A nalizaba el dilem a hüsserliano de plantear
uin retornó á los objetos, “a las cosas m ism as” como fuente del co­
nocim iento, tem iendo ál mismo tiem po que los objetos em píricos y
tem porales fu eran u n a base m uy poco segura p a ra la verdad.
A dorno afirm aba, en la m ism a línea que Cornelius, que las cosas
80 Ibid.
81 Para u n a h istoria d e los prim eros tiem pos d el In stitu to , véase Jay, The
dtal ecíi cal i ma g i n a t i o n , ca p . 1, pp. 3-40.
aa Si bien sus prim eros escritos acad ém icos eran co m p leta m en te apolíticos,
esto no obstaba para un tem prano interés por la p o lítica radical. A l menos,
H ork heim er parece haber ten id o desd e la pubertad la co n cien cia d e un socia-
lista, y el p en sa m ien to socialista flo ta b a por cierto en el am b ien te. Pero en
el caso d e A dorno no p u ed e d ocum entarse n in gu n a co n ex ió n con la política
radical, el socialism o o el m arxism o hasta fin es de la d éca d a de los veinte.
empíricas debían ser la base del conocim iento, de^lo contrario se
caía en la m etafísica.83 En 1934-1937, viviendo en O xford, u n a
vez más A dorno se aferró a Husserl, intentando, a través de la ne­
gación de su fenom enología, nad a m enos que trascender al mismo
tiempo el idealismo burgués.84 M ás tard e revisaría este estudio,
publicándolo con u n a nueva introducción con el título de M etakri-
tik der Erkenntnistheorie, en 1956.85 •
H acia la década de los años treinta el análisis de A dorno
sobre Husserl fue concebido den tro del m arco de la tradición
dialéctica hegeliano-m arxista. Pero todavía eran visibles elementos
del empirismo de C ornelius: no sólo su insistencia en que el cono­
cimiento seguía siendo inm anente, es decir dentro de los límites
de lá experiencia, y en qué los objetos dé la experiencia eran
fenómenos contingentes, concretos, particulares, sino tam bién su
convicción de que el arte proporcionaba un modelo m ejor p ara
la filosofía que la u topía cognitiva d é .Husserl ele la m atem ática
pura: Desde"' luego, A dornó siem pre consideró al arte y a la
filosofía como ocupaciones com plem entarias y sus estudios filosó­
ficos ra ra vez podían d ejar de lado su interés por la m úsica.
En 1924 se le brindó la oportunidad de estudiar composición
m usical'con Berg en V iena, Y no la dejó pasar.

V IE N A

Alban Bexg llegó a F ra n k fu rt en la prim avera de 1924 p a ra asis­


tir a la prim era audición de fragm entos de su ópera Wozzeck, di­
rigida por Iíe rm a n n Scherchen,80 A dorno estaba entre el auditorio:
T ran sp ortad o p or la m ú sica , le su p liq u é a S ch erch en ,, co n q u ien ten ía
co n ta cto, q u e m e presen tara a B erg. E n p o co s m in u to s se h a b ía ya a co r­
dado q u e iría a V ie n a c o m o e stu d ia n te s u y o .. .87

83 T h eo d o r W . A dorn o, “D ie T ran szen d en z des D in g lich e n und Nociría-


tischcn in H usserl’s P h an om en olo g ie” (1 9 2 4 ), GS 1, pp. 7-77.
81 T h eo d o r W . A dorno, H usserl m s., “Z ur P h ilosop h ie H usserls” , 1934-
1937. Frankfurt am M a in ; leg a d o de A dorno.
® Esta versión era básicam en te la m ism a d el m anuscrito d e 1930. La
nueva in trod u cción reflejab a el an álisis d e l fascism o h ech o por el In stitu to
de Frankfurt, que sostenía que la d o m in a ció n , m ás que las categorías mar-
xianas de reificación e intercam b io, era el p rin cip io estructural clave de la
sociedad. (V éa se Jay, “T h e In stitu t’s A n alysis of N aziism ” , T h e dialectical
imaginatian} pp. 143-172.)
86 S cherchen (n a cid o en B erlín en 1891) h ab ía colaborado con S ch on ­
berg en la prim era puesta d e Pierrot lunaire en 1911. S u ced ió a F urtw angler
como director en F rankfurt am M ain en 1923.
87 T h eod or W . A dorn o, “E rin n eru n gen " , escritas n u evam en te en 1968 a
El estímulo de estudiar con Berg era la prom esa de iniciación en
el m étodo composicional de Schónberg, que había revolucionado
la m úsica al echar abajo la tonalidad clásica. El m aestro de A dorno
en F rankfurt, B ernhard Sekles (quien tam bién le enseñara a Paul
H indem ith),88 era m oderado y provinciano en com paración con
A rnold Schónberg y sus discípulos Berg y A ntón W ebern, los ú lti­
mos de una larga línea de genios musicales vieneses:

. . . los fra g m en to s d e W o z z e c k , sobre to d o la in tro d u c ció n a la “ m a r c h a ”


y Juego la p rop ia “ m a rc h a ”, m e p arecieron c o m o d e l p ro p io S ch ó n b erg , y
ta m b ién d e M a h ler , to d o s al u n íso n o , y a llí estab a m i im a g e n d e la n u eva
m ú sica , la v er d a d e ra .89

A d o rn o 'tu v o que esperar la finalización de su doctorado en julio


de 1924, y su traslado a V iena se postergó hasta el siguiente mes
de enero. Su estadía fue breve, menos de dos años, pero la ex­
periencia dejó en él u n a huella decisiva.
El im perio austro-húngaro se había derrum bado en 1918, y
V iena en la década de los años veinte continuaba m ostrando las
anom alías del im perio fenecido. Barrocas reliquias del pasado feudal
coexistían con fragm entos de m odernidad. L a burguesía, que in ­
cluía a m uchos judíos, no había desplazado a la aristocracia. A un­
que la estructura económ ica de A ustria era capitalista, la predis­
posición feudal por la tierra m ás que por la inversión subsistía, y
el prestigio social de los títulos nobiliarios aún era considerable.
E n V iena, el disfraz del fausto encubría u n a realidad m ás som­
bría. L á frivolidad de las operetas, de la música de vals y de los
alegres cafés burbujeaba al lado de un proletariado sin techo in ­
merso en la ola de la depresión agrícola. Gomo se dice que dijo
K arI K raus: “E n Berlín las cosas son serias pero no carecen de
esperanza; en V iena carecen de esperanza, pero no son serias.”00
E ra u n a ciudad de paradojas. L a aristocracia era antisem ita,
identificaba a los judíos con los empresarios y a los empresarios

partir del ensayo "E rinnerungen an den L eb ed en ” , p u b lica d o en 1936 en ln


revísta m usical 2 3 bajo el seu d ón im o de H ektor R o ttw eiler (en Adorno,
Berg, GS 13, p. 340).
m En 1922 A dorno h a b ía escrito un artículo favorable sobre H in d em ith
(red itad o com o A dorno, “ Paul H in d em íth ” , I m p r o m p t u s , pp. 53-57).
D espu és de su experiencia en V ien a escribió críticam en te sobre la form a de
com poner de H in d em ith , a causa d el anacronism o' de sus m ed ios m usicales
neoclasicistas. (A dorno, “K am m erm usik von Paul H in d em ith ” [19 2 6 ], ibid.,
pp. 50-62.)
80 Adclrno, “ E rinnerungen” (-1936), GS 13, p. 340.
90 C itad o en H enry Schnitzler, “ G ay V ien n a : m yth and reality” , Journal,
of the Hi st or y of Id e a s 15, 1 (en ero d e 1954): 100.
con los advenedizos, aunque los judíos contribuyeran con la parte
del león a la élite cultural y se identificaran con la herencia inte­
lectual alem ana. El clim a filosófico era neokantiano,01 lo que sig­
nificaba que la m etafísica estaba desacreditada y que los problem as
de la verdad se identificaban con los problem as lógicos y del
lenguaje, pero esto im pulsaba a m uchos, como W ittgenstein, a
dudar de que las cosas realm ente im portantes pu d ieran expresarse
de m anera alguna. No podía m encionarse al sexo y, p o r lo tanto,
era terriblem ente im portante. Sigm und F reu d fue atacado debido
a que su terapia pretendía superar la p ropia m oral de la represión.
C ulturalm ente A ustria e ra conservadora, pero todavía era el hogar
de los expresionistas, incluyendo a G eorg T ra k l y O skar K okoschka,
así como a Schonberg. V iena “ofrecía espléndidas oportunidades
para los logros m ás elevados, así como la resistencia m ás em pe­
cinada a su entendim iento” .02 Com o recordaría A dorno, todo lo
nuevo encontraba resistencia, sólo p a ra ser defendido m ás tard e
como la nueva tradición.03
L a rebelión cultural y artística individual tomó el lugar dé la
revuelta social o política organizada: “L a vida del arte se trans­
formó en un sustituto de la vida de acción.”94 Pero h a b ía con­
ciencia de la ineficacia de las palabras p a ra proporcionar, a través
de la cultura, u n a u n id ad y cohesión nuevas de la sociedad. Ilo f-
m annsthal escribió: “T odo se cae a pedazos, los pedazos a su vez
se pulverizan, y n a d a perm ite ya ser aprehendido por concepto
alguno.” 85 P a ra m uchos intelectuales rebeldes la única alternativa
era im pulsar la desintegración cultural, con la esperanza de tras­
cender la realidad presente a través de la dem olición, no de la
realidad (ya que se oponían a la gu erra y no eran revolucionarios),

Ernst M ach y Franz B rcntano en señ ab an a llí antes de la prim era guerra
m undial. M ach in fluyó en el círculo de V ien a , in clu y en d o a L u d w ig W ittg en s­
tein; B rentano fu e el m aestro d e H usserl (y tam b ién d e F reud). E l clim a
filosófico n eok an tian o no se circun scrib ía a la u n iversid ad : “ En la V ie n a de
W ittgenstein, cad a m iem bro d el m u n d o ed u ca d o d iscu tía filo so fía y co n si­
deraba que las cu estion es centrales d el p en sa m ien to p osk an tian o in cid ían
directam ente en sus intereses propios, ya fueran éstos artísticos o cien tíficos,
legales o p olíticos” (A lian Janik y S tep h en T o u lm in , Wi t t ge n s t e i n’s Vi enna,
N ueva Y ork, S im ón and Schuster, 1973, p. 26).
M Ernst K renek, ensayo biográfico, en Bruno W alter, G u s t a v Ma h l er ,
N ueva Y ork, T h e G reystone Press, 1941, p. 197.
M T h eo d o r W . A dorno, conversación con L o tte v o n T o b ísch , cin ta m a g ­
netofónica, Frankfurt ara M ain , L eg a d o A dorno.
94 C ari E. Schorske, “ P olitics and the p sych e in fin-de-siecle, V ien n a :
S chnitzler y H o fm a n n sth a l” , A me r i c a n Hi st orical R e v i e w 66, 4 (ju lio de
1961): 935.
M C itad o en ibid.3 944.
sino del tipo de conciencia que dem ostraba ta n ta com patibilidad
con la g u e rra y el orden social existente, y au n llegaba al entusias­
m o por ellos.
Las .anom alías de V ien a se personificaban en (Karl K raiis, cuya
revista s a tíric a M i e . Fackel., (1899-1936) registraba la historia- de J a
sociedad vienesa que tan agudam ente criticaba. Su sátira era im ­
placable h acia la prensa: Hacía periodism o contra el periodism o.
Su objetivo no era “h a c er” (bringen) noticias sino “deshacerlas”
(um bringen).m E ra pacifista, prosocialista y sin em bargo opositor
de los partidos socialistas. Judíoi de,,nacimi.ento,,era archienem igp del
m ovim iento sionista de H erzl, h ab ía en trad o en la Iglesia católica,
p a ra luego ab a n d o n arla doce años después. D efendía a prostitutas y
hom osexuales, aduciendo que las .leyes que legislaban la ética no
em n éticas T el'escándalo comienza, decía (anticipándose a la N u e­
va Izquierda de la década de 1960), cuando' interviene la policía.07
Su defensa de la libertad en el ám bito privado descartaba la ad h e ­
sión a un socialismo revolucionario que p retendía más, y no menos,
control de las acciones del ciudadano. T íp ica de su am biente, su
rebelión siguió siendo individual (después de 1911 escribía Die
Fackel él solo), y su ataq u e era básicam ente contra la cultura y
la conciencia, m ás que contra la política y la estructura socioeco­
nóm ica. K ray s v e í a J o s m ales de la sociedad reflejados en los abusos
contra la lengua alem ana,98 y era esta lengua la que quería p u ri­
ficar. En sus prim eros años, Die Fackel apoyaba el expresionismo
publicando artículos de Kqltoschka, Lasker-Schüler, Schónberg,
Wedekincí y \V erfel,e0 defendía a T ra k l, e incluso en ocasiones a
M H arry Z oh n , K a r l K r a u s , T w a y n e ’s W orld A u th or Series, niim . 116,
N u eva Y ork, T w a y n e P ublishers, 1971, p. 26.
07 I bi d. , p. 42. É ste era el tem a de su libro S il t l i c h k e h u n d K r i mi n a l i t at ,
q u e A dorno (y ta m b ién B en jam in ) adm iraba m u ch o, (T h e o d o r . W .
A dorno, “ S ittlich k eit u nd K rim in alitS t” [1964], N o t e n z u r L i t e r a t u r , vol. 3
[Frankfurt am M ain , Surhkam p V erla g , 1969], pp. 5 7 -8 2 .) A dorno, com o
Ki'aus, d efe n d ía la esfera privad a in d iv id u a l, sosten ien d o q ue ésta deb ía
estar libre d e las in cu rsion es d e la socied ad . (T h e o d o r W . A dorno, “ O pcrn-
problcine: G lossiert n a ch Frankfurter A u ffü h ru n g en ” , MusikbUiti er des
A n b ru c h 8, 5 [19 2 6 ], 2 0 5 -0 . E sta p osición fue cen tral en la teoría crítica
de Ja “ industria cu ltu ra l” d esarrollada por el In stitu to lu eg o d e que A dorno
se uniera o ficia lm en te a él en 1930.
08 Su ob jetiv o era un análisis d e l len g u a je “q u e, d em ostran d o los h orro­
res de sintaxis, co n d u ciría a alcanzar las p oten cia lid a d es, y por tan to los
m isterios, d el más p rofu n d o len g u a je, cuyo uso obsceno ha co n d u cid o a loá
horrores de la san gre” . (K rau s, cita d o en Z oh n , K a r l K r a u s > p. 23). L a
in d iferen cia d e K rau s respecto de la p o lítica term inó en lo q ue B en jam ín
describió com o “la ca p itu la c ió n ante el fascism o au stríaco” de D i e Fackel
e n 1934. (B en ja m in , Brief e, vol. 1, p. 623.)
09 I b i d . , p. 27.
Bertolt Brecht. Sin em bargo, el lenguaje, propio dp K raus no in­
corporaba ninguno de los inventos estilísticos del expresionismo.
Era conservador, casi rem ilgado en su estricta adhesión a las leyes
del significado y la gram ática. El ingenio, la sátira de sus escritos
se lograban a través de u n a crítica inm anente del lenguaje que
jugaba con el doble sentido y las am bivalencias sintácticas, vol­
viendo en contra de ella las expresiones de la sociedad vienesa.
Para K raus, la crítica del lenguaje se transform ó . en un acto de
protesta social.lüU
"Á la inversa, el uso correcto del lenguaje era sinónim o de re­
presentación de la verdad. D e allí la im portancia de la “presenta­
ción” (Darstellung) : la verdad no era sólo lo que se decía sino
el cómo; la form a era inseparable del contenido. Esta idea del
lenguaje que proporciona u n a “ im agen” ( Bild) de la realidad y
la identificación de esta im agen con la verdad no eran exclusivas
de"lo£,escritos de K raus. L o vinculaban .a varios intelectuales con­
tem poráneos incluyendo a Á rnold Schonberg.101
Al presentar a K raus un ejem plar de Harmonielehre, su libro'
sobre composición m usical, Schonberg escribió la siguiente inscrip­
ción.: “H e aprendido m ás de usted, de lo que quizás debería ap ren ­
der un hom bre, si quiere seguir siendo independiente.” 102 U na
rasg 0 principal d e los incom p arab les trabajos d e K raus es sim p le­
m ente ún cierto conservadoristno: percibe la arm onía entre la m en te y la n a ­
turaleza com o un don d ivin o que se descubre en el len gu a je, prim er hogar del
hombre, y que ve localiza d o históricam en te en las épocas literarias antiguas
cristalizando alreded or d e la p od erosa figura de este o aquel gen io poético
— y está ansioso por proteger esta arm on ía d e la em bestida de la d ecad en cia
y ruina, disfrazada de progreso té c n ico .” (E rn st K renek, ‘‘K arl K raus and
Arnold S ch on berg” (11)34), E xp l o r i ng Mu s i c , N u ev a York, O ctob er House,,
1966, p. 83
101 “ L ejos d e estar origin ad a en el T r a c t a t us d e W ittg e n stc in .. . la idea
de considerar al len gu aje, al sim b olism o y a los m ed ios de expresión de todo
tipo com o prop orcion an d o ‘rep resen tacion es1 ( Da r s t e l l ung e n) o ‘im ágen es’
(Bilder) era para 1910 un lu g a f coínun'en" todos los cam pos del d eb ate c u l­
tural vienés: E ntre los cien tífico s, está n o ció n h ab ía estado eri circu lación
áí m enos desde los tiem pos d e H ertz, q ue había caracterizado a las teorías
físicas com o p roporcionan d o ju sta m en te una tal Bil d o Da rst e l l ung de los.
fenóm enos naturales. E n el otro extrem o, tam bién era fam iliar entre Ios-
artistas y m úsicos. A rnO jd'Schonberg, p o f'e je m p lo , escribió un ensayo sobre
e r p en sa m ien to m usical, titu la d o D e r musikalische G e d a n k e und die Logik,
Techni k, un d K un s t seiner D a r s t e l l u n g ” (J a n ik y T o u lm in , Witt genstei n's
Viélliiaj,.P- 31.) L a n oció n ap arece tam b ién en los .escritos íie~ A dorno y
según parece fue asim ilad a a partir d el clim a in telectu a l vienés. La im ­
portancia d e la Darst el l ung y la id en tifica ció n en tre Bild y verdad eran*
temas d e los escritos d e B enjam in en 1926 (v éa se cap. 6) au n q u e siem ­
pre estuvieron ausentes d e los escritos de H orkheim er y otros miembros-
del Instituto.
lü2 C itad o en ibid., p. 1Ü2.
década m ás tarde Berg, discípulo de Schonberg, seguía igualm ente
im presionado. A dorno escribió:

L a a ctitu d d e B erg h a c ia K rau s era d e u n resp eto ilim ita d o , ca d a vez


q u e yo iba a V ie n a a sistía m o s a cu a n ta co n feren cia d e K rau s era p o sib le
asistir. . . L a rela c ió n con K rau s era d e a u to rid a d .103

L a teoría de la miisica de la escuela de Schonberg era d irecta­


m ente paralela a la teoría del lenguaje de K raus: Schonberg con­
sideraba la composición musical como “representación” de la ver­
dad caracterizada por u n a claridad de expresión que se lograba a
través de u n a adhesión estricta a las leyes del “lenguaje” musical,
a p a rtir de la lógica interna de la composición desarrollada.10^
L a de Schonberg fue u n a posición radical en relación al enfoque
estético del siglo xix, donde los ejes habían sido definidos por el
debate entre wagnerianos y antiw agnerianos. Los prim eros soste­
nían que la m úsica era expresión subjetiva de u n a verdad que
tenía su origen en el dom inio eterno, natu ral e irracional del espí­
ritu (enfoque com patible con la filosofía de Schopenhauer)105 que
debía ser juzgada por su efecto emocional y dram ático ( Wirkungs-
aesthetik). C ontra esta rom ántica visión, el conservador crítico
vienés E duard H anslick sostenía la posición clásica, afirm ando que
la m úsica era autosuficiente, no necesitaba “expresar” n ad a m ás
que el propio m aterial tem ático, que desarrollaba de acuerdo a la
lógica interna de la composición.108 L a originalidad de Schonberg
consistió en com binar elem entos de ambos extremos, del rom an­
ticismo w agneriano y del clasicismo anterior, en u n a nueva con­
figuración, alterando por lo tanto todo el contexto de la discusión.
Al igual que W agner, creía que la m úsica expresaba la verdad,
pero afirm aba que esta verdad era objetiva, más que subjetiva, y
•que reclam aba más u n a articulación racional que la inm ediatez
103 A dorno, Berg (1 9 6 8 ), GS 13, p. 357.
10< Sobre las sim ilitu d es entre K raus y Schonberg, véase K ren ek , “ K arl
K raus and A rnold S ch on b erg11 (193-.). Explori ng Music, pp. 03-üfí; tam bién
Janik y T ou lm in , Wi tt g ens t e i n3s Vi e nna, p. 102 y passim.
l0G Sin em bargo, las opiniones de S ch op en h au er acerca de la m úsica co n ­
ten ían algurlas tesis m uy poco w a g n eria n a s: la m úsica era “no co n ce p tu a l” ,
“ form a m ovién d ose en sonidos” ; el proyecto de la m úsica era por lo tan to
inferior, y la nu'isica con stitu ía un “m u n d o cerrado” fu n cio n a n d o según sus
propias leyes. Q u e esta visión con stitu ía de h ech o una a n ticip a ció n de la
posición antiw agneriana de E duard H anslick ha sido una observación reciente
de A lan W alker en su com entario “ S ch op en h au er and M u sic”, T i m e s Li-
terary S u p p l e m e n t , 3 de enero de 1975, p. 11.
108 El fangoso tratado de H anslick D e lo bello en la música (1 8 5 4 ) fu e
ed itad o n u ev e veces. (V éa se Janik y T o u lm in , Wi t t ge n s t e i n1s V i e n n a , pp.
.103-107.)
emocional,107 y que el efecto de la composición sobre la audiencia
era un elem ento extraño a su validez estética. Pero si la música,
era u n a experiencia del intelecto, si se desplegaba siguiendo su
objetivo propio, su lógica interna, esta lógica ya no e ra el arm o-
nioso clasicismo adm irado por H a n slic k : la lógica m usical no estaba,
gobernada por leyes form ales y eternas, se desarrollaba histórica­
m ente, y de allí que su dinám ica in te rn a necesitaba ir más allá
de las form as del pasado, y no resucitarlas. De este m odo, Schonberg
utilizaba la estética conservadora de H anslick p a ra justificar los
medios musicales más radicales, y era la m úsica de W agner la que
resultaba com parativam ente conservadora.
Harmonielehre (19 l l ) , 108 el m anual de composición de Schon­
berg, justificaba su demolición revolucionaria de la tonalidad que
había dom inado la m úsica d u ran te Ja e ra burguesa. “L a tonalidad
—declaraba— no es ninguna ley n a tu ra l de la m úsica” .100 Los.
teóricos tradicionales, tan im pactados por su m úsica, se preocupaban

. . .sólo d e las cosas etern a s, y por lo ta n to lle g a n siem p re d em a sia d o '


tarde en la vid a. . . ¡A l d ia b lo co n to d a s esas teo ría s, si sirv en s o la m e n te
para erigirse en barrera al d esa rro llo d e l a r te !110

El arte se desarrollaba a través de obras de arte individuales, c a d a


una de las cuales se gobernaba por su pro p ia lógica in tern a.111 E a
tanto que la ley natu ral exigía que el caso p articu lar fuera un
ejemplo de u n a regla general y por lo tanto “ no reconoce excep­
ciones, las teorías del arte existen sobre todo a p a rtir de excep­
ciones” .112 L a tarea del com positor era por lo tan to trascender
más que someterse a la tradición.
107 A dorno notaba que la sig u ien te afirm ación d e Schonberg sobre la.
novena S in fo n ía de M ahter p o d ía ser un criterio a p licab le al p ropio trabajo
de S chon berg: “ E n ella el au to r d ifícilm e n te h ab la ya com o sujeto. . _
Esta obra ya no p u ed e ser co n ten id a en el recip ien te d el ego. T ra e, por así.
decirloj sustanciaciones ob jetivas, casi desprovistas d e pasión, d e u n a belleza,
que se h ace percep tible sólo a aq u ellos q ue p u ed en renunciar al calor a n i­
mal. . (T h eo d o r W . A dorno, "Sakrales F ragm en t: Ü ber • S ch o n b erg ’s.
M oses und A ron ” (1 9 6 3 ), Qu a s i una Fantasí a: Aíusikalische Schri ft en l l
[Frankfurt am Mjain, Suhrkam p V erla g , 1963], p. 314.)
108 L a ed ición d e 1922 (A rn old S ch on b erg, Ha r mo n i e l e hr e , 3^ edición,
revisada, V ie n a ; U n iversa l-E d itio n , 1922) fu e la q u e aquí se u tilizó: era
la ú n ica que A dorno m anejaba. L a trad u cción in glesa d e R obert D . W..
Adams (N u e v a Y ork, P h ilosop h ical Library, 1940,1 suprim e “ m u ch o m a­
terial filosófico y p o lém ico ” (p refacio d e l traductor, p. xi), precisam ente
aquellas partes que son del m ayor interés para este estudio.
109 Schonberg, Har mon i el e h r e , p. 4.
110 Ibi d. , p. 3.
m Ibid .
112 I bi d. , p. 6, en 1899 Schonberg escribió un p oem a sin fón ico, Ver -
El rechazo a a c e p ta r com o absolutas las norm as culturales b u r­
guesas fue u n a característica unificadora del expresionismo, aquella
de otro m odo m u ltifacética revuelta artística de la década de 1910,
con el q u e el m ism o Schonberg se identificaba. Pero en tanto los
expresionistas contem poráneos, como K lee en el a rte o T rakl en
la poesía, se replegaban a u n ám bito subjetivo, psicológico, Schon­
berg se co n cen trab a en el propio m aterial. E nfocaba la enseñanza
de la m úsica a la m an e ra de u n a artesanía, en donde el cono­
cim iento de las leyes que regían las composiciones anteriores
p ro p orcionaban el dom inio técnico que necesariam ente precede
a la creatividad original. N o enseñaba a sus alum nos teoría sino
práctica de la com posición,113 y los instaba a' confiar en su propia
experiencia estética:

Y u n a teo r ía fa lsa lo g r a d a a tra v és d e un b ú sq u e d a h o n e sta siem p re es


su p erior a la seg u r id a d c o n te m p la tiv a d e a q u e l q u e se le o p o n e p o rq u e
«cree sab er — ¡ sab er sin h a b er b u sca d o p or sí m ism o !114

Berg continuó este m étodo pedagógico. A dorno recordaba un ejer­


cicio que Berg le h iciera h acer: "in stru m en tar pasajes de la
G dtterdám m erim g y com pararlos después con las soluciones de
W agner, u n a em presa excepcionalm ente instructiva” .115
Según Schonberg, la creatividad, el genio del com positor, con­
sistía en su habilidad p a ra desarrollar las potencialidades obje­
tivas del m aterial. Estas potencialidades no eran ilim itadas: de­
bían adherirse a la lógica del lenguaje m usical, así como, p ara
K raus, las expresiones verbales se adherían a la lógica gram atical.
Pero com o esta lógica se desarrollaba históricam ente, lo que se
d enom inaba “ato n a lid a d ” (a Schonberg no le gustaba el térm ino)
no era tan to la ru p tu ra con la tonalidad com o su culm inación:
allí el principio w agneriano de la crom aticidad era llevado a su
klarte N a c h t , d o n d e u tilizab a el n o v en o acord e (fa v o rito d e los rom án­
ticos cu a n d o se u tilizab a en su p o sició n d e raíz) en form a in v ertid a co n la
n o v en a com o nota base d el acorde. M ás tarde relataría cóin o u n a sociedad
de con ciertos se n eg ó a in terp retar la obra p orq u e: “ Es ev id en te por sí
m ism o q u e no existe a lg o asi co m o la in versión d el n o v en o acorde, y por lo
tanto no ex iste algo así co m o su ejec u c ió n ; p orque no se p u ed e ejecutar
algo q ne no existe. Por lo tanto, tu v e q ue esperar varios an os.” (C ita d o
en R en é L eib o w itz, S c h o n b e r g a n d his S c h o o l : T h e c o n t e mp o r a r y state of
.the language of music, trad. D ik a N ew lin . [N u eva Y ork, P h ilosop h ical
Library, 1949], p. 48.)
118 “Y estaría orgulloso s i . . . p u d iese d ecir: *he privado a mis alum no
d e com p osición de una m ala estética , pero les he d a d o a cam b io una buena
teoría de su o fic io V 1 (S ch on b erg, Ha r mo n i el e h r e , p. 7.)
114 Ibi d. , p. 2.
113 A dorn o, Berg (1 9 6 8 ), GS 13, p, 359.
extrem o, de tal m anera que la tonalidad se destruía a sí misma:
C u a n d o S ch ó n b erg afirm a q u e su m ú sica es to n a l, q u iere d ecir q u e cada
aco rd e tie n e , su p rop io fu n d a m e n to , in d e p e n d ie n te d el c o n tex to . C a d a
a co rd e está en una d e te r m in a d a cla v e . P ero según S ch ó n b erg , cu atro acor­
d es su cesiv o s, p or e je m p io , estarán en cu a tro c la v e s d iferen tes. L a rapi-
dez co n q u e se p asa d e una c la v e a otra y la c o m p le jid a d d e lo s acordes
no dan tiem p o a q u e el o íd o n o te la s d iferen tes clavjes y sus relacion es.
C o m o n o e x iste c o n tin u id a d d e u n a c la v e d eterm in a d a , el resu lta d o es una
ap aren te a to n a lid a d .118

A dorno se convenció m uy pro n to de que la superación de la tona­


lidad y de las form as tradicionales era u n a necesidad m usical.117
C om enzando en 1925 escribió u n a serie de artículos p a ra revistas
de m úsica radicales, en defensa de las composiciones de Schónberg
y sus estudianes A ntón W ebern, A lban Berg y H anns Eisler.118
Pero A dorno no era sim plem ente un apologista de la nueva m ú ­
sica. Sus artículos constituían reflexiones críticás que contenían
las semillas de su propia teoría estética, la que, significativam ente,
se basaba en concepciones filosóficas de la dialéctica, no articu­
ladas por el propio Schónberg.110
119 P aul C ollaer, A history of M o d e r n M u s i c , trad. Sally A beles, N u ev a
York, T h e W orld P ub lish in g C om p an y, 1969, pp. 68-69.
,n “N o es q u e Schón b erg, el reb eld e, sacrificara las form as, para o to r ­
garse m ayor lib ertad : rebelión y libertad fueron su ob lig a ció n , porque las
form as estaban en d eca d en cia .” (T h eo d o r W iesen gru n d -A d orn o, “ D ie Se-
renade: Z ur A u ffü h ru n g v o n Schónbergs Serenade in V e n e d ig ” , Pult
1ind. T a k t s t o c k , 2, 7 [septiem bre de 1 925]: 115-118.)
118 H an n s E isler (1 8 9 8 -1 9 6 2 ) h a b ía estu d ia d o con Schónberg d u ran te 1917-
1918. A u n q u e residía en B erlín d u ran te 1 9 2 5 -1 9 2 6, los círculos m usicales
de B erlín y de V ie n a estaban m uy con ectad os, y A dorno lo con o ció en
1925 (véase p osfacio d e A dorno a: T h e o d o r W . A d orn o y H an n s E id er,
K o m p o s i t i o n f ü r den Fil m [1944], M u n ich , R oger & B ernhard, 1969,
p. 213). En 1926 A dorno reseñó favorab lem en te una d e las com p osicion es de
Eisler (T h eo d o r W iesen gru n d -A d orn o, “H an n s E isler, D ú o für V io lin e
und V io lo n cell, op. 7, N r. 1” , Mu s i k b l d t t e r des A n b r u c h 7, S on derheft
Italicn (1 9 2 5 ): 4 2 2 -4 2 3 ). A fines d e la d écad a d e 1920 E isler com enzó a
escribir m úsica para los p oem as y dram as proletarios d e B ertolt B recht, y
siguió siendo du rante tod a su v id a gran am igo de B recht. Eisler abandonó
la aproxim ación cerebral d e S ch ón b erg a la com p osición por un estilo más
popular apropiado a los m en sajes y efectos p o lítico s de B recht. Sin em bar­
go siem pre conservó un inm enso respeto por Schónberg, q u ien le h ab ía e n ­
señado gratis en la ép o ca en q u e E isler n o p o d ía p agarle (véase B unge, Fro-
gen Sie m e h r über B r e c h t , pp. 167-1 7 8 ).
*** E n e&ta ép oca su co n cep ció n d e la d ia lé ctic a era prob ab lem en te cer­
cana a la d e G eorg L ukács en D i e T h e o r i e des R o m a n s , q ue im presionara
m ucho a A dorno al leerla en 1921 (v éa se A d orn o, “ H en k el, K ru g und frühe
Erfahrung” , Ernst Bl och zu E h r e n , p. 10). E ste estu d io prem arxista, in ­
fluido por D ilth ey , y su im p ortan cia para A dorno, se d iscu ten en detalle en
el cap ítu lo 3.
La música de W ebern y de Berg,120 aún más que la de Schon­
berg, había llegado a ser identificada con el expresionismo. Adorno
concebía: "L a m úsica de W ebern corresponde, como quizá ninguna
otra, a las pretensiones del expresionismo” , por su individualismo,
su “representación p u ra de la intención subjetiva” , y su “lirismo
aparentem ente ahistórico, absoluto” .121 Sin embargo afirm aba que
la verdad de la música, y de allí su validez estética, debían ser
entendidas dialécticam ente: precisam ente su “ahistoricismo” estaba
conectado a la historia. “Su extrem ado individualism o es la cul­
m inación del rom ántico [individualismo], exaltado hasta el p u n ­
to de su inversión histórica ( Umschíag).”122 H abía historia en el
interior de la m úsica de W ebern, a pesar de la aparente ausencia
de desarrollo: “Su origen es auténticam ente dialéctico, y posee
en su interior suficientes antítesis como p a ra transform arse dentro
del estrecho espacio que le es concedido.”123
Si estos artículos anticipaban la teoría estética posterior de
Adorno, todavía no m anifestaban una orientación m arxista identi­
fic a re . Sin embargo, docum entan acerca de la influencia que sus
estudios sobre la lógica de la música ejercían sobre su comprensión
de la lógica dialéctica, y este hecho da cuenta de gran parte de
lo original de su teoría. Hegel apreciaba poco la m úsica, y Schon­
berg difícilmente podía ser considerado un hegeliano. Sin em­
bargo, A dorno más tarde proclam aría a Schonberg “el com po­
sitor dialéctico” .124 Parece claro que la revolución musical de
Schonberg fue fuente de inspiración p ara los propios esfuerzos de
Adorno en, el ám bito de la filosofía, y el modelo p ara su im por­
tante obra sobre Husserl en la década de 1930. Porque así como
Schonberg había realizado la tarea de demolición de la tonali­
dad, la form a decadente de la m úsica burguesa, así el estudio
sobre Husserl intentó dem oler al idealismo, la form a decadente
de la filosofía burguesa.125 Escribió:
120 Woz zeck de Berg fvie considerado el ep ítom e de la ópera expresionista.
A dorno afirm aba que su sign ificación era objetiva e histórica, ya que rea­
lizaba, com o lo habían h ech o las obras de Schonberg, la inversión d ia ­
léctica de la tradición (T h eo d o r W íesengrund-A dorno, “A lban Berg: Zur
U raufführu ng des ‘Wozzeck* ”, Mus i kbl át t e r des A n b r u c h 7, 10 [diciem bre
de 1925]: 53 1 -5 3 7 .)
m T h eodor W iescngrund-A dorno, “ A ntón W ebern: Zur A ufführung der
fü n f O rchesterstücke in Z ürich” , Musi kbl át t er des A n b r u c h 8, 6 (ju n io -ju ­
lio de 1926): 280.
Ibid.
113 Ibi d. t p. 281.
1!í T h eod o r W. A dorno, “D er dialektische K om p on ist” (1 9 3 4 ), I m p r o m p ­
tus, pp. 39-44, discutido en el cap ítu lo 8.
A dorno, ms. H usserl (1 9 3 4 -1 9 3 7 ), revisados y publicados en 1956 con
el tí,tulo dá< Z u r Me t ak r i t i k der Erkenntnistheorie.
C u an d o lle g u é a V ie n a llev a b a una im a g e n d el c ír c u lo d e S ch o n b erg c o m o
la d e una red b astan te cerrad a, sim ila r al c írcu lo fo r m a d o a lred ed o r de
[el poeta S te ía n ] G eorge. U n a v ez a llí, esta im a g e n ya 110 resu ltó ap ro ­
p ia d a .120
Schonberg había vuelto a casarse y vivía en las afueras de V iena,
en M ódling, aislado de sus antiguos amigos. A dorno recordaba
haber sido presentado por Berg: más tarde tuvo lugar un encuentro
más íntim o a través de R udolph K olisch,127 cuya h erm ana era
la nueva esposa de Schonberg. Pero A dorno y Schonberg nunca
fueron íntimos, y éste últim o n u n ca estuvo del todo conform e con
la interpretación de A dorno sobre su m úsica.128
Berg, por el contrario, era m ás accesible. M ientras Schonberg
suscitaba entre sus alum nos u n a deferencia no exenta de ansie-

A dorno, Berg (1 9 6 8 ), G S 13, p. 360.


127 í b i d . , p. 362. K olisch (n a cid o en 1896) era un vio lin ista que h ab ía
estudiado con Schonberg y q ue form ara su p ropio cu arteto d e cuerdas e n
1922. El C uarteto K olisch, q ue estrenó obras d e Schfinberg, Berg y W e-
bern, existió hasta 1939. El en cu en tro entre A dorno y K o lisch co n d u jo a la
idea de colaborar en una teoría sobre !a reproducción m usical (e l prim er
artículo de A dorno sobre este tem a se p u b licó en 1925) que habría de c e n ­
trarse en el problem a de cóm o deb ían ejecutarse en el presente obras m u si­
cales del pasado. A través de toda su vid a, A dorno llev ó apuntes sobre el
tem a ( Re p r o d uk t i ons t he o r i e , 3 vols., in éd ito , Frankfurt am M ain , L egado
Adorno, s. £.), y siguieron sien d o am igos, pero el proyectado estu d io
conjunto nun ca se m aterializó.
158 La ú nica carta dirigid a a A dorno en la corresp on d en cia pu b licad a
de Schonberg (6 de diciem bre d e 1930), inq u iere en térm inos bastante
form ales acerca de si A dorno estaría interesado en trabajar en una en ­
ciclopedia sobre la" nueva m úsica. (A rn old Sch on b erg, Lett ers, ed. E rw in
Stein, trad. E ithne \V ilkins y Ernst K aiser [N ueva Y ork, St. M artin ’s Press,
1965] pp. 145-146.) A u n q u e más tarde A dorno efectiv a m en te colaboraría
con la Enc y c l o p e d i a of the Arts (1 9 4 6 ), en la cual trabajaba su am igo
Ernst K renek (su contrib u ción fue un artículo sobre jazz), ev id en tem en te
Adorno vislum braba su trabajo en térm inos m ás am biciosos y originales.
Schonberg parece haber dem ostrado poca p a cien cia frente al interés de
Adorno por fu n d a m en ta r . la n ueva m úsica en u n a teoría estética. A dorno
citaba una carta d e Schonberg a K olisch , d el 27 de ju lio de 1932, d onde
alertaba contra el inten to de enfatizar “ aq u ello con tra lo que yo siem pre
he lu c h a d o : el con ocim ien to acerca de cóm o [la m úsica] se c o m p o n e :
|y o siem pre he buscado el co n ocim ien to de lo q ue es 1 Y a he tratado re­
petidam ente de hacérselo com prender a W iesengrund, y tam bién a Berg y
a W ebern. Pero no creen en lo q ue d ig o ” . (T h eo d o r W . A dorno, in tro­
ducción a M o m e n t s Mu s i c a u x : N e u g e d ru c k t e Auf s a t z e , 1 928 bis 1962
[Frankfurt am M ain, Suhrkam p, 196'1J, p. 10.) A dorno escribió una m o ­
nografía sobre Schonberg en C alifornia en la d écad a d e 1940 (p u b licad a
más tarde en Phil osophie der netien M u s i k ) q ue inspiró a T h om as M ann
en su con cep ción de la n ovela D o k t o r Faustus. Schonberg se en ojó con
Mann por la utilización indirecta e inconfesada de su persona y su obra
como m od elo d el personaje central, el com p ositor A drián Leverkühn.
d a d ,129 Berg era un m aestro antiautoritario, el opuesto de una fi­
gura p a te rn a ,180 que, utilizando el interior del piano como ceni­
cero, in fundía entusiasm o au n cuando estuviera criticando demole-
duram ente intentos de composición de su estudiante.181 A dorno
tom aba lecciones dos veces a la sem ana, las cuales consistían en
revisar sus propias composiciones:

T o d a s sus co rrec cio n e s te n ía n u n ca rá cter in c o n fu n d ib le m e n te “B erg ” . . .


P ero si la s d e c isio n e s eran suyas, sin em b a rg o se co n firm a b a n c o m o si
se im p u siera n o b je tiv a m e n te , y n u n ca p a recía n in je rta d a s en [la c o m p o ­
sic ió n ].1Ji2

U n a característica de Berg e ra su ojo p a ra los detalles, u n a articu­


lación de m atices, que A dorno tam bién encontraría en W alter
B enjam in,1BS y que se transform ó en un canon de su propio pen-

129 Berg le relató u n a vez a A dorno q ue “ incluso m u ch o después de


transform arse en a d u ltos, él y W ebern conversaban [con Schónberg] sólo
a través d e p regu n tas” (A d o rn o , Berg, 1968, GS 13, pp. 34 6 -3 4 7 .)
130 "Si los in telectu a les no d eben ser padres, en tonces Berg era lo m e­
nos p atern al que uno p odría esperar; su autoridad era la d e una au sen cia
p erfecta de naturaleza autoritaria. T riu n fó al no crecer, sin seguir siendo
in fa n til” (ibid.., p. 367).
181 “U n a lección con Berg se desarrollaba g en eralm en te d e la sigu ien te
m anera: tom aba los ejercicios y los in ten tos de com p osición d e su alum no
d e la m anera más am istosa y los dejaba sobre el p iano. L uego los reco­
rrería con la m irada desd e el com ienzo em itien d o un m ontón de e x c la ­
m acion es de acuerdo y entusiasm o d e tipo general tales com o: ‘no está
m al’, ‘una b u en a id ea', ‘no está n ad a m a l1, ‘b ien , b ien ’. L u ego invitaría
al alum no — qu ien estaba natu ralm en te m uy com p la cid o — a sentarse al
p ian o a su lado y revisaría la obra com pás por com pás, nota por nota,
con el resultado sig u ien te: después de com p letar su corrección, las p á g in a 1;
parecían g en eralm en te devastados cam pos de b atalla, aparecía una com ­
posición to talm en te d iferen te, que ten ía m uy poco q ue ver con lo que
el alum no había traído. Pero n unca escribiría una sola n ota en el m a ­
nuscrito a m enos q ue el alum no estuviera g en u in am en te con ven cid o y lo
aprobara co m p letam en te, no por m era sum isión a la autoridad del brillante
m aestro. L a crítica m ás agu d a que algu n a vez se le escu ch ó em itir fu e:
‘¡U ste d todavía no ha escuchado e so !’ ” (W illi R eich , A l b a n Berg, trad.
C ornelius C ardew [N u eva Y ork, H arcourt, Brace & W orld, 19631, p. 72.)
A dorno colaboró con la ed ició n origin al alem an a del libro de R eich sobre
Berg (V ie n a : V e r la g H erbert R eich n er, 1937), pero sus ensayos, análisis
de com posicion es esp ecíficas de Berg, no aparecen en la versión inglesa.
E stán p ub licad os en A dorno, Berg (1 9 6 8 ), GS 13.
332 A dorno, Berg (1 9 6 8 ), GS 13, p. 365.
133 I bi d. , p. 355. U n a vez le com entó a Berg que le hubiese gustado
encontrar una form a de elim inar de una vez la barba m asculina para
ahorrar el tiem po de rasurarse d iariam ente, pero Berg le con testó: "que
la suave piel rasurada q ue agrada a las dam as no p u ed e separarse del
h ech o de q ue ellas sien ten la barba d espuntando bajo la superficie” .
sarmentó dialéctico. Sim ilar a Benjam in era tam bién cierto clima
estático, a pesar del principio composicional dinám ico de la va­
riación tem ática.184 Berg utilizaba los medios musicales del si­
glo xix peró transform aba su función.185 Gomo en el caso de
W agner, había nihilismo en su música, pero W agner glorificaba
el nihilismo, m ientras que la representación de Berg era un lam en­
to.136 Y uxtaponía opuestos:

Para B erg, form ar siem p re sig n ific ó co m b in a r, ta m b ién superponer,


sintetizar lo in c o m p a tib le , lo dispar, d eja rlo crecer ju n to : tr ansformar.
En su m ú sica la palabra co n creta encuentra su lu g a r.187

Evitaba la sim plicidad. Adorno com entó al ver la p a rtitu ra de la


m archa de las T res Piezas p a ra O rquesta (op. 6) que debía
sonar como las Piezas p a ra O rquesta de Schonberg ejecutadas en­
cima de la N ovena Sinfonía de M ahler, y Berg estuvo encantado.188
Berg presentó a A dorno a su círculo de amigqs, el dram aturgo
Franz W erfel y su m ujer A lm a M ahler (anteriorm ente casada
con G ustav M a h le r); E rh ard Buschbeck, quien habla estado
cerca de Georg T ra k l;189 los músicos R udolph Kolisch y E duard
Steuerm ann.140 A dorno asistió ju n to con Berg al estreno en Berlín
de Wozzeck (diciem bre de 1925),141 donde conoció a H anns Eis­
ler.142 Probablem ente fue Berg quien le presentó a Ernst K renek148

A través d e este tipo de m atices descubrió la d ialéctica para sí mismo.


(Ibid.)
Ibi d. , p. 342. B enjam in estaba “ absolutam ente fascinado” por el
Woz zeck de Berg. (Ibid.)
130 “L a rem iniscencia de Berg es letal. S ólo porque trae el pasado com o
irrecuperable le perm ite entrar al p resen te.” ( Ibid. , p. 3D0.)
wo I bi d. , pp. 3 2 9 -3 3 0 , 346.
187 Ibi d. , p. 353.
*“ I bi d. , p. 352.
130 Ibi d. , pp. 359 -340.
140 Eduard Steuerm an n (n a cid o en 1892 en P olonia) era un pianista
que h ab ía d efen d id o la m úsica d e Schonberg desde 1912. (C f. T h eod or
W. A dorno, “N achruf auf ein en P ianisten: Z um T o d e von Eduard
Steuerm ann” [1964], I m p r o m p t u s , pp. 150-156.
141 “D espués del estreno en B erlín y de la cena d on d e se lo celebraba
en T op fer y d ond e él, atribulado com o un m u ch ach ito, apenas si podía
responder, m e q uedé con él hasta entrada la n och e, para consolarlo lite­
ralm ente de su triunfo.” (A d orn o, Berg [1968], GS 13, p. 336.)
E isler era tam bién am igo d e Steuerm ann y K olisch . (B u n ge, Fragen
Sie me h r über Brecht, p. 167.)
543 Ernst K renek (n a cid o en 1900 en V ien a ) siguió a su m aestro Fran¿
Schreker a B erlín (1 9 2 0 -1 9 2 3 ), fu e in flu id o por el neoclasicism o en París
(1924) y fu e asistente de Paul Bekker, director general en Cassel, y luego
en W iesbad en , d e 1a ópera estatal (1 9 2 5 -1 9 2 7 ), d on d e escribió la exitosa
y lo puso en contacto con las dos revistas musicales radicales,
Anbruch y Pulí und Taktstock, que publicaron muchos de los
artículos de A dorno.144 Berg era un católico de origen aristocrá­
tico, cuya personalidad tenía la combinación única vienesa de un
pesimismo metafísico y un hedonismo desenfadado.145 O diaba la
com ida alem ana y tenía una pasión parisiense por el vino. En esto,
tam bién, Adorno fue un atento estudiante.140
Adorno tenía aspiraciones serias de transform arse en compositor.
Sin em bargo no era prolífico,147 y no lograba que su música fuese
ejecutada.148 Regresó a F rankfurt después de algo más de un año
p a ra reanudar sus estudios de filosofía, con la esperanza de ob­
tener un puesto de profesor en la universidad. Las razones de su
p artid a d e'V ien a no están claras. Es cierto que Berg no apreciaba
demasiado el “lastre filosófico” de Adorno, al que consideraba “pe­
sado”.140 A dorno era quizá demasiado reflexivo, dem asiado auto-

ópera Jonny spiclt auf, sobre un m úsico negro de jazz. E n 1928 volv ió
a V ien a y estudió la técn ica dod ecatón ica de Schónberg. L a am istad con
A dorno com enzó a fines de la década de 1920, y continuó, a pesar d e sus
diferencias en cuestiones de teoría m usical, a través de toda su vid a. Su
correspondencia h a sido pu b licad a: T h e o d o r W. A d o r n o u n d Ernst K r e ­
nek: BriefivechseL
14* A dorno fu e m iem bro d el com ité editorial d e A n b r u c h de 1929 a
1931.
145 A dorno, Berg (1 9 6 8 ), GS 13. p. 344.
1<0 Ibid.
U7 Las com posiciones del patrim onio de A dorno incluyen varios ciclos
de canciones, un coro fem en in o y algunas piezas orquestales breves. En
la década dfe 1930 trabajaba en una ópera para el texto de M ark T w a in
' T o m Sawyer. Sólo fu e publicada una de sus partituras y sólo m uy tarde
en su vida.
148 Su exitoso am igo K renek ayudó a estrenar uno de I09 ciclos de ca n ­
ciones de A dorno en V ien a en m arzo de 1935 (carta de K renek a A dorno,
27 de m arzo de 1935, A d o r n o u n d K r e n e k : Briefwechsel, p. 74).
149 A dorno, Berg (1 9 6 8 ), G S 13, p. 3 6 !. “ Para sentirm e seguro, en
aqu ella época era yo brutalm ente sincero, y ello p od ía enervar a un artista
m aduro. C on una d esafian te deferencia, m e esforzaba por no dccir nada
m ás que aquello que yo consideraba particularm ente p r o f u n d o ...” (Ibid.)
Cf. la descripción de A dorno, de Arthur K ocstler, quien se alojaba en la
m ism a pensión q ue A dorno, la pensión G laser en el distrito de Alsergrund
en V ien a: “ El Dr. T b eo d o re (jíc) W iesengrund-A dorno” era uno “ de los
m ás engreídos in telectuales q ue c o n o c í.. . Era un joven tím id o, distraído
y esotérico, y tenía un encanto sutil que yo era dem asiado inexperto para
discernir. . , C om partía una m esita en el com edor con una m u je r rubia
e igualm ente retraída: la actriz A nny M cw cs, quien había sido am iga
de R ainer M aria R ilk e .. . Adorno y Anny M ew es alguna vez m e dirigieron
unas palabras amistosas desde sus remotas alturas in telectu a les.” (A rthur
K ocstlcr, A r r o w in the Blue: An A u t o b i o g r a p h y , 2 vols. [N ueva York,
T h e M a c m illa n C om pany, 1952], vol. I, p. 131.)
consciente y carecía de la espontaneidad necesaria p ara la com po­
sición desinhibida. Debe haberse dado cuenta de que, dad a su
inclinación hacia la filosofía, estaba m ás dotado p a ra la crítica
musical que para la composición. Adem ás, la “era heroica” de la
escuela de Schonberg había term inado, la ru p tu ra verdaderam ente
significativa ya se había realizado.. D u ran te el periodo de la estancia
de A dorno en V iena, Schonberg estaba desarrollando la técnica
dodecafónica, y aunque A dorno fue un tem prano p artidario del
m étodo,150 lo era en sus propios térm inos, no en los de Schonberg.
Puede haber tenido desde entonces las dudas que más tarde a rticu ­
laría151 sobre las lim itaciones y restricciones del esquem a dode-
cafónico, en com paración con la libertad relativa de la atonalidad
anterior.152 Seguram ente rechazaba la propensión hacia la m agia
y la superstición que im peraba en el grupo de Schonberg, a des­
pecho de la insistencia en la “lógica” musical y la composición
como articulación racional: Berg era neuróticam ente supersticioso
y tenía al 23 como su núm ero m ágico; Schonberg creía en los
horóscopos y tem ía al núm ero 13 y a todos sus m últiplos. C uando
Adorno volvió a F ran k fu rt y a la filosofía, fue a la tradición de la
Ilustración de Cornelius. Parece haber experim entado la necesidad
de dem ostrar que lo irracional podía ser entendido racionalm ente.
Esto lo condujo prim ero a Freud y, casi inm ediatam ente, a M arx.

1S0 C f. T h eo d o r W iesen gru n d -A d orn o, “ O rchesterstücke op. 16, "Pult


und T a k t s t oc k , Schonberg S on d erh eft (1 9 2 7 ): 3 6 -4 3 ; i dem. , “ Schonberg
Blaserquartet” (1 9 2 0 ), en M o m e n t s Mus i caux. En 1929 A dorno denom inó
al sistem a dod ecatón ico "la realización racional de una fuerza h istórica en
la cual la con cien cia progresiva asum e p urificar su m aterial de la d esco m ­
posición de la d ecad en cia orgánica. . (T h e o d o r W iesengrund-A dorno,
“Zur Z w olfton tech n iq u e” , A n b r u c h 11 [1 929]: 29 0 -2 9 4.)
m H acia finales de la décad a d e 1940, A dorno era ex p lícita m en te critico :
“La racionalidad- total de la m úsica reside en su organización total.
A través de la organización, la m úsica liberada busca reconstituir la to ta ­
lidad perdida — el poder perdido y la fuerza unificadora de B eethoven.
La m úsica logra hacerlo sólo al p recio de su libertad, y así fracasa.”
(T h eod or W. A dorno, Phil osophy of m o d e r n music, trad. A n n e G. M it-
chell y W esley y . Élom ster [N u eva York, T h e Seabury Press, 1973],
p. 69.)
1B2 Las propias com posiciones de A dorno eran alón ales. N u n ca aceptó
el esquem a d od ecatón ico com o la única form a válid a de com p osición , ni
aun en la décad a de 1920. Su validez, sostenía, había sido siem pre ser
la negación de la tonalid ad , no ser un nuevo sistem a abstraído del desarro­
llo histórico de la m úsica. N o había razón por la cual una línea de tonos
debiera contener doce en lugar de once tonos (carta de A dorno a Krenek,
9 de abril de 1929, A do r n o u n d K r e n e k : Briefwechsel, pp. 11-10), H a cia
1934, las reservas de A dorno respecto d el sistem a d od ecatón ico habían au ­
m entado. {Ibid., pp. 40-56.)
A comienzos de la década de 1920 la filosofía de Cornelius estaba
alejada de las corrientes académ icas dom inantes, y lo estaba más
aún en la época en que A dorno volvió de V iena en 1926. E ran cada
vez m ás evidentes las tendencias antirracionalistas en la filosofía
y en el a rte ,153 y el ám bito de la cultura po p u lar se extendía ráp i­
dam ente.154 M ucho de este espíritu era un intento de revuelta
social: protestar contra 3a racionalización de la existencia (que
M ax W eber h ab ía definido como característica del desarrollo del
industrialism o m oderno), protestando contra el racionalism o en el
pensam iento, y contra la m etodología positivista que la m oderniza­
ción h ab ía engendrado. El argum ento (que aún hoy resulta atra c ­
tivo en ciertos círculos "radicales”) era sim plem ente que si la secu­
larización, el “desencantam iento” (Entzauberung) del m undo,
era la fuente de la alienación social, lo q u e;se necesitaba era un
retorno al m ito y u n a afirm ación de la inm ediatez prim itiva, de los
poderes instintivos del inconsciente. A dorno decidió atacar este
irracionalism o en su Habilitationsschrift (prerrequisito p a ra obte­
ner un puesto de profesor) y su m étodo siguió de cerca el neokan-
tismo de su m entor, H ans Cornelius. H ubo, sin em bargo, algunas
sorpresas.
El propósito explícito de su estudio, titulado “ El concepto del
inconsciente en la teoría trascendental del entendim iento” ,155 era
determ inar hasta qué pu n to u n a teoría filosófica del inconsciente
(que estaba ausente en la teoría original de K a n t)158 podía esta­
blecerse a p artir de la versión de Cornelius del kantismo, es decir,
isa En filosofía se daba un ren acim ien to de K ierkegaard y una p o p u ­
laridad de la L e b e nsp hi l o so p hi e en general. En el arte, ciertos aspectos
■de la neue Sachl i c hké i t (n u ev a objetivid ad ) eran el op u esto de lo ob je­
tivo; en la m úsica, p rim itivism o y m od ern id ad con vergían en el im p acto
del jazz.
151 Schonberg y Berg no estaban solos en su interés por la astrología
y el ocultism o. Los horóscopos estaban m uy difu n d id os, y los m éd iu m hacian
grandes negocios en Frankfurt (véase M ad len L orei y R ich ard K irn,
Frankfurt u n d die gol denen zwanzi ger Jahren. [Frankfurt am M a in : V erlag
Frankfurter Bücher, 1966], pp. 123-124). Sobre el irracionalism o com o tem a
de las nuevas p elícu las, véase S iegfried K racauer, From Cali gari to Hi t l er:
A psychol ogical history of the G e rmá n film. (P rin ceton , N . J .: P rin celon
U n iversity Press, 1947.)
183 “D er B egriff des U n b ew u ssten in der trascendentalen S eelen leh re”
(1 9 2 7 ), pu b licad o p óstum am ente en A dorno, GS 1, pp. 8 1 -3 2 2 .
A dorno apuntaba que en la sección de los paralelogism os en la Critica
de la razón p u r a el argum ento de K an t descartaba u n a p sicología on toló-
g ica del inconsciente, sin em bargo no se discutía la p osib ilid ad d e una
p sicología racional (ibid., p. 95).
sin recurrir al dogm atism o (y por lo tanto oponiéndose a afirm ar
ningún dom inio ontológico del inconsciente)157 y sin sobrepasar
los límites de la razón crítica (y por tanto negándose a aceptar la
aparente irracionalidad ni ningún fenóm eno empírico, incluidas
las m anifestaciones del inconsciente). Adorno comenzó con una
crítica inm anente de Schopenhauer y de los LebensphUosophen
posteriores,158 que daban cuenta del inconsciente construyendo
una m etafísica de lo irracional, ontológica y “ naturalista” ,150
Adorno delineaba entonces los requisitos de una teoría del incons­
ciente que estuviera de acuerdo con el kantism o de Cornelius.
El paso siguiente fue notable. Procedió a dem ostrar que estos
requisitos se cum plían esencialm ente en la teoría psicoánalítica d e ,
Sigm und F reud,
¿A dorno se relacionó por p rim era vez con la teoría freudiana
durante su estancia en V iena? 160 ¿Estaba el propio Cornelius im ­
presionado con F reud? C ualquiera haya sido el m otivo que im pul­
sara a A dorno a escribir u n a justificación filosófica del psicoanálisis,
pareciera que estuchó a F reud por su propia cuenta, independiente­
m ente de sus conexiones académ icas,161 Y conocía la teoría, más
1W A dorno afirm aba q u e la deb ilid ad d e la teoría kantiana que ofreció
una base de legitim id ad a los filósofos irracionalistas d el in con scien te se
conectaba con la doctrina de la cosa en sí, que dejaba el cam in o abierto
para un retorno al dogm atism o m ctafísico (ibid. p. 95).
1W Al dem ostrar q u e estos filósofos del1 in con scien te eran internam ente
contradictorios, que realm ente d ep en d ían d el kantism o que p retendían su­
perar, A dorno ju stificab a su retorno al en foq u e m ism o de K a n t sobre el
problem a (ibid., p. 103).
JKI E n esta época las teorías vítalistas y organteistas prevalecían en el
cam po de la psicología. Las “corrientes d om in an tes” en la psicología, in clu ­
yendo la teoría de la Gestalt, “operaban cen tralm en te con el con cep to de
lio orgánico y creían hallar en este co n cep to un m edio efectivo para luchar
contra cualqu ier ‘racionalism o’ ” y con este fin “h acían uso del con cep to
del in co n scien te” (i bid., p. 316).
1W E n la décad a d e 1920 se fu n d ó un In stitu to Freudiano en Berlín,
y quizá algunos de sus am igos allí p u ed en haber despertado el interés de
A dorno. Ernst B loch (d e quien, sin em bargo, no fu e am igo hasta 1920)
escribió un tem prano artícu lo, m uy van gu ard ista, “B eitrag zu d en T rau-
m en nach C oitus interruptus” , Ze n t r a l bl a t t für Psycho-Analyse, 2 (1 9 1 1 -
1912) y Freud es m en cion ad o en Geist der U t o p i e (q u e A dorno leyó
en 1921).
m A dorno escribió m ás tarde a B enjam in que h a b ía leíd o „a Freud en
la R iv ie ia italian a: “C on oco San R em o desde 1 9 2 7 ; estuve allí por pri­
mera vez por un a breve tem porada con G retel [K arplus, más tarde esposa
de A dorno], lu ego yo solo durante varios m eses; fu e el período en que
estaba ocu p ad o con F reu d .” (C arta d e A dorno a B enjam in, 5 de diciem bre
de 1934, Frankfurt am M ain , L egad o A dorno.) Es posible q ue haya sido
Gretel, que estud iaba b io lo g ía y m ed icin a en B erlín, qu ien interesó por
primera vez a A dorno en Freud.
que la práctica del psicoanálisis. El estudio sobre K ant-F reud se
basaba casi exclusivam ente en una fuente para la teoría freudia-
na, las conferencias introductorias de Freud de 1916-1917.162
Adorno estaba impresionado por el psicoanálisis como modelo
cognitivo:103 “La terapia se esfuerza por ser nada más que cono­
cim iento” ;164 su m eta era el “desencantam iento” del inconsciente
a través de la exposición de la lógica interna de sus m anifestacio­
nes — actos fallidos freudianos, sueños, síntomas neuróticos— y
tornarlas accesibles al nivel consciente, a la comprensión racional.105
D efender la teoría psicoanalítica freudiana en un estudio aca­
démico en 1a. década de 1920 resultaba bastante audaz, ya que
Freud no era aceptado entre los psiquiatras, ni m ucho menos entre
los filósofo^.160 Pero Adorno no se detuvo allí. En las conclusiones
de su estudio sobre K a n t y Freud articuló por prim era vez una
crítica de. la ideología que resultaba clara e inequívocam ente m ar­
xista. Era, sostenía Adorno, de una im portancia más que académ ica
el criticar las teorías irracional istas del inconsciente, porque

. . .no con sid eram os q u e estas teorías estén aislad as, sin o q u e están c o ­
n ecta d a s con la situ ación histórica; por el h ech o d e q ue no se origin an
so lita ria m en te en la v o lu n ta d y fan tasía d e sus cread ores, sino por el
con trario cu m p len den tro de la realid ad so cia l u n a fu n ció n precisa y
d eterm in a d a , una fu n ció n p eligrosa, q ue d eb e ser reco n o cid a y q u e
creem os d eb e ser c o m b a tid a .167

Adorno señaló claram ente la función social de estas teorías irra-

103 Freud escribió “V orlesungen zur E ínführung in die Psychoanalyse”


antes de afirm ar el instinto de m uerte com o una fu ente ontológica de agre­
sión, antes de su interpretación de la historia en los térm inos m etafísicos de
una “ batalla de gigan tes” entre Eros y T hánatos. Adorno apuntaba q ue aun
en estas prim eras conferencias existían tendencias ontológicas que “ no
podían dejar de reconocerse” (in clu ía el com plejo de Edipo) (i bid. , pp.
28 8 -2 8 9 ); pero sostenía que la teoría de Freud “se divorcia m ucho más
d e la arbitrariedad m etafísica que, por ejem p lo, las teorías de Jung
y A dler. . . ” (ibid., p. 240).
Poco antes de morir, A dorno com en tó que el “m ayor error” d e su
estu d io sobrk K a n t y Freud era que “relacionaba u n ilatcralm en te a Freud
con la teoría cogn itiva de, p. ej., M ach y A ven an u s, y que dejaba de
lado el m om ento m aterialista presente en Freud desde un com ienzo, y que
es sign ificado a través del con cep to fundam ental de deseo gen ital [O r g a n -
/u5í]” . (A dorn o, citad o en el posfacio editorial, ibid.,. pp. 38 1 -3 8 2 .)
104 Ibi d., p 236.
Ibi d. , p. 231.
,ü0 U n tem prano apoyo a Freud provino de la a vant - garde estética, es­
pecialm en te de los surrealistas, de lo cual A dorno tenía con ocim ien to.
l" Ibi d. , p. 317.
cionalistas y de ahí lo que creía que era la razón de su predom inio
en los círculos intelectuales:

. . .no d eb em o s descartar la so sp ech a d e q u e la co n tr a d ic c ió n en tre la s


filo so fía s del in co n scien te y el ord en e c o n ó m ic o d o m in a n te se v u elv e
c o m p lem en ta ria en su v alor, que la teo ría p reten d e encubrir a q u e llo
q u e falta en la realid ad ; en otras p a lab ras: q u e es e x p lo ta d a c o m o ideo*
lo g ia .108

Las teorías irracionaíistas funcionaban ideológicam ente (es decir,


corno m istificación de la realidad que respalda el s t a t u s q u o
burgués) de cuatro m aneras:
En prim er lugar, estas teorías p reten d en ap artarse d el m o d o e c o n ó m ic o
d o m in a n te y d e la su p rem a cía d e lo s fa ctores ec o n ó m ic o s en. general o fr e ­
cien d o ev id en cia d e que fuera d e estas fuerzas e c o n ó m ic a s, ex iste n
oi;ras, n o m en os efectiv a s, q u e son c o m p le ta m e n te i n d e p e n d i e n t e s d e la
c o n c ie n c ia , y por lo tan to, se sustraen a las te n d e n c ia s ec o n ó m ic a s d e la
racion alización , y q u e por lo ta n to subsiste a llí una su erte d e islas para
e l in d iv id u o , eti las cu a les p u ed e recluirse d e la lu c h a e c o n ó m ic a d e la
c o m p e te n c ia .189

En segundo lugar, al alentar a la gente a retirarse a u n a esfera


psíquica privada, ,a una “ru p tu ra placentera con la presión econó­
m ica”/ 70 que era el "lu jo ” de “un pequeño círculo de personas” ,171
desviaban la atención de las relaciones sociales, y de la “ posibilidad
de su transform ación” .172 En realidad, la glorificación del incons­
ciente funcionaba como defensa de la sociedad, en el sentido de que
la forma de existencia de esta últim a parecía estar determ inada
por impulsos “naturales” ; “los más perniciosos planes del im perialis­
mo encuentran £u defensa ideológica en el estallido de estos poderes
vitales e inconscientes de la m ente que concuerdan con los designios
de la naturaleza”.173 Finalm ente A dorno afirm aba que estas ten-
dencias, evidentes en Nietzsche y Spengler, hallaban su expresión
política “ más clara en la ideología del fascismo” .174 Si bien la
teoría de Freud no estaba totalm ente liberada de tendcftciás siriii-
larés,7r> sí, incluso, ignoraba la dependencia de los fenómenos in­
conscientes respecto del “m undo m aterial, es decir, la sociedad”,170
"* Ibi d., p. 310.
,09 Ibi d.
XT<> Ibi d.
171 Ibi d. , p. 31 9 .
171 Ibi d.
™ Ibid.
174 Ibid.
178 Ibi d., p. 321.
170 Ibi d. Sin em bargo, A dorno citab a la frase de F reud: “ El m otivo de la
e ignoraba por lo ta n to la necesidad de u n a transform ación social
al m ism o tiem po, que u n a transform ación psicológica;177 sin em ­
bargo, su rechazo en tre los círculos psicológicos testim oniaba su
relativa incom patibilidad con la ideología dom inante.178
L a defensa por A dorno de la. teoría de F reud como la desmiti-
ficación, el “desencantam iento” del inconsciente170 tenía una in­
tención tanto política com o académ ica. Sin em bargo, Adorno'
pronto adm itió las lim itaciones de su efectividad política:

N o n os a u to a d u la m o s c re y e n d o hab er d a ñ a d o seria m en te a las te o r ía s


d el in c o n sc ie n te d o m in a n te s: e x isten d e m a sia d o s in tereses p od erosos en
ju e g o q u e p ro teg e n esas t e o r í a s . . . S e g u ra m en te, la su p era ció n d e la s
co n secu en cia s p rá ctica s d e teo ría s fa lsa s n o p u e d e lo grarse só lo por
la teoría, p ero la a p reh en sió n d e la fa lsed a d d e la teo ría y la co n stitu ­
ció n , en su lu gar, d e una te o r ía m ás co rrecta , es u n p rerreq u isito .180

Este objetivo m ás lim itado constituía la intención de Adorno.


En el prefacio a su estudio sobre K a n t y Freud, A dorno ex­
presam ente reconoció su deuda con M ax H orkheim er, quien, h a ­
biendo com pletado su p ropia Habilitationsschrift sobre K a n t en
1925181 enseñaba filosofía social en la U niversidad de F rank­
furt. Parecería que esta deuda incluía la orientación m arxista
de las observaciones finales.182 Debe recordarse que u n amigo

sociedad h u m a n a es en ú ltim o análisis u n m o tivo e c o n ó m i c o ...” (ibid.,


p. 322).
XTt . . sólo con el co n o cim ien to d e los con ten id os incon scien tes nada
se logra, m ientras la situ ación d e la realidad social no cam b ie” (ibid.,
p. 321).
,7S Ibi d.
110 Ihid., p. 3 lfi.
180 I bi d. , p. 32 2 .
181 L a Habi li tat ionsschrif t d e H orkheim er, tam bién escrita para C orne­
lius, se titulab a “K ants K ritik der U rteilskraft ais B indeglied zw ischen theo-
retischer und praktischer P h ilo so p h ie” . H orkheim er afirm aba que la d u a ­
lidad k antian a en tre razón pura y práctica p o d ía y d eb ía reconciliarse.
(Jay, T h e dial ecti cal i maginat ion, p. 77).
182 C on respecto a la teoría freudiana, es d ifícil discernir si fu e H orkheim er
quien estim uló el interés de A dorno, o viceversa. Pero en 1920 H ork h ei­
m er se som etió a terapia p sicoan alítica por un corto tiem po con un d is­
cíp u lo de Freud, K a rl L andauer su puestam ente por sus d ificu ltad es para
dar clases sin llevar notas. E n 1929 L andauer fu n d ó el In stitu to Psicoana-
lítico d e Frankfurt, el q ue pronto con tó con E rich From m com o uno de
sus m iem bros y q ue en la décad a de 1930 trabajó con H orkheim er en los
proyectos para el In stitu t für Sozialforschung (i bid., pp. 27-28). H ork ­
heim er no recibió a Freud de m anera id én tica a A dorno. Este ú ltim o estaba
básicam ente interesado en el psicoanálisis com o m étod o cogn itivo, m ientras
que H orkheim er, al igu al que From m , estaba interesado en la ap licación
íntim o de H orkheim er, Friedrich Pollock, era m iembro influyente
del In stitut für Sozialforschung du ran te la década de 1920,188
y que el mismo papel de H orkheim er en el Instituto se había
tornado más significativo du ran te la estadía de Adorno en Viena..
El tipo de m arxism o que aparecía en el estudio sobre K an t y
Freud de A dorno era similar al de los prim eros tiempos del Ins­
tituto en dos sentidos: su relativam ente ortodoxa, casi “vulgar”
aproxim ación a la ideología, en el sentido de que los fenómenos
súperestructurales eran interpretados como reflejo ^directo de los
intereses económicos,184 y sin em bargo su m arcada independencia,
dé la línea oficial del Partido Com unista (que había denunciado
oficialmente el análisis freudianó como “esteticismo burgués^’ en.
19^5).185
El estudió l e A dorno sobre K a n t y F reud fue rechazado p ara
su Habilitaiionsschrift. N o sería sorprendente que CorfieTiiIs’
(q u ién ^ p ró n tS 'd ejaría'A lém 'ám p a ra irse a D inam arca) no p u ­
diera apreciar la asociación de su propia filosofía con M arx.
Pero la razón no debe buscarse exclusivam ente en el prejuicio
intelectual. El estudio sobre K a n t y Freud contenía en su con­
cepción una contradicción interna que justificaba su rechazo
sobre bases puram ente lógicas: ¿cóm o podía compatibilizarse
una justificación neokantiana (y por tan to idealista) de Freud
con una crítica m arxista (y por lo tanto m aterialista) de la ideo­
logía?180
Adorno parece haberse dado cuenta de lo insostenible de su
posición. M uy probablem ente, el viraje de su m é to d o 'd é K an t a
M arx testim onia un viraje de su propia orientación du ran te los
meses en que escribía su estudio. Ello explicaría por qué, en
lugar de tra ta r de revisarlo (o sim plem ente elim inar las páginas
finales que contenían la crítica m arxista), lo abandonó por en­
tero y comenzó a tra b a ja r en el problem a que la contradicción
en su propio trabajo había tornado visible.
de las percepciones freudianas a los problem as d e la p sicología social.
T am bién H orkheim er, antes que A dorno, reconoció el m aterialism o im ­
plícito en la teoría freudiana de la sexualidad.
183 V éase antes, p. 38.
Ui L a naturaleza poco im a g in a tiv a d el m arxism o d el In stitu to en 1927
está docum en tada en Jay, T h e dialectical i maginat ion, p. 12.
ÍBS V éase W . Jurinetz, “ P sychoanalyse u nd M arxism us” (1 9 2 5 ), en S ie g ­
fried B ernfeld et al., Psychoanalyse u n d Mar xi smus: D o k u m e n t a t i o n einer
Kont rover se, introd. d e H an s Jorg Sandkühler. (F rankfurt am M ain,
Suhrkamp V erlag, 1971, pp. 66 -1 3 6 .)
180 Para M arx, id eolog ía era sin ón im o de idealism o, y del supuesto de
que el sujeto, com o “co n cien cia p u ra”, tenía u n a existen cia autónom a,
a priori.
Adorno pasó m ucho tiem po en Berlín a p a rtir de 1927.187 Visi­
taba a sú futura esposa, G retel K arplus,188 y su círculo allí in­
cluía a W alter Benjamin, Siegfried K racauer,189 Ernst Bloch,100
O tto K lem perer, M oholy-Nagy, y de m odo im portante, a Bertolt
Brecht y sus amigos: los compositores H anns Eisler y K u rt Weill,
y la esposa de Weill, la actriz L otte Lenya.191
En la década de 1920, Berlín era el nuevo París, y atraía como
un im án a artistas y figuras literarias. Aquí convergían el arte
de vanguardia y la teoría política izquierdista. Adorno diría después
que el Zeigeist parecía estar allí con su círculo.182 Si Berlín era
la capital d e una economía crecientem ente m onopólica (una
economía al borde del colapso), p ara él todavía era “un m undo
abierto” ; como recordaría Lotte Lenya: “Gozábamos.” 1®3 P ara
los amigos de Adorno, Berlín era un taller experim ental p ara una
nueva estética com prom etida políticam ente con los objetivos de
la revolución m arxista.194 Pero en oposición al marxismo del

187 M ás tarde calcularía que h acia 1933 había estado allí casi 4 años.
389 C ontrajeron m atrim onio en 1930, cuando A dorno estaba en In g la ­
terra. Adorno no era fem inista. A unque su esposa tenía ed u cación u n i­
versitaria, su “carrera” fue básicam ente ser la secretaria d e A dorno. N o
tuvieron hijos.
1BD K racauer, que escribía folletin es para la Frankfurter Z e i t un g desde
1920 y publicara una exitosa n ovela, Gingst er, en 1928, fue ascendido en
1930 a director de la -secció n cultural de aquel periódico en Berlín. (Jay,
“T h e Extraterritorial Life of Siegfried K racauer” , pp. 56 ss.)
100 B loch se m an ten ía com o escritor indep en d ien te, y A dorno lo con oció
a través de B enjam in en 1928. Bloch le escribió a A dorno, expresando su
interés en el estu d io sobre K an t y Freud y solicitando una copia, pero
A d orn o no respondió al pedido, indicando así quizás su propio desencanto.
(C onversación con R olf T ied em an n , P ad en gh e, Italia, marzo de 1973.)
191 1928 fue el año del gran éxito d e la ó p e r a de tres centavos, para
la cual W eill escribió la m úsica y en la que L enya tuvo el p ap el p rotagon i­
zo . Karl Kraus d efendió en Die Fackel a B recht contra la acusación del
crítico berlinés A lfred K err en el sentido d e que Brecht h abla plagiado
las canciones de V illo n — un ejem p lo de traslapam iento entre los círculos
intelectuales |de las ciudades en las que A dorno vivía. T am b ién G ropius,
■que encabezaba el B auhaus, con quien estaba con ectad o el pintor M o h o ­
ly-N agy, era el tercer esposo de A lm a M ahler W erfel.
m C onversación radial entre A dorno y L enya, cin ta m agn etofón ica,
Frankfurt am M ain, L egado Adorno.
1<n Ibid.
104 Brecht había com enzado a leer a M arx seriam ente en 1926, m otivado
por un desefcf de entender las m aquinaciones de la econom ía capitalista.
Se relacionó con Erwin Piscator, cuyo teatro proletario era experim ental en
sus aspectos técnicos y en sus radicales ob jetivos izquierdistas de m ovilizar
Partido,105 el círculo de Berlín consideraba que el arte era dem a­
siado im portante corno para ser tratad o como un m ero fenóm eno
económ icam ente determ inado- M ientras el Partido Com unista con­
denaba el arte m oderno como u n a m anifestación de la decadencia
burguesa, Brecht creía que las nuevas técnicas estéticas podían ser
“rem odeladas” (um funktioniert), transform adas dialécticam ente
de herram ientas burguesas en herram ientas proletarias que pudieran
provocar una conciencia crítica de la naturaleza de la sociedad
burguesa.106
En relación al papel del arte en la transform ación de la con­
ciencia,, no es sorprendente que el grupo de Berlín se sintiera
atraído por un m arxism o hegelianizado, que acentuaba el papel
de la conciencia en la dialéctica del cambio social, y que había
sido form ulado a comienzos de la década de 1920 por K arl K orsch107
y Georg Lukács. Fue particu lar laujnfluencia del libro de Lukács
Historia y conciencia de na~
cim iento del m arxism o occidental.108 Lukács sostenía que el inate-

a las masas. F u e Piscator qu ien desarrolló por prim era vez el “dram a é p ico ” ,
que llegó a ser un con cep to central en la estética m arxista de Brecht.
105 L a m ayoría del grupo d e Berlín eran sim patizantes com unistas sin ser
miembros del Partido, aunque H anns Eisler sí perten ecía a él.
1M W alter B enjam ín T e n t a t i v a sobre Brccht (I l umi nac i ones, III), pról.
y trad. d e J. Aguirre (M ad rid , T aurus, 1975). V éa se tam bién los ensayos
de B enjam in sobre el teatro ép ico de B recht, ibid., pp. 15-60.
107 El ensayo de K orsch “ M arxism us und P h ilosop h ie” , q ue afirm aba
que ía d ialéctica h egelian a era fu n d am en tal para el m arxism o, se publicó
en 1923 en el diario de Cari G rünberg, director d el In stitu to de Frankfurt
de 1923 á 1927. N i A dorno ni B enjam in estaban dem asiado im presionados
por K orsch. B enjam ín escribió a A dorno en 1930: “ L eí Ma r xi s m u s u nd
Philosophie de K ofsch . Pasos verdaderam ente débiles — m e parece— dados
en una correcta dirección .” (C arta de B enjam in a A dorno, 10 de n o ­
viembre de 1930, Frankfurt am M ain, L egad o A dorno.) D u ran te la
segunda guerra n iund ial, K orsch v iv ía en Boston, y fue visitado por
Brecht. (B u n ge, Fragen Sie me h r über Brecht, p. 92.) B recht c o n o cía
a Korsch desd e 1920. A dorno tam bién v io a K orsch durante su exilio:
"Karl K orsch está en B oston, y no d eja de resultar interesante estar co n
este hom bre excéntrico e in telig en te de vez en cu an d o, qu ien se ubica';
tan lejos a la izquierda, que p rácticam en te reaparece por la d erech a .”
(Carta de A dorno a K renek, 20 d e octubre d e 1938, A d o r n o u nd K r e n e k
Briefwechsel, p. 131.)
163 “L a discusión en torno a las cu estion es teóricas y prácticas suscitadas
por Geschicht e u n d Kl assenbewusstsein y Ma r x i s mu s u n d Philosophie en
los años siguien tes a la conm oción del p eríodo 1 9 2 3 -1 9 2 6 fue más extensa
de lo que in d ican las fuentes publicadas. E sto fue particularm ente cierto
en lo referente al libro de Lukács. Por ejem p lo, H an s M ayer observó
que hacia m ediados y fines de la d éca d a de 1920, el ‘im pacto indirecto,
subterráneo’ d e Geschicht e u n d Kl assenbewusstsein era ‘im presionante’."
Mayer recuerda que m uchos in telectu ales y profesores lo estudiaban y q u e
rialismo dialéctico no era un dogm a sino un “m étodo”, un camino
hacia la verdad, que seguía siendo válido aun en el caso de que
“las tesis sueltas de M a rx ” fuesen descartadas “sin excepciones” .180
Lukács había sido el com pañero de E rnst Bloch antes de la guerra,
cuando am bos eran alum nos de M ax W eber ¡ en H eidelberg,200
y seguram ente A dorno discutió Historia y conciencia de clase con
Bloch y el círculo de Berlín a fines de la década de 1920.201 H ork­
heim er, quien tam bién visitaba frecuentem ente Berlín, estaba muy
influido p o r el libro de Lukács en aquella época, y comenzó a estu­
d iar seriam ente las filosofías de M arx y de Hegel, incluyéndolas a
am bas en sus cursos de filosofía social y política.202 C uando llegó
a director en 1931, H orkheim er trajo al Instituto de F rankfurt un
m arxism o hegelianizado, influido por Lukács, y la contribución
original de u n a aproxim ación freudíaña” a lá psicología social.20*
Pero cuando H orkheim er se unió al Instituto, A dorno tomó un
•camino diferente. E n lugar de seguir a H orkheim er enTos problem as
de la teoría social, perm aneció preocupado con problem as de filo-
sofíá y estética. Com o e l’circuló de Berlín, quería experim entar con
el m arxism o como m étodo p a ra el análisis estético, más que analizar
•era costum bre hablar d e “ reificación ’ y utilizar para el análisis de los
problem as de la cu ltu ra la interp retación de L ukács del co n cep to m arxiano
•del ‘fetichism o de la mercancía* ” (P a u l Breines, “ Praxis and its theorists:
the im pact of L ukács and K orsch in th e 192ü’s” , Telas, 11, prim avera de
1972, p. 95.)
JM> G eorg Lukács, Hi st oria y consciencia de clase, trad. M an u el S a ­
cristán (M éx ico , G rijalbo, 1969), pp. 1-2.
200 Paul H o n ig sh eim , “D er M ax W eber-K reis in H eid elb erg ” , K o l n e r
Viert el j ahreshef t e für Sozi ologi e, 5 (1 9 2 6 ), 2 7 0 -2 8 7 . (H o n ig sh eim escribió
■que, a pesar d e sus con tin u as disputas teóricas, B loch y Lukács eran in te­
lectu a lm e n te las dos caras dé la m ism a m oneda, y que a m enudo se en co n ­
traban estando d e acu erd o en la discusión contra M ax W eber. Según sus
•observaciones, H eid elb erg era por entonces un centro de extranjeros radi­
cales y que por lo tanto “ no era casual que tantos revolucionarios y b o l­
ch eviq u es”, en aq u ella ép o ca , vinieran a m enudo a tom ar el té a la casa
•de W eber {ibid., p. 272).
201 A ntes de ese m om en to, A dorno h ab ía sido in flu id o por otro libro, un
anterior estudio prem arxista de Lukács, D i e T h e r i e des R o m a n s , que había
leído en 1921. T am b ién esta in flu en cia fue duradera, y será tratada más
a d ela n te en el cap. 3.
2,12 Ernst Erich N oth , “In der verm ein tlich en H och b u rg des Liberalis-
m us: W ie m an irn Frankfurt der d reissiger-Jah re stu d iertc” , Frankfurter
. Rundschau, núm . 26 9 , 20 d e noviem bre de 1971, su p lem en to, p. v.
aa Éste era el program a d elin ea d o para el In stitu to en su conferencia
inaugural com o director. (V éa se M ax H orkheim er, “D ie gegenw ártige
L age der Sozialp h ilosop h ie und d ie A ufgaben eines In stitu ís für Sozial-
ío r sc h u n g ” [1931], Sozi alphi losophi sche S t u d i en : Aufsat ze, R e d e n und
Vortrage, 1 9 30- 1972, ed. W erner Brede [Frankfurt am M ain, A lh en áu m
F ischer T a sch en b u ch V erlag, 1972], pp. 3 3-46.)
la sociedad,204 V en este punto, la influencia de \Valter Benjamin
fue decisiva.
E n. 1928 A dorno comenzó a reunirse con Benjam in en Frankfurt,
y sostuvieron' u n a serie de discusiones teóricas. A unque no existe
ninguna docum entación específica acerca del contenido de estas con­
versaciones,205 es claro que significaron un p u n to jd e transform a­
ción p a ra Adorno. E n sus escritos anteriores a est^ época no habí^.
ningún trazo de la term inología idiosincrática de Benjam in. Pero
a p a rtir de 1928 casi todo lo escrito por A dorno lleva el sello del
lenguaje.de Benjam ín.208 P ara alguien corno Adorno, nutrido en la
tradición de K raus y Schonberg, quienes consideraban al lenguaje
como la “representación de la verdad”,207 un cambio en el voca­
bulario tenía una im portancia teórica de prim era m agnitud.
Debemos recordar que su am istad se rem ontaba a \923, época en
la que B enjam in estaba influido por la erudición de Scholem sobre
el"'misticismo judío. D u ran te la éstáncia de Adorno en Viena, Ben­
jam ín había avanzado sim ultáneam ente en dos dilecciones panufo-
jic a s?lJn á, hacia su objetivo original de desarrollar una téóríá cog-
riitiva sobre bases kantianas, que pudiera dar cuenta tanto de la
experiencia filosófica como de la experiencia místico-religiosa.208
La otra era hacia el marxismoA'|Ásja Lacis^ actriz y directora latvia,
que había participado en M oscu^eTTeí^'oceso de proletarización de
las artes du ran te los prim eros años leninistas, se adjudicaba el cré­
dito por este viraje de Benjam in, y fue ella quien le presentó a
Bertolt B recht.209 Conoció a Benjam in en 1924, y pasaron tiem po

201 Por supuesto, un análisis m arxista del arle no p od ía separarse del


análisis social, y A dorno ten ía estrechos lazos con el In stitu to a partir del
m om ento en que H orkheim er fue su director. U n a parte del trabajo más
original d e A dorno fue su in ten to de establecer u n a sociología d e la m úsica,
tem a de los dos artículos que fueron sü con trib u ción á ‘la revista del In s­
tituto, Zeit schri ft für Sozialforschung, antes de ser m iem bro o ficial del
Instituto en 1938: “Z ur gesellsch a ftlich en L age der M usik” (1 9 3 2 ), que se
discute en el cap. 2, y “ Ü ber Jazz” (1 9 3 6 ), que se trata en el cap. 6.
^ B enjam in se refirió a la im p ortan cia d e estas “discusiones de Frank­
furt” en una carta posterior a A dorno, 31 de m ayo d e 1935 (B en jam in ,
Briefe¡ vol. 2, p. 663.)
208 E sto fu e evidente por prim era vez en T h eo d o r W . A dorno, “ Schu-
bert”, 1928, M o m e n t s Mus i c a ux , pp. 18-36.
m V éase antes pp. 43-4.
508 V éase p. 33. El interés de B en jam in en la in vestigación teológica de
Scholem era (y seguiría siendo) fu erte, particularm ente en su trabajo sobre
la tradición m ística de la cáb ala (B en jam in , Briefe> v ol. 2 , p. 489 y
passim).
“ * A sja L acis (1 8 9 1 ) estudió actu ación , d irección y film ación en M oscú
durante la guerra. A com ienzos de la d écad a d e 1920 llegó a A lem ania
y fue asistente de dirección d e B recht y tam bién d e Piscator. C om unista,
juntos en Capri y Positano.210 Benjamin estaba estudiando hebreo
y considerando la posibilidad de reunirse con Scholem en Palestina,
pero L^cis en cambio argüía que el camino de un hom bre de pro­
greso conducía a M oscú.211 Benjam in comenzó a implicarse con
M arx *(y con la interpretación hegeliana de Lukács),212 pero no
tomó el camino directo a Moscú. En aquella época estaba trab a­
jando en un estudio literario sobre el dram a barroco, Urspruhg
cíes deutscherí Trauerspíels ("O rigen del dram a alem án”). Lacis
creía que éste era un tem a m u erto ; Benjamin afirm aba qué el dram a
Barroco era análogo al expresionismo, y que por lo tanto legitim aba
filosóficamente tam bién, de m odo indirecto, al dram a contem ­
poráneo.2tB
Pero había algo m ás respecto de este estudio. El capítulo in­
troductorio del libro diseñaba una teoría cognitiva de base kan­
tiana, aunque influenciada por la cabala, que daba cuenta de la
‘^xpérTenciáTtanto filosófica como religiosa, objetivo que había sido
suyo desde 1918.214 Este capítulo teórico estaba unido al resto del
estudio por una actitud hacia la crítica estética similar a la de
Novalis y Schlegel, acerca de quienes Benjam in había escrito en
estaba conectad a con la em b ajad a soviética en Berlín. H a p u b licad o sus
m em orias (n o totalm en te confiables): A sja L acis, Rev o l ut i o na r i m Be-
ruf:. Berichte über proletarisch.es T h e a t e r , über Me y e r ho l d , Brecht, B e n ­
j a m i n u nd Piscat or, cd. H ild egaard Brenner (M u n ich : R ogner & Bernhard,
1971.)
230 B loch los visitó allí. (B loch , “ E rinnerungen” , A dorno et al., Üb e r
Wal te r B e n j a m i n , p. 16.) B enjam in escribió a Scholem q ue aunque el
v iaje a Capj'i lesionaba su trabajo, resultaba "del m ayor b en eficio para
u n a liberación existen cial y u n a percepción intensa d e la realidad d e un
com unism o radical. C onocí a una. revolucionaria rusa de R ig a [Lacis], una
de las m ujeres más espléndidas q ue jam ás he con ocid o” . (C ita d o por los
editores en W alter B enjam in, G e s a mme l t e Schriften, 6 vols., éd. R o lf T ie -
dem an y H erm ann Schw eppenhauser, vo l. 1 :3 : A b h a n d l u n g e n [Frank­
furt am M ain , Suhrkam p V erlag, 1974], p. 878.)
a i Lacis proclam ó: “ Puedo decir con seguridad que a m í se debió el
hecho de que B enjam in no fuera a P alestin a.” (L acis, R ev o l u t i o n a r im
Beruf, p. 45.) Seguram ente ella ju gó un p ap el im portante en el repetida­
m ente pospuesto viaje de B enjam in a P alestina (ver su carta a Scholem ,
18 de septipm bre d e 1929, en B enjam in, Briefe, vol. 2, p. 5 0 ); sin
em bargo, hasta su m uerte en 1940, él nunca descartó totalm en te la p o si­
bilidad de restablecerse allí.
211 B enjam in, Ge samme l t e Schriften 1 :3 : A b h a n d l u n g e n , pp. 8 7 8 -8 7 9 .
013 Lacis, Revol ut i onar i m Beruf, pp. 43 -4 5 . B enjam in h ab ía com enzado
ya a preocuparse por el problem a de u n a estética m aterialista, y al
respecto estaba leyendo Geschichte u n d Klassenbeuuusstsein. Pero, aunque
m enciona a Lukács en el libro sobre Trauerspiel, éste “no exhibe la más
ligera señal [de su im plicancia con el m arxism o” (com entario del ed itor;
B enjam in, G e s a mme l t e Schriften 1 :3 : A b h a n d l u n g e n , p. 879).
214 V éase antes, p. 33.
1919,215 es decir afirm ando que la tarea del crítico de arte era ver
y articular conceptualm ente la verdad que la obra de arte expre­
saba sólo sensorialm ente. Com o intérprete de la verdad, la actividad
del crítico y la del filósofo coincidían.
Benjam in presentó su estudio sobre el Trauerspiel a Cornelius
paira su Habilitdtionsschrift en 1925, y, como sucedió más tarde con
el éstudío sobre K a n t y Freud de A dorno, no fue aceptado.216 De
todos modos, B enjam in lo publicó en 1928. M ientras tanto, se iba
identificando crecientem ente con la izquierda m arxista.217 El dilem a
intelectual'de B enjam ín era el mismo que el dé A dorno: ¿cóm o re­
conciliar su comprom iso m arxista con su esfuerzo filosófico k a n tia ­
no, en especial cuando adem ás consideraba como u n a sola la expe­
riencia filosófica y la místico-religiosa?
Lo notable de Benjam in, y aquello que hizo posible su continuada
am istad intelectual con el disímil triunvirato form ado por Scholem,
Adorno y Brecht (cada uno de los cuales sospechaba de los otros),
era que en su avance hacia M arx, en lugar de renegar de la filosofía
(kantiana) o del misticismo (cabalístico), retenía lo que consideraba
su estructura cognitiva com ún, aunque “rem odelándola” en el sen­
tido de B recht,218 transform ando la cognitividad idealista en m ate­
rialista, y la ilum inación religiosa en ilum inación profana! Esta casi
imposible realización necesitaba dem ostrarse p a ra poder ser Creída.
Y esto es precisam ente lo 'q ü é ocurrió* en el otoño de 1929. E n sep­
tiembre y octubre, A dorno estaba con B enjam in en Kónigstein, un
pequeño pueblo en las afueras de F rankfurt, en los m ontes T aunus.
Adorno se referiría u n a década más tard e a sus “ inolvidables conver­
saciones” allí,210'y Benjam in m encionaría en 1935 la significación
histórica de aquellas charlas.220 Fue entonces cuando B enjam ín'leyó

215 W alter B enjam ín, D e r Begriff der K u n s t k r i t i k in der deut s chen R o -


mant ik ( l a . ed ., Berna, Francke V erlag, 1920), en B enjam ín, G e s a mm e l t e
Schriften 1:1: Ab h an d l u n ge n , pp. 7-122.
*w C ornelius dijo que no pudo en ten d er ní una sola palabra. L a historia
de la p elea de B enjam in por conseguir su h ab ilita ció n y poder entrar
en la carrera académ ica está d ocu m en tad a en B en jam in , Ge s a mme l t e
Schriften 1 :3 : A b h a n d l un g e n, pp. 8 6 9 -8 8 4 .
217 V isitó M oscú con A sja Lacis en el invierno de 1 9 26-1927 y luego
vivió y escribió en Berlín, d on d e L acis le presentó a Brecht. Su am istad
con B recht data de m ayo de 1929 (véase S ch olem , Wal t e r B e n j a m i n :
Die Geschicht e einer Freundschaft, p. 198).
*18 V éase antes p. 60,
219 C arta de A dorno a B enjam in, 10 de noviem bre d e 1938, A dorno, Ü b e r
Wal ter B e n j a m i n , p. 136.
C arta de B enjam in a A dorno, 31 d e m ayo de 1935, B enjam ín,
Briefe, vol. 2, p. 663.
a A dorno p o r p rim e ra vez extractos de su Passagenarbeit,221 que
se transform aría en su trab ajo m ás im portante, un estudio de
las arcadas de París del siglo xix que ponía en práctica una versión
m arxista, m aterialista, del m étodo filosófico que había delineado en
su libro sobre el Trauerspiel. Com o escribió, el libro sobre el Trauers­
piel aunque

ciertamente no era materialista, era ya dialéctico. Pero lo que aún


no sabía en la época de su formulación, y que pronto se hizo cada
vez más claro, era que desde la misma posición única de mi filosofía
del lenguaje existe una relación mediada —aunque todavía problemática
y plena de tensión— con el método de observación del materialismo
dialéctico.222

Esto ocurría no a pesar de las afin id ad e s1entre el m étodo del


Trauerspiel y la cábala, sino por causa de ellas.228 E n realidad, las
experiencias cognitivas de la filosofía y el misticismo convergían
precisam ente en la estructura del m aterialism o dialéctico, resol­
viendo el problem a que B enjam in p lan teara por prim era vez en
1 9 1 8 224

El procedim iento de Benjam in tenía afinidad con el de Lukács

** A dorno, " E rinnerungen” (1 9 6 6 ), Üb er Wa l t e r B enj a mí n, p. 69.


C u áles fueron los extractos precisos que B en jam in leyó a A dorno, no
p u ed e determ inarse, ya que el Passagenarbeit, que n u n ca fu e con clu id o,
está com p u esto d e una co lecció n d e ensayos, notas y borradores, la m a­
yoría sin fech ar, escritos d u ran te los trece años transcurridos entre 1917
hasta la m uerte d e B enjam in.
623 C arta, B enjam in a M ax R ych n er, 7 d e m arzo de 1931, B enjam in,
Briefe, vol. 2, p. 523.
223 L a afirm ación d e B enjam in acerca de la n ecesidad del con ocim ien to
d e la cábala para en ten d er su estu d io sobre el T rauers pi el desconcertó a
S ch olem , q u e no lo consideraba en n in gú n sentido un texto cabalístico
(S ch o lem , Wa l t e r B e n j a mi n : D i e Geschicht e einer Freundschaf t, p. 150).
Pero la sim ilitud se refería no al con ten id o sino a la estructura cogn itiva.
E l m étod o de exégesis cab alística era d escifrar tanto los textos com o los
feñom eriós h a m iste s com o jeroglíficos en los cuales aun"los~~Hefgfíes~~~m5~s
ín tim os servían para revelar una verdad ño Buscada a través de~~!ás
palabras d e 1o$ ^ gXtOS o el sigm ficád o coffifiano *"3el'^ienoiTieñai'^Bi^m'étotio
férminaba""coñ una lógica de correspondencias a través de las fronteras
d el esquem a con cep tu al; el ob jetiv o era la revelación de la verdad que
asum ía sign ificad o dentro del p resente, y esto sign ificab a a m en u d o un
v u elco com p leto en las interpretaciones rabínicas tradicionales ( i de m
M a j o r trends in jewish mysti cism, S ehocken Books, N u ev a York, 1967).
T o d a s éstas eran características del m étod o “ m aterialista” , “ d ia léctico ” ,
d e B enjam in y A dorno, tal com o se dem ostrará.
281 B enjam in, “ Über das Pronram der U om m enden P h ilosop h ie” (1 9 1 8 ),
Z u r K r i t i k der Gewal t u n d a ndere Aufstitze; véase antes, p. 33.
de la prim era época,225 pero tam bién un grado m ayor de originali­
dad,220 que le debe haber im presionado a Adorno como más fiel al
impulso teórico de M arx que m uchos de sus discípulos más orto­
doxos. H orkheim er tam bién participó, al menos en parte, en las
charlas de K onigstein (B enjam in se refiere a una im portante dis­
cusión final, con H orkheim er, A dorno, Asja Lacis y G retel K ar-
plus, alrededor de la m esa),227 pero aunque estabá en un todo de
acuerdo con m uchas de las prem isas filosóficas del program a de
Konigstein, sus escritos no reflejan de ningún m odo la fuerza del
im pacto de Benjam in sobre Adorno. Este últim o resulto''extraordi­
nariam ente im presionado. El léngúáje de sus escritos ya había co­
m enzado a m ostrar la influencia del estudio sobre el Trauerspiel,228
Pero pareciera que recién en aquel m om ento apreció la im portan­
cia de los conflictos intelectuales a los que lo confrontaba su propio
avance hacia M arx. El efecto sobre su trabajo fue inm ediato. U n a
crítica sobre W ozzeck de Berg, de noviem bbre de 1929, dem ostraba
el entusiasm o de su conversión,220 y la form a aú n tosca, aún sin
digerir, de incorporación de las nuevas ideas.
Fue uno de los prim eros artículos sobre m úsica que m ostraban su
claro com prom iso m arxista.280 Publicado justo después del colapso

220 Y a en 1924, cu an d o trabajaba en su estudio sobre el Trauerspiel


aún no m arxista, B enjam in se sorprendió an te el hech o d e que “ Lukács,
a partir de reflexiones p olíticas, arriba al m enos p arcialm en te y quizá no
de m anera tan cabal com o m e p areció en un prim er m om ento, a afir­
m aciones cogn itivas que m e son m uy fam iliares o m uy fieles [a mi propio
p ensam iento].” (B en jam in , G e s a mm e l t e Schri ften 1 :3 : A b h a n d l u n g e n , pp.
078-079.)
120 B enjam in escribió a A dorno q ue era necesario “ no ‘aplicar’ el m ar­
xism o al pie d e la letra sin o trabajar con él, y eso significa, para todos
nosotros, luchar con él” .' (C arta d é 'B e n ja m in a ^Adorno, 17 de ju lio de
1931, Frankfurt am M ain , L egad o A dorno.)
227 C arta d e B enjam in a A dorno, 31 d e m ayo d e 1935, B enjam ín, Driefe,
vol. 2, p . 6 6 3 .
C om o se observó antes (n. 206), el artícu lo de Adorno^ de _1928,
“ Schubert” utilizab a el vocab u lario .d e ., B en ja m ín / P e r ó n o h a b í a ningún
rasgó "m arxista en él, in clu so hablaba p ositivam en te de la “ o n tología” ,
a la que su program a de K o n ig stein se oponía' exp lícitam en te/' A dorno
suprim ió, d e m anera sign ificativa, todas las referencias a la on to lo g ía
al volver a pub licar su ensayo sobre S ch u b ert érí M o m e n t s Mu s i c a u x en
1964. E n el p refacio a esta ed ició n ad vertía que h ab ía1"hecho m o d ifica ­
ciones sólo en aquellos casos en q ue se h ab ía sen tid o “m uy turbado” por
el original. >"
1:0 T e n ía claram en te las características d e u n a conversión, aun cuando
Adorno hubiese in flu id o d e igu al m anera a B enjam in d u ran te el en cu en ­
tro. L a tarea teórica in icia d a por B enjam in fue d e a llí en ad elan te tarea
com partida.
ÍB0 S in em bargo, e l artícu lo de A dorno “N a ch tm u sik ” (1 9 2 9 ), redi-
de la bolsa de valores en Nueva York, nunca su mensaje político vol­
vería a ser tan directo.231 Y sin em bargo ya entonces, en su inter­
pretación de -la m úsica de Berg, lo distintivo de la estética m ateria­
lista de A dorno era el argum ento de que la validez, la verdad de la
música no residía en la intención política consciente del compositor
(Berg no era m arxista y Wozzeck era una ópera expresionista).
Así como Benjam in descubría afinidades entre el misticismo y el
materialismo7~así A dorno encontró u n a convergencia estructural
entre esta lógica musical interna y una comprensión crítica m arxista
de la realidad de la sociedad contem poránea.2112
Pero Adorno no se detuvo allí. Buscaba tam bién en este artículo
hallar un punto de convergencia entre la música y el procedim iento
cognitivo del psicoanálisis.21*8 T odo esto fue realizado con la ayuda
de conceptos que provenían del capítulo introductorio del libro
sobre el Trauerspiel de B enjam in.234
En el mismo año, Adorno comenzó a tra b a ja r en u n a segunda
Habilitationsschrift con un tem a totalm ente nuevo: u n a im plem en-
tación del m étodo cognitivo señalado en el capítulo introductorio
al libro de Benjam in, con el propósito de sustentar u n a crítica m ar­
xista de la filosofía de Soren K ierkegaard.235

tado en M o m e n t s Mus i c a ux , que apareció en los prim eros meses d e ese


año y que se refería a . la fu n ción id eo ló g ica d e la alegría en la m úsica
contem poránea y su relación con la estructura de clases de la sociedad,
no utilizaba el len gu aje d e B enjam in. El ensayo sobre Schubert de 1928
tenía el len gu aje de.\ Trauers pi el pero nó la "‘crítica "Wiárxista; "NaclVt-'
m usik” con ten ía la crítica m arxista "pero ño el lenguaje. Pero a partir
del otoño de 1929, ambos se com binaron.
331 “. . . el sufrim iento de cada in d ivid u o ha penetrado la lu ch a de
clases y se ha vu elto contra la continuación d el orden burgués.” (T h eo d o r
W iesengrund-A dorno, “D ie O per W ozzeck” [1929], D e r Schei nwerf er:
Blat ter de r Sladt ischen Bühne n Essen 3, 4 [1929-1930], p. 5.)
232 El carácter aproxim ativo de este artículo radicaba en el h ech o
de que esta convergencia era sim plem ente postulada, afirm ada en base
a analogías más que dem ostrada a n alíticam en te, com o haría en artículos p os­
teriores. Por ejem p lo, la afirm ación: “A sí com o el sufrim iento de los
pueblos oprim idos no ha sido tod avía elim in ad o por la lucha de clases
[¿u n a crítica a la U R S S ? ], así tam poco ha desaparecido el arte que
tiene este sufrim iento com o su objeto. A partir d e estas con trad iccion es
em erge la m úsica de W o z z e c k ( I b i d . , p. 5.)
^ Ibi d. , pp- 7-8.
1,4 Éstos incluían los conceptos de dram a, im ágenes m íticas (BiUler),
desintegración, y “las más pequeñas p artículas” .
El radicalism o más atem perado d el estudio sobre K ierkegaard (y
de otros artículos de A dorno en la décad a de 1930), en com paración
con el artículo sobre Wozzeck de 1929, p uede explicarse por los acon ­
tecim ientos .históricos (la depresión m u n d ial llevó al poder a los nazis
E l estudio (que nunca m encionó directam ente a M arx)230 fue
aceptado por el teólogo protestante Paul T illich, un profesor a n tia u ­
toritario, de inclinaciones prosocialistas, que era entonces profesor en
la U niversidad de F ran k fu rt,237 y en 1931, el mismo año en que
H orkheim er es director del Instituto de F rankfurt, A dorno entra a
form ar parte de la facultad de filosofía de F rankfurt. T en ía 28
años. S u'conferencia inaugural diseña el program a p a ra u n a filo­
sofía “dialéctica” , “m aterialista”, en un lenguaje benjam iniano y
basándose en el program a de Kónigstein, que gobernaría sus es­
fuerzos teóricos por el resto de su vida.

y no a los revolucionarios d e izquierda), asi com o por el h ech o de que


la teoría marxist^ no era popular en los círculos académ icos.
359 E l e s tu d io sobre K ierkegaard d e A dorno, escrito en 1 9 2 9 -1 9 3 1 , re­
visado y p u b licad o por prim era vez en 1933, se discu te con algú n d etalle
en el cap. 7.
357 La posición in telectu al de T illic h era b astan te d iferen te, y no pu ed e
decirse que haya in flu id o sobre A dorno. Su relación era personal (T illic h
tam bién era amigjo de H orkheim er), La viu d a de T illic h escribió recien te­
m ente que ‘‘el inm ensam ente talen toso T e d d y A dorno” se in clu ía en su grupo
de am igos de Frankfurt: “N u esto am igo T e d d y tocaba las m elodías de
[la ó p e r a de] T res cent avos, en atardeceres extáticos, después de una
buena cen a y m uchos buenos vinos en la buena ciu d ad de Frankfurt. ‘F alling
in love again ”, M arlene D ietrich , y las can cion es de L o tte Lenya de la
ó p e r a de tres cent avos eran las can cion es de m oda. C u an d o T ed d y se
sentaba al enorm e piano y se dejaba llevar, todos escuchábam os.” (H an n ah
T illich , Frorn t i me to t i me [N ueva Y ork, S tein and D ay, 1973], pp. 142-
143.)
EL MATERIALISMO DIALECTICO DE ADORNO

L a conferencia inaugural de A dorno, “Die A ktualitat der Philoso-


phie” , presentada en 1931 a la facultad de filosofía de F rankfurt
y que significaba el ingreso oficial en sus filas, delineaba un p ro ­
gram a p a ra la filosofía que pretendía ser a la vez “dialéctico” y
“m aterialista” .1 Pero, revestido con el lenguaje del capítulo de Ben­
jam ín sobre el Trauerspiel, no era m aterialism o dialéctico en ningún
sentido ortodoxo. Y au n q u e era tributario de M arx, e incluso podía
llegar a denom inarse “m arxista”, no era m arxism o. No im porta cuán
arduam ente se tra te de defender a A dorno cómo verdadero here­
dero del legado teórico de M arx — como resultado de la contro­
versia que despertó a fines de la década de 1960, A dorno tuvo su
cuota de apologistas “m arxistas”— , a lo largo de toda su vida se
diferenció fundam entalm ente de M arx porque su filosofía jam ás
incluyó u n a teoría de la acción política. A unque continuó insis­
tiendo en la necesidad del cambio social revolucionario, esta afir­
m ación siguió siendo abstracta en tan to la teoría de A dorno no
incluía concepto alguno de un sujeto revolucionario colectivo
que pudiera llevar a cabo tal cambio. M uchas veces se ha señalado
que A dorno adhería al Bilderverbot ju dío,2 en su rechazo a deli­
near la n aturaleza de la sociedad posrevolucionaria. Pero su silen­
cio acerca de este pu n to — que M arx com partía en buena p arte—
nunca fue tan profundo como su rechazo total a tra ta r el p ro ­
blem a de la praxis revolucionaria.
En 1966 A dorno escribió: “L a filosofía, que an tañ o pareció su­
perada, sigue viva porque se dejó pasar el m om ento de su reali­
zación” . Sin em bargo, es un error deducir a p a rtir de esta in ­
1 E ste discurso d e 1931, que co n ten ía en form a em brionaria la posi«
ción teórica d e su testam en to filosófico de 196G, N e g a t i v e Dial ekt i k,
no fue p u b licad o en v id a d e A d orn o. A p areció por prim era vez en 1973
en T h eo d o r W . A dorno, Ge s a mme l t e Schri ften, vo l. 1: Frühe phil osophi sche
Schri ften, ed. R olf T ied em a n n (Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag,
1973), pp. 3 2 5 -3 4 4 .
a C f., p. ej., M artín Jay, T h e dialectical i magi nat i on: A history of
t h e Frankfurt School a n d the Ins t i t ut e of Social Rese arc h, 192 3 - 1 9 5 0
(B oston : L ittle, Brown, 1973), pp. 56 y 262.
troducción a Dialéctica negativa,8 tantas veces citada, que en loa
años anteriores a H itler, cuando la realización dd‘ la filosofía aún
tenía u n a oportunidad, la posición de Adorno en cuanto a la
legitim idad de hacer filosofía era en algún sentido diferente. Si
bien Jay escribió que el Instituto de F rankfurt en general y H ork­
heim er en particu lar sólo abandonaron a regañadientes su creen­
cia en el poder revolucionario del proletariado después de la con­
solidación de H itler en el poder, e incluso no com pletam ente hasta
el estallido de la segunda guerra m undial,4 es imposible docu­
m entar u n a desilusión progresiva sem ejante en el caso de Adorno.
Esto no necesariam ente prueba que A dorno jam ás fincara sus
esperanzas en el proletariado.0 Lo que sí indica es que se, negaba
a incorporar a esta clase dentro de la fundam entación de su teo­
ría, a p erm itir qué la validez de la teoría fuese de algún rrjod,p
dependiente de ia existencia de un sujeto revolucionario colectivo
o de la posibilidad de su aplicación directa a la praxis política.
A dorno m antuvo esta posición en la década de '1960,6 p ara gran
frustración de los nuevos estudiantes izquierdistas: ¿cóm o podría
p retender ser un teórico m arxista sín b rin d ar apoyo teórico al
proletariado, o a cualquier otra clase revolucionaria? A pesar de
esta aparente contradicción, la posición de Adorno tenía su lógica
interna basada en sus experiencias intelectuales, que p a ra 1931
lo habían persuadido de tres cosas: que cualquier filosofía, y el

8 T h eod or W . A dorno, D i a l é ct i c a n e g a t i va , trad. J. M . R ip a ld a (M a ­


drid: T aurus, 1975), p. 11.
4 Jay, T h e dialectical tmagi nat i on, pp. 4 3 -4 4 . S in em bargo, se d eb e notar
que H orkheim er tam p oco d elin eó jam ás en sus escritos un program a para
la praxis revolucionaria. Y aunque bajo su d irección el In stitu to com piló
un im portante proyecto de in vestigación sobre la co n cien cia proletaria
(véase S tu d i e n über A u t o r i t a t u n d Familie, ed. M ax H orkheim er [París,
Félix A lean , 1936]), este trabajo n u n ca se com binó con un com prom iso
político directo,
6 A dorno sí m en cion a esp ecífica m en te al proletariado en varios de sus
prim eros artículos sobre m úsica, y al m enos en una ocasión hizo una re­
ferencia positiva (au n q u e indirecta) a la vio len cia revolucionaria de n a ­
turaleza anarquista. H ab lan d o de la galería, el lu gar más barato del teatro
(bancos plegadizos con los cuales construir barricadas), ten ía la visión de
la liberación sim ultánea del arte y de sus ocu p an tes: “ G uando el disparo
desencadenado desd e la galería atraviese el corazón del actor que inter­
preta al villan o princip al, cu m p lien d o así su trayectoria, la galería se redi­
mirá a sí m ism a y al escenario al m ism o tiem p o.” (T h eo d o r W . A dorno,
“G alcrie” [1931], Qu as i una fantasía: Mustkali sche Schri ften I I [Frank­
furt am M ain , Suhrkam p V erlag], 1963, p. 99.)
8 C f. T h eo d o r W . A dorno: “ M argin alien zu T h eo rie und Praxis”
(s. f.), St i chwor t e : Kri t i s c he Mo d e l l e n . (Frankfurt am M ain , ed. Suhr­
kamp, 1969), pp. 169-191.
marxismo por cierto no era u n a excepción, perdía su legitim idad
cuando saltaba las barreras de la experiencia m aterial y pretendía
alcanzar el conocimiento m etañsico (tal había sido la le c c ió n del
neokántismo de Cornelius); que el criterio de v e r d a d e r a más
racional que pragm ático, y que por lo tanto la teoría no podía
ser sübórdiíiíídá á objetivos políticos o revolucionarios; y que el
arte de avajii-garde, aun en el caso de la música de Schónberg,
que no tenía intención política consciente, podía ser más progre­
sista que simple decadencia burguesa; que no era m era ideología
sino, al menos potencialm ente, tam bién era una form a de escla­
recimiento.
Com o se señaló, la aproxim ación de A dorno a M arx (así corno
la de H orkheim er, Benjam in y el círculo de Berlín) fue influida
decisivam ente p o r Historia y conciencia de clase de Lukács. P ara
entender su form a de acercam iento a M arx, debe aclararse la
exacta naturaleza de. la influencia de Lukács. Porque si bien fue
intensa, fue tam bién lim itada. Adorno jam ás aceptó en su to ta ­
lidad las prim eras interpretaciones de Lukács sobre M arx.

RECEPCIÓN DE LUKACS

Lukács se oponía al marxismo m ecanicista, determ inista,^‘V ulgar”


que K atía dom inado la Segunda Internacional, y al afirm ar que
el marxismo era en esencia un “m étodo” dialéctico, retornaba a las
raíces hegeiianas de M arx. L a interpretación de Lukács deí m a­
terialismo diáléctíco tenía dos componentes. El prim ero era ne­
gativo. Lo consideraba como un m étodo p a ra analizar crítica­
m ente la relación dialéctica entre conciencia burguesa y condicio­
nes sociales m ateriales. En tanto que Ideologiekritik, era una me-
tacrítica de.los esfuerzos intelectuales burgueses, una dem ostración
de los límites necesarios de todas las teorías burguesas en su es­
fuerzo por conocer la realidad. Eí segundo nivel era positivo.
Lukács avanzaba desde u n a crítica social de la conciencia bur­
guesa a la afirm ación de la conciencia revolucionaria de la clase
proletaria. El lazo m ediatizador era un concepto de la totalicíad
Histórica que, a través de u n a interpretación m aterialista de la
teoría de la alienación de Hegel, revelaba al proletariado como
sujeto-objeto de la historia y de allí como la única clase capaz de
conciencia “verdadera” . De un m odo m uy hegeliano, “el proceso
dialéctico y el desarrollo histórico se entienden como idénticos” .7
t
7 G eorg Lukács, Historia y consciencia de clase (M éxico, G rijalbo, 19(59),
p. ína.
De allí que, p a ra Lukács, el m arxism o era un m étodo cognitivo
que conducía a an programa de acción. Pero A dorno jam ás dio
este segundo paso. Desde el comienzo, la identificación de Lukács
entre verdad y conciencia de clase del proletariado y el concepto
cfe““Kisíófiá'que'*'esto im plicaba, no dejaron “ huella alguna en su
pensam iento. Su deuda.respecto ja Lukács se lim itaba^claram ente
al nivel negativo de la Ideoíogiekritik, él análisis crítico de la con­
ciencia de clase burguesa.
L a Ideoíogiekritik de Lukács operaba analizando la relación
dialéctica entre la parte y el todo: “Por e so .. . los problem as ‘ideo­
lógicos’ y 'económicos’ pierden su recíproca extrañeza y fluyen
los unos en los otros.” 8 En lugar de reducir el pensam iento b u r­
gués a sus condiciones económicas de producción, Lukács argu­
m entaba que la naturaleza de esas condiciones debía hallarse al
interior de los mismos fenómenos. E n realidad cada único aspecto
de la sociedad contenía “ la posibilidad de desarrollar a p a rtir de
él toda la plenitud de contenido de la to talidad” .® Pero esta po­
sibilidad podía ser realizada sólo cuando la estructura de la tota­
lidad social era identificada. Y aquí radica la contribución más
original de Lukács.10 Sostenía que la estructura de la m ercancía,
cuyos misterios M arx había disipado en él prim er capítulo del
Capital, perm eaba todos los aspectos de la sociedad burguesa, in­
cluyendo los propios esquemas del pensam iento burgués. El pro­
blema de la m ercancía, afirm aba, era el “problem a estructural
central de la sociedad capitalista en todas sus m anifestaciones vi­
tales”, era “el prototipo de todas las formas de objetividad y de
todas las correspondientes form as de subjetividad” .11
E n su famoso capítulo “L a cosificación y la conciencia del
proletariado”, Lukács analizaba la tradición de la filosofía ^ b u r­
guesa, dem ostrando que las antinom ias que continuam ente ap a­
recían en su interior tenían la m ism a estructura que las contradic­
ciones de la producción económ ica burguesa. Sostenía que el pro­

6 I bi d. , p . 38.
I b i d . , p. 189.
30 D eb e señalarse la d eu d a de Lukács no sólo h a cia su anterior m aestro
M ax W cber, sino con el n eoh egelian o W ilhelm D ilth ey , por la idea de una
estructura com ún q u e se m an ifiesta en todos los aspectos soctetales de una
era histórica dada. E l m ism o Lukács recon oció su d eu d a para con D ilth ey
(ibid., p. 170). Pero existía una d iferen cia sign ificativa. El co n cep to de
estructura de D ilth ey era puram ente descriptivo, m ientras q ue la estructura
de la m ercancía en L ukács era una herram ienta an a lítica que supu es la ­
m ente revelaba la real naturaleza d e la sociedad y de su desarrollo his-
tórico.
« Ibi d. , p . 2 3 3 .
blem a fundam ental del idealism o, la separación dualista del sujeto
£^el objeto, tenía su prototipo en el problem a de la m ercancía, en
d o n d e lo s productos aparecen divorciados de los obreros que.Jos. lian
PíPfiucicío. El conceptÓ 'de reificación proporcionaba la clave de am ­
bos. Así como las m ercancías asum ían u n a form a reificada en el do­
m inio de producción, se transform aban en “fetiches” que aparecían
escindidos del proceso social de su producción, asíala reificacla
concepción clel “objeto” como lo “dado” inm utable jde la teoría
b urguesa oscureció el p r oceso oc ioh istó rico a través del cual se
había.. confc)í:^n2KjÍ9r ,'Y así com o las m ercancías reificádas a d q u i­
rían un abstracto valor de cambio, divorciado de su valor de uso
social, así la reificación de la lógica burguesa se m anifestaba en la
abstracta separación entre form a y contenido. D e allí que el límite
del pensam iento burgués fuese “objetivo” : “ es la situación de clase
m ism a” .12 L a significación del análisis de Lukács consiste en que,
en lugar de ver en la teoría burguesa un m ero epifenómeno, un
delgado velo sobre los desnudos intereses de clase, sostenía o in­
ten ta b a dem ostrar que, incluso los m ejores pensadores burgueses,
en sus intentos intelectuales m ás honestos, no eran capaces de
resolver las contradicciones de sus teorías, porque éstas se basaban
en una realidad que era en sí mism a contradictoria. T o d a vez
que estos pensadores aceptaban la realidad social dad a como la
realidad, se enfrentaban con u n a b arre ra de irracionalidad que
p o d ría ser superada (y que había llevado a K a n t a afirm ar la cosa
en sí), porque dicha b arre ra no podía elim inarse de la teoría sin
ser elim inada en la sociedad. A la inversa, si los teóricos pudiesen
ver a través de las apariencias reificadas, reconocerían que las
antinom ias de lá filosofía se debían no á "las inadecuaciones de la
razón sino a las a e la realidad, donde la rázón tra tab a de encon­
trarse a sí misma. Y esto, afirm aba Liikács, " significaría considerar
los fenóm enos sociales ya no desde el punto de vista de la hurgue-
jm 'V 8 es decir, desde el de la clase revolucionaria, el proletariado.
N o existe d u d a alguna de que, p ara A dorno, la percepción de
Lukács de las m anifestaciones de la estructura de la m ercancía
al interior de la conciencia burguesa fue “de u n a im portancia difí­
cilm ente sobrestim able”,14 y que la época de este, im pacto tuvo
lugar inm ediatam ente después de su aproxim ación inicial al m ar­
xismo. M ientras su estudio sobre K a n t y Freud de 1927 no mues-

13 i b i d . , p. 58.
13 Ibi d.
u A lfred S ch m id t, “D ie Zeit schri ft für Sozi alforschung: G esch ich te und
gegen w ártig e B ed eu tu n g ”, introd. a Zeitschrift f ü r Sozialforschung, 2?
ed. (M u n ich , K ó sel-V erla g , 1 9 7 0 ), v ol. 1, p. 34.
tra influencia alguna de la filosóficam ente sofisticada Ideologie-
kritik de Lukács (y ésta fue precisam ente su debilidad), el análisis
prítico de K ierkegaard, en el que trabajó desde 1929 a 1933,
táebía m uchísim o a los conceptos de “reificación”, ‘'estructura de
la m ercancía”, y “fetichism o” dé Lukács. A dorno Jno sólo continuó'
el m étodo de Lukács dé analizar Tá filosofía burguesa, sino que
extendió su aplicación a la esfera d e " ía música"16'
"Después de ía segunda guerra" m u h d ia ir y ' de los horrores de
Ausclnvitz e H iroshim a, A dorno identificó como el m al fundam ental
a la estructura de dom inación: “L a cosificación es un epifenómeno
en com paración con la posibilidad de u n a catástrofe t o ta l.. .’no
Pero d u ran te los años treinta, A dorno parece haber aceptado como
correcta la afirm ación de Lukács en el sentido de que no existía
solución a los problem as de la filosofía burguesa, que “no haya
de buscarse en ía del enigm a de la estructura de la m ercancía” .*7
En realidad, en su conferencia inaugural de 1931, la única ilustra­
ción que dio de su program a filosófico fue u n ' ejem plo tom ado
de Lukács: el uso de la estructura de la m ercancía p ara develar
el problem a kantiano de la cosa en sí. Sin embargo Adorno no
identificaba del todo su program a con el de Lukács. Escribió así
que la solución al problem a de la cosa en sí no se encontraba

rev ela n d o d e algú n m o d o , c o m o p en só L u k ács, las c o n d icio n es so cia les


bajo las cu ales lle g ó a p la n tea rse e l p ro b lem a d e la cosa en sí; ya que
el c o n ten id o d e verd ad d e un p ro b lem a es en p rin cip io d ife r e n te d e las.
co n d icio n es h istóricas y p sico ló g ic a s a partir de las cu a les surge. P ero
podría ser p o sib le q u e, a partir d e una co n stru cció n a d ecu a d a d e la.
estructura d e la m erca n cía , el p ro b lem a d e la cosa é ñ Sí d esa p a reciera
a b so lu ta m en te, q u e la fig u ra h istó rica d e la m erca n cía y d el va lo r de
cam b ió lib era ra , co m o u n rayo d e luz, la form a d e un a rea lid a d cu y o
o cu lto sig n ifica d o , la in v estig a ció n sob re el p ro b lem a d e la cosa en sí, se
p rob lem atizara en van o; p orq u e n o tien e n in gú n sig n ifica d o o c u lto q u e
sea red im ib le d e su p rim era y ú n ica a p a rien cia h istó ric a .18

18 V éase el prim er artícu lo de A dorno para la Zeitschrift für Sozi al ­


forschung, revista d el In stitu to de Frankfurt en la ép oca de H orkheim er:
“Zur gesellsch aftlich cn L age der M usik” (1 9 3 2 ), que se discu te más.
adelante.
18 T h eo d o r W . A dorno, D i a l é c t i c a n e gat i v a (M ad rid , T au ru s, 1975),
p. 192.
1T L ukács, Hi st oria y consciencia de clase, p. 23 3 . A dorno criticaba su
propia posición anterior cu an d o escribió en 1966: “El pensam iento se
im agina tan fácil com o con solad oram en te que posee la piedra filosofal
para disolver la cosifica ció n , la calid ad d e m ercan cía.” (A d orn o, Dialéc­
tica negat i va, p. 191.)
18 A dorno, “D ie A ktu alitát der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), GS 1, p. 337.
Adorno no estaba en desacuerdo con el procedim iento analítico
de Lukács. L a distinción que efectuaba se refería más bien a la
significación de tal procedimiento. E ra la validez filosófica del
enfoque lo que le im pactaba. Debemos recordar que H ans C orne­
lius había rechazado la doctrina kantiana de la cosa en sí, por
consideraría un residuo m etafísica10 Lukács no rechaza simpíe-
méñte" ésta doctrina, sino que explicaba su aparición histórica.
Ya para Adorno la verdadera significación de esta explicación — que
la realidad objetiva (la form a m ercancía de la sociedad burguesa)
•estaba presente dentro de la conciencia subjetiva (el idealismo
kantiano)— , equivalía a dem ostrar la falsedad de la prem isa kan­
tiana de la dualídad~de sujeto y objeto que había sido en prniier
lügái; el origen deí problem a "de la cosa en sí. Adorno estaba con­
vencido de la verdad de este análisis, independientem ente de si
reflejaba o no “el punto de vista del proletariado” . L a verdad
•objetiva podía auténticam ente converger con este punto de vista
subjetivo de clase, pero dicha correspondencia entre teoría e in­
tereses del proletariado no constituía el criterio de verdad, Al
m enos en los comienzos, Adorno y Benjam in parecen haber estado
de acuerdo en este punto, y esto diferenciaba su form a de e n ten ­
d e r a M arx, de la de sus colegas intelectuales más cercanos.20
Benjam in escribió a un amigo, durante ese mismo año (1931),
explicándole que era m aterialista porque esta posición se acercaba
jnás a la “verdad” y lo prevenía contra la posibilidad

. . . d e v erm e co m o un a b o g a d o d el m a teria lism o d ia lé c tic o en tan to


d o g m a , sino ;en ca m b io c o m o un in vestigad or d e la rea lid a d para q u ien
la a c t i t u d (H a l t u n g ) d el m a terialism o resu lta m ás c ie n tífic a y h u m a n a
en to d a s ls cosas q u e se nos p resen tan , q u e la 1 d el id ea lista .21
/ -

30 V éase cap 1.
20 Para una discusión sobre el énfasis en la “verdad” cogn itiva en com ­
p aración con la orientación, d e H orkheim er h acia la praxis ética, véase
el cap. 4. En 1923 ©¿jtjamin*'1!rechazó expresam ente la evalu ación del
arte en función d e . sus éfécFos:'“ '‘‘N m g fy i, p oem a tiene por d estinatario
al lector, ningún cuadro se dirige a quien lo '“contem pla, nin gu n a sinfonía
¿i quien la e¡scucha.” (W alter B enjam in, “T h e Task of the T r a n sla to r ’
(TH^3)7''ni umi na t i o ns, ed. e jntrod. Ila n n a h Á réndt., trad.'* Híírry Z olin
.[Nueva York, Schocken Books, 1969], p. 69.)
21 C arta de B enjam in a M ax Rychricr, 7 de m arzo de 1931, en W alter
.Benjamin, Briefe, 2 vols., ed. Gersüom Sc'.mlcm y T h eod or W, A dorno
(Frankfurt am M ain , Suhrkamp V erlag, 1966,. vol. 2, p. 524). M ás a d e­
la n te, en la décad a de 1930, cuando B enjam ín, bajo la influencia de Brecht,
escribió ensayos afirm ando la co n cien cia del proletariado en su estado
actu al, A dorno le reprochó haber abandonado su posición anterior (véase
can. 9).
A dorno creía posible, por lo tanto, aceptar el m aterialism o dialéc­
tico de Lukács como m étodo cognitivo, sin abrazar su teoría
ontológica del proceso histórico o su concepto del proletariado'
como sujeto-objeto de ese proceso. No era la intención de Lukács
que estos dos niveles pudieran afirm arse por separado. Insistía,
en la identidad entre “conocim iento objetivo de la esencia de la
sociedad” y “autoconocim iento del proletariado” .22 M arcado por
su experiencia como comisario diputado p ara la educación d u ran te
la efím era R epública Soviética H úngara, la intención de Lukács.
era convencer a los intelectuales de convertirse en revolucionarios.
El propósito de su crítica a la conciencia burguesa era probar que
aquello que los pensadores de su época habían llam ado “crisis
cultural” no podía ser superada en el nivel de la teoría, sino sólo
uniéndose a la causa del proletariado-28
Pero su intención tenía el peligro de generar la reacción inversa.
L a propia sofisticación de su crítica, que tornaba al m aterialism o'
dialéctico intelectualm ente respetable,24 proporcionó a A dorno una.
herram ienta por dem ás efectiva p a ra continuar filosofando.

RECHAZO DEL PROLETARIADO

¿ P o r ^ u é A dorno se lim itó a a cep tar el m aterialism o dialéctico ern


su nivel de conocim iento crítico? Si siguió casi literalm ente la crí­
tica de Lukács de la conciencia burguesa, ¿ p o r qué sejresistió tanto-
a afirm ar la alternativa, la conciencia revolucionaria del prole­
tariado?
É n prim er lugar, en su rehegelianización de M arx, el concepto
de Lukács de proletariado como sujeto-objeto de la historia re­
sultaba ser un^L construcción altam ente problem ática.23 N o era.

28 L ukács, Hi s t o r i a y consci encia de clase, p. 166.


23 K ettler ha afirm ado q ue la desesperanza fren te a la crisis cultural
fue la razón por la cu al el p ropio Lukács abrazó el m arxism o y que id e n ­
tificaba a la revolu ción con una renovación cu ltu ral (Kultiircrne\<.erun&).
Véase D a v id Ke]ttlcr, M a r x i s m u s u n d K u l t u r (N e u w ie d : L uehtcrhand'
V erlag, 1967.)
21 En aq u ella ¿poca Lukács escribía: “em p ezó a incorporarse al buen,
tono cien tífico el recibir con m era burla cu alq u ier a d h esión al m arxism o
ortod oxo” . (L uk ács, Hi st ori a y consciencia d e clase, p. 1.)
” Jones argum enta que L ukács in trod u jo el co n cep to co m o un deus
ex machi na para proporcionar el eslabón perdido de u n a prueba g eo m é­
trica (véase G areth S ted m an Jones, “T h e M arxim o f the Early Lukács:
An E v alu ation ”, N e w L e f t R e v i e w , 70 [noviem bre-diciem bre d e 1971]:
46). E l m ism o L ukács en su prefacio d e 1967 se cu estion ab a: “ ¿S e pro­
duce realm ente un su jeto-ob jeto id én tico en un a u tocon ocim ien to. .
sólo que perm aneciera fiel al esquem a ontológíco hegeliano de la
dialéctica de la historia, y p o r lo tanto rayano en la m etafísica.26
T e n ía que enfrentarse tam bién al hecho de que los obreros reales,
em píricam ente existentes, no véíán al m undo “desde el punto de
vísta dél p ro le taria d o ” . C onsciente' dé esta dificultad, Lukács in ­
tro d u jo lá l distinción entre conciencia “em pírica” e “im p u tad a”
(zu g erech n ete), es decir aquello que el proletariado pensaría sí
tuviese n ítid a conciencia de su posición objetiva. Su teoría construía
entonces un pu en te en tre la conciencia em pírica e im putada a fir­
m an d o que el p artid o era la corporeización de la “voluntad colec­
tiva”27 del proletariado. L a posesión de la teoría correcta hacía del
P artido el vocero legítim o, la “vanguardia de la clase revolucio­
n a ria ” .28 Él p artid o se distingue del resto del proletariado “porque
posee u n a visión de conjunto del entero cam ino histórico de la clase
-oBrérá "en su to talid ad ” .20 Se^constituye., en el eslabón m ediador,
en el órgano donde convergen teoría y praxis.'
' Esta visión deL partido^ cóm únista encabezando el m ovim iento
a través del cual el proletariado, “sujeto-objeto” de la historia,
realizaría su “misión histórica” 80 era m ucho m ás im pactante a
•comienzos de la década de 1920 que hacia finales de la m ism a. Al
<escribir d u ran te los años cargados de potencial inm ediatam ente
siguientes a la revolución rusa y la prim era guerra m undial,
Lukács fue atra p ad o .por J a visión^ m esiánica, “la fe, por entonces
aú n m uy viva, en que la gran oleada revolucionaria que en po­
quísim o tiem po iba a llevar al m undo entero al socialismo, o, por
lo m enos E uropa sin excepción no h ab ía quedado en m odo alguno
d e te n id a .. .”81 D e sp u ^ jd e _ 1 9 2 4 , J ^ .T e rc e ra Internacional adm itió
que el capitalism o europeo h a b ía entrado en u n a era de^*estabili-
•dad relativ a”82 C on la consolidación de Stalin en el poder, el ob-

A d m itió.. q u e el co n cep to no era “n in g u n a realización m aterialista que


superara la con stru cción in te le c tu a l id ealista, sino m ás b ien una plu scu am -
h cg cliza ció n d e H e g e l” (Hi st ori a y consciencia de clase, pp. x x iv -x x v ).
^ E s un p u n to d iscu tib le q u e e l co n c ep to d e historia d e L ukács sea
m etafísico. P ara u n a arg u m en ta ció n contraria a esta in terpretación, véase
M au rice M erlea u -P o n ty , “ ‘W estern’ M arxism ” , A d v e n t u r e s of t he dialec-
Aic, trad. J osep h B ien (E v a n sto n , 111,, N orth w estern U n iv ersity Press,
1973), p p . 3 0 -5 0 . Jü rgen H ab erm as sostien e la posición contraria en
T h e o r i e un d Praxis: Sozt al pht losophi sche S t u d i e n (Frankfurt am M ain ,
Suhrkam p V erla g , 1971), p. 144 y passim.
27 L ukács, Hi s t o r i a y consci encia de clase, p. 3 2 9 .
M I b i d , , p. 3 3 4 .
rí I b i d . , p. 3 4 0 .
30 I bi d. , p . 4 5 .
01 Ibi d. , p. x m .
3Í I b id.y p. xxx.
jetivo de la revolución m undial se subordinó al pfogram a de cons­
trucción del socialismo en un solo país. El estallido de la depresión
m undial podía h ab er brindado renovada convicción a la profecía
según la cual las contradicciones de la sociedad capitalista serían
reproducidas “a m ás alta potencia, en form a renovada y con cre­
ciente intensidad por la m ecánica dialéctica del proceso” .88 Sin
em bargo ni el Partido C om unista Alemán ni los propios obreros
poseían u n a conciencia que pudiese transform ar esta crisis en una
revolución. E n 1928 la Internacional C om unista invirtió su tác­
tica anterior del “frente unido” , y a pesar de la depresión m undial
y el ascendente poder de H itler, el partido siguió denunciando
como “socialfascista” a la izquierda no comunista, estrategia que
dividió a los obreros y benefició a los nacional-socialistas. En la
elección de septiem bre de 1930, con m ás de cuatro millones de obre­
ros alem anes desem pleados, 6.4 millones de votos se registraron en
favor de los nacional-socialistas, m ientras que los jcomunistas obtu­
vieron 4.6 millones.84 Y en los dos años siguientes, la fuerza del
partido de H itler siguió aum entando.
Adem ás, y probablem ente éste fuera el factor decisivo p ara
A dorno,85 la teoría, transform ada en un instrum enfo^^ara^iá' re-
vólucíón, m anipulaba' lá verdad según las necesidades estratégicas
del partido. E ra claro hacia fines de la "década de 1920 que la
lealtad p artid aria, en nom bre de la realización de la verdad teóri­
ca, exigía su subordinación. Esta inversión dialéctica ya estaba p re­
sente en el libro de Lukács. Com o él mismo adm itía, dentro del
partido “ lo que hoy es acertado puede ser falso m añana” .88 El
criterio de la teoría correcta se reducía entonces a un m ero prag­
matismo :

E l carácter e m in e n te m e n te p rá ctic o d e la organ ización c o m u n ista , p reci­


sam en te su esen cia d e p a rtid o d e lu ch a , p resu p on e, por u n a p arte, la
teoría verd ad era, p orq u e en o tro c a so su cu m b iría m u y fá c ilm e n te an te las
c o n secu en cia s d e u n a teoría fa lsa .87

Además Lukács no se hacía ilusiones acerca de la disciplina exigida


p ara los m iem bros del partido, “la intervención activa de la ente-
“ Ibi d. , p. 220.
31 E rich Eyck, A history of W e i m a r R e p u b l i c , 2 vols., trad. H arían P.
H anson y R ob ert G . L. W h ite (N u e v a York, Joh n W iley & Sons, 1967),
vol. 2, pp, 2 7 9 -2 0 0 , 300.
35 A dorno p arece haber sido tan in gen u o com o el partido com unista al
subestim ar la fuerza d e H itler. C asi hasta el estallid o d e la segunda guerra
m undial, creyó que el nazism o ten d ría corta existencia.
M L ukács, Hi st oria y consciencia d e claset p. 348.
87 I bi d. , p. 3 4 1 .
ra personalidad”. A rgum entando en contra de la afirm ación de
Rosa Luxem burg^8 (que era tam bién el sentimiento de Adorno) en
el sentido que ctla libertad es siempre libertad del que piensa de otro
m odo”,80 Lukács replicaba "la libertad tiene que servir al dom i­
nio del proletariado, y no a la inversa”.™ Como resultado de su
subordinación al partido, el papel de la conciencia en la lucha
revolucionaria, que el libro de Lukács tanto había hecho p ara
restablecer dentro de la teoría m arxista, perdió su base m aterial:
la conciencia concreta de los seres hum anos reales.
L a historia personal de Lukács fue el ejem plo viviente de esta
inversión dialéctica im plícita en su teoría. E n 1924 demostró su
solidaridad con la bolchevización de la T ercera Internacional al
escribir un elogio de Lenin, cuyo concepto del m aterialism o d ia­
léctico era m arcadam ente diferente del de su teoría. M ás tarde,
en ese mismo año, Zinoviev denunció explícitam ente a Historia y
conciencia de clase como revisionismo teórico.41 En 1928, las
“tesis ..so^rQ., Blum ” de Lukács, que contradecían la posición de la
Internacional de rechazar la estrategia dé frente unido, fueron
consideradas como una “desviación de derecha” .42 Lukács se sometio
una*vez más a la censura del partido. En enero de 1931 (año dé la
conferencia inaugural de Adornó señalando su propia in terp reta­
ción del m aterialism o dialéctico), un decreto del comité central
del partido bolchevique elim inaba la libertad de polemizar con la
interpretación oficial de la filosofía m aterialista dialéctica. Ese
mismo año Lukács comenzó a escribir p a ra la revista del partido
Die Linkskurve, apoyando la literatura proletaria y en protesra
contra los intentos de distinguir arte y propaganda.48 Finalm ente,
en 1934, Lukács renunció abiertam ente a Historia y conciencia
de clase, por considerarla culpable de lo que Lenin había deno­
m inado “m aterialism o en la superficie” pero “idealismo en pro­
fun d id ad ” .44
Ibi d. , p. 334.
30 C itad o en ibid., p. 303.
w Ibi d. , p. 305.
4t C itado en Paul Breines, “ Praxis and its theorists: the im pact of Lukács
and K orsch in the 1 920’s” , Telos, 11 (prim avera de 1972): 87.
C itado en ibid., p. 89.
** G eorge L ich th eim , Georg Luk á c s (N u ev a Y ork, T h e V ik in g Press,
1970), p. 87.
44 G corg Lukács, “D ie B ed eu tu n g v on ‘M ateríalism us u nd Em piriokri-
t¡7,ismusf für d ie B olschew isierung der kom m unistischen P arteíen ” , trad.
G isela Rraun de P o d Z n a m e n e m Ma r k s i z ma , 4 (1 9 3 4 ), en F urio C eruttí
et al. cds., f Geschichte u nd Klassenbewusstsein He u t e : Diskussion und
Do k u m e n t a t i o n , Schw arze R eíh e, núm . 12 (A m stcrdam , V erlag de M un-
ter, 1971), p. 260. Por supuesto que efectivam en te había elem entos idealistas
Ha<ya la época del viraje de A dorno hacia el marxism o, las ca­
rreras de Lukács y de otros intelectuales comunistas habían puesto
en claró que la solidaridad con él partido exigía sacrificar la in­
dependencia intelectual que A dorno consideraba no sólo esencial
para el pensam iento crítico sino totalm ente com patible con su pro­
pia teoría "m arxista” . El hecho mismo de a d o p ta r el m étodo an­
terior de Lukács constituía una crítica im plícita del partido que
lo había denunciado. Al mismo tiem po, del mismo modo, que
Lukács (y que Lenin), era plenam ente consciente de las inadecua­
ciones de la conciencia em pírica de los obreros. A dorno rompió
con Brecht precisam ente en torno a este punto. Al escribir a Ben-
jam in en 1936, y citando a L enin en su apoyo, criticó a Brecht
por dirigirse

. . . a la conciencia real del proletariado real, que no tiene nada, abso-,


lutamente, por encima de la burguesía, salvo un interés en la revolu­
ción, pero que de todos modos tiene todas las marcas de la personalidad
trunca de la burguesía.46

E nfrentado al dilem a de someterse al partido, como lo había


hecho Lukács o como Brecht, apelar al proletariado en su nivel de
conciencia real. A dorno adoptó u n a tercera posición, que m ás
tarde llamó “no-participación” ( nichtm itm achen). Insistía en la
libertad del intelectual respecto al control del partido', en re a tid a J
resperln _d.p cualquier responsabilidad directa del efecto de su- tra ­
bajo sobre el, público, pero sostenía al mismo tiem po que Isuácti.-
vidad intelectual válida era por sí m ism a revolucio n a rle. Adorno
argum entaba qúe teoría y praxis política no eran idénticas" y'"qüéí
su ré lá cíó n estaba com plejam ente niediátízada. A ceptaba como ne­
cesaria la división del trabajo entre trabajadores rnanuales e''in te­
lectuales, e incluso entre las'""disciplinas intelectuales: r*En“~uná
sociedad reificada, todo progreso tiene lugar a "través de u n a con-j
tínua especialización.”40
En este punto, se enfrentaba con el Lukács M e Historia y concien­
cia de clase, que "veía en la división dél trabajo al arquetipo de

en la teoría inicial d e Lukács. Su a cep tación d e la crítica del P artido no


fue sólo servilism o.
w C arta d e A dorno a B en jam in , 18 d e m arzo d e 1936, T h eo d o r W .
Adorno, Über Wal te r Be n j a mi n (F rankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag,
1970), p. 132.
40 A dorno (seud . H ek tor R ottw eiter), “ M usikpadagogischc M usik: Brief
an Ernst K renek” (1 9 3 6 ). T h e o d o r W . A d o r n o u n d Ernst K r e n e k : Brief­
wechsel, ed. W olfgang R o g g e (F rankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag,
1974). p. 220.
todos los males. Lukács afirm aba que la especialización a nivel
téoriÓo pFó^dücfá'''un conocim iento fragm entario que im pedía a los
intelectuales^ asi com o a los trabajadores, ver a través d e _las ap a ­
riencias réificádás de la realidad: “Por la especialización del ren ­
dim iento del trab ajo se pierde todo cuadro del conjunto.”47 En el
nivel de la práctica, como señaló Breines, la interpretación de
Lukács del m aterialism o dialéctico necesitaba ;de la liquidación de
la división del trab ajo

. . . en la fo r m a c ió n m ism a d e la s fuerzas rev o lu cio n a ria s. P o r u n la d o ,


el p ro leta ria d o d eb e c o m e n z a r a d iso lv erse c o m o p ro leta ria d o , d e v i­
n ie n d o co n sc ie n te d e cla se; p or el otro, lo s filó so fo s, u b ica d o s en el
otro e x trem o d e la d iv isió n so cia l d el trab ajo d eb en term in ar d e d iso l­
verse c o m o filó so fo s (y c o m e n z a r a d iso lv e r la filo so fía en ta n to filo s o f ía )
d e v in ien d o c o n scie n tes d e ~ ía ” c o n c ie n cia d e c la se p ro leta ria y p a rtícip es
J e su p le n a c ír ié r g é n c ia . A m b o s, trab ajad ores m a n u a le s y m en ta les,
d eb en co m en za r a ser “h o m b res t o t a le s .. .”48

Al_aceptar_ la división entre teoría y práctica política ¿el “m ar-


xismo” de A dorno sé transform aba en u n a d esviación radica l?
L a respuesta es claram ente afirm ativa, tan to desde el m arco de
referencia del m arxism o-leninism o como del neohegelianismo de
Lukács.49
Debemos recordar que cuando A dorno esbozó por prim era vez
su teoría “m aterialista dialéctica” , su m arco de referencia era to­
davía m ás kantiano que hegeliano.50 M ientras Lukács -conceptualÍ-
zaba la relación dialéctica entre sujeto y objeto como relación

47 L ukács, i bid., p. 112.


48 B reines, “Praxis and its theorists” , p. 17.
49 P uede ser útil señalar, sin em bargo, que en relación a su apoyo al
pap el in d ep en d ien te d e la filosofía y a su rechazo al determ inism o his­
tórico, A dorno estaba de acuerdo con la in terpretación so v iética oficial
d e 1931. E stoy en d eu d a con Gary U lm é n por esta observación. S u p o ­
n ien d o que esta con cord an cia fuese a lg o m ás que accid en tal, no im p lica
con trad icción necesaria con la p osició n d e “n p _p articip ación ” de A dorno.
A dorno n u n ca d ijo que lo que el P artido afirm aba era necesariam ente
falso; tan sólo lo contrario, que el Partido no n ecesariam en te d ecía la vefc,
dad. Para un b alan ce ex celen te d e la posición so v iética sobre la filosofía
m arxista d e la ép oca, véase R ussel Jacoby, “T ow ard s a critique o f auto-
m atic M arxism : the politics of philosophy from L ukács to the Frankfurt
S ch o o l” , T e l o s , 10 (in viern o de 1971): 134-137.
80 P robablem ente A dorno co n o ció a H eg el a través d e H orkheim er. N o
estu d ió a H eg el en p rofundidad h asta fines de la d écad a d e 1930. B enjam in
ignoraba bastan te de la filosofía h eg elia n a , y las ten d en cias no dialécticas
que ap arecían en su m aterialism o fueron reiterad am en te criticadas por
A d orno, com o lo in d ica su correspondencia. (C f. A dorno, “A us Briefen an
W alter B en jam in ” , Über Wa l t e r B e nj a mí n, pp. 103-161.)
entre conciencia (de clase proletaria) y totalidad soc^iohistórica, p ara
Adorno el sujeto era la conciencia individual y e lo b je to hacía
referencia a los fenóm enos particulares de la. experiencia. Én la
mism a línea teórica que Benjam ín, Adorno concebía al m aterialis­
mo dialéctico como un m étodo cognitivo basado en una estructura
de experiencia estrictam ente kantiana. Se podría decir (aunque
K arl ICraus hubiera dado un respingo ante tal jenguaje) que si
Lukács “re-hegelianizó” a M arx, A dorno “re-kantianizó” a LukácsT
Y sin em bargo, A dorno podría haber estado influido por los
escritos del joven M arx, que no habían estado al alcance de
Lukács en 1923, específicam ente, los M anuscritos económico-filo­
sóficos de 1844.51 En estos tem pranos m anuscritos,(M arx) con­
sidera que la m ayor contribución de Hegel no se re fe ría ‘a su dia­
léctica de la históna, sino al hecho de qüéy en sü “dialéctica de la
negatividad como principio activo y productivo”, Hegel “ aprehen­
de el concepto de trabajo**,62 Pero m ientras “el único trabajo que
Hegel conoce y reconoce como tal es el trabajo m ental abstracto” ,68
M arx afirm aba que el t r a b a jo — ño sólo trabajó m anual sino tam ­
bién trabajo intelectual— era praxis social concreta. En el tercer
m anuscrito M arx afirm aba:

P ero ta m b ién cu a n d o tra b a jo c i e n t í f i c a m e n t e ,84 e tc ., a ctú o s o c i a l m e n t e


p orq u e a ctú o en cu a n to h o m b r e , p ese a q u e só lo rara vez p od ré realizar
esta a ctiv id a d en d irecta c o m u n id a d co n otros. N o só lo el m a teria l de
m i a ctiv id a d m e es p rev io c o m o un p ro d u cto so cia l — al ig u a l q u e el

61 L ukács leyó por prim era vez Io¿ Manus c ri t os de 1844 en 1930 y señaló
el “efecto d e choc” que sobre él ejercieron , en especial la distinción crítica
de M arx entre alienación ( E n t f r e m d u n g ) y realización (Ent avss erung) en el
proceso d ialéctico de trabajo ( Hi st ori a y consciencia d e clase, pp. x x x v n i-
x x x ix ). A fines de la d écad a de 1920, el In stitu to d e Frankfurt recibió
copias fotostáticás de los prim eros m anuscritos d é M arx. Se los en vió D avid
R yázáñov, director dél In stitu to M árx-E ngéls de M oscú , que por entonces
18S estaba com p ilan d o para la Ma r x - E n g e l s historisch-kritische Gesamt -
ausgabe ( M E G A ) , de la cu al era el editor. R yazanov h ab ía pasado algún
tiem po en Frankfurt a com ienzos d e 1930, era am igo d el anterior In stitu t für
Sozialforschung y hab ía pu b licad o un artícu lo en la revista d el Instituto en
1930. V íctim a de las purgas de Stalin, p erd ió su p uesto en la década de 1930.
(Jay, T h e diatectical i maginat ion, pp, 13, 19.) M arcuse escribió un artículo
sobre los Manus cri t os en 1932: “N e u e Q u ellen zur G ru n d legu n g des histo-
rischen . M aterialism us.”
62 Writi ngs of t he y o u n g M a r x on p hi l o s o p hy a n d society, trad. y ed. Lloyd
D. E aston y K urt H . G u d d at (G ard en C ity, N . Y ., D ou b led ay, A nchor
Books, 1967), p. 321.
83 Ibi d. , p. 322.
w L a palabra alem ana original wissenschaftlich alu d e a las ciencias h u ­
manas tanto com o a las n atu rales; n ótese e l sign ificad o m ás específico de la
traducción “cien tíficam en te” .
len gu aje, en el q u e a ctú a el pensador— ; ta m b ién m i ex isten cia pers onal
es a ctiv id a d so cia l. P or eso lo q u e h a g a d e m í m ism o lo h a g o para la
socied ad y la co n c ie n c ia d e m í con la q u e a ctú o es la de u n ser so c ia l.65

EL, ARTISTA COMO TRABAJADOR

Estuviera o no inspirado A dorno en los prim eros escritos de M arx ,50


la noción de que los escritores y artistas eran trabajadores p ro ­
ductivos, más cercanos al proletariado qué a sus explotadores''ca-
pitalistáS, estaba am pliam ente difundida entre los miembros "üer
círculo de Berlín, (firecht se refería a los intelectuales llamándolos
^trabajadores cerebrales” (Kopfarbeiter) y Benjam in escribió un
artículo teóncó acerca de “El autor como productor” .57 Si bien esta
actitud apuntaba a desm iiificar él culto burgués al artista, quien
ya no era un creador sino un productor p ara el m ercado, era tam ­
bién una protesta im plícita contra la concepción de los intelectuales
como meros voceros del Partido y de áíií contra la creciente repte-
sión intelectual representada en las purgas de Rusia du ran te los
años treinta. El comunismo de Stalin y el fascismo hitleriano con­
vergían en su condena a la degeneración del arte m oderno.
El contraste entre la experiencia práctica de Lukács en el Soviet
de Budapest y las discusiones de A dorno acerca de M arx con su
círculo literario de Berlín se evidencia en su diferente concepción
del papel de los intelectuales — según Lukács eran la vanguardia de
la Revolución; según Adorno eran la avant-garde revolucionaria.
A pesar dél com ún origen renacentista-m ilitar de am bas pala­
bras, sus significados tom aban sentidos divergentes en la historia.
Específicamente, la connotación m ilitar del térm ino avant-garde
se había vuelto puram ente m etafórica du ran te el siglo xix. Se apli­
caba más a la praxis estética y literaria que a la sociopolítica. Y si
en el período anterior a 1848 la avant-garde artística se alió con

BB K. M arx y F. E ngels, Obras (B arcelona, B uenos Aires, M éxico, D . F.,


G rupo editorial G rijalbo, 1978), vol. 5, p. 380.
G0 N o he im itado referencia a los Manuscri t os de 1844 en los prim eros
escritos de A dorno, publicados o inéditos. E sto no es sorprendente, ya que
A dorno raram ente se refería a M arx de m odo directo. Sin em bargo, en un
crisayo 'sobre H eg el de í 956, A dornó exp lícita m en te reconoce que M arx
fue el prim ero en ver e l trabajo social com o la esencia de la d ialéctica del
espíritu en H eg el, y cita los m anuscritos com o d ocu m en tación . V éase T h e o ­
dor W . A dorno, “A sp ectos”, Tres estudios sobre He g e l , trad. d e Sánchez
de Z avala (M ad rid , T aurus, 1974), p. 35.
BT < « £ !
autor com o productor” , en B enjam in, T e n t a t i v a s sobre Brecht
( I l umi naci ones II I ) , trad. J. A guirre (M ad rid , T aurus, 1975), pp. 115-34.
los políticos revolucionarios y esta alianza renovó luego del fra­
caso de la C om una de París,58 el subsecuente m ovim iento de Vart
pour Vart dem ostró claram ente que la política no era su caracte-
rística esencial. L a avant-garde rechazaba la tradición cultural
burguesa, pero que este rechazo funcionara co m o 'p ró testá social
era en m uchos casos u n a consideración secundaria, o incluso total­
ícente inintencional. L a noción de Lukác§ de la vanguardia del
Partido im plicaba que el papel del intelectual era de liderazgo
e instrucción política, m ientras que el m odelo de la avant-garde
era an tiautoritario; el intelectual era un experim entador,Gd perm a­
nentem ente desafiando al dogm a; su liderazgo era m ás ejem plar
que pedagógico.
En este sentido, el program a de; Brecht- de "refuncionalizar”
(um funkttonieren) las técnicas estéticas m odernas era im portante:
la creación estética era un sector de la producción, y el papel
revolucionario del artista era el de transform ar dialécticam ente
los avances técnicos dentro de su profesión, invirtiendo su fun­
ción, transform ándolos de herram ientas ideológicas e n . herram ien­
tas p ara la liberación h u m an a.60 De allí se seguía, como Bloch
escribió, que “no existe nad a en la realidad creativa que no p erte­
nezca al m arxism o y a sus objetivos” .61 Lo que contaba no era el

Ba R en ato P oggioli, T h e theory of t he a v a n t - g a r d e , trad. G erald F itzgcrald


(C am bridge, M aw ., B elknap-H arvard U n iv ersity Press, 1960), pp- 9 ss.
m I bi d. , pp. 135-136.
“ V éase supra, cap. 1, p. 61. E n este sen tid o el co n cep to d e K o p j a r b e i t e r
de B recht no era el m ism o q ue el d el C on sejo de T rabajadores M entales
( Ra t der geisítgeñ Arbeit er) que K u rt H iller fu n d ó en Berlín durante la re­
volución de 1918.,A u n q u e este ú ltim o tam bién estaba com p u esto por artistas
de la avant - garde, libres de tu tela p artidaria, se v eía a sí m ism o, com o el
Partido, com o un grupo elitista q ue proporcionaba liderazgo y ed u cación a
las masas, más que com o un grupo de trabajadores im p licad os en la tom a
revolucionaria de 'los m edios de su p rop ia p roducción. N atu ralm en te, el C o n ­
sejo de Berlín (así com o la revista de Franz P fcm fert, Die A k t i o n ) pronto
viró hacia u n a posición más ortod oxam en te com u n ista, aunque K urt H iller
protestara an te este viraje. (V éa se G eorge L . M osse, Ge r ma n s a n d J ews
[N ueva Y ork, H ow ard F ertig, 1970], pp. 109-190.)
61 Ernst B loch ,, “ Bem erkungen zur E rbschaft dieser Z eit” , V a n IIasard
zur K a t a s t r o p h e : ' Politische Aufsat ze, 1 9 3 4 - 1 9 3 9 , p o sía cio de O skar N cg t
(Frankfurt am M ain, Suhrkam p V erla g , 1972), p. 64. En 1937 se inició
en la revista Das Wor t un debate sobre estética m aterialista entre Lukács y
el círculo de B recht d e Berlín, cen trad o alred ed or do una evalu ación del
expresionism o. L ukács sostenía que el expresionism o era d ecad en cia bur­
guesa, y que sólo pod ía ser in terp retad o críticam en te, co m o id eo lo g ía ;
apoyaba el “realism o social” d e novelistas com o Balzac o T h o m a s M ann, y
condenaba a novelistas exp erim en tales com o Joyce, Proust, K afka y D os
Passos. B recht, B loch y otros d efen d ía n las técn icas d e estos novelistas
— m onólogo interior, m ontaje, d istan cia— ■ afirm ando q u e p od ían ser “ re­
origen burgués de las técnicas, sino la actitud crítica que el inte­
lectual Ies aportaba. Esto era lo que A dorno ténia en m ente cuando
denom inaba práctica dialéctica al trabajo del artista o del teórico.
De esta concepción em ergía un significado totalm ente n u ey o .d e
los conceptos m arxistas de “fuerzas productivas” y “relaciones de
producción”» (P roduktivkrafie, Produktioñsverhalttiisse). En los a r­
tículos sobre m úsica de A dorno de los años treinta, ^“fuerzas p ro ­
ductivas’*frío hacía referencia a la industria musical, ni a la pro­
ducción de la m úsica como em presa económica, sino a las técnicas
de composición y al m aterial m usical tal como se desarrollaba
históricam ente \ y .“relaciones de producción” no significaba la
relación ..entre capitalista y obrero, ni entre director y músico
(no hay m ención de algo tan m u ndano como un sindicato de
músicos), sino la relación entre el compositor (o el director, m ú ­
sico o auditorio) y la p ropia m úsica. Los ^artículos dé A dorno
se referían a la “producción” m usicaí en el; sentido de la com ­
posición, la “reproducción” en el sentido de la interpretación
del músico y el director, y “consum o” en el sentido de la
acogida del auditorio.82 Del mismo m odo, cuando H orkheim er
hablaba de las fuerzas productivas de la teoría científica, restrin­
gidas por el “proceso histórico” , se refería a la tendencia a re­
prim ir el trabajo teórico crítico del orden social.63 P ara la
“teoría crítica” del In stitu to de F ran k fu rt bajo la dirección de
H orkheim er, era central la creencia de que los m étodos teóricos
fu n cion aliza d a s” en in stru m en tos de ilu m in ación crítica y u tilizadas para
producir arte “social realista” , tal com o ellos lo en ten d ían . (V éa se W erner
M itten zw ei, “ M arxism us u nd M aterialism u s: D ie Brecht-L ukács D e b a tte ”,
Das A r g u m e n t 4 6, 10, 1 /2 [marzo de 1968], pp . 12*43.)
V éase A dorno, “M u sik p ü d agogisch e Musik*', A d o r n o u n d K r e n e k :
Briefwccftsel, p. 217.
w M ax H ork h eim er, “O b servacion es sobre,, cien cia y crisis” (1 9 3 2 ),
T e o rí a critica, trad. E. A lb izu y C . L uis (B uenos A ires, A m orrortu, 1974).
H orkheim er afirm aba q ue esta p osición era la d el p ropio M arx: “ L a c ie n ­
cia , en la teoría d e la socied ad sostenida por M arx, figura en tre las fuerzas
productivas del h om b re” ( i bid. , p. 15). En realidad, ésta era la tem prana
posición de M arx en el p asaje de los m anuscritos d e 184 4 cita d o anterior­
m en te. Pero el jo v en M arx hablaba on to ló g ica m en te d e la cien cia h u ­
m ana, de su “ser-esp ecie” (y H orkheim er, así com o A dorno, eran críticos
de la on tología). G u an d o M arx abandona esta orien tación fcuerbachiana,
cuando descubre al proletariad o com o sujeto histórico, todos estos recursos
productivos d el “ hom b re” n ecesitan ser an alizad os con cretam en te, tal com o
existen en la estructura socioecon óm ica cap italista, y esto sign ifica un an á­
lisis e conómi co de, p. ej., la cien cia com o un sector d e la prod u cción c a p i­
talista (fm a n d a m ie n to de la in vestigación , u tilización econ óm ica de la
cien cia, etc.). N i A dorno ni H orkheim er ni B enjam in ten ían nin gú n interés
en (o con o cim ien to de) la econ om ía, esa “lúgubre cie n c ia ” q ue M arx co n ­
sideraba esencial.
burgueses, “como un instrum ento m aterial de producción” , podían
refuncionalizarse en herram ientas liberadoras.64
Pero ¿cuáles eran los criterios de esta refuncionalización?
¿Cóm o podía saberse si el m aterial técnico de la teoría o del
arte habían sido “liberados” ? E n este punto Adorno y Brecht se
separaron. E n 1930 A dorno todavía podía escribir un com en­
tario favorable del dram a de Brecht M ahagonny, con su m en­
saje político m arxista. Y com partían, frente a Lukács, rio sólo
la afirm ación de las técnicas m odernas,65 sino tam bién la creen­
cia de que el arte válido (y la teoría) revelaba las contradicciones
sociales antes que presentar la resolución estética de las mismas:
por lo tanto el trabajo intelectual debía enfocarse como u n a serie
de experim entos o “intentos” (Versuche) más que como la cons­
trucción de sistemas englobadores. Pero, hacia fines de 1930,
con el efecto polarizador de la crisis ec&rtómica;- Brecht Rescribió
justificando la subordinación dél artista a los im perativos prác­
ticos: ^“N o: ni los artistas ni sus historiadores jniecleri ser "decla­
rados libres de culpa por nuestras condiciones, ni tam poco pue­
den ser relevados del deber de tra b a ja r p a ra m odificar las con­
diciones,”a^ E n el otoño de ese mismo año, A dorno dejó sen­
tada su posición al renunciar al com ité editorial de A nbruch, una
revista m usical de la avant-garde vienesa, cuando ésta se acercó
al p artid o com unista y adoptó la tesis de que sólo la música
intencionalm ente política tenía significado. Escribió a K renek:
¿“Rom pí m i contrato con A nbruch porque los editores quieren
transform arla en un puro órgano de propaganda y me habrían
quitado hasta la m ás m odesta libertad in te le c tu a l.. .” 07
T an to. A d o rn o como Brecht estaban..ele acuerdo en que el
04 H orkheim er, ibid., p. 238.
45 V éase n. 61.
M B ertolt B recht, Über Poli ti k u n d K u n s t , ed. W erner H e c h t (Frankfurt
am M ain , Suhrkam p V erla g , 1971), p. 18. A m ediados d e los años veinte,
Brecht pensaba d iferen te: “ En m i o p in ió n es seguro que el socialism o, y
por cierto d e tip o revolucionario, cam biará la cara d e nuestro país en
nuestra é p o c a .. . En lo que con cierne a los artistas, considero m ejor para
ellos hacer lo q ue tien en ganas de hacer sin preocuparse: de otro m odo no
podrán p roducir buenos trabajos.” ( I bi d. , p. 11.)
87 C arta d e A dorno a K renek, 8 de octu b re d e 1930, A d a m o u n d K r e ­
nek: Briefwechsel, p. 20. L a sigu ien te n ota apareció en la ed ición de enero
de 1931: “E l D r. T h eo d o r W iesengrund-A dorno ha abandonado el com ité
editorial d e A n b r u c h , d el cu al form ó parte d u ran te dos años, en térm inos
amistosos. S eguirá h acien d o llegar a A n b r u c h sus valiosas contribuciones.”
(Anbruch, 13, 1 fenero d e 1931]: 18.) En realidad sólo apareció un artículo
de A dorno en 1931, y tres durante 1932. L a m ism a ed ició n d e enero alababa
la obra d e B recht D i e Ma s s n a h me , en particular los coros proletarios de
Hanns Eisler, q ue A dorno atacó en 1932 (v éa se infra, p. 99).
objetivo del trabajo intelectual era la iluminación critica, liberar
la “conciencia” del velo de la ideología burguesa, pero la cues­
tión era : ¿cuál conciencia? y la de los teóricos y artistas o la del
proletariado? Brecht optó por el proletariado, afirm ando que
el artista debía aliarse a la causa de los obreros y apelar a la
conciencia del proletariado em píricam ente existente con miras
a la educación política. Pero Adorno insistía en que el criterio
p ara el arte no podía ser su efecto político én la audiencia.68
Benjam in quedó entre ambos. Como Adorno, fue inicialm ente
atraído hacia el m aterialism o dialéctico por su valor de verdad
más que por sus efectos políticos, pero la influencia de Brecht
comenzó a hacerse notar. En 1934 (Benjamín escribió que la
validez política de la necesidad im plicaba la validez estética.

. . . q u e la ten d en c ia d e u n a obra literaria sólo podrá co n co rd a r p o líti­


ca m en te, si litera ria m en te co n cu erd a tam b ién . E s d ecir, que la ten d en cia
p o lítica correcta in clu y e u n a ten d e n c ia litera ria .69

Por un lado, entonces, apoya la posición de Adorno de que la


solidaridad del escritor con el proletariado “no puede ser sino
m ediada” :70 su lugar eñ la lucha de clases está determ inado, no
por su actitud hacia el proletariado, sino por “su posición en el
proceso de producción” .71 Por otro lado, argum entaba como
Brecht, que el compromiso político era una condición necesaria,
si no suficiente, para el trabajo intelectual válido.72 C oncluía que
lo único que se le exigía al escritor era:
/
. . .la e x ig en c ia d e c a vi l a r , d e reflex io n ar sobre su p o sició n en el pro­
ceso de p ro d u cció n . P o d em o s estar seguros: esta reflex ió n lle v a en los
escritores que i m p o r t a n , esto es, en los...m ejores técn ico s d e su esp e c ia ­
lid a d , m ás tard e o m ás tem p ra n o a averigu acion es q u e de la m an era m ás
sobria fu n d a m en ta n su so lid a rid a d con el p ro leta ria d o .73

Pero el menosprecio de Benjam in de las diferencias entre Adorno


y Brecht era una expresión de deseos.74 Los artistas más innova-
ra I.ia p olém ica duró varios años, pero h acia m ediados de la décad a de
1930 sus diferencias habían alcanzado niveles de hostilidad, fu n d a m en ta l­
m en te porque A dorno consideraba n ociva la influ en cia de B recht sobre
B enjam in (véa3e cap. 8).
“ B enjam in, “ El autor com o productor” (1 9 3 4 ), T e n t a t i v a s sobre
Brecht, p. 118.
n .Jbid., p. 133.
71 Ibi d., p. 124.
,2 Ibi d., pí. 125.
73 Ibid., p. 132.
M P robablem ente B enjam in lo sabía. Este ensayo fu e escrito para ser pre-
dores técnicam ente estaban a m enudo alejados de la política, no
eran com prendidos por el público burgués, y m ucho menos por el
proletariado. Adorno no se engañaba acerca de estas cuestiones, y
como lo testim onian sus cartas a B enjam ín75 y sus reiteradas adm o­
niciones, perm aneció claram ente del lado del artista innovador.
P ara él el ejem plo era la música de Schonberg. No tenía inten­
ción política consciente, y absolutam ente ningún atractivo p ara un
auditorio proletario. Brecht com paraba la m úsica de Schonberg
con el relincho de un caballo a punto de ser sacrificado p a ra hacer
salchichas.70 H anns Eisler, quien se había form ado con Schonberg
y colaboraba ahora con Brecht, se la m e n ta b a :

[S chonberg] d ijo a lg u n a v ez: “ C o m o n o su e n a b ien u n a sa la d e c o n ­


ciertos v a cía , parece ser n ecesa rio q u e lo s o y en tes estén a llí.” E n otras
palab ras: los agu a n to d e a lg ú n m o d o , en ta n to m a teria l, pero p u e d o arre­
g lá rm elas sin e llo s.77

A pesar dé todo, du ran te la década de 1930 A dorno no sólo con­


tinuó defendiendo la nueva música pese a su autonom ía política;
consideraba como auténticam ente dialéctico al procedim iento com ­
posicional de Schonberg.78
Irónicam ente, fue Lukács quien proporcionó a A dorno una jus­
tificación p a ra su posición contra Brecht. Lukács había afirm ado
que la conciencia revolucionaria correcta no podía confundirse con
la conciencia em píricam ente existente de la clase obrera y que
por lo tanto se justificaba una élite de P artido; Adorno utilizó
el mismo argum ento p a ra justificar úna élite intelectual,’ argu­
m entando que sí la com prensión de la nueva m úsica se lim itaba

sentado (el 27 d e abril d e 1934) en el In stitu to para el E studio del Fascismo,


de París, un frente organizativo com u n ista, y las abiertas sim patías hacia
la U n ió n Soviétida del discurso {ibid., pp. 8 8, 102) p o d ía n estar oportúngs­
ticam ente m otivadas. E n cu alq u ier caso, sus propios escritos" nü' seguían de
fnodo consistente él enfoq u e expresado aquí. Sabía que no d eb ía enviarle
el ensayo a A dornó, en tanto alababa la m ú sica''p roletaria d e Eisler que
Adorno había criticado (véase infra, p. 99), y, eiftttárázádó,'olvidé».'.enviársele
a Scholeni, quien! hábitiiálm en te recibía copias d e todos sus trabajos (véase
G crshom Scholem , Wal ter B e nj a mí n, D i e Geschicht e einer. Freundschaft
[Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag, X97 5 ], p. 250.)
76 A dorno, Über Wctlter Be nj a mi n, pp. 116, 128, 131-132, 141-142.
78 H ans B unge, Fragen Sie me h r übe r Brec ht : Ha n n s Eisler i m Gesprách
(M u n ich , R ogner & Bernhard; 1970j, pp. 2 9 -3 1 .
77 I b i d . , p. 43.
78 T h eo d o r W . A dorno, “D er d ialek tisch e K oraponist” (1 9 3 4 ), I m p r o m p ­
tus: Z w e i t e Folge neugedruckt er musikalischer Aufsdt ze (Frankfurt am
M ain, ed. Suhrkam p, 1969), pp. 3 9 -4 4 . E ste artículo se discute en detalle
en el cap. 8.
a un auditorio exclusivo, “entonces ello es culpa de la estructura
social y no del a rtista e x p e rim e n ta r’.70 D e m odo más im por­
tante, Lukács inintencionadainente reafirm ó la posición de A dorno
de otro m odo. H istoria y conciencia de clase había tratad o de
dem ostrar que la estructura-m ercancía había perm eado el “m a­
terial” sobre el que tra b a ja b a el pensador o el artista — no sólo
su contenido sino tam bién su form a. El argum ento de A dorno era
en lo esencial el siguiente: si la tradición intelectual burguesa, si
la filosofía y el arte, reflejaban la estructura de la m ercancía de la
sociedad capitalista, entonces el m aterial contenía en sí mismo los
problem as de la sociedad traducidos de un m odo diferente. C uando
el “obrero” intelectual se enfrentaba a los problem as técnicos de
su disciplina, estaba tra tan d o , en u n a form a m ediatizada, con los
problem as de la totalidad social:

[la música] cumple más adecuadamente su función social cuando, en su


propio material y de acuerdo a sus propias reglas de forma, logra articU'
lar en las más íntimas células de su técnica los problemas sociales que
trae consigo todo el tiempo. En este sentido la tarea de la música en
tanto arte es específicamente análoga a la de la teoría social.80

Si los problem as intelectuales (como afirm aba Lukács) reflejaban


los antagonism os de la estructura social, entonces no había nece­
sidad de trascender la división del trabajo y asum ir u n a conciencia
p roletaria “im p u tad a” . Paradójicam ente, en realidad el trab ajad o r
inteleiciyal podía servir m ejor aí proletariado perm aneciendo como
intelectual. Desde este punto de vista, podía argum entarse que el
a rtis ta 'o e F teórico que intencionalm ente m anipulaba su m aterial
p a ra lograr un efecto político particu lar era en realidad un idea­
lista que ignoraba las dem andas objetivas del históricam ente des­
arrollado y socialm ente m ediado m aterial de su oficio. D e allí que
A dorno pudiera afirm ar:

.. .solitaria y aisladamente el compositor cumple con las demandas so­


ciales; la propia sociedad habita en células íntimas de los problemas
técnicos, y más legítimamente registra sus demandas cuanto menor es
79 T h eo d o r W iesen gru n d -A d orn o, “ Exkurse zu ein em ExkursM, D e r Schein-
werfer: Blatter der St&dtischen Bü h n e n Essen, 5, 10 (1 9 3 2 ): 17. V éase su
afirm ación de 1930 en e l sentido d e que si al p ú b lico no le gusta tanto R a v el
com o S tra v in sk y o Strauss “ ello no prueba nada en con tra d e R avel, sino
en todo caso algo contra la s o c i e d a d . . . ” (T h e o d o r W . A dorno, “R a v el”
[1930], M o m e n t s musicaux: N e ug e d r u c k t e Auf s a t z e , 1 9 2 8 bis 1962 [Frankfurt
am M ain , ed. Suhrkam p, 1964], p, 68.)
60 T h eo d o r W iesen gru n d -A d orn o, “Zur g esellsch aftlich en L age der M usik” ,
parte 1, Zeitschrift für Sozi alforschung 1, 1 /2 (1 9 3 2 ): 105.
la presión exterior, arbitraria, y la co m p u lsió n d e la regla d e la form a
\Formgcsetz\fi1 ''

La revolución de Schonberg en música, la negación “dialéctica"


de la tonalidad que había sido la form a burguesa de música, pro­
porcionó el m odelo p a ra aquello que Adorno esperaba realizar
en la filosofía, su ám bito propio de “producción” intelectual. El
program a que delineó en su conferencia inaugural de 1931 invo­
caba la negación dialéctica del idealismo, la form a burguesa de la
filosofía:
N o tem o q u e se m e rep roch e u n a in fru ctu osa n e g a tiv id a d .. . Si la in*
terp retacióu filo só fica en rea lid a d só lo p u e d e prosperar d ia lé c tic a m e n te ,
en to n ces el prim er p u n to d e a ta q u e d ia lé c tic o es una filo so fía que c u l­
tiva p rec isa m en te a q u e llo s p ro b lem a s cu ya rem oción es m ás necesaria
que la a d ició n d e un a n u ev a resp u esta a las m u ch a s q u e ya se han
d a d o .. . U n a real tr a n s f o r ma c i ó n d e la c o n ci en ci a fi losófica só lo p u ed e
prevalecer d en tro d e la m ás estricta c o m u n ic a c ió n d ia lé ctic a con lo s más.
recien tes in ten to s d e so lu ció n d e la filo so fía y d e la term in o lo g ía filo ­
só fic a ,82

Debemos subrayar que A dorno jam ás identificó praxis teórica con


praxis política revolucionaria. U n a “ transform ación de la concien-1
cia filosófica” (o un “cambio de la conciencia m usical”)®3 no
provocaría una transform ación en las condiciones sociales reaies..
Esta últim a podría producirse “sólo socialmente, transform ando la
sociedad”.84 L a contribución de la teoría o del arte y su interpre­
tación, su “gesto transform ador” ,85 consistía en robarle al presente
su justificación ideológica. El objetivo de A dorno era la “explosión
de la reificación”.80 Su ataque crítico ap u n tab a al desgarram iento
81 A dorno, “ M u sikpSdagogische M usik” (1 9 3 6 ), A do r n o u n d K r e n e k :
Briefwechsel, pp. 215-2 Ui. '
aa A dorno, “ D ie A ktualitát der P h ilo so p h ie” (1 9 3 1 ), GS 1, pp. 3 3 9 -3 4 0
(subrayado nuestro). L a d iferen cia en tre esta filosofía y la nueva m úsica
era que el len gu aje m u sical no era con cep tu a l y por lo tanto no podía ser
leído d irectam ente en térm inos de su fu n ció n social revolucionaria. Ésta
era para A dorno la fu nción de la crítica. En este p u n to estaba en d eu d a con
el trabajo d e B enjam in sobre el co n cep to d e crítica estética en N ovalis y
S chlegel: la “verdad” expresada en la obra de arte no se revelaba hasta
que el crítico no la transform aba en discurso. V éa se W alter B enjam ín, D e r
Begriff der K uns t kr i t i k in der d e ut s c he n R o m a n t i k (1* ed ., 1920), ed. H er-
m ann Schw eppenháuser (F rankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag, 1973.)
63 A dorn o, “D er dialek tisch e K om p on ist” (1 9 3 4 ), I m p r o m p t u s , p. 40*.
84 A dorno, “Z ur gesellsch a ftlich en L a g e der M usik”, parte 1 (1 9 3 2 ),
p. 104.
86 A dorno, “D ie A k tu a litá t der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), GS 1, p. 338.
89 A dorno, “M usik pad agogisch e M usik” (1 9 3 6 ), A d o r n o u n d K r e n e k t
Briefwechsel, p. 220.
del velo ideológico de la reificación que ocultaba el conocimiento
verdadero de la realidad social. Esta concepción del papel de la
praxis intelectual significaba el reconocim iento de las limitaciones
de la teoría, más que de su om nipotencia. En este punto se dife­
renciaba de los hegelianos de izquierda, con quienes ha sido a
m enudo com parado críticam ente, debido a la ausencia en su teo­
ría de un concepto de proletariado. En 1932 Adorno escribió a
Ernst K renek criticando la posición “burguesa” que “considera
que el m undo es un producto del Entendim iento, m odificable por
medio del Entendim iento, en tanto ambos se entrelazan m u tu a­
m ente y la m odificación sólo puede ser concebida en la dialéctica
entre ambos” .87
Sin embargo, debemos adm itir que Adorno jam ás explicó del
todo la naturaleza de la relación entre teoría y cambio social. Pare­
ce claro que veía en la negatividad crítica una fuerza creativa en
sí misma, creía que a través de su propia fuerza podía al menos
alcanzar el conocim iento de la verdad, y que la transform ación
resultante en la “conciencia” conduciría de algún m odo a la praxis
¡social. Su carta a K renek continuaba:

A q u í estaría d e a cu ed o co n lo q u e B en ja m in afirm a resp ecto a la c ic a ­


triz en el cu erp o de la so c ie d a d , o sea n osotros los in te le c tu a le s: por
sup uesto sin o lv id a r lo q u e K ierk egaard d ice sobre la d esesp era ció n en
S y g d o m m e f i til d o d e n , es d ecir q u e la en ferm ed a d , d ia lé c tic a m e n te , es
al m ism o tie m p o la cu ra .88

Pero, precisam ente, <1qué conciencia iba a ser transform ada? O b ­


viam ente la del intelectual, pero ello solo no era condición sufi­
ciente p ara la revolución de la sociedad. SÍ los intelectuales eran la
auant-garde, entonces ¿a quiénes guiaban?

EL EJEM PLO DE LA MUSICA REVOLUCIONARIA

Para ilustrar este problem a, así como los elementos que distinguían
su noción de praxis intelectual de la laikács por un lado y de la
de Brecht por otro, nad a m ejor que su artículo “Z ur gesellschaft-
lichen Lage der M usik” ( “Sobre la situación social de la m úsica”),
de 1932. Fue la prim era contribución de Adorno a la revista del
In stituto de H orkheim er, Zeitschrift für Sozialforschung,89 Dise-

87 C arta d'c A dorno a K renek, 30 de septiem bre de 1932, ibid., p. 37.


Ibid.
89 El artículo fue pu b licad o en dos partes, la prim era de las cuales fue
fiaba una estética m aterialista de la m úsica, y como la práctica com-
posicional era su modelo p a ra la práctica filosófica, este análisis
dem uestra la naturaleza de su interpretación de M arx, asi como
las dificultades intelectuales á que lo condujo. El artículo comienza
con u n a afirm ación inequívocam ente lukácsiana: “El papel de la.
música en el proceso social es exclusivam ente el de una m ercan­
cía; su valor es el del m ercado.”130 A dorno reconocía que en sí
misma no era nueva esta naturaleza de m ercancía de la m úsica.91
Pero m ientras du ran te el siglo xix el hacer m úsica form aba p a rte
de la vida privada de las fam ilias burguesas^ hoy, “con la tecno­
logía de la radio y el cine propiedad de poderosos monopolios, y
con un ilim itado acceso al ap arato de propaganda capitalista” ,02
se ha transform ado casi exclusivam ente en un hecho del m ercado.
Com o m ercancía específicam ente capitalista^ se había reificado.
Su valor de uso se había subsum ido com pletam ente en su valor }
de cambio, y eso era la causa, según Adorno, de la alienación de
la m úsica de su público burgués.93 Pero, en lugar de sim plem ente
lam entar esta condición, A dorno encontró en ello un m om ento po­
sitivo o daba a la m úsica un grado de autonom ía y por lo tanto de

la más sign ificativa. E stá considerado com o u n o d e los ensayos teóricos m ás


im portantes de A dornó, au n q u e éste ten ía reservas en relación a su red i­
ción 1p o iq u é allí se .argum entaba m ás por a n a lo g ía q ue d ialécticam en te:
“sim plem ente equipara el con cep to d e p rod u cción m u sical con la prioridad
de la esfera económ ica de p rod u cción , sin considerar cóm o aq u ello que se
llam a la produ cción m usical ya presupone la p rod u cción social, y es tan
d ep en d ien te com o separada de ésta. Esto sólo im pulsó al autor a no reeditar
este ensayo, el borfador de una com p leta so cio lo g ía de la m ú sica” . (T h e o d o r
W. A dorno, ó S , yol 14: Dissonanzen: Ei nl c i t ung in die Musiksoziologi e,
ed. R olf T ied em a n n [Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erla g , 1973], p.
425.)
60 A dorno, “ Zur gesellsch aftlich en L age der M u sik ” , parte 1 (1 9 3 2 ), p.
103.
81 E n una carta a K renek, A dorno ex p lica b a : “ el carácter d e m ercancía
de la m úsica no está determ inado por el m ero h ech o de ser intercam biada,
sino por ser abst ract ament e intercam biada, com o ex p lica M arx la estruc­
tura de ía m ercancía; es decir q u e no existe una relación de intercam bio
inm ediata, sino urja relación ‘reificad a’ ” , (C arta d e A dorno a K renek, 30
de septiem bre de 1932, A d o r n o u n d K r e n e k : Briefiuechsel, p. 36.)
tí2 A dorno, “Zur gesellsch aftlich en . . p. 103.
03 En otro artículo señalaba que esto no era cu lp a d el com p ositor: “ Si
cumplir con las exigen cias m ateriales [de la m úsica] hace im posible crear
un vín cu lo social, en tonces la razón está. . . en el h ech o d e que las rela­
ciones de poder presentes en la socied ad no p erm iten que el arte sea un
vínculo social, en especial el arte que co n tien e una verdad esencial [Wahr~
heitsgehalt].” (E rnst K renek y T h eo d o r W iesen gru n d -A d orn o, “A rbeitspro-
blerne des K om p on isten : Gespriich über M usik und soziale S itu a tio n ”
[1930], A d o r n o und K r e n e k : Briefiuechsel, p. 192.)
potencial revolucionario, ya que si la m úsica in tentaba superar su
alienación acom odándose al público, sólo contribuía a “encubrir
la situación” .04 L a alienación de la m úsica, era entonces el sello
de su no participación en el s t a t u s q u o burgués. N o tenía sentido
a p e la r al proletariado, cuya conciencia se había estupidizado tanto
com o la de la burguesía: “Así como la teoría trasciende la con­
ciencia presente de las masas, así debe hacer la m úsica.” 05 En lugar
de in te n ta r restablecer la inm ediatez del arte, la preocupación
pertin en te de la m úsica era su propio m aterial: “aquí y ahora la
m úsica no puede hacer n a d a m ás que presentar las antinom ias so­
ciales al interior de su propia estructura, que tam bién es respon­
sable de su aislam iento” .96 Si la m úsica, como la teoría, no podía
cam b iar las condiciones sociales, podía al m enos articular aquellas
condiciones, antes que p erp etu ar u n a ideología falsa:

L a m ú sica q u e p rete n d a ju stific a r su d e r ec h o a ex istir h o y d eb e p oseer,


en cier to se n tid o , el c a rá c t e r d e c o n o c i m i e n t o . D e n tr o d e su m a ter ia l,
■ella d eb e a rticu la r lo s p ro b lem a s q u e el m a teria l — n u n ca p u ra m en te
n atu ral en sí, sin o p r o d u c id o so c io h istó r ica m e n te — le presen ta; la so ­
lu ció n q u e a llí e n c u en tra la m ú sica es c o m o la d e la te o ría : e n e lla s h ay
c o n ten id o s p o stu la d o s so c ia le s cu y a rela c ió n co n la p ra x is d e b e ser
a lta m e n te *m ediatizada y d ifíc il, y q u e d e n in g ú n m o d o p u e d e ser fá c il­
m e n te d escu b ierta . . .9T

L,a m úsica, como la teoría, debía satisfacerse con u n a relación dia­


léctica y no inm ediata con la praxis. Incluso la m úsica progresista
no debía ser vísta “como *de u n a sociedad sin clases* o cómo la
m úsica del f u tu r o .. . sino como la m úsica que cum ple m ás ade­
cuad am en te su función dialéctica cognitiva [ B r k e n n t n i s f u n k t i o n ] ” ,08
Com o en el caso de su program a p a ra la filosofía, A dorno sostenía
que la contribución revolucionaria de la música era u n a función
d e su negatividad crítica:

La p rotesta e x tr a o rd in a ria m en te v io le n ta q u e d ich a m ú sica d eb e e n ­


fren tar en la so cie d a d a c t u a l .. . p a rece sugerir en ca m b io q u e la fu n ció n
d ia lé c tic a d e esta m ú sica ya se h a c e sen tir en la p rá ctica , au n q u e sólo
de m an era p u r a m en te n e g a tiv a , com o “ d estrucción*’.99

D< A dorno, “ Z ur g esellsch a ftlich en L age der M usik” , parte 1 (1932),


p. 104.
06 I bi d. , p, 106.
M I bi d. , p. 105.
07 I b i d.
03 I b i d p. 106.
M I bi d. , pp. 106-107.
Al analizar algunas de las tendencias específicas de la música con­
tem poránea, A dorno dem ostraba que la relación entre música y
fuerzas sociales progresistas no era evidente en sí misma, sino que
debía ser in terpretada en cada caso, y ésta era la función de la crí­
tica. A tacaba violentam ente a la Gem einschaftsmusik, que inten­
taba despertar en la gente el sentido de com unidad (Gem einschaft)
que las condiciones sociales les negaban. R elacionada con el movi­
m iento general G em einschaft de W éim ar (que tenía m uchas simi­
litudes con la apolítica protesta contraculturai de la juventud en
la década de 1960),100 este tipo de m úsica volvía a las formas pre­
clásicas sosteniendo que el clasicismo burgués era dem asiado indivi­
dualista en su instrum entación y dem asiado “subjetivo” en su utili­
zación del desarrollo tem ático en com paración con la “objetividad”
del barroco. Los músicos ad ap tab an textos musicales preclásicos
para ser ejecutados por grupos amateurs de WandervÓgel, quienes,
arm ados de sus grabadoras en su retorno a la naturaleza, creían
que podían elim inar los problem as sociales autoelim inándose de la
sociedad.*01
Adorno criticaba a la Gem einschaftsm usik por ignorar la espe-
cifidad histórica de la m úsica y del procesó de composición. L a Ge­
m einschaftsm usik era “ reaccionaria en su técnica musical [inner-
musikalisch reaktionar]”,102 R echazaba “por ‘intelectuaf o ‘indivi­
dualista’ el m ovim iento dialéctico ulterior del m aterial m usical” , y
en cambio tra tab a de reinstaurar u n a relación inm ediata entre
música y sociedad, intento basado en un “inferior concepto estático
de naturaleza” .103 A dorno sostenía que en lugar de tra ta r de vol­
ver a un “nivel prim itivo, pre-individualista”, se debía reconocer
en la m úsica burguesa ‘u n escalón necesario en la liberación de la
100 A quí estaban raíces d el rechazo d e A dorno a la cpntracultura de los
años 60. A dorno era perfectam en te co n scien te de la im p oten cia d e estas
protestas contra el fascism o. En 1936 escribió: “ Los m úsicos [de la G e m e ­
inschaftsmusik] conservan en u n a isla el ruido ofensivo de los WandervOgel,
hace m ucho tiem po ah ogad o en el co n tin en te p o lítico .” (A dorno, “ M u-
sikpüdagogische M usik” , A d o r n o u n d K r e n e k : Briefwechsel, p. 220.)
Para u n a discusión acerca de los orígenes d el m ovim ien to Gemei ns c haft y
de su contribución al surgim iento del fascism o, véase K arl D ietrich Bracher,
Die Auf Ws ung de r We i ma r e r Re p u b l i k, Schriften des Instit uís für poli-
tische Wissenschaft, vol. 4 (V illín g en -S ch w a rzw a ld , R in g V erla g , 1960),
pp. 128-140.
101 E xistía una crucial d istin ción entre la "deserción” d e la sociedad y la
propuesta d e “no particip ación ” de A dorno. L a prim era era un in ten to de
olvidar a la socied ad ; la segunda un in ten to d e conocerla a través de la
reflexión crítica.
103 A dorno, “Z ur gesellsch a ftlich en L a g e der M usik”, parte 1 (1932),
p. 123.
103 Ibi d.
música p ara los hom bres” y por lo tanto, que sólo podía ser tras­
cendida dialécticam ente, corregida desde dentro por medio de sus
propias “contradicciones inm anentes” .104 Sostenía que Stravinsky y
H indem ith, sostenedores de la neue Sachlichkeit (nueva objeti­
vidad)* en la música, eran culpables de un tratam iento igualm ente
ahistórico del m aterial, al afirm ar que la “objetividad” de las for­
mas musicales perm ite su utilización en cualquier época histórica.
Aunque Stravinsky utilizaba medios musicales modernos, los fusio­
naba con “modelos antiguos y supuestam ente eternos” , de modo
que les quitaba su especificidad histórica. Adorno sostenía que
este “objetivismo” era en realidad subjetivismo: cuando el artista
tiene libre acceso a todas las formas musicales, presentes y pasadas,
la opción réal se transform a en u n a cuestión de arbitrariedad sub­
jetiva. Solía hacer una ofensiva com paración:

A sí c o m o en el fa scism o una " élite d irig en te” , los ca p italista s m o n o p o ­


listas, gob iern a el “ org a n ism o ” so cia l, así el co m p o sito r sob eran o g o b ier­
na lib rem en te sobre el así lla m a d o organ ism o m u sical; cu á n d o in tro ­
d u cir u n a d iso n a n cia , cu á n d o d eb e resolverse u n a n o ta su sp en d id a : esto
no se d e c id e por un esq u em a p r e v io .. . n i por la in m a n en cia d e la es­
tr u c tu r a .. . sino só lo por ía v o lu n ta d , es d ecir, por el “g u sto ” d e l c o m ­
p ositor.105

Adorno no se refería a la posición política del compositor, sino a lo


que consideraba una estructura similar (la autoridad arbitraria)
entre las relaciones de poder fascistas y la relación de este tipo de
compositores con el m aterial. Como escribió: “L a interpretación
social de la música no se refiere a la conciencia individual de los
autores, sino a la función de sus obras.” 106
En tanto la disonancia y la discontinuidad form al reflejaban a n ­
tagonismos sociales, podían funcionar como protesta progresista,
en com paración con las tradicionales arm onías conciliadoras y las
form as totalizadoras que sólo servían p ara enm ascarar estos an ta­
gonismos. Sin embargo, advertía Adorno, el solo uso de disonancias
no era suficiente. Por ejemplo, el uso ahistórico de la disonancia
en Stravinsky tenía el efecto de afirm ar el carácter eterno y natural
de los antágonismos sociales. En el caso de las obras de H indem ith,
com binaban medios musicales modernos con reglas de composición
tradicionales y absolutam ente incompatibles, contradicción que
privaba a la música de validez: el “contraste entre motivos m ate­
riales fortuitos y reglas formales probadas, entre la fundam ental

104 Ibid. ■'


sw Ibi d. , p. 116.
100 I b i d . í p . 117.
no-repetición de los elementos musicales y las formas de repeti­
ción que los unían externam ente” señalaba “la fachada falsa. .. de
la neue ¿¡achlichkeit”,107
En contraste, Schónberg evitaba esta imposición no dialéctica
de la voluntad del com positor sobre su m aterial. Su individualismo
no era arbitrario porque estaba controlado por las exigencias del
propio m aterial. L a form a de la música era verdaderam ente obje­
tiva, “no im puesta sobre el m aterial desde afuera, sino extraída de
su interior. . .”108 Schónberg, a pesar de su aislam iento de la so­
ciedad y su sarcasmo por el público, podía escribir la música más
socialmente progresista:

Si n o se co n fin a al eso térico S ch ó n b erg en u n a esp e cia liz a d a y so c ia l­


m en te irrelevan te h istoria d e la m ú sica c o m o G e i s t es g e s c h i c h t e , si fuera
p osib le en ca m b io p royectar sobre la d ia lé c tic a so cia l la d ia lé c tic a d e
su m a teria l, en to n ces la tarea se ju stific a en ta n to él en cu en tra , en la
form a de p rob lem as en el m a teria l q u e ex tra e y d esarrolla, los p ro b le­
m as de la so cied a d q u e h a p ro d u c id o ese m aterial y que p resen ta en él,
co m o prob lem as técn ico s, sus co n tra d ic c io n es so c ia le s.100

Sin em bargo Adorno no tenía u n a posición acrítica frente a la m ú ­


sica de Schónberg. A nticipando su crítica posterior al sistema dode-
catónico,110 desafió explícitam ente la utilización por parte de
Schónberg de form as cerradas:

Sin em b argo, sobre to d o es cu estió n d e p regu n tarse si el id e a l d e la


obra d e arte cerrada y eq u ilib ra d a , q u e S ch ó n b erg to m ó d el c la sicism o
y q ue con servó le a lm e n te , p u ed e to d a v ía reco n cilia rse co n los m ed io s
q ue él cristalizó*- si este id e a l, c o m o el d e to ta lid a d y co sm o s, p u ed e
to d a vía m a n ten erse.111

Adorno tampoqo rechazaba de plano la posible validez de las com ­


posiciones que intencionalm ente se planteaban como crítica social.
Este polémico tipo de música podía ser realm ente valorado de
m anera positiva, siempre que su intención se lim itara a la nega-
tividad crítica, a la exposición de las contradicciones sociales, sin
pretensión alguna de que la m úsica pudiese resolverlas. E n ese
><M Ibi d., p. 120.
109 Ibi d. , p, 111.
109 Ibi d.
150 Cf. T h eo d o r W . A dorno, Phil osophy of mo d e r n music, trad. A nne G.
M itchell y W esley V . B lom ster (N u e v a York, T h e Seabury Press, 1973).
ní A dorno, “Zur gesellsch aftlich en L age der M usik” , parte 1 (1 9 3 2 ),
p. 112. A dorno rechazaba las form as estéticas cerradas y arm oniosas porque
oscurecían la naturaleza fragm entaria y a n tagón ica d e la realidad, y esta
posición era com partida por Brecht, en con tra de Lukács.
sentido, A dorno alababa a su amigo K u rt Weill, compositor de la
música p a ra la Ópera de tres centavos y M ahagonny de Brecht.
La música de W eill era “incuestionablem ente. .. la única [música]
hoy de efectividad social y polém ica real, en tanto se m antiene en
la cim a de su ‘ n e g a tiv id a d ,. .,>112 L a utilización del m aterial m u ­
sical por W eill im pactaba al público m ás allá de su com placencia:
l
N o le en treg a a la g en te para su uso [G e b r a u c h ] u n a m ú sica a rtific ia l
p rim itiv iza d a ; so stie n e su p ro p ia m ú sica d e uso [ G e b r a uc h s m u s i k \ fren te
a e llo s en el e sp e jo d isto rsio n a d o r d e su p r o ced er a rtístico y la d es­
p lie g a c o m o m e r c a n c ía .118

L a utilización por p arte de W eill del principio surrealista del m on­


taje quebraba la “ form a superficial ‘orgánica’ de neoclasicismo” :

E l im p a c to co n el q u e el p r o c e d im ie n to co m p o sic io n a l d e W e ill presen ta


lo s m ed io s d e c o m p o sic ió n h a b itu a les, sob rep u estos, c o m o un fa n ta sm a ,
se tran sform a en el horror d e la so cie d a d d e la q u e b rotan , y al m ism o
tie m p o lleg a , a ser la n eg a c ió n d e la p o sib ilid a d d e u n a p o sitiv a G e -
m e i n s c h a f t s m u s i k . . ,114

Pero A dorno veía el peligro de que la míisica de W eill no pu d iera


m antener su negatividad crítica, precisam ente a causa de su com ­
prom iso social. C uando la m úsica se hacía afirm ativa, au n cuando
su afirm ación fuese una expresión de solidaridad con el proleta­
riado, se hacía difícil distinguir su glorificación del colectivo de la
G em einschajtsm usik. Ésta, afirm aba Adorno, había sido la suerte
corrida por los coros proletarios de H anns Eisler, que afirm aban
com o “positiva” a la conciencia proletaria “ya aquí y ahora” .115
El asim ilar la música de Eisler a la Gem einschajtsm usik constituía
un a fuerte crítica, p a ra la cual A dorno se apoyaba en M arx:

P o r lo tan to n o se reco n o ce q u e p recisa m en te a q u e lla s ex ig en c ia s h a cia


la s cu ales se su p o n e se o rien ta la p r o d u c c ió n [según E isler], sim p lic id a d ,
e fe c tiv id a d c o le c tiv a c o m o ta l, están n e c esa ria m en te referid as a un n i­
vel d e c o n c ie n c ia tan m a rc a d o y reg id o p or la d o m in a ció n d e cla se
— n a d ie lo fo r m u ló m á s ta ja n te m e n te q u e M a rx — q u e este n iv e l, si la
p ro d u cció n se m o n ta u n ila ter a lm e n te sobre é l, se tran sform a en u n a es­
torb o para las fuerzas d e la p ro d u cció n m u s ic a l.110

m Ibi d. , p. 122.
113 Ibi d.
114 Ibi d.
I bi d. , p. 123.
118 l b i d . t p. 124.
Adorno no cuestionaba “el valor agitativo y por loj. tanto el derecho
político de la G em einschaftsm uúk proletaria ni el de los coros de
Eisler” ;117 lo que cuestionaba era su derecho estético:

Sin embargo, tan pronto como esta música se aleja del frente de la
acción inm ediata... y se erige como forma de arte, es innegable que las
formas producidas no pueden compararse con la producción burguesa, y
que se presentan como una cuestionable mezcla compuesta de migajas
burguesas, estilos formales superados, literatura coral de la pequeña
burguesía y migajas de una “nueva" música progresista a los que se
sustrae a través de esta mezcla de la agudeza del ataque y de la validez
de cualquier formulación técnica.118

Pero, p o r supuesto, aquí estaba la cuestión. A ceptando que el opti­


mismo de B enjam in estaba fuera de lugar, aceptando que la ten­
dencia política correcta y la tendencia estética correcta no nece­
sariam ente convergían,110 la cuestión era: ¿producir un arte so-
ciohistóricam ente válido, o transform ar lá realidad social? L a insis­
tencia de A dorno sobre el trascender las form as culturales bur­
guesas desde dentro en lugar de apoyar su liquidación desde afuera,
su insistencia en la relación m ediatizada entre praxis intelectual
y praxis política, puede haber sido lógicamente consistente. Puede
Haber proporcionado* un m étodo crítico, m & usó'políticam ente^rele­
vante, de análisis estético. Puede haber perm itido percepciones “m ar-
xistas” de las similitudes estructurales entre la relación del compositor
y su m aterial y las relaciones de la totalidad social. Pero ¿dónde
estaba el enlace entre estos análisis. “dialécticos” , “m aterialistas” y
la praxis política revolucionaria? É n ningún otro lugar fue tan firme
Adorno coího en su afirm ación:

.. .alguien que sin compromiso, es decir, aquí y ahora, trabaja solitaria­


mente sobre su material, sirve a un colectivo verdadero mucho mejor que
alguien que se somete a las exigencias de lo que existe actualmente y
por eso, a pesar de las apariencias colectivas, olvida las exigencias so-

111 Ibi d.
Ibid.
118 V éa se el ensayo citad o en la anterior n o ta 69. E n e?te ensayo B enjam ín
citaba a E isler con aprobación: “ ‘L a m ú sica sin palabras sólo en el cap i­
talism o ha cobrado su gran im p ortan cia y su expresión p len a .’ Es decir, qué la
tarea de m odificar el con cierto no resulta posible sin la colaboración de la
palabra. Ésta es la ú n ica que, com o form ula Eisler, p u ed e operar la trans­
form ación de un concierto en un m itin p o lítico . C on la pieza didáctica
M e d i d a s t omadas han dem ostrado Brecht y E isler q ue sem ejante transfor­
m ación representa de h ech o un tenor su m am ente elevad o de la técnica
musical y literaria.” {Ibid. , pp 127-128.)
cíales q ue surgen d e su esfera estética propia, es decir, d e su trabajo
y sus p ro b lem a s.120

Pero sí este argum ento contenía un elemento de verdad, si un “co­


lectivo verdadero” era más que una esperanza utópica, debía b a­
sarse en una potencialidad presente. Adorno escribió en 1936:

El d esarrollo d e las fuerzas m u sica les d e p rod u cción co m o lib re d isp o ­


sición h u m an a d el m aterial n atu ral, co m o la em a n cip a ció n d e la l i ­
bertad ríe las c o n d icio n es n atu rales, no será posib le para a q u ello s cuya
co n cien cia está en sí trunca por los m eca n ism o s [sociales]; al p rin cip io,
por lo tan to, só lo unos p ocos. El co n c e p to d e a v an t - ga r d e tie n e sig n i­
fic a d o tan to e stética c o m o r e a lm e n te .121
*
Pero esto p lantea nuevam ente el interrogante: ¿precisam ente a
quién conducía la avant-garde? L a respuesta sólo puede ser: a aque­
llos que entendían las complejidades de la técnica intelectual, es
decir, otros intelectuales. Adorno hablaba de esos “pocos” que
habían escapado del troncham iento de conciencia perpetrado por la
dom inación burguesa. Para otorgar significado concreto a esta
afirm ación, debe interpretársela a través de un marxismo m ucho
más m undano, quizá el mismo marxismo “vulgar” que A dorno com ­
batió tan asiduam ente. En realidad, el acceso a la “verdad” de la
música de Schonberg (o de la filosofía de Adorno) estaba abierto
sólo a la élite cultural de las filas burguesas cuya seguridad eco­
nóm ica les proporcionaba los medios necesarios p a ra adquirir un
entrenam iento adecüado. L a dificultad consistía en que este grupo
seguiría siendo siempre “pocos”, m ientras el sistema educativo de la
sociedad burguesa siguiera siendo una institución p ara la perpe­
tuación de su clase dom inante. Debido a la elitista naturaleza de
clase de la educación, entonces, la relación entre la avant-garde, la
praxis intelectual y la form ación de un “verdadero colectivo” se­
guiría bloqueada.
Debemos adm itir que había algo inm anentem ente dem ocrático en
la concepción de Adorno sobre el intelectual, algo ««¿¿elitista y
antijerárqujeo en la noción de que los intelectuales actuaban en
concertación con el proletariado al revolucionar su propio proceso
de producción. Pero este elem ento era más ideal que real. El núcleo
de la cuestión es que la form ulación de Adorno acerca de la me­
diación entre praxis intelectual y praxis política siguió siendo vaga

120 T h eod or W iesengrund-A dorno, “A n tó n v o n W ebern” (1 9 3 2 ), I m ­


pr o mp t u s , 49-50.
121 A dorno, “ MusLkpSdagogischo M usik” , A d o r n o u n d K r e n e k : Brief­
wechsel, p. ^219.
y abstracta, sin explicación acerca del m edio social que pudiera
servir p ara conducir esta m ediación, u n a vez rechazado el papel
del Partido. El interm ediario p a ra la “m ediación” de Adorno
siguió siendo tan misterioso como el interm ediario entre los espí­
ritus y la carne en el m undo, y la crítica de H anns Eisler contenía
un aspecto de innegable validez:

E sta ciega creen cia m e ta físic a en " el d esa rro llo d e la m ú sic a ” . . . S i
A dorno tan só lo co m p ren d iera q u e la m ú sica está h ech a por g en te para
otra g en te — ¡y q u e si ta m b ién se d esarrolla, este d esa rro llo no es a b s­
tracto sino q u e p u ed e rela cio n arse d e a lg ú n m o d o con las rela cio n es
so ciales!— , en to n ces n o diría estas abstractas in se n sa te c es.122

En, verdad, había algo metafísico en el énfasis de A dorno sobre la


verdad, y e if s ü ' visión de la élite intelectual como form üládorá de
(ficha verdad.
Benjam in escribió en 1936 que el m arxism o proporcionaba “la
infraestructura político-filosófica” de sus ensayos.123 Lo mismo po­
dría decirse de los escritos de Adorno. En el idealismo kantiano la
estructura de la conciencia proporcionaba la unidad y significado
de la experiencia, m ientras que en el m aterialism o de A dorno y de
Benjam in esta unidad provenía de la estructura de la sociedad tal
como M arx la había definido. A dorno aceptaba un análisis social
m arxista y utilizaba categorías m arxistas al criticar los productos
geistige de la sociedad burguesa. Pero el conjunto de su esfuerzo
teórico se dirigía a continuar interpretando al m undo, y la cues­
tión había sido transform arlo.

tw B unge, Fragen Sie me h r über B r e c h t , p. 30.


ia C arta de B enjam in a A dorno, 7 d e febrero de 1936, cit. en W alter
Benjam ín, Ge s a mme l t e Schriften, 6 vols., ed. R olf T ied em a n n y H erm ann
Schw eppenháuser, vol. 1 :3 : A b h a n d l u n g e n (F rankfurt am M ain, Suhr­
kamp V erlag, 1974), p. 907.
H ISTORIA Y FORMA ESTETICA

El im pulso inicial p a ra el concepto de historia de A dorno no p ro ­


vino del cam po de la filosofía. Su experiencia académ ica anterior
se había centrado en K a n t y Husserl, pensadores fundam ental­
m ente ahistóricos, cuyas filosofías de la historia no ocupaban un
lugar central, sino que eran apéndices de teorías esencialm ente
epistemológicas. Fueron los estudios musicales de Adorno los que
despertaron su conciencia de la significación vital de la dim en­
sión histórica, y su com prensión de la historia siguió siendo tribu­
taria de este dom inio de la estética que había sido su origen.
L a m úsica, que m uchas veces h a sido considerada como la más
abstracta de las artes, es en el sentido histórico la m ás concreta,
ya que ningún arte está m ás integralm ente referido a la dimensión
tem poral. L a composición es en sí m ism a historia, el sentido de
cada nota de paso al mismo tiem po determ ina y es determ inado
por aquella que h a sido y aquella que vendrá. El sonido m usical se
despliega en un presente continuo y transitorio. Com o escribió
A d o rn o :

L a m ú sica , c o m o arte te m p o r a l, está co n fin a d a p o r sus m ism a s c a r a c te ­


rísticas a la fo rm a d e su cesió n , y p or lo tan to es tan irreversib le c o m o
el tie m p o . U n a vez q u e co m ie n z a está o b lig a b a a ir m ás a llá , a trans­
form arse en a lg o n u ev o , a d esarrollarse a sí m ism a .1,

D e allí: “L a historia no es exterior a la obra.”2 Esto resultaba


verdadero no sólo en el sentido fenom enológico general de la tem ­
poralidad m usical, sino concretam ente en relación al contenido:
el significado mismo de los principios m ateriales de la música, de
la disonancia y la arm onía, la estructura y la form a, se definía
históricam ente. V ista a través del presente histórico de la atonalidad
de Schonberg, la disonancia clásica perdía su significado, la inno-
1 T h eo d o r W . A dorno, "Stravinsky: E in dialektischcs B ild ” (1 9 6 2 ),
Quas i una f a nt así a ; Mus i kal i sche Schriften 11 (Frankfurt am M ain ,
Suhrkam p V erlag, 1963, p. 208).
3 T h eo d o r W . A dorno, cuadernos de notas sobre R e p r o d u k t i o n st h c o t i e ,
3 vols., in éd itos, Frankfurt am M ain, L egado A dorno, s. f., v o l.l , p. 51.
vacíón revolucionaria de Beethoven se transform aba en un lugar
com ún, y el descubrim iento del desarrollo tem ático, alguna vez
creativo, degeneraba en el esquem a form alizado de la música popu­
lar. N o había leyes eternas de composición que pudieran garantizar
la inm ortalidad. Las formas musicales podían perecer. Aquí tam bién,
la verdad de la m úsica surgía inextricablem ente ligada a su transi­
toriedad.
No es casual que el concepto de historia de Ad'orno debiera más
a los escritos estéticos prem arxistas de Lukács que a Historia y con­
ciencia de clase. E n 19218 A dorno leyó Die Theorie des R om ans
[Teoría de la novela] de Lukács, quien al escribirla (1914-1915)
reflejó las influencias de K ierkegaard, D ilthey y el idealismo he-
geliano.4 Aquí Lukács desarrolla por prim era vez el concepto de
reificación como expresión del proceso histórico de decadencia
que vaciaba el significado, la vida interna, tanto de las formas
estéticas como de las ideas que éstas articulaban. Dos aspectos del
análisis de Lukács dejaron u n a d u rad era impresión en Adorno.
U no de ellos fue su percepción de la relación entre form a e his­
toria: la form a literaria no era u n principio ordenador subjetivo,
atem poral y abstracto, sino que era en sí mismo contenido, un re­
flejo de las condiciones históricas objetivas. De ahí que, por ejem ­
plo, la novela fuera el producto “de una era p ara la cual la totalidad
extensa de la vida ya no estaba dad a como plena de significado.. .
y que sin em bargo posee la convicción de la totalidad” .0 El segundo
aspecto era el tem a de la desintegración [Zerjall] cultural, que no
sólo am enazaba con la extinción a las formas artísticas pasadas sino
que caracterizaba la crisis actual de la cultura, determ inando los
problem as técnicos de la creación artística contem poránea.0
Desde la época de sus estudios con Alban Berg, Adorno se intere-

a V éase T h eo d o r W . A dorno, “ H en k el, K ru g und frühe E rfahrung” ,


Ernst fíloch zu E k r e n : Beitrdge zu sei nem W e r k , ed. d e Siegfried U n seld ,
Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag, 1965, p. 9.
4 G eorg Lukács, D i e Th e o r i e des R o m a n s (p u b licad a por prim era ver,
en 1920) (N eu w íed : L u ch terh an d . 1 9 7 1 ). En el prefacio a la ed ición de
1962 L ukács h abla d e la in flu en cia ejercida por el libro en A dorno y
otros durante los años v ein te en d etrim en to d e sus posiciones - políticas.
C om enta: “ U n a parte considerable de la inteliguentsia burguesa dirigente
en A lem an ia, entre ellos A dorno, se habían in s ta la d o ' en el 'Gran H otel
A bism o’, un — com o algu n a vez escribiera yo a propósito dé una crítica
de S ch op en h au er— ‘herm oso h otel, decorado a tod o lu jo, aí borde del
abismo, d e la nada, d el sinsentido. Y la diaria con tem p la ció n del abismo,
en m ed io del confortable disfrute de m anjares o producciones artísticas,
no p od ía sino aum entar el placer d e estos refinados goces’.” { Ibi d. , p. 16.)
5 I bi d. , p, 47.
4 Cf. supra, cap. 2, p. 35.
saba por las implicaciones técnicas del problem a de la historia tal
com o éstas se m anifestaban en el acto de la reproducción m usical.7
Si, al igual que las formas literarias, las formas musicales no eran
inmortales, si al igual que la naturaleza m aterial decaían en el
tiem po, entonces la tarea del director al ejecutar u n a obra pasada
era la de rescatar su significado viviente que la historia am enazaba
destruir. En este sentido, la dimensión histórica constituía el núcleo
del problem a de la reproducción musical. En 1925, Adorno comenzó
a preguntarse “si todas las obras eran interpretables en todos los
tiempos” .8 A rgum entaba que el director de orquesta no podía sim­
plem ente repetir la obra tal como ésta había sido ejecutada en el
m om ento de su creación, ya que su significado se perdería p a ra nos­
otros. T am poco podía interpretarla como una pieza m oderna, pro­
cedim iento que violaría la verdad de la obra, integralm ente relacio­
nada con su historia. En cambio, el director de orquesta debía m e­
diar entre pasado y presente, transform ando la obra de acuerdo con
su propia “historia interna” . P ara ser fiel al m aterial, p a ra extraer
su significado, paradójicam ente, debía transform arse ese m aterial,
alterando su tiempo, su articulación y expresión. U na válida repro­
ducción no era pues una copia al carbón del original: era el resul­
tado de la m ediación dialéctica entre el presente y el pasado, el di­
rector de orquesta y la composición.9
E n cierto sentido, el papel del compositor era el reverso de dicho
proceso. Si la reproducción de la música pasada requería la m e­
diación del. presente, la creación de nuevas obras necesitaba de u n a
m ediación Cjon el pasado. N ingún compositor fue más consciente de
la determ inación histórica del m aterial musical que Schónberg,
cuya ru p tu ra revolucionaria con la m úsica anterior fue sólo posible
por u n a íntim a comprensión de su desarrollo histórico.10 Y A dorno

7 Cf. T h eod or W iesengrund-A dorno, “Zum Problem der R ep rod u k tion :


'F ragm ente”, Pult u n d Ta k t st o c k , 2 (1 9 2 5 ): 5 1 -55. En los años treinta
A dorno hizo p lanes d e trabajo con R u d olp h K oliseh (violin ista, cu ñ ad o
de Schónberg) para desarrollar una teoría de la reproducción m usical.
D u ran te el resto d e su vida m antuvo cuadernos d e notas sobre este estudio,
que aparecerán com o volu m en d e ap éndice de las G e s a mme l t e Schri ften
bajo el título de Re p r o d u kt i on s t he o r i e .
8 W iesengrund-A dorno, “Z um Problem der R ep roduktion” , 55.
9 T heodor W iesengrund-A dorno, “D rei D irig en ten ” , Mu s i k b l a t t er des
A nb r uc h, 8 (1 9 2 6 ): 3 1 4 -315.
10 L eibow itz escribió en relación con la teoría de. la com p osición de
SchQnberg: "Así ccrno cad a form a-sonido considerada en sí m ism a tiene
una tradición tras de sí y en sí mi sma, así todas las form as-sonido de un
m om ento histórico d ad o i mpli can todas las form as-sonido d el pasado. . .
Es esta con tin u id ad total la que abraza la tradición c o mo un t o d o ■ ■• la
q ue h a pasado al presente v ivien te, que a su vez se está afirm ando com o
podría haber aprendido de Schonberg que, u n a vez reconocido el
m om ento de transitoriedad al interior de la historia, la relación con
la tradición histórica deja de ser u n a justificación del conservadu­
rismo cultural p a ra transform arse en u n m andato de radicalism o
cultural. En su H arm onielehre, escrita en 1911, Schonberg justifi­
caba su ru p tu ra con la tonalidad argum entando que no existían
leyes eternas que gobernaran la composición, como tam poco el des­
arrollo m usical estaba determ inado por “leyes naturales” . El arte se
desarrollaba a través de las obras de arte y no de acuerdo a ningún
principio trascendente, y las leyes form ales del pasado no podían
servir de criterio p a ra las creaciones del presente.11 Este mismo
espíritu iríconoclasta caracterizaba los prim eros artículos musicales
de Adorno. Y en este punto A dorno difería de la Theorie des R o ­
m ans de LuJtács. El tono dé ésta era m elancólico. Lukács lam entaba
fel advenim iento de la época m oderna, con sus desintegradoras for­
m as reificadas que, sustraídas de contenido viviente por la historia,
sé enfrentaban al hom bre como una p u ra convención, una “segunda
naturaleza” .12 Lukács hablaba con nostalgia de la decadencia de
la form a épica, como algo irrevocablem ente perdido ju n to con la
W eitanschauung griega que corporeizaba, visión basada en la ex­
periencia inm ediata e incuestionada de una totalidad arm oniosa
entre hom bre y naturaleza, pensam iento y deseo, la idea y la reali­
dad. Lukács in terp retab a la novela del siglo x ix como un intento
por reinstaurar un sentido de totalidad por m edio de la form a esté­
tica, y se preguntaba si en la era actual de desintegración cultural
avanzada era posible algún tipo de arte. Y a por entonces, y m ucho
más a p artir d^¡ su adopción del m arxism o, Lukács río aprobaba el
arte m oderno. No era éste el caso de A dorno, cuya actitud frente
á ía decadencia de la cultura podría haberse sintetizado en la
frase de Nietzsche: ivas fallt, das sollt lh r stossen ( “si algo está
cayendo, em pújalo” ). D e allí la ausencia de nostalgia al criticar
la ópera de Strauss Interm ezzo por su intento de verter vino nuevo
en odres viejos, llenando las form as decadentes de la ópera wag-

tradíción, es defcir, com o un n u evo p u n to de p artid a para la m ism a


tradición. . . L a perfecta asim ilación de las leyes d e la sintaxis m usical
del pasado brinda el dom in io p oten cial d e la sintaxis de hoy — la única
en que tíste d om in io p uede ser exp resad o.” (R en e L eíbow itz, S e b ó n -
berg a nd his school, trad. D . N ew lin [N u ev a Y ork, P h ilosop h ícal Library,
1949], p p . 2 6 3 , 2 6 5 .)
u A rnold Schdnberg, Ha r mo ni el ehr e (V ic n a , U n iv ersa l-E d itio n , 1922,
pp. 3-4.)
12 G eorg L ukács, D i e The ori e des R o m a n s , pp . 5 3 -54. E l con cep to de
“segunda n aturaleza” es discutido lu ego.
neriana con el tem a "m o d ern o ” de la vida fam iliar burguesa.1*
De ahí su defensa en 1925 fren te a la acusación de an arq u ía contra
Schonberg:-

N o co n stitu y e n in g u n a o b je c ió n p en etra n te a d u cir q u e c o n d u c e a la


a n arq u ía, ya q u e n in g ú n arte tie n e e l d e re c h o d e p erd u rar si n o es
g e n u in o [y es m en o s v á lid a a u n la a cu sa ción ] si lo g e n u in o d e d ich a
a n a rq u ía , p o sitiv a e n sí m ism a , tu v iere el e fe c to ¡n eg a tiv o d e forzar la
d e c a d e n c ia d e a q u e llo q u e n o es g e n u in o .. . en v ista d e la p o sitiv a p le ­
n itu d y la fu erza in c o n c e b ib le d e la fo rm a q u e g o b iern a la s c o m p o sic io n e s
d e S ch o n b erg , cu y a d e m o n ia c a rev u elta d esen m a sca ra c u a lq u ier le y n a ­
tural d e la m ú sica q u e se p r o c la m e h o y c o m o id e o lo g ía .14
i

E n 1929 A dorno identificaba esta “ideología” específicam ente com o


la de la clase burguesa:

. . .d iscu tir la d e c a d e n c ia d e la s obras en la h isto ria sirve a u n p ro p ó sito


rea ccion ario ; la id e o lo g ía d e la cu ltu ra c o m o p riv ile g io d e c la se n o
a cep tará el h e c h o d e q u e sus e le v a d o s b ien e s p u ed a n ja m á s d ec a e r , b ie ­
nes cu ya eter n id a d se su p o n e ga ra n tiza n la etern id a d d e la p ro p ia e x is­
ten cia d e la c la s e .15

i .a t o t a l id a d p e r d id a : la h is t o r ia en fragm entos

El acercam iento de A dorno y de Lukács al m arxism o im plicó en


am bos casos un viraje en el contexto de sus teorías, desde el do-
m inio de la estética al de la totalidad social concreta estructurada
a través de las clases y la producción de m ercancías, a la que con­
sideraban ahora como m ediatizadora de todos los fenómenos geis­
tige. Pero sus diferencias anteriores se evidenciaron u n a vez más
en la form a de in terp retar a M arx. El enfoque del pensam iento
de Lukács siguió siendo globalizante, ap u n tan d o hacia u n a re­
conciliación, tra tan d o de cerrar el círculo, tal como los clasicistas
habían hecho en el ám bito del a rte ; en tanto que el pensam iento
de Adorno, como el m ovim iento expresionista generador del arte
m oderno, se m ovía en dirección opuesta, h acia la negación, hacia
la explosión de las form as dadas. Al definirse como m arxista,

13 T h eo d o r W iesen gru n d -A d orn o, “ O p ern p rob lem e: G lossiert nach Frank­


furter A u ffü h ru n g ” , Mu s i k b l á t t e r des A n b r u c h , 8 (1 9 2 6 ): 2 0 5 -2 0 8 .
14 T h eod o r W iesen gru n d -A d orn o, “D ie Serenade: Z ur A u ffü h ru n g von
Schónbergs Serenade in V e n e d ig ”, Pult u n d T akt st oc k, 2 (septiem bre d e
1925): 115.
15 T h eo d o r W . A dorno, “N ach tm u sik ” (1 9 2 9 ), M o m e n t Mu s i c a u x : Ne u g e -
d u ck t e Aufsdt ze, 1928 bis 1962 (Frankfurt am M ain , ed. Suhrkam p, 1964),
p. G2.
Lukács comenzó a in terp retar la alienación del hom bre en un
m u n d o ' reificado como un problem a específicariiénte burgués: la.
crisis de lá cultura se transform ó en signo de la bancarrota de la
sociedad burguesa: “L a crisis ideológica es un síntoma infalible’
de esa decadencia. L a clase está ya constreñida a la defensiva. ..
la clase burguesa ha perdido inapelablem ente su capacidad de di­
rección.” 10 Si el artista ya no era capaz de crear :u n a unidad e n tre
sujeto y objeto, Lukács depositaba entonces sus1esperanzas en el
proletariado. Al considerar la alienación como un m om ento dentro>
del proceso histórico total, m om ento que en útlim a instancia se
dirigía hacia la reconciliación de los antagonismos, la crítica del',
presente se transform aba en esperanza m esiánica de futuro: la
revolución proletaria restablecería la totalidad perdida, aquella,
cuya desaparición había sido el origen de la desesperanza cu ltu ral
previa de Lukács.
Esta visión de la historia en m ovimiento hacia una^ unidad sin­
tética, hacia la resurrección de la totalidad perdida, era un aspecto
cfeT m arxism o cié Lukács que A dorno rechazaba ‘categóricam ente.
En su conferencia inaugural de 1931, “Die A ktualitát der Phílosó-
phie” , escribió (por lo dem ás en un lenguaje con reminiscencias,
de Die Theorie des R om ans) que el propio concepto de totalidad
estaba irrem isiblem ente perdido en el pasaje de la historia:
La adecuación del pensamiento acerca del se^como totalidad... se ha:
desintegrado, y con ello lá idea del ser existente se ha tornado impre-
guntable: la idea que sólo podía estar sobre runa realidad redonda y
cerrada, como una estrella en clara trasparencia, y que acaso se desva­
nezca ante los ojos humanos para siempre, desde que las imágenes de-
nuestra vida están garantizadas sólo por la historia.17
Adorno insistía en que si la verdad era relativa a la historia, no se
podía pretender a su vez que la idea de historia (en sí m ism a un.
descubrim iento de la edad m oderna) proporcionara la verdad se­
gura y absoluta que había sustraído de los fenómenos. Si la con­
ciencia del tiem po histórico había vaciado dé sentido el concepto-
de totalidad, entonces sólo lanzándose al ám bito de la m etafísica
se podía esperar redescubrir el significado perdido en la propia
historia. Le agradaba la form ulación “L a historia está en la verdad,
la verdad no está en la historia.”18 Con esta afirm ación un tanto
10 G eorg Lukács, Hi st oria y consciencia de clase, p. 74. (Lukáca subraya.)
” T h eo d o r W . A dorno, “D ie A ktualitSt der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), G e s a m­
melte Schri ften, vol. 1: Frühe phil osophi sche Schri ften, ed. R o lf T iedem ann.
(Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erla g, 1973), p. 325. (C f. Lukács, Di e
Theori e des R o m a n s , pp. 2 5-26.)
14 T h eo d o r W . A dorno, ms. H usserl, “Z ur P h ilosop h ie H usserls”, 1931—
críptica quería significar simplemente que, aunque toda verdad
era histórica, aunque no existiera una verdad por encima del tiempo,
el proceso real dé la historia no era idéntico a la verdad en ningún
sentido' metafísico u ontológico.
E n 1932 Adorno criticaba Die Theorie des R om ans,_ele Lukács,
porque sólo alcanzaba a concebir en términos metafísicos la tras­
cendencia del m undo alienado y cosificado, “bajo la categoría de
un teológico despertar, bajo un horizonte escatológico” ,10 y esta
afirm ación puede verse tam bién como una crítica indirecta de
Historia y conciencia de clase. No en la interpretación del proceso
histórico como poder irresistible que im pulsaba hacia una ru p tu ra
mesiánica con el presente, sino erí las rupturas, en las brechas
al interior cjel presente: aquí veía Adorno la esperanza de un
nuevo futuro, aunque nunca su garantía. El concepto j i e .prole­
tariad o como sujeto-objeto de la historia constituía /in ’ LukacV’un
intento de forjar la identidad entre la conciencia y las- fuerzas oí>
jetivas de la Historia. Al describir eí proceso total de la historia
como la “realid ad superior”,20 cuando hablaba de que el prole­
tariado “se encuentra en la historia con la tarea”31 revolucionaria
de la cual “no tiene aquí elección” ,22 se acercaba m ucho a una
m etafísica hegeliana de la historia como despliegue racional de la
verdad, como realización progresiva de la libertad.23 Podía decir
que en realidad no tenía opción. Sin una creencia en la historia
•como progreso, la conciencia proletariá~’só6re la que su teoría des­
cansaba se Habría condenado a un m ero relativismo. Si el sentido
de la historia objetiva no sustentara como correcta la visión del
proletariado-24 nada im pediría que este punto de vista de clase
1937, Frankfurt am M ain, L egado A dorno, p. 141, rep etid o en p. 423.
19 T h eod or W iesen gru n d -A d om o, “D ie Id ee der N atu rgesch ich te” (1 9 3 2 ),
C S 1, p. 357.
20 Lukács, Hi st oria y consciencia d e clase, p. 201.
• £lI bi d. , p . ' 70.
22 Ibi d. , p. 8 3 .
13 Lukács no tu vo la in ten ción de deslizarse a una m etafísica d e la h is­
toria. Inclu so den u n ció expresam ente com o un m ito la pretensión h egelian a
de que el espíritu absoluto en sí m ism o tenía el poder de llevar la razón
-a la existencia, sosteniendo que tal punto de vista era tan determ inista com o
el econoniism o de los m arxistas vulgares. In ten tó establecer una d istinción
entre necesidad histórica e inevitabilidad histórica. C on todo, la d istinción
tendía a enturbiarse en estos ensayos,
24 Jones ha m etido en u n a nuez el argum ento de Lukács: “ toda verdad
es relativa al p u n to de vista de clases determ inadas; el proletariado es por
esencia una clase universal; su subjetividad es universal; pero una su b jeti­
vid ad universal sólo p uede ser o b jetiva” (G areth Stcdm an Jones, “T h e M ar-
xism of the early Lukács: A n evalu ation ”, N e w L e f t R e v i e w , 70 [n oviem ­
bre-diciem bre d e 1971]: 47.)
fuese sim plem ente otra perspectiva de la realidad, otra W eltans-
chauung diltheyana.25
Pero Adorno no identificaba el punto de vista subjetivo de una
clase colectivam ente revolucionaria con u n a conciencia correcta ni
tam poco aceptaba ningún concepto abarcador acerca del curso ob­
jetivo de la historia como totalidad. L a historia no era “ un todo
estructural”',;28 En cambio, era "discontinua” ,27 desplegándose a tra ­
vés de un ininterrum pido proceso dialéctico en una m ultiplicidad
de expresiones de la praxis hum ana. L a historia no garantizaba la
identidad de razón y realidad. L a historia se desplegaba en los espa- •
tios entre sujetos y objetos, hom bres y naturaleza, cuya no identi­
dad era precisam ente la fuerza m otora de la historia. En este sen­
tido puede interpretarse la crítica de A dorno a la teoría de la iden­
tidad de H egel:

La historia es la línea de demarcación de la identidad. No es que el hom­


bre sea el sujeto-objeto sujetificante de la historia, sino que la dialéctica
de los momentos divergentes entre sujeto y objeto es sacada una y otra vez
por la historia.28

Este rechazo total del concepto hegeliano de historia como identi­


d a d ^ ¿ s u je to y objeto, de lo racional y lo real (en realidad, un
cierto escepticismo en relación a todas las interpretaciones de la
historia como progreso) fue un punto de acuerdo fundam ental en­
tré Adorno y sus colegas intelectuales más cercanos. Esto marcaba,
los límites de su disposición p a ra exam inar a M arx desde una
óptica hegeliana. En su conferencia inaugural, la afirm ación iniciaí
de Adorno fue, inequívoca: “N inguna razón justificadora p u e d e
redescubrirse a sí misma en u n a realidad cuyo orden y form a re ­
chaza cualquier pretensión de razón-”29 U n año antes (1930) H ork­
heim er había afirm ado: “L a H istoria no tiene ra z ó n .. . adjudicarle
panteísticam ente autonom ía a la historia, y una esencia uniform e
y substancial, no es sino m etafísica dogm ática.”80 C iertam ente, el
legado del_aprendizaje de A dorno y H orkheim er con Cornelius fue*
fuente de sus sospechas respecto de la historia como categoría m e­
tafísica.31 Pero • su posición no estaba m otivada sólo por razones
M K arl M an n h eim sostuvo precisam ente esto en I d eo l o g i e u n d Ut o p i e
(B onn, F. C oh én, 1929J, com o A dorno sabia bien.
20 A dorno, “D ie Id ee der N atu rgescliich te” (1 9 3 2 ), GS 1, p. 362.
27 Ibid.
29 A dorno, ms. H usserl, 1934-1937, p. 4 2 3 .
® A dorno, “D ie A ktualitat der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), G S 1, p. 325.
30 M ax H orkheim er, Anfánge d e r bürgerlichen Geschichtsphilosophie-
(S íu ítg a rt, K ohlham m er, 1930, p. 46.)
31 C f. cap 1.
filosóficas. E ran conscientes de que la glorificación de J a Jiisto ria
•como verdad suprem a funcionaba p a ra justificar los sufrim ientos
•que su curso había im puesto a los individuos, la violencia infli­
gida a los hum anos en tanto seres naturales.82 L a im portancia de la
-categoríal“naturaleza”‘ como correctivo de las implicancias ideoló­
gicas de la historia como progreso habían pasado désápercibidas p ara
Lukács. C uando en Historia y conciencia de cíase argum entaba que
lá naturaleza se subordinaba al proceso histórico, que era sim ple­
m ente "u n a categoría social”,88 justificaba la tiranía de teoría y p ra ­
xis sobre la existencia h u m an a individual. L a b rutalidad de la disci­
plina exigida a los m iembros del Partido, la subordinación de la
“ personalidad total” del individuo a las dem andas del partid o 84
-testim onian este hecho.
El peligro de la racionalización del sufrim iento, inherente a to­
das las teorías de la historia como progreso, hal?íá sido ya articulado
por Nietzsche:

L a sig n ifica ció n d e la filo so fía a le m a n a ( H e g e l) : gen erar u n p a n ­


te ísm o m erced al cu a l el m a l, e l error y el su frim ien to n o son p er­
c ib id o s c o m o a rg u m en to s co n tra la d iv in id a d . E ste p ro y ecto gran d ioso
h a sid o m a l u sa d o p or lo s p o d eres ex iste n te s (e sta d o , e t c .) , c o m o
.si san cion a ra la r a c io n a lid a d d e q u ien q u iera resu ltase estar g o b er­
n a d o .35

Fue pensando en Nietzsche como H orkheim er escribió:

fQ u e la h isto ria h a crea d o u n a so cie d a d m ejo r a partir d e u n a peor,


q u e p u ed e crear en su cu rso u n a m ejo r a ú n , es un h ech o ; p ero es
otro h e c h o q u e el ca m in o d e la h isto ria p asa sobre el su frim ien to y la
m iseria d e in d iv id u o s. E n tre esto s dos h ech o s h a y c o n ex io n es e x p lic a ­
tivas, p ero n o sig n ific a d o ju stific a d o r .80

82 F u e H orkheim er qu ien escribió, en 1932, el ataque más ex p lícito co n ­


tra la m etafísica d e la historia de H eg el. C riticó el sistem a h egelian o por­
que “ todo el g o ce y el sufrim iento d e cada ser hum ano, la pobreza y la
riqueza, d e h ech o ab solu tam en te todas las contradicciones d el m u n d o em ­
pírico, reciben el signo recon ciliad or d e lo ‘m eram ente’ m ortal” . (M ax
H orkheim er, ‘‘H e g e l und das Problem der M etap h ysik ” , Festschrift für
Cari ÜTÜnberg: z u m 70. Geburt s t ag [L eipzig, V erlag von C. L. H irschfeld,
1932J, p. 188.)
Hi st oria y consciencia d e clase, p. 245.
* Ibi d. , p. 334.
3:* F riedrich N ietzsch e, T h e wil l to power, trad. W alter K au fm an n y R. J.
.H o llin g d a le (N u ev a Y ork, R an d om H ou se, 1967), p 223.
39 H orkheim er, A nfánge der bürgerlichen Geschicht sphil osophi e, p. 44.
Y más tarde W alter Benjam ín37 argum entaba que el pináculo de
la historia era conducido por los conquistadores, su proceso era
u n “cortejo triunfal” , en el cual los dom inadores saltaban por en­
cim a de “los que tam bién hoy yacen en tierra” .38 De allí que afir­
m ara :

Jamás se da un documento de cultura sin que lo pea a la vez de la


barbarie. E igual que él mismo no está libre de barbarie, tampoco lo
está el proceso de transmisión en el que pasa de uno a otro. Por eso
el materialista histórico se distancia de él en la medida de lo posi­
ble. Considera cometido suyo pasarle a la historia el cepillo a con­
trapelo.89

“C epillar la historia a contrapelo”, luchar contra el espíritu de la


época antes que unirse a él, enfocar la historia hacia atrás más
que hacia adelante: éste era el program a que Adorno com partía
con H orkheim er y Benjam in y eljrechazo de la historia como pro­
greso se transform ó en un tem a dom inante de sus escritos a p artir
del estallido de la segunda guerra m undial,40 asum iendo caracterís­
ticas únicas dentro de la tradición del pensam iento radical. D e allí
que A dorno fuese capaz de encontrar un m om ento de validez en el
análisis de Spengler de la decadencia de O ccidente.41 De allí tam ­
bién la continua fascinación que H orkheim er sentía por Schopen-
hauer y de allí la adhesión de Benjam in al tem a de la C aída como
origen de la historia y el sufrim iento consecuente de la silenciosa
naturaleza, planteado en el A ntiguo T estam ento.42 Sin embargo,
seria totalm ente incorrecto suponer una afinidad inequívoca entre
su posición y el concepto de historia im plícito en el judaism o, en
Spengler o en Schopenhauer. U n a cosa era señalar la irracionalidad
y el poder de destrucción inherentes a la histo ria,, y otra cosa muy
diferente era elevar las insuficiencias de la historia a un nivel de
verdad ontológica. A dorno y sus colegas no creían que la irracio-
87 F u e en 1940. D uran te un tiem p o, a m ediados d e los treinta y bajo la
influencia de B recht, B enjam in escribió afirm ativam en te acerca del curso
de la historia, d e una m anera que suscitó enérgica critica d e A dorno (véase
cap. 9).
88 W alter B enjam in, ‘'T esis d e filosofía d e la h istoria” , en Discursos
i nt errumpidos I, trad. J. Aguirre (M a d rid , T au ru s, 1973), p. 181.
38 I b i d p . 182.
*° V éase infra, cap. 11.
41 V éase T h eo d o r W . A dorno, “ Spengler T o d a y ”, Studi es in Phil osophy
and Social Sci ence, 9 (1 9 4 1 ): 3 0 5 -3 2 5 .
*3 V éase en especial W alter B en jam in , “ ü b e r d ie Sprache überhaupt
und über d ie Sprache des M en sch en ” (1 9 1 6 ), Schri f t e n, 2 vols., ed.
T heodor W . A dorno y G retel A dorno (F ra n k fu r t am M ain , Suhrkamp
V erlag, 1955), vol. 2, p. 4 1 7 -4 1 8 .
nalidad fuese “n atu ral” y por lo tanto eterna; no la consideraban
más esencial a la realidad que a la razón. De haberlo considerado
así, hubiesen rem plazado el m ito del progreso histórico por un con­
cepto igualm ente m ítico de una “naturaleza” constante. Como es­
cribió A dorno: “U n a naturaleza. . . que se endurece opresiva y te­
nebrosam ente en si misma y huye de la luz de la conciencia ilum i­
nadora y calefactora, debe ser objeto de justa desconfianza... Lo
que es inm utable en la naturaleza puede cuidarse solo. N uestra tarea
es cam biarla.”4?

RELATIVIDAD HISTORICA Y NO IDENTIDAD

Nos acercamos al núcleo del argum ento de Adorno. Sería correcto


decir que Adorno no tenía concepto alguno de la historia en el sen­
tido de una definición ontológica positiva del significado filosófico
de la historia.44 En cambio, historia y n a tu ra le z a en tanto opuestos
dialécticos eran para Adorno concepto^'coeTüiiuosT no dem asiado
diferentes de las “ideas regulativas” de K a r it ^ que se aplicaban
en sus escritos como herram ientas crific3íT'p$.ra la desmitificación
de la realidad. Sim ultáneam ente, cada u n a proporcionaba u n a crí­
tica de la otra. L a naturaleza da£a IaT clave para" expónéír la no
** T h eod or W . A dorno, “R eaktion und F ortschritt” (1 9 3 0 ), M o m e n t s
'■musicaux, p. 160.
41 C f. la crítica de H orkheim er a H eg el en 1932: “N o existe esencia-
lidad alguna; o poder uniform e que pueda llevar el nom bre d e ‘historia’
. . .T odas estas totalidades [historia, ser, etc.] a través de las cuales es
determ inada la gran totalid ad de su jeto-ob jeto, son abstracciones sin
sentido, y de ningún m odo son la esencia de lo real, com o preten d ía H eg el.
En una filosofía crítica pu ed en tornarse com prensibles com o ‘tareas’. Pero
H eg el las postulaba com o existen tes.” (H orkheim er, " H egel und das Pro-
blcm der M etaphysik” , p. 192.)
48 Estoy en d eu d a con M artin Jay por señalarm e esta sem ejanza. C f.
tam bién la discusión en len gu aje h egelian o de Grenz sobre la con cep ­
ción de A dorno de la apariencia com o el “ locus” de la verdad: “ Se pu ed e
tom ar seriam ente la falsa apariencia en tres n iveles: p uede tom ársela
seriam ente y¡ considerarla com o la verdad, descansando por lo tanto en
su falsedad;: p u ed e tom ársela seriam ente y reconocerla com o falsa, n e­
gán d ola por lo tanto; sin em bargo tam bién se p u ed e — y sólo en este
tercer caso se la tom a seriam ente en el sentido de A dorno— reconocerla
com o falsa y sin em bargo com o idea regulativa. Sólo entonces se la ha
h ech o verdadera. Esta figura es la de la negación esp ecífica [bes t i mmt e
Negat i on] , reconocer correctam ente la nulidad de lo falso y sin em bargo
preservar la pretensión que encierra, ya que sólo en lo falso, en lo id e o ­
lógico, p u ed e surgir la idea de la vida correcta.” F riedem ann Grenz,
A dor nos Phil osophie in Grundbegri ffen: Auflosungen einiger D e u t u n g s -
pr o b U me (Frankfurt am M ain, Suhrkam p V erlag, 1974), p. 74.
identidad entre el concepto de historia (com o idea regulativa) y
la realidad histórica,46 del mismo m odo que la historia propor­
cionaba la clave p a ra desm itificar la naturaleza. A dorno sostenía
que la historia real pasada no era idéntica al concepto de historia
(como progreso racional) a causa de la naturaleza m aterial a la que
violentaba. Del mismo m odo, los fenómenos “ naturales” del pre-~
sen te no eran idénticos al concepto de naturaleza (corno realidad
esencial o v e rd a d ), porque, como Lukács había sostenido en Die
Theorie des R om ans, habían sido históricam ente producidos. Al
insistir en su interrelación dialéctica, su no identidad y sin embargo
m u ti^ determ inación, A dorno se negaba a otorgarles el estatus^cTe
prim er principio ohtológico (prim a philosophia). Su propósito era
destruir el m ítico poder que ambos conceptos e je rc ia n ^ lo B ré ^ ^ rí-'
sente, un poder que era fuente de aceptación pasiva y fatalista del
orHen dado. Este proceso desm itificador intensificaba incesantem en­
te la crítica tensión entre pensam iento y realidad, en lugar de arm o­
nizarlos. En el espacio (que más tarde llamó “cam po de fuerzas’')
generado por este proceso, A dorno situó su esperanza p ara la reali­
zación fu tu ra de la libertad que Hegel había prem aturam ente a tri­
buido a la historia del pasado.
No había “ley” dialéctica alguna de la historia o de la naturaleza
que . funcionara independientem ente de las acciones hum anas y
garantizara, el progreso hacia una sociedad racional sin clases. La
historia, en cambio, em ergía de la "dialéctica de ía praxis hum ana,
proceso entre los hom bres y la realidad m aterial. D ependía tanto
de la realidad m aterial como de la conciencia crítica de los hombres
que este proceso fuese solam ente la reproducción de las condiciones
sociales dadas <y bien la producción de algo cualitativam ente nuevo.
En tanto la conciencia h u m an a sim plem ente se som etiera a lo exis­
tente, reproduciendo las mismas relaciones sociales irracionales n
pesar de que el orden burgués mostrase ya inconfundibles signos
de decadencia, la palabra “progreso” no podría aplicarse a 'l a his­
toria presente. Sólo tenía validez, en cambio, en el sentido d£ la
lucha por liberar a la conciencia de su subordinación a lo dado, es
decir como “progreso en la desm jtificación” .47
Por supuesto', esta desmitificación constituía en sí un proceso
dialéctico, una dialéctica del trabajo m ental en la que, según vi­
mos,48 Adorno veía el modo específicam ente intelectual de praxis
44 La com probación d e la realidad por m ed io del co n cep to era por
supuesto el m étodo fen om cn ológico de H eg el. F ue el proced im ien to m eto ­
dológico básico de la T eoría C rítica del In stitu to d e Frankfurt.
47 A dorno, “R eak tio n und F ortsch ritt” (1 9 3 0 ), M o m e n t s musicaux,
p. 159.
“ V éase cap. 2.
social: el pensador o el artista debían negar críticam ente el m aterial
(reificado, burgués) de su oficio, m aterial que funcionaba ideoló­
gicam ente aunque conteniendo en form a m ediatizada los antago­
nismos de la sociedad cuyo desarrollo histórico había sido el origen
de su producción. Si bien A dorno rechazaba la concepción m etafí­
sica de H egel de la historia como totalidad abarcadora, creía toda­
vía qué el “m aterial” de la actividad intelectual se desarrollaba
dialécticam ente en la historia de acuerdo á su 'propia lógica interna,
sus propias “leyes inm anentes” ,49 e identificaba éste desarrollo con
el “progreso” . E n 1930 escribió: ‘‘El progreso [en la música] no
quiere decir n a d a m ás que la persistente aprehensión del m aterial
en el nivel más avanzado de su dialéctica'histórica.”50 Estas afirm a­
ciones parecerían im plicar cierta fe en el desarrolló histórico, que
resultaría contradictoria con su rechazo de cualquier concepto de
historia con significado propio. En realidad,1' podría argum entarse
que sin algún tipo de fe en el desarrollo histórico, todo su esfuerzo
por negar el “m aterial” intelectual h abría resultado pu ro nihilismo,
posición cuya im plicancia política era el anarquism o.01 Sin embargo,
m uchas veces el lenguaje de A dorno resultaba m ás idealista, más
metafísico que su intención. G uando A dorno hablaba de la “dialéc­
tica histórica” del m aterial musical, no se refería a un principio tras­
cendente de su desarrollo, sino sim plem ente al proceso dialéctico de
innovación composicional tal como se desarrollaba en la historia
em pírica. Corno había afirm ado Schónberg, el arte se desarrollaba
a través de las obras de arte 52 y, hubiese a p u n tad o Adorno, éstas

49 P. ej-, A dorno escribió acerca de la interpretación d e obras pasadas:


“ La verdad d e la in terp retación no radica en la historia com o algo
extraño. . . sino q ue la h istoria yace en la verdad de la interpretación,
com o algo que se d esp liega d e acuerdo a sus leyes in m am entes." (A d orn o,
notas sobre Rep r o d u k t i on s t he o r i e , vo l. 1, p. 5.)
60 A dorn o, “ R ea k tio n u nd F ortsch ritt” (1 9 3 0 ), M o m e n t s musicaux, pp.
153-154.
Bl El com en tario de Frenzel aborda p recisam ente este p u n to: “ M arx
pod ía acom eter con tra el id ealism o h eg elia n o sólo porque él m ism o, al
igu al que H e g e l, estaba con ven cid o de q ue la historia es razonable. Es
decir que el prin cip io por el cual progresa la historia es una analogía
du la razón hu m an a. S ólo en virtu d de este p rin cip io se legitim an las
revolu cion es.” (Iv o Frenzel', “U to p ia and A pocalypse in G erm án L itera-
ture*’, Social Research, 39 [verano de 1972]: 315.) En contraste, la p o si­
ción de A dorno ten ía in n egab les afinidades con N ietzsch e, qu ien escribió:
“P rofun da aversión a descansar de u n a vez y para siem pre en cualquier
visión total d el m undo. F ascin ación con el p u n to de vista op u esto: op osi­
ción a ser privado d e l . estítm u lo d e lo en ig m á tico .’* (N ietzsch e, L a vo­
l u n t a d de poder. )
61 V éase supr a, p. 106.
a su vez eran el producto de la praxis dialéctica, de la habilidad
del artista p ara descubrir lo nuevo a p artir de las potencialidades
del m aterial presente. E n este contexto, “nivel avanzado” no supo--
nía un despliegue teleológico del arte. Com o Adorno mismo aclaró:
“N o se quiere sugerir que alguien pueda com poner m ejor hoy, o
que en virtud de la G racia histórica pueda producir mejores
obras. . .” 53 “Avanzado” quería significar sim plem ente lo más recien­
te, lo más presénte, y en realidad, en u n a época de decadencia bur­
guesa, el presente era “progreso” sólo en el sentido de una pro­
gresiva desintegración.
Este enfoque de A dorno sobre el presente constituía un punto
crucial. A dorno parece haber creído que, al„ conservar el presente
como punto de referencia, podía evitar no sólo u n a m etafísica de la
historia sino tam bién el problem a del relativismo histórico que tantas
dificultades había generado p a ra D ilthey y sus seguidores. Sugerí
anteriorm ente que el concepto de conciencia proletaria de Lukács
necesitaba del apoyo de u n a teoría teleólógica de la historia p a ra
tener más validez que y na m era \V eltanschauung. A hora Adorno
rechaza cualquier teoría m etafísica de la historia (así como la noción
de conciencia proletaria), y aceptaba al mismo tiem po la historiza-
ción de la verdad, el hecho de que ni el pensador ni el m aterial
pudieran trascender la especificidad histórica de sus existencias.
Pero m ientras D ilthey veía en esa historicidad u n a am enaza al con­
cepto mismo de verdad, A dorno transform aba el problem a en una
virtud. Si el presente era el pun to de vista inevitable, entonces era
en el presente donde el concepto de verdad hallaba su significado
concretó. P ara Adorno, el presente no obtenía su significado de la
historia, era la historia la que recibía su significado del presente.
El objetivo de su investigación crítica no era u n a idea absoluta y
trascendente sino la “presente situación objetiva de la verdad”.54
P ara utilizar u n a expresión de B audelaire que A dorno solía citar:
II faut étre absolutem ent moderne — no en el sentido de satisfacer las
exigencias de la época,68 sino en el de criticar lo m oderno y por lo
tanto cepillar a contrapelo la historia. L a “lógica in tern a” del m a­
terial artístico e intelectual tironeaba en contra del curso de la his­
toria, en lugar de identificarse con éste dentro de u n a síntesis he­
geliana.
El proceso crítico de desm itificación tenía sentido sólo en rela-

“ A dorno, “ R eak tíon und Fortschritt” (1 9 3 0 ), Moments musicaux,


p. 153.
“ Adorno, “N eue T em p i” (1930), ibid., p. 74.
® A dorno, “R eak tíon und F ortschritt” (1 9 3 0 ), ibid., p. 154.
ción al presente. Esto explica el intenso interés de Adorno durante
la década de 1930 respecto a Husserl como el filósofo idealista más
“avanzado”, aunque su propia posición evidenciara u n a gran
deuda a las filosofías ya centenarias de Hegel y K an t.50 Esto tam ­
bién ¿xplica su preocupación por Schónberg, Berg y W ebern,
a pesar de su profunda comprensión y apreciación personal de
compositores burgueses anteriores, como Beethoven/’7 Y quizá
explicara en parte el m ayor interés despertado por un m arxism o
m ás reciente como el de Historia y conciencia de clase en com pa­
ración con las propias obras clásicas de M arx. Incluso cuando
el objeto de su interpretación era un fenómeno pasado (por
ejem plo u n a composición musical), el presente histórico era el
núcleo de s'u enfoque. Las obras pasadas estaban m ediatizadas a
través del tiempo en el que su significado corría el riesgo de des­
aparecer: “en realidad, el carácter de verdad de u n a obra está
ligado precisam ente a su decadencia” .®8 El futuro tam bién en­
cuentra expresión en la reflexión critica sobre lo que hoy existe:
“El poder de lo que vendrá se revela m ucho más en la construc­
ción del presente.”59
P ara Adorno el relativismo histórico, en lugar de sustraer el
significado de los fenómenos, precisam ente los determ inaba. Sólo
si el objetivo era u n a verdad transhistórica y eterna, objetivo que
Adorno rechazaba, sólo en ese caso el relativismo histórico se trans­
form aba en una am enaza p a ra la verdad:

El problema, del relativismo existe sólo en tanto se discute la relación


entre una supuesta “conciencia en general” y un supuesto “objeto en
general”. Desaparece en el proceso concreto por el cual sujeto y objeto
se determinan y alteran mutuamente.60

8S D espu és de 1950, cu an d o A dorno enseñaba H eg el y K a n t en sur,


sem inarios, sus interpretaciones aparecían m ediatizadas, por la realidad
sociohistórica presente.
67 Escribió a K renek: “C reo que la atonalidad es la ú n ica form a de
com posición posible hoy, no porque la considere ahistóricam ente ‘m ejor’,
algo asi com o un sistem a referencial más m anuable que la tonalidad.
C reo, en cam bio, que la tonalidad se ha desi ntegrado, que to d o coro
tonal tiene un significado q ue ya no podem os com prender, q ue una
vez alejados de la 'entrega natural’ d el m aterial tonal, ya no podem os
retornar a ese m aterial com o no se p u ed e producir econ óm icam en te a nivel
del valor de uso. . (C arta del 9 de abril de 1929, T h e o d o r W. A d o r n o
und Ernst K r e n e k : Briefwechsel, ed. W olfgang R ogge [Frankfurt am
M ain , Suhrkam p V erlag, 1974], p. 12.)
M A dorno, “N achtm usik” (1 9 3 0 ), M o m e n t s musicaux, p. 62.
M A dorno, ^‘M ah agon n y” (1 9 3 0 ), ibid., p. 131
T h eod or W . A dorno, “ Über M annheim s W issenssoziologic” , 1047 (?),
ensayo in éd ito, Frankfurt am M ain, L egad o A dorno, p. 6. H orkheim er
Si los historicistas relativizaban el presente al situar los fenóm e­
nos cotidianos dentro de un desarrollo histórico general, el proce­
dim iento de A dorno era inverso: el presente relativizaba el p a ­
sado. L a historia cobraba sentido sólo en tanto se m anifestaba como
“historia interior” dentro de los fenóm enos presentes.
Este énfasis en la historia tal como ésta se configuraba concre­
tam ente al interior de los fenóm enos era un aspecto único del mé­
todo en A dorno, y evidenciaba la influencia del pensam iento de
Benjam in m ás que la de H orkheim er y el In stitu to .61 Al intentar
articular la verdad presente de un producto literario pasado (la
tragedia barroca, la obra de Goethe), B enjam in enfrentó los mis­
mos problem as filosóficos que A dorno confrontaba en relación
a la reproducción de las obras musicales pasadas. Estos fenómenos
estaban doblem ente determ inados por la historia, tan to en el
m om ento en que el artista los concebía a p a rtir del m aterial en su
form a históricam ente desarrollada, como en su propia existencia

h abía señalado la m ism a cuestión, en una crítica anterior a M an n h eim :


el problem a del relativism o sólo tien e sen tid o “b ajo la p reten d id a su p osi­
ción de una o n tología estática” . (M arx H orkheim er, "E ín neuer Id eo lo -
g íeb egriff?” (1 9 3 0 ), Sozi alphi losophi sche S t u d i en : Aufsat ze, R e d e n u nd
Vortrdge, 1930- 1972, ed. W erner Bredc [Frankfurt am M ain , A thcnSum
F íscher T asch en b u ch V erla g , 1972], p. 23.) E sta con cep ció n del proceso
histórico era d ialéctica en sentido h eg clia n o (a excep ción , por supuesto,
de la id en tificación de H e g e l entre el proceso y la realización de la razón).
A dorno escribió: “ E n lugar de sucum bir a la relativización de la verclad,
aquí [en la d ialéctica h egeliana] el m o v im ien to se transform a en la
propia sustancia de la verdad, y la verd ad se au tod eterm in a ú n icam en te
por el poder d e este m ovim ien to. In clu so el relativism o y el escepticism o,
q ue tom an el absoluto estático y falso co m o lo ún ico absoluto, son así
reconocidos com o relaciones históricas esp ecíficas entre sujeto y objeto,
y, al m ism o tiem p o, su fu n ción real es vista com o la resignación de la
m en te fren te a ' ciertas relaciones todopoderosas q ue ya no pu ed e o
quiere dom inar. L a d ialéctica no supera e l así llam ad o problem a de rela­
tivism o rechazándolo, sino que a través d el proceso de n egación e sp ecí­
fica transform a la relativización con creta d e la verdad aislada en un
instrum ento d e la propia verd ad .51 (A d o rn o , “ Ü ber M an n h eim s W issensso-
z iologie” , p. 4.) ,
BX El acento m etod ológico p uesto p or A dorno sobre la “ historia interior”
(q u e tenía afinidad con la n oción husserlíana de “ sign ificación sed im en ­
tada” y tam bién con el p ensam iento de B enjam ín) no parece haber sido
c o m p a r tid o por H orkheim er. La com p aración de los procedim ientos ana­
líticos de sus prim eros ensayos lo dem uestra: allí donde H orkheim er
trazaba el desarrollo histórico de un co n cep to (historia, verdad, m ateria­
lism o), ^em ostrando la relación con la historia “ extern a” (es decir, su
función ideológica), el enfoque de A dorno analizaba el con cep to en su
form a cotid ian a de m od o de liberar la historia pasada sedim entada en
su interior.
luego de la creación, al ad q u irir vida propia.82 Adorno escribió
que “la historia p en etra en la constelación de la v erdad” ; 63 por
lo tanto la verdad de cualquier fenóm eno necesitaba de u n a cons­
tan te rearticulación. L a vulnerabilidad del fenómeno, y de ahí la
precariedad de la verdad no tenía form a de compensación, ya que
la historia no tenía ninguna significación grandiosa que proporcio­
n a ra una salvación p erm anente:

A q u í rad ica la m a y o r, q u izá la etern a p a ra d o ja : p ersisten tem en te la filo ­


so fía , en su an sia d e v e rd a d , d eb e p ro ced er in terp reta n d o , sin p oseer
ja m á s u n a c la v e seg u ra para la in terp reta ció n ; la filo so fía só lo recib e
esos trazos efím e r o s y h u id iz o s en las en ig m á tic a s figu ras d e lo q u e ex iste
y d e sus asom b rosos e n tretejid o s; recib e en to n ces m u y p o co s “resu lta ­
d o s” , y en to n c e s siem p r e d eb e em p eza r d e n u ev o . . ,64

L a historia se construía hacia atrás, como las rem em branzas de


Prqust, o los recuerdos encubridores freudianos. Gomo escribió
¿¡Benjamín:

L a r e v o lu c ió n co p er n ic a n a en el e n fo q u e h istó rico co n siste en esto :


solía> con sid erarse el “ p a sa d o ” [ Ge w e s e n e ] c o m o el p u n to fijo , y se m i­
raba el p resen te c o m o in ten ta n d o co n d u c ir a tien ta s al c o n o c im ie n to
h a cia esta tierra firm e. A h o ra la rela c ió n se in v ierte, y el p a sa d o se
tran sform a en el á n g u lo d ia lé c tic o , en la a lb o rad a d e la c o n c ie n c ia
d esp ierta.

A l hacer del presente el punto de referencia p a ra su análisis crí­


tico, tan to la aplicación del concepto de historia como la utiliza­
ción de los contenidos históricos empíricos asum ían en el caso
de A dorno un carácter polémico. A dorno no hubiese retrocedido
ante la acusación de retórico. Si la actividad intelectual era en
realidad una praxis social, entonces el “partidarism o” , p a ra utili-

03 “ El co n cep to d e v id a sólo recibe lo q ue m erece si a tod o lo que


tien e una h istoria propia — y no es m eram en te escenario para la h isto ­
ria— se le recon oce v id a .” (B en jam in , “T h e task of the transí a tor” [1923],
I l luminat ions, ed. e introd. H a n n a h A ren d t, trad. H arry Z o h n [N ueva
Y ork, Schocken Books, 1969,] p. 71.)
63 A dorno, “R ea k tio n u nd F ortschritt” (1 9 3 0 ), M o m e n t musicaux, p.
159.
M A dorno, “D ie A k tu a litá t der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), G S 1, p. 334.
03 B en jam in , ms. de Passagenarbeit, citad o en R olf T ied em a n n , S t ud i e n
zur Phil osophie Wa l t e r Be n j a mi n s, introd. T h eo d o r W . A dorno (vol. 16
del In stitu í für Sozialforschung, Frankfurter B eitrage zur S oziologie, ed.
T h eo d o r W. A dorno y W alter Dirks) (F rankfurt am M ain , Europáísche
V erlagsan stalt, 1965), p. 125.
zar un térm ino de H orkheim er,60 no sólo se justificaba, sino que
era inevitable. Existía una única opción: o se perpetuaban los
mitos del presente aceptando como la verdad el m undo inm edia­
tam ente “dado”, o se em pleaba la negación crítica y dialéctica
p ara articular su verdad como falsedad, poniendo la conciencia a
contrapelo de la historia p a ra desm itificar y quebrar su hechizo.67

HISTORIA NATURAL Y NATURALEZA HISTORICA

A dorno form uló muy tem pranam ente su concepción acerca de la


historia, en u n a conferencia dictada en julio de 1932 en la K ant-
gesellschaft de Frankfurt, Com o en el caso de su program a para
la filosofía de 1931, A dorno nu n ca publicó esta conferencia,68
pero la significación de ésta p a ra su teoría se p rueba por el hecho
de que A dorno incorporó la argum entación (e incluso citas direc­
tas) en su estudio N egative D ialektik de 1966.60 A unque el lenguaje
de este docum ento es uno de los m ás oscuros de Adorno, no p re­
senta ningún obstáculo insalvable teniendo en cuenta los puntos
que ya han sido clarificados. E n realidad sirve p ara ilustrar
aquellos puntos a través de docum entación concreta.
L a conferencia de la Kantgesellschaft fue la contribución de
Adorno a la “discusión de F ran k fu rt” , parte del debate sobre
historicismo que tenía lugar en Ia T u n iv e rsid a d '^ sd íf ‘la é p o c a "en
qüe !Max S c h e le r y .K arl . M annheim enseñaron allí trabajando
por establecer u n a ¿sociología del conocim iento^ En_^quej]a jépoca_
A dorno "y W alter Benjam in tom aron p arte en un sem inario que
analizaba el recientem ente p u blicado~libfo'~He^XrñsT~'Troeltsch
sobre el historicismo.70 T roeltsch tra ta b a de justificar la existencia

w V éase M ax H orkheim er, “ Z u m Problem der W ah rh eit” (1 9 3 5 ),


Krit ische T h e o r i e : Ei ne D o k u m e n t a t i o n , 2 vols., ed. A lfred Sch m id t
(Frankfurt am M ain , S. F ischer V erlag, 1968, vol. i). L a id ea de Par-
teilichkeit (partidarism o, “ partisanism o” ) en el trabajo teórico origina-
riam ente era de L en in ; en la R u sia so v iética se refería al trabajo subor­
dinado a las necesidades del P artido y no com o lo u tilizaba H orkheim er,
para la teoría crítica.
C7 Éata era la argum en tación esen cial de H orkheim er en su crítica
a I deol ogi e und U t o p i e d e M a n n h eim , “ E in nevter Id eologieb egriff
(1930).
08 F u e pub licada postu m am en te en A dorno, GS 1, pp. 3 4 5 -365.
60 V éase el cap ítu lo “E spíritu universal e historia d e la naturaleza” en
T heodor W. A dorno, Di al é c t i ca negat i va, trad. J. M . R ip ald a A guirre (M a ­
drid, T aurus, 1975), pp . 2 9 7 -3 5 9 .
70 T h eo d o r W . A dorno, “E rin n eru n gen ” (1 9 6 4 ), Ü b e r Wal t e r Benjamin
de un ám bito trascendente de la ética y la verdad, a pesar de la
relatividad histórica de las ideas, y ésta era tam bién la prem isa
esencial de la “ontología m aterialista” de Scheler.71 En contraste,
M annheim sostenía u n a posición “inm anente”, rechazando com ­
pletam ente el concepto de u n ám bito de absolutos eterno que
trascendieran a la historia, y por Jo tanto rechazando la posibilidad
de una ontología del ser.72 L a cuestión fue ardorosam ente deba­
tida entre los m entores intelectuales de Adorno. Scholem recordaba
que Benjam in lo llevó a ver a K racauer al hospital, en donde am-
bos sostuvieron un intenso debate acerca de la cuestión ontoló-
gica, y que Adorno, de apenas veinte años, estaba presente.73 E du­
cado dentro de la tradición kantiana, donde los interrogantes
acerca del “significado” se referían más a los obietos de la expe­
riencia em pírica (seiende) que a la categoría ontológica de ser
(Sein),74 A dorno estaba más predispuesto por su experiencia
anterior hacia la posición “inm anente” de M annheim , con el que
estuvo “en contacto constante du ran te años” .75 Sin embargo, por
disposición, era im perm eable a los peligros del relativismo radical
a los que conducía esta posición. En 1947 (?)70 escribió en una
crítica a M annheim :

(Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag, 1970), p. 67. El sem inario fue


dirigido por el sociólogo G ottfricd Salom on-D elatour, El libro de T roeltsch
era D e r Historismus u n d seine Probleme.
n Siegfried K racauer, History: the last things before t he last (N u ev a
Y ork, O xford U n iversity Press, 1969), p. 196.
72 V éase K arl M annheim , “H istorizism us” , Ar c h i v für Sozialwissenschaft
t m d Sozialpoíitik, 52, 1 (1 9 2 4 ): 1-60.
73 Gershom S ch olem , Wal ter B e n j a m i n : Die Geschichte einer F r c u n d -
schaft (F rankfurt am M ain, Suhrkam p V erlag, 1973), p. 150.
71 D e allí que, por ejem p lo, aceptara la afirm ación de F reud: ''todas
las experiencias hum anas tienen un sign ificad o” , pero esto no contestaba
el interrogante on to ló g ico sobre el sign ificad o de la existen cia hum ana
(véase s upra, pp. 54 ss)
” A dorno, artículo in éd ito sobre M annheim , 1947 (?), p. 4. A dorno
tam bién lo trató en Londres, donde M an n h eim había em igrado después
d e 1933. R ecordaba: "'reñíam os en com ún la con vicción de que la verdad
residía únicam en te en la con secu en cia audaz y d espojada de ilusiones del
con ocim iento] La cuestión radicaba exclusivam ente cr» lo que debía en ­
tenderse concretam ente com o esta co n secu en cia.” (Ibid.)
70 El artículo in éd ito sobre M an n h eim está fechado a lápiz “ 1937” , pero
se refiere a la m uerte de M annheim , ocurrida en 1947. Este artícu lo, a
excepción de las prim eras páginas de com entarios personales que están
aq uí citadas, tiene un con ten id o esencialm ente sim ilar a la versión ap a­
recida en 1953 en Prismen, con la significativa salvedad de que ciertos
térm inos m afxistas ("teoría m arxista de la id eo lo g ía ” , “m aterialism o d ia ­
lé c tic o ”) están suprim idos. A dorno se refiere a una crítica anterior a
M an n h eim en u n a carta de 1934 a B enjam in: “H e escrito una crítica
Desde la pubertad, época en que es habitual excitarse por cuestiones
de este tipo, no había vuelto a entender realmente el llamado problema
del relativismo. Mi experiencia era que cualquiera que se entregase
honestamente a una disciplina particular aprendía a distinguir muy
precisamente lo verdadero de lo falso, y que en contraste con esta expe­
riencia, el planteo de una inseguridad general respecto de lo que se sabe,
tenía algo de abstracto y poco convincente. Dejando de lado el hecho de
que, confrontado con el ideál de lo absoluto, todo lo humano permanece
bajo la sombra de lo condicional y temporario, lo que ocurre cuando
se llega al límite en el cual el pensamiento debe reconocer que no es
igual al ser no sólo da lugar a las percepciones inás convincentes, sino
que las provoca.77

Q uizá no sea entonces sorprendente que cuando en 1928 sus es­


critos rom pieron con el idealismo kantiano,‘"^florno"^"coqüeléára
b re v e m e n te 'c o n c o n c e p to s tales como “ ontología” y “ser” , utili-
zándoTosTcíe' una m anera que m ás tarde encon tra ría em barazosa.^
Sin “émbai^go^diTíárlté'"las' chaTla^de^K onigsteln en 1.92979 A dorno
acordó con Benjam in en que u n a teoría “dialéctica” , “ m ateria­
lista” requería encarar seriam ente un relativism o radical que
desechara la ontología y todo prim er principio filosófico en favor
más extensa al sociologism o burgués de M an n h eim , el trabajo m ás sóli­
d am ente m arxista em prendido por m í hasta ahora; pero m e p id ió qu*i
pospusiera la finalización de este ensayo hasta después de la aparición de
su libro, y por lealtad no pude negarm e.” (C arta de A dorno a B enjam in,
6 de noviem bre de 1934, Frankfurt am M ain, L egad o A dorno.) E n el
ensayo de 1947 (p . 1) A dorno escribió: “ Para evitar una acalorada c o n ­
troversia en el seno de la in telectu a lid a d alem an a em igrada en los años
in m ediatam ente anteriores a la guerra, suspendí la p ub licación de un tra­
bajo quo había escrito sobre la sociología d el co n o cim ien to d e M annheim .
Sin em bargo, él con ocía este trabajo, y se sen tía o fen d id o a causa de la
crudeza de la form ulación .” L os borradores de la crítica escrita en la
década d e 1930 parecen haberse extraviado.
77 A dorno, artículo in éd ito sobre M an n h eim , 194-7 (? ), p. 2. N u e v a ­
m ente la con vicción de A dorno parece basarse en la exp erien cia estética.
En sus notas acerca de la reproducción de la m úsica escribió q ue la d ife ­
rencia entre lo verdadero y lo falso p o d ía ser co n o cid a en la exp erien cia
m u sica l: “ Formal y lógicam en te p odría ser de otro m odo, pero en la e x ­
periencia no p u e d e , ya que cada paso en p rofundidad es al m ism o tiem po
un paso hacia la necesidad en relación a su presen tación .” (A d orn o, notas
sobre Repr odukt i ons t heor i e , vol. 2, p. 31.)
78 V éase particularm ente el artículo de 1928, “ Schubert” , reditado en
1964 en M o m e n t s musicaux, d on d e aclara en el prefacio: “ El autor ha
hecho m odificaciones sólo en aquellos lugares en los que se sen tía muy
avergonzado de sus deficiencias anteriores.” En el ensayo sobre Schubert,
el cam bio más significativo fue la supresión de la palabra “ o n to ló g ico ” que
aparecía recurrentem ente en el original, p u b licad o en D i e M u s i k , 21, 1
(1 9 2 8 ): 1-12.
70 V éase cap. 1. p. 65.
de un m étodo “inm anente” que enfocara el presente como m edia­
ción de toda afirm ación sobre “la verdad” y el “significado” .80
C onsecuentem ente no podían aceptar el intento de M artin H eideg­
ger en Sein u n d Z eit (1927) de resolver la disputa entre la posi­
ción histórica y la ontológica afirm ando la propia historicidad
como esencia ontológica de la existencia. L a “solución” de H eideg­
ger fue la más aclam ada en la “discusión d e .F ra n k fu rt” de 1932,
y la conferencia de A dorno en la K antgesellschaft constituyó
u n a crítica consciente de A dorno a esta posición, donde sugería que
todo el intento de “solución” debía ser abandonado.81
El título de la conferencia, “D ie Idee der N aturgeschichte” ( “La
idea de historia n a tu ra l”), señalaba el carácter dialéctico del en­
foque de A dorno. Com o ya hemos visto, para_A dorno los concep­
to s de naturaleza e historia n o eran excluyentes sino m utuam ente
detenninantesT~Üa(ía uno era Ia~cTave p a ra la <3esmitiffcációñ del
otro. TTn~amTi>os conceptosTla potencialidacrpáraT el análisis dialéc­
tico residía en sus significados m ultidim ensionales. En realidad,
ambos eran dialécticos en sí mismos, cada uno tenía un “carácter
doble” . L a naturaleza tenía un polo positivo, m aterialista: se

80 La posición de A dorno en este p u n to ju g ó un p a p el en su alejam ien to


in telectu al de S iegfried K racau er en la décad a d e 1930. L a p osición de
K racauer en esa ép oca d eb e haber an ticip a d o su m uy posterior afirm a­
ción : “ L a desbocada d ia léctica d e A dorno elim in a tam b ién la o n to lo g ía .
Su rechazo d e tod a estip u lación o n tológica en favor de u n a d ialéctica in ­
fin ita que pen etra tod as las cosas y en tid ad es concretas parece inseparable
de un a cierta arbitrariedad, d e una ausencia d e con ten id o y dirección. . .
Ei co n cep to d e U to p ía es en ton ces u tilizad o por él d e un m od o puram ente
form al, com o un co n cep to lím ite, q ue a la postre em erge invariablem ente
com o un deus ex machi na. P ero el p en sam ien to u tóp ico sólo tien e sentido
si asum e la form a d e u n a visión e in tu ició n con algú n tipo de con ten id o
d efin id o .” (K racau er, Hi st ory, p. 201.)
81 A dorno argum entaba que el problem a de la brecha entre ex isten cia
y significado era de carácter objetivo y real, y no estaba dentro de los
poderes de la filosofía el resolverlo. (V éa se A dorno, “D ie Id ee der N atu r-
g esch ich te” [ 19323» GS 1, p. p. 347.) M arcuse sostenía en un artículo p u b li­
cado ese m ism o año (a cerca de los AIanuscritos de 1844 de M arx) que
el m arxism o era com p atib le con una o n to lo g ía m aterialista. (H erbert
M arcuse, “T h e fo u n d ation o f h istorical m aterialísm ” [1932], S t udi e s in
critical phi l os o p h y , trad. Joris de Bress [Boston, B eacon Press, 1973].) H ab ía
sosten id o antes la m ism a posición in flu id a por H eid eg g er en “ C ontribution
to a ph en om en o lo g y of historical inaterialism ” (1 9 2 8 ), Telos, 4 (o to ñ o
d e 1969): 3 -3 2 . L a revisión m ixta de A dorno al libro d e M arcuse He ge l s
O n t o l o g t c j de 1932, reflejaba sus diferencias, que continuaron siendo es­
p ecia lm en te agudas durante la décad a d e 1930, antes que A dorno se u n ie­
ra al In stitu t für Sozialforschung. (V éa se R ussell Jacoby, “T cw ard s a cri­
tiq u e of au to m a tic M arxism : the p olitics o f p h ilosop h y from L ukács to the
F rankfurt S ch o o l” , T e l o s , 10 [invierno d e 1971]: 137-140.)
refería a entes existentes concretos e individuales, mortales y
transitorios — p a ra Adorno, productos m ateriales del trabajo h u ­
m ano así como sus propios cuerpos. Lo natural "corporiza la his-
toria, en ello aparece lo sustancial de [la"'lfísT6H'a5^a'~Al“Tfíismb-
tiempo, la naturaleza tenía un significado negativo. Refería al
m undo aún ü o ’Tñcorporádo a la~Eistoria, aú n no penetrado por
la razoi"i7y^p"ói; lo_ tantó fúérá^deí control humano^ En este sentido,
la naturaleza era “lo mítico. . . aquello que siempre está allí. ..
como la fatal construcción del ser pre-dado” .83 Éste era el cos­
tado estático de la naturaleza, que se perpetuaba a través del ritual
inmodifica^Io de las personas que se sometían a su dom inación.
L a historia tam bién tenía un significado positivo y uno negativo.
A dornó definía al prim ero com o”Ia praxis social dialéctica:

. . .ese m od o d e co m p o r ta m ie n to h u m a n o , ese co m p o r ta m ie n to social'


trasm itid o q u e se caracteriza sobre to d o p orq u e en él ap a rece lo c u a li­
ta tiv a m en te n u e v o ... un m o v im ien to q u e no transcúrTe en la pura~I(l'en-
tid a d , en la pura rep ro d u cció n d e lo q u e ya está a h í, sino en el que
em erg e a lg o n u evo. . .84

El doble carácter del concepto de historia, su J>olo negativo, estaba


determ inado por el hecho que la historia real de Ía praxis hum ana
real no era histórica en tan to reproducía estáticam ente las condi­
ciones y relaciones de clase antes que establecer un orden cualita­
tivam ente nuevo.85
C ada vez que la teoría sostenía a la “naturaleza” o a la “histo­
ria” como prim er principio ontológico, se perdía este doble carác­
ter de los conceptos, y con él la potencialidad de negatividad
crítica: o ,sejafi.rm aban como ^ n a tu ra le s” las condiciones sociales
perdiendo de vista su devenir históríco7~o~se~ afirm aba como esen­
cial eT proceso Histórico real, y la sufriente m aterialidad que com ­
ponía la liistoria era despreciada como p u ra contingencia (Hegel)
o se la ontologizaba como esencial en sí mism a (H eidegger).88-
88 A dorno, “D ie Id ee der N a tu rg esch ich te” (1 9 3 2 ), GS 1, p. 346.
63 I b i d .
M Ibi d.
83 Este aspecto no se d efin ía d irectam en te en la con feren cia de 1932*
Sin em bargo, estaba im p lícito com o lo estaba en su afirm ación de 1930:
“[N o es cierto que] las relaciones sociales se hayan vu elto ‘m ejores’, aun
cuando la profecía [de M arx] d e la m iseria crecien te no se haya co n ­
firmado.'* (A d orn o, “R eak tíon un d F ortschritt” , p. 153.) El 'íad o estático
de la hítsoria com o lo “siem pre id én tico ” ( I m me r g l ei c h e) fue fu n d am en tal­
m ente enfatizado después de 1940 (véase cap. 11).
ía A dorno criticaba a H eid eg g er por su co n cep to abstracto y antropoló­
gico de “h istoricid ad ” en tanto “estructura om niabarcadora del ser” que
En ambos casos el resultado era la justificación ideológica del
-orden social dado. A dorno insistía sobre la '‘unidad concreta”
•dej i a t u r aleza e historia" en” ¿F análisis” de ía realidad. Sólo dentro
aé una específica relación cllaléc tica entre ambas podía sostenerse
una perspectiva crítica. E ra necesario “aprehender el ser histórico
en su determ inación histórica más extrema, allí donde es más
histórico como ser natural en sí mismo. . . áprehender la natura­
leza allí donde parece endurecer más dentro de sí misma, como
ser histórico”.91
P ara exponer la dimensión histórica de aquello que aparecía
como natural, Adorno encontró una herram ienta útil en el con­
cepto de “segunda naturaleza” . “Prim era naturaleza’1Tiací a refe-
, rencia aF m undo sensible, incluyendo al c u p ’p o ’hüm ano, cuyo bien­
estar físico justam ente concernía al m aterialista. "Esta era la_ n a­
turaleza concreta, particular, a la que el curso de la historia vio­
lentaba. “ Segunda naturaleza” era un .concepto crítico^ negativo
que hacía referencía^a'la^apáriencia m ítica y falsa de la realidad
d ad a como absoluta_ y "aTiistórícaT"Adorno" citaba Dte "Theorie des
R o m a n s~5cP L ukács, donde utilizaba “segunda naturaleza” p ara
describir el_mundo alienado, vacío de significado, “creado por el
hom bre y sin em bargo compuesto por cosas perdidas p a ra é l . ..
el m undo d e las conyeRCiones” .88 Lukács veía que “la historia
osificaba es naturaleza, o la vida natural osificada es lo que Ha
llegado a serTiistóricam ente” .80 Estas huecas convenciones ejercían
un mítico poder sobre la rem iniscencia hum ana de sociedades
prim itivas te n las que la “prim era naturaleza” dom inaba como una
fuerza inexplicable. Com o los fetiches primitivos, sus orígenes his­
tóricos han sido olvidados; así, los hombres se someten como si
fuera su destino: “U n a ansiedad arcaica desciende allí donde el
.m undo aparente [Scheinwelt] de las convenciones nos confronta.”90
Pero, en lugar de reaccionar frente a esta ansiedad retrayéndose,
en lugar dé rechazar esta “prim era naturaleza” encerrándose en
un “falso esplritualismo”91 como habían hecho los existencialistas
desde K ierkegaard a Heidegger, Adorno quería despojar a las
convenciones de su m ítico poder, penetrando aHffáves 3e su aipa-

•era “sinónim o. . . d e su propia on to lo g ía ” . S egú n A dorno, esta posición


se reflejaba en el reciente acercam iento de H eid egger a H egel. (A dorno,
"“ D ie Id ee der N atu rgesch ich te” , GS 1, pp. 3 5 0 -3 5 1 , 354.)
B7 Ibi d., pp. 3 5 4 -3 5 5 (subrayado de A dorno).
58 Ibi d. , p- 355.
M Ibi d. , 357.
M Ibi d., p. 3 6 4 .
01 Ibi d. , p. 354.
riencia externa sin la cual la realidad “no puede ser descrita” .82
Las convenciones de la segunda naturaleza se presentaban a sí
mismas como “claves” de la verdad, pero debían ser interpretadas..
Adorno escribió: “Lukács ya vio este problem a en todo su enigm á­
tico y extraño carácter.”93
E n realidad, no fue Lukács quien originó el^concepto de “se­
gunda naturaleza” . Hegel fíaKia usacio originariam ente e P térm ín q "
p a ra exponer“la~'eíeFñMad''^dé_lás"TÓrmás"como p u ra apariencia.01
Además, Lukács''BesfTüeiT’modiíico™- él contenido del concepto en.
Historia y conciencia de clase, donde utilizaba “segunda n atura-
leza” como sinónimo del concepto m arxiano de “fetichism o”, en.
su análisis de las convenciones burguesas en térm inos de la es­
tru c tu ra m ercancía. Es claro que A dorno se refería al térm ino en
este últim o sentido.0!} Pero debía ser consciente de que su audien­
cia estaba más dispuesta a considerar los m éritos de un concepto
proveniente del período prem arxista de Lukács que el propio Marx..
Em pleado por Adorno, “segunda naturaleza” form aba parte en.
sus escritos de u n a constelació n de conceptos críticos al lado, de
“fetiche” , “reificación”, “encantam iento”, “destino”, “m ito” y
‘1fautasñTagoría’’>90 utilizados p a ra develar la apariencia “n a tu ra l”
de los objetos en su form a “d a d a ” y llegar a la dim ensión histórica,
de su producción.BT El propósito de tal análisis era destruir el
aura m ítica de su legitim idad,
Pero A dorno creía que Lukács h ab ía visto sólo parte del.
problem a, ía relación del fenóm eno reificado con la historia exte­
rior, con el proceso histórico general. H abía, continuaba Adorno,
“otro lado del fenóm eno”.98 L a historia exterior no e ra u n a estructu­

01 Ibi d. , p. 365.
03 Ibi d., P. 356.
M H orkheim er descubrió lu ego que los orígenes d el térm ino se rem on ta­
ban a D em ócrito. (V éa se M ax H orkheim er, “ Bem erkungcn zur philosophis-
clien A nth ropologie" , Kri t i s c he The ori e, i, p. 220.)
69 En realidad A dorno se refería a la descripción d e L ukács d el mundo'
alienado com o el “m u n d o de las m ercancías” , aunque L ukács no discu tió el
concepto do “ segui¡ida n atu raleza” en el co n tex to de la m ercancía hasta H i s ­
toria y conciencia de clase. (V éa se A dorno, “D ie Id e e der N a tu rg esch ich te”,
GS 1, p. 355.)
M Éste era un térm ino descubierto por B en jam ín en B audelaire.
01 Cf. “Los hom bres están dom inados por la n aturaleza: por ese cu estio­
nable y hueco con cep to de n a tu r a le z a .. . La in m ed iatez [de la m úsica], hoy
perdida, es interpretada erróneam ente com o naturaleza, y actu alm en te no es.
más que un potpourri de pasadas co n v en cio n es.” (T h eo d o r W. A dorno,
“M usikpadagogische M usik: Brief an Ernst K ren ek” [1936], A d o r n o und
Krenek; Briel wechsel, p. 219.)
w A dorno, “ D ie Id ee der N a tu rg esch ich te” (1 9 3 2 ), GS 1, p. 350.
ra ideológica abstracta, y era incorrecto desm itificar la “segunda
naturaleza” sólo p a ra rem plazaría ~p(^"otro~Tñi'fópél dé "lina- tota-
IiHad'TiístÓ?iCa~plena de s e n tf d o rP a m ’ evTtor “‘féI encantam iento
de la ^ li'i^ m 1 a ^ r T^o~TíísTonco'^3'ebía im érpretárse en térm inos de
Já p r i m e r a natu raleza” concreta, que m oría en su interior. En
este pu n to A dorno citab a el estudio prem arxista de Benjamin,
IJrsprung des deutschen Trciuérs^iel^ '^ O n g é r T d e l dram a ale-
m áñ^J.^Isíientras X ukács tenía u n a visión escatológíca de la his­
toria que prean u n ciab a la vuelta a la vida del m undo reificado a
través de la resurrección de la totalidad perdida, ^enjam in'1bus­
caba la historia al in terio r de los fenóm enos individuales, “vol-
v Íen3olo¥ a^Jía" vi d a’5 en él sentido de que ¿u proceso cognitivo
liberara su significado níJviviente concreto.
f . . ■■ ...... _____
IJA1
E n el libro sobre el
^ ^

Trauerspiel, /B enjam ín colocaba naturaleza e historia “de la


distancia infm ita_a láT proxim idad infinita” y[ las transform aba en
*‘e f objeto de ía interpretación filosófica”,100: aplicado en su caso
a los dram as alegóricos del siglo xvn. L a “verdad” que Benjam in
había descubierto en su form a literaria, ^verdad perdida en la his­
toria de su interpretación, era q u e | íaT alegoría Yno era u n a repre­
sentación a rb itra ria de la idea que retratab a. E n cambio, era
’e ^ re s ío n poncreta^9el~~fuñdam ento m aterial_de_ej„¿icíea. Espe­
cíficam ente, Benjam ín” Kabía dem ostrado que “ el tem a de lo ale­
górico decisivam ente _es la historia” ,101 expresaba en form a de
rúmas7 concretam ente, como la decadencia y el sufrim iento de la
“prim era náTuralézá” . Los alegoristas "del siglo xvin ténían “una
noción de"7"á~ naturaleza como el eterno pasaje en el que sólo la
m elancólica m irada de esa generación reconocía a la historia” .102
L a alegoría era la “exposición m undana de la historia como his­
toria del sufrim iento del m undo [Leidensgeschichte der W elt}.” 108
El arte clásico retratab a una arm oniosa totalidad (origen de la
.atracción ejercida sobre Lukács), utilizando sim bólicamente la n a­
turaleza p a ra la representación ahistórica de lo ideal. Su schóner
Schein (herm osa apariencia) encubría los antagonismos y contra­
dicciones de la realidad. Pero el m odo contem plativo de los alego­
ristas era dialécticam ente ^puesto~aPcÍaslclsm bT 'Pára citar a Ben-J
jarniñT ~“Ia falsa j ip a r iencía cié totaÍi3ácT'se m archita” .104 E n su

00 I bi d. , p. 361.
100 Ibi d. , p. 35 7 .
101 I bi d. , p. 358.
lua B enjam in, citad o en ibid., p. 357.
103 B enjam ín, citado en ibid., p. 359.
104 W alter Benjam in, Ur s p r ung des deutschcn Trauerspíels (Frankfurt
íim M ain , Suhrkam p V erlag, 1972), p. 195.
lugar aparece una representación crítica de la .historia concreta
como “la no libertad, la im perfección y la desigualdad de lo sen­
sual” .108 El m odo alegórico de retra ta r la verdad tenía sentido
sólo en tiempos de clecadencia histórica;100 de ahí que tuviera
m ayor relevancia^para el presente^que^el perth3o~~clásTcTsmo c[ue
Luk'ács Tarñentaba. L a iimÍJXtu,3 entre _Ia alegoría barroca y el ex­
p resionismo ño^pasaba desapercibida p ara fiéflja'ffiiñ'i"'ya"qúe como
apuntaba, am bas eran expresiones del colapso de u n a era his­
tórica.107
El alcance desm itificador del concepto alegórico de historia, uti­
lizado como concepto cognitivo critico, era el mismo que el de
“segunda naturaleza” . L a verdad de ambos era su revelación de
la transitoriedad de la realidad m aterial. Este m om ento de transi­
toriedad, escfiBi5“ Á Jo rn o , e ra ^el punto más profundo en donde
convergen historia y naturaleza” .108 C uando la realidad m aterial
asum ía la apariencia de una perm anencia mítifca, el reconoci­
m iento de su devenir histórico y p o r lo tanto de su transitoriedad
traspasaba el m ito. C uando la historia aparecía en la form a m ítica
de u n a “totalidad estructural1’,109 su traducción nuevam ente a la
“prim era naturaleza” concreta y particular revelaba que la jfiis-
toria no era una unidad sistemática, sino un “discontinuo total,
no sólo en tan to contiene diferentes Hbeclios ~y evidencias, "sino
tam bién porque contiene u n a diferencia de naturaleza estructu­
ral” .110 En las brechas y rupturas de la historia, que articulaba

105 Ibi d.
100 A dorno, " D ie Id e e der N a tu rg esch ich te” (1 9 3 2 ), GS 1, p. 35 9 . ^
107 B enjam ín, Urs pr u ng des d e ut s c he n Trauerspiels, p. 42. En D i e T h e ­
orie des R o ma n s , Lukács argum entaba q ue la d ecad en cia d el sen tid o de
totalidad h abía llegado tan lejos que in clu so se h abía vu elto problem ático
el in ten to d e crear una tota lid a d s ubj e t i v a por m ed io d e la form a literaria
de la novela, que para que el arte se siguiera desarrollando era necesario que
la realidad se transform ara, y q u e "el arte jam ás podría ser el agen te de tal
transform ación” (p . 152). M ás tarde encontraría el agen te necesario en el
proletariado, com enzaría a d efen d er la p olitización del arte y a abogar por
el realism o socialista contra la “d eca d en cia ” artística cap italista (represen­
tada por el expresionism o). A dorno y B enjam in sugerían que la valid ez del
arte expresionista radicaba en q u e, a d iferencia d el in ten to id eo ló g ico de Ja
novela id ealista d e crear un a falsa totalid ad su b jetiva, expresaba (com o
antes la alegoría) la v e r d a d acerca de la realidad, su desintegración, sus
contradicciones, y su sufrim iento h u m an o. Éste era y con tin u ó siendo el
criterio de validez de A dorno tanto para la filosofía actual com o para el
arte.
1<a A dorno, “D ie Id ee der N a tu rg esch ich te” (1 9 3 2 ), G S 1, pp. 357-350.
108 I b i d p. 3 6 2 .
m Ibi d.
e intensificaba la conciencia desmitificadora, yacía la esperanza
de un progreso histórico que no fuera simple mito.
H istoria y naturaleza no eran abstractos “conceptos invariantes”
sino que “se ordenaban alrededor de la fadicidad histórica con­
creta”*,1J1 form ando u n a constelación que liberaba en el fenóme­
no el m om ento de transítoriedad que podía rom per su m ítico
hechizo sobre el presente:

La naturaleza es transitoria. Por lo tanto, contiene en si misma el mo­


mento de historia. Allí donde aparece lo histórico, se refiere a lo natural
que mucre en su interior. Inversamente, donde aparece la “segunda
naturaleza”, allí donde nos confronta aquel mundo de convenciones,
es descifrado porque su significado se clarifica precisamente en su
transitoriedad.112

L a “superación [Aufhebung] de la antítesis tradicional entre n a­


turaleza e historia”118 tenía lugar en este m om ento de transito­
riedad, esta “unicidad tem poral” (Einm aligkeit) del fenóm eno,
para utilizar un térm ino que Adorno tom ara de Georg Simm el.114
En su estudio sobre K ierkegaard, A dorno escribió que “lo que
com prende precisam ente la historia real” era “la unicidad tem ­
poral irreversible del hecho histórico”118 — es decir naturaleza p a r­
ticular, concreta, transitoria. Pero afirm ar la transitoriedad como
factor esencial tanto en la naturaleza como en la historia era on­
tología sólo en un sentido negativo, antiontológico. E ra en sí mismo
dialéctico: aquello que es transitorio, tem poralm ente único, p a r­
ticular, facticidad m aterial, no puede sostenerse, no puede poseerse,
Gomo H orkheim er le escribiera a Benjam in: “L a injusticia, el
terror, los sufrimientos del pasado [son] irreparables.” 110 L a historia
era irreversible, “u n a calle de un solo sentido” .117 L a transito­
riedad de la naturaleza era la fuente del sufrimiento, pero al mismo
tiempo, porque su esencia se transform aba, era la fuente de la

111 I bi d. , p. 359;
m Ibi d.
1,3 I bi d. } p. 345.
114 Ibi d. , p. 359. L a n oción d el tiem po histórico com o “ d iscon tin u o”
tam bién era de S im m el, y probablem ente A dorno la heredara a través de
su antigu o m entor S iegfried K racauer.
“ c T h eod o r W. A dorno, Ki e rke gaar ds Ko nst r uk l i o n des Aesthet ischen
(1 9 5 3 ): M i t z wei Beilagen. 3^ cd. am p liad a (F rankfurt am M ain , Suhrkam p
V erlag, 1966), p. 62.
ufl H orkheim er, cit. en T ied em an n , St u d i en zur Phil osophie Wal ter
Benj ami ns, p. 117.
111 Calle d e un solo sentido (Einbahnstrasse) era el títu lo d el libro de
B enjam in, d e 1928, de recuerdos fragm entarios.
esperanza. Q uizá esto dé la clave p a ra entender la críptica frase
de Benjam ín que A dorno citaba: “ Sólo a través de la desespe­
ranza nos es dada la esperanza.” 118

EL CARÁCTER DOBLE DE LOS CONCEPTOS

H e afirm ado que A dorno no tenía ningún concepto ontológico de


historia significativo por sí mismo. U tilizaba a la historia, conec­
tándola con fá" naturaleza- cómo su opuesto dialéctico, como un
concepto cognitivo, u n a herram ienta teórica p a ra desm itificar los
fenómenos sociohistóricos y sustraerles su "poder sobre la conciencia
y la acción. C ad a uno de los conceptos tenía un polo estático y
uno dinám ico (m ito-transitoriedad), y su significado preciso de­
pendía de la form a en que fuera preciso agruparlos alrededor del
objeto particular analizado de m odo que su significación pudiera
ser liberada.
Aquello que aparecía como “n a tu ra l^ era expuesto como “se­
gún cTá’“ñ atu r ateza41pcT^ea ~líist o r ícarn e rite producíH o' V aq u ello que
aparecía* c o m o * ^ í^ o ríc b 1T* era ^ x p u e s'tó en térm inos de ^prim era
naturaleza”' m ^ e ria I7 ^ n e~ p ere cía en su interior, Pero el proceso
die desm ltlflcacIoñ^oH ía^fecU iarse sobre otrcTeje: 1o jy x aic o -p o d ía
presentarse pleno de significado a la luz del presente, o la mism a
novedad, y_ m odernidad.. del presen te. p o d íá .s e ro b lig á d a a í iberar
súbitam ente su significación al ser vista como arcaica.. En gran
parte, los escritos de W alter Beniam in giraban en torno a este
eje. Com o apuntó A dorno:

La totalidad de su pensamiento se caracteriza por lo que podfíamos


llamar “historia natural”, . . Es conducido no sólo a despertar la vida
congelada en los> petrificados objetos — como en la alegoría— sino tam­
bién forzando a las cosas vivientes a presentarse como antiguas, "ur-his-
tóricas”, y liberar abruptamente su significación.119

1,8 W alter B enjam in, "G oethes W ah lverw an d tsch aften ” (1 9 2 4 ), Schri f ­
ten, 2 vols., ed. i T h eod o r W . A dorno y G retel A dorno (Frankfurt am
M ain, Suhrkam p V erlag, 1955), vol. 1, p. 140.
ua T h eod or W. A dorno, “ Portrait of W alter B en jam in ” , Prisms, trad.
Sam ucl y Sherry W eber (L ondres, N ev ille Spearm an, 1967), p. 2 3 3 .
La propia teoría de la historia d e B en jam in se com p licó cu an d o en la
década de 1930 acep tó q ue los con cep tos cogn itivos pod ían transform arse
de n egación crítica en afirm ación positiva d el pasado y el presente, es
decir cu an d o in ten tó "rescatar” los fen óm en os en el sentido de una red en ­
ción teológica, y cuando afirm ó el curso real d el desarrollo histórico, in ­
cluyendo la con cien cia em pírica d el p roletariado. Para una discusión d e
esta am b ivalen cia de los escritos de B en jam ín , véase Jiirgeri H a b e r m a s,.
A dorno tam bién utilizó esta técnica cognitiva, particularm ente el
procedim iento de identificar los elementos arcaicos dentro de los
fenómenos m ás m odernos.121* C ualquiera Haya sido el eje del an á ­
lisis^ el procedim iento crítico era el m ism o: se utilizaban concep­
tos dialécticam ente opuestos como herram ientas p a ra desmitolo-
gizar el m undo y abrirlo a la com prensión crítica.
E n ten d er este proceso es aprehender el m ecanism o esencial del
m étodo crítico de A dorno como un proceso de dialéctica sin iden­
tidad. Se recordaráT cfué''Adorno ~áceptaba él afgu m érito' dé Lúkács
d é ''q u e las antinom ias del pensam iento burgués reflejaban una
realidad co ntradictoria en sí; no podían ser reconciliadas en la
teoría en tan to la realidad social perm aneciera inm odificada.121
A ceptada la prem isa de u n a realidad contradictoria, esencialm ente
antagónica, está clara la razón que llevó a A dorno a entender que
el conocim iento del presente requería la yuxtaposición de con­
ceptos contradictorios cuya tensión m utuam ente negadora no
podía disolverse.
N o sólo los conceptos antitéticos de historia y naturaleza sino
tam bién, por ejem plo, los conceptos de individuo y sociedad eran
de este m odo utilizados por ÁHornó: cada vez que la teoría b u r­
guesa afirm aba la prim acía del indiyiduo~aufÓhíTtíío ' \ \ & ' a i l í 6 ñ ó ' r n e
clel idealismo), Acforno"d ém qstraba"cóm o el Individuo re-
fie jabaT l a t o t ^ ^ social. Pero allí donde el colectivo social era
p rioridad esenciaT^el concepto de la izquierda acerca de un sujeto
revolucionario colectivo, el derechista de G em einschaft, e\ con­
cepto hitleriano ¿Té das Volk), A dorno sostenía que el individuo
mücferno estaba aislado en su existencia''TiTóñ’á di ca, "tal como ha-
l5ian~^osT^iido~téofícbs burgueses coino~ Husserl. Aquello que ap a­
recía como orden racional en la sociedad burguesa, era m ostrado
por A dorno ‘como caos irra c io n a l, pero cuando se afirm aba qüe
la realidad era anarquica e irracional, A dorno exponía el orden
de clase subyacente a esta apariencia.122 O tro ejem plo: cuando la
“ B ew usstm achende od er retten d e ICritik: D ie A k tu alitát W alter Benja-
m ins” (1 9 7 2 ), K u l t u r u n d K r i t i k : Verst reute Auf sat ze (Frankfurt am
M ain , Suhrkam p T a sch en b u ch , 1973), pp. 3 0 2 -3 4 4 .{
1X0 A dorno sólo se refiere brevem ente a la relación entre d in ám ica his­
tórica e im ágen es arcaicas en “ D ie Id ee der N a tu rg esch ich te” ( G S 1,
pp. 362-364 ). Pero véa se la discusión sobre las im ágenes históricas en el
cap. 6.
121 V éase cap. 2.
ÍM D e allí que cu an d o A dorno enfatizó la naturaleza fragm entaria de
la realidad social en la décad a de 1930, y en 1940 em pezó a llam ar a la
socied ad un “sistem a cerrado” (lückenloses Syst em), no dem ostraba in co n ­
sisten cia alguna. A u n q ue el peso otorgad o a cada uno de los polos variaba
según la particular constelación de cad a ensayo, A dorno siguió conside-
naturaleza se enfrentaba al hom bre como un poder mítico, A dorno'
hacia un llam ado al control de la naturaleza por la razón, pero
cuando el control de la naturaleza tom aba la form a de dom ina­
ción, A dorno dem ostraba que esa razón instrum ental era una nue­
va mitología. El significado fluctuante de los conceptos de Ador­
no, s u .intenciona] am bivalencia, e s'la m ayor fuente de dificultades
p a ra com prender sus. obras.,, Pero en esto consistía precisam ente
su intento por frustrar la m entalidad categorizadora cuya form a
asum ía la “segunda naturaleza” en el siglo xx. Sólo un pensa­
m iento fluido que evitase los dogmas podía ser el aliado de la
historia en su despliegue. E n los ensayos de Adorno, los pares de
conceptos dialécticam ente opuestos " cada uno de los cuales conte­
nía en^ su interior dos niveles opuestos de significado, se yuxtapo­
nían p a ra revelar la verdad de u n a realidad social contradictoria.
““ T Iásta aquí la discusión ha sido dÓcüm ehtádá con los primeros
escritos de A dorno, anteriores al Instituto, de acuerdo con nues­
tra intención de centrarnos en los orígenes de su teoría. Pero el
libro D ialektik der^ A u [kla n tn £ ^ ( “D ialéctica de la Ilustración” ),
que A dorno escribiera con M ax H orkheim er du ran te la segunda
guerra m undial y que será discutido en un capítulo posterior y
en un contexto diferente, n o puede sin em bargo d e ja r de ser
tom ado en consideración en un análisis de la concepción de la
historia en Adorno, aun corriendo el riesgo de repetición.128 Diq-
lehtik der A ufklarung presentaba u n a dialéctica histórica de la
razón, originada en la negación del m ito, sólo p a ra retornar otra
vez al m ito en los tiempos m odernos. Conxo.. esta..noción , estaba
excluida de la descripción m arxíana de la historia como lucha de
clases, el estudio h a sido, interpretado cómo un punto de viraje
en la teoría del In stitu to de F rankfurt, c u a n d o ,, como ha dicho
Jay, “la Escuela de F ran k fu rt recorrió el últim o tram o en su larga
m archa apartándose del m arxism o ortodoxo” .124 Pero parece claro
rando que tanto la integración com o la desintegración eran características
de la sociedad burguesa tardía. En realid ad , ten ía la id ea de publicar
una co lección de sus ensayos sociológicos b ajo el títu lo d e “ integración-
desintegración” y escribir un ensayo in trod u ctorio sobre el tem a. (V éase
“E ditorische N achbem erk u n g” , T h eo d o r W . A dorno, G e s a mme l t e Schriften,
vol. 9: Soziologische Schri ften u, ed. Susan Buck-M orss y R o lf T ie d e ­
mann, 2 vols. [Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag, 1975],)
V éase infra, cap. 11. C om p letad a en 1944 y pu b licad a por prim era
vez en A m sterdam en 1947, la obra fu e p rácticam en te d escon ocid a hasta
su segunda p u b licación en 1969, cu an d o tuvo considerable im p acto sobre
la N u eva Izquierda alem ana. H a sido traducida a varios idiom as, com o el
inglés: M ax H orkheim er y T h eo d o r W . A dorno, Di al cc t i c of Enlighten-
ment, trad. John C um m ing (N u ev a Y ork, H crder and I-Ierder, 1972).
Martin Jay, T h e dia lectical im a gin a tio n : A history of th e Frankfurt
que esta nueva dirección de la “Escuela” de F rankfurt que observa
Jay no se originaba tanto en su desarrollo orgánico propio como
en el cambio en las relaciones de poder entre sus miembros a p a r­
tir de la llegada de Adorno, y especialmente después de que se tras­
ladara en 1941 a California y comenzara a trab ajar unido a H ork­
heim er.125 D ialektik der A ufklarung no representaba una ru p tu ra
radical respecto de ^ "lñ é to 3 o Io g ía ~ ’á"nfériof~ de ~A doriio/ Podría
ser coñsicféT:a(Ja3^en cárrlBícT,"como una puesta en obra concreta de
la idea de “historia n atu ral” cfelinéafdaT^cíí' síí‘ ¿yíiféreñcía He Í932.
E n ^ 1 ÍB r6 7 1 ^ iñ o m e n to s de IaT’Kisforla, dinám ica y del m ito está­
tico se yuxtaponían p a ra otorgarle significado crítico al presente: la
razón era criticada en tanto “m ito”, m ientras el progreso técnico
era visto como el retorno de lo “siem preJdéntico” (ím m ergleiche)
p ó F ía v io Ié n a a n riT lig iH a r^ n a ^ p n m e ra naturaleza” m aterial; se
exponuTTa liT^Trí^m aTTecier i te (cultura He masas y antisemitismo)
como barbarie arcaica, y lo arcaico, el poterna épico de la Odisea,
era leído como expresión*de lo más m od ern o : Odiseo, el ^proto-
t i^ ~ d e n ^ d m d ü 5 ^ u r g u é s ”’.m 'E xlstía un usó constante de pares
de conceptos^ antitéticos ’ (magia-ciencia, iluminismo-mito, m orali­
dad-barbarie, progresión-regresión) que convergían en constelacio­
nes desmTtlficadoras tanto de los conceptos como de las realidades
que éstos intentaban definir.
E l^ iscu rso de 1932 estaba claram ente influido por el estudio so­
bre el TrauerspCeT~dlT~1&en]ZLmm; Diálelziik der Aüffclariing evi­
denciaba de la misma* mañeraTTa influencia denlas GejchichhpTii-
losophisché TheserT~["Tesis^sobre la filosofía de ía historia”) de
B ^ ja rn in T e r^ tím o " tra b a jo escrito "afi tes d e 'su suicidio en 1940.127
Este breve y enigm ático docum ento constituía una de las declara­
ciones filosóficas más significativas de Benjamin. In te n tab a ser la
introducción teórica a su trabajo inconcluso más im portante, el
Passagenarbeit> en el” que tra b a jé efurante~ía"década de 1930.
School and the Instit ute of Social Research, 192 3 - 1 9 5 0 (B oston : L ittlc,
Brown, 1973), p. 256.
125 V éase infrat cap. 11.
H orkh¿im er y A dorno, Dialect ic of En l i g ht e nme nt , p. 43.
1117 El In stitu to recibió una cop ia en 1941 y la publicó bajo el título
ü b e r den Begriff der Geschicht e en una ed ición especial del Instituto,
Wal ter Be nj a mi n z u m Ged&chtnis, en 1942. V éase nota del editor (W al-
ter B enjam in, G e s a mme l t e Schri ften, vol. 1:3: Abh a n d l u n g e n , ed. Rolf
T ied em an n y H erm an n Schw eppcnháuser [Frankfurt am M ain , Suhrkam p
V erlag, 1974], p. 1223.)
1S9 h a im portancia d e las tesis, así com o su esoterism o, lia suscitado un
libro de ensayos interpretativos: Mat eri al i en zu Benjamins T h e s e n “ ü b er
der Begriff der Geschicht e: Beilrüge u n d Int erpre t at i onen, ed- P eter Bult*
kaup (Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag, 1975).
Significativam ente, m ientras Trauerspiel no pretendía ser m ateria­
lista dialéctico, el Passagenarb 'éÍt~Y<S' er?¿7 E n 'e s tá s ' tesis ^sóbre la
historia, Benjam in volvía12’’ al relativismo radical con el que
Adorno y 'él se habían com prom etido en Kónigstein en 1929: la
verdad de cualquier fenóm eno pasado no era estática, exterior a
la historia, sino inm anente y p o r" 1ó t an to" me d íá"tizad á por un pre­
sente continuam ente cam biante.130 El historiador que percibe esto
“deja de perm itir que la secuencia de eventos se deslice entre sus
dedos como un rosario. A prehende la constelación de la cual form a
parte su propia era al lado de una específica era anterior.”131
L a articulación de los orígenes históricos no era el descubrim iento
de algo en el pasado, como en la fam osa fórm ula de R anke “wie
es eigentlich gewesen ¿jí” 132 ( “tal como realm ente fue”). Id en ti­
ficar la “fuente” ( Ursprung) histórica o el prototipo histórico
(U rbild) o el desarrollo histórico ( Urgesckichte) era_construirlo
desde la perspectiva del ^resente^ y con el propósito de criticar
el p resente. Dialektik era precisam ente este tipo cíe construcción,
der Aufízlarung, la “Urgesckichte de la subjetividad”.183 Y cuando
el prim er “Excursus” interpretaba a Odiseo como el prototipo
(Ü rlñlci'fiitl individuó"bürgUes, eí propósito no era desafiar al p a ­
radigm a m arxísta de la historia como lucha de clases,134 sino el
leer esta im agen arcaica como una configuración de la m oderni­
dad, de m odo de transform arse en ía ocasión p ara u n a com pren­
sión crítica del presente. Si bien el m étodo no era nuevo p ara
Adornó, lo que se había transform ado era la naturaleza del

120 A m ediados d e los años treinta, bajo la in flu en cia de B recht, h ab ía es­
crito afirm ativam en te acerca d el curso de la historia en un sentido m ucho
más ortod oxam en te m arxista. (V éa se esp ecialm ente B enjam ín, “D as K uns-
Uverk im Z eitalter seiner tech n isch en R eproduzierbarkeit” [1936]j Ge-
sammelte Schriften, 1 : 2.)
mu historicifimo presenta la im agen ‘etern a’ d el p asad o; el m ateria­
lismo histórico presenta una ú n ica experiencia con ei p asad o.” (B en jam in ,
Über den Begriff der Geschicht e [1940], G e s a mme l t e S c hri f t e n, 1 :2 , p.
702.)
131 I bi d. , p. 704.
1S# Ibi d. , p. 695.
1m" H orkheim er y A dorno, Di al ecl i c of E n l i gh t e n me n t , p . 54. Urg e schi c h­
te es traducida aquí por “prehistoria” .
m A un después de Di al ekt i k der Aufklürung, A dorno d efen d ía la pe-
riodización histórica de M arx, “ el esquem a d ia léctico de las épocas [feu ­
dal, burguesa y sin clases]” , en contra d e la traducción de M an n h ein i de
este esquem a en un “fluido y cam b ian te m od o de con d u cta d el hombre
socializado en general, en el que las op osicion es determ inantes d esap are­
cen” . A dorno, “ T h e sociology of k n ow led ge and its consciousness” (1 9 5 3 ),
Prisrns, p. 42. La frase entre paréntesis aparece en la versión m ecan o­
grafiada d e A dorno de este ensayo, pero no en la versión publicada.
"presente”. Las condiciones objetivas de 1944 no eran iguales a
las de la época de su conferencia ante la Kantgesellschaft. C uando
en 1932 existía un potencial objetivo p a ra la revolución frente al
orden burgués en ruinas, el m ayor obstáculo cognitivo p a ra su
realización parecía ser la reificación, que hacía aparecer a la rea-
iidad como “segunda natu raleza” y no como producto histórico.
H acia 1941, no era ya la estática apariencia de la realidad la que
requería ser desm itificada, sino la apariencia del progreso histórico.
L a situación revolucionaria había conducido al totalitarism o y no
a la liberación, tan to en la A lem ania de H itler como en la R usia
stalinista. Im presionado por el pacto nazi-soviético de 1939180
(hasta el pu n to de sentir la necesidad de retraer la visión revo­
lucionaria al dom inio de la teología, frente a la inseguridad de
.todas las patrias terrenales),111® Benjam in afirm aba cjue el m ayor
ob stáculo p a ra la conciencia revolucionaria .había pasado de la
aceptación de una e stític a "^segunda naturaleza” ' á la creencia
enlaTíTstoriar^omo^^"pFogresoT~“Nacía corrom pió” más" a la clase*
obrera alem ana com ona~ñocl6n de que se "¡estaba m oviendo con la
corriente^1ífi*'~La teona'"rnarxfsfá"requería ser''reih térp retad a deh-
tro ^ c íe ^ a constelación presente. B enjam in anotó en un borrador
de las Geschichtsphilosophische Thesen:

P ara M a r x la s rev o lu c io n e s son la s lo c o m o to ra s d e la h isto ria m u n d ia l.


P ero q u izá esto sea to ta lm e n te d iferen te. Q u izá la s rev o lu cio n es sean
la form a d e em p u ñ a r el fren o d e em erg en cia p or p arte d e la raza h u ­
m a n a q u e v ia ja en ese tren .138

Dialektik der_Aujklarung fue el intento de llevar a cabo precisa-


mtínte la tare a cognitiva que B enjam ín había identificado en 1940
com o la m ás urgente, es decir/ desm antelar el m ito de la historia
como jDrogreso. P a ra ello contaban con la autoridad de todo el tra ­
bajo del In stitu to 180 y dem ostraban cómo aquello que M ax W eber

13C A sí le escribió B enjam in a S ch olem en 1940 (v éa se B en jam in , Gesam­


melte Schriften 1 :3 , p. 1220).
130 V éase el estrecho análisis textu al de las tesis d e B en jam in en el ar­
tícu lo d e R o lf T ied em a n n “H istorisch er M aterialism us oder politischer
M essianisraus?” , Materiahen zu Benjamins Thesen “ ü b er den Begriff der
Geschichte ” , p p . 77 -1 2 1 .
181 B enjam in , Über den Begriff der Geschichte (1 9 4 0 ), Gesammelte
Schriften , 1 :2 , p. 698.
,ss B enjam in , Gesammelte Schriften, 1:3, p. 1232.
188 Las im p lican cias teóricas d el trabajo em p írico d el In stitu to fueron
desarrolladas en un ensayo, “ A utoritarer S ta a t” , q ue sign ificativam en te fue
in clu id o en la p u b licación esp ecia l en m em oria de W alter B en jam in , en
la que aparecieron las tesis d e este ú ltim o sobre la historia.
había identificado como creciente racionalización y “desencanta­
m iento” de la sociedad, no conducía ^rogrésivam ente a un orden
social racional, sino a nuevas estructuras cíe dom inación en la form a
clef capitalismo' m onopolista y el totalitarism o político. D entro de
esta configuración, A dorno y H orkheim er reconstruían la dialéc­
tica histórica de la razón: la razón, originada como herram ienta
p ara el dom inio de la naturaleza pero a la vez: íntim am ente co­
nectada con el autorrenunciam iento y el ascetismo burgués, se ha
vuelto “contra el propio sujeto pensante” .140 El control racional
de la naturaleza interior y exterior se reflejaba en la form a misma
del pensam iento ilum inista: la abstracción lógica conducía no
sólo a la reificación de lo cognitivo sino tam bién a la dom inación de
ios conceptos sobre el contenido del pensam ierito; esta conceptua­
lización legitim aba la violencia sobre la “prim era naturaleza”. Los
autores concluían: “El Ilum inism o es totalitario” .141
Dialektik der Aufklarung lío~^a~eñ~si~m ism a, una filosofía de
la historia, y leerla como lina afirm ación positiva, aunque sombría,
acerca de la esencia de la historia, sería equivocarse. El Jrbro^era^
u n a n egación crítica de aquella visión racionalista, idealista y pro­
gresiva de la historia que se h a bía convertido en “segunda n atu ra­
leza” de la sociedad burguesa. Esta crítica erif KechlT por mor del
Ilum m ism ó y l a racionalidad que prom etía. Las palabras utilizadas
por A dorno p a ra describir el m étodo de Benjam in se aplican ade­
cuadam ente a su negación de la versión burguesa de la historia:

Su concepción de la modernidad como lo arcaico no presenta huellas


de una supuesta y antigua verdad, sino que alude a la real salida de la
prisión burguesa en la inmanencia del sueño.142

L a intención polém ica y el carácter iconoclasta del estudio explica


por qué se centra en dos vacas sagradas del pensam iento racional
burgués: la arm oniosa época de la antigua G recia148 y el Ilum i-
nismo del siglo xvm . Estos dos m om entos de un pasado idealizado
se yuxtaponían a los fenómenos m ás bárbaros e irracionales del
presente, p a ra desmitologizar el presente y el dom inio del pasado

140 H orkheim er y A dorno, D ia lec tic of E n lig h te n m en t, p. 26.


141 I b id ., p. 6.
141 A dorno, “C aracterización de W alter B en jam ín ” , C rítica cultural y
sociedad, trad. M an u el Sacristán (B arcelona, A riel, 1973), p. .123.
143 L a ed ad ép ica griega fu e la ép o ca d e la co sm ología to ta liia d o ra que
Lukács elogiara en D ie T h e o r ie des R om a n s. En relación con la influencia
de la G recia an tigu a sobre el p ensam iento m oderno alem án, véase E. M .
Butlcr, T h e tyran n y of G reece over G e rm a n y (B oston , B eacon Press,
sobre éste. Como ataque al progreso, el libro no debe ser interpre­
tado tanto como u n a prueba del creciente pesimismo del autor
(explicación subjetivo-psicológica) sino como docum entación del
viraje en las condiciones objetivas. C uando H itler tomó el tim ón
de la historia, la esperanza revolucionaria se sintió hollada por la
corriente histórica.
¿E ra esta posición realm ente tan lejana de la de M arx? Jay ha
afirm ado que en Dialektik der Aufklarung, el conflicto de clase,
‘^piedra fundam ental de cualquier teoría verdaderam ente m ar-
xista*5 era rem plazado “por un nuevo m otor de la historia. El foco
caía ahora en el conflicto más am plio entre hom bre y naturaleza,
fü é ra 'y dé'ntroV. .” líí4 L a im portancia del concepto de clase p ara
cualquier"tépría “verdaderam ente m arxista” no puede discutirse,
tam poco el hecho que este énfasis era un cambio de enfoque en la
“ Escuela de F ran k fu rt”, hasta donde puede afirm arse que tal
“Escuela” existió. Sin embargo, parece claro que al menos A dorno
nunca consideró que la teoría de la lucha de clases fuese_ úrTeTe-
m ento esencial del m aterialism o dia!?ctrc¿7“que desde el principio
rechazóle! concepto de desarrollo dialéctico como ley inm utable
de la historia o Ja naturaleza, que su concepción de la dialéctica
estaba más de acuerdo con el p arad i^ r g r^y fx ián cT de l a dialéc­
tica dei trabajo que con la historia de la lucha de clases/45 es decir
conío un proceso entre eI~Lombre y la naturaleza, la conciencia
y~la realidad^ eT~coñocImiento "presente y la Historia pasada. L a
tensión crítica generada por esta no identidad era eF potencial para
el desarrollo real de -la razón en la historia.
En “Die Idee der N aturgeschichte” , A dorno afirm aba que este
argum ento derivaba de “ciertos elementos fundam entales de la
dialéctica m aterialista” ,146 Es cierto que el térm ino “historia n a ­
tu ral” fue utüizado gor ^ n ja r n in en su estudio de 1925~sobre el d ra ­
m a barroco, y que no lo había tom ado de M arx. L a expresión “his­
toria n atu ral” (Naturgeschichte) aparece en los Manuscritos eco­
nómico-filosóficos" de 1844, obra a la que Adorno seguram ente
tuvo acceso aun antes de su prim er publicación en A lem ania en
1932.147 como apuntábam os en el capítulo anterior. M arx no sólo
544 J ay> T h e d t a le c ti c i m a g i n a t i o n , p. 256.
148 Sobre este punto véase Jacoby, “T ow ards a critique of autom atic M ar-
xism ” , p. 140-146. Si Jay se eq u ivoca al identificar a la “ E scuela” de
Frankfurt con la posición de H orkheim er, Jacoby al analizar la in ter­
pretación del In stitu to acerca de naturaleza e historia se eq u iv o ca al
iden tificarla con la posición de A dorno.
149 A d o rn o ,j“D ie Idee der N atu rgesch ich te” (1 9 3 2 ), OS 1, p. 27.
1<T V case s u p r a , p. 03. A u n q ue A dorno no c h a d irectam ente los M a ­
n u s c r i t o s de 1844 en su conferencia de 1932, más tarde tom aría tan to los
afirm aba que la historia es parte real de la historia natural, ne­
gando a la historia, como prim er principio ontológico.148 T am bién
utilizaba los térm inos “naturaleza” e “ historia” como conceptos
críticos, m utuam ente correctivos de m odo sim ilar a 1.a utilización
de Adorno, y atacaba al idealismo hcgeliano por la total subsunción
de la naturaleza dentro del despliegue histórico del espíritu abso­
luto.149 C uestionaba al m aterialism o vulgar por considerar a la
naturaleza h u m an a como p u ra naturaleza y por lo tanto descuidar
su carácter social (histórico).150 Finalm ente, cuando M arx definía
el objetivo de la sociedad como la verdadera resurrección de la n a ­
turaleza, el naturalism o del hom bre y el hum anism o de la n a tu ra ­
leza,151 no estaba m uy lejos de la esperanza expresada por A dorno
y H orkheim er en Dialektik der Aufklarung de la realización como
“reconciliación [VersóhnuTig] con la naturaleza” .152
No es nuestra tarea considerar aquí en detalle el concepto de
historia de M arx. C on seguridad com partía la creencia burguesa
en el progreso, y hay m ucho en los últimos escritos de M arx que
justifica la interpretación de Engels de la dialéctica como ley n a ­
tural del desarrollo histórico, así como la com prensión teleológica
de la historia en Lukács, con su aceptación de la dom inación sobre
la naturaleza.1UÍ1 Si existían elementos m arxistas en la interpreta-

escritos de ju ven tu d com o los posteriores para ilustrar su con cep to iK


historia natural (véase A dorno, Dialéctica negativa, pp. 352-3 5 7 ).
140 IVritings of the young Marx on philosophy and socieiy, ed. y trad.
L oyd D , Eastun y K u rt H . G u d d at (G ard en C ity, N . Y ., D ou b led a y ,
A nchor Uooks, 1967), p. 312.
1(0 Ibid., p p . ' 3 1 4 -3 3 7 , esp. pp. 3 3 3 -337.
130 Ibid., pp. 3 0 1 -3 1 4 , esp. pp. 3 0 8 -3 1 0 .
,51 Ibid., p. 306’. Los tem as utópicos del placer sensual en estos escritos
tem pranos ya habían aparecido anteriorm ente en los ensayos d e H orkheim er,
en particular “E goism us und F reih eitsb ew egu n g” .(1 9 3 6 ).
,r>‘ Jay apun ta ,que en el artículo de M arcuse d e 1932 sobre los Ma~
suscritos de 1844, el autor habla d el deseo de M arx de un id ad entre
hom bre y naturaleza, pero afirm a que “ éste era el ob jetivo que A dorno
y H orkheim er enfatizarían en op osición a M arx” . (Jay, The dialectic
imagination , p. 144.) A quí la cu estión d e in terp retación es si el joven
M arx tenía com o objetivo la total identidad d e Geist y Natur (q u e
A dorno y Horkh|eim er no aceptaban) o sim p lem en te su m u tu a m ed ia ­
ción ( “recon ciliación ” ). (C arta de M artin Jay a la autora, 21 d e sep ­
tiem bre de 1973.)
183 E n 1966 A dorno escribió que a pesar d e la inversión m aterialista
de la d ialéctica hegelian a de la historia, tanto M arx com o E ngels ten ­
dían a d eificar la historia, y su fe en las fuerzas económ icas los im p u l­
saban a apoyar el proyecto burgués d e d om in ación de la naturaleza (A d o r­
no, Negative Dialektik, GS 6, pp. 24 2 , 315.) Pero incluso cu an d o M arx
en la introd ucción al Capital hablaba de la evolu ción de la sociedad
capitalista com o un "proceso de historia n a tu ra l” que se dirigía “con
ción de A dorno de la historia, la suya no era de ningún m odo la
interpretación de M arx.
Sin em bargo, en u n nivel más profundo que el del simple voca­
bulario com ún, Dialektik der Aufklarung tenía una afinidad con
el m arxism o que, como p o d ría afirm arse en el caso de A dorno,
m arcab a un viraje hacia M arx y no un alejam iento. Porque sí
el libro era algo m ás que la negación crítica de las filosofías
burguesas de la historia, entonces su m ensaje positivo expresaba que
cuando la transform ación dialéctica tiene lugar sólo a nivel super-
estructural y la estru ctu ra de ciases perm anece intocada, entonces
recae sobre sí m ism a y se repite como el ciclo de la naturaleza.
El libro rechaza entonces la revolución al inferior de la “razón”,
cuando lo que se requiere es u n a revolución al interior de la socie­
d a d .354 Pero tam bién im plicaba lo mismo en relación con la dialécti­
ca exclusivam ente a nivel de la infraestructura.150 Y A dorno no
estaba dispuesto a ab an d o n ar la filosofía.

necesidad de hierro h acia resultados in evitab les”, A dorno sosten ía (en


contra de E ngels) que esto d eb ía ser in terpretado en el espíritu crítico
que hab ía h ech o suyo, es decir, q ue la u tilización por parte de M arx
del térm in o “ n atu raleza” quería criticar el desarrollo cap italista com o
no au tén ticam en te h istórico, com o “ pre-histórico” ( vor-Geschichte ) ta l
com o M arx d efin ía toda historia previa. (Ibid.,, pp. 3 4 7 -3 4 9 .) Para la
crítica d e la in terp retación de una teleología de la historia en M arx,
véase A lfred S ch m id t, Der Begriff der Natur in der Lehre von Marx
(F rankfurt am M a in , E uropaische V erlagsan stalt, 1971), pp , 2 9 -3 0 ,
S ch in id t afirm a que "la d ia léctica m aterialista es n o toleológica. . . El
que ap reh en d iera la historia hu m an a hasta el presente, de nin gú n m od o
ca p tó a partir de ahí la d irección d el m u n d o ” (ibid., p. 29).
1B* Por supuesto, A dorno siem pre h ab ía sostenido esta posición (véase
cap. 2), pero sin d uda a com ienzos d e la d éca d a d e 1930 creía que
la revolu ción en el arte y la d esin tegración de las form as cognitivas bur­
guesas an ticip ab an de algú n m od o un a revolu ción social progresista,
y no estaba por lo tan to co m p leta m en te liberado del m ito burgués del
progreso. Si Dialektik der Aufklarung es u n a estim ación m ás sobria del
poder revolucionario de la razón, su critica d e Schonberg, escrita en el
m ism o periodo, se basaba en un argum ento p aralelo: la ruptura d ia léc­
tica de Schonberg respecto d e la ton alid ad burguesa, que liberaba
a la m úsica d e las leyes tonales, había recaído en una n u ev a form a de
d om in ación , el sistem a cerrado y las leyes establecidas de la co m p o si­
ción dodecatón ica. (V é a se T h eo d o r W. A dorno, Philosophy of modern
music, trad. A nne G. M itch cll y W esley V . fílom stsr [N ueva York, T h e
Seabury Press, 1973].)
165 H orkheim er y A dorno sostenían que el triunfo d e la clase burguesa
y tam bién de la dictad u ra soviética del proletariado hab ían transfor­
m ad o ia base econ óm ica d eja n d o in tacta ia estructura de dom inación.
4. U N A L Ó G IC A D E LA D E S IN T E G R A C IO N : EL O B JE T O
•i

LOS ORÍGENES DE LA DIALECTICA NEGATIVA

En el capítulo anterior, la aproxim ación de Adorno al problem a de'


la historia nos suministró u n a ilustración concreta de su proceder
dialéctico. Al yuxtaponer conceptos antitéticos (naturaleza-histo-
ria) y exponer la irreconciliabilidad de los conceptos con la reali­
dad supuestam ente descrita (la idea de historia o de naturaleza.
versus su realidad), A dorno em prendía la doble tarea de ver a
través de las puras apariencias de la realidad burguesa y de la
pretendida adecuación de los conceptos burgueses utilizados p ara
definirla. Com o en Hegel, la contradicción, con la negación como-
su principio lógico, dotó a su pensam iento de estructura dinám ica
y proporcionó la fuerza m otora para la reflexión crítica. Pero m íen? .
tras Hegel veía en la negatividad el m ovim iento del concepto
hacía síi “ otro” , sólo un m om ento dentrp rT''jp'rOC'eso;rnayór'
)mriá‘ ia~ cqñíum ación sistemáti£á,...'Adorno no veía posibilidad..aU-
guna de que una argum entación se deTuvréra^en la síntesis_,ine-
quTvocár Hizó“‘3é la negatividad el signó' distintivo ele su pensa­
m iento precisam ente porque creía que Hegel se había equivocadu:
razón y realidad no coincidían. Com o eiTlCarit/Tás antinom ias de
A dorno perm anecían antinóm icas, pero a causa de los límites de
la realidad, más que de los de la razón. El pensam iento no recon-
ciliatorio era im pulsado por condiciones okjeñva?:~porque las con­
tradicciones de la sociedad no podían desterrarse por medio del.
pensam iento, la contradicción tam poco podía desterrarse dentro
del pensam iento.
A dorno no afirm aba ni el concepto ni la realidad en sí mismos..
En cam bio planteaba cada uno en crítica referencia al otro. Dicho
de otro m odo, cada uno era afirm ado sólo en su no identidad res­
pecto del otro. E n realidad, el J ^ r i n a p i o de jip_.icJe.Dtídad”,-jque
Adorno desarrollaría con riqueza creciente, llegó a ser el funda-
ní^nto Qé su filósófíá, es decir, de la “ dialéctica negativa” .
A dorno no habló de un “principio” de no identidad hasta des­
pués de haberse unido al TnstíFuto1 y “dialéctica negativa” fue in-

1 L a 'in vocación d e un p rin cip io d e n o id en tid ad podría haber sur­


gido com o respuesta crítica al en foq u e h eid eggerian o de la identidad'
cluso una form ulación posterior,2 aunque lo sustancial de ambos
ya era evidente en la teoría de Adorno a comienzos de la déca­
da de 1930. E n aquella época, denom inaba a su,m étodo filosófico
una “lógica cícT’lá desintegración”,3 frase que no sólo indicaba el
carácter no totalizador del enfoque sino que suponía tam bién la
razón de su necesidad. Porque tal como hemos visto,4 Adorno_creía
que la pérdida del sentido de totalidad de su época era síntom a
de la decadencia de la era burguesa. L a historia' actual era" la
crónica de su desintegración. L a bancarrota enfrentaba no sólo
al sistema económico burgués sino tam bién a sus esfuerzos en el
plano de la hegem onía ideológica. L a crisis económica y la m uy
reconocida “crisis en la cultura” que la había anticipado, eran en ­
tonces dos caras de la mism a m oneda falsa. Como escribió W alter
B enjam in: “Antes de que se desmoronen empezamos a reconocer
como'Tíiinas los m onum entos de la burguesía en las conmociones
com o tem a central no sólo del idealism o burgués, sino de tod a la filosofía
o ccid en tal a partir de Parm énides. Por supuesto, el rechazo de la id e n ­
tidad h egelian a de sujeto y objeto (creen cia en lo real com o racional
y en lo racional com o real) era una n oción anterior, que se rem ontaba a
1?. prim era acep tación de A dorno del m arxism o. En realidad fue Hork-
heirncr qu ien articuló por prim era vez el ataque a esta prem isa idealista
(véase M ax. H orkheim er, Anfange der bürgerlichen Geschichtsphiloso-
phie [otuttgart, K ohlham m er, 1930], pp. 185-197; ídem., "H egel und
das Problem der M etaphysik” , Festschrift für Cari Grünberg: Z um 70.
Geburtstag [L eipzig, V erlag von C. L. H irschfeld, 1932], pp. 185-197.)
Las im plicancias de este rechazo de la identidad para la teoría d e la
historia de A dorno fueron discutidas en el ca p ítu lo 3. S in em bargo, el
rechazo d e la identidad sujeto-objeto hegelian a com prendía sóíu un
aspecto del “ principio de no id en tid ad ” de A dorno. O tros niveles d eb ían
m ás a B enjam in que a H eg el o a H orkheim er, com o dem ostrarem os.
3 U tilizó por prim era vez este térm ino en sus sem inarios sobre H eg el
en la década de 1950, pero su filosofía no fue .oficialm ente bautizada
“ d ialéctica n eg a tiv a ” hasta 196$7~con la aparición Üei lib ró le!el m ism o
nombre. Inciuso en TDB3“ en ^ ü ^ p refaci'ó a sus tres ensayos sobre H eg el,
se refería sólo de una m anera general a sus esfuerzos, com o form u ­
laciones de “ un concepto m od ificad o de la d ia léctica.” (T h e o d o r W .
A dorno, Tres estudios sobre Hegel [M adrid, T aurus, 1974], p. 10.)
n En una nota a la ed ición alem ana de Negative Dialektik, A dorno
•escribió: “L a idea de una lógica de la desintegración es la más antigua
de sus concepciones filosóficas [del autor], y se rem onta a sus años de
■estudiante.” (T h eo d o r W . A dorno, Negative Dialektik, Gesammelte Schrif­
ten , vol. 6, ed. R olf T ied em an n [Frankfurt. am M ain, .Suhrkamp V erlag,
1973], p. 409.) Q u e su in ten ción era com patible con la teoría posterior de
A dorno es evidente a partir de la sigu ien te afirm ación: "Su m ovim ien to
[de la d ialéctica negativa] no tiende a la identidad en la d iferen cia de
c a d a .o b je to con su con cep to, m ás bien desconfía de lo id én tico. Su lógica
es la del desm oronam iento. . .” (T h eo d o r W. A dorno, Dialéctica negativa
¡[Madrid, T aurus, 1975], p. 14G.)
* V éase cap. 3.
de la econom ía m ercantil.” 5 L a fragm entación de las disciplinas,
intelectuales, el hecho de perder la filosofía su anterior posición
burguesa como sintetizadora y sistem atizadora de todo conocimiento,
era una m anifestación de dicha desintegración A ceptando la di­
visión del trabajo intelectual como u n a condición inevitable de la
producción actual, pero convencido de que los problem as técnicos de1
la praxis gcistige m anifestaban los antagonism os de la estructura
social,8 Adorno consideraba que su tarea como filósofo era la de
socavar el ya vacilante m arco del idealismo burgués al exponer las
contradicciones que afectaban a sus categorías, y siguiendo su lógica
inherente, em pujarlas al punto de su autodestrucción. Éste era su
objetivo, consum ar la liquidación del idealismo desde dentro, y esto
era lo que tenía en m ente al form ular l í necesidad, p a r a l a filosofía,,
de una “lógica de la desintegración” .
Lo que jseparaba la m eta de Acíorno de un puro nihilismo, era
su_creéncia en la posíBilídád cíe extraer de las propias contradiccio­
nes del idealismo u n a nueva lóglcauPáraT em plear una frase que
A dorno tom ara de Brecht, creía «que las categorías declinantes po­
dían ser “refuncionalizadas ( um funktioniert) 7 y transform adas en
herram ientas cognoscitivas del m aterialism o dialéctico. L a supera­
ción del idealismo podría inducirse a generar desde sus propias rui­
nas una filosofía ‘‘dialéctica”, cuya necesidad histórica y lógica es­
taba así dem ostrada. A la buena m anera hegeliana,8 A dorno no hacía,
distinción entre teoría y m éto d o : el proceso de llegada a tal filosofía,
era en sí la nueva filosofía en acción.
Éste era el program a filosófico que A dorno delineara en su con­
ferencia inaugural “Die A ktualitát der Philosophie” . Debe adm itirse
que su procedeí revestía u n cierto carácter ex post jacto. A dorno ya
tenía idea de qué aire tendrían las categorías del nuevo m ateria-

8 Walter Benjamin, “París, capital del siglo x ix ” ( 1 9 3 5 ) , en Ilumina­


ciones, 2, Poesía y capitalismo, trad. J. Aguirrc (Madrid, Taurus, 1900),,
p. 190.
9 V éase cap. 2.
7 La palabra alem ana es más d ialéctica q ue su trad u cción : el prefijo-
ttm im plica la reversión, no la m era reform ulación de las categorías. Sin
em bargo, la traducción en el p asaje sigu ien te parece sob rcin telectu alizad a
y abstracta: “ En orden a la m od ificación d e form as e instrum entos de pro­
ducción en el sentido de una in telig en cia progresista — y por ello in tere­
sada en liberar los m edios productivos, y por ello al servicio de la lucha,
de clases— ha acuñado B recht el co n cep to d e transform ación funcional
[ Umfunktionierung ].” (W alter B en jam in , “ El autor com o productor” , T en ­
tativas sobre Brecht [Iluminaciones III], trad. J. A guirre [M adrid, T aurusr
1 9 7 5 ], p. 125.)
8 Para H eg el (y para A dorno) el m éto d o filosófico no era un conjunto-
form al de reglas a aprender, sino una a ctivid ad a experim entar y articular..
lismo. La m ayoría de ellas hab ían sido articuladas por W alter Ben­
jam ín d u ran te la década de 1920. Pero m ientras B enjam in tan sólo
p lanteaba las categorías, A dorno, m ucho más versado en los p ro ­
blemas de la filosofía contem poránea, intentó extraerlas sistem áti­
cam ente de las form as tardías del idealismo, a través de su crítica
.al existencialismo de K ierkegaard (escrita en 1928-1933) y a la
fenom enología de Husserl (escrita en 1934-1937). Sin embargo, la
casi in tuitiva convicción de A dorno acerca de la validez del enfoque
de B enjam in precedió a sus esfuerzos por p ro b ar su necesidad his­
tórica y lógica.
Los orígenes de la “ dialéctica negativa” se encuentran entonces en
los p n n íe ro s 'li^ b ^ ó s _de B enjam ín y en el diálogo intelectual entre
. am bosj^cóm ériz^b~ en T 529' á l’ form ular un program a com ún en
K onigstem , qué m ad u ra rá en los escritos de A dorno a comienzos de
TíTdécada de 1930. U n análisis de estos orígenes !da u n a clave p a ra la
filosofía de A dorno, aun en su últim a y m adura form ulación. Los
siguientes dos capítulos presentarán las prim eras form ulaciones de
sus categorías filosóficas, dem ostrarán su deuda respecto del tem ­
p rano trab ajo de Benjam ín y las analizarán como u n a respuesta a
los problem as técnicos que enfrentaba la filosofía de su época, p ro ­
blem as que los m étodos burgueses tradicionales parecían incapaces
de resolver.
Sin em bargo, antes de continuar, es necesario clarificar u n punto.
D u ran te la década de 1960 el m étodo de la “dialéctica negativa”
lle g o a id e n fific a rsé con ía “ teoría critica” del Instituto ’dé Fráñkfürt,
■dél cuál A dorno h ab ía llegado a ser el m iem bro m ás ilustre. Syi.f
em bargo, al delinear los orígenes del m étodo de Adorno, he,.tratado
p rem editadam ente de evitar igualarlo con la “teoría crítica”, tér­
m ino que carece de precisión sustantiva. L a teoría crítica nunca cons­
titu y ó u n a filosofía' articulada de m anera com pleta, que, los m iem ­
bros del In stituto aplicaran de idéntico m odo. Se trató m ucho m ás
de u n conjunto de supuestos com partidos que distinguían su enfoque
de la teoría burguesa o “tradicional” .8 D entro de este m arco común,
la m etodología de los individuos m iem bros podía variar y de hecho
así sucedió. Además, el térm ino carece de precisión histórica, ya que
se refiere en general a la orientación teórica del Instituto du ran te
los treinta y tantos años que estuvo bajo la dirección de M ax H ork-
9 C om o ap u n tó A dorno, la expresión “teoría crítica” fu e “form ulación
d e H ork heim er” (A d orn o, D ia lé c tic a n egativa, p. 190); fu e H orkheim er
•qu ien señaló por prim era vez sus características distintivas en su artícu lo
d e 1937 de la Zeitschrift für Sozialforschung, “T ra d itio n elle u nd kritische
T h eo rie” . (V éa se M ax H orkheim er, “T eoría tradicional y teoría crítica ”,
T e o r ía crítica, trad. E. A lbizu y C. L uis [Buenos A ires, A m orrortu, 1974],
¿>p. 2 2 3 -2 7 1 .)
heim er y, aunque luego A dorno estuvo, evidentem ente de acuerdo
con el térm ino, había señalado las características distintivas de su
propio m étodo en la conferencia inaugural, escrita siete arios antes
de convertirse en m iem bro del Instituto. En aquel m om ento (mayo
de 1931) H orkheim er era director del Instituto desde hacía sólo al­
gunos meses y la nueva orientación por él introducida en lo referente
a la m etodología crítica recién com enzaba a cobiiar form a. Por su­
puesto, aun en aquel m om ento, las ideas de H orkheim er tenían m u ­
cho en com ún con las de Adorno, dada su estrecha am istad personal
e intelectual. El tránsito hacia el m arxism o a finales de la década de
1920 había sido una experiencia com partida, y H orkheim er había
presenciado las charlas en Kónigstein. Pero e^Jm pacto del m ate ­
rialismo dialéctico en sus respectivos pensam ientos no fue idéntico
y los condujo en diferentes .dirfecciónés. H orkheim er volvióse hacia
las ciencias sociales, m ientras que Adorno, en lugar de unirse a su
amigo en el Instituto, optó por aceptar un puesto académico.
El joven A dorno se veía a sí mismo conio filósofo y como artista,10
y no como científico social, y es claro que lo_ entusiasm aba ...más¡la
crítica literaria de W alter Benjam in que los proyectos de investiga­
ción social em pírica del Instituto, E n cuanto a la evaluación del
Instituto acerca de Adorno, es útil recordar que dos artículos pre-->
sentados a la revista del Instituto en la década de 1930 fueron re­
chazados, en form a reiterada, por el comité editorial.11 Y aunque
los artículos de A dorno que fueron aceptados — “Z ur gesellschaftli-
chen L age der M usik” (1932) y ‘‘Ü ber Jazz” (1936)— fueron de
perdurable im portancia p a ra su desarrollo intelectual,12 los tra-

10 C om o recordará m ás tarde com parándose con H orkheim er: “Y o, sin


em bargo, por an teced en tes y por m i desarrollo anterior, era un artista, un
m úsico, aun q u e anim ado por un im pulso de dar cu en ta d el arte y de su
posibilidad en el presente, d on d e tam bién algo ob jetivo deseaba expresión,
una sospecha d e la in su ficien cia del proceder estático in gen u o en vista de
las tend en cias de la socied a d .” (T h e o d o r W. A dorno, “O ffen er B rief an
M ax H orkheim er” , D ie 7.eit, 12 d e febrero de 1965, p. 32.)
11 U n estudió sobre M an n h eim tuvo dos revisiones (1 9 3 4 y 1937) y sin
em bargo n u n ca apareció en la revista — una tercera remisión fue finalm ente
publicada en otra parte (T h e o d o r W . A dorno, “ Ü ber M annheim s Wissens-
sozioiogie” [1953], reditado en Prism en [Frankfurt am M a in , Suhrkam p
V erlag, 1955]). U n artícu lo d e 1937 sobre H usserl, revisado en 1938, nunca
fue publicado. Las copias d e am bos borradores están eiv el L egado
Adorno.
En el artículo de 1932 (q u e fue discu tid o en d etalle en el cap. 2)
y en las cuarenta n otas sobre m úsica que publicara en una variedad án
periódicos y revistas duran te la décad a de 1930, A dorno sentó las bases
para una filosofía estética en cu ya form ulación se ocu p ó hasta el m om ento
de su m uerte (un largo e in con clu so m anuscrito, A esth etische T h eo rie, se
publicó p ostu m am ente en 1970 co m o el vol. 7 de las G esam m elte Schrif-
bajos más im portantes de estos años fueron los estudios estricta­
mente filosóficos acerca de Husserl y K ierkegaard. Los temas del
jazz y de la condición social de la música reflejaban la preocupación
básica del Instituto respecto del contenido ideológico de los fenó­
menos' culturales, la cuestión de cómo los productos geistige fun­
cionaban p a ra sostener o desafiar el status quo societal. Esto era
por supuesto, algo bastante distinto de la autoim puesta tarea de
Adorno de fom entar la liquidación de la filosofía idealista.
H orkheim er creía, tan firm em ente como Adorno que la filosofía
burguesa yacía en un estado~-dé 'decadencia,1;Í pero parecía con­
c l u i r qüe si la m etafísica ya no era posible, el filósofo debía buscar
auxilio en las ciencias sociales p ara hallar la verdad. A unque estas
ciencias, a su vez, necesitaran de una conciencia crítica, especula-
tivá, la filosofía como disciplina separada era elim inada, liquidada
d esd e‘afuera, por así decirlo.14 P ara H orkheim er, el problem a del
“objetó!’ tendía, a disolverse en la sociología (m arxiana), el proble­
m a del “sujeto” en la psicología (freudiana),10 y la T eoría C rítica
intentaba explicar su interreláción. En su conferencia inaugural
como director del Instituto, se refirió a la interacción dialéctica
entre teoría e investigación em pírica.16 Adorno en cambio dis­
tinguía un proceso dialéctico dentro de la filosofía misma.

ten). N o estoy sugiriendo que los prim eros ensayos sobre m úsica p u b licad os
en la Zeitschrift für Sozialforschung, que con ten ían elem entos para un a
teoría estética así com o una teoría crítica de la cultura de m asa, fueran
insignificantes en com paración con sus estudios filosóficos publicados com o
libros; sim plem ente sostengo que, m ientras el Instituto estaba m ás in tere­
sado en una sociología (filosófica) del arte, la preocupación básica de
A dorno estaba en una filosofía (sociológica) tanto de la estética com o de la
cogn ición epistem ológica.
,a G om o afirm ó en 1932, la prem isa idealista, la id en tid ad d e su jeto
y objeto, “h a h ech o colapso desde hace m ucho tiem po y, con ella, el e d i­
ficio de la filosofía h e g e lia n a .. . la filosofía ‘absoluta’. . . es cosa d el p a ­
sado” . ( “H eg el und das Problem der M etaphysik”, p. 192.)
14 La fe de H orkheim er en que las ciencias sociales p u dieran responder
los interrogantes tradicionales de la filosofía a través de la in vestigación
em pírica, no era com partida por A dorno. C ontra esta ten d en cia A dorno,
cóm o recordaría m ás tarde, trataba de "fortalecer la in clin ación antiposi-
tivista, especu lativa” de H orkheim er. (A dorno, “O ftener Brief an M ax H ork­
heim er” , p. 32.)
10 Estas dos teorías, sentía, proporcionaban “ una form ulación de las
viejas cuestiones [filosóficas] más ad ecu ad a al estado de nuestro c o n o c i­
m ien to presente. . (Ma:t H orkheim er, “D ie gegenw ürtigc L age der Sozial-
ph ilosop h ie und die A ufgabcn eines In stitu ís für Sozialforschung” (1 9 3 1 ),
Sozialphilosophische Studien: Aufsatze, Reden und Vortrüge, 1930-1972,
ed. W erner Brede [Frankfurt am M ain , A th en au m F ischer T asch en b u ch
V erlag, 19721, p. 43.)
18 In vocab a “ una penetración y desarrollo d ialéctico con tin u os entre
E n realidad, A dorno poseía u n a fe casi hegeliana en la lógica in­
m anente de la filosofía, en su desarrollo histórico como despliegue
de la verdad aunque, ciertam ente de m odo nada hegeliano, creía
que la verdad desafiaba críticam ente el curso de la historia en lugar
de fundirse con él. C onvencido de que las contradicciones sociales
aparecían dentro del m aterial de la filosofía en form a m ediada.y de
que el filósofo, como el artista, debía ser “absolutam ente m odernp” ,
es decir debía aprehender estas contradicciones en sus m anifesta­
ciones más corrientes y (en una época de desintegración) más a n ta ­
gónicas, A dorno tomó las polémicas heredadas de la anterior ge­
neración de filósofos, se sumó a sus filas, y desde su posición de
q uinta colum na impulsó las antinom ias de sus teorías hasta el p unto
en el cual la negación dialéctica del idealismo podía ser consu­
m ad a.17 Esta argum entación desde dentro, sobre las bases de la
lógica inherente a la propia filosofía, históricam ente desarrollada,
y dirigida a salir del idealismo burgués hacia el m aterialism o re-:
volucionario, era la significación otorgada por A dorno a la “crítica
inm anente”, y constituía la sustancia de su idea de u n a “ lógica de
la desintegración” .
Este program a ligaba a A dorno con Benjam in m ás que con H o rk ­
heim er.18 A unque H orkheim er tam bién afirm aba que, si la teoría
burguesa iba a ser efectivam ente desafiada, debía serlo “desde
dentro” , esto significaba sim plem ente p a ra él que tal teoría no p o ­
día ser descartada desde el exterior a través de ad o p tar cierto punto
de vista antiburgués, m etafísicam ente trascendental. E n cambio,
debía exponerle la brecha entre el pensam iento burgués y su propia
realidad. E n sus ensayos, H orkheim er confrontó conceptos burgue­
ses (justicia, razón, individualism o) con la realidad de la sociedad
burguesa (su injusticia, irracionalidad, capitalism o m onopólico), o
tendió a señalar la discrepancia entre la abundancia potencial de
las fuerzas productivas actuales y la escasez existente, o demostró

la teoría filosófica y la práctica d e las d iscip lin as cien tíficas in d iv id ú a ­


le.';. . .” {I b id ., p. 40.)
17 C om o escribió en su discurso in au gu ral: “ S ólo una filosofía esen cial­
m ente no d ialéctica, que a p u n ta a una verdad ahistórica, p u d o sostener que
los viejos problem as podían elim inarse sim p lem en te o lvid án d olos y e m ­
pezando nuevam en te desde el co m ien zo .” (T h e o d o r W . A dorno, "D ie
A ktualitiít der P hilosop h ie” [1931], G e sa m m e lte Sch riften , vol. 1: Frühe
philosophische Schriften, ed. R o lf T ied em a n n [Frankfurt am M ain , Sulir-
kam p V erlag, 1973], p. 339.)
13 E n una carta a B enjam in del 18 de m arzo d e 1936, A dorno escribió:
“T a l vez adheriría en prim er lugar a nuestro v iejo m étodo de la crítica
in m an en te.” (T h eo d o r W . A dorno, Ü b e r W a lte r B en ja m ín [Frankfurt am
M ain, Suhrkam p V erlag, 1970], p. 127.)
que, por ejem plo, la Lebensphilosophie traicionaba su propio in­
tento de protesta, ya que, al funcionar como soporte del status quo
societal, term inaba convergiendo con el positivismo que precisa­
m ente atacab a,10 Pero, a diferencia de Adorno, H orkheim er no se
im plicó pro fu n d am en te en las controversias técnicas de la filosofía
contem poránea.20 D e allí que, aunque la m ayoría de sus artículos
publicados en la revista del Instituto, Zeitschrift fü r Sozialforschung,
d u ran te la década de 1930, constituían críticas a la filosofía b u r­
guesa, no eran en sí artículos “filosóficos” en el sentido estricto del
térm ino. M anteniendo un pie fuera de la disciplina, esbozó tem as
y conceptos descriptivam ente a través de la historia de la era bur­
guesa (su conocim iento fáctico de la historia era m uy superior al de
A dorno) con el objeto de poner a la luz su función social.21 H ork­
heim er se m ovía entre la teoría y la sociedad, señalando las estruc­
turas correspondientes en la conciencia y eñ la realidad, de un
m odo m uy parecido al joven Lukács (y de ahí a su m aestro YVil-
helm D ilthey, cuyo trab ajo H orkheim er apreciaba de m anera con-

19 Para u n a síntesis d e los escritos d e H orkheim er a com ienzos de la


d écad a de 1930 véase M artin Jay, T he dialecttcal imagination: a history
of the Frankfurt School and the Jnstitute of Social Research, 1923-1950
(B oston, L ittle, B row n, 1973), pp. 4 4 -6 5 .
20 L a p reocu p ación básica d e H orkheim er era la Jdeologiekritik, es decir,
cóm o era p osib le que ‘'opiniones [burguesas] en sí correctas, valores teó ri­
cos y estéticos in d iscu tib lem en te elevados, p u ed en tener, en determ inados
con textos, un efecto id eo ló g ico . . ( Horkhei mer, “ O bservaciones sobre
cien cia y crisis” , Teoría crítica , p. 19). A dorno, co n v en cid o com o estaba de
que la in valid ez social d el p en sam ien to burgués se m an ifestab a inmanen­
temente, n o hab ría sostenido que tal p en sam ien to pudiera ser “correcto
en sí” ; al m ism o tiem p o creía que la id eología, correctam ente interp re­
tada, era la fu en te de la verdad.
21 L a d istin ción p u ed e ilustrarse com parando los análisis críticos de
A d orn o del co n cep to de h istoria con dos ensayos anteriores d e H orkheim er.
El abordaje de A d orn o, d elin ea d o en su discurso de 1932 an te la K an t ge ­
sellschaft en Frankfurt, con sistía en yu xtaponer los a n titéticos con cep tos
de naturaleza e historia d e tal m o d o que n in gu n o d e ellos fu era plan tead o
corno el fu n d am en to de u n a filo so fía afirm ativa d e la historia. Su argu m en ­
tación era más p olém ica y d ia léctica que descriptiva. En contraste, en un
ensayo de 1930, Anjánge der bürgerlichen Geschichtsphilosophie, el abor­
d aje de H orkheim er con sistía en diseñar el desarrollo histórico d el c o n ­
cep to burgués de historia desde M aq u iavelo y V ic o hasta H e g e l, id en ti­
fican d o en él los elem en tos progresivos y regresivos, en vísta de su función
id eo ló g ica . Su program a para un a teoría a ctu al d e la historia, esbozado
en un discurso pron u n ciad o en la m ism a Kantgesellschaft antes m en cio ­
nada, sugería q ue el problem a, antes preocupación del m etafísico, p od ía ser
m ejor tratado ahora a partir d e la teoría “ cien tífica ” (d e M arx) y d e la
p s ic o lo g ía (freudiana) (véase “H istoria y p sicología” [1932], en M ax H ork­
heim er, Teoría crítica [Buenos A ires, A m orrortu, 1974]1 pp. 22-42].
siderable),22 E n contraste, A dorno utilizaba la “prítica inm anente” ,
no sim plem ente cómo u n m étodo de Ideoíogiekritik, sino como .un
m edio para descubrir la verdad. Intentó tornar visible J a estructura
de la sociedad burguesa desde las palabras mismas de los textos
burgueses.
.... .. y.. - . . U
. ,n’W'I-/,¡i.,;
tipo de exégesis
VJW r í i r . dialéctica'
. S Jp r a c h k r i t i k más que
ideoíogiekritik, mas interpretación critica que teoría.
L a diferencia de m étodo entre A dorno y HorHheimer suponía un
terreno diferente p a ra fu n d ar la validez de los juicios.Los argum en­
tos de H orkheim er descansaban en principios de rectitud m oral ,a4
principios desarrollados por la m ism a sociedad burguesa que él a ta ­
caba. T a l corno lo explicaba:
L as id ea s co n q u e la b u rgu esía e x p lic a su p rop io sistem a : e l in terca m ­
bio e q u ita tiv o , la lib re c o m p e te n c ia , la arm on ía d e lo s intereses, etc.,
revelan su co n tra d icció n in tern a y, con e llo , su antítesis re s p e c to d e ese
s i s te m a , a p en as se las co n sid era seria m en te y se las p ien sa , h a sta sus
ú ltim a s co n secu en cia s, c o m o p r in c ip io d e la so c ie d a d .2®

El com ponente trascendente del idealismo, que perm itía hacer una
distinción m oral entre lo que es y lo que debería ser, siguió siendo
esencial p a ra H orkheim er, a pesar de su vocación por la investiga­
ción em pírica. A dorno recordaría m ás tard e: “E n usted la cuestión
básica fue la indignación frente a la injusticia” , apuntando cómo
H orkheim er era tributario de la ética judaica de su fam ilia así
como de los principios del Ilum inism o burgués.20 T am bién observó
que sus prim eras experiencias “no se desarrollaron en form a paralela.
fia Su ob jetivo era “m ostrar los rasgos estructurales com unes d e co n o ci­
dos procesos de la historia m od ern a” . (M a x Iiork heiin e?, “ íigoísm o y m o­
v im ien to liberador”, T e o r ía crítica, p. 163.) Para u n a discusión de la e v a ­
lu ación de H ork heim er acerca de D ilth ey , sus críticas y sus puntos de acu er­
do, véase .Jay, T h e dialectical im a gin ation , pp. 48-53. ,
73 L a d escripción d e R icpeur de^ los m étodos interpretativos de M arx,
F reud y N ietszch e com o “ ejercicios de la sospecha” , una “ herm enéutica
d e la d esm istificación ”, tam bién s e sa p lica a A dorno (P a u l R icoeur, F reud:
una in te rp reta ción d e l a ^ í l l T ú r á , (M éx ico , Siglo X X I ,
1970), p. 32.
24 Por ejem plo, cuan d o H orkheim er criticaba la acep tación de aquello
que h ab ía evolu cion ad o h istóricam ente com o “segu n d a n atu raleza” , su
p reocup ación se refería no sólo a que, en tanto “categoría suprahistórica
eterna” era de h echo incorrecta, sino a q ue en relación a la v olu n tad m o ­
ral, era un “ signo d e u n a lam en tab le im p oten cia” . (H orkheim er, “ T eoría
tradicional y teoría crítica” [1937], T e o r ía crítica, pp. 2 4 2 -2 4 3 .)
“ I b id ., pp. 2 4 6 -2 4 7 . “El abism o entre los cánones m orales que los euro­
peos h an reconocido desde el a d ven im ien to d e la cristiandad, y los que
estos europeos en realidad practican, es inconm ensurable.” (M a x H ork­
heim er [seud. H ein rich R egiu s], D d m m e r u n g : N o tiz e n in D eu tsch la n d
[Zurieh, V erlag O p rech t und H elb lin g , 1934], p. 193.)
28 A dorno, “ O ífen er 13rief an M ax H ork h eim er”, p. 32.
Es más, convergieron” .27 Si el impulso de H orkheim er hacia la
crítica social tuvo su o rigen"''en un hum anism o ético, casi religioso,
Aclorno .en.cam bio estaba com prom etido de m anera prim ordial con
el problem a de la verdad. Para él, los juicios acerca de la verdad
o falsedad, más que las cuestiones del bien y del mal, constituían la
base necesaria p a ra la validación de la teoría. En j m a ^ o c a ^ ^ ^ q u e
la m etafísica había perdido toda legitim idad, Adorno,.,continuaba
pía h te avíelo la pregunta m etafísica; del mismo modo, en una época
que había proclam ado ía m uerte de Dios, H orkheim er se negaba
a abandonar el problem a m oral del bien y del m al.28
Adorno, el metafísíco sin fe en la m etafísica; H orkheim er, el m o­
ralista que no creía en la divina providencia: describirlos así puede
ilustrar aquello que m antuvo sus senderos intelectuales separados
durante la década de 1930 y, de hecho, a lo largo de sus vidas.2!>
Esta diferencia da cuenta de la enorm e preocupación de H orkhei­
m er por la brecha entre conciencia proletaria “im p u tad a” y em-
°pm ca,IM) ya que consideraba que en la era jrioderna la p raxis m oral
e r a p o r necesidad praxis política. El fracaso del proletariado para
a rrib ar a la conciencia revolucionaría se transform ó en el focó de
interés cíe ía investigación del Instituto du ran te la prim era décácTa
de su''desempeño corno d ire c to r/1 m ientras que el interés de A dorno

” Ibid.
58 A dorno todavía b atallaba con la cuestión de la posibilidad d e ía
m etafísica en el ca p ítu lo final de Negative Dialektik. Cf. la afirm ación
de H orkheim er en 1934: “N o sé hasta qué punto los m etafísicos tienen
una posición , correcta,'q u izá, existe en alguna parte un sistem a o frag­
m ento n ietafísico especialm ente aprem iante. Pero sé que los m etafísicos
suelen estar sólo m ínim am ente im presionados por aquello que atorm enta
y aflige a los seres h um anos.” (M a x H orkheim er, Dammerung , p. 86.)
L a preocupación m oral de H orkheim er por el sufrim iento físico (ta n to
de anim ales com o d e seres hum anos), op u esta en cierto m odo a la orien ­
tación m ás cerebral de A dorno, pu ed e ilustrarse por el siguiente recuerdo
de A dorno: “ U n a vez tú [H orkheim er] m e dijiste que yo percibía a los
anim ales com o hum anos m ientras tú veías a los hum anos com o anim ales.
H ay algo de eso.” (A dorno, “O ffen er lírief an M ax H orkheim er” , p. 32.)
“ C om o escribió A dorno: “A pesar de todo, la tensión entre los polos
de d ond e proveníam os no desapareció, y creció, fru ctifican d o para n o s ­
otros.” (Ibid})
*" A quí, com o en otras situaciones, H orkheim er estaba más cerca del
Lukács de Historia y conciencia de clase. V eía en el papel d el in telectual
al articulador de la co n cien cia de clase im putada, aunque, com o A dorno,
rechaza el control d el Partido sobre el trabajo teórico del intelectual.
(V éa se H orkheim er, “T eo ría tradicional y teoría crítica” [1937], Teoría
crítica, pp. 223-271.)
31 En su discurso inaugural com o director escribió: “ La discusión re­
ferente a la sociedad cristaliza gradualm ente y con crecien te claridad
alrededor de una cuestión, básicam ente la cuestión de la con ex ió n entre
en cuestiones tales como la verdad de la teoría, o la validez del
arte como interrogante totalm ente separados del problem a de la
conciencia del proletariado, determ inó que la^misma noción de un
sujeto revolucionario colectivo quedara excluida de su teoría!82
Pero la polarización entre el m etañsico y el m oralista no debería
acentuarse dem asiado enérgicam ente, ya que nunca fue categórica/13
Su trabajo fue en esencia com plem entario, y ello fue m ucho más
evidente a p artir de 1938. A unque la opción original de A dorno fue
]á de enseñar en él m arco de la disciplina filosófica tradicional, en
lugar de unirse al Instituto de H orkheim er, reconoció sin em bargo
desde el prim er m om ento la dependencia que este tipo de filosofar
tiene respecto de las contribuciones de la investigación en ciencias
sociales;84 del mismo m odo que H orkheim er consideraba la teoría
especulativa indispensable p a ra el proceso de investigación. El pri­
m ero estaba haciendo filosofía sociológica; el otro sociología filoso-'
fica. Adem ás A dorno incorporó tem pranam ente la preocupación
de H orkheim er por las injusticias del sufrim iento hum ano, como
vimos en su crítica del concepto de historia.110 Y H orkheim er com ­
p a rtía el interés de A dorno, si no su preocupación, por la tarea de
establecer un terreno nuevo p a ra la teoría m aterialista y dialéctica.8*1

la vid a económ ica d e la socied ad , el desarrollo p síq u ico de los in d ivid u os,
y las transform aciones en el ám bito cu ltu ral. . (H ork h eim er, “D ie gegen -
w artigc L age der Sozialp h ü osop h ie und d ie A u fgab en eines In stitu ts für
Sozialforschung” , S ozialphilosophische S tu d ie n , p. 43.) E l problem a c o n ­
dujo a H orkheim er, com o ocurriera con W ilh elm R eich (v éa se su M assen -
psychologíe des Faschtsmus [C op en h agu e, V erla g für S ex u alp olitik , 1933]),
a m ezclar la teoría social m arxista con la p sico lo g ía freu d ian a: “ H abría
que investigar cóm o llegan a crearse m ecanism os psíquicos por cuyo inter­
m edio pueden perm anecer laten tes aq u ellas tensiones entre las clases s o ­
ciales que, sobre la base de la situ ación econ óm ica, tien d en a generar co n ­
flictos.” (H orkheim er, “ H istoria y p sico lo g ía ” [1932], T e o r ía crítica, p. 33.)
83 V éase cap. 2. A u n q ue n in gu n o d e los dos v eía a la teoría com o subor­
d in ad a de la praxis p olítica, para A dorno la relación entre am bas era
altam ente m ediada, y los desarrollos teóricos segu ían siendo m ás autónom os.
33 En L a im aginación dialéctica, M artin Jay ha a cen tu a d o las sim ili­
tudes entre A dorno y H orkheim er. L a d iferen cia con nuestra in terp reta­
ción p u ed e ser rpás d e en foq u e q ue d e sustancia. C om o Jay lo expresara:
“D esd e su perspfcctiva más p u n tillosa, las diferencias entre A dorno y sus
colegas aparecen m ás claras q ue desde la inía. . .” (C arta de M artín Jay
a la autora, 21 de septiem bre de 1973.)
34 En su discurso de 1931 A dorno ap u n tab a que la filosofía tendría
“q ue tom ar su m aterial esp ecíficam en te disciplinario d e la sociología. .
(A dorno, “D ie A ktualitát der P h ilosop h ie” [1931], GS 1, p. 340.)
53 V éase supra, cap. 3.
30 En un ensayo de 1932 H orkheim er, al referirse a las tareas q ue la
filosofía debía realizar todavía, reflejaba el m ism o espíritu de filosofía
que A dorno hab ía articulado en su discurso inaugural el año anterior:
En realidad; la correspondencia de A dorno evidencia que el deseo de
colaborar con H orkheim er en esta tarea fue u n a de las razones por
las que A dorno decide finalm ente unirse en 1938 al Instituto en los
Estados U nidos. T a l como escribió a Benjam in en junio de aquel
año:

Además, los planes literarios de Max y míos están ahora tomando una
forma muy concreta. Está establecido que primero escribiremos juntos
un largo ensayo acerca de la nueva forma abierta-cerrada de la dialéctica.
Estamos ambos abocados al p lan .. ,87

Sin em bargo, con el estallido de la guerra, este ensayo, p arte de una


“gran lógica m aterialista propuesta” ,38 fue dejado de lado por
Dialektik der A ujklarung, cuyo tem a expresaba de m odo m ás ade­
cuado el im pacto sufrido por la barbarie de Auschwitz e H iroshim a.
C uando A dorno escribió por fin su ensayo sobre la nueva form a de
la dialéctica en 1966 (Negative Dialektik), lo hizo como único
autor.80
Es interesante n o tar que la descripción de la T eoría C rítica ap a ­
recida en la revista del Instituto en 1941 (en su prim era edición
en inglés) reflejaba la m ás rigurosa concepción de A dorno sobre la
crítica inm anente,40 así como un tipo de inducción m uy benjam i-
nian a como m étodo p a ra llegar a la verdad,41 Ello estaría indi-
“ Es tam bién ab solu tam en te p osib le presentar lo s resultados d e la in v esti­
gación em pírica d e tal m od o que la v id a de los objetos logre expresarse
en todas sus facetas.” (H ork h eim er, “H eg e l und das Problem der M cta-
physik” , p. 195.)
87 C arta d e A d orn o a B en jam in , 8 d e ju n io d e 1938 (Frankfurt am
M ain , L egad o A dorno.)
a“ Ibid. V éa se cap. 11.
B0 Dialektik der Aufklarung era en cierto sentido un estudio prelim inar
para Negative Dialektik, co m o u n análisis com prehensivo de la historia del
ílu m in ism o : debía saberse lo q ue no h a b ía fu n cion ad o con la razón para
poder redim irla.
40 “ . . .deb id o a que el co n cep to d eb e form arse bajo el aspecto d e la
totalid ad social a la q ue p erten ece, la sociología d eb e ser capaz d e desarro­
llar estas cam b ian tes pautas [sociales] a partir d el co n ten id o m ism o del
con cep to, en lu gar de agregarle con ten id os esp ecíficos desde afu era.”
(M a x H orkheim er, “N o tes o n In stitu te A ctiv itie s” , Studies in Social
Science } 9, 1 [1 941]: 123.)
45 El m éto d o era descrito com o “in d u ctiv o ” , no en el sentido trad icio­
nal d e recolectar exp eriencias in d ivid u ales h asta que éstas alcanzaran el
peso de leyes u niversales” , sino en el sentido de buscar “lo universal dentro
del p articu lar, no por en cim a o m ás a llá de él” porque “la sociedad es
un ‘sistem a1 en el sen tid o m aterial de q ue cad a cam po social particular
o relación co n tien e y refleja de diversas m aneras el todo en sí.” (Ibid.)
A dorno sosten ía q u e el m étod o d e B enjam ín h ab ía “ redim ido a la in d u c ­
ció n ” (véase infra, p. 200).
cando que el cambio en la teoría del Instituto Ise debía tanto al
resultado de un cambio en el poder subsecuente a la llegada de
Adorno, como a u n a respuesta a los acontecim ientos mundiales,
m ientras que la propia posición de A dorno perm anecía notoriam ente
consistente a través del tiem po.42
Esto no quiere sugerir que A dorno no tuviera ideas nuevas des­
pués de los 30 años. El tem a de la dom inación, que llegó a ser
central en sus escritos posteriores a 1940, era fuertem ente tribu­
tario de los trabajos teóricos y empíricos del Instituto sobre el
problem a de la autoridad du ran te la década de 1930,48 trabajos
que A dorno desarrolló posteriorm ente en su contribución a La
personalidad autoritaria44 T am p o co aquellas ideas que per­
m anecieron constantes en su teoría em ergieron m aduras cómo
M inerva de su cerebro juvenil; se tiene la impresión, a p a rtir
de la lectura de sus escritos tem pranos, de que su form ulación de
conceptos es anterior a la propia com prensión plena de sus
potencialidades. Sólo después de años de tra b a ja r con los con­
ceptos estuvo en condiciones de desarrollar, a p artir de sus po­
sibilidades abstractas, un significado claro, concreto.
A dorno retornaba siem pre al objetivo de trascender el idealis­
mo conduciendo sus conceptos, via su propia lógica inm anente,
hasta el punto de su autoliquidación. Com o escribió en el prefacio
a Negaíive Dialektik:

Desde que el autor se atrevió a confiar en sus propios impulsos mentales,

42 D eb e observarse q u e el A dorno d e la m adurez no d ejab a de ser crítico


respecto de sus esfuerzos anteriores. En una n ota a la redición de 1966
de su estudio sobre K ierkegaard d ecía que en tonces encontraba el libro d e ­
m asiado afirm ativo, dem asiado esperanzado; al reditar sus prim eros ensayos
sobre m úsica, algunas veces alteró seccion es que p arecían “ in excusablem ente
idealistas” , Pero es n otab le que A dorno pudiese publicar tanto d e sus ensayos
previos al m ism o tiem p o q ue sus trabajos m aduros, con poca o ninguna
revisión.
[In stitut für Sozialforschung], S tu d ie n ü ber A u toríttit u n d Familie, ed.
M ax H orkheim er (P arís, F élix A lean, 1936.) Sin em bargo, notam os q ue la
crítica de la d om in ación d e la naturaleza era ya exp lícita en el estudio sobre
K ierkegaard (escrito en 1 9 2 8-1933) y q ue ju gó un papel en su crítica a W a g ­
ner, tam bién escrita antes que A dorno se uniera al In stitu to ; m ientras q ue,
el año que A dorno p u b licab a su libro sobre K ierkegaard, H orkheim er todavía
podía escribir: “ Pues la verdadera libertad hu m an a no se p u ed e com parar
con lo absoluto in con d icio n a d o ni con el m ero cap rich o, sino que es id én tica
con el d om in io sobre la naturaleza, en nosotros y fuera de nosotros, m erced
a la decisión racion al.” (M a x H orkheim er, “A cerca d el problem a del pro­
nóstico en las cien cias sociales” [1933], T eo ría crítica, p. 49.)
44 V éase infra, cap. 11.
sintió c o m a prop ia la tarea de quebrar co n la fuerza del su jeto el en gañ o
de una su b jetiv id a d c o n s titu tiv a ..

Éste era el espíritu de su im portante estudio sobre Husserl, Zur


M etakritik der Erhenntnistheorie,49 y fue la prim era tarea para
la filosofía propuesta en su conferencia inaugural. En realidad,
resulta tentador sugerir que Adorno podría haber tenido frente
a sí este ultim o docum ento cuando escribía la introducción a
Negative Dialektik> tan asombrosa resultaba la afinidad entre
ambos intentos filosóficos.47 “Die A ktualitat der Philosophie” es
por lo tanto un docum ento clave p a ra introducir los conceptos
de “lógica de la desintegración” y de “dialéctica negativa”, hacia
la cual evolucionó posteriorm ente.
En la siguiente discusión de aquellos conceptos en su form u­
lación original, deberá prestarse atención al modo como cada
uno encarna una configuración específica de la idea de no iden­
tidad.48 En el intento de dem ostrar la extensión del legado de
Benjam in en Adorno (distinto del de H orkheim er y el Instituto)4l)
docum entaré la consistencia de la teoría de Adorno a través del
tiem po, com entando pasajes paralelos de Negative Dialektik.50
48 A dorno, D ialéctica n egativa, (M adrid, T aurus, 1975, p. 8.)
40 Escrito en 1934-1937 y revisado y publicado en 1936.
47 En una nota del editor a la prim era (y postum a) pu b licación de la co n ­
ferencia, T ied em an n com entaba que éste y algunos otros ensayos tem pranos,
“ inusualm ente program áticos para el pensam iento de A dorno” , introducían
m otivos e ideas que “ anticipaban algo así com o una parte com p lem en taria de
N e g a tiv e D ia lektik ” (R o lf T ied em an n , “ E ditorische N achbem erltung” , en
A dorno, G S 1, p. 303).
43 Ya he ap u n tad o (véase n. 1 de este capítulo) que la no id en tid ad c o ­
braba diferentes niveles de significación en la teoría d e' A dornó, s$To uno
d e los cuales era el rech a zo .d e. Ja; sin tesis sujeto-objeto h egelian a, y que su
utilización de la’ expresión p odría haber estado m otivada en una respuesta
crítica a la fascinación de H eid egger con el problem a. En un ensayo d e 1957,
“ Id en titat und D ifferen z” , H eid egger revisaba la historia de la id en tid ad
en la "fílósofía’ o ccid eñ íal,’1notan d o qué en su evolución ésta había asum ido
distintas formas. Éstas inclu ían , en el nivel, cogn itivo, que cosa y concepto son
lo m ism o (o que la cosa es un caso del concepto): la form a on tológica, que
uria" cosa perpianece id én tica a sí m ism a (e l problem a de esencia y aparien­
cia); la form a lógica A == A (la id en tid ad del concepto consigo m ism o, la
contradicción vista com o error); y el nivel m etafísico (D io s es id én tico al
m un do, la ra7Ón es una con la realidad). A dorno invertía todos estos supues­
tos, y com o verem os, estas inversiones ya estaban im plícitas en su program a
para la filosofía de 1931.
4<> El discurso iba a ser dedicado a B enjam ín en su pub licación , pero ésta
nunca ocurrió. (V éa se T ied em an n , “ E ditorische N achbcm erkung” , en A dor­
no, GS 1, pí 303.)
nn En la m ayoría de los casos se h a u tilizad o la traducción española, P ia -
léctica n egativa, de 1975.
LO PARTICULAR CONCRETO Y EL DILEMA DE LA FILOSOFIA BURGUESA

L a situ ación h istórica h a ce q u e la filo so fía ten g a su verd a d ero interés


a llí p recisam en te d o n d e H e g e l, d e a cu erd o con la trad ició n , p roclam ó su
in d iferen cia en lo caren te d e c o n c e p to , en lo p a rticu la r y esp ecia l, eso
que d esd e P la tó n fue d esp a c h a d o c o m o p ereced ero y sin im p o rta n cia ,
para serle c o lg a d a al fin por H e g e l la etiq u eta d e e x isten cia co rro m p id a .51

Si bien en su discurso inaugural A dorno no in tentaba aú n extraer


una lógica m aterialista desde las ruinas del idealismo, sin em bargo
clejó sentado que el problem a de “Die A ktualitat der Philosophie”
no podía separase de la historia de la filosofía. Comenzó por sin­
tetizar brevem ente los problem as enfrentados por las últim as es­
cuelas filosóficas y concluyó:

SÍ h e d iscu tid o la h isto ria r ecien te d e la filo so fía , n o lo h e h ec h o para


o rien tarm e en la h istoria in tele ctu a l g en eral ( g e is te s w i s s e n s c h a f tl ic h e ) sino
porq u e só lo a partir d e la tram a h istórica de p reguntas y respuestas e m e r ­
ge d e m an era precisa la c u estió n d e ía a ctu a lid a d d e la filo so fía .52

Adorno sostenía que su program a p ara “la disolución de aquello


que du ran te m ucho tiem po se llamó filosofía”58 (el idealismo
burgués) no era u n a opción arbitraria de la fantasía subjetiva, sino
que em ergía de las “dem andas del m aterial filosófico en su etapa
actual de desarrollo” . “A ctualidad” hacía referencia a:

. . . sea q u e, d esp u és d el fracaso d e lo s ú ltim o s g ran d es esfuerzos, existe


una a d ecu a ció n entre las p regu n tas filo só fica s y la p o sib ilid a d d e ser p le ­
n a m en te contentadas, sea q ue los resu lta d o s reales d e la historia m ás re­
cie n te d e estos prob lem a s sea ca d a ve?, m ás la in co n te sta b ilid a d esen cia l de
los in terrogan tes filo só fic o s card in ales. L a p regu n ta no es de m o d o a lg u n o
retórica y d eb e ser to m a d a lite r a lm e n te . T o d a filo so fía que h oy n o d e ­
p en d a d e la segu rid ad d e las co n d ic io n e s in te le c tu a le s y so cia le s a ctu a les,
sin o d e la verd ad , se v e en fren ta d a al p ro b lem a d e u n a liq u id a c ió n d e la
filo so fía .54

Adorno utilizó en su discurso el térm ino decadencia natural p a ra


01 Adorno, Dialéctica negativa, p. 16. El mismo sentim iento era expre­
sado en términos casi idénticos en el ms, sobre Husserl (1934-1937), p. 423.
La palabra alemana faul (traducida por “corrompida”) significa no sólo
eso ;;iao también inútil, perezosa.
R2 Adorno, “D ie Aktualitat der Philosophie” (1939), GS 1, p. 331.
63 Ibid., p. 339.
G4 Ibi.d., p. 331. “A la filosofía le correspondería preguntarse ya simple­
mente si y cómo es aún posible después de la caída de la de H egel”. (Ador­
no, Dialéctica negativa, p. 12.)
describir los conceptos y principios idealistas de filosofía, tra tá n ­
dolos como objetos m ateriales con vida y m uerte propias y, por lo
tanto, aceptando su carácter histórico, es decir, su transitoriedad.fi5
A rgum entaba, en crítica referencia a la por entonces popular on-
tología del ser de H e id e g g er:59 “L a idea del ser se ha debilitado
58 C f. ca p ítu lo 3. E n Negative Dialektik A dorno expresó la m ism a noción
de la ob solescen cia h istórica d e los fenóm enos filosóficos, pero su m etáfora
estaba m ed iatizad a por un n u evo presente social: "El introvertido arq u itecto
m ental está en la lu n a, q ue ya han con q u istad o los técn icos extrovertidos.
Los recipien tes co n cep tu a les, que según costum bre d e la filosofía d eb ían
poder acoger la to ta lid a d , sem ejan restos de la p rim itiva econ om ía prem one-
taria en m ed io del n eocap italism o industrial, así lo m uestra ya su com p aración
tanto con esta socied ad en ilim ita d a expansión com o con los progresos em p í­
ricos de las cien cias n atu rales.” (A d o rn o , Dialéctica negativa , pp. 11-12.)
M El discurso in au gu ral de A dorno p u ed e ser in terpretado com o
un contraprogram a d el de H eid eg g er, cu yo Sein tind Zeit, pu b licad o en
1927, era m u y in flu y en te entre los círculos de las facu ltad es de la U n i­
versidad d e Frankfurt. En una carta a B enjam in d el 17 de diciem bre d e
1934 (A d orn o , Über Walter Benjamín, p. 106) A dorno se refirió a parar a
H eid egger “ sobre sus p íes” . En realid ad , todo el corpus de^ los e s c r it o s d e
A dorno p u e d e . . l e í d o com o u n a respuesta crítica a H e l-
deggerj tanto m ás efectiv a cu a n to m ás silenciosa su in ten ción e indirecto su
ataque. (E l libro d e A dorno exp resam ente d e d i c a d l a atacar a H eid egger,
Jargon der^i ^entiichkeit : [1964], es uno uno de ios m enos satisfactorios, en
com paración , por ejem p lo, co n su estudio sobre K ierkegaard [1933], q u e
desafiaba, in d irectam en te a H'indegger, al desafiar su h eren cia ex isten cia -
lista.) U n a com p aración d eta lla d a de A dorno y H eid eg g er m erecería una
investigación "com petente. A q u í sólo p odem os sugerir algu n os p u n tos en Un
que su p en sam ien to con verge (a u n q u e no en idénticas configuraciones). AI
igu al que A d orn o, H e id eg g er estaba co n v en cid o d e que los filósofos actuales,
d eb ían repensar rad icalm en te los fundam entos d e su disciplina. Pero para
H eíde'gger esto sign ificab a establecer una n u ev a o n tología de la existen cia
d el hom bre, m ientras q ue A d orn o, criticando la id eológica afirm ación del
status quo in h eren te a tod a on to lo g ía , consideraba la filosofía “radical”
en térm inos de la n eg a ció n crítica d el id ealism o existen te. E n contra de las
categorías on tológicas “ ser” , “arrojado” , e “h istoricid ad ” , A dorno insistía
en la esp ecificid a d h istórica de la con d ición de los hom bres (n o “ del
hom bre” ). A m bos estaban fu ertem en te influidos por H u sserlf am bos estaban
de acuerdo ''"erf~que o b jeto y su jeto” estaban n ecesariam en te relacion ad os
(H usserl hab ía sostenido q ue el p en sam ien to era siem pre p ensam iento de
algo, y A dorno con cord ab a, m ien tras que H eid egg er hablaba en térm inos
del ser-ahí [Dasein ] com o sien d o siem pre en el m u n d o); pero H eid eg g er
sim plem ente p lan teab a esta relación com o d ad a in m ed iatam en te en la
exp eriencia, m ientras A dorno revelaba su relación m ed iatizad a a través de
la experiencia de la argu m en tación d ialéctica. A m bos querían establecer
un análisis co n creto, “m a terialista” de los fenóm enos, una herm en éu tica fen o-
m éñolÓ gica d e f müñHo p r o fa n ó ,- pero' para H eid eg g er esto sign ificab a d e ­
velar u n a 'v er d a d ' general, “ esen cial” , a partir dé la existencia., v ivid a,.d el.
hom bre, m ientras q ue A dtíftio quería exp on er dentro de lo particular la es­
tructura general d e u n a sociedad históricam ente desarrollada. Para H e i­
degger, “m a terialista” sign ificab a referir los particulares a las categorías
en la filosofía: no es más que un principio der form a vacía cuyo
arcaico valor ayuda a ad o rn ar no im porta qué contenido.”67 Y u ti­
lizó un lenguaje de decadencia p a ra describir aquello que veía
como el dilem a de las dificultades presentes de la filosofía, la
disolución de la prem isa de identidad entre sujeto y objeto, consi­
derada por el idealismo burgués como prerrequisito p a ra el cono­
cim iento de la verdad que, según se pretendía!, era tan absoluto'
como total: “L a adecuación de pensam iento y ser como totali­
dad. .. se ha descom puesto.. .” GS

La a u to n o m e ra tio — tal la tesis de todo sistema idealista— se suponía,


capaz de desarrollar el concepto de realidad y de toda la realidad desde
sí mismo. Esta tesis se ha desintegrado.50

H orkheim er, en el lenguaje m ás pedestre, menos m etafórico, de


la Ideoíogiekritik, describía la m uerte del principio de identidad,,
sobre el cual se había fundado la m etafísica burguesa, en térm i­
nos de una transform ación en las relaciones sociales de producción:

La idea de completa armonía entre realidad y razón pertenece a la fase


liberal. Corresponde a una economía social determinada por una plura­
lidad de empresarios individuales.60

T al correspondencia tenía validez histórica. L a construcción de


los grandes sistemas metafísicos coincidió de hecho con el período,
del liberalismo burgués anterior a 1848, antes que los aconteci­
mientos de aquel año colocaran a la burguesía en posición defen­
siva. Ya no defensores de la revolución, se transform aron de ahí!

oncológicas del ser, para A dorno significaba referirlos a las categorías


riiárxistás d e la socied ad , H eid eg g er internalizaba la, dialéctica hegelian a
del ser y el no ser, co n cib ién d o la en térm inos del ser-para-la-m uerte del
hom bre, m ientras que A dorno la con ceb ía en térm inos de j a relación su ie-
to-objeto. [ A n í E a s j £ r ítlcolLdeTá^cuItü ra m asificada y dg.Ja, .ío.ciQdad t^c-^
nblñgíca?|Pero para H eid eg g er la A n g s f q ú e su fr ía n lo s hom bres com o una
con d ición existencial, on to ló g ica , requería que el hom bre se transformara
a sí m ism o; A dorno insistía en la transform ación de la sociedad. G om o
escribiera a B enjam in : “ El ob jetiv o de la revolución es la elim in ación de la.
angustia [.A n gst\ * (carta d e A dorno a B enjam in, 18 de m arzo de 1936, en
A dorno, Ü b er W a lter B en ja m in , p. 132). En realidad, el h ech o de que
H eid egger pu diese adherir al tratam iento de^la alien ación del joven M arx
en su “C arta sobre el'"hum anism o” (1 9 4 7 ) era razón su fitié n te 'p a r a qüc"*
A dorno 'sospecharía d e r h um anism o m arxista.
87 A dorno, “D ie A k tu alitat der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), G S 1, p. 325.
“ Ibid.
BB I b i d ., p. 326.
40 H orkheim er, “ M aterialism and M etaphysics” (1 9 3 3 ), Critical Theory
p. 12.
:árbol, la verdad de su posibilidad de transform ación, residía jus­
tam ente en aquella heterogeneidad que Husserl había tratado de
•eliminar.
Es im portante tom ar conciencia de que el debate de este pro­
blema filosófico era algo más que un torneo escolástico. Estaba
en discusión la posibilidad m ism a de la comprensión racional. Si
la realidad no podía llegar a identificarse con los conceptos ra ­
ciónales, universales, comtf 'h a b ía n pretendido los idealistas desde
K ant, entonces corría el peligro de despedazarse en una profusión
de parUculares que se enfrentarán ál sujeto de m anera opaca e
inexplicable. Estas “cosas” inm anejables, impensables, que Hegel
desde la perspectiva macroscópica de una totalidad racional había
sido capaz de despreciar como “existencia corrom pida”, perdían
de pronto sii conocida fam iliaridad y despuntaban sobre el hori -
zonte hum ano como elementos amenazantes y alienantes, originando
•una ansiedad abrum adora. El testimonio de la especificidad his­
tórica de esta experiencia de ansiedad apareció en form a recu­
rrente en la literatura de las décadas de 1920 y 1930.70 Q uizá en
ningún lugar fue expresada de m odo más vivido corno en L a náu­
sea, dé Jeari' Paul Sartre (1938). Su descripción dél castaño en
'él" parque (podría haber sido tam bién en el jardín de Husserl),
experim entado como un objeto totalm ente ‘‘no intencional” , sin
nada de su contingencia m aterial puesta entre paréntesis, m erece
ser c ita d a :

Las raíces del castaño estaban hundidas en la tierra justo hasta la parte
de abajo de! mi banco. Ya no podía recordar que era una raíz. Las pa­
labras se habían desvanecido y con ellas la significación de las cosas,
la forma de utilizarlas, y los débiles puntos de referencia que los hombres
han trazado en su superficie. Yo estaba sentado, inclinado hacia adelante,
la cabeza agobiada, solo frente a esa masa negra, intrincada, entera­
mente bestial, que me espantaba... Y luego, de repente, allí estaba,
clara como el día: la existencia se había autodevelado súbitamente. Ha­
bía perdido el inocente aspecto de una categoría abstracta: era la pasta
misma de las cosas, esta raíz se había sobado en la existencia... Iodos
esos objetos, . .71 ¿Cómo podría explicarlo? Me incomodaban; hubiera
preferido qiJe existieran de modo menos violento, más fríamente, en for­
ma más abstracta, con más reserva. El castaño presionaba contra mis
ojos. . .
En el camino: Fue la única relación que pude establecer entre estos

70 .Q uizá sea significativo q ue, a com ienzos de la' era burguesa, aquello
que K an t había llam ado el “escán d alo” instigado por el ataque de H um e
a la razón rib provocara la m ism a A n g st que causó la am enaza a la razón
.a com ienzos del siglo x x , ép o ca de la d eclin ación cultural burguesa.
71 E lipsis ,d c Sartre.
árboles, estos puentes, estas piedras. Traté en vano de contar los casta­
ños, de ubicarlos por su relación con Velleda, de comparar su altura con
la de los sicomoros: cada uno de ellos escapó de la relación en la que
yo trató de encerrarlos, se aisló a sí mismo, y desbordó.72

A dorno, cuya alta estima por (¡Sartre,) el artista, no se extendía


al S artre filósofo,73 podría haber reconocido la validez de esta
descripción pero no las conclusiones filosóficas extraídas por Sar­
tre. Este últim o sostenía cjue la im posibnítfo<j j f e ..jiyfesumir fenóm e­
nos particulares bajo categorías generales abstractas constituía
u n a prueba dé lo absurdo ae Inexistencia.74, P ara Adorno, tan sólo
probaba ló ' absurdo__d e ,Jqdo.. .el.,procesá,.cl3, § i f d e tom ar
cOmo conocim iento u n m ero encasillam iento. E n su discurso de
1931 declaró:

Si la filosofía debe aprender a renunciar a la totalidad, ello implica


que debe aprender a manejarse sin la función simbólica, en la cual, du­
rante mucho tiempo, al menos en el idealismo, lo particular parecía
representar a lo general., .75

Este m andato filosófico concordaba con la observación experien­


cia! de Sartre. Pero A dorno sentía que el existencialismo (así
como la fenom enología y la Lebensphilosophie) se equivocaban
al aceptar los fenómenos naturales como “dados” inm ediatam ente
en la experiencia. Hegel ya había dem ostrado la naturaleza iluso­
ria de estos intentos de “concreción” en las páginas introductorias
de la Phanomenologie des Geistes, afirm ando que el “esto” o el
“aquí” dados de m anera inm ediata eran en realidad los más abs­
tractos. A dorno utilizó el argum ento de H egel (aunque disfrazán­
dolo con el lenguaje de W alter Benjam in) en su crítica al funda­
dor del existencialismo m oderno, Soren K ierkegaard:

Puede decirse que la abstracción constituye el distintivo del pensa-

72 Jean Paul Sartre, La nausée.


73 . .sus piezas de teatro [de Sartre] d esm ien ten la filosofía que ex p o ­
n en en form a d e tesis.” (A dorno, D ia lé ctica negativa> p. 56.)
74 “ L o absurdo del m undo cobra vid a bajo mi plum a, . . Y sin form ular
claram ente nada, en tien d o que h e en con trad o la cla ve d e la E xisten cia, la
clave d e m is N áuseas, de m i prop ia vida. En realidad, tod o aq u ello que
puedo aprehender m ás allá de esto v u elv e a este absurdo fu n d am en tal. . .
El m un do de las exp licacion es y las razones no es el m u n d o de la ex isten ­
cia. U n círculo no es absurdo, se ex p lica claram en te por la rotación de un
segm ento recto alrededor de una d e su9 extrem idades. Pero un circulo
no existe. E sta raíz, por otro lad o, existía de un m od o que yo no podía
e x p lic a r /’ (Sartre, L a nausée.)
78 A dorno, “ D ie A ktualitflt der P hilo9ophie,, (1 9 3 1 ), G S 1, p. 336.
m ien to m ítico . L a a m b ig ü e d a d d e la co n e x ió n cu lp o sa con la n atu raleza,
d on d e "todo se c o m u n ic a co n to d o sin d iferen cia ció n , n o c o n o c e co n cre­
ción verdad era. A q u í lo s n o m b res d e las cosas son co n fu n d id o s, y en su
lugar q u ed a la ceg u era d el sig n o v a cío . L a d ifu n d id a co stu m b re d e o to r­
gar al p en sa m ien to m in e o el m ás a lto gra d o de co n creció n por su per­
cep ció n c o n c e p tu a lm e n te in m e d ia ta d el “ esto -a q u í” , c o n d u c e a l error.™

P ara Adorno, “lo concreto” necesitaba situar; lo particu lar en su


relación dialéctica y m ediada con la totalidad. El objeto era e n ­
tonces rims que él"objeto mismo, y su conocim iento era algo más
que el tautológico A = A. P eró ; sólo a través de la m ediación de
la reflexión conceptual podía ser entendida esta relación, preci­
sam ente por no estar “d a d a ” de form a inm ediata en la experiencia.
Por supuesto, la “to talidad” que Adorno pensaba no era la del
sistema m etafísico cerrado de Hegel, sino la significación m arxiana
de la estructura socioeconómica de relacionas que caracterizaba
al orden burgués.77 A bstraído de este todo, considerado como una
entidad aislada y “ n a tu ra l” , el objeto “se c o n g e la .. . en un fetiche
que tan sólo se encierra eri lo m ás profundo de su existencia” .78
L a falacia del existencialismo y de la fenom enología de Husserl79
consistió en detenerse en el objeto dado inm ediatam ente y no
ver más allá de esta apariencia fetichizada, cuya form a reifieada
Lukács había analizado como u n a “segunda naturaleza” .80 (T an to
en Sartre como en Husserl, la ceguera ante la naturaleza social
de los objetos fue evidente desde un comienzo, al elegir un árbol,

18 T h eo d o r W . A dorno, Ki erkegaard ; Konstruktion des Aesthetischen


(1 9 3 3 ): mit zwei Beilagen, 3^ ed. am p liad a (Frankfurt am M ain , Suhr-
.kainp V erlag, 1962), p. 142.
77 “ Para H eg el, la to talid ad era la totalidad de la razón, un sistem a
on tológico cerrado, fin a lm en te id én tico al sistem a racional de la historia.
El proceso d ialéctico de H egel era por lo tanto o n tológicam en tc universal,
y la historia se m old eab a sobre el proceso m etafísico del ser. M arx, pov
otra parte, separaba la d ia léctica de su base o n to ló g ic a .. . La totalid ad
a la que arriba la d ialéctica m arxiana es la totalid ad de la sociedad de
clases, y la n egativid ad q ue subyace a sus con trad iccion es y conform a s\.
propio con ten id o es la n egativid ad de las relaciones de clase.” (H erbert
M arcuse, Reason and levolution: Hegel and the rise of social theory, 2*
ed. am pliad a [N u eva Y ork, T h e H u m an ities Press, 1954], p. 314.)
78 A dorno, Kierkegaard (1 9 3 3 ), p. 142.
70 El en foq u e fenornenológico de H eid egger sim plem ente ignoraba el
carácter fetich ista de los objetos en tanto m ercancías. H ab lab a de las cosas
cuino si su valor de uso estuviera aún intacto, en lugar de, com o subrayaba
M arx (y A dorno), haber sido desplazado por el abstracto valor de cam bio
característico de las m ercancías burguesas. (V éa se M artin H eidegger,
Sein und Zeit [1927], 9^ ed. inalterada (T u b in ga, N iem eyer V erlag, 1960],
p p . Ü8-69.)
80 Véase supra, cap. 3.
un objeto de la “ naturaleza prim era” p a ra ilustrar la esencia de
la problem ática cognítiva.)
Pero (como podía anticiparse por la inclinación de Adorno a
yuxtaponer posiciones opuestas) había tam bién otro aspecto de la
cuestión. Si la posición existencialista necesitaba del correctivo de
la m ediación dialéctica, la dialéctica, a su vez, al abandonar los
sistemas metafísicos cerrados, necesitaba enfrentar los fenómenos
particulares de la vida cotidiana, la “existencia corrom pida” de
Hegel, sobre los que la Lebensphilosophie y el existencialismo
habían recién atraído la atención filosófica. Adorno escribió: la
filosofía “debe d a r de baja a los grandes problemas, cuya dim en­
sión alguna vez pareció ser g arantía de totalidad, m ientras que
hoy la interpretación se escurre por entre las redes de las grandes
cuestiones”.81 Lo distintivo de la aproxim ación de A dorno era no
sólo su hegeliana definición de la realización dialéctica entre lo
particu lar y lo general, sino el hecho de encontrar, a diferencia.de
Hegel, lo general dentro de las características de la superficie
mTsma dé lo ‘ particular, y la verdad dentro de aquello en apa­
riencia más insignificante, atípico o extraño. En la encrucijada
de dos posiciones aparentem ente contradictorias, al insistir en la
relación dialéctica del fenóm eno con la totalidad y al mismo tiem ­
po en la necesidad dél anaUsis-'-iraicipcósTnico, A dorno fundó su
concepto de Vio particu lar concreto”.^)
N o cabe d u d a de que fué Benjam ín quien convenció a _A dorno
de la validez de este enfoque. Pesé” a ”que el rechazo de las teorías
totalizantes y el respeto por lo individual y lo p articular form aban
un tem a único dentro de las diferentes influencias tem pranas en
A dorno,82 en su opinión, nadie como Benjam in tornó tan fructí­
fera esta perspectiva.

81 A dorno, “D ie A ktualítSt der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), GS 1, p. 33 6 . “C ier­


tam ente, la filosofía no p u ed e sustraerse a la d ign id ad de esos tem as [de
la m etafísica occid en tal]; pero no hay nin gu n a garantía de q ue el trata­
m ien to de los grandes objetos sea el suyo. H asta tal p u n to tiene que tem er
los carriles trazados por la reflexión filosófica q ue su interés en fático se
refugia en objetos efím eros, tod avía sin desfigurar por in ten cion es super­
puestas.” (A dorno, Dialéctica negativa, p. 25.)
82 C ornelius había sostenido q ue los fen óm en os jam ás p odrían ser en te ­
ram ente conocidos, sino q ue perm anecían “siem pre p arcialm ente extraños
a nosotros” . (H an s C ornelius, Grundlagen der Erkenntnistheorie: Tras­
cendental*. Systematik, 2* ed. [M u n ich , Ernst R ein h ard t, .1926], p. 261.
Cf. “ El conocim iento no se asim ila hasta el fon d o nin gu n o de sus ob jetos.1'
[A dorno, Dialéctica negativa, p. 22.]) Ernst Sim m el, al com parar la filo ­
sofía con la nueva física de E in stein , observó: “L a totalid ad de la verdad
es quizá tan poco verdadera com o la pesadez d e la totalid ad de la m a­
teria.” ( “ A ussprüche” de S im m el, com p ilad os por Ernst B loch, Duch
en adelante en protectores de su propio statu quo, am enazado
entonces por un pujante proletariado industrial. Desde la década
de 1860, la consigna de “volver a K a n t”61 había articulado la
•desilusión de los filósofos respecto de toda metafísica. Sin em bar­
go, el -neokantismo, producto de las nuevas condiciones históricas,
nunca “volvió” realm ente. M ientras la crítica kantiana de la m e­
tafísica había sido radical en cuanto a sus implicancias sociales,
estos neokantianos transform aron la razón crítica en u n a ideolo­
gía de la resignación, un positivismo que era en realidad derro­
tismo, pasiva aceptación del m undo en su form a dada. Según
Adorno, paralelam ente al avance de la “crisis del idealismo” , el
inundo “dado” del orden social burgués se hizo cada vez más
difícil de justificar.02 E n tanto razón y realidad perdían contacto
entre sí fuera de la filosofía, tam bién perdían contacto dentro de
<clla y la relación entre sujeto y objeto se transform aba en el p ro ­
blem a técnico más urgente que debía afrontar la filosofía m o­
derna, am enazando, de hecho, su existencia misma.
Adorno sostenía que los filósofos, independientem ente de su
pertenencia de clase, no podían dejar de reconocer este problem a
sólo con tom ar en cuenta el m aterial filosófico,03 aun cuando la
adhesión a premisas idealistas les im pidiera resolver la cuestión.
En tanto no podía ocurrírseles que la relación sujeto-objeto estu­
viese filosóficamente basada en la misma no identidad que parecía
tan problem ática, los filósofos burgueses contem poráneos se sen­
tían impulsados en cambio a elegir entre la razón (form al, ab­
soluta) y la (realidad- (histórica, relativa) como fundam ento de su
teoría. En un polo, los neokantianos de M arburgo levantaban el
concepto de razón como universal, pero pagaban caro por ello,
al sacrificar el contexto histórico y social:

[La escuela de Marburgo] renuncia a todo derecho sobre la realidad y


retrocede a una región formal en la que cada determinación del con-

8t L a frase fu e usada por prim era vez por O tto L ícbm ann en 1865.
1,2 LukAcs ya había co n ecta d o esta id ea con el tem a de la d ecad en cia
en Historia y conciencia de clase . En referencia a la “crisis en la cu ltu ra ”
escribió: “La Crisis id eo ló g ica es un síntom a in falib le de d ecad en cia. La cla ­
se está ya constreñida a la defensiva, ya por su m era conservación (pese a lo
agresivos que p u eden ser sus m edios d e lucha): la clase burguesa ha perdido
inapelablemente su capacidad de d i r e c c i ó n (G eorg Lukács, Historia y
consciencia de clase , trad. M an u el Sacristán [M éxico, G rijalbo, 1969],
p. 74.)
01 “ . . .porque el con ten id o de verdad de u n problem a en prin cip io es
d iferen te de las condiciones históricas y psicológicas de las que surge.”
(A dorno, “D ie A k tu alitát der P h ilosop h ie” [1 9 3 1 ], GS 1, p. 3 3 7 .) Ideolo -
giekritik era sólo el im pulso de la crítica filosófica, no su cu lm in ación .
tenido está condenada al punto más lejano de un proceso intermi­
nable.04
Ert el polo opuesto, la Lebensphilosophie, al aceptar la relatividad
histórica de la verdad así como la necesidad de la filosofía de m a­
nejarse con el contenido em pírico (experiencia vivida),
. . . ha mantenido el contacto con la realidad de forma explícita, pero
al hacerlo ha perdido toda pretensión de encontrar un sentido más allá,
del mundo empírico que la aprisiona.. .65
E dm und_Iíysserl, a quien A dorno consideraba el más progresista
de los filósofos actuales, intentó asir razón y realidad. L a feno­
m enología fue un obcecado intento por alcanzar el conocim iento
del objeto, las “cosas m ism as” (“zu den Sachen” era el lem a de
Husserl) sin dejar el concepto idealista tradicional de la razón un i­
versal y absoluta.66 Husserl fracasó, pero según Adorno su fracaso
constituyó precisam ente un triunfo, ya que condujo a los dilemas
y antagonismos internos de la filosofía idealista a su articulación
com pleta.07 Al discutir el form alism o abstracto, Husserl sostenía
que el conocim iento era siem pre conocim iento de algo, aunque
al mismo tiem po negaba la realidad em pírica, ya que al ser con­
tingente y transitoria no podía constituir una base p a ra el saber
absoluto. Intentó por lo tanto distinguir entre el objeto m aterial,
“ n atu ral”, y su presencia en el pensam iento, con la esperanza de
fu n d ar un dom inio trascendental de “objetos del pensam iento”
que pudieran ser analizados p o r u n a lógica pura, incontam inada
por la heterogeneidad em pírica. Así, utilizaba el siguiente ejem plo.
Al pensar un m anzano en el jard ín , el objeto de nuestro pensa­
m iento, aunqufc particular, no es igual al árbol real, “ n a tu ra l” . Este
últim o podría ser “puesto entre paréntesis” en el análisis fenorne-
nológico, porque incluso si se consum iera por el fuego, el “signi­
ficado” del árbol perm anecería como la “intencionalidad” del acto
de pensam iento.08 A dorno ya había discutido esta distinción en su
tesis p a ra Cornelius en 1924, argum entando la posición em pirista
de que la cuestión era precisam ente que el árbol podía consum irse:
“Las cosas particulares pueden consumirse”,69 el significado del
" Ib id ., p. 326.
ra Ibid .
®9 C om o lo describiera A dorno en N e g a tiv e D ialek tik , parafraseando un
ad agio inglés, H usserl “quería com er el pastel y tenerlo a la vez” . (A d o r­
no, D ia lé ctica n eg ativ a, p. 73.)
67 A dorno, “D ie A ktu alitát der P h ilo so p h ie” (1 9 3 1 ), G S 1, p. 327.
68 C f. A dorno, “ D ie T ranszendenz des D in g lich en und N ocm atisch en in
Husserls P h an om en ologie” (1 9 2 4 ), GS 1, pp, 4 5 -4 9 .
89 I b id ., p. 49 (subrayado de A dorno).
Quienes conocieron a B enjam in se sintieron im presionados por
su aguda sensibilidad, por la “m inucia” (das Kleinste), el detalle
en apariencia insignificante. E rnst Bloch escribió:
Benjamín tenía algo, que le hacía falta desesperadamente a Lukács,83
tenía una extraordinaria percepción... para lo individual (Einzelsein),
lo inusual y no esquemático, aquello que no encajaba en el m olde.. ,Bi
L a “m irad a m icroscópica” de Ben jamin~;\comq la llam ara Adorno,
a~Través cíe la cual se destacaban los objetos m ás triviales, era una
característica personal, pero era tam bién algo más. Gomo herram ien­
ta p ara el conocim iento filosófico, era un m edio para que cada
m ínim a particu larid ad del objeto liberara u n a significación que
disolvía su apariencia reificada y la revelaba como algo m ás que
sim plem ente idéntica a sí misma. Al mismo tiem po, el conocimien-_
to liberado perm anecía adherido a lo particular en lugar de sa­
crificar su especificidad m aterial en un nivél ele abstracta generali­
zación ahistórica.85
des Dankes an Georg Simmel, eds. K u rt G assen y M ich a el L an d m an n
[Berlín, D u n ck er & H u m b lo t, 19581- n. 25 1 ; cf. “La totalidad es lo no
verdadero.” [T h eo d o r W. A dorno, Mi ni ma moralia (F rankfurt am M ain ,
Suhrkam p V erlag, 1969), p. 57].) A rnold Schonberg, argu m en tan d o contra
los sistem as teóricos de com p osición , escribió: “las leyes de la naturaleza
no conocen ex cep cio n e s: las teorías d el arte se fundan sobre todo en e x ­
cep cion es.” (A rn old Schftnbeny, Harmonielehre [V ien a, U rn versal-E d ition ,
1922], p. 6.) El rechazo d e H orkheim er frente a la id en tid ad h egelian a de
historia y verdad a causa del sufrim iento d e los in d ivid u os particulares ya
ha sido discu tid o en el ca p itu lo 3.
83 Al analizar L ukács la estructura de la teoría burguesa y encontrar en
su interior la estru ctu ra-m ercan cía de la totalidad social, proporcionó el
m od elo para los propios esfuerzos de A dorno por encontrar lo general
den tro de lo p articu lar, pero la d iferencia estaba p recisam ente allí, en la
im p acien cia de L ukács frente a los d etalles y su in con fu n d ib le preferencia
por las visiones totalizadoras, C f. su afirm ación: “ C uanto m ayor es la d is­
tan cia respecto d e la m era in m ed iatez, cu an to más am plia la red de esas
‘relacion es’, cu a n to m ás tota lm en te entran las ‘cosas’ en el sistem a de esas
relaciones, tanto m ás parece dep on er el cam bio su in con ceb ib ílid ad , su esen ­
cia catastrófica, y ta n to m ás resulta com prensible.” (L u k ács, Historia y
consciencia de clase , p. 171.)
s* Ernst B loch , “ E rinnerung” , en T h eo d o r W . A dorno et al., Über Wal­
ter Benjamin (Frankfurt am M ain , Suhrkam p V erlag, 196fl), p. 17. B loch
recordaba: “ Era capaz d e p regu n tar algo com o esto — fue la prim era p re­
g u n ta que le hizo a m i en ton ces prom etida cu an d o lo viera pensativo en
el K urfurstendam [en B erlín], v a gab u n d ean d o cabizbajo, y ella, K arola,
que lo veía por prim era vez y m e había escu ch ad o hablar tanto de él, le
preguntó en qué pensaba, y él respondió: 'Q uerida, ¿ a lg u n a vez le aco n ­
teció pensar en la enferm iza a p arien cia d e las figuras de m azap án ?’ ” (Ibid.,
p. 18.)
83 C f. “N o hay que filosofar sobre lo con creto sino a partir d e ello .”
(A d orn o, Dialéctica negativa, p. 41.)
P ara clarificar de m anera precisa aquello ¿jue era único en el
enfoque de Benjam in, será útil hacer una com paración. En su
discurso inaugural A dorno hizo una referencia crítica a Georg
Simmei, respecto de la orientación “irracionalista” y “psicolo-
gista” de su Lebensphilosophie*a Sin em bargo, en varias otras
ocasiones reconoció a Simm ei como a u n precursor de su propio
círculo intelectual.87 Es significativo que Simniel enfocara tam bién
su ojo analítico en los fenómenos particulares y que tuviera un don
sim ilar p a ra interp retar las m inucias de la existencia.88 Lukács, que
h ab ía estudiado con Simmei en Berlín antes de ía guerra, describió
a su ex m aestro haciendo referencia a:

. . . la aprehensión iluminadora y las asombrosas expresiones plenas de


significación de ia evidencia filosófica aún no descubierta, la habilidad
para ver tan intensamente las más pequeñas y menos esenciales cosas de
la vida cotidiana sub specie philosophae, que las ¡tomaba transparentes,
revelando más allá de esta transparencia una estructura relacional del
significado filosófico eterno.8y

89 A dorno, “D ie A k tu alitát der P hilosop h ie” (1 9 3 1 ), GS 1, p. 326.


87 Ernst Bloch co n o cía p ersonalm ente a Sim m ei y fu e el can al a través
d el cu al A dorno con oció su pensam iento. A dorno reconoció su deuda
para con S im m ei en una con feren cia celebrada en Nueva""York"'el' 19 de
abril d e 1940 (T h eo d o r W . A dorno, “U ber das Problem der individ u ellen
K ausalítSt bei S im m ei” , Frankfurt am M ain , L egad o A dorno.) V éase
tam bién ídem., Dialéctica negativa, p. 2 1 ; tam bién la cita de l<a nota
siguiente.
88 “G eorg S im m e i.. . fue seguram ente el prim ero, a pesar de todo su
idealism o p sicológico, en realizar ese retorno a los objetos concretos. . . Si
en algún m om ento nuestra reacción contra S im m ei fu e tan fuerte, fue sólo
porq u e aq u ello con lo cu al nos sed u cía por un lado, nos era sustraído por
el otro.” (T h eo d o r W . A dorno, “ H en k el, K rug und frühe E rfa h n m g ”,
Ernst Bloch zu Ehren: Beitráge zu seinem Werk, ed, S. U n seld [Frankfurt
am M ain, Suhrkam p V erlag, 1966], pp . 11-12.) En otra ocasión Adorno
señaló que los esfuerzos d e B en jam in estaban ligados a los de' S im m ei:
“ con d u cir a la filosofía fuera d e ‘la h elad a inm ensidad de la abstracción'
y'Transformar á los'p en sam ien tos en im ágenes históricas concretas” . (Ador*
no, ü be r Walter Benjamín, p. 38.)
88 G eorg Lukács, “G eorg S im m ei” , p u b licad o origin alm en te en Pester
Lloyd, 2 d e octubre de 1910, reim preso en Buch des Danhes an Georg
Simmei, p. 172. En su libro de ensayos prem arxistas Die S ed en und die
Formen (B erlín, E gon F leisch el & C o., 1911), eran evidentes en Lukács
algunas de estas m ism as preocu p acion es por la particularidad, pero más
tarde, b ajo la in flu en cia d e H eg el, el p en sam ien to de Lukács tom ó una
orientación totalizadora. Sin em bargo, en otros sentidos, Lukács siguió
estando en deud a con Sim m ei. Por ejem p lo , era Sim m ei qu ien lam entaba
las form as culturales osificadas, considerándolas com o el origen de la a lie ­
nación del hom bre m oderno, la m ism a con cep ció n q ue subyacía al co n ­
cep to de “segu nda naturaleza” d e L ukács.
Esta descripción es similar a la que hiciera Bloch de Benjamín, ex­
cepto por la palabra “eterna”. Sin embargo, en la siguiente ilus­
tración, .se hace evidente que esta única excepción da la clave de
la crítica diferencia entre sus respectivos métodos p ara tra tar con
lo “particular” .
El pequeño ensayo de Simmel "Sociología de las comidas” era
una in te rp re ta c ió n de esta comYín actividad hum ana, inspirada en
un insight de la paradoja esencial de las comidas: aquello que to­
dos los hombres com parten, “que se debe comer y beber”, era al
-mismo tiem po la actividad más individualista y egocéntrica:

. . . lo que pienso, puedo contarlo a otros, lo que veo puede ser visto,
lo que hablo, puede ser escuchado por centenares ■—pero lo que un
individuo come no puede ser comido por otro, en ningún caso,90

Este hecho, sostenía Simmel, proporcionaba la clave p ara interpre­


ta r los rituales sociales que rodean a las comidas. R egularidad de
tiempo y espacio, uso de utensilios y platos idénticos, estética y m o­
dales de mesa — estos detalles ceremoniales simbolizaban la nece­
sidad de socializar deseos individuales, que en su form a “ n atu ral”
am enazaban la cohesión de la com unidad.91
Consideremos ahora esta breve cita de Einbahnstrasse, de Ben­
jam in :

La manera como se ha desarrollado una cena puede adivinarla de una


sola ojeada alguien que observe la ubicación de platos y tazas, vasos de
vino y comida.92 •

M ientras que el análisis de Simmel apunta hacia una verdad eterna


de la existencia "'Humana (subjetiva),03 la observación hecha por
BeniarnirT D erm anece en el nívéF 3el acontecimiento" histórico^ oar-

00 Georg Sim m el, “Soziologie der M ah lzcit”, Brücke und T ü r (S tu tt-


gart, K. F. K oehlcr V erlag, 1 9 5 7 ), p. 2 K4.
01 Ibid ., pp. 2 4 5 -250.
02 W alter Benjam in, Einbahnstrasse (19 2 8 ), G esam m elte Schriften, 6
vols., ed. R olf T ied em an n y H erm ann Schw eppenhauser, vol. iv : K lein e
Prosa, 2 vols.,! ed. T illm an R exroth (Frankfurt am M ain, Suhrkam p V e r ­
lag, 1972), vol. i v : l , p. 125.
w A dorno m ás tarde caracterizó esta “ Sim m clia” com o “ aquel filosofar
folletinesco. . . que v e ía .. en la sensación experim entada al tom ar una
taza de té, la profundidad total de la existencia de m odo in m ed ia to ” y
com o un ejem p lo de lo que Lukács “ en la época en que era realm ente
un pensador in d ep en d ien te” llam ó “aplanam iento por la profundidad [V er-
flachung duroJi T iefe]” . (T h eo d o r W . A dorno, T erm inología filosófica,
2 vols., ed. R u d olf zur L ippe, trad. R . Sánchez [M adrid, T aurus, 1976],
vol. i, p. 105.)
ticular (objetivo): “Su interés filosófico no estaba en modo alguno
dirigido a lo áhistórico, sino precisam ente a lo temporalmente,,
más determ inado, a lo irreversible.”04 Al mismo tiempo, estas mi­
nucias, “despojos del m undo físico” (Abhub der Erscheinungs-
welt), como las llam ara Adorno citando a F reud,95 carecían del
carácter absurdo de la m era existencia que caracterizaba al castaño
de Sartre. Benjam ín pudo extraer un significado m ucho más que
tautológico, que trascendía lós objetos “dados” de m odo inm ediato
sin trascender su particularidad. L a mesa con los restos de la cena
no surgía como testigo de algún principio general acerca de la
naturaleza de la sociedad, sino que podía revelar en verdad la
naturaleza de esa sociedad particular cuyos miembros dejaron tras
de sí sus restos en el com edor.96
Debe señalarse que el análisis microscópico, fue„ una caracterís­
tica tem prana de los escritos de Benjam in, anterigr^a su conver­
sión ~ál m áH ísm ó, "érí"una época influida por las teorías rom ánticas
alem anas de ía crítica literaria (en especial Novajis y Schlegel)^7

M T h eod or W . A dorno, “ E in leitu n g zu B enjam ins S ch rifte n ” (195)5),


Über W alter B en jam ín , cd. R olf T ied em a n n (Frankfurt, Suhrkam p V er­
lag, 1970), p. 42.
05 A dorno, "D ie A ktualitat der P hilosophie” (1931),. G S 1, p. 336.
00 El tem a de la cen a in vita tam bién a una com paración con H orkhei-
mer. En 1934 publicó un libro de aforismos q ue interpretaba tam bién la
significación social de los fenóm enos cotidianos. U n aforism o criticaba el
espíritu scudofraternal de las fiestas d e A ño N u ev o en hoteles o \iiight-
clubs, que h acía parecer que “ las diferencias entre la gen te, sobre todo
entre ricos y pobres, son insignificantes” . Pero ese espíritu aparecía com o
ideología eñ el gesto de una m uchacha em p lead a que derram aba vin o so­
bre su vestido i, “ M ientras su rostro resplandecía de entusiasm o, reflejando
la alegría generalizada, sus m anos p rocedían con prisa in consciente a sacar
la m ancha. L a m ano aislada traicionaba toda la cam aradería festiva.”
(M a x H orkheim er, Dámmerung [\9 3 4 ], p. 15.) Esta preocupación de H ork ­
heim er acerca 'd e cóm o un acto esp ecífico reflejaba la estructura de clase
particular de ía sociedad, tam bién lo separaba de Sim m el. Pero a pesar
de las im portantes sem ejanzas con U enjam in, el en foq u e de H orkheim er
no era id én tico: mientras éste u tilizaba gestos y detalles de la conducta
para ilustrar, .sim b ólicam en te la injusticia social a través de un ejem plo
con creto ,o B en ja m iii'co n sid era b a .lo s detalles com o m isterios que con ten ían
lo general <3e run m odo que d eb ía ser descifrado: los objetos naturales
íiecesitaban ser “ llevados ál discurso” in d u ctivam en te, ^T "rne3!o ele la in ­
terpretación crítica. A dorno se refirió a “ cierta am p litu d de in terpretación”
eft Ddttimérurig dé1 H orkheim er que al prin cip io “m e m olestó en ciertos a fo ­
rismos” ; pero al leer el libro term inado “ p u d e identificarm e casi co m p le­
tam ente con él — tan com pletam ente que m e es d ifícil señalar las d ife­
rencias” . (C arta de Adorno a L ow en th al, 6 d e ju lio de 1934, citad a en Jay,
The dialectical imagination, p. 66.)
07 W alter Benjam in, D e r Begriff der K u n stk ritik in der deutschen Ro-
[SpurenY01 de utopía ya experim entadas en el presente. En su
discurso inaugural, A dorno retom aría su pensam iento: “sólo en
las huellas [Spureri\ y las ruinas” había “esperanza de hallar
una justa y genuina realidad.” 108 Esta idea de que el lugar de la
esperanza utópica residía en las cosas pequeñas, en los detalles que
escapaban a la red conceptual, era una idea que A dorno ya había
expresado en su filosofía de la música, y que siguió siendo im por­
tante en su teoría estética. T a l como escribiera en 1928 acerca
de la m úsica de Schubert:

.. .ei cambio sólo tiene lugar en las cosas pequeñas. Allí donde la es­
cala es amplia, domina la muerte.109

l A VERDAD IN IN TEN C IO N A L

Interpretación de lo inintencional a través de una .yuxtaposición de ele­


mentos analíticamente aislados, e iluminación de lo real por el poder
de esta interpretación: éste es el programa de todo conocimiento autén­
ticamente materialista. . .110

Para la “dialéctica negativa” no sólo la no identidad del objeto


consigo misino era crucial, sino tam bién su no identidad con el
sujeto cognoscente, el entendim iento y sus procesos lógicos. En
la conferencia inaugural de Adorno, este nivel de no identidad
encontró expresión en ej térm ino “verdad inintencTón”áT^“^y en
Adorno la elección de términos no carecía de significación. E n aque­
lla época, H orkheim er y sus colegas en el Instituto tam bién insis­
tían en la no identidad de sujeto y objeto.111 Pero la noción de
“ lo inintencional” decía más. Si los ensayos de Ideologiekritik
del Instituto exponían la falsedad de la identidad (de la pretensión
hegeliana de la racionalidad de lo real), Adorno afirm aba la posi­
ción inversa, la no identidad era el lugar de la verdad.112
107 B loch h ab ía publicado un libro en 1 9 3 0 q ue describía estas “h u ellas”
en fragm entos aforísticos. (V éa se Ernst Bloch, S puren , nueva ed., a m p lia­
da [Frankfurt am M ain, Suhrkam p V erlag, 1969]).
108 A dorno, “D ie A ktualitát der P hilosop h ie” (1 9 3 1 ), G S 1, p 3 2 5 .
109 T heodor W . A dorno, “Sch u b ert” (1 9 2 8 ), Moment s musicaux: Neu-
gedruckte Aufsatze, 1928 bis 1962 (Frankfurt am M ain: ed. Suhrkam p,
1 9 6 4 ), p. 26.
110 A dorno, "D ie A ktualitát der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), G S 1, p. 3 25.
151 C f. p. ej. H orkheim er, “H eg el und das Problem der M etaphysik”
( 1 9 3 2 ) ; H erbert M arcuse, “T h e C on cep t of E ssence” (1 9 3 6 ), N e g a t i o n s :
essays in critical theory, trad. Jerem y J. Shapiro (B oston: Beacon Press.,
1 9 6 0 ), pp. 4 3 -8 7 .
112 C f. “ el con cep to de id eo lo g ía sólo tiene sentido en relación con la
En la extraña y singular teoría cognitiva que Benjam ín delineara
en su libro sobre Trauerspiel113 (que apuntaba contra el material
Jlsmo"mupfio..^43 .pr6fun^iyié¡rtte’'q ü é n b 'q u e' su autor, inspirad^
en la Cabala, pretendiera inicialm ente). la idea de “lo inintencionar,
tenía un papel central:

La verdad nunca entra en una relación, y particularmente no en uní


intencional. El objeto de conocimiento como j algo determinado dentn
de la intención conceptual no es verdadero. La verdad, construida ^
partir de ideas (más que apareciendo dentro 3e ellas), es ser ininten
cibriál. El proceso que adecuadamente se conforma a ella no es por i
tanto una intención dentro del proceso cognitivo, sino un entrar denta
[de la verdad] y desaparecer/£a vercfad es Ta'müeft'é~de la intención.**

L a argum entación de Benjam in era una inversión crítica de lj


“doctrina de la intencionalidad” form ulada por el escolástia
m edieval D uns Escoto y que había sido revivida por Franz Bren
taño115 e incorporada a la fenomenología de su discípulo Edm ur^
Husserl. g
Volvemos al jard ín de Husserl. El propósito de la doctrina el
la intencionalidad era distinguir los objetos empíricos (el manzai^
realm ente existente) de los objetos intencionales (el árbol tal conj
existe en el pensam iento del árbol) cuya objetividad no residí;
en su existencia empírica. (Q ue “objetos” tales como unicornii
y sirenas pudiesen ser pensados parecía dem ostrar la necesidad ^
esta distinción.) Lo atrayente p a ra Husserl, por supuesto, era qu
esta doctrina podía ser usada p ara justificar su proceso de “puesT
entre paréntesis” : si los juicios de verdad podían form ularse acer^
de los objetos, independientem ente de su existencia real, e n to n ^
la fenom enología podía evitar asentarse sobre el movedizo e in
cierto terreno de los seres empíricos —precisam ente aquellos pal
ticulares transitorios que A dorno y Benjamin consideraban crucial^
El rechazo de la intencionalidad p,ued,e, haber.leiiida^su origei
en el caso de Benjamin, en un impulso m ístico; sin ^ e m b arf
convergía con el m aterialism o en su pretensión de que el objeto
la fueiitQ-jd?. la. verdad.110 El sujeto necesitaba ir hacia e lo b je ^
verd a d o m e n tir a d e a q u e llo a q u e se r efier e ” . (A d o rn o , D i a l é c t ic a ucj
ti v a , p . 198.)
118 U n su m a rio d e la te o ría d e l T r a u e r s p i e l a p a rece m á s a d e la n te ,
114 B e n ja m in , U r s p r u n g d e s d e u t s c h e n T r a u e r s p ie l s (1 9 2 7 ), p, 17.
B r en ta n o (1 8 3 8 -1 9 1 7 ) fu e u n filó so fo n e o k a n tia n o q u e enseñó
V íe n a .
E ra el sig n ific a d o d e lo q u e A d o rn o lla m a r ía m ás tard e V o rr a n g
O b j e c t s ( “ p r io rid a d d e l o b je to 1*). (V é a s e A d o rn o , D i a l é c t i c a n e g a tiv a ,
185-1B 7.)
y por la Cabala, tradición del misticismo judío en la cual Benjamin
había sido iniciado por Gershom Scholem en la década de 1910.
U n esbozo de este m étodo en su form a prem arxista fue presentado
por Benjamin en Ursprung des deutschén Trauerspiels (1927),
aplicándolo a la crítica literaria.98 Aquí los fenómenos eran textos
históricos y no objetos naturales: la “idea” del dram a barroco era
“descodificada”, no a p artir de la disposición de platos y tazas, sino
de extremos y a m enudo contradictorios elementos contenidos en
los textos de dichos dram as. Fue en tanto., método de análisis tex­
tual (pero ubicado dentro del m arco de la teoría marxista) como
el enfoque de Benjamin devino p ara Adorno una herram ienta po­
tencialm ente fructífera p árá sú propio proyecto, la liquidación dél
idealismo. Ü n análisis microscópico que pudiera identificar ló ge-
neraT~(Ta estructura social burguesa) dentro de lo particular (los
detalles de los textos filosóficos burgueses) podía llegar a indicar
algo más que la función social de las ideas (Ideologiekritilc); augu­
raba la posibilidad de efectuar enunciados de verdad objetiva,
aunque históricam ente específicos E n lugar de dem ostrar simple­
m ente las implicancias ideológicas de las escuelas filosóficas, la
form a en que estas posiciones generales (irracionalismo, positivis­
mo y otras similares) actuaban como soporte del status quo, este
m étodo llevó a A dorno a profundizar en las particularidades denlos
textos filosóficos, dé modo que las mismas palabras y su dispo­
sición, detalles aparentem ente insignificantes, devenían elementos
plenos de sentido, liberando u n a significación incluso no buscada
P'ór su autor. En realidad, la “verdad no intencional”, era precisa­
m ente eí objeto de la investigaciÓn crítica de Adorno. Pero antes
de exam inar más de cerca esta idea de “verdad no intencional”
(que originariam ente tam bién era de Benjamín), sería útil hacer una
síntesis p ara poder explicitar los aspeetos-de- .identidad” con­
tenidos dentro del concepto de (lo “particular concreto^.
Lo particular no constituía “un caso“clé' lÓ" general”, no podía
ser Identificado por su ubicación dentro de un general,
ya que su significación residía más en su contingencia que eñ su
universalidad;00 Además (v esto.era lo que separaba su teoría del

m a n t i k (p u b lic a d o p rim ero e n Í 9 2 0 ), e d . H e r m a n n S c h w ep p e n h á u se r


(F ra n k fu rt a m M a in , S u h rk am p V e r la g , 1973).
w V é a se c a p . 1.
00 “ L a filo s o fía n o trata d e a g o ta r su te m a a la m a n era d e la c ie n c ia ,
r e d u c ie n d o los fe n ó m en o s a u n m ín im o d e p r in c ip io s .. . P or lo co n tra rio ,
la filo so fía q u iere lite ra lm e n te abism arse e n lo q u e le es h e te r o g é n e o , sin
r ed u c ir lo a c a teg o r ía s p refa b rica d a s.” (A d o r n o , D i a l é c t i c a n e g a t iv a , p . 21 .)
L o p a r ticu la r n o p o d ía ser ni siq u iera a d e c u a d a m e n te c o m p r e h e n d id o c o m o
u n c a so d e l c o n c e p to , tal co m o se ilu stró e n e l c a p . 3 : u n o b je to n a tu ra l
nominalismo) lo particular no era idéntico a sí mismo. E ra algo
más que la tautológica proposición "rosa es u n a Tósa’V 'por su re­
lación m ediada con la sociedad.100 Com o las m ónadas de Leibniz,101
cada particular era único, pero cada uno contenía u n a imagen del
todo, üña' "im agen del m undo” ,1®2 lo que dentro de "un' m arco
m arxista significaba uná^im ageh','dé''Tá''éStfÜ'ctÜra'' social burguesa.
Como esta realidad social general tam poco era absoluta, sino un
m om ento particular dentro del proceso histórico108 en lugar de
ser válida ontológica y eternam ente, era en sí m ism a “historia
sedim entada” .104 Existía tam bién u n a dimensión utópica de la
no identidad referida al particular concreto. L a transito n ed a.d de
los particulares era promesa de un futuro diferente, m ientras que su
pequeña dimensión, su resistencia ~a~la cátégórización im plicaba"
un desafio a la mism a estructura social qué expresaban. Leer la
no identidad de los particulares como üna~p?omesá cíe utopía era
u n a idea que Adorno tomó de Ernst Bloch.105 Al insistir en el
reconocim iento de aquello que “rio existe todavía” ( N o c h n i c h t - s e i e n -
<¿e),100 Bloch fundaba la esperanza de futuro en aquellas “huellas”
era n o sólo n a tu r a l sin o h istó r ic o ; u n fe n ó m e n o h istó r ico n o era p u ra h is­
toria sin o ta m b ié n n a tu r a le z a m a ter ia l. ( C f. "los o b je to s son m á s q u e su
c o n c e p to ” [ib id ., p. 13].) ,
100 N o s r ec u e rd a e l c o m e n ta r io d e M a r x : “ U n n eg ro es u n n e g r o . S ó lo
se tra n sfo rm a e n u n e sc la v o e n c ierta s r e la c io n e s.” (K a r l M a rx , “ W a g e
la b o u r an d c a p ita l” , K a r l M a r x a n d F r e d e r i c k E n g e ls: S e l e c t e d w o r k s
[N u ev a Y ork , In te r n a tio n a l P u b lish ers, 19721, p. 01.)
191 L e ib n iz d e sa fia b a e l p r in c ip io d e id e n tid a d a p lic a d o a la c u e stió n d e
los u n iv er sa les y e l p r o b le m a d e la id e n tid a d d e in d isce rn ib le s. En su
M o n a d o l o g l á e sc rib ió : “ E s n e c esa rio , e n v e r d a d , q u e c a d a m ó n a d a sea
d ife r e n te d e la otra. P o rq u e n o h a y ja m á s e n la n a tu r a le z a d o s seres e x a c ta ­
m e n te ig u a le s y e n los c u a les n o se a p o sib le h a lla r d ife r e n c ia s in tern a s. . .”
(G o ttfr ie d W ilh e lm L e ib n iz, “ D ie M o n a d o lo g ie ” , H a u p t s c h r i f t e n t u r G r u n d -
IcQting d e r P h i l o s o p h i e , e d . E rn st C assirer [L e ip zig , 1 9 0 6 ], v o l. 2 , p p . 43(5-
4 3 7 .)
103 “ L a id e a es u n a m ó n a d a . E sto q u ier e d e c ir e n sín te sis q u e c a d a id ea
c o n tie n e u n a im a g en d e l m u n d o .” (W a lte r B e n ja m in , U r s p r u n g d e s d e u t s -
c h e n T r a u e r s p íe l s , ed . R o lf T ie d e m a n n [F ran k fu rt a m M a in , S u h rk am p
T a sc h e n b u c h V e r la g , 1 9 7 2 ], p . 32 .)
103 ««£j íJq Iq [es d e c ir , e l o b je to “ d a d o ” ] se d e sh a c e c u a n d o se c o m p r en d e
q u e lo q u e e x iste n o es sim p le m e n te así y só lo a sí, sin o q u e h a lle g a d o a serlo
b a jo d e te rm in a d a s c o n d ic io n e s .” (A d o r n o , D i a l é c t i c a n e g a t i v a , p . 5 8 .)
104 V é a se c a p . 3.
103 “ M ie n tr a s é l [B loch ] b u sc a b a m a te r ia lístic a m e n te e l c a r á c te r h istó -
r ic o -filo só fic o d e la u to p ía e n la lu c h a sin ilu sio n e s p or las n e c e sid a d e s fu n ­
d a m e n ta le s d e la v id a , él b u sca b a las ‘h u e lla s ’ d e la u to p ía , d e la r e d e n ­
c ió n fin ita b r illa n d o d en tro [del p r e se n te], e n los p e q u e ñ o s rasgos d e. . . la
r e a lid a d . . ( T . W . A d o rn o , “ FLir E r n st B lo c h ” , A u f b a u - R e c o n s t r u c t i o n ,
8, 4 8 [27 d e n o v ie m b r e d e 1 9 4 2 ], p. 17.)
100 B lo ch in tr o d u jo este té rm in o e n G e i s t d e r U t o p i e (1 9 2 3 ).
entrar dentro de él, en tan to que detenerse en los “objetos del pen­
samiento” era descubrir n a d a más que la propia reflexión del sujeto
como “intención” . B enjam in había afirm ado, más que comprobado,
la inintencionalidad de la verdad en su estudio del Trauerspiel.
Más tarde Adorno, en su extenso estudio sobre Husserl, demostró
cómo el m étodo de Husserl lo condujo de vuelta inevitablem ente al
círculo del idealismo del cual había tratado de escapar; y utilizó
esta crítica p a ra validar su propia prem isa m aterialista de !a inin­
tencionalidad.117
Debemos señalar que esta noción era “m aterialista” no tanto en
el sentido m arxiano sino en el sentido más simple del m aterialism o
prekantiano.118 Sólo que era aú n más externa: A dorno insistía
en que la filosofía reconociera como “m ateria” no sólo a los objetos
naturales sirio a los fenóm enos geistige tam bién (incluida la noción
de Husserl de “objetos del pensam iento”). Al igual que la m ateria
física, el “m aterial” de las ideas, teorías, conceptos, novelas y com-
p'OSiciones musicales, vivía, envejecía y declinaba. Ni siquiera los
productos del pensam iento eran entonces p u ra subjetividad, y esto
quería decir que ellos eran tam bién el locus de la “verdad ininten-
cional” .
El describir los fenómenos como teniendo una vida propia,ila
como si expresaran una verdad acerca de la cual su hum ano crea­
dor no fuese consciente, constituía un rasgo único de los escritos de
Benjam in. E ra u n a suerte de antropom orfism o, u n a expresión m o­
dern a de lo arcaico, que tam bién aparecía en los escritos de Adorno.
Pero en lugar de sustraer a la naturaleza de su otredad identificán­
dola con el sujeto, este antropom orfism o tenía el efecto inverso
de increm entar la no identidad, la extrañeza del objeto. JJenjamin
ííarnaba ‘‘a u ra ”12(i a esta extrañeza y constituía un tem a místico
en sus escritos.

177 A d o r n o , M e t a k r i t i k d e r E rk e n r itn is th e o r ie ¡ G S 5 , p p . 7 -2 4 5 .
119 É ste era p r e c isa m e n te el p u n to , p o r su p u esto , e n el c u a l el m e n to r
a n te r io r d e A d o rn o , H a n s C o r n e liu s, h a b ía “ r e tr o ce d id o d etrá s d e K a n t”
(v é a s e c a p . 1 ).
U8 “ L a id e a d e la v id a y d e la v id a d e l m á s a llá e n u n a o b ra d e arte
d e b e c o n sid era rse c o n u n a o b je tiv id a d e n te r a m e n te n o m e ta fó r ica In clu so
e n é p o c a s d e p e n s a m ie n to e str e c h a m e n te p r e ju ic ia d o , e x istía la in tu ic ió n
d e q u e la v id a n o se lim ita b a a la c o r p o r e id a d o r g á n ic a ’* (W a lte r B e n ja m in ,
“ T h e T a sk of th e T r a n sla to r ” [1 9 2 3 ], l l l u m i n a t i o n s , ed . e ín tro d . H a n n a h
A r e n d t, tra d . H a rry Z o h n [N u e v a Y o rk : S c h o c k e n B ooks, 1 9 6 9 ], p. 71.)
150 E n D i a l e k t i k d e r A u f k l a r u n g (p u b lic a d a p o r p rim era v e z e n 1 947)
A d o r n o e scrib ió q u e e l o r ig e n a rca ico d e l “ a u r a ” era e l “ m a n a 1* d e los
o b je to s n a tu r a le s, d o n d e lo s h om b res p r im itiv o s r e c o n o c ía n la o tr e d a d ele
lo s o b je to s. E l m a n a era la fu e n te d e l terror y d e lo sagrad o. “ G u a n d o un
á rb o l ya n o es p e r c ib id o sim p le m e n te c o m o u n árb ol, sin o c o m o la e v id e n -
Precisamente esta orientación de Benjamifi y Adorno distinguía
su m étodo del enfoque burgués de la Geisleswissensckaft. L a ar­
ticulación más consciente dé ésta sé encarnaba en los escritos de
W ilhehn Dilthey. U n a vez más, la com paración puede resultar insj
tructiva. Al igual que Adorno, Dilthey se refería a los fenómenoi
concretos, históricam ente particulares121 cuyas formas estructuráis
tenían el selló de"úna era social"específica. Los “objetos” .culturales
— textos, documentos, obras de arte— exjgían interpretación ^y.
según Dilthey, este enfoque interpretativo, herm enéutico era lo dis­
tintivo del m étodo de la Geisteswissenschaft frente a las ciencia!
naturales. Adorno efectuaba u n a distinción similar entre la filosofía
y la ciencia*en su conferencia inaugural: “Planteado sintéticam en:
le; la idea dé la "ciencia es la investigación, la de la filosofía es U
interpretación.” 122 Pero a pesar de que la dialéctica negativa era uj¡
procedim iento claram ente héiroénéuti<:ó7'diyefjgíá"rádicálrnen te dj
la herm enéutica de Dilthey, y ía noción j3e “inmtencion<üida¿
proporciona la clave de esta diferencia: Dilthey trataba los fencj
menos geistige en tanto expresiones psicológicas, su objetivo ^
interpretarlas era. recaptúra.r él signifícaaqoriginal subjetivo, Isv in
tención original detrás de la p alabra escrita ó de otra f o r m a d
expresión cultural.128 E n contraste; Adorno quería saber qué estq(

c ía d e u n O tr o , c o m o la u b ica c ió n d e l m a n a , e l le n g u a je ex p r esa la c o n tr i
d ic c ió n d e a lg o q u e es lo m ism o y al m ism o tie m p o a lg o d istin to d e i
m ism o , id é n tic o y n o id é n tic o .” E s c la r o q u e la c o n c e p c ió n d e Adorn»
sob re e l o b je to era m ás se m e ja n te a esta v isió n d e l árb ol q u e a la c|
H u sser l sob re el m a n z a n o . (M a x H o rk h e im e r y T h e o d o r W . A d o rn o , Dio
lectic of E n iig h ten m en tj trad. J o h n C u m m in g [N u e v a Y ork, H er d e r ará
H er d e r , 1 9 7 2 ], p. 15.) *
121 U n o d e los m o tiv o s d e H u sser l p a ra in te n ta r afirm ar la fe n o m e n í
lo g ia c o m o u n m é to d o “ p u r o ” y “c ie n tífic o ” era c o m b a tir e l relativisna
q u e ta n to p r o b le m a le h a b ía c a u sa d o a D ilthey» al rec o n o c er la partícu la
r íd a d h istó r ica . (A p esar d e to d o , a l fin a l d e su v id a H u sser l co m en zó (
reco n o cer la v a lid e z d e l c o n c e p to d e L eb en d e D ilth e y y trab ajó c o n él e^
sus p r o p io s e scrito s teóricos.)
isa A d o rn o , “ D ie A k tu a litá t d e r P h ilo s o p h ie “ (1 9 3 1 ) , G S 1, p. 3 3 4 . -
m E l én fasis d e D ilth e y e n e l sig n ific a d o in te n c io n a l c o n d u jo a su teorf
a u n a p a r a d o ja ir r e c o n c ilia b le : si e l o b je tiv o d e la in te rp re ta ció n de
te x to s h istó r ico s era revivir, a tra v és d e la c o m p r en sió n e m p á tica , la
e x p e rien cia s p sic o ló g ic a s d e eras p asad as, e n to n c e s esta b a im p líc ito el s^i
p u esto d e u n a sim ilitu d a h istó r ica e n tr e los su jeto s, u n n ú c le o un iversal d
la n a tu ra le za h u m a n a q u e a n u la b a la p a r ticu la r id a d .h istórica m ism a q f
h a b ía sido la raison d ’étre en p rim er lu g a r d e u n m é to d o geisteswissensch<ú
tlich. El in té rp re te d ilth e y a n o v iv ía n u e v a m e n te l?.- e x p e r ie n c ia ; pocif
c o m p r en d e r sólo lo ig u a l a sí m ism o, y p or lo ta n to su c o n o c im ie n to no c^|
v e la b a n a d a n u ev o . G om o escrib ió R o lf T ie d e m a n n : “ Por lo ta n to el his
to riad or d ilth e y a n o r e c o n o c e e n la h isto ria só lo a q u e llo q u e se e x tic n ^
h a sta e l p r e se n te, a q u e llo q u e es u n a ‘expresión* d e su p ro p ia ‘v id a ’ y p^
ban diciendo los objetos culturales,' a pesan de la intención de su
■creador: "entre los supuestos básicos de la interpretación filosó­
fica'*’ estaba “la construcción a partir de pequeños elementos iriin-
tencionales”124 interiores a los fenómenos geistige. Para Dilthey,
era, al artista a quien la herm enéutica trataba de entender; para
Adornó, era- la obra dé arte. »
U n estudio acerca de la novela de Goethe Die Wahlverwandts-
chaften (“Las afinidades electivas”), que Benjamín escribiera en
1921-1922, antes de conocer a Adorno, cuestionaba el enfoque de
Diltbiey respecto de la historia literaria. Sostenía que la verdad de la
novela no dependía de la habilidad del intérprete p ará identifi­
carse em páticam ente con los sentimientos expresados en la novela125
o con la intención, del a u to r;120 la verdad, en cambio, yacía dentro
mismo de la novela. Esta verdad no era inmune a la teoría, y su
percepción de hecho se enriquecía por la distancia tem poral que
separaba al intérprete de su objeto.127 L a experiencia previa de
Adorno con la reproducción musical, su conciencia de las dificul­
tades de tratar de recapturar la verdad de una composición pasada
■dentro de la interpretación presente, lo había conducido a la misma
conclusión.128 Porque una parte del problem a era, tal como lo ex­
presara más tarde, “las grandes obras pueden ser reconocidas en la
diferencia entre aquello que en ellas sobresale y su propia inten-

lo ta n to a ccesib le a su 'co m p ren sió n ’.” (T ie d e m a n n , S t u d i e n zu r P h ito so-


p h i e W a l t e r B e n ja m in s , p, 113.) D ilth c y q u ed ó atrap ad o e n e l c ír cu lo d e l
su b je tiv ism o p sic o ló g ic o , m ien tras q u e el relativism o h istórico a m en azab a
to d o s lo s| ju ic io s referidos a la realid ad e x tern a al su jeto . P ero c u a n d o
se r ec o n o c ía la n o id e n tid a d entre la p alab ra escrita y la in te n c ió n su b je tiv a ,
y c u a n d o la p rim era era el fo c o d e la in terp retación , co m o fe n ó m e n o h is­
tórico sin sig n ifica d o etern o sino con v id a y m u erte p rop ias, en to n ces la
■dificultad d ilth e y a n a se su p erab a (v é a se cap . 3).
A d orn o, “ D ie A k tu a lita t der P h ilo so p h ie ” (1 9 3 1 ), G S t, p. 3 36.
123 W alter B en ja m in , “ G oeth es W a h lv e rw a n d tsch a ften ” (1 9 2 4 ), ved itad o
en Jo h a n n W o lfg a n g G o eth e, D i e W a h lv e r w a n d t s c h a f t e n (F ra n k fu rt am
M ain , In sel V e rla g , 1972), p. 2 73.
K’° “ P reten d er q u e las W a h l v e r w a n d t s c h a f t e n .. sea^i a c c e s ib le s . al en ten ­
d im ie n to a través de -las' p ro p ia s palab ras del au tor es u n esfu erzo va n o ,
l is t a s ir v e n * p recisa m en te para im p ed ir el acceso de la crí t ^ . . . [L a razón
resid e] e n ía te n d e n c ia a ¡descuidar to d o aq u ello q u e la e x p lic a c ió n de!
autor d e sc o n o c e .” ( I b i d . , p. 27 5 .)
127 P ara B en jam in , el c o n te n id o de verd ad de u n a ob ra de arte no
era id é n tic o a su c o n te n id o su b sta n tiv o : “ E n tan to, al separarse al in te ­
rior de la obra, ellos [W a h r h e i ts g e h a l t y S a c h g e h a jt] d e c id e n la cu estió n
d e su in m ortalid ad . E n este sen tid o , la h istoria de las obras p repara su
c rític a , cu y o p od er crece en to n c e s c o n la d ista n cia h istó r ic a .” ( I b i d . .
p p . 255-256.)
128 Véase cap. 3.
ción’V 29 Pero no fue hasta .que Benjamin y Adorno articularon el'
problem a dentro del m arco de una teoría m arxista dé la socicd ad
cuando nom braron el origen de los elementos' “inintencionalcs” :
la estructura socioeconómica m ediatizaba toda la producción geis­
tige y por lo tanto se expresaba a sí misma dentro de los artefactos
culturales al lado de (y a m enudo en contradicción con) la intención’
subjetiva de sus creadores. Los fenómenos geistige no se agotaban
por lo tanto en un análisis dé la psicología subjetiva. I’ero tampoco1;
eran reductibles sólo a la infraestructura, como la “teoría de la
copia”, del marxismo ortodoxo sostenía. C ontra el reducciomsmo'
económico y psicológico, Benjam in sostenía:

La cuestión es precisamente: si bien la infraestructura determina la


superestructura hasta cierto punto, su pensamiento y experiencia mate­
rial, sin embargo esta determinación no es la de una simple copia o re­
flejo, ¿cómo debe entonces -—con toTal independencia de sus orígenes
causales— ser caracterizada? Como su expresión [ A u s d r u c k ] . La super­
estructura es la expresión de la infraestructura. Las condiciones econó­
micas bajo las cuales la sociedad existe, se expresan en la superestruc­
tura.1!í0

U n a vez más, una afinidad literal con el lenguaje de la herm enéu­


tica díltheyana ilum ina la no identidad de las dos posiciones. Para.
Dilthey, Jo s fenómenos culturales eran “expresiones” (Ausdrücke)
ele la “vida” , la articulación de la reflexión consciente acerca de la
experiencia subjetiva pasada. Pero si To que los fenómenos expre­
saban era la estructura social objetiva y si esto ocurría a pesar de
la intención consciente, entonces el foco de esta interpretación viraba
en dirección al polo opuesto (el polo objetivo, m aterialista). En
este sentido, los objetos culturales se transform aban en “un medio
para el inconsciente escribír-la-historia de la sociedad” .1”1
Fue este aspecto de .la “verdad inintencional”, por supuesto, la
que perm itió que Adorno afirm ara qué el artista podía servir mejor
a 'la sociedad ignorando la política y concentrándose en su m ate­
rial, así coiho considerar revolucionaría a la música de Schonberg,
no sólo en un sentido cultural, sino tam bién político, marxiano, a
pesar d e 'la falta de sim patía por el marxismo del propio Schon-

150 T h e o d o r W . A d orn o, “ Sak rales F ra g m e n t: Ü b er S ch on b ergs. M oses


u n d A von” , c o n fe re n c ia e n B erlín (a b r il d e 19G3), e n Q u a s i u n a fa n ta sía :
M u s ik a lis c h e S c h r ift e n 11 (F ra n k fu rt am M a in , S u h rk am p V e r la g , 1963),
p. 3 0 8 .
130 W a lter B en ja m ín , P a s s a g e n a r b e it ins., cita d o e n T ie d e m a n n , S tu d ie n
zur P h ilo s o p h ie W a l t e r B e n j a m i n s , p. 106.
líl[A d orn o], “K u n st u n d M u sik so z io lo g ie ” , S o zio logisc h e E xk u rse , p. 93.
berg. A diferencia de algunos marxistas más ortodoxos, Adorno
podía sostener que el arte burgués y tam bién la filosofía burguesa
no eran simple ideología, y que debían ser interpretados com o'algo
rf¡as que una faísa conciencia.132 L a ideología era expuesta de­
m ostrando el carácter histórico de las premisas que se aceptaban
como “segunda naturaleza” ; para citar a Lukács: “aquello que no
se hace problem a” p a ra la filosofía.1 Pero el contenido de verdad
del pensam iento burgués yacía en la dirección opuesta, en las “ru p ­
turas” (Brüche) de su lógica, las brechas de su unidad sistemática.
En realidad, como la verdad se autorrevelaba en la no identidad
-entre el intento psicológico y su objetivación concreta, el pensador
burgués se acercaba más a la expresión de laT verdad, cuanto más
.aréjáBó sfe sentía. Pafadójicamfente, entonces, su teoría ganaba en
verdad cuanto m ayor era su admisión del fracaso, porque este fra­
caso testim oniaba u n a realidad cuyas contradicciones reales no
podían resolverse sólo a nivel del pensamiento.
El pensador burgués expresaba la verdad a pesar de sí mismo;
o, m ejor dicho, como en los lapsus freudianos, la verdad aparecía
-en las inconsistencias de su teoría, ahora más que nunca, a causa
de la “desintegración” de la filosofíá. Aquí radicaba un corolario
im portante del principio de verdad inintencional, que constituía
una contribución específica de Adorno.184 Ya desde la época de su
prim er contacto con la filosofía, cuando a los dieciséis años leía a
K an t junto a K racauer en las tardes de ios domingos, Adorno
había sido im pactado por la significación de las rupturas lógicas:

Si m ás tard e, en rela ció n a lo s tex to s filo só fico s trad icion ales, n o m e

J8a E n e ste p u n to resu lta ilu str a tiv a un a co m p a r a ció n con L u k ács. L u k ács
-q m d e n a b a la filo s o fía b u rg u esa co m o id e o lo g ía casi in toto (v é a se t^ e o rg
X u k á c s, D ie Zerstorung der V ernunft: D er W eg (Íes Irrationalismus von
Schelling zu H iiler [B erlín, A u fb a u V e rla g , 1953]). S in em b argo, e l arte
para él era o tr a c u e stió n . C o n su p r e fer en cia p or la está tica clá sic a , sig u ió
a la b a n d o a escrito res co m o S h ak esp eare, B alzac y T h o m a s M a n n , a firm an d o
•que su o b je tiv id a d les p e r m itía cap tu rar , en sus obras la verd a d social,
a pesar d e su fa lta d e c o n c ie n c ia p o lític a rad ical, L o q u e le p e r m itía h acer
esta e x c e p c ió n c o n cierto s a r tistas bu rgu eses n o era su teoría m arxista,
sino u n c o n c e p to ro m á n tico resid u al d e l artista ca p a z d e in tu ic io n es in m e-
, .d ia ta s d e la verdad^. E n c o n tr a ste, la o p o sic ió n d e A d o rn ó , fu ese o ' n o m ás
" m a rx ista ” , era al m e n o s m ás co n sisten te.
1M L u k ács, Historia y consciencia de clase, p. 122.
15* S in e m b argo, e l teín a d e las ru p tu ras y los q u ieb res a p a r e ce ta m b ié n
-en los escritos tem p ra n o s d e B e n ja m in : p rim ero, en e l se n tid o d e q u e la
r ea lid a d es briichig y q u e form a u n a to ta lid a d n o a r m o n io sa ; en se g u n d o
lu gar, e n su n o c ió n d e la ru p tu ra en tre la verd a d ( W ah rh eitsgeh alt ) y la
.su sta n c ia ( S ach geh a lt ) d e u n a obra d e arte, a lo largo d e l h istórico p a sa je
d e l tiem p o (B e n ja m in , “ G oeth ea W a h lv e r w a n d tsc h a fte n ” , pp . 2 5 5 -2 5 6 ).
d e j é im p r e s io n a r ta n to p o r su u n id a d y c o h e r e n c ia s is te m á tic a sin o q u e
m e in te r e sa b a e l j u e g o d e sfu e r z a s dpüé'stás y c o n flic tiv a s q u e se d e sa r r o lla
b a jó la su p e r fic ie d e to d a p o s ic ió n te ó r ic a , y q u e la filo s o fía ’ c o d ific á d a (
a lg u n a s v e c e s r e c o n o c e c o m o c a m p o s ¿fe fu e r za , e n a q u e l e n to n c e s fu e
c ie r ta m e n te K r a c a u e r q u ie n m e d io la id e a . M e p r e se n tó la C r i t i c a deS
la r a z ó n p u r a 110 s im p le m e n te c o m o u n siste m a d é id e a lis m o trasoen-j
d e n ta l. E s m á s, m e m o s t r ó .. . d e q u e m o d o la s p a rtes m á s e lo c u e n te s
d e la obra so n la s h e r id a s q u e e l c o n flic to e n la ¡teoría d e ja tras d e sí.1B{^

Las fracturas, las ambigliedad.es y contradicciones, eran los detalles


filosóficos en los que Adorno centraba sus esfuerzos interpretativos.
A unque Adornó estaba convencido de que la verdad yacía en el
objeto, y nó en el entendim iento que se esforzaba por conocerlo
por el pensam iento, aun en ese caso no era intencional. L a realidad
“dada” no concordaba de ningún modo con la intención divina, o
con la de la razón absoluta de H eg el: “no es la tarea de la filo­
sofía el retratar la realidad como significativa en sentido positivo y
justificarla.” 180'L a filosofía!

. . .h a c e m ás j u s tic ia [al p r o c e d im ie n to m a te r ia lista ] c u a n to m ás se


d is ta n c ia d e c u a lq u ie r “s ig n ific a d o ” d e sus o b je to s y c u a n to m e n o s, s é
r e fie r e a un s ig n ific a d o im p líc ito , c u a si-r e lig io s o .137

Adorno concordaba con Goethe, quien advertía: “No busque!


detrás de los fenómenos, ellos mismos son la verdad.” 138 Sin em-j
bargo en su puro carácter de fenómenos “dados” eran tan absurdo^
como los suponía el angustiado héroe sartriano. Ésta era la difi­
cultad que asolaba a los positivistas tanto como a los existencia-^
listas.130 En contra de ambas posiciones Adorno afirm aba que “ej
inundo en que vivimos. . . se construye de una m anera distintí^
que a p artir de las meras percepciones de la re a lid a d .. ,” 140 El pro­
ceso interpretativo necesitaba algo más que la experiencia inme^

13B T h e o d o r W . A d o rn o , “ D e r w u n d er lic h e R e a list: U b er S iegfricd


K ra c a u e r ” , N o t e n z u r L i t e r a t u r , vol. 3 (F ra n k fu rt am M a in , Su h rk am il
V e r la g , 1965), p . 84.
m A d o rn o , “D ie A k tu a litá t d er P h ilo so p h ie ” (1 9 3 1 ), G S 1, p. 3 34.
131 Ibid.., p. 3 3 6 .
1118 C ita d o e n B e n ja m ín , D e r B e g riff d e r K u n s t k r i t i k in d e r d e u t s c h e n R o -
m a n t i k , p. 5 4 .
1:16 E l p o sitiv ism o y e l e x iste n c ia lism o c o n v e rg ía n en su p asiva acep ta ció n
d e l o b je to c o m o lo d a d o . D e a llí, por e jem p lo , q u e la afirm a ció n “ m a ter ia l
lista ” de H e id e g g e r en el se n tid o de q u e n o ex istía u n reino de las esen^
cia s m ás a llá de los fe n ó m en o s, p o d ría ser in te rp re ta d a co m o u n e le m en to
p o sitiv ista d en tro d e su fe n o m e n o lo g ía e x isten eia lista .
140 A d orn o, “ D ie A k tu a litá t der P h ilo s o p h ie ” (1 9 3 1 ), G S 1, p. 334.
diata de lo "dado”, requería la intervención activa del su je to ;
pensante.141
y aquí el foco se traslada desde la consideración de lo particular
concreto como la fuente de la verdad inintencional al papel del
sujeto en la interpretación de esa verdad. Es un viraje crucial, ya
que, al igual que Husserl, al enfrentarse con el mundo m eramente
“dado”, Adorno retorna hacia el sujeto como origen del conoci­
miento, pero ?10 al precio de abandonar la no ide?itidad entre sujeto
y objeto. En cambio, ambos estaban necesariamente codetermi-
nados: ni la mente ni la materia podían dominar al otro como
primer principio filosófico. La verdad residía en el objeto, pero no
estaba a la m ano; el objeto material necesitaba del sujeto racional
para liberar la verdad en él contenida.

1,1 Cf. “E n crudo contraste con el id e a l c ie n tífico h ab itu al, la ob jetivi­


d ad del co n o cim ien to d ia léc tico no precisa de merlos sino d e m ás su jeto.
D e otro m od o la ex p erien cia filosófica degen era. P ero el espíritu p ositivista
de nuestro tiem p o es alérgico contra e lla .” (A d orn o, D ia l é c t ic a n e g a t iv a ,
p. 48.)
EL INDIVIDUO COMO SUJETO UE LA EXPERIENCIA

Ya hemos analizado la aversión que sentía Adorno respecto a la idea


de un sujeto colectivo.1 Éste era el origen de su negativa a unirse
al Partido Comunista y de su rechazo a basar su teoría en el con­
cepto o la realidad del proletariado. Adorno no criticaba menos vio­
lentamente las purgas stalinistas que las de Hitler. Condenaba por
totalitaria, independientemente de su motivación, a cualquier per­
secución de la desviación, de la visión no idéntica. Frente al lema
nazi “El individuo no es nada, el pueblo todo”,2 pero también con­
tra la línea de Brecht “El Partido tiene mil ojos, el individuo sólo
dos”,8 Adorno defendía consecuentemente el concepto de individuo,
sosteniendo que debía ser recuperado del naufragio del individua­
lismo burgués que le ilabiá dado o rig e n /En Historia y conciencia
de clase Lukács había sostenido: “ El individuo no puede ser nunca
m edida de todas las cosas. . . Sólo la clase. . . consigue referirse de
un modo práctico y transform ador a la totalidad de la realidad.”*
Pero para Adorno, la cuestión era todavía interpretar al mundo
— no como sustituto pero sí como precondición del cambio, y como
preventivo frente a una praxis falsa En su teoría “dialéctica” y
"m aterialista” estaba ausente la concepción m arxiana de la con­
ciencia de 'clase como experiencia política, y en su lugar Adorno
desarrolló una concepción de la conciencia individual como sujeto-
de la experiencia cognitiva.5
1 V er cap. 2.
3 Das Einzelne ist níchts, das Volk alies.
3 E n Dialéctica negativa A d orn o escrib ía q u e esta lín e a era “ tan falsa
com o sólo p u ed e serlo un a perogru llad a. L a fa n ta sía e x a cta de u n d isid en te
[exakte Fantasie: d iscu tid a m ás a d elan te] p u ed e ver m ás q u e m il ojos a los
qu e les hani c a la d o las gafas rosadas d e la u n id a d y q u e en c on secu en cia
red u cen y con fu n d en todo lo q u e p ercib en con la verd ad un iversal. A eso
se op o n e la in d iv id u a liz a ció n d e l c o n o c im ie n to ” . (A d o rn o , Dialéctica nega­
tiva, p. 52.)
* G eorg L uk ács, Historia y consciencia de clase, pp . 2 1 4 -2 1 5 .
8 C f. “ P ara L ukács el c o n tr a -c o n c e p to de reificación era el de co n cien cia
de clase. P ara A d orn o es e l d e e x p e r ie n c ia .. . ” F ried em an n G renz, A d or­
nos Philosophie in Grundschriften: Atiflosung einiger Deutungsproblemo
(F ran k fu rt am M a in : Suhrkam p V e rla g , 1974), p. 44.
En este punto Adorno caía más atrás, no sólo de M arx sino de
Hegel (cuyo Geist absoluto era la quintaesencia de la subjetividad
colectiva)8 y regresaba a K ant.7 Recuperaba aquella invocación an­
terior de Bloch: “dejar arder a K ant a través de Hegel: el ‘yo’
debe ser siempre conservado” .8 Pero aunque Adorno reafirm ara la
noción kantiana de un espontáneo sujeto individual del conocimien­
to, transform aba radicalm ente su función filosófica. K ant había
sostenido que el sujeto no podía experimentar al objeto tal como era
en si, sino estructurado por formas y categorías subjetivas ■
—es decir
sólo como algo esencialmente idéntico al sujeto. El concepto de
experiencia de Adorno revertía la polaridad de la relación entre
sujeto y objeto, efectuaba, tal como lo expresara más tarde, “revo­
luciones a la revolución copernicana”0 de K ant, y la no identidad
se transform aba en la base del conocimiento.
Lejos de considerar demasiado individualista al sujeto kantiano.
Adorno sostenía que éste no era suficientemente individualista. Al
igual que el principio de intercambio de la producción burguesa de
mercancías, la concepción de ICant era formal y abstracta, el menor
común denom inador del pensamiento humano. La universalidad del
sujeto trascendental ignoraba la particularidad histórica y suponía
la intercam biabilidad de todos los sujetos; no era en realidad indi­
vidual en lo absoluto. En su conferencia inaugural Adorno afirmó
en contra de K ant que el sujeto

. . .110 es ahistóricamente idéntico y transcendental, sino que asume con


la historia formas cambiantes e históricamente reveladoras.10

Horkheim er lo expresó de modo más concreto:

* Cf. “L a c o n c ie n c ia in d iv id u a l es casi siem pre desgraciad a, y c o n razón.


L a aversión de H e g e l con tra este h e c h o le im p id e ^apreciar un a realid ad
q u e subraya cu a n d o le c o n v ien e: h asta qu é p u n to lo p articu lar c o n tien e lo
u n iversal.” (A d o rn o , D i a l é c t ic a n e g a tiv a , p. 51.)
7 Es un error interp retar e l énfasis de A d orn o e n e l in d iv id u o co m o un
rasgo h e g e lia n o de izq uierda. N o red u cía la realid ad al ego, no ub icab a al
“ y o ” en el cen tro del p en sa m ien to , ni sosten ía q u e u n cam b io en la c o n ­
c ie n c ia era su fic ien te para transform ar la realid ad . S osten ía, en cam b io, que
la ex p e rien cia c o g n itiv a era siem pre p articu lar e in d iv id u al, y q u e la n a tu ­
raleza del to d o social era rev ela d a al indivicíuo a través^de la co n fig u ra ció n
e sp e c ífica d e lo em p írico.
8 E rnst B loch , G eist d e r U t o p i e , 2& ed ., rev. (B e rlín : T aul Cassirer,
1923), p. 22(3.
0 A d orn o, D i a l é c t ic a n e g a t i v a , p . 9.
10 A d orn o, “D ie A k tu a litá t der P h ilo so p h ie ” (1 9 3 1 ), G e s a m m e l t e S c h r ij -
t e n , vol. 1: Friihe p h ilo so p h is c h e S c h r ifte n , ed. R o lf T ie d e m a n n (F ran k fu rt
am M ain , Suhrkam p V e rla g , 1973), p. 3 33.
N o h a y " p e n sa m ie n to ” e n sí, sin o só lo la p erso n a p a rticu la r, e n la cu al,
c ie r ta m e n te , to d a la s itu a c ió n so c ia l ju e g a u n papel'.11

El sujetp de la experiencia filosófica era el ser hum ano empírica­


mente existente, m aterial y transitorio —no un puro entendimien­
to sino un cuerpo hum ano que siente, un “trozo de naturaleza”
(Stück Natur).lz Éste era un tema feuerbachiano (aunque tam ­
bién de M arx y de Lenin) que tanto el Instituto como Adorno co­
menzaron a enfatizar a fines de la década de 1930, al lado de la
noción de que el objetivo de la sociedad era la “felicidad sensual”
{sinnliche Glück).18 Para Adorno esto significaba no solamente,
como enfatizara Horkheimer, que el conocimiento debía reconocer
la realidad del sufrimiento hum ano, sino también que el acto cogni-
tivo tenía carácter somático.-14 En este punto su m entor'era liénjaV
n n ^ * ^ ^ y 6 T H c frto s '* lrteI pensamiento se echa encima de la cosa,
como sí quisiera convertirse en acto, olor, sabor’5.16
En este punto, como en otros, el “materialismo” de Adorno no
estaba más próximo del Iluminismo que del marxismo o del hege­
lianismo de izquierda, Horkheim er hace gala de un marxismo más
ortodoxo, al mencionar siquiera el significado de clase en su des­
cripción del sujeto como:

. . .un in d iv id u o d e te r m in a d o , en sus r e la c io n e s rea les c o n otros in d iv id u o s


y g ru p os, y e n su r e la c ió n c r ític a c o n u n a d e te r m in a d a c la se , y, por ú lti­
m o , e n su trab azón , así m e d ia d a , c o n la to ta lid a d so c ia l y la n a tu r a le z a .18

La clase como variable determ inante de la experiencia subjetiva


fue un foco de interés de la investigación del Instituto durante la
u M a x H ork h eim er, “H e g e l u n d das P roblem der M etap hysik" , Festsch-
rift für C ari G r ü n b e r g : t u m 70. G e b u r ts ta g (L e ip zig , V e rla g v o n G. L.
H irsch feld , 1932), p. 191.
18 A l afirm ar la p rioridad de la m ateria, A d orn o ^tacaba a todo el id ea­
lism o q u e, al considerar a la rea lid a d co m o con stitu id a por el sujeto, no
p o d ía tom ar a esa realid ad co m o prerre.quísito de la su b jetivid ad y era lle ­
v a d a p or lo tan to a d esarrollar la teoría del su jeto trascen d en te.
18 El d o c u m e n to im p ortan te en rela ció n a esta cu estión es el artículo de
H ork h eim er d e 1936 p u b lica d o en Z eitsc h rift fü r Sozia lforsch un g , “ E goism
und F re ih eitsb ew eg u n g ” , q u e influyera con sid erab lem en te a A d orn o.
w E sta o r ie n ta c ió n d iferen cia el co n cep to de Erfahrung d e A d orn o de la
Erlebms, o “ex p erien cia v iv id a ” d e la Lebensphilosophie. Para esta últim a
la ex p e rien cia v iv id a ocu rría e n prim er lugar, y lu eg o seg u ía la reflexión
filo só fica (la cx isten cia -p reced e-a -la -esen cia , p ostu lad o de tod o exislen cia-
lis m o );.p e r o para A d orn o, la reflex ió n era en sí exp erien cia vivid a, praxis
social d ia léc tica , tan som ática co m o cerebral.
18 A d orn o, “C a racterización d e W a lter B en ja m in ” (1 9 5 0 ), C rític a cultural
y s o c ie d a d (B arcelon a: A riel, 1973), p. 129.
10 H ork h eim er, T e o r ía crític a (B u en o s A ires: A m orrortu, 1974), p. 243.
década de 1930.17 Pero las reflexiones de Adorno acerca del sujeto
esjahaji notablemente desprc¿astas He~coñsI3éraciones acerca del
origen de clase o de la posición particular"ttersujeto dentro d e ja s
relaciones sociales de producción.18 Consideraba que burguesía y
proletariado eran igualmente susceptibles ante la ideología pro­
ductora de falsa conciencia. No negaba el papel de la clase en la
socialización del sujeto — rechazaba explícitamente la noción de
M annheim de una inteliguentsia “que flotaba libremente” ( /rei-
schwebende).lfí Pero este reconocimiento de la cuestión de clase era,
incluso aquí, periférico al eje principal de su argumento.20 Dicho eje,
como puede anticiparse, era la no identidad. Si el sujeto, en tanto
particular y concreto, estaba determinado por circunstancias socio-
históricas, era cierto también que su particularidad (en oposición al
principio de intercambio) lo hacía único e irremplazable. Además,
el sujeto no permanecía idéntico a sí mismo a través del tiempo. La
experiencia filosófica como un proceso dialéctico de praxis social
no dejaba intacto al sujeto. Esta posición reflejaba, como Adorno
señalara, un contraste m arcada con la teoría burguesa, donde

se concibe al sujeto como punto fijo de aprehensión cognitiva, como in-


transformable, existente de una vez y para siempre, y donde por Jo tanto
todo movimiento es erróneamente adjudicado sólo al objeto. Si en el
curso del proceso cognitivo las contradicciones se hacen evidentes, porque
el sujeto mismo está inmerso en ese proceso, es en sí un momento cu el
movimiento, él mismo se mueve, entonces sobreviene el pánico.21

Recordemos qué Adorno insistía en la necesidad de que el pensador


o el artista fuera “absolutamente moderno” en el sentido de no nadar

17 C f. [In stitu í für Sozialforschu ng], S t u d ie n übe r A u t o r ít a t u n d Fam Uie,


ed. M ax H ork heim er (P arís, F élix A lean , 1936).
J8 M ientras H ork heim er describía al in d ivid u o com o d ia léc tica m e n te re­
ferido a la totalid ad de la socied ad de clases, A d orn o y u x t a p o n í a d ia lé c tic a '
m en te “ in d iv id u o ” y " socied ad ” , de m od o que ca d a u n o de ellos p rop or­
cion ara Ja crítica del otro (v er cap. 3).
10 C f. TJieodor W . A d orn o, "Ü ber M an n lieim s W issen ssoziologie” , 1947 ( ?),
F ran kfurt am M ain , leg a d o de A d orn o, p. 5.
10 A dprno, artícu lo in éd ito sobre M an n h eim , 1937, p. 5. Cf. tam bién la
in trod u cción a la D ia lé c tic a n e gativ a, d on d e un extrañ o reco n o cim ien to del
p ap el de las clases aparece, casi en tre paréntesis, dentro de u n a argu m en ta­
ción q u e d efien d e el carácter " p rivilegiad o” de la ex p erien cia filo só fic a :
" N ada casa m enos con la e x p erien cia filosófica que una soberbia elitista. La
exp erien cia filo só fica es posible gracias a lo estab lecid o, y tien e q u e rendirse
cu en tas dr. su c on tam in ación con ello y en ú ltim o térm ino con la situ ación
d e las clases sociales.” (A d o rn o , D i a l é c t ic a negativa, p. 49.)
a A d urno, "Ü ber M an n h eim s W issen ssoziologie”, 1947 (? ), p. 4v
con la corriente, sino de cepillar la historia “a contrapelo” .22 La ca­
pacidad del individuo para rechazar la identificación con el status
quo, reconociendo dialécticam ente al rnismo tiempo su propia de­
pendencia respecto del presente y sus condiciones determinantes, era
prerrequisito para la experiencia filosófica verdadera. Es decir, en
lugar de juzgar la corrección de la conciencia por su identidad
con los intereses del proletariado (conciencia de clase “im putada”
en Lukács), Adorno encontraba su criterio en la no identidad del
sujeto individual y el mundo, objeto de su reflexión, en su forma
“dada” presente.23 En el concepto marxiano de conciencia de clase,
cognición significaba conocimiento de la propia posición socioeco­
nómica y del consecuente papel histórico, pero en la dialéctica
negativa la experiencia cognitiva significaba algo bastante diferente:
de hecho era sinónimo de inconformidad intelectual.24
No por accidente, los hcrocs intelectuales de Adorno eran outsi­
ders,2* hombres como Schónberg, Freud, Bénjamih, Kafka, Trakl,
que se habían atrevido a desafiar las tradiciones de sus oficios. N in­
guno, por supuesto, provenía de la clase obrera, ninguno, excepto
Benjamín, era m arxista; sin embargo, Adorno consideraba que la
postura crítica tomada frente a su propia herencia cultural burgue­
sa era tan verdaderam ente revolucionaria como revolucionaria en
su verdad. Sin embargo, la teoría de Adorno nunca enfrentó direc­
tam ente el problema de la relación entre revuelta cultural y revo­
lución política. Después de todo, ambas cosas no eran idénticas, como
había sido demostrado por el fracaso de los expresionistas al trans­
form ar su estallido de protesta cultural en praxis política.20 Adc-

ss Ver cap,. 3.
53 A cerca d e la n atu raleza d ia lé c tic a de e sta in terrelacíón , véase un ensayo
posterior (sin* firm a pero segu ram en te escrito por A d orn o): “ El in d iv id u o
[burgués] m aí interp reta al m u n d o, del q u e d e p e n d e su p ropio n ú cleo, to ­
m á n d o lo co m o si fu era él m ism o .” (I n s titu t für S ozialforsch u n g, “ In d ivi-
d u u m ” , So ziolo gische E xkurse [vol. 4 de F ra n k fu r te r B eitrage zu r Soziologie,
eds. Theodor'V V . A d orn o y W a lter D irks] [Frankfurt am M a in : Europtfische
V crlagsan stalt, p. 49.)
st Por su p u esto, e l corolario era su d e fin ic ió n d e falsa c o n c ie n c ia com o
“ conform ism o" (A n p a s su n g ), c o n c e p to cen tra l d e la c rítica d e A dorno a
la cu ltu ra de m asas.
31 Estos héroes ab u n d ab an en la g e n era ció n de A d orn o, y p recisam ente
estos ou tside rs eran los insiders in te le ctu a les d e la A lem a n ia de W eim ar,
tal com o sostien e Peter G ay en W e i m a r c u ltu re : T h e o u tsid e r as insider
(N u e v a Y ork, H arp er T orch b ook s, 1968). C u áles eran las co n d icio n es so­
c io eco n ó m ica s que p erm itieron florecer a esta g en era ció n de outsiders y
ser por lo m en os solven tes d u ra n te la d é c a d a de 1920, es un interrogante^
que A d orn o n u n ca p la n teó , así corno n o p la n te ó el pap el de la clase o d e 1
las relacion es sociales de p ro d u cció n en el trabajo del in telectu al.
20 E ste fracaso está d o cu m en ta d o en la h istoria <Jel p eriód ico D i e A k tio n ,
más, no estaba claro que cualquier ser hum ano fuera capaz del
tipo de experiencia intelectual que Adorno describía. SjLla-incon-
form idad era el criterio para establecer la conciencia correcta, la
lógica internlTHe^laTpalabra misma' significaba que sólo una minoría
podía poseerla.27 De hecho, Adorno reconocíala naturaleza ^privi-
iegíaclíi ' dé~Ta experiencia intelectual. Pero tenía cuidado en se­
ñalar que, en contraste con los intelectuales del orden establecido
(aquellos que Ringer ha descrito como lós “m andarines” de Ale­
m ania),28 esta élite tenía malas relaciones con la clase gobernante,
cuya hegemonía am enazaba.29 Sin embargo, al no poder articular
el enlace entre la experiencia individual de revuelta intelectual y
la transform ación de la realidad social Adorno una vez más110 nos
deja con el interrogante: ¿precisamente a quién estaba conducien*
do la a v a n t - g a r d e ?
Quizá Adorno pudo ignorar esta cuestión porque su concepto
de experiencia no incluía y ni siquiera suponía una teoría de la in-

de F ranz P fem fert, q u e e m p ezó e n 1911 co m o u n a p lataform a para la lit e ­


ratura e x p resion ista y la p o lític a radical. L a in ca p a cid a d de com b in ar e sté ­
tica. y rad icalism o p o lític o lle v ó a P fem fert a ab an d on ar la prim era y trans­
form ar a Die A k tio n e n un órgan o p u ram en te p o lític o (co m u n ista -r ev o lu ­
c io n a r io ). (C f. Ich schneide die Z cit aus: Expressionismus und Politik in
Franz Pfemfer^s ‘D ie A ktion \ 1911-1918, e d . P au l R a a b e [M u n ich , D e u ts-
ch er T a sc h e n b u c h V e r la g , 1964].)
27 D e b e señalarse q u e al rechazar la c o n c ep ció n bu rgu esa del su jeto com o
un iversal trascen d en tal, tam bién d esafiab a sus im p lica n cia s d em ocráticas
(la u n iversalid ad de las fa cu lta d es h u m an as racion ales, el p rin cip io d e
gob iern o por consenso, el a x io m á tic o “ u n hom bre, u n v o to ” q u e afirm aba
la id e n tid a d e in terca m b ia b ilid a d d e los su jetos). S in em bargo A d orn o no
era n ad a sino un d em ócrata. A lgu n os d e sus p en sam ien tos m ás au d aces in ­
c lu ía n las im p lica n cia s del p rin cip io d e no id e n tid a d para un a n u eva c o n ­
c ep ció n de la d em ocracia p o lític a , basada en el reco n o cim ien to d e l carácter
ú n ico del in d iv id u o , d on d e la “ d iscrim in ación ” -'p erd ía así su c o n n o ta c ió n
racista y peyorativa y se transform aba en la h ab ilid ad para d iscern ir lo que
con trib u ye a la ju stic ia so cia l en térm inos cu a n tita tiv o s y c u a lita tiv o s. (V e r,
p. ej., A d orn o, D ialéctica negativa, pp . 5 1 -5 2 , y passim.)
28 F ritz K . R in ger, T h e decline of the Germán mandarins: the Germán
academia communily¡ 1890-1933 (C a m b rid g e, M ass.: H arvard U n iv e r ­
sity Press, 19G9).
“ "H ay q u e co n c ed er q u e realm en te las exp erien cias filosóficas n o están
por ig u a l al alcan ce d e to d o el m u n d o .. . [Para] la r a cio n a lid a d virtu a l­
m en te d eso b jetiv a d a de un id eal c ie n tífico . . . to d o es su stitu ib le por todo. . .
El a rgu m en to se las da de d em o crá tico , pero se h ace de n u evas an te lo
q u e el m u n d o ad m in istrad o co n sig u e d e los qu e o b liga a ser sus m iem bros.
S ólo los q u e éste no h a m o d ela d o del todo, están h u m a n a m en te en c o n d i­
c io n es d e resistirle. L a c rítica d e l p riv ileg io se c o n v ierte en p r iv ile g io : tan
d ia lé c tic a es la m arch a d e l m u n d o .” (A d o rn o , Dialéctica negativa, p. 48 .)
1,0 V e r cap . 2.
tersubjetividad.81 Como escribió en Dialéctica negativa: “La ver­
dad es'objetiva y no plausible,”82 No era dependiente del consenso
subjetivo.88 Aquello que otorgaba consistencia ál” conocimiento ño
era la universalidad del sujeto, sino la estructura uniforme (de mer­
cancía) del objeto, “la m utua afinidad de los objetos” .84 Las expe­
riencias individuales y únicas de subjetividad crítica corrían pa­
ralelas porque centraban su enfoque sobre particulares que refle­
jaban la misma realidad objetiva, y de allí que lá colaboración fuese
posible entre los intelectuales, aun cuando éstos trabajaran solos.
N ada le complacía más a Adorno que el hecho de que un amigo
llegara a percepciones similares, de manera independiente, ya que
consideraba esto como una validación de su corrección, Gomo ex­
clam ara entusiastamente Benjamin después de leer el manuscrito del
libro de Adorno sobre Kierkegaard: “Después de todo, existe toda­
vía algo así como la colaboración. . .”30

FANTASÍA EXACTA: TRANSFORMACION MIMáTICA

El sello distintivo del sujeto kantiano era su “espontaneidad”, es

81 E l in te n to de M artin B uber d e transform ar la d ia léctica h eg elia n a del


su jeto -o b jeto en u n a rela ció n in tersu b jetiv a de yo -tú d ejó a A d orn o in d ife ­
rente, así co m o la n o ció n d ilth e y a n a d e l con ocim ien to' corno "com prensión"
( V e rste h e n ) a través de la " em p a tia ” ( E in f ü h lu n g ). A lgu n a vez B enjam in
c o m en tó a A d o rn o : "E stoy in teresad o n o en los hom bres, sino sólo en los
c osas.11
u A d orn o, D i a l é c t ic a n e g a tiv a , p. 49.
M P ero la d im en sión in tersu b jetiv a era fu n d a m en ta l para la naturaleza
social (c o m o lo o p u esto a lo p u ra m en te cog n itiv o ) d e la d ia léc tica , tanto
en su form a h e g e lia n a (la d ia lé c tic a del am o y e l esclavo) co m o e n la forma
m arxian a d e la lu ch a d e clases. D e h e c h o era el p u n to d e u n ió n e n trc.cp n o-
c im ien to y transform ación real d e la socied ad . L ajreciep te teoría d e H a b e r m a s
de la in tera cció n social y su co n c ep ció n de la u top ía en"térm ihóV dé'iIft córi-
Bénso v erd ad eram en te d em ocrático lograd o a través d e la " com u n icación
'sin distorsion es” , p u ed e ser vísta co m o in te n to pot1 llen ar esté v a c ío en la
teoría d e A d orn o. A l m ism o tiem p o , ig u a l‘qu e A d orn o, H áb érm as sostiene
la in d iv id u a lid a d del su jeto : e l con sen so d eb e lograrse por u n d iá lo g o entre
iguales, n o por los d ictad os d e la clase d o m in a n te o d e l P artido C om unista.
(V e r Jü rgen H ab erm as, " K o n n en k om p lexe G esellsch aften ein e v ern ü n ftige
Id en titá t a u sb ild e n ? ” , e n Z w e i R e d e n : A u s A nlass des H egel-F reises [Frank.-
furt am M ain , Suhrkam p V e rla g , 1974],)
M A d orn o, D ia l é c t ic a n e g a t iv a , p. 33.
35 C arta d e B en jam in a A d orn o, 1? d e -d ic ie m b r e d e 1932, c itad a por el
ed ita r en W a lter B en jam in , G e s a m m e l t e S c h r ifte n , 6 vols., ed. R o lf T ie d e ­
m a n n y H erm a n n S ch w ep p en h áu ser, vol. n i, K r i t i k e n u n d ' R e z e n s i o n e n , ed.
H e lia T ied em a n n -B a rtels (F ran kfurt am M a in : Suhrkam p V erlag, 1972),
p. 6 61.
decir, su^rol activo en la experiencia cognitiva. Si Adorno creía que
K ant no había tomado suficientemente én serio el carácter indivi­
dual del sujeto, argum entaba lo mismo en lo referido a su partici­
pación activa en el proceso cognitivo. El sujeto kantiano era crea­
tivo sólo en tanto moldeaba los objetos según formas y categorías
a priori del entendimiento racional: el entendimiento tenía una
estructura previa perm anente según la cual se conformaban los
objetos de la experiencia.cPeró^'Ádorno, dando un giro a la revolu­
ción copernicana de K ant, sostenía que el objeto, y no el sujeto,
era lo prem inente: era la previa estructura históricamente des­
arrollada de la sociedad la que hacía que las cosas fuesen como
eran, incluyendo las reificadas categorías dé la conciencia kantiana.
Cómo lo escribiera a Benjamin en 1935:
í

El carácter fetichista de la /nercancía no es un hecho de conciencia, sino


dialéctico en el sentido eminente que produce conciencia.8®

Adorno sostenía que el momento cognitivo autónomo y espontáneo


residía en el rechazo a aceptar la resultante fetichización del pensa­
miento en la que el sujeto era desdoblado del objeto, el entendi­
miento de la materia. El sujeto debía salir de la caja de la subje­
tividad entregándose al objeto, entrando en él como había afir­
mado Benjamin en el Trauerspiel.87 Esta “inmersión en la interio­
ridad”38 no conducía al redescubrimiento de si mismo del sujeto,110
sino a un descubrimiento de la estructura social en una particular
configuración. Allí donde Hegel, también argumentando en contra
de K ant consideraba que la estructura de la realidad era en últim a
instancia idéntica 'a la subjetividad racional, Adorno consideraba
al objeto como simplemente no racional, aunque era comprensible
racionalmente. Pero sólo una lógica dialéctica podía captar las con­
tradicciones internas de los fenómenos que reproducían en el m i­
crocosmos la dinámica del contradictorio todo social.
M arx afirmaba en su crítica de la Rechtsphilosophie que la filo­
sofía no era una “cuestión de lógica” (Sache der Logik) sino la
“lógica de la cuestión” (Logik der Sache) y Adorno incorporó esta
frase a su propio vocabulario. Sin embargo, alteró en realidad su

!W C arta !t\e A d orn o a B enjam in, 7 de agosto d e 1935, en A d orn o, Über


Walter Benjamín, p. 112.
37 B en jam in , Urspritng des deutschen Trauerspíels, ed. R o lf T ied em a n n
(F ran k fu rt am M a in : Suhrkam p V e rla g , 1972), p. 17.
39 A d orn o, Dialéctica negativa, p. 25.
“ [Esta filosofía]. . . se aban d on aría [a los objetos], en vez de u tilizarlos
co m o esp ejo e n que rep rod ucir su propia im agen , c o n fu n d ién d o la con lo
c o n c re to .'1 (Ibid.j p. 22.)
significado, conectándolo con una tradición filosófica premarxista.
En su conferencia inaugural escribió:

Podemos ver aquí [en el propio programa *de Adorno] un intento por
restablecer acjuel antiguo concepto de filosofía formulado por Bacon
y discutido apasionadamente en la época de LpifenízT co'íícepcipn que el
idealismo ridiculizara como tontería: la del aifs inveniendi.*®

El término ars inveniendi estaba bien elegido: significaba literal­


mente el arte de encontrar algo^ invención en el sentido, no de
construir algo, sino de descubrirlo por .vezjarim era Pero, contra la
pasividad receptiva y la postura observadora del sujeto positivista,
“científico” a que había conducido históricamente la filosofía na­
tural de Bacon, Adorno insistía: “El órganon de este ars inveniendi,
sin embargo, es la fantasía.”41 En "lugar^de tom ar la reaíuJacl tal
corno estaba dada inm ediatam ente (y ser tomado por ella), la “fan­
tasía” del sujeto disponía activam ente sus elementos, ubicándolos
en relaciones diversas hasta que cristalizaran en una que hiciera
que su verdad fuese cognitivarnente accesible. Incluso cuando el
sujeto “entraba dentro” del objeto, no era trabado por él, sino que
m antenía la distancia necesaria para la actividad critica.42 Y al mis­
mo tiempo, aquello que diferenciaba esta fantasía de la pura lu c u ­
bración ele sueños, era su adhesión estricta a los hechos. Era

una fantasía exacta;' fantasía que permanece estrictamente dentro del


material que las ciencias le presentan, y que lo trasciende sólo en los
más pequeños aspectos de su disposición: aspectos que la propia fantasía
debe originalmente generar.43
111 A d orn o, “ D ie A k tu a lita t der P h ilo so p h ie (1 9 3 9 ), GS 1, pp. 3 4 1 -3 4 2 .
41 Ibid., p. 342,;' El térm ino “ fa n ta sía ” h a b ía sido revitalizad o r ec ie n te m en ­
te dentro del len g u a je filosófico por H usserl, cu yo m étod o fen o m en o ló g ic o
oto rg a b a a los ob jetos d e la “ fa n ta sía ” (siren as y un icornios) la m ism a d ig ­
n id a d filo só fica q u e a los fen ó m en o s em p íricos. El sig n ifica d o de A d orno
era b astan te dife'rcnte. E n realid ad , afirm ab a q u e aun. la ficción , no. p od ía
pon er en tre paréntesis la realid ad e m p ír ic a En su c rític a a H usserl es­
crib ió: “ El m áterial de to d a fan tasía está ligad o a la e x p e rien cia ; de allí. . .
el carácter ilusorio de la fan tasía com o ficc ió n . . . n o ex iste fan ta sía p u ra;
es en sí u n a ficción y en realid ad u n a ficc ió n falsa, es "deEi^’aqüe'Ilá q u e no
p u ed e r e c o n o c e r :la referen cia fu n d a m e n ta l d el p en sa m ien to respecto a lo
fá c tic o .” (T h e o d o r W. A d orn o, H u sserl m s., 1 9 3 4 -1 9 3 7 , F rankfurt am M ai"
legad o de A d orn o, p. 122.)
42 L a te n d e n c ia de( B e n ja m in )a p erm itir _que el su jeto filo só fico se hun-^
diera 'tari to ta lm en te d en tro dél ob>jcto h a sta el p u n to de desaparecer^ llegó
a ser un a cu estión cen tral en su p o lé m ic a in te le c tu a l con A d orn o durante Ja
d éca d a de los trein ta (ver caps. 9 y 10).
43 A d orn o, “ D ie A k tu alitat der P h ilo so p h ie ” (1931), GS 1, p. 341. Un
añ o a n tes B en jam in h ab ía escrito u n a crítica en la que yu x ta p o n ía los con-
“Exacta fantasía” era entonces un concepto dialéctico que recono­
cía la mediación m utua de sujeto y objeto sin perm itir que ninguno
obtuviera ventaja sobre el. otro. No era imaginación en el sentido
de proyección subjetiva más allá del m undo existente, ya hacia
el pasado44 o hacia el futuro,48 seguía siendo “inm anente” a los fenó­
menos materiales, cuya facticidad actuaba como control del pen­
samiento. La “exacta fantasía” era científica en su rechazo a “sa­
lirse del perím etro de los elementos” .40 Pero como el arte, reacomo-
daba los elementos de ia experiencia, las “enigmáticas figuras de la
existencia empírica”47 hasta que éstas se abrían a la comprensión
cognoscitiva. Fue este reordenamiento interpretativo lo que arrojaba
luz sobre lo que Adorno quería significar con “la lógica de la cues­
tión”. El sujeto se entregaba a los objetbs, pero no los dejaba in­
tactos. ÉrTlügár de la m era duplicación en el pensamiento, éstos
se t r a n s f o r m a b a n al, interior, de la representación verbal.
En su Trauerspiel, Benjamin había diferenciado entre conoci­
miento (en el sentido de datos recolectados) y la experiencia filo­
sófica de la verdad:
El conocimiento es una adquisición.. . En él existe el carácter de pro­
piedad. La^presentaciSn* esT sécun3 aria a su posesión. N o existe desde el
com ienzoxoxiio^goqu e se^esentapa"sí^'misino.'"Esto es en cambió lo que
ocurre precisainénte con lá vertíad.*8““
cep to s de “ e x a c titu d ” y “ fan tasía" . (V e r B en ja m ín , "E ín Jak ob in er von
h e u te ” [1 9 5 0 ], G e s a m m e l t e S c h r ifte n , m , p. 260). El térm in o exak te Fan-
tasie ta m b ién ap arece e n D i a l é c t ic a n e g a tiv a , p. 5 2 y passim .
“ C f. D ilth e y , q u ien d escrib ía el p ap el de su jeto co m o alg u ien q u e n e c e ­
sitaba d e la “ im a g in a ció n ” ( V o rstellen) para p od er in terp retar los fe n ó ­
m en o s cu ltu ra les, rev iv ien d o la ex p erien cia h u m an a q u e éstos h ab ían re­
gistrado. E n co n tra ste a la id e a d e A d o rn o d e la exp erien cia in terp retativa
(E rfa h ru n g ) co m o tran sform ación m im ética d e l o b jeto n o id é n tico , la v i­
v e n c ia ( E rle b n is) se basaba en la prem isa d e la id e n tid a d in tersu b jetiva,
es d ecir la ca p a c id a d d e pon erse en los zap atos del otro.
** C f. u n o de los p ocos pasajes d e los escritos d e H ork h eim er d on d e Ja
p alab ra “ fa n ta sía ” ap arece con un sig n ifica d o m uy d ife re n te ; “ E ste pensar
[la T e o r ía C rítica] tien e a lg o en com ú n con la fa n tasía, a saber: q u e u n a
im a g en de fu tu ro, q u e surge por cierto d esd e la m ás p rofu n d a co m p ren ­
sión d e l p resen te, d e te rm in a p en sa m ien to s y accion es, aun e n los p eríod os
en qu e la m arch a d e las cosas p arece descartarla y dar fu n d a m e n to a c u a l­
qu ier d octrin a an tes q u e a la creen cia en su cu m p lim ien to . Pero n o es
propio de este pensar lo arbitrario y lo sosp ech osam en te in d ep en d ien te, sino
la te n a c id a d de la fa n ta sía .” F a n ta sía aqu í era la tozu d ez d e l m oralista,
b u pod er critico de rech azar lo d ad o y d e im agin ar q u e las cosas p od rían
y d eb erían ser d iferen tes. (M a x H ork h eim er, “T e o r ía tra d icio n a l y teoría
crític a ” [1 9 3 7 ], Teoría crítica, p. 251.)
*° A d o rn o , “ D ie A k tu a litá t der P h ilo so p h ie ” , G S 1, p. 3 4 2 .
41 I b i d . , p. 3 54.
B en ja m in , U r s p r u n g des de u tsc h e n T r a u e r s p ie ls , p. 10.
En términos marxistás, el conocimiento como “posesión” era una.
mercancía {el medio del lenguaje podría verse c6mo el carro que lo-
transportaba al mercado, donde el “intercambio” de ideas era sim­
plemente la trasmisión de la información). Pero la filosofía, según.
Benjamin, era revelación, la presentación de la verdad*“ y aquí el
lenguaje,no_ tr^sportaBa^'^smo los ot?jetos de materia,
en palabras. En sí, los objetos eran mudos. Necesitaban ser “traídos
al discurso” por la exacta fantasía del sujeto que¡ expresaba su lógica,
interna en una traducción verbal. El lenguaje expresaba la “lógica,
de la m ateria” en una nueva modalidad.
En conexión con este punto aparecía en los escritos de Adorno la.
palabra “mimesis” , y aquí también era manifiesta su deuda para,
con Bejamin. L a experiencia de Benjamin al traducir a Proust y a.
Baudelaire49 era paralela a la preocupación anterior de Adorno res­
pecto dé la reproducción musical.50 Ambas eran actividades mi­
mé ticas.
La traducción literaria y la ejecución, musical no copiaban simple­
mente el original, m antenían el “aura” del original transformándolo
para que su verdad pudiese precisamente ser preservada.81 M im e-
tizar el original en una nueva modalidad requería entonces de la.
“exacta fantasía” . Como ha analizado Tiedem ann en el caso de
Benjamin, la traducción proporcionaba el modelo para su teoría de
la verdad porque era “simultáneamente recepción y espontanei­
dad: el traductor requiere del modelo, el original, y su tarea es.
producir una nueva versión” .62

“ W alter B en ja m ín , “T h e task o f th e tran slator” (1 9 2 3 ), IIlu m in ations,,


ed . e in trod . H a n n a h A ren d t, trad. H arry Z o h n (N u e v a Y ork: S ch o ck en
Books, 1969), pp . 6 9 -8 2 . A d o rn o c o m en tó q u e h a b ía leíd o este ensayo, in ­
trod u cción a la trad u cción d e B au d elaire, in clu so antes de su p u b licación ,,
y sin lu gar a d u d as in flu yó su m od o d e pensar en relafción a la reproducción.,
m u sical. (A d o rn o , Ü b e r W a l t e r B e n j a m í n , p. 68.)
60 T h e o d o r W . A d orn o, notas acerca de la R e p r o d u k t i o n s th e o r ie , 3 vols.,.
in éd ito , F ran kfurt am M a in , leg a d o de A dorno.
01 E n 193ü A d orn o escrib ió q u e, en la era actu al, la rep rod u cción te cn o ­
ló g ic a d e las obras de arte ( a través d e p elícu la s, discos, e tc .) hab ía d esp o­
ja d o al arte de su “au ra1 y lo h a b ía tran sform ad o en un arm a p olítica. A dor-,
no con sid eró, c o n razón, esta afirm ación de B en jam ín , com o una traición a ,
su p o sició n com ú n anterior. (V e r B en jam in , “ T h e W ork of A rt in the A ge of
T e c h n ic a l R e p r o d u ctio n ” , I l lu m in a tio n s pp . 2 1 7 -2 5 1 ; cf. carta de A d orn o a
B en jam in , 18 de m arzo d e 1 936, Ü b e r W a l t e r B e n ja m ín , pp. 126-134.)
“ R o lf T ied em a n n , S t u d ie n z u r P h ilo s o p h ie W a l t e r B enjam íns, introd..
T h e o d o r W . A d orn o (v o l. 16 d e l In stitu t für Sozialforsch u n g, Frankfurter
Beitrdge zur So z io lo g ie, ed, T h e o d o r W . A d orn o y W alter D irks; Frankfurt;
am M a in , E u rop áisch e V erla g sa n sta lt, 19G5), p . 32.
Escribe Jay que con el primer estudio en colaboración de Ador­
no y Horkheimer, Dialektik der Aufklarung (1947), “la Escuela de
Frankfurt introduce en su vocabulario un término nuevo: mime­
sis,-1'3 (podría haber sido nuevo para la “Escuela” de Frankfurt,
pero no para Adorno). Jay sugiere una conexión entre el uso del
término y su aparición en los escritos sociológicos y psicológicos del
•siglo xix.B4 Adorno documenta sú relación con una tradición
mucho más antigua: la propia Dialektik der Aufklarung explica
que mimesis tiene su origen en la magia primitiva, en la imitación
de la naturaleza por el chamán.53 Al desintegrarse la magia, la
mimesis sobrevivió como un principio de representación artística.56
Desde Platón y Aristóteles, el concepto de mimesis estuvo ligado
integralmente a la historia de la filosofía estética y, como notara
Benjamin en sus primeros escritos, incluso su form a primitiva,
chamánica, ha sido preservada en el desarrollo ontogenético: “el
niño imita no sólo al tendero o al maestro, sino al molino o al tren
tam bién” / '7 Benjamín veía en el desarrollo del lenguaje un nivel
más avanzado de esta capacidad: las palabras imitaban a la natu­
raleza en una “correspondencia no representacional” (unsinnliche
■Áhnlichkeiten).58 Consideraba esta capacidad como uno de los ta­
lentos humanos más elevados, y consideraba a la mimesis como
“momento ineluctable en el proceso cognitivo”.BI>
El carácter transformacional del momento mimétíco en el método
teórico de Adorno debe ser tomado muy literalmente. La “lógica
interna” de los objetos (música de jazz, una butaca de teatro) se
transformaba en palabra, e inversamente, las palabras (de una can­
ción popular, de .un texto de Kierkegaard) eran transformadas en
“imágenes” .00 A diferencia de la m era duplicación del mundo
“dado”, perspectiva de la teoría burguesa, la fantasía exacta efec­
tuaba una metamorfosis que, a pesar de toda su ilum inada racio-

63 M artin Jay, T h e D ia lé c tic a l I m a g i n a t io n : A H is to r y of the F rankfurt


S c h o o l a n d the I n s titu te fo r S oc ia l R e se a rc h t 1 9 2 3 -1 9 5 0 (B oston : L ittle,
Brown. 1973), p. 269.
M I b i d . Jay m en cio n a esp ecífica m en te su u tilización por T a rd e, L e Bon
y F reud.
M ax H ork h eim er y T h e o d o r W . A d orn o, D ia le c tic of E n l i g h t e n m e n t ,
trad. John C u m m in g (N u e v a Y ork: H erder and H erd er, 1972), p. 9.
88 Tbid.i pp. 18-19. A causa de su “ aura” : “ La obra d e arte aún tien e
:algo en com ú n con el e n c a n ta m ien to ” (p . 19).
B7 W alter B en jam in , “ U b er das m im etisch c V crm o g c n ” (s. f.), Sc h r ifte n ,
.2 vols., ed. T h e o d o r W . y G retel A d orn o (F ran k fu rt am M ain , Su hrkam p
V e rla g , 1955), vol. 1, p. 5 07.
” Ibid.
59 T ied em a n n , S t u d ie n zur P h iloso ph ie W a l t e r B e n ja m in s , p. 125.
■®° V éasp infra, pp . 213 ss.
nalidad, conservaba una cierta imagen de truco de magia. No es-
casual que Adorno pudiera imaginar a su amigo Benjamin con un
bonete de mago.01
La transformación mimética puede ser vista como la reversión'
de la subjetividad kantiana. La creatividad de esta última residía
en la capacidad del sujeto de proyectar en la experiencia sus pro­
pias formas y categorías a priori, absorbiendo dentro de sí el obje­
to. Pero el sujeto de Adorno deja la iniciativa al objeto; form a al
objeto sólo en el sentido de transformarlo en una nueva modalidad.
El lenguaje de la expresión filosófica no era entonces ni intención
subjetiva ni un objeto a m anipular, sino “una tercera cosa” , ex­
presaba la verdad a través de configuraciones, “como una unidad
de concepto y m ateria dialécticamente imbricada y explicativa­
mente indescifrable” .02 La verdad como representación lingüística,
mimética suponía llamar a las cosas por sus nombres correctos.

EL NOMBRE

En el pensamiento de Benjamin la noción del “nombre” jugaba,


un papel fundam ental, y su inspiración original era más mística
que marxista.fl!1 Sus escritos primeros interpretaban la historia
del Génesis como la fuente del poblema del conocimiento: Dios
hizo ser al mundo con su V erbo; al crear al hombre a su imagen
le dio el poder de la palabra.04 Como nom brador de las criaturas
de Dios, Adán y no Platón fue el padre de la filosofía.05 Pero el
lenguaje del paraíso fue herido por la Caída, y el balbuceo del
lenguaje humano, en el que las palabras tendían a los objetos,'8<v
no pudo recapíurar el conocimiento de lo particular encerrado
en el nombre. Las palabras perdieron su adecuación con el con-

91 Adorno, “ E iñleitung zu Benjamins ‘Schriften’ ” (1955), Über W a lte r


Benjamín, p. 34.
82 T heodor W. Adorno, “Thesen über die Sprache des Philosophen” (s.
í., pero evidentem ente escrito a principios de lo3 años treinta), GS ),
p. 369.
03 Adorno escribió: “el filósofo lingüístico educado en la cábala. . . con ­
sidera [la u nid ad 1 subjetiva] mero garrapato sustitutivo del nombre. Esto
establece el lazo de unión entre su fase m aterialista y su fase teológica”.
(A dorno, “Caracterización de W alter Benjam in” [1950], Crítica cultural y
sociedad, trad. M. Sacristán [Barcelona, Ariel, 1969], p. 123.)
44 Benjam in, “Ü ber Sprache überhaupt und iiber die Sprache des M ens-
chen” (1916), Schriften, vol. 2, p. 410.
Benjam ín, Ursprung des deutschen Trauerspíels, p. 19.
M Cf. ibid., p. 18.
tenido.67 Aunque aun antes de la Caída, la naturaleza, a diferencia
del hombre, era m uda:

A hora com ienza su otra m u d e z . . . a una verdad m etafísica q ue toda


natu raleza com enzaría a lam en tarse si se le otorgara el lenguaje. . . Y
allí don d e só lo las plan tas m urm uran, se escucha el sonido de un la-
in e n to . La naturaleza g im e a causa de su m u d ez.08

Este tem a apareció más tarde también en los escritos de Adorno,


pero transform ado dentro de un marco marxista. La frase “e!
lenguaje refleja el anhelo de los oprimidos y el sufrimiento de la
naturaleza”00 y la invocación “la necesidad de dejar su elocuencia
al dolor es la condición de toda verdad”70 eran secularizaciones del
mito del Génesis: el origen del sufrimiento de la naturaleza ya no
se interpretaba en términos de la C aída del Hombre, sino en
términos del surgimiento de la opresión de clase,71 En la socie­
dad burguesa avanzada, las palabras se habían transform ado en
fetiches, indiferentes a los objetos que significaban; “Es signo de
toda la reificación resultante de la conciencia idealista el hecho
de que las cosas puedan ser nombradas arbitrariam ente. . .”72 El
nom bre verdadero, en contraste, era mimético porque exigía pre­
cisión de referentes: la representación verbal del fenómeno se
somete a la particularidad de las cosas^ formando una configura-
■ción única.
En tanto configuraciones críticas, las construcciones de la fan­
tasía exacta de Adorno eran polémicas. Intentaban rom per el
hechizo de la segunda naturaleza y liquidar la conciencia reifi-
87 Ibid. Cf. “entre las palabras y lo que conjuran se abre un vacío ’.
(A dorno, Dialéctica negativa, p. 50.)
“ Benjam ín, “Über Sprache iiberhaupt. . ( 1 9 1 6 ) , Schriften, vol. 2,
p. 417. “El eje central de' l a teoría del lenguaje de Benjam in surge de su
oposición al procedim iento tradicional de hacer depender al fenóm eno del
sujeto, adhiriendo a él signos arbitrarios, o de obligar a los que hablan a
identificarse m im éticam ente con los objetos. Así como ‘todas las grandes
•obras’ de la literatura contienen ‘entre líneas su virtual traducción’ [Ben­
jam in , “La tarea de traductor”] a otros idiomas, así el nombre de los fen ó­
menos está virtualm ente contenido en su interior. Por lo tanto . . .[la teoría
del lenguaje de Benjam in es] una teoría de la traducción.” (T iedem ann,
■Studien zur Philosophie W alter Benjamins, p. 32.)
M ax H orkheim er, Eclipse of Reason (N ueva York, Oxford U nivcr-
sity Press, 1947), p. 179. El lenguaje y la idea de este pasaje son más ca­
rácter í yticos de Adorno que de Horkheimer.
10 Adorno, Dialéctica negativa, p. 26.
71 Con una inspiración similar, Ernst Bloch había escrito en Geist der
■Utopie (1 9 2 3 ): “ M illones de proletarios todavía no han dicho su paíabra.”
-(Bloch, Geist der Utopie, p. 318.)
Tfl A dorno, “Thesen über die Sprache des Philosophen”, GS 1, p. 367.
cada. En ese sentido, M arx había proporcionado un modelo en
El capital, al llam ar a las mercancías por su noitabre y por lo
tanto disolver su carácter místico.111 Adorno consideraba que la
esencia del arte era proveer una función similar. En 1930 elogió
la obra de Brecht Mahagonny porque desgarraba loa conceptos
reificados y nombraba la verdad social:

Es aq u ella [verdad] de la vio len cia co m o origen del ordep presente, y de


la am bivalencia en la que orden y v iolen cia se yerguen uno opuesto a la
otra. La esencia de la violen cia m ítica y de la ley m ítica están exaltadas
en M a h a g o n n y . B recht nom bra su paradójica sim u ltan eid ad .74

En Benjamin la noción del “nombre” no era sólo polémica. R ete­


nía aún, después de su acercamiento al marxismo, trazos de su
origen teológico: utopía, el retorno del Paraíso perdido, impli­
caba el restablecimiento del lenguaje divino de los nombres.
El interés de Benjamin en la forma artística del dram a trágico
barroco, o en los aparentem ente insignificantes detalles históricos
que reviven en su Passagenarbeit, reflejaban la esperanza de res­
catar los fenómenos de su extinción temporal, redimiéndolos al
interior del nombre. Esta noción de una redención profana de las
cosas en su particularidad era un tem a constante en los escritos
de Benjamin, uno de los cuales, según su crítico más reconocido,
“enlaza su fase metafísica anterior con su pensamiento marxista
posterior”.76 Como recordaba Adorno:
A l igual que su p ensam ien to intenta sustraerse, con renovados esfuerzos
y puntos de partida, al p ensam iento clasificatorio, así tam bién es para él
el nom bre de las cosas y de los hom bres el prototipo d e toda esperanza: su
reflexión intenta reconstruir ese nom bre.70

Resultaba cuestionable en qué m edida el polémico procedimiento


negado de “nom brar” las cosas era compatible qon el uso del
lenguaje para rescatar el fenómeno.77 D urante su disputa con
7* Karl M arx, Das Kapital. Cf. tam bién: “ M arx finalm ente designa en
forma explícita el interés privado com o el más intenso de los impulsos. . . ”
(Bloch, Geist der U topie, p. 322.)
u Theodor W. Adorno, “M ahagonny” (1930), M om etits musicaux (Frank­
furt M ain, ed. Suhrkamp, 1964), pp. 132-133.
75 R olf T iedem ann, “N achw ort”, en W alter Benjamín, Charles Baudelaire:
Ein Lyriker im Zeitalter des Hochkapilalismus, ed. R olf T iedem ann (Frank­
furt am M ain: Suhrkamp V erlag, 1969), p. 1G9,
7Í Adorno (1950), Crítica cultural y sociedad , p. 116.
77 Benjamin era consciente de las incom patibilidades. AI escribirle a
Adorno respecto de su Versuch über Wagner, apuntaba que la 'concepción
básica del estudio era polém ica, pero que el concepto de redimir a Wagner
a través de la crítica era problem ático: “La redención es una forma cíclica,
Benjamín en la década de 1930, Adorno criticó el tema de la
redención por su tendencia a deslizarse en vina teología positiva.'8
Pero Adorno reintegró a su teoría las ideas de Benjamin después
de la muerte de éste en 1940, y los utópicos elementos de mimesis
— la idea de redención y la imagen de la utopía como la restitu­
ción del ■lenguaje de los nombres— comenzaron a emerger en
sus propios escritos en relación con el nuevo concepto de “recon­
ciliación” (Versdhnung) .79
En verdad, el futuro utópico no podía ser definido afirm ativa­
mente. Sin embargo, el proceso cognitivo aseguraba que el futuro
podía ser, y era, la ausencia de dominación y violencia que la
restauración mimética del “nombre” prometía en el nivel cogni­
tivo, Jo que más atraía a Adorno, El “nombre” prestaba atención
a la no identidad del objeto identificándolo como particular y
único, imitaba a la naturaleza mientras que el concepto la subor­
dinaba.80 Si Benjamin había lamentado el desfasaje del lenguaje

la polém ica es progresiva.” (Carta de Benjamin a Adorno, 19 de junio de


19-38, legado de Adorno.)
'* U n interesante intento anterior de Adorno de traducir la noción del
nombre a un contexto marxista se encuentra en su breve trabajo “N otiz
über Ñ am en”, que apareciera en la Frankfurter Zeitung del 7 de agosto de
1930. Adorno señalaba aquí la distinción de clase que gobernaba la rela­
ción del individuo con su nombre y las condiciones sociales que se expresa­
ban al interior de los propios nombres. (Frankfurt am M ain, legado de
Adorno.)
Cf. en Eclipse of Reason un pasaje que nuevam ente suena más a
Adorno que a Horkheimer: “La transformación de este impulso [mimético]
en un medio universal de lenguaje antes que en una acción destructiva sig­
nifica que las energías potcncialm ente nihilistas [¿el lado polém ico de! "nom­
brar las cosas” ?] trabajan por la reconciliación.” (H orkheim er, Eclipse of
R e a s o n p. 179.)
50 Cf. Adorno y Horkheimer, Dialectic of Enlightenment, pp. 11 ss. En
Dialéctica negativa, Adorno sintetizaba esta noción: “El ideal de una mayor
diferenciación y matización. . . el conocim iento nunca olvidó por com pleto. . .
D iferenciación es Ja experiencia del objeto convertida en forma subjetiva de
reacción. Su postulado es la posibilidad de tal experiencia, y en él se refugia
la com ponente mim ética del conocim iento: la afinidad de cognoscente y
conocido. Por eso, aunque el conjunto del proceso de la Ilustración vaya
cuarteando poco a poco esta com ponente, nunca la elim ina del todo, al
menos en icuanto quiere conservarse a sí mismo. Incluso en la concepción de
un conocim iento racional ajeno a toda afinidad pervive el tanteo tras esa
concordancia, que en otro tiempo fue indiscutible para la ilusión de la
magia. La desaparición absoluta de este factor haría simplem ente incom ­
prensible la posibilidad de que el sujeto conociera el objeto, la pura racio­
nalidad se convertirla en irracional. Por otra parte, la com ponente m im ética
se funde a su vez en el proceso de su secularización con la racional. Este
proceso se resume con la palabra diferenciación.” (Adorno, Dialéctica nega-
tiva, pp. ESO-51.)
humano en comparación con el nombre paradisíaco, Adorno estaba
de acuerdo, aunque, coherente con su propia teología “negativa” ,
sostenía que la no identidad implícita en ese desfasaje era necesaria
para m antener la tensión crítica entre sujeto y objeto, de la cual
dependía la esperanza de u to p ía :81

. . .ni siquiera un esfuerzo e x tr e m o .. . p u ed e lograr q ue esas palabras dejen


de ser conceptos. Su precisión es un su ced án eo de la m ism a cosa y ésta
nunca llega a hacerse del tod o presente; entre las palabras y lo que co n ­
juran se abre un v a cío .82

Las palabras como conceptos jamás podrían ser suficientemente


particulares. Sin embargo la filosofía no podría trabajar sin el
momento conceptual. De allí que la representación filosófica de
la verdad descanse en racimos de conceptos, en continuas combi­
naciones y arreglos de palabras. Adorno denominaba a estas es­
tructuras de racimos “constelaciones” :

L o que hay de determ inable en la d eficien cia d e todos los con cep tos ob liga
a recurrir a otros, y así brotan esas constelaciones que son las ú nicas en
poseer algo de la esperanza q ue encierra el nom bre.83

CONSTELACIONES

El concepto de “fantasía exacta” fue diseñado para evitar las


posiciones no dialécticas del idealismo subjetivo por una parte,
y del materialismo “vulgar” , por otra: adhesión estricta al. m a­
terial, garantizando la prioridad de los objetos; pero disposición
activa de sus elementos, articulación verbal de su lógica interna,
experiencia filosófica rescatada desde la simple duplicación de
lo dado. Pero este program a era más fácil de plantear que de
realizar. El problema era m antener “exactamente” el objeto siri
copiarlo, y cómo disponer y transform ar sus elementos a través
de la “fantasía” sin recurrir a la ficción.
En su discurso de 1931 Adorno describió a la tarea de la filo­
sofía como la construcción de “constelaciones cambiantes”, depu-
81 “A este [nombre] se acerca el lenguaje filosófico negándolo. T al nega­
ción crítica en las palabras su pretensión de verdad inm ediata, que es casi
siempre la ideología de una identidad positiva, real entre palabra y cosa”
(Adorno, Dialéctica negativa, p. 50.) Esta afirmación era una crítica explí­
cita de Benjamin, quien según Adorno había llegado a depender mucho del
poder cognitivo del “nombre” .
“ Ibid.
83 Ibid.
rando a este térm ino de sus connotaciones astrológicas 84 Benjamin
había generado el uso filosófico del término, incluso argum entando
que la propia astrología había sido un progreso en relación a la
magia prim itiva; sostenía que era un punto nodal en el desarrollo
de la habilidad mimética hum ana, ya que, como el lenguaje, su
principio era la “similitud no representacional” .86 Las “constela­
ciones” eran una imagen central en la teoría del conocimiento
esbozada por Benjamin en el capítulo inicial de su estudio sobre el
Trauerspiel.88 U na vez más, a pesar de que este ensayo no era m ar­
xista (e incluso no hegeliano), proporcionaba la clave para expli­
car por qué la construcción de “constelaciones” debía ser definida
como la tarea de una filosofía “m aterialista” y “dialéctica” .
Benjamin comenzó su estudio de la tragedia barroca alemana
con un ensayo que, fusionando elementos de K ant y de Platón,
buscaba articular la experiencia filosófica de la verdad. Ya en
1918 había diseñado la dirección de esta teoría, en la por enton­
ces inédita pieza “Acerca del program a dé la filosofía venidera”
(Über das Programm der kommenden Philosophie). Aquí Benjamin
alababa a K ant por ser el único filósofo desde Platón implicado
en la justificación del conocimiento; sin embargo, criticaba la
naturaleza lim itada del concepto de experiencia en K an t; su
“ceguera histórica y religiosa”,87 y de allí su inadecuación al ser
confrontado con la transitoriedad de los fenómenos, por un lado,
y su verdad “ religiosa” o nouménica, por el otro. Expuesto, a
través de Scholem, a la idea mística de experimentar la m ateria
como revelación, y afirm ando “la virtual unidad de religión y filo-
w En su discurso Adorno m anifestó ciertas reservas acerca del término,
sugiriendo una “expresión m enos astrológica y más com ún desde el punto
de vista científico: . . . proposiciones de prueba [Versuchsanordnungen] . .
El término en realidad provenía de la teoría del teatro épico de Brecht.
(A dorno, “D ie A ktualitát der Philosophie” (1931), GS 1, p. 335.) Sin em ­
bargo la palabra K onstellation sigue apareciendo en sus escritos, inclusive
en sus más im portantes trabajos posteriores (Dialéctica negativa pp. 165-
166 y passim) y ello a pesar de su propio estudio crítico de los horóscopos
y la astrología com o parte de la “industria de la cultura” (C f. T heodor W.
A dorno, “Superstición de segunda m ano” [1952*1953], en T heodor W. Ador­
no y M ax Horkheimer, Sociológica, trad. V . Sánchez [Madrid, Taurus,
1966], pp. 149-173).
BB Benjam ín, “Über das m im etísche V erm ogen” (s. f.), Schriften, vol. 1,
p. 508.
88 W alter Benjam in, “ü b e r das Programm der kom m enden Philosophie”
(1 9 1 8 ), Zur K ritik der G ewalt und andere Aufsátze, epílogo de Herbert
M arcuse (Frankfurt am M ain, ed. Suhrkamp, 1965), p. 10.
aí La palabra “constelación” aparece ocasionalm ente en los ensayos de
H orkheim er (T eo ría crítica), pero referida a racimos de elem entos de la
realidad, más que en la estructura de su interpretación.
sofía”,88 creía que esta inadecuación podía corregirse] "en el ámbito
del sistema kantiano”,80 y esto era precisamente lo que intentaba
en el prim er capítulo (“Erkenntniskritische Vorrede”) del estudio
sobre el Trauerspiel. En una notable inversión del platonismo,
Benjamin presentaba una teoría de las ‘‘ideas”, a la que refería
como a “constelaciones”, que resultaba compatible con el empiris­
mo kantiano. La teoría era abstrusa, y ciertos aspectos estaban
ligados a un misticismo religioso que Adorno jamás incorporó;00
sin embargo algunos otros aspectos no pueden de hecho ignorarse
si se pretende comprender correctamente la teoría de Adorno.
A riesgo de una sobresimplificación, y plenam ente conscientes de
las dificultades del texto,81 debemos intentar hacer una interpre­
tación de la teoría de las ideas contenidas en el Trauerspiel de
Benjamin.
El ensayo distinguía entre el concepto kantiano de experiencia
en tanto “conocimiento” (Erkenntnis)y cuyo método cognoscitivo
era el adecuado para la ciencia, y aquello que denominaba “ex­
periencia” (Erfahrung) filosófica, que se refería a la revelación
de la verdad. En el prim er caso, el sujeto constituía el mundo
de acuerdo con sus propias estructuras conceptuales, en el segundo
caso, el sujeto constituía “ideas” cuya estructura era objetiva,
determ inada por los propios fenómenos particulares, por las “afini­
dades electivas” de sus elementos, para usar el término de Goethe ;02
en el lenguaje de Adorno, por su “lógica interna” . El conoci­
miento kantiano era “posesión” ;98 imponía el desunir la realidad
de modo de poder subsumirla bajo los conceptos que “surgían de
la espontaneidad del entendimiento” .04 Pero la experiencia filo­
sófica era la “representación de las ideas” (Darstellung der Ideen)oc
a partir de la realidad empírica misma. Y sin embargo, también
f

w Benjam ín, U ber das Programm der komm enden Fhilosophie” , p. 10.
Bn Ibid., p. 23.
60 H abía incluso algunas afirmaciones cuya am bivalencia fue origen de
la controversia entre ambos durante la década de 1930.
Bt Steiner ha escrito respecto del capítulo del Trauerspiel'. “L a E rkenní-
niskritische Vorrede preliminar (una fórm ula casi intraducibie) es notoria
por ser uno de los textos más opacos y recargados de todo el pensamiento
europeo,” (G eorge Steiner, "T he U ncom m on R eader”, Tim es Literary
Supplem ent, 25 de octubre de 1974, p. 1190.)
M Benjamin había escrito un estudio crítico sobre la novela ,de Goethe
Afinidades electivas, en 1924 (cf. W alter Benjam in, “Goethe» Wahlver-
wandtschaften” , Schriften, vol. 1, pp. 55-140).
03 V éase p- 100.
M Benjam ín, Ursprung des deutschen Traucrspiels, p. 11.
SB Ib id., p. 10.
aquí los conceptos jugaban un papel, como mediadores entre los
fenómenos empíricamente dados y sus ideas:

Los fenómenos, sin embargo, no entran en su totalidad en el reino de las


ideas, no en su bruta existencia empírica, mezclada com o está con la
mera apariencia \Schein\_t sino que son redimidos sólo en sus elem en to s.. .
En está partición de ellos, los fenómenos están bajo los conceptos. Son
los conceptos los que desenmarañan los fenómenos en sus elem entos.98

El sujeto conceptualizador actuaba como mediador disponiendo


los elementos fenoménicos (o quizá, más correctamente, propor­
cionando el medio lingüístico a través del cual esta disposición
era trasmitida), de modo que las relaciones entre ellos se tornaran
visibles para el intelecto, para formar una “idea” que pudiera
ser mentalmente percibida. Era el destino de los fenómenos en las
manos del concepto, más que la conceptualización per se, lo que
m arcaba la diferencia crucial entre el conocimiento cognitivo y la
representación filosófica de la verdad.07 El primero se realizaba
por medio de la abstracción: lo particular entraba en el concepto
y desaparecía. Pero en la representación de la verdad, los par­
ticulares, aunque conceptualmente mediados, remergían en la
idea, o inás precisamente, se transformaban en idea en la disposi­
ción conceptual de sus elementos.68 El papel del sujeto," extraer
M I b i d ,,p. 15.
07 En la teoría del T ra u e rs p ie l de Benjamin, conocim iento y verdad, al
igual que concepto e idea, aunque no idénticos, tam poco estaban total­
m ente separados. Como apunta T iedem ann: “la verdad retiene un carácter
•lógico, e s comprensible sólo en tanto ‘conocim iento’. . (T iedem ann, S tu -
d ien znf- P hiloso phie W a l t e r B e n ja m in s , p. 22.)
DB Benjamín, U r sp r u n g des de u tsc h e n T rauerspiels, p. 15.
0(> El capítulo parece ser ambiguo en cuanto al papel del sujeto. Por una
parte, sostiene que la idea es algo *'pre-dado” (ein Vorgegebenes) que se
presenta a la mirada contem plativa, una noción husserliana {y también mís­
tica), que implica que el sujeto no es tanto el constructor de las ideas,
sino su descubridor. (Estas manifestaciones de una tendencia positiva y no
dialéctica en la teoría de Benjamin fueron un punto de disputa cn tic él
y Adorno en la década de 1930.) Por otra parte, dejó claro que las ideas
pre-dadas no eran idénticas al fenóm eno en su forma em pírica — “Las
ideas no están dadas en el mundo de los fenóm enos” (p. 17)— y que era
necesaria la conceptualización que descompusiera los fenóm enos en sus
elemento^ antes que éstos llegaran a ser representados com o ideas. La am ­
bigüedad en el significado de Benjamín disminuye si se toma en cuenta
que para él, el “concepto” era virtualm ente sinónimo del “nom bre”, es
decir, no generalizaba sino que articulaba la particularidad concreta del
objeto, y tran sfo rm a ba el objeto al mismo tiempo, traduciéndolo en pala­
bras, Como señaló T iedem ann, la existencia de las ideas dependía de su re­
presentación filosófica, verbal, de parte del sujeto: “La verdad sólo llega
a ser enj.su construcción.” (T iedem ann, S tudien zu r philosophie W alter
conexiones entre los elementos fenoménicos, no era del todo dife­
rente del astrólogo, quien percibía figuras en los cielos: “Las
ideas se relacionan a los fenómenos, como las constelaciones a las
estrellas.” 100
Las ideas no eran nada más que los fenómenos empíricos, y al
mismo tiempo, en tanto “constelaciones”, eran algo más. Aquí
era donde Platón y K ant convergían en la teoría de Benjamin,
aquello que otorgaba a su teoría de las ideas una peculiaridad
kantiana única. Porque si las ideas platónicas eran formas tras­
cendentales absolutas cuya semejanza aparecía dentro de los objetos
empíricos como pálido reflejo de su propia verdad eterna, Benja­
mín construía la forma absoluta a partir de los propios fragmentos
empíricos. Los particulares más pequeños, los más transitorios eran
la m ateria y sustancia de las ideas. Adorno escribió en un ensayo
acerca de Benjamin:

La crítica comprensión del último Nietzsche, según la cual la verdad no


es idéntica con lo universal atemporal, sino que sólo lo histórico de la
estructura de lo absoluto, es canon seguido por el procedimiento de
Benjamin, aunque éste acaso no la conociera. El programa está formu­
lado en una nota tomada para la fragmentaria obra principal, y según
la cual “lo eterno, en todo caso, es más un ruche del vestido que una
idea” [en el sentido tradicional platónico].101

En Platón, las ideas aparecían como verdad en el fenómeno. La


teoría de Benjamin era una inversión de Platón: el fenómeno
aparecía como verdad en las ideas, de modo que la “dignidad”102
de los particulares transitorios se m antenía. Es más, éstos se in­
mortalizaban. Bdnjamin intentaba nada menos que su “redención”
(Rettung, palabra intencionalmente religiosa), aprehendiendo sus
elementos en la estructura de una idea como “constelación eter­
n a” .103 Por lo tanto ambas cosas, “la redención del fenómeno

B en ja m in s, p. 22.) Adem ás, en tanto no idénticas a lo “dado” , las ideas


eran antipositivistas y, en realidad, soeialm cnte críticas: "Su existencia
[ijíin] cae junto con la negación de los productos históricos específicos, es
una crítica de la realidad meram ente existente [des bloss S e i e n d e n ]” ( ib id .,
p. 33).
100 Benjam in, U h p r u n g des d e u ts c h e n T r a u e r s p íe ls , p. 16.
101 Adorno, “Caracterización de W alter Benjam in”, C rític a cu ltu ra l y so ­
c ie d a d , p. 116.
103 Cf. T iedem ann, S t u d ie n zur P h ilo s o p h ie W a l t e r B e n ja m in s , p. 23.
108 “Las ideas son constelaciones eternas y al aprehender los elem entos
en tales constelaciones, los fenóm enos se dividen (vía conceptos) y se re­
dimen al m siin o tiem po.” (Benjam ín, U r s p r u n g d e s d e u tsc h e n T rauerspíe ls,
p. 16.)
y la representación de las ideas”,104 ocurrían simultáneamente.
Adorno estaba menos implicado en el destino de los fenómenos
y más intrigado por la originalidad del método de Benjamin y su
utilidad para su propio program a. Ya que, sin afirm ar un dominio
metafísico más allá de lo históricamente transitorio, por detrás
o por encima de la existencia física, en algún ser ideal o noumé-
nico, la teoría de Benjamin confrontaba la cuestión metafísica en
relación a la verdad, a la esencia de la realidad, intentando leer su
respuesta en los propios elementos empíricos. Para utilizar el
lenguaje kantiano, el reino fenoménico estaba hecho para producir
el conocimiento nouménico —precisamente aquello que K ant había
creído imposible. Evitando los abismos del. dogmatismo especula­
tivo, pero tam bién los del hístoricismo yi positivismo, la teoría
del Trauerspiel proporcionaba la base para nada menos que una
metafísica no metafísica.105 No cabe duda de que Adorno, m eta-
físico en una era antimetafísica, estaría muy im pactado por el
capítulo del Trauerspiel.
Además, si bien los elementos místicos presentes en el Trauers­
piel eran innegables, Benjamin (que había sido introducido al
marxismo por Asja Lacis108 antes de su publicación) era cons­
ciente de que el radicalismo de su teoría residía en su antiidea­
lismo. Benjamin criticaba a los metafísicos constructores de siste­
mas (mencionaba específicamente a Platón, Leibniz y Hegel) por
m inusvaluar el reino empírico y por considerar a la verdad y al
ser como absolutos no empíricos:

Es común a todos estos intentos que mantengan su significado incluso


cuando en realidad a menudo son elevados a un nivel superior cuando,
en lugar de referirse al mundo empírico, se refieren al mundo de las
ideas.107

A fines de la década de 1920, tanto Adorno como Benjamín108


comenzaron a trabajar para desarrollar lá teoría del Trauerspiel
dentro de un contexto marxista, como una alternativa al idealis­
mo burgués. La conferencia inaugural de Adorno documenta cla-
lu4 Ibid., p. 17.
10ft “La mirada que seculariza la metafísica es la que al interpretar el fe­
nóm eno descubre lo que es gracias a que percibe en él más de lo que m era­
m ente es.” (A dorno, Dialéctica negativa¡ p. 36.)
108 V éase su p la, cap, 1.
J0T Benjam in, Ursprung des deutschen Trauerspiels, p. 13.
108 “El programa de la filosofía de Benjamin desde la época del Traxiers-
piel es la construcción antiidealista del m undo inteligible” (ese reino noumd-
nico que K ant había apartado del m undo de la experiencia empírica). (T ie ­
dem ann, Studien zur Fhilosophie Walter Betijamins, p. 23.)
ramente este intento.100 Allí virtualm ente identifica al materia­
lismo con la construcción de ideas como constelaciones:

La interpretación de lo inintencional a través de la yuxtaposición de


elementos aislados por el análisis y la iluminación de la realidad por
el poder de dicha interpretación; éste es el programa de todo cono­
cimiento genuinamente materialista. . .110

Adorno podía apreciar que el método del Trauerspiel era “inma­


nente” no sólo en su rechazo a transcender el reino de los ele­
mentos fenoménicos (y de allí su “exactitud”) sino también en
su relación dialéctica con la historia de la filosofía. Porque su ori­
ginalidad no se lograba ignorando el pasado, sino transformando
conceptos tradicionales, invirtiendo dialécticamente sus relaciones
y desafiando las consignas de la “segunda naturaleza” . Guando
Benjamin trataba como absolutos a los elementos fenoménicos,
mientras que consideraba a las ideas, y por lo tanto a la verdad,
como históricamente específicas y cambiantes, estaba invirtiendo
la concepción platónica largamente establecida; cuando utilizaba
la realidad empírica para construir una metafísica, fusionaba el
reino empírico y el "inteligible", que K an t había visto como inal­
terablemente opuestos. En cuanto al termino “constelación”, lo
había vuelto a la tierra, transform ándolo de un concepto pre-
cíentífico en una herram ienta para la ilustración materialista. En
contra de Iíeidegger, quien sentía que una reorientación radical
de la filosofía perm itía, incluso necesitaba, de un nuevo vocabu­
lario filosófico, Benjamin argum entaba que “la introducción de
nuevos términos” era un procedimiento “dudoso” ; en cambio, el
viejo lenguaje debía ser “renovado”.111 Q ue la filosofía no podía
“comenzar del punto de partida” era, como hemos visto,112 un
punto cardinal de la conferencia inaugural de Adorno. Y en un
ensayo inédito del mismo período, repetía la crítica de Benjamin:

El lenguaje de Heidegger toma vuelo desde la historia, sin embargo sin


108 En el caso de Benjam in, la docum entación precisa de este desarrollo
es difícil, ya que su trabajo más significativo, el Passagenarbeit, que fuera
iniciado a fines de la década de 1920 y que perm aneció inconcluso en forma
m anuscrita en la época de su m uerte en 1940, está en su mayor parte sin
fecha.
1,0 Adorno, “D ie A ktualitai;., p. 336.
111 Benjam in, Ursprung des deutschen Trauerspiels, p. 19.
1X8 “Sólo una filosofía esencialm ente no dialéctica, dirigida hacia una
verdad ahistórica, podía suponer que los viejos problemas podíaji dejarse
de lado con sólo olvidarlos, com enzando otra vez desde el principio.’'
(Adorno, “D ie Aktualitát. . p. 339.)
de la realidad, sino interpretar la realidad inintencional en aq u ello que,
por el poder de construir figuras, im ágenes, a partir de los elem entos
aislados de la realidad, niega [aufhebt] cuestiones cuya exacta articu­
lación es tarea del co n o cim ien to .125

El conocimiento logrado a través de la investigación era ciencia,


conceptualización de lo “dado” de modo de hacer posible su in­
terpretación filosófica. Pero Adorno transformó la concepción
original de Benjamín acerca de la interpretación filosófica “re-
funcionalizándola” con la ayuda de la teoría m arxista: ahora
la idea, la “esencia” de un fenómeno, era su contenido s o c ia l
históricamente específico. Como escribiera más tarde Adorno:

L a teoría [m arxiana] de la sociedad ha surgido de la filo so fía , si bien,


al m ism o tiem p o, trata de hacer funcionar al revés [umfunktionieren] las
cuestiones que ésta plantea, determ inando la sociedad co m o el sustrato
que la filosofía tradicional llam aba en tid ad es eternas o espíritu [G^ísí].126

Ibid., p. 335.
,M T heodor W . Adorno, “La sociología y la investigación em pírica”
(1957), en T . W. Adorno y M . Horkheimer, Sociologica (M adrid: Taurus,
1966), p. 213.
6. EL M É T O D O EN A C CIÓ N : LA C O N ST R U C C IÓ N DE
CO N STELA C IO N ES

PRINCIPIOS DE LA CONSTRUCCION

Cada ensayo de Adorno articula una “idea” en el sentido benja-


miniano de construir una constelación específica y concreta a par­
tir de los elementos del fenómeno,1 de m anera que la realidad,
sociohistórica que constituye su verdad se torne físicamente visible
en su interior. Q ue la “esencia” ( Wesen) social emerja de la apa­
riencia (Schein) de los fenómenos, suena dialéctico en el sentido'
hegeliano-marxista. Pero el significado otorgado por Adorno es­
taba en realidad más cerca de la noción fenomenológica de ex­
periencia cognitiva desarrollada por HusserI, en la cual la esencia
aparecía bajo la m irada del intelecto. C uando M arx emprendió
la tarea de “descifrar” el misterio de la mercancía, apuntó ex­
plícitamente que su verdadera naturaleza era “imperceptible” ,
que no guardaba absolutamente ninguna conexión con sus cua­
lidades físicas.2 Y consecuentemente, p ara entenderlas era ne­
cesario analizar las relaciones y fuerzas de producción por detrás
de las mercancías. Las interpretaciones de Adorno se referían
sólo marginalmente a los determinantes económicos de la pro­
ducción. Su esfuerzo central consistía en descubrir la verdad de la
totalidad social (de la que podía tenerse en sí la experiencia) tal
como aparecía literalm ente dentro del objeto en una configura­
ción particular.
Así como el fenómeno interpretado en cada caso por Adornó
era diferente, también difería el proceso de construcción, “reagru-
par” (umgruppieren)8 los elementos era un intento continuam ente
renovado de retratar la esencia de la sociedad. Aunque el m étodo
de construcción de Adorno no podía ser divorciado de su apli-
1 . Ja función que la pregunta filosófica tradicional espera de las idean;
suprahistóricas, plenas de significado sim bólico es realizada por las ideas
históricamente constituidas y no sim bólicas” . (T h eod or W. Adorno, “D ie
Aktualitüt der .Philosophie” [1931], G esamm elte Schriften, vol. 1: Frühc
philosophischc Schriften, ed, R olf T iedem ann [Frankfurt am M ain, Suhr­
kamp V erlag, 1973], p. 337.)
a Karl Marx, E l capital, vol. 1.
8 Adorno, “D ie Aktualitat der Philosophie” (19 3 1 ), GS 1, p. 342. U n a
vez más, el prefijo um im plica la inversión dialéctica.
escapar a ésta .. . La terminología tradicional, no importa cuán gastada
esté, debe preservarse, y las nuevas palabras de los filósofos surgen exclu­
sivamente hoy del cambio en ia configuración de las palabras que se
erigen al interior de la historia, no inventando un nuevo lenguaje.. . 118

Allí donde Adorno intentaba “redimir” elementos del pasado,


lo hacía en el sentido dialéctico, como ‘'superación” (Aufhebung),
el conocido e intraducibie término hegeliano que significaba a la
vez “preservación” y “negación” . En Adorno, la utilización del
pasado filosófico en contra de sí mismo, su crítica inmanente de
los conceptos tradicionales para forzar la liquidación de la tradi­
ción, era distinta del deseo teológico de Benjamin de la resurrec­
ción literal de los fenómenos a través del discurso, de su intento
de rescatarlos, a través del nombre, del olvido histórico.114 C uan­
do, en una carta de 1934, Adorno elogiaba el Trauerspiel, no lo
hacía a causa de la resurrección del dram a trágico alemán, sino
porque “en el libro sobre el Barroco ha verdaderam ente redimido
a la inducción”.115 El método de Benjamín era en realidad induc­
tivo en tanto no era la vieja inducción que, tal como apuntara
explícitamente en el capítulo del Trauerspiel, construía conceptos
generales a p artir de fenómenos diversos más que construir lo ge­
neral a partir de los particulares mismos. L a inducción tradicio­
nal, como la deducción (su opuesto sólo aparente) asumiendo
un “continuum seudológico”138 entre lo particular y lo general,
procedía por la clasificación y la sistematización, ambas incom pa­
tibles con el enfoque de Benjamin. En su teoría, cada “idea” , cada
construcción a partir de lo particular, era autosuficiente. En tanto
“m ónada”, cada una contenía la totalidad, una “imagen del m un­
do”, y cada una era diferente de cada otra idea.117 Las constela­
133 A dorno, “T hesen über die Sprache des Philosophen”, GS 1, p. 3(58,
114 En la conferencia inaugural el tem a de la redención en Adorno ca­
rece de tal connotación teológica. T om ando una im agen de H eidegger (au n ­
que invirtiendo su contexto), Adorno comparaba al filósofo con un gato
ladrón que roba lo que puede del decadente edificio de la cultura burguesa:
“ Porque esta casa, esta enorm e casa, declina desde hace tiempo desde sus
cim ientos, y am enaza con destruir no sólo todo lo que está dentro de ella,
sino con provocar la desaparición de todo lo que se nutre de ella, m ucho
de lo cual es irremplazable- SÍ el gato ladrón roba estas cosas, cosas singu­
lares, a m enudo m edio olvidadas, cum ple una buena acción, en tanto sólo
Jas rescata; difícilm ente se aferra a ellas por m ucho tiem po, ya que para él
son de escaso valor.” (A dorno, “D ie Aktualitát der Philosophie” [1931J,
GS 1, p. 340.)
nB Carta de Adorno a Benjam in, 5 de diciem bre de 1934, Frankfurt
am M ain, legado de Adorno.
uí Benjam ín, Ursprung des deutschen Trauerspiéis, p. 30.
UT I b i d pp. 32-33. Cf. “Sólo una filosofía en forma de fragmentos rea-
ciones eran “discontinuas” .118 Como los átomos, como las células,
como los sistemas solares,119 cada una tenía su propio centro: sin
jerarquías, estaban una junto a la otra "en perfecta independencia
y en forma impar” .120 De aquí se seguía que al construir las
ideas era continuamente necesario volver a los fenómenos mismos,121
tanto más cuando las ideas no eran eternas sino constelaciones
históricamente específicas. De allí la descripción filosófica “co­
menzar de nuevo con cada idea”.122 Esta aproximación fragmen­
taria satisfacía los requisitos técnicos de una filosofía en tanto
“lógica de la desintegración”, y determ inaba la forma de la repre­
sentación filosófica En 1931 Adorno escribió que el ensayo, el
autosuficiente y no dogmático “intento” de extrapolar significa­
ciones a partir del irrepetible particular detalle^ necesitaba ser
rehabilitado de su actual degradación como forma estética menor123
y transformado en el medio para la nueva filosofía.
Cuando se discuten los orígenes basados en el Trauerspiel de
la teoría de Adorno, es im portante retener que para él “reden­
ción” significaba superación, no sólo el preservar elementos del
pasado sino transformarlos a través de la negación. Porque si
Benjamin tenía que cambiar el significado de la “inducción”
para poder redimirla, Adorno tenía planes semejantes para redi­
mir la teoría del Trauerspiel. Este hecho es una primera fuente
de dificultades para interpretar el discurso de 1931 de Adorno,
ya que utiliza un lenguaje idéntico al lenguaje cabalístico del
Trauerspiel para expresar un contenido no idéntico: transformando
la configuración de las palabras, Adorno traducía la teoría mística
de Benjamin a una teoría “m aterialista”, “dialéctica” .
En su conferencia inaugural, Adorno efectuaba la misma dis­
tinción que Benjamin entre conocimiento como colección de datos
y filosofía como representación de la verdad: “Dicho brevemente:
la idea del conocimiento ( Wissenschaft) es la investigación, la de
la filosofía es la interpretación.”124 Continuaba:

La tarea de la filosofía no es buscar intenciones ocultas y manifiestas


lizaría de verdad las mónadas que el idealism o diseñó ilusoriam ente.”
(Theodor \V. A dorno, Dialéctica negativa3 p. 36.)
JlB Benjamín, U r s p r u n g des d e u ts c h e n T ra u e rs p íe ls , p. 20.
n® “Cada idea es un sol y se refiere a su propia naturaleza como cada sol
se relaciona uno con otro.” ( I b i d . , p. 19.) La im agen sugiere la tradición
mística del neoplatonism o.
120 I b i d .
121 I b i d ., pp. 8, 29.
m I b i d . , p. 26.
iSa Adorno, “D te Aktuaiitat der Philosophie” (1931), GS 1, pp, 343-314.
1S‘ I b i d ., p. 334.
cación específica, es posible sin embargo discernir ciertos compo­
nentes y principios que gobiernan la conjunción de constelaciones.
Adorno, como es comprensible, sólo dio ciertas pistas de esto en
su programa filosófico,4 pero sus trabajos durante la década de
1930 ponen en práctica su aplicación concreta. Si bien debemos
evitar la sobresquematización, incompatible con el pensamiento
•de Adorno, al menos es posible clarificar los principios composi-
cionales de su teoría, viéndolos en acción. En realidad, esto es
necesario para que el uso idiosincrático de los términos de Adorno
no adquiera un carácter fetichista propio.
Los “elementos” fenoménicos se presentan a sí mismos como com­
ponentes de los particulares concretos en las “enigmáticas figuras
de aquello que existe”.6 Adorno se refería a ellos como “códigos”
o “cifras” (Chiffren)0 de la realidad social, que contenían la
estructura social y psicológica burguesa en una abreviación mo-
nadológica, que requería de la interpretación filosófica para que
su forma dada pudiera ser “descifrada” (dechiffriert). Los fenó­
menos particulares eran aparentem ente insignificantes (el jazz,
una canción popular), el evento pasajero (un concierto), los deta­
lles fácilmente descuidados (un fragmento de texto filosófico, una
transición musical). Los elementos de estos fenómenos, las “ci­
fras”, eran sus componentes estructurales —para el jazz el material
específicamente musical, elementos técnicos de forma y ritmo, eje­
cución; para un concierto, la relación entre ejecutante y audien­
cia; para un texto las palabras individuales, frases, imágenes y su
yuxtaposición. Los fenómenos requerían ser divididos; en primer
lugar, sus componentes relevantes aislados y conceptualizados, y
en este¡ punto la filosofía dependía de las ciencias sociales y hum a­
nas, cuya tarea era investigar y analizar los datos empíricos para
hacerlos accesibles al descifrar filosófico. El éxito de la filosofía
dependía entonces de la adecuación de este proceso, a través del
cual se desarrollaban las que Adorno llamaba “categorías llaves” :
“La filosofía interpretativa depende de la construcción de llaves
con las cuales la realidad se abre. Pero el tamaño de las llaves está
hecho especialmente para ordenar.”7 No cualquier llave funcionará:
algunas eran demasiado grandes para la cerradura; otras dema­
siado pequeñas para abrirla.8 Pero si el lenguaje de Adorno pare­

4 . .precisamente com o programa, en tanto general y com pleto, este pro­


grama no se p erm ite.. .” ( ib id ., p. 339).
0 I b i d p. 334.
0 I b i d . y passim.
. T Ibid., p. 340.
9 ‘‘El viejo idealismo las elige demasiado grandes. . . [sus categorías on-
cía de cuento de hadas, el significado real del mensaje era claro:
las llaves necesarias para “encender el poder iluminador de la.
filosofía”0 no eran las categorías clasificatorias de la sociología bur­
guesa (de, por ejemplo, un K arl M annheim) sino las categorías
críticas10 de la teoría marxista: sus conceptos de clase,11 ideolo­
gía, y estructura de la m ercancía (carácter fetichista, valor de
cambio, reificación). Y, aunque las categorías psicoanalíticas no-
eran mencionadas como ‘íiráves’r erigía conferencia de 1931, los
escritos dé Adorno en ía década de 193Ó (de m anera cada vez más.
frecuente)12' utilizaban críticamente los conceptos de Freud (de­
bilidad del ego, ansiedad, carácter anal, sádbmasqquismo) para,
ilum inar los aspectos psicológicos de una sociedad basada en las-
clases y la estructura de la mercancía.
La utilización simultánea de categorías de M arx y de Freud.
era^diáléctica'eñ él'sentido de que las categorías se afectaban mu-
füarnerít'éj Tesultándó en la modificación de ambas. Demostraba
asi la particularidad sociohistóríca de los fenómenos psicológicos,

tológícas, tales como “el hombre”], ni siquiera se acercan al ojo de la cerra­


dura; el sociologísmo filosófico puro las elige demasiado pequeñas [c.g..
“grupos sociales”]; con seguridad, la llave penetra, pero la puerta no se:
abre.” (Ibid.) En 1966 Adorno subrayó la necesidad de más de una clave:
"El pensam iento teórico rodea en forma de constelación al concepto que:
quiere abrir, esperando que salte d e golpe un poco com o la cerradura de
una refinada caja fuerte: no con una sola llave o un solo número, sino gra­
cias a una com binación de números.” (A dorno, Dialéctica negativa, p. 16G.)
* Adorno, "Die Aktualitát der Philosophie” (1931), GS 1, p. 336.
10 Los conceptos críticos de M arx referían lo particular a la totalidad,
social más que abstraerlos de su contexto sociohistórico clasificándolos como-
un caso de lo general. La desradicalización de M annheim del concepto-
marxiano de ideología en Ideologie und U topie (1929) era un ejem plo del.
segundo caso. ■:
11 Se ha afirmado en este estudio que el concepto de proletariado nó-
jugaba un rol sustancial en la teoría de Adorno (véase cap. 2), y que
Adorno rechazaba 1^ idea de que la lucha de clases pudiese darle a la
historia un sentido similar al del progreso teleológíco (cap. 3). Sólo en el¿
sentido descripto anteriormente, es decir, com o categoría sociológica que
podía ser usada como herramienta interpretativa, incorporaba Adorno el.
concepto de clase a su teoría (e incluso aquí, era la burguesía, no el pro­
letariado, el foco de su análisis). En la década de 1940, Adorno cuestionaba
la adecuación del concepto de clase de M arx, y consideraba necesaria su.
reíormulación. (V éase Adorno, “R eflexionen zur K lassentheorie” [1942],
Gesammelte Schiiften, vol. 8: Soziologische Schriften i, ed. R olf T ie d e -
rnann [Frankfurt am M ain, Suhrkamp V erlag, 1972], pp. 373-391.)
11 Aquí Adorno utilizaba la investigación sociopsicoanalítica del Institut
für Sozialforschung (especialm ente el trabajo de Erich Fromm) acerca de
los probíenias del autoritarismo y la fam ilia. En realidad, la comprensión»
de Adorno acerca de la relación entre filosofía interpretativa y conocimiento^
como investigación era paralela a su propia relación con el Instituto.
conceptualizados por F reud, tornando visibles al mismo tiempo
los determ inantes psicológicos de las condiciones sociales. Tal
yuxtaposición, a pesar de que Freud y M arx fuesen en muchos sen­
tidos teóricos incom patibles, era característica de Adorno. Su ob­
jetivo no era desarrollar u n a síntesis teórica, sino descifrar una
realidad contradictoria. Consideremos lo siguiente.
Al descodificar un fenómeno musical, el» conocido preludio en
do sostenido m enor de Rachm aninoff, Adorno se centraba en dos
elem entos: sonaba grandioso, y sin embargo era infantilm ente fácil
de ejecutar. Con la ayuda de Freud, interpretaba la enorm e atrac­
ción de esta “constelación de bom bardeo pesado (schweres Ges-
■chütz) y fácil ejecución1’ : 13

El p sicoan álisis h a d escu b ierto el c o m p lejo d e N eró n . E l p relu d io ha a n ­


ticip a d o su g ra tific a ció n . P erm ite el d esen fren o d e lo s d elirio s d e grandeza,
.sin ser a p r e h e n d id o s ... A u d a cia y seguridad se m ezclan en esto, uno de
los casos m ás n otorios de esp ejism o en la m ú sica .14

Al mismo tiempo, A dorno hacía visible la función social de la


pieza a p artir del propio m aterial musical. El preludio entero era
“una única cadencia cerrada” .15 L a cadencia cerrada, un rasgo
rom ántico, funcionaba en música p ara afirm ar aquello que la
precedía. En este punto, donde se concentraba todo el m aterial
composicional, la afirm ación “se em ancipaba com pletam ente de
todo contenido musical y se lanzaba al m ercado como m ercancía” .16
Así fetichizada, la cadencia se repetía como “una incesante pro­
paganda” .17
De igual modo, en su libro sobre W agnér, Adorno veía en la
producción musical de leitmotifs una anticipación de la produc­
ción de avisos comerciales.18 Y, al lado de esta percepción so­
ciológica, introducía una categoría freudiana: el leitmotif repeti­
tivo era obsesivo-compulsivo.

U n o n o p u ed e zafarse d e é l . . . E s la p royección extern a de a q u ello que


es su b jetiv a m en te secreto y por lo tan to a lien a d o d el ego, [una proyección]
en la q u e, c o m o en su p rop ia fa n ta sía , el eg o se p ierd e. E l le itm o tif
i8 T h eo d o r W . A dorno, “M usikalische W arenanalysen” (escrita en 1934-
1940, pu b licad a por prim era vez en 1955), Q u a n una fantasía: Musikalische
.Sch riften I I (Frankfurt am M a in : Suhrkamp V erlag, 1963), p. 60.
11 Ib id . La com binación de “audacia” y “seguridad” en esta descripción
• es un ejem plo de la yuxtaposición d e extrem os discutida luego.
18 Ibid., p. 61.
38 Ibid .
11 Ibid .
,8 T heod or W . A dorno, Versuch über W agn er (escrita en 1937-1938)
.(F ran k fu rt am M ain: Suhrkam p V erlag, 1952), p. 34.
wagneríano permanece prisionero en este origen.. . Aquello jque la psico­
logía cien años más tarde bautizara corno debilidad del ego, ya está to­
mado en cuenta en el método de composición wagneríano.1®

En todos estos casos, en lugar de ser subsümidos bajo una catego­


ría m arxista o freudiana, los fenómenos eran interpretados como
representaciones físicas y concretas de las categorías. Esto signi­
ficaba que m ientras el concepto (el insumo del sujetó) descifraba
el enigma, la “figura enigm ática” , el propio objeto, proporcionaba
una imagen del concepto. Esta noción del fenómeno como “ima­
gen” más que como símbolo20 o ejem plo del concepto, y la idea
de su interrelación dialéctica recíproca (paralela a la relación
polar entre exactitud y fantasía, mimesis y transformación), tenía
su propia historia, tejida (no sin contratiempos) en el telar de su
amistad con Benjamin. Pero antes de exam inarla más de cerca,21
necesitamos ilustrar concretam ente los principios a través de los
cuales se unificaban las constelaciones de Adorno. i
L a estructura de los ensayos de A dorno era la antítesis. _d.e la
estructura de la m ercancía. L a form a de la m ercancía, como explica
M arx en el prim er capítulo de El capital, estaba gobernada por
principios de abstracción (del valor de cambio a p artir del valor
de uso), de identidad (de todas las mercancías entre sí a través
del dinero) y de la reificación (osificación del objeto como fetiche
mistificador, separándolo del proceso de su producción).22 Las cons­
telaciones de. Adorno, en contraste, se construían según los prin­
cipios* dé diferenciación, no identidad, y transform ación activa.
I7a diferenciación como procedim iento composicional significaba
articular los matices que señalaban las diferencias cualitativas con­
cretas entre fenómenos aparentem ente similares.28 Adorno afir­
m aba que “nunca las esencias estaban más m arcadam ente sepa­
radas que cuando más se acercaban unas a otras” .24 Este prin-
19 I b i d .
“ Adorno prefería la palabra "im agen” (Bild) a “sím bolo”, porque esta
últim a tenía una connotación dem asiado subjetiva, referida a la m ediación
mental de la realidad por la cual un objeto sensorial adquiere significado
intencional. “ Im ágenes”, por otra parte, eran los retratos de las represen­
taciones objetivas, eran la verdad inintcncional.
a Véase pp. 213 íj .
” Marx, El capital, vol. 1, cap. i.
“ En la diferenciación, m im esis y conceptualización convergían. Cf. “ Por
otra parte, la com ponente m im ética se funde a su vez en el proceso de
su secularización con la racional. Este proceso se resum e con la ,p a la b ra
diferenciación. Ésta im plica a la vez la capacidad de reaccionar m im ética-
mente y el órganon lógico para la relación de género, especie y diferencia
específica.” (A dorno, Dialéctica n egativa, p. 51.)
• “ T heodor W. A dorno, “R a v el” (19 3 0 ), M o m e n ts musicaux: N e u g e d -
cipio es la fuente de una parte de la aparente ambigüedad de los...
escritos de Adorno, ya que implicaba que los “elementos” feno­
ménicos 110 tenían valor absoluto, ni significado constante, arran ­
cados del contexto de sus manifestaciones particulares. Era por lo
tanto imposible hablar en abstracto de aquello que constituía, por
ejemplo, el “buen” arte o una teoría “progresista”, como si un
conjunto de atributos pudiera encerrarse en una definición y luego
hallarse presente o ausente en cualquier caso particular. A la in­
versa, el hecho de que Adorno juzgara positivamente ciertas cua­
lidades específicas en una constelación y negativam ente en otra,
hace imposible, a su vez, encerrar su propio pensamiento y es causa
de la elusividad, de la resistencia de sus escritos a la categoriza-
ción dentro de cualquier casillero intelectual. U n pequeño ejem ­
plo ilustrará este punto: la cualidad casi infantil. de un .troza
musical no era interpretada uniformem ente como progresiva o re­
gresiva. Al discutir este mismo elemento en la música de tres com­
positores, Adorno clarificaba la diferencia:

La infantilidad de Debussy era el juego de un hombre que se conoce


a sí mismo y a sus propios límites, la de Stravinsky es un ataque oblicuo
al mundo adulto, sólo la de Ravel era la sublimación aristocrática de la
tristeza.25

En el prim er caso la cualidad infantil connota el cinismo de la


autoconciencia burguesa; en el segundo, la impotente perspectiva
rebelde de la juventud; en la música “aristocrática” de Ravel es
la constelación dél juego y la pena, una interrelacíón de opuestos
la que, según Adorno, en su corporeización de la contradicción,
era la más cercana de las tres representaciones a una conciencia
de la verdad.20
U na variación de este principio de diferenciación consistía en
volver una palabra o concepto en contra del fenómeno que pre»
tendía significar. Ya hemos visto funcionar este recurso dialéctico
en el discurso de Adorno acerca de, la “idea” de historia natural
(la razón de su elección de las palabras será ahora clara): la “na-
ruckte A u h ñ tze, 1928 bis 1962 (Frankfurt am M ain: Suhrkam p Verlag,
1964), p. '69.
85 Ibid.j p. 70.
M Frecuentem ente Adorno afirmaba la conciencia aristocrática por en­
cim a de la conciencia burguesa. Sin embargo, si la función social super­
fina de la nobleza hacia posible una cierta claridad de visión, ésta era
una visión lim itada, lejana a im plicancias revolucionarias. Sobre Ravel:
“Su tristeza elige la im agen de lo infantil poiq u e la im agen se cuaja en
la naturaleza, y en tanto m úsica, concretam ente en la [segunda] naturaleza
m aterial de la tonalidad y la escala arm ónica.” [Ibid.)
turaleza” no era natural en sentido alguno, y la historia, en su
despliegue real, no era “historia” en sentido significativo.27 Tales
negaciones de verdades tautológicas aparecen con frecuencia en lo»
ensayos de Adorno (“la vida no vive”,28 la gratificación es la ene­
miga de la gratificación)29 donde su función es poner en moví-*
miento la constelación y el pensam iento crítico.
Si bien uno de los ejes de la argum entación dialéctica de A dor­
no era separar lo aparentem ente idéntico por m edio de la dife­
renciación específica, el segundo eje era lo inverso de este prin­
cipio: yuxtaponer lo aparentem ente no relacionado, los elementos
no idénticos, revelando la configuración en la cual cuajaban ó con­
vergían. L a construcción de similitudes á p artir de opuestos m e­
diante una '‘yuxtaposición de extremos”había sido invocada y apli­
cada por Benjamin en el estudio sobre el Trauerspiel:

Y en realidad, aquellos elementos cuya liberación a partir de los fenó­


menos es tarea del concepto, se manifiestan más precisamente en los
extremos. La idea se transcribe como configuración relacional en la que
lo único en su tipo aparece dentro de su propia clase.30

Guando Adorno introducía la naturaleza p ara otorgarle u n a re­


presentación verdadera a la historia, su polo opuesto, cuando
apuntaba a su convergencia en el m om ento de la transitoriedad,sl
estaba siguiendo la inspiración de Benjamin. El supuesto implícito
en este principio (asumido tam bién en la noción m arxiana de
antagonismo social y en el concepto freudiano de ambivalencia)
era que la realidad era contradictoria en sí misma, que sus ele­
mentos no form aban un todo armónico, ni siquiera al interior de
un fenómeno particular. Las constelaciones eran construidas para
hacer visible este carácter esencialmente contradictorio: en su
87 V éase cap. 3.
*® "Das L e b e n leb t n ic h t.” (E n realidad una cita de Ferdinand K ürn-
bcrger que Adorno utilizó com o lem a para la prim era parte de su M í n i m a
M o r a lia [Frankfurt am M ain, Suhrkam p V erlag, 1969], p. 13.)
“La nueva fase de la conciencia m usical de las masas se define par
la hostilidad hacia la gratificación desde la gratificación [ G e n u ssfe in d s-
chaft in G enu ss ].” (fh e o d b r W . A dorno, “Über den Fetischcharaktcr in
der Musik und die R egression des H orens” [1938], D i s s o n a n z e n : M u s i k
in der v e r w a lt e le n W e l t , 4& ed. [G ottingen, V andenhoeck & R uprecht,
1969], p. 14.) Cf. “Aldous H uxley suscitó la cuestión en un ensayo: ¿quien
se divierte todavía en una casa de diversión? C on igual derecho podría
preguntarse: ¿a q u ién , entre ti ene todavía la m úsica de entretenim iento?”
(ibid., p. 10).
80 W alter Benjam in, U r s p r u n g d e s d e u t s c h e n T r a u e r s p i e l s , ed. R olf
Tiedem ann (Frankfurt am M ain: Suhrkamp V erlag, 1972), p. 1G.
91 Véase cap. 3.
“representación del fenómeno sociohistórico del jazz” ,®2' un fenó­
meno que describía como “lo absolutamente alienado [apareciendo]
cómo lo ábsolutam ente fam iliar” ,88 Adorno interpretaba su “ori­
gen”34 en una configuración de los extremos de la música de salón
(la sentim ental intim idad del violinista) y de la m archa m ilitar:

El primero representa una individualidad, en verdad no es tal cosa,


sino su apariencia socialmente producida; e l1segundo es una colectividad
igualmente ficticia, construida solamente por la utilización de la fuerza
para alinear átomos en hilera.89 ’

“Y uxtaponer extremos” significaba descubrir no sólo la semejanza


de los opuestos sino tam bién los lazos de conexión (la “lógica
inferna'”)"’éntre elementos aparentem ente no relacionados. U n ejem ­
plo p ara ilustrar este p unto: Adorno veía tres componentes ap a­
rentem ente desconectados de las óperas de W agner3 “envidia,
sentimentalismo e impulso destructivo”, cuajados en u n a “confi­
guración” que interpretaba como una “pre-form a” de la “ trans­
form ación” de la personalidad burguesa “en la era totalitaria”.80
Es más, cada uno de estos elementos era en sí mismo contradicto­
rio; en cada uno de ellos se daba una convergencia de extremos
que revelaba que el “radicalism o” de W agner era en realidad con­
servador: “envidia” de la suprem acía burguesa era el nom bre
adecuado p ara la protesta social w agneriana; su sentimentalismo
glorificaba al mendigo pero tam bién al dom inador; su impulso
destructivo transform aba la sexualidad en el instinto de m uerte
— “deseo físico y m uerte se transform an en la misma cosa” .37
Adorno ubicaba el antisemitismo de W agner en los extremos del

32 A dorno (seud. H ektor R ottw eiler), “Ü ber Jazz” (1 9 3 6 ), rcditado


en A dorno, M o m e n ts tnusicaux, p. 86.
Ibid ., p. 89.
M A l referirse Adorno al “origen ” ( Ursprung) de un fenóm eno, se refe­
ría al sentido histórico y no historiográfico. L.e preocupaba m enos la p o ­
sibilidad de docum entar realm ente una conexión entre un fenóm eno an­
terior y otro posterior (au n q u e lo hacía cuando ello era posible), que lo3
arquetipos históricos, prototipos de la estructura de los fenóm enos pre­
sentes. “O rigen” significaba realm ente la aparición de algo en la historia
dentro de una particular constelación social a través de la cual su sign ifi­
cado actual pudiera descifrarse. U n a vez más, era evid en te la influencia
de Benjam ín. (L a definición de Benjam in del “ origen” en su Trauerspiel
aparece en la n ota 04 de ese capítulo.)
“ A dorno, “Ü ber Jazz” (1 9 3 6 ), M o m e n ts musicaux, p. 105.
M A dorno, Versuch über W agner, p. 16.
87 I b id ., p. 12.
sadismo y el masoquismo: “la contradicción entre elescarnio hacia
la víctima y la autoacusación” .88
U na técnica favorita de Adorno, que, al igual que la yuxtapo­
sición de los extremos, ilum inaba el carácter contradictorio de la
verdad en lugar de elim inar las contradicciones como falsas, era
transform ar en afirmaciones críticas las afirmaciones ideológicas,
transponiendo la secuencia de sus “elementos”, es ¡decir, las pro­
pias palabras; por ejemplo, su afirmación “la verdad no está en
la historia; la historia está en la verdad” .80 La especial atracción
de esta técnica consistía en satisfacer concretam ente la exigencia de
que la interpretación crítica siguiera siendo “inm anente”, adhi­
riendo estrictam ente a los elementos bajo análisis.
El principio básico de la lógica dialéctica era, por supuesto,
que aquello que aparecía como u n a cosa era esencialmente su
opuesto, y los escritos de Adorno contenían su cuota de este ele­
mento, Su análisis acerca del jazz, de 1936, se estructuraba en
gran m edida sobre tales argum entos: el “individualismo” del jazz
era presentado como un estereotipo, su “improvisación” estandari­
zada; su valor de uso como valor de cambio, la síncopa como uni­
forme repetición; su “objetividad” (Sachlichkeit) era en realidad
ornam entación; el jazz aparecía como democrático pero era en
realidad totalitario; "sü eroticicíad era una nueva represión; dis­
frazado de colectividad futura, era en realidad el retorno de lo
primitivo, “la música de esclavos” .40 Esta técnica dialéctica estaba
muy de acuerdo con el enfoque del Instituto de Frankfurt (en
cuya revista fue publicado el ensayo sobre jazz). Pero donde Ador­
no dem ostraba su capacidad única p a ra el análisis, así como la
intensidad de la influencia de Benjamin, era al interpretar los
fenómenos más pequeños, extrayendo reconocibles fragmentos de
la estructura social burguesa a p artir de sus más específicos com­
ponentes.
A m enudo es en sus escritos menores donde esta habilidad apa-

48 I b i d p . 23.
80 D iscusión en el cap. 3. Cf. “La regresión no es el origen, sino que el
origen es la ideología de la regresión.’5 (T h eod or W , A dorno, P rism s , trad.
Sam uel y Shierry W eber [Londres: N ev ille Spearm an, 1 9 6 7]a p. 12.7.) D el
mismo m odo: “en tanto la alegría se vu elve irreal en la sociedad, la ale­
gría irreal com ienza a servir ideológicam ente a la sociedad. . (Adorno,
“N achtm usik” [1929], M o m e n t s m u s i c a u x , pp. 59-60.) U n a de las afir­
maciones más frecuentem ente citadas de A dorno (d e M i n i m a m o r a l ia ), “ das
Gaiize ist da s U n tu a h r e ” ( “ el todo es lo no verdadero”) era la inversión
de la sentencia de H egel en el prefacio de la F e n o m e n o lo g í a d e l espírtiu ,
" das W a h r e ist das G a n z e ” ( “ía verdad está en el todo”).
“ A dorno, “ Ü ber Jazz” (19 3 6 ), M o m e n t s m u s i c a u x , pp. 85-105.
rece de m anera más sorprendente. En “Especially for You” ,41 un
breve artículo que Adorno escribiera en la década de 1930, el
“fenómeno” era una canción am ericana de moda. Adorno detec­
taba dos elementos contradictorios: su existencia como m ercancía
de la cultura de masas y el mensaje personalizado de su título. La
paradoja podía verse en las propias palabras de la canción:

E sp ecially f o r y o u th a t’s w h a t a m oon ’s for


E sp e c ia lly for y o u th a t’s w h at a Ju n e’s for42

Algo más que pu ra ideología, la m entira de la letra hablaba inin-


tencionalm ente de una verdad social: por supuesto, ni la luna
ni junio estaban allí especialmente para el individuo, y lo mismo
era verdad respecto de la relación entre una canción popular y su
auditorio. Los productores de la canción no tenían más preocu­
pación por los reales intereses del cliente que la que puede tener
“la luna por un perro que le aúlla. . .”4£l (mientras qLie el cliente
no tenía otra opción real más que aullar al unísono). Adorno
nuevam ente leía un contenido social en la aparentem ente inco­
nexa yuxtaposición de elementos de la pura música; el título de
la canción era acom pañado por la advertencia de la ley norte­
am ericana de derechos de edición acerca de la acusación criminal
por la violación de la propiedad privada:

E l hom b re a q u ien pudiera m etérsele en la cabeza q u e a lg o está a llí


esp ecia lm e n te para él y que por lo tan to com pra la can ción , d esd e ese
m om en to ya n o p u ed e caer en el error d e pensar, q ue le p erten ece.44

Adorno invertía entonces las palabras, recordando el análisis de


la m ercancía de M arx: “él pertenece al producto, y no a la in­
versa”, y concluía con otra inversión, presentando al individuo
respetuoso de la ley como si fuera él mismo un prisionero: “Si
quisiera cam biar algo, lo encerrarían, es decir, si no estuviera
ya encerrado.”45
Adorno no escribía ensayos, los componía, y era un virtuoso de
los medios dialécticos. Sus composiciones verbales expresaban
una “idea” a través de una secuencia de reversiones e inversiones
dialécticas. Las frases se desarrollaban como temas musicales: se

41 A d orn o, “ M u sik a lisc h e W a ren a n a ly sen ” (1 9 3 4 -1 9 4 0 ), Q u a s i u n a f a n ­


t a s ía , pp. 6 6 -6 8 .
<a I b i d pp. 6 7 - 6 8 .
' « lbid.-t p. 63.
“ Ibid\-
** Ibid.
replegaban sobre sí mismas en una continua espiral de variacio­
nes. Los fenómenos son vistos tal como Freud vela los símbolos en
los sueños: están “sobredeterminados”, de modo que su contradic­
toria com plejidad necesita ser desenm arañada a través de la in­
terpretación. Pero no existe ninguna afirmación, ninguna “caden­
cia cerrada” . Las contradicciones se aclaran, no se resuelven.

IMÁGENES HISTÓRICAS

Había dos momentos en el proceso dialéctico de construcción de


constelaciones. U no era analítico-conceptual, dividiendo el fenó­
meno, aislando sus elémentos y m ediatizándolos por medió de I03
conceptos críticos. El otro era representacional, uniendo los ele­
mentos de tal forma que la realidad social se tornara visible dentro
dé ellos. En el proceso analítico, los elementos fenoménicos eran
vistos como lenguaje codificado, “cifras” de la verdad sociohistó-
rica, cuya traducción al lenguaje conceptual de M arx y de Freud
proporcionaba su interpretación, haciendo posible el “ transform ar­
los” en un texto legible.40 Aquí los objetos “dados” visiblemente
eran traducidos a los términos del proceso social invisible Pero
en el m omento de la respresentación ocurría lo inverso: los ele­
mentos “form aban una figura” ,47 cüajaban éñ una imagen visi­
ble de los términos cdncéptuales. Al construir “combinaciones de
prueba” con los elementos, este m om ento conducía a una pausa
en el movimiento dialéctico, pero no, como en Hegel, porque los
antagonismos hubieran sido superados. Las imágenes ilum inaban
contradicciones antes que negarlas o superarlas; el proceso era
de representación m im ética más que dé síntesis. He hablado a n ­
tes de cómo los elementos dispuestos del objeto proporcionaban
una “imagen” del concepto. Adorno quería decir simplemente
con ello que, e n . tanto el m undo visible era analíticam ente inter­
pretado por los conceptos freudianos y níarxiános, estos mismos
conceptos se hacían visibles en el m undo. En este sentido, las
constelaciones no eran distintas dé los jeroglíficos, uniendo lo per-
ceptual y lo conceptual, los fenómenos se tranform aban en acer-
tijos, enigmas cuyos elementos cualitativos, yuxtapuestos, eran los
conceptos traducidos a una form a visible.48
La noción de “visibilidad” de la verdad, que no aparece en los

‘n A dorno, “D ie A ktualitSt der P hilosophieM (1 9 3 1 ), GS 1, p. 334.


47 Ibid., p. 335.
Adorno escribió acerca de B enjam ín: “ El acertijo llega a ser el m o­
delo de su filosofía.” (A dorno, ü b e r W a ller B en jam ín, p. 12.)
escritos de H orkheim er40 (ni de los miembros de su Instituto),
debe ser entendida casi literalm ente; las “imágenes” no eran sím­
bolos de los conceptos, ni analogías poéticas de la totalidad social,
sino la m anifestación real, m aterial de ambos. Las “imágenes”
eran evidencia em pírica y perceptible de la relación m ediatizada
entre el particular y la estructura social burguesa. Esta concepción
puede parecer esotérica en sus circunvoluciones y, paradójica­
m ente, infantil en su concreción. En realidad era ambas cosas,
como la m ayoría de las inspiraciones de Benjamin.
Ya en el capítulo del Trauerspiel Benjamín había hablado de
las ideas como de “imágenes” (Bilder) monadológicas del m undo,
un “escenario” (Schauplatz) p a ra la representación de la realidad.
Las imágenes se parecían a las alegorías, en realidad eran como
los mismos dram as trágicos del Barroco que Benjam in interpre­
taba, en los que “el m ovimiento tem poral. de los acontecimientos
es captado y analizado en una imagen tridim ensional”.80
En su discurso de 1931, Adorno las bautizó “imágenes históricas”
(geschichtliche Bilder); no quedaba duda por lo tanto acerca de
su naturaleza predom inantem ente objetiva y de su especificidad
sociohistórica.51 Benjam in estaba trabajando al mismo tiempo en
su propia revisión de su concepción original, p a ra la que acuñó
el térm ino “ imágenes dialécticas” . Gomo herram ienta de análisis,
la promesa de esta construcción residía en su potencial para evitar
el reduccionismo m arxista “vulgar” por un lado y el idealismo
seudom arxista por el otro; las imágenes eran objetivas, existían

40 D i i m m e r u n g , el libro de H orkheim er de 1934, era una colección de


aforism os, no de “ im ágenes” . Sim bolizaban un concepto general, eran
e j e m p l o s cotidianos de la teoría, y funcionaban com o proverbios político-
m orales. En cu an to a sus ensayos críticos, el lenguaje era singularm ente
p o co gráfico, con algunas excepciones, p. ej.: “Em blem as [ S tn n bilde r] de
esta época del egoísm o desenfrenado podrían ser aquellos cuadros renacen­
tistas en los que los personajes, de rostro cruel e hipócrita, aparecen com o
hum ildes santos arrodillados bajo la cruz.” E ste raro ejem plo de im agen
pictórica ilu stra una cuestión y no es la cuestión, com o en el caso de
A dorno. (M a x H orkheim er, “ Egoísm o y m ovim iento liberador” [1936],
T e o r í a c r ític a [Buenos A ires, Amorrortu, 1974], p. 160.)
00 B enjam ín, U r s p r u n g d e s d e u t s c h e n T r a u e r s p íe ls , p. 9 0 ; cf. R o lf T ie ­
dem ann, S t u d i e n z u r P h i lo s o p h i e W a l t e r B e n j a m i n s , introd. T heodor W .
A dorno (vol. 16 del In stitu í für Sozialforschung, F r a n k f u r te r B e it r á g e
z u r so z io lo g ie , ed. T h eo d o r W. Adorno y W alter Dirks) (Frankfurt am
M ain : Europaische V erlagsanstalt, 1965), pp. 44-47.
61 “ . . .según mi concepción, la historia ya no sería el lugar de donde
surgen, se erigen indep en d ien tem en te y de nuevo desaparecen las ideas;
las im ágenes históricas, en cam bio, serían ellas m ismas al m ism o tiem po
ideas, cuya configuración constituye la verdad inintencional. , . ” (A dorno,
“D ie A ktualitSt der P h ilosop h ie” [1931], G S 1, pp. 337-338.)
realmente; pero requerían de la actividad de la fantasía subjetiva
para ser descubiertas. Adorno las describió en su conferencia
inaugural:

Estas imágenes no simplemente se dan. N o yacen orgánicamente termi­


nadas en la historia, ninguna mirada [Scftau] y ninguna intuición [ambos
términos husserlianos] son necesarias para ser conscientes de ellas; no
han sido mágicamente enviadas por tos dioses para ser tjomadas y ve­
neradas. En su lugar, deben ser producidas por los seres hum anos,. .Ba

Pero una cosa era la promesa y otra su realización. La *‘producción”


dialéctica de imágenes históricas era problem ática, y su actuali­
zación se transform ó en un punto central en la disputa de Adorno
y Benjamin en la década de 193O.80
Sin embargo, al nacer, la imagen “histórica” -de Adorno y la
imagen "dialéctica” de Benjam in eran herm anas gemelas. A m enu­
do com binaban la sutileza filosófica con un cierto espíritu juguetón,
cierto deleite por los equívocos y las yuxtaposiciones inesperadas
que eran la fuente del hum or de los retruécanos o acertijos grá­
ficos tales como “señale el objeto” . Estos acertijos ópticos se llam an
Vexierbilder en alem án, y con este térm ino Benjamin describía los
fragmentos que publicara bajo el título de Einbahnstrasse (1929).54
Adorno utilizó el térm ino en sus propios escritos: p ara interpre­
tar la “H um oresque” de Dvorak, Adorno recordaba un Vexierbild
de las páginas de acertijos del periódico, donde aparecía una
casa vacía en una calle vacía bajo la lluvia, con la pregunta
“¿Dónde está el ladrón?”

Uno debía dar vueltas a la figura, de costado, de cabeza, hasta que se


descubría que en algún lugar la línea de la lluvia unida a una tosca
chimenea dibujaba una mueca que se dejaba aprehender. El recuerdo
de estos V e x ie r b ild e r se preserva en el ejemplo del género musical de
Dvorák. ¿Dónde está el humor?65

“ Ibid., p. 341.
63 Se discute en el cap, 9. A dorno criticaba en 1933 el m étodo de B en­
jamín por no ser lo suficientem ente “ dialéctico” . En “ D as París des Second
Empire bei B audelaire”, B enjam in había sim plem ente enum erado datos
fácticos sin interpretación teórica. Para un resumen de estas cuestiones
en disputa, véase R olf T iedem ann, “N ach w ort”, en W alter Benjam in,
Charles Baudelaire: E in Lyriker des Hochkapilalismus (Frankfurt am
M ain: Suhrkamp V erlag, 1969), pp. 167-191.
81 El titulo describía a estos fragm entos com o “V exierbilder iin d M i-
níaturen” . Cf. A dorno, “A Portrait of W alter B enjam in” , Prisms} p. 241.
“ A dorno, “M usikalische W areanalysen” (1 9 3 4 -1 9 4 0 ), Quasi una fan­
tasía, p. 62.
Adorno respondía que éste había abandonado la escena de la m ú­
sica y se escondía, como una mueca casi imperceptible, sólo en el
título. La pieza era una imagen de la falsa conciencia burguesa:

Singular cosa: la pieza fue escrita en algún lugar de Estados Unidos,


y allí se puso una marca conmemorativa. Pero el estremecimiento cono­
cedor, en la comisura de los labios, como conmemoración del cual sobre­
vive la “Humoresca” misma, es otra vez la disposición a comprender
toda la vileza existente hoy, a fin de estar en condición tanto mejor para
excusarla.60

Las analogías y m etáforas sólo aspiraban a la semejanza, pero las


imágenes históricas eran réplicas auténticas. Como las traduccio­
nes,67 eran transformaciones miméticas; nombraban allí donde la
analogía significaba, donde el concepto sólo “intentaba’*. De allí
que la “plañidera vibración” del instrumentalista de jazz era
el desam paro del sujeto burgués;59 la irracionalidad social que
determ inaba el destino de una canción popular era la irracionali­
dad del m ercado.69 En la disposición del teatro burgués, se podía
ver vividamente la estructura y los atributos de las relaciones de
clase: la ubicación física de las butacas proporcionaba una imagen
perceptual. En la platea se sentaba la burguesía,

. . .todos ubicados en el mismo inclinado [schief]^0 nivel, y cada uno


cuidadosamente separado del otro por el brazo de su asiento. Su liberté
es la de la abierta competencia: interferir a ios otros y usurpar la mejor
visión del escenario. Su fra tern ité emana de las largas hileras de asientos
donde cada uno es igual al otro y sin embargo todos permanecen apar­
tados e im perturbados dentro del orden de las cosas. Su é g a lité está
encuadrada por la jerarquía de ubicación y precio. Pero es invisible.
Las butacas de la primera y segunda filas no parecen en nada diferentes.
Los asientos son plegables. Con su cubierta de rojos cojines resguardan
" Ibid ., pp. 63-64.
07 Cf. supra, pp. 188-189. T raducción, no sólo de una lengua a otra
sino tam bién de un m odo a otro, no debía entenderse com o mera analogía.
D e allí el com entario de Adorno acerca del paralelism o entre la m úsica
de R avel y la pintura im presionista: “Se lo llama un im presionista. Si
la palabra significa algo más riguroso que una sim ple analogía con el
m ovim iento precedente en pintura, entonces nombra un tipo de música
que, por la fuerza de la unidad de transición infinitam ente pequeña, des­
m enuza su m aterial natural y sin embargo sigue siendo tonal.” (A dorno,
"R avel” [1930], M o m e n ts m u s i c a u x , p. 67.)
13 Adorno, “U ber Jazz” (19 3 6 ), M o m en ts musicaux, p. 102.
69 "Cuál m elodía popular tendrá éxito y cuál no — esto puede prede­
cirse con tanta certeza apodíctica com o el destino de un seguro.” ( I b i d . ,
P- 92‘> |;
** Schief tam bién significa distorsionado, falso, oblicuo.
la m em oria de los p alcos privados: lo s h a b ita n tes d e la p la tea avanzan
hacia la clase d om in an te d el m u n d o .81

Los palcos privados eran reservados a la nobleza, clase dom inante


en 3a era feudal, hoy obsoleta y periférica a la producción eco­
nómica y a la estructura de clases resultante. Sin embargo (como
los Junkers prusianos alrededor de H indenburg — era el año
1932), todavía ejercía su poder detrás del escenario:

Los palcos están hab itad os por fan tasm as. H a n v iv id o a llí d esd e 1880,
o desde que se incendiara el R in g th e a te r, N o han ad q u irid o sus b o leto s,
sino q ue poseen abonos pre-históricos, d orad os títu lo s de n ob leza, c o n ­
ced id os D ios sabe por q u ién . C o m o verd ad eros fan tasm as están c o n fi­
nados en su lugar. N o p u ed en sentarse en nin gu n a otra b u taca: o per­
m anecen a llí, o desap arecen . E stán separados d e to d o lo v iv ien te en el
teatro. P ero una puerta ocu lta co m u n ica este lugar con las cavernas llen a s
de m aquinaria, tras la escen a. E n algu n as ocasion es, tod avía le ofrecen
a la gran p r i m a d on n a un a cena con ch a m p a ñ a en el en treacto, y n a d ie
lo ve. L os p alcos au tén tico s so n oscuros,02

¿Pretendía la imagen del teatro de Adorno transform ar la alegoría


platónica de la caverna en una imagen histórica socialmente espe­
cífica? El auditorio contem poráneo contem plaba la ilusión de la
realidad en el escenario, al igual que los m oradores de la caverna
contem plaban sus propias sombras sobre la pared. Pero en la últim a
fila de la galería, en el lugar más lejano del escenario y por lo
tanto menos afectado por sus ilusiones,se sentaba no solo “el filó­
sofo” de Platón, los intelectuales que com prendían la obra, sino
la clase baja. Éstos eran los sitios m ás baratos de la casa, cerca-
nos al techo, dónele sus ocupantes

. . .saben m ejor q ue m ejor q u e el tech o q u e está en c im a d e e llo s no está


tan só lid a m en te con stru ido, y esperan q u e algú n d ía lo hagan estallar y
efectúen la unión entre escen ario y realid ad . . . H o y , esta n d o el escenario
lim itad o por el texto y el au d itorio por la m o ra lid a d burguesa, la galería
es el ú n ico lugar del teatro para la im p rovisación v erd ad era: se ha atrin­
cherado en lo s , lím ites ú ltim o s del esp acio teatral, con stru yen d o sus
barricadas con la rnadera d e las b u tacas.68

01 A dorno, “ N aturgeschichte des T h eaters” (1 9 3 1 -1 9 3 3 ), Quasi una


fantasía, pp. 99-100. (E n la traducción se han utilizado los términos
franceses para connotar los lem as revolucionarios burgueses, com o preten­
día Adorno.)
91 Ibid., p. 102.
45 Ibid.., p. 97. La p olítica de este tem prano ensayo seacercaba al su­
rrealismo (véase cap. 8).
EJ teatro entonces, era la sociedad en su form a histórica presente.
El auditorio era instado a abandonar las ilusiones representa­
das en el escenario, y a ver al propio teatro como un escenario
p ara la representación de la realidad social.
Del mismo modo, bajo la m irada interpretativa de Adorno, el
ejecutante de jazz se transform aba en la “escena” p ara la d ra­
m ática docum entación de la relación del individuo con la socie­
dad. U n análisis de la figura histórica del usujeto del jazz” culmi­
naba el artículo sobre el jazz p ara la Zeitschrift für Sozialforschung
(escrito en 1936, publicado en 1937). C uando el artículo fue redi-
tado en 1964,04 esta sección fue puesta en un aparte al final del
ensayo (que utiliza principios dialécticos de argum entación m ás
clásicos p ara desnudar el contenido ideológico del jazz), poniendo
de relieve su carácter único entre los teóricos críticos del Instituto
de F rankfurt.05 C uando el ejecutante de jazz, el “ sujeto” , hacía
“rupturas” tem porales desde la repetición coral de la música, re­
tratab a la realidad de los sufrimientos que la sociedad le imponía*
Por lo tanto el sujeto del jazz

. . .se p on e fuera d e lo c o le c tiv o así c o m o la sín co p a rom p e con los res­


p etab les y m ed id o s g o lp e s rítm icos; por p rotesta o por in c o m p eten cia
n o qu iere transform arse en un m iem b ro d e la m ayoría q u e ex iste c o n
an teriorid ad a, e in d e p e n d ie n tem e n te d e, él m ism o, h asta q u e, al f i­
n a l, es recib id o por gracia e sp ecia l d el co lec tiv o , o, m ejo r d ich o , es
a d a p ta d o a él; en rea lid a d , hasta q u e la m ú sica, co n clu y en d o con frase
cerrada, ev id en cia q u e estab a a llí d esd e el p rin cip io, q ue él m ism o es
un p ed a zo d e esta so cied a d y q u e en rea lid a d n o p u ed e escapar a e lla
d e m o d o algu n o; d e h e c h o que su ap arente ch ap u cería es en realid ad
el virtu osism o d e ad ap tarse, q u e su fa lta d e h a b ilid a d en to d o sen tid o ,
en lo sexu al só lo para com en zar, sig n ifica p recisam en te el ser cap az d e,
sign ifica q ue ta m b ién p u ed e adaptarse, q u e p u ed e h a cerlo m ejo r.00

A dorno afirm aba que el “excéntrico” era el origen, el arque-

M L a v e rsió n r e d ita d a c o n tie n e a lg u n a s revision es m e n o r es d e le n g u a je


q u e n o son sig n ific a tiv a s p a ra esta d iscu sión .
05 E l e n sayo d e ja b a cla ro q u e co n sid era b a cru cia l p r e cisa m e n te este
a sp e c to d e su a n á lisis, q u e m a rca b a su n o id e n tid a d c o n el m é to d o d el
I n s titu to : “SÍ la te o ría d e se a p e n e t r a r ... en el n ú c le o de la fu n c ió n social
d el jazz, o c o n sid e r a rla p s ic o ló g íc a m e n e , e n su c o n te n id o o n ír ic o la te n te ,
p r in c ip a lm e n te la c o n c r e ta e h istó r ica m e n te d e te rm in a d a c o n ste la c ió n
d e id e n tific a c ió n so c ia l y e n e r g ía in stin tiv a se x u a l, cu y a e sc en a [S c k a u p l a t z ]
e lla es, e n to n c e s d eb e p la n te a r el p ro b lem a de la c o n tin g e n c ia e n r ela ció n
a la h o l m u sic [las ‘ru p tu ra s’ d e im p r o v isa ció n del su jeto d e l j a z z ] . . . ; a
p artir d e la cu a l, si a ca so , d e b e ser co n stru id a la id e a del ja z z.” (A d o rn o ,
“ Ü b er J a z z ” [1 9 3 6 ], M o m e n t s m u s i c a u x } p. 109.)
00 I b i d . , pp. 1 1 0 - 1 1 1 .
tipo histórico del sujeto del jazz.67 El payaso (una figura estre­
chamente relacionada) rechazaba, por la inmediatez d¿ sus gestos,,
el conformarse a la “vida reificada burguesa”, tornándose risible,,
pero haciendo parecer risible tam bién a ésta.

. , .el excén trico, por su puesto, se ub ica fuera de la regularidad orientada


hacia objetivos — el “ritm o ”— d e la v id a b u r g u e sa .. . P ero este estar
fuera al m ism o tiem p o lo revela: n o en tan to im p o ten cia , ^‘no en tan to
superioridad. . . El ritm o de su arbitrariedad en caja su avem en te en uno
mayor, m ás le g ít im o .. . : ser ob ed ien te a la le y y sin em bargo d iferen te.6*

Adorno interpretaba esta constelación de elementos contradicto­


rios: obediencia y superioridad, protesta y conformismo, dentro del
propio m aterial (con la ayuda feliz de una categoría clave freu-
diana). L a síncopa, la categoría rítm ica del “excéntrico” ,

, . .no es co m o la d e B eeth o v en , su op u esto, q ue se erige contra la ley


establecida hasta producir, a partir d e ella , una nueva. N oi tiene p ro p ó ­
sito; no con d u ce a ninguna parte, y es arbitrariam ente derogada a través,
de una conversión d ia léctica y m a tem á tica d e lo s com p ases que no d eja
residuo. E s p u ram ente un lleg a r-d em a sia d o -p ro n to , c o m o la an sied ad ’
que con d u ce a la ey a cu la ció n prem atura, c o m o la im p o ten cia se ex p resa
en el orgasm o prem aturo e in c o m p le to .09

La aparente superioridad de la improvisación del sujeto del jazzr


era entonces sólo una prueba de su impotencia. El jazz no era
sólo ideología: la “tendencia decisivamente radical del jazz” era su
117 H e apuntado anteriorm ente (n ota 34 de este capítulo) que A dorno,
siguiendo a Benjam in, utilizaba el térm ino “ origen” para denotar la
fuente histórica, pero no en el sentido en que utilizan la palabra los
historiadores. Su interpretación del jazz es una buena ilustración; reco­
noce el hecho (q ue sería de m ayor interés para los historiadores tradi­
cionales) de que el jazz se desarrolló a partir de la cultura' negra am eri­
cana y que en últim a instancia derivaba de la m úsica africana; p ero
lo consideraba irrelevante para la función social actual d el jazz y sus
elem entos m usicales (d esafian d o entonces la tesis de que su “ prim itivism o”
podía rejuvenecer la d eclinante cultura occidental) (ibid., p. 95). D escu ­
brió en cam bio el origen históricam ente relevante d entro del fenóm eno:
sim ilitudes estructurales y funcionales señalaban a la figura del excéntrico
del siglo x ix com o prototipo d el sujeto del jazz. Adorno recurría entonces
a la investigación histórica para dem ostrar una conexión externa que
correspondiera a esta interna: “ la cuestión histórica del grado en que las
primeras step-dcinces [conectadas con el excéntrico] surgieron del "Variety
[precursor de la cultura de masas del jazzj sería pues fácticam entc de m áxim a
im portancia para una teoría d el jazz cabalm ente desarrollada” i ' (I b id .>
p. 111.)
tó Ibid., p. 111.
BD Ibid., p. 112.
propia lógica interna expresada como contradicción social re a l:

.. .que este dcbil sujeto, precisamente a causa de su debilidad, en rea­


lidad,como si fuese en compensación por ella, satisfaga exactamente a ese
colectivo que lo hace tan débil, y cuyas normas su debilidad no puede
satisfacer.70

La relación entre la “ru p tu ra” del solo y el estribillo era la rela­


ción entre el individuo y la totalidad social. Esta verdad social
era precisamente aquello que la forma y el contenido del jazz
m urm uraban en el oído de un intérprete cuya exacta fantasía se
realizaría al traerla al discurso.71 Adorno concluía con una des­
cripción que diseñaba la lógica de la sumisión fascista:

Psicológicamente, el jazz realiza la cuadratura del círculo. El arbitrario


individuo, como miembro de la clase burguesa, ha perdido sus derechos
frente a la ciega ley social. Hasta tal punto que aprende ahora a temer
•el juicio social, experimentándolo como una amenaza de castración ■—en
su forma inmediata, la ansiedad sobre la impotencia—, se identifica
a sí mismo con el juicio al que debe temer y por ló tanto pertenece a 61
y se le permite bailar al unísono. El llamado sexual del jazz es una
orden [militar]; obedece las órdenes y entonces uno mismo podrá darlas;
y el pensamiento onírico, tan lleno de contradicciones como la realidad
donde es soñado, llega a ser: cuando yo mismo permito que me despojen
de mi virilidad, sólo entonces soy potente.72

La inspiración original p ara interpretar las “figuras” históricas,


tales como el ejecutante de jazz o el excéntrico, como una “esce­
n a ” sobre la que aparecen las imágenes de la realidad social, parece
haber provenido de Benjamín. Con seguridad, Adorno condujo
toda la noción de “ imagen” a sus últimos límites. Su prim era con­
cepción del Passagenarbeit involucraba extraer de la figura del
tram poso “ imágenes que podían perm itir descifrar la fantasm agoría
del siglo xix como figura del infierno”.73 En Éinbahnstrasse (1928),
una colección de “pensamientos-imagen”,74 los fragmentarios pen­

70 Ibid.
71 La habilidad para realizar una tal interpretación era lo que A dorno
consideraba [corno la real significación del ensayo sobre jazz de 193G:
“unifica las reflexiones artístico-tecnológicas y las sociales” (ibid., p. 9).
72 Ibid., pp. 112-113. El que el partido de H itler hubiera condenado
•el jazz era, según A dorno, irrelevante en relación a su esencial totalitarism o
{ibid,, p . 105).
73 A dorno, “ Caracterización de W alter Benjam in” (19 5 0 ), Critica cul-
l u t a l y sociedad, p. 126.
Adorno explicaba que esta frase, acuñada en H olanda y utilizada
por el poeta^Stefan George, intentaba remplazar el gastado térm ino “ideas”
samientos, recuerdos, incluso los sueños del propio autor, se trans­
formaban en una escena para las imágenes de la impersonal realidad
objetiva.75 Y si aquí las experiencias subjetivas eran dialéctica­
mente interpretadas según su contenido objetivo, en las rem em ­
branzas casi proustianas de Berliner Kindheit (1930) Benjam in tam ­
bién revertía el proceso: los objetos (el teléfono, la sinuosa calle,,
el atril) eran disueltos para que su “historia interna” , la experiencia
subjetiva congelada dentro de ellos, fuese libertada. En 1930 Ben­
jamin escribió que aquello que distinguía al pensador iluminista
del m aterialista 'dialéctico era que este últim o no sólo señalaba
las contradicciones (como había hecho K ant) sino que era capaz
de m ostrar el punto en el que tesis y antítesis convergían. Las “im á­
genes dialécticas” pretendían ilum inar este punto.78 Las imágenes
de Benjamin funcionaban como interruptores, deteniendo al hui­
dizo fenómeno y poniendo en movimiento al pensamiento, o,
alternativam ente, provocando la pausá del pensam iento y poniendo-
en movimiento a los reificados objetos, haciéndoles perder su fam i­
liaridad de segunda naturaleza.
Cada vez más, comenzó a descansar sobre ellas en sus escritos. En.
la década de 1930, exilado en París, Benjamin revisó su plan para,
el Passagenarbeit. Debía ser un “panoram a de imágenes dialécti­
cas”77 extraídas de las figuras del coleccionista, la prostituta, el
flaneur, el conspirador, así como el tramposo, y del fenómeno
histórico de la m oda, la fotografía, la construcción en acero, la.
arquitectura de vidrio, el intérieur burgués.78 Como un calidoscopio
de constelaciones,79 intentaban ilum inar el m undo del pasado: París,,
la ciudad capital- del siglo xix, y por supuesto, se podría agregar,
la ciudad del capital. A p artir de los fragmentos de su historia.

de la filosofía. Im plicaba una crítica de la noción neokantiana de las ideas,


como categorías subjetivas y era un retorno a la con cep ción platónica,
“segiín la cual ía idea no es una m era concepción im aginada, sino una
cosa que existe en sí, que entonces, aunque sólo m entalm ente, se perm ite
ser vista” . (A dorno, ‘'Benjam ins Einbahnstrasse” [1955], Ü ber W alter B en ­
ja m in, p. 52.)
75 "B enjam in tenía en com ún con los [pensam ientos-im agen] de [Stefan];
George sólo esto: que exactam ente aquellas experiencias que a la inspec­
ción superficial aparecen com o puram ente subjetivas y accidentales se*
afirman objetivam ente, en realidad, que lo subjetivo se concibe solam ente
como una m anifestación de algo objetivo. . (I bid.)
70 Benjam in, “Ein Jakobiner von h eu te” (1 9 3 0 ), G esam m elte Schriften.
I I I , p. 2 6 5 .
77 A dorno, “E inleitung zu Benjam ins Sch riften ” (19 5 5 ), Ü ber W a l t e r
Benjamin, p. 43.
78 T iedem an n, S tudicn zur Philosophie W a lter B enjam ins, p. 130.
™ V éase caps. 8 y 9.
(que Benjamin desenterrara como inveterado visitante de la Bi-
bliothéqae Nationale), “pensaba construir la idea de la época como
prehistoria de la m odernidad” .80
El térm ino “prehistoria” ( Urgeschichte)81 aparece como inter­
cam biable con “historia natu ral” (Nat-urgeschichte) en el estudio
sobre el Trauerspiel. P ara la época del Passagenarbeit utilizaba
el prim er térm ino casi exclusivamente.82 Y ,sin embargo su signi­
ficado es paralelo a la interpretación de Adorno, de 1932, de la
historia como naturaleza (i.e. como repetición, y por lo tanto
nó como “historia” en ningún sentido).88 Pero m ientras el carác­
ter estático de la sociedad burguesa se expresaba adecuadam ente por
la noción de (segunda) naturaleza, la referencia a lo m oderno como
“arcaico” sugería algo m ás: que la “civilización” actual se acercaba
peligrosam ente a ser ella mism a barbarie. L a «r-hístoria del si­
glo xix de Benjam in
N o ... trataba84 empero de descubrir rudimentos arcaicos en el más re-
80 A dorno, “C aracterización de W alter B enjam in” (1 9 5 0 ), Crítica cultural
y socied ad , p. 125.
81 E l prelijo “ ur” sign ifica “arcaico” , “original” .
88 T ied em an n sugiere: “L a m od ificación term inológica parece indicar
que la concepción del libro sobre el Barroco [Trauerspiel], en el sentido
que sólo m om entos fragm entarios d e lo arcaico se extien d en a épocas
posteriores, es abandonada.” (T ied em an n , S tu d ien sur Philosophie W alter
.Benjamins, p. 123.) En su lugar se ubicaba la noción m ás radicalm ente
critica de lo m oderno com o prim itivo en sí mismo. .
83 Adorno,. “D ie Id ee der N atu rgesch ich te” (1 9 3 2 ), G S 1, pp. 3 4 5 -365,
'discutido en d etalle supra, cap. 3.
8* C om o h abía in ten tad o B enjam ín, según T ied em an n (cf. n ota 82)
en el estudio sobre el Trauerspiel. Pero aun aquí la com prensión de B en ­
ja m ín no era la del historiador tradicional. En los térm inos benjam inianos
U rsprung, Ur geschichte y U rbild , la n oción de origen no hacía referencia
.a un único acon tecim ien to histórico com o fuente, sino a una constelación
arquetípica, cu ya construcción estaba m ediatizada por el presente histórico,
p u n to de referencia de todo conocim iento (cap. 3). Ésta es una de las
nociones más difíciles de B enjam in, y su posición no está desprovista de
•equívocos internos. H e aquí una traducción de la definición de B enjam in
del origen ( U rsprung) en el T ra u ers p iel; la interpretación de su signifi­
cado d ebe ser d ejad a a criterio del lector: “C on la palabra ‘origen' se
quiere significar el no llegar a ser de lo que ha surgido; m ucho más,
-aquello q ue surge a partir de llegar a ser y desaparecer. El origen perm a­
nece en la corriente d el llegar a ser com o uri rem olino, y en su ritmo
arrebata el origen m ateria!. Lo originador no se presenta al conocim iento
■en su existencia fáctica, abierta, desnuda, y su ritm o se entreabre sola­
m ente a una doble percepción. Por una parte, quiere ser conocido en
tanto restauración, en tanto recolocación, y por lo tanto, por otra parte,
com o lo in com p leto, inconcluso. En cad a fenóm eno-origen está determ i­
nada la figura dentro d e la cu al una idea se opone continuam ente al m un-
-do histórico, hasta que yace com pleta en la totalidad d e su historia. Por
cíente p asad o, sino d e d eterm in ar c o m o figura de lo m á s antiguo lo
más n u evo en cad a ca so .85

Frente a la realidad de la consolidación del poder de Hitler, el


tema de lo m oderno como arcaico no era m eram ente polémico,
cada vez más se transform aba en una descripción del curso em pí­
rico de los acontecim ientos.80 Pero si la cultura burguesa, como
las mercancías burguesas, revelaba todos los atributas del m ito y la
mistificación, y si el propio m ito hitleriano del Führer utilizaba
la im potencia psicológica resultante, entonces éstos debían ser en­
tendidos como fenómenos históricos, y no como expresiones de una
constante naturaleza hum ana. Del mismo modo, las imágenes
dialécticas intentaban ser construcciones históricamente específicas,
y no arquetipos junguianos. Como escribiera Adorno en relación
al Passagenarbeit de Benjam ín:

. . . l a im agen d ia léctica in ten tab a ser ob jetiv a , y n o p sjco ló g ica : la re­


presentación d e lo m od ern o co m o lo n u evo, lo ya pasado, y lo. siem p re
id én tico [Immergleiché] en u n o , lleg a ría a ser el tem a filo só fic o central
y la im agen d ia léctica cen tra l.87

El fragm entario Passagenarbeit anticipaba entonces claram ente


la Dialektik der Aufklarung de Adorno y Horkheim er. Su crítica
de la historia del iluminismo, el argum ento de que la razón se
había revertido transform ándose en una nueva forma de mito,

lo tanto el origen se gesta, no a partir d e las condiciones reales, sino que


en cam bio se refiere a su historia previa y futura. Los principios guías
d e la observación filosófica se extraen d e la dialéctica inherente al origen.
A partir de allí, la unicidad tem poral y la repetición, com o m utuam ente
determ inantes, se m uestran con todas sus características. L a categoría del
origen es, por lo tanto, no com o quería [el neokantiano] C ohén, pura­
m ente lógica; es histórica.” (B enjam in, U rsprung des deutschen Trauers-
piels, pp. 29-30.)
85 A dorno, “C aracterización de W alter B enjam in’' (19 5 0 ), Critica cul­
tural y sociedad, p. 125.
80 Adorno relataba que en la época del segundo plan para el Passagenar­
beit (1935), Benjam in “tropezó con un escrito perdido de A uguste Blan-
qui, redactado en prisión — L ’éternité par les astres— , escrito en el cual,
con un acento de absoluta desesperación, Blanqui anticipa la doctrina
nietzscheana del eterno retorno". ( I b i d ., p. 126).
" A dorno, “E in leitung zu Benjam ins Schriften!1 (19 5 3 ), Über Walter
Benjamín, p. 43. A dorno afirm aba que, a diferencia de los arquetipos de
Jung, la idea d e redención de B enjam in se aplicaba sólo a los fenóm enos
transitorios, no a las im ágenes dialécticas. “Lo eterno en ellos’ es sólo Jo
transitorio.” (I b id ., pp. 42-43.) Sin em bargo, h abla algún equívoco en la
posición de Benjam in, que A dorno no reconocía aquí, pero que surgió
como parte de su desacuerdo con B enjam in en la década de 1930.
estaban basados precisamente en una interpretación de lo moderno
como arcaico.
El enfoque era nuevo p ara Horkheimer, pero Adorno había
estado experim entando con su aplicación desde los comienzos
de la década de 1930; “lo ‘m omentáneamente nuevo’ ” , escribió
en 1932, “aquello que es dialécticam ente producido en la historia,
se presenta en [la constelación de] la verdad como arcaico” ,88
y sus ensayos interpretativos ilustraban esta convicción. Específi­
camente, Adorno intentaba demostrar que la estructura de m er­
cancía de los fenómenos presentes tenía las características distin­
tivas del m ito; bajo la superficie de la m odernidad estaba la
estructura de una era prim itiva.89 En una serie de cortos trabajos
(escritos entre 1931 y 1933)00 Adorno utilizaba imágenes de lo
arcaico para hacer visible la fetichización de la cultura. La reifi-
cación de los eventos culturales, su relación con los auditorios
como “una m ercancía que puede comprarse”, reducía la cultura
a una “función ceremonial” :

El aplauso es la ultima forma de comunicación objetiva entre la música


y quien la escucha. . la activación del escucha es ahora una ilusión;01
sólo en la ciega ejecución del aplauso pueden ellos (música y escucha)
encontrarse. El procedimiento podría relacionarse con el antiguo y hace
tiempo olvidado ritual del sacrificio. Tal vez, podríamos suponer, hom­
bres y mujeres golpeaban así sus manos cuando los sacerdotes inmola­
ban a los animales para el sacrificio.
Al virtuoso se le acuerda el aplauso sobre todo porque es el que más
claramente conserva las características del sacerdote del sacrificio...
A menudo' ya no sabemos qué es lo que está siendo allí sacrificado:
la música, el virtuoso, o en última instancia, nosotros mismos.
Como acto ritual, el aplauso traza un círculo mágico alrededor del
ejecutante y aquellos que aplauden, que ninguno es capaz de penetrar.
Sólo desde afuera se deja aprehender.

88 A dorno, “D ie Id ee der N aturgeschichte” (19 3 2 ), GS 1, p. 364.


80 Su contem poráneo francés Lévi-Strauss estaba inten tan d o algo sim i­
lar, sin em bargo con conclusiones antitéticas. El propósito d e A dorno
era el criticar la estructura actual (reifícada) de la con cien cia; L évi-
Strauss quería afirmar la estructura presente com o un prim er principio
ontológico í universal.
w Estos trabajos fueron publicados por primera vez juntos en 1958
y se reditaron bajo el título “N aturgeschichte des T heaters” en Adorno,
Quasi una fantasía, pp. 94-112.
01 Este tem a de la pasividad del individuo y su irrjpotencia consecuente,
q ue siguió siendo crucial en la crítica de Adorno a la cultura de masas,
se expresa en otro fragm ento de su serie en términos del m ito de O diseo
(que aparece otra vez, ya sin hum or sino m ortalm ente serio, en Dialektik
der A ujkliirung). Es en su interpretación de las butacas de la platea com o
Aquí,92 una cosa era leer los elementos de una obra teatral corno
expresión inintencional del fetichismo de la m ercancía; y otra
cosa era descubrir estos cambios dentro del propio m aterial m u­
sical. El artículo de Adorno sobre el jazz extraía imágenes de lo
arcaico (del mito, de la m agia, de la tiranía de lo colectivo)
a p artir de un análisis de los elementos técnicos de la música,
para demostrar, no el hecho de que la música de jazz fuese auténti­
camente prim itiva,03 ya que era “una m ercancía en sentido es­
tricto”,11)4 sino que precisam ente en tanto m ercancía, precisam ente
en aquellos elementos que la determ inaban como fenómeno m o­
derno de la cultura de masas, poseía cualidades que llevaban la
im pronta de lo prim itivo: “Lo arcaico m oderno del jazz no es
otra cosa que su carácter de m ercancía.”95 Adorno sostenía que las
ley es que gobernaban la composición de la música de ja 2z, esas

escenario de la realidad burguesa (véase supra): "En la m uy ordenada


y racionalm ente dispuesta platea, que adjudica a cada quien su lugar
expxto, la aventura ya no existe. Sólo al ojo todavía se le perm ite tener
una [puede cerrarse] . . .O puede, hacer su odisea sobre el m ar d e cabezas
humanas y, anónim o com o ellas, em prender su arriesgada travesía h acia el
escenario. En prim er lugar, Be libera d el cautiverio de C alipso, una m ujer
gorda cuyo peinado obstruye el cam ino de la gruta. Serpentea entre EsciJa
y Caribdis, que se juntan y se separan, quebrando en pedazos todo lo que
está entre ellas. T oca la isla de las Sirenas, el esbelto cu ello de una d o n ­
cella, en el sol d el m ediodía de su rubio cabello. El feacio de calva cabeza
en la prim era fila ya no es peligro para él. D ich oso, O diseo el O jo desem ­
barca en las rodillas de la soubrette coloratura com o si fueran las costas
de su Itaca.” (A dorno, “ Parkett’', en “Zur N aturgeschichte des T h eaters” ,
Quasi una fantasía, pp. 100-101.)
B" A dorno, “A pplaus” (19 3 1 ), D ie M u s ik , reditado en “Zur N aturges-
chichtc des T heaters” , Q uasi una fantasía, pp. 94-9G. M ás tarde en su c o n ­
junto de críticas, ,Adorno ve la p la tea del teatro com o una arena en
una im agen que presagia las persecuciones religiosas de H itler: “ Sueños
m alvados que introducen nuevam ente deportes de anim ales en nuestros
teatros perm iten que a través de estos pasadizos, tigres reales de Bengala
se precipiten triunfalm entc desde las jaulas d e los vestidores.” (Ib id .,
p. 102.)
M Para resolver e í “enigm a” del jazz, para interpretar su función técnica
como “cifra de su función social” (A dorno, “ Ü ber Jazz” [1936], M o m e n ts
musicaux, p. 86), A dorno lleva a cabo una crítica a d ob le nivel, similar
a su enfoque en la interpretación de la “historia natural” (cap. 3):
contra e l argum ento afirm ativo según el cu al el prim itivism o del jazz
regenerará a la actual “d ecadencia” m usical europea, A dorno sostiene
que su pretendido prim itivism o es m oderno, resultado de la estructura
m ercancía de la sociedad burguesa (ibid., pp. 94-95), p ero contra el ar­
gumento según el cual los elem entos m odernos del jazz son progresistas,
Adorno afirm a que éstos son precisam ente los elem entos arcaicos (ibid.,
p. 184).
01 I b id ., p. 08.
“ Ibid., p. 95.
mismas leyes que garantizaban su comercialización en tanto m er­
cancía cultural, le otorgaban una identidad estructural respecto de
los mitos prim itivos:

. . .la rígida y casi a tem p o ra l in m o v ilid a d en el m o v im ien to (d e la m ú ­


s ic a ), la m áscara e stereo tip a d a de la fu sió n entre una ag ita ció n salvaje
q u e p arece ser d in á m ica y u n a in flex ib ilid a d d el p roceso q ue d o m in a
por en cim a d e tal a g ita ció n . S in em bargo, sob re tod o, la ley , q ue p er­
ten ece tan to al m e rca d o c o m o al m ito : d eb e ser siem p re la m ism a, y
sim u ltá n ea m en te fin g e ser siem p re n u eva.86

L a tendencia del jazz a "desm itificar” la danza, al transform ar


sus movimientos ceremoniales en “pasos” secularizados, revertía
dialécticam ente en una “nueva m agia” : el rítmico hechizo de la
m archa m ilitar.97 E n las rupturas improvisadas de la música de
jazz, donde la música pretendía ser individualista, y por lo tanto
progresista, Adorno veía la imagen del ritual arcaico. L a altera­
ción de copla y estribillo, las rupturas del solista seguidas de la
repetición tem ática, eran paralelas a la visión del bailarín p ri­
m itivo danzando p a ra el colectivo,98 y ésta a su vez era u n a imagen
de la relación entre el individuo m oderno y la sociedad, en la que
el prim ero, im potente, hacia “un sacrificio al colectivo”,09 110 era,
como el hom bre arcaico, individual en ningún sentido: “sacrifica
una individualidaid que no posee..
L a crítica del jazz de Adorno fue escrita en Inglaterra en 1936,
antes de haber decidido unirse al exiliado Instituto de H orkheim er
en los Estados Unidos, la meca de la cultura de masas. Al leer
la música y su ejecución como una “cifra sociohistórica”, cuya
traducción exponía el carácter arcaico de su m oderna form a de
mercancía, al aplicar conceptos tanto de Freud. como de M arx
a la interpretación del propio m aterial musical, al hacer visible la
realidad social al interior de los rasgos superficiales del fenó­
meno, su análisis del jazz proporcionaba ya el modelo p a ra todas
las críticas posteriores de Adorno a la cultura de masas — de la
música popular, la radio, la televisión y los horóscopos, p a ra nom ­
brar sólo unos pocos. Fue a p artir de los fundam entos de este101
w I b i d pp. 95-96.
01 Ib id ., p. 106. U n a vez m ás, esta inversión dialéctica desde la desm iti-
ficación, a través d e la secularización hacia una nueva form a de m ito,
anticipa D ia lektik der Aufklcirung.
03 Ib id ., p. 108.
08 /felá., p. 110.
100 Ibid., p. 113.
101 C onju n tam en te con “U ber d en Fetischcharackter in der M usik und
artículo que Adorno, colaborando con Horkheim er en los Esta­
dos Unidos, desarrolló la teoría de la “industria de Ía cultura” en
la década de 194O.102
Edw ard Shils el más notorio crítico norteamericano de esta
teoría, sostenía en 1957 (desde un punto de vista más libe­
ral que marxista) no sólo que . esta crítica “izquierdista” de la
cultura de masas era insostenible, sino que Adorno, Horkheim er
y otros inmigrantes no alcanzaban, a causa del intelectual espíritu
elitista europeo, a apreciar la esencia dem ocrática de la cultura
de masas am ericana.108 Independientem ente de los méritos de la
cultura de masas, la argum entación de Shils se equivocaba en lo
referente a Adorno. Com o dem uestra claram ente su artículo sobre
el jazz, lejos de m enospreciar la cultura de masas, Adorno la tomaba
con extrem ada seriedad, aplicando a sus fenómenos el mismo
método analítico sofisticado, la m ism a tristeza intelectual, que
utilizaba al interpretar a Husserl, K ierkegaard y Stravinsky. T am ­
poco sugería que la distinción entre conciencia crítica y concien­
cia de masas se relacionara con diferencias de educación o de
clase.104

die R egressíoti des H orcns” (19 3 8 ), que sostenía, de m anera similar,


que la m úsica se h abía transform ado en una m ercancía, y que la reificada
relación to n el público culm inaba en una regresión psicológica.
102 M ientras que la crítica del jazz d e A dorno era una “ id ea” o “ cons­
telación”, la “ industria- de la cultura” era en verdad una teoría. Corno la
presentación d e una “id ea”, su ensayo sobre el jazz utilizaba un m étodo
d ialéctico de crítica inm anente para interpretar la verdad sociohistórica del
fenóm eno, que A dorno más tarde llam aría “fisiognóm ica social” . En co n ­
traste, la teoría de la industria de la cultura p lanteaba un marco estructural
para tales ideas. .La distinción se discute en el cap. 11.
lul Edward Shils, “ D aydrcam s and N ightm ares: R eflections on th e
C riticism of M ass C u ltu re” , S ew an ee R e v ie w , 65, 4 (otoño de 1957), pp.
587-608. E l artículo de Shils era un com entario del libro de Bernard
R osenberg y D avid M anning W hite, eds., M a ss C ulture (N u eva York,
F ice Press, 1957), en el cual apareció el artículo de A dorno “ On Popular
M usic” . El com entario tam bién h acía referencia a artículos de la revista
del In stituto, y a Eros y civilización de M arcuse.
1W “. . .el efecto del jazz está tan poco confinado a la clase dom inante
como que su concien cia se separa profundam ente d e la de los dom inados:
los m ecanism os de m utilación psíquica, cuya continuidad se debe a las
condiciones presentes, tien en tam bién poder sobre los propios mutiladores,
y si en su estructura instin tiva son suficientem ente parecidos a aquellos
a quienes sacrifican, en tonces los sacrificados son a su vez com pensados, en
tanto se les perm ite la porción de bienes d e los dom inadores a la que as­
pira una estructura instin tiva m u tilad a.” (A dorno, “Ü ber Jazz” [1936],
M om ents musicaux, pp. 89-90.)
Adorno pudo haber sido en realidad un snob intelectual, pero un
argum ento ad hominem no funciona como crítica de su teoría. Es­
taba fundam entalm ente comprometido con la relación entre sujeto
y objeto, y al otorgar dignidad filosófica a la existencia m oderna
antes que retroceder a las aristocráticas “grandes cuestiones” de
la filosofía o deificar la dominación del sujeto sobre la m ateria, la
concepción de Adorno sobre la relación sujeto-objeto era “dem o­
crática” en un sentido muy real.
Adorno, entonces, no menospreciaba al jazz, ni sostenía que era
insignificante en tanto “ideología” o cultura de “frentes estrechas” .
Por el contrario, insistía en que la apariencia «—fenoménica, Schein
ideológico— era precisamente el lugar de la verdad ;105 y aquí
precisamente afianza su m irada filosófica, bajo la cual la ap a­
riencia era dialécticam ente “redim ida”, transform ada de ideología
en verdad social. El jazz se revelaba como un escenario de la
realidad social. Gomo verdad inintencional, se descubría a sí mismo.
Su realización era entonces “el estático ritual de la revelación de
su carácter social” .100
Pero sólo una actitud crítica ante el jazz (o ante cualquier otro
fenómeno), el rechazo a identificarse con él, podía descubrir la
verdad. La crítica afirmación del jazz era “seudodem ocrática” .107
El jazz era “estático” en los dos sentidos de la palabra inglesa:
era m íticamente repetitivo, y también un mensaje m utilado: “inter­
ferencia”108 que debía ser descifrada. Este descifrar no dejaba
intacto al objeto (ni al sujeto): era praxis, intervención, conoci­
miento que alteraba de tal modo a los fenómenos que, como

105 N ingún objeto, fuera éste el jazz, una obra de arte o una filosofía,
era en sí mismo “verdad” ; en cam bio, la verdad aparecía, em ergiendo
desde dentro de los fenóm enos bajo el escrutinio de la interpretación
crítica. Los únicos fenóm enos totalm ente ideológicos (y de allí totalm ente
“irredimibles”, en el sentido de Adorno) eran aquellos en los que se
negaban todos los antagonism os, todas las contradicciones, y que, por lo
tanto, eran totalm ente conciliatorios con el status quo. Pero el jazz, com o
configuración de opuestos, del individualism o de la m úsica de salón por
una parte y| del colectivism o de la m archa m ilitar por la otra, aprehendía
una contradicción social real, a partir de la cual podía interpretarse la
verdad. Si ambos ■polos del jazz se separaran, escribió A dorno, transfor­
mándose en dos géneros de jazz diferenciados, cada uno de ellos sin c o n ­
tradiciones internas, entonces “el jazz ya no podría ser redim ido” . (Ibid.,
p. 115.)
100 Ibid., p. 113.
,nT I b i d . , , p . 90.
109 I b id ., p . 8 6 .
I'exierbilder, jam ás podían volver a ser mirados de la misma
manera m istificadora:

Si e! jazz pudiera en realid ad ser só lo escu ch ad o, p erdería su poder.


Entonces las personas ya no se id en tifica ría n c o n é l, sin o con sigo m is­
m as. 100

10í A dorno, “O xforder N achtragc” (1 9 3 7 ), ap éndice a ibid., p. 120.


7. EL M É T O D O EN A C C IÓ N : L IQ U ID A C IÓ N D EL
ID E A L IS M O

LA PRUEBA MATERIAL

El m étodo de Adorno era notablem ente versátil. Podía ser apli­


cado a cualquier tipo de fenómeno social burgués.1 Ya se tratara
del jazz, de la atonalidad, de una obra dé Bkckett, de la audien­
cia de radio, de un concepto sociológico, de un principio estético
o de un texto filosófico, su procedimiento., interpretativo seguía
aquellos principios que he intentado describir e ilustrar. En todos
los casos, cualquiera fuera la disciplina a la: que estos fenómenos
tradicionales hubieran pertenecido, su objetivo era el desarrollo
de la conciencia crítica y del conocimiento de la verdad social
p ara que el m undo de los objetos, no idéntico al de la razón,
fuese accesible a la comprensión racional. Pero cuando el objeto
era la filosofía burguesa, el proceso producía un resultado único:
probaba su falsedad negando las premisas idealistas sobre las que
descansaba. Aquí radicaba el potencial revolucionario real del
m étodo, y como estas premisas, a su vez, proporcionaban los fu n ­
damentos de toda la investigación intelectual burguesa, Adorno
hizo de ellas el centro de su análisis. T enía la esperanza no sólo
de elevar la conciencia crítica acerca de la función ideológica y
social de la filosofía, sino de hacer u n a contribución positiva: a r­
ticular la lógica inherente al propio m aterial de la filosofía, que
conducía por su propia dinám ica a la desintegración de la form a
de m ercancía burguesa, idealista. Esta negación, al mismo tiempo,
redimía a la filosofía, transform ando la ontología, la epistemología,
la metafísica, la ética y la estética,2 de sistemas idealistas cerrados

1 L a relatividad histórica de la p ropia posición del intérprete lim itaba


la valid ez de su ap licación a lo.s fenóm enos de la era burguesa — lo arcaico,
ja m agia y el m ito p od ían ser interpretados sólo a través de su m ediati-
zación por el presente sólo en cuyo con texto adquirían significación.
2 A unq ue la teoría de A dorno no se adhería a ninguna distinción rígida
entre estas ram as de la filosofía, sus escritos sí tienden a enfocar proble­
mas específicos que cad a u n a de ellas suscitan. A cerca de la ontología,
véase especialm ente su estudio sobre K ierkeg aa rd (1 9 3 3 ), sobre H eidegger,
] argón der E igen llich k eit (1 9 6 4 ); y la parte i de N eg ative D iale ktik
(196G). A cerca de la epistem ología, véase Z u r M eta k ritik der Erkenntnis-
th eorie (1 9 5 6 ); acerca d e la m etafísica, D re i S tu d ie n zu H e g e l (1 9 6 3 ) y
en actividades de pensam iento que autoconscientemente participa­
ran en el proceso de cambio social.
La distinción cualitativa de resultados del método de Adorno,
aplicada al fenómeno de la filosofía burguesa constituye un punto
importante, y perm ítasem e ser específica al respecto. En el capí-
tudo 2 cité la única ilustración concreta que proporcionara Adorno
en su program a p a ra la filosofía de 1931, una constelación orga­
nizada según el concepto “llave” de estructura-m ercancía, que
era capaz de interpretar y negar sim ultáneam ente el problem a
kantiano de la cosa en sí. Q uiero ap u n tar aquí que aquello que
resultaba excitante p ara Adorno en esta interpretación (original
de Lukács) no era simplemente el hecho de m ostrar la relatividad
histórica del pensam iento de K ant, sino que proporcionaba una
crítica inm anente a la absoluta incorrección8 de la prem isa kan­
tiana sobre la dualidad de pensam iento y realidad: sujeto y objeto
estaban inextricablem ente relacionados, reflejándose uno en el
otro, y los elementos problem áticos de la producción burguesa de
mercancías eran precisam ente los elementos problemáticos del idea­
lismo kantiano: la relación “indiferente” entre el sujeto y el objeto
de K a n t era la reificada relación entre trabajador y producto; la

“M cditation en zur M etaphysik” , en N e g a tiv e D ialetik (1966). Sobre la


estética, véase Philosophie der neuen M u sik (19 4 9 ), “D er Essay ais Form ” ,
en N o ten zur L ite ra tu r, vol, 1 (195 8 ), y Aesthetische T heorie ( G esam m elte
Schriften, vol. 7, 1970). L a crítica de la ética burguesa era en realidad
el terreno de Hovkheim er, aunque la crítica a la razón práctica de K ant,
“Exkurse I I ” en D ia lek tik der AufkUirung, escrita por H orkheim er, refle­
jaba tam bién eí pensam iento de A dorno. L a colección de aforismos de
Adorno M i n im a moralia (1 9 5 1 ) es un libro ucerca de la ética, pero el
m étodo se desarrolla a través d e la crítica de los fenóm enos de la vida
contem poránea más que a través de la crítica directa de las filosofías
éticas del idealism o, Pero véase su crítica posterior a la razón práctica
de K an t, ‘T r eih eit”, en N e g a tive D ia le k tik (19 6 6 ). A dorno planeaba un
libro acerca de la ética cuando m urió (el que conjuntam ente con N eg ative
D ialektik y A esthetische T heo rie correspondería a la divisi6n de la filo ­
sofía de K an t en tres críticas, m etafísica, ética y estética.
8 Cf. Horkheimer, quien con su orientación moralista, estaba más preo­
cupado por probar que la sociedad era absolutam ente incorrecta: “A l m is­
mo tiem po, et aceptar sim plem ente ese significado [de las categorías eco ­
nómicas] im plica la más torpe de las falsedades: el reconocim iento crítico
de las categorías que dom inan la v id a de la sociedad con tien e tam bién
la condena de aquéllas. Este carácter dialéctico de la autointerpretación del
hombre actual determ ina tam bién, en ú ltim a instancia, la oscuridad de la
crítica kantiana d e la razón. L a razón no p uede hacerse com prensible a sí
misma m ientras los hombres actúen com o m iem bros de u n organism o irra­
cional.” (M a x H orkheim er, “ T eoría tradicional y teoría crítica” [1937],
Teoría critica, trad. E. A lbizu y C. L uis [Buenos A ires: Amorrortu, 1974],
p. 241.)
abstracción del formalismo kantiano era la abstracción del valor
de cambio; la irracionalidad de la cosa en sí era la opacidad resul­
tante de las mercancías; la aceptación del m undo de la experiencia
“dado” era la aceptación de las relaciones de clase como segunda
naturaleza. Las características distintivas del sujeto kantiano, de la
autonome ratio sobre la que se basaba todo idealismo, eran su in­
dependencia con respecto al objeto, su universalidad histórica y for­
mal, y su regulación4 del m undo empírico. Ahora podía demostrarse
que esos elementos eran reflejos de la realidad social; sí, como esos
pisapapeles de vidrio que al ser dados vuelta nievan sobre un m undo
interior,5 estos elementos, puestos de cabeza y vueltos transparentes,
revelaban una imagen de la realidad social en “abreviación monado-
lógica”, entonces las pretensiones de la autonome ratio — su ahisto-
ricidad, su separación del objeto, su universalidad—- probaban su
falsedad, eran negadas, liquidadas. Como resultado, el enigma
del problem a de la cosa en sí (que se había transform ado en pro­
blem a por la presunción, en prim er lugar, de un sujeto autónom o)
se resolvía, no por haber encontrado una respuesta, sino porque la
pregunta misma ya no tenía sentido, porque “desaparecía abso­
lutam ente” .0 El program a de la filosofía como liquidación del
idealismo se definía entonces como un proceso de “solución de
enigmas” ;

Y así como se constituye la resolución de enigmas, conformando en


varios grupos a los elementos singulares y dispersos de la pregunta hasta
que estos se unen en una figura de la cual surge la solución, en tanto
desaparece s la pregunta —así la filosofía tiene que disponer sus ele­
mentos, que recibe de las ciencias (Wissenschaften), en cambiantes
constelaciones... hasta que conformen una figura que pueda ser leída
como respuesta, mientras que, al mismo tiempo, la pregunta desaparece."

* Esta regulación sistem ática de I03 objetos externos, dom inados por el
sujeto, era Ja característica que Adorno y Horkheimei* interpretaban en la dé­
cada de 1940 com o la llave de la estructura del totalitarism o ( “ Exkurse I I ”
de D ialektik der A u fkla m n g). L a crítica de Adorno a la estructura de
dom inación se centraba, com o podía suponerse, en sus m anifestaciones ai
interior de la lógica burguesa y la experiencia cognitiva. Éste era el tem a
de su introducción de 1.9 5 G a la crítica de Husserl escrita en la década
d e 1930 (pero publicada por primera vez en 1956), Zur M eta k ritik der
Erkenntnistheorie.
“ T heod ore W . A dorno, "Caracterización de W alter B enjam ín (1950),
C rítica cultural y sociedad, p. 119.
6 T heodor W . Adorno, “D ie A ktualitát der P hilosophie” (19 3 1 ), Ge-
sam m etle Schriften, vol. 1: Frühe philosophische Schriften, ed. R olf T ie ­
dem ann (Fpuikfurt am M ain : Suhrkamp V erlag, 1973), p. 337.
7 Ibid., p. 335.
Cuando se construían constelaciones para resolver los enigmas de
la filosofía idealista, los “objetos” eran textos filosóficos, y sus
“elementos” eran los detalles aislados, fragm entarios, aparente­
mente insignificantes: partículas de pensam iento, giros idiomáticos,
palabras e imágenes específicas. Los “enigmas” se ubicaban en
las antinomias, las rupturas lógicas de los textos, pues aquí, donde
vacilaba la intención subjetiva del filósofo, donde, al enfrentarse
con la contradicción, él mismo sentía que había fracasado, allí, inin-
tencionalmente triunfaba, al hacer visible la verdad social. L a yux­
taposición de elementos aparentem ente remotos, en la particular
disposición única en un m omento cuya estructura correspondía a
las categorías “llaves” de M arx y Freud, creaban “ imágenes his­
tóricas” de estas categorías. Los textos filosóficos así interpretados
se tornaban transparentes, escenarios de la realidad social objetiva,
justo en el m om ento én que, en tanto textos idealistas, pretendían
estar hablando de un reino subjetivo, autónom o, absoluto. El idea­
lismo, a través de su crítica inm anente, era forzado a contradecir
sus propias premisas, y las constelaciones de Adorno promovían
entonces la autolíquidación del idealismo:

No temo al reproche de una negatividad infructuosa. .. Si la interpre­


tación filosófica puede de hecho sólo prosperar dialécticamente, enton­
ces el primer punto de ataque dialéctico está dado por una filosofía
que cultiva precisamente aquellos problemas cuya eliminación parece ser
más urgentemente necesaria que la agregación de una nueva respuesta
a las muchas anteriores.8

Esto fue escrito tín 1931. En 1966 Adorno podía sostener todavía
que “la filosofía i*. .se encuentra obligada a criticarse sin conside­
raciones” ,0 que “sin duda hay que negar la problem ática filosófica
tradicional; pero tam bién estamos encadenados a sus preguntas” .10

8 Ibid.) p. 339. En V ien a los positivistas lógicos alrededor de C arnap (y


en Cam bridge el círculo de Bertrand Russeíl) estaban “ liqu id an d o” tam bién
las cuestiones tradicionales de la filosofía, pero no dialécticam ente. Ign ora­
ban la tradición, sim plem ente dejando de lado, por carecer d e sentido, lo i
problemas de m etafísica y m oral. A dorno dem ostraba el sinsentido de los
problemas filosóficos tom ándolos en serio, y en su n egación d el idealism o,
la tradición del idealism o perm anecía superada ( aufgehoben). C om o escri­
bió Adorno en 1966¡ una cuestión no debía perderse para la filosofía, y es
“cómo un pensam iento que tiene que desprenderse de la tradición puede
conservarla transform ándola; la experiencia del espíritu no es otra cosa1’.
(T heodor W. A dorno, Dialéctica negativa, trad. J. M . R ip ald a [M adrid:
Taurus, 1975], p 60.)
9 Ibid ., p. 11.
10 Ibid., p. 25.
Existía entonces u n a notable persistencia en la concepción de
Adorno acerca de la tarea de la filosofía. Y sin em bargo su des­
cripción del proceso de resolución de los enigmas cambió realmente
de u n a m anera tal que reflejaba un viraje en el equilibrio de fac­
tores que incluía la construcción de constelaciones. En el program a
de 1931, reflejando la influencia de Adorno, se enfatizaba el papel
crucial de las “imágenes históricas” . L a ilum inación de estas imá­
genes” conform aba el m om ento de 1 clímax: ilum inaban el pro­
blem a “como una alborada” :
La interpretación filosófica auténtica no se topa con un significado
fijado que ya existe por detrás de la cuestión, sino que lo ilumina súbita
y momentáneamente, y lo consume al mismo tiempo.11
Esta im aginería de la luz evocaba sim ultáneam ente varias tradicio­
nes históricas: conjuraba al plato n ism o /2 pe¿o tam bién al ilumi-
nismo del siglo xv jii ; como ilum inación se asociaba con la expe­
riencia reveladora del misticismo18 y de la intuición poética,14 pero
tam bién con la tecnología más m oderna: u n shock eléctrico,15 una
explosión atóm ica,16 o un flash fotográfico capturando una tom a de
lo real.17 En su discurso inaugural, Adorno, al hablar de las imá-
” A dorno, “D ie A ktualitiit der P hilosophie” (19 3 1 ), GS 1, p. 335.
12 La asociación entre el p latonism o y la teoría d e B enjam in de las ideas,
y de allí de los elem entos de un platonism o invertido en los propios escritos
de A dorno, ha sido discutida en el cap. 4.
10 Ésta era Ja in flu en cia indirecta de la Gábala, v ía Scholem y a través
de B enjam in, en Adorno.
14 L a im aginería de la luz fu e u tilizada por los poetas rom ánticos alem anes
(N ovalis, S ch legel, G oethe), q ue influyeron al joven Benjam ín. (V éase
W alter B enjam in, D e r 'Begriff der K u iu tk ritih in der deulschen R ú m an tik
[1920], ed. H erm ann S c h w e p p e n h a u s e r [Frankfurt am M ain, Suhrkam p
V erlag, 1973].) En su discurso d e 1931 A dorno se refirió a G oethe d efen ­
diendo la validez de su propio m étodo sobre la base de su carácter “fruc­
tífero” (A dorno, GS 1, p . 342). Cf. la descripción de G oethe acerca del
“sentim iento de la verdad’1 intuitiva, que “con d u ce con una velocidad
sim ilar a la de la luz al conocim iento fructífero (citad o en R olf T ie d e ­
m ann, S tudien zur Philosophie W alter Benjam ins, introd. T h eod or W.
A dorno [vol. 16 del In stitu í für Sozialforschung, Frankfurter Beitrüge zur
Soziologie, ed. T h eod or W . A dorno y W alter Dirks] [Frankfurt am M ain,
Europüischc V erlagsanstalt, 19G5], p. 43).
18 El elem ento de shock estaba unido (v ía Benjam in) a B recht y al su­
rrealismo,
10 Los trabajos de A dorno de la década de 1930 hablaban frecuentem ente
de hacer “explotar” ( sprengen) el “h ech izo” (Bann) del idealism o. V éase
tam bién la afirm ación final de su conferencia inaugural: “Seria posible p e ­
netrar el d etalle, hacer explotar en m iniatura la masa de la realidad m era­
m ente existen te” . (A dorno, “D ie A ktualitSt der P hilosophie” [1931], G S 1,
p. 344.)
“ A dorno utilizó más tarde la im agen del flash fotográfico interpretando
genes históricas, afirmó que su validez se garantizaba por el hecho
de que “la realidad cuaja en ellas con asombrosa evidencia [in schla-
gender Evidenz]”.18 Sin embargo, pronto Adorno desarrolló sus re­
servas respecto de este m om ento ilum inador. Quizá tenía demasiadas
reminiscencias de] concepto de Ansckauung de Husserl, de la “m ira­
da intuitiva” p ara la cual la esencia del objeto se tornaba fenome-?
nológicamente “evidente” , y que Adorno atacara en su crítica a
Husserl, escrita en 1934-1937. En 1938 Adorno comenzó a reco­
nocer la misma invocación (Beschworung) por la verdad en los
escritos de Benjamín, donde la realidad era más intuitivam ente
revelada que teóricam ente interpretada. Guando Benjamin co­
menzó a basarse en un “m ontaje” de datos objetivos para construir
“imágenes” de la verdad, sin ninguna mediación interpretativa
por parte del sujeto, Adorno le escribió:

La “m ed ia ció n ” que no en cu en tro, y q ue se esco n d e tras la in vocación


[Beschtodrung] h istoriográfico-m ateriaü sta no es otra co sa ;en realidad que
la teoría q ue su trabajo pasa por a lto .10

Las imágenes históricas nunca desaparecieron de los escritos de


Adorno. Pero se transform aron claram ente en un polo de sus cons­
telaciones, o “modelos de pensam iento”,20 más que en su culm ina­
ción, puestas en suspenso por la argum entación teórica dialéctica,21

DESCÜDIFICANDO A KIERKKGAAUD ' LA IMAGEN DEL


“ in t é r ie u k ” burgués

L a Habilitationsschriftj con la que satisfizo los requerimientos para


críticam ente Ja intuición categorial de H usserl (cf. Adorno, rns. H usserl,
1934-1937, Frankfurt am M ain, legad o de A dorno, p. 64). /
18 A dorno, “D ie A ktualitat der P hilosop h íe” (19 3 1 ), GS 1, p. 341.
M C arta de A dorno a Benjam ín, 10 de noviem bre de 1930, en T h eod or
W. A dorno, Ü ber W a lter B enjam in (Frankfurt am M ain, Suhrkamp V er­
lag, 1970), pp. 138-139. A dorno se refería al artículo de 1938 “D as París
de:; Second Em pire bei B audelaire” , que B enjam in ten ía la esperanza de
publicar en la Z eitschrift für Sozialforschung del Instituto (véase cap. 10).
“ “Pensar filosóficam ente significa pensar en m odelos; la dialéctica nega­
tiva es un conjunto de análisis d e m od elos.” (A dorno, Dialéctica negativa,
p. 36.) Los térm inos “m odelo” y “constelación” fueron, utilizados com o
sinónimos en el discurso inaugural de 1931 y N e g a tive D ia lektik ,(1966), así
como en el U rsprung des deutschen Trauerspiels (1927) de Benjam in.
21 En N eg a tive D ialektik A dorno hablaba do m odelos de pensam iento
en térm inos no tanto d e hacer explotar problem as sino de circunscribir a un
objeto en perpetuo m ovim iento, m ientras que la fu en te d e luz era la innom -
brada utopía: “quien le sirve [a la utopía] es el pensam iento” , “ el prisma
que capta su color” . (A dorno, D ialéctica n egativa, p. 62.)
obtener un puesto en la facultad de filosofía de Frankfurt,22 era
una crítica de Kierkegaard. En este estudio, escrito en 1929-1930
y publicado en 1 9 3 3 , Adorno aplicaba el método filosófico di­
señado en su conferencia inaugural. El libro, Kierkegaard: Kons-
truktion des Aesthetischen, que Adorno volvió a publicar sin re­
visión en 1962,24 ilustra cómo una imágen histórica funcionaba en
M Su prim era Habilitalionsschrift, el estudio sobre K a n t y Freud, había
sido rechazada por C ornclius en 1927 (véase cap. 1). En la época del se­
gundo intento d e A dorno, Cornelíus había dejado Frankfurt y em igrado
a Finlandia (por propia elección más que por necesidad política). El primer
lector del estudio sobre K ierkegaard fue Paul T illich , que lo aceptó más
por su relación personal, tanto con Adorno como con Horkheim er, que por
las afinidades con su propia posición (n o puede decirse que A dorno bu-
"biera estado influido por T illich ). T illich escribió un breve pero favorable
com entario áccrca del libro mientras estaba en el Sem inario T eológico, y
que apareció en el Journal of Philosophy (P au l T illich , "T heodor "Wirscn-
grund-A dorno, K ierkegaard: K on stru ktion des Aesthetischen’1, Journal of
Philosophy, 31 [8 de noviem bre de 1934]: 640.) El libro fue tam bién co­
m entado por Benjam in (véase infra) y por K arl L ow eth en D eutsche L i t e -
ratur-Zeitung, 5, 3 f , 5 (1934).
23 Adorno escribió a Ernst Krenek en septiem bre que estaba bajo gran
presión para cum plir el térm ino fijado por los editores, el !■ de noviem bre;
que aunque había intentado editar sólo la versión original, la estaba revi­
sando “radicalm ente” : “para estar seguro, he conservado todos los ladri­
llos, pero ninguno continúa encim a del que estaba; cada frase ha sido
reform ulada; sólo ah o ra .to d o está realm ente construido com pletam ente (la
primera versión presenta sólo una concepción en com paración con la actual),
y m ucho, en realidad pasajes centrales, han sido totalm ente repensados” .
(C arta de Adorno a Krenek, 30 de septiem bre de 1932, Frankfurt am M ain,
L egado de Adorno.) L a autora no ha podido ver una copia de la versión
anterior, pero una com paración docum entaría el desarrollo d el pensam iento
de Adorno Üurante un período form ativo crucial, y respondería por la
etapa de su desarrollo reflejada en la conferencia inaugural. Sin embargo
podem os suponer que la versión posterior estaba aún más intensam ente
influida por Benjam in: Adorno había dado mientras tanto un sem inario
acerca de la teoría del Trauerspifil; com pletó la revisión del estudio sobre
Kierkegaard en Berlín, donde tam bién estaba Benjam ín. C uando Benjam ín
leyó la versión revisada, respondió entusiastam ente: “D espués de todo, e n ­
tonces, existe algo así com o la colaboración y frase.' que posibilitan que una
persona pueda apoyar a otra.” (C arta de Benjam ín a A dorno, l 9 de diciem ­
bre de 1932, citada en las notas editoriales, W alter Benjam ín, G esamm elte
S chriften, 6 vols., ed. R olf T iedem ann y H erm ann Schw eppenhauscr, vol.
n i : K ritiken lund R ezensionens ed. H elia Ticdcm ann-Bartels [Frankfurt a-.n
M ain, Suhrkamp V erlag, 1972], p. 661.)
31 En una nota a la tercera edición (19 6 6 ), Adorno afirmaba que había
"mucho que después de treinta años ya no agrada al autor” , que ahora com ­
prendía m ejor tanto a Kierkegaard com o a H ege], y que “ ya n o dem ostraría
tan afirm ativam ente las intenciones m etafísicas, y el tono le choca frecuen­
tem ente por ser más cerem onial, más idealista que lo justificado” . (A d or­
no, “N otiz’y K ierkegaard: K on struktion des Aesthetischen [1933]: Aiit
ztuei Beilagen, 3^ ed., am pliada [Frankfurt am M ain: Suhrkamp V erlag,
los escritos tem pranos de Adorno y cómo su filosofía interpretativa,
resolvía los "enigmas” del idealismo im pulsando su autoliquidación..
Al atacar a Kierkegaard, por entonces muy adm irado en los
círculos filosóficos,25 Adorno desafiaba toda la tradición del exis-
tencialismo, incluyendo a su último representante, M artin Hei~
degger, cuyo influyente Sein und Zeit había aparecido en 1927.20 La.
crítica de Kierkegaard a Hegel era la alternativa burguesa a la de
M arx. Aunque ambos rechazaban la teoría de la identidad de Hegeí.
porque perdía de vista la realidad viviente3 K ierkegaard se basaba,
en la realidad de la existencia individual, m ientras que p ara M arx
la existencia era una categoría social. Para K ierkegaard el enig­
ma de Ja filosofía era de carácter ontológico; la ausencia de
significado de la existencia hum ana. El problem a de la existencia,
formulado menos críticam ente,27 preocupaba tam bién a los exis-
tencialistas del siglo xx. C uando Adorno utilizó sus procedi­
mientos de resolución de enigmas p a ra ilum inar y hacer explotar
la cuestión ontológica, su propósito tenía dos caras: sustraerle su
validez al existencialismo corriente, y justificar sim ultáneam ente
una alternativa m arxista (modificada). Pero esto no era todo¿
Como su subtítulo, “Construcción de la estética” , lo indicaba,.
Adorno tenía otro propósito: argum entar en contra de la perspec­
tiva, de Kierkegaard y de otros pensadores contemporáneos, según-
la cual la estética era el dominio del irracionalismo y de la inm e­
diatez subjetiva, y validar en su lugar la concepción hegeliana de

196G], p. 321.) A l m ism o tiem po aclaraba que la obsolescencia del estudio,


era objetiva y no el resultado d e su propio desarrollo, que el contenido de.
verdad de K ierkegaard no era absoluto sino que cam biaba con el cam bio
de condiciones. ir
23 L a resurrección d e Kierkegaard en la década de 1920 fue un m ovim icn-
to desde los círculos teológicos (cf. K arl Barth) a la filosofía, cuando K arí
Jaspers y M artin H eidegger “ em anciparon" su existencialism o de su c o n ­
texto religioso y “Id transformaron en una o n tología antropológica” . (T h e o ­
dor W. A dorno, “Kierkegaard einm al” [1963], en ibid., p. 299.)
20 E l programa de H eid egger para la filosofía tam bién suponía establecer
una m etafísica “m aterialista” , y al igu al q ue A dorno sentía que la direc­
ción más prom isoria radicaba en la fusión de la fen om en ología de Husserl
con la tradición hegeliana, pero tal com o h ab ía sido realizada por K ierk e­
gaard, y no siguiendo a M arx.
” Com o Kierkegaard no intentaba una on tología positiva, A dorno co n ­
sideraba la posición de Kierkegaard superior a la de H eid egger: “ La pre­
gunta por el ‘significado’ de la existencia [D a sein] es para él [Kierkegaard])
no lo que la existencia auténticam ente [eigentlich] es, sino m ás b ien: q u 6
podría otorgar significado a la existencia, de por sí carente de sign ificad o.”"
(Adorno, K ierke ga ard , p. 128.) K ierkegaard sostenía una ontología n eg a ­
tiva en tanto la incertidum bre d el significado era en sí el significado m ism o
(ibid., p. 129).
la estética como un m edio p a ra conocer la verdad objetiva (un
medio superior p ara acceder a la verdad, de lo que Kierkegaard
o Hegel habían supuesto).28
Im plicar todo esto en un corto estudio suponía que la claridad
de propósitos no fuera su punto más fuerte.20 El camino completo
del pensam iento de A dorno no puede ser seguido aquí. El libro nos
interesa específicam ente como una tem prana demostración de su
m étodo filosófico. 1
Debemos recordar que p a ra K ierkegaard la esfera estética m ar­
caba el peldaño más bajo en la dialéctica del desarrollo espiritual.
Gomo punto de partida p a ra el proceso de la trascendencia, su
construcción cristalizaba en la form a del problem a existencial. Los
personajes que en los escritos de Kierkegaard encarnan la actitud
■estética eran representados como hedonistas cuyas acciones eran
dictadas por la inmediatez sensual de su “situación” , más que por
u n a elección m oral. K ierkegaard desaprobaba.esta esfera á causa de
su “inm ediatez c.reatural” , com parada con lds dominios superiores
de la ética y la religión. Pero Adorno sostenía que en este punto,
el más concreto de su teoría, K ierkegaard se acercaba a la verdad.30
A puntaba que al describir K ierkegaard la alienación de la situa­
ción existencial del hom bre, dem ostraba una aguda conciencia
de las realidades de la sociedad capitalista:

. . . e n rea lid a d se d io c u e n t a .. . d e la relación entre r eiíica ció n y estruc-


tu ra-m ercan cía en un sím il que só lo n ecesita ser to m a d o litera lm en te
para corresponderse con la teoría m arxista.81

28 Kierkegaard ubicaba la estética en el peld añ o más bajo de los m odos


•de experiencia, por debajo de la ética y la religión; H eg el tam bién, por
debajo de la religión y la filosofía. Adorno invertía este principio jerárquico,
valorando n egativam ente la espiritualidad en com paración con el arte, p o r­
que estaba más lejan a de la realidad spciohistórica y por lo tanto más lejana
de la verdad.
20 El com entario de Paul T illich calificaba de “pesado y peculiar” al
lengu aje de A dorno (T illic h , “ T heodor W iesengrund-A dorno’s K ie r k e ­
g a a r d p. 6 4 0 ); Jay se refiere al "no ap ologético estilo abstruso que d e­
m an da un análisis com plejo. . .” (M artin Jay, T h e D ialectic al Jm a g in a tio n :
A H isto ry of the Frankfurt School and the In slilu te of Social Research¡
1 9 2 3 -1 95 0 [Boston: L ittle, Brown, 1973], p. 66.) A dorno p arecía estar si­
guiend o el consejo de su m aestro A lban Berg, cuya m áxim a era: “para m e­
jorar la pieza, hacerla m ás com p leja’*.
30 “A lí donde su filosofía. . . se topa con las determ inaciones ‘estéticas’;
se acerca a la verdad: a la de su propia situación de interioridad sin objeto
así com o la del objeto extraño que se enfrenta a ella. En ningún lugar la
realidad social es vista con contornos tan agudos com o en el D iasalm o
‘estético. . .5 ” (A dorno, K ierkeg aa rd, pp. 122-123.)
31 I b i d p. 73.
Pero en su rechazo de Hegel, K ierkegaard reaccionaba y trataba
de evitar al misino tiem po el problem a de la historia*'objetiva: “No
analiza ni la necesidad o justicia de la reificación ni la posibilidad
de su corrección.”82 En lugar de intentar suprim ir la reificación
del m undo, Kierkegaard trató de suprim ir el m undo, sosteniendo
que si la realidad m aterial era reificada ( verdinglicht), entonces la
verdad no estaba en la m ateria (dingltch).83 Kierkegaard se vol­
vió hacia el m undo interior de la experiencia religiosa indivi­
dual: “Con la categoría de ‘persona1 y su historia interna [Kierke­
gaard] quisiera reprim ir la historia externa en su círculo de pen­
samiento.”31 K ierkegaard reducía la dimensión histórica de la
existencia a la historicidad (un concepto antropológico abstracto),
y sustraía de su contenido específico a la realidad social refiriéndose
a e lla en general como "situación’5 existencial. En lugar de ver
en la alienación un producto de su propia era burguesa, K ierke­
gaard le dio sanción filosófica al elevarla al nivel de principio on-
l o ló g ic o ,8!3 m ientras que la relación entre sujeto y objeto era carac­
terizada no por su m utua transform ación, sino por la “indiferen­
cia” .30 L a realidad concreta

. . .se evad e. P roporciona al su jeto una m era “o ca sió n ” para la acción ,


una m era op osición al acto de fe. E n sí [el m u n d o de las cosas] sigue
siendo arbitrario y c o m p leta m e n te in d eterm in a d o . N o se le otorga n in ­
guna particip ación en el “sig n ific a d o ” . H a y en K ierkegaard tan poca
[relación] su jeto -o b jeto en el sen tid o h eg elia n o c o m o ob jetos ricos en
co n ten id o: sólo la su b jetivid ad aisla d a , encerrada dentro d e sí m ism a,
apartada d e la oscura o tred a d .87

A través de la “fuerza superior de la otredad”,88 el sujeto de K ierke­


gaard era arrojado de vuelta sobre sí mismo. Su dialéctica era enton­
ces subjetivo-interior, u n a “dialéctica sin objeto” que “podía ser pen­
sada, en el sentido de la filosofía de K ierkegaard, como el movi-
3Í Ibid.
** Ibid ., p. 74.
a) Ibid ., p. 60.
38 Éste era el punto en el que, a pesar de su rechazo de la teoría de la
identidad de H egel, el propio Kierkegaard afirmaba un principio de id en ­
tidad, al que consideraba más allá de H eg el porque la realidad presente
tenía, en él, estatus de verdad absoluta.
80 “Para Kierkegaard la situación no es, com o para H egel, historia ob­
jetiva que puede ser aprehendida a través de su construcción en el concepto,
sino [que es aprehendida] sólo a través de la decisión espontánea del ser
humano autónom o. E n su [situación] Kierkegaard descubre, hablando idea­
listam ente, la indiferencia entre sujeto y objeto.” ( I b id ., p. 70.)
fl7 I b i d . , p. 55.
83 Ibid.
miento en las contradicciones de la conciencia de la persona in ­
dividual’5.30 El resultado era que Kierkegaard, quien había acusado
a Hegel de abstracción por haber ignorado la existencia vivida
del individuo, sacrificaba el propio contenido concreto que in­
tentaba rescatar: “L a teoría de la existencia de Kierkegaard po­
dría llam aíse un Realismo sin R ealid ad /’40
Pero era tam bién subjetivismo sin sujeto. Porque una vez que la
realidad objetiva era apartada y dejada atrás, p ara otorgar
significado a la vida, el individuo de Kierkegaard term inaba sacri­
ficándose a sí mismo, a su propio cuerpo (prim era naturaleza), así
como a su conciencia crítica, a través de un ciego salto al reino
do la espiritualidad mística y la sumisión a Dios.
Los momentos contradictorios de Ja teoría de Kierkegaard, del
sujeto, del objeto, y del enigma del significado, “perm anecen” entre­
lazados unos dentro de los otros. Su figura se denomina “interiori­
d ad ”.41 Adorno no se contentaba con dem ostrar las dificultades
lógicas de esta configuración ni sus implicancias ideológicas, la
razón de por qué promovía ia conciencia burguesa o “falsa” .
Q uería más, probar la incorrección de las premisas idealistas de
Kierkegaard, dem ostrando que precisamente allí donde Kierke­
gaard pensaba que había escapado al m undo objetivo, allí perm a­
necía prisionero en él: “La historia real se abre paso en su filo­
sofía. Incluso el sujeto sin objeto con su historia interna está
atado a la objetividad histórica.”42 En realidad, los errores de
Kierkegaard eran expresiones de la verdad histórica “inintencional” :
el dominio interno, al que conducía la lógica de su teoría era en
sí mismo úna manifestación histórica, que m arcaba el pasaje de
la era burguesa; el dominio del espíritu estaba habitado por los fan­
tasmas del idealismo burgués anterior. Como apuntó Benjamín en
un comentario del libro de Adorno p ara la Vossische Zeitung en
1933:

La cuestión de W iesengrund [A dorno] está en ton ces, si se q u iere, h is tó ­


ricam en te p la n te a d a .. . C o n d u ce a una crítica d el id ea lism o alem án ,
cuya resolu ción com ien za en la vejez. Porque K ierkegaard es un arribo
t a r d ío .. . F u n d a m en ta lm en te en el id ea lism o estético d el rom an ticism o,
los elem en to s m ítico s del id e a lism o ab solu to lleg a n rea lm en te a ilu m i­
narse.48

09 Ibid., p. 59.
40 lbxd.} p. 156.
“ Ibid., p. 55. t
. Ibid., p. 63.’.
48 Benjam in, “ Kierkegaard: D as Ende des philosophischen Idealism us” (2
de abril d e 1933), Gesammelte Schriften m , p. 381.
La “resolución” filosófica de Kierkegaard no suponía d ar una res­
puesta al aparente sinsentido de la vida, sino dem ostrar el sinsen-
tido de la pregunta existencial, que no era absoluta, sino lim itada
a su “única y prim era aparición histórica”.44 Si Adorno podía
probar que la cuestión existencial era históricam ente específica,
podía destruir las pretensiones ahistóricas y ontológicas de la cues­
tión, que habían conducido incorrectam ente a K ierkegaard a buscar
una solución en la p u ra espiritualidad y no en la realidad social:
la “respuesta” no estaba en la negación de sí mismo sino en la
negación de las condiciones sociales que daban lugar al problem a.
Al atacar a K ierkegaard desde dentro, utilizando sus propias pala­
bras en contra de su intención, Adorno necesitaba dem ostrar que
la “configuración de la interioridad” que aparecía en todos los
puntos contradictorios de la filosofía de K ierkegaard, estaba deter­
m inada por el m undo externo. L a interioridad existencial debía
ser traducida de la abstracción conceptual a la concreción socio-
histórica. P ara realizar esto, Adorno construía u n a “imagen his­
tórica” utilizando los elementos de u n a m etáfora del propio K ier­
kegaard: el interior de un apartam ento burgués de mediados del
siglo xix. Adorno sostenía que la imagen del “intérieur burgués” ,45
tom ada literalmente^ revelaba la verdad histórica de la filosofía de
Kierkegaard y contenía al mismo tiem po su propia crítica “inm a­
nente” :

El nom bre ad ecu a d o para la " situ ación ” , eu ta n to im p o te n te in d iferen cia


in m ed iata entre su jeto y o b jeto , n o es el c a stillo d el ca b a llero con el q u e,
rom án ticam en te, K ierk egaard com p ara la in teriorid ad . Y n o n ecesita
ser esta b lecid o so cio ló g ica m e n te en m era “ a so cia c ió n ” \Z u o r d n u n g \ con
K ierkegaard, sino que está p ra g m á tica m en te presen te en su p rop ia obra.
E sp ecíficam en te, en su m etá fo ra d el a p a rta m en to in te r io r .. . Es e l intérieu r
burgués d el sig lo x ix , ante cuya d isp o sició n tod a ch ach ara acerca de su jeto,
ob jeto, in d iferen cia, situación , e m p a lid e c e h a sta transform arse en una
m etáfora abstracta aun cu an d o, para K ierk egaard , la im a g e n d el in t e -
ñ eu r es en sí una m era m etáfora para la co n e x ió n entre sus con cep tos

** A dorno, “D ie A ktualitat der P hilosophie” (1 9 3 1 ), GS 1, p. 337.


40 U n a vez más, tfue B enjam ín quien por prim era vez se centró en el
intérieur burgués com o expresión de la d ecad en cia burguesa. E n Einbahn*
strasse (19 2 8 ) escribió: “El intérieur burgués d e la d écad a d e 1860 a la dé­
cada de 1090, con sus gigantescos aparadores atiborrados de tallas de m a ­
dera, los rincones umbrosos donde se ubican las palm as, los rellanos forti­
ficados de barandas, y los largos corredores ilum inados por las lám paras de
gas, es adecuado sólo para albergar un cadáver. E n este sofá la tía sólo puede
ser asesinada.” (B enjam in, Einbahnstrasse, Schriften, 2 vols., ed. T heodor
W. Adorno y G retel A dorno [Frankfurt am M a in : Suhrkamp V erlag, 1955].
. vol. 1, p. 519.)
básicos. L a rela ció n se rev ierte tan pronto c o m o la in terp retación aban­
d on a la co m p u lsió n a la id é n t id a d ,. ,4fl

El intérieur burgués era un detalle aparentem ente insignificante en


los escritos de K ierkegaard, menospreciado por “autores filosófica­
m ente form ados”,47 que K ierkegaard proponía como u n a repre­
sentación simbólica de sus conceptos filosóficos. Bajo la m irada
interpretativa de Adorno, esta imagen histórica representa la verdad
social inintencional y dem uestra que estos conceptos son falsos
(m ientras que los conceptos marxistas dem uestran ser verdaderos).
L a imagen aparece frecuentem ente en las obras de K ierkegaard.
Adorno cita un ejem plo tem prano: padre e hijo, en el hogar, ca­
m inan cruzando la habitación, sim ulando e&tar recorriendo luga­
res excitantes del m undo exterior. Adorno com enta: “Así el fláneur
sale a d a r un paseo en la habitación; la realidad se le aparece
simplemente como un reflejo exterior de lá' m era interioridad.”48
A diferencia del fláneur de París, que al menos observaba la su­
perficie urbana, em pírica, de la realidad social,49 el hom bre refle­
xivo de K ierkegaard reflexiona en su casa. Es el rentier, viviendo
de las rentas del edificio del que es propietario (como K ierkegaard),
excluido del proceso de producción, el cual ni siquiera entra en el
cam po de su visión.60
L a im aginería de la reflexión es una parte del intérieur. K ier­
kegaard piensa al espejo como un símbolo del seductor: “ Pero con
él, se plantea u n a imagen en la que se condensa, contra el deseo
de K ierkegaard, el contenido histórico y social.” 61 Los espejos,
conocidos como “espías” (una palabra que K ierkegaard utilizaba
para describirse a sí mismo),52 eran parte del m oblaje tradicional
en los apartam entos burgueses del siglo xix. Estaban ubicados
A dorno, K ierke gaa rd, p. 76.
17 I b i d ,
“ Ib id ., p. 77.
" El fláneur, e l hom bre del ocio ‘‘que va a hacer botánica al asfalto” ,
recorriendo las calles d e la ciudad para observar la superficie panorám ica
de la m u ltitu d y del m ercado, era una figura clave d el Passagenarbeit de
B enjam ín, y funcionaba com o una pantalla para tornar visible la realidad
histórica de París a com ienzos d el siglo x ix . E l fláneur estaba com o en casa
en el pasaje com ercial, que era “ una cosa interm edia entre la calle y el
interior”, h acía d el m undo exterior su propio interior: “ El bulevar es la
vivienda de ‘fláneur’, que está com o en su casa entre fachadas, igual q ue el
burgués en sus cuatro paredes.” (W alter Benjam in, “ El París del Segundo
Im perio en B audelaire” [1938], Poesía y capitalism o [Iluminaciones 2] pról.
y trad. J. Aguirre [M adrid: T aurus, 1972], p. 51.)
“ A dorno, K ierk ega ard , p. 70.
E1 I b id ., p . 77.
B# . .e s p ía .. . al servicio de la id ea” (citad o en ibid., p. 70).
. .para reflejar las interm inables cuadras de estos apartam entos
de renta en eí clausurado espacio vital burgués” .58'fel m undo ex­
terno se subyugaba entonces al intérieur al mismo tiempo que
definía sus límites, asi como en la filosofía de Kierkegaard la “si­
tuación” se "subyugaba a la subjetividad, pero al mismo tiempo
la confinaba” .64
“El espacio no se incluye en el intérieur. Es sólp su límite.”56
El espejo testim onia la ausencia del objeto en la1 dialéctica de
Kierkegaard. T rae sólo la apariencia de las cosas al m undo pri­
vado del individuo. Pero incluso los objetos dentro del intérieur,
los muebles, se reducen a la pu ra apariencia, sin contenido con­
creto- El seductor de K ierkegaard describe la sala de Cordélia
—colm ada de objetos im portados por u n a economía imperialista—
como una disposición ornam ental, decorativa. Los objetos del
moblaje reciben su significado.

. . .110 a partir de la sustan cia con la cu al están fabricados, sino a partir


del intérieu r, que u n ifica la ilu sió n d e la s cosas en tanto aún-vivientes.
A quí los ob jetos perdidos son con ju rad os en una im agen . El yo es a lca n ­
zado en su p rop io d o m in io por las m ercan cías y su esen cia h istórica.50

Sin embargo, enclaustrado en su espacio privado, el sujeto bur­


gués no puede aprehender la realidad de los objetos en tanto m er­
cancías de la producción capitalista:

Su carácter-apariencia [S ch ein ch a r a k ter] es p rod u cid o histórica y e co n ó ­


m icam en te a través d e la a lien a ció n d e su valor d e uso. P ero en el in té ­
rieur las cosas n o p ersisten c o m o extrañ as.57

En cambio, los objetos mudos hablan como “símbolos” : 58 inter­


pretándolos como plenos del significado subjetivo, Kierkegaard os­
curecía su especificidad histórica y los aceptaba como segunda n a ­
turaleza: “de este modo, objetos que aparecen históricam ente son
dispuestos como p ara aparecer en tanto naturaleza intransfor-
mable” .59
El i n t é r i e u r burgués no tiene lugar donde desplegarse. Existe,
de una vez y p ara siempre, en la vida conservada del moblaje,
y a p artir de allí da la imagen concreta de la “indiferencia” entre
53 Ibid.
“ Ibid.
" Ibid., p. 80.
“ Ibid., p. 81.
67 Ibid .
“ Ibid.
89 Ibid.
sujeto y objeto. Pero el intérieur es también la “imagen viviente”
de la indiferencia de Kierkegaard respecto del cambio histórico,
la fusión (y confusión) entre la existencia tem poralm ente específica
y la naturaleza eterna. En lugar de presentarlas como dialéctica­
m ente interrelacionadas, como mediaciones mutuas y no idénticas,
“en el departam ento eternidad e historia se confunden” .60 L a
filosofía de K ierkegaard se refiere a un “punto” existencial, que
no se extiende en el espacio ni se desenvuelve en el tiempo, sino
que es “una com pleta sim ultaneidad de todos los momentos” .61

E n el punto, sin em bargo, la realid ad n o pu ed e exten d erse, sino sólo


aparecer co m o ilu sión óp tica, co m o a través d e una m irilla. E n las a p a ­
riencias [Schein], sin em bargo, la realid ad h istórica se presenta co m o n a ­
turaleza.02

El símbolo del reflejo en el espejo perpetúa esta confusión, misti­


ficando la desesperación existencialista. Kierkegaard habla del
padre y del hijo como espejos m utuos: el hijo, como el padre,
pasará sus días en la duda. L a razón de su melancolía (Schwer-
m ut)> el “cautiverio del puro espíritu por sí mismo”,03 siendo en
realidad una constelación h i s t ó r i c a toma la apariencia ontológica
de “naturaleza persistente y arcaica” .65
C uando los fenómenos del m undo exterior logran penetrar er
la configuración de la interioridad, Kierkegaard los transform a
en símbolos religiosos. Tecnologías especificamente históricas se
transform an en representaciones de una espiritualidad abstracta y
atem poral: el pasajero del tren se transform a en un símbolo del
pecador, la imaginería mecánica conjura lo demoniaco y mágico,
un globo aerostático, “la más extraña imagen de la tecnología
actual”, se transform a en el símbolo inverso del hundim iento en
Ja duda.00 Todos estos símbolos de Kierkegaard “circundan la mo­
rada burguesa como a su lugar de realización social y su cifra
poderosa”.07
En su interior, el sujeto vive el crepúsculo como el Día del

m Ibid., p. 83.
41 I b i d . , p. 82.
cí Ibid.
03 Ib id., p. 79.
04 Lo que el propio K ierkegaard llam a "la enferm edad de la ép oca;’ es
interpretado com o condición interna (cf. ibid., pp. 109-114).
“ Ibid., p. 79.
c0 Ib id., pp. 84-85.
n Ib id ., p. 84.
juicio y busca resguardarse en la iluminación de la lám para de gas,
pero “el consuelo de esta luz es tam bién apariencia \SckeinY : 68
A partir del crep ú scu lo d e ta l m ela n c o lía em erg en los contornos d e la
“d o m esticid a d ” [Háuslichkeit] q u e para K ierk egaard co n stitu y e el lugar
de la existen cia. P ero es, tam b ién , el lu g a r d el ex isten cia lism o . L a in te­
rioridad y la m ela n co lía , [m era] ap a rien cia d e la naturaleza y realid ad d el
Ju icio [divino], su id e a l d e la v id a h u m a n a in d iv id u a l con creta y su sueño
del infierno, que el d esesp erad o in d iv id u o h ab ita d u ran te su v id a co m o
si fueran su m orada — los m o d elo s d e to d o s estos con cep to s, se fu n d an
en la engañosa lu z de la h a b ita ció n al atardecer, q ue la transform a en un
cuadro m u d o , d el cu al es m ejor sustraerlos si se q u iere ver qué es verd ad
y qué es ilusión en ello s.00

Pero esto es precisam ente aquello que K ierkegaard no hace. En


cambio se lanza en la dirección opuesta, abandonando el intérieur
burgués (que al menos era vecino del m undo externo) y retra­
yéndose a la “segunda interioridad” , es decir al propio sujeto
existencial, que se transform a ahora en un puro “escenario” de la
dialéctica religiosa de la autoabnegación. Y asi como K ierkegaard
vuela a través de la esfera ética hacia el dom inio de la espirituali­
dad pura, así lo persigue Adorno, arm ado con los instrumentos de
la crítica dialéctica p ara disparar en contra del existencialismo,
exponiendo sim ultáneam ente las contradicciones lógicas de su con­
tenido y el contenido social de su lógica: la abstracta lógica “sin
objeto” de K ierkegaard es “ falsa y decepcionada m oralidad de
clase” ,70 El intento de K ierkegaard por trascender aquello que
denomina el “m ito” de la apariencia inm ediata, m otivado por una
hostilidad hacia la naturaleza (Naturfeindschaft),71 lo conduce al
sacrificio del propio cuerpo del sujeto (su prim era naturaleza) y lo
atrapa en un doíninio interior del espíritu más mítico que el pri­
mero.72 Su dialéctica internalizada form a un sistema cerrado,78 un
círculo mítico controlado por el destino, donde el sujeto renuncia
tanto al cuerpo como a la razón crítica por un Dios desconocido e
63 Ibid., p. 86.
69 Ibid.
70 Ib id., pp. 93-94.
71 Ib id ., pp. 95-96.
72 Ibid., pp. 105} 142-155. Este tem a, el in te n to .d e trascender la n atu ­
raleza m ítica que paradójicam ente deriva en el m ito, se transformó en el
argumento central de D ialektik der Aufklarung d e A dorno y H orkheim er
(1947). V éase tam bién un artículo posterior sobre K ierkegaard publicado en
inglés en la revista del In stitu to: “ Se lanza a expulsar la naturaleza con un
tridente, sólo para transformarse él m ism o en la presa de la N aturaleza.í:
(T heodor W . A dorno, “O n Kierkegaard D octrin e of L ove” , Studies in P h i­
losophy and Social Science} 8 [1939-1940]: 417.)
73 A dorno, Kierkeg aa rd, pp. 156-163.
incognoscible.74 Gomo los reflejos en el espejo del apartam ento
burgués, este dom inio se caracteriza por la duplicación repetitiva.78
L a dialéctica existencialista en realidad es estática: la dialéctica
“perm anece en su lugar”, transform ándose en lo que ya es, y co­
rresponde por lo tanto “precisam ente a la imagen del intérieur, en
la que en realidad la dialéctica se detiene” .78
A dorno no se basa exclusivamente en el poder del intérieur b u r­
gués p ara “resolver” la filosofía de K ierkegaard. Incluso en su
estudio anterior, donde su papel es central, la imagen histórica
nunca ocupa el lugar de la argum entación lógica y filosófica. El
intérieur burgués ilum ina los elementos del enigma, proporcionando
un m arco donde las contradicciones fundam entales pueden ser
vistas en un chispazo:

.. .en él los momentos de su teoría [de Kierkegaard] de la arcaica na­


turaleza fija se presentan a sí mismos sin mediación, como aquellos
momentos de la constelación que los preside.77-

Con ello el filósofo critico se encam ina por la senda adecuada, pero
subsiste su misión de dem ostrar específicamente que la fusión de
Kierkegaard entre lo arcaico y lo histórico, entre naturaleza y es­
píritu, m ito y realidad es un caso de identidad equivocada, que estos
conceptos dialécticam ente relacionados deben ser descifrados y se­
parados como m utuam ente determ inantes, m utuam ente críticos; que
de otro m odo la teoría sucumbía por sus propias contradicciones
internas en la autoliquidación. Adorno concluye que el intento
de K ierkegaard de evitar la teoría de Hegel de la abstracción y la
identidad es un fracaso: Hegel es “vuelto hacia adentro” por K ier­
kegaard,78 pero no es superado:

ambos [Hegel y Kierkegaard] siguen siendo idealistas: Hegel con


la definitiva determinación del Ser [D&retn] por el pensamiento consi­
derado como pleno de significado, '‘racional”; Kierkegaard con su
negación, que desgarra la existencia de su “significado” con la misma
intensidad con que Hegel los unifica. En Kierkegaard los elementos
idealistas y los ontológicos se recubren mutuamente, y esta mezcolanza
es lo que hace su filosofía tan impenetrable.70

En la imagen del intérieur, K ierkegaard es dado vuelta: Adorno sos-


7Í Ibid., pp. 107 ss.
n I b id p. 1 48.
70 I b i d ., p. 101.
" Ibid., p. 79.
78 I b id ., p. 135.
79 I b id ., p. 168.
tiene que K ierkegaard se acerca a la verdad allí donde creía estar
más lejos de ella en la esfera estética donde a p a re c í más persisten­
temente la m etáfora del i n t é r i e u r , y donde el sujeto al menos tiene
existencia sensual fuera de la subjetividad, a pesar de la “indife­
rencia” no dialéctica de la relación sujeto-objeto. En esta crítica
estaba implícita, por supuesto, u n a defensa de la perspectiva m ar­
xista. Pero Adorno atacaba tam bién a M artin Heidegger, como
cualquier persona fam iliarizada con S e i n u n d Z e i O {1927) —y los
pares intelectuales de Adorno, con seguridad— no podía dejar de
darse cuenta. Porque al intentar definir el Ser, H eidegger había
empleado u n a ilustración asombrosamente similar *—el objeto en
el interior de su estudio que, como aquellos del i n t é r i e u r de K ier­
kegaard, sólo podía ser percibido en su inmediatez. Los objetos
p ara Heidegger eran “útiles” ( Z e u g e ) apropiados y m anipulados
por el sujeto (domesticado, burgués): su valor de uso era más
personal que social. Su ser-en-el-mundo era solamente a-la-m ano;
su “significado” no tenía nada que ver con su producción socio­
económica, sino que estaba determ inado, cómo la vida de los m ue­
bles de Kierkegaard, por su disposición física en el interior:

El útil es esencialmente “algo-para”. .. [etwas u m - x u . ..]. Una tota­


lidad de útiles constituida de varias formas del “para”, tales como su
servicialidad, inanipulabilidad, su practicidad.
En el “ser-para” en tanto estructura subyace una asignación o
referencia de algo hacia algo... Los útiles —según su utilidad— son
siempre en tér m in o s d e \aus\ su pertenencia a otro conjunto de útiles:
tinteros, pluma, tinta, papel, mesa, lámpara, muebles, ventanas, puerta,
habitación. Estas “Cosas” nunca se revelan en su proximidad real..,
Lo que encontramos más cerca nuestro,,. es la habitación, y la en­
contramos no como algo “entre cuatro paredes” en un sentido espacial
geométrico, sino como un útil para resídir-en. A partir de esto emerge
la “disposición”, y es dentro de ésta que cualquier elemento “indivi­
duar1 del conjunto de útiles se muestra.80

La “habitación” de Heidegger ni siquiera perm ite que brille en


ella el reflejo de lo externo. Extendiendo las líneas del argum ento
de Adorno (y por lo tanto entre las líneas de su estudio sobré
Kierkegaard), la fenomenología supuestam ente “m aterialista” de
Heidegger, tal como está delineada en S e i n u n d Z e i t , no parece
ser la más progresista de las filosofías contem poráneas (al menos,
Husserl m ira afuera, hacia el m anzano; Sartre llega hasta el banco
del parque).81 E n realidad Heidegger, según los criterios ¡de Adorno,
80 M artin H eidegger, Being a n d T im e , trad. Joh n M acquarríe y Edward
Robinson (L ondres: s c m Press, 1962), pp. 97-98.
81 V éase cap. 4.
vuelve “más atrás” que Kierkegaard, ya que la percepción crítica
de la realidad social de este último lo conducía, al menos, a plan­
tear negativam ente la cuestión ontológica. Como escribiera Adorno
en el'artículo posterior:

T o d o s lo s m o tiv o s som bríos d e K ierkegaard tien en buen sen tid o crítico


en tan to son in terp retad os en térm inos d e crítica social. M u ch as
d e sus afirm aciones p ositivas ganan la sign ificación concreta, que de
otro m od o les fa lta , tan pronto co m o se las traduce a co n cep to s acerca
de una socied a d correcta.82

De aquí que la liquidación del idealismo de Kierkegaard (legitimada


por su propia dinám ica lógica) redim a al mismo tiempo sus es­
critos, como una expresión involuntaria de la verdad social.
Si la teoría de las ideas original de Benjamin era una inversión
de la teoría platónica, el intérieur burgués (ya fuese el teatro o la
habitación) puede en verdad ser visto como relacionado de igual
modo con el m ito platónico de la caverna, sobre cuyas paredes
sólo aparecía el reflejo de la realidad, transform ando en ilusión
la conciencia de sus moradores. Lo que constituía la inversión de
esta relación era la especificidad histórica de la imagen de Adorno.
Abandonar el intérieur significaba entrar en la realidad social con­
creta, m ientras que el abandono de la caverna platónica signifi­
caba penetrar en el reino ahistórico de la verdad ideal. Los mitos
platónicos, como las metáforas de Kierkegaard, eran símbolos, que
establecían relaciones de identidad entre la cosa y el concepto, el sig­
nificado y la intención. L a imagen histórica de Adorno apuntaba
hacia la c/esmitificación transform ando las relaciones simbólicas
establecidas por las palabras de Kierkegaard en relaciones dialéc­
ticas. Al poner los conceptos filosóficos de Kierkegaard en yuxta­
posición crítica con los símbolos de la realidad histórica que h a ­
bían sido su origen, Adorno transform aba las imágenes eternam ente
fijadas de K ierkegaard (que gobernaban al individuo con el fata­
lismo de un signo astrológico) en constelaciones históricas, din á­
micas: ponía en movimiento sus elementos p ara negar los mismos
conceptos que pretendían simbolizar.

t
82 A dorno, “O n . K ícrkcgaard’s D octrine of L ove” (19 3 9), 423.
LA EXPERIENCIA ESTETICA

Densidad de textura, com plejidad en la composición, inversión y


variación del motivo tém ático: eran éstas cualidades que los escri­
tos de Adorno tenían en com ún con una obra musical, Kierkegaard:
Konstruktion des Aesthetischen era en sí una construcción estética.
Adorno no estaba a favor de transform ar a la filosofía de investi­
gación científica en una form a artística.1 R echazaba en cambio la
dicotomía entre ciencia y arte, a la que no consideraba como nece­
saria sino como el producto de una época histórica particular.
Desde el siglo x v i i , con el despertar de la revolución newtoniana
en la ciencia, los campos del arte y del conocimiento, de la “m era”
ficción y de la “verdad” fáctica, habían sido escindidos en campos
opuestos. En el contexto de este dualismo, la razón ilúm inista había
tomado partido por la ciencia. Los philosophes eran hostiles al
arte, el cual, secularizado y por lo tanto desprovisto de su aura
como símbolo teológico} ya no era considerado como una form a
de verdad en sí sino como herram ienta pedagógica, como un m e­
dio de persuasión m oral.2 En las revoluciones burguesas el arte se
transformó en plataform a p a ra la propaganda política. Podría afir­
marse que las estéticas marxistas de Lukács y de Brecht estaban
todavía dentro d,e esta tradición jacobina en tanto se com pro­
metían con el airte como un medio de instrucción política (au n ­
que diferían radicalm ente en sus definiciones del tipo de arte que
satisfacía esta exigencia).3
Como protesta contra el Iluminismo, el romanticism o del si­
glo xix exaltó al arte como fuente de verdad por derecho propio,

1 Éste era un punto explícita y repetidam ente rechazado (véase p. 269).


3 V éase Jam es A. L eith, T h e I d e a of A r t as P ropagan da in France,
1750-1799: A S tu d y in the H istory of Ideas (T o ro n to : U niversity of
T oronto Press, 1965). Para los usos propagandísticos de la m úsica en
particular, véase A lexander L. R inger, “J. J. Barthelem y and M usical
U topia in R evolutionary France”, Journal cf the H istory of Ideas, 30,
3 (julio-septiem bre de 1961): 355-368.
3 Para una discusión en torno de sus diferentes concepciones del “rea­
lismo socialista” , véase W crner M ittcnzw ei, “ M arxismus und Realism us:
Die Brecht-Lukács D cb a tte”, D as A rg u m en t, 10, 46 (m arzo de 1960):
12-43.
pero perm aneció den tro del paradigm a existente aceptando sin
cuestionam iento la noción de una dicotom ía entre razón y arte.
A p a rtir de allí, por ejem plo, la música fue glorificada p o r Scho-
p enhauer y W agner como la expresión de u n a voluntad subjetiva,
irracional. A dorno, sin alinearse con los rom ánticos ni los raciona­
listas, desafiaba el supuesto dualista básico. En 1939 escribió en re ­
lación a la critica estética:

Es m i co n v ic c ió n q u e . . . u n a r a c io n a lid a d [q u e p u e d a ju zgar la v erd a d


o fa lse d a d d e las obras d e arte] n o es h o y u n a c u e stió n d e la “ c ie n c ia ”
referid a al arte, sin o d e l p r o p io arte. E s d ecir, q u e to d o arte q u e
m e rece c o n sid e r a c ió n seria se a cerca al o b je tiv o d e la ra cio n a lid a d por
su p ro p ia estru ctu ra, y tie n d e ca d a vez m ás h á c ia el “ c o n o c im ie n to ’'.4

Por supuesto, en el sistema hegeliano se íe . concedía al arte u n a


función cognitiva racional, pero se lo relegaba a u n a esfera inferior
en com paración con la filosofía, así como K ierkegaard había con­
denado el m odo estético de experiencia vivida a u n nivel m enor en
com paración con la espiritualidad. O poniéndose al idealismo ra ­
cionalista y al existencialista, A dorno sostenía que la experiencia
estética era en realidad la form a más adecuada de conocim iento,
porque en élla sujeto y objeto, idea y naturaleza, razón y experien­
cia sensual estaban iritérrélacioriádás" sin que ninguno de los_polDS
predom inara ■ — en síntesis, proporcionando un modelo estructural
p a ra el conocim iento “dialéctico”, “m aterialista” .
T a l posición h ab ía sido anticipada, hasta cierto punto, por K an t,
quien reconocía la posición m ediadora del arte entre el pensa­
m iento y la práctica, y este tem a, desarrollado en la tercera crítica
de K an t, era el eje de la Habüitationsschrift de H orkheim er p ara
H ans C om elius en 1925.5 Pero la apreciación de A dorno sobre
el valor congnoscitivo de la experienciá~ estética provino, en prim er
'lugar, de la composición y ejecución musicales. Su m entor Schon-
berg era en cierto m odo un rom ántico, pero no en cuanto a su
concepción del proceso creativo. Schónberg rechazaba la noción
del artista-genio y la rem plazaba con la del artista como a rte ­
sano; veía en la m úsica, no la expresión de la subjetividad, sino
una búsqueda de conocim iento que se erigía fuera del artista, como
un potencial del objeto, el m aterial musical. P a ra él, com poner era

* T h eo d o r W . A d orn o, “T h e Problem of E xp erim en tation in M u sic


P sychology” , 7 d e m arzo de 1939 (F rankfurt am M ain , leg a d o de A d o r­
no), p. 2.
6 V éa se M artin Jay, T h e D ia lectica l Im a g in a tio n : A H isto ry of the
Frankfurt S ch ool a n d th e I n s titu ie of Social R esea rch , 1 9 2 3 -1 9 5 0 (B oston :
L ittle, B row n, 1973), pp. 4 4 -4 6 .
descubrimiento e invención a través de la práctica del quehacer
musical.6 Su objetivo era el conocim iento de la verdad, y si Schon­
berg creía que los elementos miméticos del proceso tenían afinidad
con la m agiá, esto no era negar el m om ento racional, “lógico” , de
la música, sino enfatizar su lado m aterial, objetivo, no idéntico
(y por lo tanto no reductible) al sujeto.
Al sostener que la producción estética no era expresión (ni ra ­
cional ni irracional) de la subjetividad, el procedim iento de Schon­
berg en realidad se asem ejaba a la ciencia. Al mismo tiempo, los
científicos contem poráneos de Schonberg, teóricos de la nueva
revolución científica, reconocían que su propia actividad tenía
muy pocas afinidades con el racionalism o actual del positivismo
científico y del form alism o lógico, y que en cambio, como “cons­
trucción55 objetiva y verdadera de la realidad, convergía con el
arte.7
El positivismo científico se había transform ado en el sello dis­
tintivo del m arxism o oficial. Pero hacia 1931 A dorno había tenido
acceso a los recientem ente descubiertos Mamuscritps. económico-fi­
losóficos* de M arx, y debió haberse im presionado por la similitud
existente entre la concepción de la dialéctica del trabajo como ex­
periencia cognoscitiva en el joven M arx, y la concepción de la
experiencia estética de la composición en Schonberg. E n ambos,
los procesos de creatividad y de conocimiéntb, de producción y
reflexión, eran uno y el mismo proceso. Por lo tanto, cuando Ador­
no basaba su filosofía m arxista en la experiencia estética, su obje­
tivo no era “estetizar” a la filosofía o a la política, sino reconstituir
la relación dialéctica entre sujeto y objeto que creía la base estruc­
tural correcta de todas las actividades hum anas: conocimiento,
praxis política y arte. E n este sentido, tan to la filosofía como el arte
tenían u n a función m oral-pedagógica, al servicio de la politice
y no como propaganda m anipuladora, pero enseñando con el
ejemplo. En com paración, la noción positivista “científica” de la
ingeniería social, qúe sostenía que u n a élite adquiría en prim er lugai

0 Introducción a A rnold Schdnberg, H a rm o n ieleh re (1 9 1 1 ), 3» ed.


rev. (V ie n a : U n iversal-E d itio n , 1922), pp. 3 ss,
1 W erner H eisen berg, P h ilosop hie P ro b le m s of N u clear Scie n ce, trad
F. C. H ayes (N u ev a Y ork, P an th eon , 1952), p. 119. Q u izá no sea casua
que ciertas form ulaciones utilizad as por H eisen b erg a com ienzos d e h
década d e 1930 para describir los n uevos paradigm as cien tífico s fueser
idénticas a las nociones filosóficas d e A dorno y B en jam in , ’p. ej. la ides
de trascender la antigua física “desd e den tro” y d e “resolver en igm as1
liquidando interrogantes q ue dem uestran “carecer de sign ificad o1* (ibid.
pp. 14, 17 y passitn).
8 V er supra, cap. 2.
el conocimeinto y luego intentaba, a través de la m anipulación de
los otros, recrear el m undo de acuerdo con ese conocimiento, era
m ucho más culpable de “esteticismo” en el sentido negativo rela­
cionado con el totalitarism o político, que la propia posición de
A dorno.9

EL SURREALISMO COMO MODELO: LA EXPERIENCIA DEL


H A SC H ISC H

W alter Benjam in tam bién estaba convencido de que la experiencia


estética era fundam ental p a ra la comprensión filosófica correcta,
pero su desarrollo intelectual y el lugar a donde éste lo condujo
no eran idénticos al caso de Adorno. Im presionado en sus prim eros
años por la tradición de la experiencia m ística y religiosa, a la
que había sido expuesto por su am istad con Gershom Scholem,
se sintió atraído en prim er lugar por la estética d s Friedrich
Schlegel, Novalis y otros románticos alemanes, quienes eran los
herederos autoconscientes de estas tradiciones. Su disertación,
Der Begriff der K unstkritik in der deutschen R om antik (1920)/°
había interpretado el concepto de crítica estética, particularm ente
tal como éste era desarrollado en los fragm entos de los escritos
de Friedrich Schlegel. Benjam in sostenía que las dos operaciones
de la filosofía crítica, pensam iento (conciencia) y pensam iento
acerca del pensam iento (reflexión crítica o autoconciencia), tenían
su paralelo en la estética de Schlegel a través de la creación de
la obra d e ! arte, por un lado, y de su interpretación crítica por el
otro. Se seguía de aquí que el acto de interpretación era el nece­
sario p a ra com pletar la obra de arte,11 porque sólo en esta segunda
operación se hacía m anifiesta la verdad de la obra de arte, su
“ idea”.12 L a crítica literaria, o Sprachkritik, era entonces en sí
misma revelación cognoscitiva. P ara los prim eros románticos, a p u n ­
taba Benjamin, la crítica era “un concepto totalm ente esotérico”,

9 Sim m el id en tificab a a este tipo de esteticism o con el socialism o: b a ­


sado en idéas de uniform idad, sim etría e in tegración arm oniosa de las
partes, el objetivo socialista era transformar a la sociedad en una obra
d e arte, un tod o estético, por m edio d e su reorganización racional.
(G eorg Sim m el, “ Soziologische A esthetik” , Brücke u nd T u r [Stuttgart: K. F.
K ochler V erlag, 1957], p. 203.)
10 Ahora en W alter B enjam ín, G e sa m m elte Schriften, 6 vols., cd. R olf
T ied em an n y H erm ann Schw eppenhauser, vol. i : l : A bh a n d lu n g en (Frank-
furt am M ain : Suhrkamp V erlag, 1974), pp . 7-122.
u I b id ., p. 69.
12 I b i d ., p. 91.
algo “que descansaba sobre prem isas místicas en relación al conoci­
miento. . .” 13 Novalis consideraba a los textos poéticos — en realidad,
a los textos de toda naturaleza— como “jeroglíficos” y “códigos” ,
cuya interpretación dependía de un lenguaje sagrado, que sólo
unos pocos podían leer.14 L a concepción era m uy diferente de la
de G oethe y de los philosophes franceses, p a ra quienes la crítica era
esotérica e inesencial, reservándole u n a función instructiva lim i­
tada. Pero p a ra los rom ánticos tem pranos, el arte, que alcanzaba
su com pletitud con la crítica, convergía con la filosofía (Schlegel)
y con la religión (Novalis) en tanto revelación de la verdad. Esta
concepción influyó claram ente en la teoría filosófica de Benjam in
delineada por prim era vez en Ursprung des deutschen Trauerspíels,
la que a su vez impresionó poderosam ente a Adorno.
Debemos recordar que, hacia 1926, en m edio de su trab ajo sobre
el Trauerspiel, B enjam in se h ab ía encontrado a sí m ism o en la
paradójica posición de exponer u n a filosofía influida por el m is­
ticismo en el mismo m om ento en que se com prom etía políticam ente
con el marxismo. E n esta encrucijada intelectual leyó el texto
surrealista de Louis A ragón Le paysan de Paris. M ás tarde recor­
daría su extrem a excitación: “en las tardes, acostado, n u n ca podía
leer más de dos o tres páginas antes de que mi pulso se acelerara
tanto que tenía que abandonar el libro” .15 El libro utilizaba un
lenguaje sagrado p a ra re tra ta r el am or sensual, y glorificaba lo
profano como origen de la verdad revelada, com binando elementos
de los extremos del misticismo y del m aterialism o, que form aban
ahora los polos del pensam iento de Benjam in. En tanto modelo
estético, el surrealismo aparecía como m ucho m ás com patible con
sus propósitos ’que el rom anticism o del período burgués anterior,
y el libro de A ragón se transform ó en la inspiración de su estudio
sobre el París del siglo xrx, el Passagenarbeit, sobre el cual Benjam in
trabajó por e l're sto de su vida. E n 1927, comenzó a pasar cierto
tiempo en París, el centro del m ovim iento surrealista.10 Dos

13 B enjam ín, G esa m m e lte S ch riften i: 3 , p. 80 1 .


14 Steven G. ^chabcr, “N ov a lis’ T h cory of the W ork of A rt as H iero-
glyph”, T h e G erm an ic Revietu, 4 8 , 1 (en ero d e 1973): 43.
15 C arta de B enjam ín a A dorno, 31 d e m ayo d e 1935, W alter B enja­
mín, Briefe, 2 vols., ed. Gershom S ch olem y T h eo d o r W . A dorno (Frank-
fm*t am M ain: Suhrkam p V erlag, 1966), vo l. 2, pp. 6 6 2 -6 6 3 .
30 E l surrealism o no era un m o v im ien to fu erte en A lem ania. Bloch
escribió en 1937: “ El surrealism o (e n el que con flu yó m u ch o de la
esencia del expresionism o en F ran cia y en C hecoslovaquia) tuvo poca
respuesta en A lem ania. El m undo q ue nos rodeaba se desgarró en p e­
dazos y la fosforescencia d e sus bordes, toda, esta pavorosa realidad no
encontró expresión oficial. O la expresión, cu an d o aparecía a inedias,
años m ás tarde, en el m ism o año en que le leyera a A dorno en
K ónígstein los prim eros fragm entos del Passagenarbeit, Benjam in
escribió que el surrealism o dem ostraba “la verdadera superación
creadora de la ilum inación religiosa” , su transform ación en “una
iluminación profana de inspiración m aterialista, a n tro p o ló g ica.. ,” 17
N o es casual entonces que m uchos de los elem entos de su pro­
g ram a de K ónigstein concordaran con el discurso del surrealismo.
A ndré B retón, quien fu n d ara el surrealism o en 1924, estaba, él
mismo influido por la C ábala, y suscribía entusiastam ente la teoría
frcudiana, al mismo tiem po que abrazaba el m arxism o. En 1926
Bretón proclam ó la solidaridad del surrealismo con el P artido
C om unista,18 aunque, al igual que A dorno y sus amigos, siguió
siendo independiente de u n a afiliación real. A narquista inconform e
y táctico cuyo objetivo era hacer explotar el arte p a ra cam biar el
m undo antiguo por el nuevo, Bretón identificaba al progreso con
la “ilim itada capacidad h u m an a de rechazo” .19 E n este sentido,
veía en el arte un conocim iento crítico que im plicaba u n pedido
de acción: u ‘T ran sfo rm ar el m undo’, dijo M arx, ‘transform ar la
vida’, dijo R im baud. Am bas consignas son u n a sola p a ra nos­
otros.” 20 Insatisfecho de perm anecer en la esfera aislada de Vart
pour Vart, la m eta de B retón era la reconciliación -del sueño y la
realidad “en un tipo de realidad absoluta, u n a surrealidad”,21 y
su política volitiva abogaba por u n a transform ación de la socie­
d a d de acuerdo con los deseos hum anos. Puede decirse que los
surrealistas tom aban literalm ente la frase de M arx : “Entonces se

com o por ejem p lo en ‘L a ópera de tres cen ta v o s’, era cóm od am en te m al-
interpretad a, [o] en ciertos casos rid icu lizad a.” (E rnst B loch , *'Der E x-
pressionism us” , noviem bre d e 1937, V om H a s a rd zu r K a t a s t r o p h e : Poli-
tische A u fsatze aus den Jahren 1 93 4-19 39 , ep ílo g o d e O skar N e g t [Frank­
furt am M a in : Suhrkam p V erla g , 1972], pp. 2 7 3 -2 7 4 .)
1T W alter B en jam in , “ El surrealism o. L a ú ltim a in stan tán ea d e la in te ­
ligen cia eu rop ea” (1 9 2 9 ), Im a gin a ción y so cie da d (Ilu m in a cio n es 1), pról.
y trad. de J. A guirre (M a d rid : T aurus, 1980), p. 46.
18 El surrealism o era por supuesto in co m p a tib le con el realism o so cia ­
lista que se transform ó en lín ea del P artid o, y el apoyo no era recíproco.
A lgun os surrealistas siguieron a L ouis A ragón, qu ien rom pió con B retón
y se unió al Partido C om u n ista en 1932. B retón fu e rid icu lizad o en un
congreso de cultura en M o scú en 1935. S e au tod eclaró trotskista y en
1936 purgó su m ovim ien to d e elem entos com unistas stalinistas.
1B Bretón (1 9 3 5 ) cita d o en J. H . M atth ew s, A n I n t r o d u c ti o n to Surrea-
lism (U n iv ersity Park: T h e P ennsylvania S tate U n iv ersity Press, 1965),
p. 45.
“ A ndré Bretón, “ S p eech to the C ongress o f W riters” (P arís, 1935),
M a n ife stoes of Surrealism, trad. R ichard S eaver y H e le n R . L añ e (A n n
A rbor, T h e U n iversity of M ich ig a n Press, 1969), p. 24 1 .
21 I b i d . , p. 14.
verá que el m undo posee desde hace m ucho tiem po el sueño de una
cosa, de la que le basta con tener conciencia p ara poseerla real­
m ente.”22
E ra la técnica artística del surrealismo ..lo que fascinaba a Ben­
jam ín. El arte surrealista retratab a a los objetos cotidianos en su
form a m aterial, existente (en este sentido literal, la fantasía surrea­
lista era “exacta”), y sin em bargo estos objetos eran al m ism o tiem ­
po ¿ra/uform ados por el hecho mismo de su presentación como
arte, donde aparecían en un c o lla g e de extremos remotos y antité­
ticos.23 Prototipos de las “imágenes dialécticas” , de Benjam in, las
obras de arte surrealista ilum inaban la verdad inintencional a través
de la yuxtaposición de “dos realidades distantes” de la cual surgía
“u n a luz p a rtic u la r.. . la luz de la im agen”, como escribió Bretón
en el prim er M anifiesto surrealista.24 E n Les vases communicants
(1933), Bretón sostenía:

C o m p a ra r dos o b jeto s tan rem o to s c o m o sea p o sib le u n o d e otro, o,


por cu a lq u ier otro m é to d o , u b ica rlo s ju n to s d e m an era abrupta y
p asm osa, ésa sigu e sien d o la tarea m ás e le v a d a a la q u e p u ed e aspirar
la p o e sía ,25

Éste era el m étodo del m ontaje, técnica desarrollada en los nuevos


medios de filmación,, utilizando marcos únicos m ás' qué escenas
como unidad básica de construcción.20 El m ontaje fílmico perm itía
la ráp id a sucesión de imágenes aparentem ente desconectadas, y su
lógica interna era radicalm ente diferente de la lógica conceptual,
lineal, de los medios impresos tradicionales. P ara B enjam in el p rin ­
cipio del m ontaje aparecía como adecuado precisam ente p a ra su
estudio del París del siglo xix. L a experiencia u rb an a se componía
de shocks, de fragm entos de collage que bom bardeaban los sen­
tidos: “ningún rostro es surrealista en el grado en que lo es el

“ K arl M arx (1 0 4 3 ), citad o en G eorg Lukács, H istoria y consciencia


de clase, p. 3.
** E l rechazo d e la id en tid ad , fu n d a m en ta l para A dorno, era tam bién
el p royecto surrealista. Gf. B retón: “Q u ién sabe si, entonces, no nos es­
tamos preparando para escapar algú n d ía d el prin cip io de id en tid a d .”
(C itad o en M atth ew s, A n In tr o d u c tio n to Surrealism, p p . 105-106.)
24 Bretón, “M anifestó o f Surrealism " (1 9 2 4 ) , M an ifesto es of Surrealism,
p. 37.
A ndré B retón, L e s vases c o m m u n ica n ts (P arís: G allim ard, 1955),
p. 129.
w Los prim eros film es surrealistas fueron de L uis B uñuel y Salvador
D alí: U n chien andalou (1 9 2 9 ) y L ’dge d*or (1 9 3 0 ). Los surrealistas tras­
ponían con scien tem en te las técn icas d el film e a la pintura y los m edios
literarios.
verdadero rostro de una ciudad”.27 El modo en que los objetos
m ateriales transitorios, los más pequeños y aparentem ente insigni­
ficantes fragm entos de la existencia hum ana, aparecían en su Passa-
genarbeit — las chimeneas, la m oda en las vestimentas, los tortugas
llevadas a pasear por las arcadas comerciales— , se asim ilaba “al
súbito flash de elementos obsoletos del siglo xix en el surrea­
lismo” .28
Benjam in no sólo utilizó a los sueños, el m aterial surrealista par
excellence, en sus escritos.20 Al igual que el precursor del surrealis­
m o / Charles Baudelaire {cuyas obras tradujo), Benjam in experi­
m entó con las drogas transform adoras de la conciencia, básicam ente
eFliaschisch, pero, tam bién opio y mescallna. Benjam in, después
de leer el Steppenwolf, la novela de H erm ann Hesse de 1927,30 fue
impulsado a registrar sus experiencias, tanto durante la influencia
de la droga, como posteriorm ente.31 Estos registros de las sesiones,
que d atan de 1927 a 1934, fueron encontrados en su testam ento y
publicados recientem ente. Ellos revelan que aunque reconocía en la
droga un acto liberador, consideraba problem ática su relación con
la liberación política:

18 A dorno, “C harakteristik W alter B enjam ins” (1 9 5 0 ), Über W alter


B enjam in (Frankfurt am M ain : Suhrkam p V erlag, 1970), p. 23.
29 V éase particularm ente W alter B enjam ín, Einbahnstrasse (1 9 2 8 ), G e ­
sa m m e lte Schriften, 6 vols-, ed. R olf T ied em a n n y H erm ann S ch w ep p en -
hSuser, vol. i v : l : K le i n e Prosa, ed. T illm a n R exroth (F rankfurt am
M ain : Suhrkam p V erlag, 1972), pp. 8 3 -1 4 8 . C f. R o lf T ied em a n n , StucUen
zur Philosophie W alter B enjam ins, introd. T h eo d o r W. A dorno (vol. 16
del In stitu t für Sozialforschung, Frankfurt Beitrage zur Soziologie, ed.
T h eod or W . A dorno y W alter Dirks) (Frankfurt am M ain , Europaische
V erlagsanstalt, 1965), pp. 4 8 -4 9 . Puede apuntarse que aunque A dorno e x ­
presó su acep tación acerca de este aspecto d el m od elo surrealista ( Ü ber
W a lter B en jam in , pp. 112-113), prestaba atención a sus propios sueños
y dejó en su legado una carpeta de T ra u m p r o to k o lle (registros de sue­
ños). Publicó varios de éstos durante los años d e ex ilio : T h eo d o r W.
A dorno, “Tríium e in A m erika: D rei F rotokolle” , A u fba u -R eko nstru h iion
[N ueva York], 8, 40 [2 de octubre de 1942]: 17.)
30 W alter [Benjam ín, Haschisch, trad. J. A guirre (M ad rid : T aurus, 1974),
p. 74. B enjam in se escribía con H esse y en 1934 le en vió el m anuscrito de
Berliner K i n d h e i t u m N eu n zeh n h u n d erl, una colección d e fragm entos de
recuerdos infantiles que había escrito dos años antes y q ue trataba repetida
pero infructuosam ente de publicar. L a respuesta de H esse fu e favorable, y
B enjam in esperaba que éste lo ayudaría a encontrar un editor, pero ello
no ocurrió. (C artas de B enjam in a A dorno, 18 d e marzo d e 1934- y 9 de
abril de 19¡}4, Frankfurt am M ain, legad o de A dorno.)
31 Ernst B loch participó en varias de estas sesiones, y tam bién una m ujer
a la que B enjam in se refiere com o “o ” , que no era G rctcl K arplus A dorno
U n co n c e p to rad ical d e lib erta d n o lo h a h a b id o en E u ro p a d esd e
B akunin. L os surrealistas lo t i e n e n . . . P ero ¿ co n sig u en so ld a r esta
ex p erien cia d e lib ertad con la otra ex p e r ie n c ia rev o lu cio n a ria, la q u e
ten em o s q u e recon ocer, p u esto q u e la te n ía m o s y a : la de. lo c o n s­
tru ctivo, d icta to ria l d e la rev o lu ció n ? ¿ C o n sig u en unir la revu elta a la
revolu ción ? G an ar la s fuerzas d e la eb ried a d para la r e v o lu c ió n . E n to m o
a e llo gira el su rrealism o en to d o s sus libros y em p resas. D e esta tarea
p u ed e decirse q u e es la m ás su ya.512

Las drogas no proporcionaban p o r sí mismas la “ilum inación p ro ­


fana” que B enjam in buscaba: “L a verdadera trascendencia crea­
tiva de la ilum inación religiosa,, . no radica en los narcóticos” : 8B

,. .el m ás a p a sio n a d o e x a m en d el a c to d e fu m a r h a sc h isc h seg u ra m en te


no nos enseñ ará ta n to acerca d e l p en sa m ien to (q u e es e m in e n te m e n te nar­
c ó tic o ) c o m o la p rofan a ilu m in a c ió n d el p e n sa m ie n to nos en señ ara acerca
d el h asch isch . E l lecto r , la p erson a p e n sa n te, la p erson a q u e agu ard a,
el flá n e u r , son otros tan to s e jem p la r e s d e il lu m in a t i c o m o e l fu m a d o r d e
o p io, el soñ ad or, el in to x ic a d o , y son p ro fa n a d o res.84

A pesar de todo, “el haschisch, el opio y todo lo dem ás” podían


proporcionar “el curso introductorio” a la ilum inación profana,33
y los registros de estas sesiones dejan en claro que las percepcio­
nes inducidas por las drogas no eran insignificantes p a ra el trabajo
teórico de Benjam in: Su noción de la relación sujeto-objeto que
se ubicaba en el núcleo de su teoría del conocim iento llevaba la
m arca de estas sesiones y caracterizaba la particu lar naturaleza,
de su empirismo, en el cual la concentración en la apariencia del
objeto no resultaba en u n m ero reflejo de lo dado. Bajo la m irada
del fum ador de haschisch el objeto se transform aba de m odo que
los mismos detalles de su superficie aparecían en configuraciones
cam biantes:30 (“la prim era em briaguez aflojaba las cosas y las
sino, según Scholem , “ una novia que m ás tarde se su icid aría” . (G ershom
Scholem , W a lter B en ja m in : D ie G eschichte einer F re u n dsch a jt [Frankfurt
am M ain : Suhrkam p V erlag, 1975], p. 221.) T am b ién estaban presentes
dos m édicos am igos de B enjam ín, Ernst J oel y Fritz Fríínkeí, cuyos re*
portes de las sesiones están in clu id os en el v o lu m en p u b licad o, Haschisch,
N o hay evid en cia acerca d e la p articip ación de A dorno en esta o en cu a l­
quier otra experiencia con drogas.
82 B enjam in, “El surrealism o” (1 9 2 9 ), Im a g in a ció n y s o c ie d a d ( Ilu m in a ­
ciones /) , pp. 57-58.
08 B enjam in, Ü b er Haschisch: Novellistischex, B erich te, M a te rta lie n , ed.
T illm an R exroth , introd. H erm ann S ch w eppenháuser (Frankfurt am M ain:
Suhrkamp V erlag, 1972), p. 20 2 . [N o figura en la ed ición española.]
84 Ib id ., p. 213.
88 Ib i d ., p. 202.
ífl En sus notas B enjam ín se refería a éstas com o Versuchsanordnungen
sacaba, seduciéndolas, de su m undo hab itu al; la segunda las instala
muy pronto en uno nuevo.”87
L a experiencia de la droga era especialm ente significativa p a ra
la secularizada teoría del “a u ra ” de los objetos de B enjam ín.98
E m anada de la superficie de los fenómenos y revelando su esencia
interna, esta a u ra se to rn ab a visible den tro de la “zona de im á­
genes” de las drogas,80 y podía ser reproducida en la tela del
artista. “Q uizá n a d a proporcione un concepto tan exacto del au ra
auténtica como los cuadros tardíos de V a n G ogh en los que en
todas las cosas — así p o d rían describirse dichos cuadros— está
tam bién p in ta d a el a u ra .”40 El objetivo de los escritos de Benjam in,
en tan to serie de imágenes dialécticas, era c a p tu rar el a u ra tam bién
en el m undo escrito.

CRÍTICA DEL SU R R EA LISM O : LA ATONALIDAD COMO MODELO

Existían dificultades en esta elección de B enjam in del surrealis­


m o como m odelo de la filosofía. L a n aturaleza esencialm ente_es-
tática de sus “imágenes dialécticas” (B enjam ín las designaba como
“dialécticas en reposo”41 y hablaba de u n a “m irada de M edusa”)42

( “com b in acion es d e pru eb a” ) (i bid. , p. 73 y passim), el m ism o térm ino


que utilizara A d orn o para describir sus propias con stelacion es filosóficas
en su discurso in au gu ral de 1931. E l térm ino era parte d e la teoría del
teatro ép ico de Brecht.
1,7 B enjam ín, Haschisch, p. 55.
88 V éa se cap. 4, supra, p. 126. D u ra n te u n a sesión de haschisch en marzo
d e 1930, B enjam in desarrolló su teoría c o n unos am igos, d istin gu ién d ola
de las por en ton ces populares perspectivas teosóficas (b u d ism o, p an teísm o,
b rah m an ism o): “E n prim er lugar, el aura a u tén tica aparece en todas las
cosas. N o sólo en algunas, com o las gen tes [los teósofos] im agin an . En
segund o lugar, el aura se m o d ifica por entero y a fon d o co n ca d a m o v i­
m ien to que h aga la cosa cuya es el aura. E n tercer lugar, no pu ed e, en
m od o algu n o, concebirse el aura a u tén tica com o un sortilegio esp iritu a­
lista relam ido y resp lan d ecien te, que así es com o la reproducen y describen
los libros m ísticos vulgares. L o q u e d istin gu e al aura a u tén tica es m ás
b ien : el ornam ento, el círculo ornam ental en el q ue está la cosa (o la
entid ad ) firm em en te sum ergida tal en u n a fu n d a .” (B en jam in , Haschisch,
p. 05.)
80 Ibi d. , p. 86.
I b id ., p. 85.
11 W alter B enjam in, “ París, ca p ita l d el siglo x ix ” (1 9 3 5 ), Poesía y ca­
p i t al i s mo (Il umi naciones 2), p. 1 85: “La am b igü ed ad es la m anifestación
alegórica de la d ialéctica, la ley de la d ialéctica parada. E sta d eten ció n es
utopía. . .”
“ A d orn o, “ E in leitu n g zu B enjam ins S ch riften ” (1 9 5 5 ), ü b e r Wa l t e r
B e n j a mi n , p . 45.
se transform ó en el foco de la crítica de Adorno jen la década de
1930, que expresaba p a ra él la incorrección en últim a instancia
del modelo surrealista.48 Sin em bargo, en los inicios, «n los tem pra­
nos días de Berlín, A dorno no escatim aba su entusiasmo. En un
com entario de 1930 a M ahagonny de Brecht, Adorno elogiaba esta
“prim era ópera surrealista”44 por su utilización del shock, el es­
cándalo y el m ontaje p a ra construir las wur-imágenes del capita­
lismo”,40 no dentro de la acción dram ática sino tam bién por
la m úsica de K u rt W eill,40 A dorno consideraba legitim ada la form a
por la representación critica de la fragm entación y decadencia
de la realidad burguesa, y sostenía que ésta prom ovía “el desencan­
tam iento del orden c a p ita lista ,. .”47 En 1932, Benjam in podía con­
tar con la reacción positiva de A dorno cuando expresara acerca
de su estudio sobre K ierkegaard: "desde los últim os versos de Bre­
tón (la unión libre) nada m e h a aportado tanto a mis particulares
dominios como su m ap a m ostrando el cam ino a través de la tierra
de la interioridad. . .”4® C om pletando el “derrum be de las formas
artísticas burguesas que había com enzado con el expresionismo
a comienzos de siglo, los surrealistas estaban com prom etidos en
un proyecto que claram ente contaba con las sim patías de Adorno.
Pero dentro de las técnicas surrealistas existían ciertos impulsos
del m ovim iento y de su adopción de M arx y F reud que eran d i­
rectam ente incom patibles con la concepción de A dorno acerca
de su program a de Konigstein. Específicamente, violando su com ­
promiso previo con la desmitificación, el, surrealismo ^afirmaba lo
irracional: intencionalm ente en trab a en com plicidad con el en­
cantam iento, y esto se m anifestaba técnicam ente en la inmediatez
de la representación en sus obras de arte. Los m ontajes surrea­
listas eran conjuntos azarosos de objetos existentes en su form a
inm ediatam ente dada, es decir reificada. Si su yuxtaposición for­

43 Sus desacuerdos son discutidos en d eta lle lu ego, caps. 9 y 10.


44 T h eod or W . A d orn o, “M ah agon n y” (1 9 3 0 ), M o m e n t s m usicaux:
N eugedru ckte A u f s a t z e , 1 9 2 8 bis 1 9 6 2 (Frankfurt am M a in : ed. Suhrkam p,
1964), p. 137.
45 I b i d . , p. 136.
48 I b i d . Gf. “F ortschritt und R eak tion ” (1 9 3 0 ), en ib id . , pp. 157-158.
47 A dorno, “ M ah agon n y ” (1 9 3 0 ), i b i d . , p. 132. V éa se su evaluación
del estilo “ casi de m o n ta je” de Berg com o reflejo de la verdadera natura­
leza de la realidad, “ un m u n d o que tolera la co n tin u id a d y la tonalidad
sólo com o farsa. ■.” (T h e o d o r W . A dorno, “B erg: Erinnejrung” [1937],
G e s a m m e l t e S c h r i f t e n , v o l. 13: D i e m u s i k a l is c h e n M o n o g r a p h i e n , ed. Gre-
tel A dorno y R o lf T ied em a n n [Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag,
1971], p. 349.)
*a Carta de B enjam in a A dorno, 1* de d iciem bre d e 1932 (Frankfurt am
Main, legad o de A dorno).
tuita era in terpretada de alguna m anera, ciertam ente no lo era
en términos marxistas, es decir, como manifestaciones de la realidad
sociohistórica, sino en términos del significado proyectado por el
sujeto. Sin embargo, estos mismos significados eran inm ediatam ente
reproducidos en el arte surrealista como “u n a fotografía del pen­
sam iento” .40 Siguiendo el principio freudiano de la libre asocia­
ción, el proyecto surrealista era “escribir rápido, sin ningún tem a
preconcebido [m ateria]; tan rápido como p a ra no recordar aque­
llo que se está escribiendo ni tentarse a releer aquello que ya se
ha escrito” .50 Pero el propio Freud veía en esto tan sólo la m itad
del proceso de ilum inación de la verdad. No sólo la imagen del
sueño y su asociación, sino la interpretación de esta configuración
ele elementos, conectada con las experiencias conscientes del sujeto,
eran necesarias p a ra revelar una lógica latente al interior de lo
absurdo manifiesto. Gomo escribiera Adorno en un ensayo de 1956,
criticando al surrealismo:

C u a lq u ier a n a lista c o n o ce c u á n to d o lo r y cu á n ta lu c h a , c u á n ta v o lu n ­
tad req u iere lleg a r a d o m in a r el m aterial [de lo s sueños] in in ten cio n a l-
m en te exp resa d o q ue ya tom a form a en la situ a ció n a n a lítica en virtud
d e esta lu ch a , pero que es m u ch o m ás d ifu so en la [situ ación ] estética
d e los surrealistas. E n los escom b ros d e l m u n d o d e l su rrealism o lo en-sí
del in co n scien te n o se rev ela .51

El surrealismo “reagrupaba” los elementos del sueño sin liqui­


darlos, y -por lo tanto, sostenía Adorno, sus imágenes eran “feti­
ches — fetiches m ercancías— en los que al mismo tiem po se fijaba
la libido”, y p ara los que el verdadero modelo era pornografía.52
En tanto se efectuaban esfuerzos de interpretación, se tratab a sólo
de im poner categorías ya hechas, como el complejo de Edipo,
m ecánicam ente, desde afuera.63
En un sentido decisivo, entonces, el surrealismo era no dialéc­
tico! (Bretón era un gran adm irador pero un pobre intérprete de
Hegel, a quien se refería como el. “inventor” de “la m áquina d ia­
léctica” .)^ El surrealismo fusionaba al sujeto y al objeto en la

40 C ita d o en M a tth e w s, A n I n t r o d u c t i o n to S u r r e a l i s m , p . 8 2 .
80 B retó n , “ M a n ife s tó o f S u rr e a lism ” ( 1 9 2 4 ), M a n i f estoes o f S u r r e a l i s m ,
p p . 2 9 -3 0 .
51 T h e o d o r W . A d o rn o , “ D e r S u rr e a ltsm u s” (1 9 5 6 ), N o t e n z u r L i t e -
r a t u r , v o l. 1 (F r a n k fu r t a m M a in , S u h r k a m p V e r la g , 1 9 5 8 ), p. 157.
“ I b i d . , p. 161.
10 I b i d J p. 157.
M D reton , “ S u rr e a list S itu a tio n o f th e O b jc c t” (1 9 3 5 ), M a n i f estoes of
Surrealism ^ p . 2 5 9 .
imagen artística y no ponía de m anifiesto, como intentaba Adorno,
los antagonismos que caracterizaban su m ediación m utua. L a fa­
mosa imagen del hom bre cortado en dos por u n a ventana, de
Bretón,55 podría en realidad haberse prestado a una interpretación
al interior de la constelación del intérieur burgués, pero esta -in­
terpretación era obstaculizada por la inm ediatez de la represen­
tación estética, objetivo explícito de los surrealistas. E n j a concep­
ción de Bretón, el papel del artista como sujeto se reducía a la
recepción pasiva "de"imágenes: “ nosotros, que no hicimos esfuerzo
algüno por filtrar, que en nuestras obras nos transform am os en
simples receptáculos de todos los ecos, modestos instrum entos regis­
tradores. . .”50 El peligro consistía en que su arte no lograría la
objetividad m aterialista deseada, sino que proporcionaría el reflejo
mágico del m undo de las apariencias. Com o n o tara críticam ente
Brecht, los objetos del surrealismo “no vuelven de su extrañam ien­
to” ;57 y al utilizar técnicas surrealistas en su propio teatro épico,
insistía en su “refuncionalización” . P ara B recht esto significaba
transform arlas en herram ientas dialécticas como m edio p a ra la
educación política. P ara Adorno, por supuesto, el criterio externo
del efecto sobre la audiencia no redim ía las técnicas, cuya validez
debía existir internam ente — “inm anentem ente”— o no existir.158
Para él el problem a era en qué m edida e ra posible la redención
si la estructura de los procedim ientos surrealistas estaba tan con­
tam inada por el irracionalismo.
Al menos ya en 1934, A dorno era escéptico. E n u n a c a rta a
Benjamín, llam a la atención acerca del texto recientem ente p u ­
blicado de Bretón, Les vases com m unicants, que

. . .se d ir ig e c o n tr a la in te r p r e t a c ió n p s ic o ló g ic a d e l s u e ñ o y la r e m p la z a
p o r u n a c o m p u e s ta p o r im á g e n e s o b je tiv a s , a la q u e p a r e c e a tr ib u ir le
e l c a r á c te r d e c la v e h istó r ic a . T o d a la c u e s t ió n e s tá d e m a s ia d o c e r c a
d e tu t e m a c o m o p a r a h a c e r n e c e s a r ia q u iz á u n a in v e r s ió n r a d ic a l p r e ­
c is a m e n te e n e l p u n to m á s c e n t r a l.59

El mismo año, Adorno publicaba un ensayo sobre Schónberg00 como


ra Bretón, “M an ifiesto of Surrealísm ” (1 9 2 4 ), ibid., p. 21.
BB Ibi d., pp. 2 7-28.
flí B ertolt Brecht, “N eu e T ech n ik der S ch au sp iel K u n st” (1 9 3 5 -1 9 4 1 ),
Gesammel t e We r ke , vol. 15: Schri ften z u m T h e a t e r 1 (F rankfurt am
M ain: Suhrkam p V erlag , 1967), p. 364,
V éase supra, cap. 2.
BB C arta de A dorno a B enjam ín, 6 d e noviem bre de 1934 (Frankfurt
am M ain, legado de Adorno).
90 “D er dialektÍ3che K o m p o n ist” , p u b licad o por prim era vez en A r n o l d
Schónberg z u m 60. Geburtstag (V ie n a , 13 de septiem bre de 1934), redi-
“compositor dialéctico”, donde describía el m étodo de Schonberg
con los mismos térm inos que h ab ía utilizado p a ra definir su propio
proyecto filosófico de 1931. E laboraba y hacía explícita la signi­
ficación filosófica que A dorno presentía desde hacía m ucho en el
procedim iento composicional de Schonberg. El artículo puede ser
leído como la co n tra p artid a de los esfuerzos de B enjam in p ara
tra b a ja r con el surrealism o como m odelo p a ra la filosofía m ate­
rialista, dialéctica. Si el artista surrealista intentaba fusionar sujeto
y objeto, transform ándose en un m edio pasivo, a través del cual
el m aterial del inconsciente se expresaba en la realidad em pírica,
si como resultado las imágenes surrealistas eran reificadas y “no
dialécticas” , entonces, sostenía Adorno, Schonberg como compo­
sitor no era solam ente el m edio, sino el m ediador activo en un
proceso dialéctico entre el artista y su m aterial.01 A dorno escribió
que la contribución “ absolutam ente nueva*’/r de Schonberg era que
esta relación dialéctica entre artista y m aterial realizaba su “auto-
conciencia” en un sentido hegeliano.62 Se réfería a la lógica de la
construcción técnica de la m úsica. L a técnica m usical funcionaba
“como el riguroso lugar de las decisiones en relación a los conte­
nidos musicales” .03 Schonberg, escribió, trabajaba no como un
“ciego artesano” ni tam poco con “la arbitrariedad y la elección
opcional de un artista subjetivam ente irrestricto” .04 L a composi­
ción emergía, en cam bio, a p a rtir de la contradicción irresuelta en­
tre la libertad subjetiva del com positor y las dem andas objetivas del
m aterial, “p a ra expresarlo en el vocabulario filosófico, entre sujeto
y objeto — la intención composicional y el m aterial composicio­
nal” .05 U tilizando la term inología benjam iniana de su conferencia
inaugural de 1931, describía este procedim iento como “fantasía
exacta” .00 E n el surrealism o u n a fantasía anárquica, arbitraria,

tado en T h eo d o r W . A dorno, I m p r o m p t u s : Z w e i t e Folge n eug e d ruck t e r


musikalischer Aufsot ze (F rankfurt am M a in : Suhrkam p V erla g , 1969),
pp. 39-44.
91 Ibi d. , p, 41. E l rol necesariam en te a ctivo d el com positor y tam bién
del m úsico, p recisam en te cu an d o enfrentaban las dem andas d el m aterial,
era la cu estión crucial para A dorno. C om o escribió: “E l h u n d im ien to de
la su bjetivid ad co n tem p la tiv a en la o e uvr e , y la p articip ación del sujeto
en la con stitu ción d e su ob jetiv id a d son una y la m ism a cosa.” (T h eo d o r
W . A dorn o, notas sobre Rep r o d u k t i o n s t h e o r i e , 3 vols., in éd ito, Frankfurt
am M ain , legad o d e A d orn o, s. f., vol. 1, p. 76.)
62 A dorno, “D er d ialek tisch e K om p on ist” , I m p r o m p t u s , p. 43.
03 E sta afirm ación es de su artículo d e 1935, T h eo d o r W iesengrund-
A dorno, “E ine G esch ich te der M usikásthetik” , D e r A u f t a k l , 15, 1-2: 18.
A dorn o3 “D er d ialek tisch e K om p on ist” , I m p r o m p t u s , p. 41.
03 Ibi d. , p. 42.
8e I bi d. , p. 45.
convergía con la tendencia aparentem ente opuesta de la duplica­
ción de lo dado, intensificando la mistificación más que desencan­
tándola. Pero Schonberg, debemos recordar,67 desarrollaba el m a­
terial hasta el punto de su inversión dialéctica: la tonalidad lle­
vada a sus extremos resultaba en la atonalidad, que dem itificaba
la m úsica dem ostrando que las “leyes” tonales no eran naturales
ni eternas. En su artículo de 1934, Adorno argum entaba que esta
reversión perm itía la reapropiación autoconsciehte de los medios
de “producción” musical, precisam ente el objetivo del proyecto
m arxista.08
L a positiva evaluación de A dorno respecto de la m úsica de
Schonberg jugó un papel determ inante en el alejam iento intelec­
tual de B recht.09 Esto explica por qué no envió u n a copia del a r­
tículo sobre Schonberg a Benjam ín, p a ra sus com entarios,70 pues
el artículo apareció en V iena el 13 de septiem bre de 1934 y
Benjam ín estuvo con Brecht en D inam arca, desde julio a octubre
de ese año. Sin em bargo no hay d u d a alguna acérca de la seriedad
con la que consideraba la aplicación potencial de los procedi­
m ientos de Schonberg a su propio proyecto, cuya concepción origi­
nal tan to debía a Benjam ín. El mismo año comenzó un estudio
crítico sobre Husserl, su obra principal de la década de 1930.
A p a rtir del libro sobre K ierkegaard, A dorno tenía la esperanza
de trascender la filosofía burguesa definitivam ente, a través de
una crítica dialéctica inm anente del idealismo en ésta, su form a
histórica m ás avanzada. Las páginas iniciales del m anuscrito so­
bre Husserl se referían al “carácter de modelo de la lógica musi­
cal”, particularm ente la de Schonberg, por su esfuerzo.71 D e m a-
87 V éa se cap. 1.
68 “. . .la extrem a rigurosidad, fu n d am en talm en te la consistencia d e la
técn ica, en sus últim as instancias se revela com o la extrem a libertad, com o
p on ien d o a disposición del hom bre su m úsica q u e com ien za e n el m ito y se
atem pera en la reconciliación , co m o la estructura d e aq u ello que se erigía
en oposición a él y que al final le p erten ece por el poder d e un m étodo
que tom a posesión de esa estructura en tanto le p erten ece por co m p leto ” .
(A dorno, “D er dialektisch e K om p on ist" , I m p r o m p t u s , p. 44.)
CD V éase cap. 2.
70 E n su carta a B enjam ín del 18 de m arzo d e 1936, se refiere a su
artículo com o “ uno que usted no c o n o ce” (A dorno, Üb e r Wa l t e r Be nj a -
m in , p. 127).
71 El estudio sobre H usserl fu e p u b licad o por prim era vez "en su versión
revisada en 1956 com o Z u r M e t a k r i t i k d e r E r k e n n t m s t h e o r i e (ahora en
A dorno, GS¡ vol. 5). L a autora consultó el borrador original m ecan o­
grafiado, escrito en 1934-1937 en O xford. El p asaje com p leto es; “ ( nb)
se p u ed e com parar el co n cep to d e [Husserl] d el objeto com o realm ente
similar a la fu n cion alid a d crom ática de R eger, en com paración con la
[funcionalidad] d ia léctica gradual de Schonberg. Q u izá sea perm itido en
ñera significativa, su crítica de la relación sujeto-objeto en Hus-
serl era paralela a su crítica del surrealismo: la inm ediatez de los
objetos en tanto “dados”, la pasividad, la arbitrariedad del suje­
to, y la relación esencialmente estática, no dialéctica entre sujeto
y objeto.72 E n contraste, A dorno describía como "idea” de su
investigación

.. .la tarea, al interior de la materia, y por lo tanto sin ningún presu­


puesto acerca del proceso anticipado de su producción, que sería pu­
ramente exterior, de desplegar. . . el momento de producción, es decir,
la dialéctica congelada dentro [de la materia]. Este procedimiento es sinó­
nimo de) proceso de descifrar las imágenes dialécticas.73

E n este procedim iento, la relación estructural entre sujeto y objeto


era paralela a la de la composición de Schónberg. Adorno ya había
defendido el carácter inherentem ente revolucionario de este m é­
todo,74 sosteniendo que la demolición de la tonalidad burguesa
de Schónberg, u n a transform ación al interior de la m úsica, im pli­
caba tam bién una reversión de la función externa, social de la
música, transform ándola de u n a función ideológica en u n a crí­
tica. Expresó el carácter ejem plar de esta música p a ra la teoría
en u n a carta de 1934 a E rnst K renek:

E s... la tarea de una verdadera teoría no el esconder y “mediatizar’1


las rupturas de la realidad por medio de formas de pensamiento armo­
niosas, sino precisamente el exponerlas y a través del conocimiento de
ellas contribuir a superarlas. Y creo realmente que Schónberg se distin­
gue de otros músicos en que a través de la concepción y resolución de
sus antinomias, llega hasta la estructura de la sociedad actual como si
fuese la teoría social más progresista.75

Schónberg no sólo había transform ado la función social de la m ú­


sica, de la ideología a la crítica. L a propia estructura de sus com-

este punto aludir al carácter m odelo d e la lógica m usical, en la q ue la


validez de la m ateria se revela com o in m an en te dentro d el m aterial, y el
sujeto com o sim ple órgano ejecu ta n te.” (T h eo d o r W . A dorno, ms. sobre
H usscrl, 19 3 4-1937, Frankfurt am M ain , legad o de A dorno, p. 58, cf.
p. 122.)
73 En realidad, A dorno efectu ab a la com paración exp lícita con Jugends-
til, el contem poráneo estético d e la fen om en ología husserliana (i bid. ,
pp. 294 jj.).
m I bi d. , p. 58.
74 V éase cap. 2.
73 C arta de A dorno a K renek, 7 de octubre de 1934, T h e o d o r W .
A d o r n o und^ E r n s t K r e n e k : B r i e f w e c h s e l , ed. W olfgang R o g g e (Frankfurt
am M a in : Suhrkam p V erlag, 1974), p. 46.
posiciones proporcionaba la “im agen de una música liberada” ,76
y Adorno llegó a ver en esta im agen la visión utópica de la so­
ciedad. C ontinuaba en su carta a K renek: “¿N o tiene esta música
[de Schonberg] algo (quisiera expresarm e cuidadosam ente) de lo
que en M arx se llam a ‘asociación de hom bres libres’?”77 A dorno
se refería por supuesto a la liberación de los doce tonos de la
dom inación del tono dom inante, que lo conducía, no a la a n a r­
quía, sino a la construcción de la hilera dodecatónica, en la que
cada nota tenía un papel igualm ente significativo, aunque único,
en la totalidad musical,78 análogo a los ciudadanos iguales a u n ­
que no idénticos en la ansiada sociedad sin clases. L a m úsica
de Schonberg era no representacional, y por lo tanto la im agen
utópica proporcionada era m ás estructural que pictórica o des­
criptiva.70 Sin em bargo,, en este p u n to Adorno estaba a un paso
de rom per con el Bilderverbot en relación a delinear la naturaleza
de la sociedad posrevolucionaria. Sostener que la correcta estruc­
tu ra de la praxis geistige proporcionaría el m odelo de u n a nueva
estructura social era ir m ucho m ás allá de las intenciones de la
Ideologiekritik y separaba claram ente el proyecto sobre H usserl
de A dorno del trabajo del Instituto de H orkheim er d u ran te la
década de 1930. A ún no desilusionado acerca del potencial de
las técnicas dodecatónicas de Schonberg,80 A dorno fue radical­

78 A dorno, “ R eak tion und F ortsch ritt” (1.930), M o m e n t s musicaux, ibtd.¡


p. 100.
77 C arta de A dorno a K ren ek , 7 de octubre d e 1934, A d o r n o u n d K r e -
nek: Briefwechsel, p. 46.
78 C on la d em olición d e la ton alid ad , "el m aterial se h a v u elto m ás
claro y m ás libre, rescatado d e los m íticos confines del núm ero q u e d o m i­
naba las escalas arm ónicas y la arm on ía ton al” . (A d orn o, “ R eak tion und
F ortschritt” [1930], M o m e n t s mus i c aux, p. 180.)
711 En 1935 A dorno sugería a B enjam in u n retorno al térm ino anterior
de este último^ “ m o d elo ” , com o “ la estructura in m an en te d e la im agen
d ia léctica ” , antes que un esfuerzo por interpretar los rasgos no estructura­
les de la su perficie com o siendo en sí una "im agen d ia lé ctic a ” . (C arta
de A dorno a B enjam in,- 2 de agosto de 1935, Übe r Wa l t e r B en j a mi n ,
p. 114.)
80 En la décad a d e 1940, A dorno com enzó a afirm ar q u e la com posición
dod ecatón ica se hab ía transform ado en un “ sistem a” form alizado cerrado,
retornando a lá id eo lo g ía : “C on seguridad, entre las reglas de las técnicas
dodecatónicas no existe una sola que no proced a n ecesariam en te d e la e x p e­
riencia com p osicional, d e la ilu m in ación progresiva d el m aterial natural
de la m úsica. Pero esta exp eriencia ha asum ido un carácter defensivo. . .
A quello que algu n a vez caracterizara a un oído altam en te p ercep tivo se ha
distorsionado en un sistem a fragu ad o en e l q u e la corrección m usical puede
ser sup uestam ente m ed id a en abstracto.” (T h eo d o r W . A dorno, Phil osophy
of M o d e r n Mu s i c , trad. A n n e M itch ell y W esley V . Blom ster [N ueva York:
T h e Seabury Press, 1973], pp . 6 8 -6 9 .)
m ente más allá al trasponer el m étodo de Schonberg al terreno
filosófico. Existía un paralelo entre su propio abandono de los
prim eros principios filosóficos y el abandono de Schonberg de la
dom inación tonal, y tam bién entre su aversión hacia las totali­
dades arm oniosas y la utilización por p arte de Schonberg de la
disonancia y la irregularidad rítm ica.
Adem ás, el desarrollo de las ideas musicales en Schonberg, que
A dorno describía com o “un m ovim iento entré extrem os” 81 com pa­
rable a la “resolución de enigm as” 82 o el “descifrar”,63 era estruc­
tu ralm ente análogo al desarrollo de las ideas filosóficas en A dor­
no. El prototípico ensayo de 1932, “Die Idee der N aturgeschichte”
(discutido en detalle en el capítulo 3), desarrolla su análisis desde
la p arad ó jica constelación cuyos extrem os eran “historia” y “n a ­
turaleza” . N o forzaríam os dem asiado la analogía si argum entá­
ram os que la estructura de este ensayo guardaba una clara corres­
pondencia con las reglas de la composición dodecatónica, p o r
ej., /] la afirm ación de la hilera tonal: “toda historia es natu ral”
(y por tan to transitoria); 2] retrógrado, o reversión de la hilera:
“to d a naturaleza es histórica” (y por tanto socialm ente produci­
da); 3] inversión de la h ile ra; “la historia real no es histórica” (sino
p u ra reproducción de la segunda naturaleza); y 4] inversión retró­
grada: “la segunda n aturaleza es no n a tu ra l” (porque reniega de
la transitoriedad histórica de la naturaleza). Siguiendo un proce­
dim iento sim ilar en su estudio sobre Husserl, A dorno desenm a­
ra ñ a la “constelación p aradójica” de racionalism o y empirismo en
la fenom enología,84 dem ostrando cómo cada uno de estos ex­
trem os tiende a negarse a sí mismo (inversión) al mismo tiem po que
converge con el otro (reversión). Y si A dorno desarrollaba sus
ideas filosóficas del mismo m odo en que Schonberg desarrollaba
sus ideas musicales, y si cad a uno de sus ensayos se construía
a p a rtir de todas las perm utaciones posibles de los polos opuestos,85
m ostrando la identidad de las contradicciones (la historia es na*

81 A dorno, “D er d ialek tisch e K o m p o n ist” ( 1 9 3 4 ) , I m p r o m p t u s } p. 39.


83 I bi d. , p. 42.
83 C arta de A dorno a K renek, 30 de septiem bre de 1932, A do r n o u nd
K r e n e k : Brief wechsel, p. 38.
84 A dorno, ms. sobre H usserl, 1 9 3 4 -1 9 3 7 , p . 7.
85 Gf. Sch onberg: “E n el C on trap u n to, no es cuestión d e la com b in a­
ción en sí (es decir, n o es un fin en sí m ism o) sino d e la m u ltifa cética
presentación d e la id ea. El tem a está construido d e tal m od o que ya co n ­
tiene en sí m ism o estas varias figuras, a través de los cu ales la m u ltifa cética
presentación [Darstellung] d e la idea, se h ace p osib le.” (A rn old S ch on ­
berg, citad o en A lian Janik y S tep h en T o u lm in , Wi t t g e n s t e i n’s Vienna.
[N u eva Y ork: Sim ón and Schuster, 1973], p. 108.)
tural) y la contradicción de las identidades (la historia es no
histórica), entonces tam bién era cierto que en su decisión de no
perm itir que ninguno de los aspectos de la p aradoja dom inara, la
estructura de sus ensayos puede ser leída como u n a mimesis de una
estructura social libre de dom inación.
¿Es quizá éste ei m om ento positivo oculto en la “dialéctica ne­
gativa” de Adorno? E n cad a ensayo, precisam ente a causa de su
incesante negatividad, ¿es éste quizá el emblem)a utópico, la secreta
afirm ación? Al menos es indiscutible la significación p ara Adorno
de un procedim iento cognoscitivo correcto entendido como una
estructura o “m odelo” que puede ser traducido a modos diferentes
y dom inios diferentes del discurso intelectual. D e allí, por ejem ­
plo, que pudiese ver paralelism os entre la estructura de la com­
posición de Schónberg y el procedim iento analítico freudiano.86
O que pudiera discernir ecos de Schónberg en la estructura de los
escritos de B enjam in:

A s í c o m o la n u e v a m ú s ic a , e n su in f le x ib le r e p r e s e n ta c ió n n o to le r a “ e j e ­
c u c ió n ” a lg u n a , n in g u n a d is tin c ió n e n tr e e l te m a y su d e sa r r o llo , s in o
q u e c a d a p e n s a m ie n to m u s ic a l, e n r e a lid a d c a d a to n o , e stá ig u a lm e n t e
c e r c a d e l c e n tr o , a sí la f i lo s o f ía d e B e n ja m in e s ig u a lm e n t e " a te m á -
t ic a ’\ «

T h eo d o r W iesen gru n d -A d orn o, “Z ur g esellsch aftlich en L a g e der M u ­


sik”, parte i, Zeit schri ft für Sozialforschung, 1, 1 /2 (1 9 3 2 ): 1U9-110. L a
relación estructural entre el psicoanálisis d e Freud y el jocioan álisis de
A dorno resultaba clara, au n q u e este ú ltim o, al considerar la realidad e x ­
terna m ás que el d om in io in tern o d e los fenóm enos psíquicos, se ubicaba
en la dirección opuesta. A m bos se centraban en los pequeños y aparentem en­
te in significantes d etalles, q ue A dorno, siguiendo la fórm ula de Freud, d en o­
m inaba “ el rechazo al m u n d o de las apariencias1’ (A b h u b der Erschein.'
ungswelt . A m bos buscaban las rupturas, las brechas lógicas en las apa­
riencias, com o el lugar d on d e la verdad aparecía en form a de configura­
ciones inintencionales. A m bos resolvían los enigm as de estas configura­
ciones reconstruyendo la ló g ica interna que gobernaba su paradójica apa­
riencia. R eifica cíó n e id eo lo g ía distorsionaban el m u n d o exterior, así com o
la represión y la racion alización distorsionaban el m u n d o interno. En am ­
bos casos, el co n ocim ien to en tan to proceso de descubrim iento es en sí
m ism o u n acto d e lib eración , y en am bos casos el m od elo d e este proceso
era un a exp eriencia d ia léctica , y no un ord en am ien to lógico o un mero
reflejo d e lo “d ad o'1.
87 A dorno, “E in leitu n g’ zu B enjam ins ‘Schriften’ ’1 (1 9 5 5 ), Über Wal ter
Benj ami n, p. 46. S in em bargo, au n q u e esta lim ita d a com paración tenía
validez, en realidad e l m o d o de pensar de B enjam in ten ía m uy poco en
com ú n con el de la m úsica, cuyos principios estructurales apenas com ­
prendía. E n caso d e apreciar algo schdnbergiano, seria (previsiblem ente)
el Wo z z e c k de A lban Berg, cu ya m ú sica ten ía u n a cu alid ad estática, y que
había sido an u n ciad a com o la prim era ópera “surrealista” . (T h eod or W .
A dorno, “Berg: E rin n eru n gen ” [1937], G S 13, p. 342 .)
La noción de equivalencia entre diferentes modos de experiencia
— entre, filosofía e imagen en Benjamín, filosofía y música p ara
A dorno— no era nueva. En la historia literaria tenía un claro
precedente en la teoría de las correspondencias de Baudelaire, en
sí la secularización de una vieja concepción mística (Gematria en
la tradición ca b alístic a /8 con la cual Benjamín, al menos, estaba
en contacto a través de las discusiones con su amigo Gershom
Scholem). Sin embargo, lo nuevo en ello era el descubrimiento
de tales equivalencias entre ía experiencia estética y el m ateria­
lismo dialéctico, que al menos en su form a m arxista ortodoxa (no
hegeliana) adhería estrictam ente al paradigm a de la ciencia b u r­
guesa que se auto-oponía irreconciliablem ente al arte, y al que
A dorno y H orkheim er atacarían tan devastadoram ente más tarde
en Dialektik der A ufklarung .80 M ientras que en el paradigm a cien­
tífico la dialéctica era vista como una ley objetiva de la historia y
la naturaleza, que podía ser conocida y descrita por el sujeto sepa­
rado de un m odo totalm ente no dialéctico, el paradigm a estético
se basaba en u n a relación sujeto-objeto en sí m ism a dialéctica. Al
mismo tiempo, evitaba la representación m etafísica y especulativa
en la que Hegel había expresado su filosofía, y dism inuía la poten­
cialidad de sintetizar antagonismos tanto entre realidad y pensa­
m iento como al interior de cada uno de ellos: el arte surrealista y
la m úsica de Schonberg expresaban negativam ente las contradiccio­
nes, sin resolverlas en totalidades armoniosas.
Basar la ..filosofía en la experiencia estética, así entendida^ era
recuperar aquello, que se había perdido con la preem inencia ideo­
lógica del. sujeto en la filosofía burguesa, tan to en la form a racio­
nal de la Ilustración como en su form a irracional-rom ántica. En
esta nueva form a de “dialéctica negativa”, el sujeto m antenía
contacto con el objeto sin apropiárselo. El pensador reflexionaba
acerca de una realidad sensorial y no idéntica, no p a ra dom inarla,
no para destrozarla y llenar el lecho de Procusto de las categorías
mentales, ni p a ra liquidar su particularidad haciéndola desapare­

89 Ge mat r i a |era un m étod o gn óstico que estab lecía eq u ivalen cias entre
sistemáis no id eacion ales: las letras p od ían ser transform adas en núm eros y,
conversam ente, los núm eros en palabras. A diferencia de la ló g ica aris­
totélica tradicional, este p roced im ien to p erm itía dem ostrar iden tid ad es
entre los fenóm enos sin elim inar su particularidad y diferencia, (V éa se
G ershom Scholem , M a j o r Treti ds in Jewish Mys t i ci s m [N ueva York:
Schockcn Books} 1967], p. 223.)
SD M ax H orkheim er y T h eo d o r W . A dorno, Dialekt ik d e r Aufklarung
(A m stcrdam : Q u erid o V erlag, 1947).
cer bajo conceptos abstractos. El pensador, en cambio, al igual
que el artista, procedían m im éticam ente, y en el proceso de im itar
la m ateria la transform aban, de tal m odo que pudiera ser leída
como expresión m onadológica de la verdad social. En esta filosofía,
así como en las obras de arte, la form a no era indiferente al
contenido — de allí la significación central""de la re p re se n ta c ió n
(Darstéllung), la m an era de la expresión filosófica. L a propia
creación estética no era invención subjetiva, era el descubrim iento
objetivo de lo nuevo dentro de lo dado, inm anentem ente, a través
de un reagrupam iento de sus elementos.90
E n este m odelo congnoscitivo estaba im plícita u n a transform a­
ción de la idea de conocim iento. Y a no era u n a búsqueda de leyes
causales que hicieran posible la m anipulación y predicción del
futuro. Conocim iento ah o ra quería decir “ver” , u n a suerte de
revelación secular (la influencia de Husserl y de la teología era
clara en este punto) por m edio de la interpretación crítica. En la
línea de la distinción k an tian a de la tercera crítica, este tipo de
conocim iento no era inform ación em pírica que se poseía, sino juicio
que proporcionaba capacidad de acción.
D urante toda su vida A dorno insistió en el paralelism o entre
experiencia filosófica y experiencia estética. Su principal trabajo
sobre estética, publicado postum am ente,01 hacía continuas referen­
cias a las similitudes entre el arte y la teoría. Negative D ialcktik,
su obra filosófica m adura, ap u n tab a explícitam ente las analogías
entre pensam iento crítico y composición musical®2 Existe en su
legado el m anuscrito de un estudio donde com para el desarrollo
del “concepto” en la lógica hegeliana con el desarrollo composi-
cional de Ja.'írmsica de Beethoven (aunque en tanto contem porá­
neos, Hegel y Beethoven nunca percibieran por sí mismos la co­
nexión).03
Sin embarjgo, sería erróneo concluir que en la filosofía de A dor­
no teoría "y arte eran la m ism a cosa. Desde el comienzo y reite-
00 “El sentido m u sical es lo nuevo — algo que n o pu ed e ser retrotraído
ni subsum ido sino que surge d e la con figu ración d e lo con ocid o, si el que
escucha vien e ten su auxilio. E sto n u evo n o es a lgo m aterial — no es cosa—
sino la interrelación fu n cion al de los elem en tos m u sicales d ad os.” (T h eo d o r
W. A dorno, “ L isten in g H ab its: A n A nalysís o f L ikes and D islik es in L ig h t
Popular M u sic”, en “C urrent o f M u sic: E lem en ls o f a R ad io T h co ry ” ,
m anuscrito in éd ito, 1939, Frankfurt am M ain , legad o d e A dorno, p. 52.)
81 T h e o d o r W . A dorno, T e o r í a estéticat trad. F. R iaza (M a d rid : T a u -
rus, 1971). ,
93 T h eod or W . A dorno, N e g a t i v e Di al e kt i k, G e s a m m e l t e Schri ften, vol.
6, ed. R o lf T ied em a n n (F rankfurt am M a in : Suhrkam p Verlag¿ 1973)
[Dialéctica negat i va, trad. J. M . R ip a ld a (M a d rid , T aurus, 1975).]
03 E l estudio será publicado com o vo l. 21 d e las Ge s a mmel t e Schriften.
radaniente insistió en que a pesar de converger en su “contenido
de verdad” , eran sin em bargo no idénticos. E n su conferencia inau­
gural de 1931 insistía:

i . .sería m ejo r liq u id a r d ir e cta m e n te a la filo so fía d e m an era c o n c lu ­


y en te y d iso lv erla en la s d isc ip lin a s p a rticu lares, q u e ir en su a u x ilio
con u n id e a l p o é tic o q u e n o sig n ific a n a d a m ás que u n a pob re cobertura
o rn a m en ta l para u n p en sa m ie n to fa lso .04

Su estudio sobre K ierkegaard. (1933) afirm aba: “Incluso con una


perspectiva de convergencia final entre arte y filosofía, toda este-
tización del procedim iento filosófico debe ser evitada.” 1*5 Y en
N egative D ialektik (1966) escribió: “U n a filosofía que imitase al
arte, que aspirara a definirse como obra de arte, se elim inaría
a sí m ism a.”08
Q uizá la expresión m ás clara de su posición se p lanteaba en
u n a carta de 1935 a su amigo E rnst K renek. A quí A dorno criticaba
lo que llam aba el intento “ idealista” de K renek por descubrir
el carácter cognoscitivo del arte a través de “la relativización de la
diferencia entre arte y ciencia (W issenschaft)” ,0T L a división entre
ambos, p roducida históricam ente, era u n a “necesidad histórica”98
que no podía ser suprim ida. L a ciencia no debía ser “estetizada”
ni el arte debía ser hecho científico. En cambio, sostenía dialéctica­
m ente A dorno, era precisam ente en tanto actividades separadas,
am bas verdaderas en sus propias particularidades, que am bas
convergían.00 E n tanto “experiencias” subjetivas del objeto, arte,
ciencia y filosofía tenían u n a estructura dialéctica sim ilar. Sin
em bargo, en tan to procesos cognitivos, cada uno era distinto.
Gom o escribió en o tra p a rte : “ . . . es lo m ás irreconciliable aquello
que parece sem ejante”.100 El valor cognoscitivo del arte, que por
M T h eo d o r W . A dorno, “D ie A k tu alitát der P h ilosop h ie” (1 9 3 1 ), G¿-
s a mm e l t e Schri ften, vol. 1: Frühe phil osophi sche Schri ften, ed. R o lf T ie ­
d em an n (F ran k fu rt am M a in : Suhrkam p V erla g , 1973), p. 332.
BB T h eo d o r W . A dorno, K i e rk e g a a r d : K o n s t r uk t i on des Aesthet ischen:
M i t z w e i Beil agen, 3 ’ ed. am p lia d a (F rankfurt am M a in : Suhrkam p V cr-
lag, 1966), pp. 2 7 -2 8 .
M A d orn o, D i a l é c t i c a ne g a t i v a , p, 23.
97 C arta d e A dorno a K ren ek , 26 d e m ayo d e 1935, A d o r n o u n d K r e ­
nek: Bri ef wechs el , pp. 8 5 -8 6 .
88 Ibi d. , p . 85.
” I b i d . : “ L a E stética T ra scen d en ta l de la Crit ica de la razón p ura
d e K a n t es m ás arte q u e las cosas estéticas presentadas su b jetivam en te
por S ch open h au er, K ierk egaard o N ietzsch e, que por redim ir el m om ento
su b jetivo recaen en un filosofar reifica d o .”
100 T h eo d o r W . A d orn o, “ C aracterización de W alter B en jam in ” (1 9 5 0 ),
Crí t i ca cult ural y s o c i ed a d , p. 116.
definición era lo otro de la realidad dada, dependía de la adecua­
ción de la form a estética al contenido o idea que expresaba; el
valor de la ciencia que enfocaba directam ente a la realidad de­
pendía de la adecuación de los conceptos teóricos utilizados para
describir sus objetos.101 L a filosofía era “u n a tercera cosa” .102 Su
tarea era decir la verdad, y lo hacía a través de la interpretación
crítica del arte y de la ciencia, m ostrando cóijno su adecuación
dem ostraba la inadecuación de la realidad.108
A dorno creía que B enjam ín fom entaba el colapso entre los.
modos-cognoscitivos. Esta cuésdóh éTtábá en el"ñuclB0' de'Sü disputa
intelectual du ran te la década de 1930, que es discutida en los
próximos capítulos y que en este pu n to nos a p arta de nuestra his­
toria. Podemos sim plem ente a p u n ta r aquí que parte del problem a
está im plícita, en J a . elección d ^ como mo5elp_,filosó­
fico por parte de Benjam ín. El surrealismo fusionaba ciencia y arte^
elim inando’aquello que los h acía diferentes (teoría y concepto en
ciencia, lógica de la form a en el arte), -y Benjam ín tra tab a de fu ­
sionar arte y filosofía casi del mismo modo. AdornoTescribió:

L a in t e n c ió n d e B e n ja m ín e ra r e n u n c ia r a to d a in te r p r e ta c ió n m a n ifie s ta
y h a c e r q u e la s s ig n ific a c io n e s se im p u s ie r a n s im p le m e n t e p o r e l m o n -
t a g e c o n tr a s ta d o d e l m a te r ia l. L a f ilo s o f ía te n ía q u e r e c o g e r e l s u p e r r e a ­
lis m o h a s ta h a c e r s e s u p e r r e a lis ta .104

El resultado era que la obra de .Benjam ín perdía la negatividad


crítica "que, según Adorno, otorgaba valor de verdad a su inter-
, prefación "filosófica” y ''retrocedía Tíacia "uria téología positiva, que
su opción por el surrealism o como m odelo h ab ía precisam ente
intentado superar.
En el sentido criticado p o r Adorno, la estética surrealista era en
realidad aún menos adecuada que el rom anticism o de Schlegel
y Novalis, quienes insistían en que el contenido de verdad del arte
no em ergía hasta que era críticam ente interpretado. L a música
como m odelo no planteaba los mismos problem as. Su m odalidad
era distinta de la de la im agen artística.105 Esta últim a conden­
101 C arta de A dorno a K renek, 26 d e m ayo d e 1935, A d o r n o u n d K r e ­
nek: Briefwechsel, p. 06.
102 A dorno, “T h esen über d ie Sprache des P h ilosop h en ” , GS 1, p. 369.
,ca Ibi d., pp. 3 6 6 -367 .
104 A dorno, “ C aracterización d e W alter B en jam ín ” (1 9 5 0 ), Crítica cul­
tural y soci edad, p. 127.
108 En la d écad a d e 1960 A dorno dio u n a co n feren cia acerca de la
relación entre m úsica y pin tu ra que argum entaba, de m odo previsible,
que precisa y ú n icam en te por su d istin ción y d iferencia podían convergir
estos dos m odos estéticos. (T h eo d o r W . A dorno, “ Ü ber ein ige R elationen
saba el m aterial, m ientras que la música lo desenm arañaba. En
la música, los elementos contradictorios convergían, sobreimpues-
tos en1 un plano, pero la m úsica los articulaba extrapolándolos
y extendiéndolos en el tiem po.106 Además, m ientras la imagen a r­
tística existía ya hecha, la música debía ser reproducida, tra d u ­
cida del texto escrito al sonido, y esto significaba que debía ser
pensada, interpretada p a ra poder existir.107
El hecho de que la existencia mism a de la música necesitara su
interpretación crítica, de que en la ejecución o reproducción (no
mecánica) de la m úsica los dos m omentos de la creación y la inter­
pretación se unían, m ientras que la apariencia inm ediata de la
imagen artística y su interpretación eran actividades separadas y
autosuficierítes, transform aba a la música en un m odo m ás análogo
a la concepción de la filosofía en Adorno. E ncontraba que su propia
experiencia de producir música era prototípica de la experiencia
cognoscitiva en general.108 L a lim itación de la m úsica como m o­
delo sin em bargo estaba en otra parte. El m edio de la filosofía
era el lenguaje, y su práctica “la crítica del lenguaje” .10® Al igual
que el lenguaje, 'lá música se com ponía de “la sucesión tem poral
de sonidos articulados que son algo más que meros sonidos” y
“la sucesión de sonido está referida a la lógica: puede ser correcta
o incorrecta” .110 P e ro c o m o el “lenguaje” m usical carece de con­
ceptos, su procedim iento interpretativo.era diferente: “In te rp re ­
ta r el lenguaje significa entender el lenguaje, interpretar a la m ú ­
sica significa hacer m úsica.”111 En el prim er caso, el análisis con­
ceptual era; crucial, en el segundo, la imitación, o la representación
iniinética.112
zw ischen Musik. und M aleret” , A n m e r k u n g e n z u r Z e i t , vol. 12: D i e K u n s t
u n d d i e K ü n s t e [Berlín: A kadem ie der K íinste, 1967], pp. 5-23.)
1M Por supuesto, las arm onías verticales proporcionaban un m om ento
. d e sim ultaneidad en la m úsica, pero sus significados eran d ialécticam en te
depend ientes d el desarrollo horizontal d el m aterial tem ático.
107 “ Los textos m usicales no pued en ser adecu ad am en te leídos sin in ­
terpretación.” (T h eo d o r W . A dorno, n otas sobre R e p r o d u k t i o n s t h e o r i e }
vol. 1, p. 2.)
1(18 T rabajó durante toda su vida en una teoría sobre la reproducción
m usical porque consideraba q ue los problem as de la interpretación y e je ­
cución de la m úsica eran tam bién de im portancia central para la filosofía.
(V ía s e ib id .)
300 A dorno, “T h esen über d ie Sprache des P h ilosop h en ” (s. f.), G S 1,
p. 369.
T heodor W. A dorno, "Fragm ent über M usik und Sprach e” (1 9 5 6 -
111 I b i d . , p. 12.
1957), Q u a s i u n a f a n ta s ía : M u s i k a l is c h e S c h r i f t e n I I (Frankfurt am M a in :
Suhrkam p V erlag, 1963), p. 9.
U3 I b i d . £.n otra parte, A dorno escribió que incluso si la m ú sica carecía
Los modelos estéticos, m úsica o im agen artística, no podían
cargar con todo el peso de la práctica filosófica. Criticando la
sobrestimación de B enjam in respecto del poder ilum trfádór de
las “imágenes dialécticas”, escribió A dorno eri 1966:

Y en verdad ninguna filosofía, ni siquiera un empirismo extremado,


puede traer de los pelos a los facta bruta, presentándolos como casos de
anatomía o experimentos físicos; ninguna puede hacer collages, en los
textos, por más fascinadoramente que se lo simule cierta pintura.118

L a estética proporcionaba un correctivo p a ra el racionalism o positi­


vista y seudocientífico que violentaba al objeto consumiéndolo
dentro de un esquem a conceptual reificado. Pero la interpretación
filosófica no podía ir m ás allá de la apariencia inm ediata de la
realidad sin la teoría y los conceptos desarrollados p o r las cien­
cias, específicam ente por la sociología m arxista y la psicología
freudiana. C iencia y arte, concepto e imagen, análisis y expre­
sión, form aban los dos polos de la actividad filosófica. L a filosofía
no superaba sus diferencias en u n a falsa síntesis. E n cambio, existía
al interior de la tensión entre ambos y to rn ab a fructífera esta
tensión p a ra poder decir la verdad sobre el m undo.

de conceptos, su interpretación n ecesitab a d el análisis tanto com o de la


m im esis, lo cual significaba que su afin id ad con la filosofía era aún mayor.
(A dorno, notas sobre R e p r o d u k t i o n s t h e o r i e , vo l. 2, pp. 49 íí.)
118 A d o r n o , D i a l é c t i c a n e g a t i v a , p . 19.
PARTE 1 : LAS C U E ST IO N E S

EMIGRACIÓN

Al com enzar el libro de A dorno sobre K ierkegaard, W alter Ben­


jam in escribió:

...hay m u c h o c o n t e n id o e n p o c o e s p a c io . M u y p o s ib le m e n te lo s lib r o s
p o s te r io r e s d e l a u to r su r g ir á n d e é ste . E n cualqu ier^ c a so , p e r t e n e c e a a q u e ­
l la c la s e d e o b r a s p r im e r a s s in g u la r e s e n la s q u e , a p a r tir d e l c a p u llo d e
l a c r itic a , e m e r g e u n p e n s a m ie n t o a la d o .1

B enjam in estaba en lo justo al presentir el carácter seminal del es­


tudio. Pero su sugestión acerca de un desarrollo literario orgánico
y sin rupturas resultaba indefendiblem ente optim ista. Y a h ab ía
com enzado la fru stran te experiencia de la em igración intelectual.
El libro sobre K ierkegaard fue publicado el 30 de enero de 1933,
fecha en que H itler tom ó el poder. El com entario de Benjam in
apareció en la Vossische Z eitung el 2 de abril, u n día después
de que se anu n ciara el boicot contra los judíos. El propio Ben­
jam in ya estaba en suelo extranjero, pues h ab ía em igrado a París
a m ediados de m arzo. El Instituto de F ran k fu rt p a ra la Inves­
tigación Social, que h ab ía sido explícitam ente m arxista desde su
fundación, h ab ía sido forzado a cerrar sus puertas inm ediatam ente
después que H orkheim er y el equipo del Instituto huyeran hacia
G inebra p o r razones de seguridad.2 El puesto de profesor de A dor­
no no fue renovado p a ra el semestre de verano. Perdió oficialm en­
te su venia legendi (perm iso p a ra enseñar) el 11 de septiem bre,
fecha en que cum plía sus 30 años, y no por su teoría m aterialista
dialéctica,8 sino a causa de su apellido. E n la prim avera
1 W alter B en jam ín , G e s a m m e l t e Schri ften, G vols,, ed . R o lf T ied em a n n y
H erm ann S ch w ep p en h áu ser, vol. iii: K r i t i k e n u n d Rezensi onen, ed . H elia
T ied em an n -B artels (F ran k fu rt am M a in : Suhrkam p V erlag, 1972), p. 38 3 .
“ M artin Jay, T h e Di a l e c t i c a l I m a g i n a t i o n : A Hi st ory of the Frankfurt
School a n d the I n s t i t u t e of Soci al Res e a r ch, 1 9 2 3 - 1 9 5 0 (B o sto n : L ittle ,
B row n, 1973), p. 2 9 .
8 En su n ota a la ed ició n d e 1 966 d el estu d io sobre K ierkegaard, A dorno
escribió q u e a pesar d e la in ten ció n crítica d e l libro, éste n o fu e censurado
por los nazis y co n tin u ó v en d ién d o se después q u e su autor hu b iera em igrad o:
de 1934 emigró a In g laterra con su apellido judío.4 Adorno des­
cribió el período en u n a reveladora carta a K reríek:

Los acontecimientos de Alemania, que seguí en su . mayor parte desde


Berlín, U n t e r d e n L i n d e n , al principio me dejaron mudo y me hicieron
retornar totalmente a mis propios asuntas... Luego en Berlín me puse en
contacto con la Vossi sche Z e i t u n g a través de Gubler,5 sobre cuyo extraño
destino seguramente tu habrás oído más que yo, que njo lo veo desde enero.
Escribí mucho para el diario, la mayor parte de. lo cual no fue publicado,
incluyendo algunas cosas, en mi opinión, realmente importantes; tenía la
esperanza de conseguir el puesto de crítico [musical], pero la muerte del
diario se llevó consigo esta esperanza,8 cosa que creo afortunada, aunque
yo me aferraba desesperadamente a esta posibilidad, porque intentaba que­
darme en Alemania a t o d a cost a [subrayado de la autora]. Pero luego,
cuando fue completamente imposible, y cuando se me cerraba una posi­
bilidad tras otra, incluyendo las más modestas —ni siquiera se me permitió
impartir lecciones de música a personas “no arias”—, decidí partir a pesar
de todo, y me las arreglé para llegar a Londres en la primavera.7

Sin em bargo la em igración de A dorno difícilm ente puede ser con­


siderada como u n a huida. H asta 1930 todavía era libre p ara viajar
y visitar frecuentem ente a su fam ilia en F ran k fu rt y a su fu tu ra es­
posa G retel K arplus en Berlín. E n la misma carta com entaba:

.. .(incidentalmente, podría haber sido perfectamente capaz de sostenerme


financieramente en Alemania, y t a m p o c o hubiera t e n i do ob j e c i on e s pol í t i -

“ E llo habla, quizá, d e la estupidez d e los censores. En particular, la crítica


de la on tología existen cial que con ten ía, p o d ía ya h ab er alcanzado a la o p o ­
sición in telectual de A lem an ia.” (T h e o d o r W . A dorno, K i e r k e g a a r d: K o n s -
t rukti on des Aest het i schen [1 9 3 3 ]: M i t z w e i Beilagen, 3* ed ., am pliada,
[Frankfurt am M ain : Suhrkam p V erla g , 1966], p. 321.) Pero el libro no era
un tratado revolucionario. E sp ecíficam ente, A dorno no in ten tab a criticar el
enfoque d e K ierkegaard basado en el in d ivid u o, ni favorecía en contraste un
con cep to d e sujeto colectivo y revolucionario. En realidad, A dorno m an te­
nía el énfasis d e K ierkegaard en el in d iv id u o , aunque criticaba tajantem ente
a este últim o por no reconocer la relación d ialéctica entre in d ivid u o y so­
cied ad.
4 Es decir, su ap ellid o p atern o, W iesengrund, que utilizó (W iesengrund-
A dorno) hasta llegar a los E stados U n id o s en 1938.
. B F riedrich T . G ubler, anterior editor del feuilleton d el Frankfurter Z e i­
tung, transferido al Vossische Z e i t u n g en 1933.
6 El Vossische Z e it un g era el diario m ás an tigu o y prestigioso de Berlín
A unque era p ropiedad de la conservadora em presa U llstein , “ la tía V osse” ,
com o se lo con ocía, m an tu vo su orien tación liberal hasta q ue fue obligado
a cerrar en 1934.
T C arta de A dorno a K ren ek , ? d e octubre d e 1934. T h e o d o r W, A d o r -
no u n d Ernst K r e n e k : Briefwechsel, ed. W o lgan g R ogge (Frankfurt am
M ain: Suhrkam p V erlag, 1974), p. 43.
cas [subrayado d e la autora], só lo q ue to d a p o sib ilid a d d e e fe c tiv id a d m e
h ubiese sid o ex clu id a , in clu so la d e que [m i m úsica] fu ese eje c u ta d a , y por
eso m e fui; paso m is v a ca cio n es en casa o en el sur [Italia]).®

L a despreocupación de Adorno, su confusión respecto del peligro


potencial, y su deseo de perm anecer en A lem ania bajo el régim en
de H itler, parecen notables mirados retrospectivam ente. C ierta­
m ente, su círculo de amigos era menos ciego en relación a la rea­
lidad de la situación. H orkheim er había planeado con anticipa­
ción la salida de Alem ania del equipo y los fondos del Instituto.0
C laram ente, tam bién le aconsejó partir a Adorno, y le prom etió
apoyo financiero de la revista del Instituto.10 N o sólo Benjam ín,
sino tam bién K racauer, Bloch, y Brecht abandonaron Berlín antes
de abril dé 1933.11 Benjam in escribió a Scholem en m arzo que se
había vuelto “casi imposible respirar” en Berlín.12 No sólo era
imposible trabajar, sino que la am enaza a la vida era ya m uy
real. Benjam in escribió a Scholem el 20 de marzo de 1933:

Sin d u d a hay n u m erosos casos en q u e la g en te ha sid o sacad a d e la cam a


y g o lp e a d a o asesin ad a. Q u izá a ú n m á s im p o rta n te, p ero m ás d ifíc il d e e x ­
p on er, es la suerte d e los prisioneros. C ircu lan los m ás h orrib les ru m ores.18

¿P or qué A dorno no había tenido miedo de perm anecer, es más,


por qué quería hacerlo “a toda costa?” Q uizá gran parte de la
respuesta radique en su juventud y su autoestim a. No habiéndose
nunca identificado con la herencia judaica de su padre o con
ninguna organización política m arxista, estaba preocupado sólo
por su propia carrera intelectual, acerca de cuyo brillante poten­
cial no tenía dudas. Adorno se veía a sí mismo como un artista
y un filósofo, y todavía soñaba con el éxito como compositor
m usical.14 No es sorprendente que, una vez aceptada la necesi-
9 Ibi d., p. .44.
0 Jay. T h e Dialect ical I ma gi nat i on, pp. 29-30.
10 B enjam in le escribió a G retel K arplus a Berlín, el 15 de abril de
1933, que h abía oído que H orkheim er en G inebra quería con ocer el des-
arrollo de los proyectos de A dorno y que le aseguraba que la revista del
Instituto continuaría publicándose. B enjam in con tin u ab a: “D ebes decirle
que M ax pregunta por él con cierta preocnpación en la carta m en cio n a d a .”
(W alter B enjam in, Briefe, 2 vols., ed. Gershom Scholem y T h eod or W .
A dorno [Frankfurt am M ain: Suhrkam p V erlag, 1966], vol. 2, p. 569.)
n B enjam ín, carta a G ershom Scholem , 20 de marzo de 1933, en ibid.,
p. 567.
Ibid., p. 562.
13 i bi d. , p. 566.
11 En aquel m om ento estaba trabajando en una ópera basada en T o m
Satvyer de M ark T w ain . Escribió a K renek el 7 de octubre de 1934: •‘E m ­
p leé todo el verano y el otoñ o d el 33 en com pletar el texto de T o m Sawyer,
dad de em igrar, su prim era opción fuera volver a Viena. En su
carta a K renek explicaba:
T a m b ié n q u e r ía d e c ir te q u e n a tu r a lm e n t e m e e s fo r c é p o r tr a n sfe rir m i
Habilitation a V ie n a ; p e r o n o tu v e é x it o , p o r q u e e l se ñ o r G o m p e r z ,155 q u e
m a n e ja b a el a s u n to , e n r e a lid a d e n c o n tr a b a q u e e n m i lib r o so b r e K ie r k e ­
g aard s ó lo la s c ita s e r a n in te r e s a n te s , l o q u e n o p u e d e c o n sid e r a r s e u n
c u m p lid o e x c e s iv o — y p o r lo ta n to V ie n a e sta b a c e r r a d a p a r a m í .10

H aciendo justicia a A dorno debemos notar que, al igual que m u ­


chos de los izquierdistas que en esta época se habían opuesto a la
república de W eim ar, se equivocaba acerca de la significación del
fenómeno nazi. Su tolerancia se basaba claram ente en la creencia
de que el régim en de H itler sería efímero. El 21 de abril de 1934
escribió a B enjam in (que había subarrendado su departam ento en
Berlín con la esperanza de reto rn ar deSpués de transcurrido un
año) que la situación “p a ra los autores no arios (incluyéndom e
a m í)” en relación a publicar requería sim plem ente “la confirm a­
ción de la declaración regular” de lealtad nacional, y que ésta
podía ser “recibida sin dificultad, aunque la confirm ación final
podía ser pospuesta indefinidam ente” .17 Sin embargo, los editores
aceptarían la confirm ación tem poraria, y A dorno sugería que Ben­
jam ín dijera que había abandonado A lem ania por razones más
económicas que políticas. C ontinuaba:
L a d e c la r a c ió n d e le a lt a d e s c o m p le t a m e n t e in o b je ta b le — d e s d e n u e s tr o
p u n to d e v is ta , n o c o n tie n e m á s q u e la o b lig a c ió n d e l se r v id o r c iv il h a c ia
que está term inado (tam b ién están hechas varias de las com posiciones), y en
el trabajo sistem ático sobre la técn ica com p osicion al, porque m i con trap u n ­
to no m e satisfacía; estricta co m p osición a cuatro voces y fu ga sobre to d o .”
( A dor no u nd K re ne k: Briej wechsel, p. 4-3.) E n vió el texto a B en jam in , es­
cribiendo: “C om o verá, el m otivo cen tral es el d el perjurio: por m ed io del
perjurio y rom piendo la esfera m í tico-m oralista del juram ento. . . T o m se
hace “ libre” , de m odo que en cierto sen tid o tod a la cosa es la ejecu ción
de una desm ittficacíón d ialéctica. Pero en la versión actu al, esta m ism a
liberación tiene m u cho el carácter d e un a cto m oralista en nom bre de la
em patia. O rigin alm en te quería basarm e exclu sivam en te en la curiosidad,
que ocurre en el caso del perjurio, y q ue co n d u ce precisam ente a lo m ora­
lista, en un scrjtido realm ente hum ano, q ue em erge a partir d e la inm ora­
lidad p sicológica.” (C arta, A dorno a B enjam in, 5 de d iciem bre de 1934,
F rankfurt am M ain , legad o d e A dorno.) B enjam in ten ía una p o sició n crí­
tica respecto del proyecto, y A d orn o suspendió su trabajo. D o s partes del
libreto subsisten en el legad o d e A dorno.
18 H ein rich Gom perz, 1 8 7 3 -1942, profesor d e filosofía en V ien a , 1924-
1934; em igró a Los Á ngeles en 1935.
111 C arta de A dorno a K renek, 7 d e octubre d e 1934, A d o r n o u n d K r e ­
nek: Bri ej wechsel , p. 44.
17 C arta de A dorno a B en jam in , 21 de abril d e 1934 (Frankfurt am
M ain, legad o d e A dorno).
su república. N o le o cu lta ré q u e, sin em b argo, estoy co m en za n d o a c u e s­
tion arm e si el esta d o n azi durará to d o ese t ie m p o . . . P orq u e au n q u e no soy
o p tim ista , y esp ero para el fu tu ro algú n tip o d e an a rq u ía d e d erech a y de
rea liza ció n d e lo s su eñ o s b ron n en istas, cu a n d o n o u n a sim p le d ictad u ra
m ilita r 6 a lg u n a c la se d e r ég im en c o m o el d e D o llfu s, d e to d o s m o d o s lo s
sín to m a s d e d e sin teg ra ció n [ Ve r f a l l ] están co m en z a n d o a acu m u la rse, d e
m o d o q u e u n o ya n o n e c e sita ign o ra rlos p or m ie d o a q u e el d e se o sea el
p ad re d e l p e n sa m ie n to .18

N o está claro por qué y cómo A dorno fue a O xford. H orkheim er


tenía contactos en la L ondon School of Economics. Envió allí a
F riedrich Pollock en febrero de 1934 p ara investigar cómo esta­
blecer el In stitu to en In g la terra (antes de (decidirse por N ueva
York después de su visita en m ayo),10 y sus contactos pueden
haber sido de utilidad p a ra Adorno. E ra difícil p ara los em igran­
tes alem anes el obtener puestos en las universidades inglesas y A dor­
no, que no dom inaba la lengua20 y que te*iía poco aprecio por
la tradición intelectual británica tuvo que volver al éstatus de
estudiante. Su p lan original era tra b a ja r dos años p ara un docto­
rado inglés en filosofía. Pero su intento de estudio doctoral, la crí­
tica dialéctica de Husserl, en )a que A dorno pretendía negar y tras­
cender el idealismo burgués de u n a vez y p a ra siempre, era u n a
em presa tan ambiciosa que todavía estaba trab ajan d o en ella
cuatro años m ás tarde, cuando p artió a reunirse con H orkheim er
y el In stituto en los Estados U nidos.21 L a refinada atm ósfera aca­
dém ica de O xford satisfacía los caprichos culturales de A dorno;
sin em bargo parece haber perm anecido largo tiem po aislado de
la com unidad universitaria y tenía dificultades p a ra com unicar sus
ideas a sus colegas. Escribió a K renek con cierto orgullo:

M erto n C o lle g e , el m ás a n tig u o y m ás ex c lu siv o d e O x fo r d , m e h a a c e p ­


tad o c o m o m iem b ro y “ e stu d ia n te a v a n za d o ” , y v iv o a q u í en m e d io d e u n a
in d escrip tib le paz y b a jo c o n d ic io n e s d e trab ajo ex tern a s m u y p lacen teras;
en rela c ió n al m a teria l, p or su p u esto e x iste n d ific u lta d e s, en ta n to oí h acer
co m p ren sib le para lo s in g le se s m is p en sa m ien to s filo só fic o s es casi una
18 Ibid.
1B J a y , T h e Di a l ec t i c a l hnagination , p p . 3 7 -3 9 .
20 “ P er d í m u c h o tie m p o a p r e n d ie n d o in g lé s. L a a d q u isic ió n d e u n a n u e ­
v a le n g u a p o r u n a d u lto es u n a d e las e x p e r ie n c ia s m á s p e c u lia r e s.” (C a r ta
d e A d o r n o a B e n ja m in , 4 d e m a r zo d e 1 9 3 4 , F ra n k fu r t am M a in , le g a d o d e
A d o r n o .) M á s ta r d e r e c o r d a r ía q u e , c o n e l o b je to d e a p r e n d e r in g lé s lo
a n te s p o sib le , le y ó " in n u m e r a b le s n o v e la s p o lic ia c a s ” sin u tiliz a r d ic c io ­
n a r io . (T h e o d o r W . A d o r n o , T e r m i n o l o g í a filo s ó fic a , 2 v o ls., trad. R .
S á n c h e z [M a d r id : T a u r u s , 1 9 7 6 ], v o l. i, p . 27 .)
21 E l m a n u sc r ito , e sc r ito e n tr e 1 9 3 4 y 1 9 3 8 , fu e p u b lic a d o p o r p rim era
v e z (a u m e n ta d o y a lg o r e v isa d o ) c o m o Z u r Áíet akri t i k d e r Erk e nnt ni st he o -
rie (F r a n k fu r t am M a in , S u h r k a m p V e r la g , 1 9 5 6 ).
im p o sib ilid a d ; en cier to sen tid o te n g o q u e h a cer retroced er m i trabajo a
un n iv e l in fa n til para ser in te lig ib le — lo q u e su p o íié u n a fisura en tod o
m i trab ajo entre lo a c a d é m ic o y las cosas reales, situ a ció n para la que
realm en te m e con sid ero d e m a sia d o v ie jo — , p ero ten g o sim p le m e n te que
to m a rlo y estar sa tisfech o d e p o d er trab ajar sin ser m o l e s t a d o . . . 23

A unque Sidney W ebb dio su nom bre en apoyo del In stituto de


F ran k fu rt cuando éste fue obligado a em igrar,28! A dorno no parece
haber tenido contacto con él ni con ninguna otra persona de la
Sociedad Fabiana. N u n ca se unió a los movim ientos pacifistas,
por entonces m uy fuertes en las universidades inglesas, y se puede
buscar en vano en sus escritos siquiera u n a m ención de la guerra
civil española. Sus relaciones intelectuales m ás im portantes si­
guieron siendo las m ism as; y u n a vez más, su am istad con Benjam in
fue central.
Su diálogo no dejaba de tener fuertes desacuerdos. A dorno se
encontró en la paradójica posición de tener que defender la orto­
doxia benjam iniana en contra del propio Benjam in. L a separación
geográfica provocada por la em igración aum entó las posibilidades
de que se desarrollaran las diferencias entre ambos. Sin embargo,
el haber estado obligados a com unicarse por carta, h a perm itido
que el debate fuese preservado, y su correspondencia es uno de
los docum entos más significativos en la historia de la literatura
neom arxista.

ORÍGENES DEL DEBATE

A fines de la década de 1960, cuando A dorno era el teórico


dirigente de la N ueva Izquierda A lem ana, su debate con Benja­
m in fue considerado a través del hum o de las batallas políticas
entonces vigentes. Los m arxistas m ás ortodoxos intentaron des­
acreditar a A dorno acusándolo de haber querido presionar al
reacio B enjam in p a ra ad o p tar la posición “revisionista” del Ins­
tituto de F ran k fu rt y, como editor de las obras de B enjam in después
de la m uerte de este últim o, de haber suprim ido la publicación de
su texto m ás abiertam ente m arxista.24 A unque la docum entación

88 C arta d e A dorno a K ren ek , 7 de octu b re d e 1934, A d o r n o und


K r e n e k : Briefwechsel, p. 44.
83 Jay, T h e Dt alect ical I ma g i n a t i o n , p. 30.
“ H ild egard Brenner, “T h eo d o r W . A dorno ais S achw altér des Benjam ins-
chen W erkes” , D i e neue Li n k e nach A d o r n o , ed. W ilfried F. Schocller
(M u n ich : K in d ler, 1969), pp. 158-175, p u b licad o por prim era vez en A l -
ternative, 5 9 /6 0 (ab ril-ju n io d e 1960). Para una refu tación m eticulosa
de las acusaciones de Brenner véase R o lf T ied em a n n , “ Zur ‘B escblagnahm e’
del debate aún no se ha com pletado,25 los m ateriales publicados
más recientem ente evidencian la unilateralidad de esta interpre­
tación.20
En ’ los capítulos anteriores hemos enfocado analíticam ente la
teoría, de Adorno, dem ostrando su consistencia a través del tiem po
a partir del trazado de sus orígenes, y considerando la dimensión
de la influencia de Benjam in en la conform ación de esos orígenes.
Pero, anticipando las protestas contra nuestra tesis central acerca
del carácter decisivo de sus puntos de identidad, las no identida­
des, las divergencias teóricas que reiteradam ente aparecían en el
curso de su am istad durante la década de 1930, requerirán u n a
atención más sistemática. U n a discusión acerca del debate A dor­
no-Benjam ín no necesitará abandonar las tesis principales, sino
sólo dem ostrar la dialéctica de su am istad. Enfocar este tem a sig­
nifica pasar de un m arco sincrónico a uno diacrónico, que nos p er­
m ita continuar con la crónica biográfica de Adorno iniciada en el
capítulo 1.
Debemos recordar que en el m omento del encuentro de B enja­
m in y A dorno en Konigstein en 1929, Benjam in luchaba por re­
conciliar su pensam iento teológico anterior con su m ás reciente­
m ente adquirida orientación política m arxísta.27 Ambos pojps
de su pensam iento eran reflejos intelectuales de relaciones p er­
sonales : por una parte, su am istad' de to d a la vida con Gershom
Scholem, y por la otra, su am istad con Bertolt Brecht, que recién

W alter B enjam ins oder w ie m an m it der P h ilologíe S ch litten fahrt” , Da s


Ar g u m e n t , 46 (m arzo de 1968): 74-93.
28 La correspondencia A dorno-B enjam in todavía no ha sido publicada
com pleta, aunque una selección de las cartas más significativas, que no ap a­
recieron en la ed ición en 2 volúm enes de 1966 de Briefe (ed ita d a por
A dorno y G ershom Scholem ), apareció en una colección d e escritos de
A dorno sobre B enjam in pu b licad a postum am ente (T h eo d o r W . A dorno,
Über Wal te r B e n j a m i n , ed. R olf T ied em a n n [Frankfurt am M a in : Suhr­
kam p V erlag, 1.970], pp. 103-161.) La m ayoría de éstas han sido traducidas
al inglés por Harry Z ohn para N e w Left R e v i e w } 81 (octubre de 1973):
5 5-80. U n a parte im portante del legado de B enjam in perm anece en el ddr
Zent ral archi v en P otsdam , cerrado ahora para los investigadores o c cid en ­
tales. s
20 A dem ás d e la correspondencia m en cion ad a, es particularm ente rele­
vante la recien te pu b licación d el libro de m em orias de Gershom Scholem ,
Wal te r B e n j a mi n : D i e Geschicht e einer Freundschaft (Frankfurt am M ain:'
Suhrkam p V erla g , 1975); y u n a varied ad de m aterial p roporcionada por
los editores d e las obras com pletas de B enjam in, R o lf T ied em a n n y H er­
m ann Schw eppenháuser en un su plem ento de 450 páginas al prim er v o lu ­
m en de B enjam in , Ge samme l l e Schri ften, vol. i: 3: A b h a nd lu n g e n (F rank­
furt am M ain : Suhrkam p V erlag, 1974).
37 V éase cap. 1, p. 102.
comenzaba en la época de las charlas en Konigstein. N inguna de
estas dos personas apreciaba las m anifestaciones de su polo opues­
to en los escritos de Benjam in. Scholem recordaba que “el elem en­
to teológico en Benjam in m olestaba visiblem ente a Brecht”,28
quien escribió críticam ente en su diario acerca del misticismo y
persistente judaism o de B enjam ín.29 El m ism o Scholem, un socia­
lista no m arxista, no defendía el m aterialism o dialéctico. Se re­
sistía al alejam iento de la teología de Benjam in, dudando acerca
de la posibilidad de u n a síntesis real. C om entando el ensayo de su
amigo acerca de K arl K raus (1931),30 sostenía que B enjam ín se
engañaba a sí mismo al pensar que con la introducción de algunos
términos m arxistas transform aba sus observaciones en m aterialism o
dialéctico. A dvirtió a B enjam ín p a ra que no se transform ara, si no
en el últim o, “quizá en el m ás inexplicable sacrificio a la con­
fusión entre religión y política” .31
El único entre sus amigos que apoyó sus esfuerzos por incor­
porar ambos polos32 fue Adorno, al menos hasta 1929, cuando
Benjamin había encontrado en el surrealismo un modelo estético
p a ra su impulso teológico, entonces entendido como “ilum inación
profana” .33 A dorno se refería a esta ilum inación profana como teo­
logía “negativa” o “invertida” , asim ilándola a la experiencia
estética.84

29 S cholem , Wal te r Be n j a mi n : D i e Geschicht e einer Fr e und s c ha f t , p. 256.


59 I bi d. , p. 198.
ao W alter B enjam in, “K arl K raus” , Schri ft en, 2 vols., ed. T h eo d o r W.
A dorno y G retel A dorno (F rankfurt am M ain : Suhrkam p V erlag, 1955),
vol. 2, pp. 159M 95.
at C arta de ‘jScholem a B enjam in, 30 de m arzo de 1931, en S ch olem
Wal te r Benj ami n: D i e Geschicht e einer Freundschaf t, pp. 2 8 3 -2 0 7 .
™ A u nque los escritos d e H orkheim er desarrollaron un tono religioso p o ­
sitivo después d e la segunda guerra m u n d ial, S ch olem atestigu ab a que,
en la d écada 'del 30, él y ios d em ás m iem bros d el In stitu to, fuera d.T
A dorno “ no sabían por d on d e em pezar con los elem en tos teológicos de
B en jam in ” (ibid., p. 257).
33 V éase cap. 8.
84 E n una carta d on d e elogiab a el ensayo sobre K raus (q u e, iró n ica ­
m ente, para Scholem era dem asiado m arxista), A dorno alen tab a a B en ­
jam in a ignorar “ las. ob jecion es de ese ateísm o b rech tian o, q ue nos sirven
quizá, com o teología in vertid a, para redim ir, pero en n in g ú n caso para
aceptar. . . D ebem os lograr la p rofundidad categorial p len a, sin teo lo ­
gías lim ita d a s,. pero creo en ton ces q ue som os más ú tiles en este nivel
decisivo de la teoría m arxista cu an to m enos sum isam ente nos ap rop ia­
mos [de esta teoría] de form a extern a a nosotros, que en este punto
‘lo estético’ p u ed e intervenir en la realidad con una p rofu n d id ad in com ­
parablem ente m ás revolucionaria q ue la teoría d e las clases transform ada
en un deus ex machi na/* (C arta de A dorno a B enjam in, 6 de n o v iem ­
bre de 1934, Frankfurt am M ain , leg a d o de A dorno.)
Es difícil sobrestim ar el compromiso de A dorno con el pensa­
m iento de B enjam in en la época de sus charlas en Konigstein.
Benjam in, once años m ayor, estaba satisfecho de haber hallado
un discípulo en Adorno. Es más, Benjam in -estaba dispuesto a le­
garle la misión de desarrollar el program a por sí solo. U n a de las
revelaciones m ás sorprendentes de las m em orias de Scholem, re­
cientem ente publicadas, es que el suicidio de B enjam in en 1940
h ab ía sido precedido de varios intentos anteriores de quitarse la
vida. Q uizá el prim ero de ellos ocurrió en el verano de 1931
cuando, con el colapso de su m atrim onio con D ora Pollak, que
había d u rad o trece años, y tam bién de su relación con Asja Lacis,
que había sido la causa del divorcio (un prolongado y doloroso
proceso), Benjam in inició un diario “del 17. de agosto de 1931
hasta el día de la m uerte”, con las palabras: “Este diario prom ete
no ser dem asiado largo.”36 A dorno a c ab a b a 11de presentar su con­
ferencia inaugural conteniendo su program a; filosófico com ún, un
acontecim iento que no dejó de proporcionar u n a satisfacción a
B enjam in, haciéndole sentir que su trabajo había hallado un su­
cesor.80 Al año siguiente, al cum plir 40 años, B enjam in llegó n u e­
vam ente al borde de la autodestrucción,87 Estaba desalentado con
su propio trabajo, con su “victoria en las pequeñas cosas” pero su
“derrota en las grandes” ,38 en particu lar con el largam ente p la­
neado P a s s a g e n a r b e i t .
A dorno, quien n u n ca estuvo personalm ente tan cerca como
intelectualm ente,80 no fue consciente de estos intentos. Su corres­
pondencia “no estaba libre de tensiones” ,40 y al m enos A dorno
estaba p reparado p a ra un debate continuado con su m entor.
M uy pronto, “todo ‘el com plejo en disputa’ ” se conectó “con la
figura de B recht” ,41 quien ejercía una creciente fascinación sobre
B enjam ín,42 quizá precisam ente p o r sus diferencias. Porque Brecht

86 C ita d o en S ch o lem , Wa l t e r B e n j a m í n : D i e Geschicht e einer F r e u n d s ­


chaf t , p. 223.
88 I bi d. , p. 22 4 . V éa se tam b ién la carta d e B en jam in a A dorno d el 17
d e ju lio d e 1931, (F ran k fu rt am M a in , legad o d e A dorno.)
87 E scribió u n testam en to y ú ltim a volu n tad , que hoy está en el A rch i­
vo de P otsdam , en A lem a n ia O rien tal. (S ch olem , Wa l t e r Benj ami n. .
p. 233.)
M C itad o en ibid.
30 B enjam ín se d irig ía a S ch olem y, a partir d e 1933, a la fu tu ra
esposa de A dorno, G retel K arp lu s, en form a fam iliar. M a n tu v o el Sie
form al tan to con A d orn o com o con Brecht.
Sch olem , Wa l t e r B e n j a m i n . . . , p. 224.
41 C arta d e A dorno a B en jam ín , 6 de noviem bre d e 1934 (F rankfurt
am M ain , legad o d e A dorno).
40 K racau er escribió a S ch olem alrededor d e 1930 q u e h ab ía ten id o
tenía en_ sus. ...escritos tanto sentido común confio esoterismo tenía
Benjamín. Éste pasó más tiem po con Brecht que con Adorno o con
Scholem du ran te la década de 1930.48 Sin embargo, sería comple­
tam ente erróneo in te rp re ta r su acercam iento a Brecht como un
rechazo de sus antiguos lazos (el error de los m arxistas anti-A dor­
no de fines de 1960),44 Scholem es m uy preciso en su insistencia
acei’ca de la continuidad de la orientación teológica de Benjamin
a lo largo de toda su vida. A pesar del “viraje” m arxista de 1929,
Benjam in m antuvo un genuino interés teórico en la investigación
de Scholem, particularm ente en la literatura m ística de la C ába-
la.45 L a dificultad consistía en que, en lugar de integrar ambos
polos, teología y m arxism o, los escritos de B enjam in tendían a
presentarlos uno al lado del otro — algunas veces no en el mismo
ensayo, pero en ensayos en los que trab ajab a sim ultáneam ente, cada
uno de los cuales, como obra autónom a, se erigía claram ente
en uno u otro cam po. B enjam in era consciente de esta dualidad,
y frecuentem ente se refería a l '“rostro de Jan o ” de su teoría.40 Su
esquizofrenia intelectual exasperaba a Adorno, cuya noción de
ilum inación p ro fan a suponía la extrapolación a p artir de los ex­
tremos de la teología y el m arxism o hasta el pu n to en que pudieran
convergir,47 no presentándose sim plem ente como dos polos en,
yuxtaposición inm ediata.
D urante la década de 1930 A dorno fue ubicándose cada vez más
en el centro de esta lucha entre ambas caras de la personalidad
intelectual de Benjam in. P o r u n a parte, consideraba que su “mi-

“un a in ten sa p elea con B enjam ín en relación a su con d u cta esclava y


m asoquista respecto d e B r e c h t.. (C ita d o en S ch olem , Wal t e r fíen ja*
m i n . . . , p. 205.)
43 B enjam ín estuvo co n B rech t en casa d e éste en Svendborg, D in a ­
m arca, desd e ju lio a octu b re d e 1934, y n u evaih en te en los veranos
de 1936 y 1938. E n julio d e 1935 se vieron en París. Los encuentros
de B enjam ín con A dorno se lim itaron a una v isita a París en octubre de
1936 y un últim o en cuentro en San R em o en enero de 1938. Scholem ,
quien h ab ía partido para P alestin a en 1933, vio a B enjam in sólo una vez
en E uropa en 1930.
** V éase Brenner, “T h eo d o r W . A dorno ais S ach w alter des Benjam ins-
chen W erkes” , D i e neue Li n k e nach Ad o rno .
U n a red ición esp ecial d el ensayo d e S ch olem acerca de la C ábala
escrito para la E n c y c l o p a e d i a J u d a i ca estaba en m an os d e B enjam in hacia
1932. { Ibi d. , p. 226.)
ía I b i d. , p. 246.
41 Por ejem p lo: “ Su c o in cid en cia con la teo lo g ía se rfealiza allí d onde
el m aterialism o es m ás m aterialista. Su an h elo sería la resurrección de la
carne, algo extraño por co m p leto al Id ealism o co m o R ein o del Espíritu
absoluto.” (T h eo d o r W . A d orn o, Di al éc t i c a negat i va, trad. J. M . R ipalda
[M adrid, T aurus, 1975], p. 207.)
sión” era m antener “el brazo de Benjam in firm e hasta que el sol
brechtiano se hundiera nuevam ente en aguas exóticas. . . ”48 Por
otra, r.esistía cualquier m anifestación de teología positiva en los
escritos de Benjam in, considerando que el m otivo teológico era
válido exclusivamente en su form a invertida, secularizada.49 E n el
transcurso de sus desavenencias, el persistente objetivo de Adorno
era rescatar a Benjam in de lo que consideraba la Escila del m a­
terialismo brechtiano y el Caribdis de la teología judaica.

EL ROSTRO DE JANO

En 1934 Benjam in completó un ensayo sobre K afka, al que con­


sideraba extrem adam ente im portante desde el punto de vista m e­
todológico. El problem a del ensayo, le escribió a Scholem, se “repre­
sentaba en la imagen de un arco: aquí me m anejo sim ultáneam ente
con [ambos] fines, el político y el místico” .50 El ensayo desafiaba
las interpretaciones habituales de K afka: “H ay dos modos de equi­
vocarse respecto de las obras de Kafka. U no es el interpretarlas
naturalm ente, el otro es la interpretación sobrenatural.” 61 O p o ­
niéndose tanto a la interpretación “naturalista” (em pírica) como a
la “sobrenatural” (teológica), la argum entación de Benjam in se
49 C arta de A dorno a B enjam in, 18 de m arzo de 1 9 3 6 ; A dorno,
Über Wal te r Benj ami n, p. 134.
,D Para Scholem era evid en te q ue la valorización de A dorno con res­
p ecto a la teo lo g ía se lim itaba a un “ nivel totalm en te secular” y por
lo tanto le , p a recían ' ridiculas las acusaciones posteriores en el sen tid o
de que las posiciones d e A dorno eran teológicas, mientras que B enjam in
había abandonado la teo lo g ía por el m arxism o. (S ch olem , Wa l t e r B e n ­
j a m í n : D i e Geschichte einer Freundschaft, pp. 257, 269.) T a l era su
ju icio a pesar d e su “ no escasa sorpresa” al encontrarse fin alm en te con
A dorno y hablar con él en N u ev a York en 1930: “ Yo esperaba a un
m arxista, que insistiría en la liq u id ación de, en m i opinión, la m&s
valiosa con tin u id ad del bagaje in telectu al de B enjam in. En cam bio,
conocí allí una m en te que, aun cu an d o los consideraba desde su propia
perspectiva d ialéctica, se refería a estos rasgos p len a y abiertam ente, en
realidad, casi p ositivam en te.” (Ibid. , p. 260.) L a im presión de A dorno
en relación a ese encuentro se h alla registrada en un a carta a B en ­
jam in: “N o es fácil trasm itir m i im presión acerca de S c h o le m ... M i
sim patía se h a ce más fuerte allí d on d e se transform a en el defensor
del m otivo teológico de su filosofía, y tal vez yo pudiera decir tam bién
de la m ía, y no le habrá pasado inadvertido q ue algunos argum entos
referentes a la m isión d el m otivo teológico, sobre todo, que no se ha
elim inad o de su m étodo ni del m ío, convergen con mis discusiones üe
San R e m o .. (C arta d e A dorno a B enjam in, 4 de m ayo de 1938,
Frankfurt ata M ain, legad o de A dorno.)
00 B enjam in, Briefe, vol. 2, p. 624.
51 W alter Benjam in, “Franz K afk a: O n the T e n th A nniversary of
movía dialécticam ente entre ambas. Su m étodo consistía en la
construcción de una serie de imágenes dialécticas dirigidas a “ilu­
m inar” aquello que llam aba los pasajes "nubosos” de los textos de
Kafka, em pleando elementos sobrenaturales — místicos, míticos,
teológicos— p a ra in terp retar el nivel em pírico de los textos de
K afka, y em pleando elem entos “naturales” — sociales y m ateria­
les— p ara in terp retar los niveles sobrenaturales. Este procedim iento
tomó la form a de la yuxtaposición de los elementos arcaicos con
los más m odernos; Benjam ín identificaba ai funcionario burocrá­
tico legal burgués de K afka con la figura histórica de Potem kin en
la R usia zarista, con los juicios de Ulises, con gandharvas de la
mitología hindú, y con leyendas del T alm ud. Al m ism o tiem po in­
sistía en que los pasajes míticos de K afka, en sus alegorías e historias
de animales, por ejem plo, la "doctrina” in terp retad a era “en todos
los casos.. , u n a cuestión de cómo la vida y el trabajo se organizan
en la sociedad hu m an a” .52 L a joroba, "prototipo de la distorsión” ,
era u n a im agen de los efectos distorsionantes de la organización
social,58 los anim ales de K afka eran "receptáculos de lo olvidado” ,
una imagen de la alienación del hom bre respecto de la naturaleza:
“la tierra extraña m ás olvidada es el propio cuerpo. . .”54 Final­
m ente, en lugar de in terp retar E l proceso como u n a rendición
m oderna del Juicio Final bíblico, Benjam in veía en el Juicio Final
una m etáfora p a ra la revolución de clases,55
Benjam in se com unicaba por carta con Scholem m ientras tra ­
bajaba en su obra sobre K afka, y la discutió con Brecht d u ran te
una visita de tres meses a D inam arca (julio-octubre de 1943). Sus
dos amigos eran adm iradores de K afka, pero por razones antité­
ticas. Scholerrf sostenía que los escritos de K afka eran "paráfrasis
lingüísticas de un juicio divino” ,1*8 Brecht llam aba a K afka “el
único autor verdaderam ente bolchevique” .07 N o era sorprendente
que ambos fueran profundam ente críticos del ensayo de B enjam in:
Scholem no lo consideraba suficientem ente teológico/’8 y lo era

his D ea th ” (1 9 3 4 ), ll l umi nat i ons, ed. e introd, H a n n a h A ren d t, trad. H arry


Zohn (N u ev a Y ork: Schocken Books, 1969), p. 127.
62 Ibi d. , P . 122.
r>3 Ibi d. , p. 133.
“ Ibi d. , p. 132.
55 Ibi d., pp. 128-129.
Bd Scholem , Wal te r B e n j a m i n : D i e Geschicht e einer Freundschaf t, p.
213. S ch olem contin uab a: “D e u n a v ez el m u n d o se traduce en el
discurso, donde la redención no p u ed e ser an ticip ad a. ¡ V a y a uno a
explicarle esto a los G o y im !”
51 C itad o en ibid., p. 218-
M B enjam in, Briefe, vo l. 2, pp. 6 1 3 -6 2 8 .
demasiado p a ra el gusto de B recht.80 A dorno, sin em bargo, era
más entusiasta. El 17 de diciem bre le escribió a Benjam in, com ­
parando el estudio sobre K afka con su propio libro sobre K ierke­
g aard : “Por favor, no m e tom e por presuntuoso si comienzo por
decir que nunca estuve m ás cabalm ente consciente de nuestro
acuerdo filosófico que ah o ra.”60 L a com plejidad de la in terp reta­
ción de Benjam in, toda la concepción de afirm ar a K afka, como
Schonberg un individualista apolítico, dentro de un m arco inter­
pretativo m aterialista y dialéctico y el lenguaje esotérico de la
presentación, que esquivaba la jerga m arxista, estaban en relación
arm ónica con el propio trab ajo de Adorno. Los motivos teológicos
del ensayo sobre K afka funcionaban de u n a 'm anera secular, como
teología “invertida” — p o r ejem plo, la definición de la plegaria
como “atentividad a los objetos” , a la que se refería Adorno, excla­
m ando: “No conozco nad a m ás im portanté de su p arte — nada
que pueda d a r u n a elucidación m ás precisa de sus motivos m ás
internos.” 61 Sin em bargo, ya com enzaba a tener reservas en
relación al estilo surrealista en el que B enjam in yuxtaponía lo
arcaico con lo m ás m oderno en la construcción de sus imágenes
dialécticas: “L a relación entre la í7r-historia y la m odernidad
no se h a elevado todavía a u n nivel c o n c e p tu a l.. .” 62 A dorno no­
taba la ausencia de m ediación entre estos dos polos, y m en cio n ab a,
a Hegel como u n m odelo m ás adecuado que la teología judía.wa
A dorno estaba en lo correcto al n o tar que la interpretación de
B enjam in acerca de K afk a no se desplegaba, al menos no en el
sentido hegeliano. U n a idea típica de B enjam ín en el ensayo era
la observación:

L a p alab ra ‘'d e s p lie g u e ” tie n e un d o b le sen tid o . L a se m illa se d esp lie g a

w L a crítica d e B rech t fu e algo brutal, com o lo registra B enjam in en


su d iario d u ran te su v isita a D in am arca. A l p rin cip io, y du ran te sem a­
nas, B rech t no d ijo n a d a ; lu ego, según el relato de B enjam in d el 31 de
agosto: "L a n o ch e p asad a h ubo u n largo y acalorad o d eb ate acerca
d e mi K afk a. Su fu n d a m en to : la acusación d e q u e p rom ueve el fa scis­
mo judío. A u m en ta y esparce la oscuridad q u e rod ea a K afka m ás que
disiparla*” (W a lter B en jam in , U n d e r s t an d i n g Brecht, introd. S tan ley M it-
ch ell, trad. A n n a B ostock [L ondres: nlb , 1973], p . 110.)
60 C arta d e A dorno a B en jam ín , 17 d e diciem bre d e 1 9 3 4 ; A dorno,
ü b e r Wa l t e r B e n j a m í n , p. 103.
" I b i d p p . 1 0 9 -1 1 0 .
“ I bi d. , p. 107. A d orn o a d m itía u n a ca ren cia sim ilar: “S é m u y bien
q u e la m ism a regresión, la m ism a articu lación in a d ecu a d a d el co n cep to de
m ito es tam b ién atrib u ib le a m í en el estudio sobre K ie r k e g a a r d .. .** (I b i d , ,
p. 106.)
" I b i d . , p. 105.
en el capullo, pero el barquito que se les enseña a hacer a los niños, ple­
gando un papel, se despliega en una simple hoja dé papel.04

Las imágenes de Benjam in se “desplegaban” en este segundo sen­


tido, en el que “es placer del lector el alisarlas p a ra tener el sig­
nificado en la palm a de la m ano” .65 Pero, a pesar de lo vivido
de las imágenes producidas, su yuxtaposición de extremos opuestos
podía con igual facilidad d ejar en sus lectores la sensación de dar
manotazos en el aire.
Adorno sugería, en lugar del intento de B enjam in de “ilum inar”
las secciones “nubosas” de los textos de K afka, que éstas fueran
más “cabalm ente articuladas” (durchartikulieren) y “cabalm ente
dialectizadas” (durchdialekiisieren),08 lenguaje que evocaba su
propio m odelo estético, el proceso de composición musical. Adorno
acababa de term inar su artículo acerca de Schonberg,.. “ compositor
dialéctico” (que Benjam in no había visto), en el que, como recor­
damos, sostenía que el m étodo de Schonberg era dialéctico no sólo
porqué~i 1üm iriába las contradicciones en el m aterial, sino porque
lás"'desarrollaba hasta el p u n to de su reversión dialéctica.®7’’T e ro
B enjam in;'alineado con el surrealismo, definía la imagen dialéc­
tica como un “chispazo de luz” ,88 que se correspondía con la reve­
lación m ística por u n a parte, y con el “gesto” distanciante del
teatro épico de Brecht, por la o tra.69 El resultado era que en lugar
de evitar los extrem os de la teología positiva o del m aterialism o
vulgar, las imágenes dialécticas de Benjam in tendían a concentrar
los rasgos de ambos.
E sta dificultad todavía no era evidente en el estudio sobre Kafka,
en p arte “nublado” por la esotérica presentación de Benjamin.
Ese mismo año B enjam in dio u n a conferencia acerca del autor
como productor (“D er A utor ais P roduzent”) en el In stitu í pour
Tétude du fascisme de París. Éste era un frente organizativo com u­
nista,70 y las elogiosas reflexiones de B enjam in acerca de los auto­
res soviéticos estaban determ inadas por la audiencia. Sin embargo,
hay m ucho de la propia individualidad de Benjam in en el discurso

M B enjam in, “Franz K afk a” -' (1 9 3 4 ), lUumi nat i ons, p. 122.


05 Ibi d.
08 C arta de A dorno a B en jam in , 17 de diciem bre d e 1934 j A dorno, ü b e r
Wal t er B e n j a m i n , pp. 105-107.
07 V é a se c a p . 8, p . 2 6 3 .
“ B enjam ín, “Z entralpark” , Schri ften, vol. 1, p. 489.
88 A dorno encontrab a que “el in troducir categorías del teatro ép ico ” era
ajeno al m aterial d el ensayo. (C arta d e A dorno a B enjam in, 17 de diciem ­
bre d e 1934; A dorno, Üb er Wa l t e r B e nj a mi n, p. 108.)
70 Scholem , Wal te r B e n j a mi n : D i e Geschicht e einer Freundschaft, p. 250,
como para considerarlo simplemente como una pieza de oportu­
nismo político. Benjam ín sostenía que la validez estética era .en sí
el criterio p a ra la validez política,71 que éstas necesariam ente con­
vergían, y ello era coherente con su propia evaluación acerca de
Kafka. Pero el discurso iba más allá, diciendo, en un lenguaje que
era tan simple como oscuro era el ensayo sobre K afka, que inclu­
sive si el ím petu original p a ra la producción de literatura revolu­
cionaria subyacía en la relación entre el au to r y su m aterial inás
que en su intención política consciente (posición de Adorno),
tarde o tem prano, “aquel autor que im porta” seria conducido a
“confirm ar sobriam ente su solidaridad con el proletariado” .72 L a
explicación de Benjam in acerca de cómo podía el au to r dem ostrar
m ejor su solidaridad se m odelaba sobre la base del teatro épico
de Brecht: el escritor necesitaba “refuncionalizar” las técnicas
de la producción literaria, transform ando los valores del m ercado
burgués “en valores de uso revolucionario” .78 $ n ,el proceso, él
autor se distinguía cada vez menos del experto técnico. ■Podía ser
“ un ingeniero que considera su tarea el ad ap tar el ap arato [de
producción literaria] p a ra los fines de la revolución proletaria” .74
^ Benjam in tuvo el tino -de no enviar la copia de esta conferen­
cia, que m ostraba sólo una de las caras de su rostro de Jano, ni
a Scholem,75 ni a Adorno. Sólo Brecht recibió u n a copia, al visi­
tarlo Benjam in en el verano. Al año siguiente se le encargó a.B en­
jam ín escribir un m em orándum (exposS) acerca del Passagenar-
beit p a ra el Instituto, el que estaba considerando la posibilidad de
financiarlo. Ello le dio la oportunidad de repensar la concepción
del Passagenarbeit, el cual, según refiriera a Adorno, arribó a una
nueva cristalización.70 Benjam in tem ía que el estudio se relacio­
n ara sólo tangencialm ente con los intereses principales del Ins-
71 Este argum ento fue discu tid o en el cap. 2.
79 W alter B enjam in, “T h e A uthor as Producer” (1 9 3 3 ), U n d e r s t an d i n g
Brecht, p. 101 (subrayado de B enjam in). B enjam in elo g ia b a la m úsica
proletaria d e H an n s Eisler, la que, tal com o era con scien te, h a b ía sido
agu dam en te criticada en 1932 por A dorno (véase cap. 2, p. 126). El d is­
curso finalizaba con la afirm ación: “la lu ch a revolucionaria no se lleva
a cabo e n t p el capitalism o y la m ente. Se lleva a cabo entre el cap italism o
y el p roletariado.” ( I b i d . } p. 103,)
73 Ibi d. , p. 95.
T* I b i d ., p. 102.
75 S cholem escribió: “Jam ás recibí u n a co p ia del texto, e l cu al fu e m e n ­
cionado en sus cartas y discusiones. C uando lo presioné en París, en 1938,
d ijo: ‘C reo que será m ejor no dártelo a leer.’ -A hora q ue con ozco e l e n ­
sayo, pued o entenderlo.” (S ch olem , Wa l t e r Benj amí n: D i e Geschicht e
einer Freúñdscha\ t, p. 250.)
,e C arta de B enjam in a A dorno, 31 de m ayo de 1935; B en jam in , Briej e,
vol. 2, p., 662.
titulo, y expresó su esperanza a A dorno, en el sentido de que
éste pudiera convencer a H orkheim er a aceptar el Passagenarbeit
a pesar de su enfoque m ás literario que socioeconómico.77 E n rea­
lidad, H orkheim er tuvo u n a ‘‘indescriptible reacción positiva” "ve'iTt
relación ál expósé,78 Adorno fue el perturbado. Desde tíornberg,
en la Selva N egrá, donde estaba de vacaciones con G retel K.árplus,
escribía 'criticando' severam ente a B enjam ín.79 U n a vez más sos­
tenía que la simple yuxtaposición de elementos contradictorios
hacía que la im agen dialéctica solam ente reflejara las contradic­
ciones en lugar de desarrollarlas a través de la argum entación crí­
tica.80 In tu ía la influencia de Brecht en la ausencia de u n a “ teolo­
gía negativa” dentro de la nueva propuesta, sosteniendo que a u n ­
que él mismo aceptaba el sacrificio de este impulso en tanto se
dem ostraba incapaz de c a p tu rar “el m ovim iento social de la con­
tradicción” , en este caso su ausencia hacía que la presentación
fuese m enos dialéctica y menos m aterialista.81 Paradójicam ente,
A dorno argum entaba que la restitución del im pulso teológico
reforzaría el m arxism o de la concepción:

U n a restau ración d e la te o lo g ía ,.o m ejo r, una ra d ica liza ció n d e la d ia lé c ­


tica en el lu m in o so n ú c le o d e la te o lo g ía , ten d ría q u e sig n ifica r al m ism o
tiem p o u n a in te n sifica ció n d e lo s m o tiv o s d ia lé c tic o -so c ia le s, en rea lid a d
e c o n ó m ic o s.82

L a ca rta contenía una larga y detallada lista de reservas, y Ben­


jam ín se sintió evidentem ente contrariado. Respondió, a través
de G retel como mediador^ insistiendo en su no alejam iento de
77 C arta de B enjam ín a A dorno, 10 de ju n io de 1935 (Frankfurt am
M ain, legad o ¿ e A dorno).
78 F u e sobre la base de este m em orándum q ue B enjam ín se convirtió
en m iem bro d el In stitu to, recibien d o un estip en d io p or el trabajo en el
libro sobre el ■Passagenarbeit, y por p u b licacion es en la Zeitschrift fiir
Sozialforschung. (C om en tario ed itorial en B en jam in , G e s a m m e l t e Schri f'
ten, i:3 , p . 1066.)
79 El borrador que recibiera A dorno no era ex a cta m en te el m ism o, pero
m uy parecido al q ue fuera pu b licad o b ajo el títu lo d e “ Paris: D ie H au p ts-
tadt des x ix . Jahrhunderts” en la ed ició n en dos v o lú m en es d e las Schrif­
ten d e B enjam in ed itad a por T h eo d o r y G retel A dorno en 1955 (vol.
1, pp. 4 0 6 -4 2 2 ), y traducido com o “ París: ca p ital del siglo x ix ” en
W alter B enjam ín , Poesía y c apit ali smo { Il umi naci ones 2 ) / tra<l. d e j . Á g u i’
rre (M ad rid : T aurus, 1972), pp. 1 7 l - l § 5 /
“ “L a form ulación ‘lo n u evo se en trem ezcla con lo v ie jo ’ m e parece
altam ente d u d o s a ... N o existe reversión d e lo v iejo , es m ás, lo m ás n u e­
vo, com o apariencia y fan tasm agoría, es en sí lo v ie jo .” (C arta de A dorno
a B enjam in, 2 d e agosto d e 1935, A d orn o, Üb e r Wa l t e r B e n j a m i n , p. 119.)
81 I bi d. , p. 112.
n I b i d . , p. 117.
aquel program a com ún, que su plan p a ra el Passagenarbeit y
aquel que A dorno conocía no eran m utuam ente excluyentes, sino
que eran “tesis y antítesis del tra b a jo ”.88 G u ard ab an u n a “rela­
ción polarizada” cuya naturaleza dialéctica quizá no había de­
m ostrado convincentem ente: “A hora tengo ambos extrem os del
arco — pero no tengo aú n la fuerza suficiente p a ra tender un
puente entre am bos.” 84
L a creencia de B enjam in (expresada en u n a carta a Scholem
de varios meses antes) e ra que este nuevo plan p a ra el Passagen­
arbeit no hacía concesiones a “ninguna de las partes” : “si algo
Eónozco acerca de esto, és que ninguna escuela se apresurará a
reiyiníiicarlo com o propio” .85 Y en realidad el plan descrito en
el exposé no p o nía en práctica aquel tipo de program a didáctico
brechtiano que sostenía en su discurso de 1934, “El au to r como
p roductor” . Im plícitam ente a rro jab a ciertas1 dudas acerca de la
corrección del subsum ir totalm ente al arte bajo la noción de valor
de uso, revolucionario o de otro tipo, aspecto del bo rrad o r que
A dorno se apresuró a elogiar.80 Pero la concepción del Passagen­
arbeit de 1935 seguía la línea de “El autor como pro d u cto r’*- en
el punto crucial* Benjam in expresaba su solidaridad con la clase
obrera (y con él p artid o com unista) afirm ando el concepto de
uh sujetó "revolucionario colectivo. Por detrás de la cuestión acerca
de si las imágenes de B enjam in eran suficientem ente “dialécticas”,
hacia 1935 la cuestión real entre A dorno y B enjam in era de
carácter político. L a influencia de B recht no consistía tan to en
la elim inación de los com ponentes teológicos de los escritos de
Benjam ín como en su dirección, desde la negación crítica a la
afirm ación revolucionaria. B enjam in no abandonó la posición filo­
sófica del p ro g ram a de K onigstein p a ra adherir a la teoría del
.teatro épico de Brecht. Pero (Brecht; (quien apoyaba al p artido
sin ser realm ente m iem bro) tuvo u n efecto decisivo en la posición
política de Benjam in, la cual no perm aneció exterior al m odo de
presentación de Benjam in, y que efectivam ente comenzó a alejarlo
de Adorno. T o d a la concepción acerca del m aterialism o dialéctico

C arta d e B en jam in a “ F elizitas” (G retel K arplus), 16 d e agosto de


1935 j B enjam ín, Briefe, vo l. 2, p. 686.
“ I b i d p. 687.
85 C arta d e B en jam in a S ch o lem , 20 d e m ayo d e 1935; ibid., p. 654.
88 En las líneas in icia les d e su carta desd e H ornberg, A dorno escribió
que un a de las “ ideas m ás im p ortan tes” en el exposé d e B en jam in era su
referencia al sueño u tóp ico d e un m u n d o en el q ue las cosas se liberaran
d el lazo de su ser ú tiles. (A d orn o, Üb e r Wa l t e r B e n j a m i n , p. 111; cf. B en ­
j a m ín “París, cap ital d el siglo x ix ” [1935], Poesía y capit ali smo [I l u m i ­
naciones 2], p. 183.)
de este últim o (precisam ente el p u n to alrededor del cual cortó
con Brecht en 1932) era que el m étodo dialéctico, m aterialista,
podía y en realidad debía ser validado inm anentem ente, sin ser
dependiente ni de la teoría ni de la realidad de un sujeto colectivo
revolucionario.87
E n el exposé de 1935 B enjam in citaba a M ichelet — “C ada épo­
ca sueña a su sucesor”— y escribió:

A la forma de los nuevos medios de producción, en el comienzo dominada


aún por la de los antiguos (Marx), corresponden en la consciencia colec­
tiva imágenes en las que lo nuevo se interpenetra con lo viejo. Esas
imágenes son optativas (Wunsehbilder], y en ellas la colectividad busca
tanto suprimir [aufzukeben] como transfigurar [verkláren] las deficiencias
del orden social de producción y la imperfección del producto social...
En el sueño . . . a cada época se le aparece... sin clases. Sus experiencias,
depositadas en el inconsciente colectivo, engendran en su interpretación
con lo nuevo las utopías que dejan su huella en mil configuraciones de la
vida, desde edificios duraderos hasta modas.fugaces,88

Adorno atacaba fuertem ente a Benjam in por su_ npcióíi...de...un


sujeto colectivo del siglo xix con su sueno de futuro utópico — fun­
dam entalm ente p o r tra ta r de aventajar su m arxism o: “Sería u n a
advertencia bastante clara decir que en un sueño colectivo no
existen diferencias entre las clases.” 89 Pero la afirm ación de Ben­
jam ín ijle un inconsciente colectivo era un gesto de solidaridad ^
con c r proletariado, y no u n a regresión hacia Ju n g (tal como lo
acusaba A dorno).90 Irónicam ente, sin embargo, y aquí se justificaba
la crítica de A dorno, esto lo conducía a u n a presentación menos
crítica de la era burguesa escam oteando de la presentación original
del Passagenarbeit el equilibrio dialéctico que debía m ostrar el
m undo de la m ercancía del siglo x ix como u n a im agen no sólo
de la utopía sino tam bién del infierno.01 C uando A dorno escribía
acerca de los fenómenos del siglo xix en, por ejem plo, la serie
de ensayos sobre R ichard W agner de 1937, su herm enéutica d ia­
léctica dem ostraba cómo la prom esa de utopía en la música de
W agner se revertía en ideología, y a su vez volvía transparente
esa ideología como im agen de la verdad social: en u n a constela­
ción con el presente, la m úsica w agneriana podía leerse como una
97 V éase cap. 2.
83 “ París, cap ital d el siglo x ix ” , Poesía y capitalismo (Il umi naci ones 2),
p. 175.
83 C arta de A dorno a B en jam in , 2 de agosto d e 1935; A dorno, Über
Wal ter Benjat nin, p. 115.
ua I b i d . t pp. 114-115.
M Ibi d. , p. 13.
anticipación del fascismo. El ex posé del Passagenarbeit prom etía
una representación diferente, no una polém ica crítica, sino una
redención del pasado, un m otivo religioso, al servicio aquí de la
ilum inación profana.92 Benjam in le escribió a Scholem:
La obra p resenta la realización filo só fic a d el su rrealism o — y d e a llí su
su p eración — así c o m o el in ten to d e retratar la im a g en de la h istoria en la s
m ás m o d esta s fija c io n e s d e Ja vid a, su rech azo a su form a a c tu a l.83

E n el exposé Benjam in proponía que el Passagenarbeit proporcio­


n a ra u n a reconstrucción visual de la historia pasada én sus detalles
fragm entar ioSj Éstos funcionarían p a ra el lector como los relám ­
pagos del recuerdo, y el fantasm a que erraba por sus ruinas del
presente era el fantasm a de u n a revolución fracasada, el sueño
no realizado de una sociedad sin clases. Aquí su herm enéutica se
dirigía hacia u n a filosofía positiva de la historia que hipostasiaba
la progresiva em ergencia dentro de la sociedad capitalista de posi­
bilidades trascendentes cuya realización seguía siendo la tarea
inconclusa del presente. En esta concepción de la historia, que
A dorno despreciaba por considerarla “casi desarrollista”,04 la n a ­
turaleza transitoria respaldaba la dinám ica en lugar de ayudar
a su desmitificación.
T an to Adorno como Scholem eran escépticos respecto de la
recientem ente m anifestada “solidaridad” de Benjam in con el pro­
letariado, porque estaba demasiado profundam ente en contra del
núcleo de su personalidad. Scholem recordaba que tres de las
dificultades en su am istad con Benjam in eran su necesidad de
soledad, su disgusto ante la charla acerca de la política cotidiana,
y su tendencia al secreto, la cual incluía el m antener a la gente
conocida (por ejemplo, Scholem, Adorno y Brecht) separada una
de la otra.93 A dorno describía cuán difícil era p a ra B enjam in el
integrarse a algún grupo, recordando la admisión en la Berliner
K indheit, en la que Benjam in se dem ostró incapaz de form ar
frente alguno.06 Pero con Brecht, el único del triunvirato a quien
vio durante el período, el carácter afirm ativo de su posición política
se intensificó.
93 Partes de estos ensayos aparecieron en Zeitschrift für Sozialforschung,
del Institu to, pero fueron publicados com pletos por prim era vez en el libro
Versuch über Wa g n e r (Frankfurt am M ain : Suhrkam p V erla g , 1952).
03 Carta de B enjam ín a Scholem , 9 de agosto de 1935; B enjam ín, Brie-
fe, volt 2 , p .’ 685!
64 C arta de A dorno a B enjam ín, 2 de agosto de 1 9 3 5 ; A dorna, Übe r
Wal te r Benj ami n, p. 112.
eG Scholem , Wal t e r B e n j a m i n .* Di e Geschicht e einer Freundschaft, pp*
34-35.
Bn A dorno, Über Wa l t e r Benj ami n, pp. 49, 98.
POLÍTICA Y REPRODUCCIÓN TECNOLOGICA DEL ARTE

En 1935 Benjam ín completó un ensayo» “Das K unstw erk irn Zei-


talter seiner technischen R eproduzierbarkeit” (“L a obra de arte
en la época de su reproducibilidad tecnológica”), el cual, según
escribiera a H orkheim er, "acom etía en dirección a u n a teoría
m aterialista del arte” .07 H orkheim er leyó el ensayo al encontrarse
con Benjam in en París a fines de aquel año, y estuvo de acuerdo
en publicarlo en la revista del Instituto.98 B enjam in estaba excitado
con la obra, creyendo que ésta se transform aría en u n a im portante
contribución teórica al debate en torno a la estética m arxista que
se desarrollaba entre los artistas y las figuras literarias, dentro y
fuera del p artido com unista en E uropa d u ran te la década de
1930." Además, aunque su m aterial “era totalm ente indepen-

87 C arta d e B enjam ín a H orkheim er, octu b re d e 1935, en B enjam ín,


G e sa mm e l t e Schriften i: 3, p. 983.
08 E xistieron varios borradores y revisiones de este ensayo. H a sta d onde
han p odido establecerlo los editores de las óbí£§ dé B énjám in, H ork h ei-
raer recibió la prim era versión en alem án, al igual que B ernhard R eich en
M oscú. Fue recíitada con él títu lo dé “ Erate F assung” en ibid,., i: 2,
pp. 4 3 1 -4 6 9 . H orkheim er y B en jam in decidieron que el artículo apare­
ciera en francés, y el borrador (a lg o revisádo) fufe' pronto' traducido para
su publicación en Zeit schri ft für Sozialforschung. A dorno recibió una copia
del prim er borrador en francés (h oy perdido), al cu ai con testó en su carta
del IB de m arzo de 1936. L a cop ia en francés fue alterada d e m od o co n ­
siderable por la gen te conectada' al Z e i t s c h r i f t en París. Las enérgicas p ro ­
testas de B enjam ín en contra d e las m od ificacion es derivaron en una
serie d e com p licacion es que dem oraron su pu b licación por ca.si,.n]edio ano.
Las m od ificaciones estaban dirigidas fu n d am en talm en te a elim inar . fo.rnj.u--r
laciones que p odían ser fácilm en te tom adas por “ una con fesió n , p o lític a ’^
(es decir com unista), que podría provocar sospechas en relación al In sti­
tuto, causand o un a “seria am enaza” a la posib ilid ad de con tin u ar en los
É stados U n id o s (i bid., i, 3, p. 1019)1 Por fin , B enjam in acep tó la m ayor
parte de las m ddificaciones. L a . versión fin alm en te p u b licad a en m ayo de
1936 en el Zeitschrift, "L’oeuvre d ’art i Tepóqué dé s á ’repródüctibh méca”
riísée” , es entonces sustan cialm en te diferen te de Iá prim era versión a le ­
m ana (ap arece en el apén d ice dé ibid., i: 2, pp. 709-739). B enjam in escri­
bió más tarde una segunda versión en alem án, p rob ab lem en te cñ 1 9 3 7 -
1938, la cual, ¿pitre otrós tam b iós, reafirm aba lás~’fófmulV.cÍ9 ncs] m ás. radi­
calm en te .m arxistas. E nvió esta versión a G retel A d orno, y es esta versión
ía que ellos incorporaron a su ed ició n d é dos volú m enes d e Schri ften p u ­
blicada en Í955 (d on d e eq u ivocad am en te sé id en tifica con una traducción
de la versión do 1936 ed ita d a en francés en el Zeitschrift). Esta ver­
sión fu e traducida al inglés con el títu lo de “T h e W ork o f A rt in the A ge
of M ech an ical R ep rod u ction ” en Il l u mi n a t i o n s , pp. 2 1 7 -25 1. A parece con
el titulo de “Z w eite Fassung” en B en jam in , G e s a mme l t e Schri ften, i: 2,
pp. 471 -5 0 « .
90 P idió que las copias no circularan antes d e su pub licación , por tem or
a que le robaran sus ideas {ibid., i: 3, p. 9 8 3 )\ se sintió com p lacid o cuando
diente” del Passagenarbeit, ambos libros, sostenía Benjam ín, “es­
taban íntim am ente conectados m etodológicam ente” .100 Benjam in
le escribió a A dorno que sus discusiones con H orkheim er habían
sido “am igables” y "fructíferas” y suponía que A dorno reaccio­
n aría favorablem ente en relación al trabajo.101 Pero dem oró en
enviar u n a copia a A dorno, y cuando llegó la respuesta, ésta era
crítica. Es difícil pensar por qué Benjam in; podía haber esperado
o tra reacción. Los tem as del ensayo tocaban dem asiado de cerca
la propia obra de A dorno como p a ra que los puntos de diferen­
cia no fueran candentes. E n realidad, A dorno ya le había infor­
m ado acerca de sus “recelos” por la form ulación de la obra, de
la cual sabía a través de H orkheim er.102 '
El im pulso original de la teoría estética que Benjam in diseñaba
en el ensayo sobre la obra de arte no era ajeno al pensam iento
de A dorno. O poniéndose a la estética m añíista ortodoxa y a sus
análisis reduccionistas en térm inos de modos de producción socio­
económicos externos a la propia obra de arte, Benjam in tom aba
el m étodo crítico cognoscitivo de M arx y lo aplicaba en el interior
de la superestructura artística misma. En la sección inicial del
ensayo (la cual, en contra de la protesta de Benjam in, fue om itida
en la versión publicada) ,108 describía el m étodo de M arx p ara
criticar el modo de producción capitalista como yendo “hacia las
relaciones fundam entales de la producción capitalista y m ostrán­
dolas, a través de su presentación, de m odo que revelaran aquello
que podía esperarse del capitalism o en el fu tu ro ” .104 Sostenía que

A nd ré M alrau x discu tió su ensayo (p u b licad o) en un congreso d e escritores


en L ondres en 1936 (i bid. , p . 1024).
100 C arta d e B en jam in a W erner K raft, 27 d e diciem bre de 19355, ibid.,
p. 9 8 6 .
1<u C arta de B enjam ín a A dorno, 7 d e febrero de 1936, ibid., pp. 906^
987.
108 C arta de A dorno a B enjam in, 29 de enero de 1936, ibid., pp. 986.
103 El 29 d e febrero d e 1936 le escribió a H ork h eim er q u e esta sección
fu n d am en ta l pava el “p la n p o lític o ” d el ensayo no d eb ía om itirse “si se
quiere que el trabajo ten ga valor inform ativo para la av ant garde de la
in telligu en tsia francesa" (i bid. , p. 99). Sin em bargo, para el In stitu to era
necesaria la censura resp ecto de las form ulaciones claram en te id en tifica-
bles com o m arxistas, d a d a la precariedad p o lítica d e su p osición en el
exilio, y los artículos de B en jam in eran tratados en este p u n to d el m ism o
m od o que los d e A dorno y los dem ás. E l acuerdo final de B enjam in res­
p ecto de estos cam bios no se basaba tan to en la presión d el In stitu to y
en sus n ecesidades fin an cieras com o en la sim p atía h a cia las dificu ltad es
reales que las form u lacion es m arxistas podrían haberle cau sad o al In stitu to
(i bid., pp . 101 8 -1 0 1 9 ).
ÍOá B en jam in , Da s K u n s t w e r k i m Zei t al t er seiner t echni schen R e p r o '
duzi erbarkei t (E rste F assung, 1935), G e s a mme l t e Sch r i ft e n , i: 2, p. 435.
había un desarrollo paralelo en el arte, como u^n proceso separado
que requería de análisis propio. Con un atraso de medio siglo
respecto de la transform ación de la infraestructura, pero no por
ello “menbs notable”, había ocurrido u n a transform ación dialéc­
tica a p a rtir “de las tendencias de desarrollo del arte en las con­
diciones de producción actuales” .105 Por supuesto, A dorno no estaba
en desacuerdo con la separación del desarrollo jartístico, aun cuan­
do tendía a ver a los fenóm enos superestructurales como anticipa-
torios del cam bio socioeconómico y no como rezago de éstos. Pero
m ientras A dorno veía el impulso de la transform ación artística
a través de la práctica dialéctica entre el artista y las técnicas
históricam ente desarrolladas de su oficio,106 Benjam in situaba a la
dialéctica dentro de las fuerzas objetivas de la superestructura,
es decir, al interior de las tecnologías m ecánicas de la reproduc­
ción artística.107 A dorno juzgaba positivam ente sus efectos. Argu­
m entaba que las nuevas tecnologías de la reproducción audiovi­
sual -—fotografía, sonido, grabación y filmación— habían realiza­
do por su cuenta la transform ación dialéctica del arte, de un
modo tal que conducía a su autoliquidación. Específicamente la
posibilidad de la ilim itada duplicación de la obra de arte la des­
pojaba de su “a u ra ”, esa unicidad que en la filosofía original de
B enjam in había sido la fuente de su valor congnoscitivo.108 A hora
sostenía que la liquidación del a u ra del arte tenía, un' efecto, posi­
tivo, y que el arte adquiría un nuevo valor de uso:

.. .por primera vez en la historia mundial, la reproducción mecánica


emancipa a la obra de arte de su dependencia parasitaria respecto de
lo ritu a l... En lugar de ritual, comienza a basarse en otra práctica: la
política.100

106 Ibi d.
ino V éase cap. 2.
107 E n contraste, cu an d o A dorno hablaba d el proceso d ialéctico im p li­
cado en la reproducción de la m úsica, se refería a la relación sujeto-objeto
com prom etida en el acto d e su ejecu ción . Y a en 1928 sostenía que las
nuevas técnicas d e reproducción m ecá n ica habían transform ado en realidad
ese proceso, pero q ue su efecto era n eg a tiv o : la fam ilia ahora escuchaba
la m ú sica d el gram ófono, e n lu gar d e reproducirla a ctivam en te por la
ejecución. E l resultado era el d istan ciam ien to d e lá m úsica y el sujeto,
cuyo p apel se reducía a la p asivid ad , en realidad a la subordinación: el
perro que escucha la voz d el am o era el a u tén tico signo distintivo para el
efecto del gram ófono. (T h e o d o r W iesen g ru n d -A d o rn o ,' “N adelkurven” ,
Musikblát ter des A n b r u c h , 10, 2 [1 9 2 8 ]: 4 7 -5 0 .)
108 V éase cap. 0.
109 B enjam in, “L ’oeu vre d ’art á T époque de sa reproduction m écanisée”
(1936), G e s a mme l t e Schri ften i: 2, pp . 7 1 4 -7 1 5 .
Benjamín sostenía que la filmación, síntesis de las tecnologías
revolucionarias, era el arte nuevo más progresista políticam ente,
porque era el menos “áurico” : el cameraman, polo opuesto del
mago, penetraba en la realidad como un cirujano.110 El público
de la p in tu ra o de los libros era el individuo, el de las películas
era el colectivo y Benjam in afirm aba su potencial p a ra “m ovilizar
a las m asas” 111 a través del efecto de shock y de la distancia
crítica. Finalm ente, sostenía que la liquidación del arte resultaba
profética, program ática del futuro, en el sentido que su proceso p ro ­
ductivo colectivizado trascendía la división del trabajo entre, el
artista y el técnico, el trabajador intelectual y el m anual.112 Ben­
jam ín utilizaba el térm ino “teología” negativa críticam ente p ara
describir el art pour Vart en la era burguesa avanzada,113 la cual,
según sostenía, no era inm une a su utilización p a ra propósitos
fascistas :

Su autoalienación ha llegado a tal grado que puede experimentar su


propia destrucción como un placer estético del primer orden. Ésta
es la situación de la política que el fascismo está volviendo estética.
El comunismo responde politizando el arte.114

El argum ento de Benjam in ofendía los principios intelectuales de


Adorno, y no fue sorprendente entonces el estallido de su c a rta de
respuesta.115 Él Jiabía tem ido que Benjam in fuese culpable de es­
teticismo, al tom ar como modelo los problem as del surrealism o,110
A hora, adhiriendo a la línea oficial del partido com unista, Benja­
m ín sostenía que el art pour Vart, que A dorno había juzgado una
alternativa positiva a la cultura de masas, era el paralelo estético
del fascismo. Y a era. suficientem ente enojoso suponer que el 'desen­
cantam iento artístico ocurriera autom áticam ente a p a rtir de las
revoluciones en la reproducción tecnológica y no a través de los
110 Ibi d. , p. 728.
111 Ibi d., p, 736.
ua B enjam in ya había sostenido en "El autor com o productor” que esto
era una m arca del arte progresista.
u9 B enjam in, “L ’oeuvre d ’art íi l’époque de sa reproduction m écan isée”
(1936), G e s a mme l t e Schriften i: 2, p. 724.
B enjam in, Da s K u n s t w e r k i m Zei t al t er seiner technischen P.epro-
duzi erbarkei t (1 9 3 5 ), ibid., p. 369.
110 A dorno estaba con testan d o a la prim era versión fr a n c esa d e c o ­
m ienzos de 1936 (q u e desde en tonces se h a perdido), u n a versión in ter­
m ed ia entre el prim er borrador alem án de 1935 y la versión francesa
aparecida en Zeitschrift f ür Sozialforschung, m ayo de 1936. A falta de
un a m ejor^ solución al problem a filológico, aquí se han usado partes d e
la s dos versiones.
V éase cap, 0.
esfuerzos activos del artista como sujeto que niega las formas
burguesas:

. , .d esco n o ce una ex p erie n c ia e le m e n ta l q u e p a ra m i es d ía a d ía m ás


ev id en te en m i propia ex p e rie n c ia m u sica l — el q u e p recisa m en te la
m ayor co n sisten cia en la p ro secu ció n d e la s le y es técn ica s d el arte a u tó ­
n om o, tran sform an este arte, y en lu g a r d e d eg ra d a rlo a un tabú o un
fetich e, lo acerca n al esta d o d e lib erta d , c o m o a lg o q u e p u ed e ser pro­
d u cid o y h e c h o c o n sc ie n te m e n te .117

Pero es más, B enjam in descartaba explícitam ente la posibilidad de


que el arte autónom o pu d iera ser progresista. A dorno consideró
este pu n to como una deserción respecto de su anterior posición:

E n . . . sus p rim eros escritos, cu y a gran c o n tin u id a d , m e p a rece, d isu elv e


su n u ev o ensayo, u sted d iferen cia b a el c o n c e p to d e obra d e arte c o m o
im a g en , d el sím b o lo d e la te o lo g ía y d e l tab ú d e la m a g ia . E n cu en tro
en to n ces m uy cu estio n a b le — y en esto v e o u n r em a n en te m u y su b lim a d o
d e ciertos m o tiv o s b rech tia n o s— q u e ah o ra transfiera sin esfu erzo el
c o n c e p t o d e aura m á g ica a la "obra d e arte a u tó n o m a ” y d irecta m en te
le o torgu e a esta ú ltim a u n a fu n ció n co n tra rrev o lu cio n a ria .118

Allí donde B enjam in incluía al arte autónom o en u n a m ism a cons­


telación con él fascismo, A dorno afirm aba que el are pour l’art
tenía “tan ta necesidad de redención” en vista ‘*del frente unido
que existe en .su contra y que en m i opinión se extiende desde ^
Brecht hasta el M ovim iento Juvenil [protofascistaí.. 119 A dorno
estaba perturbado por la acríHcá áfirttiación del xilme, el m edio
de la cultura de masas que había tom ado el lugar del arte tra d i­
cional, “autónom o” . A dvertía a B enjam in del. peligro de “rom an-
tizar” la risa del proletariado en el cine. T rayendo a L cnin en su
defensa, llam aba “anarquista4’ a la política de su amigo, por su
afirm ación de la conciencia em píricam ente existente del prole­
tariado,120 Él filmé, sostenía Adorno, era altam ente “áureo” m ien­
tras que la m úsica ae Schonberg no lo era.121 En cuanto a que
el" filme proporcionara u n a im agen del futuro utópico, A dorno no
1

ur C a r ta d e 'A d o r n o a B e n ja m ín , 18 de m a rzo de 1936; B e n ja m in ,


G e s a m m e l t e Schri ften i: 3, p . 1002.
119 I b i d .
uo Ibid.
100 . .p o lític a m e n te e sto n o s ig n ific a o tr a c o sa q u e a c r e d ita r le al p r o ­
leta r ia d o (c o m o su je to d e l cin e) d e m a n e r a in m e d ia ta , u n lo g ro q u e , se g ú n
L en in , ja m á s p u e d e a lca n za r si n o e s a tra v és d e u n a te o r ía d e los in te ­
lec tu a les c o m o su jeto s d ia lé c tic o s , q u e e n sí m ism o s p e r te n e c e n a la esfera
de las obras d e a r te, q u e u sted h a c o n d e n a d o a l in fie r n o .” ( I bi d. , p. 1 0 03,)
** Ibi d. , p. 1004.
encontraba convincente el argum ento, aunque más no fuera por la
¡imple razón de que en la sociedad com unista, el trabajo estaría tan
organizado que la gente ya no estaría tan cansada ni tan estupi-
Jizada como p a ra necesitar diversión.122
A dorno estaba concluyendo su ensayo sobre el jazz (discutido
in el capítulo 6), que criticaba la pretensión del jazz de ser de-
nocrático y espontáneo. El análisis de Benjam in, sugería Adorno,
oodría al menos haber incluido este m om ento negativo de toda
:u ltu ra de masas, y esto significaba que el análisis debía ser más
‘coherentem ente dialectizado” : arte autónom o y cultura de masas,
?n tan to Schein (apariencia) eran sim ultáneam ente tanto ideolo­
gía como verdad:

^vmbas llevan las marcas del capitalismo, ambas contienen elementos


:le cambio (naturalmente, jamás y de ninguna,;manera el punto medio
entre Schonberg y las películas norteamericanas). Ambas son mitades
desgarradas de la libertad, a la cual sin embargo no adhieren. . . 129

C uando B enjam in vio el ensayo de A dorno sobre el jazz, varios


meses más tarde, escribió com parándolo con su propio ensayo
sobre la obra de a rte : “Se sorprendería usted si le dijera que estoy
encantado por u n a com unicación tan profunda y espontánea entre
nuestros pensamientos.*5124 Sin duda, A dorno estaba sorprendido,
en tanto él se había referido a su crítica del jazz como ilustración
de sus desacuerdos con el ensayo sobre la obra de arte.125 B enja­
m in continuaba: “nuestros estudios son como dos focos dirigidos
hacia el mismo objeto desde lados opuestos. . .
Benjam in entregó u n a versión posterior del ensayo sobre la obra
de arte a Brecht en 1938.127 L a respuesta crítica de éste fue irónica,
en vista de la crítica de A dorno respecto de sus motivos “b red i-
tianos” . Brecht escribió en su diario:
122 I bi d.
Ibi d. , p. 1003.
C a ita de B en jam in a A dorno, 10 de m arzo de 1936; B enjam ín, G e ­
samme l te Schri ften i: 3, p. 1002.
m A dorno escribió a B enjam ín que el ensayo sobre el jazz “ trata de
expresar p ositivam en te algunas d e las cosas que hoy h e form u lad o n eg a ti­
vam ente. L leg a a u n v ered icto co m p leto sobre el jazz, en p articular reve­
lan do sus elem entos ‘progresistas* (ap arien cia de m on taje, trabajo colectivo,
prim acía de la rep rod u cción sobre la p roducción) com o fachadas de algo
qu e es en realidad harto rea ccion ario” . (C arta d e A dorno a B enjam in, IB
de m arzo de 1936, ibid.)
C arta d e B enjam in a A dorno, 30 d e ju n io de 1936, ibid,, p. 1022.
147 P robablem ente el “ M ecan oscrito T 1” , casi id én tico a la segu n d a ver­
sión alem an a ( “Z w eite F assu n g” ) de 19 3 7 -1 9 3 8 en ibid., vol. i: 2, pp.
4 7 1 -5 0 8 (ver i b i d vol. i: 3, pp. 1032, 1060-1061).
B en ja m ín está a q u í . . . d ic e : cu a n d o U d . sien te u n a m irad a d irigid a
h a cia U d ,, in clu so a su esp a ld a , U d . la devuelve^' ( ! ) . L a ex p ecta tiv a
de q u e a q u e llo q u e u n o m ira lo m ira a u n o , p ro p o rcio n a el aura. Ésta
p arece estar en d eca d e n c ia en lo s ú ltim o s tie m p o s, al ig u a l q u e lo cú ltico .
B [en jam in ] d escubrió esto a través d el análisis d el film e , d o n d e el aura
se d esin tegra a causa d e re p r o d u cib ilid a d d e las obras d e arte. T o d o es
m isticism o; m isticism p , .e n u n a p ostu ra o p u esta al m isticism o , |^ n qu$
form a se a d o p ta el co n c e p to m a ter ia lista d e ía historia!, es casi h orrib le.1^

Pero cuando B enjam in envió el ensayo a Gerschom Scholem, la


persona que debería haber apreciado su “misticismo” , éste en
cambio criticó su m arxism o.120 Benjam in expresó su desilusión y
sorpresa ante el hecho de que Scholem no pudiese hallar aquel
terreno de pensam iento que ambos com partían anteriorm ente,
echándole la culpa a la lengua francesa de la copia.180 C uando más
tarde discutieron el ensayo en París en 1938, Benjam ín se defendió
frente a las críticas de Scholem afirm ando, según Scholem, que
en este ensayo, como siempre, su m arxism o “no era de naturaleza
dogm ática, sino heurística, experim ental” .181 Scholem lo recuerda
insistiendo en que:
. . .la trasp osición d e la s co rrien tes d e p en sa m ien to m eta física s, en rea­
lid a d teo ló g ica s, q u e h a b ía d esa rro lla d o en los a ñ os en que estu v im o s
ju n tos, p recisa m en te se b e n e fic ia b a d en tro d e una p ersp ectiv a m a rx ista ,
p orq u e a llí p o d ía n d esp leg a rse con m ayor v ita lid a d , al m en o s en los
tiem p o s a ctu a les, q u e en a q u e lla para la cu al fu eron o r ig in a lm en te orien ­
ta d a s.132

Pero si bien Benjam ín consideraba que el m arxism o del ensayo era


sólo un capricho heurístico, esto no le im pidió enviar la prim era
versión en alem án a M oscú en 1936, con la esperanza de poder
publicarlo en la revísta literaria Das W ort,183 escribiendo: “Desde
el punto de vista del m aterialism o dialéctico no preveo ninguna
objeción a m i m étodo.” 134
118 B ertolt B recht, Arbei t sj ournal , 2 vols., ed. W erner H e c h t (Frankfurt
am M ain : Suhrkam p V erla g , 1973), vo l. 1, p. 16. (L a cita está, fech ad a
el 25 de ju lio de 1938.)
Scholem , Wal te r B e n j a m i n : D i e Geschicht e einer Freundschaf t, p.
251. E n realidad estaba con testan d o a una de las versiones francesas que
incluso eran m enos m arxistas q ue la cop ia de Brecht.
530 I b i d .
131 I b i d p. 258.
,ai I b i d. Este argum ento era com p atib le con las tesis inicíales d e las Ges~
chichtsphilosophische T h e s e n d e B en jam in , escritas e n 1 1940 (ver cap.
11).
1M B enjam ín, G e s a mm e l t e Schri ften, i: 3, p. 985. D e h ech o no fue pu ­
blicado allí.
181 I bi d. , pp. 1025-1026.
A pesar de la diversidad de interpretaciones que el ensayo sobre
la obra de arte despertaba a nivel teórico, existía coherencia polí­
tica eji la posición de Benjamín. El„ ensayo constituía un gesto de
solidaridad, ante todo no hacia sus amigos intelectuales, sirio con
la clase obrera/ Debemos recordar que p a ra Benjamin, así como
p a ra Adorno, la verdad era relativa al presente histórico.185 Esto
significaba que la interpretación del desarrollo dialéctico del arte
era una construcción del pasado en tanto éste form aba u n a cons­
telación con las condiciones presentes. En sus palabras, el ensayo
sobre la obra de arte estaba concebido como “u n a indicación acerca
de la ubicación precisa en el presente como el punto de desva­
necim iento hacia el cual es atraíd a mi construcción histórica [el
Passagenarbeit]” .im El problem a era que a mediados de la década
de 1930, Benjam in y Adorno tenían evaluaciones m uy diferentes
acerca del presente histórico. Específicamente, Benjam in, como
Brecht, continuaba apoyando a la U RSS como conductora de un
m ovim iento proletario ^internacional, en tanto A dorno decididas
m ente no la apoyaba.187 A diferencia de A dorno y de los miembros
del Instituto, Benjam in estaba

.. .preparado para adherir a la política de la Unión Soviética por bas­


tante tiempo; y fue muy lejos en este sentido. Entonces por primera vez
los juicios de Moscú lo desconcertaron.138

Las ejecuciones sumarias de Zinoviev y K am enev, ocurridas el


24 de agosto de 1935, im presionaron a Benjam in pero no m odifi­
caron su evaluación positiva de la política exterior soviética, que
todavía aparecía como antim perialista. T odavía el 24 de junio
de 1939 escribió a H orkheim er que veía en la U R SS “ un agente
de nuestros, intereses en u n a guerra fu tu ra” ,139 en tan to podía espe­
rarse que prestara apoyo revolucionario a los obreros alemanes.
Sin embargo, dos meses después, la firm a del pacto de no agresión

1W V éase cap . 3.
^ Bcnjarriin, Ge s a mme l t e Schriften i: 3, p. 983.
137 “V arias veces h e visto a [Hanns] E isler [en N u ev a York]. . . C on
gran com postura h e escuchado su m iserable defensa de los ju icios de
M oscú. , (C arta de A dorno a B enjam in, 4 de m ayo de 1930, Frankfurt
arn M ain, legad o de A dorno.)
138 R olf T ied em an n , “H istorischer M aterialisnm s oder p olitisch er M essia-
nism us?”, Mal eri al i en zu Benj ami ns T h e s e n “ Üb e r den Begriff der Ges-
c h i c h t e B ; e i t r ü g e u n d Int erpret at i onen, ed. P eter B ulthaup (F rankfurt
am M ain: Suhrkam p V erlag, 1975), p. 101.
189 Ibi d.
nazi-soviético desilusionó.. profundam ente a B enjam ín.1,10 En co­
rrespondencia con la alteración en su sentido del presente'histórico,
los motivos teológicos d e . los . escritos de B enjam in volverían ,
dom inar u n a vez m ás sobre los motivos m arxistas.

140 Ibi d. i p. 102. L a m od ificación q ue ello ocasionó en los escritos de


Benjam in se discute en el cap. 11.
PARTE 2: D IF E R E N C IA S P O L Í T IC A S

ADORNO SE U N E AL IN ST IT U T O

El desacuerdo político en tre A dorno y B enjam in ya era claro


h acia 1935. M ientras que la expresión de splidaridad con la con­
ciencia em pírica de los obreros reflejaba el tiem po que Benjam in
pasaba con Brecht, A dorno era atraído hacia M ax H orkheim er,
cuyo In stitu to h ab ía establecido su cuartel general en N ueva
York dos años antes. L a revista del In stitu to publicó el ensayo de
B enjam in sobre la obra de arte en mayo de 1936, pero en el nú-
m ero siguiente apareció u n largo ensayo de H orkheim er, “Egois-
mus und Frciheitsbew egung” ( “Egoísmo y m ovim iento libera­
d o r”),1 el cual p o r diversas razones tocó u n a cuerda receptiva en
A dorno. M ientras que el ensayo sostenía la em ancipación de las
masas de la opresión capitalista (y en realidad m ucho m ás explí­
citam ente que cualquier escrito de Adorno), el hecho de que
H orkheim er entendiera tal opresión en térm inos tan to económicos
como psicológicos lo conducían a u n a enérgica crítica de la cultura
de masas, a la que denom inaba “la industria del esparcim iento”
( Vergnügungsindustrien)2 porque dab a la falsa apariencia subje­
tiva de superar la alienación m ientras la realidad social de la
alienación perm anecía intacta. Sostenía que como gratificación
ilusoria y com pensadora, la cultura de masas era u n a nueva form a
del ascetismo burgués, y por lo tan to u n a continuación de la trai­
ción de los verdaderos intereses de las mases que h a b ía tenido
lugar desde el surgim iento de la e ra burguesa. El objetivo de
H orkheim er era dem ostrar que el ascetismo burgués tenía una
función ideológica, que desarrollaba no sólo las precondiciones
psicológicas p a ra la em ergencia de la clase capitalista (com o había
argum entado M ax W eber) sino tam bién aquellas necesarias p ara
la sumisión perm anente de las masas a la dom inación de clase.
Adem ás cualquiera fuese su origen burgués, tal ascetismo no había
1 R ed ita d o en M a x H ork h eim er, T e o r í a crítica, trad. E . A lbizu y C.
L u ís (B uenos A ires: A m orrortu, 1974), pp. 151-222.
a I b i d p. 161. H orkheim er desarrolló m ás tarde esta id ea con A dorno
e n su teoría d e la “in d u stria cu ltu ral’*.
sido superado en la R usia de Stalin. Gomo prototipo del carác­
ter autoritario de la clase obrera actual (que había sido el centro
de interés del prim er proyecto de investigación em pírica del Ins­
tituto),3 H orkheim er trazaba en el ensayo la relación estructural
entre dirigentes y dirigidos en casos de demagogia, desde Savona-
rola y L utero hasta Robespierre, analizando la represión sobre la
que se basaba y la espiritualización — au n m ayor en la era b u r­
guesa “secular”— de los deseos de cambio social real de las masas:

El c a u d illo burgués procu ra id ea liza r y esp iritu alizar el im p erio so recla ­


m o d e una v id a m ejo r, el an sia p o r su p rim ir la s d iferen cia s d e fo rtu n a
e instaurar u n a verd ad era v id a c o m u n ita ria , rep resen tad os, en a q u e llo s
siglos [preburgueses], p or p red ica d ores p o p u la res y teó lo g o s u to p ista s.4

H orkheim er, influido por Freud, definía la utopía social en tér­


minos de aquella felicidad individual, m aterial y sensual, repri­
m ida por el ascetismo burgués, e incluía como com ponente de ese
ascetismo la hostilidad frente al arte y la actividad intelectual
creativa que se había desarrollado concom itantem ente a la racio­
nalización de la sociedad.® Todos estos puntos, en p articular su
actitud crítica en relación a la liquidación del arte por la cultura
de masas y el rem plazo del individuo cuestionador activo por el
hom bre masa,suponían el apoyo de H orkheim er a la posición de
Adorno en su debate con Benjam in.
E n junio de 1937 A dorno hizo su prim er viaje a los Estados
Unidos. Escribió entusiastam ente a Benjam in acerca de su recep­
ción, indicando que estaba algo sorprendido frente a la com patibili­
dad entre el pensam iento del círculo interno del Instituto (en p a r­
ticular Leo L ow enthal y H e rb e rt M arcuse)9 y aquello a lo que

8 V éase [In stitu í für Sozialforschung], S t u d t en über Au t o r i t a t u n d Fa-


milie, ed. M ax H orkheim er (P arís: F élix A lean , 1936). L a investigación
em pírica fue llevad a a cab o con obreros alem anes antes de la em igración.
Erich From m , así com o H orkheim er y H erbert M arcuse, fueron los res­
ponsables d e la parte teórica d el estudio.
* “ E goísm o y m ovim ien to liberador” , Te o r í a crítica, p. 179.
B Ibi d. , p. 198.
0 La relación entre M arcuse y A dorno no fu e cercana en la d éca d a de
1930. A u n q u e los frecuentes artículos d e M arcuse en la revista d el In sti­
tuto dem ostraban claram en te que com p artía m uchas de las posiciones de
Adorno ■ — acerca d e la cu ltu ra de m asas, por ej., y a c e r c a .d e la im p ortan ­
cia de la argu m entación d ia léctica — , sus tem peram entos personales e in ­
telectuales estaban dem asiado alejados, y las afinidades d e sus escritos
no eran tan to el resultado d e u n a in flu en cia directa com o un reflejo de
su m utua am istad con M ax H orkheim er.
todavía denom inaba su común program a filosófico.7 El entusiasmo
fue recíproco de p arte de H orkheim er, quien había escrito “jubi­
losam ente” el año anterior a Low enthal que Adorno finalm ente
“nos pertenece realm ente” .8 Sin embargo, todavía en 1937 tal
afirm ación era prem atura. Adorno era todavía reacio a abando­
n a r E uropa y transfom arse en m iem bro residente del Instituto
en N ueva York, y uno de los motivos era su deseo de seguir en
contacto con B enjam in y en realidad tra b a ja r m ás cerca suyo.
T^n octubre de 1936 Adorno visitó a Benjam in en París en un viaje
financiado por el Instituto. Benjam in escribió agradeciéndole:

Nuestro intercambio de opiniones, que en realidad se había pospuesto


durante años, hizo posible el reconocimiento de una posición común
en relación a las intenciones teóricas más significativas, lo cual fue muy
gratificante, muy vital. Este acuerdo, dada nuestra prolongada separación,
tuvo un carácter casi maravilloso.9

T uvieron oportunidad de discutir el largo estudio sobre Husserl


de Adorno, que intentaba trascender al idealismo a través de la
crítica inm anente y que ilustraba las im plicancias de la m úsica de
Schonberg como modelo cognitivo, opuesto al arte surrealista.
Discutieron el ensayo de Benjam in sobre la obra de arte, el ensayo
sobre jazz de Adorno, el ex posé de 1935 acerca del Passagenarbeit
y la crítica respectiva de A dorno.10 T eniendo en cuenta Ja exten­
sión de su reconciliación intelectual, Adorno escribió a Benjam in
en noviembre en relación a la posibilidad de establecerse perm a­
nentem ente en París.11 Incluso después de su viaje a los Estados
U nidos en 1937 escribió a Benjam in que pensaba postergar su tras­
lado a N ueva York por otros dos años.12 M ientras tanto, H orkhei­
m er se m ostraba m uy receptivo frente al trabajo de Benjam in.
Visitó a Benjam in en París durante ese año, y luego le escribió
a Adorno diciéndole que Benjam in realm ente estaba “más cerca

7 C arta de A dorno a B enjam ín, 19 de ju lio d e 1937 (Frankfurt am


M ain, legad o de A dorno).
" C itad o en M artín Jay, T h e Dialect ical Ima g i n a t i o n : A Hi st o ry of the
F r a n k f u r t [ School a n d the Instit ute of Social Research (B oston : L ittle,
Brown, 1973), p. 188.
8 C arta d e B enjam ín a H orkheim er, 13 d e octubre d e 1 9 3 6 ; W alter
B enjam in, fíriefe, 2 v ols., ed. Gershom S ch olem y T h eo d o r W . A dorno
(Frankfurt am M ain : Suhrkam p V erlag, 1966), vo l, 2, p. 722.
10 I b i d .
11 Carta de A dorno a B enjam ín, noviem bre [?] de 1936 (F rankfurt am
M ain, legado de Adorno).
13 C arta d e A dorno a B enjam in, 19 de ju lio de 1937 (F rankfurt am
M ain , legad o de Adorno).
nuestro” ,13 y Benjam in escribió a H orkheim er el 10 de agosto de
1937, habiendo leído el ensayo de este últim o en el cual describía
la posición teórica del Instituto, el artículo “T eoría tradicional y
teoría crítica” : 14

.. .como usted puede imaginar con completo acuerdo. El modo en el


que usted caracteriza la atmósfera en la que tiene lugar nuestro trabajo
y las causas que usted da para su aislamiento, me impactan particular­
mente.15

Cualesquiera fuesen sus razones, ya fuera que H orkheim er estu­


viera cortejando a A dorno a través de B enjam in o que Benjam in
cortejara a H orkheim er por motivos financieros, ambos exagera­
ban. Si bien es cierto que H orkheim er apreciaba genuinam ente la
obra de Benjam in y que era bastante coherente ai proporcionarle
al m enos un m ínim o de apoyo financiero d u ran te los años de
em igración, aun cuando se beneficiara con el contenido del tra ­
bajo de B enjam ín,16 en tan to personalidades intelectuales estaban
bastante alejados, y seguram ente la observación de Scholem era
precisa:

Mi impresión era que él [Horkheimer] —y esto quiere decir su Instituto—


reconocían la potencia intelectual de Benjamin, pero eran totalmente
incapaces de producir alguna relación real con él mismo [Benjamin].
Y todavía muchos años después, años después de la muerte de Benjamin,
las veces que encontré a Horkheimer, esta impresión se vio reforzada.17

Benjam in por; su p arte sentía u n a “ p rofunda sim patía” por la d i­


rección teórica del In stitu to ,18 pero a pesar del tono adulador de
sus cartas, loé ensayos de H orkheim er no parecen haber tenido
m ayor significación en su propio desarrollo intelectual.10
13 C arta de H orkheim er a A dorno, 13 d e octu b re d e 1937 ‘ (F rankfurt
?m M ain , legad o de Adorno).
14 M a x H orkheim er, “T ra d itio n elle u nd k ritische T h eo r ie ” (1 9 3 7 ),
Zeitschrift für Sozialforschung, trad. co m o “T e o r ía trad icion al y teoría
crítica” en M a x H orkheim er, T e o r í a crítica, trad. E. A lbizu y C . L uis
(B uenos A ires: A m orrortu, 1974), pp . 2 2 3 -2 7 1 .
ift B enjam ín, 1B riefe, vol. 2, p. 736.
18 S ch olem reconoce lo d ecisivo d e este apoyo, q u e com enzó en 1933:
“Es im posible im aginar lo que h abría sido d e él en París sin la ayuda
que proven ía de F riedrich P ollock y M a x H ork h eim er — sin d u d a im p u l­
sados por la com prensión d e A dorno d e la p rod u ctivid ad y la situ ación de
B enjam in.” (G ershom Scholem , Wa l t e r B e n j a m i n : D i e Gesc hi c ht e einer
Freundschaft [Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erla g , 1975], p. 245.)
17 I bi d. , p. 268.
18 I bi d. , p. 261.
18 Ibi d. , pp. 247, 261 , 268.
E n septiem bre de 1937 A dorno se casó con G retel K arplus, a
quien conocía desde h acía años y que h ab ía sido am iga de B enja­
m ín en los días de Berlín a principios de la década de 1930. A pe­
sar de su p lan original de perm anecer en E uropa por dos años
m ás; de pro n to en noviem bre A dorno inform ó a B enjam in de su
traslado inm ediato a N ueva York.20 H orkheim er h ab ía telegrafiado
a A dorno que h ab ía u n puesto p a ra él como director de m úsica del
Proyecto de Investigación de R adio Princeton, dirigido por Paul
Lazarsfeld, y A dorno tom ó la decisión de aceptarlo.21 Pero antes
de trasladarse a los Estados U nidos, en el recodo de los años 1937-
1938, A dorno y G retel estuvieron con B enjam in en San Rem o, sin
saber que ésta sería la ú ltim a vez que se vieran. El clim a fue cor­
dial. A dorno leyó a B enjam in el estudio acerca de W agner en el
que estaba trabajando, que interp retab a críticam ente a W agner
como prefiguración del nazismo. Com o él ensayo atacab a a la
m úsica “seria” m ás que a la cultura popular, no los sumió en una
pelea alrededor de la cuestión política. Y aunque el análisis era
polémico y carecía del im pulso benjam iniano por rescatar y redi­
m ir los fenóm enos del siglo x ix ,22 y aunque tom aba de la elabora­
ción teórica de H orkheim er acerca del ascetismo burgués la idea
de la represión de la felicidad sensual convergiendo con la rep re­
sión de la conciencia de clase, h ab ía m ucho en el ensayo con lo
que Benjam in podía identificarse. Específicam ente, apreciaría la
habilidad de A dorno p a ra to rn a r visible la realidad social al inte­
rior de los propios fenómenos, tal como escribiera B enjam in a
H orkheim er, p a ra hacer de “ los hechos musicales, que no podrían
ser m ás rem otos p a ra nadie que p a ra m í m ism o ., . socialmente
transparentes” ,23 y B enjam in encontraba '‘particularm ente inte­
resante u n a tendencia en este trab ajo : establecer la fisiognómica
inm ediatam ente en la esfera social, casi sin m ediación psicológi­
c a” .24 Esta tendencia^, a,, la que B enjam in denom ina “fisiognó­
m ica”25 soclalj era por supuesto el acento m etodológico en la in-
70 C arta d e A d orn o a B en jam in , noviem bre [?] d e 1937 (F rankfurt am
M ain , legad o de A dorno).
21 V éá se cap. 11.
M B enjam ín era b ien co n scien te de esta d iferen cia : “ la con cep ción
fu n d am en tal del [ensayo sobre] W agn er es p o lém ica ” , y a partir de allí
se m ezclaba m al con e l co n cep to de “rescate” o “ red en ció n ” ( R e t t u n g ):
“L a red en ción es u n a form a c íclica , la p o lém ica es progresiva.” (C arta de
B en jam in a A d orn o, 19 d e ju n io de 1938, Frankfurt am M ain , legad o de
A dorno).
33 C arta de B enjam in a H orkheim er, 6 d e enero de 1 9 3 8 ; B enjam ín,
Briefc, vol. 2, p. 741.
w I bi d .
38 C u an d o A dorno com enzó a trabajar en el p royecto d e in vestigación
terpretacióri “inm anente”, deduciendo directam ente a , p artir de
una'constelación de los detalles m ás pequeños de la superficie de
fós "fenómenos culturales u n a im agen.,del todo sociaL Distinguía
M arcadam ente el enfoque de B enjam in y de Adorno del de H ark-
heim er y su Instituto, con su acento hegeliano en la mediación,
donde los fenóm enos se relacionaban analíticam ente a un m arco ♦•
teórico freudo-m arxista.26
Sin em bargo, a. partir, de la llegada de A dorno a N ueva York,
éste no perm aneció inm une a la influencia de Horkheim er. Releyó
a vHegel, en la preparación de un estudio en colaboración con
H orkheim er acerca de “la nueva form a abierta de la dialéctica” .27
Ese verano de 1938, escribió a Benjam in desde B ar H arbor,
M aine: “M e ocupo con u n renovado estudio de la Lógica de
Ilegel, u n a obra notable, que en la actualidad tiene significado
p ara mí en todas sus partes.”28 Sin embargo, Adorno no abandonó
su m étodo anterior. E staba trab ajan d o tam bién en un ensayo que
reflejaba sus experiencias en el Proyecto de Investigación de R a ­
dio Princeton, y que se publicó más tarde ese año en la revista
del Instituto con el título “ Ü ber den Fetischcharakter in der M usik
und die Regression des H órens” ( “Acerca del carácter fetichista
de la música y la regresión del escuchar” .)20 M ás tarde dijo que
el trabajo reflejaba un avance del ensayo sobre jazz por su mayor
“consideración de los mecanismos institucionales y sociales” .30 Sin
embargo se puede buscar en vano u n a modificación real en la
m etodología de A dorno. Existía un mayor uso de las categorías
teóricas desarrolladas por el In stituto en sus análisis del fascis­
mo; por ejem plo, en lugar de la representación estética de la
“figura del jazz”, utilizaba como clave interpretativa p ara la
antropología de la cultura de m asas al “carácter sadomasoquista” ,
categoría fu ndam entada teóricam ente. Pero el ensayo todavía con­
serva las m arcas de la crítica inm anente de Adorno. En una
de R ad io P rin ceton, se refirió a sil p ropio m étod o com o “fisiognóm ica
social” (véase cap. 11).
20 V éa se cap. 4.
27 C arta de A dorno a B en jam ín , 8 de ju n io de 1938 (Frankfurt am
M ain, legad o d e A dorno). A seguraba a B enjam in q ue ella “representaría
tam bién sus intereses teóricos d e u n a m anera q ue le dará p lacer” {ibid.),
28 Ciarla d e A dorno a B en jam in , 2 de agosto de 1938 (Frankfurt am
M ain, leg a d o d e A dorno).
w R ed itad o en Dissonanzen (1 9 5 6 ), cu ya tercera ed ició n está en T h eod or
W. A dorno, G e s a mm e l t e Sc hri f t e n, vol. 14: Dissonanzen: Ei nl eit ung in die
Musiksoziologie, ed. R o lf T ied em a n n (F rankfurt am M ain : Suhrkam p
Verlag, 1973), pp , 14-50.
80 C onversación co n R o lf T ied em a n n , Frankfurt am M ain , verano de
1922.
argum entación que se mueve a través de un complejo de rever­
siones dialécticas, Adorno tornaba visibles las característcias del
fetichismo, la reificación y el intercam bio, “dentro” del fenómeno
del escuchar m úsica.81 Concebido como su contraparte dialéctica*
ek ensayo estaba muy próxim o al ensayo dé Benjam in sobre la
obra de arte. A firm aba la tesis de que el arte había sido liqui­
dado, pero difería en cuanto a la fuente y las implicancias de
este cambio. Adorno sostenía que la música “seria” y la música
popular convergían no sim plem ente por las revoluciones de la
reproducción tecnológica, sino por la transform ación en la rela­
ción entre la audiencia como sujeto y la música como objeto,
que determ inaba la form a de las nuevas tecnologías del mismo
m odo en que era determ inada por ellas. L a liquidación del arte
tenía su correlato en la “liquidación del individuo” que podía
experim entar ese arte, de allí que (y aquí había u n a negación
hegeliana de Benjamin) Adorno afirm ara que lo “positivo”, es
decir, el progreso tecnológico en la producción m asiva de m ú ­
sica, era en realidad lo “negativo”, el desarrollo de la regresión
en el escuchar: la audiencia masiva, en lugar de experim entar
la música, la consume como un objeto fetichizado, cuyo valor
está determ inado por el cambio.82 Adorno concluía:

L a m ú sica n o esca p a a la liq u id a c ió n , por p arte d e la s fuerzas c o le c ti­


vas, d e esa in d iv id u a lid a d q u e es irredim ib le; pero só lo los in d iv id u o s
son cap aces d e representar c o n scien tem en te, en o p o sició n a esas fuerzas,
los intereses reales d e Ja c o le c tiv id a d .33

E n suma, el ensayo indicaba que el Instituto, m ás que cam biar


la orientación de Adorno, le estaba dando u n a base teórica y
lógica más sólida p ara continuar defendiendo su m étodo benja-
m iniano contra las tendencias del propio Benjam in.

EL P R IM E R ENSAYO SO BR E B A U D E L A IR E : LA E X T IN C IO N
DEL SU JE T O C O G N IT IV O

L a atm ósfera arm oniosa que rem ara durante la últim a visita
con Benjam in a San Rem o había dado motivos p a ra pensar opti-
miütamente que las disputas realm ente decisivas habían quedado

1,1 A dorno, “ U ber d en Fetischcharakter in der M usik und d ie R egres-


sio n d es ÍHorens” (1 9 3 8 ), GS 14, p. 27.
33 i b i d p. 48.
33 Ibi d. , p. 50.
atrás, y A dorno estaba ansioso porque B enjam in viniera a N ueva
York. Pero el Passagenarbeit, que preocupaba a Benjam in en
1938, requería de u n a investigación histórica detallada que sólo
podía hacerse en París.84 Com o paso siguiente B enjam in p re ­
paraba un ensayo acerca de Baudelaire, encargado por el Insti­
tuto, que Vería un ^ ‘m odelo en m in iatu ra” del to d o 85 Sin embargo,
esta investigación no era la única razón de su reticencia p a ra viajar
a Nueva York. Scholem visitó a B enjam in en París en febrero de
1938, y recuerda haberle escuchado que a pesar de sus profunda?
simpatías p a ra con el Instituto, “existen reservas y puntos de
conflicto potenciales que varias veces se h an vuelto evidentes” .”'1
Scholem notaba que B enjam ín se refería a estos puntos de con­
flicto con ' ‘un tono fuerte de crítica continua, en realidad con
cierta am árgura~quélié~ñnTglan"m oJo se corresponde con la a c ti­
tud reconciliatoria de sus cartas a H orkheim er” ;87 al mismo tiem ­
po, el apoyo financiero del Instituto p ara el P a ssa ^n a rT jeiT ^a
crüCiai."
Si era correcta la suposición d e A dorno en San Rem o de que
la esquizofrenia intelectual de B enjam in había llegado a un
equilibrio dialéctico com patible con el suyo, entonces este equi­
librio era bastante delicado. T ra ta n d o de atraer a B enjam in a
Nueva York, A dorno no sólo luchaba en contra de los lazos de
París, sino tam bién contra los lazos antiguos que todavía lo arras­
traban en direcciones opuestas, Palestina y D inam arca. Después
de u n a década de planear y posponer alternativam ente su tras­
lado a Palestina, Benjam in m encionó esta posibilidad a Scholem.
D urante la visita de este últim o a París en 1938, Benjam in habló
de cortar sus 'relaciones con el Instituto e ir a Palestina p ara
trabajar otra vez sobre K afka, en caso de que Scholem pudiera

El 15 de diciem bre d e 1939 le escribió a H orkheim er: “N a d a en el


m undo es capaz de rem plazar para m í a la Bibl iot héquc N a t i o n a l e ” (B en ­
jamín, Briefe, vol. 2, p. 839.)
33 C arta de B enjam in a H orkheim er, 16 de abril d e 1938; W alter B en ­
jamín, G e s a m m e l t e Schri ften, 6 vols., ed. R o lf T ied em a n n y H erm ann
Schw eppcnhauser, vol. i: 3: A b h a n d l u n g e n (F rankfurt am M ain , Suhr­
kamp V erlag, 1974), p. 1073. El ensayo com p leto no fue p u b licad o en la
revista del In stitu to por las razones que se explicarán m ás ad elan te. A p a ­
rece com o “ C harles B audelaire: E in Lyriker im Z eitalter des H och k ap i-
talísmus” en ibid., vol. i: 2, pp. 5 0 9 -6 0 4 , y, en traducción, com o “ E l París
del Segundo Im perio en B audelaire” en W alter B enjam in, Poesía y c api -
talismo ( i l umi naci ones 2), pról. y trad. J. A guirre (M a d rid : Ta'urus,
1972), pp. 21-120.
“ Scholem , Wal te r Be n j a mi n : D i e Ge schi cht e einer Freundschaft, p.
261.
aT Ibid.
lograr que su buen am igo, el editor Salín an Schocken financiara
su estudio d u ran te dos años.88 Pero Scholem no estaba dem asiado
seguro acerca de dónde estaban realm ente las lealtades teóricas
de Benjam in. B enjam in escribió que durante esa visita

.. .las esperadas confrontaciones filosóficas se desarrollaron de buen


modo. Si no me equivoco, le dieron una imagen de mí, como de un
hombre que se ha acostumbrado a vivir entre las mandíbulas de un
cocodrilo que él mantiene separadas con un puntal de acero.89

C u ando Scholem volvió ese verano a París (después de un viaje de


estudios a los Estados Unidos), se frustraron sus planes de ver
nuevam ente a Benjam in, en tanto éste hafeía viajado a D inam arca
a visitar a B recht y a tra b a ja r allí en su ensayo sobre Baudelaire.
Pero, por entoces, B enjam in tam bién tenía reservas respecto de
su relación con B recht:

A pesar de mi gran amistad con Brecht, debo poder llevar adelante mi


trabajo en estricta soledad. Contiene ciertos momentos específicos que
para él son inasimilables. Ha sido mi amigo el tiempo suficiente como
para saber esto y es lo suficientemente sensitivo como para respetarlo.4**

Pero el simple hecho de estar en D inam arca p a ra escribir el en­


sayo sobre Baudelaire (ya retrasado) era bastante como p a ra
poner nervioso a A dorno. G retel A dorno envió a Benjam in una
petición p a ra la finalización ráp id a del trabajo,41 y cuando el
6 de septiem bre B enjam in finalm ente telegrafió avisando que el
m anuscrito estaba en cam ino, ella le escribió nuevam ente, alen­
tándolo p a ra viajar a N ueva York.42 Ella, A dorno y H orkheim er,
todos le aseguraban a B enjam in que el Instituto esperaba la
llegada del m anuscrito con gran excitación. Pero después de
un mes de haberlo recibido, B enjam in no tenía noticias. F inal­
m ente, el 10 de noviem bre A dorno escribió u n a carta que acla­
rab a Ja razón de su silencio. Estaban francam ente decepcionados.

BB Ibi d . , pp . 2 6 2 -2 6 3 .
39 C arta d e B enjam in a K itty M arx-S tein sch n eid er, 20 de ju lio de 1938;
B enjam in, Brtefe, vo l. 2, p. 767.
10 Ibid., p. 768.
41 C arta d e G retel A dorno a B enjam in, 3 de agosto de 1938; B enjam ín,
G e s a mme l t e Schri ften i: 3, p. 1085.
43 “T o d o el m u n d o su p o n e q ue es ab solu tam en te necesario para tu tra­
bajo el vivir en París. T e d d y y yo al m enos som os d e op in ión diferente.
D eja n d o d e la d o la esperanza d e q ue aquí h ay cierta g en te que podría
atraerte, te hem os co n o cid o el tiem po su ficien te en Berlín com o para
saber q ue N u ev a York al m enos no te disgustará.” (C arta d e Gretel
A dorno a B en jam ín , 12 de septiem bre d e 1938, ibid. t p. 1089.)
Adorno refería que había “literalm ente tragado” el m anuscrito
al recibirlo, “esperando que éste representara un microcosmos
del gran Passagenarbeit” .48 E ncontró en cambio tan sólo un
preludio: “Los motivos están reunidos pero no desarrollados.”44
Adorno se daba cuenta de que ello no e ra accidental ni se debía
a la falta de tiem po: “Com o verdadero connoisseur de sus escritos
sé muy bien que su oeuvre no carece de antecedentes a p a rtir de
su m étodo de procedim iento.”45 Específicamente, el m étodo era
surrealista de la m anera que A dorno había ya criticado en relación
al exposé del Passagenarbeit de 1935.40 En lugar d e \ reconstruir la
realidad social a través de un análisis dialéctico inm anente de las
imágenes poéticas de Baudelaire, B enjam ín yuxtaponía imágenes
del poeta con partículas de datos de la historia objetiva en un
m ontaje visual, agregando un m ínim o de com entario, como si
fueran subtítulos de u n a película. Al “redim ir” fragm entos docu­
m entales del pasado, B enjam in ilum inaba su significado a través
de la referencia directa a la estructura de clases del siglo xix.
Dichos fragm entos eran hechos puntuales de la historia social: un
obrero que se ahorca en el departam ento de Eugéne Sue, ios oríge­
nes de la num eración obligatoria en las direcciones de las calles
de París, el negro y el gris como colores funerarios de la m oda
burguesa. El exposé efectuaba conexiones asociativas inm ediatas
entre superestructura y estructura (la im agen de Baudelaire del
trapero borracho y el com entario de M arx acerca del impuesto
urbano sobre el vino; la lesbiana como heroína de Baudelaire y
la m asculinización de las m ujeres a través del trabajo fabril, la
imagen literaria, de la m ultitud y el proletariado como clase revo­
lucionaria), y esto se suponía suficiente p a ra hacer destellos de re­
velación dialéctica, m aterialista. U n a vez más, B enjam in tratab a
de “tender un puente entre ambos extremos del arco” , entre los
polos de la teología y del m aterialism o.47 U n a vez más, Adorno
lo acusaba de recaer en am bos:

C onsid ero q u e es m e to d o ló g ic a m e n te p o co fe liz el dar u n g iro “m a te ­


rialista” a lo s rasgos m a n ifiesto s p a rticu lares d e l d o m in io d e la su p eres­
tructura rela c io n á n d o lo s in m e d ia ta m e n te y e n rea lid a d casi d e m anera
causal co n lo s fe n ó m en o s co rresp o n d ien tes d e la e str u c tu r a .. . S e pod ría
expresarlo d e la sig u ien te m an era: e l m o tiv o te o ló g ic o d e lla m a r a las
cosas p or su n o m b re tien e u n a te n d e n c ia a revertirse e n 'l a presen tación

C arta d e A dorno a B enjam ín, 10 de noviem bre de 1938; ibid.., p. 1093.


“ Ibi d., p. 1094.
* I bi d.
M V éase supra, p. 208.
47 V éase p. 229.
asom brosa d e sim p les h ech o s. Si quisiera d ecirlo d rá stica m en te, se pod ría
decir que el estu d io se inserta en la en cru cija d a d e la m a g ia y el p o siti­
vism o. E se lu g a r está em b ru ja d o . S ó lo la teoría p u ed e rom p er el e n c a n ­
ta m ien to — su b u en a teoría esp ecu la tiv a p rop ia.48

Sin “teoría” , es decir, sin la m ediación de la reflexión crítica con­


ceptual, la teología degeneraba en “m agia”, y el m arxism o en
“positivismo” . Ambos, afirm ando la prioridad absoluta de los fenó­
menos dados, eran una caída en aquella prim a philosophia que
Adorno y Benjam in habían rechazado en el program a de Kónigs-
tein en 1929. A Adorno le parecía que Benjam in em pleaba sus
afirm aciones de solidaridad con el proletariado como sustituto
de la tarea filosófica real de interpretar la verdad de los fenóm e­
nos y en este punto perdía decididam ente la paciencia:

E n nom bre de D io s, ex iste una so la verd ad . . . E n ú ltim a in sta n cia hay


m ás de una verd ad en la Genealogía de las costumbres d e N ie tz sc h e q u e
en el ABC de B u jarin .49

O tra vez, Adorno invocaba el retorno a la ortodoxia benjam iniana,


tal como A dorno la entendía,50 sólo que esta vez con el peso del
Instituto como respaldo:

N o sólo h a b lo por m i in c o m p eten te persona, sin o ig u a lm e n te en n om b re


d e H o rk h eim er y lo s d em á s, c u a n d o le d ig o que esta m o s co n v en cid o s
d e q u e es v en ta jo so no só lo para “su ” p r o d u c c ió n ... sino q u e es
tam b ién m ás b en eficio so para la causa d el m a teria lism o d ia lé c tic o , y de
los intereses teóricos rep resen tad os por el In stitu to , q ue u sted d e je p aso
a sus esp ecia les in tu ic io n es y co n clu sio n es sin obstruirlas con in g red ien ­
tes q u e o b v ia m en te las h a cen tan d ifíciles d e asim ilar, q u e rea lm en te
n o p u ed o con sid erarlas co m o u n a bendición.*5*

Benjam in se sintió herido por la crítica de Adorno, aunque podría


haberla previsto, d a d a la historia de sus disputas. Contestó un
mes más tarde, escribiéndole a Adorno que la carta “m e dio
un golpe” .62 A unque esté "lejos de considerarla [la crítica] infruc­
tuosa, y m ucho menos incom prensible”,53 sentía que A dorno había
w C arta de A dorno a B enjam ín, 10 d e noviem bre de 1938; B enjam in,
Ge s ammel t e Schriften i: 3, p. 1096.
49 Ibid.) p. 1098. L a referencia es a N ik o lai Bujarin y E. Preobraschenslty,
Das A B C des K o mt nu n i s mu s (1 9 2 1 ).
80 “ El estudio no lo representa a usted com o todos sus escritos d eb e­
rían representarlo.” (C a rta de A dorno a Benjam in, 10 de noviem bre de
1938; B enjam in, Ge s a mme l t e Schriften i: 3, p. 1098.)
Bl Ibi d. , pp. 1097-1098.
63 C arta de B enjam in a A dorno, 9 de d iciem bre de 19 3 8 ; ibid., p. 1101.
63 Ibi d.
erróneam ente identificado la ausencia de un com entario dialéctico
elaborado y esotérico con la ausencia de toda interpretación teó­
rica. En prim er lugar, el trabajo era sólo un fragm ento de aquello
que esperaba desarrollar como un libro com pleto acerca de Baude­
laire. Pero aun así, insistía Benjam in, perd u rab a la consecución
de su program a com ún de exégesis dialéctica, m aterialista. A d m itía:

Es v erd a d q u e la in d iferen c ia entre la m a g ia y el p o sitiv ism o , tal c o m o


p e rtin en tem en te la fo rm u la u sted , d eb e ser liq u id a d a . E n otras p alab ras:
los m aterialistas d ia lé c tic o s d eb en superar [a uf z uh e b e n ] la in terp reta ció n
filo ló g ica de lo s au tores (c ita d o s en el en sa y o ) d e u n a m an era h eg e-
lia n a .134

Pero afirm aba que la “asombrosa presentación” de los datos tex­


tuales no era antitética a esta exigencia, citando la propia afirma-*
ción de A dorno en su estudio sobre K ierkegaard: “el asom bro. . .
registra ‘la percepción más profunda de la relación entre dialéctica,
m ito e im agen’,”53 Por o tra parte, continuaba, el hecho de que las
citas del pasado evocaran el asombro en los lectores del presente
era en sí la fuente de la percepción.50 L a revelación dialéctica,
m aterialista no surge sólo del m om ento filológico, que en tanto
‘'inspección de un texto en detalle” es estática, “fijando m ágica­
m ente al lector” , sino a p a rtir de la construcción de los detalles
en u n a constelación con el presente.57
L a justificación teórica de Benjam in tenía toda la sutileza dia­
léctica que p a ra Adorno parecía estar ausente en el propio ensayo.
Sin embargo, aunque todavía podía justificar su posición en el
vocabulario esotérico del Trauerspiel del program a original de
Konigstein, Benjam in en realidad había suprim ido ese esoterismo
de la presentación, y, como en el caso de algunos ensayos previos,
el motivo era político. A ceptaba que podía resultar objetivam ente
necesario, debido a la realidad histórica que vivía, “asim ilar ingre­
dientes” , como decía Adorno, que iban en contra de la disposi­
ción intelectual privada. Pero esos ingredientes, como u n a píldora
am arga, no estaban en contra de sus intereses verdaderos propios.
La carta de B enjam ín recordaba sus discusiones de San Rem o
en ese mismo año (y dejaba en claro que en aquel m om ento
ambos habían considerado que la posición del Instituto era más

M i b i d. , p. 1103.
“ Ibid.
M Ibi d. , p. 1104.
67 Ibi d. , p p . 1 1 0 3 -1 1 0 4 .
tradicionalm ente m arxista y menos innovadora que su propio pro­
gram a original):68

Si yo me negara allí a adoptar el desarrollo intelectual esotérico sólo


en beneficio de mis propios intereses productivos, [si me negara] a tratar,
por considerarlos poco importantes, los intereses dei materialismo dialéc­
tico y del Instituto, entonces no sólo estaría en juego la solidaridad
con el Instituto o la pura fidelidad al materialismo dialéctico, sino sobre
todo la solidaridad con las experiencias que todos vivimos en los últimos
quince años. Entonces, también aquí están en juego los intereses produc­
tivos más propios; y no negaré que ocasionalmente puedan violentar
mis intereses originales.'®

Benjam in reconocía que la c a rta .d e Adorno lo había entristecido,


agregando, quizá no sin cierto sarcasmo, que encontraba ftén 'cierto
sentido” alentador, “ que sus objeciones, no. im porta cuán sólida­
m ente puedan estar de acuerdo con las de íos amigos [del Institu­
to], no deban ser tom adas como un rechazo” .00 Sin embargo las
objeciones significaban que el Instituto esperaba que Benjamin
rescribiera él"trabajo, y Benjam in no tenía otra opción más que
aceptar. Aquí la conducta de Adorno está abierta a la crítica — 110
p or sobrestim ar las dificultades teóricas del ensayo sobre Baude­
laire (que eran reales),01 sino por subestim ar las dificultades per­
sonales de su amigo. E ra el otoño de 1938, m om ento de la crisis
de Checoslovaquia. Benjam in escribió a Pollock en agosto que “el
peligro de guerra parece inm inente” .62 El m anuscrito fue enviado

1,8 D e allí que cu an d o A dorno escribió a B enjam ín que el In stitu to res­


paldaba su posición (véase p. 3 1 2 ) esto representaba una corrección res­
p ecto de su evaluación anterior. Significativam ente, las referencias al In s­
titu to en los pasajes de la carta de B enjam in citados abajo fueron supri­
m idas en la publicación d e Briefe de 1955 (ed itad as por A dorno y Scholem ).
08 ib i d ., p. 1103.
M I b i d ., p. 1105.
01 B enjam in adm itía en una carta a Sch olem (4 d e febrero de 1939):
“Las reservas que pueden expresarse contra e l m anuscrito son en parte
r a z o n a b le s ...” (ibid., p. 1114). G om o anticipara B enjam in, las críticas
de Scholem estaban m uy cerca d e las de A dorno {ibid., p. 1118). En un
a d d e n d u m al ensayo, los com entarios m etod ológicos d e B enjam in refle­
jaban la critica d e A dorno, A firm aba q ue “ la m ateria en sí'* no estaba
“en la verdad”, y q ue no era su ficien te “confrontar sim plem ente al p o eta
B audelaire con la sociedad actu al y contestar la pregu n ta acerca de lo
que tiene para decir a los cuadros progresistas de esta sociedad refiriéndose
a sus o b r a s .. . ” (B enjam in, “A d dendum to th e París o f th e Second Em pire
in Baudelaire* ” [s.f.], Charles B a u d e l a i r e: A Lyric Poet in the Era of Hi gh
Capit ali sm, trad. H arry Z ohn [Londres: nlb , 1973], pp. 103-104.)
62 C arta de B enjam in a Pollock, 8 de abril de 1939; B enjam in, Gesam-
me l t é Schriften 1 : 3, p. 1116.
P R IM E R EN SAY O SOBRE BA UD ELA IRE
\
a H orkheim er sólo unos días antes de que Cham berlain y Daladier
capitularan ante H itler en M unich, y el 4 de odtubre le escribió
a Adorno que la finalización del ensayo “era u n a carrera contra
el tiem po” , que las condiciones en París eran sofocantes, y que
planeaba sacar sus libros de lá ciudad.68 L a larga carta crítica
de Adorno del 10 de noviembre no hacía referencia a estos acon­
tecimientos históricos, Benjam in expresa su desaliento en su si­
guiente carta:

P orq u e u n a cosa es la situ ación d e los ju d ío s en A lem a n ia , d e la cual


n in gu n o d e nosotros p u ed e aislarse. A d em á s está la seria en ferm ed a d
de m i h erm an a, q u ien segú n se h a d escu b ierto, sufre a lo s 37 a ñ os de
arteriosclerosis hered itaria . E stá p rá ctica m en te in m ó v il y por lo tan to es
in cap az d e trabajar (a u n q u e p ro b a b lem en te en el presen te to d a v ía co n ­
serve ciertos m ed io s m o d e sto s), L a p rognosis es casi sin esperanzas.
A p arte d e tod o esto, n o siem p re es^ osil5]e~vivir~aq ü í'siri su fr ií“ü ñ a opre­
siva an gu stia. E stoy h a cien d o to d o s lo s esfuerzos por^ lograr m i natura­
lización . D esg ra cia d a m en te, la s d é m a r c h e s n ecesarias no sólo requieren
m u ch o tiem p o , sino tam b ién a lg o d e d in e r o .04

Benjam in estaba preocupado (aunque innecesariam ente) por la


posibilidad de que el Instituto le suspendiera su financiam iento en
París. L a posibiljdad. de ir a Palestina y ser financiado por Schocken
p ara escribir un libro sobre K afka no se había m aterializado.65
Benjam in escribió a Scholem que el invierno de 1938-1939 fue un
período de “prolongada depresión” y una razón no despreciable
de ello había sido el “m inuciosam ente fundam entado rechazo” de
Adorno del trabajo sobre Baudelaire, que revisaba ahora con un
sentimiento de “alienación respecto del tem a real de mi trabajo”
y con una sensación de aislam iento intelectual.0®
Adorno, por su parte, continuaba alentando el trabajo sobre
la revisión del libro de Baudelaire, enviándole o tra carta de co­
m entarios detallados.07 N o era tan insensible a las necesidades fi­
nancieras de Benjam in, y Gretel le escribió el 5 de mayo:

T ed d y y y o h arem os to d o lo q u e p o d a m o s p o r u sted (n o s d ep rim e el


ya n o ser su ficien tem e n te so lv en tes c o m o para h a cerlo p riv a d a m en te)

63 C arta de B enjam in a A dorno, 4 de octubre de 1938; ibid., p. 1092.


64 B enjam in, Briefe, vol. 2, p. 796.
68 Scholem , Wal te r B e n j a m i n : D i e Geschicht e einer Freundschaf t, p. 270.
“ C arta d e B enjam in a Scholem , 4 d e febrero de 1939; B enjam in,
Gesammel t e Schriften i: 3, p. 1113.
C arta fechada el 1? de febrero de 1939; ibid., pp . 1107-1113.
y M ax tam b ién con oce la situ ación . S u trabajo sim p lem en te no pu ed e
p er m i t i r ser in terru m p id o por estas cu estio n es.08

Con él apoyo continuado del Instituto, Benjam in term inó el nuevo


ensayo sobre Baudelaire en julio.69 Poco despuésTdé enviar él m a­
nuscrito a N ueva York, le escribió a u n a amiga de Brecht: ‘‘Jví i,,
capítu 1o ^ o b re audelaire está ^ c g n e l u i d y espero ahora las nubes
9e torm enta que este texto abatirá sobre mi cabeza.” 70

EL SEG U NDO EN SAY O SO BR E B A U D E L A I R E .* LA E X T IN C IO N DEL

SU JE T O H IS T Ó R IC O

C uando sobrevino, el trueno fue un aplauso. Gretel escribió en


inglés: “estoy com pletam ente entusiasm ada con la nueva versión
de su Baudelaire” ;71 Adorno reiteraba: “mi entusiasmo por el
Baudelaire crece firm em ente.. .”72 Ello no era "sorprendente, porque
Bénjam iñ había tenido en cuenta las críticas anteriores de Adorno.
En esta versión el m om ento interpretativo se fusionaba con el
filosófico, de una m anera qué se asemejaba al trabajo de Adorno
sobre Husserl. El análisis crítico de las imágenes del poeta, las
ilum inaba como úna expresión de la relación entre sujeto y objeto
en el siglo xix, y de allí como una expresión inintencional de la
verdad social. Específicamente, clarificaba conceptualm ente el
tem a literario de la m uchedum bre, dem ostrando de qué m anera
revelaba la desintegración dé la " c a p a c id a d de experiencia (es
decir, en sentido filosófico, la capacidad de conocimiento subjetivo
de la realidad objetiva). En el ensayo, los conceptos de alienación
y reificación eran presentados en los más ~concretos térm inos vi­
suales dentro de una teoría histórica, m aterialista, de la transfor­
mación de la percepción que caracterizaba la existencia urbana.
B enjam in. argum entaba que los escritos de Baudelaire representa­
ban “una transform ación en la estructura de la experiencia” ,73
m Carta de G retel A dorno a Benjam in, 5 de m ayo de 1939; ibid.,
p. 1120.
® Publicado en Zeitschrift für Sozialforschung com o “ Ü ber ein ige M o ­
tive bei B audelaire”, redítado en Benjam in, Ge samme l t e Schriften i: 2,
pp. 605-65 4 , y traducido con el título de “ Sobre algunos tem as en B aude­
laire” , Benjam ín, Poesía y capitalismo (Il uminaciones 2), pp . 123-170.
70 Carta de B enjam ín a M argarete Steffin, 6 de agosto de 1939; B enjam ín,
Gesammel t e Schriften x: 3, p. 1125.
71 Carta d e G retel A dorno a Benjam in, 6 de agosto de 1939; ibid.,
p. 1125.
73 Carta, de A dorno a B enjam ín, s.f. [noviem bre o diciem bre d e 1939],
ibid., p. 1127.
” B enjam ín, Gesammel t e Schriften i: 2, p. 608.
m anifestada en la experiencia de la m uchedum bre, donde la reali­
dad se percibía a través de los sentidos como u n a serie de colisiones
im pactantes. E n la m uchedum bre, las sensaciones táctiles se vol­
vían discontinuas, como el encendido de un fósforo, la puesta en
funcionam iento de u n a m áquina, o la tom a de u n a fotografía.74
En la m uchedum bre, las imágenes visuales estaban tan fragm en­
tadas y yuxtapuestas tan sin sintido como los artículos en un perió­
dico. A com pañando esta disrupción de la continuidad espacial
se daba u n a transform ación ent ía experiencia del tiempo.' El tiem­
po perdía el. üauE^’ .que había poseído como un calendario de ri­
tuales y se hacía vacío:\

El hombre que pierde su capacidad para experimentar se siente arro­


jado fuera del calendario. El habitante de la gran ciudad aprende a
conocer este sentimiento los domingos; Baudelaire pudo aprehenderlo
avant la lettre en uno de los poemas sobre el Spleen.7a

La ciudad transform aba la sexualidad: "E l arrebato del habitante


urbano es el am or, no a prim era vista, sino en últim a vista.”™
L a excitación no era eros, sino “la clase de s h o c k sexual que puede
experim entar una persona solitaria” .77
Com o defensa frente a este im pacto, el individuo urbano se aisla­
ba encerrándose en sí mismo. Simplemente soportaba el estímulo
conflictivo y no respondía, de m odo que la m era existencia (Erleb-
nis) rem plazaba a la experiencia reflexiva activa (Erfahrung, en
el sentido kantiano de la unidad de percepción). Benjam in u n ía .
esta transform ación estructural con la transform ación en las con­
diciones de trabajo, desde el artesano, cuyo trabajo era una expe­
riencia de apréhdizaje, a los movim ientos desunidos y. repetitivos
del obrero de la línea de ensam blaje: “La existencia-impacto
[Chockerlebnis] que el que pasa tiene en la m uchedum bre corres­
ponde a la ‘existencia’ del obrero en la m áquina.”78 Baudelaire
no había hecho la conexión. B enjam in la “descifró”, utilizando
la figura: m ediadora del jugador" que aparece en las obráS’ de Bau­
delaire, ilum inando ía configuración en la que ambos extremos,
el trabajo fabril y el juego de azar, convergían:

Una sacudida en el movimiento de la máquina es como el llamado


coup en un juego de azar. El movimiento manual [Handgriff] del obrero

74 Ibi d. , p. 630.
78 Ibid., p. 643.
70 I b i d p. 623.
71 I bi d.
7Í Ibi d., p. 632.
en la m á q u in a n o g u a rd a rela c ió n co n é l m o v im ie n to p re c e d e n te , p reci­
sa m en te p o rq u e es su r e p e tic ió n ex a cta . C o m o ca d a m o v im ie n to en la
máquina está tan a isla d o d el q u e lo p re c e d e c o m o lo está un c o u p
en un ju e g o d e azar d e l an terior, el h a cer d el trab ajad or, es, a su m o d o ,
el co n tra p eso d el h a cer d el ju g a d or. A m b o s tip o s d e a c tiv id a d están
d esp rovisto s d e c o n te n id o ,79

B enjam ín sostenía que no sólo el tiempo, perdió su aura, sino


tam bién los objetos percibidos, incluyendo otros seres hum anos,80
y significativam ente, aunque h ab ía juzgado positivam ente esta
pérdida del a u ra en su ensayo de la obra de arte (contra las p ro ­
testas de Adorno), aquí la describía críticam ente como un sín­
tom a de la desintegración de la capacidad J3e" experiencia. M ás
que afirm ar lá conciencia em pírica del obrero, presentaba una
imagen del “origen” histórico de esa conciencia y u n a explicación
acerca de por qué era necesariam ente falsa: si el proletariado no
podía experim entar la realidad, si no podía interp retar la verdad
social que la realidad contenía, no podía entonces volverse cons­
ciente de su p ropia posición objetiva. Benjam in sostenía que B au­
delaire proporcionaba u n a percepción de aquello “que realm ente
significan las masas. N o se puede hablar de ellas en térm inos de
clase o de u n a colectividad estructurada. N o son m ás que la m u ­
chedum bre am orfa de los que pasan, el hom bre de la calle [,S7r¿t.r~
senpublikum ].”81 L a existencia u rb an a conspiraba entonces en
contra del desarrollo de la conciencia de clase.
El análisis de B enjam in acerca de los cambios en la percepción
visual y táctil eran realm ente una extensión de la teoría de A dorno
del cam bio regresivo en la percepción aural, que había desarrolla­
do en su artículo acerca del carácter fetichista de la música. M ar-
78 i b i d p. 633.
80 B enjam in describió el “ aura” de los objetos com o el poder de d ev o l­
ver la m irada d el espectador, “T en er la experiencia del aura de un objeto
q ue aparece ante nosotros significa investirlo con la cap acid ad de mirarnos
a nosotros.” ( I bi d. , pp. 6 4 6 -6 4 7 .) E sta teoría le h ab ía p arecid o a Brecht
el año anterior un “m is tic is m o .. . casi horrible” . A hora, en respuesta al nuevo
ensayo, A dorno sugería que en tanto teología “invertida” la id ea corres­
pondía al con cep to m arxiano d e los objetos com o trabajo hum ano sed im en ­
tado. La in cap acid ad para ver ese elem en to hum ano (aq u el que “ nos m ira” )
seria por lo tan to un sinónim o de la reificación de la m ercancía. (C arta
de A dorno a B enjam in, 29 de febrero d e 1 9 4 0 ; B enjam in, Ges a mme l t e
Schriften i: 3, pp. 113 1 -1 1 3 2 .) B enjam in afirm aba esta interpretación, pero
no estaba dispuesto a secularizar com p letam en te la n oción de aura y sos­
tenía que "el elem ento hu m an o o lvid ad o” de los objetos, no era sólo trabajo
hum ano sed im en tad o: “ El árbol y el arbusto, que tam bién están investidos
d el aura, no están hechos por seres hum anos.” (C arta de B enjam in a A dor­
no, 7 d e m ayo de 1940; ibid., p. 1134.)
81 B enjam in, Gesa mme l t e Schriften, i: 2, p. 610.
caba un abandono de la insistencia anterior de Benjamin (en el
ensayo acerca de la obra de arte) en el carácter progresista de
la revolución en la percepción óptica. Benjam in ya no veía en los
desarrollos tecnológicos de la cám ara y la filmación un proceso p u ­
ram ente objetivo y autosuficiente, sino que los describía como anti­
cipando la desintegración inherente a la experiencia urbana: la
fotografía registraba la sensación óptica sin a u ra de la m uchedum ­
bre, m ientras que en el filme “la percepción en fdrm a de impacto
se eleva a principio form al” .82 Debemos n o tar que el esoterismo
no estaba ausente de la presentación de .Benjam ín. X os "motivos
teológicos se hacían visibles en u n a form a profana, “inversa”, a
cualquier conocedor de los escritos de Benjam ín.83 Finalm ente,
como la experiencia de la industrialización urbana no se lim itaba
al capitalismo, las implicancias críticas del análisis de Benjamin no
exceptuaban dé ningún m odo a la URSS.
Sin duda, esta segunda versión del ensayo sobre Baudelaire con­
tenía modificaciones que lo reconciliaban con l a ; propia posición
de Adorno. En realidad, su producción no había estado tan cer­
cana desde la época en que Adorno articulara por prim era vez
su program a filosófico común en 1931. Adorno escribió a Benjam ín:

C reo q u e n o es n in gu n a exageración describir este trabajo co m o el m ás


co n su m ad o que ha p u b lica d o d esd e el libro d el b arroco [ Urs p r u n g des
d e ut s c he n T r auers pi el s ] y el [K arl] K raus [ensayo, 1931]. Si en algún
m o m en to tu ve m a la co n c ie n c ia a cau sa d e m i m o lesta in sisten cia, ahora
esta m ala c o n cien cia se ha tran sform ad o só lo en orgu llo, y d e ello usted
m ism o es c u lp a b le — en v erd ad , así d e d ia léc tic a es nuestra p ro d u cció n .84

SE Ibi d. , p. 631.
63 L a sección final discute el m otivo de la “aureola perdida” a partir
de un d ocum en to antea descu id ad o del testam ento literario de B aude­
laire y lo yuxtapone con un pasaje que anticipa la descripción benjam inia-
na del A ngelus N ovus d e Paul K lee com o el án gel de la historia (véase
p. 333). El pasaje de B audelaire: “ Perdido en este sórdido m undo, em pujado
por las m uchedum bres, soy com o el hom bre hastiado cuyo ojo no ve más
que desilusión y am argura, m irando atrás h acía las profundidades de los
tiempos, y ante él n ad a más q ue una tem pestad que no contiene nada nuevo,
ni aprendizaje ni dolor.1' ( Ibi d. , p. 652.) El pasaje de Benjam in, en las
Geschichtsphilosophische Thesen (cita d o com p leto en la p. 333): “H ay
un cuadro d e K lee que se llam a A ngelus N ovus, . . Y éste deberá ser el
aspecto del án gel d e la historia. H a vu elto el rostro h acia el pasado. D onde
a nosotros se nos m anifiesta una ca d en a de datos, él ve una catástrofe
única que am ontona incansablem ente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus
p ies.. . desde el paraíso sopla un h u r a c á n .. . Este huracán, le em puja
irreteniblem ente h acia el futuro. . . m ientras que los m ontones de ruinas
crecen ante él hasta el ciclo .” ( “T esis de filosofía de la historia” , Discursos
interrumpidos 1, trad. J. A guirre [M adrid: T aurus, 1973], p. 183.)
81 Benjam in, G e s a mme l t e Schriften i: 3, p. 1130.
Debe concederse que esta segunda versión del ensayo sobre Baude-
laire era más “dialéctica” y “m aterialista” que la anterior — en
realidad era más "m arxista” , en sentido de la línea del modelo
epistemológico proporcionado por la famosa interpretación de
M arx acerca de la m ercancía en las páginas iniciales del Capital.85
Por supuesto, lo que Benjamín había omitido, era el gesto político
de solidaridad con el proletariado y las repercusiones teóricas de
dicho gesto. En qué m edida esta omisión del principio brechtiano
estuvo m otivada por un deseo de aplacar a Adorno y al Instituto
es una cuestión a que los documentos disponibles no pueden respon­
der. Sin embargo, más que la “molesta insistencia” en las cuestic^
nes teóricas, incrim inaba más a Adorno la excesiva im portancia
que otorgaba a estas cuestiones en vista de la constelación de cor:
dicíones históricas objetivas que se cernía sobre Benjam ín y am e­
nazaba su propia existencia. Benjamín term inó la segunda versión
del ensayo a fines de julio. En agosto se firmó el Pacto d e . no
agresión nazi-soviético. Este acontecim iento im pactó a Benjamín,
quién había puesto sus esperanzas en el apoyo soviético a los obreros
alemanes en caso de guerra.80 El mes siguiente comenzó la guerra,
con el Blitzkrieg de H itler contra Polonia, y Benjam ín, quien to d a­
vía no era ciudadano francés, fue confinado en un cam po de
trabajo en Niévre. Fue allí donde recibió el telegrama" de Nueva
York con-la respuesta entusiasta a su ensayo sobre Baudelaire.87 Con
la intervención de Adrienne M onnier, am iga de Paul Valéry,
Benjam ín fue liberado en noviembre. A fin de año, estaba de vuelta
en París, enfrentando la sombría perspectiva de una guerra europea.
El Instituto lo urgía a viajar inm ediatam ente a los Estados Unidos,
pero las visas de visitante eran difíciles de obtener, y el trabajo
de Benjamín todavía lo ataba a París.88 D urante este período es-
; cribió l a s Geschichtsphilosophische Thesen, dieciocho tesis sobre
el concepto dé historia que m arcaban un retroceso en su com pro­
miso político y un retorno al lenguaje de la teología cómo el único
refugio réstánte^para su ^3 eal de la revolución. Eiivió u n a copia
83 Ésta ha sido la conclusión de los com entaristas más calificados. V éase
particularm ente el postfacio editorial d e R o lf T ied em an n en W alier B en ­
jam ín, CHarles Baudelaire: Ein L/yriker im Z eitalter des H ochkapitalis-
mus, Z w e i F ragm ente (Frankfurt am M ain : Suhrkam p V erlag, 196.9),
pp. 167-191; tam bién la reseña de B enjam in por Jiirgen H aberm as en
D ie Z ett, 12 de septiem bre de 1969, p. 14.
a° Scholem , W a lter B enjam in : D ie Geschichte einer Freundschaft, pp.
274-275.
S7 Carta de Benjam in a A dorno, 7 de m ayo de 1940; B enjam in, Briefe
vol. 2, p. |848.
68 Carta de B enjam in a H orkheim er, 15 de diciem bre de 1939; ibid.,
p. 839.
de las tesis a Scholem, pero no al Instituto, tem iendo (equivocada­
mente, al menos en el caso de A dorno y de H orkheim er)89 que
sus miembros serían críticos al respecto.00 G uando las tropas ale­
m anas invadieron Francia y m archaron sobre París, Benjam ín no
tuvo otra opción que abandonar la ciudad. D ejó atrás, al cuidado
de amigos, la m ayor parte de su trabajo sobre el Passagenarbeit,
Aún le faltaban los papeles de viaje, adecuados, y le escribió a Ador­
no desde Lourdes el 2 de agosto:

La incertidumbre total acerca de lo que traerán los próximos días, las


próximas horas, ha dominado mi existencia por varias semanas. Estoy
condenado a leer cada periódico (aquí aparecen en una sola página)
como una orden en contra mía y a escuchar en cada informe radial la
voz de las malas noticias.01

En septiembre, en com pañía de un pequeño grupo, llegó a la fron­


tera española, m unido de lo que creía eran los papeles adecua­
dos, pero a últim o m om ento se les dijo que no podrían continuar.
Esa noche, el 25 de septiembre de 1940, en un hotel de Port Bou,
Benjam ín ingirió una dosis letal de m orfina. Al día siguiente, la;
guardia fronteriza, quizá im presionada por el suicidio, perm itió quej
el resto del grupo cruzara la frontera.
L a decisión de Benjam ín de llevar a cabo el acto de autodes-
trucción, que h ab ía considerado por prim era vez nueve años antes,
no fue una respuesta súbita a u n a situación inm ediata.02 Tam poco
debe ser interpretada como una expresión puram ente subjetiva, un
acto individual de resignación. Era, en cambio, la única posibilidad
de resistencia que subsistía. U n pasaje del prim er ensayo sobre
Baudelaire nos da la clave:

Las oposiciones que la modernidad erige contra el espíritu productivo


natural del hombre, son desproporcionadas en relación a su poder.
Es comprensible que el hombre se canse y vuele hacia la muerte. La
80 E n realidad las tesis tuvieron un gran im p acto en A dorno y H ork ­
heim er com o se evidenció en su estudio sobre la historia, D ia lektik der
Aufklarung (1 9 4 7 J . (V é a se cap. 3.)
M A sí se lo com entó a H an n ah A ren d t en París esc invierno. El In sti­
tuto recibió dos versiones d el m anuscrito póstu m am en te, una d e A ren d t y
otra de M artin D om ke, y publicó esta ú litm a en u n a ed ición esp ecial de la
revista del In stitu to d edicad a a la m em oria de B enjam ín, en 1942. (S ch o lem ,
Walter B e n ja m ín : D ie Geschichte einer F reundschaft, p. 275.)
01 C arta de B enjam ín a A dorno, 2 d e agosto d e 1 9 4 0 ; B enjam ín, Briefet
vol. 2, p. 0 6 1 . ____ _
M H ab ía m encionado in tenciones d e su icid io a H a n n a h A rendt en M ar­
sella en cam ino a España. (S ch o lem , W a l te r B e n jam ín : D ie G eschichte
einer F reundschaft, p. 279.)
modernidad debe erigirse bajo el signo de aquel suicidio que pone su
sello a una voluntad heroica, aquel que nada concede a un modo
pensar hostil. Es laconquista de la modernidad en el reino de la
pasión. . . El suicidio podía muy bien ser para Baudelaireel único ac
heroico que quedaba para las multitudes maladives de las ciudades en
las épocas reaccionarías.®3

08 B enjam ín, G esam m elte Schriften i: pp. 5 7 8 -5 7 9 .


11. EL D E B A T E A D O R N O -B E N JA M IN

PARTE 3: REQUIEM

EL AISLAM IENTO DEL INMIGRANTE

El suicidio de Benjam in causó un gran im pacto en Adorno, y -la


noticia fue recibida en un m om ento crítico. Las penas relacionadas
con los acontecim ientos históricos habían comenzado a afectarlo "
el año anterior cuando su m adre de 73 años y su padre enfermo
fueron arrestados y detenidos en F ran k fu rt por los nazis. Su padre
“recibió u n a herida du ran te el pogrom en su ojo enferm o; sus ofi­
cinas fueron destruidas, y poco después perdió sus derechos sobre la
totalidad de sus bienes” .1
Sin embargo, todavía en febrero de 1939, Adorno tenía dudas
respecto del estallido de la guerra, creyendo, con u n a sorprendente
ortodoxia m arxista, que Inglaterra, cuyas “clases dom inantes . . . no
pueden perm itirse arriesgar nada” , continuaría capitulando ante
Hitler, en tanto los planes alem anes en últim a instancia coincidían
con los intereses del imperialismo británico.2 Pero aunque no estaba
preparado p a ra el estallido de la guerra, su orientación intelectual
no fue im pactada por ello, y m ucho menos por la firm a del Pacto
de no agresión nazi-soviético. A diferencia de Benjamín, desde las
purgas, A dorno había dejado de considerar a la U R SS como modelo
de transform ación social. Pero' cuándo los acontecim ientos histó­
ricos se m anifestaron en una constelación individual, personal,
resultante en la pérdida de su amigo, Adorno se sintió profunda­
mente afectado.
Dos veces antes había sentido intensam ente la pérdida pro­
vocada por la m uerte. Su tía A gathe, que había vivido con él y le
había enseñado m úsica de niño, m urió en 1935. Adorno le escribió
a Krenek en aquel m om ento:

1 C arta de A dorno a B enjam ín, 1? de febrero d e 1939 (Frankfurt am


Main, legad o d e A dorno). A través d e am igos en A m érica, A dorno logró
obtener pasaportes para C uba para sus padres; después d e un año em igra­
ron y se establecieron en F lorida. (I b td . , y carta d e A dorno a Benjam ín,
29 de febrero de 1940; Frankfurt am M ain , legad o d e A dorno.)
1 C arta d e A dorno a B enjam in, 1? d e febrero d e 1939 (Frankfurt am
Main, legad o de A dorno).
Estoy completamente golpeado por ello, y muy lentamente llego siquiera
a imaginar que de algún modo puedo continuar viviendo. Suena insa­
namente exagerado, pero puedes creerme que no hay en ello ni una
pizca de exageración o de sentimentalismo.8

El segundo golpe fue la m uerte de Alban Berg ese mismo año.4


Como era de prever, Adorno la consideró no sólo como una tragedia
personal, sino como un juicio crítico a la sociedad:

.. .un pensamiento me aguijonea de modo intolerable: las relaciones ma­


teriales son responsables de la muerte de Berg. Sólo hace falta pensarlo
concretamente: si no hubiese querido ahorrar el gasto de un médico,
seguramente hubiera consultado uno, aunque con angustia. El hecho de
no haberlo intentado y que tuviese que pensar en el dinero provocó su
muerte. Considerar que la existencia de gente con el poder productivo
de Berg depende de tales cosas es suficiente [para conducirlo a uno] a
las consecuencias más radicales en relación al status quo.G

C uánto más debe haber visto Adorno en el suicidio de Benjamín


una expresión de las condiciones objetivas.® O nce años m ayor^el
vulnerable y retractable Benjam ín no era una figura p atern a en el
sentido personal p ara Adorno, pero era una autoridad intelectual
de prim er orden. Seguram ente, en un nivel, sus debates teóricos
durante la década de 1930 expresaban el intento de A dorno por
establecerse en un pie de igualdad con este hom bre, de .quien había
sido discípulo en 1929. Ahora, a los 37 años, tenía precisam ente
la edad de Benjamín en aquel entonces.
L a inténsidad con la que Adorno sintió esta pérdida de un indi­
viduo no podía equipararse con la crudeza del núm ero de vícti­
mas, La guerra, los horrores cometidos contra los judíos7 en Ale-

8 Carta de Adorno a Krenek, 29 de julio de 1935; T h e o d o r W . A d o r ­


no und Ernst K ren ek : Briefwechsel> ed. W olfgang R ogge (Frankfurt am
M ain, Suhrkamp V erlag, 1974), p. 91. (L a n ota del editor, según la cual
Adorno se refiere a la m uerte de su m adre, está equivocada.)
4 A dorno contribuyó al libro A lb a n Berg de W illi R eich (V ie n a : Herbert
R eichner V erlag, 1937), com en tán d ole a K renek (q u ien tam bién contribuyó)
el 7 de febrero de 1936: **A través de este trabajo estoy sobreponiéndom e
lentam ente a la m uerte de Bcrk.“ (A d o rn o u n d K r e n e k : B riefwechsel, p.
112 .)
8 Ibid ., pp. 112-113.
8 N o existe docum entación disponible acerca de la respuesta person
inicial de A dorno. Su prim er ju icio publicado, un artículo en el semanario
jud ío norteam ericano A u fb a u (1 8 d e octubre de 1940) sim plem ente decía:
‘‘Arrebató una v id a que, desde q ue había com enzado a pensar, el mundo
intentó negarle.” (T h eod or W . A dorno, ü b e r W alter B en ja m ín [Frankfurt
am M ain: Suhrkam p V erlag, 1970], p. 10.)
7 "M ientras aún estábam os en N u ev a York [antes de 1940], im presionado
mania, la soledad de la emigración, com binados con la disipación
del potencial revolucionario, todo ello se expresaba en el gesto sui­
cida de Benjam in. Como consum ación literal de la “liquidación
del individuo”, constituía u n a alegoría trágica de las contradiccio­
nes inherentes en el presente histórico. Com o acto de responsabi­
lidad intelectual en reconocim iento de la im potencia intelectual,
Adorno podría haber reconocido la contradicción como propia.
En los Estados U nidos la apariencia de dem ocracia era u n a pro­
tección frente a la extinción física. Los inm igrantes intelectuales
judíos no eran privados de su derecho a trab ajar. Sin em bargo,
precisamente por esto, “el peso del conformismo, al que la población
nativa tam bién se somete, era particularm ente difícil” .8 E n A m érica '
la “adaptación” era todavía “una palab ra m ágica”, recordaba
Adorno,9 cim entando lo que era de hecho u n a nación de inm igran­
tes. A dorno era. tari reacio a someterse a este conformismo como' ló
había sido respecto de toda norm a colectiva. El castigo, si bien no
era el daño físico, era el aislam iento intelectual y la sensación de
impotencia que el aislam iento im ponía — tra b a ja r sin efectividad y
escribir sin una audiencia. Como escribiera en un ensayo dedicado
a B enjam ín:

El in d iv id u a lista y la persona q u e se a d a p ta a la o rgan ización están


am bos en p elig ro d e sucum bir a n te el statu s q u o ; el prim ero por su
im p oten cia q u e, d e c ep cio n a d a , se erig e en su p rop io trib u n al pero en
realidad h a c e ju sticia a lo s p od eres en em ig o s, e l seg u n d o a través d e lo s
poderes a los q u e p erten ece, q u e lle v a n en sí la m ism a in ju sticia q u e
se su pon e están en fren tan d o en la s fila s d e lo s opresores. A m b o s d eb en
vivir en un m u n d a d e in ju sticia u n iv ersa l.10

Adorno había aceptado venir a los Estados U nidos como director


musical del Proyecto de Investigación de R adio Princeton en res-

por tas cosas horribles que sucedían en Europa, com enzó sus investigaciones
acerca del problem a del antisem itism o.’' (T h e o d o r W . A dorno, “ S cicn tific
Expcriences of a E uropean Scholar in A m erica” , trad. D o n a ld F lem in g en
The I n te llectu a l M ig ra tio n : E u ro p e a n d A m e rica , 19 3 0 -1 9 6 0 , ed. D . F le ­
ming y B. B ailyn [C am bridge, M as3., B elknap-H arvard U n iv ersity Press,
19fi9], p. 335.)
9 T heodor W . A dorno, “D er w u n d erlich e R ealist: Ü b er S iegfried K ra-
cauer” (1 9 6 4 ), N o te n zur L iteratu r, vol. 3 (Frankfurt am M a in : Suhrkam p
Verlag, 1965), p. 103. .
0 A dorno, “Scien tific E xperiences o f a E uropean Scholar in A m erica” ,
The In tellectu a l M ig ra tio n , p. 339.
10 T h eod or W . A dorno, "G eorge un d H o fm an n sth al: Zum B riefw echsel,
1891-1906” (1 9 4 2 ), Z u r D ia lek tik des E n g a g e m en ts: A ufsátze zur L ite ra tu r
des 20. Jah rh u n derts I I (Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag, 1973),
p. 69.
puesta a un telegram a de H orkheim er, sin saber siquiera qué cosa
era un “proyecto de rad io ” : “Sim plem ente pensé que mi amigo no
h abría hecho la propuesta a m enos de estar persuadido de que yo,
un filósofo p o r vocación, podría m anejar el trab ajo .”11 En re a ­
lidad estaba absolutam ente falto de preparación. Paul Lazarsfeld,
el sociólogo vienés que se desem peñaba como director general del
proyecto, registró su prim era impresión de A dorno: “Es exacta­
m ente lo que uno po d ría im aginar como un profesor alem án m uy
distraído, y se com porta de tal m odo como extranjero que yo me
siento como un m iem bro de la Sociedad M ayflow er.”12
Adorno se trasladaba p arte de su tiempo, desde su departam ento
en Greenw ich V illage a las oficinas del Proyecto en Newark, donde
ocupaban, como recordaría más tarde, “con espíritu un tanto pió-
ñero u n a cervecería vacia ,

Cuando viajaba a través del túnel bajo el Hudson me sentía un poco


como si estuviera en el Teatro Natural de Oklahoma de K a fk a ... Mi
primera impresión acerca de las investigaciones ya avanzadas no se
caracterizó precisamente por una gran comprensión. A sugerencia de
Lazarsfeld, fui de cuarto en cuarto y hablé con los colegas, escuché pa­
labras tales como “Estudios sobre aceptación y rechazo”, “éxito o fra­
caso de un programa”, de las cuales pude sacar muy poco. Pero entendí
esto: que se referían a la recolección de datos, los cuales, se suponía,
beneficiarían al departamento de planificación en el campo de los me­
dios de comunicación, tanto en la propia industria como en organismos
de asesoría cultural y organizaciones semejantes.14

En síntesis, se le pedía a A dorno que subordinara su actividad

11 A dorno, “ S cien tific E xperiences o f a European Scholar in A m erica”


T h e In te lle c tu a l Migrfttion, p. 340.
18 C itado en M artin Jay, T h e D ia lectica l I m a g in a tio n : A H istory of Ihe
F rankfurt S ch ool a n d the In s titu te of Social Research, 1 9 2 3 -1 9 5 0 (B oston:
L ittle, Brown, 1973), p. 189. F u e L azarsfeld quien se había ofrecid o a c o n ­
tratar a A dorno: “ Yo era con scien te d e . . . los rasgos controvertidos de la
obra de A dorno, pero estaba intrigado por sus escritos acerca del papel
‘contradictorio’ de la m úsica en nuestra sociedad [esto es, “ Zur gesellschaf-
tlich en L age der M usik” (1 9 3 2 )]. C onsideraba com o un desafío el tratar de
inducir a A dorno a intentar ligar sus ideas con la in vestigación em pírica.
A dem ás yo sentía gratitud por el grupo de Frankfurt liderado por M ax
H orkheim er, d el cual él era m iem bro; ellos habían ayudado a sostener al
C entro N ew ark, y yo sabía q ue querían a A dorno en este p aís.” (P au l L a­
zarsfeld, "An E pisode in the H istory of Social R esearch: A M em oir”, T h e
In tellectu al M ig ra tio n , pp . 322-323.)
13 A dorno, “ S cien tific E xperiences of a E uropean Scholar in A m erica”,
ibid., p. 342.
M Ibid.
intelectual a los intereses de la industria de los medios de comu­
nicación, com puesta entonces, como ahora, p o r líos monopolios
capitalistas. Ésta no parecía u n a alternativa m ucho más atrayente
que la subordinación a la línea del partido. El proyecto era finan­
ciado por la Rockefeller Foundation, y el contrato requería expre­
samente que la investigación fuese conducida “dentro de los lími­
tes del sistema radial comercial” entonces existente; “Estaba im plí­
cito, por lo tanto, que el propio sistema, sus consecuencias cultura­
les y sociológicas y sus supuestos económicos y sociales, no serían
analizados.”15 A dorno adm itió: “No puedo afirm ar que yo haya
obedecido estrictam ente el contrato.”16 El resultado fue que, en
aquellos casos en que sus escritos p a ra el proyecto eran compren­
didos, se los rechazaban. Lazarsfeld escribía memos a sus asociados
para explicarles “la brillantez e im portancia de las ideas de Adorno” ;
hizo que el propio A dorno escribiera un m em orándum explicativo,17
pero el producto resultante, como tem ía Lazarsfeld, oscurecía
más que aclaraba, de m odo que “la distribución de este texto sólo
habría dificultado m ás la situación, ya que en inglés sus escritos
tenían la m ism a atracción atorm entadora y la mism a elusividad que
en alem án” .18 Según Lazarsfeld, los financiadores del proyecto
“sentían probablem ente que mis esfuerzos p ara aplicar el tipo de
investigación crítica de Adorno en el cam po de las comunicaciones,
eran un fracaso” .19 Com o resultado, “la renovación del subsidio
Rockefeller en el otoño de 1939 no preveía presupuesto alguno para
la continuación del proyecto sobre música” .20 Adorno perdió su
empleo y ese invierno fue a reunirse en Los Ángeles con Iiorkheim er
quien se había trasladado allí por razones dé salud.21 A pesar de
sus partidas, el Instituto p a ra la Investigación Social m antuvo sus
cuarteles en N ueva York, con Leo Low enthal y Friedrich Pollock

18 I b id ., p. 343.
15 Ib id .
1T L azarsfeld, “A n E pisode in the H istory o f Social R esearch: A M em oir” ,
ibid., p. 323. El m em orándum , fech ad o en ju n io d e 1938, se titulaba “ La
m úsica en la radio” .
18 I b i d . A l m ism o tiem po L azarsfeld criticaba duram ente a A dorno: “U sted
se enorgullece al atacar a otra g en te porque son neuróticos y fetichistas,
pero no se le ocurre en qué m ed id a es usted tam bién vulnerable a esos ata­
q u e s.. . ¿ N o piensa que es un p erfecto fetichism o su m anera d e utilizar
palabras latinas a lo largo de todo el tex to ? . . . L e im ploré reiteradam ente
que utilizara un len gu aje m ás responsable y usted evid en tem en te fu e p si­
cológicam ente incapaz de seguir m i con sejo.” (C ita d o en Jay, T h e Dia-
lectical im agination, p. 223.)
" I b i d ., p 324.
" I b id .
M Ib id ., p. 172.
como directores en ejercicio.22 Preocupaciones políticas y financie­
ras habían comenzado a disipar la productividad del Instituto. L a
publicación del Zeitschrift für Sozialforschung, la revista que había
sostenido desde 1932 la labor teórica de los miembros del Instituto,
era discontinua después de u n intento inicial de producirla en los
Estados U nidos (con el título en inglés de Studies in Philosophy and
Social Science), que había demostrado ser demasiado oneroso.23
El Instituto tenía entonces u n a “ram a” en Los Ángeles, aunque
ésta estaba com puesta realm ente sólo por Adorno y H orkheim er,
quienes recibían sin embargo visitantes de N ueva York, por ejem plo
Friedrich Pollock y M arcuse en el verano de 1942 (Pollock final­
m ente se trasladó a la costa oeste después de la g u e rra ). Los dos
amigos se unieron a la com unidad de escritores y artistas alemanes
exilados (que incluía a H einrich y Thom as M ann y a Alfred Dóblin),
quienes habían ido allí a causa de las oportunidades de trabajo
que proporcionaba la industria fílmíca de Hollywood.24 Si bien la
afiliación del Instituto con la Universidad de Colum bia había re­
creado la atm ósfera académ ica de Frankfurt, el grupo de Los
Ángeles le recordaba a Adorno los primeros círculos de V iena y
Berlín. En algunos casos los miembros eran los mismos. Irónica­
m ente, A dorno se encontró nuevam ente en com pañía de Bertoít
Brecht. ¿Acaso cada uno hacía al otro responsable de la m uerte de
Benjam in? Las fuentes disponibles no nos dicen nada al respecto,
pero, sí indican que la tensión entre ambos no se había disipado.
B recht inventó la palabra' “T u i” ^ abreviación de “telect-ual-in” ,
p ara referirse a.íos intelectuales margínales (o invertidos), y desde
comienzosíde la década de 1930 tenía planes p a ra una novela sobre
el tema.25 Según H anns Eisler, los Tuis eran aquellos “ que. querían
fijar los problemas sociales y económicos, relacionándose con ellos
de un m odo ‘puram ente m ental’ a través de todo tipo de remedios,
en lugar de luchar contra lá raíz del m al,— la cuestión de las rela­
ciones dé p r o p ie d a d .. i ” .20 Cómo recordáremos, Eisler e ra el alum ­
no de Schonberg27 y el colaborador musical de Brecht, cuyos “coros
22 Ibid.
a Ibid., pp. 167-168.
“ Ibid., p. 194.
*“ P ublicádo póstum am ente com o fragm ento: Bertolt Brccht, D e r T u i'
R o m á n : Fragm ent (Frankfurt am M ain : Suhrkam p V erlag, 1973).
w H ans Bunge, Fragen Sie m ehr über B rech t: Hanns Eisler im Gesprüch
(M u n ich : R ogner & Bernhard, 1970), p. 13.
Schonberg tam bién estaba en la costa del oeste; pero según T hom as
M ann, A dorno “no ten ía con tacto personal con é l”, aunque E isler era un
huésped frecuente en la casa d e Schonberg. (T h om as M ann, T h e S tory of
a N o v e l: T\he Genesis of D o c to r Faustas, trad. R ichard y C lara W inston
[N ueva York, Alfred A. K nopf, 1961], p. 103.)
proletarios” A dorno había criticado f ron talm ente en su artículo
de 1932 “Z ur gesellschaftlichen Lage der M usik” .28 Ahora, con
Brecht en C alifornia, Eisler sugirió, después de un alm uerzo con
Horkheim er, que la novela sobre los T u i se basara en la historia
del Instituto de F ran k fu rt:

Un an cia n o rico |l'é lix YYeilj m u ere, a trib u la d o por e l su frim ien to d el
m undo. D e ja en su testa m en to u n a gran su m a d e d in ero para la fu n ­
d ación d e u n in stitu to q ue in v estig u e la ca u sa d e la m iseria — q u e por
supuesto es .él m i s m o . . . 29

Así, Brecht lo registró en su diario en mayo de 1942, agregando al­


gunos meses más tarde: “A dorno está aquí. Este Instituto de F ran k ­
furt es u n a m ina de oro p ara la novela T u i.” 30 Sin em bargo, el
hecho de estar juntos de m anera relativam ente frecuente, era u n a
silenciosa adm isión de que a pesar de sus diferencias teóricas, como
radicales com partían u n a sensación de im potencia intelectual, y
como inm igrantes necesitados de trabajo, todos hacían sus com ­
promisos. El propio Eisler recibía un subsidio de la Rockefeller
Foundation p a ra un "proyecto de película m usical”, que incluía
un estudio sobre “C atorce m aneras de describir la lluvia” que evo­
caba alguna corrección hum orística de B recht.31 C om o p a rte del
proyecto, A dorno y Eisler colaboraron en un libro, K om position
für den F ilm ?2 que cautelosam ente tocaba las cuestiones que los
separaban, com binando elementos teóricos de Schónberg, Brecht,
Benjamin y H orkheim er, y proporcionaba sugerencias prácticas
para la utilización de la música en relación a la am pliación del
im pacto crítico del film.03 L a m enor rigidez de A dorno en relación
23 V é a s e cap . 2.r
M C itad o en Irving F letscher, “B ertolt B recht and A m erica” , S alm a g u n d i
1 0 /1 1 , T h e L e g a c y of th e G erm án R efu g ee I n te lle c tu a h (oto ñ o 1969-in-
vierno 1970): 271.
30 C itado en ibid.
31 B unge, Fragen Sie m eh r über B rech t: H a n n s Eisler itn G esprdch, pp.
13-15.
M C om p letad o en septiem bre d e 1944, el libro fu e p u b licad o por O xford
U niversity Press en 1947 ún icam en te bajo el nom bre d e Eisler, porque el
hermano d e Eisler, G erhard, había sido atacad o por sus actividades p o lí­
ticas radicales en los Estados U n id os, y A d orn o n o quería verse com plicado
en el asunto, dada su reciente adm isión en el país. E n 1949, en A lem ania
Oriental (d on d e E isler fue después de la guerra) se publicó una versión
alemana m odificada, que con ten ía cam bios d e carácter p olítico que no
habían sido autorizados por A dorno. A dorno autorizó u n a segunda traduc­
ción sin m od ificaciones q ue fue pu b licad a en A lem an ia O ccid en ta l en 1969.
(V éase la n ota de A dorno en T h eod or W . A dorno y H an n s Eisler, K o m ­
position fü r den Film [M u n ich : R ogner & Bernhard, 1969], pp. 213-215.)
13 U n cap ítu lo sobre estética, evid en tem en te escrito por A dorno, afirmaba
a las esferas intelectuales debe ser in terpretada como tolerancia y
no como oportunism o, como protesta contra el fanatism o de la
época. E staba basada en el reconocim iento de que nadie puede
sobrevivir ileso a las contradicciones sociales. Com o escribiera d u ­
ran te este período: “E n u n a vida falsa 110 existe m odo de vida
verdadero.” 34

LAS T E SIS DE B E N JA M IN SOBRE LA HISTORIA

E n junio de 1941, A dorno y H orkheim er recibieron por prim era vez


u n a copiá de las Geschichtsphilosophische Thesen ( “Tesis sobre la
filosofía de la historia” ) de Benjam ín. A p a rtir de la corresponden­
cia previa, A dorno era consciente de que éste era el últim o borrador
com pletado por Benjam ín antes de su m uerte, docum ento de im­
portancia teórica central, ya que intentaba ser la introducción
m etodológica al Passagenarbeit,85 Adorno, quien en 1929 había
sido literalm ente convertido por la introducción m etodológica al
Trauerspiel, seguram ente puso su m áxim a atención en este notable
y críptico texto, com puesto de 18 tesis breves. Y a lo hemos discutido
en el capítulo 3, en relación al concepto de historia de A dorno que
afirm aba que la historia no tenía significado en sí m ism a, sino sólo
en referencia al presente, y por lo tanto sólo como concepto crítico
que desm itificaba al presente. A unque los políticam ente com pro­
m etidos escritos de Benjam ín durante la década de 1930 im plica­
ban una afirm ación del significado del desarrollo histórico, en tanto
afirm aban el desarrollo objetivo de la tecnología, en estas tesis
volvía a su interpretación anterior,88 que Adorno jam ás abandonó.

com o prin cip io básico que la m úsica, en lugar d e adaptarse a la im agen


visual del film , deb ía aparecer en contradicción dialéctica con ella. S ign i­
ficativam en te, A dorno afirm aba el principio d el m on taje, sosten ien d o: “U n
m on taje h ech o correctam ente es tam bién, por d efin ición , interpretación”,
au nque antes h ab ía criticado la utilización ben jam ín ian a del m on taje, pre­
cisam ente porque exclu ía a la interpretación. (I b id .} p. 107 n.)
84 T h eo d o r W . A dorno, M í n im a m oralia (F rankfurt am M a in : Suhrkam p
V erlag, 1969), p. 42.
83 W alter B enjam ín, G esa m m elte S c h ñ ft e n , 6 .v o ls ., ed. R o lf T ied em an n
y H erm ann Schw eppenhSuser, vol. 1 : 3: A b h a n d lu n g e n (Frankfurt am M ain :
Suhrkam p V erlag, 1974), p. 1223. Es necesario recordar esto para no m al-
interpretar las tesis. Su m en saje es q ue la historia ha perm anecido siem ­
pre id én tica en su opresión, barbarie, y sufrim iento; sin em bargo introdu­
cen un estudio q ue trata de capturar lo absolutam ente nuevo e n la ex p e­
riencia hu m an a q ue em erge con la urbanización industrial. A sí, ambos
polos, lo arcaico y lo m oderno, proporcionarían las claves interpretativas al
P arís del siglo x ix .
09 Por supuesto, en el segu n d o ensayo sobre B audelaire, term inado en el
Sin embargo, la naturaleza del presente histórico se había transfor­
mado. A comienzos de la década de 1930, la revolución parecía
ser todavía posible, y el m ayor obstáculo p a ra un conocimiento
correcto parecía ser la reificación de la realidad que otorgaba al
presente la apariencia de existencia eterna, como “segunda natu­
raleza” . Pero ahora, precisam ente cuando un sentido de destino
histórico había sido el cebo p a ra las catástrofes del fascismo y la
guerra, debía desarticularse, sostenía Benjam in en sus tesis, el pro­
pio m ito de la historia como cambio progresista: “N ada ha co­
rrom pido tanto a los obreros alem anes como la opinión de que
están nadando con la corriente.”37 L a imagen de la clase obrera
como la “redentora de las generaciones futuras” había
. . . cortado los nervios de su fuerza mejor. La clase desaprendió en
esta escuela tanto el odio como la voluntad de sacrificio. Puesto que
ambos se alimentan de la imagen de los antecesores esclavizados y no
del ideal de los descendientes liberados.88
Ya fuese que las tesis de Benjam ín fuesen originales o que sim­
plem ente apoyaran u n a disposición previa, nad a de lo que A dorno
o Iíorkheim er escribieron después de 1941 violó esta últim a acu­
sación de Benjam in, él m andato de negar la idea de historia como
progreso. Esto suponía u n a transform ación total de la imagen de la
revolución social. Su m eta, escribió H orkheim er, “ya no es la ace­
leración del progreso, sino el surgim iento del progreso” .80
verano de 1939, ya estaba im p lícita una reversión d e la posición d e B en­
jam ín. Pero T ied em an n ha sostenido que el punto de viraje decisivo fue la
desilusión d e B enjam ín con la U R S S a partir del p acto de no agresión nazi-
soviético, q u e se firm ó unas sem anas m ás tarde, (lto lf T ied em a n n , '‘Hts-
torischer M aterialism us oder politischer M essianism us?” A i aterí alien zu
Benjamins T h esen “ Ü ber den Begriff der G eschickte” : Beitrage u n d I n ­
ter pretation en , [Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag, 1975], p. 102.)
El hecho es que después d el p a cto la ten d en cia teórica 'correcta y la ten ­
dencia p o lítica correcta una vez más convergieron.
87 B enjam in, “ Über d en B egriff der G esch ich te” (1 9 4 0 ), G esam m eltc Schrif-
ten i: 2, p. 698 [trad. esp,, p. 184]. Estas tesis fueron publicadas bajo este
título en 1940, pero se las con oce com o Geschichtsphilosphische Thesen ,
publicadas co m o tales en Illu m in a tio n en (1 9 5 5 ) [“T esis de filosofía de la
historia” en W alter B enjam ín, Discursos in terru m pidos I, trad. J. Aguirre
(M adrid: Taurus, 1973), pp . 175-191,]
M B enjam in, “T esis d e filosofía de la historia” (19 4 0 ), Discursos in te­
rrumpidos I, p. 106.
33 M ax H orkheínier, “Autorit&rer S ta a t” (1 9 4 2 ), Gesellschaft im ü b er-
gang: A u fsatze¡ R e d e n u n d Vortrdge 1 9 42 -19 70 , ed. W erner Brede (Frank­
furt am M ain : A th enau m F ischer T asch en b u ch V erlag, 1972),' p. 25. B en­
jam ín escribió en las tesis que la ruptura revolucionaria hacía explotar el
continuum d e la historia en lugar d e acelerarlo, y apuntaba q ue esto era
intuitivam ente con ocid o por los obreros de París en la revolución d e ju lio
En las tesis sobre la historia, el polo teológico del pensam iento
de Benjamin era claram ente evidente, no tanto al lado del polo
m aterialista, sino dentro de él. L a prim era tesis presentaba la
imagen de esta relación, “un m uñeco trajeado a la turca, en la
boca una pipa de narguile” , jugando ajedrez en una mesa enorme,
m ientras “un enano jorobado que era un maestro en el juego del
a je d re z .. . guiaba m ediante hilos la m ano del m uñeco” .40 L a imagen
(que aludía tam bién a la “ilum inación profana” de las drogas)
sugería un “equivalente filosófico” :

siem p re tendrá q u e ganar el m u ñ eco q ue lla m a m o s “ m a teria lism o h is­


tó rico ”. P od rá h ab érselas sin m ás c o n cu alq u iera si tom a a su servicio a
la teo lo g ía q u e, co m o es sab id o, es h o y p eq u eñ a y fea y n o d eb e dejarse
ver en m odo. a lg u n o .41

E n la continuación, Benjam in describía cómo un “m aterialista


histórico” debería enfocar el m aterial de la historia, pero el lengua­
je y la im aginería eran explícita y consistentemente teológicos: la
salvación de la experiencia hum ana del olvido histórico se com para­
ba con la redención religiosa; la revolución era descrita como el
advenim iento del Mesías. Debemos recordar que Adorno había
criticado el prim er ensayo sobre Baudelaire porque sentía que en
él los polos teológico y m aterialista se confundían en un colapso
único. En aquel caso, pensaba Adorno, Benjam in incorporaba los
elementos más deficientes de ambos polos, es decir los menos crí­
ticos. En su ansiedad por desarrollar un m étodo verdaderam ente
m arxista, no idealista, Benjam in había simplemente pegoteado p ar­
tes del m aterial del París del siglo xtx, incorporándolas al texto con
un m ínimo de comentario interpretativo, como si por su m era reci­
tación, en lo que Adorno describía como un tipo de “conjuro” reli­
gioso (Beschworung), pudieran revelar su verdadero contenido.
.A dorno sostenía que como resultado el estudio se ubicaba en “el
cruce del positivismo y la m agia” .42 Ahora, en esta nueva intro­
ducción metodológica Benjam in acentuaba precisam ente el m o­
m ento opuesto, en el que la verdad em ergía sólo erigiendo una dis­
tancia crítica entre el m aterial y el intérprete, y ello suponía eri­
girse en el límite presente de la historia, en la línea divisoria entre

que espontáneam ente en varias partes de la ciudad disparaban a los relojes


d e las torres. (B enjam in, “T esis de filosofía de la historia” [1940], Dis­
cursos interrum pidos pp. 188-189.)
40 Ibid ., p. 177.
a %lbid.
43 V é a se c a p . 10.
el “ahora” (Jetztzeit)43 y la posibilidad de un. futuro radicalm ente
diferente. Desde esta perspectiva la historia no podía ser afirm ada
ni racionalizada. Com o expresión de este m om ento crítico, nega-
dor tanto de la teología como del m arxismo, Benjam ín interpretaba
en su novena tesis una p in tu ra de Paul K le e :44

H a y un cu ad ro d e K le e q u e se lla m a A n g elu s N o v u s. E n él se representa


a u n án gel q u e parece c o m o si estu viese a p u n to d e aleja rse d e a lg o
que le tien e p asm ad o. Sus o jo s están d esm esu ra d a m en te ab iertos, la
boca abierta y ex ten d id a s las alas. Y éste deberá ser el a sp ecto d e l án gel
de la h istoria. H a v u e lto e l rostro h a c ia el p a sa d o . D o n d e a n osotros
se nos m a n ifiesta un a ca d e n a d e datos, él v e una ca tá stro fe ú n ica q u e
am on ton a in ca n sa b lem en te ruina sobre ru in a, a rroján d olas a sus p ies.
B ien quisiera él d eten erse, desp ertar a lo s m u ertos y reco m p o n er lo d e s­
ped azad o. P ero d esd e e l paraíso so p la u n h u racán q u e se h a en red a d o
en sus alas y q u e es ta n fu erte q u e e l án g el ya no p u ed e cerrarlas. E ste
huracán le em p u ja , irreten ib lem en te h a cia e l. fu tu ro, al cu a l da la es«
p ald a, m ien tras q u e los m o n to n es d e ruinas crecen a n te él h a sta el c ielo .
E se h u racán es lo q u e nosotros lla m a m o s p rogreso.45

Es cierto que/A dorno tendía a ver en el arte, más que en la teología,


el refugio p ara él ímpuíso utópíco que nQ,podía e|iconU ar j u lugar
en la ’réálídad a c t u a l P e r o jam ás se opuso al polo^ teoló^ico
pensam iento de Benjam ín ^ n tanto éste perm aneciera “negativo” .
Eri completo acuerdo con las tesis de Benjam ín eseníno en T947:
L a ú n ica filo so fía q u e p u ed e ser p ra ctica d a resp o n sa b lem en te fren te a la
d esesperación es el in ten to d e co n tem p la r tod as las cosas c o m o ella s se
presentarían d esd e el p u n to d e v ista d e la red en ció n .47

Sin embargo, si- la aceptación de Adorno del impulso teológico


no era nueva, hubo u n a intensificación de ella en sus escritos
posteriores a la m uerte de Benjam ín. E ra m ás un cambio en el
tono que en el concepto, u n a nueva solem nidad que otorgaba a su
trabajo el carácter de un réquiem filosófico. E ra como si el destino
de los judíos hubiese colocado un tabú en su lenguaje anterior de
“liquidación” del idealismo, como sí los bom bardeos cotidianos y la
catástrofe final de Hiroshim a le hubiesen hecho imposible el hablar
J b i d p. 185.
** V éase Gershom Scholem , “ W alter B enjam ín un d seín E n g el” , Z n r
Aktu alitat W a lter B enjam ins: A u s Anlass des 80. Geburtstags von Walte.r
Benjamín , ed. U n seld (Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag, 1 9 7 2 ).
48 B enjam in, “T esis de filosofía d e la h istoria” , Discursos iriterrumpidos
7, p. 103.
t€ V éase cap. 9.
47 T h eo d o r W. A dorno, M ín im a moralía: R eflec tion s from D a m a g e d L ife ,
trad. E. F. N , Jep h cott (L ondres: n l b 1974), p. 247.
de “hacer explotar” las form as reificadas, H abía, si se quiere, un
nuevo pacifismo en los ataques críticos de Adorno. T om ó más en
serio aquello que siem pre h ab ía sostenido como el “doble carácter”
del fenóm eno, sosteniendo no sólo que había un núcleo de verdad
dentro del caparazón de la ideología, sino que incluso el caparazón
podía ser redim ido a través de lo^ esfuerzos de interpretación. Era
como si toda existencia p ro fan a asum iera u n a intensa santidad, en
el m om ento en que su inefable fragilidad se ilum inaba con el res­
plandor de u n a guerra que la consumía insensatam ente.
E n su prim er juicio publicado acerca del legado de Benjamin,
A dorno afirm ó que su filosofía sobreviviría porque era verdadera:
“Se desplegará en el tiem po porque incluso sus preocupaciones
más privadas son las preocupaciones de todos.”48 Sin embargo, las
tesis sobre historia que recibió ese invierno le hicieron recordar
la transitoriedad de los fenómenos.49 E n ellas'B enjam in criticaba la
afirm ación de G ottfried K eller: “la verdad no se nos escapará” ,
afirm ando en cambio que cada im agen del pasado “am enaza des­
aparecer con cada presente que no se reconozca m entado en ella”.110
A hora el propio Benjam in era u n a p arte de ese pasado, y A dorno
heredaba la misión de su redención. Esto quería decir en prim er
lugar, rescatar del olvido histórico al trabajo de su amigo, cosa
que, como editor de sus escritos (1955) y cartas (1966), A dorno
pudo lograr.51
Pero en el espíritu de su proyecto en común, los propios textos
no podían transform arse en un dogm a reverenciado y reificado.
Ju n to a la redención exotérica de los textos se im ponía la reden­
ción esotérica. M ás intensam ente que nunca, Adorno internalizó
-ia filosofía de Benjam ín en un acto de Aufhebungy en los tres sen­
tidos (preservar, negar y superar) del térm ino hegeliano. Preservó
el trabajo de su amigo en el suyo propio de m odo que n a d a de lo
escrito estuvo libre del lenguaje personal de Benjam in y de su
m étodo epistemológico único. Pero tam bién significaba que a través
de este m étodo redim ía aquellos problem as del trabajo de Benjam ín
que había criticado en su correspondencia. Com enzando con su

“ A dorno, "Zum B enjam ín G edSchtnis” , Ü.ber W a l te r Benjarnin, p. 10.


“ Él m ism o había enfatizado esta transitoriedad en su discurso de 1932
“D ie Id ee der N atu rgesch ich te” (d iscu tid o en el cap. 2).
60 B enjam ín, “ T esis de filosofía de la h istoria”, Discursos in terrum pid os
I , p. 180.
81 W alter B enjam ín, S c h rift en, 2 vols., ed. T h eo d o r W . A dorno y G retel
A dorno (Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag, 1955); i d e m B r i e f e ,
2 vols,, ed. Gershom S ch olem y T h eod or W . A dorno (Frankfurt am M ain :
Suhrkam p V erla g, 1966.)
artículo de 1938 acerca del carácter fetichista d^ la música,82
aquello que Adorno había considerado errores teóricos de Benja-
rnin comenzó a ser interpretado como reflejo de aquello que no
funcionaba en la realidad. Gomo en el caso de HusserI o Kierke-
gaard precisam ente dentro de los fracasos, de las rupturas (Briiche)
de la filosofía de Benjam in, A dorno descifraba una ~vercfacl"s"ócial
ininféricibñal'.' JÍYtém a constante de la critica de Adqrno h á b ía ’sídó
él hécho^de que Benjam in tendiera a elim inar el papel de sujeto
áctivo, criticam ente reflexivo en el proceso cognoscitivo. "Ello era
manifiesto eii la afirm ación de Benjam in de la conciencia em píri­
camente existente así como en los métodos surrealistas que tomó
prestados, con su acento en la pasividad del s u je ta Esto estaba detrás
de la advertencia de Adorno de que la cita de los hechos sin co­
m entario atrap ab a a Benjam ín en la er^cmcyada _de la m agia y el
positivismo. A dorno interpretaba esta ‘‘extinción ^del ego” (Erlos-
chung d e s lc h s ) dentro Bel' m étodo como un reflejo de la incapa­
cidad del hom bre m oderno p a ra experim entar, cjue a su vez era la
causa dé su im potencia política ( O hnm acht). Los trabajos siguientes
de Adorrío "en el cam po dq fa psicología social fueron una demos­
tración de este problem a tal como se m anifestaba en el^confor
mismo pasivo del individuo, en su consumo de la cultura de masas,"¿3
y su reverencia sim ultánea por los “hechos” positivistas por "una
parte54 y por la m agia de los demagogos55 y los horóscopos50 por
la otra. El problem a, expresado en términos filosóficos, quería decir
que el sujeto era incapaz de una distancia suficiente del objeto, para
tener la experiencia dialéctica, es decir reconocerlo críticam ente
como un otro no idéntico, y la propia identidad llegaba a ser sinó­

63 V éase cap. 10. Este ensayo a su vez influyó sobre e^l segundo ensayo
sobre B audelaire (su pra , pp. 216), en cierto sentido un acto de autocrítica.
63 T heodor W. A dorno, “A Social C ritique of R ad io M usic” , K e n y o n
R eview , 7, 2 (1 9 4 5 ): 2 0 8 -2 1 7 ; “F em seh en ais Id eo lo g ie” y “ Prolog zum
Fernsehen” (1 9 5 3 ) en id e m „ Eingriffe: N eu n kritische M o d elle (Frank­
furt am M ain: Suhrkam p V erlag, 1968).
64 T heodor W. A dorno, “E in leitu n g zur Positivismusstreit in der deutschen
Soziologie” (1969), G e sa m m e lte Sch riften, vol. 8 : Soziologische Schriften
1, ed. R o lf T ied em an n (Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag, 1972).
56 T h eod or W . A dorno, “T h e P sychological T ech n iq u e of M artin Luther
Thom as R adio A ddresses” ( 1 9 4 3 ) , y “ Studies in the A uthoritarian Perso-
nality” (1 9 4 4 -1 9 4 9 ), G e sa m m e lte Schiriften¡ vol. 9: 1: Soziologische Schrif­
ten I I : Erste H&lfte, ed. Susan IJuck-Morss y R olf T iedem anrj. (Frankfurt
am M ain: Suhrkam p V erlag, 1975).
M T heodor W. A dorno, “ Superstición de segu n d a m an o”, en T heodor W.
Adorno y M ax H orkheim er, Sociologíat trad. V . Sánchez (M adrid: T au-
rus, 1979), pp. 149-173. •
nimo de la im potencia del sujeto y de su dominación por el sistema
social.57
Como prim er paso en esta redención exotérica del trabajo de
Benjamin, Adorno y H orkheim er publicaron las. tesis. sobre .la filo­
sofía de la h isto riajd e_ ^ en jam n .en.. 1942, en una■."edición especiar*
mimeógfiifiatía de la por entpnces difunta Zeitschrift fü r Sozial-
forschung con el título de "Ü ber den Begriff der Geschichte” ( “So­
bre el concepto de historia” ). El volumen tam bién contenía dos en­
sayos de H orkheim er y dos de Adorno. Las contribuciones de H ork­
heim er eran artículos teóricos germinales, en el espíritu de las
tesis de Benjam ín sobre la historia. En realidad podría decirse que
fundam entaban las tesis en una sustancia teórica, construyendo el
análisis del capitalism o contem poráneo desarrollado por su amigo
de toda la vida, Friedrich Pollock, quien por entonces actuaba
como director del Instituto en Nueva York. Al mismo tiempo, la
crítica benjam iniana al m ito del progreso histórico, fundam entada
en su efecto político adverso sobre la clase obrera, y su concepto
radical de la libertad que iba m ucho más allá de la racionaliza­
ción de la economía, y por lo tanto implicaba u n a crítica de la
U RSS, otorgaba justificación política a la obra de Pollock, que
por entonces daba origen a una discusión decisiva entre los m iem ­
bros del Instituto.58 L a posición de Pollock afirm aba esencialmente
que el capitalismo monopólico, en lugar de dirigirse hacia el cu-
lapso, había entrado en una nueva y relativam ente estable etapa,
a la que denom inaba "capitalism o de estado” .159 Se distinguía no
tanto por el modo- de propiedad económica como por la estruc­
tu ra de la dom inación autoritaria que caracterizaba sus institucio­
nes — corporaciones monopólicas, partidos políticos de masas, y
burocracias gubernam entales y sindicales. L a U R SS no represen­
taba ningún "progreso” en el cam ino de superación de esta “es­
tru ctura de dom inio”, en el que el m otivo del beneficio había sido
rem plazado por el motivo del poder, en tanto que el fascismo, a
pesar de su caos aparente, resultaba en la intensificación de esa es­
tructura.60 U no de los ensayos de H orkheim er aparecido en la edi­
ción especial en hom enaje a Benjamin, "A utoritárer S taat” (“El

67 T heodor W . A dorno, “V orrcde” (19 5 6 ), Z u r M eta k ritik d e r Erkennt


nistheorie, G esam m elte Schriften, vol. 5, ed. G retel A dorno y R o lf T ied c-
m ann (Frankfurt am M ain : Suhrkamp V erlag, 1971).
M V éase Jay, T h e Dia lectical Im agin ation , pp. 143-167.
El m iem bro del Instituto Franz N eu m an n , que trabajaba en su conocido
libro B eh e m o th , sobre la A lem ania nazi (1 9 4 4 ), rechazaba la tesis de
Pollock, considerando que el térm ino “capitalism o de estado” era con trad ic­
torio en sí [ibid., pp. 162-163).
00 I b id ., pp. 152-153.
estado autoritario”) sostenía que precisam ente esta estructura de
dominación era el origen de aquello que Benjam ín llam aba la “bar­
barie” recurrente en la historia.01
Por supuesto había habido progreso en el control de la n a tu ra ­
leza: Benjam ín escribió en sus tesis que los “progresos del dom inio
de la naturaleza” y los “retrocesos de la sociedad” form aban los
polos dialécticos del desarrollo histórico.62 No tenía, como tam poco
Adorno y H orkheim er, la conciencia de m uchos ecologistas radica­
les del presente, ya que al menos todavía consideraba en térm inos
positivos al potencial de la tecnología. H orkheim er escribió:

P roblem as q u e h a c e un a d éc a d a fu ero n co n sid era d o s c o m o barreras té c ­


nicas u organizativas in su p erab les h a n sid o rotos a lo s o jo s d e t o d o s .. .
C u an d o las m ed ia s p u e d e n fabricarse co n aire, só lo g o lp e a n d o algú n
e lem en to h u m a n o etern o, es d ec ir in terp reta n d o errón eam en te c o m o in -
varian tes a ía s esen cia s p sico ló g ica s, p u e d e racion alizarse la etern id a d d e
la d o m in a ció n .68

Sin embargo, la estructura de la nueva tecnología, basada en la


dom inación de la naturaleza, sirvió sólo p a ra reforzar las relaciones
sociales de dom inación, cuya elim inación era el único criterio de
progreso hum ano real, y con esta luz la historia aparecía como
siempre idéntica (Im m ergleiche) a pesar de los cambios en su base
m aterial. A dorno sostuvo (en un ensayo de 1956) que había sido

. . . el profundo presentimiento [de Marx] de que los elementos existen-


cíales de la historia son la dominación y la dependencia, y que a pesar
de todo progreso en la racionalidad y la tecnología nada realmente de­
cisivo se ha modificado.64

L a continuada existencia de esta condición no era inevitabe. B.én-


jam in afirm aba en sus tesis sobre la historia: “Y como a cada
generación que vivió antes que nosotros, nos h a sido dad a u n a flaca
fuerza m esiánica.. .”0K Esto significaba que, aunque el curso obje­
01 H orkheim er, “A utoritarer S taat” (1 9 4 2 ), Gesellschaft im Übergang,
pp. 13-35.
** B enjam ín, “ Te?is de filosofía de la historia”, Discursos in te r r u m p id o í 1,
p. 185.
w H orkheim er, “A utoritarer Staat" (1 9 4 2 ), Gesellschaft im ü b erg a n g ,
p. 33.
M T h eod or W . A dorno, “ G esellschaft” , M ax H orkheim er y T h eo d o r W .
Adorno, Soziologische Exkurse (vol. 4 d el In stitu t für Sozialforschung, F rank­
furter Beitrage zur Soziologie, ed. T h eo d o r W . A dorno y W alter Dirks)
(Frankfurt am M ain: E u ro p iisch e V erlagsan stalt, 1956), p. 30.
68 B enjam ín, “ T esis de filosofía de la h istoria” , Discursos in terrum pidos
1, p. 178.
tivo de la historia no representaba u n progreso, “cada segundo
e r a .. . la pequeña p u e rta por la que podía e n tra r el M esías” .00
En “A utoritarer S ta at”, H okheim er sostenía de igual modo que
aunque “en tan to la historia del m undo sigue su curso lógico,
fracasa en la realización de su destino hum ano”,07 sin embargo,
“ p a ra el revolucionario, el m undo siempre h a estado acabado” .68
En realidad, la alternativa sólo dependía de la voluntad hum ana:
“Con la experiencia de que su voluntad política en realidad trans­
form a sus propias vidas a través de la transform ación de la socie­
dad, la ap atía de las masas desaparecerá.”üy Pero era precisa­
m ente este tipo de “experiencia” crítica la que se veía am enazada
de extinción por la cultura de masas — de allji el círculo vicioso en
el que la historia repetía su arcaico p atrón de dom inación.
Las tesis de Benjam ín se alejaban de la posición oficial com u­
nista no sólo en su rechazo de la historia cqmo progreso. C ritica­
ban la resurrección de la ética de trabajo protestante (que, según
Benjam ín, M arx no había com partido, señalando al efecto la Crítica
del Programa de G otha) y rechazaban la idea de que la socialización
económica fuese la m eta de la revolución, y no sim plem ente el
m edio p a ra realizar u n a noción radical de libertad, incluyendo la
felicidad sensual, que había sido defendida por los utópicos pre-
m arxistas como Charles F ourier.70 Esto era algo muy diferente del
ensayo sobre la obra de arte que afirm aba a la cultura de masa como
la fuente de la felicidad actual, y u n a vez más, H orkheim er estaba
dispuesto a concordar.71 En el “A utoritarer S taat” escribió que el
propósito de la revolución no era sólo la socialización de los medios
de producción, o la racionalización de la econom ía y el control
ilim itado de la naturaleza, que ocurrirían “en todo caso sin espon­
taneidad”, sino tam bién aquello “que no puede tener lugar sin la
resistencia activa y los intentos de libertad constantem ente reno-

w I b id ., p. 191.
m H orkheim er, “A utoritarer S ta a t” (1 9 4 2 ), Gesellschaft im Übergang,
r>. 34.
08 I b id ., p. 23.
w Ib id ., p. 21.
70 B enjam ín, “T esis d e filosofía de la h istoria” , Discursos in terru m p id os
J, p. 105.
71 Cf. H orkheim er, “ E goísm o y m ovim iento liberador” ( 1 9 3 6 ) , T e o ría
critica, trad. E. A lbizu y C . L u is (B uenos A ires: Am orrortu, 1974), pp.
151-222. El artículo sostenía que la represión sexual era reflejo del asce­
tism o burgués, y por lo tantq prod u cid a tanto social com o biológicam en te,
y que el ascetism o sexual no casualm ente se relacionaba con el reino del
T error d e R obespierre, q ue traicion ó la visión revolucionaria por la práctica
de la dom in ación totalitaria (véase pp. 302-303).
vados: el fin de la explotación” ,72 L a libertad tam poco era enten­
dida de m anera puram ente negativa, como libertad he la opresión,
sino corno la libertad p a ra lograr aquello que H orkheim er, desde
1936, llam aba "felicidad sensual” (sinnliches G liick).
L a dialéctica revolucionaria, escribió H orkheim er, no era “idén­
tica al desarrollo” .73 Esta dialéctica tenía lugar entre conciencia
y sociedad. Sin ella, lo que parecía ser un desarrollo dialéctico al
interior de la solas fuerzas objetivas, la revolución tecnológica que
podría haber anunciado la historia verdadera, recaía en una nueva
form a de opresión y repetía el círculo vicioso del pasado. Sin ella,
el desarrollo de la subjetividad racional, en lugar de cum plir su
promesa de desmitificación, recaía en úna nueva form a de mito,
como dem ostrarían A dorno y H orkheim er en su estudio Dialektik
der A ufklarung (1947)74 El fundam ento teórico p ara este estudio
se había planteado en el segundo artículo de Horkheim er, apare­
cido con las tesis sobre historia de Benjamin, titulado “V ernunft
und Selbsterhaltung” (“Razón y autopreservación”). Intentaba
dem ostrar cómo la razón, originalm ente el m edio de preservar al
individuo burgués tanto de la dom inación natural como de la
política, en virtud de su progresiva instrumentalización, conducía
en cambio a la destrucción del individuo y a la preservación de
las fuerzas de opresión. L a “razón instrum ental” se había trans­
form ado en la herram ienta p ara una seudorreconciliación de sujeto
y objeto, conciencia y sociedad, era el medio para lograr fines,
para cuyo valor ya no proporcionaba un criterio.75 Conducía hacia
la sociedad de m asa y no hacia la sociedad sin clases, al confor­
mismo y no a la universalidad, a una parodia de la visión utópica.
La respuesta necesaria, en realidad la única respuesta filosófica po­
sible era el m antener u n a posición de incansable negatividad, que
no p actara en ningún caso con el status quo y que m antuviera
viva la independencia crítica del sujeto, salvándola de la extinción
social y del olvido histórico. Por lo tanto, la única esperanza de
ayudar a la liberación de la “prim era naturaleza” era “desenca-

7* H orkheim er, “A utoritarer S ta a t” (1 9 4 2 ), Gesellschaft itn Ubergang,


pp. 24-25.
73 Ib id., p. 24.
71 C om o se sugirió al fin a l del ca p ítu lo 3 (p p . 95-6) este libro no era
tanto un retroceso respecto de M arx sino u n a relectura de M apc a la luz
del presente; para A dorno, en realidad, significó u n acercam iento a M arx,
porque reconocía de m od o más riguroso que antes las lim itaciones de la
praxis geistige, la in ad ecu ación d e la revolución sólo al interior de la c u l­
tura cuando se requería u n a revolu ción al interior d e la sociedad.
m M ax H orkheim er, V ernu n ft u n d Selbsterh altun g (1 9 4 2 ) (Frankfurt
am M ain: Fischer V erlag, 1970), p. 12.
denar a su opuesto aparente, el pensam iento independiente”.70
Los ensayos teóricos de Horkheim er reflejaban del mismo modo
el pensam iento de Adorno, ya que durante la guerra, en California,
su trabajo se desarrolló en estrecha colaboración. No sólo D ialek-
tik der A ufklarung, sino tam bién un libro sobre el mismo tem a,
en inglés, Eclipse of Reason (1947), aunque aparecido bajo el
solo nom bre de Horkheim er, era claram ente obra de ambos. Sin
embargo, a pesar de la comunión de posiciones, existía una divi­
sión del trabajo en su producción intelectual, que era discernible
p a ra cualquiera que estuviera fam iliarizado con las diferencias de
su lenguaje y m odo de representación.77 H orkheim er proporcio­
naba el anclaje histórico y científico social p ara su producción
y Adorno Jas destrezas estéticas necesarias p a ra la representación
filosófica adecuada. Dem ostró ser una form a fructífera de cola­
boración, ya que sus enfoques proporcionaban u n equilibrio diná­
mico entre los polos de la ciencia y el arte. T rabajaron juntos de
u n a m anera que Adorno jam ás habría podido desarrollar con
Benjamín, cuyas inclinaciones artísticas estaban quizá demasiado
próxim as a las suyas como p a ra no conducir a un enfrentam iento.
Adorno com entaba que, si bien había convencido a H orkheim er
de la im portancia de la “representación” y había “reforzado” su an ­
tipositivismo, Horkheim er, a su vez, lo había “protegido” del “es­
teticismo”.78 L a conciencia de su propia debilidad y de los lími­
tes del arte como m odelo cognoscitivo filosófico podría explicar
la elección un tanto extraña de los temas de su contribución al
núm ero conmem orativo de la revista: un ensayo acerca de la
correspondencia entre los poetas Stefan George y H ugo von Hof-
m annsthal.70 Adorno no había tratado el tem a anteriorm ente
(aunque en su estudio sobre Husserl había descrito los parale­
lismos entre el filósofo y H ofm annsthal).80 El ensayo no m encio­
naba su propia correspondencia con Benjamín, aunque am bas eran
claram ente paralelas, en tanto George, como Benjamín, había
sido mayor que su protegido, H ofm annsthal,81 y en tanto los
” M ax H orkheim er, “ E clipse of Reason*’ (1947) (N u ev a Y ork: T h e
Seabury Press, 1974), p. 127.
77 La autoría de los dos primeros capítulos de Eclipse of Reason, p. ej.,
parece haber estado indudablem ente dividida entre ambos, siendo H ork­
heim er el autor de pp. 3 -34 y 58-72, y A dorno de pp. 34-37 y 72-91.
78 T heodor \V. A dorno, “ O ffener Brief an M ax H orkheim er” , D ie Z eit,
12 de febrero de 1965, p, 32.
™ T heodor W . A dorno, “George und H ofm an n sth al” (1 9 4 2 ), Z u r Día.-
lektik des E ngagem ents, pp . 45-93.
80 T heodor W . A dorno, ras. sobre H usserl, 1934-1937, Frankfurt am
M ain, legado de Adorno.
61 H ofm an n sth al ten ía una extracción similar a la d e A dorno: burgués
años de su correspondencia (1891-1906) no habían sido tocados
por las disputas entre ambos. Pero aquí cesaban las similitudes.
George y H ofm annsthal eran en el m ejor de los casos apolíticos;
en el peor, racistas o chauvinistas. A dorno criticaba la ausencia
de sustancia teórica en su correspondencia, en la que las discu­
siones poéticas se lim itaban a cuestiones de técnica form al,82 y los
desacuerdos se centraban en desaires personales, poder, prestigio,
y en últim a instancia, “propiedad intelectual” .83
A pesar de io esotérico del lenguaje de Benjam in (adoptado
por A dorno a comienzos de la década de 1930 y jam ás abando­
nado), la atm ósfera de su círculo de Berlín estaba m uy lejos del
culto neorrom ántico del círculo de George. T a n to en los efectos
buscados como en los inintencionales, la obra de ambos grupos
es incom parable. Sin embargo, cuando A dorno describía la debi­
lidad fundam ental del enfoque de George, estaba im plícita su crí*
tica de Benjamin. Adorno interpretaba la actitud poética de George
hacia los objetos sensoriales en los mismos térm inos críticos utili­
zados contra el enfoque filosófico de Benjam in (y tam bién de
H usserl), sosteniendo que los objetos seguían siendo “opacos”
porque se los experim entaba en su form a dada como “vida” a
través de u n a “intuición ciega sin conceptos” .84 El problem a
—como en Benjam in— era que George elim inaba el papel del
sujeto crítico, transform ándose en el “portavoz de las cosas” tra ­
tando de “salvarse excluyéndose” :85 “El poeta de la m odernidad
se deja abrum ar por el poder de las cosas como un ajeno por
un cártel.”80 ■ ■'
Luego Adornovescribiría que B enjam in “debía más a la escuela
de George que lo que aquellos que fueron sus alumnos recono­

c í yon indicativo d e nobleza era por su padre, un exitoso hom bre de n eg o ­


cios), d e herencia italian a y alem ana, d e origen ju d ío, pero de educación
católica.
83 “La poesía se transforma en el dom inio técn ico de aquello que no se
deja dom inar por la con cien cia.” (A d orn o, “ G eorge u nd H ofm an n sth al” ,
p‘ 47‘)
M Ibid ., p. 64. A dorno dio una exp licación histórica, ob jetiva, de ello:
“Ya por entonces la am istad a partir de la sim ple sim patía o gusto, no era
posible, incluso entre personas con el m ás extraordinario poder productivo,
sino sólo sobre la base de un con ocim ien to com ún unificador: la am istad a
partir de la solidaridad que incluye a la teoría com o un elem en to de su
praxis.” (I b i d ., pp. 6 3 -6 4 .)
M I b i d ., p. 48. L a palabra " in tu ición ” ( A nsch au un g) era un concepto
central en la filosofía de H usserl.
M Ibid., p. 79.
“ I b id ., p. 80.
cían” .87 E n realidad B enjam ín no sólo había m antenido corres­
pondencia con H ofm annsthal,88 sino que la inspiración original de
sus “imágenes dialécticas” eran las imágenes poéticas, o D enkbilder
de George, en las c u a le s s e . otorgaba significado objetivo a las
experiencias aparentem ente subjetivas y accidentales.89 Sin em­
bargo, si el ensayo de 1942 relacionaba a George con Benjam in,
tam bién estaba im plícita u n a autocrítica, una advertencia contra
su propio esteticismo y contra su propia preócupación por la “cul­
tu ra ” , la cual, com o había . advertido Benjam in en sus tesis90 y
como retom aba A dorno aquí,91 estaba siempre penetrada por la
barbarie.
L a descripción de A dorno de George y particularm ente de Hof-
m annsthal estaba lejos del elogio. Sin embargo, hubiera sido el
últim o en desafiar la validez de su obra por motivos psicológicos,
pues juzgaba su valor verdadero en térm ipos de su adecuación
como reflejo de la objetividad social. A dorno sostenía tenazm ente
su principio básico según el cual ni la intención del artista ni su
carácter o creencia política podía ser criterio p a ra criticar su
producción. In te rp re ta b a el esnobismo de H ofm annsthal y el auto-
provocado ostracismo de George de m anera positiva, sosteniendo
que al menos en su im pulso eran correctos, incluso si ese impulso
se originara en la ceguera de su comprensión teórica.02 Además,
sostenía Adorno, la verdad aparecía a través del velo ideológico
de su poesía precisam ente allí donde parecía fracasar, zozobrando
en el naufragio del lenguaje. L a carta de H ofm annsthal a Lord

87 A dorno, “ E in leitu n g zu Benjarmns S ch riften ” (1 9 5 5 ); Über W alter


B e n ja m in , p. 38.
88 V éase B enjam in, Briefe3 para las 16 cartas escritas a H ofm an n sth al
en la décad a de 1920. E ste ú ltim o apreciaba el trabajo de B enjam in y
ayudó a su pub licación . B enjam ín “se entristeció m u ch o” por la m uerte
de H ofm annsthal en el verano de 1929 ( ibid., vol. 1, p. 497).
89 A dorno, “ Benjam ins Einbahnstrasse” (1 9 5 5 ), ibid., p. 52.
50 “Jam ás se da un d ocu m en to de cultura sin que lo sea a la vez de
la barbarie.” (B en jam ín , “T esis de filosofía de la h istoria” [1940], D is ­
cursos in terrum pidos 1, p. 182.)
” “En todo m om en to la cultura de G eorge se com pra a expensas de la
barbarie.” (A dorno, “G eorge und H o fm an n sth al” [1947], Z u r D ia lek tik des
Engagem ents, p. 51.)
“El extrañam iento d el arte respecto d e la v id a tiene un doble sig n i­
ficado. N o sólo es el rechazo a tratar con aq u ello que existe, en contraste
con los naturalistas q ue siem pre están tentados a afirm ar, tal com o son,
los horrores vistos por ellos con un o jo d esapasionadam ente agudo. G eorge
y H ofm annsthal buscaron los favores d el orden establecido, pero siem ­
pre de un orden extraño a ellos. L a p uesta en escena d el extrañam iento
revela tanto de la v id a com o esto p u ed e hacerse sin la teoría, en tanto
la esen cia de la vida es el extrañam iento.” \ I b i d p. 80.)
Chandes adm itiendo que ya no podía escribir m ás porque dudaba
de la posibilidad m ism a de comunicación a través dé las palabras98
no era, sostenía Adorno, una p u ra teatralización sino que se
basaba en u n a

...p e r c e p c i ó n ex trem a m en te rea l: e l le n g u a je ya n o p erm ite q u e n ad a


se d iga tal c o m o es exp resad o. E l le n g u a je es, o lo reifíca d o y b an al, el
signo d e las m ercan cías, fa lsifica d o r d el p en sa m ien to de^de u n com ien zo,
o bien se erige, cerem on io so sin cere m o n ia l, c o m o e l to d o p o d ero so sin
p od er, resguardado por su p rop ia fu erza — d e a q u ella q u e H o fm a n n sth a l
atacab a en la escu ela d e G eo rg e .04

A unque “renunciar a la com unicación es m ejor que adaptarse” ,08


Adorno sostenía que u n a opción más valiente que la de H ofm anns­
thal era seguir perseverando:

E l ap a sio n a d o in ten to d e expresarse en el len g u a je q u e h a c e brillar c o m o


un tabú a la b a n alid ad , es el in ten to , n o im p orta cuán d esesp eran zad o,
de distanciar a la ex p erie n c ia d e su en em ig o 'más m ortal, a q u el que se
fortalece en la so cied a d burguesa tard ía: e l o lv id o .00

“Aquello que sobrevive”, concluía Adorno con el térm ino hege-


liano, es “la negación determ inada” .07 Si el lenguaje ya no puede
pretender rectificar la realidad, no debe abandonar su más mo­
desto poder, el poder crítico de llam ar a la realidad por su nom bre
correcto, poniendo de m anifiesto la verdad al interior de la apa­
riencia.

LA F IS IO G N Ó M IC A S O C IA L

Cuando Adorno llegó a los Estados Unidos, su (invalorado) tra ­


bajo en el Proyecto de Investigación de Radio Princeton fue una
traducción casi literal del program a de Kónigstein del análisis filo­
sófico al sociológico. T a n to su term inología como su proyectó resul­
taba fam iliar, tratan d o de analizar la alteración de la experiencia
del sentido aural descifrable al interior de la transmisión radial de
música. A p a rtir de su artículo de 1938 acerca del carácter feti-
“ “B revem ente, m i caso es e l sigu ien te: h e perdido com pletam ente la
habilidad de pensar o de hablar conherentem ente sobre to d o . . , , Las p ala­
bras abstractas. . . se desintegran en m i boca com o enm ohecidos hongos.”
(H ofm annsthal, citad o en ibid., p. 89 n.)
w Ib id ., p. 59.
M Ib id ., p. 81.
86 I b i d .
" I b id ., p. 82.
chista de la música,98 Adorno escribió u n a serie de ensayos que
infructuosam ente trató de publicar como libro bajo el título de
Current of M usic.9* En las obras filosóficas de Adorno, los textos
eran leídos como realidad y conceptos traducidos a cuestiones (por
ejemplo los textos de K ierkegaard eran leídos como imágenes del
intérieur b u rg u é s); en sus escritos sociológicos, la m ateria era leída
como texto, traducida de signos no verbales a palabras. A dorno
denom inaba “fisiognómica” a su m étodo sociológico, apuntando
que este térm ino había sido utilizado por los psicoanalistas Sandor
Ferenczi y Siegfried Bernfeld.100 Sin embargo, la fam iliaridad p ro ­
pia de Adorno con la fisiognómica se dio a través de Benjamín,
quien a su vez, la había absorbido a través de canales estético-lite­
rarios más-, que científicos. Así como Benjam ín había intentado
analizar el “rostro” surrealista del París m etropolitano p a ra reve­
lar su im pacto en la experiencia subjetiva,101 así analizaba Adorno
el “rostro” o m ejor dicho la “voz” de la radio,102 p a ra com prender
su im pacto sobre la audiencia.103 L a “fisiognómica social” en rea­
lidad em pleaba el antiguo m étodo de Adorno de “construir cons­
telaciones” o, p ara usar su vocabulario hegeliano m ás corriente,
el procedim iento de la “negación determ inada” . Su característica
distintiva, y aquello por lo cual difería del m étodo de la pura
descripción fenomenológica que Adorno había criticado en su estu­
dio sobre Husserl,104 era que en lugar de aceptar la apariencia
58 T h eo d o r W . A dorno, “ Ü ber d en Fetischcharakter in der M usik und
die R egression dea H orcns” (19 3 8 ), G esam m elte S chriften, vo l. 14: Disso-
nan zen; Ein leitung in die Musiksoziologie, ed. R olf T ied em an n (Frank­
furt am Ma-in: Suhrkam p V erlag, 1973), pp. 14-50, discutido supra.
99 U n a cop ia de la carta enviada por A dorno a O xford U n iversity
Press, describía al libro com o teniendo 8 capítulos. A lgunos fueron p u b li­
cados más tarde com o artículos; la cop ia de los dem ás cap ítu los se c o n ­
serva en el legad o de A dorno. El "fragm ento” d el libro se publicará
com o el vol. 23 de las Gesam m elte Schriften de Adorno.
100 T h eod o r W . A dorno, “T fie R ad io V o ic e ” , en A dorno, "Current
of M usic: E lem ents of a R ad io T heory” , 1939, Frankfurt am M ain, legado
de A dorno, p. 84.
101 V éase cap. 8.
íoa « U n fisíogn om ista trata de establecer rasgos típicos y expresiones
del rostro, no com o tarea en sí, sino para utilizarlas com o pistas de pro­
cesos ocultos tras ellas, así com o detectar pistas del com portam iento fu­
turo que p uede esperarse sobre la base de un análisis de la expresión
actual. D e igual m od o la fisiognóm ica radial se ocupa d e la expresión
d e la V oz radial’.” (T h eo d o r W . A dorno, “R ad io Physiognom ik” , 1939,
Frankfurt am M ain, legad o de A dorno, p. 45.)
100 “T ratam os el; fenóm eno, porque es realm ente el fenóm eno e l que
determ ina la reacción d e la audiencia, y es nuestro fin últim o estudiar a la
au d ien cia.” ¡(Ibid., p. 39.)
101 T h eod o r W . A dorno, ms. sobre H usserl, 1934-1937.
dada del fenómeno, jsin análisis ulterior, la “fisiognómica” inter­
pretaba críticam ente al fenómeno como expresión inintencional de
la verdad acerca de u n a totalidad social falsa.105 L a estructura
de esa totalidad aparecía dentro de la apariencia ilusoria de la voz
radial, pero no sin la intervención activa del sujeto que interpreta,
que destraba el “cerrojo” 100 de los detalles superficiales, adhirien­
do a ellos con “exactitud” ,107 y al mismo tiem po yendo m ás allá
de ellos a través de la m ediación de la teoría p a ra dem ostrar que
“la unidad del fenóm eno radial en sí, en tanto tiene la estructura
de una unidad, es simplemente la unidad de la sociedad que deter­
m ina todos los rasgos individuales y aparentem ente accidentales” 108
—rasgos como la penetración de la radio como u n a voz publi­
ca en la esfera privada del intérieur burgués,108 sus tendencias
estandarizadas, a pesar de la “seudoindividuación” , la resultante
atomización de la audiencia masiva de radio, que consumía pasiva­
m ente música “enlatada” y cuya libertad se lim itaba a sintonizar
la estación.110 U n análisis en estos elementos de la voz radial
para que la estructura de la totalidad social apareciera en ella
como “en microcosmos” 111 transform aba a la radio “menos en
un instrum ento de influencia que de revelación social” .112 En
la mism a linea que su obra anterior, el argum ento de Adorno no
intentaba reducir el fenóm eno cultural de la radio a su estruc­
tura socioeconómica, sino revelar de qué m odo la radio, siendo
pgW*
100 “ . . .la tarea d e la crítica consiste m enos en inquirir las determ inadas
situaciones y relaciones de intereses a las que corresponden fenóm enos c u l­
turales dados que en descifrar en los fenóm enos culturales los elem entos
de la ten d en cia social general a través de los cuales se realizan los in te­
reses m ás poderosos;' L a crítica cu ltu ral se con vierte en fisiognóm ica social.”
(T h eodor W . A dorno, “ La crítica d e la cultura y la sociedad” , C rítica
cultural y sociedad, trad. M . Sacristán [Barcelona: A riel, 1969], p. 223.)
108 A dorno, "R a^io Pliysiognom lk” , 1939, p. 46.
Ib id ., p. 43. .
108 Ib i d ., p. 53.
109 . .una persona privada en una h ab itación p rivada es privadam ente
invocada por u n a voz pública a la cu al forzosam ente debe subordinarse” .
(Ibid., p. 46.)
m I b id . ;
m I b id ., p. 44.
I b i d .j p. 45. A dorno apuntaba ex p lícita m en te q u e la estructura a c ­
tual de la voz radial no era in evitab le, que no estaba tan determ inada
por la tecn ología en sí com o por las relaciones sociales de producción que
su organización actual reflejaba. D e m anera característica, sostenía que
la program ación d e radio p od ía ser más progresista desarrollando las po­
sibilidades d e su propia técnica, más q ue tom ando prestadas las técnicas
de otros m edios, com o por ejem plo en la “seudo-inm ediatez” de los pro­
gramas en vivo. (I b id ., pp. 35-38, 60-63.)
producida por esa estructura, la reproducía continuam ente al
reproducir sus características como rasgos psicológicos de aquellos
sujetos capaces de transform arla. Al mismo tiempo, el artículo
intervenía en el proceso, tratan d o de rom per el hechizo de su
repetición circular. L a fisiognómica m ostraba cómo los detalles
de la superestructura contenían a la totalidad de la infraestructura
en u n a ab reviatura m onadológica, de m odo que el particular,
u n a vez interpretado, se transform aba en uria imagen dialéctica,
histórica de la totalidad. A unque “faltan los lazos interm edia-
dores”,118 el análisis h acía palpable aj lector la relación m ediatizada
entre el detalle y el todo que “en sí es tan difícil de deducir
causalm ente” .114

’ LA P E R S O N A L ID A D A U T O R IT A R IA

Sería difícil im aginar un m étodo m ás opuesto al estilo norteam e­


ricano de m étodos de investigación aceptables, que la fisiognómica
social de Adorno. En aquella época la sociología en los Estados
U nidos era más cu antitativa que cualitativa, y utilizaba métodos
estadísticos relativam ente sofisticados p a ra decubrir promedios
y pautas agregadas, m ientras que el m étodo de A dorno se cen­
traba en los fenómenos singulares, aparentem ente insignificantes,
localizados en los límites extremos de la sociedad m ás que en su
centro.115 L a noción de que se pudiera “m edir la cu ltu ra” re­
sultaba p a ra él una contradicción en sus propios térm inos.118
“T odo el carino de ambos” , él y su esposa escribieron a B enjam in;
“estamos m irando el H udson y vemos con estupor los trozos de
hielo arrastrados por el río” .117 T ípicam ente, su m irada captaba
la excepción antes que la regla. T am bién totalm ente ajenas a su
pensam iento eran las orientaciones an ti teóricas del Proyecto de
Investigación de R adio Princeton, con sus cuestionarios que sim­
plem ente interrogaban a los radioescuchas acerca de sus “gustos”
y “desagrados” respecto de la program ación, suponiendo que las
118 I b id ., p. 44.
m I b id ., p. 46.
UB U n o de sus estudios p rincipales fue un análisis d e con ten id o d e los
discursos d e un d em agogo de la radio W est G oast, el rem oto agitador de
derecha M artin L u th er T h om as, ignorado por los libros d e historia del
período; otro consistió en un análisis de los horóscopos que co tid ia n a ­
m en te aparecían en el Los A n geles T im e s (am bos reditados en G S 9 :1 ).
ue A dorno, “ S cientific B xperiences of a E uropean S ch olar in A m erica”,
T h e In tellectua l M ig ra tio n , p. 347.
UT C arta de A dorno a B enjam in, 1? de febrero d e 1939 (Frankfurt am
M ain , legad o d e A dorno).
opciones ofrecían posibilidad de u n a opción significativa. L a con­
secuente recom endación tautológica según la cual la industria
radial dab a al público “aquello que éste quería” excluía la posibi­
lidad de cuestionar el origen social de estos requerim ientos y por
lo tanto de su validez en últim a instancia. A dorno creía que
las necesidades no eran estáticas; sólo aparecían como tales en
una sociedad estática. L a satisfacción actual de las necesidades,
aun de las necesidades falsas de la sociedad capitalista, transfor­
m aría en sí la naturaleza de estas necesidades:118
Por e jem p lo , la id ea d e q u e e l c in e es n ecesa rio ta n to c o m o la co m id a
y el ab rigo para Ja rep ro d u cció n d e la fuerza d e trabajo, es “v erd a d era ”
sólo en u n m u n d o q u e m o d e la a lo s seres h u m an os para la rep rod u cción
de la fuerza d e trab ajo y q u e fuerza sus n ec e sid a d e s a entrar en arm on ía
con el in terés d e con tro l y b en efic io d el e m p le a d o r .110

Adorno especulaba que su idea de experiencia filosófica como medio


para descubrir la verdad podía ser inalterablem ente opuesta a la
concepción burguesa de la experim entación científica:
Q u izá d esd e lo s com ien zo s d e la era burguesa el ex p er im e n to se trans­
form ó en un su stitu to d e la ex p erien c ia a u té n t ic a .. . L a cru eld a d retro­
ced ien d o d e la n a d a , d e la cru eld a d con tra sí m ism o , está ín tim a m en te
con ectad a con esto — ob servan d o c ó m o se co m p o rta u n a p erson a en tales
y tales co n d icio n es, por e jem p lo , cu a n d o es castrada o asesin ad a, o có m o
reacciona él m ism o . E l n u ev o m o d e lo a n tro p o ló g ico h a lle g a d o in tern a ­
m en te a ser a q u e llo que an tes só lo era v erd a d ero resp ecto d e l m éto d o :
el su jeto d e la cien cia n atu ral — y por su p u esto ta m b ién e l o b je to .120

Sus dificultades en el Proyecto de Investigación de R adio Princeton


evidenciaron dolorosam ente que la tarea de trasladar sus reflexio­
nes a términos de investigación “equivalía a la cuadratura del
círculo” :121
. . . m e su m ergí en ob servacion es acerca d e la v id a m u sica l n orteam eri­
cana, e sp ecia lm e n te en el sistem a ra d ia l, y p la n teé h ip ó tesis y teorías al
respecto; p ero n o p u d e construir cu estion arios y esq u em a s d e entrevista
que llegaran al corazón d e l asunto. P o r su p u esto , estab a u n tan to aisla d o
en m is p reocu p acion es. L a n o fa m ilia rid a d con las cosas q u e m e p reocu ­
paban tu vo el efe c to d e in d u cir el esce p tic ism o m ás q u e la colab oración
por p arte d e m is co legas. E s in teresa n te n otar q u e lo s así lla m a d o s traba-

n8 T h . W . A dorno, “ T h esen über B edürfnis” (1 9 4 2 ), G S 8, p. 394.


118 I b id .
120 T h eod or W . A dorno, “N otizen zur n euen A nthropológie", 1942,
Frankfurt am M ain, legad o de A dorno, p. 6.
121 A dorno, “ Scien tific E xperiences o f a E uropean Scholar in A m erica”,
The In tellectu al M ig ra tio n , p. 347.
jad ores auxiliares se sin tieron in m ed ia ta m en te atraídos por m is i d e a s . . .
pero cu an to m ás se ascen d ía en la jerarquía cien tífica m ás d esagrad ab le
se tornaba la situ a ció n .123

En California, Adorno se encontró una vez más envuelto en un pro­


yecto'de investigación ^sociológica, enfrentando al problem a de “la
cuadratura del círculo” . Sin embargo, esta vez, las condiciones eran
más auspiciosas. En 1944 H orkheim er consiguió obtener fondos
considerables p ara una serie de volúmenes sobre Estudios acerca
del prejuicio. Los fondos provenían del Am erican Jewish Com m it-
tee, el cual lo puso a la cabeza de su nuevo departam ento de in ­
vestigación científica.123 Adorno se transform ó en el codirector de
u n a parte central del proyecto, un estudio de cinco años acerca del
antisemitismo, que se publicó en 1950 con el título de L a perso­
nalidad autoritaria,12* considerado hoy un clásico de la literatura
de la psicología social.125 Sus colaboradores fueron R. N evitt San-
ford, Daniel Levinson y Else Frenkel-Brunswik, un grupo de psi­
cólogos sociales que se autodenom inaba el Berkeley Public O pinión
Study Group. Adorno recordaba con placer el “perfecto trabajo
de equipo sin ninguna restricción jerárquica” que caracterizó su
colaboración.120 El grupo estaba unido por una “orientación teó­
rica común respecto de F reud” que no era ni revisionista ni rígida­
m ente dogm ática.127 El hecho de que con su ayuda A dorno p u ­
diera traducir su metodología cognoscitiva única a un plan de in ­
vestigación em pírica fue tanto m ás notable cuanto que el plan in­
corporaba principios de la práctica clínica freudiana nunca antes
utilizados de este modo. Con seguridad, la imaginación y la aper­
tu ra teórica de sus colegas fue indispensable p ara el éxito, aunque
la originalidad del diseño conceptual del proyecto fue en prim er
lugar obra de Adorno. La personalidad autoritaria fue menos una
superación que una sublimación de su m étodo epistemológico ben-

123 Ibid., p. 348.


381 Jay, T h e D ialectical Ima.gina.tion, pp. 2 2 0 -221.
134 T heod or W . A dorno, Else Frenkel-Brunswik, D a n iel J. L evinson y R.
N ev itt Sanford, T h e A u th oritarian Personality (v o l. 1 de S tudies in ¡Pre-
ju d ie e , ed. jyiax H orkheim er y Sam uel H . Flow erm an), Social Studies
Seríes, publicación núm . m (N u ev a York: H arper & Brothers, 1950.)
I!S N o sólo generó un sinnúm ero d e proyectos de in vestigación sim ilares
sino una controversia suficiente com o para producir en 1954 un volum en
de ensayos críticos dedicados al libro. V éase R ichard Ohristie y M arie
Jahoda eds., Studies in the Scope and M e t h o d of “ T h e A u th oritaria n Per-
sonality?> (N u ev a Y ork: Free Press, 1954.)
118 A dorno, “ S cien tific Experiences of a E uropean Scholar in A m erica” ,
T h e Intellecéual M igration , p. 358.
IW Ibid.
jam iniano, perm itiendo que la especulación filosófica cualitativa
pasara la censura positivista y cuantitativa de la ciencia social
oficial.
Los escritos de Adorno habían tocado el tem a del antisemitismo
varias veces antes, particularm ente su estudio acerca de R ichard
W agner en la década de 1930128 y más recientem ente, varios breves
m em oranda p ara el Instituto120 que contenían ideas desarrolladas en
el capítulo final de D ialektik der A ufklarung.13° Este último, un
ensayo estrictam ente teórico titulado “Elementos del antisemitismo” ,
reflejaba el aspecto más especulativo de A dorno y dem ostraba su
habilidad p a ra reconciliar las teorías antagónicas de Freud y M arx
sin caer en el revisionismo, ni en u n a segura posición interm edia
entre ambos. M arx sostenía que la cuestión judía era un problem a
esencialmente económico, no un problem a político o de religión.181
Adorno estaba de acuerdo y extendía su argum entación “El antise­
mitismo burgués tiene una razón específicamente económ ica: el
ocultam iento de la dom inación en el ám bito de la producción.”132
Con la ayuda de Freud, pero dentro del espíritu de M arx, explicaba
la dinám ica psicológica del problem a. El “blanco últim o” de la
dom inación en el ám bito del proceso productivo era el obrero,133
pero debido a su “m edia-educación” (H albbildung),134 su concien­
cia inm ediata de esta situación no se elevaba al nivel de la auto-
conciencia crítica que podría revelar el verdadero origen de la
dom inación. L a experiencia real de esta condición estaba bloqueada
por la necesidad de conform arse al sistema social dado p a ra sobre­
vivir. El resultado era la supresión de la agresión: “El odio sentido
por el dom inado, >que nunca puede ser satisfecho ni económica ni
sexualmente, no conoce límites.”135 L a proyección de esta agresión
sobre los judíos era la dinám ica psicológica que el fascismo apro-
128 T heodor W . A dorno, Versuch iiber W a g n er (escrito en 1937-1930)
(Frankfurt am M aiq : Suhrkam p V erla g , 1952.)
1E0 In éd ito, parte del inform e del In stitu to acerca d el prejuicio para el
Jewish L abor C om m ittee en 1944, en los papeles d e Friedrich Pollor.k
aludidos y citados en Jay, T h e D ia lectical Im ag in ation , pp. 225, 229-230.
180 M ax H orkheim er y T h eo d o r W . A dorno, “ Elem enta of A nti-S cm itism :
T he L im its of E n ligh ten m en t” , D ia lectic of E n ligh ten m en t, trad. Joh n C um -
ming (N u ev a Y ork :1 H erder and H erd er, 1972), pp. 168-200.
131 K arl M arx, “L a cuestión ju d ía ” , K arl M arx y Friedrich E n g eh ,
Obras, vol. 5 : M an u scrito s de P arís, Escritos de los <cA nuarios francoale-
manes>,t trad. y notas J. M . R ip ald a (B arcelona-B uenos A írcs-M éxico,
D. F.: G rupo ed itorial G rijalbo, 1970), pp. 178-208.
1,13 H orkheim er y A dorno, “ E lem ents o f A n tisem itism ” , D ialec tic of
E nlightenm ent, p. 173.
Ibid ., p. 160.
1S* I b i d ., p. 196.
135 I b id ., p. 171.
vechaba, “porque busca transform ar la rebelión de la naturaleza
reprim ida contra la dom inación en algo directam ente útil a la
dom inación” .186 E n lugar de criticar la sociedad, los obreros im i­
taban su reificación y autoritarism o, aceptando m asoquistam ente el
ser dom inados, y proyectando falsam ente sobre los judíos en tanto
"m arginales” sus propios rasgos y deseos socialmente inaceptables
(y por lo tan to potencialm ente revolucionarios).137 E l “contram ovi­
m iento” correcto frente a esta falsa proyección sería la realización
del hom bre como “ser especie”,188 es decir, tal como podría y de­
bería ser, a través de la “em ancipación individual y social de la
dom inación” .180
A dorno no h ab ía escrito directam ente acerca de Freud desde su
prim era H abilitationsschrift de 1927, la cual, como se recordará,340
rescataba a F reud de u n a posición idealista kantiana y tornaba, en
las últim as páginas, hacia u n análisis m arxista, m aterialista, de las
razones ideológicas de la falta de aceptación de Freud. Pero sus es­
critos posteriores evidenciaban la absorción de] trabajo sociopsicoló-
gico del In stitu to de H orkheim er du ran te la década de 1930, espe­
cialm ente del de E rich From m , de quien difería,141 pero quien al
mismo tiem po, siendo el único analista práctico del Instituto, le ense­
ñó m ucho. Ahora, en 1942, A dorno escribió una serie de notas
acerca de u n a nueva antropología (“Notizen zur neuen A nthropolo-
gie”) que, en form a de borrador, in ten tab a extraer las im plicancias
de la m ediatizada relación entre la teoría m arxista y la freudiana.
C om enzaba con u n a crítica inm anente de Freud, dem ostrando que
el lenguaje utilizado por Freud p a ra describir u n a teoría supuesta­
m ente biológica, en particular “el esquem a de intercam bio” que
gobernaba la “econom ía de instintos”, ilum inaba inintencional-
m ente los orígenes sociales de esa teoría y de las estructuras psico­
lógicas que describía.142 Desde u n a perspectiva m aterialista esto
significaba que aquello que aparecía como la falla de la teoría
freudiana desde el punto de vista del criterio de verdad absoluta y
Ib id., p. 185.
137 Ib id ., pp. 187, 199.
158 I b id ., p. 200. Éste era uno de los tem as d e los M anuscritos ec o n ó m i­
co-filosóficos de M arx.
139 H orkheim er y A dorno, “E lem ents of A n tísem itism ” Diale ¿tic of E n -
li gh te n m e n t, p. 200,
V éase cap. 1.
1U From m , quien com enzó a discutir la posición teórica de H orkheim er
y adoptó una posición freudiana revisionista, particularm ente en relación
a su rechazo del p ap el central de la sexu alid ad , abandonó el In stitu to en
1939, no dem asiado tiem p o después de la llegad a de A dorno. (V éa se Jay,
T h e D ialectical Im ag in a tion , pp. 2 27-230.)
112 A dorno, “N otizen zur n euen A nth rop ologie” , 1942, p. 1.
universal, era visto precisam ente como el fundam ento de su validez.
Pero esa validez se lim itaba a un estado particular de la socie*
dad burguesa, el cual, según Adorno, ya no existía. El “sujeto” de
la época de Freud había sido rem plazado por u n nuevo tipo a n ­
tropológico. L a característica de su form ación psicológica ya no
era la represión sino la gratificación sustituía inm ediata propor­
cionada por la cultura de masas, no la posesividad, anal, sino la
prontitud consumista a tra ta r todos los objetos como disponibles
y utilizables.143 C ontra la tesis de From m , según la cual el carácter
autoritario tenía su origen en el escapismo del individuo burgués,
de la libertad a la dependencia sadomasoquísta,144 Adorno sostenía
que las presiones sociales hacia el conformismo im pedían la form a­
ción de un ego autosuficiente que pudiese ser llam ado con propie­
dad un individuo.145 A q u e llo que Freud había concebido como na­
turaleza (los instintos) en rebelión contra la sociedad, era visto ahora
por el hom bre m asa del mismo m odo que la sociedad, como un
poder superior al que había que someterse como a un destino ciego,
y en este contexto, la desviación neurótica tenía un m om ento
positivo, como rebelión frente a la adaptación a lo dado.
Estas especulaciones teóricas antecedieron a su trabajo con el
Berkeley Study Group, que se inició en 1944. Ese mismo año inició
un libro sobre aforismos y fragm entos, M ínim a mor alia,14a el cual
presentaba sus ideas teóricas a través de la aproxim ación a los de­
talles de la existencia del siglo xx, como Benjamin lo había hecho
respecto del siglo xix; los fenómenos eran descifrados como im á­
genes, gestos, cómo códigos, los rasgos como escenario de la rea­
lidad social. Adorno escribió acerca del m iedo a lo no idéntico:
Las palabras a lem a n a s d e origen fo rá n eo son lo s ju d ío s d el le n g u a je .147

Acerca del racismo:


/
El fa m ilia r argu m en to d e la to lera n cia , q u e tod as las personas y to d a s las
razas son igu ales, es u n b ú m e r a n g .. . L a u to p ía abstracta es d em a sia d o
com p atib le co n las ten d en cia s m ás in sid io sa s d e la socied a d . Q u e todos
los hom b res son igu ales es ex a cta m e n te lo q u e la so cie d a d quisiera es­
cuchar. C onsidera a la s d iferen cia s, rea les o im aginarias, co m o estigm as
que in d ica n q u e to d a v ía n o se h a h e c h o lo su ficien te; q u e a lg o h a
qued ado aú n afuera d e la m a q u in a ria , n o to ta lm e n te d eterm in a d o por

lrt Ibid ., p. 6.
1M Erich From m , Escape frotn F reedo m (N u ev a Y ork: A von Books,
1969.) El libro fu e publicado originalm ente en 1941.
14B A dorno, “N otizen zur neuen A nth rop ologic”, 1942, p. 6.
148 T h eod or W . A dorno, M i n im a moralia. E l libro era un contraesfuerzo
a la M a g n a m or alia d e A ristóteles.
147 A dorno, M i n im a m oralia: R eflection s fro m D a m a g e d L ife , p. 110.
su totalidad. La técnica de los campos de concentración es el hacer a
los prisioneros como sus guardianes, a los asesinados, asesinos... Una
sociedad emancipada, por el contrario, 110 sería un estado unitario, sino la
realización de la universalidad en la reconciliación de las diferencias.148

Acerca de la cultura de masas y del trabajo enajenante:

.. .ya no podríamos imaginar a Nietzsche en una oficina, con una secre­


taria manejando el teléfono en la antesala, en su escritorio hasta las cinco
de la tarde, como tampoco jugando al golf después de terminado su
trabajo del día. Sólo una profunda interpenetración de placer y trabajo
deja todavía abierta la experiencia real, bajo la presión de la sociedad.'
Esta experiencia es cada vez menos tolerada. Incluso las llamadas pro­
fesiones liberales están siendo despojadas de toda alegría, a través de su
creciente semejanza con los negocios... Ninguna realización puede ser
adjudicada al trabajo, que perdería de otro modo su modestia funcional
en la totalidad de propósitos, ninguna chispa de reflexión puede iluminar
el tiempo libre, ya que podría cruzarse al mundo de la cotidianidad labo­
ral e incendiario. Si en su estructura el trabajo y la diversión se están
volviendo semejantes, están divididos aún más rigurosamente por líneas
de demarcación invisibles. La alegría y el espíritu han sido expulsados
de ambos.149

Acerca de la lectura de la totalidad en lo particular:


£a belleza del paisaje americano: incluso el más ínfimo de sus seg­
mentos está inscripto como su expresión, en la inmensidad del país
entero.150

Acerca de la liquidación del ego:


Para mucha gente ya resulta una impertinencia decir “yo”.151

Acerca de la desintegración de la experiencia:


La tecnología hace gestos precisos y brutales, y con ella los hombres. ..
¿Qué conductor no está tentado, sólo por el poder de su máquina, de
puprimir a los gusanos de las calles, peatones, niños y ciclistas? Las má­
quinas de movimiento exigen de sus usuarios el violento, enérgico-e ince­
sante espasmo del maltrato fascista. No menos culpable del vaciamiento
de la experiencia resulta el hecho de que las cosas, bajo la ley de la
pura funcionalidad, asumen una forma tal que limita el contacto con
ellas a una pura operación, y no tolera exceso, ni en la libertad de con­
ducta ni en la autonomía de las cosas, nada que pueda sobrevivir como
148 Ibid., pp. 102-103.
14B I b id., pp. 130-131.
1150 I b id ., tí: 49.
1G1 I b id ., p. 50.
n ú cleo d e la exp erien cia , al n o ser c o n su m id o en el m o m en to de la
acción .152

M ínim a moralia fue dedicado a H orkheim er, quien, sin embargo,


contribuyó más por su ausencia que por su presencia, ya que
Adorno lo escribió durante el tiem po en que esperaba a su amigo,
y H orkheim er, siempre retrasado, le dio m uchas oportunidades.1*^
Con el subtítulo de Reflections from Damaged L ife , incluía m ucho
m aterial autobiográfico, pero al igual que el Berliner K indheit y
Einbahnstrasse15i de Benjam ín ilum inaba m ucho más acerca de
las condiciones objetivas de la sociedad que de la vida del autor.
En realidad^ tanto en relación a los temas como al estilo, el libro
recordaba m ucho el trabajo de Benjarnin.
El m odo de M ínim a moralia era estético. L a perso?ialidad auto­
ritaria trataba los mismos temas “científicam ente” . Así, ambas
obras giraban en torno a núcleos diferentes pero convergían en su
contenido de verdad.155 L a transposición del m odo estético ai m odo
científico fue el problem a metodológico central de Adorno en
su trabajo con el Berkeley Study G roup. Su resolución fue en sí
misma dialéctica, un program a de investigación bipolar que com­
binaba el análisis cualitativo y el cuantitativo. L a teoría desarro­
llada en Dialektik der A ufklárung proporcionaba el m arco inter­
pretativo p ara ambos polos (y al mismo tiem po era verificada
por ellos): los elementos de antisemitismo no eran vistos sólo como
aisladas manifestaciones de abierta intolerancia. Eran mostrados
en cambio como form ando una configuración psicológica que
reflejaba toda la constelación de factores que según Adorno y
H orkheim er carácterizaba a las tendencias fascistas de la estruc­
tura social actual — conformismo, represión sexual, falsa proyec­
ción, sumisión autoritaria alternada con dom inación agresiva,
falta de reflexión crítica, y el estereotipo que resultaba de una
incapacidad de 'experim entar lo no idéntico o lo nuevo.150 El
m étodo cuantitativo innovador de L a personalidad autoritaria

,ra I b i d ., p. 40.
103 A sí lo relató Adorno más tarde a sus estudiantes. El libro fue pu b li­
cado en ocasión d^l cum pleaños de H orkheim er. Éste fu e el autor de afo­
rismos sim ilares que aparecieron al finalizar D iale ktik d er Aufklárung.
1M W alter Benjam ín, Berliner K i n d h e i t uní N eu n ze h n h u n d ert y E in -
bahnstrasse, G esam m elte Schriften, vol. i v : l : K le in e Prosa (Frankfurt am
M ain: Suhrkam p V eríag, 1 9 7 2 ), pp. 2 3 5 -3 0 4 , 83 -1 4 8 .
155 V éase supra, cap. 8.
5B0 H orkheim er y A dorno, “ E lem ents of A n ti-S em itism ” , D ialectic of
E n ligh tenm ent. Cf. las variables de personalidad buscada en los cu estio­
narios, A dorno et al.} T h e A u th oritarian Personality, cap. vn , sobre m ed i­
ción de tendencias antidem ocráticas im p lícitas; reditado en A dorno, “ Stu-
consistía en desarrollar un conjunto de ítems de cuestionario (la
famosa escala F) que en lugar de considerar a la opinión como
dato aislado,167 registraba un “racismo” de opiniones, identifi­
cando la presencia de cad a uno de estos elementos. G uando los
elementos existían en correlación, se consideraba que form aban
un p a tró n estructural latente de la personalidad potencialm ente
fascista. L a fijeza de este tipo de personalidad se debía precisa­
m ente a este reflejo n o m ediatizado de la estructura social fija,158
m ientras que el tipo antifascista, como individuo critico no con­
form ista tenía, como era de prever, características más diversas.15S
Q ue los tipos de personalidad au toritaria actualizaran su potencial
fascista dependía

. . . en primer lugar de la situación de los intereses económicos mÚ3


poderosos, de la posibilidad de que éstos, conscientemente o no, hi­
cieran uso de esta desviación para mantener el estatus dominante. Sobre
este asunto la mayoría de las personas tendría poco para decir.100

Entonces, sin negar la prim acía de los factores económicos obje­


tivos, La personalidad autoritaria desarrollaba un m étodo cuan­
titativo p ara revelar aquellos factores psicológicos que, en oposi­
ción a los racionales intereses propios de las masas, constituían
un com ponente indispensable del éxito fascista.
L a idea de un racim o de elementos que aparecían en la superficie
como aislados e irracionales (en este caso, respuestas a u n cues­
tionario de opinión), que pudieran reacom odarse en varias com ­
binaciones de p ru eb a (la escala F final e ra el producto de tales
reacomodos) hasta constituir u n a configuración dotada de lógica
interna que pu d iera leerse significativamente, se hom ologaba con
el m étodo de construcción de constelaciones que Adorno había
diseñado en su discurso inaugural de 1931, y por lo tanto con la
posición de K ónigstein.161 El que los cuestionarios se adminis-
dies in the A u thoritarian Personal ity”, GS 9 : 1 , pp. 185-261, esp. pp. 194,
2 2 9 -231.
151 “Este en foq u e es con trastan te con la encuesta d e op in ión : m ientras
que la encuesta se interesa prim ariam ente por la distribución d e la opinión
en relación a u n a cu estión particular, el interés actu al residía en detectar,
en relación a u n a op in ión particular, con qué otras opiniones y actitudes se
relacionaba.” ( T h e A u th o rita r ia n Personality, cap. i, en GS 9 : 1 , p. 167.)
188 L a susceptibilidad d e u n a persona a la id eo lo g ía fascista d ep en d ía “en
prim er lu gar de sus n ecesid ad es psicológicas** ( i b i d ., p . 151), pero a su vez
estas necesidades no eran biológicas, sino reflejo de la estructura social
(ibid., p. 155).
,w I b i d ., p. 150.
I b id ., p. 158.
191 V éase supra, caps. 1 y 6.
traran no a u n a "m uestra al azar” , sino a grupos que represen­
taban “extremos” (desde los estudiantes de clase m ¿dia a los re­
clusos de u n a prisión y de u n a institución psiquiátrica) tam bién
reflejaba el enfoque de Benjam in, así como la distinción entre el
significado latente y m anifiesto de los items del cuestionario se
asemejaba a la distinción benjam iniana entre intención y “verdad
inintencional” . E n realidad, L a personalidad autoritaria podía ser
descrita como u n a representación (sociopsicológica) de la “idea”
de fascismo. Al mismo tiempo, el m étodo empírico de L a perso­
nalidad autoritaria evitaba aquello que Adorno consideraba como
el defecto del trabajo posterior de Benjam in (y reflejaba la in ­
fluencia de X-Iorkheimer), ya que todos los elementos de la cons­
telación se referían a u n a teoría general del antisemitismo y su
interpretación estaba en cada caso m ediatizada por esa teoría.
L a influencia de Benjam in era más directam ente visible en el
polo cualitativo del estudio. P ara corregir y enriquecer las rej-
puestas del cuestionario,162 ciertos sujetos, particularm ente de los
“extremos” más altos y bajos, eran seleccionados p a ra entrevistas
en profundidad, y la tarea de interpretar el significado del m aterial
de la entrevista era asum ida p o r A dorno.108 Com o m étodo so­
ciológico, este "análisis de contenido” era considerado nuevo e
innovador entre los sociólogos americanos, aunque era un proce­
dim iento con el cual A dorno ya estaba muy familiarizado. N o sólo
era fundam ental p a ra su m étodo de interpretación filosófica. Lo
había em pleado como un procedim iento específicamente sociopsi-
cológico en 1943, en un análisis de los discursos de un demagogo
racial de la Costa Oeste, M artin L u th e r T hom as,184 el cual,
según A dorno com entara más tarde, “m e proporcionó bastante
estímulo p a ra ciertos ítems que resultaron útiles en L a persona­
lidad autoritaria. El estudio debe haber sido uno de los primeros

193 L a escala F , a pesar d e sus rep etid as refinam ientos y a pesar


de sus racim os d e com p on en tes, era, después de todo, un proceso cate-
gorizador, y por lo tanto reifican te, “ un instrum ento no suficientem ente
refinado com o para dar la im agen v e r d a d e r a ...” d el sujeto individual.
(I b id ., p. 260.)
103 T h e A u th o ritaria n Personálity, parte iv , en ibid,, pp. 2 6 2 -5 0 0 .
164 A dorno, “T h e P sychological T ech n iq u e of M artin Luther' T h om as’
R adio A dresses” (1 9 4 3 ), G S 9 : 1 , pp. 7 -1 4 1 . Jay ha com en tad o que un
cierto tipo d e “ análisis d e co n ten id o ” m aterialista h ab ía sido desarrollado
por su am igo Siegfried K racau er a fines d e la d éca d a d e 1920. (M artin
Jay, “T h e E xtraterritorial L ife of S iegfried K racauer”, Salm agttndi,
3 1 /3 2 [otoño 197 5 -in v iem o 19761: 57.)
análisis críticos y cualitativos de contenido llevados a cabo en
los Estados Unidos” .105
Según Adorno, el objetivo de la investigación cualitativa en
La personalidad autoritaria era desarrollar, a través del análisis
textual' del m aterial de las entrevistas, una “fenomenología” que
verificara la teoría del antisemitismo y al mismo tiem po la reti­
nara,160 y aquí Adorno estaba en su elemento. Adorno reconocía
las ventajas de este proceder, la “concreción” lograda por la con­
centración en detalles textuales aparentem ente insignificantes.167
La oportunidad de considerar afirmaciones “únicas” y “extrem as”
antes que las respuestas cuantificables más típicas daba rienda
suelta a su fantasía interpretativa, al mismo tiempo que la con­
sistencia del* m arco teórico le otorgaba exactitud, “una salvaguarda
contra la arbitrariedad” .163 Adorno, como era de suponer, se cen­
traba en las contradicciones y rupturas lógicas de las respuestas
de la entrevista, y su interpretación de estas rupturas, así como la
im aginería del lenguaje e incluso los gestos corporales de los en­
trevistados, eran elaborados con su com plejidad dialéctica caracte­
rística. L a conclusión basada en la evidencia concreta obtenida
a p artir de las entrevistas en profundidad verificaba sus supuestos
teóricos previos:

L a persona ex trem a d a m en te p reju iciosa tien d e h a cia el " totalitaris­


m o p sico ló g ico ” , algo q u e parece ser co m o u n a im agen m icro có sm ica
del estad o totalita rio al q ue aspira. N a d a p u ed e perm an ecer in ta cto ,
tal co m o estaba; to d o debe hacerse “ ig u a l” al id ea l d el eg o d e grupo
interno rígid a m en te c o n ceb id o e h ip o sta sia d o .160

Adorno interpretaba sus entrevistas con personas que tenían bajo


puntaje en la escala F de un modo que sustantivaba su noción
acerca del modo de aproximación a la realidad del sujeto filosó­
fico. La actitud de estas personas hacia los judíos se caracterizaba
por la “racionalidad em pática” que tenía un “doble aspecto” ;
identificaba al antisemitismo como “problem a del antisem ita, y no
del judío”, y consideraba a las cuestiones raciales y de las minorías
no como segunda naturaleza, sino “con perspectiva histórica y
social, y a s f ... abiertas a la percepción racional y al cam bio. . . 55170
30B A dorno, “ S cien ú fic Experiences of a Eurepean Scholar in A m eri­
c a ”, T h e Intellectual M ig ra tio n , p. 365.
1(* Adorno “Introductory Rcm arks” a la parte iv ( ‘‘Q u alitative Studies
of Id eology”) de T h e A u th oritarian P ersonality, GS 9 : 1 , p. 2G3.
107 Ibid.
m I b i d . .|
1<w A dorno, cap. x v i de T h e A uth oritarian Personality, en ibid., p. 302.
KD Ib id ., p. 318.
i
L a tiránica negativa a tolerar la no identidad de los judíos
por parte de las personas de más alto p u ntaje era vista corno un
“m edio p a ra seudoorientarse en un m undo que se h a tornado ex­
traño, y p a ra ‘dom inar5 este m undo siendo capaz de encuadrar
com pletam ente sus aspectos negativos” .171 Al mismo tiempo, repe­
tida y explícitam ente Adorno insistía en que las necesidades auto­
ritarias tenían su origen en las condiciones objetivas,172 que la
superioridad del núm ero de las respuestas autoritarias “debe darse
porque vivimos en una época potencialm ente fascista” .1751 La
“confusión e ignorancia” entre los de más alto prom edio en rela­
ción al ám bito de la política y la econom ía se conectaba con “la ‘re-
ificación’ de una realidad social determ inada por relaciones de
producción en las que los propios seres hum anos se incluyen, como
si fueran meros apéndices” .174

La razón ú ltim a de esta ign oran cia p odría ser el carácter o p a co


de la situ ación so cia l, ec o n ó m ic a y p o lític a d e to d o s a q u e llo s q u e uo
d o m in a n p len a m en te los recursos d el c o n o c im ie n to d el p en sa m ien to
teórico. E n la fase a ctu a l, nuestro sistem a so cia l tien d e o b jetiv a y
a u to m á tica m en te a prod u cir “ cortin as” que h a cen im p o sib le q u e la
persona in gen u a v ea d e q ué se tra ta .170

Evidentem ente, Adorno consideraba “am enazador” 170 este antíin-


telectualismo populista del tipo protofascista, pero sostenía que el
origen de estos sentimientos era objetivo, “acrecentado por las
poderosas fuerzas económicas y sociales, que deliberada o autom á­
ticamente; m antienen a la gente en la ignorancia” .177 En últim a
instancia el problem a era el “capitalism o” , que en u n a “era de
transición” e sta b a '1a la defensiva, reflejando “ la transform ación
de nuestro sistema social, de algo dinám ico en algo conservador,
un status quo, que lucha por su perpetuación. . .” 178

171 Ib id ., p. 289.
lTa La critica de H ym an y Shcatsley según la cu al L a p ersonalidad a u ­
toritaria tom aba “ la irracionalidad del orden social y la im putaba a la
persona que respondía” es inapropiada. (V éa se H erbert H . H ym an y
Paul [í. Slieatsley, ¡“T h e A uthoritarian P ersonality: A M eth od ological
C ritique”, S iu dics in th e S c o p e a n d M e t h o d of <<T h e A u th oritarian P er­
sonality” , p. 109.)
,
173 A dorno, cap. x v i i de T h e A u th orita rian Personality en A dorno
“Studies in the A uthoritarian Personality”, GS 9 : 1 , p. 335.
174 Ib id ., p. 3 4 8 .
Ib id ., p. 342.
170 Ib id ., p. 330.
ÍT7 Ib id ., p. 342.
578 I b id .
12. E P ÍL O G O : EL M É T O D O D E LA D IA L É C T IC A
N E G A T IV A

Existe algo de falso cuando se habla de las “teorías” de Adorno.


E n realidad no tuvo ninguna, así como no tuvo ningún “con­
cepto” de historia.1 Y así como definía típicam ente los conceptos
por sus polos opuestos (“historia” por “naturaleza”, “individuo”
por “sociedad” ) , así construía ahora teorías' a p artir de princi­
pios opuestos y contradictorios. Su teoría del fascismo se basaba
sim ultáneam ente en la prem isa de la racionalización burocrática
y su “razón instrum ental” y la noción del líder carismático, irra­
cional, dos concepciones que W ebér había desarrollado como
realidades m utuam ente excluyentes. Adorno nunca abandonó su
caracterización de la sociedad como fragm entada, discontinua
(brüchig) y en estado de desintegración (Zerfall) ; sim plem ente
agregó la idea opuesta de un sistema cerrado, opresor, de que
“ la organización total de la sociedad a través de los grandes nego­
cios y de su tecnología om nipresente h a . . . tom ado posesión del
m undo y de la im ag in ació n .. .” 2 Si el pensam iento de H orkheim er
describía un m odelo dialéctico, el pensam iento de A dorno era
ese modelo. E ntendía el “autom ovim iento del concepto” de Hegel
no como u n a “ teoría del desarrollo”,8 sino como un m ovimiento
del pensam iento en el que “ todas las categorías son y no son ellas
mismas” ,4 en el que un concepto era “observado tan cercanam ente
que se m antenía y se transform aba al mismo tiem po” .5
E n 1942 A dorno escribió tres piezas breves, similares en su form a­
to a las tesis de Benjam in acerca de la historia.6 Pero m ientras
Benjam in yuxtaponía opuestos en un sentido visual, usando imá-
1 V éase cap. 3.
B T h eod o r W . A dorno, “R eflex io n en zur K lassentheorie” (1 9 4 2 ), G e ­
sam m elte Schriften, vol. 0 : Soziologische Schriften i (Frankfurt am M ain :
Suhrkam p V erla g , 1972), p. 376.
a Ibid ., pp. 3 7 4 -3 7 5 .
4 T h eod o r W . A dorno, “K iekegaard n och eín m al” (1 9 6 3 ), K ierkeg aa rd:
K on stru k tion des A esih etisch en [1933]. Ai tí z w ei Beilagen, 3* ed., am pl.
(Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag, 1966), p. 306.
6 A dorno, “R eflex io n en zur K lassentheorie” (1 9 4 2 ), G S 8, p. 377.
9 D os de ellas, “ R eflex io n en zur K lassen th eorie” y “T h esen über Be-
dürfnis” , fueron publicadas por prim era vez en GS 8 ; la tercera, un ensayo
titu lad o “N otizen zur neuen A nth rop ologie” (Franlcfurt am M ain, legado
de A dorno), aparecerá en un volum en posterior.
genes teológicas (el ángel de la historia, el Mesías, ^1 enano juga­
dor de ajedrez) p a ra expresar el m aterialism o histórico, su polo
opuesto, las piezas de A dorno se “desarrollaban” dinám icam ente
de un polo al otro. U tilizaba la argum entación dialéctica p a ra cons­
truir “modelos” de pensam iento que, no im porta dónde comen­
zaran, siempre se m ovían hacia la dirección opuesta. D e allí que
el análisis de L a personalidad autoritaria ap u n tara al carácter
de la sociedad que la había producido, pero que cualquier dis­
cusión acerca de la estructura social, llevara a A dorno a considerar
la psicología que la reproducía: E n “Reflexionen zur Klassen-
theorie” (“Reflexiones acerca de la teoría de las clases”), su
análisis de la sociedad de clases giraba alrededor de un análisis de
la psicología de masas que im pedía la experiencia de clase,7 mien­
tras que en “Thesen über Bedürfnis” (“Tesis acerca de las nece­
sidades”), su análisis de las necesidades psicológicas giraba en
realidad alrededor de un análisis de las coacciones sociales: “L a
idea de que u n a sociedad revolucionaria aclam aría las malas
actuaciones de H edy L am ar o la desagradable sopa de Cam pbell
es absurda. C uanto m ejor sea la sopa, m ás felizmente se las arre­
glarán sin L am ar.”8
C uando A dorno interpretaba la historia de la lucha de clases lo
hacía en térm inos de u n a teoría de la historia como lo siempre
idéntico;9 pero enfocaba las cuestiones ontológicas de la antro­
pología en térm inos del cambio social.10 D efinía la atomización
social por el conformismo social, la alienación por la colectiviza*-
ción.11 El sufrim iento de las masas se identificaba con la incapa­
cidad de experim entar sufrim iento;12 el libertinaje sexual como
una expresión del ascetismo burgués.18 A nivel filosófico, Adorno
criticaba no sólo el dualismo entre un sujeto alienado y un objeto
reificado sino sim ultáneam ente la identidad entre sujeto y objeto.
Esta identidad tom aba a su vez varias form as: la subjetividad
era u n a caja que atrap ab a al sujeto por u n a p arte; por la otra,
el sujeto dom inaba alternativam ente al objeto y lo sometía hasta
su propia extinción.

7 A dorno, “R eflexion en zur K lassen th eorie” (1 9 4 2 ), GS8,pp. 370 ss.


8 A dorno, “T h esen über Bedürfnis” (1 9 4 2 ), GS 8, p. 394.
a A dorno, “R eflexion en zur K lassentheorie" (1 9 4 2 ), GS 8, p. 374.
10 A dorno “N otizen sur n euen A n th rop ologie” , 1942.
11 “L o que B enjam ín llam a la d esintegración d el aura y la destrucción
de la experiencia es esen cialm ente idén tico al principio de totalid ad de la
sociedad.” ( I b i d p. 3.)
11 A dorno, “R eflexion en zur K lassentheorie” (1 942) GS 8, pp. 377,
383 í í .
1S A dorno, “N otizen zur neuen A n th rcp ologie” , 1942, p. 4.
La originalidad de Adorno radicaba no en la sustancia m aterial
de sus argum entos teóricos, sino en la m anera de unificarlos. Su
trabajo ,sobre el antisemitismo, por ejemplo, se basaba en gran
m edida en conceptos psicológicos desarrollados por From m . Pero
m ientras Fromm , quien era igualmente insistente en relación a la
m utua m ediación entre carácter psicológico y estructura social
e igualmente consciente del “doble carácter” — en lenguaje freu-
diano, de la ambivalencia— de los fenómenos psicológicos, todavía
intentaba construir una descripción positiva del hom bre m oderno,
y p ara él el objetivo del conocimiento era obtener algo al final
— una teoría nueva y duradera— , Adorno, cuya preocupación se
refería a u n a nueva realidad social, veía incluso en el deseo do
poseer u n a teoría el riesgo de reproducir la estructura m ercancía
al interior de la conciencia. L a suya era una antropología negati­
va, y su objetivo, en tanto conocimiento, era m antener viva la
crítica.14
El propósito de lo que en el caso de Adorno podría denominarse
“an ti teorías” era evitar a toda costa este conformismo. Esto con-
feria a la dialéctica negativa )a característica del azogue: en el
m om ento en que se cree haber aprehendido la cuestión, se trans­
form a en su opuesto, deslizándose entre los dedos y escapando.
Pero aun cuando Adorno parecía sostener sim ultáneam ente posi­
ciones opuestas, su identificación del punto de convergencia de
los opuestos otorgaba coherencia lógica a sus modelos, en todos los
casos se tratab a de la estructura de la dom inación. Esa estructura,
que a su vez convergía con la estructura de las mercancías, em er­
gía siempre que algún extrem o de una polaridad se im ponía, d u ­
plicando así la estructura social y perm itiendo la continuidad
de la estructura. Si en el pensar acerca de la realidad el objeto
(reificado) podía dom inar al sujeto, el resultado era la reificación
de la conciencia y la aceptación pasiva del status q u o ; si el sujeto
dom inaba al objeto* el resultado era la dom inación de la naturaleza
y la justificación ideológica del status quo. T a n sólo m anteniendo
la argum entación en los límites de un m ovim iento circular p er­
petuo podía escapar el pensam iento a su compromiso con su obje­
tivo revolucionario.
No existía m engua alguna en su compromiso con la revolución
como algo tan necesario como deseable. El problem a “no era la
14 “C uando una doctrina hipostasía un principio aislado que excluye la
negación, paradójicam ente se predispone al conform ism o.” (M a x H ork ­
heim er, Eclipse of R eason [1947] [N ueva York: T h e Seabury Press, 1974],
p. 87. En el. pensam iento y la expresión, esta afirm ación es característica
d e A dorno. Los propios escritos d e H orkheim er eran m ucho m enos riguro­
sam ente construidos en este sentido.)
posibilidad de barbarie después de la revolución, sino la obstacu­
lización de la revolución por la sociedad entera” .15 Aun en los
marcos del lenguaje liberal-dem ocrático de La personalidad auto­
ritaria pueden encontrarse afirm aciones revolucionarias, tales como
su com entario: “El argum ento según el cual las personas deben
cam biar antes que el m undo pu ed a ser cam biado pertenece al viejo
arsenal antiutópico. Conduce a un círculo vicioso.. .” 1(í T am poco
se retractó de una posición m arxista en relación a la naturaleza
de clase de la lucha revolucionaria:
Es verd ad , por su p u esto, c o m o rea lid a d e c o n ó m ic a y so c ia l, q u e el
pap el cru cial en la lu ch a con tra la crecien te co n cen tra ció n d e l poder
e co n ó m ico deberá ser d e se m p e ñ a d o por la p o b la ció n o b r e r a .. .17

Y jam ás abandonó la esperanza de la transform ación social, a u n ­


que creía que la esperanza ya no podía expresarse a sí m ism a posi­
tivam ente. Incluso la em brutecedora cultura de masas, analizada
críticam ente, podía alentar una tom a de conciencia revolucionaria,
sim plem ente porque Ja misma ideología de igualdad e identidad
que perpetuaba, ilum inaba la realidad de las diferencias de clases
como siendo tan sólo "usurpación desnuda” .18
Sin embargo, la posición de Adorno había cambiado, en tanto
su fe en la autonom ía de la cultura, su creencia en que la práctica
intelectual podía revolucionar exitosam ente su propio m aterial o
“medios de producción”, había sido profundam ente sacudida. Al
reconocer el poder preem inente de las fuerzas socioeconómicas, su
posición se había vuelto en realidad más “m arxista” que antes.
Escribió con cierto candor:
E n A m érica m e liberé d e u n a cierta co n fia n za in gen u a en la cu ltu ra y
a lcan cé la ca p a cid a d d e ver la cultu ra d esd e afuera. P ara aclarar la
cu estió n : a pesar de tod a la crítica so cia l y d e to d a la co n cie n c ia a¿erca
d e la p rim acía d e lo s fa cto res eco n ó m ic o s, la im p o rta n cia fu n d a m en ta l
d el esp íritu — G eist— era casi un d o g m a a u to ev id e n te para m í d esd e el
com ien zo. E n A m érica a p ren d í q u e ésta n o era un a co n clu sió n in ev ita b le,
a llí d o n d e 110 p revalec e n in g ú n sile n c io reveren te fren te a to d o lo in te ­
lectu a l . . . y la a u sen cia d e ese resp eto in c lin a al in te le c tu a l h a cia el
au toan álisis crítico. E sta p articu la rid a d teñ ía lo s su p u estos eu rop eos
de la cultu ra m u sical en la q u e yo esta b a in m erso .10
35 A dorno, “T h esen über Bedürfnis” (1 9 4 2 ), GS 8, p. 393.
10 T h eod or W. A dorno, “ Studies in the A uthoritarian Personality”
(1 9 5 0 ), G esam m elte Schriften 9 : 1 : Soziologische Schriften I I , ed. Susan
Buck-M orss y R olf T ied em an n (Frankfurt am M a in : Suhrkam p V erlag,
1975), p. 390.
17 Ib id ., p. 245.
M A dorno, “ R eflexion en zur K lassentheorie” (1 9 4 2 ), G S 8, p. 391.
19 T h eod or W . A dorno, “ Scien tific Experíencea o f a European Scholar
El tem a de D ialektik der A ufklarung era una crítica del “progreso”
en la razón, la cual fracasando en su revolución de la estructura
socioeconómica, com enzaba a duplicar Jas características de esa
estructura y volvía a caer e n el m ito. En u n ensayo acerca de
Schonberg que A dorno escribió inm ediatam ente antes de este es­
tudio en colaboración (1940-1941), sostenía la m ism a argum en­
tación, como acto de autocrítica, en relación al “progreso” en la
música. El ensayo circuló du ran te la d é c ad a 1del cuarenta entre
los inm igrantes intelectuales alem anes, bajo la form a de un m a­
nuscrito inédito.20 T hom as M ann, quien había comenzado a tra ­
b a ja r en la novela D oktor Faustus, lo leyó en 1943 con “u n a sen­
sación d e . . . fam iliaridad ex trañ a”,21 y a p artir de allí colaboró
estrecham ente con A dorno en la teoría musical sobre la que se
basaba la novela,22 refiriéndose a él como al “consejero privado”
de la obra.23
in A m erica” , trad. D o n a ld F lem in g, en T h e In te lle c tu a l M ig ra tio n : E uro-
p e a n d A m e ric a , 1 9 3 0 -1 9 6 0 , ed. D o n a ld F lem in g y Bernard B ailyn (C a m ­
bridge, M ass., B elknap-H arvard U n iversity Press, 1969), p. 367.
m F u e p u b licad o con el titu lo “ Schonberg u n d der F ortschritt” en 1949
en P h ilosoph ie d e r neuen M u s tk , com p lem en tad o con un ensayo sobro
Stravinsky (1 9 4 8 ) y u n a introd u cción acerca d el m étod o.
a T h om a s M a n n , T h e S to r y of a N o v e l: T h e Genesis of D o c to r Faus­
tus, trad. R ichard y C lara W inston (N u e v a Y ork; A lfred A . K n o p f, 1961),
p. 4 6. "A quí h a b ía algo realm ente im portante. E l m anuscrito trataba de
la m úsica m oderna en el p lan o artístico y en el so c io ló g ic o .. . T o d o ten ía
una extrañ a afin id ad con la id ea de m i libro, con la ‘com p osición ’ en la
q ue yo h ab ía viv id o y m e h a b ía m ovido, y ten ía m i ser. L a decisión fu e
au tom ática. É ste era m i hom bre.” ( I b i d ., p. 4 3 .) M ás tarde, M an n tam ­
bién leyó lo» estudios sobre ICierkegaard y W agner (ibid., pp. 85, 94), asi
com o el libro sobre el T rau erspiel de B en jam ín (ibid ,, p . 107), a quieu
M an n recordaba eq u ivocad am en te com o "el prim o” d e A dorno (ibid.,
P. 43).
“ L as sugestiones d e A dorno fueron típicas, por ejem plo, su consejo
en el sentido de que el carácter d e las obras d e L everkühn d eb ía estar
abierto “ sim u ltán eam en te a la crítica de la barbarie sangrienta y a la
crítica d el exan gü e in telectu a lism o ” (ibid., p. 156). Para un análisis del
efecto d e las ideas d e A dorno en la n o v ela , ver la disertación doctoral
in éd ita de H ansjürg DÜrr, “T h o m a s M an n and A dorno: Ihre Z usam m e-
narbeit am D ok tor Faustus and H a n d der bisherigen Q u ellen ” , M arburgo,
1965.
23 I b id ., p. 22 2 . L a descripción por M an n de su colaboración in d ica que
cualesquiera fuesen las reservas de A dorno en cu an to al poder del Geist,
no com prom etió su propio in telectualism o. M an n lo describió com o “ in ­
transigente, trágicam en te brillante, operando al nivel m áxim o’* (ibid .,
p. 43). U n a típ ica conversación entre ellos “pasó de la h um anidad com o
elem en to ctón ico purificado a paralelism os entre B eeth oven y G oeth e, y a
lo hum an o com o resistencia rom ántica a la sociedad y la convención
(R ousseau) y com o rebelión (la escena en prosa del Fausto d e G o eth e)” .
( I b id ., pp . 47-48.)
El ensayo sobre Schónberg y la introducción que acom pañó su
prim era publicación en 1949, dem ostraba que A dorno no había
m odificado su posición acerca de la estructura esencialmente dia­
léctica de la composición de Schónberg, y su descripción dei pro­
ceso estaba llena de la fraseología característicam ente benjam iniana.
N o había renegado de su afirm ación fundam ental según la cual la
validez del arte residía en la relación del artista con su m aterial
más que en la relación con la clase obrera.21 Pert? m ientras antes
había sido optim ista respecto de las crecientes posibilidades de la
práctica intelectual, veía ahora el peligro de que la “música no con­
form ista” , preservando su verdad a través de la “indiferencia res­
pecto del público” , perm itiera que su “verdad se m architara” .25
“En el proceso de alcanzar su propia lógica interna, la música se
transform a cada vez más, de algo significativo en algo oscuro — in­
cluso p a ra sí m ism a.”20
El nuevo argum ento de A dorno era esencialmente éste: la revo­
lución atonal de Schónberg había triunfado verdaderam ente al li­
berar al m aterial musical de las tiránicas leyes de la “segunda
naturaleza” del sistema tonal burgués, pero en tanto u n a revolución
operada exclusivamente en el m arco de la superestructura, su im ­
pulso liberador no podía m antenerse. L a atonalidad conducía a la
composición dodecatónica, cuyos principios se transform aban en
un nuevo dogm a musical.27 Schónberg utilizaba el térm ino “modelo”
para describir el m aterial tem ático en su música, cuya identidad se
m antenía a través de u n a serie de variaciones. El m aterial era:

.. .siempre “lo mismo”, Pero el significado de esta identidad se revelaba


como no-identidad. El material temático es de tal naturaleza que in­
tentar aferrarlo equivale a transformarlo.28

La descripción dem uestra que los “modelos” de Schónberg seguían


siendo el prototipo de los propios modelos de Adorno. Pero ¿era
consciente Adorno de que la mism a am enaza se cernía sobre la fi­
losofía?
Al describir la transform ación de la atonalidad en un nuevo sis-
“ T h eod or W . A dorno, P hilosophy of M o d e r n M u sic, trad. A nne G.
M itch ell y W esley V . B loinster (N u e v a Y ork: T h e Seabury Press, 1973,
pp. 130-131.)
M I b i d ., p. 21.
20 I b id ., p. 19.
87 E n artículos aparecidos en la revista m exican a N u estr a música en
1949 y 1952, el propio Schónberg se expresó críticam en te an te la ten d en ­
cia a dogm atizar la aton alid ad , p aten te en las com posiciones seriales pro­
ducidas después d e la guerra.
M A dorno, Philosophy of M o d e r n M u sic, pp. 55*56.
terna, que era ahora interpretado como un fracaso revolucionario,
Adorno apuntaba a los principios de variación del sistema dodecató-
nico — retroceso, o reversión de la hilera tónica, inversión, e in­
versión retrógrada— . en los cuales, sostenía, el principio dinámico
de variación se volvía estático recayendo en u n a estructura cerra­
da.29 Ya hemos sugerido80 que las mismas técnicas composicionales
gobernaban la estructura de los ensayos de Adorno: el principio
de reversión tenía su contraparte en sus argum entos que dem ostra­
ban la verdad de arnbos polos extremos, que los opuestos convergían;
el principio de inversión coincidía con su demostración de que
aquello que aparecía como subjetivo resultaba objetivo, o viceversa;
la crítica inm anente de los textos revelaba que la teoría era una
imagen de la realidad social, m ientras que la fisiognómica social
interpretaba a la realidad social como una imagen de la teoría. En
la hilera tónica, ninguna de las notas era más significativa que las
demás, y de igual modo trataba Adorno a los fenómenos sociales,
de m odo que, por ejemplo, “los cementerios de automóviles, . .
gatos destripados, todos estos apócrifos dominios en los límites de
la civilización, de pronto se trasladan al centro” .81
L a verdadera cuestión consiste en preguntarse si el intento de
Adorno de revolucionar la filosofía, conscientemente m odelado a
p artir de Schonberg, sucumbió en realidad bajo el mismo destino,
es decir si su principio de antisistema se transform ó tam bién en un
sistema. Todo el contenido de su incesante insistencia en la negati-
vidad consistía en resistirse a repetir en el pensamiento las estructuras
de dominación y reificación que existían en la sociedad, de m odo
que en lugarí de reproducir la realidad, la conciencia pudiese ser
crítica, de modo que la razón reconociera su propia no identidad
con la realidad social por un lado, y la no identidad de la naturaleza
m aterial con la conciencia categorizadora que se hacía pasar por
racionalidad, por otro. M ientras que la prim era (la no identidad
entre razón y realidad) era la esencia de la teoría crítica de H ork­
heimer, la segunda (la no identidad entre objeto y concepto) era
herencia de Benjam in:

E l co n cep to de ex p erien c ia de B en ja m in se refiere a lo p articular, y


casi tod o el esfuerzo d e su filo so fía p u ed e ser d efin id o c o m o u n in ten to
por rescatar lo particular. L a d esgracia en A m érica con siste en q ue
p recisam en te aq u í, d o n d e lo p a rticu la r es to ta lm en te d estru id o por lo
gen eral, d on d e en lugar d e ex p erie n c ia existe la rep etició n d e lo . siem -

n Ib id., pp . 61*66.
30 V c a se cafl' 8.
31 A dorno, “N otizen zur neuen A nthropologie” , 1942, p. 4.
pre-idéntico, se hace el intento de representar lo particular como si éste
sobreviviese.32

Es indudable que, a pesar de su com plejidad dialéctica, la posi­


ción de Adorno tiene consistencia inm anente — en realidad, filosó­
ficam ente fue el más riguroso de toda la “Escuela” de F rankfurt.
Pero en los límites de su pensam iento aparece u n a p arad o ja que
ni siquiera la dialéctica pudo disolver. Según Adorno, la “no p arti­
cipación” ( nicht-m itm achen) era absolutam ente necesaria p a ra
m antener viva la capacidad de experim entar lo no-idéntico:

. ..ser consumido, tragado, es en realidad precisamente lo que entiendo


por “participación” [Miimachen\, totalmente característica del nuevo
[tipo] antropológico —la falta de curiosidad. No querer ya conocer nada
nuevo, sobre todo nada que sea abierto y desprotegido. También la
protección respecto de la revolución., .83

Pero al mismo tiempo, p a ra evitar la identificación con lo dado, el


pensam iento nu n ca puede experim entar lo nuevo como nuevo:
“Sólo aquel que reconoce en lo más m oderno aquello siempre
idéntico sirve a lo que puede ser diferente.1134
Por lo tanto, en nom bre de la revolución, el pensam iento no
puede nunca reconocer u n a situación revolucionaria; en nom bre
de la utopía, jam ás puede trab ajar p ara la realización de la utopía.
Q uizá Adorno se aseguró dem asiado exitosamente de que la razón
no pudiera transform arse en “ instrum ental” . L a razón instrum ental
conserva un m om ento de “valor de uso” que la dialéctica negativa
debe abandonar. El resultado fue que, en tanto opuestos, ellos tam ­
bién convergieron: la razón instrum ental perdió de vista los obje­
tivos racionales/ dejó de ser un m edio y se transform ó en un fin
en sí m ism a; pero la dialéctica negativa anuló la utilidad política,
y se transform ó así en un fin en sí mism a tam bién. Fetichismo era el
nom bre de la constelación en la cual convergían, y, una vez más,
la música dodecatónica proporcionaba el m odelo.35 A dorno reco­
nocía que la composición dodecatónica, en un intento por evitar
83 I b id ., p. 3.
33 I b i d p. 12. iEl pasaje con tin ú a: “Esto es claram ente ev id en te con los
fascistas; con los com unistas quizá tam bién por algún tiem po, precisa­
m ente a través d el partido de masas. L a revolución es sólo lo abierto
y no resguardado, y el partido de m asas otorga a todos los actos el carác­
ter de encubrim iento. En este sentido, un partido revolucionario de masas,
sim plem ente no puede existir.”
Si A dorno, “ R eflexion en zur K lasscn th corie” (1 9 4 2 ), G S 8, p. 376.
38 "L a autod eterm inad a ley d e la hilera se transform a en un fetiche en
el m om ento en que el director descansa en ella com o fu en te de significado.”
(A dorno, Philosophy o{ M o d e r n M u sic, p. 111.)
la dom inación de la tonalidad, adhería a reglas m ás constrictivas
que antes: “E n cad en a a la m úsica al liberarla.”88 Pero ¿veía tam ­
bién que la estructura lógica de sus propios ensayos era cada vez
más predictible de m odo que, al igual que en la composición
dodecatónica,

la estructura com o tal resulta más correcta que significativa? El interro­


gante que la música dodecatónica plantea al compositor no es cómo el
significado musical debe ser organizado, sino más bien cómo la organi­
zación puede volverse significativa.87

En N egative D ialektik A dorno advertía que el pensam iento debía


evitar el h acer de la dialéctica un prim er principio — “prim a dia­
léctica” ** Pero fue arrastrado a ello a pesar de sí mismo, quizá en
realidad por las “exigencias objetivas” del m aterial. C uando el p rin ­
cipio de la técnica dodecatónica se hizo “to tal”, la dinám ica de la
nueva m úsica “se atascó” .80 Pero cuando el m étodo de la dialéctica
negativa se hizo total, la filosofía tam bién se vio am enazada, y no
injustam ente la N ueva Izquierda de la década de 1960 criticaba a
A dorno por conducir a la teoría crítica a un punto m uerto. El
carácter estático, el sortilegio que tanto criticara en la obra de
B enjam in no estaba ausente de la suya. ¿C onducía a alguna p arte
el m ovim iento perpetuo de los argum entos de A dorno? ¿C onducían
fuera del intérieur burgués o sim plem ente colgaban suspendidos
adentro al igual que esa nueva form a de arte, los “móviles” ?
E n su crítica a Husserl, A dorno elogiaba a este pensador b u r­
gués por llevar al idealismo hasta sus límites, sosteniendo que sólo
tenía que “saltar a través de la p u erta abierta al m undo de las
cosas”40 p a ra trascender al idealismo y escapar de los confines de
la subjetividad. Pero es dudoso que el propio A dorno diera ese salto,
que quizá hubiera requerido ei rom per con el tabú contra la posi­
tividad. Aquello que criticaba en Husserl era en últim a instancia
verdadero en su caso: “el creador filosófico, que alguna vez p la ­
neara un contrato social m ejor, es una vez m ás sólo el creador de
filosofía” .41
U n conocido de A dorno com entó alguna vez:

08 J b id .t p. 68.
w I b id ., p. 67.
“ Theodor W. Adorno, D ia léctica negativa, trad. J. M. Ripalda (Ma­
drid: Taurus, 1975), p. 157.
w Adorno, P h tlo so ph y of M o d e r n M usic, p. 102.
" Theodor W. Adorno, ms. sobre Husserl, 1934-1937, Frankfurt am
Main, legado de Adorno, p. 34 (artículo de 1937).
“ I b id ., p. 149.
Adorno, hasta donde yo puedo ver, nunca viajó por el simple deseo de
ver. Europa le resultaba enteramente suficiente. N i la jtndia, ni China,
ni el Tercer Mundo, ni las democracias populares, ni los movimientos
obreros.42

Esta característica personal quizá no resulte insignificante. El m a­


terial del filósofo en la era burguesa es el texto escrito, y no im­
porta cuánto “penetre en él”, perm anece d e n tro . de u n a esfera
p riv a d a : 1

En su texto, el escritor levanta su hogar. Así como acarrea papeles,


libros, lápices y documentos de cuarto en cuarto, así crea el mismo desor­
den en sus pensamientos. Éstos se vuelven muebles en los que se sumerge,
contento o irritable. Los golpea con afecto, los gasta, los mezcla, rea ca­
moda, arruina. Para quien ya no tiene patria, el escribir se transforma
en un lugar donde vivir.48

43 Hans Mayer, citado en Martin Jay, T h e D ialectical Im a gin atio n:


A H isto ry of th e Frankfurt S ch ool and the In s titu te of Social Research,
1923-1950 (Boston: Little, Brown, 1973), p. 187.
48 Theodor W. Adorno, M í n im a m oralia: R eflection s from D a m a g e d
Life (Londres, n l b , 1974), p. 87.
B IB L IO G R A F ÍA

La investigación requerida por este estudio fue realizada a lo largo de


cuatro años. Mientras tanto, se iban compilando y publicando las obras
completas de Adorno. En virtud de la rápida aparición de nuevos volú­
menes de esa serie (los cuales no he recibido todos), así como de otras
ediciones de obras de Adorno y su círculo, cualquier bibliografía queda
atrasada casi al momento. La bibliografía seleccionada que aqui se pre­
senta es exacta al menos hasta enero de 1975. Para una bibliografía
más completa de los escritos de Adorno (pero sólo hasta 1971), véase
el excelente trabajo de Klaus Schultz en Hermann Schweppenháuser,
ed., Theodor W. Adorno zum Geddchtnis: Eine Sammlung (Frankfurt
am Main: Suhrkamp Verlag, 1971), pp. 178-239.
Puesto que el presente estudio sostiene que el primer pensamiento
de Adorno, anterior al Instituto (antes de 1938), es la fuente de su
teoría madura, se ha prestado particular atención en las notas y la
bibliografía a las fechas de sus escritos (primera publicación o fecha de
conclusión de la obra, cuando es notablemente anterior).
Me he tomado la libertad de hacer uso de las traducciones inglesas
existentes o de emplear las mías, en especial en el caso de los escritos
de Adorno, cuando las traducciones me parecieron insatisfactorias. [Algu­
nas traducciones españolas aprovechadas en esta edición han sido citadas
en las notas y ya no se mencionan aquí.]
Adorno publicó bajo los nombres de: T . o Theodor Wiesengrund,
1920-1924; T. o Theodor Wiesengrund-Adornoj 1925-1938; y T. W. o
Theodor W. Adorno, 1939-1969. En 1936 y 1937 usó el seudónimo
“Hektor Rottweiler” .

. TH EO D OR W . ADORNO

O bras c o m p l e ta s

Adorno, Theodor W., Gesammelte Schriften, 23 vols. Editadas por Rolf


Tiedemann, Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1970. Aquí y
en las notas se ha utilizado la abreviatura GS. A continuación, la
lista de los volúmenes. Los marcados con un asterisco fueron consul­
tados en este estudio.

* Vol. 1: Frühe philosophische Schriften. Editado por Rolf Tiedemann,


Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1973.
Vol. 2: KÚrkegaard. (Futuro.)
Vol. 3: Dialektik der Aufklárung. (Futuro.)
Vol. 4-: M í n i m a m o r alia. (Futuro.)
Vol. 5: Z u r M e t a k r i t i k d e r E r k e n n tn is th e o r ie ; D r e i S t u d i e n zu H e g e l.
Editado por Gretel Adorno, R olf Tiedemann. Frankfurt am Main:
Suhrkamp Verlag, 1971.
Vol. 6: N e g a t i v e D ia le k t ik ; J a rgó n d e r E ig e n tlic h k e it. Editado por
R olf Tiedemann. Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1973.
Vol. 7: A e s th e tis c h e T h e o r i e . Editado por Gretel Adorno y Rolf T iede­
mann. Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1970.
* V o l. 8: S ozio log isch e S c h rifte n I . Editado por R olf Tiedemann. Frank­
furt am Main: Suhrkamp Verlag, 1972.
* Vol. 9: S o zio lo g isch e S c h r ifte n I I . 2 vols. Editado por Susan Buck-
Morss y Rolf Tiedemann. Frankfurt am M ain: Suhrkamp Verlag,
1975.
Vol. 10: P ris m e n ; O h n e L e it b o ld ; K r it is c h e M o d e l l e : E in griffe, S ti h c -
xvorte. (Futuro.)
Vol. 11: N o t e n zu r L itera tu r . Editado por R olf Tiedemann. Frankfurt
am Main: Suhrkamp Verlag, 1974.
Vol. 12. P h ilo s o p h ie d e r n eu en M u s ik . (Futuro.)
* V o l. 13: D ie jnusikalischen M o n o g r a p h ie n : IVagner; M a h l e r ; B e r g .
Editado por Gretel Adorno y Rolf Tiedemann. Frankfurt am Main:
Suhrkamp Verlag, 1971.
* Vol. 14: D isso n a n zen ; E in le itu n g in d ie M u s ik so z to lo g te. Editado por
R olf Tiedemann. Frankfurt am M ain: Suhrkamp Verlag, 1973.
V ol. 15: K o m p o s i t i o n für d e n F ilm ; D e r g c tr e u e K o r r e p e t i t o r . (Futuro.)
Vol. 16: K la n g fig u r e n ; Q u a s i una Fantasía; M o m e n t s M u s ic a u x ; I m ­
p r o m p tu s . (Futuro.)
Vols, 17-19: A u fsá tze zur M u s ik . (Futuro.)
Vol. 20: M i s z e l l e n . (Futuro.)

Volúmenes suplementarios (fragmentos inconclusos):

Vol. 21: F r a g m e n te I : B e e th o v e n . (Futuro.)


Vol. 22: F r a g m e n te I I : T h e o r ie d e r m u sik a lisch en R e p r o d u k ti o n . (Fu­
turo.) ,
Vol. 23: F r a g m e n t e I I I : C u r r e n t o f M u s ic . (Futuro.)

O b ra s p u b li c a d a s escritas en 1 92 0-19 38 : lista cro no ló gica

Las obras siguientes, escritas antes de que Adorno fuera miembro oficial
del Instituto d e ' Frankfurt, han sido consultadas. Los documentos ori­
ginales forman parte del legado de Adorno, Frankfurt am Main. Se han
señalado fechas y lugares de republicaciones.

1920

“Expressíonismus und künstlerische Wahrhaftigkeit: Zur Kritik neuer


Dichtung.” D i e N e u e S c h a u b ü h n e [Dresden] 2, 9 (1920): 233-236,
Republicado en G S 11 (1974), pp. 609-611.
1921

“ ‘Die Hochzeit des Faun’ : Grundsatzliche Bemerkungen zu Bernhard


Sekles’ neuer Oper.” Neue Blatter für Kunst und IJteratur [Frankfurt
am Main] 4 y 5 (1921-1922): 61-62 y 68-70.

1922

“Paul Hindem ¡th.,, Neue Blatter für Kunst and \Literatur 4, 7 (1921-
1922): 103-106. Republicado en Impromptus (1968), pp. 53-57.

192 4

“D ie Transzendenz des Dinglichen und Noematischen in Husserls Phá-


nomenologie.*’ Disertación, Universitat Frankfurt am Main, 1924. Pu­
blicado por primera vez en GS 1 (1973), pp. 7-77.

1925

“Alban Berg: Zur Uraufführung des ‘WozzeckV’ ' Musikblátter des An~
bruch [Viena] 7, 10 (1 9 2 5 ): 531-537.
“Hanns Eisler: D úo für Violine und Vioioncell, op. 7, Nr. 1,” Musik-
blatter des Anbruch 7, 7, Sonderheft Italien (1925): 422-423.
“D ie Serenade: Zur Aufführung von Schonbergs Serenade in Venedig.”
Pult and Taktstock [Víena] 2, 7 (1925): 113-118.
“Über einige Werke von Béla Bartók.” Zeitschrift für Musik 92, 7 /8
(1925): 428-430.
“Zeitgenossische Musik in Frankfurt am Main.” Zeitschrift für Musik
92, 4 (1925): 216-218.
“Zum Problem der Reproduktion: Fragmente.” Pult und Taktstock 2i
4 (1925): 51-55.

1 92 6

“Drei Dirigenten.” Musikblátter des Anbruch 8, 7 (1926): 315-319.


“Kammermusik von Paul Hindem ith.” Die Musik 19, (1926-1927): 24-
28. Republicado en Impromptus (1968), pp. 58-62.
“Metronomisierung.” Pult und Taktstock 3, 7 /8 (1926): 130-134. Repu­
blicado en Impromptus (1968), pp. 146-149.
“Opernprobleme: Glossiert nach Frankfurter Aufführungen.” Musikblát­
ter des Anbruch 8, 5 (1926): 205-208.
“Antón Webern: Zur Aufführung der fünf Orchesterstücke in Zürich.”
Musikblátter des Anbruch 8, 6 (1926): 280-282.

1927

“Der Begriff des Unbewussten in der transzendentalen Seelenlehre.”


Primera Habilitationsschrift (no aceptada), Universitat Frankfurt am
Main, 1927. Publicada por primera vez en GS 1 (1973), pp. 79-322.
“Motive” [I]. Musikbíatter des Anbruch 9, 4 (1927): 161-162. República-
do en Quasi una Fantasía (1963), pp. 19-21.
“Orchesterstiicke op. 16.” Pult und Taktstock 4, Sonderheft Amold Schon­
berg und seine Orchestenverke (1927): 36-43.

1928

“Hindemiths 'Cardillac\ . [Primeras palabras del texto.] Neue Musik-


Zeitung [Stuttgart] 49, 22 (1928): 706-707. ¡
“Marginalien zur Sonata von Alexander Jamnitz.” Neue Musik-Zeitung
49, 12 (1928): 387-390.
“Motive II; Motive III.” Musikbíatter des Anbruch 10, 6 y 7 (1928):
199-202 y 237-240. Republicado en C¿ua« una Fantasía (1963), pp.
21-29.
“Nadelkurven.” Musikbíatter des Anbruch 10, 2 (1928): 47-50.
“Schonbergs Blaserquintett.” Pult und Taktstock 5 (1928): 45-49. Repu­
blicado en Moments Musicaux (1964), pp. 161-166.
“Schubert.” Die Musik 21, 1 (1928-1929): 1-12. Republicado en Moments
Musicaux (1964), pp. 18-36,

1929

“Atonales Intermezzo?” Anbruch 11, 5 (1929) : 187-193. Nota: Musik -


blatter des Anbruch [Viena] se llamó Anbruch desde el volumen 11
(1929).
“Hanns Eisler: Zeitungsausschnitte. Für Gesang und Kiavier, op. 11.”
Anbruch 11, 5 (1929): 219-221.
“Glosse zu Richard Strauss.” Anbruch 11, 6 (1929): 250-251. Republica­
do en Quasi una Fantasía (1963), pp. 54-57.
“Motive IV : Musik von aussen.” Anbruch 11, 9 /10 (1929): 335-338.
Republicado en Quasi una Fantasía (1963), pp. 29-35.
“Nachtmusik.” Anbruch 11, 1 (1929): 16-23. Republicado en Moments
Musicaux (1964), pp. 58-66.
“Die Oper Wozzeck.” Der Scheinwerfer: Blatter dei Stádtischen Biih~
nen Essen 3, 4 (1929-1930): 5-11.
“Sclilageranalysen.” Anbruch 11, 3 (1929): 108-114.
“Kurt W eill: K leine Dreigroschemnusik für Blasorchester,” Anbruch
11, 7 /8 ( 1929): 316-317.
“Zur Zwolftontechník.” Anbruch 11, 7 /8 (1929): 290-294. Republicado
en Theodor W. Adorno und Ernst Krenek: Briefwechsel (1974), pp.
167-173.

1930

[Con Ernst Krenek.] “Arbeitsprobleme des Komponisten: Gesprach über


Musik und soziale Sitúa ti on.” Frankfurter Zeitung, 10 de diciembre,
1930, pp. 1-2. Republicado en Theodor W. Adorno und Ernst Kre­
nek: Briefwechsel (1974), pp. 187-193.
“Bewusstsein des Konzerthorers.” A n b ru c h 12, 9 /1 0 (1930): 274-275.
“Kierkegaard prophezeit Chaplin,” F ra n kfu rte r Z e itu n g , May 22, 1930,
p. 1...Republicado en O h n e L e it b il d (1967), pp. 89-90.
“Kontroverse über die Heiterkeit.” A n b ru ch 12, 1 (1930): 19-21.
“Mahagonny,” D e r S ch e in w erfe r: B la tte r d e r S ta d tis c h e n B üh n en Essen
3, 14 (1929-1930): 12, 15. Republicado en M o m e n t s M u s ic a u x (1964),
pp. 131-140.
“Mahler heute.” A n b ru c h 12, 3 (1930): 86-92.
“Motive V : Hermeneutik.’* A n b r u c h 12, 7 /8 (1930): 235-238. Republi­
cado en Q u a si una Fantasía (1963), pp. 35-38.
"Neue Tem pi.” P u lt u n d T a k ts t o c k 7, 1 (1930): 1-7. Republicado en
M o m e n t s M u s ic a u x (1964), pp. 74-83.
“Notiz über Ñamen.” F ran k fu rter Z e it u n g , 7 de agosto de 1930, p. 1.
“Ravel.” A n b r u c h 12, 4 /5 (1930): 151-154. Republicado en M o m e n t s
M u s ic a u x (1964), pp. 67-73.
“Reaktion und Fortschritt.” A n b ru c h 12, 6 (1930): 191-195. Republicado
en M o m e n t s M u s ic a u x (1964), pp. 153-160.
“Arnold Schonberg: Von heute auf morgen: Uraufführung in Frankfurt
am Main.” D i e M u s ik 22, 6 (1929-1930): 445-446.
“Transatlantic.” [Sobre la ópera de George Antheil.] M o d e r n M u s ic [Nue­
va York] 7, 4 (1929-1930): 38-41.

1931

“Die Aktualítat der Philosophie.” A n trittsvo rle su n g , Universitat Frankfurt


am Main, 1931. G S 1 (1973), pp. 325-344.
“Applaus; Galerie.” D i e M u s ik 23, 6 y 8 (1930-1931): 467 y 626. Repu­
blicado en Q u a s i una Fantasía (1963), pp. 94-99.
“Berg and Webern: Schonberg’s Hcirs.” M o d e r n M u s ic 8, 2 (1930-1931):
29-38.
“Rede über den ‘Raritatenladen’ von Charles Dickens.” F ra nk fu rter Z e i ­
tung, 18 de abril, 1931, pp. 1-2.

. 1932
“Exkurse zu ein em Exkurs.” D e r S c h e in w e rfe r: B la t te r d e r S ta d tis c h e n
B üh n en Essen 5, 9 /1 0 (1931-1932): 15-18.
“Die Idee der Naturgeschichte.” V o rtr a g v o r d e r F ra nk fu rter O r ts g r u p p e
d er K a n t - G e s e l ls c h a f t, 15 de julio de 1932, publicado por primera
vez en G S 1 (1913), pp. 345-365.
“Kleiner Zitatenschalz.” D ie M u s ik 24, 10 (1931-1932): 734-738. Repu­
blicado en Q u a s i una Fantasía (1963), pp. 38-41.
“Kritik des Musikanten.” F ra n k fu r te r Z e it u n g , 12 de marzo de 1932, pp.
1-2. Republicado en I m p r o m p t u s (1968), pp. 63-70.
“Antón Webern.” S ch w eizerisch e M u s ik z e itu n g u n d S á n g e r b l a tt 72, 22
(1932): 679-683. Republicado en I m p r o m p t u s (1968), pp. 45-50.
“Zur Deutung Kreneks.” A n b ru c h 14, 2 /3 (1932): 42, 44-45. Republicado
en T h e o d o r W . A d o r n o u n d E rn st K r e n e k : B r ie fw ec h s el (1974), pp.
194-198.
“Zur gesellschaftlichen Lage der Musik.” Z e its c h r ift fü r S o zia lfo r sc h u n g .
Parte i: 1, 1/2 (1 9 3 2 ): 103-124; parte n: 1, 3 (1932): 356-378.
“Zur Naturgeschichte des Theaters: Fragmente.” B la t te r d es H essischen
L a n d e s th e a t e r s D a r m s t a d t 9 y 13 (1931-1932): 101-108 y 153-156.

1933

K ie r k e g a a r d : K o n s tr u k tio n d e s A e s t h e t is c h e n . Tübingen: Verlag von J.


C. B. Mohr, 1933. Republicado en 1962 y 1966,
“Abschied vom Jazz.” E u ro p a is c h e R e v u e [Berlín] 9, 5 (1933): 313-316.
“Das Foyer: Zur Naturgeschichte des Theaters.” B l a t te r des H essischen
L a n d e s th e a t e r s D a r m s t a d t 8 (1932-1933): 98-100. Republicado en
Q u a s i u n a F an ta sía (1963), 107-110.
“Vierhándig, noch einmal.” V ossisch e Z e itu n g , 19 de diciembre, 1933,
pp. 5-6. Republicado en I m p r o m p t u s (1 9 6 8 ), pp. 142-145.

1934

“Der dialektische Komponist.” En A r n o l d S c h ó n b e r g z u m 60. G e b u r ts ta g ,


13 S e p t e m b e r 1934 [folleto]. Viena, 1934. Pp. 18*23. Republicado en
I m p r o m p t u s (1968), pp. 39-44.

1935

'‘Eine Geschichte der Musikasthetik.” D e r A u f t a k t [Praga] 15, 1 /2 (1935):


16-18.
“Zur Stilgeschíchte” D e r A u f ta k t 15, 5 /6 (1935): 65-67.

1936

[Seud: Hektor ílottweiler.] “Erínnerung an den Lebenden.” 2 3 : E in e


W i e n e r M u s ik ze itsc h r ift [Viena] 2 4 /2 5 (1936): 19-29. Revisado en
1968 y republicado en G S 13 (1971), pp. 335-367.
[Seud: Hektor Rottweiler.] “Marginalien zu Mahler.” 2 3 : E in e W ie n e r
M u s ik z e its c h r ift 2 6/27 (1936): 13-19.
[Seud: Hektor Rottweiler.] “Musikpádagogische Musik: Brief an Ernst
Krenek.” 23: E in e W ie n e r M u s ik z e i ts c h r ift 2 8 /3 0 (1936): 29-37. Re-
publicado en 1T h e o d o r W . A d o r n o u n d E rn st K r e n e k : B rie fw e c h s e l
(1974), pp. 215-223.
[Seud: Hektor Rottweiler.] “Über Jazz.” Z e its c h r ift fü r S ozia lfo rsch u n g
5, 3 (1936): 235-257. Republicado en M o m e n t s M u s ic a u x (1964), pp.
84-115-
[Seud: Hektor Rottweiler.] “Zur Lulu-Symphonie.” 2 3 : E in e W ien er
M u s ik ze itsc h r ift 24/25, Alban Berg zum Gedenken (1936): 5-11. Re-
publicado en G S 13 (1971), pp, 472-477.
1937

Análisis de las obras de Berg. En W illi Reich. A l b a n B e rg : M U Bergs


e íg en en S c h r i fte n u n d B e itr a g e n va n T h e o d o r W i e s e n g r u n d - A d o r n o
u n d E rn st K r e n e k . Viena: Herbert Reichner Verlag, 1937. Pp. 21-106.
Republicado en G S 13 (1971), pp. 374-401; 408*428; 451-462.
[Seud: Hektor Rottvveiler.] “Ensemble.” 2 3: E in e W i e n e r M u s ik z e its c h r ift
3 1 /3 3 (1937): 15-21. Republicado en Q u a si u n a F a n ta sía (1963),
pp. 44-52.
“ Spátstil Beethovens.” D e r A u f t a k t 17, 5 /6 (1937): 65-67. Republicado
en M o m e n t s M u s i c a u x (1964), pp. 13-17.

1938

“Über den Felischcharakter in der Musik und die Regression des Horens.”
Z e it s c h r i f t fü r S o z ia lfo r s c h u n g 7, 3 (1938): 321-355. Republicado en
D iss o n a n ze n (1 9 5 6 ), pp. 9-45, y en G S 14 (1973), pp. 14-50.

O tr a s obras p u b li c a d a s d e A d o r n o

Han sido consultadas las siguientes ediciones. Cuando difieren las fechas
originales de publicación, se dan entre corchetes.

D h s o n a n z e n : M u s i k in d e r v e r w a lt e te n W e l t [1956]. 4» edición. GÓttin-


gen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1969.
D r e i S t u d i e n zu H e g e l [1963]. Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag,
1969.
E in g riffe: N e u n kritische M o d e l l e . Frankfurt am Main: Edition Suhr­
kamp, 1963.
E rzie h u n g zu r M ü n d t g k e i t : V o r tr á g e u n d G e s p r á c h e m i t H e l l m u t B e c-
ker, 1 95 9-19 69 . Editado por Gerd Kadelbach. Frankfurt am Main:
Suhrkamp Verlag, 1971.
“Für Ernst Bloch.” A u fb a u -R e c o n s tr u c tio n [Nueva York] 8, 48 (27 de
noviembre, 1942): 15, 17-18.
“Gruss an Gershom G. Scholem: Zum 70. Geburtstag, 5. Dezember
1967.” N e u e Z ü r ic h e r Z e itu n g . 2 de diciembre, 1967, p. 19v.
“Henkel, Krug und frühe Erfahrung.” En E rn st B lo c h zu E h ren :
B e itrá g e zu s e in e m W e r k . Editado por Siegfried Unseld. Frankfurt am
Main: Suhrkamp Verlag, 1965. Pp. 9-20.
I m p r o m p t u s : Z w e i t e F o lg e neu g e d r u c k t e r m u sik alisch e r A u fs d tz e [1968].
Frankfurt am Main: Edition Suhrkamp. 1969.
] argón d e r E ig e n tlic h k e it: Z u r d e u ts ch en I d e o l o g ie , Frankfurt am Main:
Suhrkamp Verlag, 1964. Traducido como T h e Ja rgó n of A u th e n t i-
c ity por Knut Tamowski y Frederick W ill. Prefacio de Trent Schro-
yer. Evanston, 111.: Northwestern University Presa, 1973.
“Jazz.5* En E n c y c lo p e d i a o f th e A rts . Edited by Dagobert D. Ruñes
and Harry G. Schrickel. Nueva York: Philosophical Library, 1946.
Pp. 511-513.
K ie r k e g a a r d : K o n s t r u k t i o n d e s A e s th e tis c h e n [1933]: M i t z w e i Beilagen.
3» edición, ampliada. Frankfurt am Main: Suhrkaipp Verlag, 1966.
K r it ik : K l e i n e S c h r i fte n z u r G e s e lls c h a ft . Editado por Rolf Tiedemann.
Frankfurt am Main: Edition Suhrkamp, 1971.
M in im a m o r a lia : R e f le x i o n e n aus d e m b e sc h á d ig te n L e b e n [1951].
Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1969, Traducido como M i ­
n im a m o r a lia : R e f le c tio n s f r o m D a m a g e d L ife p o r E. F. N . Jephcott,
Londres: n l b , 1974.
M o m e n t s m u s ic a u x : N e u g e d r u k t e A u fs d tz e , 1 9 28 bis\ 1962. Frankfurt
am Main: Edition Suhrkamp, 1964.
N e g a tiv e D ia le k t ik . Frankfurt am M ain: Suhrkamp Verlag, 1966. Tra­
ducido como N e g a t i v e D ia le c t ic s por E. B. Ashton, Nueva York: The
Seabury Press, 1973.
N o t e n zu r L it e r a tu r . 4 vols. (V ol, 4 publicado póstumamente, editado
por R olf Tiedem ann.) Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1958-
1974.
“Offener Brief an M ax Horkheimer, ” D ie Z e it , 12 de febrero, 1965,
p, 32.
O h n e L e i t b i l d : P a r v a a esth e tica . Frankfurt am Main: Editions Suhr­
kamp, 1967.
“On Kierkegaard’s Doctrine of Love.” S tu d ie s in P h ilo s o p h y an d
S o c ia l S c ie n c e [Z eitsch rif für So zialfo rschu n g] 8, 3 (1939-1940): 413-
429.
“On Popular M usic.” En M a s s C u ltu re . Editado por Bemard Roseti-
berg y David Manning White. Nueva York: Free Press, 1957.
* P Íiilosoph ie d e r neu en M u s ik [1949]. Frankfurt am Main: Verlag
Ullstein, 1958. Traducido como P h il o s o p h y of M o d e r n M u s ic por
Anne G. M itchell y Wesley V. Blomster. Nueva York: The Seabury
Press, 1973.
* P h ilo so p h is ch e T e r m i n o lo g i e : Z u r E in l e it u n g . 2 vols. Editado por
Rudolf zur Lippe. Frankfurt am M ain: Suhrkamp Taschenbuch Ver­
lag, 1973.
* P ris m e n : K u l t u r k r i t i k u n d G e sellesc h a ft. Frankfurt, am Main: Suhr­
kamp Verlag, 1955. Traducido como P rism s por Samuel y Shierry
Weber, Londres: N eville Spearman, 1967.
Q u a si una fa ntasía: M u s ik a lisc h e S c h r i f te n I I , Frankfurt am Main: Suhr­
kamp Verlag, 1963.
S ti c h w o r te : K r it is c h e M o d e l l e 2. Frankfurt am Main: Edition Suhrkamp,
1969.
“Scientific Experiences of a European Scholar in America.” Traducido
por Donald Fleming. En T h e I n t e l l e c t u a l M i g r a ti o n : E u ro p e a n d
A m e r i c a . 1 93 0 -1 9 6 0 . Editado por D onald Fleming and Bemard Bailyn.
Cambridge, Mass.: Belknap-Harvard University Press, 1969.
Ü b er W a l t e r B e n ja m in . Frankfurt am Main: Shurkamp Verlag, 1970.
Versuch ü b e r W a g n e r [escrito en 1937-1938], Frankfurt am Main: Suhr­
kamp Verlag, 1952.
Z u r D ia le k tik d e s E n g a g e m e n ts : A u fsd tze zu r L ite ra tu r des 20. J a h r-
h u n derts I I . Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1973.
Z u r M e t a k r it ik d e r E rk en n tn isth eorie: S tu d i e n ü b e r H usserl u n d p h d -
n o m eiio lo g isch en A n ti n o m i e n [1956]. Frankfurt am Main: Suhrkamp
Verlag, 1972.

M a te r ia le s in é d ito s d e A d o r n o

Se han consultado los siguientes documentos del legado de Adorno,


Frankfurt am Main.

Manuscritos:

“Current of Music: Elements of a Radio Théory.” 1939.


Ms. sobre Husserl, “Zur Philosophie Husserls”, 1934-1937. (Revisado
en 1956 y publicado como Z u r M e t a k r it ik d er E rk en n tn isth eo rie.)
Libros de notas sobre R e p r o d u k tio n s th e o r ie , 3 vols., s. f.
“Notizen zur neuen Anthropologie” , 1942.
“The Problem of Experimentaron in Music Psychology”, 7 de marzo,
1939.
“Über Mannheims Wissenssoziologie”, 1947[?].
“Über das Problem der individuellcn Kausalitát bei Simmel”, conferen­
cia pronunciada en Nueva York, Abril 19, 1940.

Cintas magnetofónicas:

Conversación con Lotte Lenya.


Conversación con Lotte von Tobisch.

Correspondencia:

Cartas, Adorno a Benjamin: 4 de marzo, 1934; 21 dé abril, 1934; 6 de


noviembre, 1934; 5 de diciembre, 1934; julio [?], 1935; noviembre [?],
1936; 19 de julio, 1937; noviembre [?], 1937; 8 de junio, 1938; 2 de
agosto, 1938; 1” de febrero, 1939; 29 de febrero, 1940.
Cartas, Benjamin a Adorno: 10 de noviembre, 1930; 18 de marzo, 1934;
9 de abril, 1934; 19 de junio, 1938.

T r a b a jo s en ^colaboración:

Adorno, T. W., Else Frenkel-Brunswik, Daniel J. Levinson y R. Nevitt


Sanford. T h e A u th o r ita r ia n P e r s o n a lity . Vol. 1 de S tu d i e s in P r e ju d i c e ,
editado por M ax Horkheimer y Samuel H. Flowerman, Social Studies
Series, publicación núm. m. Nueva York: Harper & Brothers, 1950.
Adorno, Theodor W., y Hanns Eisler. K o m p o s i t i o n fü r d e n F il m [1944].
Munich: Rogner & Bemhard, 1969.
Horkheimer, Max, y Theodor W. Adorno. D ia le k t ik d e r A u fk la ru n g .
Amsterdam: Querido Verlag, 1947. Traducido como D i a l e c t i c o f En-
lig h te n m e n t por John Cumming. Nueva York: Herder and Herder,
1972.
[Horkheimer, M ax, y Theodor W. Adorno.] S o zio lo g isc h e E xkurse. Ins-
titut für Sozialforschung, F ra n k fu r ter B e itrá g e z u r S o z i o lo g i e , editado
por Theodor W. Adorno y Walter Dirks, vol. 4. Frankfurt am Main,
Europáische Verlagsanstalt, 1956.
T h e o d o r W A d o r n a u n d E rn st K r e n e k : B rie f w e c h s e l. Editado por
Wolfgang Rogge. Frankfurt am M ain: Suhrkamp Verlag, 1974.

WALTER BENJAMIN

Está en marcha una edición crítica de las obras completas de Benjamin:


Benjamín, Walter, G e s a m m e l t e S c h riften . 6 vols. Editado por R olf T ie ­
demann y Hermann Schweppenhauser, Frankfurt am Main: Suhr­
kamp Verlag, 1972-.
Vol. i: Á b h a n d lu n g e n . 3 vols. Editado por R olf Tiedemann y Her­
mann Schweppenhauser. Frankfurt ám M ain; Suhrkamp Verlag,
1974.
Vol. i : 1 : D e r B eg riff d e r K u n s tk r it ik in d e r d e u ts c h e n R o m a n t i k
[1920]; G o e th e s W a h lv e r w a n d ts c h a f te n [1924]; U rsp ru n g d e s d e u ts ­
ch en T ra u e rs p ié is [1928],
Vol. i:2 : D a s K u n t s w e r k i m Z e i t a l t e r se in er tech n isch en R e p r o d u -
zterb a rk eit [1935-1936]; C h a rles B audelaxre: E in L y r ik e r i m Z e i t a l t e r
des H o c h k a p i ta l is m u s [1935-1939]; Ü b e r d e n B egriff d er G e sch ich te
[1940].
Vol. i :3 : A n m e r k u n g e n d e r H e r a u sg e b e r.
Vol. u: A u f s a t z e , E ssays, V o r tr d g e . [Futuro.]
Vol. iii: K r i t i k é n u n d R e ze n sio n e n . Editado por Helia Tiedemann-Bar-
tels. Frankfurfi am Main: Suhrkamp Verlag, 1972.
Vol. iv : K l e i n e P rosa. 2 vols. Editado por Tillm an Rexroth. Frankfurt
am Main: Suhrkamp Verlag, 1972.
Vol. iv: 1: D j e A u f g a b e d es Ü bersetzers; B a u d e la ire : T a b le a u x P a ­
risién*, Ü b e rtr a g u n g e n ; E in bahn strasse; D e u ts c h e M e n s c h e n ; B erliner
K i n d h e i t u m N e u n z e h n h u n d e r t; D e n k b i l d e r ; S a tir e n , P o le m ik e n , G los-
sen; B erich te .
Vol. rv:2: I llu s tr ie r te A u f s a t z e ; H o r m o d e l l e ; G esc h ic h te n u n d N o -
vellistisches; fofiszellen; A n m e r k u n g e n d e s H era u sg ebers.
Vol. v: D i e Pdssagenarbe.it (Futuro).
Vol. vi: F r a g m e n te u n d a u to b io g ra p h isc h e S c h rifte n . (Futuro.)

O irá s e d icio n es, tex to s y trad u ccio n es q u e se han c o n s u l t a d o :

A n g elu s N o v u s : A u s g e w a h lt e S c h r i f te n . Frankfurt am Main: Suhrkamp


Verlag, 1966.
D e r B e g riff d e r K u n s tk r itik in d e r d e u ts c h e n R o m a n t i k . Editado por
Hermann Schweppenháuser. Frankfurt am M ain: Suhrkamp Taschen-
buch Verlag, 1973.
B rtefe. 2 vols,. Editado por Gershom Scholem y Theodor W. Adorno.
Frankfurt am M ain: Suhrkamp Verlag, 1966.
C h a rle s B a u d e la i r e : A L y r i c P o e t in th e E r a of H i g h C a p i t a l i s m , tra­
ducido por Harry Zohn, Londres: n l b (N ew Left Books), 1973.
“ Goethes W ahlverwandtschaften.” En Johann Wolfgang Goethe. D ie
W a h l v e r w a n d t s c h a f t e n . Frankfurt am Main: Insel Verlag, 1972, Pp.
255-333.
I l lu m in a t io n s . Edición e introducción de Hannah Arendt. Traducido por
Harry Zohn. Nueva York: Schocken Books, 1969.
S c h r ifte n . 2 vols. Editado por Theodor W. Adorno y Gretel Adorno.
Frankfurt am M ain: Suhrkamp Verlag, 1955,
Ü b e r H a s c h is c h : N o v e lli s t is c h e s , B e rich te , M a t e r ia l ie n . Editado por
Tillm an Rexroth. Introducción de Hermann Schweppenháuser. Frank­
furt am Main: Suhrkamp Verlag, 1972.
U n d e r s t a n d in g B r e c h t. Introducción de Stanley M ítchell. Traducido por
Anna Bostock. Londres: n l b (N ew Left Books)’, 1973.
U r s p r w i g d e s d e u ts c h e n T ra u e rs p ie ls . Editado por R olf Tiedemann,
Frankfurt am Main: Suhrkamp Taschenbuch Verlag, 1972.
Z u r K r i t i k d e r G e w a l t u n d a n d e r e A u fsa tze , Postfacio de Herbert Mar-
cuse. Frankfurt am M ain: Edition Suhrkamp, 1965.

MAX HORKHEIMER

A nfánge der bü rgerlic h en G e s c h ic h ts p h ü o s o p h ie . Stuttgart: Kohlham-


mer, 1930.
A u s d e r P u b ertilt: N o v e l l e n u n d T a g e b u c h b la t te r . M unich: Kosel Ver­
lag, 1974.
C r itic a l T h e o r y : S e l e c t e d Essays. Traducido por Matthew J; O ’Gon-
nell y otros. Nueva York: Herder and Herder, 1972.
[Seud.: Heinrich Regius.] D a m m e r u n g : N o tiz e n in D e u ts c h l a n d . Zurich:
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OTRAS OBRAS PRIMARIAS

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furt am Main: Suhrkamp Verlag, 1973.
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Zohn, Harry. K a r l K ra u s. Twayne’s World Author Series, editado por
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