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LOS RETOS PARA LA

IMPLEMENTACIÓN
DEL SISTEMA PENAL
ACUSATORIO ADVERSARIAL
ORAL Y LA SEGURIDAD PÚBLICA
EN MICHOACÁN
ANUARIO 2011
Índice
9 La práctica judicial en el análisis económico del Derecho
Edgardo Buscaglia

35 ¿Cuáles son las ventajas y los retos que enfrenta


Michoacán al avanzar con el proceso de implementación
de un nuevo modelo de justicia penal?
Diana Cristal González Obregón

45 Formación y capacitación. Reto del sistema

Anuario 2011
procesal acusatorio
Irma Nora Valencia Vargas

57 ¿A quién capacitar? Perspectiva de un operador jurídico


Gerardo Magadán Barragán

93 El nuevo sistema de justicia penal y las técnicas de


litigación oral
Mario Alberto García Herrera

109 El interrogatorio y la objeción en el nuevo sistema 7


acusatorio adversarial
Arnulfo Torres Delgado

125 Breves consideraciones acercar de la reforma penal y


procesal operada en la República del Paraguay
Manuel Guanes Nicoli
Santiago González Bibolini

147 Algunas reflexiones al sistema acusatorio adversarial y


los juicios orales en materia penal
Didier del Ángel Ortega Ramírez
¿A quién capacitar?
Perspectiva de un
operador jurídico

Gerardo Magadán Barragán1

Los procesos penales se desarrollan en un mundo real,

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en el cual se violan los derechos humanos todos los días,
aunque las leyes establezcan garantías formales.
Eugenio Raúl Zaffaroni

Resumen. La reforma al sistema de justicia penal en México es


una realidad. En nuestro estado de Michoacán es inminente la
implementación del nuevo modelo de Justicia Penal. Este sistema
necesita actores con una formación especial para el despliegue de los
diferentes roles que lo acompañan. Por ende, se exige la capacitación
de la policía, peritos, agentes del Ministerio Público, jueces y abogados,
quienes se enfrentarán ante un colosal reto en el plano de la preparación.
Brevemente desarrollaré, tanto el panorama del nuevo estado de cosas 57
a implementar, como el escenario donde se pretende aplicar y operar.
Asimismo, expondré un pronóstico respecto a los desafíos actuales y
los retos que urge superar.

Palabras clave: Justicia, Reforma Constitucional, Capacitación, Juicio


Oral, Operadores Jurídicos.

1
Licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana
de San Nicolás de Hidalgo, con Especialidad en Derecho Penal y Maestría en la División de Estudios
de Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la misma universidad. Actualmente, es
Secretario Proyectista adscrito al Juzgado Primero de Primera Instancia en Materia Penal del Distrito
Judicial de Zamora de Hidalgo, Michoacán. Correo electrónico: ge_ma_ba9@hotmail.com
Abstract. The reform of the Criminal Justice System in Mexico is a reality.
Also the requirement of training of legal practitioners: the police (who
will now research) experts, prosecutors, judges and lawyers, who in a
new dynamic will be faced with a huge challenge in terms of preparation,
given the imminent arrival of the new Criminal Justice model, within a
time immediately be implemented in our state of Michoacan; system
itself requires specially trained actors for the deployment of the different
roles that accompany it (given the logic of this new reality). Thus, shortly
will develop, both the picture of the new state of things to implement,
as the scene where he intends to implement and deploy (run), giving
a prognosis for what I consider a current challenge to the table urged
introducing the challenges to overcome.

Keywords: Criminal Justice System, Constitutional reform, Training,


Oral Judgement, Legal Operators.
Anuario 2011

58
1. Presentación:

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ucho se habla de que en México estamos viviendo un
proceso de transición en los campos del proceso penal.
Todo indica que la reforma constitucional del 18 de junio del
año 20082 pronto se materializará en territorio michoacano
como uno de los cambios más representativos que se hayan intentado
en el sistema de justicia penal en nuestro país en los últimos cien
años. Varios autores coinciden en que los procesos de transición
democrática, vividos desde comienzos de la década de los ochenta,
la mayor valorización de los derechos humanos y la expansión de la
actividad económica son factores que alentaron replanteamientos,
algunos bastantes radicales, de la estructura y funcionamiento de los
servicios judiciales en toda Latinoamérica.
59
También se diserta que estas reformas han tenido por finalidad hacer
que la oferta de medios racionales y justos para resolver conflictos,
que efectúa el Estado a sus ciudadanos, deje de ser algo abstracto y
distante para convertirse en una realidad concreta para todos ellos, a
la que efectivamente puedan echar mano en caso de necesidad.3 En

2
Mejor conocida como la Reforma Constitucional de Seguridad y Justicia Penal, generada mediante
el procedimiento especial previsto por el artículo 135 Constitucional. A través de la correspondiente
publicación en el Diario Oficial de la Federación, entró en vigor para todo el territorio nacional y
reformó, entre otros, los artículos 16, 17, 18, 19, 20, 21 y 22 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos.
3
Binder, Alberto, et. al. Manual de Defensoría Penal Pública para América Latina y el Caribe, Santiago,
Chile, Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA) y Programa de las Naciones Unidas para
ese sentido, Miguel Carbonell y Enrique Ochoa Reza identifican como
causas generales que justificaron e impulsaron las profundas reformas
al procedimiento penal: a) el proceso de democratización presente
en varios países de América Latina, luego de décadas de gobiernos
dictatoriales o autoritarios; b) la crítica a sistemas políticos obsoletos; c)
las presiones para modernizar al Estado en general; d) la reevaluación
del papel de los derechos humanos; e) la percepción negativa sobre el
sistema judicial y, en particular, sobre los juzgados penales.4

Para María Olga Noriega Sáenz y Mariel Albarrán Duarte, la reforma


promueve un nuevo enfoque con el fin de hacer del derecho penal un
derecho más humano, menos represivo, que responda a los intereses
de la víctima y su interacción con el victimario, con el fin de recomponer
los tejidos rotos de la sociedad derivados de la comisión del delito,
encarando la solución del conflicto de una manera más constructiva
y realista, sin que haya vencedores y vencidos.5 Por su parte, Cristal
González Obregón dilucida que impartir justicia no solamente implica
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la ley, sino tener la sensibilidad suficiente y paciencia para lograr un


equilibrio entre la seguridad de las personas y la eficaz persecución de
los delitos para dar a cada quien lo que se merece. De ahí la necesidad
de entender que la sociedad cambia constantemente y que al cambiar,
es necesario adecuar y crear las medidas indispensables para que las
personas puedan obtener respuesta inmediata y satisfactoria ante la
comisión de un delito en su contra y para que tengan la certeza, en el
caso de los individuos a quienes se les acuse de cometer un delito, de
que no se violarán sus derechos, serán juzgados con apego al marco
legal correspondiente y obtendrán una sentencia justa.6

En ese mismo sentido, Raúl Tavolari Oliveros señala que el anhelo


60 de justicia en las relaciones interpersonales es un deseo permanente
de todo ciudadano. El Estado tiene un rol insustituible en la provisión

el Desarrollo (PNUD), p. 10, http://www.cejamericas.org/portal/index.php/es/biblioteca/biblioteca-


virtual/doc_details/3313-manual-de-defensoria-penal-publica-para-america-latina-y-el-caribe
4
Carbonell, Miguel y Ochoa Reza, Enrique, ¿Qué son y para qué sirven los Juicios Orales?, 3ª ed., México,
Porrúa, RENACE, UNAM, 2008, p. 1.
5
Noriega Sáenz, María Olga y Albarrán Duarte, Mariel, “La Justicia Alternativa en la Reforma al Sistema
de Justicia Penal”, Iter Criminis, Revista de ciencias penales, Núm. 6, Cuarta época, http://portal.uclm.
es/portal/page/portal/IDP/Iter%20Criminis%20Documentos/Iter%20Criminis%20N%FAmero%20%206/
maria%20olga%20noriega.pdf
6
Obregón González, Cristal, Manual Práctico del Juicio Oral, México, Ubijus, 2010, p. 14.
de seguridades y certezas que permitan resolver los conflictos
dentro de plazos razonables. Todo intento por mejorar la capacidad
de respuesta pública frente a las expectativas de justicia ha de ser
tomado en cuenta como un factor clave en el reconocimiento de
los derechos básicos y en la promoción de convivencias pacíficas al
interior del sistema democrático.7

Finalmente, Eric Lorenzo Pérez Sarmiento destaca que, con la


consolidación del Estado de derecho y las formas democráticas
universales, el proceso penal se convierte en necesidad vital para el
orden social y la convivencia civilizada en cualquier sociedad humana.
Lo que es más importante, cuando más justo y equitativo sea ese iter
procesal, mayores serán los valores de convivencia y acatamiento
consciente de las leyes. En ello reside el inmenso valor político social
del proceso penal.8

En resumidas cuentas, se coincide en que el tratamiento procesal de

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la criminalidad que exigen los tiempos actuales se ha venido gestando
desde esas perspectivas. El cambio elemental versa en que se deja atrás
la persecución inflexible del Estado y nos proyectamos a la idea de ver
el delito como un conflicto de intereses entre las partes; intereses que
esperan ser amparados por la justicia penal.9

Ahora bien, como igualmente lo reseña Carbonell, debemos partir de


una certeza: el sistema penal mexicano está en completa bancarrota10.
Ninguno de sus principales actores puede estar satisfecho con su
funcionamiento actual. Todas las estadísticas disponibles11 permiten
concluir que el proceso penal mexicano hace agua por todos lados:

61

7
Cfr. (prólogo) Blanco Suárez, Rafael, et al., Litigación Estratégica en el Nuevo Proceso Penal, Chile, Lexis
Nexis, 2005.
8
Pérez Sarmiento, Eric Lorenzo, Fundamentos del Sistema Acusatorio de Enjuiciamiento Penal, Bogotá,
Temis. S.A, 2005. p. 9.
9
Esta idea ya se encuentra recogida en legislaciones como las Morelos y Chihuahua, donde sus
artículos primero establecen, entre otras cosas, que el proceso penal tiene por objeto resolver el
conflicto surgido como consecuencia del delito.
10
Carbonell, Miguel y Ochoa Reza, Enrique, op. cit., nota 4, p. 2.
11
Algunas de ellas se pueden consultar en: Azaola, Elena y Bergman, Marcelo, Delincuencia,
Marginalidad y Desempeño Institucional. Resultados de la tercera encuesta a población en reclusión
en el Distrito Federal y el Estado de México, México, CIDE, 2003, http://es.scribd.com/doc/28582675/
Delincuencia-marginalidad-y-desempeno-institucional
a) no sirve para atrapar a los delincuentes más peligrosos; b) permite
la existencia de un altísimo nivel de impunidad y corrupción; c) no
asegura los derechos fundamentales ni de víctimas, ni de acusados; d)
no establece incentivos para una investigación profesional del delito y
e) es sumamente costoso si se toman en cuenta sus pobres resultados.12

De ahí la importancia de abordar un tema de tanta actualidad como


lo es la implementación del sistema penal acusatorio13 adversarial. En
un horizonte temporal breve, Michoacán se sumará a este proyecto
nacional,14 aunque dicho fenómeno se está acogiendo con más
escepticismo que entusiasmo.

II. Perspectiva del nuevo sistema de justicia penal


El nuevo procedimiento penal que aspiramos a operar tiene su fuente
primordial en los modernos sistemas acusatorios de consistencia
adversarial. Esto implica un cambio total en lo que respecta a las formas
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en que hoy por hoy se desarrolla el procedimiento penal, bajo el sistema


inquisitivo mixto.15 Cambiamos de una metodología de expedientes a
una metodología de audiencias.

12
Cfr. Binder, Alberto, et. al. op. cit., nota 3.
13
El principio acusatorio significa que el órgano (estatal) habilitado para tomar la decisión de
controversias de carácter penal no puede intervenir en el caso, a menos que exista un pedido
concreto de un particular, cuya actuación se desempeña fuera de la de cualquier órgano público
o dependiente del Estado. Tanto en un sistema de acción privada como en un sistema de acción
62 popular, el órgano llamado a cumplir funciones decisorias necesita de la intervención de un particular
que cumpla las funciones de acusador, solicite su pronunciamiento y, a la vez, defina el objeto de
discusión. Cfr. Bovino, Alberto, Problemas del derecho procesal penal contemporáneo, Buenos Aires,
Argentina, Editores del Puerto S.R.L. 1998, p. 11.
14
En sus disposiciones principales, se abarcan temas como la seguridad pública (cuerpos policíacos
y prevención del delito), la procuración de justicia (el trabajo del Ministerio Público, el monopolio
de la acción penal que desaparece al menos en parte) y la administración de justicia (a través de la
incorporación de elementos del debido proceso legal y de los llamados juicios orales).
15
Este sistema todavía sigue vigente en gran parte del territorio nacional, a pesar de significativos
avances de reforma a nivel estatal. Si bien existe una aparente separación de funciones entre el
Ministerio Público (que hace funciones de investigar y acusar) y el juez (quien determina la
culpabilidad o inocencia de un individuo), hay una creciente participación del órgano investigador
en funciones que deben ser materia exclusiva del juez. Una muestra de ello es el valor probatorio
de las diligencias que realiza el Ministerio Público, en un fenómeno que se identifica en la literatura
penal como “la prueba tasada”. El legislador ha establecido que las pruebas presentadas por el
Ministerio Público en el expediente, siempre que se ajusten a los parámetros que establece la ley,
El sistema acusatorio a que nos referiremos a lo largo de este trabajo,
aunque existió en otras épocas, es propio del Estado moderno. En este
sistema, al imputado se le reconoce su calidad de sujeto de derechos y
le corresponden una serie de garantías penales de carácter sustantivo
y procesal, que constituyen límites infranqueables para el poder penal
del Estado. Pretende equilibrar los dos intereses en pugna en todo
proceso penal: compatibilizar la eficacia de la persecución penal y el
respeto de las garantías del imputado.16

La experiencia histórica ha demostrado, de modo inequívoco, la


imposibilidad del sistema de enjuiciamiento inquisitivo para garantizar,
en un grado aceptable, el respeto de los derechos humanos de las
personas. En consecuencia, la única opción posible, si pretendemos
establecer un procedimiento penal que no vulnere las exigencias
mínimas del Estado de derecho,17 es que transformemos las actuales
prácticas de la justicia penal, con la aplicación de los principios
derivados del sistema acusatorio.

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Como bien lo señala Alberto Bovino, sólo a través de un
enjuiciamiento penal estructurado sobre estas bases es que resultará
posible organizar una política de persecución penal respetuosa de los
derechos humanos. Además, considera que hasta hoy no se ha logrado
consolidar el cumplimiento de dos garantías fundamentales que son
un requisito indispensable de este modelo procesal. Se refiere, por un

tendrán valor probatorio pleno. Es decir, valdrán más que una prueba en contrario presentada por el
acusado. Ante la presencia de ambas pruebas, el juez tendrá que valorarlas de manera distinta, con 63
lo cual el Ministerio Público está determinando la inocencia o culpabilidad del acusado, con base en
la fuerza legal preestablecida de su prueba y no en los meritos de la misma. Así, el Ministerio Público
desempeña dos funciones procesales distintas, una como investigador y otra, indirectamente, como
juez. El desigual valor probatorio de lo que ofrecen las partes ante el juez rompe el principio de
igualdad procesal y supone, de hecho, un grave riesgo para la presunción de inocencia. Cfr. Binder,
Alberto, et. al. op. cit., nota 3, pp. 31 y 32.
16
Lazcano, Erika Bardales, Guía para el Estudio del Sistema Acusatorio en México, 3a ed., México, D.F.,
Magíster, 2010, p. 20.
17
El Estado de derecho se caracteriza –al menos– por garantizar la seguridad de los ciudadanos,
mediante una vinculación de la actuación del Estado a normas y principios jurídicos de justicia
conocidos de tal manera que los mismos resulten en todo caso comprensibles. En lo demás, se
sostiene en la actualidad que el Estado de derecho es una “forma de racionalización de la vida
estatal” que permite un eficaz cumplimiento de los cometidos del Estado y a la vez, hacer calculable
la acción estatal mediante la seguridad jurídica. Bacigalupo, Enrique, Principios Constitucionales de
Derecho Penal, Buenos Aires, Argentina, Hammurabi S.R.L., 1999, p. 231.
lado, a la exigencia de imparcialidad y, por el otro, al respeto al principio
de inocencia.18 Asimismo, expone que quinientos años de cultura
inquisitiva generaron un sistema de justicia penal burocrático, rígido,
secreto, lento, ineficiente y extremadamente injusto que ha resultado
casi imposible de abandonar.

En este contexto, la justicia penal opera sin satisfacer ningún interés


legítimo. Por un lado, cualquier investigación empírica –en algunos
casos, sin necesidad de investigación alguna– demuestra la violencia
e irracionalidad con que opera cotidianamente el aparato punitivo. En
este sentido, se puede afirmar que la administración de justicia penal
de nuestro país, en general, es una fuente de violación sistemática de
los más fundamentales derechos humanos reconocidos en los textos
constitucionales y en los instrumentos internacionales.

Al mismo tiempo, la administración de justicia penal resulta


incapaz de atender las necesidades sociales mínimas que se supone
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debe satisfacer, en particular las siguientes: a) dar respuesta a todos


o a gran parte de los casos incorporados al sistema; b) dar respuesta a
conflictos sociales que presenten, mínimamente, mayor complejidad
que los casos comunes procesados por el sistema –v. gr., delitos contra
la propiedad–; c) dar respuesta a los delitos más graves –especialmente
aquellos cometidos por órganos estatales–; d) dar respuesta a las nuevas
formas de criminalidad –v. gr., económica, ecológica, informática–;
e) satisfacer los intereses legítimos de quien ha resultado víctima del
delito; y f ) brindar soluciones alternativas a la sanción penal o a la pena
privativa de libertad.

Además, Bovino sostiene que el esquema de enjuiciamiento penal


64 inquisitivo es el principal responsable del estado de la situación actual.
Decisiones legales expresas que estructuran un procedimiento penal
fundado en principios autoritarios y perimidos, que establecen la
persecución estatal obligatoria de todos los hechos punibles –principio
de legalidad procesal de los delitos de acción pública– y que imponen
la sanción penal de privación de libertad como respuesta inevitable

18
Bovino, Alberto, “El principio acusatorio como garantía de imparcialidad en el proceso de reforma
de la administración de justicia penal”, conferencia pronunciada en el Primer Congreso de la
Asociación de Ciencias Penales de Costa Rica, “Sistemas penales y derechos humanos”, en San José,
el 30 de mayo de 1997, p. 7, http://www.congresoson.gob.mx/docs_biblio/docBiblio_27.pdf
frente al comportamiento punible, constituyen una valla insuperable
para la realización de una política de persecución penal eficaz, racional
y respetuosa de los derechos humanos.19

En el sistema procesal penal de carácter acusatorio, la justicia será


más transparente20 y comprensible (por la generación de audiencias
públicas donde los jueces deberán dar a conocer sus decisiones
luego de cerrado el debate entre las partes), más expedita y oportuna
(disminución de los plazos de duración de los procesos, incorporando
reglas de oralidad en reemplazo de los sistemas escritos y burocráticos)
y más cercana e imparcial (generación de juicios públicos y orales ante
un tribunal objetiva y subjetivamente imparcial). Será una justicia
que incorpore mecanismos que permitan considerar de mejor forma
los intereses y derechos de las víctimas de los delitos en el marco del
proceso penal (incorporación de sistemas alternativos de resolución de
conflictos), una justicia que haga de la prisión preventiva una excepción
y produzca certeza procesal de manera más expedita (menos presos

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preventivos y más condenados y absueltos).

Es decir, operaremos un sistema procesal penal de carácter


acusatorio que establece un juicio público, oral, con inmediación de
las pruebas, contradictorio, concentrado y con todas las garantías.
Se caracteriza, también, por el enfrentamiento argumentativo de las
partes en condiciones materiales de igualdad. Al no ser solamente
una reforma legal, sino un cambio destinado a modificar las maneras
actuales de hacer las cosas en sede procesal penal generará un gran
impacto. Por su importancia, será un punto de quiebre para los sistemas
de seguridad pública, penitenciario y administración de justicia. Nos
proyectará a un nuevo panorama sobre cómo se debe vivir la justicia
desde las exigencias de un Estado democrático. 65

19
Bovino, Alberto, op. cit., nota 18, pp. 1 y 2.
20
La mayor transparencia se ve reflejada en la absoluta publicidad de las audiencias, a las que pueden
acceder todos los ciudadanos para observar el modo en que trabajan y toman sus decisiones los
jueces, los razonamientos empleados por las partes, así como las solicitudes y planteamientos que
realizan fiscales, defensores y representantes de la parte agraviada u ofendida. Esta transparencia se
ve materializada también en la eliminación del secreto del sumario, con lo cual se permite a todos
los que tengan el carácter de intervinientes acceder a los elementos de la investigación.
Algunas entidades federativas del país ya dieron inicio a la sustitución
del actual sistema inquisitivo, heredado desde la época colonial (mixto
moderno), por uno de raigambre acusatoria o de corte adversarial.21
Los aportes novedosos de este último consisten, esencialmente, en: a)
la separación de funciones entre la investigación y el juzgamiento, b)
la radicación de la investigación en un Ministerio Público, c) la creación
de tribunales de control22 de la investigación como cosa distinta de
los tribunales de juzgamiento; d) la instauración de juicios orales, y e)
la ejecución de las sanciones, de manera general. Cada uno de esos
aspectos y sus particularidades se señalarán de manera breve por no ser
un trabajo que pretenda exponer todo el sistema en su configuración.

Se debe partir de la idea de que todas las variantes que se


susciten modificarán el actual sistema procesal penal y cambiarán las
reglas vigentes. El nuevo modelo está basado en la contradicción23,
concentración24, inmediación25, publicidad26 y continuidad, entre
otros.27 Además, se utilizará la oralidad28 como un instrumento para
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concretar estos principios en la práctica. Lo más importante es que el


sistema acusatorio separa y delimita cada uno de los roles, y los delega
a sujetos procesales distintos e independientes entre sí. La finalidad
es garantizar el equilibrio procesal y el juicio sereno por medio de la
contradicción entre partes adversas (acusación y defensa) frente a un
tribunal imparcial.

21
Una de las consecuencias más importantes de la hegemonía global de los EEUU en el Derecho
y en la práctica legal, ha sido el avance inexorable del modelo adversarial de proceso penal en
todo el mundo. Desde el final de la segunda guerra mundial en 1945, esta doctrina innovadora
de la adversarialidad se difundió a un ritmo creciente en Europa occidental, derribando sistemas
“inquisitivos” en la persecución y enjuiciamiento de los delitos. Se ha expandido a regiones tan
66 diversas como China, Japón y América Latina, donde a lo largo de las últimas décadas cerca del 80
por ciento de países han adoptado nuevos códigos de tipo adversarial. Se ha convertido en uno
de los desarrollos culturales más profundos y ubicuos de nuestra generación en el ámbito de la
justicia penal. Vogler, Richard, “El Sistema Acusatorio en los Procesos Penales en Inglaterra y Europa
Continental”, en Bachmaier Winter, Lorena (coord.), Proceso Penal y Sistemas Acusatorios, Marcial Pons,
2008. p. 178.
22
En estos tribunales se controlará el cumplimiento de las garantías constitucionales y legales de
los participantes en el proceso, especialmente en lo que se refiere a los derechos del procesado y la
observancia del debido proceso en el desarrollo de la fase preparatoria o de investigación.
23
Este principio es importante en el proceso porque se convierte en un instrumento eficaz para la
comunicación, para la construcción de los hechos. También, actúa como un elemento facilitador
en el equilibrio de las partes. Su inherencia al sistema acusatorio se hace vital porque permite
al indiciado oponerse a los hechos base de la pretensión punitiva, a las pruebas o datos que la
sustentan y otorga la posibilidad de argumentar y contra argumentar sobre ello.
Conlleva los siguientes derechos y facultades para la defensa: a) derecho a oponerse a la
realización del juicio por no prestar suficiente mérito para que una persona sea juzgada, causa
probable; b) derecho a conocer la información, actuación, medios de investigación o de prueba que
tiene el acusador, así como a sus órganos de prueba; c) derecho a oponerse a la admisión de medios
de prueba por ilegales, inexistentes o que llaman al prejuicio (en el caso de jurados); d) derecho a
presentar sus órganos de prueba y a acceder a los del Estado; e) obligación de la carga de la prueba
cuando ejerza una defensa afirmativa (legitima defensa, estado de necesidad, etc.)
Derechos y facultades para la Fiscalía: a) derecho a que la determinación sobre la admisión
de la acusación se haga sólo con base en la probabilidad de la participación; b) derecho a
oponerse a la admisión de medios de prueba ilegales; c) derecho de oponerse a un determinado
medio de prueba.
Derechos y obligaciones comunes: a) derecho a oponerse a la admisión de un determinado
órgano de prueba; b) derecho a examinar sus testigos y contra examinar los testigos de la contraparte;
c) derecho de introducir actos informativos o declarativos y a argumentar según su teoría del caso;
d) obligación de introducir la acreditación de las calidades de sus respectivos expertos; e) obligación
de no argumentar sin haber probado. Cfr. Técnicas del Juicio Oral en el Sistema Penal Colombiano,
República de Colombia, Bogotá, Programa para una cultura de la oralidad desde la universidad
colombiana y Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), 2003, pp. 32 y
ss., http://www.cal.org.pe/pdf/diplomados/juicio_oral1.pdf

Anuario 2011
24
Se trata de un principio relativo a la forma en que deben programarse, desarrollarse y,
excepcionalmente, suspenderse las audiencias de juzgamiento. La regla general es que deben
realizarse tantas audiencias continuas como sea necesario para garantizar que el juez concentre su
actuación en un solo asunto y de manera constante, evitando así la dilación de los procedimientos
y los fallos basados en práctica de pruebas y debates probatorios interrumpidos que conducen a
perder el hilo de la controversia y dificultan la determinación de un conocimiento o convicción
adecuado por parte del juez. Véase, Técnicas del Proceso Oral en el Sistema Penal Acusatorio Colombiano.
Manual general para operadores jurídicos, República de Colombia, Bogotá, Agencia de los Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), 2005 p. 44, http://litigacionoral.com/Publicaciones/
ARCHIVO%20DE%20PDF%201.pdf
25
Este principio indica que todas las pruebas deben ofrecerse o solicitarse, practicarse o introducirse
y controvertirse en el juicio ante el juez de conocimiento. La inmediación es el contacto directo
del juez con las demás personas que intervienen en el proceso, especialmente con los testigos.
Francisco Muñoz Conde señala que si no se cumple con esta exigencia, antes de proceder a la
valoración de la prueba, realmente hay una carencia total de actividad probatoria y por tanto, una 67
vulneración de la presunción de inocencia, por infracción grave de una de las garantías básicas
del proceso penal. Muñoz Conde, Francisco, La búsqueda de la verdad en el proceso penal, 2da. ed.,
Hammurabi, 2003, p. 57. Citado en el libro Módulo IV para Defensores Públicos, La prueba en el
sistema penal acusatorio colombiano, Bogotá, Programa de Fortalecimiento y Acceso a la Justicia de
Colombia (PFYAJ) y Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), http://
www.cal.org.pe/pdf/diplomados/prueba_sistema.pdf
26
La publicidad del enjuiciamiento penal permite que los particulares ejerzan un control sobre
el poder judicial consistente en la verificación de las condiciones, requisitos y presupuestos que
se desarrollan en la administración de justicia por parte de aquellos que tienen a su cargo la
representación del Estado en este segmento. Cfr. Daza Gómez, et. al. Principios Generales del Juicio
Oral Penal, México, Flores Editor y Distribuidor, 2006. p. 40
27
Se refiere a la exigencia de que el debate no sea interrumpido, es decir, la audiencia se desarrolla en
forma continua, pudiendo prolongarse en sesiones sucesivas hasta su conclusión. Levene, Ricardo,
III. ¿De dónde surge la reforma y hacia dónde nos
perfilamos?
Acudiendo precisamente al actual contenido de los artículos 16, 17,
18, 19, 20, 21 y 22 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, se puede constatar que se rehízo la lógica del proceso
penal mexicano a través de las reformas efectuadas a esos apartados.
Se pretende que el proceso penal ahora sirva a la sociedad en muchas
maneras. Se establecieron reglas que van desde la protección a la
víctima del delito para que forme parte activa en el proceso, así como
reglas pensadas en función de establecer los derechos del imputado.
No perdamos de vista que el proceso penal en un Estado de derecho
constitucional aparece como una justificación de la sanción, tan es así
que, al día de hoy, la sanción o la pena no la puede imponer más que
el Estado.

El proceso es el espacio donde a todo ciudadano se le deben


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garantizar sus derechos fundamentales vigentes, previéndose que la


sanción no sea arbitraria, o lo que es lo mismo, que el proceso penal
sea una garantía de las garantías. La reforma se enfoca hacia un cambio
de paradigma procesal que aporte nuevas prácticas, otros nombres y
otras exigencias para el pensamiento. La idea es que el proceso penal
se conciba como un mecanismo que sirva a la sociedad como garantía
y que le asegure al ciudadano, cuando eventualmente lo atrape el
proceso penal, un conjunto mínimo de derechos (principalmente el
debido proceso) que le permitan defenderse, conocer de qué lo acusan,
presentar pruebas (desde la indagatoria), obtener más transparencia y
menos impunidad. No se trata de un sistema de “juicios orales”, como
normalmente se identifica. Esta fase sólo forma parte del sistema, pero
68 no lo es todo.

Manual de Derecho Procesal Penal Argentino, 2da. ed., Buenos Aires, Desalma, 1993, Tomo I, p.112.
Citado por Pastrana Berdejo, Juan David, et al., El Juicio Oral Penal. Técnica y Estrategias de Litigación
Oral, México, Flores Editor y Distribuidor, 2009, p. 70
28
La oralidad, como forma de los actos procesales, ofrece economía, seguridad, rapidez,
dinamismo, lenguaje gestual y coherencia. Tiene dos formas: el aspecto escénico y el contenido
contradictorio. Es predicable tanto en la recolección de pruebas como en las intervenciones de
las partes. En la búsqueda de la verdad, es el medio ideal para reproducir el hecho histórico,
porque permite la verificación directa, revela las actitudes falsarias y propicia la comunicación
entre todos los sujetos procesales.
El nuevo proceso penal –se insiste– está pensado en construir
el proceso penal desde otra lógica, teniendo en consideración su
utilidad, tanto para implementar una política pública, como para
resolver conflictos. Sobre esto último, se debe mencionar que la
reforma constitucional introduce, en su artículo 17, la resolución de
conflictos como una de las finalidades del proceso penal, tal es el caso
de los acuerdos reparatorios,29 los medios alternos de solución de
conflictos,30 la facultad del Ministerio Público para no ejercitar la acción
penal, como actualmente es su obligación en aquellos casos que en
términos vigentes esté justificado el cuerpo del delito y la probable
responsabilidad de un individuo en su comisión, y pueda hacer uso
del principio de oportunidad31. Incluso, ya en la etapa intermedia32, se

29
Es una salida alterna en donde el imputado y la víctima u ofendido convienen una forma de
reparación satisfactoria de las consecuencias dañosas del hecho punible. Una vez que el juez de
garantías la aprueba, se produce como consecuencia la extinción de la acción penal. Obregón

Anuario 2011
González, Cristal, op. cit., nota 6. pp. 63 y ss.
30
Aunque el texto constitucional no lo señala, los mecanismos que menciona el nuevo párrafo
tercero del artículo 17 constitucional son alternativos al proceso judicial. Lo que se trata de evitar es
que los particulares tengan que recorrer la ruta, a veces tortuosa y no muy barata, de los procesos
ante las autoridades judiciales. Se pretende que los mecanismos alternativos –como la mediación
y la conciliación– sean el eje toral del sistema de justicia penal, cuando se trate de delitos leves,
a efectos de que la capacidad del Estado se vea fortalecida al concentrarse en la investigación,
persecución y sanción de los delitos graves.
31
Este principio enuncia que el Ministerio Público, ante la noticia de un hecho punible o, inclusive,
ante la existencia de prueba completa de la perpetración de un delito, está autorizado para no iniciar,
suspender, interrumpir o hacer cesar el curso de de la persecución penal cuando así lo aconsejan los
motivos de utilidad social o razones político criminales. Véase, Horvitz Lennon, María Inés y López
Masle, Julián, Derecho Procesal Penal Chileno. Principios, sujetos procesales, medidas cautelares y etapa
de investigación, Editorial Jurídica de Chile, Tomo I, 2003. Cítese el caso donde dada la cuantía de 69
un robo, no amerite que se active la maquinaria procesal. El principio de oportunidad permite,
entonces, racionalizar la selectividad intrínseca del sistema penal, dejando fuera de éste, aquellos
hechos en donde aparezca como innecesaria la aplicación del poder punitivo del Estado. Con ello
se contribuye, significativamente, a la eficiencia real del sistema. Mediante la exclusión de los hechos
de menor entidad, se posibilita el adecuado tratamiento de aquellos casos que indudablemente
requieren la efectiva intervención de la justicia penal.
32
La etapa intermedia consta de dos fases: una escrita y una oral. La fase escrita está compuesta por
la acusación y la fase oral por la audiencia intermedia, o también conocida como la audiencia de
preparación de juicio oral. La importancia de esta etapa versa no sólo en la depuración que se hace
de los medios de prueba y de los hechos controvertidos que serán materia del juicio oral, sino que
es la última oportunidad para poder poner fin al conflicto penal por medio de las salidas alternas;
toda vez que dictado el auto de apertura de juicio oral ya no se podrá utilizar ninguna de las salidas
alternas. Para una explicación más extensa de esta etapa véase, Obregón González, Cristal, op. cit.,
nota 6, pp. 94 y ss.
puede suspender el proceso a prueba sin necesidad de esperar una
sentencia33, estableciéndose las condiciones pertinentes a cada caso, o
los casos en que se pudiera generar un juicio abreviado34.

Asimismo, el nuevo sistema de justicia penal acusatorio generará


una auténtica investigación que, necesariamente, se habrá de confiar
en una policía con conocimientos científicos, capacitada para que
cumpla con esa función. De ahí que el tema de la seguridad pública se
vincule rigurosamente al tema tratado, pues no se debe olvidar que
quien llega primero al lugar del hecho criminal, habitualmente, es la
policía municipal o estatal. Por ello, es importante que se brinde a los
policías una capacitación que abone los conocimientos y habilidades
oportunos, a fin de que lo que conozcan o encuentren en la escena
del crimen pueda ser utilizado y defendido, de ser necesario, en un
proceso penal.35

El Ministerio Público deberá ser capaz de señalar, de manera concreta


Anuario 2011

y circunstanciada en cada etapa procesal, cuáles son los hechos que le


atribuye a un imputado o acusado, con la necesaria expresión de cuál ha
sido su participación concreta en el hecho. Todo se hará de manera oral
y ante un juez que velará por los derechos y garantías constitucionales
y procesales del incriminado. La reforma también enmarca lo que ahora

33
Este instrumento procesal detiene el ejercicio de la acción penal en favor del imputado por la
comisión de un delito, quien se somete durante un plazo a una prueba que deberá cumplir
satisfactoriamente con ciertas y determinadas obligaciones legales e instrucciones que le
impondrá el juez para el caso en concreto, a cuyo término se declara extinguida la acción penal sin
70 consecuencias jurídico-penales posteriores. Tal es el caso de los asuntos de violencia familiar, lo más
conveniente sería brindar apoyo emocional a los protagonistas en lugar de hacer el drama familiar
más intenso.
34
El procedimiento abreviado consiste en la salida alterna que permite dictar sentencia de forma
más rápida y de cuantía menor que el procedimiento ordinario en los casos en que, previa solicitud
del representante social, el imputado admita el hecho que le atribuyera el Ministerio Público en
su escrito de acusación, acepte la aplicación de este procedimiento y no haya oposición fundada
de la víctima u ofendido constituido como acusador coadyuvante. En este juicio abreviado, el
imputado renuncia al derecho de tener un juicio oral y reconoce los hechos de la acusación. Es un
procedimiento especial que excluye la generalidad constituida por el juicio oral.
35
En una conferencia impartida en la ciudad de Zamora de Hidalgo, Michoacán, Isabel Maldonado
Sánchez, capacitadora certificada por la SETEC, mencionó que Guanajuato, desde su punto de
vista, era uno de los estados de la república mexicana que había puesto especial enfoque en la
capacitación de sus policías (en la que dicho sea de paso, ella participó).
se conoce como una defensa adecuada, generada por un abogado
capacitado (técnico en el ramo, que sepa de Derecho), capaz de armar
una teoría del caso36 y defenderla públicamente de ser necesario. No
ganará menos que las percepciones económicas de un agente del
Ministerio Público (en caso de los defensores públicos) y contará con
una carga de trabajo razonable.

Dicha reforma, en trazos del magistrado Víctor Barragán Benítez,37


abrirá la puerta para contar con una nueva forma de impartir y
administrar justicia de cara al justiciable y a la sociedad, abierta a la
crítica y a la reflexión, tan necesaria para todos los ámbitos del Derecho
en el inicio de esta centuria. Con el rediseño institucional del Poder
Judicial de la Federación y de los estados, se podrá designar jueces
eruditos en Derecho, conocedores de nuestra cultura, humanos,
sensibles a la exigencias concretas de justicia y conscientes de la alta
responsabilidad social.

Anuario 2011
Todo aquel que se ha inquietado en conocer lo relativo al nuevo
sistema de justicia penal acusatorio, y ha acudido a la amplia gama de
bibliografía que brinda el ejercicio del derecho comparado38, sabe que,
al margen de las reformas que necesariamente tendrán que efectuarse,
se trata de un profundo cambio cultural. Resulta delicado que no se
esté publicitando de manera efectiva, ni se explique en qué consiste,

36
La teoría del caso es el relato de cómo sucedieron los hechos, observados desde nuestro punto
de vista. Para autores como Andrés Baytelman Aronowsky y Mauricio Duce Jaime, “la teoría del caso
es la idea básica y subyacente a toda nuestra presentación en juicio, que no sólo explica la teoría 71
legal y los hechos de la causa, sino que vincula la evidencia tanto como es posible dentro de un
todo coherente y creíble. Sea que se trate de una idea simple y sin adornos o de una compleja y
sofisticada, la teoría del caso es un producto del trabajo del abogado. Es el concepto básico alrededor
del cual gira todo lo demás.” Véase Baytelman Aronowsky, Andrés y Duce Jaime, Mauricio, Litigación
Penal. Juicio Oral y Prueba, Santiago de Chile, Editado por la Universidad Diego Portales, 2004, http://
es.scribd.com/doc/21133542/Litigacion-Penal-y-Juicio-Oral-Baytelman-Andres-y-Duce-Mauricio
37
Véase, (introducción) Barragán Benítez, Víctor, Bases Constitucionales del Nuevo Sistema de Justicia
Penal. El Proceso Penal de las manos limpias: revolucionario y democrático, Popocatépetl editores,
volumen I, 2008.
38
La comparación jurídica, en términos generales, es un elemento de gran importancia en el
desarrollo de los sistemas jurídicos contemporáneos, tanto por lo que hace a la tarea legislativa,
como por lo que se refiere al quehacer judicial. Observando las experiencias de otros países, se
pueden allegar elementos útiles para el mejor desempeño de los distintos roles.
real y exactamente, ese cambio cultural y cómo se podría influir en
él. La mayoría de los autores advierten que el problema de fondo
en muchos países latinoamericanos se centra en lo cultural, lo que
consideran sumamente serio. Es complejo tratar de desarraigar una
cultura de autoridad, enquistada en el subconsciente colectivo, de la
que lamentablemente se ha perdido la conciencia. Ya se percibe como
si fuera parte de la vida real, común, normal y saludable, cuando no
debería ser así.

IV. El panorama actual


De acuerdo con críticos del vigente sistema procesal, la situación
criminológica y jurídica actual se caracteriza por un alto nivel
delictivo, un reducido personal jurisdiccional para enfrentar
adecuadamente el fenómeno antisocial, métodos y un sistema
procesal inquisitivo que provocan mayor dilación en los procesos,
carencia de efectivas garantías y errores judiciales. Lo anterior
Anuario 2011

genera una imagen inadecuada de los operadores del sistema


penal. La población –inconforme y ajena al enjuiciamiento de los
casos– les atribuye corrupción, falta de transparencia y ausencia de
un adecuado nivel de preparación profesional.39

Esto deja entrever que el desconocimiento debe considerarse


delicado. No debemos soslayar que se depositan, en los que tenemos
el encargo de operar jurídicamente el proceso penal en Michoacán, un
sin numero de creencias y valores que configuran la escala de cómo
cada operador jurídico conceptualiza el Derecho, el rol que se juega en
el campo procesal y, principalmente, la forma en que cotidianamente
realizamos nuestro trabajo. La gran generalidad que conforma la
72 plantilla de los juzgados penales de Supremo Tribunal de Justicia del
Estado recibimos una educación formal40 (tradicional), la cual nos
heredó las conocidas deficiencias.

Una explicación más detallada de esa realidad se encuentra en Torres Bodet, Jorge, El Juicio Oral.
39

Doctrina y experiencias, México, Flores Editor y Distribuidor, 2009.


40
Se caracteriza por programas cuyo común denominador es la clase magistral (del sujeto activo),
la repetición memorística (del sujeto pasivo), la ausencia de una preparación adecuada tanto para
resolver problemas, como para usar información al enfrentar situaciones nuevas.
Las facultades o escuelas de Derecho sólo exhiben en su currícula
cursos racionalistas, sobre leyes, códigos y, en el mejor de los casos, sobre
jurisprudencia. Los métodos por los que se enseñan estas fuentes se
concentran en terminología legal, conceptos, categorías, clasificaciones
y métodos de razonamiento del Derecho. Algunas escuelas añaden las
habilidades y destrezas requeridas, pero desatienden el inmenso resto
que constituye el problema de fondo. Esta es la razón subyacente,
además de otras, de la desarticulación, en nuestra región, entre justicia,
leyes y comunidades.41

De ahí que, el papel central lo deben jugar las escuelas y facultades


de Derecho. La enseñanza del Derecho deberá asumir ciertos patrones
de cambio a fin de preparar adecuadamente a los futuros jueces,
fiscales, abogados defensores e incluso policías y peritos. La educación
jurídica deberá privilegiar la formación de abogados con buenas
habilidades comunicativas. Se debe generar en los estudiantes las
destrezas necesarias para operar en un esquema de juicios orales, el

Anuario 2011
cual requiere de un desempeño profesional distinto al que se necesita
para trabajar en un proceso inquisitivo (mixto) escrito.

Los operadores jurídicos adultos tienen una preparación más o menos


artesanal, fruto de las generaciones pasadas, donde poco interesaba la
capacitación. Bastaba con que el aspirante a ocupar un nombramiento,
ya fuera de escribiente, actuario o secretario de acuerdos, tuviera un
manejo más o menos admisible de las necesidades procesales que
el contexto de un juzgado o sala penal exigía. Quienes cumplían las
funciones de operador jurídico (en las modalidades descritas) nunca
fueron sometidos a procesos de capacitación específicos para el
cumplimiento de tales roles.42
73
Previo al proceso de la actual reforma, existían pocos motivos
estructurales para que un aspirante o un operador jurídico activo
tomara enserio su preparación, pues una mayor escala profesional

41
Véase, MacLean, Roberto G, “Reformar la justicia: ¿de qué se trata?”en Pásara, Luis (comp.), En
busca de una justica distinta. Experiencias de reforma en América Latina, México, UNAM, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, 2004, pp. 85-23, http://www.bibliojuridica.org/libros/4/1509/4.pdf
42
Con excepción de aquellos que en los últimos años han surgido de los diversos cursos que
ha implementado el Instituto de la Judicatura Local y que no me ocuparé de cuestionar en este
momento.
(alguna especialidad o maestría) no establecía una gran diferencia en
la vida práctica. El atreverse a estudiar un grado profesional superior
no era lo suficientemente rentable como para que el esfuerzo extra
valiera la pena. En ese entorno profesional, se increpa la ausencia de
desarrollo de aptitudes propias para un mejor desempeño del encargo,
no hay distinciones. Los operadores jurídicos que optan por acceder a
un estudio de posgrado no obtienen mayores ingresos, ni un ascenso
o prestigio. Por el contrario, el actual sistema inquisitivo se caracteriza
por ser sobrecogedoramente indulgente con la incompetencia, el
oscurantismo y la falta de destreza de los actores del juego procesal
(todos los que se imaginen, con sus evidentes salvedades).

Ser inteligente, instruido o hábil no asegura una mayor


competitividad o éxito dentro del sistema que estamos por abandonar.
Muchas veces, estas cualidades pueden –aunque no en todos los casos–
jugar en contra de las arraigadas prácticas de los superiores jerárquicos
que ocupan la titularidad de los órganos jurisdiccionales. Ellos, en uso
Anuario 2011

de esa supremacía diferenciada, imponen sus ideas, sus dogmas, sus


particulares ideas (acertadas o desacertadas) sobre cómo se deben
hacer las cosas, en cuanto al método para la solución de casi todo lo
puesto a su consideración; en ese mundo de creencias, aprisionan la
función de la mayoría de los operadores jurídicos subordinados. Hasta
hace poco tiempo bastaba con que el operador jurídico tradicional
desarrollara las destrezas que el sistema parecía recompensar (acoplarse
a las prácticas atávicas con que se venía operando el proceso penal),
pero que no pertenecen, necesariamente, al imaginario colectivo
acerca de cómo se cree que funciona la profesión jurídica.

V. Los pasos a seguir.


74
A la luz de lo anterior, por la inmensidad del reto, casi cualquiera
renunciaría a mejorar algún aspecto del sistema penal que se pretende
abandonar. No es para menos, pues la tarea se antoja titánica. De ahí que
en estas líneas se sostenga que, para que el nuevo sistema pueda tener
la funcionabilidad que se aspira, hay que centrarse en la capacitación.

Andrés Baytelman y Mauricio Duce consideran que el gran problema


para la vigencia real de los nuevos sistemas lo han constituido aquellos
que quieren actuar en consonancia con él, pero que al no comprenderlo
del todo y, principalmente, al no saber cómo ajustar su conducta
diaria, su actuar más cotidiano al nuevo sistema, terminan llenando
todos esos vacíos con lo único que conocen que no es otra cosa que el
antiguo sistema.43 En una de sus publicaciones, Baytelman Aronowsky
sugiere que la mejor forma de impregnar los principios que subyacen
en la filosofía de un sistema adversarial es capacitar a los actores de ese
nuevo drama penal como se entrena a los jugadores de fútbol, o sea, se
debe aprender jugando o mejor dicho practicando.

Esto consiste en desplazar la imagen de capacitación como


instrucción hacia la imagen de capacitación como entrenamiento, sobre
la base de simulaciones. Ese tipo de enseñanza se basa en que para
aprender a jugar, hay que jugar y mucho. Una vez que se haya obtenido
la información (las reglas del juego), se practicarán las formas instruidas
en la capacitación en el campo de entrenamiento.

La consolidación de un procedimiento penal fundado en los


principios del sistema acusatorio no es tarea fácil, por la falta de
experiencia y el temor que generan las transformaciones propias
de todo proyecto que parte de cero. Los operadores de justicia

Anuario 2011
tendremos que adaptarnos a los cambios de manera paulatina
y sobre la marcha.44 Ahora bien, a pesar de las dificultades que
pudieran presentarse, entre las que la fuerza conservadora de la
tradición sea quizá la mayor, el establecimiento y la consolidación
del sistema acusatorio son absolutamente necesarios como vía para
el perfeccionamiento de su régimen democrático y en aras de la
celeridad procesal y la seguridad jurídica.

Para que la implementación de la reforma garantice un éxito


aceptable, se sugiere poner atención al sistema de capacitación de
los operadores jurídicos. Más allá de una cuestión de información45 es
necesaria una modificación del paradigma, de la cultura, de la forma
de aproximarse al Derecho, al proceso penal, así como la forma de 75
interpretar sus normas y de aplicarlas. Hoy se cuenta con una reforma
constitucional46 que atribuye a los jueces y tribunales nacionales, la

43
Baytelman Aronowsky, Andrés y Duce Jaime, Mauricio, op. cit., nota 36.
44
Baytelman Aronowsky, Andrés, “Capacitación como en el fútbol”, Revista Sistemas Judiciales, Núm.
1, 2002, http://sistemasjudiciales.org/content/jud/archivos/notaarchivo/570.pdf
45
Tal como lo fueron los recientes cursos regionales de capacitación del nuevo sistema acusatorio,
impartido a los distintos distritos judiciales participantes, por parte del Supremo Tribunal de Justicia
del Estado.
46
Su nueva redacción trae consigo el reconocimiento de un abundante cuerpo jurídico de origen
internacional y, principalmente, una forma de concebir la relación entre el Estado y las personas y
grupos, orientada a ampliar su ámbito de protección. En particular, el artículo 1 diseña un orden
obligación de efectuar esa especie de “control de convencionalidad”47,
en esa promoción, respeto, protección y garantía a los derechos
humanos de conformidad con los principios de universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y progresividad. Se debe aplicar e
interpretar el contenido de los tratados internacionales, velando que
las disposiciones de los instrumentos interamericanos no se vean
mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin. Por
eso, es necesario analizar la compatibilidad entre las leyes internas con
dichos instrumentos.

Esto significa que, necesariamente, se tendrá que capacitar bajo


una metodología especial que, a parte de que incluya la información
teórica, atienda a ese otro tipo de capacitación “cultural” para
remover las arcaicas prácticas y demoler, incluso, instituciones e ideas
profundamente arraigadas de nuestra cultura jurídica. Se debe partir
del esfuerzo por innovar ese sistema de enseñanza que está basado en
la explicación discursiva y abstracta de las instituciones de la reforma, y
Anuario 2011

acoger nuevas formas que hinquen el aprendizaje en el adiestramiento.


El nuevo sistema procesal penal exige que la enseñanza sea capaz
de transmitir no sólo las nociones de sus principios (concentración,
contradicción, inmediación, publicidad, etc.), sino que éstos se
concreten en la práctica.

Una reforma tan radical, como la que se va a experimentar, demanda


reformas radicales en el ámbito de la capacitación judicial. Las exigencias
que impone operar ese nuevo sistema acusatorio de corte adversarial
versan sobre una preparación que responda adecuadamente a un
ejercicio profesional distinto de lo que tradicionalmente ha venido
ocurriendo en nuestros tribunales penales estatales. El estado de
76

constitucional fundado en la dinámica propia de los derechos humanos, al incluir la interpretación


conforme, que trae consigo no sólo el desarrollo jurisprudencial de los derechos, sino también
criterios de aplicación e interpretación propios del derecho internacional de los derechos humanos
(DIDH), como el principio pro persona. Asimismo, explicita las obligaciones del Estado en su conjunto
para desarrollar las condiciones estructurales necesarias para la realización, mantenimiento y avance
de los derechos humanos.
47
Véase Castilla, Karlos, “El Control de Convencionalidad: Un nuevo debate en México a partir de la
sentencia del Caso Radilla Pacheco” en Anuario Mexicano de Derecho Internacional, vol. XI, 2011,
pp. 593-624, http://www.ijf.cjf.gob.mx/cds/Materiales%20Seminario/Bibliografía%20básica/Control%20
de%20convencionalidad/El%20control%20de%20convencionalidad%20(Carlos%20Castilla).pdf
cosas cambia y las decisiones deberán tomarse de manera rápida y
oportuna48, lo que se potenciará por el asunto de la publicidad y la
oralidad. El debate intenso que trae implantada la lógica adversarial
del juicio oral no admite tiempo para dudar. El juzgador tendrá que
desarrollar la habilidad de captar la información. Los abogados
tendrán que argumentar y los jueces tendrán que tomar decisiones
y justificarlas, sin que gocen del vigente refugio, de un espacio desde
donde escasamente tienen que rendir cuentas sobre sus decisiones49.

De modo que, el verdadero problema de la capacitación no consistirá


en que los operadores jurídicos aprendamos las nuevas formas
(procesales), sino que abandonemos ideas culturalmente arraigadas
en nuestras conciencias. Por ejemplo, hay ideas que sostienen que las
pruebas recabadas por el Ministerio Público investigador no requieren
ser sometidas a un control de credibilidad.50 Son cotidianos los casos
en los que se brinda un valor formal a versiones de testigos, cuando
a todas luces se advierte la carencia de toda lógica y congruencia con

Anuario 2011
la forma normal de ser las cosas. Se califica de legal la detención de
un inculpado tomando como referencia las razones (muchas veces sin
fundamento ni motivación) que tradicionalmente usa para esos casos
la autoridad investigadora en la privación de la libertad a un indiciado
(prisión preventiva).

Además, se está habituado a un formulismo irreflexivo que conduce


a enjuiciar con banalidad y sin apego a la verdad, concretamente en
relación con el tratamiento y valoración de las pruebas. Existen casos
en que éstas ni siquiera se ubican dentro de los parámetros mínimos
de congruencia, de lógica, de sentido común, es decir, de verosimilitud,
y sobre lo cual necesariamente se deberían enmarcar los estudios de
determinados hechos sometidos a nuestro conocimiento. 77

En ese sentido también existe la siguiente tesis aislada:


CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EN SEDE INTERNA. LOS TRIBUNALES MEXICANOS ESTÁN
OBLIGADOS A EJERCERLO. Tratándose de los derechos humanos, los tribunales del Estado
mexicano como no deben limitarse a aplicar sólo las leyes locales, sino también la Constitución,
los tratados o convenciones internacionales conforme a la jurisprudencia emitida por
cualesquiera de los tribunales internacionales que realicen la interpretación de los tratados,
pactos, convenciones o acuerdos celebrados por México; lo cual obliga a ejercer el control de
convencionalidad entre las normas jurídicas internas y las supranacionales, porque éste implica
acatar y aplicar en su ámbito competencial, incluyendo las legislativas, medidas de cualquier
orden para asegurar el respeto de los derechos y garantías, a través de políticas y leyes que los
garanticen. PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIAS ADMINISTRATIVA Y DE TRABAJO DEL
DÉCIMO PRIMER CIRCUITO. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época,
Tribunales Colegiados, tesis XI.1o.A.T.47 K, página 1932 (registro IUS 2010: 164611).
En suma, hay una serie de prácticas anómalas que desgraciadamente
forman parte de nuestra cotidianeidad en la tarea judicial. En lo
concerniente a la valoración de la prueba, lucirá mejor ese cambio
trascendental, pues la valoración de la prueba será el pilar fundamental
del nuevo sistema de justicia penal al que aspiramos llegar. El principio
de libertad de prueba, también conocido como principio de prueba
libre, consiste en la posibilidad, legalmente consagrada, de acreditar
la veracidad o falsedad de los hechos objeto del proceso, por medio
de cualquier clase de fuente de prueba, libremente valoradas por los
jueces, sin más limitaciones que la legalidad de dichos medios, las
reglas de la lógica y las máximas de experiencia.

De tal manera, se sabe que los ordenamientos procesales penales


que están basados en el sistema de prueba libre se limitan a proclamar
la máxima de admisibilidad general, con especificaciones acerca de los
límites de la libertad probatoria por razones de utilidad, pertinencia,
idoneidad y legalidad de los medios, especialmente de los utilizados
Anuario 2011

usualmente por el Estado para incriminar a los ciudadanos imputados,


según el llamado principio favor regulae o favorabilidad de la reglas
de obtención de la evidencia a favor de los ciudadanos.51 Esa libertad
para elegir los medios probatoria y el objeto de prueba implica que
las partes pueden, en principio, traer al proceso cualquier hecho que
tenga relación directa o indirecta con el objeto del proceso e intentar
probarlo por cualquier medio útil, conducente y lícito, susceptible de
valoración por el sentido común.

78 48
El adecuado manejo de las objeciones será una de las cuestiones más complejas de controlar,
desde el punto de vista de las destrezas de litigación.
49
Recuérdese que el artículo 17 constitucional refiere que las sentencias que pongan fin a los
procedimientos orales deberán ser explicadas en audiencia pública previa citación de las partes.
50
Ejercicio que está destinado a corroborar que los instrumentos de prueba que el Ministerio
Público glosa a su indagatoria, efectivamente aportan datos claros de su génesis que repercutan
en su veracidad, para que el juez esté en condiciones de analizar esas circunstancias y someterlas
a un juicio con la realidad o la experiencia en hechos similares y determinar si es creíble o no la
información que contienen. En ocasiones se le brinda más valor a una jurisprudencia (formula
preestablecida) que sostiene que el Ministerio Público es una institución de buena fe que a hechos
concretos, deducidos de un juicio donde se constata que dicho órgano no hizo su labor apegándose
a los principios jurídicos elementales ni de respeto a los derechos fundamentales de todo imputado.
51
Blanco Suárez, Rafael, et al., op. cit., nota 7
A través de la libre valoración de la prueba, el juez puede dar a
cada una de las pruebas presentadas a su consideración el peso que
considere conveniente en la formación de su convencimiento, pero
con la condición de que explique esas consideraciones en su decisión.52
Cuando hoy se defiende la valoración de la prueba conforme a la sana
crítica o las reglas del criterio humano, lo que se está propiciando es
la valoración de la prueba realizada por el juez, no por reglas legales
apriorísticas, sino expresando siempre en la sentencia la relación
existente entre cada uno de los hechos que se estiman probados y el
medio de prueba del que se ha desprendido la convicción judicial.53 A
esto tenemos que añadirle la importancia de tener en consideración las
máximas de la experiencia,54 las reglas de la lógica y los conocimientos
científicos como núcleo esencial de la libre valoración de la prueba. La
idoneidad55 y la pertinencia56 son los límites a esa libertad probatoria.

Esta gama de irregularidades dan noticia clara y detallada de cómo, a


lo largo y ancho de nuestro estado, quienes tienen la encomienda tanto

Anuario 2011
del combate a la delincuencia, como la de procuración y administración
de justicia operan el proceso penal con una liviandad preocupante. Se
incumple el objetivo principal que justifica la existencia de cada uno de
esos entes, en términos de utilidad y funcionabilidad. La experiencia

52
Así, por ejemplo, el juez tiene absoluta libertad para estimar que un testigo le aporta mucha más
convicción que varias peritaciones o documentos. Pero, está obligado a explicar en qué estriba la
cualidad convincente de ese testimonio y qué le hace superior a aquellos otros medios de prueba.
53
Véase, Montero Aroca, Juan, Principios del Proceso Penal, Valencia, Tirant lo Blanch, 1997, pp. 79
161-162.
54
Son reglas generales extraídas de la experiencia cotidiana como producto de la observación
continua de la conducta humana y de los fenómenos naturales que nos permiten predecir cuáles
hechos conocidos y comprobados pueden ser la causa o la consecuencia de otros desconocidos
pero que pudieran ser sus antecedentes lógicos y probabilísticas (juicio de hecho). Se trata de una
regla promedio de la razón humana ante un estado general de las cosas que, empero, cada juzgador
viene obligado a interpretar para cada caso concreto.
55
La idoneidad o conducencia de la prueba es su cualidad de ser apropiada para demostrar los
hechos del proceso.
56
Puede definirse como la relación que existe entre un medio probatorio admisible y los hechos del
proceso. De tal manera, una prueba será pertinente si está dirigida a acreditar hechos que tienen
relevancia para un proceso concreto.
como operador jurídico es fuente inagotable de esa extensa colección
de situaciones inadmisibles. De ninguna manera me vanaglorio de
haber descubierto el hilo negro de la perversidad que encierra nuestra
realidad judicial, dado que ya se han escrito ríos de tinta revelando el
escenario propio de los sistemas inquisitivos en vía de transformación.

VI. ¿Que hay con la praxis judicial?


El magistrado Víctor Barragán Benítez, sobre el tema de la impartición
de justicia, refiere que el decreto del 18 dieciocho de junio del
2008, a parte de marcar un hito en el sistema procesal penal, deja
al descubierto que nuestro actual sistema jurídico se encuentra en
déficit con los mexicanos. Los procedimientos se han convertido en
mecanismos obsoletos que exigen renovación propia de los tiempos
actuales57 por la falta de prontitud y rapidez en la substanciación de
los procesos, la falta de mecanismos que faciliten el acceso a la justicia,
la burocratización de los procedimientos y, sobre todo, por la falta de
Anuario 2011

comunicación en los procesos jurisdiccionales entre el juez, las partes


y el justiciable. Señala que nuestra justicia se imparte desde lejos, más
que en una sana y prudente distancia.

Además, puntualiza que hemos caído en la inveterada usanza


del juez descorazonado, insensible, escéptico de la comunicación
personal y activa. El juez todo lo sabe y teje su argumento dogmática
y verticalmente, basado en la letra fría que representa la ley. Los
jueces dejaron de ser críticos y creativos, todo lo resuelven mediante
los formatos del procesador de textos, bastándoles conocer la ley, su
interpretación, la estructura del silogismo y el manejo de un procesador
de textos para dictar una sentencia. No hace falta experiencia sobre
80 los hechos porque todo es programático, cada concepto de derecho
sustantivo o procesal tiene un valor predeterminado que actúa como
camisa de fuerza en la operación mental llamada subsunción.58

57
Barragán Benítez, Víctor, op. cit., nota 37.
58
Resulta oportuno citar la leyenda de la mitología griega de Procusto quien vivía en una posada
en la ciudad de Eulesis de la antigua Grecia. Procusto obligaba a sus huéspedes a acostarse en
una cama de hierro, si la persona no cabía en el lecho, le cortaba las extremidades sobrantes. Si el
huésped era más pequeño que la cama, le estiraba las piernas. De una u otra forma lograba que
la persona se adecuara exactamente al catre. Finalmente, como en todo mito, Procusto recibió su
merecido a manos de Teseo.
Esta es la atmósfera idónea para que el proceso penal haya dejado
de ser práctico, instrumental y utilitarista. Se convirtió en un obstáculo
para el conocimiento de los hechos y centro de discusiones inútiles.
Hombres calamitosos, laberintos inaccesibles e historias de penumbras
esperan ser encerrados, a modo de cónclave, para que sean un prototipo
de experiencias de lo que nunca debió ser.

Barragán Benítez considera que la reforma constitucional, al


modificar esos rubros delicados que ameritaban un cambio apremiante,
puede abrir el proceso a los hechos, sacándolo de su prisión formalista
y dogmática. Termina su despliegue de reflexiones, diciendo que
percibe la impartición de justicia de forma cuadrada, fría, esquelética
y esquematizada en “formatos o “machotes”, desprovistos de
razonamientos y de buenos oficios. Generalmente, la fundamentación
o motivación viene sustentada –más que en el caso concreto–, en los
precedentes interpretativos gestados por los órganos dependientes de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación que, dicho sea de paso, en

Anuario 2011
ocasiones suelen ser abandonados por otros, en apariencia más claros
o justos, que a fin de cuentas son causa de incertidumbre jurídica.

A pesar de que ese conocido contexto auguraría un fracaso en la


implementación del nuevo sistema de justicia penal, yo lo considero,
más bien, como un pronóstico serio. Hay que reconocer tanto el
escenario en el que estamos estancados, como el terreno donde se
pretende sembrar la nueva semilla. Se debe tomar el ejemplo que nos
brindan aquellos países que, con condiciones similares a las nuestras,
solventaron satisfactoriamente esas contingencias.

El catedrático Carlos Escalera Montaño59 manifiesta que el sistema


puede funcionar. Es obvio que al principio habrá en el camino ciertos 81
obstáculos que requerirán determinadas adecuaciones en nuestra
legislación, pero Chile no es México, ni Michoacán es Chihuahua,
Nuevo León u Oaxaca, por elegir algunas entidades donde ya está
implementado este sistema. Sugiere que se tenga en cuenta lo que dice
el gran poeta español Antonio Machado: “caminante no hay camino, se
hace camino al andar”.

59
Tomado de su artículo que nombró “Sistema procesal penal mixto versus acusatorio (El sistema
acusatorio “puro” e inquisitivo)”.
Como salta a la vista, este nuevo contexto ofrece menos misericordia
a quienes muestren escasa preparación. Las distintas etapas
(audiencias de control de detención, de formulación de imputación,
de vinculación a proceso, audiencia para solicitar medidas cautelares,
entre otras) deberán desarrollarse de forma expedita. No habrá espacio
para aquellos que no sepan exactamente sus roles y cómo hacerlo
con efectividad; las decisiones se jugarán realmente en el trabajo
efectivo con la prueba y la argumentación jurídica. Para quienes ya
han venido aventajando su preparación en esos terrenos, esto será
algo profesionalmente atractivo y estimulante, principalmente, porque
el buen desempeño de los intervinientes en un proceso penal, en esa
atmósfera de nuevas lógicas y destrezas, será la clave para el éxito en la
implementación de la reforma.

Por esas razones me inquieta el hecho de que en la actualidad


el reflector se oriente a la gestación del código de procedimientos
penales del estado (concretamente en los vaivenes del proceso de
Anuario 2011

proyecto de reforma) y no al factor humano que requiere de una


delicada capacitación y será el destinatario más importante. La función
práctica llevará al sistema a tener el éxito que por ahora se representa
en lo imaginario. Por esta razón, reitero mi preocupación en focalizar
las buenas intenciones en la capacitación que reclama la situación,
pues no podemos darnos el lujo de hacer un intento que no funcione.
A través de estas breves líneas, alzo la voz para no perder de vista que la
conquista de la reforma procesal penal dependerá, en gran medida, de
la capacidad de los operadores jurídicos para satisfacer las expectativas,
estándares y objetivos del modelo.

Como siempre, habrá aspectos que seguir debatiendo en el futuro


82 y consideraciones jurisprudenciales a tomar en cuenta. No quepa duda
de que estamos frente a una obra que persigue colaborar en la correcta
comprensión del modelo adversarial60 y en la calidad de los servicios
profesionales entregados a los intervinientes. Todos tendremos que
cambiar los esquemas intelectivos y profesionales bajo los que hemos

60
Este modelo, en definitiva, está orientado a consolidar nuestro estado actual de cosas, con el único
fin de acrecentar la legitimidad del sistema de justicia, brindar un mejor servicio a quien pueda ser
tocado por el engranaje judicial y, en suma, consolidar la convicción en el sistema democrático
como forma de gobierno y como escenario en el que se modela el accionar de todas nuestras
instituciones, entre las que, por cierto, aparece en un sitial de primer orden la justicia.
venido trabajando durante años o décadas. Para lograr que ese proceso
de cambio se realice es necesario que todos los actores involucrados
asuman como propio el compromiso de administrar un sistema nuevo,
el cual les presentará retos y desafíos hasta ahora desconocidos.

VII. Los caminos sugeridos


Las exigencias actuales (fenómeno de la globalización) hacen necesaria
la creación de un nuevo bloque de operadores jurídicos ilustrados,
abiertos a la deliberación racional, que haga frente al irreversible cambio
de paradigma que se está suscitando en el mundo jurídico actual. El
arraigado positivismo y el formalismo judicial han provocado que se
pierda el sentido de la realidad social y la validez ética de la función
jurisdiccional, y convirtieron al juzgador en un técnico del derecho y un
mero intérprete de la ley. Como lo sostiene el doctor Rodolfo Luis Vigo,
en ese paradigma no había espacio ni necesidad de razonamiento
justificatorio, pues la decisión creadora del legislativo se justificaba en

Anuario 2011
sí misma y era incontrolable; a pesar de que aparecía a su rescate el
irrelevante silogismo formal judicial de rigurosidad teórica. 61

Este magnífico personaje62 ha expresado su incesante preocupación


acerca de que el actuar del juez debe tener como fuente primordial
una ética judicial que lo dirijan a alcanzar esa plenitud o perfección
como juez, alejándolo tanto de la “maldad” como de la “mediocridad
judicial”. Menciona que la ética judicial es inescindible a la actividad
del juez de la misma manera que la ética es inescindible a lo humano.
Aunque el juez se muestre escéptico y rechace cualquier compromiso
con ella, ineludiblemente su quehacer será fuente de obtención o
de privación de ciertos bienes o excelencias que distintos sujetos y
realidades ganarán o perderán. Hay una nómina de principios que, 83
desde su tonalidad iusnaturalista, identifican y sintetizan la serie de

61
Véase, Vigo, Rodolfo Luis, “Razonamiento justificatorio judicial”, en Cuadernos de Filosofía del
Derecho. Actas del XVIII Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Filosofía Jurídica y Social
(Buenos Aires, 1977), Alicante, Doxa, Núm. 21, vol. II, 1998 pp. 483-499, disponible en:
http://www.lluisvives.com/servlet/SirveObras/doxa/23582844322570740087891/cuaderno21/volII/
DOXA21Vo.II_33.pdf
62
Tuve el privilegio de conocerlo a principios del 2011 en un breve profesorado que se denominó
Segunda Edición del Diplomado en Argumentación e Interpretaciones Jurídicas, ofrecido por el
Supremo Tribunal de Justicia en el Estado, a través de su Instituto de la Judicatura, a una privilegiada
parte de los operadores jurídicos (pues la asignatura lo ameritaba).
exigencias que conforman a la ética judicial, estando entre ellos: la
conciencia funcional, independencia, imparcialidad, capacitación
permanente, prudencia, justicia, diligencia, decoro, honestidad,
secreto profesional, afabilidad, responsabilidad institucional,
fortaleza y austeridad republicana.63

En relación con lo dicho por el profesor Vigo, Carlos Arturo Cano


Jaramillo señala que la ética es un saber práctico que pretende que el
ser humano, desde el ejercicio de la libertad y de la razón, seleccione
sus metas y oriente el curso de sus acciones o comportamientos de una
manera racional, usando la inteligencia. Es decir, se pregunta por las
acciones y por los fundamentos de lo que debe hacer u omitir. Detalla
que, en todos los campos de la vida, el ser humano toma decisiones y
actúa, por eso es ineludible que se pregunte acerca de los modos del
actuar correcto. Por lo anterior, es necesario buscar los fundamentos o
las razones de las decisiones que tomamos y con mayor razón cuando
se trata de investigar y de juzgar a alguien, porque se pueden afectar los
Anuario 2011

derechos de las personas. La ética precisamente se encarga de mostrar


cómo reflexionar bien para establecer los mejores fines y hallar los
fundamentos o los argumentos que apoyen nuestro comportamiento
y la buena toma de decisiones.64

Posteriormente, el 7 de marzo de 2011, Día del Juzgador Mexicano,


Luis Vigo expuso, ante los más altos representantes de la judicatura
nacional, dieciséis retos que –según su estimación– cualquier juzgador
atento y responsable de su tarea debe tener presentes bajo una visión
que corresponda al Estado de derecho constitucional, que la sociedad
de nuestro tiempo reclama. Dichos retos consisten en:

84 1) Pasar del juez espectador al juez protagonista, 2) del juez


prescindente de la opinión pública a un juez interesado
por definir una política comunicacional, 3) del juez guiado
solamente por su conciencia a un juez preocupado por
inspirar confianza en una permanente actitud transparente,

63
Para más información al respecto véase Vigo, Rodolfo Luis, Ética y Responsabilidad Judicial, Buenos
Aires Argentina, Rubinzal-Culzoni Editores, 2007
64
Cano Jaramillo, Carlos Arturo, Oralidad, debate y argumentación, Bogotá, Grupo Editorial Ibáñez,
2006, pp. 44 y ss.
4) del juez que “sabe” a aquel al que se exige una capacitación
permanente, 5) del juez preocupado por el tiempo a la
exigencia de la diligencia y la eficacia del servicio, 6) de la
irrelevancia de la administración del poder a su trascendencia
y complejidad, 7) de pasar de estructuras judiciales estáticas
a estructuras judiciales flexibles, 8) del acceso limitado a la
justicia a la sunción de las pequeñas causas, 9) de la justicia
beligerante a la justicia consensuada, 10) de una justicia
soportada en “papel” a una canalizada informáticamente,
11) de una justicia despreocupada por los saberes no
jurídicos a otra conscientes de las importancia de conseguir
conocimientos confiables sobre los hechos que serán
juzgados, 12) de una justicia reducida a los jueces a una
comprensible y atenta al campo de sus auxiliares, 13) de
una justicia sólo preocupada por lo que ocurrió a una
justicia abierta al futuro, 14) de un poder judicial carente
de capacidad jurídica a otro que en su ámbito cuente con

Anuario 2011
capacidad normativa, 15) de un poder judicial sin o con
escasa participación en su presupuesto a otro implicado en
su formulación, y finalmente, 16) de una débil a una fuerte
eficaz preocupación por la difusión de la jurisprudencia.65

Bajo esa misma reflexión, Luigi Ferrajoli ha señalado que el mundo


no ha sido nunca tan igual en derecho y tan desigual de hecho. Además,
ha expuesto que la época de los derechos, como la llamaba Norberto
Bobbio, es también la época de la máxima desigualdad y de la máxima
violación de los derechos humanos.66 Igualmente, este reconocido
autor expone que hoy en día la sujeción del juez a la ley ya no es, como
en el viejo paradigma positivista, sujeción a la letra de la ley, cualquiera
que fuere su significado, sino sujeción a la ley en cuanto válida, es decir, 85
coherente con la Constitución.

En esta sujeción del juez a la Constitución y, en consecuencia, en su


papel de garante de los derechos fundamentales constitucionalmente
establecidos, está el principal fundamento actual de la legitimación de

65
Para el desarrollo de cada uno de esos tópicos véase Vigo, Rodolfo Luis, “Exigencias actuales para
el mejor juez”, Conferencia magistral impartida el 7 de marzo de 2011, en el Gran Salón Tabasco del
Hotel Hillton (Villa Hermosa, Tabasco), con motivo de la celebración del Día del Juzgador Mexicano,
disponible en línea.
66
Véase Ferrajoli, Luigi Garantismo y Derecho Penal. Un diálogo con Ferrajoli, México, Ubijus, 2010, p. 21.
la jurisdicción y de la independencia del poder judicial de los demás
poderes, legislativo y ejecutivo; aunque sean –o precisamente porque
son– poderes de mayoría. Lo sostiene así, precisamente porque los
derechos fundamentales sobre los que se asienta la democracia
sustancial están garantizados a todos y a cada uno de manera
incondicionada, incluso contra la mayoría, sirven para fundar, mejor
que el viejo dogma positivista de la sujeción a la ley, la independencia
del poder judicial, que está específicamente concebido para garantía de
los mismos.67 Por ello, es importante la labor de los jueces y el grado de
compromiso institucional y personal que sean capaces de desarrollar.

En ese sentido, Robert MacLean señala que en la administración


de justicia, la calidad del servicio depende principalmente, por una
parte, de los instrumentos, de las herramientas o el equipo que se
facilita al servidor para cumplir su tarea; y por la otra, de que el servidor
entienda su misión frente al usuario y la contribución que debe ofrecer
a la sociedad en que le toca desempeñarse. Acerca de esto último, es
Anuario 2011

imprescindible que el juez tome conciencia de que no es un simple


burócrata, mecánico aplicador de los textos legales, sino que es uno de
los líderes que, caso a caso, va moldeando la estructura de la economía,
la política, el comercio, la familia, el individuo y la paz de su comunidad.
La responsabilidad del futuro corresponde no sólo a los políticos sino
depende de manera principal de cómo se desempeñan los jueces de
un país.68

Por esta razón, queda claro que la dinámica que se avecina exige
que el nuevo operador jurídico incursione en un nuevo proyecto
paradigmático que modificará las lógicas escritas por lógicas y prácticas
que descansan en la oralidad como el motor del sistema. Además,
86 interpretará el Derecho no sólo como conjunto de normas jurídicas, sino
que al mismo tiempo lo hará parte activa de esa nueva obra colectiva de
principios, valores y reglas, que lo eleva por encima de la atávica creencia
de que la ley es la única, suprema y racional fuente del Derecho. De
subsistir estas deficiencias, provocarían daños concretos a los derechos
fundamentales de las personas imputadas y a la configuración del
sistema adversarial en su conjunto, cuyo desarrollo reclama que cada
actor cumpla su papel con profesionalismo y dedicación.

67
Véase una extensa explicación al respecto en Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías. La ley del más
débil, 4ª ed., Madrid, Trota, 2004.
68
MacLean, Roberto G., op. cit., nota. 41.
VIII. Consideraciones finales.
Como se pudo apreciar, la reforma del procedimiento penal en
Michoacán será un esfuerzo de largo plazo que requerirá del apoyo y
del compromiso de los actores del sistema e incluso de los usuarios.
Como todo cambio, la reforma afectará intereses creados, pero también
ofrecerá nuevas oportunidades para quienes decidan sumarse al
fascinante reto de mejorar nuestra justicia penal. La ruta no será fácil
y tendrán que enfrentarse obstáculos de considerable magnitud, los
cuales van desde la falta de recursos económicos hasta la persistencia
de una cultura jurídica sumamente tradicionalista y conservadora,
alérgica a cualquier cambio que suponga un esfuerzo de actualización
y de aprendizaje de nuevas rutinas profesionales.

Cierto es que a corto plazo los obstáculos son innumerables. Pero,


si tomamos en cuenta la situación de la que estamos partiendo, que
es desde todos los puntos de vista desastrosa, la reforma del sistema

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penal es el único horizonte aceptable. Por lo tanto, hay que ser capaces
de elevar por un momento la mirada y tratar de vislumbrar el objetivo
al que debemos dirigirnos. Una vez que lo tengamos claro basta con
que miremos nuestra realidad actual. Esto deberá suministrarnos la
energía y el impulso necesarios para comenzar a andar lo antes posible.

La nómina de asuntos a tomar en cuenta se podría alargar hasta


sumar cientos o quizá miles de asuntos. Sin embargo, opino que
los más importantes dilemas a los que habrá que ponerles especial
atención son aquellos que conducirán a evaluar si es mejor comenzar
por los distritos judiciales que presenten menores índices delictivos, o
si conviene abarcar en un solo momento todo el territorio michoacano.
Ambas opciones presentan ventajas e inconvenientes. 87

La idea de comenzar por algunos distritos judiciales, de


forma progresiva, tendría la ventaja de enfocar el esfuerzo e ir
aprendiendo sobre la marcha. De este modo se corregirían los
naturales y comprensibles errores que pudieran existir. Pero, tiene
el defecto de introducir un régimen diferenciado de derechos
fundamentales, lo que es complejo de justificar. Luego, la idea de
avanzar al mismo tiempo en todo el territorio tendría la ventaja de
suministrar un mismo piso mínimo compartido de derechos para
todos los habitantes del estado. Tiene la desventaja de suponer un
reto que, por su magnitud, tal vez rebase la disponibilidad objetiva
de recursos económicos, técnicos y humanos.
Debe subrayarse la necesidad de que los autores de la reforma se
hagan cargo de un cambio de fondo, un cambio de paradigma de
nuestro enjuiciamiento penal. No puede hacerse de un día para otro.
Por esta razón, es importante prever un periodo transitorio de tiempo
que permita a los actores estar listos cuando el sistema finalmente entre
en vigor. Un buen sistema penal debe ser capaz de ir introduciendo
cambios cada vez que sea necesario, por lo que el cumplimiento de
un plazo no evita que se sigan haciendo reformas para mejorar el
funcionamiento del sistema.

Por todo lo anterior, concluyo que el conocimiento que deberemos


adquirir quienes deseamos intervenir en el nuevo sistema procesal
penal supone un cambio profundo en las metodologías de aprendizaje.
Éstas deberán incorporar desde la enseñanza pasiva teórica hasta juego
de roles, simulaciones, aprendizaje interinstitucional, entre otras. Será
a través de estas nuevas herramientas de entrenamiento, educación
y formación que podrá comprenderse y aprovecharse de manera
Anuario 2011

estratégica la función de muchas de las nuevas formas en que operará


el nuevo sistema acusatorio con tendencia adversarial.

Ahora bien, sobre el liderazgo e impulso para la reforma, la


experiencia de otros países acredita la necesidad de que exista un
órgano coordinador como el Consejo para el Nuevo Sistema Penal
de Justicia en Michoacán. Este órgano tiene la importante tarea de
ser el gestor de las ideas, auxiliar en la capacitación, supervisar los
aspectos relacionados con la infraestructura y explicar a la sociedad
las consecuencias del cambio. Asimismo, debe proponer los pasos
a seguir en el camino hacia la completitud de la reforma, proponer
nuevos y sucesivos ajustes, así como analizar el desempeño de los
88 actores, etcétera.

Una buena reforma no puede descansar en la inspiración


espontánea de los actores ni puede confiar en que el simple paso del
tiempo provea los elementos necesarios para su consolidación. Por el
contrario, se requiere de un impulso político, de un respaldo técnico
y de un apoyo presupuestal considerable, entre otras cuestiones. En
ese sentido, estimo necesaria la constante intervención de ese órgano
de coordinación, dentro de lo que hoy consideramos retos, para la
implementación del sistema penal acusatorio adversarial oral y la
seguridad pública en Michoacán. 
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