La Divinidad de Jesús es establecida por medio de su doctrina.

La
Iglesia de Cristo se opone al demonio, a sus pompas y sus obras. La
doctrina de Cristo mora en abundancia en la Iglesia Católica, en la
que enseña y amonesta a los fieles.

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dorad a Dios, todos sus Án- e rogamos, Señor, que de-

geles: lo oyó y se alborozó
Sión, y se regocijaron las
ciudades de Judá. Sal. El Señor
reinó: regocíjese la tierra; alé-
grense todas las islas. Gloria al
Padre. Adorad a Dios, todos sus
Ángeles...
fiendas a tu familia, con
continua y paternal protec-
ción; para que sea siempre por Ti
defendida, pues se apoya en la
sola esperanza de la gracia celes-
tial. Por Nuestro Señor Jesucristo.

“Todo cuanto hiciereis, sea de palabra, sea de obra, hacedlo todo en nombre de
Nuestro Señor Jesucristo, dando gracias por medio de Él a Dios Padre.”, dice
San Pablo a los Colosenses, y a toda la Iglesia.

ermanos: Como es- y sed agradecidos. La

cogidos que sois
de Dios, santos y
amados, revestíos de en-
trañas de misericordia,
de benignidad, humil-
dad, modestia, pacien-
cia; sufriéndoos mutua-
mente, si alguno tiene
queja contra otro; así co-
mo el Señor os ha perdo-
nado, así también haced-
lo vosotros. Mas sobre
todo esto tened caridad,
que es el vinculo de la
perfección. Y triunfe en
vuestros corazones la
paz de Cristo, a la que
también fuiste llamado
para formar un solo cuer-
po;
Palabra de Cristo more
entre nosotros abun-
dantemente con toda
sabiduría, enseñándoos
y amonestándoos unos
a otros con salmos, e
himnos, y cánticos espi-
rituales, cantando de
corazón con gracia o
edificación las alaban-
zas de Dios. Cualquier
cosa que hagáis, sea de
palabra, o de obra, ha-
cedlo todo en nombre
de Nuestro Señor Jesu-
cristo, dando gracias a
Dios Padre por medio de
Nuestro Señor Jesucris-
to.
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emerán las naciones tu nom- leluya, aleluya. ℣. El Señor

bre, Señor, y todos los reyes reinó: regocíjese y alégrense
de la tierra tu gloria. todas las islas. Aleluya.
℣. Porque edificó el Señor a Sión,
y será visto en su majestad.


El sembrador malo es el diablo, y siembra cizaña, que es un veneno
violento. Los sirvientes del padre de familia representan a los Ángeles;
ellos desean separar al bien del mal. Pero es imposible separarlos hasta
el tiempo de la siega, es decir, el tiempo del juicio final; en ese enton-
ces, la Divina Justicia hará la necesaria separación.

n aquel tiempo: dijo Señor, ¿no sembraste

Jesús a las turbas
esta parábola: El reino
de los cielos es semejan-
te a un hombre que sem-
bró buena simiente en su
campo. Y mientras dor-
mían los hombres, vino
cierto enemigo suyo y
sembró cizaña en medio
del trigo, y se fue. Estan-
do ya el trigo en flor y
apuntando la espiga,
apareció también enton-
ces la cizaña. Y llegando
los criados del padre de
familia, le dijeron:
buena simiente en tu
campo?, pues ¿Cómo tie-
ne cizaña? Les contestó:
Algún enemigo mío ha
hecho. Replicaron los
criados: ¿Quieres que va-
yamos a quitarla? No, les
respondió, no sea que, al
arrancar la cizaña, aren-
quéis con ella el trigo.
Dejad crecer uno y otra
hasta la siega; que al
tiempo de la siega diré a
los segadores: Tomad
primeramente la cizaña,
y atadla en manojos para
quemarla; mas el trigo
recogedlo en mi granero.

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a diestra del señor ha obra- e ofrecemos, Señor, hostias
do proezas: la diestra del de propiciación: para que
Señor me ha ensalzado; no perdones misericordioso
moriré, sino que viviré, y prego- nuestras culpas, y dirijas Tú mis-
naré las obras del Señor. mo a nuestros vacilantes corazo-
nes. Por Nuestro Señor.
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n verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias

en todo tiempo y en todo lugar, Señor Santo, Padre todopodero-
so, Dios eterno. Que con tu unigénito Hijo y el Espíritu Santo
eres un solo Dios y un solo Señor; no en la unidad de una sola perso-
na, sino en la Trinidad de una sola naturaleza. Porque cuanto Tú nos
revelaste de tu gloria lo creemos también, sin diferencia ni distinción,
de tu Hijo y del Espíritu Santo. De suerte que en la confesión de la
verdadera y eterna deidad sea adorada la propiedad en las Personas,
la unidad en la Esencia y la igualdad en la Majestad. La cual alaban
los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que cla-
man incesantemente, diciendo a una sola voz:

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e maravillaban todos de e rogamos, oh Dios omni-

las palabras que salían de potente, que consigamos
la boca de Dios. el efecto de aquel don sa-
ludable, cuya prenda segura he-
mos recibido por estos misterios.
Por Nuestro Señor

santuspetrus@gmail.com

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