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Desde el siglo XXI: Valoración de la revolución socialista en China

Rafael Paz Narváez


Reflexionar o escribir sobre la revolución socialista en China es considerar el origen y destino de una
gran parte de la humanidad…

Se estima que la población humana en la región que actualmente conocemos como China proporcionó,
desde la antigüedad, al menos un 20% del conjunto de la población sobre el planeta. China es una de
las primeras regiones en las cuales la humanidad llegó a la revolución neolítica, es decir, a la práctica
de la agricultura, la domesticación de animales y la producción artesanal de herramientas de metal.
Para el año 400 antes de nuestra era cristiana se considera que proporcionaba el 27% de la población
global en un período histórico en el cual aún no alcanzaba los 100 millones de humanos (Colin
McEvedy y Jones, 1978). Por supuesto, en la actualidad, con una población estimada próxima a los
1,400 millones sobre un total global de 7,600 millones de personas, China continúa proporcionando
una significativa cantidad de habitantes en el planeta, en cierta manera y en gran medida, lo que pasa en
China pasa en el mundo. Desde una fecha tan lejana como el siglo II antes de la era cristiana ya China
representaba una relevante economía comercial que interactuaba y dinamizaba, a través de la ruta de la
seda, extensos territorios en Asia, Medio Oriente, Europa y el norte de África.

La expansión europea sobre el planeta, que inició el siglo XVI, se abalanzó contra una China
reconocida, en lo básico, como país feudal e influyó para que se abocara a un desarrollo capitalista
subordinado. Hacia el siglo XX, la expresión política de esta economía y sociedad china en proceso de
subordinación al emergente capitalismo global se expresó en la revolución de 1911, que destituyó a la
última dinastía imperial en China y propuso la conformación de un régimen político republicano.

La república orientada desde una conducción burguesa nunca alcanzó a consolidar a la nación China,
especialmente por tres factores: La subordinación económica y política a las potencias imperialistas
europeas; la persistencia de señores de la guerra que controlaban extensos territorios; y la invasión
japonesa al territorio chino, que se extendió desde 1931 hasta 1945. La república logró consolidarse
como tal hasta el triunfo de la revolución democrática y socialista, orientada por el Partido Comunista
Chino, fundado en 1921. La revolución emprendida desde 1927 por los diversos sectores del pueblo
chino, con la clase campesina como fuerza principal, hasta la victoria definitiva en 1949, se caracterizó
como anti-colonial, anti-feudal y anti-imperialista.

Un breve recuento de la revolución socialista en China debe reconocer tres grandes períodos: el
primero corresponde a la lucha revolucionaria y transcurre de 1927 hasta 1949; el segundo corresponde
a la instauración socialista bajo la conducción de la primera generación revolucionaria, que comprende
desde 1949 hasta 1978; y el tercer período (1978-presente) corresponde a la reforma y apertura de la
revolución, en la actualidad sostenida bajo la conducción de la primera generación socialista.

Se toma como fecha de partida de la revolución socialista china el año 1927, con la fundación e inicio
de operaciones del brazo armado del Partido Comunista Chino, más adelante reconocido como Ejercito
Popular de Liberación. Desde el año 1927 inició una prolongada lucha revolucionaria que se extendió
por 22 años, hasta que en 1949 se logró la derrota del Ejercito Nacional Revolucionario, sostén de la
república subordinada a las grandes potencias imperialistas. Uno de los aspectos relevantes que interesa
destacar de este período revolucionario es que el Partido Comunista Chino y el Ejercito Popular de
Liberación, aún cuando comenzaron como contingentes relativamente pequeños, con relación al
conjunto de habitantes de China, debían sostener decenas de miles y hasta cientos de miles de efectivos
en armas lo que llevó a desarrollar una política de ocupación sucesiva de territorios agrarios en los
cuales debían practicar reformas agrarias parciales, en correspondencia con la situación de tenencia de
la tierra y de afinidades, identidades y prácticas políticas que encontraran entre los diversos estratos
sociales. Las bases urbanas también aportaron conocimiento respecto a la política y a la economía en
este período, de manera que el conocimiento profundo de China a partir de la guerra prolongada fue
insustituible.

Después del triunfo revolucionario de 1949, la generación que condujo la lucha revolucionaria asumió
la tarea de reorganizar la economía nacional de un país realmente inmenso. Sin duda, los primeros
años, hasta 1952, se podrían considerar como una extensión directa de las experiencias adquiridas
durante el período de lucha armada, con el resultado central que la reforma agraria se generaliza en
toda China y se sientan las bases para un desarrollo industrial nacional. De 1953 a 1957 la política
económica comienza a apropiarse de la experiencia soviética, implementando el plan quinquenal de
desarrollo, entre otras medidas. Luego entre 1958 y 1976 se ensayan las políticas del “gran salto
adelante” y de la “revolución cultural”, con resultados comúnmente aceptados como negativos.

A partir de 1978 la conducción de la revolución socialista, hace un balance en el cual considera que lo
realizado hasta el momento ha resultado 70% positivo y 30% negativo. Se reconoce sin duda que en la
historia reciente de la revolución socialista el pueblo ha sufrido, sin embargo, de fondo se reconoce que
la revolución primero consolidó la dignidad de China como nación, y luego fué capaz de generar
prosperidad.

Después de 1978 se continuó la implementación de los planes quinquenales de desarrollo, y de manera


simultánea se aplica un proceso de reformas económicas hacia una economía mixta, con apertura a la
inversión extranjera y al comercio exterior. En términos de desempeño económico las reformas y la
apertura han potenciado a China hacia una primera posición mundial. A pesar que la prosperidad no se
ha distribuido equitativamente entre toda la población, es un hecho que la mayoría ha alcanzado
mejores niveles de bienestar.

Hay datos positivos respecto a la política económica China y respecto a sus resultados: para el caso, se
detalla que el Partido Comunista Chino es el principal dirigente en la sociedad y conduce el estado. El
estado controla la política monetaria y el sistema bancario, en tanto que el sector público se mantiene
como columna vertebral de la economía, con el 40 % de activos y el 50 % de ganancias industriales,
además el sector público alcanza el 80-90 % en sectores estratégicos como siderurgia, petróleo, gas,
electricidad, energía nuclear, infraestructuras, transportes, armamento (Guigue, 2018).

Sin embargo, desde una perspectiva de constitución del socialismo como una sociedad igualitaria, hay
datos críticos que señalan que en China se ha constituido una capa social enriquecida, un conjunto de
más de medio millón de personas con fortunas superiores al millón de dólares, de ellas casi 50 personas
se colocan entre los más ricas del planeta. Además, esta capa social acaudalada, puede incidir en el
estado aunque según se reconoce, no llega a ejercer el control (Díaz Vázquez, 2010). La presencia de
esta capa social acaudalada en el partido Comunista Chino es significativa, el 30% de empresarios
millonarios son miembros, casi el 40 % de esta capa social participa en la Asamblea Nacional Popular ,
en tanto que, del total de personas empresarias, un 40% militan en el partido comunista, en conjunto
con representantes de las demás clases y capas de la sociedad china.

Frente a la insistente pregunta ¿es China socialista? Se pueden formular todas las respuestas entre el
espectro del binomio si o no, pasando por el indeciso tal vez. Para quiénes un régimen político como el
sueco de los años entre 1970 y 1980 se puede caracterizar como socialista, a base de la larga
permanencia del partido de la socialdemocracia en el poder, así como de las políticas económicas y
públicas, China sería, sin ninguna duda, socialista. La diferencia entre China y Suecia vendría dada por
la realización de elecciones entre varios partidos en Suecia y por la definida hegemonía del partido
comunista en China. Para quiénes, por definición, no debería haber propiedad privada capitalista en
posiciones estratégicas en la economía de un país, y simultáneamente no debería existir una
diferenciación social aguda y creciente, China no podría catalogarse como socialista.

Desde el siglo XXI se necesita trascender un análisis de ese tipo. China, de acuerdo a los parámetros
políticos e históricos es una nación en la cual se realizó, a enormes costos sociales, una revolución
popular hacia el socialismo. En lo que sigue, China ha desplegado una política que la posicionado en el
planeta como una gran potencia y ha generado bienestar a su población, manteniendo algunos
parámetros propios de una sociedad reconocida como socialista.

El problema de cara al siglo XXI es otro. Los problemas que la modernidad, a partir de autores como
Moro, Saint Simon, Owen y Marx plantea como problemas prácticos, especialmente el de la
desigualdad y la opresión humana se mantiene vigente. Pero a ese problema central, que se propone
resolver con el socialismo ya no es el único que apremia. De igual o mayor trascendencia actual es el
problema de la sostenibilidad de la vida humana en el planeta a partir de las alteraciones sobre la
biosfera. Y sobre este punto es que vale la pena interrogar al socialismo en China.

Podemos partir de tres premisas para valorar el socialismo en China, en la medida que genera la
posibilidad que:

a) Cada persona viva a partir de su propio trabajo. Entendiendo que logra una vida digna
b) Ese trabajo contribuye equitativamente al bienestar de las demás personas con las que convive.
c) Ese trabajo contribuye a la sostenibilidad de la vida en el planeta.

Respecto a la primera premisa probablemente el socialismo en China lograría un puntaje superior al 5


en una escala de 10. En lo que se refiere a la segunda premisa, el puntaje alcanzado podría ser menor. Y
respecto a la tercera premisa, habría que reconocer que el socialismo en China aún tiene mucho que
hacer, pero que si se decide, estaría en mejores condiciones que otras grandes potencias para aportar en
esa dimensión.
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Colin McEvedy y Richard Jones, Atlas de la historia de la población del mundo. Penguin, 1978.
Díaz Vázquez, Julio A., China: ¿Otro Socialismo? Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010
Parry, Pablo. China: ¿socialismo de mercado o capitalismo de estado? De Frente 20 octubre, 2018

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