Sei sulla pagina 1di 11

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

COORDINACIÓN NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E


HISTORIA

Diplomado Poblaciones afrodescendientes en México y


países de América Latina

Reflexiones en torno a La Danza de los Diablos de la Costa


Chica como mensaje de resistencia y la concepción del
diablo en las comunidades afroamericanas

Blanca Iveth Castañeda Espinoza

0
INDICE

Página

Introducción 2

La Danza de los Diablos como mensaje de resistencia 3

La concepción del diablo y el performance en otras


6
comunidades afroamericanas

Conclusiones 9

Bibliografía 10

1
Introducción

La Danza de los Diablos es una tradición que se practica en las comunidades afrodescendientes de
la Costa Chica de México durante las festividades de Día de Muertos, en cada pueblo de dicha
región se ejecuta con ciertas particularidades, por ejemplo, en las maneras de bailar, en el ritmo, en
la máscara, en el zapateado etc. Los elementos que se repiten son la aparición de los personajes:
La Minga, el Diablo Mayor, también conocido como Terrón o Pancho y los diablitos; los instrumentos
musicales: bote (tambor de fricción), charrasca (quijada de burro) y armónica —con excepción de El
Soto, donde se ejecuta con instrumentos de viento—. Cabe destacar que en la Danza del Toro de
Petate también aparece el Diablo y la Mojiganga, cuya representación en el baile se asemeja al de
la Minga en la Danza de los Diablos. La concepción del diablo en esta danza es ambivalente ya que
sus movimientos y, en general, la realización de la danza causa risa y miedo al público.

En otras comunidades afrodescendientes de América Latina, en ciertos festejos, tienen danzas con
la figura del diablo, cuya representación también es de un sujeto ambivalente. Además, la quijada
de burro y el tambor de fricción son instrumentos que igualmente ejecutan, pero no necesariamente
junto a los diablitos, como sí sucede en la Costa Chica.

Una de las investigaciones que estudia la concepción del diablo es la de Lora Kurstolovic con su
tesis de maestría intitulada Con el Diablo en el Cuerpo: La concepción del diablo en danzas de
tradición afroamericana: Los casos de Chuau y el Portobelo, en ella la autora analiza la visión del
diablo en comunidades afroamericanas, en las que existe un concepto de maldad y también está
relacionado con ambientes festivos y alegres.

De hecho, a lo largo de su trabajo enfatiza que la visión del diablo en las comunidades
afroamericanas se formó a raíz del proceso de colonización y la imposición del catolicismo. Debido
a la influencia de las culturas africanas e incluso indígenas el Diablo adquirió connotaciones
diferentes a la occidental, las cuales aún perviven.

Este proceso de colonización que menciona Lora Kurstolovic, pienso que es esencial para entender
la reapropiación de la concepción del diablo en las poblaciones de origen africano y cómo fue
resignificado para transmitir un mensaje de resistencia mediante las danzas y bailes. Lo cual
comparten varias comunidades afrodescendientes de América Latina.

El trabajo El Origen de la Cultura Africano-Americana: Una perspectiva antropológica de Sidney


Mintz y Richard Price explican que los principios subyacentes son elementos culturales compartidos
por las culturas afroamericanas y las culturas africanas (Mintz y Price, 2012, p. 54), sin embargo,

2
pienso que este concepto es útil para señalar los rasgos culturales en común que comparten algunas
culturas afroamericanas.

Dos investigaciones fueron indispensables para interpretar la Danza de los Diablos como un
mensaje de resistencia: Los dominados y el arte de la resistencia de James Scott y Danzas como
expresión de una cultura clandestina de protesta de Susana DeValle.

La Danza de los Diablos como mensaje de resistencia

La Danza de los Diablos en México se realiza entre los pueblos afrodescendientes de la Costa Chica
durante las festividades del Día de Muertos, en el caso de Cuajinicuilapa la danza ahora ya se
practica en otras fiestas, e incluso festivales, es decir la danza ha pasado del terreno de lo religioso
a lo secular.

Esta danza se compone de los siguientes integrantes: el Pancho o Terrón, La Minga —recordemos
que estos personajes aparecen en La Danza del Toro del Petate—, y los diablitos, que son como
los hijos del Pancho y la Minga, el Pancho lidera la danza y corrige los movimientos de los diablitos,
mientras que la Minga coquetea con los espectadores de la Danza —este coqueteo también se
puede ver en la Danza del Toro del Petate con las Mojigangas, que son hombres vestidos de mujer—
El Pancho o Terrón “castiga” a la Minga y al hombre con el que está coqueteando; el público observa
y ríe al ver esta representación. Además los músicos: el charrasquero, el que toca el bote y el
armonista ejecutan los sones mientras los personajes realizan la danza.

Los grupos de diablos de Cuajinicuilapa cuando recorren las calles del pueblo, se detienen frente a
una casa para danzar y ejecutar uno de los ocho sones de los diablos que son Tendido, Zamora,
Cruzado, El periquito, Los enanos, Segundo tendido, Jarabe y La Minga, pero por lo regular sólo
interpretan algunas coplas de cada son, y generalmente sólo El periquito y Los enanos.

La Danza de los Diablos es la práctica más representativa de varios pueblos afrocosteños, a pesar
de que otras tradiciones dancísticas son fundamentales en la vida de las comunidades
afrodescendientes de la Costa Chica, las personas han declarado cierto favoritismo hacia la Danza
de los Diablos. De hecho, Carlos Ruíz Rodríguez menciona que es la tradición afrodescendiente más
emblemática conservada hasta nuestros días en la Costa Chica “ya sea por su estrecho vínculo
sociocultural o por la incidencia de organismos culturales” (Ruíz Rodríguez 2009: 63)

El contexto histórico de las comunidades afrodescendientes en la Costa Chica así como las
actividades que realizaban tienen mucho que ver con las interpretaciones que se han realizado en
torno a la Danza de los Diablos y la del Toro de petate. Hay que recordar que durante el periodo
colonial los dueños de las haciendas, ranchos y estancias ganaderas eran en su mayoría

3
peninsulares y españoles, el sector de la población que trabajaba en estos lugares eran personas
de origen africano, indígenas y españoles pobres, quienes fueron agentes activos y fundamentales
en la actividad ganadera, y dejaron testimonio de ello en prácticas culturales derivadas de la
ganadería como el rodeo y la charrería, aunado a lo anterior nacieron sones y bailes relacionados
con dichas actividades. Los testimonios orales y la música eran medios donde los estratos bajos de
la población dejaban constancia de sus vivencias y experiencias, incluso aún hoy en día se
conservan en la tradición musical mexicana sones de la vida cotidiana de los ganaderos y arrieros
novohispanos.

En el caso de Danza de los Diablos los investigadores refieren que los personajes de la danza
rememoran un pasado ganadero y la ejecución dancística satiriza a los dueños de las haciendas
ganaderas (Ruíz Rodríguez, 2009, p. 65; Machuca y Motta Sánchez, 1993, p. 35, 36 y 37; Motta
Sánchez, 2006) otras estudios indagan el simbolismo del bote de fricción y los mitos africanos
relacionados con la muerte (Motta Sánchez, 2016, p. 164). Lora Kurstolovic es uno de los
investigadores que analizan de manera más amplia los aspectos lúdicos, de risa, sátira y diversión
que se representan en la danza. (Lora 2005, 2011)

Aunque los autores mencionados refieren cómo le ejecución de esta danza representa una burla
hacia los hacendados, no se ha realizado un análisis más exhaustivo al respecto. Opino que al
estudiar la danza como un mensaje de resistencia, es una manera de poner de relieve la agencia
de las comunidades afrodescendientes y su inconformidad ante las situaciones injustas que llegaron
a experimentar durante el periodo colonial, así mismo también es una tradición con la que preservan
su memoria, al respecto Susana DeValle explica:

A la tarea del colonizador de deshistorización y desculturación se opone una cultura clandestina que
sirve como vehículo para una toma de conciencia, que rechaza la situación de sometimiento impuesta
por los regímenes coloniales. Esta cultura abarca el núcleo para el mantenimiento de la especificidad
histórica y social del pueblo colonizado y para la afirmación de su personalidad histórica amenazada.
El mensaje de resistencia, desarrollado en el terreno cultural, se vuelve evidentemente clandestino
por la fuerza de las circunstancias. Dicho mensaje está basado en una memoria colectiva inasible y
se expresa en códigos específicos a las sociedades subordinadas […] Permitir la desintegración
cultural y olvidar su historia significa para el pueblo colonizado perder su derecho y voluntad para
poner en práctica su iniciativa histórica. (DeValle, 2002, p. 242 y 243)

Aunque varias de las comunidades afrodescendientes en la Costa Chica no recuerdan el origen de


la danza, o las razones de su creación, la ejecución dancística representa la imagen de un persona
con poder de la cual se burlan, incluso los artefactos que emplean en la danza, rememoran un
pasado ganadero ya que la máscara de diablo es confeccionada con crines de cabello, cuernos y
orejas que asemejan a un animal de ganado, y además la charrasca es una quijada de burro o de
caballo. Es decir, la danza cuenta dos historias: la oposición o inconformidad hacia los dueños de
las haciendas, y las actividades ganaderas que realizaba la población afrodescendiente en tiempos
4
coloniales. Se podría decir que la ejecución de esta tradición dancística, y de otras que se ejecutan
en la región, es una manera de recordar el pasado y de transmitirlo, así como los gestos, los
movimientos y los objetos que utilizan en ellas, operan como formas para preservar la memoria. 1
En la Danza de los Diablos, si bien la mayoría de la población no recuerda el origen, el motivo o la
explicación de la danza, ésta en sí, y la mayoría de las que realizan, cuentan o refieren una historia
o drama, el cual ligado con su contexto histórico, adquiere sentido.
Se podría pensar que, en un primer momento, el origen de la Danza de los Diablos, o las danzas
que se ejecutaron durante el periodo colonial, no tenían la intención de convertirse en tradiciones,
tal vez sólo se deseaba expresar su oposición y crítica mediante la sátira y también divertirse con la
danza y la música. Sin embargo, estas danzas se convirtieron en tradiciones, en las que aún pervive
su contenido satírico hacia los dueños de las haciendas, y la risa como denuncia social. Como se
mencionaba anteriormente los pobladores no recuerdan el origen de la danza, pero en la tradición
dancística tienen elementos que hacen referencia hacia un pasado ganadero. Este pasado ganadero
que se ve reflejado en la Danza de los diablos y en otras danzas ha sido mencionado por Motta
Sánchez (2006), quien explica que la vaquería y su aneja cultura son los elementos con los que se
identificó la población afrocostachiquense, los cuales se muestran en los performances y los
artefactos empleados. En dichos performances dancísticos también se refleja una oposición y
denuncia social hacia el poder ejercido por los hacendados, por lo que cabría preguntarse ¿Si la
resistencia es un elemento fundamental con el cual se identifican estas poblaciones? Una resistencia
que se originó a raíz de comercio de personas esclavizadas y la imposición económica y social.
Parte de las acciones de resistencia de las poblaciones de origen africano fueron la huida, la creación
de sociedades cimarronas y la apropiación y recreación de formas culturales, mediante los cuales
transmitieron un mensaje de oposición y resistencia.
Susana DeValle explica a que en ámbitos coloniales se desarrollan mensajes de resistencia, que es
clandestino y sólo lo entienden las personas que lo crean (2016, p. 243), además insiste en que las
formas artísticas reflejan la vida cotidiana de las personas que la expresan:

La danza y la música están integralmente relacionadas a distintos aspectos de la vida. No forman


parte de una actuación en la cual el público permanece pasivo. Éstas son actividades colectivas
inconcebibles sin la participación popular y están ligadas fuertemente a los ritmos de trabajo y de la
vida. De estas circunstancias se deriva la importancia de dichas expresiones como medios para
interpretar, sin duda para traducir, la situación experimentada por la gente y sus potenciales de
oposición. (Susana DeValle, 2003, p. 243)

1
Varios investigadores mencionan la importancia de los performances como maneras de recordar, contar historias y
preservar la memoria. Ver Anne Smelik, 2013; Paul Connerton, 1989; Diana Taylor, 2003)
5
En este sentido la Danza de los diablos —y también otras tradiciones dancísticas de la Costa
Chica— son inherentes al pasado ganadero y a la oposición de las personas afrocostachiquenses,
durante el periodo colonial, hacia las condiciones de injusticia. El mensaje de resistencia expresado
en las danzas estaba escondido bajo formas metafóricas durante el performance. De hecho De Valle
explica que este mensaje, expresado en las formas artísticas, es clandestino por la fuerza de las
circunstancias. (2003, p. 243)
La propuesta de DeValle tiene similitudes con la hipótesis de James Scott acerca del discurso
público y el discurso oculto. El autor explica que el primero son las relaciones y las expresiones
explicitas entre los subordinados y el grupo que ejerce el poder, mientras que el discurso oculto, es
todo lo que no se dice abiertamente y está constituido por manifestaciones lingüísticas, prácticas,
etc. En el caso de los subordinados, el discurso oculto expresa la inconformidad y oposición ante
las condiciones de injusticia y hacia las personas que ejercen el poder. (James Scott, 2000, pp. 24
y 28)
¿Cómo estas manifestaciones de oposición lograron perdurar con el tiempo si los pueblos
afrocostachiquenses ya no experimentan una situación colonial? Para esa pregunta aún no tengo
una respuesta argumentada.

La concepción del diablo y el performance en otras comunidades


afroamericanas

Lora Kurstolovic realiza una investigación antropológica acerca de la figura del diablo en las
comunidades afrodescendientes de Chuao, Venezuela y Portobelo, Panamá, la autora argumenta
que la cosmovisión católica fue adaptada a las cosmovisiones indígenas y afrodescendientes. En
sus culturas, al Diablo lo emplearon para “resistir a la dominación religiosa”, “se convierte en su
amigo y compañero, quien los ayuda instruyéndolos para realizar sus propósitos” (Lora Kurstolovic,
2011, p. 33)
En general, ambas ejecuciones dancísticas que estudia Lora, de la Chuao y Portobelo tienen
características compartidas —a pesar de sus diferencias en la realización y días de ejecución, por
ejemplo en Chuao los diablos salen a bailar en las fiesta de Corpus Christi, mientras que en
Portobelo, los diablos bailan durante el Carnaval junto con otros personajes fundamentales en la
celebración— las cuales podemos observarlas incluso en la Danza de los diablos de la Costa Chica,
como la risa, el juego, los elementos vaqueriles, la burla hacia los dominados, en este caso los
españoles.

6
En el caso de las zonas estudiadas por Lora los pobladores saben e identifican el probable origen
de la danza, en Portobelo, varios pobladores refirieron que en el carnaval los congos, personajes
durante el carnaval que visten, hablan y ejecutan algunos movimientos —como los saludos— al
revés, son referente histórico de la burla hacia los españoles y una forma de rebelarse hacia ellos,
según los portobeleños, hablaban al revés para que no les entendieran los españoles porque
estaban planeando escaparse. (Lora Kurstolovic, 2011, pp. 70-73, 81)

Además de que la figura del diablo aparezca en las danzas de Chuao y Portobelo, también
comunidades afrodescendientes o con una gran influencia africana de Perú, Bolivia y de Venezuela
tienen danzas de diablos, de hecho en Venezuela los bailes de diablos se ejecutan en varios pueblos
durante el Corpus Christi como Naiguatá (Edo. Vargas), San Francisco de Yare (Edo. Miranda),
Ocumare de la Costa, Cata, Cuyagua, Chuao y Turiamo (Maracay) (Edo. Aragua), Patanemo,
Canoabo, Guacara y San Millán (Edo. Carabobo), San Rafael de Orituco (Edo. Guárico), Tinaquillo
(Edo. Cojedes) y San Hipólito (Edo.Barinas) (Ramos Guédez, 2009, p. 165), uno de los más
representativos del país son los Diablos danzantes de Yare. De acuerdo con Ramos Guédez, estas
danzas tiene un origen colonial, las cuales surgieron a partir de la convivencia entre africanos,
indígenas y españoles, de hecho existen registros documentales de que las cofradías de personas
de origen africano durante el periodo colonial venezolano organizaban danzas disfrazados de diablo
para la fiesta del Corpus Christi (Ramos Guedez, 2009, p. 167-169).

Durante la ejecución de estas danzas afroamericanas donde la figura del diablo es predominante,
se realiza un performance en el que se rememora el pasado colonial y se hace burla a los españoles,
grupo que generalmente detentaba el poder.

Como se ha visto la concepción del diablo y la representación de éste en las tradiciones dancísticas
afroamericanas son fundamentales para la vida de estas comunidades.

El Diablo refleja, a manera de espejo, los conflictos históricos, los miedos del presente, la violencia
inherente a la historia afrodescendiente, los problemas raciales y económicos, la relación con la
muerte, pero al mismo tiempo es una figura colorida, alegre, bailarina, explosiva, festiva, amante de la
vida.

El Diablo […] tiene el poder de incorporar una serie de elementos que han servido para unir y crear
identidad. (Lora Kurstolovic 2011, p. 101)

Tal vez la concepción del diablo en sí no refleje todo lo que indica la autora, pero lo que sí estoy de
acuerdo es que la figura del diablo es un elemento significativo de la identidad afroamericana, si bien
no podemos homogeneizar a las comunidades afroamericanas, ya que cada una de ellas es
diferente de acuerdo a las experiencias históricas y sociales, pienso que existen ciertas
características que las hermanan y una de ellas es la concepción del diablo y su representación

7
dancística, la cual expresa un mensaje de oposición ante las personas que ejercían el poder y hacia
las condiciones desiguales del periodo colonial.

[…] dicha imagen [la del diablo] no existía en tiempos precolombinos ha sido reapropiada en su
mayoría por la población local imprimiéndole características duales, haciendo ambivalente la imagen
del bien y del mal y presentándola como parte integral de la vida. El diablo ha sido efectivamente el
refugio en las danzas tradicionales para presentar la percepción trágica de la vida. […] Ellas [las
danzas de diablo] nos muestran que desde siempre ha habido formas de expresión antagónicas a las
establecidas, y que constantemente ha habido una manera de arreglárselas para hacer resurgir otras
formas de percibir e interpretar el mundo, alterno al que de manera forzada o implícita se ha instaurado
(Maffesoli, 2005, p. 12)

Esta imagen del diablo en las tradiciones dancísticas afroamericanas, son una muestra de la
apropiación, creatividad y agencia de las poblaciones afrodescendientes que arribaron de manera
forzosa a América Latina, como dicen Mintz y Price las culturas afrodescendientes en América Latina
“se convirtieron de hecho en una “comunidad” y comenzaron a compartir una “cultura” sólo en la
medida en que, y tan rápido como, ellos mismos las crearon.” (Mintz y Price, 2012, p. 58)
La imagen del diablo y su representación en las danzas ejemplifican la cultura que crearon y
recrearon los afrodescendientes en América Latina, no se niega que estas culturas afroamericanas
tengan una raíz africana, sin embargo comparto la opinión de Mintz y Price que las expresiones
culturales afroamericanas no se limitan a sus orígenes africanos, “tales orígenes son mucho menos
importantes que el uso creativo, continuo, que se hacen de las formas, sin importar su origen, y los
usos simbólicos que se les imparte. ” (Mintz, 1974, p. 20)
Por lo anterior, pienso que las culturas afroamericanas si bien son diferentes, comparten rasgos
culturales significativos, en este caso la concepción del diablo y el performance dancístico
representado, Mintz y Price a esto le han denominado principios subyacentes, sin embargo ellos
emplean este término en referencia a las semejanzas entre las culturas africanas y las culturas
afroamericanas, ellos indican que estos generalmente son inconscientes y que se deberían de
buscar en orientaciones cognitivas, valores y puntos de vista fenomenológicos. (Mintz y Price, 2012,
p. 53) Opino que es difícil rastrear las influencias de las culturas africanas en la Danza de los Diablos,
sin embargo, pienso que las semejanzas entre las culturas afroamericanas, como la imagen de
diablo en los carnavales y baile, los artefactos utilizados como el tambor de fricción, la charrasca, la
máscara de diablo por las culturas afroamericanas, son parte integral de una identidad
afroamericana. No es mi intención decir que exista sólo una identidad afroamericana, pero sí
especificar que las culturas afroamericanas comparten elementos en común que los diferencian de
otras culturas.
Peter Wade debate que las bases de las identidades negras americanas se han buscado
constantemente en África, y que incluso los investigadores han creado un África imaginaria.
8
Considera que en vez de lo anterior, es preciso tomar en cuenta el concepto de la diáspora africana,
explica que no importa de dónde vengan ciertos elementos culturales, sino cómo éstos se identifican
como negros, es decir recuperar cómo los africanos se apropiaron de diversos rasgos culturales y
crearon formas nuevas. (Wade, 2008, 133) La imagen del diablo es uno de esos elementos
culturales que se apropiaron y recrearon para satirizar a los españoles, en general el performance
dancístico que ejecutan con la imagen del diablo es un mensaje de resistencia sobre las condiciones
desiguales de vida que experimentaron durante el periodo colonial. Es decir, la presencia del diablo
en las culturas afroamericanas, no la convierte, en sí, en un rasgo cultural único, más bien lo
afroamericano o lo negro —como diría Pete Wade—es cómo estas comunidades han empleado la
figura del diablo para transmitir un mensaje de resistencia y satirizar a las personas que detentan el
poder.

Conclusiones

El diablo en las comunidades afrodescendientes, además de concebirlo como una figura multivalente
y emplearlo para transmitir un mensaje de resistencia, puede tener más significados para cada
comunidad afroamericana. Pero aún falta más investigación antropológica e histórica, tanto a nivel
general y regional, la imagen del diablo en las comunidades afrodescendientes no ha sido
suficientemente estudiada.
Aunado a lo anterior, la figura del diablo y su representación dancística, no estaría completa sin la
confección y el uso de la máscara del diablo, que utilizan las personas durante la ejecución. Es decir,
los estudios que se realicen sobre el diablo en las comunidades afroamericanas deben tener en
cuenta la producción material que se genera en torno a ella. Asimismo, otras de las bases que
componen a las identidades de la diáspora africana son los artefactos musicales que ejecutan como
son el tambor de fricción y la quijada de burro, los cuales también forman parte de la cultura material
de las comunidades afrodescendientes.
Para finalizar, SusanDeValle explica que estas manifestaciones artísticas son significativas, porque
mediante ellas permanece viva su historia, la cual el colonialismo intentó negar y silenciar (2004, p.
244). En el caso de la Costa Chica, las tradiciones dancísticas, tienen una importancia particular,
debido a que su historia fue olvidada y negada por la historia oficial, pero mediante la práctica y
transmisión de las danzas y de otras costumbres, estas comunidades permanecieron vivas. Su valor
es tal, que ahora la Danza de los Diablos es uno de los elementos para autoreconocerse y que los
otros los reconozcan como afrodescendientes.

9
Bibliografía
DeValle Susana. (2002). “Danzas como expresión de una cultura clandestina de protesta”,
Estudios de Asia y África, 37 (2), pp. 241-269.
Lora Krstulovic Rosa Claudia. (2011). Con el Diablo en el Cuerpo: La concepción del diablo
en danzas de tradición afroamericana: Los casos de Chuau y el Portobelo. Tesis inédita de maestría.
UNAM.
Machuca Antonio y Motta Sánchez José Antonio (1993). “La Danza de los diablos en
Collantes, Oaxaca”. Antropología. Boletín del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Nueva
Época, 40.
Maffesoli Michel (2005). La tajada del diablo: compendio de subversión posmoderna.
México: Siglo XXI.
Mintz Sidney y Price Richard. (2012) El Origen de la Cultura Africano-Americana: Una
perspectiva antropológica. México: CIESAS, UAM, Universidad Iberoamericana.
Motta Sánchez Jorge Arturo. (2016) La Danza de los diablos Costachiquense y su africanía
subsahariana bajo el escrutinio de tambor de fricción (bote, triguera, ndiyii), En Ruíz Carlos
Rodríguez. Coord., La presencia africana en la música de Guerrero: Estudios regionales y
antecedentes histórico-culturales. México: INAH.
Ramos Guédez Jose Macial. (2009) “Orígenes de la festividad de los diablos danzantes de
Venezuela.”Boletín de la Academia Nacional de Historia. 165.
Scott James. (2000). Los dominados y el arte de la resistencia. México: ERA
Wade Peter. (2008). “Población negra y la cuestión identitaria en América Latina.”
Universitas humanistica. Enero-junio (65). pp. 117-137.

10

Potrebbero piacerti anche