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Introducción:
Lucas 13:22-30 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén. (23) Y alguien le
dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: (24) Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os
digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. (25) Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado
la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os
dirá: No sé de dónde sois. (26) Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras
plazas enseñaste. (27) Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores
de maldad.
- Si bien no es este nuestro texto de estudio del día de hoy, he iniciado con él porque allí vemos una
relación directa entre la enseñanza de la puerta estrecha y la enseñanza respecto a unas personas que
un día, parados frente al Señor, esgrimiendo argumentos de por qué ha de dejárseles entrar en el reino
de Dios, tendrán que escuchar de la boca de Jesús:
En el evangelio de Mateo, nuestro libro de estudio, la conclusión del Sermón del Monte se inicia
desde la enseñanza de la puerta estrecha y el camino estrecho.
La primera, es que en ese camino estrecho los discípulos se tendrán que cuidar de los falsos profetas,
han de estar vigilantes.
La primera advertencia mira hacia afuera; la segunda advertencia mira hacia dentro.
El texto sagrado del evangelio de Lucas que acabamos de leer nos ayuda a ver la relación directa de la
enseñanza de la puerta estrecha (que estudiamos un par de sermones atrás en el evangelio de Mateo)
Y el rechazo final de muchos a una eternidad recibiendo la ira de un Dios Santo y Justo (enseñanza que
veremos hoy en nuestro texto de estudio).
Ahora bien, fíjese que el evangelio de Lucas no menciona el camino estrecho, pero no es eso lo
que llama nuestra atención, sino un detalle que nos ayudará en la compresión del texto del
evangelio de Mateo.
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. (25)
Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la
puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois”.
- En tres ocasiones se menciona la puerta, es la puerta estrecha a la cual el Señor les dice: Esfuércense
en entrar.
Si bien esta puerta es estrecha, la puerta se encuentra abierta, pero llegará un momento donde la puerta
se cerrará,
Y también habrá un tiempo donde muchos tocarán a esa puerta estrecha que estuvo abierta y a la cual
el Señor llamó a entrar,
Pero una vez cerrada, y empiecen a tocar y suplicar que se les abra, absolutamente ninguna excusa,
ningún argumento servirá para que se les abra y se les deje entrar.
Ni siquiera los argumentos que apuntan a la cercanía que tuvieron en algún momento con el Señor.
No importa si comieron con Él, no importa si escucharon sus enseñanzas (esos son los argumentos que
ellos dan para que se les abra).
Pero, si no entraron por la puerta estrecha, cuando estuvo abierta, han de saber que su destino son las
tinieblas de afuera donde será el llanto y el crujir de dientes y donde el humo de su tormento sube por
los siglos de los siglos, y donde no tendrán reposo ni de día ni de noche. Apocalipsis 14:11.
Este texto del evangelio de Lucas nos enseña que aquellos que serán echados fuera no son los
que alguna vez entraron por la puerta estrecha y luego se salieron, sino los que nunca, durante
esta vida, se decidieron a entrar.
- Entre otras cosas, aquel que entra por la puerta estrecha nunca podrá salirse por ella, por torpe que
sea, como lo menciona el profeta Isaías.
Siempre el Señor estará allí para sustentarle con su gracia y levantarle cuando tropiece y caiga.
Aquel que transita por el camino estrecho con toda seguridad tropezará y se caerá, pero siempre se
caerá en el camino estrecho, nunca fuera de él.
Y también con toda seguridad el Señor le levantará y lo llevará hasta el hogar celestial.
Así como en la primera advertencia los falsos maestros los reconoceríamos por sus frutos, es
decir, sus enseñanzas; también en la segunda advertencia hay una manera de llevar a cabo un
buen autoexamen para saber si nuestra profesión de fe es o no genuina, de tal manera que la
respuesta del Señor en el día final no vaya a ser una sorpresa para muchos.
- Con esta segunda advertencia el Señor busca llamar la atención a una triste realidad que acontecerá
en el día final.
Mateo 7:21-29 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad
de mi Padre que está en los cielos. (22) Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? (23) Y entonces les
declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (24) Cualquiera, pues, que me oye estas
palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. (25) Descendió lluvia,
y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la
roca. (26) Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que
edificó su casa sobre la arena; (27) y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu
contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. (28) Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se
admiraba de su doctrina; (29) porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
“La pregunta es inevitable: ¿es que Jesús estaba intentando asustar a la gente para que entraran en el reino?
Por supuesto que, en cierto sentido, la respuesta debe ser que sí. Bien puede darse que algunas personas vengan
a Cristo por la atracción que ejerce el perdón sobre ellas; otros puede que sientan los primeros impulsos de
seguirle cuando contemplen la inmensidad de su amor o la integridad de su vida, o cuando experimenten la
vergüenza que supone su escrutinio. Pero bastantes vendrán a Él solo porque entienden que los temas que trata
Jesús son eternos: nada menos que el cielo y el infierno.
Si está usted durmiendo profundamente en una casa amenazada por las aguas de una inundación, me dará las
gracias si golpeo su puerta para despertarle. Por lo menos, seguro que no me acusa de asustarlo para que se
salve. Seguro que le doy un susto, y puede que consiga transportarle a un lugar seguro, pero seguro que no me
acusa de haberle asustado para salvarle.
De forma parecida, Jesús concluye el Sermón del Monte intentando honestamente asustar a los hombres y
mujeres para que entren en el reino, en la salvación. Puede que usted no crea en la existencia del infierno. En ese
caso, puede rechazar a Jesús como si fuera un embustero o un bobalicón. Cabe la posibilidad de que se
encuentre usted tan apegado a su pecado que ni siquiera la amenaza de un juicio final y catastrófico le induzca a
abandonarlo. Pero será un estúpido rematado si se limita a acusar a Jesús de asustarle para que entre en el
reino”.
- Ahora bien, el Señor no solo hace la advertencia con el fin de despertar los entendimientos soñolientos
mientras describe un acontecimiento futuro real, sino que da las coordenadas precisas para la
realización del autoexamen y lograr así descubrir:
La Escritura arranca diciendo en el versículo 21: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos”.
La afirmación es clara:
Hay personas que llaman a Jesús: Señor, Señor, sin embargo, aunque le llamen así, la verdad
es que no todo el que así le llame entrará al reino de los cielos.
(1) Las palabras de Jesús en esta porción de la Escritura están dichas específicamente para ti, para que
te auto examines a la luz de la Escritura.
(2) Que eso que profesas creer que es verdad y es correcto, no es suficiente para entrar al reino de los
cielos.
Mateo 7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.
- Habiendo comprendido que la expresión Señor, Señor señala a una doctrina ortodoxa, es decir,
una doctrina correcta acerca de quién es Jesús, que Él es el Dios eterno
- El problema no es la ortodoxia.
Mateo 7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Si no todo el que le dice a Jesús Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, la pregunta entonces
es: ¿QUIÉN ENTRARÁ?
Y lo que el texto bíblico nos responde es:
En otras palabras, ¿la salvación se obtiene mediante las obras que hacemos, mediante el obrar
conforme a la voluntad de Dios?
No puede ser, es imposible, eso contradeciría la enseñanza que Él mismo dio al inicio del Sermón.
Mira cómo Jesús arranca su discurso:
Mateo 5:1-3 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. (2) Y abriendo su boca
les enseñaba, diciendo: (3) Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Un pobre en espíritu es aquel que conociendo las demandas santas que Dios exige del hombre, se da
cuenta que se encuentra en la mismísima miseria delante de Dios.
Es aquel que se sabe incapaz de lograr cumplir con las exigencias justas de Dios.
Un pobre en espíritu es alguien consciente de su bancarrota, de que ninguna obra buena tiene para
presentar delante de Dios para ser aceptado por Él.
Se sabe digno de condenación precisamente por la deplorable condición de su ser.
- Entonces, ¿cómo puede un pobre en espíritu ser feliz, dichoso (eso es lo que significa la palabra
bienaventurado)?
- Así que no puede contradecirse ahora Jesús diciendo que la entrada al reino de los cielos es
ganada por aquellos que hacen la voluntad de Dios.
Y al final dice que todo aquel, es decir, sin acepción alguna, todo aquel que invoque el nombre del Señor
será salvo.
Como ven, el problema no es que se invoque a Jesús como Señor, es más, aquel que no confiese a
Jesús como Señor no puede ser salvo,
La prerrogativa para salvarse es creer en Jesucristo como Señor y Salvador, como el Dios hecho hombre
que murió por pecadores y el cual fue resucitado entre los muertos.
Como pueden darse cuenta la salvación no es por hacer algo además de creer.
- Lo que está señalando Jesús en el Sermón del Monte y la advertencia que nos está dando es que
no todo aquel que le diga Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, no porque la promesa
de salvación para todo aquel que cree haya fallado, sino que no todo el que llama a Jesús Señor,
lo invoca con sinceridad de corazón.
Hacer la voluntad de Dios no es el medio de salvación; Jesús está enseñado que el hacer la voluntad
de Dios no es un medio sino un indicativo de que la confesión de la boca surge de un corazón renovado.
+ Así como los falsos maestros eran reconocidos por las enseñanzas y Jesús lo recalcó;
+ Así mismo una profesión falsa de cristianismo por nuestra parte se evidencia en si hacemos o no la
voluntad de Dios.
Hacer la voluntad de Dios es la evidencia de que Dios ha operado salvación, no el medio para salvarnos.
+ Cuando las enseñanzas de un maestro no se ciñen a la Escritura, sino que la tuercen, podemos saber
que es un falso maestro;
+ Cuando la profesión de fe de alguien que se dice ser cristiano no concuerda con el estilo de vida de
un cristiano, podemos saber que nos encontramos ante una fe falsa.
- Acabo de decir: “Cuando la profesión de fe de alguien que se dice ser cristiano no concuerda
con el estilo de vida de un cristiano”. Pero “estilo de vida cristiano” resulta ser una expresión
muy ambigua.
Hacer la voluntad de Dios es participar activamente en este proceso llamado santificación que el Espíritu
Santo realiza.
- La pregunta que surge es: ¿Cómo puedo yo o cómo hago para cooperar con el Espíritu Santo en
ese proceso de santificación, en el proceso de ser transformado a la imagen de Cristo?
Si bien nadie puede ser salvo por cumplir la Ley de Dios, porque además es imposible de cumplir
plenamente, es cierto también que todo aquel que es salvo, todo aquel que su fe es genuina, nacida de
un corazón renovado, se esforzará en obedecer la Ley moral de Dios.
Ese esfuerzo del creyente es una muestra o resultado del obrar del Espíritu Santo en él.
Resumamos:
Gran parte del Sermón del Monte fue dedicado por Jesús para poner la Ley de Dios en el lugar
del cual los fariseos la habían rebajado.
“No vine a quebrantarla, dice el Señor, no vine a anular la ley de Dios, vine a cumplirla”.
Mateo 5:18-19 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la
ley, hasta que todo se haya cumplido. (19) De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos
muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera
que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
Concluyamos:
- En otro lugar de la Escritura el Señor mismo responde ante la pregunta que les hace de porqué le llaman
Señor, Señor y no hacen lo que Él les dice:
Mateo 15:8 “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí”
Cuando la boca dice, pero el corazón no ha sido renovado, el resultado será una mera profesión de
labios alejada de la obediencia. No se hará la voluntad de Dios.
1 Juan 2:4-6 El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está
en él; (5) pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto
sabemos que estamos en él. (6) El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
He aquí el auto-examen.
Dice la Escritura: “El que dice yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso”.
“Ah pero a mí lo único que me importa y lo único que sé es que soy salvo por fe, es lo único que
necesito”.
Sí, pero si esa fe no está acompañada por una vida que la sustente, no serás salvo.
“Pastor, usted está enseñando la salvación por las obras, los pastores bíblicos siempre han enseñado
la salvación por medio de la sola fe. El grito de los reformadores fue: Sola Fide, solo fe, sin obras”.
- Permite yo completo lo que dijeron los reformadores cuando gritaron sola fide.
Santiago 2:17-20 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. (18) Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y
yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. (19) Tú crees que Dios es uno;
bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. (20) ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es
muerta?
- Esta fe muerta es la fe de muchos que tendrán que escuchar: apártense de mí, hacedores de
maldad.
No hay excusas que puedan compensar una vida sin el sometimiento al Señorío de Cristo.
Bastantes excusas se sacarán en aquel día, una muestra de ello son los versículos 22 y 23:
Mateo 7:22-23 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y
en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? (23) Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Es muy fácil aprenderse versículos bíblicos, decir amén, aleluya, hermano, hermana, conocer las doctrinas de la
gracia, asistir a una iglesia bautista reformada, todo eso se puede hacer sin haber nacido de nuevo, pero un
carácter como el de Cristo no se puede imitar. Se puede jugar a ser cristiano, pero será imposible imitar el fruto
del Espíritu Santo. El amor, la paz, el gozo, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la
templanza.
+ Ni el sacar demonios,
+ Ni el profetizar,
+ Ni el hacer milagros son las marcas de un cristiano.
+ Alguien puede hacer estas cosas sin ser creyente genuino.
- No nos equivoquemos, estas personas que serán excluidas de la presencia de Dios no son
cristianos que un día fueron salvos y luego perdieron esa salvación.
El que es de la carne hace las obras de la carne, el que es del Espíritu las del Espíritu.
Romanos 8:5-9 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en
las cosas del Espíritu. (6) Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
(7) Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco
pueden; (8) y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (9) Más vosotros no vivís según la carne,
sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no
es de él.
Mateo 7:24-27 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un
hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. (25) Descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la
roca. (26) Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre
insensato, que edificó su casa sobre la arena; (27) y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron
vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Si habiendo escuchado estas exhortaciones las tenemos en poco o hacemos caso omiso,
No decidimos meditar en ello, nos sobrecogemos mientras estamos sentados en la silla de la
congregación
Pero salimos de aquí y no guardamos esto en nuestro corazón como un llamado solemne,
Un autoexamen solemne de parte de Aquel que llamamos Señor,
- Sería un ejercicio muy benéfico para nuestra salud espiritual volver constantemente, una y otra
vez al Sermón del Monte, leerlo, estudiarlo, meditarlo.
2 Timoteo 2:19 Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos;
y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.