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ANTROPOLOGÍA
DE LA MEMORIA
l.S.B.N.10.: 950-602-440-S
l.S.B.N.13.:978-950-60;?-440-6
tercero, p. 114·115.
• AlexRnder Luria, L'homnw donl la mimuin volail �n ttlata, Parf8.
Scuil. 1995, 310 p.
' Marcel Prousl, 011 c:M; de t:hr.1 Su•a11n, Parrs. Robert LafTon&, 1987,
p. 27.
• Voltaim, At'C!nlurr d� la m�moirr, en Roman:1 el rontn en wn d ,.,.
Pf"Olie, París. Librairie pnénile fra�ilM. 1994, p. 770· '1'13.
6.
madre Mnemosina, le quitan el don de la memoria a la
Nonsobre y a los liolisteos, sejanistas y dicastéricos.; Estos,
al i ado s en contra del empirismo de Locke, proscribían la
memoria y los cinco sentidos con el objetivo de promover el
in natit;mo cartesiano. Entonces, la situación era "mucho peor
que en Babel". Los hombres y las mujeres se olvidaban
totalmente de quiénes eran y toda la vida social. todo el
pensam ien to se volvieron imposibles, hasta que las musas
le\•antaron el cruel castigo cuya lección era clara: .. la memoria
es el ú nico instrumento por el cual podemos unir dos i dea s y
dos palabras'", es decir, escapar del apoderamiento de la
inmediatez. Sin la memoria no hay más contrato, alian z a o
convención posible, no hay más fidelidad, no hay más prome
sas (¿quién va a recordarlas?), no hay más vinculo social y, por
consiguiente, no hay más sociedad, identi dad individual o
colectiva, no hay má.0 saber; todo se confunde y está condena
do a In muerte , ..porque es imposible comprendcrsc".8
Podríamos multiplicar los ejemplos que ilustran el lugar
central de la memoria en las sociedades humanas: la visión del
mundo tripartita, presente en los principales pueblos indoeu
ropeos, según Dumézil; la influenc ia que eje rcieron en la
literatura, en nuestro lenguaje y en nuestra vida c otid i an a los
grandes relato.) fundacionales; el aumento considerable de
saber y de experiencia de las sociedades humanas desde el
neoUtico. La m emo ria ejerce en c:ada uno de estos casos una
influencia total.
Hoy observamos en las sociedad e s modernas -y especial
mente en la sociedad francesa- una compulsión de la memo
ria, un .. mnemotropismo", que justifica aun más el proyecto de
una antropología de la memoria. Este culto de la memoria se
expresa de diversas maneras: frenesí por el patri monio , con
memoraciones, entusiasmo por las genealogías, rctrospección
generalizada, búsquedas múltiples de los orígenes o de las
"rafees", éxitos editoriales de las biograflas y de los relatos de
vida, reminiscencia o invención de muchas tradiciones. Esta
tendencia, que trabaja profundamente en las sociedades con
temporáneas, es el objeto de los tres capítulos reunidos en la
segunda parte de este libro. La primera parte, es decir los tres
capítulos que sigu en a esta int rod ucción , propone las bases
6
indispensables para cualquier enfoque antropológico de la
memoria: bases anatómicas y biológicas, por supuesto, pero
también filosóficas y psicológicas.
Estos pri meros capítulos introducen un componente esen
cial de la memoria: el olvido. Solamente después de haber
experimentado el olv ido , los individuos son capaces de apre
ciar el recuerdo; los grupos y las sociedades construyen su
identidad j ugando permanentemente con los dos registros:
por una parte, el deber o necesidad de memoria (la Biblia
recuerda este imperativo decenas de veces: "Recuerdai que
puede ser una condición del intercambio y de la recip rocidad :
•Recuérde11me y me acordaré de ustedes" (Corán JI, 147); por
otra parte, el deber o la necesidad de olvido <•no piensen más
en los hechos pasadas", Is. 43, 18). Intentar una antropología
de la memoria es tomar en cuenta el proceso de la memoria en
su doble dimensión: su solana -el recuerdo- y su zona um
bría -es decir, lo opaco, oscuro, olvidado (la amnesia) o l o que
originalmente está ausente de la memoria <la amnemosinia)
por razones que hay que explicitar-. Esta ambivalencia de la
memoria es el "hilo conductor" de esta obra.
7
Capftulol
LAANTROPOLOGfA
y LAS BASES ANATÓMICAS Y BIOLÓGICAS
DE LA MEMORIA
9
tes lo adquirido -saberes, maneras de hacer l as cosas, creen
cias y tradiciones-, necesidad que constituye el origen de la
invención de diferentes procedimientos mnemotécnicos y,
mucho más tarde, del desarrollo del arte de la m emori a , antes
de que la escritura primero, y la impre n t a luego, sustituyeran
parcialmente la memorización. Por otra parte, las modalida
des de la facultad de la memo ria están reguladas: varían
según las sociedades e in clus o según los grupos e indivi du os
dentro del marco de las restricciones globales de la especie. La
pru eb a de esto es la existencia de conflictos de memoria con
respecto ni mismo acontecimiento o también las manipulacio
nes de la memoria, que se han verificado en numerosas in
vestigaciones. Por consiguiente, ya que la regla se manifiesta
en el lugar que las diferentes sociedades le han otorgado a la
memoria o, también, en las expresiones concretas, particula
res y observables de esta facultad, estamos en este c as o en el
n i v e l de la cultura y, por lo tanto, este campo preciso es el q u e
constituye el primer int e ré s del antropólogo.
Sin embargo, no podemos il)iciar una ant ro pología de la
memoria sin considerar los modelos neuronales que, por una
parte, nos pued e n aclarar los diferentes funcionamientos de
la memoria y, por otra parte, determinar los límites filogcné
ticos de su variabilidad cultural. Por lo tanto, en primer tér
mino tenemos que precisar cuáles son las condiciones de posibi
lidad de las diferentes formas de expresión de esta facultad de
la memoria, sin que con eso pretendamos explorar la biología
de la conciencia y de la memoria, lo que nos llevaría mucho más
allá de nuestro campo de competencia. El lego qu� quiera
profundizar o disc utir los diversos aspectos de la hipótesis que
proponemos-los estados mentales. los procesos de la conciencia
y de la memoria pueden explicarse por "ciertas formas particu
lares de organización de la matcriafO:l que son producto de una
evolución- puede consultar las numerosas obras dedicadas al
cerebro y a la memoria publicadas durante estos últimos años.•
Odile Jacob. coll. "Points•, 1992. 428 p. Jean·Didicr Vincent, Btolo,:i� dra
¡1011111ons, Pnrhf, Odile Jacob. 1994, 406 p.
lO
Esta profusión editorial da cuenta significativamente del
entusiasmo por la memoria del que hablábamos antes.
Finalmente. señalemos que si bien la neurobiología no está
exenta de neuromitologías y a veces parece fascinada por las
etiquetas q u ímicas de cada uno de nuestros com portamien
J. EL CEREBRO
11
estructuras de interconexión <o mapas cerebrales) que se esta
blecen entre grupos neuronales, son mecani smos subyacentes a
la memori a que complican un poco más la tarea del neurobiólo
go. Éste no pu ed e esperar encontrar en la estructuración
particular de u n a única red anat:Dmica una explicación que sea
válida para toda la especie: el cerebro se caracteriza por un
desarrol lo idiosincrásico que cul mina en una absoluta diversi·
dad som át ica . Difiere radicalmente de una compu tadora cuya
estructura gen e ra l es ne varietur de un modelo a otro. Jean
Didier Vinccnt usa la elocuente expresión ..cerebro blando"9 y
estado <."Cntral fluctuante, cuando describe nuestro sistema
nervioso central Esta observación pennite sacud ir un poco los
fundamentos teóricos de la noción de memoria colectiva, argu·
mento que desarrollaremos en el ca pitulo quinto .
12
ria es el re�ultado de un proceso de recategorización coMinua.
Nocs una memoria que replique, como la memoria electrónica
de una computadora, sino que es dinámica: a causa de este
hecho impreciso, no es nunca la copia exacta del objeto
111emorizado. sino que modifica con cada nueva experiencia su
propio esquema de organización, 11 procede por asociación, gene
ralización y de manera probabilística. Edelman concluye con
algo que no puede dejar de interesarle al antropólogo: "'Por lo
tanto. no es sorprendente que diferentes individuos puedan
tener recuerdos tan distintos y que los utilicen de manera tan
distinta".1? Una idea interesante es la de facilitación de itinera
rios neuronales particul a res de cada individuo, idea que pode
mos comparar con una modalidad de aprendizaje conrebida,
preci�'lmente, como una facilitación, como un hábito que se
con\'ierte en una segu nd a naturaleza: "Vfocs ahi ckntro. por lo
tanto11otienesq11ereflexionar,sehacesolo"',declaraunaprendiz
a do..� científicos que están haciendo una investigación sobre la
transmisión de los saberes. 13 En suma, la memoria es plástica,
flexible, fluauant.c, lábil, esbi dotada de ubicuidad, de una gran
capacidad adaptativa y varia de un individuo al otro.
No es éste el lugar para discutir la� respectivas funciones
del cerebelo, de los cuerpos estriados, de los ganglios de la
base, de las células gliales, d e l córtex entorrinal, de cada
hemisferio o, también, los diferentes tipos de memoria (me
moria a corto plazo y su continencia máxima, el palmo mné
mico; memoria a largo plazo, declarativa, procedural. etc.) que
sólo mencionamos aquí ¡para •acordarnos"! Nos vamos a
conformar con recordar el importante papel q u e juega el
hipocampo en la memoria a largo plazo. gracias a las modifi
caciones sinápticas d el córtex que permiten el "almacena
micnto"14 de ciertas informaciones memorizadas que, a raíz
de esto. se pres ta n más a un trabajo semántico. En efecto,
experimentos realizados en psicología u proporcionaron cvi-
" Gt>n,·i�·e �lbos, Paul Jorion. l.o 1ra111arussro11 drs sm."C11rs, Paria. Ed
Jl..¡11, 198.C, p 12.
11
E11t•• tt'rmino t'S impropio porque es un préstamo dt'l léx1ro dl' la
informática y, por consiguiente, est..i ba11ado rn una contt'pción esll\ticn dl'
la memnrio.
·
., César Flores. La mjmo1rr. PAris, Pl.TF. ·Que s.'\is·je?". n" 350, 1972. p
91
13
dencia acerca de una mejor reproducción de los hechos memo
rizados en el caso de la memoria a corto plazo que en el de In
memo ria a largo plazo. En el primero (la situación deechobox
de los anglosajones), el procesamiento de la in form ación es
rápido, fiel, pero la huella mnemónica es evanescente y,
además, no favorece un posterior procesamiento profundo de
la información, aun cuando la codificación semántica, que
puede ser muy corta (menos de un segund o ) u1 no esté ausente.
En el segundo, la información se procesa de manera profunda,
la huella mnemónica está consolidada y es duradera, lo que
permite un verdadero-U-abajo de m emoria" y, en especial, la
atribución de sentido producida por la categorización de las
sensaciones y percepciones con el correr del tiempo. Concebir
el acto mnemónico como una manifestación de la actividad de
los sistemasde procesamiento de la información (procesamien
to rápido en el caso de la memoria a corto plazo, procesamiento
profundo en el caso de la memoria a largo plazo) supone
disponer de una teoría que pueda explicar el origen de estos
procesamientos diferenciados. Veremos en el capítulo tres que
la comprensión de las conductas mnemón icas no puede hacerse
si no se las vincula con las operaciones del pensamiento y con las
nociones de simbolización, de experiencia s ubje ti \•a o fenoméni·
ca y, también, de intencionalidad, es decir, una cierta manera
que tiene la memoria de •apuntar" al hecho pasado, para
parafrasear a Sartre cuando se refiere a Husserl. La imagen de
mi amigo Pierre (seguimos glosando las tesis de Sartre sobre la
imaginación) no es una simple huella en mi memoria, un .. Pierre
en formato reducido", un homúnculo .. arrastrado por mi con·
ciencia". Esta imagen no es un simulacro: es una forma organi
zada por mi conciencia que se relaciona directamente con
Pierre, con su manera de estar en el mundo, "es una de las
maneras posibles de considerar el ser re a l de Pierre".•� Entre
las innumerables diferencias q ue existen entre la memoria
hu m ana y la de una computadora, una de las más notables es
que esta última no manifiesta intenciones en tanto que la
primera conlleva fines, valores, símbolos, significaciones. Por
esta razón precisa, el proyecto de una antropología de la
memoria se sitúa tanto en el nivel del aparato psíquico y de
la conciencia, cuanto en el de los comportamientos.
11
Alain Lieury, ú.1 mbnoirt•. Du tTrwau a l'éculc, Pari:t. Flammarion,
1993, 126 p.
" Jean·Poul Sortna. L'imaRinatiun, Paris, Pl:F. 1936, p. 1'48.
14
Capitulo 11
FACULTAD DE MEMORIA
Y APARATO PSÍQUICO
15
que un niño de edad preescolar la realiza en algunos segun
dos.1 Pero la diferencia mayor entre la memoria del animal y
la del hombre reside en que el primero no tiene conciencia de
su memoria que "se forma por experiencia en canales genéti
cos estrechos, pre-especializados por la especie".2 Su concien
cia primaria se limita al presente rememorado, y excluye las
nociones de pasado y de futuro. En el hombre, en cambio,
sucede exactamente lo contrario: éste, además de una con
ciencia primaria, dispone de una conciencia de orden supe
rior, capaz de intencionalidad, y del lenguaje, gracias al cual
puede conceptuaJizar y comunicar su experiencia. Esta ven
taja del hombre sobre el animal le permite tener conciencia de
su memoria en tanto tal, actuar para mejorarla e, incluso.
cmancLparse de ella. También hace posible u n a memoria
simbólica y semántica. que permite la elaboración de repre
sentaciones del pasado y del futuro, expresiones ideales de la
domesticación concreta del tiempo. Finalmente, es el origen
de las creencias, de los mitos y. . de las teorías <filosóficas.
.
16
través de las interacciones· sociales, desde el punto de vista
e\·olutivo seria conveniente tener mecanismos capaces de
reprimir las recategorizaciones que pongan en peligro la
eficacia de los conceptos del yo"'.3
En general, cuando el Yo se siente amenazado por el
recuerdo de ciertos acontecimientos traumáticos, penosos o
peligrosos, instaura mecanismos de defensa que consisten en
reprimir la memoria. El olvido puede ir desde un filtrado de
la memoria (reminiscencia selectiva o adaptativa) hasta la
inhibición o la censura totales. En todos los casos, "recuerdos
pantallas" (retrospt-ctivos, anticipatorios, contemporáneos) o
"rl'cuerdos indiferentes" sustituyen a los recuerdos reprimi·
dos. Se interponen entre el sujeto y una realidad que le resulta
intolerable, penosa o, simplemente, preocupante. Como el
sueño, como los lapsus liliguae o calami, estos recuerdos
t;ustitutos son una manifestación de la censura y, al mismo
tiempo, un signo de su debilitamiento. Éste es un principio
esencial del psicoanálisis: el sujeto quiere y no quiere al
mismo tiempo.
Como consecuencia de lo anterior, la memoria sólo puede
expresarse cuando una situación particular -por ejemplo la
�ura psicoanalítica-contribuye al relajamiento o al abandono
de los mecanismos reactivos de protección del Yo-abreacción
del recuerdo, catarsis- que provocan el abandono de los
sin tomas patolóbricos. Las fuerzas de inhibición cl.>dcn a los re
petidos asaltos de este trabajo de memoria particular que es
el análisis, que permite de esta manera que el sujeto se libere
de cil'rtas determinaciones inconscientes y se apropie nueva
mente de �u historia personal. Esto sucede, por ejemplo, en el
célc·brc caso del "pequeño Hans", que logra dominar su fobia
a los caballos sólo de�pués de recordar que un caballo lo babia
mordido cuando era niño.
¿Cuál es el estatus del recuerdo? Existen dos enfoques
diferentes en la obra de Freud. El primero es el del "realismo
de l:l memoria": la imagen registrada en la memoria es
concebida como el reflejo fiel del hecho pasado y solamente la
extracción de esta imagen provoca su deformación. El segun
do enfoque. que con frecuencia se denomina ''subjetivismo de
la m<>moria", afirma que desde la füsc de adquisición (o
codificación). In imagen en la memoria difiere del nconteci
miento registrado. diferenciación que puede acentuarse en el
17
momento de la extracción del recuerdo. Aunque Freud vaciló
durantemuchotiempo entreestasdosteorias, parece haberse
alejado más rápidamente de la primera. Jean Guillaumin
señala apropiadamente que Freud sostenía una especie de
realismo nostálgico: consideraba que el recuerdo podía dar
cuenta fielmente del pasado, pero lamentaba que fuera impo
tente para proporcionar las pruebas de esto.4 Éste es, justa
mente, el caso de los recuerdos infantiles. descriptos por
Frcud como una elaboración ulterior de las huellas de ·aconte
cimientos reales. realizada bajo la influencia de diversas
fuerzas psíquicas y que presentan una analogía con los mitos
y las leyendas que Freud asimila a los '"recuerdos de infancia
de los pueblos"." De hecho, los recuerdos de la infancia son
imá�nes transformadas del pasado. Por consiguiente, esta
mos lejos de la concepción del recuerdo como una huella pura
del acontecimiento pasado, huella e\'entualmente alterada,
falsificada, perturbada por los afectos. El recuerdo se define
aquí como ·una e labo ración novelada del pasado, tejida por los
afectos o las fantasías, cuyo \•alor, esencialmente subjetivo, se
establece a la medida de las necesidades y deseos presentes
del sujeto".6 Por lo tanto, no puede ser concebida como un
testimonio fiel del pasado.
Hay una cuestión que sigue abierta: la de la relación entre
las representaciones, que funcionan como custodios del re
cuerdo, y los símbolos oníricos. ¿El recuerdo restituye con
mayor fidelidad que el sueño los acontecimientos pasados o
bien ambos fenómenos son de igual modo la manifestación y
la expresión de una censura, de una represión que ordena y es
tructura las representaciones del sujeto? Considerado como el
cumplimiento de un deseo, el sueño se ha visto como "el pa
radigma de todos los actos de la memoria",-: pero este punto de
vista es discutible pues significa lo mismo que reducir al
sujeto (y al acto de memoria) solamente a su parte inconscien
te. Ahora bien, aunque parezca imposible, existe una memo
ria voluntaria y, por otra parte, nada permite afirmar que
todas las manifestaciones de Ja memoria involuntaria (re-
p.55.
1 J. Guillaumin, op. crt., p. 134.
18
cuerdos s ú bit os , olvidos, recuerdos erróneos ) tengan su ex
n en el inconsciente. Una econom ía de la memoria
pl ica ció
p uede co n d u c i r al sujeto a utilizar de manera no deliberada
asociaciones de ideas para encontrar la huella de un hecho
pasad o. para desechar un recuerdo en benefi c i o de otro ( in ter·
fe re ncia ret roa ct iva o proactiva), para aligerarse de ciertas
info rm aciones o, tam bién, para recurrir a categorías semán
ti cas groseras, aproximativas, que se origi n a n en e l casi , en l a
const rucción casera mnemón ica, que l o llevarán , por ejemplo,
a usar una palabra en lugar de otra .
19
prov�� de .. psicólogos: �r ejemplo...dc Ja
los aPC!_�S de los
eViélencia de los vf nculos estrechos entre motivaciÓJL.!kl
sttjeto y memori a; d e la rememoración de un recuerdo grad.as
a la evocación de recuerdos contiguos en el tiempo o ..en_el
�pacio; tam b i é n de la idea según la cual cuando u n sujeto
reconoce un recuerdo "se trata del presente que se da a sf
mismo un pasado" . 10 En esto hay muchas enseñanzas para la
antropología : i n mediatamente J>.!!n�m_�. -�Jl - �J_l".2lilcLloa.
ip�rcos sociales dJ? la memoria a en el trabajo de reconstn1�
ción del pasado característico de todo relato de vida. cuestio
nes que abordaremos en lo& capftulos siguientes.
Si n embargo, el lego tiene la sensación de q ue la psicología
contem poránea de la memoria se vuelve cada vez más u n a
"psicobiología" cuya problemática y conceptos tienden a ali
nearse con la neurobiología. Es d ifici l saber si esta evol ución
es necesa ria o si representa un cierto a b an d ono de l a especi
ficidad de una discipl i n a que correría el riesgo de d iluirse en
el vasto campo de las neurociencias .
• op. cit.
20
Capítulo 111
LOS FUNDAMENTOS
Mtncos y FILOSÓFICOS
l . MNEMOSINA
21
ten que el grupo ponga ord e n en el m u n d o de los héroes y de
los dioses y desci fren su "pasado•. Las Musas, hijas de Mne
mosina, cantan la a parición del m u n do , la génesis d e los
dioses, el nacimiento y el origen de la humanidad. C uan d o le
proporcionan al poeta el secreto de los orígenes, el sec re to de
un ti em po fuera del tiempo que no sabe nada de la vejez ni
de la muerte, las Musas lo l i beran de lo.e; m a les d e l m om e n to ,
h ace n que se olvide de la miseria y de l a angusti a . La
anamnesis tiene como contrapartida el o l vido del ·tiempo
presente.
La segu nda corriente de pensamiento está con stituida por
una serie de docu men tos de fecha y de origen diversos: textos
de Píndaro, de Esquilo, de Empédocles y, en c i ert a medida. de
la escuela pitagórica . Mnemosina se transforma: ya no es la
que canta el arqu�. el pasado p ri m o rdi al , la fuente, el origen ,
sino el poder del que depende el destino de las almas d es p u és
de la muerte, el poder ligado a los avatares de l as e n carn a c i o
nes sucesivas de los individuos. Su función deja de ser cosmo
l ógi ca para ser escatológica, ya no a porta el secreto de los
orígenes, sino el m e d i o para alcanzar el fin del tie m po , pura
hacer cesar el ciclo de las generaciones . En el u m bral del
H ad es , el difunto que bebe las aguas del Leteo olvida su \' ida
pasada y comienza una n u eva vida con su cortejo d e pruebas
y de problemas; y .esto se da i ndefi n idamente, c o m o en l os
casos de Sísifo, O c n os y las Danaides. Por e l contrario. el alma
que se modifica en el l ngo de Mnemosin a , desde el com ienzo,
rememora toda la serie de s u :i \'idas anteriores y se evade del
triste ciclo del devenir y de los dolores, del ciclo de l a re petición
sin m e moria . Entonces re n a ce en el rango de los d ioses. escapa
al destino y se e m an c i p a de su condi ci ón mortal . Hermes
v u el ve inmortal a su hijo Etálida c u a n d o le otorga u n a
• m em o ria inalterable". En este c a so , por lo tanto, l a memoria
22
el pasado primigenio o hacia el fin de los tiempos. Con Platón ,
la m e moria se vuelve la fac ultad de conocimiento, en tanto el
es fu erzo de rememoración se confunde con la búsqueda de la
ve rd ad . "'Buscar y a prende r son , por completo, una rememo
ra ció n" afirma Sóc r a tes <Menón , 8 ld) y, a la inversa, "el olvido
es u n a pé rd ida de saber" < Fedón , 75 d ) , "un conocimiento que
se e\•a de" <El banquete, 208a ). Instru i rse es "volver a adquirir
u n co nocimiento que nos pertenece" <Fedón, 75 e), es vol v er a
recordar u n saber que ya estaba presente en el alma: es unirse
al m u n d o de las Ideas", de l as realidades absolutas y escapar
"
23
términos de toda exh itencia humana. Solamente la memoria
permite ligar lo que fu i rnos y lo que som os con lo que seremos.
Solamente e l l a p u e de ayudar a co n ce p t u a li za r el paso i nexo
rab l e del tiem po y, así, aceptar l o . Las representaciones de la
memoria en las tres primeras corrientes, q ue p u e de n acercar
se a las que están en el origen de ci e rta s técnicas m ísticas
in d i as ,;' traducen el deseo de evi tar esta difi c u l tad ayudando
al hombre a evad i rse de ese tiem po que lo corrompe, lo
esclaviza , l o envilece, al recordarle permanentemente s u
cond ición de mortal . En cambio, con Aristóteles l a m e m or ia se
abandona al tiempo y. s i m u l táneamente, obliga al hom b re a
elaborar represen taciones del tiem po que pasa . . .
¿Dónde y có m o se elaboran estas representaciones'! Vimos
que a partir del momento en que las se n s a c io n es te n í an una
fu nc i ó n de memoria, el cuerpo tenia que integrarse en t odo
modelo expl icativo de la memoria . Aquí se p l a n te a la del icad a
cu�st ión de la l oca l i z a c i ó n de esta facu ltad en e l cuerpo del
sujeto. El rec u erd o que se i m prime como u n sel lo en l a cera es
unn m etáfora que e ncon tram os en Platón < Teéteto , 1 9 1 e ; 19 1
e) y en Aristóteles <De memoria et reminisceritia , 450 a , 30).
Sin lugar a d udas, i-sta es unn representación de la memoria
q u e todavía hoy es co m part i d a por el s e n t i do co m ú n , algo que
habría que verificar por medio de una i nvestigación , a pesar
de qu e es probable que la fu nción de la memoria se origi ne en
l as diferentes estructuras corticales. En efecto, no hay u n
"'centro" de la me m or i a , sino un conj unto de neuronas si tuado
en m u c h os sitio8 que permite asegu rar un cierto nivel de
redu ndancia. Además, la memori a no puede defi n i rse en
térm i n os puramente estáticos, contrariamente a lo q u e sugi e
ren las nociones prácticas de impresión , registro, fij ación ,
conservación , almacenamiento. etc.
¿Conse"•ación . almacenamiento? Si consideramos las con
cepciones antiguas de la locali zación de la memoria, observamos
en general que prev a l eci ó la tesis del cefalocc n t rismo, a u n q ue
hubo partidarios i l ustres (Aristóteles) del cardiocentrismo. Los
Padres de la Iglesia, partidarios de la primera co nce pción ,
propusieron uno de los p ri m e ros modelos elaborados de l ocal i
zación cerebral: ubicaron la memoria en el ven triculo posterior
del encéfalo, ya que el ventriculo anterior era considera d o l a
sede de la imaginación, y el del medio In de la razón .•
24
El hecho de que en muchos relatos antiguos c vidas y
l y end a s de los snntos, cuentos, etc. ) tanto el \' Í no como la
e
san gre rean i men la memoria se debe a que todo el mundo sabe
qu e a m bos se suben a la cabeza Lo m ismo sucede con las
>
especias, que abren el espíri tu . Como todo lo que abre el
espíri tu e� bueno para la memoria, ahora podemos entender
la i m portancia de la oreja, que ofrece un acceso directo al
cerebro. Es asombroso el l ugar de im portancia que muchas
religiones le otorgaron al oído y a su órgano. Tanto en la re
ligión musulmana, lajudía < ¡Escucha. Israel! ) o la cristiana, el
recitado en \'OZ alta de textos constituyó siempre un elemento
importante del culto. En Rabelais. la orejn está cn relación con
Ja gcne ra c i ó n y la e x pre sión "vino en una oreja" significa \ i n o '
' .1\¡:¡:adolh d u Talmud J,. Bab)'lune. París, Bd itions Vent ier. 1982. p.
1248 .
• Cl aude Gaignebel. A plu" hault �ns . t. l. Paris, Maisonneuvc & Lul'O!le.
1986. p 383.
: í'.oe ne\·i�·e Calame-Griaule. •t.1 pn role el le disc:ouni·. en Jenn Poir�r
Cb ajo la dirección de l, l/1Bloin• des mr>t"urs 11. Mod� tl modi:lc.�. París.
Gallimard. 1 991 . p. 56-57 1 Encydopédit> de la Pleiadel.
• La oreja izquierda llt'ria el lugor del ol\"ido: C . Gaignebet, op. cit. , p. 4 1 J .
Rtto rd emu que despuh drl traspaso. la fuen� del olvido. l.A"t«i. 21e
encuen t ra en el ca m i no de la izquierda. r.n tanto q� t-1 alma del difunto
Pllede a l�n zar el lago de MnemCMtina por la ru la de- la dt•n.oeha.
25
concepción cefal océn t rica d e l a memoria que segu i rá si e n d o la
dom i nante .
26
el p re�e n te : de esta manera, cuando San Agustín evoca y
cue n t a � u i n fan c i a . ve su i m agen "en el presen te• . "El presente
del pas ad o es la memori a" < XI , 20 J.
27
Agustín . y casi podríamos cambiar el cogito por " recue rde,
luego existo"' .
Fin a l m en te . después de l a memoria de lo� sent idos y de la
me m o r i a i ntelect u a l , todavía es preciso disti n gu i r u n a memo
ria de los sentimientos , pues la memori a encierra tambi é n loa
'"estados a fec t i vos del al ma, no tal como están en el alma
cuando los siente"' t X . 1 4 ), sino tal como lo decide el poder de
evocación en el momento preci so de l a rem emoración . De esta
maner.i, es po�i blc recordar haber sido fel i z sin por e s o ser
fel i z , como se puede evocar u n a tristeza pasada s i n sentir
tristeza en el momento de l a e\'ocación, como se puede recor
dar un deseo sin s entirlo. La m e m o ri a consen·a los estados
afectivos del a l m a incl u so cuando el alma no l os experi m enta
rqás, lo que es lo mismo que deci r que l a relación presente con
el pasado n 12 p ued e de n i ngú n modo confund i rse con una
' presencia efectiva de e s e pasado .
1 1 1 . REFF.R•:SCL.\..., n&.OSOt-'ICAS:
MATF.R I A , Dt:'RAC IÓ� \' MEMOI U A
. ,
28
pa :' ado es u n rec uerdo bien con scl"\•ad o . ¿Q u e s i gnifica esta
noc:iún de conservación si se la aplica a I n memoria? En pri mer
termi no. record emos q u e l as tesis más recientes en bioq u i m i-·
ca de la m e m ori a se oponen a una co n cepc i ón estática del
acon teci miento m e m o r i z ad o y consideran q ue e) rec u e rd o es
e l rc�u ltado de u n a act ivación o reactivación relat ivamente
a l e a tori a de redes neuronales .
Desde u n p u nto de \'i sla antropológi co, es posible afi rmar
que i ncluso si su fu ndamento fuese biológi co, Ja tes i s de J a
co n se rvaci ón seria tan poco pertinente como l o e s e n m u seo
l ogia. ya que sa bemos perfectamente bien que la percepción
que el \"Í sitantc tiene de los objetos conservados tiene m uy
poco <1 ue \'er con s u significación ori gi n a l : en cierto modo,
esto� objetos son como fotografías de persona� an i m adas y hoy ·
desa parecidas a l as que '"solam ente" les falta vid a . E n su
Phb1omenologi� de la perception , Merlea u- Ponty cri tica la
t<>s i s de u n a conservación fisiológica t Broca \ o p!licológica
j Bergson ) de las im presiones pasadas. pues n i n gún r.ngram a .
n i ngu n a h uel l a , n i ngu n a i m p ronta, ningu na con servación
fi siológica o psico l ógica del pas ado •puede h acer comprender
l a concienci a del pasadn·, 1 11 es d e c i r . " u n sen t i d u del pasadu"
c¡ ue perte nece al presente . Contra l a co n c e pc i ó n bc rgson m na
de un p as a d o i n tcgra men te '"alm acenado"' e n el .. espíritu " y u n
presente que no puede crear n a da . q u e ·ueva a cabo el pasado ·
com o el a l u m n o resueh•e el probl e m a q ue le dio el maest ro ,
" 11
es preciso c o nce b i r e l recuerdo como u n a representación
presente de l a conciencia. Por Ni sol a , l a h i pótesis de la
conservación no permite expl icar las características de este
recuerdo pu es dej a de lado Ja i n tencional idad del momento de
In e\•ocación .
El rec u e ro tal como se m an i fiesta en el momento de la
rememoración puede descri birse como u na variedad especi a l
de image n . Ahora bie n , l a i m agen . q u e es " u n a cie(ta manera
que tiene la conciencia de darse un objeto" 1 2 con frecuencia se
designa como "algo menor" , u n '"pedazo separado. una pieza del
m u ndo rea l", es d ec i r un reflejo. u n a copia más o menos fiel
del obj e to percibido que. en relación con e s e o bj et o está m a n ·
ci l i a d a por una •inferioridad \'aga y mal defi nid n'" a:i ¿Se
29
p u ede , en tonces , defi n i r el recuerdo como '"lo menor" de un
acontecim iento p as ad o , algo m arcado con una insignia que da
cuenta de su carácter de incompletq,? Esto s ign i fica ría vol\'er
a caer en la confusión entre identidad de e se n ci a e identidad
de existe nci a , form a de ontología i n ge n u a criticada por Sar
tre. Bergson o pon e a esta hipótesis frágil de una forma
debilitada de la percepción original , a rgu m en tos poco convin
centes a favor de .. un rec u e rdo puro"" (presencia virtual del
pas ad o en el presente ) d i ferente de un recuerdo que sería una
percepción debil itada del p a sad o, una "regresión del presente
hacia el pasado". De todos modos, es d i fici l decidir pues , si MJa
conciencia i nmediata, por naturaleza , sabe distinguir e n tre el
objeto como imagen y el o bj eto real presente, la memoria
confun d e estos dos tipos de existencia porque los objetos
irreales y los rea les se le aparecen como recuerdos, es decir,
como p a s ad os". u Sin em bargo, si parece incorrecto definir e l
recuerdo como "algo menor" en re l ac ió n con el acontecim iento
pas ad o , aceptar una diferencia de grado, en lo que acabamos
de deci r existen m u ch as razones para a d m i tir que es "otra
cosa"," es decir, que existe una diferencia de naturaleza.
Otro ind i c io de la a l teri d ad intrínseca del recuerdo se
e n c u e n tra en su incapacidad para restituir la duración. En
efecto, la concienica del pasado n o es la con c ien ci a de la
duración , y si recordamos hechos pasados, eso no s i gn i fi ca que
recordemos su d i n ám ic a te m poral , el paso del t iem po que,
como sabemos, tiene una percepción extremadamente v a ri a
ble según la densidad de los acontecimientos . A veces la
m e m ori a contrae el tiempo como cuando intentamos recordar
un tiempo sin acontecimientos, como el tiempo del cautiverio
o de una l arga enfermedad: en nuestros recuerdos se debilita
un tiempo largo y d i ficil de soportar. 17 En cambio, a veces la
memoria le da al tiem po una extensión mayor y se esfuerza
por lentificar o eternizar el pasado como s u ced e con ciertos
recuerdos del ritmo de un ritual. 16 En uno y otro caso vemos
30
cóm o e l acto de memoria aísla los aconteci mientos y los vacía
de s u d uración, los esquematiza de algún modo, esquematiza
ción que es "una especie de cañamazo racional, un p l an de
desa rrol l o de la narra ción de n uestro pasado" . 19
Por lo tanto, el recuerdo de un tiem po pasado no es el
recu erdo del tiempo que pasa ni , por otra parte, el recuerdo del
tie m po que pasó, ya que, como señala M.I. Finley. la concien
cia de la duración entre el momento de la rem�moración y el
acon teci miento rememorado es fl uctuante (según los casos,
ha brá contracción o extensión) y aproximativa: "hace mucho•,
•el otro día",20 etc . Fran�ise Zonabend hizo una observación
parecida en su investigación sobre la " memoria larga" en
Minot C 8ou rgogne ):2J toda evocación del pasado, no im port�
cuán alej ados estemos de él. "se sumerge en la misma dura
ción", remite a un tiempo fuera de l a Historia que se resume,
de hecho, en el origen de la aldea. Como consecuencia de esta
imagen grosera, "nuestra alma no guardó el fiel recuerdo de
nuestra edad ni la verdadera medida de la longitud del v i aje
a lo largo de los años: sólo guardó el recuerdo de los aconteci
mientos que nos crearon en los instantes decisivos de nuestro
pasado", dice Bachelard . Es decir, los acontecim i�nt!)S_ .Que
percibi mos como tales, que tienen sentido para el que recuer
da, que son ordenados por él segú n un sistema racional en el
momento mismo de la evocación , en "instantes activos" bache·
lardianos en l os que se realiza la "toma de memoria" . 2"l Estos
insta ntes activos son instantes de un proyecto pues el contex·
to de evocación, el marco de los recuerdos -la referencia a los
•m arcos sociales" de Maurice Hal bwachs es expl fcita en este
caso- consiste en darle al acto de memoria u n cierto fi nalismo
al trad ucirlo al "lengu aje del porvenir humano"' .23 El acto de
memoria tiene una dimensión teleológica . Podríamos decir
que recordar consiste en configurar en el presente un aconte
cimiento pasado en el marco de una estrategi a para el futuro,
sea inmed i ato o a largo plazo. Desde este punto de vista ,
podemos considerar q u e l a memoria bachelardiana es una
respuesta a los interrogantes de Aristóteles o de San Agustin
rJ Op. cil. p. 46
'
31
sobre el pasado que dejó de se rl o , el futuro q ue tod avía no es
y el presente que m uere e n el momento mismo e n que nace.
Este recuerdo permite mantener j u ntas estas tres di m e n si o
nes tem porales, como había señalado Kant para q ui e n la
facultad de recordar y l a facultad de prever sirven para .. u nir
en una experienci a co h e re n te lo queya no es y l o que toda11la
no esa través de lo q ue está presente". u El recuerdo del pasado
es un desafio lanzado al futuro que consiste en hacer un
balnnce hoy de lo que uno hizo y de lo que pod ría haber hecho .
Desde la perspectiva de u na a nt ro po l ogí a de la m emori a. esta
idea de que una dimensión m ayor de In evocación es l a
"voluntad d e futuro social" e s evidentemente m uy importan
te: si seguimos a Bachelard , y hacemos l a salvedad de un
examen profu n d o de las diferentes formas de m nemotropis·
mos, es total mente reductor ver sistemáticamente en el e n t u ·
siasmo cqntemporánco por la memoria una forma de gusto
exclusivo por el pasado. También es posible concebirlo como
una movilización del p as ado al servicio de un proyecto per�o
nal ( un .. pl an de vid a " ) o colectivo, proyecto que conlleva las
condiciones de recuerdo del acontecimiento memori zado e n el
momento mismo de su fijación . Bachelard insiste en que l os
recuerdos "solamente se fijan si obedecen desde el pri mer
momento a las condiciones del recuerdo"' . Éstas consisten en
proceder a e l ecc i o n es, en decantar la vida con problemas,
en o l vi d ar hechos "en l a corriente de la vida paru poner
razones".2.\ Pa ra Pierre Janct, recuerda Bachelard , no e s el
rec itado lo que creó la h u manidad, sino la n arración , lo que
significa que no recordam os por sim ple repetición, sino al
com poner el p asad o en función de lo que está en j uego en e l
presente. Este pasado com puesto ( o recom puesto) e s u n a
construcción literaria que se peñeccio na, mejora gradual·
mente con cada narración. Por todas estas razones, el recuer
do no es un dato, sino "una obra a men udo di fici l "� que n o .
puede l l evarse a cabo sin "dejarle tiempo al tiempo" para
seguir cita"ndo a Bachel ard . r. De n uevo nos enfrentamos a una
idea cuyo a l ca n ce antropológico es importante y q ue, por otra
parte , es muy conocida pa ra todo etnó{,TJ" BÍO que se ded ique a
recoger "relatos" de vida.
32
E xiste ot ro a rgumento de peso a favor de la a l teridad del
recue rdo: no podemos recordar un hecho pasado sin que el
fu tu ro d e ese pasado se i ntegre a su recuerdo.26 '"Sé que estuve
e n Córcega antes de la guerra , escribe Mer)eau-Pon.ty, porque
sé q ue la guerra estaba en el horizonte de mi \'iaje a Córce·
gn " . ·ª' Por lo tanto, n u estra memoria agrega al recuerdo e)
futuro de ese recuerdo. Por esta razón preci sa, el tieª1_po deJ
recul'rdo no es el pasado. '"sino el futuro-ya-pasado-deJ-pasa
.:10
do" Por consigu iente, el tiempo del recuerdo es i nevitable
mente d i ferente del tiempo vivido, pues la fa lta de certeza
inherente a éste se disipó en aquél. Esto permite explicar
m u chos casos en Jos que recuerdos desagradables son embe11e
cido.� : cuando se los rememora, se los aligera de la angustia y del
sentimiento de obligación provocados por el carácter incierto de
la situación vivida durante Ja cual siempre se teme lo peor.
Por Jo tanto, el recuerdo es algo dife rente del acontecimien
to pasado: es una i m agen < imago m rm di ), pero quc actúa sobrc
el aconteci m iento (anima m undi > sin i n tegrar la duración y
agregando el futuro del pasado. Esta hipótesis de la al teri add
del recuerdo se integra peñectametne a In teorfa que sostiene
que para el hom bre no existe una real i dad independ iente de
su i n tencion alidad . Al respecto, Cassi rer habla de " pregnan
cia simból ica"',3 1 es decir, de la i ncapacidad del hombre para
tener la intuición objeth•a de una cosa que siem pre está
i n tegrada en un sentido. Por esto, .. para la conciencia hu ma
na, nada está si m plemente presentado, sino que todo está
representado". :tJ Entonces pensamos en apl icar a la i magen de
In memoria lo que Bachelard dijo de la resonancia poética
de toda im agen ;"1 propicia por naturaleza a la ac t i v id n d de
imagi nación y de creación .
Si el recuerdo es diferente, ¿tenemos que distingu i r ahora
entre lo que se ori gi n a en la memori a volu nt.-iria de lo que nace
i nvol un tariamente? Como vere mos l uego, esta oposi<."ión e n
tre un recuerdo-evocación que depende de n uestra vol untad
y u n recuerdo-reconocimiento espontáneo es esencial pues
coincidirá con las oposiciones entre memoria-ra zón y memo-
33
ria- pa s ión ; memoria de la inteligencia y memoria de las
e m oc i o n es ; memori a que repite y memoria que i m a gi n a .
Ka n t sostenía q u e la memorización se o ri gi n a e n la mecá
nica ( aprender de memoria), en la i ngen iosidad (las as oci a cio
nes de ideas q ue favorecen el rec ue rdo) o en el j u i c i o Oa
clasificación sistem ática como la de Lineo).:" En cada u no d e
estos casos, el acto de m e m o r i a es vol untario. Kant agrega que
la memoria difiere de la imaginación porque tiene el pod er d e
"reproducir a su modo la representación anterior",3; ya que,
según él, l as perfecciones formales de la m e m ori a son la
aprehensión i nmediata, el recuerdo c u ida d o y la con servación
duradera . Sin embargo, señala que estas cual idades raramen
te se encuentran reu n idas. Por su parte, Bachclard observa
que cont rari amente a la ensoñación , la "verdadera m e m oria"
no se rea l i z a por si sol a, .. por un i m p u l so ínti mo" . La evocación
se produce en un marco construido previamente < la espera. el
deseo. una fecha, el víncu lo social ) en el momento de l a fijación
que. Pn parte, condiciona las modalidades del recuerdo. Sin
embargo, nos invita a deshacernos de la memoria h is to ri a d o
ra a favor de la "memoria \•iva", l a "me moria- i m agin ación".
34
e fec t o. los trabajos m ás recientes de l os neurobiólogos m u es
tran que pasión ( emociones, senti mientos ) y razón no pu ede n
pensa rse como té rm i n os m utuamente excluyentes, '"los siste
mas neuronales que se ponen en contacto en la primera están
mezcl ados con los que subyacen a Ja segu nd a " . Si es verdad
que la ausencia de e moc i on es y de sentimientos impide que
seamos verdaderamente racionales y si. como se admite, l a
ex p resión de l a s pasiones n o es fact i ble sin u n cierto con t ro l de
la razón , no es posi bl e segu i r o po ni e ndo una memoria pasio
nal a u n a m e m o r ia racional; una memoria invol untaria a una
memoria v o l u n t a ri a . Ambas se com pl eta n y se refuerzan
m u t u a mente en el proceso de reconstrucción del pasado.
En segundo térm ino, podemos querer distinguir por razo
nes de método las formas espontáneas de la memoria C u na
memoria profunda, bruta, afectiva, estética en el sentido
eti mológico del término) de sus mani festaciones de li berad as
( J a memoria clara, razo n ad a , controlad a ). Si n embargo, es
m uy d i ficil saber si una organización \'oluntari a del acto de
memoria no pudo e n co n trar su fuente en un rec u e rd o invol un
tario e, inversamente, si l a '" m em o ri a i ntel igente" que Proust
despreciaba (la memoria intelectual de Diderot) no puede
provocar la rem i n iscenci a. Por lo tanto no vamos a proporcio
nar u na concl usión , sino s ol a m e n te a señalar q u e , para la
ant ropología, e s evidentemente m ucho más fácil t rabaj ar
sobre l as expresiones organizadas, ritualiznda.� o i n sti tucioa
nal izadas y, por lo tanto, voluntarias de la memoria , que sobre
sus ex presiones espontá neas. A esta tarea nos dedicaremos en
la segu n d a parte de este ensayo.
35
Capítulo IV
MEMORIA
Y RAZóN PRÁCTICA
36
Antigüedad. la Eda d Media f Al berto el Gra nde. Santo Tomás
de Aq uino, R aym on d Lulle, Petrarca ), el Renacimiento (el
Teatro de la Memoria de Gi u l i o Camillo, Pierre Ramus,
Giordano B ru no), hasta el s i glo XVII ( Robert Fludd , Francis
B aco n , Descartes, Leibniz). Su soberbia obra L 'art de la
mémoire está basada pri nci p al m e nt e en el estudio de tres
fuentes latinas: la lnstitutio oratoria de Quintiliano, el Ad
herennium libri /V, de un a u tor descon oci d o y, finalmente, De
oratore de Cicerón , que refiere la h i storia del poeta Simo n id e
de Céos < 556-468), capaz d e identificar a los comensales de un
banquete m u ertos a causa de u n desmoronamiento porque
podía recordar el lugar q ue cada uno de ellos ocupaba en l a
mesa . Pues este arte se apoya en la "'topofilia., de la memoria,
esa propensión del recuerdo para construirse es pacialmente,
para inscribirse en un espacio, e n un l ugar. Un locus de
memoria contiene u n a imagen de m e m o ri a , los on ce l u gares
del I n fierno de Cosmas Rossellius < Thesa urus arti{iciosae
memoriae, 1 579) o el Teatro de Gi u l i o Camillo, por ejemplo.
pu eden considerarse como un "'sistema de lugares de memo
ria". l Todo el arte de la memoria se fu n d a en la construcción
de un sistema de l ugares Cloci ) y de im ágenes : el orador
pri mero define un itinerario a partir de una serie de lugares
arq u itccturales, ficticio.e; o real es ; luego de aprender de memo
ria este itinerario, fabrica i m áge n es de las in formaciones que
\'3 a memorizar y las ubica en los diferentes lugares del
itinerario, asim ilados metafóricamente a ta bl i l l as de cera; las
imágenes se di sponen de tal modo que el orden del discurso y
el de los lugares s e confunden y, entonces, el recorrido ( men
tal > del iti n erario provoca la rem i n iscencia. Gracias a este
artificio algunos a n tigu os dieron pruebas de extraord i narias
proezas m n e m ó n i cas , como Hippias de Élida quien "con oír
u n a sola vez cincuenta nombres" los recordaba < Platón , El
gra n Hippias, 285 e ) o, también, un amigo de San Agustín del
qu.� éste decia que podía recitar a V irJili
o al revés.
37
Se sabe que cuando u n o tiene dificultades para rec:onoccr a
una persona, Ja pri mera pregunta que se hace us: ¿dó1ide la vi?
Marc Augé cuenta cómo un plano del subterrá neo fu nciona
como un a)·uda- mcmori a y, má.� precisamente, los diferentes
l ugares constituidos por lns estaciones, como desenc ade n an
tes de recucrdos .3 La eficacia de la asociación Jugarc8'i máge
ne.slrecuerdo expl ica s i n dudas que se encuentren métodos
comparables en lugares no occ i dentales. como pudo observar
Corlo Scveri al estudiar la pictografia de los indígenas Cuna
C An:hipiélago dc las M ulatas, Panamá), manera especia l men
te com pleja y re fi na d o de controlar la memoria de las palabras,
de unir la i magen-memoria con la enunciación ritual . •
38
dife rentes categorías temporales que dependen del ritmo de las
estaciones, de los mitos, del ciclo de los tipos de edad, ponen en
funcionamiento memorias sucesivas, variables según las cir
cunstancias. En todas las sociedades y según modalidades m uy
diversas, una dicotomía temporal '"antes/ahora 916 organiza toda
rememoración , aunque se encuentran diferencias entre grupos
sociales, e incluso entre individuos, en cuanto a l a elección de los
umbrales (las fronteras temporales) q ue delimitan el presente
y el pasado (antiguamente, antes, "en mi época", "cuando era
jm.'en ") que, con frecuencia, se asimila a la edad de oro. Incluso
la noción aparentemente neutra de "memoria de l siglo" depen
den estrechamente de un recorte arbitrario del tiempo que se
corresponde con la acepción relativamente reciente de la pala
bra "siglo", es decir, cien años.� Por lo tanto, es preciso relacio
nar todo acto de memoria con las representaciones del tiempo
de la sociedad que se considere.
39
que co n sti t u ye la ú n ica referencia espacio-tempora l , algo q ue
está muy bien expresado en los versos de Boileau y Apol l inai
re : "el m omento en el q u e yo hablo ya está lej os de mi"'; 11los
dfas se van . )'O qu ed o " . Fran�oise Zonabcnd señal a que en
Minot la "memori a corta del tiempo• j alon a las estaciones: •eJ
último inv�rno•, "'el verano próximo", ..a11 tes de la oosecha";
pero el paso del tiempo se organiza de acuerdo con el _eje
bi ográfico < historia pe r son a l y fam i l i ar). A Boris Cyru l nik8 l e
llamaron p ro fu n d a m e n te l a atención las res pu estas de sus
enfermos en l as consu l tas neurológicas: sus referencias al
pasado no se basaban en c i fra s o en fechas. si nl> en hechos
vividos en los que estaba n personal mente i m pl icados : "descle
que se fue mi m ujer•, "'despuls de que a mi hijo le fue mal en
ese examen ·. etc. Estos aconteci m i entos implican al individ uo
pero ta mb i é n a la sociedad por co m p l eto , a través de la
institución del m a t ri m o n io , la fam i l i a , la educación, con lo
que las categorías tem porales adquieren toda su significa
ción no s i m plemente en re l aci ó n con el sujeto i n d i vi d u a l , sino
con el sujeto social . En este sentido. etnólogos como Da n iel
Fabre, Valérie Fcschct y Sy lvie Sagnes demostraron recien
temente que los •escritos com u nes " -com o los papeles de
familia, los diari o s íntimos, los cuadernos genealógicos, l os
registros domésticos- a los que se consideran arch i vos parti
culares, constituyen una forma de memoria en pa pe l , deter
minada por las restricciones sociales y culturales y, especi al
mente, por la -razón gráfica" (Jack Goody). En l a práctica, en
el esfuerzo de memoria cotidiano el individuo reci be el perma
nente apoyo de la sociedad, q ue le proporciona una ci erta
cantidad de herramientas para faci litarle esta tarea .
En primer l ugar , está el calendario, conector "entre el tiem
po vivido y el tiempo u n i versa1•.1 No co n sti tuye solamente l a
memoria de los días com unes ( pasados o futuros ) de cada
individuo, sino que tam bién es el d epos i ta ri o de u n a memori a
compartida, la de J os días de fiestas religiosas y profanas. la
de los acontecimientos memorables, la de las celebraciones y
los cumpleaños. A diferenci a del reloj, que v al o ri z a e l tiempo
presente Oa ex pe ri e n c i a cot idia na), ªº el ca l e nd a ri o' s irve para
' Boris Cyru lnik. Mémoirrt de sin¡:e et pamles <l'homme. Paris, Hacheue.
1 983. p. 2 1 .
• Paul Ricoeur, Tem� e t rkit. 3 . ú temps mront�. París. Se u i l . 198.'i, p .
1 89.
to Antonio Duarte Rodrigues, •Mémoire l'l t«hnique·, en P. Jeudy, op.
cal p. 55.
• •
40
d a rl e \'alor al tiem po pasado o al tiempo futuro . En especial,
la co n m e moración se! vuelve imposible sin no hay un calenda
ri o q ue sirva como referencia, y lo mismo s ucede con gran
pa rte de l a vida soci al: por ejemplo, sabemos cuán im portan
tes son las fechas de las ferias y de los mercados en muchas
socied ades rura les. difici les de fijar sin esta memoria del
futuro qu e puede ser el calendario. en otras épocas relegado
por el a l manaque, otro ayuda-memoria popular. M ucho más
que un simple soporte o un simple marco de la memoria
colectiva, el calendario forma parte de ella, es una de sus
pieza!'\ esenciales. y esto explica la resistencia con que se
enl"Ontraron l a s autoridades políticas o religiosas que quisie
ron m odificarlo, es decir, im poner uno nuevo, como suced ió en
I rnk y en el Irán del Sha con el calendario de los chiit.as .
11 Suplemenln del dinrio 1-c .Vond,. del :�o dl" noviembre de 1995.
41
la documentación , l a multiplicación de los a rc hi v o s públicos
("memoria de la nación" s e gú n el d e c re t o del 23 de oct u b re de
1979 sobre la organización de la D i re cc i ó n de los Archivos
de Francia > o privados, de l as bibliotecas, de las redes y de las
•redes de redes" que constituyen una gigantesca memoria
virtual cuyos efectos aún no hemos c a l c u lad o . Evidentemen
te, el lenguaje permitió esta exteriorización de la memoria
humana y por esta razón se l o considera su p r i m era ampl ia
ción . Desd e este pun to de vista, los etnotextos y la literatura
oral constit uyen archivos de pri mer orden .
La capacidad de la m e m ori a estrictamente humana es
n o ta b le: los Veda fueron con servados de memoria durante
siglos; Séneca d ec f a que era capaz de repetir dos mil palabras
en el mismo ord e n en que acababan de ser pronunciadas. En
el capítuloDe q uarunda m admirabili memoria de sus Variae
lectiones, Ma rco Antonio M uret ci ta el siguiente caso: había
un joven d e C ó rce ga al que él le había dictado dos o tres mil
palabras "griegas , latinas, bárbaras" sin n i n gu n a re l a ció n
entre ellas y que, en su m ayoría, no sign i ficaban nada .
Enseguida el joven pudo repeti rl as sin dificultades. gracias ,
según él , a u n a técnica secreta q u e le permitía memorizar
treinta y seis mil palabras co n tota l faci lidad . i ;: Por otra pa rte ,
la id e a de apelar a a m p l iaciones de la memoria para pal iar las
l a gu n a s de l a memoria h u m a n a fue desacred i t ada en ci ertas
ocasiones, porq ue la escritu ra era considerada como el "anti
v a l or" : los Dru idas l a prohi biero n , ya sea para i m pedi r la
d iv u lg a c ió n de su doctri n a , ya sea para que sus alum nos no
dejaran de "\'alorar su memoria; pues c a s i siem pre pasa que
l a ayuda de l o s textos t rae aparejada como consecuencia
menos celo para aprender de me m o ri a y una d i s m i n u c it\ n de
la memoria". 1:1 Algu n as e s c u e l a s escol ást icas ( por eje m p l o en
Irlanda, en el siglo \'1 1 ) p ro h i b í a n toda ayuda escrita y basaban
la en señ a nza solamente en la fa c u l t ad humana. En I rán los
ed ucadores i nsisten m u cho en la m e m o r i a verbal . Edward T.
Hall observó que los norteamericanos que iban a ese país
ensegu ida pasaba n po r i gnorantes y quedaba n desacred i ta
dos pues no tenían todos l o s hechos presentes en la memoria
.Y tenían que conservar sus papeles para hacer su trabajo. 1 &
!;as a<u ��� qu� privilegian la memoria "natural" favorecie-
-
12 Dict1onnain d� Trétioux (articulo memoria >. l i52.
11
César, La JlUUra de /ax galiax. V I , 1 4 .
11
Edwud T. Hall, A. u -d,llr d� la cu/111,... , París, St- u i l . 1 9i9, p. l i9.
ron la expresién de proezas de memoria asom bros�s. Bateson
nos p r o po rc ion ó el eje m plo de los J atm u l de Nueva Guinea,
ca paces de memori zar l'n tre d i ez y \'ei nte mil n o mbre s en sus
discu siones s obre los nom bres y los tótcms. 15 Lé\'i-Strauss
señ a l ó l as complejas clasificaciones de l a fauna y la flora en l os
Hanu noo y los N e gr i t o de l as Filipinas y también de l os Dogon
de Mal i 1" : todos s u po ne n la memorización de un saber con si
derabl e, "ci e n c ia de lo concreto" s oste nid a por los m i tos y los
ritos. Se re al i z a ro n observaciones similares en la Ind i a , en
C h i n a , en África y en n u merosas socied ades de tradi ción oral .
I ncluso a lgu n os opus i e ro n l a m em ori a gestual viva de estas
sociedades a la "letra 'muerta' de los textos",1� característica
de n uestra civ i l i z ación .
Hoy, a u nq u e no tenga u na m e mo ri a de l i e b re ( muy cort a ),
s i no u n a memoria de e lefante ( m uy l arga), de horm iga ( m uy
precisa ) o de boticario < m uy vasta ) , a un hombre no le bast a
sol amente con el cerebro como unidad de almacenamiento de
las i nform aciones memorizadas y, por con si guiente, apela a
extensiones de l a memori a . De m a ne ra que. co m o André
Leroi -Gourhan, podemos habl ar de extensión de l a me m o ri a ,
ya que ésta se d il a tó ta nto que n i n gu n a memori a i ndh·id ual
pu ede pretender abarcar su co n te n ido . t ti ¿ C uándo em pezó
est a extensión?
Las pintu ras prehistóricas ( Lascaux, las grutas de Cos
q uer. Chau\'et ) y, más tarde. proto-h istóricas < Va l le de las
M a ravi l l as > quizá sean las pri meras e x pre sio n e s de una
preocupación prop i am ente humana: i nscri bi r, dejar huellas,
fi rmar, r u b r i car , "memori zar", ya sea a través de u n a m e m o
ria expUcita -con obj etos o an im ales- o de un a memoria más
co m p l ej a pero t a m bi én de una m ayor concentración semánti
ca, l a de las formas, de las abstracciones, de los s ímbol os . que
tan bien describió Leroi-Gourhan . 1» Esta preocupación es
c\•idente en m u cha s inscripciones en lápidas ( gl i fo.c;, graffiti s >
y e n múlti ples prácticas como la d e tirar m on ed a s e n u n a
fuente. :.zo En todo caso, ésta s e \'uelve expl ici t a con l a a parición
" Gregory BaU?son. !.a c�,... m onit du Nm�n . Pa ris. M inuit. 197 1 , p. 23 1 .
" Claude U\'i ·St rauSii , La pen�e :saut•ag�. París, Pion, 1 96 2 , p. i ·8 y 53.
• � M:arcel Jou llSt" . .'\ n thrnpolt>¡:1e dt1 gt:slt , París, Ga l l i m a rd , 1 9 7 4 , p. 33.
•• A . Leroi-Gourhan , op. cit. , p 63-i6.
" Op. c-i t p. 2 1 7 - 223.
. •
43
de la escritura. hace alrededor de seis mil años . Entre otras
razones, la palabra de M a m mo n hará necesari a la extensió n
de una memori a que en las sociedades orales valía lo mis mo
que la duración de la vida de un testigo ocular. El estableci
miento d e contratos cada vez más complejos, la posesión de
acciones, la uti l ización del crédito eran aspectos importantes
del com erci o mesopotámico que hicieron que la escritura se
volviera una · "ca.tJi necesidad".:u A partir de ese momen to
pud ieron conservarse la memoria de las transacciones y de la
empresa, a l a q u e rcc urrian l os socios económ icos cuando
había u n conflicto. Lo mismo sucedió con la preocupación por
tran s m i ti r las riquezas acumuladas, que dio l ugar al im pres
cindible testamento escrito.
44
re l a tos: l os Yizkor Bucher o libros del recuerdo, q u e cuentan
a t rn\'és del l i bro l a vida y la destrucción de las co m u n id ad es
judías eu ropeas. Su objetivo era transformar el l ugar de
J ectu rn en es pacio conmemorativo. como respuesta al "'sínd ro
me de In t u m b a ausente• . : .. Sin embargo , e n m u chos casos
Rayhaul. /As rkits dr t'"" TMori� C'I prat1qu�. Parls, PUF. 1 983. 238 p .
46
un a cierta a rtifici a l i zación de la memori a . !� Otro c a m bio como
con secuencia de la a p a r ició n de l a escritura fue el del mne
món , personaje que gu ardaba el recuerdo del pasado para la
toma de decisi ones de la justicia, al pri ncipio, gracias a ft
memoria indi vidual, l uego, por escrito. Según Louis Gerne"
pareccrfa que en el momento del paso a la conservación
escrita, la fu nción de la memoria habría qued ado u n pace
disminuida.�· El temor a u n a i nv ol uc i ó n de la m e m o ri a huma
na es explícito en el célebre m ito de Theuth, d i os que le
presenta al rey egi pcio Tham us la escr it u ra com o remedio
para su falta de memoria. Thamus felicita a Theuth por s u
descu bri miento, pero dice q u e hay que tener cuidado con el
uso q ue los hom bres harán de e l la: "pues esta invención , al dis
pensar a los hom bres de ej e rc e r su memori a , producirá el
o l v i d o en el alma de los que adquieran su conocim iento; al con
fiar en la esc ri tor� b u s c ar á n el medio para recordar afuera ,
gracias a caracteres ajenos, no a d e n t ro , gracias a ellos mis
mos" < Platón , Fedro, 2i4 b-275 b ). T h a m u s agrega que con
esta invención los h o m b res van a poder obtener abundante
i nformación q u e los llevará a creerse com peten tes en una
cantidad de cosas , pero se habrán convertido si m p l e m e n te en
ªsabios ilusorios", en "desertores de Mncmosi na" para reto
mar la hermosa expresión propu esta por Mnrc Fu m arol i . :io
Este mito resume a la perfección lo que se está prod uciendo
ahora respecto del des arrollo exponenci a l de la pos ibi l idad de
ampl iación de la memoria h u m a n a y los temores q ue pro\•oca .
En efecto, hay dos criticas pri ncipales d i ri gi d a s al "ciberm u n
do": por una pnrtc, el ti e m po que se uti l i za p a ra bu scar y
comunicarse inform aciones nos aparta de la vida i n terior o del
intercambio verdad ero entre semejantes; por otra parte, la
"'navegación" pe r m a n e n t e entre masas de d a t os que crt.accn
cada vez m ás im pide u n a asi m i l ación rea l y, por consiguiente,
crea falsos sabios . Aqu í tenemos u n interrogante esencial
pa ra un proyecto de a n t ropolob'Ía d e l a memoria y, tan solo
como ejem plo, podemos pregu ntarnos s i l a '"ioonorrca " moder
n a , la actual profusión de imágenes ítelcvisión , cinc, m ul t i m e
dios, etc. ) no e s capaz de transformar nuestra re lación con e l
pasado. ln\'cstigacione� recientes hechas para e\•al u a r los
46
efec tos dt' l a telev isión en l a memoria del Holocau�t o lleva n a
i
cre e r esto . 11 La conorrea tí'levisiva prod uce u n a agnosi a del
acont eci m ie nto: éste pmm a :' C r sol a m e n t e u n a s u cesión d e
pl an os percibidos sin d u ración e indepcndil"n temente uno
de ot ro. m á s o m e n os carentes d e ren lidad .Y cuyo sen tido
escapa masivamente al telespectador. Podl'm o:; su ¡>oncr que
8 p a rtir de u n cierto um bral . la dcnsificación de la memori a
per$ p<.>c:t iva tem poral y . por o t r a . con�titui ría una faci l i tación
pa ra d oh·ido q u e , Cl post�riori . podría darle la razón a Platón .
1 1 Sac:ola A. l.itiUS, Ricnrd \'. Erk!IOn. • :\h,,-;pl:m ni;: mrrnorr th<! ,•ITf'C'l or
47
huellas conservadas artificial mente también pueden servi.r
como el depósito que al i mehtu las ficciones de historias cons
truidas sobre el ;iasado, 34 y la ex presión poner en la memori a•
..
48
tod as las restricciones form ales en l as ot ras au nque, para
orga n izarse. conserve pu n t os de referendo, n u dos de sentido.
E:;t a tci;is necesita dos aclaraciones: la pri mera se re l a ci o n a al
c� t �1 t u s del ol\'ido, la segu nda con las categorías de las socie-
d ades "con" y "'si n " m emoria.
·
49
razón cultural? La d imensión "uti litaria" de la gcnealogfa es
indiscutible: por ejem plo, es necesaria como fundame nto de la
legiti midad de la transmisión y de la devolución de bienes, o
para evitar los matrimonios consangqíneos y repri mir el
incesto. Pero también es rica en relación con m ú ltiplcs dime n
siones i d eológi cas y simbólicas que. al fi n al de cuentas, hace n
de las l íneas que siguen u na buena tra nsición entre los dos
últimos capítulos de esta obra .
En primer lugar, es im portante distinguir entre genealo
gía, memoria genealógica y m e m o r i a fam iliar, es de c i r , entre
una disciplina cuyo objetivo es re cons tituir l i n ajes según
reglas rigurosas, un parentesco memorizado y una me moria
que a barca todo lo vivido por una fam i l ia . Por lo tanto, la
genealogía es el instrumento que utili za ego ( o toda una
familia ) para alimentar su memoria genealógica y, eventual
mente, l a memori a famil iar, al ponerse a buscar la huella de
sus antepasados .
Cuando la m emori a genealógica es ú ni ca m e n t e oral, no
difiere en su funcionam iento de la memoria individ u al: aun
cuando en ciertos casos puede cubri r siete generaciones,36 lo
que, curiosamente, se corresponde con l a un id ad de medida de
la memori a, en general se detiene en la tercera ge n e ra c i ó n
de antepasados y en ese momento a p a recen l as lagunas, se
vuelve imprecisa, selectiva o ficticia. Una encuesta que reali
zamos con 8 1 estudia ntes en octubre de 1995 muestra una
profundidad de su memori a geneal ógica de 2.64, es decir, un
poco menos de tres generaciones; sólo el 1 0% de las respuestas
nombraba a cuatro generaciones. Fran�oise Zonabend hizo
observaciones · pa recidas en el pueblo de Minot y existen
muchos trabajos de etnólogos que proporcionan l os mismos
t tados en sociedades africanas o amerindias.
Las formas y u s os de la memoria genealógica están some
ti a determinaci ones históricas y sociocultura § Con
respecto n las pri meras, Georges Duby mostró cómo en Fran
cia, entre los siglos x y xm , se sustituyó una conciencia del
parentesco "vertical" -la ascendencia- por una conciencia
'"horizontal" que privi legi aba las ali anzas.:i; Nos damos cuenta
de la influencia de las segundas cuando comprobamos que e n
los distintos entornos varían de manera im portante la exten-
50
sió n d e la memoria < l a memori a hori zontal en torno de ego ),
su profundidad ( l a memoria longitudinal llamada, ta mbié n
•lo ngitud de mcmoria"'), ss o la nat uraleza del linaje que se
privilegia en la construcción de esa memoria ( fi liación pater
n a , materna o i nd i ferenciada, importancia respectiva de los
parie ntes pol ít icos y de los consanguíneos). Los habitantes
seden tarios de los oasis de E l Ksar (Túnez) tienen una memo
'
ria genealógica de profundidad débi l , en tanto que la de las
poblaci.ones nóm ades de la m i s m a región es m uy profu nda,
como si así se compensara la ausencia de anclaje territorial . J'J
Las maneras de •hablar de la fami lia" y de establqcer una
memoria genealógica no son iguales entre los cam pesinos, los
bu rgueses y los nobles o la clase media. Una investigación
sobre la memoria fam i l i ar de los parisi nos, llevada a cabo por
Béatrix Le Wita"' mostró u na opo!lición entre la memoria de
los medios popul ares y la de las cl a s es superiores . Las familias
del .tllf arrondissement carecen de una memoria genealógi ca
'"abu ndante", ni en profundidad ni, aunque en menor medida.
en extensión . En cambio, pri\'ilegian su memoria familiar:
muertes trágicas, vida en la ci udad , vida profesional, ál bumes
de foto1,rr afias, mobiliario y adornos que representan la 11 me
m oria tangible"'" ' de la histori a doméstica. La memoria fa m i ·
l i a r d e esta población , menos i nteresada e n la reconstitución
de árboles genealógicos que las clases más favorccidas, tiene
su anclaje en la vida cotid i ana.
CXRS. 1962. p. 8.
xi M . Ki lnni, up. cit p. 2 1 9·22 1
. •
"' Béntrix Le \Vita. •J..a memoi re fnm i liale dt>s Parisiens appartenant aux
clnssc:¡ moyl'nnes·. Ethnolugu: fron�i.t;f!. XIV, 198 ll , l. p. 5i�.
11
Frnn\'O� 1.onabt.ond. • f..n patenté", en lsac Chi\•a, �ti Jegglr l d ir. 1
F.t1111olog1eii en miro1r. Pari�. Ed . de In Maison des Sciences de l°homme,
1 987, p. 106.
u Joel Candau. MQuete mémorielle t'l nouvea ux m archc;i1 généalogiqU('s·.
51
categOrías soci a l e s que disponen de un buen poder adq ui si tli
vo (clases mcdíns y a l tas ). Ahora b i e n , la ampl itud de la oferta
presente en el mercado de la memoria permite compre nder
mejor la nat uraleza de la demanda. Las conclusiones de esta
investigación planteaban que las empresas en cuestión se
esfuerzan por responder a lus expectativas d e prod ucc ión de
un ªimaginario m ínimo de Ja continuidad"11 y de una leyenda
fami liar que forman parte de la construcción de una memoria
del parentesco. I d ea l me n te , ésta es una memoria de un li�e
aristocrático, aunque no hay que sobrestimar el deseo de
pertenecer a un l i n aje do antepasados nobles. Por lo tanto; no
debe sorprendernos que a l gu n os documentos publicitarioa
c o n los que trabajamos designen a su futuro cliente como 81
'"h'roe"' de una ..epopeya · que es preciso restituir y. sobre todo.
no dejar caer en el ol\'ido. No hay que •romper el la ilo ck lo
memoria "' y, paro eso, ·za grabación láser" de las mcmoriú
familiares constituye el •soporte eluno". ¿Cómo explicar este
deseo de i nscri pción en lo eternidad de unu memori a? .J uleá
Romoins decía que un i nd ividuo está realmente m u e rto
cuando ya n a d i e se acuerda de él. Cada i nd ividuo sabe que al
la profundidad de su propi a memoria nn va más al l á de tres
o cuatro generaciones, nad ie se va a acordar de él algunas
generaciones después de su muerte. Si este temor al olvido se
manifiesta más dentro de las c l ases quo están contem pladas
por el nuevo m�rcado genealógico, es porque se trata esen·
cial menle de poblaciones u rbanas esci ndidas de los "entor
nos de memori a" tradicionales , como las sociedades rurales,
en las q ue el conocimiento m u t uo asegu raba el mantenimien
to, al menos durante un tiempo, de la memoria de los desapa
recidos . Por otra parte, es posible que la demanda de memo
ria dentro de las fami lillS sea hoy más fuerte a ra{z de la
coexistencia más frecuente de varias generaciones dentro de
una misma familia (no estamos h a bl a nd o de cohabitación ),
como consecuenci a del a umento de la expectali\•a de \•ida: el
papel mediador de la memoria que tienen los a b u e l os se
cjerceria con mayor frec uencia que en otras épocas, con lo que
so sostendría e l desa rrol lo de una actividad econó mica
que tendrío como objetivo po..;terior d a rl e forma y comercia·
liznr l o memori a transmitida de este modo. La ún ica m a n era
que tenemos de contestar P.stas pregun tas es m ulti pl icando
las investigaciones e i n tegrando o e l l as indicadores n o consi·
derados en ésta, como. por ejem plo. el de las '"recom posiciones
familiares", cad a vez más asid uas.
Darle forma a -una memoria genealógica y, de manero más
general, a u na memoria familiar, sigue formando parte de lo
52
prod ucción de una iden tidad i ndividua l . social y cultural .
Como obedece al p ri n ci pio de local idad < importancia del
arraigo a los l ugares ), se prod uce por la selección de los
elementos particulares con el paso de las generaciones, para
poner en orden , dar sentido y coherencia al l i naje y a la
Lrayectoria de la que ego y s u s h ij oa constituyen el té rm i n o
provisorio. Esto es espec..ialment.e e-.idente si observamos el
"
trabajo de "sol ista de la memoria " al que Re consagrlA todo
genealogista aficionado o, también, si hace_mo..' un examen
del papel que juega el pa t ro n í m i co , "herramienta mnemotéc·
nica" o los sistemas p a ra dar n o m bres. en la construcción de
las m e mo ri a s famil iares . Asi, darle a un n i llo un necróni mo.
es decir, el nombre de u n pariente muerto, m a nifiesta el
deseo de no i nterrum pir la cadena genealógica o de no
disgustar a una parte de los parientes. es
En todos l os casos . el orden genealógico debe reinar dentro de
la familia, pero en tanto que en las formas antiguas de la
memori a genealógica este o rd e n se instauraba provisorin·
mente dentro de la u n i d a d fam i l iar y podía ser cuest ionado
con una J o n gi t u d de memoria" l i m itada a dos o tres gt>nt.'ra·
•
53
La memoria generacional
La memoria generacional es una memor i a ta nto horizoa•t
cu anto vertical y prese n ta dos formas: u n a antigu a y otra
m odern a . La form a anti gu a es u n a m emori a gene aló¡j ca
extend ida m u c h o más a l l á de l a fa m i l i a . Es la conci en cia de
pertenecer a u n a cad e n a de generacion es sucesivas d e l a
que el grupo o el ind ividuo se sie n t e en mayor o me aer
m e d ida el heredero . Es l a conciencia d e ser los conti n uad ...
res de n uestros predecesores . D u rante mucho tiempo, esta
"me moria de la h u m a n i dad" se detuvo en O cc ide n t e en los
seis mil años de las gen eraciones bíbl icas. Con el descubri
m i ento de la prehi storia y las querel las provocadas por los
trabajos de Boucher de Perthes esta mem ori a creció tr•
m i l años, un poco más des pués de l os ú l t i m os d escubri
m i e n tos hechos sobre e l orige n del hom bre . Esta concien
cia del peso de las generac iones anteri ores se manifi esta ea
ex pres i ones com o : "la s generaciones preceden tes tra baja
ron para nosotros " o ..los que se nos adelan ta ron l ucharon
por 11 osotros·, etc . En este caso , nos enfrentamos a la
noción clásica de m e moria colecti\·a de la que habl aremos
en el c a pítulo siguien te .
54
nal" ' ( pensemos en el éxito de la palabra generació11 en polf.
tica y en publicidad ). Pero también existieron, con imposicio
nes de distinto grado, la generación de 1 789, la de la guerra de
1914- 19 18, la de la Ocupación, la de la guerra de Argelia. et.e. ,
cada unu de las cuales construyó y transfirió su propia memo
ri a . La construcción de estas memorias generacionales abre
un campo de estudio total mente apasionante paro la antropo
logía. que puede permitir precisar la noción , con frecuencia
ambigua, de memoria colectiva .
55
Capítulo V
MEMORIAS
Y AMNESIAS COLECTIVAS
l . M EMOR I A F. tnSTOR IA
56
fu n dacional . Cada vez q ue la historia se esfuerza por po n er
di stancia respecto del pasado, la m emori a intenta fusionarse
co n él . Fi nalmente, si n o exi sten sociedades si n memoria ni
$ociedades s i n historia , la Historia en tanto d i � ci p l i n a cientf
fica no es una preocu pación co m pa rti d a de la m i s m a manera
por todas las culturas: en este cam po, el abanico v a desde el
desi nterés total a la pasión absol uta. Estas son l as pri meras
oposiciones que se nos aparecen cuando comparamos l a disci
plina histórica con l a facu ltad de la memori a . Halbwachs
distinguió entre la "memoria históricaª, que seria una memo
ri a prestada. aprendida, escrita , pragm ática, larga y unifica
da y la .. m emoria colectiva" que, por el contrario, seria una
memoria prod ucida, vivid a , oral , normativa, corta y p l u ra l .
57
i nterpretativa de l os hechos que se esfuerza por sacar a l uz y
c o m p re n d e r . Como e l l a , puede recomponer el pa s ado a partir
de " peda zos elegidos", voh•crse u n a apuesta, se r obj eW de
l uchas y se rv i r a estrategias de d e te rm in a d os partidarios.
Finalmente, la historia puede con vertirse en un "objeto de
memoria" como la memoria puede convert i rse en un obj ete
histórico.
Hay muchos ej e m pl o s de una h i st ori a arbitraria en aas
enfoques < h i stori a de l os acontecimientos, historia de las
men talidad es , antropologia h i s tóri c a , micro-historia ) , en ns
categorias, 2 en sus secuencias' temporales y en la e lección de
términos y con ceptos . Por ej e m p lo , M . l. Finley señ ala que .el
término "Griegos•, utilizado en un e n u nci ad o hi stórico sobre
l a Antigüedad , constituye u n a genera l i zación e n ga ñ osa que
no considera las d i ferentes m a n e r as de ser griego, variables
en el tiempo, pero también según l as regiones, las clases, etc.•
Asimismo, la historia es simpli ficad ora, s e l ect i v a y ol v i d ad i za
de los hechos. F i n l ey siempre recuerda que el pasado sólo se
vue l ve i ntel igible a parti r del momento en q u e el historiador
real i z a una cierta se l ecc i ó n en torno de uno o varios centros de
i nterés . Los documentos y archivos son i n t e rroga d os en rela·
ción con el presente del histori ador y no siempre en función de
su contenido . Jeanne Favret-Saada, a p ropó s i to de la ciencia
nazi, menciona que hubo q�c esperar hasta 1 984 a que
apareciera el l i bro de Müllcr-H i l l < TOdliche \Vissenschaft)
para q u e se d es a rro l l a ra una historia sob re el papel de loa
eugcnistas, de los a n t ro pó lo gos y de los psiq uiatras du rante el
período d e l n acion al-soci a l is mo. Est a historia fue tan tardla
porque la p.rohi b ía " u n cierto estado de l as fuerzas que orga
nizan l a memoria social . tanto en Alemania com o en otras
partes" . .; Por lo tanto. como todo el m un d o . los historiadores
están i n sertos en un trabajo de con s trucc i ó n soci al de la
memoria, "su p rod u cc ió n es s o l a m e n t e uno de los avatares
posi bl es de la m e mo ri a social". El trabajo de esta me m o r i a es
el q ue hace que tal o cual objeto, e n u n momento determinado,
58
se n perti nente para la d i scipl i n a histórica . Tzvetan Todorov
des arrol l a un punto de vista cerca no, aunque menos radica l ,
e n u n a i nvestigación sobre los recuerdos sobre l a Ocu pa ción
que l levó a cabo en Boi schaut Sud < Departamento del C her ).6
De esta i nvestigación surge que, por una parte, l a hi stori a , en
c i ertos casos , también es parcial y, por otra, que la memoria
es portadora de una verdad reveladora del sentido qu e com
pensa ampliamente su rel ativa ineptitud para establecer una
verdad de adecuación . Por esta razón, la memoria es i n d is pen
sable para la hi stori a .
Quizás pod ríam os decir q u e la memoria d a cuenta n a t u
ral m ente de una verdad sem ántica de los acontecimientos que
no encontramos fáci l mente en l a verdad de los acontecim ien
tos restituida ¡)or el trabajo del historiador. Pierre Vidal
N aquet i n si stió en esta a pt i t ud de l a memoria para hacer
s u rgir detalles que com únmente le interesan al novelis ta , no
al histori ador. A propósito de l a m emoria de la Shoah, señala
que la historia necesita esta visión de novelista ,-; lo que es
posi ble verificar en el m agn ifico li bro de Nicole Lapierre sobre
la memoria de los j ud ios de Plock .11 I nc l u so un testi monio
erróneo o alte rado por e l olvido puede perm itir alcan za r el
sentido de u n acon teci miento que, con frecuencia, se sitúa
m ás al lá de la verd ad d e los hechos. razón por l a que el
testimonio se aparta de ella. Evidentemente, est a verdad
factual debe establecerse previ amente. De h�cho, memoria e
h istoria son com plementa ri as y el pel i gro estaría en "sncarle
la memorin" a l a histori a , d e l mismo modo que es posi ble
sacarle el encanto al mundo.
Au nque algunos h i stori adores consideren que l a historia
debe combati r la memoria, hay m uchos que adm i ten que la
verdadera historia tiene el deber de no ignorar n i l a memoria
n i l a historia oral . En real ida d , lo hacen cada \1ez menos, en
especial desde 1977, cuando La légende des Cam isards de
'
Philippe Joutard a pareció como un texto fundacional en
Francia. Vidal-Naquct observa que una historia del crimen
nazi ·q ue ignorara las m e m ori as y sus transform aciones seria
una hi storia muy pobre . Los "asesinos de la mem oria" no se
tiembtt de 1995, p. 10 1 · 1 1 2 .
7 Pierre Vidal-Naquet, Ú& ,/uifs, la mb111.1 il't! r t '" prj.w nl, Parfs, La
59
eq uivocaron : cuando niegan l as memori as plurales de Ja
Shoah •q uieren gol pear a u n a comu n i d ad en las mil fibras qu•
tod a vía d uelen y q ue la l i gan al p as a d o propio'".11 De hecho, la
irrupción de l a memoria en la di sc i p l i n a h i�tóri ca se V'Olvi6
inevita b l e a pnrt.i r del m om e n to en que los que transmiUan la
memoria comenza ron a hacer histori a , como sucedió con 1 ..
v icti mas del nazismo que se com porta ron -y s i gue n h aciéad•
lo- com o los archivistas de l a traged i a .
Para term i n ar con este tema, señ alemos q ue l a compara
ción cnt.rc mem ori a e histori a se dificulta a causa de la
pol isemia de esta ú ltima pal abra . M a rc Augé observa que
la pa l a bra •historia " tiene u n a triple acepción , ya que desi¡na
si m u l táneamente u n a disci p l i n a el con tenido de un aconteai
m iento y u n a forma de conciencia colectiva e identitaria.IO Si
nos referimos a la d i sci pl i n a , a la H i storia con hache mayús
cul a , hay que ad m i t i r que l a distan ci a con la memoria - es
considerable. Pero, como subraya Pa ul Veyne, esta "'idea de
H i sto r i a es un l imite i n accesible o, más bien , una idea truceD·
dentaJ• . 1 1 En la práct ica, la histori a, en sus moti\•aciones,
objetivos y, a veces. métodos. siempre toma algunos rasgos de
la memori a , au nque ésta m a n iobre todo el t.iem po para prt>te
gerse de a q u él l a . Por esta razón es •h ij a de la mem oria" . 1 1 Por
otra parte, ambas se conj ugan e n grados variables en toda
memo ri a colectiva. noción que a hora tenemos que precisar.
60
E s t a noción es d i fu s a y, si n em bargo . m uy práctica . Es
t 3 n d i fu sa com o la noción d e con ciencia colecti va ( y , a
fortiori, de i n consc i e n te col ecti vo), com o el con cepto de
mentalidades en h i stori a , com o l as tcorf as de i de n tid a d
cu l t u ra l col ectiv a o como l a fantasfa d e u n "'al m a del
pueblo", si n os referi mos a l a Volkskunde aleman a . De
hecho es tan d i fu s a como todas las re tóricas com u n i t ar i a s ,
t a n a m bigu a como todas las concepciones holisticas de l a
c u l t u ra , de l as represe n taciones, d e los co m portam ientos y
dP l a s actitudes ( u n excelente ej em p l o en sociología es l a
noción de opi n ión p ú b l i ca ) . Esto expl ica q u e la memori a
co l ectiva haya pod ido ser con siderad a como a l go .. misterio
so". J ucelyne D a k h l i a tropezó con este m i steri o c u a n d o a l
i n vest iga r l a memori a colectiva d e los h a bi tantes d e l os
o n s i s de Jeri d , en el su r de Tú nez , rec i bió sobre todo rel atos
dt- h i 8tori a de los l i n :1j es y de h i s to r i a prh•ada poco conci
l i a b l e s con l a evocación de un dest i n o com ú n _ l 3
Por otra parte, la noción de memoria colectiva es práctica ,
pues n o es posible \' e r cóm o designar de otro m od o q ue con este
término ciertas formas de conciencia del pasado ( o de incons
cienci a en el caso del ol\'ido), aparentemente com partidas por
un conjunto de individuos.
61
constituidos por varias ca pus de mcmoria. 1 � Lo mismo s uwde
con el l ugar que oc upa el bosq ue germánico en Ja memoria
colectiva y en lu ideología del Tercer Reich. Un ú l t i mo ejemplo
muestra cuán dificil es no usar esta noción de memoria
colectiva: cuando se realizó u n sond� del otro lado del Rin en
ocasión del cincuentenario del 8 de mayo de 1 945, se fomual'ti
la siguiente pregunta: "¿Quién t u\·o la rei;ponsab i l idad mayop.
en el aplastamiento del nazismo?" Alrededor del 8� de los
alemanes del Oeste respond ió: "Estados Unidos", pero el 961'
de los habitantes de la ex RDA nombró a In U RSS . 1' La noción
de memoria colectiva da cuenta convenientemente de do9
representaciones del pasado que separa en dos grandes cate
gorías a Ja pobl ación alemana.
62
de los gru pos humanos para elaborar una memoria común.
una memoria co m pa rt ida cuya idea es m uy antigua. Los
mitos, las leyendas, las cree n cias, las diferentes religiones son
construcciones de las memorias colecti\'a&. Asi, a través del
mito los miembros de una socieücad dada buscan traspasar una
imagen de su pasado de acuerdo con su propia representación
de lo q ue son , algo totalmente explícito en los mitos sobre los
orígenes. El conte n id o del mito es objeto de una regulación de
la m e m ori a colectiva que depende, como el recuerdo i nd ivi
dual, del contexto soci a l y de lo que se pone en juego en el
momento de la narrac ión.
Pero, incluso en el caso del mito, ¿qué es lo que efectivamente
comparte el grupo que nos autoriza a hablar de memoria
colectiva? En última instancia, las representaciones que aca
rrea y provoca el mito son objeto de v a ri acion es person ales.
i ndividuales. aun c u an do sean elaboradas en marcos sociales
determinados y a u n cuando podamos admitir que la significa
ción que se les do a esos mitos es objeto de u n a focalización
cultural que produce de esta manera una .. memori a étnica",
para retomar una expresión de André l.eroi-Gourhaft . 1'
63
es el trabajo de una memoria sino la obra de memoria
múltiples, a \'eces convcqrentell , con frecuencia d h·crgentes e
i ncluso antagónicas. Por consiguiente. la memoria colectiva
no es nunaa univoca .
La Revolución 1-'ranceaa es una m uestra excelente de las
múltiples facetas que puede tomar l a memoria colectiva y de
su inscri pción en la l a rga duración . En u na obra dooicada a la
transmisión de la memoria sobre 1 789 de una generación a
la siguiente.2 1 Gérard Belloin demostró que la transmisión era
sie mp re una reinterpret.ación del pasado en el marco de
recuerdos más recicnte.s < l a l ucha contra el fascismo, el f'rente
Popular. la ResistA!ncia, la Liberación), que cont ri buia a la
pcrsi&tencia de memori as resplandecientes de la Revolución .
Pascal Ory se interesó especial mente en las c:Onmemoracionea
de la Revolución : = Centenario, Sesqu icentenario y Biccntena·
rio. Cada u na de estas retrospccc: iones reavivó y alimentó
múlti ples memorias, pero J a República supo aprovecharlas
para reforzar, con muyor o menor éxito. l a identidad nacional.
64
citi n no es verd adera mente satisfactori a . pues estos recuer
dos, una vez transmitidos, pueden ser objeto de un procesa
m i e n to espec i a l por parte de cada i ndividuo "receptor", lo que
i m pide su poner la existencia de u n a memoria realmente
com partid a . Si n embargo. tiene razón cuando su braya q ue la
persistenci a de recuerdos c o m u n e s den tro de un gru po nece
sita la repetición , con trariamente al recuerdo i n divid ual que
puede d es p e rtars e d e pronto, después de años de esta r dorm i
d o , sin q u e s e haya he c h o nada para m antenerlo despabi lado.
Evide ntemente, en la necesidad de l a repetición y de la
presencia de u n e n torno fa\'orable para l a memori zación
a parece el r ol de los marcos sociales o marcos colccti\'os de la
memori a , sobre los q ue insistió justamente Halbwachs .
Esta noción de m a rcos sociales de la memori a es m u c h o
m ás con\• i ncente q ue la de memoria colecti va . Parece ind i scu
t i ble que ..com pletamos nuest ros recuerdos ayudándonos , a l
menos en pa rte, con l a memoria de los ot ros" . 2 � La reconstruc
c i ón de un recuerd o pasa por la de l as ci rcunstancias del
aconteci miento pasado y, por consigu ien te, de los marcos
sociales o colect ivos en tre los q ue .se e n c u e n tra el l engu aje, el
m arco social q ue m ayores rest ricciones p rese n ta : las co n ve n
ciones verbales, las si mples pal ab ras que l a sociedad nos
propone tienen u n poder evocador y pro porci o n a n él sentido
de esta evocación como, por otra parte, cu a l qui er ideació n .
Según Hal bwachs , c u a n do un in d i v id uo tiene afasia, l a natu
raleza de esta d i scapaci dad ( verbal, nomi n a l , sin táctica o
semántica ) se ex pl ica, en diversos grados, •por u n a a l te ració n
profu nda de lns relaciones e ntre el individuo y el. grupo",2J es
decir, por u n a ruptu ra con los marcos sociales de l a m emori a .
C u a n d o la afasia se a n a l i za segú n los progresos real izados en
bi oq u ím ica de la memoria, esta tesis es m uy d i sc u tibl e pero,
sin embargo, podemos retener la idea de que según modalida
des variables , esta facul tad hu m a n a se ejerce siem pre en
marcos i n s ta u ra d o s por la s oc i ed ad y que, en parte , l a d eter
minan. "No hay memoria posible fuera de los m a rcos que
util izan l os hom bres que viven en sociedad para fijar y
encontrar sus nacuerdos". 16 Estos marcos no s'on sol a mente u n
envol torio para l a memoria , sino q u e el l os m ismos i ntegran
antiguos recu erd os que orientan la construcción de l os nue-
65
vos. C ua n d o estos marcos se des t r u ye n . se rompen , se d islo
can o, sim plemente, se m odifi can , los modos de memorizaeion
de una determinada sociedad y de sus m i em b ros se transfor
m a n para adaptarse a l os nuevos marcos sociales que habr••
de instau rarse .
66
rep roch ársele haber p l a n t ead o u n a a u t onomia d e m as i a do
i m portante de la m e m o r i a colecti\'a en re lación con las m e m o
ri as i n d i \• i dualcs, Halbwachs, s i n em bargo , tuvo el mérito de
i n sistir en esa i m posibil idad del hom bre de usar la memoria
fu era de la socie d a d : ªlos marcos sociales de l a m e m o ri a
encierran y rel acionan entre si n u estros recuerdos m ás ínti
mos. No es necesario que el grupo l os conozca . Basta con q ue
podamos encara rlos de u n modo que no sea externo, es deci r,
pon iéndonos en el l ugar de l os dem ás y que. pa ra encont ra rl os,
tengamos que segu i r el m ismo cam i n o que ellos habrían
segu ido en n u e stro l ugar" . 0 Esta idea aparece n u ev am ent e en
s u obra póst u m a . cuando define la me m o ri a i n d i v i d u a l c om o
u n " p u n to de vista sobre la m em o r i a colectiva'" ;'2 concebida
como u n a combin ación de i n fl uencias de natu raleza soci al .'En
u n m o me n t o o en ot ro, l a memoria i nd ividual necesi ta el eco
de la memori a de l os o tros , y un h o m b re que sol itario se
acuerd a lo que los demás no recuerd a n corre el ri esgo de pasar
por alguien con "al uci nnciones".:1.1 D e sd e esta pers pect i \• a , la
m e moria i nd i \' idual siem pre tiene u nn d i men s i ón colect i\•a,
ya q ue l a s ign i ficación de los acon tec i m ientos memori zados
po r el sujeto se mide s i e m pre segú n la vara de su c u l t u ra . A..;; i ,
alguien q u e " t r a n s m ite l a me m or i a " pued e \'e rsc i nvest ido d e
pre�t igio por el gr u po c u a nd o l o q u e rec u e rd a está valorizado
( es el q ue sabe > o. por el contrario. p u ed e se r estigm a t i z a
do c u a ndo la i m age n del pasado que em ite es rechazada por l a
sociedad ( se conv ierte en aquel del q u e no se q u iere saber
nad a ). Esto eq uivale a deci r que el estatus de c u sto d i o de l a
memoria que, e n m uchos casos , pa rece ser u n a fu nción p u ra
mente i n d ivid u a l . es i nseparable de l as acci ones sociales .
En conc l u s ió n . los fu ndamentos teór i co s de la n o c ió n d e
memoria colectiva parecen poco sólidos, contrari amente a los
de los m a rcos soci ales de la memoria. Si u n a t eoria es u n
enu nciado q u e tiene c i e rt o valor expl icat ivo d e la realidad. no
p od em o s habl ar real mente de teoría de la memoria col ectiva .
En efecto, esta noción es m ás expresiva q u e e x pl icativ a . Ex
p resa adecu ad amente u n a cierta rea l i d a d : cómo ciertos a co n
teci m ientos parecen memorizados u oh- i d ados por u n a d ete r
m i nada socied a d , cómo existe n capacidades de memoria dife
ren tes en tre gen eraciones , entre cl ases sociales. e n t re sexos ,
etc. Pero no explica de q ué m anera l as m e mor i a s i n d i v i d uales,
67
que son las únicas que se h a n verificado desde el pu nto de
vista b i o l ó gi co (solamente los individuos memorizan efectiva
mente, nunca una sociedad ), pueden aparej arse para consti·
tui r u n a mt>moria colectiva, de q ué manera esta memoria
colectiva puede conservarse, transmitirse, modificarse, etc.
La noción de marcos sociales" nos ayuda a com prender cómo
..
1 1 1 . DERECHO, DEBER
Y NECESIDAD DE MEMOR IA
68
mo de la memori a . Las copiosas i n iciativas de los militantes de
la m � m o ri a . com o por ej e m p l o , la organ ización de u n • tre n
de la memoria" en 1992, para co n m e m ora r la partida de
Orancy del primer convoy haci a Au schwitz ( 27 de marzo de
194 2), a veces son dificiles de canalizar y no i m piden u n cierto
deslizam iento hacia la conmemoración-espectáculo:.," Por otra
parte. la puesta en escena de l a memori a se reivi n dica con
cla ridad en manifestaciones como la representaci ón del com
b a t e de Vendéc en Puy-du-Fou, l a de la vida de Jaures en
Carmaux o, una menos conocida, la de los espectáculos histc>.
ricos en la c i u da d de Meaux,� donde un carnaval sui generis
c.Teado en 1980 fue presentado como la restauración de u n a
tradición . En todas pa rtes, y a veces hasta l legar a la satura
ción , se m an ifi estan l os signos de una superabu nd a ncia de la
memoria, de una fiebre con m e mo ra t iv a o de u n '"producth·is·
m o archivistico" para retomar una expresión de Pierre Nora
En París hay 1 .553 pl acas conmemorati vas, 658 de las
cuales están ded icadas a acontecim ientos de la última gue
rra . :4� E ntre 1986 y 1993 se reali zaron 305 cele b rac i o n es
nacionales que figu ran en los a n uarios d i fu n d i d o s por l a
D e l egació n de ce l e bra c i on es nacionales, q u e depende d e l
Ministerio de Cultura <din.-cción d e los Archivos de Franci a ).
El anuario de 1994 registra 4 7 , desde el trofeo de Augusto en
La Tu rb i e (AJ pes marítimos ) hasta el Desembarco y la Libera
ción, pasando por l a Fundación del Conservatorio n acional de
Arte,; y Oficios o el descubrim iento de la "' Dame d e Brnssem
pouy". Tod a Fra ncia co n m e m o ra : si se ac u m u l a n todas las
celebraciones de todos l os aniversari o� en todas las ci udades
de Franci a , se llega a un total de 1 . 57 1 cel ebraciones entre
1986 y 1993 :111 Thicrry Gasnicr señala que las celebraciones
n acionales tienden a no considerar los aniversarios con una
fuerte carga de m e m ori a < como la guerra de Argelia. el
genocid io de los judíos), como si el proyecto de la Francia
conmemorativa -a u nque también se pod ría hablar de los
69
Estados Unidos� o de la Al em ani a� conmemorativos- fuera
a imponer una memoria de la paz, una i m a ge n consensual de
sf misma. De u n modo general, la conmemoración oficial
pretende ser (con cada v ez m ayores d ificultades, si tenemos
en cu e n ta la " bata l l a de las memorias")'1 un "álbum de
imágenes demasiado serias", una ;&autoccl cbración ""2 organi
zada de manera tal que el pasado y la memoria n o puedan
cuestionar el presente. Desde este p unto de vista, seria lógico
interesarse tanto por lo que una sociedad no conmemora por
l o que conmemora, pues una vez más, la a u se n ci a (el olvido)
tiene tanta im portancia como la presenci a ( l a conmemora
ción ).
70
com ba t ient� . i ntegrantes de la Resistencia, deportados, cir<..'U
los histó ricos. etc . ) y en el más alto nivel estatal . Da orige n a n u
mc rosas pu blicaciones com o el Mémorial des e11fa nt$ju ifs de
Fmnce de Serge KJ ar:;fcld , progrn m as de radio o de televisió n ,
mon umentos, etc. Pe ro no bnsta con tramm1 i t i r u n recuerdo,
q u e es lo q u e se hace en cada celebración . Ta m bién tiene que
haber receptores de ese recuerdo. o el mensaje se perderá ,
te mor que parece fundado si pensamos en ciertas form as de
m emoria del tota l i tarismo. La necesidad de memori a . que
forma parej a con el deber de m emori a , a veces parece faltar:
si bien a fi nes de 1950 e n E uropa occidental se recoJ.,ri eron
a l n'<ledor de di ec i och o m i l testi monios de sobrevh•ient�s de
los c-.impos de oonccntración," hubo que esperar cerca de vei nte
m'\os para que Fra ncia se ocupara s e ri a m entc del papt'l que
.
j ugó el régimen d e Vichy e n el exterminio de l o s j udí�
fran cescs o extranjeros y que se com prometiera, no sin proble
mas. con u n a h i st ori a dt� los c a m pos fra nceses de recl usión .
Deteri oro de l a me moria, recuerdos jern rq u izados . oficia
les o subterráneos, recuerdos ocultados, i nj u ri ados, res p l a n
decientes, d isgregad os, herid os, m uti l ados , a la d e riva u
h undidos; t i rantez entre u n a neces idad y un deber dl! h ace r
memoria: hoy observamos una especie de esq u i zofrenia de l a
memoria en l a s oci e d a d fra n ces a . q u e d uda en tre l a ten tación
de una balcanización de In memoria y I n vol u n t ad de fu ndar
u n a memoria que un ifique la d i versidad nacion al .
71
singular lucha con la escri tura que lu mantiene "en la mem o
ria atroz del pasado" .�� Pero si carecemos del talento del
escritor, las ú nicas batallas q u e podemos mantener son las
públ icas que son m u ch as y que se ren uevan permanente
mente.
El 19 de d i ciembre de 1995 se clausuró una ex posición sobre
la esclavitud en la Biblioteca del Congreso en Washington. Su
título era : .. Detrás de la casa d e l amo: el paisaje cultural de.l a
plantación" y babia sido preparada por u n antropólogo, pero
fue i rri tan te para .la memoria de los negros. Ya en el otoño de
1994 había estallado una violenta controversia en Estados
Unidos acerca de la exposición que el Smithson ian ln st i tute
había ded icado al raid del Enola Gay so bre Hiroshimn: los
veteranos y la Legión americana ( con más de tres millones de
adhere ntes) si ntieron que la exposición constituía u na ofensa
para su memoria y , fi nalmente, fue cerrada en enero de 1 995.
Las batallas por la memoria son una t rad ición persistente en
Estados Unidos. En 1 992 , en ocasión del q u in t o centenario del
descubri miento de América, se opusieron dos tipos de conm e
moración de Colón : l a trad icional recordaba la epopeya funda
cional ; la otra calificaba de holocausto a la masacre de los
indíge nas -que a h o ra se denominan "pueblos locales'"-. Hubo
quien, i ncl uso, quiso reba utizar la Co l u m bus Avcnue, en
Nue\•a York , como "avenida del Gcnocidio 46 A fines de los
.. .
72
plantaciones d e l sur pero, s i n embargo, las conclusiones de
s u s trabajos •son tan d i ferentes como es posible pensar sobre
casi todos los aspectos de este tem a, ya sea sobre el carácter
eficaz y rentable del trabajo servi l , ya sea sobre la personali
dad del escl a\•o, sus reacciones, su cult u ra , o l as relaciones
entre a m os y csclavos".&11 Como siempre, l as d ivergenci as en
la restitución de la memoria histórica e nc u e n tra n su punto de
partida en desacuerdos sobre problem as contemporá neos ,
con los que la memoria no deja de ten�r interferencias .
.
73
sigue produciendo memorias ambiguas y cont racl ict orins . .,,,
Para algu nos , el recuerdo de l\fal i nche a l i m e nt a u n despn·t'io
por todo lo que e� mexicano, cal i ti end o de \' Ulgar, y conl:'t ituye
In bnsc de u n a preferencia por las socied ades occidentales, de
d o n d e pro\'cnfa Cort �s . Para otros, dl' n u n c iar el mal i nchismo
es no solamente la t�st igmatiznción del com portamiento de la
princesa in d igcna acusada de haber traicion ado a sus herma
nos, s i n o ta mbién u n a m a n e ra de reafirmar l a fuerza y el gen io
del pueblo mex icano.
La� conmemoraciones de los bombardeos de Hiroshima y
de Naga�nki rc\•elaron un m os a i c o de recuerd os, no solamente
entre Estad� Unidos y Japón < algo lógico de esperar). sino
t a m bién dl'nt.m de este ú l t i m o país. En l as cerem o n i a s oficia
les . H i rosh i ma es mejor tratada q ue Nagasa ki y , además, las
dcacena� de milt·� de irradi ados no japones� no son recorda
d os . Además. est as con memoraciones reavivaron los debates
�obre l a nat u ra l eza d el conflicto y Japón tU\'O difü·ultades
para reconoces: la realidad de u n n i.ru crra de a m•asión en A.-li a
d u ra n te la Segunda Guerra Mundia l , si n que este reconoci
miento provoca ra criticas d e n t ro de l a pob l aci ón y de la c l a se
política. En ciertos casos . lo que se buscó fue atempe rar las
m e m o r i as , como en O ki n a w a : n i Japón n i Washington quie
ren revivir los terribles rt>cuerdos de la pri ma\•era de 1 94 5 .
E n Francia . los antagon ismos entre memorias ta mbién
form an parte de la tradición n acional , aunque ahora pueden
parecer menos m a rcad os que antes . Existe una i nfi n idad de
tt�mns para que se cnfrt>nten recuerdos y con t ra-recuerdos
franceses . pl u ra l es y cont rovertibles: la Re\•ol ución Francesa
( Bla ncos co n t ra Azules, el papel de Robespicrre. la con memo
ración en 1 98 7 de u n contra-Bicentenario m a n i ficl'to: el .. Mile
nario de los Ca pelos"); el ba u t i s m o de Clo\'i s , Juana de Arco,
la ¡.ru erra de las rel i gi one�. los .. Ca misards", In Com u n a ,
Dreyfus. Pétain, I n Res istencia < con una memori a di fe rente
para la Resistencia i n te r n a y l a de Lon d res . menos \"alorizada
en el caso de las m ujeres que en el de los hombres. etc. >. la
deportación ( memori a con trastada segú n el origen de los de
portados -j udío, gitano o polít ico- ) , la guerra de Argelia, los
re patriados, los harkis. cte. Así, por ejemplo. In m em o ri a sobre
la Ocu pación . sobre las del aciones y los a rreglos de cuentas en
el momento de In I.. i bcrnción son recurrentes en las cam pañas
"'° l.uc Ca mb�zy. l ..'l mémoi rn t r:thlt! d'unc pri ores� indienn'-'. eoCaliirrs
dH Scirnn>" humainl'li, 30 c 3 1 1994 . 497-5 1 1.
74
electorales.51 En este caso, •el pasado no pasa" y provoca
heridas en la memoria, llagas cruentas m�s o menos doloro
sas. ¡Es muy d i fic i l reconocer que el cam pctde 108 M iles había
sido establecido antes de la derrota para encerrar dhí a las
victimas de Ja lcgi sl ndón francesa sobre los "extranjeros
enem igos", que luego fueron l iberados cu a n d o se apl i có el
artículo 19 del arm isticio!·� Con frecu en c i a , al Est ado le
cuesta i mponer un monopolio de la m e m or i a legiti m a y
Francia se balancea entre la amnesi a colediva o el deber de
la memori a, como sucede, por otra parte, en otros paises
europeos, como Alemania, España, Ital ia, la R u s i a poscomu
nista y, tamb i én , los pafses liberados de las dictaduras milita
res , como Argenti na y C h il e . En Fran c i a , incluso celebracio
nes que a pri m e ra \'ista parecían anodinas siem p re fueron
pretexto para batallas de la memoria: así: el trescientos
aniversario de In m uerte de La Fontaine, en 1 995 , d io l u gar en
su ciudad natal < Chateau-Thierry) a agudos enfrentam ientos
pol íticos e ntre los q ue consideraban que el c�critor era un
"pétai ni sta" y los que acentuaban s u carácter un iversal y
popu l ar.-·..,
111 A l rrcd r.ross� r. "Oublicr nos c ri mes. L": unnt"s ir nat ionalc u n e
spc.�ificité fr:a n�Rist'?". A u trf'mc"n t . n" 1 4 4 . Pa r i s . A u l re m e n t . abri l d1�
1 994. p p . 2 1 4 -:! l S.
;: ú .\lontk 3 dt• f�brero de 1 995 .
.... Amin Maalouf. /..c:!f urm;ad�s t'Ut"" pnr /,•s Ara�·11 . P:s ris. Lattc\..!i. 1 9SJ.
p. 30� ·305 .
75
manipularla son permanentes . Personal o colectiva, la memo
r i a se uti liza constantemente para organizar y reorgan i zar el
pasado. ¿Por qué l os gobiernos , los partidos políticos, los
grupos de presión dejarían de i ntentar que este proceso fuese
en una direcc i ó n favorable a ellos? Conocemos el p ape l que
jugaron las manipulaciones m asivas de la memoria en l a
aparición y mantenimiento de los sistemas totalitarios del
siglo xx. En el conflicto i r l an dé s , los ingleses y ciertos in te lec·
tua les i n ten taron mod ificar la me mo ri a sobre la gran ham·
bruna de mediados del �iglo x1x, utilizada por el IRA como un
arma en contra de los i n g l eses . Hace m uy poco, en el conflicto
de la ex Yugoslavia, se produjeron manipulaciones sistemáti
cas de la memoria con el objetivo de hacer olvidar el recuerdo
de solidaridades anteriores . .;.; Por otra parte, los i n te n tos de
entu rbiar, ensuciar o profanar las memorias se basan en estos
casos en recuerdos m ucho más antiguos, como los de los
seculares desmembramientos historicos ( áreas de la ortodo
xia. ocupación otomana, cte. ).
La evocación de In Shoah permite d i fereQciar bien. las
man i pulaciones de la memoria del trabajo ordinario de la
rememoración . Así, por ejem plo, la cifra preci sa de las \'icti
mas se conviertc en u n "desgarrador trabnjo"� de la memoria
con si stente en hacer admitir que la cifra de un millón de
muertos en Auschwitz es u n a hi pótesis mucho más r a zo na bl e
que los cuatro millones de muertos que se nombran en una
placa que hace u n t ie m po estaba colocada en la entrada del
cam po. Asimismo. el que hoy Scrge K.larsfeld pueda tomar la
i n iciath•a de restablecer la verdad histórica sobre la cantidad
de integrantes de la Resistencia fusilados por los nazis en el
Monte Valéricn·'•':' representa la culminación de un trabajo
doloroso de la memoria que demandó un o s cincuenta años.
Por el con trario, el proyecto revisionista que intenta negar la
real idad del genocidio no tiene nada que ver con una m ayéu
tica de la memori a pues. por naturaleza, consi ste en la
n ega ci <;n de la m e m o r i a . De lo que podemos hablar en este
caso es de asesin1tto de la memoria: antes de mani pularla, la
parte de verdad que hay en toda memoria es negad a a priori.
76
Las distorsiones de la memoria provocadas por estos con
flictos nos enseñan probablemente más sobre una sociedad o
u n i ndi viduo que u n a memoria fiel . En la deformación sobre
e l acon tecim iento memorizado hay que ver un esfuerzo por
ajustar el pasado a las representaciones del tiempit presente.
En el caso de los grandes acontecimientos colectivos. se
adivina el interés conj u nto de historiadores y antropólogos
por una búsqueda de la memoria: los primeros ayudan a los
segundos a medir los deslizamientos de la memoria en rela
ción con la realidad histórica; los segundos proponen a los
primeros una interpretación de estos desplazamientos a la luz
de lo que está enjuego en el presente en lo cu ltural , en lo sbcial
y en lo simbólico. Podemos adoptar el mismo enfoque en el
caso de la dimisión de la memoria, el olvido: la amnesia
oolectiva no puede explicarse por completo sin la colaboración
de historiadores y antropólogos.
77
tiempo de la angustia de la vida, de las "faltas de certezas
desgarradoras de la memoria", de las 11metástasis fulgurantes
del recuerdo".61 ¿Cuál fue el recuerdo q u e no pu d o soportar
Primo Levi , que se sui c id ó en 1987, d es p ués de haber contado
su terrible experiencia en los Lager alemancs?82 Elie Wiesel
señala que el más trágico de los personajes bíblicos es el
profeta y el m ás t rá gi co de los profetas, Jeremías, pues
sobrevivió a la tragedia y no pudo olvidarla.ª ¿El placer, la
felicidad o, m ás grave a u n , la su pervivencia, pasan por el
olvido, por la traición a la memoria? En Bosnia-Herzegovina
al gu n os locos m anipularon la memoria para satisfacer sus
obj etivos de d ep u ra ció n étnica. ¿El olvido no permite en
m uchos casos e\'itar conflictos entre los recu erdos? Según
Nietzsche, el privi legio del niño reside en que todavía no tiene
de qué renegar de su propia vida y esto no su ced e con el
hom bre que, más tarde, se asombra po rq u e no p u ede apre nd e r
a ol v i d ar y sigue .. agarrado al pasado", a u n q u e cada fiesta de
Año N u evo pretenda ser un ren aci m iento pleno de resolucio
nes que traicionan el deseo de hacer tabula rasa con el pasivo
de toda vid a h um an a . Y agrega Nietzsche : •toc1a acción exige
el olvido, como todo o rg a n i s m o necesita no solamente luz, sino
también oscuridad" . 6' ¿La memoria puede ser una cadena ,
una traba para l a acción y para In l i bertad? Algu nos monu
mentos, como el 6'\( i ct n am Veterans Memorial'" de Washi ng
ton , fueron considerados como i n stru mentos de catarsis. por
que pe rmi tí a n que la memoria colectiva se deshiciera del
fardo de los recuerdos especial mente penosos . ¿La c o n me m o
ración es, a veces, un olvido disfrazado? Los gra ndes movi
m ientos históricos no pudieron llevarse a cabo sin la vol untad
de d e p u ra r , y hasta erradicar, toda h uella y todo símbolo de los
regímenes políticos anteriores. ¿En ciertos momentos es pre
ciso poner el pasado entre parén tesis e, inc l us o , l legar a
"olvidar nuestros crímenes�
Pero, entonces, ¿no nos pe rd e m os a nosotros mismos en
'7 Primo Le\•i, Si c"c ¿¡t u11 h<Jmmc , Pans , J u l liard , 1987 . 2 1 4 p.
78
cuanto olvidamos? La am n esia de Matsyendranath , uno de los
m aestros yoguis más populares de la Edad Media hindú, le
hizo perder su identidad y casi le cuesta la in mortalidad que
sólo pudo ser sa lvad a por la anamnesü ;, asi m i lada a un
dcspertar.lifi Los hom bres peñectos. que no pierden nunca la
visión de la \'erdad , no necesitan la \'i rtud de la rememoración
porq ue siempre están des piertos : B uda es el que está despier
to por excelencia y po r eso posee, como Mnemosi n a , ta omnis
ciencia absoluta. Hypnos es el hermano gem elo de Tánatos y
si ambos nos asusta n , ¿no es porque ambos son portadores del
oh· ido, uno de manera pro\•isoria, el otro defi n i t ivamente? La
vigilia no es olv i do y, por lo ta nto , no es la muerte: Gilgamesh
no puede adquirir la inmortal idad porque no logra estar en
vel a seis días y seis noches. Según el Digh anikaya ( 1 , 19-22),
l os dioses caen del ciclo cuando .. les falla l a memoria y se les
mezclan los recuerdos".67 A causa del olvido, el alma puede
·dejar h u i r su con tenido• (Gorgias, 493 e), y de este modo se
expone a las maldiciones: "olvidaste l as enseñanzas de tu
Dios, cuando sea mi turno me olvidaré de tus hijos" (Os, 4, 6).
Olvidar, ¿no e s también la pérdida d e l otro? Olvidar un
período de la \' i d a , segú n Maurice Halbwachs, "es perder
contacto con los que en ese momento nos rodeaban".ti& A veces,
también es aba n d o n a r al otro. segú n a fi rm a desde hace más
de treinta anos una organización como Am11esty ln ternatio·
nal, cuya misión es l uchar .. contra el olvido".
Tod as las sociedades se plantean estas pregu ntas (y tam
bi én todos los i ndivid uos ), pero las respuestas no son siempre
las mismas. S i n emba rgo, sería demasiado si m pl ista estable
cer una oposición entre sociedades que olvidan y om i te n , con
lo que priv i l egian el cambio y la i n novación , y sociedades
memoriosas, que se atan a la reproducción y al m anten i m ien
to de l as tradiciones, y a la estabilidad de las jerarquías
sociales, es deci r, por un lado. sociedades autónom as y, por el
otro. sociedades .. heterónomas" para retomar una dist inción
de Corneli u s Castoriadi s . El propio ejemplo de la sociedad
francesa muestra q ue lo que se convino en denomi nar moder
n idad puede conj u garse sin dificultades aparentes con un
apego m uy marcado por el pasado. Groseramente, en el seno
de una misma sociedad , es posible disti nguir períodos en los
q ue se \'aloriza más el olvido y otros en los que se lo niega , ya
79
que la dosificación <consciente o inconsciente, semiespontána
o sem ivoluntaria ) entre los recuerdos y su amnesia total ea
siempre u n a ope rac i ón sutil y delicada.
80
qu e se habia ol\-idado, como se dice de un hombre que olvidó
porque no supo mantener su rango. Así aparecieron recuerdos
desplegados como en una pantalla que proporcionaban una
realidad inaceptable: una Francia combatiente por entero, la
negación de cualquier partici pación en el genocidio, etc. fte.
cién con ciertos acontecimientos, como la real i zación de la
pel icula IA.' cliagri n �t la pitit, de M nrcel Oph üls, en 1969,
expresión de un largo trabajo subterráneo de la memoria, o la
publicación de lo obra de Robert O. Paxt.on en 1 973,:º se inició
una rememoración de esa época histórica . con lo que se puso
parcialmente fin a un fenómeno de oh· i d o colectivo.
:v Robcrt O . Paxton, La Fmn� di! Vichy. 19-10· 1944. Parss. MUil, 1 9i3.
380 p.
:i Claude Lévi.Strauss , Anthmpologil! �trut"luralr J,.11x, París. Plon,
1 9i3, p. 230·23 1 .
ª Traki Znnnad Bouchn ra, l.a c:illt mtmoú1• Cnntrihution a la aociol.
d11 L'clt-11 . P:arás, !\lt<ridi•n Klintksieck. 1 994, p. 24.
81
triunfo que le perm i ta a la persona o al grupo construir o
restau rar u na i m agen de ellos mismos globalmente satisfac
toria . Kierkegaard plantea que "el recuerdo no sol amente
debe ser exacto. tam bi én debe ser fel iz". ;.1 I ncluso podríamos
decir que u n rec uerdo debe ser feliz antes de ser exacto, lo que
s u po ne I n fac ultad de olvidar l os aspectos más penosos de un
aconteci m iento pasado. Hasta podemos l legar a desear ol\'i ·
dar el recuerdo de u n aconteci m iento fel iz cuando simultá
neanumte evoca el recuerdo de su pérdida. A la inversa, en
ciertos casos particu l a rmente trági cos, negarse a ol\' idar un
rec uerdo doloroso constituye l a ú n ica razón para vivir.
No existen letotécnicas, no h ay un arte del olvido equ iva
lente al arte de la memoria, arte que tam bién seria úti l , aun
cuando más no fuera para dar decid idamente la espalda todos
los d ins n todo lo que estorba n uestro pasado. Sin embargo,
n uest ro cerebro se ded ica a deshacerse de m i l l ares de i nfor·
maciones i n ú tiles . Olvidamos m ás d e l o que recordamos. ¡por
suerte! La cnsi imposibilidad de olvidar que s e obsen·a en
algunos sujetos dotados de una memoria hipertrofiada < hi ·
pcrm n csia o memorin .. i nconti nente") puede hacerlos caer en
un u n i venro caótico y en una confusión al ucinatoria que les
im pide poner en orden los acon tecimientos memorizados· o,
más grave aun, d arle sentido a la propia vida. Así, por
ejem plo, Vcniam i n . el célebre paciente del neurólogo Alexan ·
dre Luria. nos hace pensar en el Funes de BorgcR:�• es capaz
de asociar mi les de datos memori zados con \•ersos declam ados
en su presencia pero. al mismo t iempo, es incapaz de compren·
der el sent ido del poema recitado.�.\ El agua de M nemosina
puede ser una fuente petrificantc.
En ¿Qué e s u11a nació11 ?, confecencia pron unciada e n La
Sorbona el 1 1 de marzo de 1882, Renan aborda el tema del
olvido. En un pasaje bril l ante que conviene citar por completo
ya que es total m ente actual , se levanta vigorosamente en
contra de l a obscsi<>n por la búsqueda de las huel las de
pertenenci a ét nicas:
:' Emest Renan. Qu '�.st·c� q11 'unc nut1on �. l'a ri:s. Pl"('$!1ff Pocket . 1 992,
p . 49
: : Op. cit . . p. 42.
: � Richard L. Gregory ( bajo la dil'ft'ción de 1 . Lc- Ctrt·(Q u "" 111 co 1i n u . Pari.4 ,
Robert J...,fronl, 1993. p. 939.
:, l rina Shemakovo, "'lb" Gu lag in Menlor)··. en Luai;a Pas..�rini 1 b.'ljo la
direcc ión de-1, lUt•mory ond Totalitarúlm . Oxfonlr.-;cw York. Oxford l� n i\·cr·
aity Press . 1 992. p. 1 03· 1 15.
1( Jean-Lou is Deot�. Oublic:z.' üs Ttl llh !S, l 'Eurn¡H.·, '" 1\111��. raris.
83
que confu ndir con el perdón. En efecto, con la amnistfa, acto
polftico y j urídico, se considera que el hecho no sucedió, se lo
borm. dela.memori a que, del i beradamente, queda apagada.
t.a amnistia es radical, e11 el �_n tido en que se arran�_l a Jájz
del recuerdo o es. en .todo caso1 'º que la sociedad se esfuerza
--
e�.q�r..
-· - - - ·
84
cu ando se den u n ci a .. la memoria crispada y conservadora
pa ra aprender el ind ispensable olvido . . . que ritualiza el duelo
necesario y que permite pertenecer a su tiem po•."
Las sociedades modernas parecen te ntadas por la capitali
zación al in fi n i to de la memoria, huida hacia delante que las
dispensa de inscribi r el pasado en el presente para llevar a
cabo el duelo. Así, no hay m ás forma presente de una memoria
en función de expectativas hacia el futuro, sino un inmenso
archivo que, en cierto modo, es vacío. Es una memoria l iteral,
estéril, a menudo hecha de resentim ientos, prisionera del
acontecim iento pasado q ue, para ella, sigue siendo "un hecho
i ntransitivo, que no l leva a ningún lado m ás allá de él mismo",
al que Todoro\' le opone la memoria ejem plar, para la que el
pasado, domesticado, se vuelve "'principio de acción para
el presente". 1.s Esta memoria potencialmente li beradora su
pone un trabaj o de d uelo que es posible real i zar, aunque
siem pre sea pel igroso:"" esto pasó, por ejemplo, con el desfile
de los carros alemanes por los Ca mpos El íseos el 14 de julio de
1994 , o con l a presenci a del Presidente alemán en l a conme
moración del cincuentenario del levantamiento de Varsovia
del lº de agosto de 1944 o, también, con la '"cadena de luces·
orga n i zada en Berl ín la n oche del 30 de enero de 1993, en
respuesta al desfile de antorchas del 30 de enero de 1933 con
el que se celebró la l legada de Hitler al poder."� Sin esta
asunción del pasado, la me mori a se dilata indefi n idamente, a
tal punto que pierde toda consistencia y toda signi ficación . El
trabaj o de duelo, señala Sem prún, pasa justamente por Bu
chenwald .
85
difici l para lns sociedodes que pa ra los i nd i\·iduos. Aquéllas
dudan entre la memori a total, z;umiaión sin limites al pasado,
el olvido total, sumisión absolula al futuro y dos formas bien
diferenciadas del o ....ido parcial : una es el olvido activo, acep
tado -que no hay que confundir con la falsificación orweliana
de l a memori a o con lo que Primo Le\'i llamó la guerra del
"Reich milenario" contra la memori a: destrucción de docu·
mentos públicos:• retoques de fotografias, autos de fe , etc.
que es una amnesia fundadora del futuro, porque este olvido
es asunción del pasa do: el otro, el olvi�o pasivo, a tenta contra
Ja memoria de las \"Íctimas (el "ol vido culpable" de que habla
Ren� Char>. es e l signo de un encadenamiento con una historia
reprimida, actitud exactamente simétrica de Ja repetición
machacadora de lu memoria que manifiesta el encarcelamien
to a un pasado obsesivo.
86
Capitulo VI
EL CAl\fPO DE LA ANTROPOLOGfA
DE LA MEMORIA
R7
l . MF.MORIA Y PATRIMONIO
2 Andtt Chasll'L ·t.a notion dl' polrimoino", en Picr� Nor.1 ldir. >. /As
�8
bienes confiscados a los emigrados, m'->d idas de prevención
contra el vandalismo considerado rápidamente como .. la pro
fanación del culto de los recuerdos".=' La Nación se procuró los
medios para proteger una herencia t textos legislativos y
admi nistrativos. creación de diversas comisiones y de institu
ciones encargadas del inventario o de la conser\'ación tanto en
París como en las provincias);' incluso si para algunos ( Qua
tremere de Quincy. los anglosajones que estigm ati zaban el
iconbclasmo) la Revolución desnaturalizó los objetos religio
s os conservados en los museos al transformarlos en si mples
obras de arte. Dentro de esta m isma actitud se encuentra lo
que Dominique Poulot denomina el "lamento fúnebre,, de los
que ven en los procesos invol ucrados en la formación del
patrimonio "'un fenómeno que apareció sobre las ruinas de la
memoria viva":; A lo l argo del siglo XIX la percepción de la he
rencia fue con fusa y selectiva , ya que los poderes p úbli cos y la
adm i ni stración mostraron sobre todo la i ntención de valorar
los ..orfgenes" de la n ación francesa . D uran te el siglo siguiente
se amplió la conciencia patrimonial a l pu nto de integrar
progresi\·amentc todas las realidades materiales, las realia .
en el proyecto de aprehender hasta el más modesto nivel de
e\·olución de la sociedad. En ese momento empieza a manifes
tarse "1111 a atención etnológica que no puede dejar nada que
tenga que ver con las cosas y los usos fuera de su rad io de
alcance".' Esta tendencia no dejará de acentuarse y el fin del
segundo milenio muestra un sentimiento patri mon ial exacer·
bado, que se i n teresa no solamente por las realia , sino tam·
bién por todo un campo de lo inmaterial < lenguas, cantos,
tradiciones, sa be res y m aneras de hacer las cosas, etc.) en el
que los pueblos se reconocen . Desde este punto de vista, André
Chastcl señala apropiadamente que "'ningún elemento patri
monial tiene sentido fuera del vinculo con las sociedades
implicadas con él". 7 El patrimonio es el producto de un trabajo
de la memoria que, con el correr del tiempo y según criterios
89
m uy variables, selecciona ciertos elemen tos heredados del
pasado para incluirlos en Ja categoría de los objetos patrimo
niales. Funciona eficazmente como un aparato ideológico de
..
90
serie entrara en los m uscos: "La prosecución y l a multiplica·
ción de las exca\'aciunes arqueológicas volcaron torrentes de
objetos en l os muscos, cuya presentación sólo puede provocar
aburrimiento o vértigo, si no se los somete a criterios de
selección draconianos, pero contrarios al espíritu de una
cultura paralizada por el miedo en ferm i zo a elegir" . 1 1 En tanto
que, como he m os señalado varias veces, una dimensión esen·
cial de la memoria es el olvido, parece que en campo del
patrimonio, la angustia por la pérdida lleva a guardar todo y
a no querer olvidar nada, quizás hasta una próxima satu
ración.
91
sociedades ca m pes i n as no modern izadas, ciertas formas de la
m e m oria obrera en las regiones ind ustri ales golpeadas por
la recesión , etc. >, te n d e n cia evidente desde fines del siglo XIX
en los museos de et n ografi n en los que se multi pl icaban
cabezas de m a n i q u íes moldeadas " se gú n la naturaleza" en
diferentes regiones de Francia . 14 ¿Cómo e x p l i ca r e sta e s peci a l
atracción por la •be1Jeza de l a m uerte", este vínculo con el
memento mori a expensas d e l memen to vivere, 13 esta hegemo
n ía d e l inventario y de la col ecc i ó n por sobre la c re ac ió n , esta
pasió n por u n a memori a m uerta, fija , petrificada? Quizás
haya que hace r estas pregu ntas recordando esta célebre
consideración de Nietzsche : ªPara el gu s a no , el cadáver es un
hermoso pensamiento•. 11
Por otra parte, algunos expu lsan el cad áver de su memoria
y se n iegan a ver que los muertos enti erre n a l os vivos . Es
asombroso constatar hasta qué punto la ausencia de c onc i en ·
cia patrimoni al es i ncom prendida por la sociédad y sor p ren
dente ver que este fe n ó m e n o relativamente frecuente -noso
tros mismos lo hemos observado- no es ronsidcrado por l os
investigadores. Sin e m bargo , a me n u d o es la e xp res i ó n nor
mal d e l trabajo de la m emori a que, regularmente, l i be ra al
sujeto d e las huellas más penosas de su pa sad o . Asf, hay que
co m pre n d e r que los campesinos destruyan voluntariamente
a n ti guos utensilios agrfcol as ; los zapateros , horm as; l os pes
cad o res mediterráneos, viejos anzuelos , como modo de saca r
de la m em oria los obj etos que evocan un oficio dificil , duro, que
implica sufrimiento y e sfu e rz os y q u e sólo a lca n z a para
"ganarse la vida". Estas actitudes "apatrimoniales'" tendrían
que ser objeto de e stu d i o de la a nt ro pología de la memoria del
m is m o modo que la te n d e n ci a a la patrimonialización de la
sociedad.
J I . Los MONU)IENTOS
92
las estatuas. Los "di fusores" de la memoria por excelencia son
los monumentos a los m uertos, las necrópolis, los osarios, etc .
y , de m a n e ra m ás general , todos l os m onumen tos funerarios
que son el soporte de una fuerte memoria afectiva . La piedra
siempre acogió la memo ri a : l as dos pied ras de ónix sobre las
que se habfan grabado los nombres de los hijos de Israel y que
se l l evaban sobre los hom bros de Efod , se llamaban piedras de
la memoria.
93
memoria . Al crear es p a ci o s comunes de la me m ori a , señala
James E . Young, '"los m o n um e n tos propagan la ilusión de una
memoria común".20 Pero, más allá de la ilusión, ¿cuál es la
verdadera naturaleza de esta memoria? ¿El entusiasmo p atri
m o n i al contem po ráneo y la profusión de monumentos no son
final ment� s u s t i t u tos del trabajo de la m em ori a que deberían
efectuar la com u n i d ad y los individuos? Para Pierre Nora,
"'cuanto m enos se \'ive l a memoria desde el i nterior, más
n e ces i ta apoyos e xte rn o s y puntos de referencia tangibles". Y
agrega : la m e m o ri a de las sociedades modernas es una .. me
m ori a registrad ora , q u e d e lega e n el archivo la p reoc u p a ci ó n
de recordar por e l l a y m ultiplica los s i gn os de los que se
despoja, como la serpiente lo hace cen su piel muerta".21
Memoria registradora pero también memoria rel aj a d a y atra
pa - todo que c u m ple co m pul si va y m ec án i ca m en te con su
tarea, sin preocu parse por e l sentido del acto de memori a .
Ahora bien, a propósito d e los m o n um e ntos a la m e mori a del
Holocausto, J am e s E. Young so s ti e n e que la l\(tiv i d a d de
h ace r memoria que no se form ule preguntas sobre sus propios
fines, que no se inscriba en un proyecto presente, eq u i v a le a
no reco rd ar n ada .n Por l o tanto, hay que p restar m ucha
atención a iniciativas de artistas co m o Hans Haacke o Jochen
Gerz, quienes en sus creaciones o a través de sus actos
conmemorativos i ntentan transformar "el hacer memoria
sobre el pasado dn cuestionar crít i ca m e n t e a l prese n t e" . 2:1 Uno
de l os ejemplos más con oc i d o s de esta 11guerril l a co n m e m o ra
tiva" en Alemania es el contra-m onumento (o m o n u m e n to
i nvisible) de S arre bru c k : después de h abe r arrancado setenta
adoquines de la plaza de la c i u d a d que l le va a la antigua
res i d en c i a de l a Gestapo, Jochen Gertz, con la ayuda de
estudiantes, grabó en cada uno los n o m bres de los antiguos
ce m e n te ri os judíos de Al em ani a ( más de dos mil ) y l u ego
vol v i ó a colocar los ad oq u i n es con la ca ra grabada co ntr a el
piso, de manera de vo lve r invisible la m e m ori a . C\lando se
con oc i ó esta acción conmemorativa subterránea, estalló u n a
gran controversia en Alemana y el monu m e n to invisible tuvo
94
m uchos visitantes que, evidentemente, no vefan nada, pero
que asf respondían a las expectativas de Gertz. Éste espera
ba que, al buscar a su al rededor la memoria. los visitantes
descu brieran la memori a que ya estaba en ellos . Fin al mente,
la plaza fue rebautizada: "Plaza de l Monumento I nvisible",
pero el mayor a lcance de esta in iciativa , segú n James E.
You ng, reside en su poder de sugestión que "ya había i m plan
tado el memorial all í don de podía ser más efica z : no en el
corazón de Ja ci udad, sino en el corazón del espf ri tu público•."
El contra-monumento de Jochen Gertz, a través de las m ú lti
ples reacciones y posturas que provocó en la población y en la
clase política alemanas, muestra una vez m ás que no existe
verdadero acto de memoria que no esté anclado en el presente.
95
ineludible de un l i naje, de una sociedad, de una civilización ).
El poderoso desarrollo de l as ·casas de memoria" ( muscos de
artes y trad iciones populares, de etnografía regi onal y
de historia local ) se arraiga en la v ol u n ta d de conservar, de
guardar en la memoria las experiencias humanas "desde la
cuna hasta la tumba" .
Más de un mi l l ar de es ta bl ec i m i e n tos proponen cada año a
cientos de miles de visitantes un capital de memoria. ¿Pero
cuál es su naturaleza? Podemos abordar esta cuestión de
diferentes maneras, por ejemplo, teniendo en cuenta tanto lo
que no está en los museos como lo que allí se expone.
Ante todo, tenemos la memoria de l a tierra, la de las
soci ed a des rurales tradicionales, que está masi\'amentc re
presentada en los m useos de artes y tradiciones po p ul a res .
Memori a mayormente l ocal , se dedica a u·n pasado que debe
ría dar una imagen fiel de la identidad de una Francia que es ,
esencialmente. la Francia del terruño. El sentimiento del fin
cercano (o ya consumado ) de los cam pesinos i nspi ra acciones
de salvataje de todo lo que recuerda la vida de antes en el
cam po : herramien tas, mobi liario, vestimenta ,j uguctes, cuen
tos, ca n c i on es , etc. El estatus de los objetos recolectados y
expuestos es ambiguo. Para Krzys z tof Pom ian, todo objeto
patrimonial obedece a la siguiente secuencia : primero es
. "cosa", cuando tiene u n v al o r de uso en e l aparato productivo;
l u e go es " desecho''. cuando dej a de tener esa función , porque
está viejo, d e te r i o rado o es o bsol e to ; puede transformarse en
"semiófora ", es decir, un objeto "con características visibles
que pueden rec i bi r signi ficaciones" c u an d o se lo exponga en
un m useo.:ai Un objeto "cosa" co n v e rti d o en "semi6fora" ya no
puede ser percibido como lo era en su forma original. Fuera de
su contexto, a veces en una "puesta en escena" -y, en ese caso ,
la m e m o ria del escenógrafo interviene- ¿qué recuerdos des
piertan un arado, una azada o la estatua de un santo en l a
m e mo ria d e l os visitantes que, e n su mayoría, n o pueden
reconocer estos objetos sino solamente conocerlos? Por su
puesto que este conocimiento es im portante, pero no hay que
confundir la memoria que un habitante de la ci u d ad construye
sobre una sociedad rural desaparecida o en vfas de desapari
ción , con la memoria c:k esa sociedad . Jean Cuisenier y
Marti ne Segal e n recuerdan el balance hecho en los años '20
96
�obre treinta años de c reac i ón de museos etnográficos tentre
1 878 y 1909): los objetos .. no valen más solamente por lo que
son cuando uno está •entre el los•, también ti ene n valor, y
especialmente, por lo que son pa ra la mirada ·de l os otros•".27
Esta comprobación sigue s i e n do válida. Además, el conoci
miento ad qu i ri do por el visitante tiene todas las posibilidades
de seguir s i e ndo m uy superficial cu a nd o se sabe q u e en los
museos de arte un visitante medio no dedica más que algu nos
segundos a cada cuadro que "contempla". 2f> ¿Qué guarda en la
memoria el visitante que concurre una hora o dos al m useo de
las Artes y Tr ad icion es Populares de París? ¿Qué le C\'Oca ese
oratorio, ese bonete o ese ramo de mieses ante los que pasa
rápidamente? Ver una herramienta del herrero ( o toda una
herrería) tien e poco sentido si no se puede acceder al mismo
tiem po a la m e m ori a de los gestos asoc i a d o s a es a herram ien
ta, a l a memoria de l a cad e n a de operaciones en l a que se
insertaba, gestos '"que deben ser orde n a dos en una simból ica
de los sabere.'l sobre los modos de hacer las cosas, que ubica al
herrero en u n lugar por sus cualidades, sus competencias y el
j u ego social local".29 Si n e m b a rgo , esto puede a p l i cars e al
conjunto de los museos y no solamente a los que se d ed i can
al mu ndo rural . En todos estos m useos, la conservación de
o bj etos "puestos entre paré n tes i s " y que comercian entre si
po n e en suspenso el referente real . Por esta razón , l os m uscos
en tanto instit uciones , lejos de ser los lugares de me m ori a , son
"máquinas de olvido activoWJO de una tem poral i d ad exterior de
la que se extraen los objetos expuestos .
Los eco- m u s eos constituyen un intento de u n a memoria
viva y es signi ficativo que la mayoría de los cuarenta y seis
establecimientos museográficos reagru pados bajo el eslogan
Adelante la memoria sean, precisamente, eco-museos .31 Aquí
se manifiesta la v o l u n ta d de d arle vid a , de volver m ás di námi-
111 H1ma Gott.esd ienrr. " La lecture d e �xtes dans les mW>t!t's d'art·.
97
ca la memoria , en genera l estática, de los museos trad iciona
les . Cuando C laudc Lévi-Stra uss Yeia en los objetos exp u es tos
en los eco- m useos '"pasado en estado puro",32 dejaba entender
q u e se trataba de una memoria intacta y viva del pasado l o que
se ofrecía a los visitantes .
:u Jean· Yvea Andrieux. Le patmnmn� ;,,dUJJ triel. Pa.r'8, PUi-', "Que saia
jo?", 1992. p. 4.
�• �· .\loncle. 2 de eeptiembl"P. de 1 995 .
98
proprio su m useo de las artes y tradiciones populares, aunque
se instau ra con dificul tades una política del pa t ri moni o i ndus
tri a l , por el contrario, hny m uy pocas iniciativas destinadas a
col m a r el retraso de los otros m useos. Establecimientos como
el museo del Desierto en Mas-Soubeyran ( cerca de And uze,
Gard ) , que recuerd a la pe rsecució n a los protesta ntes, siguen
siend o excepcionales. Actualmente v�mos pocos proyectos
museográficos capaces de i n tegrar l as memori as plurales, y a
veces en competencia, de l as diferentes pobl aciones francesas,
ni tam poco c a paces de i r más allá del simple ordenamiento del
pasado para "decodificar también las rupturas y con t i n u ida
des del presente"_.,., La m useofilia, como tóda manifestaci ón de
la memoria, sigue siendo o lvi dad i za y m uy selectiva .
La naturaleza y el contexto
del acontecimi�nto memorizado
M uchos de los psicólogos ( Li nton, 1975 )� que siguen las ideas
de Freud demostraron la tendencia de los sujcto.'i a olvidar l os
hechos desagradables m ás rápidamente que los ot ros e, igual
mente, a atenuar con el tiempo el aspecto desagradable de
septiembre de 1 995, p. 1 55 .
• Las referencias complet.ns de los diícrentes trabajoi; citados e n .-s te
párrafo purdcm rncont rn rse en A. BaddP ll'y, op. rit
ciertos recuerdos, proceder por medio de reducciones y olvi
do�. En genera l , el ·opti m ismo de la mem ori a" le gana al
pesi m ismo. En este sentido, investigaciones realizadas con
mujeres l u ego del parto < Ro bin son et al . , 1 980) muestran que
el recuerdo del dolor d i sm i n uye con el paso del tiempo. Sin
em ba rgo , esto no prueba l a exi�tencia de un a represi ón , pues
es posib le que el recuerdo de u na se n !l aci ón de pl ace r dismi
nuya de la mi s m a manera . Además, l os recuerdos agradables
quizás senn simplemente dom i n antes en re l ación con los
rec ue rd os desagradables. Por consiguiente, seria más fácil
recordar l os pri m e ro s sin que esto i m p l i q ue la re pres i ón de l os
segu n d os . Pero esto no po n e e n c ues tión e l h echo varias veces
\'Cri ficado de Ja propensión h u m an a a oh i da r los aco nteci
•
100
otorgará u n a visión de los acontecimi�ntos pasados en parte
modificada por el presente . Del mismo modo que para releer
un l ibro igual que cuando éra mos niños habría que olvidar
todo lo que hemos vivido d e sd e ese momento y volver a
encontrar todo lo que sabíamos entonces, 37 el informante que
quisiera revi vir con fidelidad un hecho de su vida pasada
tendría que ser capaz de olvidar todas sus experiencias
u lteriore s , i ncluida la que está viviendo durante la narración,
algo, por s upu es to , imposible. Por consigu iente, si se quiere
medir la amplitud de esta reconstrucción de la m em o ri a es
preciso reconstituir con la mayor fidel idad posible el contexto
antiguo del acontecimiento que se está considerando, con la
ayll d a de la histori a , de la etnografla de la cultura material ,
etc. , para hacer un paralelo con e l relato d e l informante.
10 1
funciones psicológicas s u periores.:'� B a s á ndose en el conce pto
de MOP <Memof)' organization packets, paquetes de organi
zación de la me mor i a ), Roger C. Scha n k sostiene que contar
una historia no es una s i m ple repetición , s in o un acto real de
creación : "El proceso m ismo de crea c i ón de la historia crea la
estructura mnemónica que con t i e n e la ese nc i a de esta histo
ria para el resto de nuestra vida . Hablar es recordar".'º Esta
construcción tiene u n a función soci al: al manifestar con fre
c u enc i a nostalgia por un pasado p i n tado con l os colores "de l os
buenos viejos t iem pos" , e l narrador hace una crítica de l a
sociedad de hoy que puede traicionar l a exige n ci a s uby ace n te
de cambios para el futuro. En este caso, el con ten i d o de la
narración es una transacción entre u na cierta representación
del pasado y un "horizonte de expectativas• para utilizar l a
expres ión de Ricocur. Esta memoria q ue co n l l ev a un a
es tru ct u ra pos i bl e del futuro es si e m p re un a memoria viva .
Por otra parte, esta construcción puede cam bia r en su form a
y en su con te n ido , pues el sujeto " p res e n t a como presente" la
inform ación rememorada . Por eje m plo, s abe m os que el estado
em oc i o n al del n a r r ador . sus afectos, p u ed en tener un efecto
s obre la natu ral eza de l os recuerdos evocados, sin que sea
posibl e determ inar real mente si la cal i ficación que se hace del
hecho pasado cuando es recordado se debe a sus característi
c� pro p ias o bien a la proyección de la tonalidad afectiva del
mo me nto mismo de la rem i n iscencia. En c ua lqu i e r caso, el
sujeto que está triste tendrá una tendencia m ayor a recordar
experiencias calificadas como tristes, con lo que, en cierto
modo, propo rc i o n a u n a vi si ón sesgada de su p rop ia vida. Esa
dependencia del contexto forma parte de la reconstrucción de
los recuerdos. Sin embargo, no significa la ausencia total
de reprod ucción . En la mayoría de los casos, la reconstrucción
se o rga n i z a en tomo de lo que pod ríamos denominar, según
BachcJard ,41 n ú cleo de memoria, qu e también es un n úcleo de
sentido, cons ti t u i do por e l emen to s del pasado relativamente
estables, es decir, conservados sin cambios desde su percep·
ción original .
102
Además, darle coherencia a la propia trayectoria de vida
per mi te que el n arrador, al mismo tiempo, transforme el
relato que está con struyendo en un en u nci ad o pertinente, con
lo que responde a las expectativas de una •hermosa historia
de vida" por parte del que reci be la narración . La naturaleza
(y, por supuesto, la duración ) de la interacción entre el
narrador y el i nterlocutor también determina m uchos aspec
tos de la naturaleza del relato. Muchas observaciones llevan
a pensar que l os recuerdos autobi ográfi cos espontáneos son
más exactos que los provocados por u n a pregunta del interlo
cutor. Por consiguiente, cuando i nformantes en situación de
anamnesis dan prueba de que no pu ed e n record ar, insistir con
el pedido puede inducir a una cantidad importante de recuer
dos i n exactos , incl uso inexistentes. Gracias a recientes inves
tigaciones en p s i co l ogí a experimental se conocen ej emplos de
rememoración de acontecimientos que nunca existieron.º En
la p r á ct i ca , la e t n ografi a que recoge relatos de vida debe
encontrar un equ i l ibrio dificil entre la reserva y la demanda
de inform ación . Cuando ésta es excesiva, el investigador se
expone a los fenómenos que describi m os m ás arriba . Por el
cont rario, si se absti ene demasiado, se arriesga a enfrentarse
a la "memoria reservada", especie de "gel m ne mó n i co" que se
prod uce cuando existe una separación demasiado grande
entre las modalidades cu l turales antiguas y l as actuales.
Entonces , el narrador piensa q ue sus histori as no le -Van a
in teresar a nad ie'"4l y empobrece su relato de vida.
En resumen , el etnógrafo debe ad mitir que él nunca será el
Schl iemann de las memorias i ndividuales , pues éstas cam
bi an y se modifican sin cesar y, por eso, su puesta al día como
"relatos de vida" es siem pre provisoria. Adem ás, muchos
recuerdos de vi d a se ven "ensom brecidos• por diferentes
fenómenos, como la fa b ul a ci ón autobiográfica, los acomoda
m ientos mitológicos," la prod ucción de lo que se denomina
mal as hermanas ( respuestas ligadas a la respuesta correcta
103
pero incorrectas , puerta abierta solamente al inconsciente ,
según los psicoanal istas), el bovarysmo, la infatuación , la
paramnesia o su contrario, la ecm nesia, l a ocultación, e)
olvido, los déficits mnemónicos a causa de la edad o lo..'l delirios
de memoria semejantes a las hipermnesias oníricas. Estos
fenómenos ejercen sus efectos de manera diferenciada en
rel aci ó n con el tipo de recuerdo que se trate: fam iliar,_ profe
sional, local , nacional . Sin embargo, sería erróneo querer
evaluar los relatos de vida a partir de los criterios de verdad
y falsedad y rechazar pura y s i m ple me nte las anamnesis que
no parezcan creíbles porque, por una parte, "Jo que uno dice de
si mismo siempre es poesfanu y, por otra, como en toda
manifestación de la memoria, existe una verdad del sujeto que
se d ice en las distancias \'Ísibles entre la narración (la memo.
ria restituida, las maneras de •dar por verdadero·>4' y la
"realidad " de los acontecimientos. Finalmente, desde la pers
pectiva de una antropología de la m emoria, la existencia de
estas distancias presenta un interés especial pues permiti
rían com prender mejor los procesos complejos que acompa
ñan en primer término a la memorización y, luego, a la
remem oración . El recuerdo tal como aparece en el relato de
vida nos permite ver que la m emoria también es un arte de la
narra ción .
1 04
otro caso la memoria es tan engañosa, indisciplinada, capri
chosa , como en el campo de la tradición y de las costwnbres en
el que, se dice siempre, nada es como antes: en otras épocas,
los jóvenes respetaban a los viejos, l as fiestas eran auténticas,
etc. Efectivamente, ya nada es como antes, pero nuestra
memoria olvidadiza no admite que esto sea verdad para todas
las épocas. En realidad, n ada es como era antes y la teoria
de la continuidad ("desde siempre") resulta una construc
ción de la memoria basada en la leyenda de una permanencia
•secular" de las prácticas, embelleciendo el pasado para llegar
a lo que Bemard Crettaz (op. cit. ) denom i na la belleza del
resto, su arcaización y l a fabricación de n uevas tradiciones.
Por otra parte, este cambio permanente es signo de vida y no
de una simple supcrlivcncia. Jcan-Claude Schmitt señala,
justamente, que una cre e nci a , un rito siem pre son vividos,
nunca se sobrevive a ellos, de otro m odo desaparecen.•-:
105
que hacemos con lo que hacíamos. Podriamos decir que las
sociedades modernas tienen una conciencia a gu da del ol vid o
y de la pérdida inherentes a todo cambio social porque , mucho
más que lus sociedades de trad ición oral, son capace.s de
consen·ar su memoria. El archi\·o recuerda el olvido y, natu
ral mente, el crecimiento de la conservación no h ará otra cosa
q u e reforzar el sentimiento de pérdida.
I.a investi gación de Joél le Bnhloul sobre los recuerdos de Dar·
Refayi l es u n a excelente muestra de esta tesis. Cuando an un
ció a sus informantes que iba a h acer un libro con las entrevis·
tas , para ellos se con,'irti ó en Ja escriba de una tradición
esencial mente oral . A partir de ese momento, su iniciati\·a
constituía su memoria como archivos del pasado. Pero, al
mismo tiempo, la etnóloga se t.ala que sus recuerdos de Argelia
"tomaban la forma literaria que J a tradición judía santi fica y
sacraliza" .• , Transcribi r esta memoria era perpetuo ria pero
ta mbién , desde nuestra perspecti va , fij arla dcfi nili\·amente
en un texto q u e a parti r de ese momento pasaba a ser el
referente para Jos i nformantes o sus descendientes )•, también .
para la etnóloga y sus lectores. Así. afirmar que la memoria
étnica es multil ingüe, porque los i n formantes que se expresan
comúnmente en francés vuelven a encontrarse con el árabe
cuando evocan sus recuerdos, constituye una verdad del mo
mento de la investigación, pero sólo de e• momrn to, que quedó
transformada en verdad permanente gracias a la escritura .
Pero, la evocación de Jos mismos recuerdos d i e z o vei nte a ños
mú tarde, después de que el olvido avanzó sobre la obra,
¿tam bién mostrarla la existenci a de una memoria étnica
multilingüc? Evidentemente no lo sabemos y con esta pregu n·
ta nos enfrentamos a la ambigüedad de toda empresa etnográ
fica de la que es absolutamen te consciente Ja autora de la
investigación sobre la casa judea-árabe de Dar- Refayil.
106
por el cambio en el pasado -el que la memoria transporta, el
que aparece en las entrevistas orales- al sacar a l a luz las
mutaciones, l as evoluciones y las inn ov aci ones que pertene
cen a todas las épocas.
107
cuerpo de un antepasado e un dedo entero) guard ado en un
ta rrocon, posiblemente. formol . Esta especie de memoria del
cuerpo dt> un antepasado t ransm itida de generación en gene·
ración expresaba de manera cspec:tacular la \•ol u n tad de la
familia de mantener la memoria del cuerpo doméstico.
108
memoria. La co m pu ls i ó n por la memoria contenaporánea se
explicaría , en tonces, por la desaparición de las soCiedudes de
memoria. Pero si nos detenemos en esta oomprobación, ¿no
nos cstamoti n egu n do a admit.ir que las socied ad es modernas
son tan generadoras de memori a y do transmisión como las
ot ras. como quisimos demostrar en el c:apftulo anterior? Es
subest.imar el peso de las tr.sd iciones vi\•idas en el grupo social,
es decir, en el se n tid o etimológico. el peso de todo lo que es
transmitido y, por consiguiente, su pone la memoria. En las
sociedades modernas, como en todas las demás, opera una
memoria social, q be subyace a los ritos, las insti tuciones. la
fuera de la costumbre, los hábi tos. las relaciones ent.re sexos
y con el propio cuerpo del sujeto (técn icas corporales, gestos.
etc:. >. De manera máa general, e..1S la memoria se expresa en
todas las d isposiciones adquiridas que se designan con el
término habitus, especiulmenle \isibles en la transmisión de
las memorias profesionales .
:.' Tahcn r�h te. Tahca Erdoes. D..· menimrr rndi'"nr''" · París. Pion. 1 977.
376 ¡ > .
• • Vi\· inna P:ique�. ·com mc>nt trnn11ml'ttno u n :S.1 \'oir non écrit e t méme
1 10
de la memoria humana a olvidar los conocimient.ips en cuanbt
se los considera i nútile."l.
111
La ampl itud de Liewc ch memoire es tal (siete vol úmenes,
135 artículos, más de 5600 páginas) que no seria razonable
intentar res u mirl o s en algunas lineas. El diccion ario Le
Grand Robert de la tangue fronfaise ( 1993 ) proporciona la
d e fi nición de Ja noción : u n J u gar de m e m oria es una " u n idad
significativa, de orden materi al o idea l , a l a que la vo l u n
tad de los hom bres o el trabajo del ti e m po con v i rtieron en
un e l emento s i m ból i co de un a determ i n ada com u n idad".
La i d ea de fabricación, de prod ucción del lugar su byace a
esta d e fi n ició n . Asi, es posible h a b l a r de u na prod u cción d e
l o s l uga res sa n tos p o r l o s Cruzados después de l a tom a
d e Jerusa lén : a n te vestigios i nciertos . o incluso ante l a
fal ta d e todo ves tigio, local i zaron d e ma nera m á s o m e n os
arbi traria ciertos deta l l es de la vida de C risto, "obedecie n
d o a l a i n s p i ración d el momento" ,62 de m a n e ra q u e hoy es
d i fíc i l d i s t i n g u i r los recuerd os de los l ugares que se remon
tan a los primeros siglos de la era cri sti a n a y lo que agregó
la i m agi nación de los Cru zados. Una vez que el l ugar es
prod ucido, es d i fíci l abo l i r l o . Salvo en l os casos de amnesia
espontánea de un gr u po , esto no puede l l evarse a cabo si n
la destrucción física del l ugar, cuando se trata de u n l ugar
m a teri a l . "Cuando se d ispersaba a los señores y a las
re l i giosa s de Port- Roya l , no s e pudo h acer nad a hasta que
n o s e arrasó con los ed i ficios d e l a a badia" :6.1 desde e l
tem p l o de l o s antiguos d i oses , hasta l a s t ra ncas de l os
H LM /'' pasando por Port- Roya l , la Bastilla o tantos otros
lugares sagrados (cementerios , mezquitas. iglesias, sinago
gas ), In destrucción de un lugar tiene como objeti\·o la m uerte
de u na memoria, objetivo que no se alcanza mientras viva
algu ien que recuerde.6.\ Entonces , es com prensible la necesi
dad que existe de mantener l ugares como Auschw itz que,
como señala Jürgen Habermas.66 es el lugar de memoria más
i m portante para los alemanes de hoy.
Willcm Frij hofT propu so un equivalente en holandés de la
expresión francesa especialmente perti nente: geheugen boei,
es deci r, una "boya de memoria", pues "la memori a se ata a
form as, sin dejar de flotar segú n lns olas y sin perder su
112
capacidad de garrear·.0; Es la mejor manera para decir que,
por natu raleza , el trabajo de inventario de estos lugares m a -
113
esta tesis. Nora proporciona un p u n to de vista osombrosa men·
te reductor de su p ro pi o aporte teórico, que es c:omside:rable.
Por suput>Sto que no es posible negar la desuparición de
comunidades, sociedades o entornos de mem oria, fenómenos
especial mente bie n analizados en el campo relii.rioso por Da·
niele Hen•ieu-Léger. por ej e m pl o . cuando plantea q u e con la
desaparición de la parroquia o de la sociedad campesi n a , la.'l
sociedades modernas se caracterizan por una " m e m ori a en
migajas• .9 Sin embargo, si bien desaparecen algun o.tt entor·
nos de memoria, otros e me rgen , ya sea en el movi miento
asociativo, como el deporte:º (¿acaso los hinchas do fútbol
marselleses no constituye n u n entorno de memoria y la OM no
se com-irtió en un l u ga r de memoria?). Ja política , el m u ndo de l
espectácu lo y olros campos de Ja vida social. Oponer r.idical
m en te un periodo contemporáneo caracte rizado por el fi n de
las ..soc iedades-memoria" (como se habló del fin dt? los cam pesi·
nos) a un pasado en el que la comun idad com pnrtin íntimamente
una memoria \'i\"D. es ceder a la quimera de una especie de gran
di\'isión h istórica que no C$ totalmente falsa. �ro que tampoco
es \'enladera por completo. Nunca hay sociedades totalmente
inmóviles y el hoy difiere del ayer co mo el ayer difcrin del unte;
de ayer, aun cuando sea i nd iscu tible que los cambios se acele
ran . Ya en 1912, Durkheim hablaba en ús fonMs élém�ntaires
de la r:ie religi�uM de una fonna de desencanto del mundo que
puede compararse con la desaparición de un entorno de memo
ria. Pero nada excluye que un cierto desencanto sea concomitan·
te con un nuC\'O enamtamicnto, com o señala l\larc Augé. : 1 De
hecho, no habría que hablar de la desaparición de los entornos
de memoria, sino de su transformación: durante mucho tiempo
ciertm miembros de la sociedad (el a n tepasado , el jefe, el ex
combatiente) eran reconocidos como los únicos legíti mos, los
únicos autorizados portadores de la memoria colecti\•a. pero
hoy penl icron este monopol io. Hay cada vez más indi\'idu06
q ue se proc l am an custodios de la memoria de su grupo de
pertenencia, como puede veri ficane en el caso de la pasión por
la genealogía. Por este h ech o, la prod ucci ón de los l ugares de
memoria se va a volver profusa, más dispersa, más fragn1en
taria, a \'cce.S inesperada,-;, con frecuencia me nos visible y
1 14
menos espt.'Clacul ur que en los t.icmpoa de las grandes •socie
dades- memori a" en las que era más fácil concordar acerca de
cuáles eran los l ugares l i nd uso los Lugares Importantes) que
podiun contar con un consenso en cuanto a su valor de memo
ri a .
D e esta manera , para lu pcrspccti\·a d e los etnólogos, e l
pri nci pal i nterés de l a noción d e lugar de memoria constituye
la i nvitación a proceder a un in\'entario de lu modalidades de
encamación de u n a memoria cambiante, en movimiento,
selectiva, más o menos fuerte y más o menos viva, y esto tanto
ayer como ho)'. en nuestra sociedad y en otras . Al unir con
demasiada i nsistencia los lugares de memoria con la supuesta
desaparició.n de los entornos de memoria , Pierre Nora sostiene
que se trata de un fenómeno es pec ífico de las sociedades
mod�mas (en primer l ugar en Francia y España f1 y, paradó
j ica mente, empobrece el amplio campo de investigación que él
mismo había abierto.
115
(estación de las censuras que u n a colectivi dad se i mpon e- , los
lugares de am nesia, que pueden convertirse en l uga res de
anamnesia, ti e n en tanto para en se ñ a rn os sobre el estado
de u n a sociedad como los l ugare s de memoria.
VI II . MEMORIA E I DE�'TIDAD
1 16
p l a n tear el m is mo razo n a m i e nto para u n gru po o para toda
u n a socied a d .
T�a persona q u e recuerda domc.stir.a.el pasado ��,_so.�gt
todo, s� �propiade � lo incorpora y lo marca 00D &u i1Rpl'9n•,
etiq ueta de memoria manifiesta en.lo&. relatos e memeriae de
vid�.IA m e m ori as totales le corresponden identidades sól idas;
a identidades fragmentarias, memorias d i spersas. Hay mu
chos ejem plos de esta i ntri ncación entre memoria e identidad,
muchos casos en los que la memoria consol ida o d�sh ace el
sentimiento identitario. Por caso, el peso que ejerce la memo
ria fa miliar en la identidad del sujeto aparece con claridad en
una i nvestigaci ón76 llevada a cabo con los ni ños de la Shoah ,
que tienen memoria del horror y, por otra parte , con los
descendientes d e los verd ugos, herederos de memorias enve
nen adas. Los primeros, que "no se s u po n í a que n acieran
porque no se supon ía que sus padres vivieran", se esfuerzan
como pueden por volver a pegar los fragm e n tos de su historia
famil iar y reconstituir de este modo una memori a que les
perm i ta , quizás, liberarse de un frecuente senti miento de
culpa : cul pables "de no estar a In altura de los seres que
desaparecieron y que son idealizados", culpables de no ser
felices , culpables de olvidar, a veces , In tragedia. Los segun
dos, acechados por lo que para la m ayoría de el los e s un
"fardo", a veces m a n ifiestan un rechazo a sus antepasados que
puede llegar hasta el odio por uno mismo. La ascendencia
trágica o ignom i niosa tam bién golpea, de manera diferencia
da pero no por eso menos impuesta, la memoria genealógica
de un i ndh·iduo o de un grupo y, por consiguiente, su iden
tidad .
Se h a escrito lo su ficiente sobre los evidentes víncu los entre
la fiebre patrimoni al , cuya dimensión de memoria es eviden
te, y la búsqueda de la identidad , como para que n o nos
detengamos en esta cuestión . Desde hace m ucho tiempo,
Gcorges-Henri Riviere nos enseñó que u n eco-museo es un
•espejo" en el que la población se mira . " Los museos-refugio,
es decir, los muscos del terruño o de las artes y tradiciones
populares. en ocasiones fueron denominados museos de iden
tidad , que puede ser magnificada hasta llegar a desvirtuarse
( chauvinismo, folclorismo, e l u s i ón de la realidad , unanimis-
117
mo, etc. ).'" As i m i s mo , los lugares de m e mo ri a son estructuras
de recuerdo para la iden tidad de los grupos o de los individuos.
A m e n u d o , el discurso p a tri mon i a l se basa en un llamado a l a
supervivencia d e una i den t i d ad local , regi on a l o nacional: el
Museum Arlaten, co nc e b ido por Mistral. "Museo de la vida
viv iente y de la raza de Arles" es un buen ej em p l o de esto.
Se ñ a l e m os también que, del m ismo modo que se pu do decir
que la e t nologí a era una con s t ru c t ora de identidades, se puede
consider.,ar que ciertas acciones de patrimonialización son, al
m i smo tiempo, constructoras de m e m o ri a s y de identidades.
Ciertas em presas < Paribas, France Télécom , Sodial l , la UAP,
el GAN , S l i gl os , etc. ) juegan hábi l mente con este registro y
apelan a historiadores y archivistas para restitui r y val orizar
su p a t r i m oni o . En este caso, l a memoria se convierte en u n
instrumento de gerenciamiento: s e su pone q u e s irve para
s o l d a r al gru po y para reforzar la com petitividad . Asimismo,
con frecuencia los Estados re c u peran y convierten en emble
m ática s ciertas i nvestigaciones arqueológicas porque form an
parte de las estrategias de afirm ación étnica o nacionalista .
Tu mbas y sepulturas, en especial , so n soportes privilegiados
para el j uego conjugado de l a m e m o ri a y de la identidad . ¿Es
útil recordar la i m portancia de mantener la m e mori a de los
m u e rtos para la reafirm ación del vínculo soc i al ( fami l i a ,
nación ) y l a construcción de la identidad?
Como la iden tidad , la memoria étn ica o re l i gi os a se cons·
truye o pon i é n dose a otras memorias o asim i l ándolas: la m e
mori a armenia m ovi liza la cultura de este gru po en co n t ra del
ncgacionismo tu rco ; la mcmoria judin se organiza en tomo de
la memori a de l a Shonh. fren te a l a n t i semit ismo y a l revi sio
n i s mo: la memoria protestante se construye a parti r del
recuerdo de la Revocación del edicto de Nantes y de l as
persecuciones; la memoria acad i a n a i n te rp re t a el "'Grand
Déra11gement ", l a deportación de 1 755, �9 cte. Con frec ue n c ia la
memoria ét n i ca o rel i giosa se estructu ra integrando hechos
trágicos que, al obtener salienci a , apu ntal an el senti mie nto de
perte nencia, con el peligro de j ugar con la misma memoria
histórica de estos acontecim ientos cuando se i m po n ga n las
circunstancias.
1 18
IX. 0ntAs PERSPECTIVAS
1 19
Otro campo ria> en promesas es el de la memoria sensorial.
Ciertos museos t.-omprendieron la importancia para la memo
ria de los sentidos que no sean la vista. A través ele una
mWK.oOgrafia sensorial intentaron estimular de otro modo la
memoria de los \'isitantes: creación de ambientes olfativos en
exposiciones, asociación entre sonidos e imágenes, autoriza
ción a tocar ciertos objetas. etc.
La evocación provocada por la vista ( por ejemplo, los colores),
el oido (los sonidos), el tacto, el gusto, los olores, varia, . por
supuesto, de individuo en individuo (Apollinai re estaba muy
orgulloeo de su "gran memoria nasal•), pero es probable que
l os marcos socialeii de la memoria favorezcan una focalización
c u l t u ra l de esta evocación. Lucienne Roubi n mostró lo que
denominó l a "dimensión étnica del sentido" en una im·estiga
ción sobre los cul tivadores de la\•anda provenzales. Sostiene
que el hombre del Mediterrá neo c\'ol uciona en un biotopo
oloroso, es u n "hombre de l ugares ventO&OS, que hue le , que
&.'lpi ra", sus asociaciones m e ntales están "1>ajo la influencia
consciente de una incitación olfati\•a imperiosa•. El recuerdo
i ntenso que provoca. por ejemplo. el olor de los azahares es
simultáneamente i ndividual y el reflejo de u n consenso social
y de la manera en que esta flor participa de ciertos ritmos
colectivos de la natvralom. como por ejemplo, el consumo en
i nvie rno de pastelería aromatizada con agua de azaharcs.ltl
Joelle Bahloul hizo obsen·acioncs semejantes a partir de su
i nvestigación sobre los judíos de Setif, despllff de su partida
de Arge li a en 1 96 1 : su memoria doméstica en gran parte es
una memoria de los sentidos ( por ejemplo, de los olores de In
cocina. de los platos preparados para C?I shaba th ) incorporada
por todo un grupo.111 Tenemos otra prueba de l a existencia de
conjuntos olfativos culturalme n te diferenciados en el asom
broso "'síndrome de Proust• que aparece en los peñumeros,
sobre todo en los que se denominan las •narices·. La agudeza
de su memoria olfativo les permite trabajar con la evocación
a partir de una paleta de varios ci entos de olores. Una \•ez que
se ha adquirido esta memoria ol fativo , entonces i n te n ta n
crear peñu mes j ugando con mayor o menor suerte con las
diferenci as sociales, culturales y sexuales. F..sta memoria
olfativa es excepcional pu es una característica de los olores es
l a imposibil idad de evocar directamente su recuerdo, conjuga
da con u n gran poder de ev«ación.111 En este campo, donde
1 20
t.odavia está todo por hacer, investigaciones sistemáticas
tendrían que pennitir comprender mejor, por ejemplo, cómo
dentro de una 80Ciedad determinada se organiza esta memo
ria de los sentidos en íunción de estatus aociales, de las edades
o de los sexos. Tambi6n tendria que ayudarnos a aprehender
la extensión y la riqueza de los recuerdos que todo indi\iduo es
capaz de evocar a parti r de las sensaciones primarias.
121
CONCLUSIÓN
122
Mi l i bro , dice Proust en las últimas páginas de Le temps
retrouv�, es un medio que les proporciono a los lectores para
leer en ellos mismos. Un acto de memoria es a n t e tod o esto:
una aventura personal o colectiva que consiste en ir a descu
brirse uno mismo gracias a l a retrospecc i ón . Viaje azaroso y
¡ peligroso!, po rque lo que el pasado les reserva a los hombres
es indudablemente más incierto que lo que les reserva el
futuro. Su observación no es menos apasionante para la
antropología , que no deja de asombrarse de las vueltas que
puede dar Mnemosina.
1 28
BIBLIOGRAFÍA
124
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126
:INDICE
JSTRODUCCIÓN • • • • • • • • • • • •• • • • • •• • • • . . . • • • . • • • • •• . . . • . • . • • • • • • . • . . • . •• • . • • . . • . . . • • • • • • 5
J . LA M'TROPOLOGIA Y LAS BASES ANATOMICAS
\" 8101.ÓCICAS DE LA �fEMORIJ\ • • . . • . . . •••••• . • • . • • • • • • • • • • • • • . • ••••• • • • • • . • • • • • • • 9
l . El cerebro . . . . . . . . . . . . . ..................... ............ .............................. . 11
1 1 . Bioquímica de la memoria . . .. . . . . . .. . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
11 . FACULTAD D E MEMORIA \" APARATO PSfQUICO • • . • • • • • •• • • • • • • • • • • • • 15
1 . La especi ficidad d e la memoria humana .. . .............. . . . . . . .... 15
1 1 . Enfoque psicoanaUtico d e la memoria . .... . ... . . . . . . . . . ........... . 16
JU. El aporte de la psicología . . . . ... . . . . . . .... . . . . ... . . ..... . ... . ... . . . . . . . . . . 19
111. Los Fl:"N DA.\IENTOS �llTJCOS Y FILOSOFICOS • • • • • • • • • • • •• •••••• • • • • 21
l . l\lnemosina . . . .. .
. . . ... .. . . .... . ....... . .. .... . . . ................... . ...... . . . . . ..... 21
1 1 . El i n menso palacio de la memoria (San Agustín ) ......... . . . 26
1 1 1 . Referencias filosóficas: mate ri a,
du ración y memoria . . . .. . .. . . . . . . . ................. ..... . .... . . . .. . .. . . . . . ... 28
IV. MEMORIA \" RAZON PRÁCTICA . . . . . . . . •••••• • . . . . • .• • • • • • . . . . . . . . • • . •••••• 36
l . Lus artes de la memori a . . . ....... . . . . . . . . . . . ........ . .... . . . . . . . . . . . . . . . .... 36
1 1 . La medida del liempo . . . . ..... . ... . ..... . . .... . ..... . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
1 1 1 . La exteriorización del pensamiento
y de la memoria . . . .... . . .. . ........ . ..... . . .... . . . . . . . . . ..... . . . . . . . . . . . .. . ... . . 41
IV. Memoria genealógica , memoria generacional .......... . ..... . 49
V. l\fE.\IORIAS Y AMNESIAS COLECTIVAS •• •• • • . . • • . • • • • • • • . • • • • • • • • • ••••••• 56
J . l\lemoria e historia . .. . . . . . . ....... . .... . . . . . .. . . . ................ . . . . . .. .. . . . . . . 56
1 1 . La noción de memoria colectiva . . . ... . ... . . . . ............ . . . .... . . . . ... 60
1 1 1 . Derecho, deber y necesidad de memoria . . . .......... . . . . . . . . .... 68
I V. Conflictos y manipulaciones de la memoria.
Recuerdos pl urales y en competencia . . .. . . ..... . ..... . . . . . . . . .. .. . . . . . 71..
1 27
1 1 1. Las casas de meDIOria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
IV. 1.48 relatos (o memorias) de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
V. Tradiciones. costumbres. ritos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
VI. La b'ansmisión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. . 107
VII. Lugares de memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1 1
VIJI . Memoria e identidad . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . ... . . . .. . . . . . . . . . . . . .... . . . . 1 16
IX. Otras perspectivas . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 19
CoNCLt:SIÓN .... • • . . • •• • .. ..
• ••••••••••• •• • ••• ••• ••• • • • ••• • •• • • . . . . . . .. .. 122
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