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Presentación
Llegamos a la última clase de este curso. Las lecturas, los intercambios en los foros y las
experiencias compartidas seguramente hacen que nos encontremos con nuevos saberes, miradas e
inquietudes en relación al eje que aquí trabajaremos: los desafíos que se nos presentan para
generar instituciones más inclusivas en relación a los EMPA.
En las clases anteriores nos aproximamos a algunas de las dimensiones que se anudan a estas
experiencias y a los discursos que circulan en relación a ellas. También nos acercamos a marcos
conceptuales, legislativos y metodológicos que brindan herramientas para propiciar el abordaje de
estas temáticas en las escuelas y estimular —a través de las diferentes puertas de entrada de la
ESI— estrategias tendientes a la promoción de los derechos de niñas, niños y adolescentes, de sus
derechos sexuales y reproductivos, que estimulen la toma de decisiones autónomas.
Tal como comentamos al comienzo de la cursada, algunos trabajos —que mantienen su hegemonía
en la actualidad— consideran que la edad en la cual se dan estos embarazos, maternidades y
paternidades es la causa de sus consecuencias negativas. En relación a lo educativo, estas miradas
exponen como único punto de llegada la deserción escolar. Sin embargo, las experiencias de las y
los adolescentes y jóvenes se alejan de los pronósticos que vaticinan un destino escolar. Un
importante caudal de estudios constata que:
En principio, debemos aclarar que algunas y algunos jóvenes que atraviesan estas situaciones,
La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia (EMPA)
interrumpen sus estudios antes de que se produzcan los embarazos y nacimientos de sus hijas e
hijos. Las condiciones de vida hostiles, las necesidades laborales y familiares, las relaciones
conyugales y los contenidos que adquieren sus experiencias escolares son algunos de los motivos
antecesores que se conjugan en el abandono escolar. Hay quienes dejan la escolaridad, hay quienes
la continúan y quienes retoman los estudios. Identificar los obstáculos, los facilitadores y las
estrategias que se producen para la continuidad de los estudios o la vuelta a la escuela nos permite
visualizar aquellos elementos/situaciones que conforman la trama institucional y social en la que se
alojan estas experiencias, lo cual nos deja en mejores condiciones para atenuar las desigualdades
que insisten y potenciar los mecanismos tendientes a la inclusión.
En esta dirección se mueve esta cuarta clase: acercarnos a aquellos mecanismos que pueden
colaborar en la construcción de una escuela más cercana a las necesidades de quienes atraviesan
estos fenómenos en pos de una mayor igualdad y justicia. El abordaje que nos proponemos se
enmarca en el enfoque de la ESI con perspectiva de derechos y género, lo que requiere de un
trabajo que haga dialogar lo personal, lo institucional y lo comunitario a fin de garantizar los
derechos de las alumnas y alumnos.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de una escuela inclusiva? Seguramente todas y todos
estaremos de acuerdo con que niñas, niños y adolescentes tienen el derecho universal a la
educación, y que el Estado —a través de sus instituciones y agentes— tiene la responsabilidad de
garantizarlo; es decir, debe promover los mecanismos que hagan efectivo este derecho. Contamos
con un plexo normativo más que potenciador en este sentido. Ahora bien, a partir de este acuerdo
¿cómo pensamos la inclusión desde una lógica democrática? ¿Cómo se vincula esto
específicamente en los casos de EMPA?
En la segunda clase recorrimos algunos de los prejuicios y sentidos que se presentan en las escuelas
en relación a los EMPA. También dijimos que esos modos de pensarlos/nombrarlos conllevan
diferentes prácticas institucionales. Por ejemplo, sostener que estas experiencias son situaciones
desviadas respecto de lo que se espera en relación al alumnado conlleva prácticas muy diferentes
La inclusión se ha pensado y generado desde muy diferentes perspectivas. Hay quienes proponen
que las escuelas deben integrar las diferencias o a los “diferentes”, lo cual mantiene una jerarquía
binaria entre adolescencias “normales” y otras “diferentes” a las que hay que tolerar, ayudar.
Desde otros paradigmas, la inclusión refiere a una escuela que abre las puertas, que genera los
mecanismos necesarios para que todas y todos tengan lugar en un marco de respeto de las
diferencias y propiciando una mayor igualdad. La inclusión se convierte en un compromiso para
alcanzar una escuela y una sociedad más justa.
En relación a los EMPA, desde este último paradigma se piensa que la escuela tiene el compromiso
de garantizar la continuidad escolar o el regreso a la escuela de quienes la hayan dejado. Es decir,
el trabajo sobre estas temáticas no remite a un voluntarismo, a una posible ayuda para quienes
atraviesan estas experiencias, sino que se constituye en una responsabilidad por la garantía de los
derechos, especialmente el derecho a la educación. Como parte de las políticas públicas en ese
sentido, el desarrollo normativo con el que contamos, establece un plafón fundamental y
potenciador para que esto ocurra.
La visibilización de estas experiencias tiene lugar en un contexto más amplio de condiciones que la
posibilita. La aprobación de leyes emblemáticas —tanto de alcance internacional como nacional—
ha resultado un paso clave en la construcción de una sociedad más justa y solidaria en términos de
género y sexualidades. Se parte de la convicción de que los instrumentos normativos expresan los
debates y las relaciones de fuerza de ciertos momentos socio-históricos. De esta forma, el análisis
del proceso en el cual se fueron generando los marcos legales en esta temática no puede quedar
por fuera de esos condicionamientos. Así, se establece una íntima vinculación entre la conquista
normativa en este terreno y la lucha del movimiento de mujeres, los movimientos socio-sexuales,
políticos y académicos, y las experiencias en diferentes escuelas que estimularon relaciones más
igualitarias respecto de los EMPA.
Esta modificación refuerza la primera ley y amplía sus destinatarias/os en tanto incluye el período
de lactancia y a los estudiantes padres como dimensiones a tener en cuenta desde las acciones
institucionales. En este punto resulta significativa la transformación generada por el
reconocimiento de los alumnos padres. Su inclusión como destinatarios de estrategias
institucionales no solo devino en una mayor igualdad, dado que algunos dejaban su escolaridad
para cumplir el mandato social de varón proveedor, sino que el nombrarlos y visibilizarlos conlleva
también la transformación de sentidos y de prácticas más igualitarias entre los sexos/géneros, en
tanto se reconoce que estos procesos no son solo cosa de mujeres. Esto no implica, por otro lado,
desconocer las particularizaciones y desigualdades que produce este último posicionamiento.
En este mismo sentido, la Ley Nacional Nº 25.273 establece el derecho a “inasistencias justificadas”
para alumnas embarazadas y alumnas madres. Este instrumento jurídico junto a otros, establece la
responsabilidad por parte del Estado de garantizar el derecho a la educación, y el compromiso de
adoptar mecanismos que favorezcan la escolaridad de quienes atraviesan los EMPA. Estas
normativas, que se particularizan en algunas jurisdicciones y que se acompañan de políticas
públicas educativas, evidencian la dimensión política-institucional de estas experiencias.
Este plexo normativo aporta a la construcción de una escuela más igualitaria y más justa en tanto
promueve que las instituciones ofrezcan respuestas y den lugar a las diversas experiencias de niños,
niñas y adolescentes.
Este proceso no se da sin resistencias, violencias y temores. Es sabido que los instrumentos legales
resultan fundamentales para la concreción del derecho a la educación, pero no son suficientes. De
modos más o menos explícitos persisten prácticas institucionales que conllevan discriminaciones y
exclusiones. Asimismo, en las experiencias diferenciales que construyen quienes pasan por las
escuelas se expone la potencialidad de las prácticas institucionales-pedagógicas que —a veces en el
cuerpo a cuerpo— posibilitan la construcción de estrategias que tornan posible la continuidad
La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia (EMPA)
escolar.
Recorramos algunas escenas, algunas situaciones a las cuales nos enfrentan estas temáticas para, a
partir de allí, reflexionar acerca del lugar de las escuelas, de las y los docentes.
Les proponemos:
● Realizar un listado de las leyes que fuimos trabajando a lo largo del curso y que
brindan un marco significativo para el abordaje de los EMPA en las instituciones
educativas.
● Identificar en ellas los artículos más significativos en torno a las temáticas
abordadas.
Establecer algunas estrategias para la difusión de estos instrumentos y sus aportes en la
escuela/institución en la cual trabajan.
Los modos en los que esta escena puede continuar son diversos. Seguramente la primera cuestión a
resaltar de la escena es que la alumna que atraviesa esta situación que la está angustiando elige
contarle esto que le pasa a alguien. Las y los adolescentes no le cuentan estas cosas a cualquier
persona. Julia habrá encontrado en esa docente alguien de confianza, alguien que escucha, alguien
que la puede acompañar en el proceso de toma de decisiones. Esto marca al menos dos primeros
compromisos: no quebrar esa confianza depositada y acompañar.
Una investigación realizada hace unos años (Fainsod, 2006) advierte que la escuela ocupa, en
muchos casos, un lugar destacado en relación a la noticia del embarazo. Para algunas adolescentes
la escuela es el primer lugar en el cual se comenta esta situación, y esperan que la institución se
convierta en una interlocutora entre ellas y la familia, a fin de abordar cualquier tipo de conflicto
que pudiera surgir en ese momento.
Pero, ¿cómo acompañar en esta primera instancia? No se trata aquí de dar una receta, ni de
establecer un único camino a seguir, sino de pensar algunos puntos que nos puedan orientar en la
consolidación de una respuesta atenta y enmarcada en la perspectiva de derechos.
La noticia de los embarazos genera en los docentes, preceptores y directivos que la reciben
En principio es importante tener en cuenta que si una alumna o alumno viene a contar un
embarazo es porque requiere ser escuchada/o, contenida/o. En tal sentido, es importante sostener
desde la calma y dar lugar atentamente a lo que está aconteciendo para escuchar y acompañar
desde el respeto a la decisión de las y los adolescentes.
En relación al pedido de confidencialidad, es preciso tener en cuenta que las/os docentes debemos
resguardar la privacidad solicitada (Ley Nº 26.061, art.10). ¿Qué quiere decir esto? Que debemos
respetar la solicitud de los adolescentes, y acompañarlos/as para que esta situación pueda hacerse
pública del modo en que ellos decidan.
Lo primero que hay que hacer es constatar el embarazo. Muchas veces nos encontramos con
situaciones donde los retrasos menstruales se vinculan a otras cuestiones. Las instituciones de
salud, con quienes a veces trabajamos en esta primera instancia, también tienen como principio
rector el derecho a la privacidad y la confidencialidad. En ellas puede solicitarse un test de
detección de embarazo gratuito y sin necesidad de estar acompañada por un/a adulto/a.
http://www.ms.gba.gov.ar/sitios/maternoinfantil/files/2012/05/1-
guia_nacion_Atencionadolescentes.pdf.
Quizá, al momento de la noticia, quien se acerca a contar lo que le sucede, quiera eso: contar lo
que le sucede a alguien de confianza. Será oportuno que en la escucha se pueda preguntar de qué
modo quiere ser acompañada/o y advertir cómo es que se llegó a esa situación. No se trata de
generar un interrogatorio: imaginemos cómo nos sentiríamos nosotras/os si vamos a contarle a
alguien de confianza una situación que nos preocupa y esta persona empieza a hacernos una serie
de preguntas que no queremos/podemos responder. Sí debemos, en cambio, estar atentos a poder
escuchar y advertir cómo es que se llega a esta situación y si hay alguna situación de riesgo, ya que
las diferentes posibilidades también abren distintas necesidades y responsabilidades. ¿Se trata de
una situación planeada? ¿O se trata de una situación no planificada? ¿Se presenta una situación de
abuso/violencia? ¿Cuál es la red de contención? ¿Cuenta con una pareja, amigas, amigos, familia,
otras/os adultas/os referentes? ¿Se advierte una situación riesgosa en el marco de la familia?
¿Qué hacemos desde la escuela frente a estas distintas posibilidades? Cada una de estas
situaciones nos interpela de manera diferente como institución, como docentes, y nos señala
diferentes responsabilidades.
La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia (EMPA)
En este punto diremos que la escuela tiene la responsabilidad de generar las condiciones que
atenúen las desigualdades y garanticen los derechos sexuales y reproductivos. Es decir que, en este
caso, se deben propiciar las condiciones para garantizar que cada una y cada uno decida
autónomamente cuándo, con quién y cómo tener hijos/as, o no tenerlos/las.
De acuerdo con lo que el marco normativo estipula, la escuela —junto a otras instituciones—
deberá:
Al momento de la noticia de un embarazo habrá que escuchar cuál es la decisión de ese o esa
adolescente y acompañarlo/la.
Abuso sexual/violencia
Según la ley Nacional Nº 26.061/06, la escuela tiene la obligación de realizar la denuncia pertinente
a las Defensorías de niños, niñas y adolescentes. En su artículo 55 inciso c) explicita que las
instituciones educativas “deben velar por el efectivo respeto a los derechos y garantías legales a
La ESI en la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia (EMPA)
niñas, niños y adolescentes, promoviendo las medidas judiciales y extrajudiciales del caso […]”
El material “Maltrato infantil. Orientaciones para actuar desde la escuela” del Ministerio
de Educación ofrece algunas líneas de acción para las instituciones educativas ante
casos de abuso sexual y/o violencia (Ver págs. 37 a 54).
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL003091.pdf
En los casos de abuso/violencia es importante tener en cuenta que tenemos una responsabilidad y
que debemos trabajar junto a otras y otros actores. Por este motivo, es necesario generar una
estrategia de cuidado y protección a niños, niñas y adolescentes. Para que esto ocurra, no solo se
trata de efectuar la denuncia, sino que habrá que generar instancias de acompañamiento para
quien atraviesa esta situación, de modo de no profundizar más la vulneración de derechos: no re-
victimizar.
En relación a los embarazos en situación de abuso ya hemos trabajado que se cuenta con una
herramienta legal, la figura de Aborto No Punible que no requiere denuncia ni prueba de violación.
Para ampliar sobre este punto, las y los invitamos a releer el pasaje de la Clase 2 referido a la
interrupción legal del embarazo (ILE).
A partir de la noticia del embarazo, se producen diferentes experiencias en torno a lo escolar. Lejos
de poder establecer un pronóstico, son diversos los recorridos, los sentidos, los modos en los cuales
se transita la escolaridad.
Hay quienes al momento de los embarazos estaban ya afuera de la escuela, hay quienes dejan los
estudios, hay quienes continúan estudiando, hay quienes vuelven a estudiar. Algunas y algunos de
las/os que transitan estas experiencias construyen nuevos sentidos en relación a los estudios y se
re-posicionan y les va mejor en la escuela; hay quienes siguen con los mismos intereses que antes.
Hay quienes, ante los embarazos, las maternidades y las paternidades encuentran dificultades para
¿Qué es lo que opera en esas diferentes posibilidades? ¿Qué cuestiones obstaculizan o facilitan la
escolarización ante estas situaciones, y pueden ofrecernos pistas para pensar instituciones más
inclusivas?
Tal como advertimos en trabajos anteriores (Fainsod, 2006, 2011), las dimensiones que se juegan
en los modos que adquieren las experiencias remiten al orden de lo personal, de lo familiar, de lo
grupal, de las relaciones de pareja, de lo institucional, de lo comunitario y de lo social. Por un lado,
la identificación de todas estas dimensiones permite un diagnóstico más cercano a las necesidades
y a aquello que les sucede a quienes transitan estas experiencias. Por otro lado, nos apartamos de
los análisis ahistóricos y estigmatizantes para resituar estas temáticas como históricas-sociales y
políticas. A partir de allí, se genera una ruptura con las argumentaciones que proponen destinos
ante los cuales nada queda por hacer, y reconocemos, en cambio, todo lo que hay por producir en
la construcción de instituciones que garanticen y promuevan los derechos y consoliden estrategias
inclusivas.
Como un modo de aproximación a las experiencias escolares se pueden identificar algunos de los
obstáculos y facilitadores para la continuidad/vuelta a la escuela. Respecto de los obstáculos se
pueden identificar dos grupos. Por un lado, aquellos que pre-existen a los EMPA; por otro, los que
se producen a partir de ellos. En relación al primer grupo, en una investigación desarrollada en el
año 2011 se identificaron algunos obstáculos que dan cuenta de condiciones de desigualdad previa
y que se profundizan, en algunos casos, ante los EMPA:
2- las dificultades económicas para cubrir los recursos que se demandan para la escolaridad,
3- la distancia física entre la escuela y la casa, que trae aparejado dificultades económicas por
el costo del viaje y de tiempo que se le resta a la crianza,
4- las dificultades que acarrea, en ocasiones, no tener una vivienda estable o vivir en espacios
físicos degradados,
7- los estereotipos de género y las relaciones conyugales que conducen a las mujeres a
replegarse hacia la esfera doméstica y a los varones en constituirse como proveedores
(Fainsod, 2011).
A partir de los embarazos y las maternidades se particularizan los obstáculos. Los sentidos en torno
a la maternidad, a la paternidad, a la feminidad y a la masculinidad, a la adolescencia y a la
escolaridad, seguramente incidirán en la continuidad o no de los estudios ante estas situaciones.
Estos sentidos no se producen individualmente sino en el marco de una sociedad que impone
ciertos estereotipos que impactan en la vida de mujeres y varones. Las configuraciones familiares,
las relaciones de pareja, los lazos con los pares, también juegan diferencialmente en las formas que
toman las experiencias de quienes transitan los procesos que aquí analizamos. En las relaciones
entre los sexos/géneros y entre las generaciones se evidencian las persistencias y tensiones de la
distribución diferencial de bienes materiales y simbólicos que producen y reproducen el status quo.
Así, las decisiones en relación al propio cuerpo, a la continuidad de los estudios, a salir a buscar un
empleo, a las salidas con amigos, a la participación en lo doméstico adquieren distintas expresiones
en el marco de las relaciones con otros y otras en las que se generan diferentes grados de
autonomía.
Es decir, en esas relaciones circulan sentidos y estrategias, que, lejos de ser construcciones
individuales, se vinculan con relaciones de poder que inciden en las experiencias sociales y
escolares de quienes viven estos procesos. Las relaciones conyugales, por ejemplo, constituyen un
hecho significativo. Según los resultados de la investigación antes mencionada (Fainsod, 2011), en
la mayoría de los casos en los que las adolescentes viven en pareja, la relación conyugal suele
devenir en un dispositivo de encierro en el cual las mujeres quedan subordinadas a las decisiones y
permisos de los varones. Así, la escolaridad, se encuentra fuertemente condicionada en esos casos
más por las relaciones de sexo/género en la pareja que por los embarazos o nacimientos de las hijas
e hijos.
En relación al modo en que operan las instituciones, se pueden observar los efectos potenciadores
Les proponemos:
● Sumar a los aspectos mencionados aquellas situaciones que ustedes identifican
desde su propia experiencia como obstáculos y facilitadores (personales,
familiares, institucionales, sociales) para la continuidad escolar a partir de los
EMPA.
● Listar las acciones/estrategias personales e institucionales generadas frente a los
EMPA en las escuelas en las que trabajan.
Hasta aquí trabajamos algunos aspectos que inciden en la posibilidad de construir una escuela más
inclusiva frente a los EMPA: el momento de la noticia, el marco normativo desde el cual diseñar los
abordajes, y también los obstáculos y facilitadores que surgen para la continuidad escolar ante
estas situaciones. En este apartado, casi el último de la clase, les proponemos compartir algunas
posibles estrategias. Algunas de ellas desarrolladas ya por algunas escuelas y programas y otras por
construir en pos de asumir el compromiso y la responsabilidad que tienen las escuelas en relación a
estas temáticas.
Nos resulta central para pensar estas estrategias tener presente el marco de la ESI y sus puertas de
entrada trabajados en las clases 1 y 2. Este marco nos habilita a pensar las diferentes dimensiones
que requieren ser revisadas a fin de propiciar el respeto de los derechos de niños, niñas y
adolescentes desde una perspectiva integral y de género.
A continuación, enumeramos algunos posibles ejes del trabajo personal, institucional y comunitario
que irían en este sentido.
¿Cuáles son los sentidos que circulan en la institución en relación a estas temáticas? ¿Qué grado de
conocimiento hay sobre las normativas vigentes? ¿Cómo propiciar una mirada compartida desde la
cual establecer acuerdos mínimos? ¿Cómo operará la institución frente a esta noticia? ¿Cómo
acompañará las decisiones de las niñas, niños y adolescentes?
Se trata de generar diferentes instancias que permitan escuchar las necesidades, brindar
información, asesorar sobre los derechos, ofrecer los recursos necesarios para acompañar durante
estos procesos y la escolarización, y analizar y abordar dificultades que surgen en relación a la
continuidad de los estudios. Este acompañamiento puede ser individual o grupal. La experiencia
desarrollada por el Programa de Retención Escolar de Alumnas Embarazadas, Alumnas Madres y
Alumnos Padres de Escuelas Medias de la CABA, es pionera en nuestro país. Este programa trabaja
Abordaje pedagógico.
El abordaje pedagógico implica al menos dos dimensiones. Por un lado, cómo generar estrategias
pedagógicas que garanticen la continuidad escolar. No se trata de “bajar las exigencias”, sino de
proponer una institución que responda a las necesidades del alumnado que concurre a ella. Es
necesario tener en cuenta que estas situaciones no conllevan necesariamente un impacto en el
rendimiento escolar. Sí, por supuesto, los enfrenta a nuevas rutinas, y a asumir responsabilidades
que implican re-acomodar algunas cuestiones de la vida cotidiana. ¿Cómo se puede acompañar
desde las estrategias pedagógicas? Por otro lado, el abordaje pedagógico remite a hacer que esta
temática sea abordada como contenido curricular. Que sea visualizada como una temática sobre la
cual todas y todos tenemos algo que decir y aprender. También, como vimos en las clases y
apartados anteriores, en las formas de llegada a estas experiencias y en los modos que adquiere la
vida a partir de estos acontecimientos se enlazan sentidos en torno a la sexualidad, a la
corporalidad, a las relaciones de género, a las identidades de género. Todo esto remite al trabajo
desde la ESI en pos de promover los derechos sexuales y reproductivos y la toma de decisiones
autónomas.
El cuidado de las hijas e hijos mientras se asiste a la escuela o se debe estudiar suele ser, en algunas
ocasiones, una dificultad. A veces, la posibilidad de dejar al cuidado de otras/os está anudada a una
posibilidad material: contar con una familia o red que colabore, disponer de espacios institucionales
destinados para tal fin, tener dinero para pagarle a alguien para realizar esa tarea. Un punto a
trabajar en las instituciones será cómo acompañar para generar estas posibilidades si es que es este
su interés. Hay escuelas que, cuando esto no es posible, establecen estrategias de las más variadas
para que el cuidado de las hijas e hijos no resulte un obstáculo para asistir a clase. Así, por ejemplo,
se colabora para tramitar vacantes en escuelas infantiles, en algunas instituciones se generan
espacios para tal fin, y en ocasiones, las y los bebés y niñas/os entran a las aulas con sus mamás y
papás. Ante esta situación resulta un hito fundante el primer jardín maternal creado como iniciativa
del EMEM Nº1 de Retiro, CABA.
Como dijimos antes, la posibilidad de dejar al cuidado de otras y otros a un/a hijo/a resulta también
una decisión que implica una dimensión subjetiva. Hay quienes —de acuerdo al sentido que se le
otorga a la maternidad, a la crianza, a la feminidad— no quieren dejar a sus hijas e hijos por
considerar que ellas deben estar a su cargo. La escuela tiene que escuchar esta decisión y
acompañar a las y los adolescentes. La escuela aquí tiene una oportunidad; la ESI tiene una
oportunidad: la de trabajar desde diferentes espacios sobre cómo combinar maternidad y estudio.
Este punto resulta todo un desafío en una sociedad patriarcal y con una doble moral que condena
fuertemente a las mujeres que trabajan y sobre todo a las adolescentes que, pareciera, deben
pagar con el repliegue hacia lo doméstico y el abandono de proyectos por el “error” cometido. Tal
como trabajamos en la Clase 2, esto refiere al proceso de estigmatización que sufren en ocasiones
quienes atraviesan estos procesos.
El trabajo con las familias resulta un aspecto importante en relación a esta temática. Cuanto mayor
sea la cultura institucional del diálogo y la participación, mejores posibilidades se tendrán para
acompañar a las familias frente a estas temáticas. Teniendo como horizonte el interés superior del
niños, niñas y adolescentes habrá que tener en cuenta, cuando resulte necesario, el trabajo en esta
dirección.
Co-responsabilidad institucional.
Las prácticas de derivación de casos entre instituciones son sustituidas por la construcción de
Como menciona Fainsod (2013), “los embarazos, las maternidades y paternidades empujan
fronteras, las desafían; toman diferentes formas en las tramas sociales-institucionales en los que
tienen lugar. Las condiciones de vida, las formas familiares e institucionales, las relaciones sociales,
señalan diferentes intersecciones que complejizan el mapeo de estas experiencias, lo vuelven
heterogéneo y dinámico. Universalizar estas experiencias conlleva prácticas que producen
violencias, desamparos y fragilizaciones al desconocer las diferentes dimensiones que en ellos se
combinan”.
Britzman (1999) propone que en la construcción de una escuela inclusiva que dé lugar a las diversas
experiencias es necesario “arriesgar lo obvio”, posicionarse en la curiosidad, en la incomodidad de
no sentirse nunca tranquilo con lo que se piensa o lo que se omite, desafiar a uno de los núcleos
duros del oficio docente, de las lógicas institucionales y las relaciones de poder en las escuelas.
Arriesgar lo obvio implica desafiar los límites de lo instituido, subvertir no solo las categorías de
pensamiento, sino también animarse a desafiar aquello que señala quién tiene cierto saber, y por
ende el poder: desafiar lo institucional. Para ello habrá que generar espacios de escucha,
posibilidades de re-pensarse, de pensar lo social y los modos de vincularse con otros.
En este sentido, los EMPA resultan una oportunidad al tiempo que señalan una responsabilidad de
las escuelas. El desafío es el de producir prácticas institucionales que promuevan el ejercicio de los
derechos, la toma de decisiones autónomas y el respeto a una/o misma/o y a otras/os. Diferentes
experiencias brindan indicios de cómo mantener viva la esperanza de que algo siempre puede
Estamos llegando al final de este curso… queremos decirles que fue un gusto compartir con ustedes
esta experiencia de trabajo tan enriquecedora. Les agradecemos el haber aportado a este espacio
sus anécdotas, deseos, sentimientos, lecturas y reflexiones. El intercambio producido nos deja
nuevos saberes, también interrogantes y desafíos.
Esperamos que se hayan sentido cómodas y cómodos, aunque no siempre hayan estado de
acuerdo con algunos planteos. Estamos seguros de que la posibilidad de encontrarnos, compartir y
debatir nos deja en mejores condiciones para re-pensarnos, re-pensar las instituciones y lo social,
en la búsqueda de una mayor igualdad y justicia para quienes transitan las experiencias que aquí
abordamos.
Con este curso nos propusimos contribuir a la construcción de una mirada crítica e integral en torno
a los EMPA. La intención fue la de acercar algunos debates, marcos normativos y propuestas
metodológicas que estimularan la producción de espacios institucionales para la toma de
decisiones autónomas, en el marco de los derechos sexuales y reproductivos y el derecho a la
educación. Esperamos habernos acercado a ese objetivo. Como saben, hacer realidad estos
derechos es una tarea que nos convoca a todas y todos. Esperamos haber hecho un aporte en ese
sentido.
Actividades
Para el foro de esta clase les proponemos retomar la escena que planteamos al
comienzo de la clase, y que transcribimos a continuación:
Julia: Estoy embarazada. Hace dos meses que no me viene, me hice dos test de
embarazos y me dieron positivo…
Link al material:
https://drive.google.com/file/d/0B3Fr3Xpl50r8TDRjVkRtdVVnT28/view
Material de lectura
Langer, E., Ríos Fernández, C. y Schiariti, L. (s/f). Acompañamiento y apoyo a las escuelas
secundarias: ¿cómo mirar y accionar institucionalmente para la inclusión escolar de alumnas
embarazadas/ madres y alumnos padres adolescentes?
http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/anexos/70000-74999/74073/norma.htm
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=90598
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=63777
Bibliografía de referencia
Créditos
Programa Nacional de Educación Sexual Integral (2019). Clase Nro. 4: Las instituciones frente a los
embarazos, maternidades, paternidades adolescentes (EMPA), desafíos hacia la inclusión. La ESI en
la escuela: Embarazos, maternidades y paternidades en la adolescencia. Buenos Aires: Ministerio de
Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología.