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A LOS PIES DE JESÚS

Los pies de Jesús recorrieron las regiones de Judea y Galilea e incluso parte de

Samaria anunciando las buenas nuevas de salvación. Fueron besados, lavados,

enjugados y clavados en una cruz.

Estar a los pies de Jesús implica una sumisión a Él, una disposición a servirle y

escucharle, y una decisión de obedecerle.

A LOS PIES DE JESÚS HAY SALUD


Una mujer cananea, que llegaba de ese territorio, empezó a gritar: « ¡Señor, hijo de

David, ten compasión de mí! Mi hija está atormentada por un demonio.» Pero Jesús

no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos se acercaron y le dijeron:

«Atiéndela, mira cómo grita detrás de nosotros.» Jesús contestó: «No he sido enviado

sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.» Pero la mujer se acercó a Jesús y,

puesta de rodillas, le decía: «¡Señor, ayúdame!»

Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo.» Y en

aquel momento quedó sana su hija.

Mateo 15:22-25,28.

A LOS PIES DE JESÚS HAY PERDÓN


“Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba
comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose
detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los
secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque
ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco
amor».
Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados».
Los invitados pensaron: « ¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los
pecados?».
Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz»”.
Lucas 7:37-38, 47-50

A LOS PIES DE JESÚS HAY SEGURIDAD Y PROPÓSITO


El Ángel dijo a las mujeres: «Ustedes no tienen por qué temer. Yo sé que buscan a
Jesús, que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como lo había
anunciado. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto, pero vuelvan en seguida y
digan a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y ya se les adelanta camino
a Galilea. Allí lo verán ustedes. Con esto ya se lo dije todo.» Ellas se fueron al instante
del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la
noticia a los discípulos. En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: «Paz
a ustedes.» Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Jesús les
dijo: «No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea.
Allí me verán.»
Mateo 28: 5-10

A LOS PIES DE JESÚS HAY PAZ, LIBERTAD Y VIDA


Jesús acababa de desembarcar, cuando salió a su encuentro un hombre de la ciudad,
que estaba endemoniado. Desde hacía mucho tiempo no se vestía, y no vivía en una
casa, sino en los sepulcros.
Al ver a Jesús, comenzó a gritar, cayó a sus pies y dijo con voz potente: «¿Qué quieres
de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? Te ruego que no me atormentes».
Jesús, en efecto, estaba ordenando al espíritu impuro que saliera de aquel hombre.
Muchas veces el espíritu se había apoderado de él, y aunque lo ataban con cadenas y
grillos para sujetarlo, él rompía sus ligaduras y el demonio lo arrastraba a lugares
desiertos.
Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los demonios
suplicaron a Jesús que les permitiera entrar en los cerdos. El se lo permitió.
En seguida la gente fue a ver lo que había sucedido. Cuando llegaron adónde estaba
Jesús, vieron sentado a sus pies, vestido y en sus sano juicio, al hombre del que habían
salido los demonios, y se llenaron de temor.
Lucas 8: 27-29, 32,35

A LOS PIES DE JESÚS ESTÁ LO CORRECTO


Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba

Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies

del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que muy estaba muy ocupada con los
quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje

sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».

Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas,

sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor

parte, que no le será quitada».

Lucas 10: 38-42

Para postrarse a los pies de Jesús, hay que reconocerlo como el único Señor y Salvador

y acercarse a Él con humildad, fe, amor y gratitud. Si voluntariamente nos

postramos a los pies de Jesús, Dios nos hace vencedores con Él.

A LOS PIES DE JESUS HAY VICTORIA


Cristo, por el contrario, ofreció por los pecados un único y definitivo sacrificio y se

sentó a la derecha de Dios, esperando solamente que Dios ponga a sus enemigos debajo

de sus pies.

Hebreos 10: 12-13

Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos

amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo

revivir con Cristo ?¡ustedes han sido salvados gratuitamente!? y con Cristo Jesús nos

resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo. Así, Dios ha querido demostrar a los

tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo

Jesús. Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene

de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que

nadie se gloríe.

Efesios: 4-9

Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. Porque
tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo
presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna
otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús,
nuestro Señor.
Romanos 8, 37-38
Demos gracias a Dios, que siempre nos hace triunfar en Cristo, y por intermedio

nuestro propaga en todas partes la fragancia de su conocimiento.

2 Corintios 2; 14
JESUS ES EL ÚNICO QUE TRANSFORMA LA
VIDA DEL HOMBRE

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