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¿QUÉ ES EL LENGUAJE?
El lenguaje, es una modalidad esencial del ser humano que le permite vivir en comunión
con los demás, pues por medio de este se puede expresar y compartir, la belleza, la idea,
el pensamiento y una experiencia entre otros, y en especial, un código que ayuda a la
búsqueda de una verdad y a la construcción de un bien. También se da la situación de
hacer un mal uso del mismo y por ende generar una mala comunicación; dicha realidad
no es una situación anormal en la esencia del lenguaje, sino más bien del actor o los
actores que participan en él, y que por esta actuación, lo llevan a expresar lo que en
últimas no quería manifestar; por eso el lenguaje guía a la persona a que se hable
correctamente, aunque se asigne de manera incorrecta aquello que no le corresponde;
Sócrates lo expresa de la siguiente manera:
“El lenguaje es un arte imitativo más, con un objeto propio, la esencia de las cosas. Así
como el pintor realiza su imitación del color con los diferentes pigmentos, así el
“nominador” realiza su imitación de la esencia con silabas y letras. (cratilo) 3.c P. 346
El lenguaje parte de una etimología, o teoría de las formas que consiste en decir lo que es
y anunciar que los seres son en sí, por eso una de sus acciones es nombrar y aunque a
veces se realice de la manera más inapropiada al pronunciar lo que no es, su idea
fundamental es preservar su esencia en sí, cuando es manifestado de la manera más
coherente y precisa; por eso el lenguaje es ese medio que permite conocer la realidad de
lo que se está manifestando.
“— Por consiguiente, si ni todo es para todos igual al mismo tiempo y en todo momento, ni
tampoco cada uno de los seres es distinto para cada individuo, es evidente que las cosas
poseen un ser propio consistente. No tienen relación ni dependencia con nosotros ni se
dejan arrastrar arriba y abajo por obra de nuestra imaginación, sino que son en sí y con
relación a su propio ser conforme a su naturaleza” (cratilo 386 e)
El lenguaje tiene una exactitud y no es una imposición del hombre, es decir, que su
naturaleza permite comunicar lo que es en sí, por eso, una palabra o expresión distinta
puede significar lo mismo en algunas culturas y es esta diversidad la que permite entablar
un dialogo entre sí, con la firme intención de no desnaturalizar el lenguaje en su esencia;
al contrario, que cumpla el papel de generar un código que permita a los involucrados no
solo comunicarse, sino también, comprender en un contexto lo que se está expresando.
En este orden de ideas, que dicho juego de palabras no conduzca al ser humano a una
mala comprensión o mal entendido del lenguaje, mediante una imposición conceptual,
más bien, este juego de expresiones permita entender al lenguaje como un juego del
lenguaje que lo único que busca es expresar la cosa en sí. Es decir, es un juego de
intercambio de letras para dar unos nombres a partir de lo que queremos.
El lenguaje debe tener la mayor semejanza posible con la cosas y debe abarcar ciertas
características que lo hagan comprensible y fácil de aprehender para los demás, sea
mediante los signos o como lo expresa Sócrates por medio del ejemplo de los dioses:
“Intentare explicarte lo que a mí me parece. No hay nombre que se hubiera ajustado
mejor, siendo único, a las cuatro virtudes del dios, hasta el punto de que abarca todas
ellas y manifiesta, de algún modo, su arte de músico, adivino, médico y arquero” (cratilo
405ª)
La función del lenguaje consiste en expresar su naturaleza en sí, capaz de aplicarlo tanto
a las letras como a las sílabas no importa que se añada o suprima una letra siempre y
cuando se tenga la esencia que se manifiesta en el nombre expresado; ante esto y
teniendo como base, parte de la idea Heraclitea donde expresa: “que el universo está en
continuo movimiento” (cratilo 2.e p. 345); simplemente es para demostrar que el lenguaje
no es estático, sino más bien dinámico que permite enriquecer su función y no limitarlo a
una simple entonación, es decir, una deconstrucción en términos del código que se quiere
expresar.
“a. Según ha quedado ya sentado, la exactitud del nombre consiste en que este revele la
esencia de la cosa; es decir, el lenguaje es un arte imitativo.
b) Si es arte, por un lado habrá artesanos buenos y malos, luego el nombre revelara la
esencia de las cosas mejor o peor según la cantidad de rasgos que revele de dicha cosa.
Pero, además, es un retrato, es decir, algo distinto de la cosa (no una adherencia o un
duplicado de ella, como sostiene el naturalismo de Cratilo), y lo mismo que un retrato se
puede aplicar a quien no le corresponde, así el nombre puede aplicarse al objeto que no
le corresponde; es decir, se puede hablar con falsedad. Por segunda vez se ha probado
como Falso el célebre sofisma de que no se puede hablar falsamente.
c) Ahora bien, el nombre no solamente puede representar mal la cosa. De hecho, a veces
representa lo contrario, como sucede con la palabra sklerotes, que significa para los
atenienses lo mismo que skleroter para los eretrios, siendo así que, e n un caso, termina
en s y, en el otro, en r, elementos que significan, según se explicaba arriba, nociones
distintas (r, ≪movimiento≫ y s, ≪agitación≫). Y,
Además, significando ≪dureza≫, contiene / que denota lo liso, grasiento, viscoso (i. e., lo
blando).
d) Y, sin embargo, nos entendemos. Aquí Cratilo admite precipitadamente: ≪si, pero por
‘costumbre' (ethos)≫.Y que otra cosa es costumbre que ≪convencion≫≫ (nomos)? Con
esto, Socrates ha llevado a Cratilo a admitir que. En definitiva, que la exactitud del nombre
cosiste en la convención” (435 d. p.347).
El papel del lenguaje consiste en observar su virtud, su esencia y no los cambios que se
pueden presentar en ella. Es importante entender que las palabras pueden ser distintas
pero enunciar lo mismo. Esta relación nos debe llevar a una exactitud de lo que se quiere
expresar sin importar las formas o los cambios que se den al interior de este. Por eso el
lenguaje es en sí y expresa un código en sí a lo que se denomina: “ideas lingüísticas:
(evolución fonética o prestamos lingüísticos)” (p.357) Cratilo
El lenguaje debe tener la mayor semejanza posible con las cosas, indiferente de la
cantidad de ilustraciones que se develan dentro de este código lingüístico. Ahora, su
funcionalidad adquiere validez en su variedad, ya que su razón de ser consiste en que
aquello que se mueve mal en términos de la expresión, se convierte a lo que yo denomino
en un mal entendido del lenguaje. Y la única manera de superar esta incomprensión del
código lingüístico no lo ilustra Sócrates de la siguiente manera: “Tu sabes que el discurso
manifiesta la ≪totalidad≫ (lo pan) y que se mueve alrededor y no deja de hacer girar; y
que es doble, verdadero y falso” (Nota p 408. No 408c)
Que su dinamismo no me lleve a mal interpretar su función sino más bien a comprenderlo
en su totalidad, es decir, con todas las características posibles que hacen parte del
discurso
Este doble camino trae también dos consecuencias epistemológicas graves para el mismo
Sócrates y lo menciona de la siguiente manera:
“la primera es que se puede hablar falsamente. Si el nombre es nombre, el emplear uno
inadecuado no es hablar falsamente, sino emitir sonidos sin sentido.
En segundo lugar el nombre nos proporciona una información exacta sobre la realidad;
conocer el nombre es conocer la realidad” (P 353)
La relación debe tener algo claro y concreto de la siguiente manera; como su idea
fundamental es la de nombrar algo en si a través de un código, es en últimas el mismo
Sócrates quien desde la teoría de la exactitud de los nombre, el que se opone a lo
convencional y a lo naturalista: “con el único fin de develar sus contradicciones y peligros;
para rechazar a las dos, en último término” (P.356)
Es una trama no solo del lenguaje sino del código que se quiere expresar y aunque se
tengan distintas formas de comunicar y de comprensión, no se puede caer en un mal
entendido del lenguaje, sino que el código debe ser lo más fluido, claro y conciso con la
idea que se quiere dar a conocer. De ninguna manera esto se puede convertir en una
situación semántica en términos de expresiones particulares, sino, más bien en un
encuentro entre las dos posturas con el fin de continuar enriqueciendo un lenguaje de la
información entrelazado en un lenguaje de la comunicación.
La relación debe ser sensata sin que esté por encima lo que a cada uno le parece, es la
verdad para cada uno, es poner en el escenario ese juego de palabras distintas pero que
lleven a un mismo fin o acuerdo frente a la discusión que se esté planteando, de esta
forma el código no estaría mal interpretado sino más bien acuñado a la realidad de los
participantes. Por esto se debe encontrar un
Instrumento adecuado, que en este caso puede ser el virtual y que desde su naturaleza
de la información pueda ser aplicada al punto concreto que hace referencia y no como
cada quien desee en su naturaleza.
Que tanto el lenguaje como la comunicación estén unidas significa que las dos se
necesitan para que su resultado final, llegue de la manera más coherente y acertada al
grupo de personas que hacen uso de la misma; por eso se puede denominar un juego de
lenguaje, porque el anexar o suprimir sílabas o palabras, no puede desvirtuar su esencia
en sí, al contrario, debe tener la claridad lingüística de la expresión final resultante de este
encuentro.
En la relación se puede distinguir que se utilizan muchas palabras para denotar una
misma cosa, lo cual lo convierte en un juego del lenguaje, y el mismo Sócrates en su
discurso lo realiza de la siguiente manera:
“Pues bien, noble amigo, ten valor y concede que un nombre está bien puesto y otro no.
No le obligues a que tenga todas las letras para que se convierta, sin más, en aquello de
lo que es nombre. Permite que se añada una letra que no le corresponde; y si una letra,
también un nombre dentro de la frase; y si un nombre, admite también que se aplique
dentro del discurso una frase que no corresponda a la realidad. Admite que, no por ello,
deja de nombrarse o decirse la cosa, con tal que subsista el bosquejo de la cosa sobre la
que versa la frase, lo mismo que lo había en los nombres de los elementos” p. 448 yNo
432 e