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Introducción
Abogado por la Universidad de Piura. Becario del Programa Futuro Docente en la Universidad de Piura.
1
Señala PERIS R IERA, Jaime. “Delitos de peligro y sociedad de riesgo: una constante discusión en la
dogmática penal de la última década”, en: Estudios penales en homenaje al profesor Cobo del Rosal,
versión digital, disponible en: <http://vlex.com/vid/322134> [fecha de consulta: 7 de diciembre 2010],
que “[e]sta constante necesidad de adelantar las barreras de protección acaba llevando al legislador a tales
niveles de incremento de los delitos de peligro que convierte esa tendencia en uno de los núcleos, no solo
del actual debate dogmático y político-criminal, sino también constitucional”.
IIE
68 Algunos criterios para diferenciar los delitos de peligro de las infracciones
administrativas en el aspecto objetivo
individual y social. Si bien es cierto que este desarrollo humano y tecnológico ha traído
aspectos positivos, no podemos dejar de resaltar que ha producido también la llamada
“sociedad de riesgos” 2, en donde ya no nos atemoriza tanto la naturaleza como las
conductas de los demás hombres que llevan a cabo actividades riesgosas y que muchas
veces (con o sin “intención”) terminan lesionando o poniendo en peligro determinados
bienes.
Frente a esta situación, “[e]l único instrumento que tiene la posibilidad de poner
en relación valorando las ventajas y desventajas de correr riesgos así como de
conducirlas a cauces reguladores, es el Derecho” 3. De ahí que se invoque, por ejemplo,
al Derecho penal cuando hay que asegurar el respeto de los valores límite para los
riesgos socialmente tolerados, sancionando las conductas no sólo cuando han lesionado
efectivamente los bienes jurídicos protegidos (por ejemplo, un homicidio o estafa), sino
también cuando son potencialmente lesivas; adelantándose así las barreras de
protección4 (por medio de los delitos de peligro concreto y abstracto 5) en el
ordenamiento jurídico (es el caso de la conducción en estado de ebriedad, en donde no
hay una efectiva lesión pero la conducta es idónea para producirla).
Si el legislador cuenta con ambas “opciones”, ¿cuál será la ratio para englobar
unas determinadas conductas dentro del Derecho administrativo sancionador y otras
dentro del Derecho penal? Un sector dominante de la doctrina afirma que la cuestión se
resuelve señalando que entre ambas ramas del Derecho la diferencia es meramente
cuantitativa (el Derecho penal abarca aquellos supuestos en donde la lesión y la sanción
impuesta es mayor) 6. Sin embargo, en nuestra opinión, esta respuesta no sólo es errada
sino que en nada resuelve la cuestión, según explicaremos más adelante.
2
SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del Derecho Penal, 2ª Edición, Civitas, Madrid 2001, p. 26-
27. “Desde la enorme difusión de la obra de ULRICH BECK, es un lugar común caracterizar el modelo
social postindustrial en que vivimos como “sociedad de riesgo” o “sociedad de riesgos”
(Risikogesellschaft)”.
3
KINDHÄUSER, Urs. “Estructura y legitimación de los delitos de peligro del Derecho penal”, en: InDret,
disponible en: <http://www.indret.com/pdf/600.pdf>.
4
Válidamente podríamos cuestionar lo dicho porque el adelantamiento de la protección ya existe a través
de la punición de la tentativa. Entonces ¿en qué consiste la diferencia? En la tentativa se requerirá de un
dolo de lesión, pues tradicionalmente se considera impune la tentativa imprudente. Señala E ISELE, Jörg.
“Razón y límites del delito de peligro abstracto” en: Gaceta Penal & procesal penal, Tomo 14, agosto
2010, p. 82, “[e]n conexión con la punibilidad de la tentativa se debe observar que los delitos de peligro
abstracto pueden cumplir con la tarea de llenar los vacíos que resultan del limitado alcance de la
punibilidad de la tentativa”.
5
Señala PERIS R IERA, Jaime. “Delitos de peligro y sociedad de riesgo: una constante discusión en la
dogmática penal de la última década”, en: Estudios penales en homenaje al profesor Cobo del Rosal,
versión digital, disponible en: <http://vlex.com/vid/322134> [fecha de consulta: 7 de diciembre 2010],
que “[e]sta constante necesidad de adelantar las barreras de protección acaba llevando al legislador a tales
niveles de incremento de los delitos de peligro que convierte esa tendencia en uno de los núcleos, no solo
del actual debate dogmático y político-criminal, sino también constitucional”.
6
NIETO, Alejandro. Derecho Administrativo Sancionador, 4ª Edición, Editorial Tecnos, Madrid 2008, pp.
152 y ss. Este autor señala que es una pérdida de tiempo y de esfuerzo discutir si hay o no una diferencia
IIE
Ronald Víchez Chinchayán 69
Debido a que no sólo las consecuencias jurídicas de una y otra rama del Derecho
público son distintas, sino que el fundamento de uno y otro injusto también lo es, el
demarcar de manera clara aquella situación no es una cuestión superflua. Es por esta
razón que en el siguiente trabajo nos proponemos exponer, partiendo de la
consideración de que existe una diferencia cualitativa, algunos criterios que nos
permitan distinguir en el plano objetivo (sin caer en las arbitrariedades del legislador 7),
al injusto penal de la infracción administrativa 8.
I. Cuestiones preliminares
cualitativa o cuantitativa, porque (pág. 200) “se ha comprendido que un capricho normativo puede en un
día dar o borrar diferencias, aplicar regímenes jurídicos iguales a realidades distintas o regular de manera
variada manifestaciones concretas de un mismo fenómeno”. En nuestra opinión, esto no es algo que
pueda depender únicamente de los antojos del legislador, sino que deben observarse unos determinados
aspectos para brindar una protección administrativa o penal según sea un determinado aspecto de la
sociedad. Sobre esto, volveremos en el punto IV.
7
ÍDEM., p. 160. “La literatura alemana ha estado indagando paciente y brillantemente durante casi dos
siglos la naturaleza jurídica de las infracciones administrativas; pero sus admirables resultados (…) se han
derrumbado como un castillo de naipes cuando el Legislador ha tenido el capricho de convertir de golpe
algunas infracciones en delitos, y en otros casos a la inversa”. Esto es lo que ha sucedido con gran parte
de los artículos comprendidos en el título IX Delitos contra el orden público.
8
ÍDEM., p. 153.
9
ÍDEM., p. 90 y ss. Señala este autor que “la constatación de la existencia de estas dos potestades paralelas
ha admitido dos interpretaciones muy diferentes: o bien se trata de dos potestades independientes y con
igualdad de rango o bien la judicial es originaria y de ella se deriva la administrativa con rango
complementario y hasta auxiliar”. Continúa diciendo que “[e]n la actualidad la cuestión no se plantea
como una alternativa sino como acciones paralelas con un decidido predominio de la administrativa,
aunque no tanto por razones de confianza política como la eficacia y rapidez. El Estado no dispone de
jueces suficientes, pero sí de bastantes funcionarios administrativos”.
10
PEÑARANDA RAMOS, Enrique. S UÁREZ GONZÁLEZ, Carlos. CANCIO MELIÁ, Manuel. “Consideraciones
sobre la teoría de la imputación de Günther Jakobs” en: Estudios de Derecho penal, UAM Ediciones,
Madrid 1997, p. 22. “En correspondencia con la localización de quebrantamiento de la norma y pena en el
plano del significado, no se puede considerar como misión de la pena la evitación de lesiones de bienes
jurídicos. Su misión es más bien la confirmación de la vigencia de la norma. Esa desvinculación se
produce, pues, mediante, la distinción que este autor efectúa entre bien jurídico (objeto de protección,
[…], de algunas normas en la concepción de JAKOBS) y bien jurídico-penal, que sería el aseguramiento de
las expectativas normativas esenciales frente a sus defraudaciones o, lo que resulta igual, la vigencia
efectiva de las normas en que esas expectativas se fundamentan”.
IIE
70 Algunos criterios para diferenciar los delitos de peligro de las infracciones
administrativas en el aspecto objetivo
De una manera más precisa, GARCÍA CAVERO, Percy. La responsabilidad penal del administrador de
hecho de la empresa: Criterios de imputación, J.M. Bosch, Barcelona 1999, p. 50, señala que “lo que se
protege formalmente no es la norma penal en sí, sino su contenido normativo: esto es, aquellas
expectativas que gozan de consenso social. No obstante, en un plano material, tampoco se protegen las
expectativas sociales porque sí, sino en tanto son aspectos fundamentales para la convivencia humana
(referencia al individuo)”.
11
GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho penal. Parte General, Editorial Grijley, Lima 2008, p.
91.
12
DÍEZ R IPOLLÉS, José. “De la sociedad de riesgo a la seguridad ciudadana: un debate desenfocado”, en:
en: Libro Homenaje al Prof. Dr. Gonzalo Rodríguez Mourullo, Civitas, Madrid 2005, pp. 269-270, “en la
sociedad se ha difundido un exagerado sentimiento de inseguridad, que no parece guardar exclusiva
correspondencia con tales riesgos, sino que se ve potenciado por la intensa cobertura mediática de los
sucesos peligrosos o lesivos, por las dificultades con que tropieza el ciudadano medio para comprender el
acelerado cambio tecnológico y acompasar su vida cotidiana a él (…). En suma, todo ese conjunto de
factores activa demandas de intervenciones socio estatales que permitan controlar tales riesgos y aplacar
tales temores, y a eso aplica, entre otros mecanismos sociales, la política criminal”.
13
SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del Derecho penal, op. cit., p.41.
14
IBÍDEM.
15
GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho penal. Parte General, op. cit., p. 85. “En la medida que
estos comportamientos no lesionan o ponen en peligro el sustrato de un bien jurídico, un sector crítico de
la doctrina considera que el concepto de peligro abstracto no es más que una invención del legislador para
solucionar simbólicamente, y no de manera efectiva, los problemas de criminalidad”. Sin entrar a
cuestionar la legitimidad de esta clase de delitos, hay que preguntarnos por aquello que debe observar el
legislador para que determinada conducta pueda ser considerada como un delito de peligro.
IIE
Ronald Víchez Chinchayán 71
La doctrina suele distinguir dentro de los delitos de resultado entre los delitos de
lesión y los delitos de peligro 16. En los primeros es indispensable la efectiva lesión de
un bien jurídico protegido; en cambio en los segundos, sólo es necesaria una amenaza al
objeto protegido17.
Así, encontramos delitos de peligro, por ejemplo, en el ámbito rodado 19, la salud
pública 20 y el medio ambiente21. Y es que este adelantamiento de la protección se
16
RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Teresa. Delitos de peligro, dolo e imprudencia, Rubinzal-Culzoni Editores,
Santa Fe 2004, p. 168. Según afirma, goza de gran aceptación la idea de que los delitos de peligro “no
serían sino „tentativas‟ o, si se prefiere, formas de imperfecta ejecución de delitos imprudentes, castigados
excepcionalmente, al ser elevados por el legislador a la categoría de delitos autónomos”.
17
GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho penal. Parte General, op. cit., p. 314. Este autor señala
que “[s]i se analiza detenidamente los delitos de peligro abstracto, podrá concluirse que no se tratan, en
sentido estricto, de delitos de resultado, sino de delitos que se configuran solamente con la realización de
una conducta en general peligrosa. M IR PUIG, Santiago. Derecho penal. Parte General. 7ª Edición, 3ª
reimpresión, B de F, Buenos Aires 2007, p. 233. Afirma que “[s]i el tipo requiere la lesión del bien
jurídico protegido, dará lugar a un delito de lesión, mientras que si se contenta con su puesta en peligro,
constituirá un delito de peligro”. HURTADO POZO, José. Manual de Derecho penal. Parte General, 3ª
Edición, Editorial Grijley, Lima 2005, pp. 775 y ss. “Al configurar los delitos de peligro, la preocupación
no se refiere a lo que ya ha sucedido en cuanto tal (…), sino más bien a lo que podría haberse producido a
consecuencia de esta situación fáctica. (…) El aspecto decisivo del concepto de peligro radica entonces en
la relación entre el suceso (considerado fuentes de riesgos) y el mal futuro que pueda producirse”.
BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho penal. Parte General, 2ª Edición, Editorial Hammurabi,
Buenos Aires 1999, p. 308, “[e]n estos delitos no sólo se debe comprobar la realización de una acción que
supere los límites del peligro permitido. Además se requiere que la acción haya representado un peligro
para un determinado bien jurídico”. Aquello de límites del peligro permitido, nos permitirá referirnos más
adelante, a la diferencia objetiva que debe existir entre el riesgo que origina un injusto penal y un riesgo
que origina una infracción administrativa.
18
SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del Derecho penal, op. cit., p. 30.
19
Art 274 del Código penal (CP): “El que encontrándose en un estado de ebriedad con presencia de
alcohol en la sangre en proporción mayor de 0.5 gramos-litro, o bajo el efecto de estupefacientes,
conduce, opera o maniobra vehículo motorizado, instrumento, herramienta, máquina u otro análogo, será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de un año o treinta días-multa como mínimo y
cincuenta días multa como máximo e inhabilitación, según corresponda, conforme el artículo 36°, incisos
6 y 7. || Cuando el agente presta servicios de transporte público de pasajeros o de transporte pesado, la
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72 Algunos criterios para diferenciar los delitos de peligro de las infracciones
administrativas en el aspecto objetivo
percibe como “normal” y “necesario” dentro de esta “sociedad de riesgo” 22, de tal modo
que no es imprescindible esperar la producción de un resultado que lesione
efectivamente el bien jurídico-penal protegido sino que pueden sancionarse penalmente
las conductas peligrosas que son idóneas para causar una lesión efectiva del bien 23. Sin
embargo, el asunto está en aclarar cuál es la conducta peligrosa que el sujeto debe
realizar para ser sancionado 24.
Ahora bien, un concepto que debemos revisar, antes de proseguir con nuestro
análisis, debido a la importancia que tiene en esta clasificación es el concepto de
peligro. La doctrina afirma respecto al peligro que “se pone habitualmente en relación
con la probabilidad de la lesión de un bien jurídico” 25, pero “[p]ara poder explicar la
peligrosidad en los delitos de peligro abstracto, no debe recurrirse al peligro sobre el
bien jurídico como tal, sino a las condiciones para disponer despreocupadamente del
mismo” 26. Así, el concepto de peligro “implica la incapacidad física, psíquica o
cognitiva de poder evitar intencionadamente la producción de un daño cuando se ejecuta
pena privativa de libertad, será no menor de uno ni mayor de dos años o cincuenta días multa como
mínimo y cien días multa como máximo e inhabilitación, conforme el artículo 36 incisos 6 y 7”.
20
Artículo 286 CP: “El que envenena, contamina o adultera aguas o sustancias alimenticias o
medicinales, destinadas al consumo, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de diez años”.
21
Artículo 304 CP: “El que, infringiendo leyes, reglamentos o límites máximos permisibles, provoque o
realice descargas, emisiones, emisiones de gases tóxicos, emisiones de ruido, filtraciones, vertimientos o
radiaciones contaminantes en la atmósfera, el suelo, el subsuelo, las aguas terrestres, marítimas o
subterráneas, que cause o pueda causar perjuicio, alteración o daño grave al ambiente o sus componentes,
la calidad ambiental o la salud ambiental, según la calificación reglamentaria de la autoridad ambiental,
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cuatro años ni mayor de seis años y con cien a
seiscientos días-multa. || Si el agente actuó por culpa, la pena será privativa de libertad no mayor de tres
años o prestación de servicios comunitarios de cuarenta a ochenta jornadas”.
22
SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del Derecho penal, op. cit., pp. 26-27. “[L]a que aquí
interesa resaltar es la configuración del riesgo de procedencia humana como fenómeno social estructural.
Ello, por el hecho de que buena parte de las amenazas a que los ciudadanos estamos expuestos provienen
precisamente de decisiones que otros conciudadanos adoptan en el manejo de los avances técnicos:
riesgos más o menos directos para los ciudadanos […] que derivan de las aplicaciones técnicas de los
desarrollos en la industria, la biología, la genética, la energía nuclear, la informática, las comunicaciones,
etcétera”.
23
RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Teresa. Delitos de peligro, dolo e imprudencia, op. cit., pp. 22-23. “Es cierto
que el adelantamiento de la protección se realizaba ya a través de la punición de la tentativa, pero con la
limitación subjetiva derivada de la exigencia de dolo de lesión, pues tradicionalmente se considera
impune la tentativa imprudente”. FEIJOO SÁNCHEZ, Bernardo. “Seguridad colectiva y peligro abstracto.
Sobre la normativización del peligro”, en: Libro Homenaje al Prof. Dr. Gonzalo Rodríguez Mourullo, op.
cit., pp. 307-308, afirma que “[r]esulta evidente a estas alturas que dejar la protección de bienes jurídicos
básicos como la vida o la salud exclusivamente en manos de los delitos imprudentes de resultado es
político-criminalmente insatisfactorio”. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del Derecho penal.
op. cit., p. 51, “en este marco ideológico general, debe introducirse seguramente también el incremento de
la tipificación de delitos de peligro. En efecto, si de lo que se trata es de garantizar la seguridad, no puede
dejar de advertirse la inconsecuencia preventiva de los tipos delictivos imprudentes de resultado de
lesión”.
24
HEFENDEHL, Roland. “¿Debe ocuparse el Derecho penal de riesgos futuros? Bienes jurídicos colectivos
y delitos de peligro abstracto” (trad. Eduardo Salazar Ortuño) en: Revista Electrónica de Ciencia Penal y
Criminología, N° 04-14 (2002). Disponible en la web: <http://criminet. ugr.es/recpc>.
25
KINDHÄUSER, Urs. “Estructura y legitimación de los delitos de peligro del Derecho penal”, en: InDret
Revista para el análisis del Derecho. Disponible en la web: <http://www.indret.com/pdf/600.pdf>.
26
GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho penal. Parte General, op. cit., p. 87.
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27
KINDHÄUSER, Urs. “Estructura y legitimación de los delitos de peligro del Derecho penal”, en: InDret
Revista para el análisis del Derecho. Disponible en la web: <http://www.indret.com/pdf/600.pdf>.
28
JAKOBS, Günther. La imputación objetiva en el Derecho penal, Editorial Ad-Hoc, Buenos Aires 1997,
p. 44. “Puesto que una sociedad sin riesgos no es posible y nadie se plantea seriamente a renunciar a la
sociedad, una garantía normativa que entrañe la total ausencia de riesgos no es factible, por el contrario,
el riesgo inherente a la configuración social ha de ser irremediablemente tolerado, como riesgo
permitido”.
29
Como el ámbito tecnológico, informático, genético y socio-económico.
30
Como resalta PERIS RIERA, Jaime. “Delitos de peligro y sociedad de riesgo: una constante discusión en
la dogmática penal de la última década”, en: Estudios penales en homenaje al profesor Cobo del Rosal,
versión digital, disponible en: <http://vlex.com/vid/322134> [fecha de consulta: 7 de diciembre 2010],
“[a]nte un episodio desastroso se pide no solo la agravación de las normas penales sino también un
“adelantamiento” de las barreras de tutela: se pretende que el Derecho Penal lo solucione todo y no hay
mecanismos complementarios, entre otras cosas, porque han ido siendo neutralizados".
31
GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho penal económico, op. cit., p. 48.
32
Como lo hacen los de la escuela de Frankfurt. Señala GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho penal
económico. Parte General, 2ª Edición, Editorial Grijley, Lima 2007, p. 83, que “[l]os frankfurtianos
advierten que en los procesos de neo-criminalización en el ámbito de la economía el Derecho penal está
dejando de ser un instrumento de reacción frente a lesiones graves de la libertad de los ciudadanos para
convertirse en instrumento de una política de seguridad”.
IIE
74 Algunos criterios para diferenciar los delitos de peligro de las infracciones
administrativas en el aspecto objetivo
III. Diferencia, en el plano objetivo, entre el injusto penal (en los delitos de
peligro) y la infracción administrativa
33
Señala SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. “Retos científicos y retos políticos de la ciencia del Derecho
penal”, en: Revista de Derecho, Universidad de Piura, Vol. I, 2000, p. 101, “[l]a ciencia del Derecho
penal contemporánea tiene ante sí, como es sabido, dos retos fundamentales. Por un lado, debe hacer
frente al fenómeno de la internacionalización y uniformización del Derecho penal. Por otro, ha de
afrontar una legislación y una aplicación judicial del Derecho que tienden al intervencionismo y a
la restricción de no pocas de las garantías político-criminales clásicas”. El formato de la letra es
agregado. De hecho, E L MISMO, La expansión del Derecho penal, op. cit., pp.81, 121. , afirma que “el
Derecho penal de la globalización económica y de la integración supranacional será un Derecho desde
luego crecientemente unificado, pero también menos garantista, en el que se relativizarán las garantías
político-criminales, sustantivas y procesales”.
Así también señala que “la combinación de la introducción de nuevos objetos de protección con la
anticipación de las fronteras de la protección penal ha propiciado una transición rápida del modelo „delito
de lesión de bienes individuales‟ al modelo „delito de peligro (presunto) para bienes supraindividuales”,
pasando por todas la modalidades intermedias”.
34
OTTAVIANO, Santiago. “Sanción penal, sanción administrativa y ne bis in idem” en: Derecho penal
empresario (Dir. Guillermo Yacobucci), Editorial B de F, Buenos Aires 2010, p. 740, “los problemas se
agravan cuando se busca establecer si el hecho por el que se pretende imponer una sanción penal es
realmente idéntico al que sirve de base a la persecución en sede administrativa”.
35
GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho penal, op. cit., p. 87.
36
JAKOBS, Günther. Estudios de Derecho penal, Editorial Civitas, Madrid 1997, p. 195.
37
N IETO, Alejandro. Derecho Administrativo Sancionador, op. cit., p. 304. Señala que el mandato de
tipificación es distinto en el Derecho administrativo sancionador y en el Derecho penal.
38
Según FEIJOO SÁNCHEZ, Bernardo. Normativización del derecho penal y realidad social, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá 2007, p. 317, “señalar aquello que justifica la opción por no aplicar una
sanción administrativa basada en la infracción de una norma que estadísticamente y desde una
perspectiva general encierra una cierta peligrosidad, sino por recurrir a una pena que representa la
retribución de un injusto de especial gravedad”. El formato de la letra es agregado. También
KINDHÄUSER, Urs. “Estructura y legitimación de los delitos de peligro del Derecho penal”, en: InDret
IIE
Ronald Víchez Chinchayán 75
sin importar si aquella conducta sancionada tiene la entidad suficiente (en el caso de los
delitos de peligro, el fundamento para que esa peligrosidad ex ante de la conducta
merezca una sanción penal) para ser abarcada por el Derecho penal.
Sin embargo, antes de exponer este tema, abordaremos de manera breve las
diferencias cualitativas entre el injusto penal y la infracción administrativa por ser un
punto relevante para llegar a establecer el asunto central del presente trabajo.
IIE
76 Algunos criterios para diferenciar los delitos de peligro de las infracciones
administrativas en el aspecto objetivo
En la doctrina penal señala Silva Sánchez que las tesis clásicas distinguen entre
ilícito penal e ilícito administrativo, “atribuyendo al primero el carácter de lesión
éticamente reprochable de un bien jurídico, mientras que el segundo sería un acto de
desobediencia ético-valorativamente neutro” 43. Sin embargo, con el posterior desarrollo
de la doctrina, fue asentándose la idea de la mera diferenciación cuantitativa entre
ambas clases de ilícitos. Así, por ejemplo, para Roxin “[e]l legislador debe recurrir a la
contravención y a la multa administrativa, en vez de la incriminación y la pena, cuando
la perturbación social pueda anularse con la sanción menos onerosa” 44.
41
GÓMEZ TOMILLO, Manuel. SANZ RUBIALES, Íñigo. Derecho Administrativo sancionador. Parte
General. op. cit., pp. 71 y ss
42
Afirmar que simplemente responden a una diferencia normativa (como lo hace NIETO, Alejandro.
Derecho Administrativo Sancionador, op. cit., pp. 156 y ss.) sería simplemente quedarse en un plano
positivista normativo.
43
SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del Derecho penal, op. cit., p. 124.
44
ROXIN, Claus, Derecho penal Parte General, Editorial Civitas, Madrid 1997, p. 71.
45
ÍDEM, p. 72.
46
GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho penal económico, op. cit., p. 64 y ss.
47
GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho penal económico. Parte Especial, Editorial Grijley, Lima 2007, p.
23. Aunque la sección comentada hace referencia a una parte ya derogada en el Código penal, el análisis
dogmático es válido: “esta protección de la competencia limitada al Derecho administrativo sancionador
sólo resulta posible mantener mientras la conciencia colectiva lo considere una mera infracción de las
reglas de juego en el mercado, pues en la medida en que comience a destacarse el efecto nocivo que estas
prácticas producen en el mercado y finalmente en el bienestar de los consumidores, la persecución
puramente administrativa, por más severa que sea, no bastará para satisfacer las demandas sociales de
castigo”.
48
SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del Derecho penal, op. cit., p.124.
IIE
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Por eso es imperativo incidir en esta cuestión, puesto que los supuestos
contemplados pueden conducir a la punición de conductas sin suponer materialmente un
injusto penal en el caso concreto 52. En las líneas que siguen expondremos algunos
criterios, que en nuestra opinión pueden servir para remarcar la línea divisoria entre los
delitos de peligro y las infracciones administrativas.
IIE
78 Algunos criterios para diferenciar los delitos de peligro de las infracciones
administrativas en el aspecto objetivo
1. La Estadística
54
IBÍDEM.
55
ESTEVE PARDO, José. Técnica, riesgo y Derecho, Editorial Ariel, Barcelona 1999, p. 79.
56
Como por ejemplo la conducta tipificada en el art. 243-C CP: “El que organiza, conduce o explota
juegos de casino y máquinas tragamonedas, sin haber cumplido con los requisitos que exigen las leyes y
sus reglamentos para su explotación, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de uno ni
mayor de cuatro años, con trescientos sesenta y cinco días multa e inhabilitación para ejercer dicha
actividad, de conformidad con el inciso 4) del artículo 36 del Código penal”.
57
ROXIN, Claus. Derecho penal Parte General. op. cit., pp. 57 y ss.
58
MIRÓ LLINARES, Fernando. “El „moderno‟ Derecho penal vial y la penalización de la conducta sin
permiso” en InDret Revista para el análisis del Derecho. Disponible en la web:
<http://www.indret.com/pdf/649.pdf>.
IIE
Ronald Víchez Chinchayán 79
frente a un ciudadano concreto” 59. De igual manera Hefendehl afirma que “[e]ncontrar
normas para el futuro [y] actuar con miras a lo que puede acontecer, sería, según
determinados pronósticos, más acertado que querer reaccionar a posteriori ante
errores, omisiones o catástrofes del presente” 60.
2. La Seguridad
59
FEIJOO SÁNCHEZ, Bernardo. Normativización del derecho penal y realidad social, op. cit., p. 328.
60
HEFENDEHL, Roland. “¿Debe ocuparse el Derecho penal de riesgos futuros? Bienes jurídicos colectivos
y delitos de peligro abstracto”, op. cit. El formato de la letra es agregado.
61
RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Teresa. Delitos de peligro, dolo e imprudencia, op. cit., p. 23.
62
KINDHÄUSER, Urs. “Estructura y legitimación de los delitos de peligro del Derecho penal”, en: InDret,
disponible en: <http://www.indret.com/pdf/600.pdf>.
IIE
80 Algunos criterios para diferenciar los delitos de peligro de las infracciones
administrativas en el aspecto objetivo
Feijoo Sánchez, por otro lado, señala que “[n]o se trata simplemente de
tematizar la seguridad como bien jurídico y objeto de tutela, sino de tematizar el
comportamiento que genera inseguridad como injusto penal o como hecho jurídico-
penalmente imputable” 64.
En nuestra opinión, no nos parece convincente este criterio y más bien parece ser
una derivación del criterio anterior, con la particularidad que centra su atención
especialmente en la seguridad “de los ámbitos que afectan a los intereses de una
pluralidad de personas”, lo que nos podría llevar a suponer que hace ya una depuración
de otros bienes jurídicos que no son esenciales y por tanto no tienen la entidad
suficiente para ser protegidos por el Derecho penal.
3. La Salud General
Entiende también Hefendehl que “el delito de peligro abstracto como estructura
delictiva […] debería quedar reservada para tipificar aquellas conductas que supongan
riesgos latentes contra bienes jurídicos de primer orden, por ejemplo riesgos para la
integridad corporal o la vida. Los delitos de peligro abstracto, deberían, además, ser
aquellos que protejan los bienes jurídicos cuya lesión esté, dentro de una sociedad de
riesgo, sometida al dominio del azar” 67.
Sin embargo, este criterio parece revivir aquella distinción “blanco-negro” entre
los bienes jurídicos más importantes (el cuerpo y la salud) y “todos los demás”, dejando
en manos del legislador la decisión sin alcanzarles algunos criterios para que puedan
enfrentar los matices de la escala.
4. El interés colectivo
63
IBÍDEM.
64
FEIJOO SÁNCHEZ, Bernardo. Normativización del derecho penal y realidad social, op. cit., p. 337.
65
MIRÓ LLINARES, Fernando. “El „moderno‟ Derecho penal vial y la penalización de la conducta sin
permiso” en InDret Revista para el análisis del Derecho. Disponible en la web:
<http://www.indret.com/pdf/649.pdf>. Este autor menciona con ocasión de la seguridad vial y la
expansión del Derecho penal que “[l]a frontera, que antiguamente era definida por el riesgo o lesión del
comportamiento vial para la vida o salud de una persona, se fue desdibujando desde que se comenzaron a
incluir como delito conductas que no exigían la prueba de una cercanía del riesgo para la salud de alguna
persona”.
66
IBÍDEM.
67
HEFENDEHL, Roland. “¿Debe ocuparse el Derecho penal de riesgos futuros? Bienes jurídicos colectivos
y delitos de peligro abstracto”, op. cit.
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Hasta el momento, hemos dado cuenta de varios criterios que intentan delimitar
el contenido de los delitos de peligro y diferenciarlos de las infracciones
administrativas, pero sin que ninguna de éstas nos termine por convencer del todo. Ya
que hemos centrado nuestra atención en una clase de delitos, apuntamos la discusión en
la búsqueda del contenido del injusto material que justifique su carácter de injusto
penalmente típico68 y que nos despeje de una vez por todas las dudas que podrían
dificultar la toma de decisión.
Según Silva Sánchez hay conductas que si bien pueden significar una lesión
administrativa no se ve justificada la entra del Derecho penal. No obstante, señala el
referido catedrático, que existe una “administrativización” del Derecho penal en cuanto
ya no se preocupa tanto de la lesividad del comportamiento individual sino de la
lesividad global de las acumulaciones o repeticiones: “lo decisivo empieza a ser el
problema de las grandes cifras” 69. Pero ¿qué debe estar en juego para permitir la entrada
de los delitos de peligro y no de las infracciones administrativas?
68
RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Teresa. Delitos de peligro, dolo e imprudencia, op. cit., p. 381.
69
SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del Derecho penal, op. cit., p. 130.
70
WOLTER, Jürgen. “Imputación objetiva y personal a título de injusto. A la vez, una contribución al
estudio de la aberratio ictus”, en: El sistema moderno del derecho penal: cuestiones fundamentales
(Bernd Schünemann Compilador), Editorial Tecnos, Madrid 1991, p. 112, “[l]a norma prohibitiva debe
concebirse tanto desde la perspectiva del autor que obra como desde la víctima, que se ve amenazada”.
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administrativas en el aspecto objetivo
Podría achacarse a esta postura las mismas críticas de revivir la discusión entre
los bienes jurídicos más importantes, pero sería apresurado hacerlo porque si están de
por medio las acumulaciones o repeticiones que inciden en un interés colectivo la
protección no solamente recaerá sobre la vida, el cuerpo o la salud, sino que el espectro
será mucho más amplio, siempre y cuando, estos bienes jurídicos penalmente protegidos
sean esenciales para el mantenimiento de la sociedad.
Conclusiones
Con base en las ideas plasmadas en este trabajo podemos concluir que:
2. A través del Derecho penal se busca asegurar el respeto de los valores límite
para los riesgos socialmente tolerados, sancionando las conductas no sólo cuando han
lesionado efectivamente los bienes jurídicos protegidos, sino también cuando son
potencialmente lesivas; adelantándose así las barreras de protección en el ordenamiento
jurídico.
4. Esta situación no está clara para el legislador penal que en su afán de combatir
determinadas conductas termina por adelantar las barreras de protección a tales niveles,
recurriendo a los delitos de peligro.
Bibliografía
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& procesal penal, Tomo 14, agosto 2010.
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<http://criminet. ugr.es/recpc>.
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84 Algunos criterios para diferenciar los delitos de peligro de las infracciones
administrativas en el aspecto objetivo
Lascuraín Sánchez, Juan. “Por un Derecho penal sólo penal: Derecho penal,
Derecho de medidas de seguridad y Derecho administrativo sancionador”, en Libro
Homenaje al Prof. Dr. Gonzalo Rodríguez Mourullo, Civitas, Madrid 2005.
Roxin, Claus, Derecho penal Parte General, Editorial Civitas, Madrid 1997.
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La octava edición de la Revista Ita Ius Esto se realizó gracias al auspicio de:
www.itaiusesto.com
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