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LOS RETOS DE LAS “SOCIEDADES PLURALES”

Jesús Batista Llamas


Universidad del Atlántico
II Semestre de Maestría Filosofía

En el presente texto busco reflexionar sobre tres temas de alta sensibilidad


en la época actual, los cuales son el aborto, la eutanasia y la maternidad
subrogada; mi intención es aportar mi visión personal, pero más allá de tal visión,
el interés es ver la intensidad de tales temas en nuestra actualidad. Para proceder
en nuestra tarea, cabe reconocer el amplio espectro pluralista que puede
caracterizar a algunas sociedades actuales, y como tales temas entran el debate
dentro de la opinión publica mostrando argumentos a favor o en contra; de esta
manera al referirme a pluralismo, centro mi atención en todos los procesos
políticos y de derechos que empoderan a grupos y minorías en las respectivas
luchas por el reconocimiento de sus derechos. En este sentido el pluralismo
político como pluralismo social, afirma el hecho de que en las sociedades
contemporáneas conviven diversas cosmovisiones, indagando en las maneras
más apropiadas (por parte del gobierno, la academia y la sociedad en general) de
encarar dicho panorama. Se trata, a fin de cuentas, de buscar el mejor modo de
balancear la diversidad de los grupos que conviven en toda gran sociedad
contemporánea. Las respuestas que se han dado tradicionalmente a esta
problemática cubren un amplio espectro: desde la idea de que absolutamente
todos los sistemas deben ser aceptados y tolerados, hasta la que sostiene que
pueden serlo solo los sistemas “razonables” y la de quienes defienden la prioridad
de los análisis locales y particulares por sobre los universales y abstractos.

Con relación al aborto afirmo que es uno de los debates más polémicos y
neurálgicos de nuestra era, pero tajantemente distingo cuatro tensiones, a saber la
discusión sobre la legitimidad o ilegitimidad del aborto voluntario se suele
condensar en cuatro argumentos o tópicos del debate. En primer lugar, el
argumento de quien afirma que resulta imposible prohibir el aborto con eficacia o
lo que es lo mismo que las normas jurídicas a este respecto no son capaces de

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controlar o limitar la realidad. En segundo lugar, el argumento central de los
llamados anti-abortistas, la tesis de la personalidad del feto (embrión o
preembrión). En tercer lugar, la justificación del aborto voluntario a través de su
presentación como estado de necesidad y finalmente, la afirmación de la
legitimidad del aborto apoyada en la idea de libertad o autonomía de la mujeres. El
examen de estos argumentos necesariamente debe detenerse en consideraciones
de carácter moral de las que resulta extremadamente relevante conocer sus
consecuencias o su posible o imposible traducción en normas jurídicas; todas las
consideraciones son de cuidado, pero se debe prestar especial atención a la voz
de las mujeres, pues son las que hasta ahora pueden parir y tienen más derechos
a opinar sobre el asunto, dándose un privilegio de su autonomía, pues como lo
afirma Margarita Valdés, “los opositores al aborto tendrían que mostrar que el feto
tiene, al menos en ciertas circunstancias, además del derecho a la vida, un
derecho especial a que la mujer lo aloja en su útero proteja su vida, que ella tiene
una responsabilidad moral especial de conservar la vida del feto” ( Valdés, 1999,
p. 35 ). De allí se desprende en el debate las posibilidades de recurrir a las
nociones biológica de persona, metafísica o fundar los argumentos en
aseveraciones religiosas.

Con relación a la eutanasia se vuelve a repetir los derechos a la decisión y


la dignidad, en este caso la muerte digna; pero ¿Los avances tecnológicos en
materia de medicina prolongan la vida? ¿Qué tipo de vida digna sería padecer y
hacer padecer a otros cercanos el sufrimiento de los pacientes? Desde tal punto
La evolución de la medicina nos ha llevado a prolongar la vida, pero la estamos
prolongando a costa de qué, la dignidad de la vida se está perdiendo y el proceso
de llevar a mantener personas que ya ni son personas genera a largo plazo un
sufrimiento insensato. A respecto manifiesto dos visiones del tema, ya que desde
el punto de vista científico es cada vez menos necesario recurrir a la eutanasia ya
que los cuidados paliativos logran controlar cada vez mejor el sufrimiento y el
dolor, debemos tener en cuenta que en ciertos casos el enfermo es incapaz de
decidir, la decisión debe tomarla alguien más, la opinión del paciente en estos

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casos es irrelevante ya que por su condición algunos enfermos pueden desear
morir porque sufren depresión clínica y no están en pleno uso de sus facultades
generando gran confusión entre sus familiares, dolientes y en su entorno.

Desde el punto de vista médico, su misión es el de mantener la vida, el


médico se enfrenta al dilema ético fundamental santidad vs calidad de vida, las
posiciones médicas son muy diversas, ya que unos piensan que no tiene sentido
conservar un ser con vida que lo sabemos vivo porque respira a través de un
respirador artificial pero que ha perdido todas las funciones, esto no es vida,
mientras que otros galenos piensan que hay que mantener la vida de las personas
hasta las últimas consecuencias, ya que su función profesional no es la de matar,
si no la de curar. En uno u otro caso, nuevamente la decisión personal, frente a la
opinión pública, manifiesta la protección de las libertades y el uso pleno de los
derechos y autonomía, en la respectiva decisión, pues dentro de las ventajas que
tiene la eutanasia está el fin del sufrimiento del paciente, aunque el dolor pueda
controlarse mediante medicamentos, está la pérdida de la autonomía y la
degradación de la calidad de vida ,su dignidad humana, las personas tienen el
derecho de elegir libremente lo que desean, es una forma de ayudar a los
pacientes que solo viven conectados a una máquina, sin expectativas de vida,
que han pasado por muchos procesos de recuperación, y solo quieren descansar.
Es imposible ver a una persona que está sufriendo un dolor extremo y no hacer
algo para ayudarla.

Con respecto a este asunto, la bioética es la indicada para poner el acento


en las reflexiones, y esta se le entiende de dos formas, la primera:

En un sentido retringido, la bioética, que a veces se confunde con la ética


biomédica, aspira a ofrecer al médico un sistema de normas que le permita
orientar su juicio y sus acciones frente a sus pacientes cuya autonomía está
impedida o puede ser afectada pos su práctica médica. (Barreta, 2000, p.1)

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Y la otra visión, se extiende hacia un horizontes más amplio, pues,

(…) la bioética implica la reflexión sobre normas morales o prescripciones


para la acción que se encontrarían en equilibrio reflexivo con nuestras
intuiciones morales y que son exigidas por las nuevas formas de
intervención, sobre la naturaleza humana y la naturaleza en general, que
han sido abiertas por la investigación científica contemporánea. (Barreta,
2000, p. 1)

Tanto en uno como en otro caso, el debate estriba entre liberales y


utilitaristas que echan mano de los dos extremos para fundamentar sus
argumentos, pero se concluye que en un mundo donde la ética tradicional ha
colapsado, por no ofrecer elementos de juicio suficientes, la moral tiene que
apoyarse en una concepción abstracta y universalista de respeto a lo humano, es
decir, en la noción de autonomía y dignidad del individuo humano.

Finalmente la maternidad subrogada, llama especialmente mi atención,


debido a que en relación con los dos temas anteriores, acá parece que se
convirtiera en mercancía la vida para algunos, pero para otros es la oportunidad
de brindar condiciones especiales a un nuevo ser humano, como decía Arendt al
milagro de la aparición en el mundo; en este caso se argumenta concretamente
en contra que sobre los derechos humanos al señalar que, si bien existe
autonomía para ejercer la reproducción, en tanto que los asuntos de familia gozan
de interés público, es deber del Estado intervenir cuando ésta pueda sufrir algún
tipo de vulneraciones que puedan vulnerar otros derechos. También se señala que
no se puede contratar sobre la gestación o la entrega del nacido, pues estos no
son simples objetos que se puedan renunciar por un simple contrato. En mi juicio,
al igual que los otros temas, la búsqueda de un equilibrio, garantizará armonía
política y moral, y es el derecho el llamado, con fuerte argumentación moral y con
apoyo de la filosofía, el llamado a esclarecer los significados, horizontes de
interpretación y visiones de mundo de las sociedades; en tal orden para la

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maternidad subrogada, lo más pertinente será buscar una legislación que sea
capaz de garantizar los derechos tanto del niño, la madre gestante y los
contratantes. Se deberá buscar que en el proceso intervengan no sólo el poder
ejecutivo, sino también el poder judicial. Esto con la finalidad de que los procesos
tengan un equilibrio sano y acorde a los derechos humanos de la Constitución y
los tratados internacionales. La maternidad subrogada es un derecho, pero lo que
no es derecho es convertirla en una actividad comercial, puesto que está en
peligro la dignidad de varias personas, por eso la ley debe regular bien esa figura.

El reto entonces es la conciliación de ese gran pluralismo de concepciones


existentes en nuestras sociedades políticas actuales, el panorama nos sitúa ante
la necesidad de elaborar herramientas que sean sólidas y consistentes desde el
punto de vista teórico-argumentativo, y que también sirvan para comprender y
responder a estos fenómenos en la práctica concreta de las políticas ejercidas por
los diversos sectores de la sociedad.

BIBLIOGRAFÍA

Barreta, Luz Marina (2000). El suicidio asistido como problema moral y de salud
pública, en: Araucaria, Sem I, Volumen 2, número 3, Sevilla: Universidad de
Sevilla.

Valdés, Margarita (1999). “El problema del aborto. Tres enfoques”, en: Vasquez
Rodolfo (1999). Bioética y Derecho. Fundamentos y problemas actuales, México:
ITAM-CFE.

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