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Filosofía

Práctico N° 2

Nombres

Respuestas

3) Al analizar la épica de Gilgamesh también vemos brotar de este mito algunos


puntos que incumben a la filosofía. El primer rasgo que se pone de manifiesto en el
protagonista es su mortalidad. Algo que lo diferencia de los seres divinos. Gilgamesh es un
ser finito, pero simultáneamente es consciente de su finitud. El sabe que va a morir. Esta
consciencia de su propia finitud no sólo lo distingue de los Dioses inmortales sino también
del resto de los seres naturales, animales, plantas y minerales. Es decir, la naturaleza del
hombre como ser consciente de su finitud le brinda un estatus ontológico intermediario
entre la naturaleza y la divinidad. No es un Dios, pero tampoco una bestia reducida a sus
funciones meramente biológicas. La tendencia a la animalidad se figura en el personaje de
su amigo Enkidu, más inmerso en nivel primario, animal y biológico.
La conciencia de su muerte lo arranca de la mera naturaleza. El sustrato ontológico del
hombre lo empuja siempre a aspirar a la su perfección. Jamás está en reposo, sino
constituido por una tensión, por una búsqueda de acercarse más y más a su ideal. Por eso
Gilgamesh es un héroe épico, un hombre que pretende alcanzar la cima de su esplendor.
Una búsqueda insaciable de tomar la vida en sus manos y convertirse en quien quiere ser.
Su finitud le asigna un sentido de urgencia. Es el drama de encontrarse con su destino.
Lejos de ser la destrucción del sentido de la vida, la finitud constituye una condición para
generar sentido.
Por otro lado, en el horizonte de la mitología también se han planteado algunos
problemas en lo que respecta a los alcances del conocimiento humano del cosmos. Según
Hyland, las preguntas sobre cómo es posible que hombre conozca lo divino y la naturaleza
también atraparon a Hesíodo y Jenófanes. ¿Es completo o genuino el conocimiento del
cosmos, de lo mortal y de lo divino? ¿Es el mundo inteligible desde su origen o el
conocimiento humano está limitado por un insuperable misterio? Son estas preguntas,
más que sus específicas respuestas, las que conservamos aún con nosotros.
Finalmente, la cuestión filosófica sobre la primacía de una unidad fundamental
como origen y génesis de toda la multiplicidad diversa de seres también puede apreciarse
en las primeras obras literarias. El origen del mundo ¿es fundamentalmente algo en
reposo algo permanente? ¿O desde el comienzo está todo en un estado de proceso, de
cambio y de movimiento? La dificultad de estas cuestiones puede ser iluminada si
introducimos la dimensión política de este problema, es decir la oposición entre la paz y la
guerra. En la esfera política la forma más radical de cambio es la guerra, mientras que la
contrapartida de unidad, de reposo, de permanencia es la paz.

4) En el fragmento de Borges la vida de los inmortales se figura esbozada por una eterna
y lenta quietud, muy similar a la muerte. Ninguna razón los moviliza, ningún estímulo les
perpetra ansiedad ni esperanza. Todo su ser permanece inundado del más rústico de los
reposos. En Gilgamesh, por el contrario, es la finitud la que lo arranca de cualquier estado
permanente. Más bien, lo que se mantiene, es la tensión de precipitarse, verterse y volver
a desnivelarse. Es él quien debe ser ahora, en este instante inminente. Un ser que aspira
tenazmente a su superación, abrumado por la urgencia y la desesperación de que quizá en
el momento posterior ya sea demasiado tarde.

5)

Sustituir las explicaciones míticas por


Mito explicaciones racionales. La filosofía como
Narraciones sobre los Dioses y las fuerzas intento de racionalizar la interpretación del
Que intervienen en los fenómenos hombre y del universo.
cósmicos, y acerca de la naturaleza y
destino de los seres humanos. Acerca del
origen y las normas de la sociedad, el
surgimiento y la estructura del cosmos.

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