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Sociología General

Comisión 14

Agustín Zaid

1. Teniendo presente los conceptos de Modernidad, modernismo, modernización,


racionalidad, racionalización, individualización y secularización, explique la
siguiente afirmación de Niklas Luhmann:

No pertenecemos a aquel género de héroes trágicos que, en todo caso con posterioridad,
constataban que se habían preparado a sí mismos su destino. Nosotros lo sabemos ya
de antemano.

2. En la última clase pública se escuchó desde algunos vehículos lo siguiente

“Vayan a laburar” / “Viejo zurdo” / “Hay que matarlos a todos” / “Payaso”

Durante el curso hemos caracterizado dos posiciones epistemológicas de la


sociología frente al “sentido común”. Analice las reacciones mencionadas a la luz de
ambas posturas epistemológicas y desarrolle las particularidades del ejercicio de la
sociología como disciplina científica frente a los desafíos que le impone su particular
objeto de estudio.
1. La frase es, esencialmente, un distanciamiento por parte del autor respecto de la
sociedad premoderna. Para Luhmann, entonces, la sociedad moderna estaría
caracterizada por el conocimiento por parte de los individuos de su propio destino gracias
a los procesos científicos que se desarrollaron en la modernidad. En este sentido, el
planteo mismo de las características de la modernidad es inherente a la condición
moderna. Según Berman, esta reflexividad toma el nombre de modernismo, dentro del
cual aparecen concepciones y visiones de la modernidad con distintos enfoques y
propuestas, y extendidos a distintos campos, como la literatura, las artes o la filosofía; un
ejemplo en el campo artístico podría ser el futurismo italiano, admirando al desarrollo de
la industria y el ritmo de vida moderno en detrimento de las visiones románticas del
pasado clásico italiano. Berman señala que la idea de modernismo mantiene una relación
dialéctica con la modernización, esto es, los cambios en la ciencia y tecnología, la
industrialización creciente, el ritmo de vida acelerado, el desarrollo de los Estados, el
mercado capitalista mundial en expansión y demás procesos que modificaron
drásticamente las condiciones de vida en todo el mundo. Por esto, el modernismo entrará
en un perpetuo diálogo con estos cambios, en donde aparecerán una variedad de posturas
respecto de los efectos de la modernización en la sociedad. Un buen ejemplo de la relación
entre modernización y modernismo puede ser encontrado en el desarrollo urbano de París
en el siglo XIX. Ortiz en su libro Modernidad y espacio: Benjamin en París da cuenta de
las profundas reformas urbanas implementadas por el barón de Hausmann, prefecto de
Napoleón III. En ellas, Hausmann ensancha a las calles de la ciudad, demoliendo
numerosas edificaciones antiguas, creando bulevares y parques. Esta modificación del
espacio urbano causó una profunda modernización del estilo de vida parisino: las
personas podían trasladarse de un lado a otro más rápido, cambiando la dinámica de la
vida social, transformándola en veloz, fugaz. Esta modernización, a su vez, se
corresponde con el surgimiento del impresionismo, un movimiento pictórico
caracterizado por la búsqueda de lo fugaz, de lo moderno en la vida urbana, especialmente
en los bulevares de Pisarro, los trenes de Monet o las escenas festivas de Renoir.
.
Los cambios de perspectiva respecto a la vida social comienzan de modo paulatino.
Culturalmente, el punto de partida será el Renacimiento. El antropocentrismo, el interés
por la belleza humana, por el pensamiento secular y por el mundo grecorromano clásico
dieron lugar a un proceso en donde toma forma el punto de vista individual y subjetivo,
en donde aparece la noción del sujeto y del yo. Este proceso tomará el nombre de
individualización. Desde lo institucional, pensadores como Maquiavelo y Hobbes van
también a cambiar las nociones políticas de las sociedades, apelando a la racionalidad, a
la utilización de conceptos para explicar a la realidad; y a lo secular, al pensamiento
desprovisto de una explicación religiosa, porque el poder ya no es legitimado por medio
de una figura divina.
Para poder comprender estos cambios, se pueden observar las características de las
sociedades premodernas. En estas, el rol de las creencias y de la comunidad determinaba
los lazos sociales; el individuo estaba "anclado" en términos de Giddens en un tiempo y
un espacio determinados. Rara vez conocían lugares lejanos a sus tierras de origen, su día
se organizaba de acuerdo a determinantes de carácter espacial (el canto del gallo para
despertarse, por ejemplo) y la religión tenía un papel fundamental tanto en la jerarquía y
en la legitimación del poder como en los modus operandi de los individuos. Resulta
interesante observar, desde el texto de Nisbet La formación del pensamiento sociológico
I, que la tradición sociológica se ha apoyado en cinco ideas- elemento (comunidad,
autoridad, status, lo sagrado y alienación) y sus antítesis (sociedad, poder, clase, lo secular
y progreso, respectivamente). Desde estas ideas, se pueden establecer diferenciaciones
entre las sociedades premodernas y las modernas desde un enfoque sociológico: la
sociedad reemplaza a la comunidad, aparece la idea de clase social, lo secular toma
importancia respecto a lo sagrado. A partir de estas oposiciones comienzan a aparecer
características propias de la modernidad, como los puntos de vista o la división de esferas
de conocimiento. Desde esta última, Weber plantea que el estallido de esferas hace perder
al científico una dimensión total del conocimiento, reduciéndolo al conocimiento de una
porción de la realidad en la cual se especializa.
Se puede determinar entonces que Luhmann compartiría la visión weberiana de la
modernidad. Esto se debe a que nos está planteando que gracias a la creciente
racionalización de la modernidad podemos hacernos de instrumentos para poder calcular
y prever nuestros actos. Este planteo permite al hombre ampliar su conocimiento, pero al
mismo tiempo desmagifica a su entorno social y lo lanza a una crisis de sentido la cual la
ciencia en sí misma no puede resolver, consecuencia también de la creciente
secularización. Sobre esta crisis de sentido se van a apoyar diferentes autores para
reflexionar sobre el futuro de la modernidad, y a partir de sus visiones sobre ésta
podremos definir si son visiones abiertas o cerradas.
La dimensión weberiana, entonces, sería una visión cerrada, porque habla de una
creciente burocratización de la vida moderna, de la jaula de hierro, un mundo en creciente
racionalización, esto es, creciente cálculo y previsión racionales en pos de conseguir
eficiencia y validez científica; pero con una crisis de sentido que no puede resolverse a
menos que se sacrifique el pensamiento racional.
Por otra parte, Berman, Comte o Marx nos plantearían visiones abiertas: para ellos se
puede escapar de esta crisis de sentido a partir de un nuevo modelo de sociedad en la cual
el individuo podría realizarse plenamente y en donde habría mayor equidad y justicia. En
este sentido, los teóricos de la modernidad miran hacia el pasado en busca de respuestas
hacia las problemáticas que plantea el mundo moderno secular; autores como Comte
caracterizarán a la sociedad como si fuera un cuerpo humano el cual hay que “curar”,
siendo la sociología la ciencia a cargo de esa tarea, instaurando orden y progreso en la
sociedad.
A modo de conclusión se observa entonces que la visión de Luhmann se condesciende
mejor con una visión desmagificadora del mundo; el hombre gracias al conocimiento
pierde noción de sentido respecto a su existencia. Por esto Luhmann en la frase es
romántico, en el sentido en que valoriza ese pasado perdido en el que la vida era más
emocionante, más impredecible: la voluntad de algo desconocido definía la existencia de
los individuos y les otorga sentido. El mundo moderno aparece desmitificado,
racionalizado al extremo; el acelerado ritmo de vida y el continuo devenir, la vida en la
época de las industrias y las grandes aglomeraciones urbanas, un mundo en el que, como
dice Marx “todo lo sólido se desvanece en el aire”.

2.Las dos posturas a las que hace alusión la pregunta son: la postura del conocimiento
sociológico que parte como ruptura respecto al sentido común, y la que parte en
continuidad con el mismo. Las frases escuchadas corresponden, independientemente de
las posiciones epistemológicas, a las construcciones de sentido común de los sujetos.
Para la posición rupturista, estas frases no tendrían valor respecto a la construcción de la
realidad social, que se establece como dada. Siguiendo a Durkheim en Las reglas del
método sociológico, las frases son entendidas como hechos sociales, esto es, a un modo
de actuar o pensar que preexiste al individuo, que se presenta de forma coercitiva. En este
sentido se debería analizar a estas frases desde lo social y se podría pensar que las frases
dichas son hechos sociales en sí mismas, porque son modos de actuar que se presentan de
manera coercitiva; pero que también representan la ideología de un determinado grupo
de personas. Esto último podría, a su vez, ser considerado un hecho social porque puede
ser analizado desde lo social y como preexistente a los individuos que compartan esa
ideología. Para Bourdieu, especialmente en su texto El oficio de sociólogo, estas frases
no pueden pertenecer al conocimiento sociológico: la sociología no debe ocuparse de las
construcciones de sentido de los individuos, sino que debe trascender esta conciencia
subjetiva para desarrollarse plenamente como ciencia. Con esto Bourdieu se opone a la
sociología espontánea, que sugería analizar a lo social únicamente desde el sentido
asumiendo que se es sociólogo ya por formar parte de una sociedad. Por otro lado, este
autor luego reinterpretará su postura e intentará superar la dicotomía entre la ruptura y la
continuidad respecto al sentido común, planteando el constructivismo estructural. Por
esto, para el Bourdieu de Cosas Dichas, “la sociología debe incluir una sociología de la
percepción del mundo social, es decir una sociología de las construcciones del mundo”
(Bourdieu, 2000: 133).
De acuerdo con la posición continuista, en cambio, estas frases sí tienen un valor en el
análisis sociológico. Desde la visión fenomenológica planteada por Berger y Luckmann
en La construcción social de la realidad, la sociología del conocimiento debe ocuparse
de “cualquier cuerpo de conocimiento que llegue a quedar establecido socialmente como
realidad” (Berger y Luckmann, 1986: 15). Estas frases son importantes porque forman
parte de la realidad de los sujetos que las dijeron. El sociólogo debe, por ende, interesarse
en las construcciones de sentido común de los sujetos porque estas son relativas; esta
relatividad determina las diferencias culturales e ideológicas entre las personas. Para la
posición fenomenológica, el lenguaje empleado en la vida cotidiana es de vital
importancia en el análisis sociológico: objetiva a los elementos que conforman a la vida
cotidiana, y es el instrumento por el cual se relacionan los sujetos, intercambiando sus
perspectivas dentro del mundo cotidiano. Por esto, el análisis deberá tomar en
consideración estas nociones que carecen de rigor científico, porque, a diferencia de lo
que postulan Bourdieu y Durkheim, para la fenomenología las interacciones entre los
sujetos son concientizadas por éstos.
Giddens también opina que el sentido común debe ser parte del análisis sociológico. Para
él, la clave está en el concepto de doble hermenéutica, desde el cual va a apoyarse en su
libro Las nuevas reglas del método sociológico. Crítica positiva de las sociologías
comprensivas. Este concepto consiste en que los análisis que ofrece la sociología (y
también otras ciencias) tienen la posibilidad de modificar a la sociedad de manera
retroalimentativa. El universo social, según Giddens, está constituido a sí mismo como
provisto de sentido; el sociólogo debe “aprehender los marcos de sentido que intervienen
en la producción de la vida social por los actores legos, y reconstruirlos en los nuevos
marcos de sentido que intervienen en esquemas técnicos conceptuales” (Giddens, 1997:
102). Con esta frase se ve también que para el autor el sociólogo no sólo debe tener en
cuenta el marco de sentido de la sociedad que analiza, sino también el suyo propio.
De esta manera se puede observar la peculiaridad del objeto de estudio de la sociología:
a partir de los marcos de sentido que realizan los sujetos en la vida cotidiana, su objeto
de estudio teoriza, a menudo sin sustento científico, sobre la realidad social que lo rodea;
estas formas de interpretar la realidad social van a conformar las dos posturas rupturista
y continuista que fueron desarrolladas a lo largo de la consigna. El interrogante que
plantean ambas, entonces, es si estas construcciones deben o no ser tenidas en cuenta para
el análisis sociológico de la realidad: para Durkheim y Bourdieu el sociólogo debe
observar más allá de estas construcciones de la realidad a partir del principio de la no
conciencia, cuestionando a la sociología espontánea; para Berger, Luckmann y Giddens
estas concepciones deben ser tenidas en cuenta: para berger y luckmann, porque todo
conocimiento de la realidad por parte de los sujetos debe ser tenida en cuenta para
contrastar y relativizar las diferentes concepciones de los individuos; y para Giddens,
porque tanto el objeto de estudio de la sociología como el sociólogo comparten nociones
de sentido común las cuales son difíciles de separar respecto al conocimiento científico
que pueda realizar la sociología. Estas diferentes posturas dan cuenta de las notorias
diferencias teóricas entre autores por partir desde diferentes prenociones, y demuestran,
por ende, que la posición epistemológica que el sociólogo elija afecta al resultado del
total de la teoría que cree, sin importar si se posicione firmemente entre alguna de las
dicotomías teóricas (ruptura-continuidad, objetivismo-subjetivismo, colectivismo-
individualismo) o las intente superar abarcando ambas prenociones en su concepción de
la realidad. Las frases, en conclusión, dependerán de las prenociones que tengan los
sociólogos que las analicen en cuanto a la validez del sentido común como parte o no del
objeto de estudio de la sociología. Para la posición rupturista con el sentido común, los
insultos no formarán parte del conocimiento sociológico, sino el pensamiento de quienes
los dijeron y el contexto en el que fueron dichas estas frases. Desde la perspectiva
continuista esto es diferente: para Berger y Luckmann los insultos, pensados como
interacciones cara a cara son vitales para entender las relaciones entre los individuos y su
lenguaje y la relatividad de sus concepciones de sentido. Giddens va a acompañar a estas
ideas, apoyándose en el concepto de doble hermenéutica antes explicado (las
interpretaciones de los sociólogos afectan al sentido común y viceversa).
Bibliografía consultada

Berger, P. y Luckmann, T. (1986) La construcción social de la realidad. Buenos


Aires: Amorrortu.
Berman, M. (1988) Todo lo sólido se desvanece en el aire. Madrid: Siglo XXI.
Bourdieu, P. (1998) El oficio de sociólogo. México: Siglo XXI.
Bourdieu, P. (2000) Cosas dichas. Barcelona: Gedisa
Durkheim, E. (1982) Las reglas del método sociológico. Buenos Aires:
Hispamérica Ediciones Argentina S.A.
Eisenmann, S.F. (2001) Historia crítica del arte del siglo XIX. Madrid: Akal
Forte, M. A. (2015). Modernidad: tiempo, forma y sentido. Buenos Aires:
EUDEBA.
Giddens, A. (1993) Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza Ed.
Giddens, A. (1997) Las nuevas reglas del método sociológico. Crítica positiva
de las sociologías comprensivas. Buenos Aires: Amorrortu Editores
Nisbet, R. (1996) La formación del pensamiento sociológico. Buenos Aires:
Amorrortu editores
Ortiz, R. (2000) Modernidad y espacio. Benjamín en París. Buenos Aires:
Grupo editorial norma
Weber, M. (1979) La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Barcelona:Península.
Weber, M. (1995) El Político y el Científico . Barcelona: Altaya.

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