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Comisión 14
Agustín Zaid
No pertenecemos a aquel género de héroes trágicos que, en todo caso con posterioridad,
constataban que se habían preparado a sí mismos su destino. Nosotros lo sabemos ya
de antemano.
2.Las dos posturas a las que hace alusión la pregunta son: la postura del conocimiento
sociológico que parte como ruptura respecto al sentido común, y la que parte en
continuidad con el mismo. Las frases escuchadas corresponden, independientemente de
las posiciones epistemológicas, a las construcciones de sentido común de los sujetos.
Para la posición rupturista, estas frases no tendrían valor respecto a la construcción de la
realidad social, que se establece como dada. Siguiendo a Durkheim en Las reglas del
método sociológico, las frases son entendidas como hechos sociales, esto es, a un modo
de actuar o pensar que preexiste al individuo, que se presenta de forma coercitiva. En este
sentido se debería analizar a estas frases desde lo social y se podría pensar que las frases
dichas son hechos sociales en sí mismas, porque son modos de actuar que se presentan de
manera coercitiva; pero que también representan la ideología de un determinado grupo
de personas. Esto último podría, a su vez, ser considerado un hecho social porque puede
ser analizado desde lo social y como preexistente a los individuos que compartan esa
ideología. Para Bourdieu, especialmente en su texto El oficio de sociólogo, estas frases
no pueden pertenecer al conocimiento sociológico: la sociología no debe ocuparse de las
construcciones de sentido de los individuos, sino que debe trascender esta conciencia
subjetiva para desarrollarse plenamente como ciencia. Con esto Bourdieu se opone a la
sociología espontánea, que sugería analizar a lo social únicamente desde el sentido
asumiendo que se es sociólogo ya por formar parte de una sociedad. Por otro lado, este
autor luego reinterpretará su postura e intentará superar la dicotomía entre la ruptura y la
continuidad respecto al sentido común, planteando el constructivismo estructural. Por
esto, para el Bourdieu de Cosas Dichas, “la sociología debe incluir una sociología de la
percepción del mundo social, es decir una sociología de las construcciones del mundo”
(Bourdieu, 2000: 133).
De acuerdo con la posición continuista, en cambio, estas frases sí tienen un valor en el
análisis sociológico. Desde la visión fenomenológica planteada por Berger y Luckmann
en La construcción social de la realidad, la sociología del conocimiento debe ocuparse
de “cualquier cuerpo de conocimiento que llegue a quedar establecido socialmente como
realidad” (Berger y Luckmann, 1986: 15). Estas frases son importantes porque forman
parte de la realidad de los sujetos que las dijeron. El sociólogo debe, por ende, interesarse
en las construcciones de sentido común de los sujetos porque estas son relativas; esta
relatividad determina las diferencias culturales e ideológicas entre las personas. Para la
posición fenomenológica, el lenguaje empleado en la vida cotidiana es de vital
importancia en el análisis sociológico: objetiva a los elementos que conforman a la vida
cotidiana, y es el instrumento por el cual se relacionan los sujetos, intercambiando sus
perspectivas dentro del mundo cotidiano. Por esto, el análisis deberá tomar en
consideración estas nociones que carecen de rigor científico, porque, a diferencia de lo
que postulan Bourdieu y Durkheim, para la fenomenología las interacciones entre los
sujetos son concientizadas por éstos.
Giddens también opina que el sentido común debe ser parte del análisis sociológico. Para
él, la clave está en el concepto de doble hermenéutica, desde el cual va a apoyarse en su
libro Las nuevas reglas del método sociológico. Crítica positiva de las sociologías
comprensivas. Este concepto consiste en que los análisis que ofrece la sociología (y
también otras ciencias) tienen la posibilidad de modificar a la sociedad de manera
retroalimentativa. El universo social, según Giddens, está constituido a sí mismo como
provisto de sentido; el sociólogo debe “aprehender los marcos de sentido que intervienen
en la producción de la vida social por los actores legos, y reconstruirlos en los nuevos
marcos de sentido que intervienen en esquemas técnicos conceptuales” (Giddens, 1997:
102). Con esta frase se ve también que para el autor el sociólogo no sólo debe tener en
cuenta el marco de sentido de la sociedad que analiza, sino también el suyo propio.
De esta manera se puede observar la peculiaridad del objeto de estudio de la sociología:
a partir de los marcos de sentido que realizan los sujetos en la vida cotidiana, su objeto
de estudio teoriza, a menudo sin sustento científico, sobre la realidad social que lo rodea;
estas formas de interpretar la realidad social van a conformar las dos posturas rupturista
y continuista que fueron desarrolladas a lo largo de la consigna. El interrogante que
plantean ambas, entonces, es si estas construcciones deben o no ser tenidas en cuenta para
el análisis sociológico de la realidad: para Durkheim y Bourdieu el sociólogo debe
observar más allá de estas construcciones de la realidad a partir del principio de la no
conciencia, cuestionando a la sociología espontánea; para Berger, Luckmann y Giddens
estas concepciones deben ser tenidas en cuenta: para berger y luckmann, porque todo
conocimiento de la realidad por parte de los sujetos debe ser tenida en cuenta para
contrastar y relativizar las diferentes concepciones de los individuos; y para Giddens,
porque tanto el objeto de estudio de la sociología como el sociólogo comparten nociones
de sentido común las cuales son difíciles de separar respecto al conocimiento científico
que pueda realizar la sociología. Estas diferentes posturas dan cuenta de las notorias
diferencias teóricas entre autores por partir desde diferentes prenociones, y demuestran,
por ende, que la posición epistemológica que el sociólogo elija afecta al resultado del
total de la teoría que cree, sin importar si se posicione firmemente entre alguna de las
dicotomías teóricas (ruptura-continuidad, objetivismo-subjetivismo, colectivismo-
individualismo) o las intente superar abarcando ambas prenociones en su concepción de
la realidad. Las frases, en conclusión, dependerán de las prenociones que tengan los
sociólogos que las analicen en cuanto a la validez del sentido común como parte o no del
objeto de estudio de la sociología. Para la posición rupturista con el sentido común, los
insultos no formarán parte del conocimiento sociológico, sino el pensamiento de quienes
los dijeron y el contexto en el que fueron dichas estas frases. Desde la perspectiva
continuista esto es diferente: para Berger y Luckmann los insultos, pensados como
interacciones cara a cara son vitales para entender las relaciones entre los individuos y su
lenguaje y la relatividad de sus concepciones de sentido. Giddens va a acompañar a estas
ideas, apoyándose en el concepto de doble hermenéutica antes explicado (las
interpretaciones de los sociólogos afectan al sentido común y viceversa).
Bibliografía consultada