Sei sulla pagina 1di 2

EL CONTRATO SOCIAL

Jean-Jacques Rousseau

Ésta obra literaria en particular representa muchos obstáculos para quien la lee por primera vez,
sobre todo para los que previamente desconocemos toda estructura política de fondo y la belleza
moral que representa un sistema político. Si bien es algo difícil de percibir en estos días, El Contrato
Social nos facilita una perspectiva fresca de éstos ideales.

En Biología, existe una teoría que explica la evolución del ser humano una vez que tuvo tiempo para
satisfacer sus necesidades básicas y tiempo para satisfacer su curiosidad, creo en este sentido, que
radica la mayor importancia de entender el fundamento del “Estado Civil”. En un principio el hombre
sólo buscaba satisfacer sus necesidades de alimentación, protección, reproducción, etc; es decir,
pasamos de un Estado natural (impulsado por los instintos, la libertad natural y la igualdad natural)
a un Estado civil (impulsado por la libertad e igualdad moral, libertad civil, voluntad general y la
inteligencia) y el hombre acepta éste contrato tácito, este “Contrato Social” por que le da la libertad
de ser hombre. En esta igualdad civil no existen los amos y los esclavos, se es dueño de lo que posee
y se está obligado a seguir la voluntad de la mayoría, de ahí que el “Estado” o “Cuerpo político”
tenga el doble papel de “Súbdito” y “Soberano”, el primero persigue sus intereses particulares como
ciudadano y el segundo, formando parte del todo, persigue un bien común, lo que se traduce en
una “Voluntad general” y posteriormente en una Ley. Este contrato funciona en tanto el hombre
siga teniendo a su vez un estado natural, ya que al final lo que se busca es la Subsistencia misma, la
cual se obtiene de la propiedad de tierras y uso de recursos.

La soberanía es hasta donde se ha dicho, inalienable e indivisible y limitada cuando se habla de los
súbditos. Hasta el capítulo seis del libro dos cuesta trabajo comprender esta soberanía, por que
dadas las confusiones de nuestro sistema de gobierno democrático (abordado en el capítulo cuatro
del libro tercero) es normal que como ciudadano, uno crea que el gobierno es el único soberano de
una nación. A grandes rasgos cabe aclarar que la soberanía se encuentra en el poder colectivo de
los ciudadanos (el Estado), de tal modo que las leyes se disponen según la voluntad general. Estas
leyes son establecidas por “Legisladores”, personas que aun viendo afectados sus intereses
particulares, establezcan la voluntad del soberano, personas que representen el alma del sistema.
Rousseau fue hábil al señalar que el que escribe una ley no puede ejecutarla, conoce desde esos
tiempos la corrupción de los ideales y señala que deberían ser ejecutadas por un poder
completamente distinto, el poder ejecutivo, el cual represente el “alma y voluntad” (acción)
política.

Es difícil ignorar y no comparar nuestro sistema político actual bajo los ideales del autor, el cuál se
encarga de establecer la degeneración del mismo hasta el capítulo diez del tercer libro, en mi
particular opinión no vi ni un solo capítulo sin pensar en todo lo mal que se hace, el más común es
creer que el cuerpo político lo integra el gobierno. Rousseau habla después de buenos y malos
gobiernos y las señales para saber si se elige lo correcto o no. Desde mi punto de vista complica un
poco las cosas cuando hace énfasis en que “se debe elegir el tipo de gobierno que más convenga” y
nos explica tres principales situaciones (Democracia, Aristocracia y Monarquía) presentándolos casi
como un “Buffet”, en la que debe estar relacionado el tamaño adecuado del territorio que se quiere
gobernar, Grande, Mediano o Pequeño ¿Qué no es grande en estos días en relación con los
gobiernos que Rousseau conoció?, y desde luego ¿Qué mejor señal de un gobierno que la calidad
de vida de los ciudadanos?

Lo único que queda por decir es que inevitablemente los gobiernos tienden a decaer, el problema
real es saber hasta qué punto podría sostenerse un Estado. En nuestra República por ejemplo, hay
señales del decaimiento de la fuerza del Estado desde hace años, la soberanía está dividida
parcialmente en sus fines y objetivos como se menciona en los primeros capítulos, y más peligroso
aún es el saberse desigual e impotente contra un gobierno, sin mencionar la “Corrupción del alma
Política” (de los que deberían de ver en favor de la voluntad general sin importar sus intereses
propios). Quizá la “Utopía” sea lo único que podamos perseguir hasta crear un sistema que acepte
y considere la corrupción del hombre.

Rodríguez Sánchez Laura Abigail

Potrebbero piacerti anche