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H.

_]UGAR EL JUEGO '

/I/are ”¡ix (yw pnm que ¿'a/Zlemple Im ;7mmw'//as de ¡l! 191.


SALMO 119:18
Cuando los encapuchados aparecieron en la puerta del
banco, González estaba tomando una siesta. Lo desper—
taron los golpes contra la puerta de vidrio, 10 prepararon
lo avanzado de la hora, la oscuridad de la calle, el llanto.
Los encapuchados eran (tcs, dos hombres y una mujer,
tenían como rehenes a una pareja y dos niños y deseaban
que SC. desconecta… la alarma. González, sin embargo, no
tenía forn… de hacerlo (<<un sistema de monitoreo elec—
trónico y wdu eso», diría después el vicepresidente del
banco). Y ellos, por desgracia, no quisieron creerle (<<un
rcguc1ru de sangre y todo eso», diría después el oficial que
halló los cuerpos).
Pam domosffm: que hablaban en serio, los encapucha—
dos n…mrnn al padre (josé Vicente Pérez, C.C. 51.284.279);
pam callar ¡¡ los niños y al propio González, mataron a la
madre (Martha Picschacón) c.c. 74.541.289); para repetir
que no crcízm las palabras de González, mataron al niño
((<]íl redundancia es una enfermedad del lenguaje», diría
después un miembro de la Academia de la Lengua). Solo
se detuvier< … cuando Gonzalo González (c.c. 32.153.940
y medalla póstuma al mérito en el trabajo de la Asociación
Nacionle dc Vigilantes Nocturnos) se pegó un tiro. Des—
pués de eso la alarma poco importó. Como mejor pudie—
ron destruyeron la puerta, y se lanzaron hacia la caja fuerte.
H] sistema (IC apertura, sin embargo, fue más obstinado
que el vigilante y, a diferencia de la puerta, no cedió ante
los disparos. Los cuc¿puchados patcaron el blindaje,
gritaron sin convicción un clcscspvnuln <<:il>n:ch sésaunu», mumvnlu sc '.ll'/.ZH'()H para pedir justicia. Ruzuncs tenía
volvieron a disparar y lucgo, frustr;ulux, se concentran… para ¡… guslz¡r saliva cn cl int.cnl.o.
en los despachos. 'l'iraron al suelo el (Í(.)Ill'(:l'lid() de todos
los cajones de todos los escritorios y archivos, forzaron
un armario repleto de café y vasos de plástico. Finalmente,
robaron un cenicero de oro de la of1cina del gerente y se
fueron. Cuando todo parecía haber terminado, regresó la
mujer y mató a la niña. Llegar a casa debería ser un descanso. Tirar la chaqueta,
La escena fue grabada por las cámaras de seguridad quitarse los zapatos, servirse un trago. Como enseña la
del banco. Las cámaras eran sordas pero, con paciencia, regla: hogar, dulce hogar. El profesor Martínez, sin em—
los periodistas y el cuerpo técnico de la fiscalía lograron. bargo, no tenía forma de anular con tales actos la tensión
reconstruir los diálogos. Había cámnms. Había. alarma. entre ser y deber ser. P0día tirar la chaqueta, podía quitarse
Había un sofisticado sistema de apertura para la caja los zapatos, podía fumar y destapar una cerveza, nada 10
fuerte. Cuando la policía llegó solo quedaba concluir que, convencería de que llegar a casa era un descanso. Níartíncz
al menos para la familia Pérez Pieschucóu, tales dispnsb nunca había logrado llevarse bien con las reglas.
tivos habían sido inútiles. La noche en que la noticia fue transmitida, la estadís tica
Í.a escena fue transmitida por los noticieros de la 1…— mandaba que todos estuvieran frente a sus televisores,
chc un martes de marzo. De acuerdo con una regla que pero ÍMartínez se encontraba ocupado. Inclinado sobre el
no enseña ningún departamento de psic<“>10gía, supieron computador transcribía las notas hechas esa mañana en la
explotar el hecho de que la nieta de González rondaba biblioteca y solo conocería la noticia al día siguiente, en
la edad de .la niña asesinada. los periódicos. Lo impresionaría el fotograma de la niña
mirando el arma que segundos después acabaría con su
vida. Lo sobrecogería la idea de que, en ocasiones, el mun—
Para contar una historia, un comienzo es mn bueno como do podía parecerse a las novelas. En una reacción descon—
cualquier otro. lN/[uchos objetarán, no (>l.)51:1¡1l'c, que pum certante, descubriría que la noticia 10 animaba a trabajar.
contar la del profesor N[artínez resulta innecesario acudir N[artíncz llevaba cerca de un mes disfrutando de un año
al celador e involuntario suicida Gonzalo (?onzálcz. 'l.'zl| sabático y dedicaba todo su tiempo al único mundo del
vez estén en lo cierto. Y no porque M&wtíncz pasara ¡)( n' que creía conocer perfectamente las reglas. Una creencia
alto la noticia o porque dejara de advertir que so tratnhn que su trayectoria académica contribuía & añanzar.
de un hecho horrendo. 1X/Iartínez, simplemente, fue uno
de los que no unieron sus voces a las muchas que en csc

_...____ .. .. .. _ …f 234 _V , … -*.—77____ , …


a, la T1'A(Í3,<_?",|f¡/. í'—3i_ nu (1(a.(3(í:f¡¡j11"izáramos de las genealogías
1'nál.f_º. () n 1r)¡'1(í>:»1 fn.h11171'):4;?x…íg (101i1 gusto repetiríamos que
…. ¡mvul:-x urirnirml "…me con el cuarto capítulo del
LA NOVE LA CRIMINAL (.?Ón<:=:;ln=.

Hablar de novela Grim z" na1y privilegiar :>SÍ,EL denom ¡—


nación a la de novela p011'01al, m1 who más díñmd1d a.,
supone una elección que solo por ligereza podría
considerarse puramente terminológica. Esto sígrnº
fica que, a diferencia de tantas historias del <<góncm», ] ¿¡ fics… (lcl)ín habersv inicimln hacia ln.n.1edianochc, pero
no se 111Lentaaá aquí hallar continuidad alguna en tm Nlartíucz S()]() la advirtió ;! las tres (lv la madrugada. Para
10 que, desde nuestra perspectiva, son dos form…: entonces, la improviszuln n_rlulwnción nrmvcsnba uno de sus
narrativas diferentes. Es 1111portante ex.1Louce;—a Ha,— intermitentes momc-nma vumln'c y los bailarines se habían
1na.r la atención sobre un hecho descuidado por las trasladado (la la sala :| I;… hnhitncioncs: un acto de fe en la
versiones más populares de las hipótesis genética ca¡*mcidnd nislm1tc. dctl (trmcrum. Sorprcmlido al descubrirse
(<<el relato policial nace hacia 1841…») y estr11c:1nwa'l repentinamonte (l(i$[)i(*l'l( ), Martínez tardó algún tiempo en
(<<1a lógica de 1ainvestigacíón criminal impone ¡__Lna, comprender que unn ¡mrcjn (lc orangutancs estaba ejecu—
organización...»), esto es, la estrecha. relación entre tando un c<nnplicsulu ritunl dc… cortejo, saltando sobre su
el relato policial <<clásico» y la literatura. fantá…sbic&. cabeza al ritmo de 105 mejnnrs m.mborcs de Kenia, y cuando
Contrar1ame me 8110 que sucede en Ia, novela (¿arjmk por fm lo hizo, deseó ])()(_l('l' atribuir su desvelo a otras cau.—
nai, emparentada con, y en ocasiones casi 1nd:ist>irr sas. Sin c…:cmlcr la luz, miró al techo, suspiró, volvió a ce—
guible de, ciertas formas de naturalis no, el rela, … rrar los ojos. Decidido a recuperar el sueño, procuró
policial de Poe & Conan Doyle y sus nm Ls:1dores (:<)11-— rcpr<,>ducir con su rcspinwi<"m el ritmo de Ia música, se puso
ternporá.neos tiene como principio rector .]…£—L rí;º;id:fx. algodón cn los oídos, contó ovejas, perros de caza, ornito—
causalidad que gobierna. los cuentos de hadas y la:; rrincos, pero cada uno de esos métodos SC reveló inútil.
arq_1.1iteeturas de la metafísica Los problemas de la Resignado, esperó con paciencia veinticinco minutos Iná5
novela CPÍ¡ÍT11D&1 no pueden resolverse (¿on el fácil antes de decidirse a subir y cnfr€anr a la tribu caníbal.
recurso a, una reglamentación ineludible del rm 1 m ¡o Si levantarse había sido difícil, fmnqucar la entrada de
y de nuestras acciones sobre él, sino que, precisa. su propio apartamento le exigió un esfuerzo adicional.
mente, tienen fundamento en la ausencia () íncrorn» NIicntras abría la puerta, se repetía que subir no era <<mo—
prensión de tal reglamentación, en la posibilidad de Iestao>, que no era una demostración de arrogancia, que
variar &] … finito la regla sin dejar de estar som<-*>Lído:—; estaba en una sociedad civilizada y que, por tanto, no SC

… __ _ _——— 236 fi…… ,, 337 __ V_ _ ____…7,...___._


cncnntrzu*í:t (:…) un vecino ¡wv|mr:ul… ¡mm |>:ll'l¡l'l(' vl vrai ('…Hl)i:1fln Indu. ICH ricrrln que él no atinó a decir nnclum1tes
nun :| martillazos. (Inn !“()(l(), …… wrx :u*rilm, liluln:<'> ¡ll <1uc <:Il:¡ des:1pnrccicm de nuevo, pero es evidente que ya no
hundir Cl tinll)r(f (l(fl apnrl*:mwnh> 4<()L).. ( Íu:|…lu rccn1u)('i(') clusculm marcharse. Sudzmdo, consiguió ganar una pared y
a la muchacha que le. abrió la puerta snlu :¡l'i…') ¡¡ pensar: usir la olvidada botella: <(L0 que no nos mata, nos fortalece».
<dVLierda, soy un gúevón». Bcbió todo 10 que pudo de un solo trago y de inmediato se
La muchacha tampoco tardó en nx*unocerlo: cm el pm ) . sintió cl>rio. Vio un mandril entre los invitados, previó el
fesor. Que qué pena. Que qué hace dormido un viernes a resultado de esta experiencia sobre su trabajo, se inmginó
esta hora. Que cómo que ya es sábado. Que disculpo. Que volviendo a la universidad con una investigación sobre los
pase y le presento a mis amigos. Cuando (:(.)111prcndk') lo rccóndifos mecanismos de la involución: el hombre con—
que estaba sucediendo, 1VIarríne7. se halló en medio de una vertido cn mico tití. Convencido de que no era el rey de los
descompuesta horda de desconócidos. Alguien con el pelu monos, no aguatdó a que el gemir de los gorilas se trans—
de color verde le alcanzó una botella cuyo contenido no forma… en grito de guerra y se refugió, por segunda vez,
supo determinar. Otro, sin un solo pclo, preguntó algo en en la C(.>cina. 'l.nsrjntivamente buscó la punti]la. Estaba ocu—
un idioma incomprensible. Uno más, acaso una más, la puso pnda. Un marsupinl de Java se aferraba a ella con un deseo
un cigarrillo en los labios y, acto seguido, lo retiró. Nadie implacable. Gruñía. Convulsi0naba. Volvía a gruñir. Y Nlar—
quiso aclararle que los mejores tambores de Kenia eran en tíncz quiso saber si tal reacción era la particular manera en
realidad las mejores baterías de Seattle. chitiéndosc que que los marsupiales defendían su territorio o sí, por el con—
no había nacido para todo eso, N[artínez se acercó a la co— trario, los gtuñídos eran efecto de la puntilla.lndiferente a
cina buscando en los apagados fogones algo que 10 recon— sus inquietudes, el de los gtuñidos continúo gruñendo, ¿Qué
ciliara con el universo… No tuvo tiempo… La muchacha que hacía ahí esa puntilla? En un intento de rescatarsc del fondo
10 había recibido reapareció al instante y le señaló una pun— de la botella, Nfartínez recordó la puntilla dc Chéjov. Fue
tilla clavada sobre el mesón. Desconcerrado, Nfartíncz solo entonces cuando comprendió que estaba delitando: el per—
supo sonreír y alzar los hombros y ella aprovechó esa son? sonaje debe colgarse de la puntilla, no aferrarse a ella para
risa para llevarlo de regreso a la sala sin dar explicaciones… controlar los espasmos de un orgasmo químico. Abandonó
En la sala, de vuelta al ritmo de los tmnborcs que no eran lu botella sobre el lavaplatos y esperó a que el de 105 gruñi—
tambores, Ia 1nuchacha lo sacudió, lo cstrujó, lo obligó a dos se fuera. lX/Lientras buscaba café lo sorprendió la mu—
ejecutar pasos imposibles y pasos menos imposibles. Difícil chacha. ¿Escondiémlosc? Y al acercarse para ayudarle lo
saber sí ((el profesor» disfrutó esa inesperada inmersión en ¡'( )'/.ó. …Mnrl_íncz sintió una repentina c17ccción. La muchacha
la cultura popular contemporánea. Sin embargo, cuando prolongó el contacto, Martínez cs…rm1dó. Anlcs q…: pu-
1X/IartíneZ empezó a pensar que debía marcharse, salir a la dium <Iisculpzn'5c sc cll('()nfl'Ó cn la alcoba, con su mm… ((IC
superñcíe, estuviera donde estuviera la superñcic, la música (:ll;1) vntr<: sus pnntnloncs, con su mmm ((IC 61) acariciando
se detuvo y la muchacha lo besó. Ese gesto pareció un seno luluzuln, cnn su cerebro pcnszmdn que cs… um ln

, _ .. .. ___. …… 238 _.___… . . . _ _ .. I.). 3()


¡nejor que podía pasarle en su año sabático. .La 1nuchachn, ánimos para levantarse, íX/Iartíncz pasó el resto del día en
se dijo, lo salvaría. cama. No podemos rcl')rochárselo porque, después de
' Aquel debió ser su último pensamiento. Cuando des— tanto tiempo, acaso había conseguido hacer placenteras
pertó se encontró tirado en el piso del sanitario, salpicado esas largas jmrnndns dc ;…Lnflagclación. Repasar .la lista de
de lo que probablemente había sido su cena. Martínez, una las 0p(')1't'ut)idzukj.º perdidas. Dcsconñnr de las que no 10
vez más el profesor Martínez, sintió cómo lo inundaban el habían sido. ¿Puedo lmccr al_g_)o diferente quien sc. ha nc:
asco y la vergííenza, pero tardó un rato en recordar que no gado 111 digni<.lnd dcl l1<'-rnc lrá;ico? Martínez. también p(.>»
se encontraba en casa. Saltaba a la vista que había hecho el dí:¡1')cnsnrcn l;¡ muchzu*lm. Y lo hi20. Pero es evidente que
ridículo, pero los detalles se le escapaban. Con lentitud com …) halló cn vll(> ningún … msuch ». l)(.'.s<|c que se había mu—
prendió que tenía la primera laguna alcohólica dc su vida. dado ni …lificin, Martínez 50 había topado con ella tres o
Con asombro, que pese a la hcdíondez que lo rodeaba podía cuatro V(.:('.Q:;_ peru ;1 su :…m'i3u espontánea él había res—
reconstruir con total ñdelidad el olor de la muchacha. C()11 pondido siempre con saludos cortescs, no excesivamente
n1iedo, que debía huir. Lmeió como mejor pudo el suelo y amistosos. Ni siquiera sabía su nombre. ¿Qué había pasado
los baldosines, saltó sobre los cuerpos que obstaculizaban entre su entrzula a la habitación y su llegada al baño? Y
el camino a la puerta del apartamento y desapareció. No fuera lo que fuera que hubiera pasado, ¿por qué? No tenía
actúan así los caballeros y lX/[artínez lo sabía. Pero se con— respuestas y, estaba C(.)IIVCUC¡C]O, no charía & hacer las
soló pensando que solo un payaso se hubiera quedado para preguntas. Y, sin cml_mrgn, tampoco podía evitar decirse
conocer la reacción del público. una y otra v<t*/. (… * :1cnsocn ¡…lo 10 ocurrido había habido
Convencido de que había tenido su oportunidad y la algo más que los ('thcms del alcohol y, no dudaba, las dro—
había perdido, Níartínez regresó a casa, a la cama sin tcus gas, unn posibili<lm] q…: lo purmitía lo más parecido a la
der de_la que, ahora creía, nunca debió haber salido… Echn-— esperanza q…: había sentido en mucho ticnlpo.
do sobre las sábanas, volvió a mirar el techo y suspiró y M arlíncz l.;¡rdzlrín vmrioa días en descubrir () creer d€S<
cerró los ojos. Ya no se oía música y, sin embargo, le fue cubrir (1Ut'f (“51:1lm cn;1mm:zulo. No hay regla que pc1:1nita
difícil, 1nuy difícil, conciliar el sueño… No le habían (¡ciado (lccidir cuándo se [mm de una cosa y cuándo de la otra,
tocar la puntilla, pálido dador de excepción. pero .LN'lurlínvz había xido educado para elegir, sin dudar,
¡a primera alternativa. ¡' [acia el miércoles soñaría con (la-
milu y al despertar C(')11cluiría que estaba perdido. Para ello,
sin embargo, sería necesario un nuevo encuentro y, cs cvi—
dc11lc, que (,Ínmiln tuviera csc nombre.

La luz que se ñltraba por las cortinas no le permitió deck


dir si todavía cta sábado o si ya, por Fm, cta domingo. S'm

.… __ 240 _…__ _. -- ?…._.


(). |"…nó. Hum":uuh ) …… f(.')l'1'nuln ¡ulccuadu ul momcntu, llegó
:| |n-nszu' que todas las ciudades tienen madrugadas id(:nri»
…s. Prvlvn<.lía sc¡: lírico, pero la elección fue equivocada.
T'ahajnr como un intoxicncl0, (lujzuulu que las colilhu; sc No pudo evitar recordar que en esta ciudad particular po—
apilen cn el cenicero y las notas se l*mºnvn ilcgihlcs, ¡… ms mndmgrulas eran felices. La gente desaparecía. La gente
parecerá el mejor modo de escapar a In vcrgúcnzn, prm n"u')rín. | lucía poco más de un rnes toda una familia no ha—
Martínez tenía su método. El lunes por In. tarde, cuando bía sobrevivido para sentir, como él ahora, el frío del ama—
la muchacha apareció en Su apartamento y reclamó un …'—:ccr. Ln constatación lo sorprendió. El recuerdo del
café del que él nada sabía, seis páginas justificaban lu inx <<nsalto ridículo» había corregido la dirección de sus pen—
productividad de los días precedentes. ¿Fue el trabajo lo samientos y ya no pensó en no ínfrecuentes tragedias. Un
que le permitió actuar coherentemente durante casi una mes… Había pasado un mes. El tiempo no anula los temo—
hora? Difícil saberlo. Martínez preparó el café, pidió dis… res, pero los mitiga. De regreso al lecho se detuvo en .la
culpas, supo no preguntar por los hechos qu : anteccdíeron puerta para verla dormir. Camila durmiendo, la imagen de
¡¡ su huida, sonrió. Antes que la muchacha se dcspidicm la felicidad.
le preguntó su nombre. Camila y:1 debía estar en casa cuauy lil profesor Nímrtínez no era un hombre dado a las efu—
do N[artínez consiguió por fin volver a respirar siones sentimentales pero, por este período de su vida al
tranquilo. menos, todo lo que sucedía a su alrededor solo podía pa—
La regla sostiene que todo lo necesario para seducir a rccerlc increíble y él no vacilaba en declararlo. Con júbilo,
una chica se aprende antes de los treinta años, lX/Iartínez es verdad, pero también, ocasionalmente, con desconcier—
rondaba los cuarenta y no se cnorgullecía de haberla pa— to: ¿era posible creer en lo increíble? Para tal actitud Ca—
sado por alto: en tales casos, lmncntublemente, la regla no mila supo encontrar la respuesta adecuada: <<Yo te lo haré
prescribe cursos remedialcs. Considerando lo que 0currió creer». Nos consta que hizo todo 10 que estuvo en sus
debemos alabar el que la juventud suela sc17 bcnévola con manos para que así fuera.
la torpeza.

8.

Pr<-…pnmr la conferencia que debía ofrecer en la Biblioteca


No era exactamente un ataque de insomnio lo que lc. m:… Nacional lo obligó a plantearse la pregunta que …) quiso
tenía despierto… En silencio se dirigió al balcón y, apoyado :1ccpturcn el halcón. ¿( Iómu conciliar su apuesta sobre el
sobre la baranda, espiando la calle, encendió un cigarrillo. mundo (7011 el mundo (¡uc ahora le prometía (Í:1miln?

…… 242 - __ .… '.!!H
Quienes se acogen a la regla no temen sostener que el y lf-J, n<¿>vrelfn mr1mi nal, 1.5.1.1)<3[4p1t<¿3:5l¿1. literaria. & la, crisis
universo es tal como lo describe la Enciclopedia Británica. de (:…Lfif|.usfza ¿_2<5>¡ 1<rm<la por <__:1 *p.<=in<zipio de indeter
1VIartínez llevaba demasiado tiempo dedicado a las noticias 1.[11'n:—1< ¿ión z'“l<). l…[<:>1íz;<f>1 1howg;. 631 u embargo, tal consenso
judiciales para suscribir, sin dudar, tales soluciones. 1V[iró :—;o pierde.: <;n151.r1<10 …) <Q>11t,1"&1,¿3,(1'80L1m'r el sentido que
resignado los libros apilados sobre el escritorio, los cua— ('l<¿—)brº> <'l:,—xm…sze 51. In. <<:;4mh.m1ón Eíe'31'senbor'g»: ¿es l.a1nde…
dernos de notas, un párrafo resaltado en la pantalla del la<3rmí.115|.—L¡i_<f)f1 U_nu, <;:u:;¡.] ¡<1_a.d. inherente al mundo o
computador. Que se preguntara si todo eso tenía algún ¡nm. <“3H,'l"…7L('3.II'ÍBÍ_)_Í('í<'ft. do .¡1L1<>:;:LPO <3<1>noohrniento del
sentido no era ni una muestra de patetísmo ni una nove— 1m_1,r:1<1<1º:' UH prut>]<:1urm J_l( ) <;::f., en este contexto, saber
dad, en su vida o en la de cualquiera. Nlattínez sabía que …… m¡f=<'ai<'»f» '¡"n'w_vfi< :… r;:I. <li;-i4< 11|I'.*_>'() <i:i.(—311Líf¡00 (siempre
era una pregunta dcnmsiado fácil, demasiado ingenua, dc— ¿1.j<—erm ;'1, In.: '. r;1'xLi_l<*zza¿*x<-,: <]… 10: ; áfi;<')<::i<f>1<')g¿0fj 'de la, literatura")
masiado repetida, demasiado demasiado, y sin embargo le nino …… <)¡'1<'ái<º>r'1 '¡ )I'ÍV]']0,£ *;i:1 <:1 gé¡.1em eno¿—1”gad0 de
dolía reconocer que no tenía respuesta. Ni en la vida ni < >.f4< ¿<e1'n' 1“ir' >…— … m.! < lir1:< -.1 … ;< :». .'Jli [ ¡. 1”)rx3t<311¡.<l<3 )¿Lgot,ar [& dis—
en las novelas. Hizo un gesto destinado a libmrle de pro,.— raUc :1'<'n'1, .º:< ,¡ n<”>…':: (In |< »…-—= … n > (¿ [130 1.1 qu<—a ])5LSC%IQII1Ó& alter»
ocupaciones tan poco originales, y díciéndosc que aún |1:»1,f,1Vf'1. …; r'nff'|…:r; 'l"<¿JOVJLLUí)(,: : ¡uo la ¡IJI.“ÍTI.1(-3 *¿21.a1a hora. de
tenía varias páginas por delante volvió a concentrarse en <'f'…¿íl,! ºx'.*l(3T.('?f*irfjfl,í - 1;—¡, ¡ 1<ín.n-;]rrm ¿… ni ¡ 1.:,¡¿|: Hi 10 (…e está en_juego
el teclado. A pesar de lo que dijera el poeta, con trampas rw.º_; 111.10:; .¡'*:1p<í:mr:¡_naixí… <lul_ … <.111<í10 (_y1nuchos prefe—
no iba a ganar la partida a la ciudad. Camila tenía una pun— r.i.¡*:j… er… i1“¡1.fe<>;f; ].1<“l,|'llf-l.l* <I<—> <<;jny1n<31'.pi© de incertidwn—
tilla. Martínez necesitaba la llave de cristal. l“u¡)<…e») …… …»-L<.|11f> ni ¿';i(p1'i<'>[“:'1, [j)()('](-)U]OS decidir sobre
la <"h;rl:<el>rnir'1;:r,<:i<… … ¡.I)(]ÚT.<¿PI'I'1ÍTJLL(31ÓJ.1 de este. Juga—
u*u;»a .»:i<_:1nprw;w1¡ 1'<»->,4»_f,'l¿;l;;, ¡¡1<;:1,¡5>¿¿1<:€3:3 de saber si existe
9. <> n<'» IH, Hm;vgj;lf¡,. En .el ¡i>1fi1'¡'u;:r 3¿'<.pítt-tlo de El otig'no de ¡OS
(":/MLM >, Hr >l n n—;.';; l.:x.11.»;rw:l _IH1“I1.:<1,<¡*I_1…<3r<'1<9¿j0rcaracteriza
n.] r7elc¡,r.m ¡n'>rljmin,1: << ¡.» If51:1 u:'1:3: preten<flo adivinar! ». Para
EL RECURSO A HEÍ 8ENÍBEHG (11 [ … (¿> x 'u: l,: ¡, I“I'ÍIV("“:ILL <.1"i ¡) 1 ¡ I'IH.1 es; r1<'3<5;€>:3z—1r¡…o acept€—u¡ que
»… ¡ u am. I 1_: ¡< u 31 1 ¡…: OL] ¡, -'f1f .)Hr ». … 10 'n 1('.(Í>I'1tfºh ' adivinar. Yla
Quiene:s prefieren abordar el problema de?: 17:71, u<vv<u-l.— :, :jx,—_Ivivi) |f1,r:i_r … <3:—: uuu, ¡' »1*r_1.<;|.í<f:“¡, 111¡'3—.1.li?)l<+ 011 el U.l'1iVGI“SO
CP1111111&1(;].e35(11618,1118t01?1& de las ideas nos ¡1:3x,n :º¡.<'1<);'z <I<*;-l 1.'1:f1…;i,'< Í'v1<!l'¡.íl'l, ¡… <… lf;u: !.31HCIU.(Í<Z)H <j|ue <7131sz¿L el
tumbr-ado & una distinción cuyas 1111pli<3a<3101w¿4 L:;x.l :;¡…g;<fntm <ílrjé lffl, rí,5n¡'1yl'.i¡ ¡HL U',:51,L
vez sea. necesario precisar. Existe un … 'un'mo <3<)11
senso al diferenciar el relato policial clásico, un gé—
nero a.séptico en el que resultan fácilmente
'a.st,1'eables las Lutelas de Leibniz, Laplace y Comte,

. … . 244
|(). <l<- :ul<-l:mlnr |:l <lcr1'nl:t final. (línicn, íllt:lli$l':l, misógino sin
rmwi<'ci<"m, ICuñs<—.mn desc('mflaba de las chicas inteligen—
l<-s (<<<¡u<- … más HCI lector te visite en cama es la pe…:
¿Cómo no esperar verla csc día? ¿Hu (¡…º habían <-s|…_ln llmtusín (í<: todo intelectual de medio pelo»), de las chicas
pensando cuando, al dcspcdirsc ln |1(>(Tl1c :…tcrinr, sc <lijn que salía… con hombres mayores (<<el motivo más barato
que podía hacerse a la idea? (Jnmilzl <l<-r;<*z¡lm salwrln ¡'m—- <l<=. la pc…“ literatura»), de las chicas que dicen no dar im—
bajando… Martínez solo podía pc…ne4nr <¡uv cl :unnr …) cm p<_>rlºuncin al estado físico (<<y entonces por En estás a gusto
una cosa esplendorosa, que estar contigo <) no estar cnn— en tu papel de jorobado de Notre—Dame»), de todas las
tigo es la medida de mi tiempo, que quiero que. vengas chicas. No era, lo sabemos, la persona más adecuada para
aquí, que nue hagas feliz y.me digas que me quieres. Su aconsejar a Mártínez, pero es Obvio que Martínez no hu—
disertación, por desgracia, no debía dilucidar los límites biera aceptado consejo de ningún otro. Enñsema también
entre lo cursi y lo sublime, y el curso de sus permamienfos desconocía las reglas del juego, pero nada le impidió lanzar
pecaba de impertinencia. Cansado de sí mismo, incapaz su diagnóstico: N[artínez sufría las consecuencias de una
de soportarse por más tiempo, hastiado de su depósito de afectividad incpta. Además de ridículo, IN/[artínez se sintió
lugares comunes, N[artínez postergó la finalización de su culpable. y
conferencia y decidió visitar a Hnñsema. Cuando regresó a casa no halló, como temía, mensajes
Largo, obeso, calvicie incipiente, Enñsema era uno de en el contestador. Y solo al descubrirse tomando el telé—
esos académicos que se mantienen eternamente en una Fono, comprendió el sentido de todo lo dicho esa tarde.
edad imprecisa entre los cuarenta y los cincuenta años, y ¿Quién te. ha dado permiso para actuar a los cuarenta
gozan haciendo el papel de principio de realidad. Su vida como no quisiste actuar a los veinte? ¿Quién te ha dicho
puede resumirse con facilidad en la cadena de conclusio— que por F… ha Llegado el momento de coquetear con las
nes que le valieron su apodo: convencido de que .la cuc& vecinas? Las mujeres en la vida de Níartínez habían sido
tión clave no era cómo vivir sinó cuándo morir, Enñscma escasas, sus modelos conflictivos. O te derrotan y debes
había entendido que nunca sería capaz de darse a Sí mismo dejarlas ir, () vences y debes enviarlas a la horca, Irene Ad—
una respuesta y, por ello, a los dieciocho había decidido ler y la señorita O>Shaughnessy, sin términos medios, <<Es
conñar al tabaco la solución del problema. Nlartíncz nunca un juego», había dicho Enñsema en un intento de ser
había creído la historia, pero a Enñscmn le encantaba y no c<.)m¡')rcnsivo: <<scría más fácil si conocie '215 las reglas». Al
se cansaba de repetírla cada vez que alguien lc invimlm ¿¡ igual que muchos de sus compañeros, N[nrtínez y Enñse—
dejar de fumar. A En de cuentas, decía, cm la única <.lc<:¡siún mm se sentían cómodos ofreciendo la imagen del señor
importante que había logrado mantener durante tocl< … <—s< … comptendcdor universal, pero nunca habían sido los gua—
años de incómodas negociaciones consigo mismo. Y scscnt*u ¡…s del barrio.
cigarrillos diarios daban fe de su inquebrantable voluntad

246 —— 1—— 1247


11. 112.

La regla de oro sostiene que el cajón de los borradores no [5] episodio tuvo lugar ocho días después. N[artíncz y Ca—
se abre para nadie y, tras la euforia que siguió a su presen— 111ila habían ido a cenar; <1<- vuelta a casa, el taxista reveló
tación en la biblioteca, Martínez se permitió olvidarla. La ser un crítico do. las ¡nrif_hs nut<5>ri7.adas por la administra—
regla la conoce todo el que alguna vez aspiró a ser escritor: ción distrital. Todos s:1¡><t¡nns cómo hay que actuar en tal
en este caso Mártincz no tenía excusa. Poco sabemos dc. situación. Iºrc.nrc :¡ (Ínmiln, ::intivncln que su dignidad cs—
lo que ocurrió esa noche. Podemos imaginar que Camila tahnsicn<lnum<*;¡<l;1,1X/l:1rlím"/,<lm-idiúimprovis;u:. lil papel
soportó con una sonrisa los delirios del hombre que ama— (lo. <tnh:1llcrn nmlnnlv ¡… I<— <|u<*<l;¡ …un al que siempre se
ba, podemos suponer que, incluso, llegó :! consolar a quien |… <>c.ull:ulu <-n Ins I)L|l;1(:;15. lil 1n:¡l<), ('n csm ocasión, tenía
tras un par de wh.isl<ies no temía dar muestras de scm'lidnd …… vurilln. lin ("| 5110]… nm <I<):—' (t<)$l'illns rotas, N[artíncz
prematura. Es indudable que Níartíne7. rerminó dando (:(mliluu3 r<r.<*il>icn<l<> ¡mlzulzlf: mientras, al Fondo, Camila
rienda suelta a sus teorías más retorcidas. Acaso habló de grit:1h:1. I,;| |wvscn<*in <l<' |<)…º; V('(Íil1()$ y el relato indignado
las formas del mundo y las leyes de los ciclos. Quizá se dc <'c¡'1lvnurvx <lc hisl<>ri;¡s similares no lo hicieron sentirse
empeñó en profetizar que algún día alguien desenmasca— mc… >s im|u »¡<f¡1l<z. I ¿¡ |'(:;gl:¡, <-ns<:fm que la cobardía no ríñe
raría la farsa que ocultaba la Enciclopedia Británica, para cnn In inl<-|i_w_cncin. Murlímwc |;L LICLCSHJ)£1.
luego negarse a aclarar en qué consistía tal farsa. Entx:c F,I l;¡xixm .x'<'— Il:mmlm Is;u":m (%….iérrcz y cstabz1acostunr
risas habrían leído un opúsculo adolescente ambiciosa— bmdo :1 <-s<>s mvncstcrvs. |Cncontmría [a muerto dos se—
mente titulado La le/z/ctz/m [le /a ¡*en/Mad, que terminaría manas más ¡urdu :! m;m<>x dc] Mhta y Puga, …] oscuro
entre las brasas de la chimenea. Bebieron más Whisky. Hi— de Fens<>r (¡<% ¡< )3 inforc.<cs (l<:l usu;1 rio del transporte público.
cieron el amor. Alguno ha aventurado que al día siguienro Liu cm<)<':15i<311,("…riórrvz(c.<*.46.131.91 !) 110 scer1contr2 — —
1X/[artíncz intentó una nueva versión de su obra (¡C juvch ¡“131 con :1l_…1i<-n <¡u<º lc recnr<lz11:a que le. estaba reclamando
tud. Si esto hizo, debemos suponer que no hubo cn clln <.lc<:<:ntcnwnlc. Cuando conoció la noticia, .Martínc7. no
mala fc. De haber sido un hombre supotrsticioso, habría pudo i<l<'|1tifí<";|l' cl n<,>ml*>1rc de su agresor. l'7,s probable que,
procedido dc tnancra diferente. Porque, al 511211, la 17cnljdqu de haberlo hecho, huhicm accpl:ad<z> con vcrgíicn7.zt que lo
que tanto disfrutaba discutiendo irrumpió y para cnt<_>nccs sucedido ] 0 nliviab:1.
las palabras sobraban.

» f ¿zw , …
primo… vv'¡. (Izu'nilu :cupn …) 3cr dulce. 'l'cmcs tanto al ril
<lí<'ul4>c¡l|<'|1:1slcrmin:ulo (lcs 11n<lol<_).¿Tchucc sculir mc—
j< n' :ln<|nr :n*m:uin? ¿Más hmnl>re? ¿No cms tú el que decía
Despertar golpeado, pensando q…: los v<-mluj<-s ¡… Ingram <¡u<- [rus un revólver siempre hay un impotente? Nunca
ocultar la decepción que sientes (lc ¡¡ mismo, que <'r<-s un ('l'<_'Í <¡u<.- fueras un payaso y de un momento a otro vienes
bufón, la víctima de tu propia imlw<:ili<lu<l, no es una me y me dices que, de buena gana, sales y te transformas en
periencia grata. Míartíncz odiaba ln láslinm pero …) pu<|n el loco (lo la N[agnum. Un resentido te golpea y empiezas
quitarse de la cabeza la idea dc. que, en su estado, cm lo a vivir en la pesadilla de tus desadaptados. Etcétera. Etcé—
único que podía inspirar. ¿Qué hacer en un caso semejan— te ':1. Camila podía ser dura y tardó un buen rato en des—
te? ¿Levantarse y asumir que cosas así suceden todos 105 cubrir que, por ese camino, nada conseguiría. Había dicho
días? Seguramente eso era lo más indicado, una solución cosas dolorosas. Había reído. Se había negado a oír expli—
econó1nica. Al respecto, sin embargo, la regla suele ser caciones. ¿Cómo criticada? Cualquiera en su lugar habría
ambigua. Habla de tomas de decisión, de momentos para hecho y dicho lo mismo. No buscaba con ello que Nlartí—
cambiar, de antes y después, de protug<;>nistns y personajes nez se fuera, pero lo dejó irse convencida de que no vol—
secundarios. Pero no se atreve a aclarar en qué consisten vería a verlo. Ella tampoco redactaba las reglas. Habían
esas cosas. Hasta su encuentro con el taxista, íX/[artíncz vivido juntos dos meses de felicidad continua. Ahora Miar—
estaba de acuerdo con esa cómoda imprecisión. Después tíncz había cambiado de juego.
no. Y 561 a sus peores fantasías, tomó una determinación
más torpe que todas sus otras, y famosas, determinaciones
torpes. 15.

14. EL AFICIONADO

Una b¡º<aave inspección" bibliográfica bastará para


¿Dónde compró la pistola? Cuando Camila advirtió que <¿<;>n['ir<na—1.1' que el ¿aficionado es el personaje de la
N[nrtínez nunca se lo diría dejó de hacer preguntas. No <'1<>Veíef¡. <:r111:11na1 que menos consideración crítica.
era ingenua y sabía que en la universidad no solo circulan im :me.m<71do, un &. oir<3u nstancia fácilmente e >< p] 1“ -—
libros. Además, no era el origen del arma 10 que más la (í<':Lbl€3 si. pensamos en sus escasas ¿y ef“1m<—> r»r1.:º; :»x,pm.v-
preocupaba. En este tiempo había aprendido que Maní— L'ZÍOÍOTJÚS. La novela 0r1m1na], ee …”) mg…- <“:<')…l'…,
nez podía ser muy diferente al reservado profesor del 302, pr*e;º:<*rin<ºle de 108 a.11')añíles S'L181')1(321L(3(38 _y "|…; g_º;< >| H: ¡[…º .r;
___—___. .

pero nada la había preparado para 10 de la pistola. Por vor:m<l<f>se3 en lógica formal que _p'L'L01I)1:1.11 <:l ['Hl:l.h(;

…... …. i... __ … __ 250 * .--“—__... _… __-…-


— 251 f -
policial. Sin embargo, el aficionado no es por 311<.¡ <:<¡¡ ¡¡V::l<:¡ …: f). ! : <1<: ( %;:J¡“¡ :1]':<-:<1<:,.f—';1'gn'¡íícaañrrnanpor
desatendible pues es acaso quien mejor representan <>l <:<,:¡ ¡l:¡':,¡,¡:¡< :,<¡_1 ¡< : … ¡EJ:,¡…¡¡¡. ::… 100 H<mudoademrnos
el espíritu del género, su vocación reali:La. (,.<3m<> <j|_1 1<—-: … l< ::: ::< ¡¡¡¡< ::. . J<:¡':<:l' ¡€.
otros han señalado antes y mejor, es él, y no el df?:—
t.eotive, quien habita e] universo de la angustia. y …
inseguridad, es é1,y no el verdugo, quien do<:<:<¡ble 16.
que el espanto puedo irrumpir en cualquier mo
mento, que la vida solo está protegida por una. feliz
casualidad. Por esta razón las variantes (:OH<;:01¿L<:J<;:» Estaba prcpnrzldu. Años de estudio le habían enseñado que
ras convierten al aficionado en proba.g<>ui<sba ,y dif: …) cxist<* |:¡¡<'11 fmul, que, como dicen, no podemos creer
fr<¡bar¡. de los aplausos que produce el 1=<¿p<—>.< ¡,r,1u<> en ('I <ºivl<:_ ¡wm sí en cl inñcrno. Salió del apartamento de
L'¡“1*L1r¡fo<;le (.11118I1&b811105 estabade d,ut<>u¡c:¡¡<:<;_—:¡¡ (Iz¡mil:: ¡:vns:¡¡¡<l<: cn la puntilla. Ln puntilla que no le habían
donado a, la, derrota. Tales ejercicios olvidan <; ¡…¡e e], <lcjzui<> [()(721I' n.quclln primera noche. Las miles de puntillas
afi<3icmad<:o 31a en<arnación de las f111t<:…f5: im:'¡-:<j1:] de las que h:¡l)í:1 sido incapaz de colgarse. Y lloró. Sin em—
lector y que su m1:¡.erte cumple una f1-moi<f>n di<_l:':< — bmy)<:, unn. vez en casa se dijo que no había otra cosa que
Li<::a. En el mundo dc: la. novela <zrimínal…no _¡__¡<—;'¡,y <<<:- pudiera hacer e intentó pcrsunditsc de que, por primera vez,
tados de <::xczepoión, el aficionado se IIIUE:V€) …: ¡_¡'¡*¡ …: <:st,::lm equivocadc:. (Íor::fundido por el alcohol, embriw
L…IHÍVeN—.:<_: <1<':1 <¿1110 d<í:<.:<_:000<39 1H,.1,P€:3€1&L£-3, a…<r.:z;:<_:<;: <1:<;: ¡“¡¡-¡, gu<l<_: cun ln ¡den de que su crror residía en una elección de
v1'<:(30 ob]: 52:i:.<51 <: :: hacerlo y <:<:<¡. <:r: su T:1'€1L_£<:< lí€.l.,11(') <—":¡: góncr< :, _Mnrlíucz volvió a rezar. No lo hacía desde que tenía
un n::zí:.1=nir]“:<'>1*<:|'u<3 :… <;10<::tt11¡<,:o< :pm<:i¡_¡<":l_,<:: <;l<_:l. <>¡:¡><,:¡', trece años y el tiempo había alterado los esquemas apren—
no ):5_: Ul_l. 1¡.<Í:¡º<.:<: p<)¡;*<1ue <—><:<;: 1:1g_,':—.:r' y:»: h,: <:<:1.¡p<;: <_::,¡:<:. didos, su <':¡:;¡Cióñ era ahora ¡a lista de lavandería de todos
su. ¡….¡.e:.¡rt,<a HH <-:1 <;::5le,¡;3£<1: que: b: ¡<:< :z—1, 1251. l,.'l … 1<;1<: s<;:t_:<.: ¡.'l_:i: :… los dcrr<:tz¡<l<:s. Máquina de] tiempo. Reencarnación. Genio
de] <:s:><?:<':t:<:<_l<f:¡". (Í:s—¡,<í<: <:1e1“1;0 lvi_<3:rr:p<:, <'L[)<'íl.l.'f—J( :<; :… :::: de la.: botella. Resurrección. Lámpara de Aladino. Linterna
t:u<:¡i< <:<) qu<e llov;—:.:¡<Io port: I FIf€LI1 <i<> !-'…;:<: :.:¡ir ¡…5:<: i<:¡ ¡<. V<:rd<r. Lc_<;i<':n de Superhéroes. Vida extraterrestre. Realidad
expl_o<—:ív< ,<: ["r:(.'.3()[Iliell('láél. …. ¡"<31<:<:'M¡:º:—:. p<:l¡'< :l:¡l … …- virtual. L)i<>&: N[áximo Dn.<lor de Excepción.
Kafka. .<1,…¡<:<=v<:ra<iónsi<:<npre:<:<:r¡ag:i)¡¡<;<.l<:<<:<h:
<f:<'—::;¡.<'J<;> <":nl;¡'><': l<':<—: incligrm.<los mpr<:¡:<:11t:<.:.1:l< :: : < 1: : ¡¡¡ ¡< :¡ :
Lºu <]:Iº18TK'JCT“<'1.C¡a académica. Í[.a<: okm<r:¡*vz:<zír:¡.¡<::: l7.
IDIP(*(“LIUIILO“ no pretenden su.sLenta-:.v <::—:< ::'…¡.¡:<1;¡.1< :¡¡
semqjantes, sugerir que Kafka.y1a1f:ov<z:'lzz:<;:¡:¡1¡,¡¡.L¡¡<¡J
00111partae[1 una nusma preocupación exis <en<:'¡:—:J ¡'¡<1.¡ ¿Cómo debe comportarse el portador de un arma? NIartí-—
significa afirmar que la… historia de Josef ,L<. …: 1102 no tenía a quién pr<:gunmtlo e incluso para eso existen

252 , …… . 253 … .…………- . . …_, … __


reglas. Durante varios días pmcticó frente al espejo, inten- amateur. Quería encontrarse con el taxista de la varilla, no
mnd<: acomodarse a su nuevo pape]. I]c resultaban imper— con los atracadores de .la navaja y cuando se encontró con
tinentes las gafas, la leve curvatura de lu <-s¡ml<ln, el aspecto ellos olvidó que estaba armado.
general de bibliotecario inofensivo, pen: ¡mm tales cosas Una pistola que no sabes cómo utilizar no puede darte
no encontró solución. Acudió con fastidi<': y resignación la confianza que nunca has tenido. Esa noche, Martínez
;: modelos de películas que no le gustaban, se obligó :: atravesó el parque como había hecho siempre, a pasos
afectar el paso, el tono de voz, los n<lcnmncs adquiridos… largos, nerviosos, mirando una y otra vez a cada lado,
Cuando consiguió articular un <<¿ me está hablando a mí?» impaciente. Los vio venir pero, corno había hecho otras
que le pareció satisfactorio, volvió :: la calle. No buscaba veces, pensó que tomar por ladrones a un grupo de uni—
una oportunidad para usar el»armz¡, pero ansiaba una opor— versitarios y salir corriendo como un conejo asustadízo
tunidad para mostrarla y que todos supieran que nadie no le haría ningún bien a su ya precaria autoestima. Con—
volvería a humillado. Es cuestión de punto de vista decidir tinuó caminando, apurándose para llegar antes que ellos
si hubo 0 no momentos para hacerlo. Iº'rente al espejo, ::| (*ruce y alcanzar sin demora la caseta del vigilante y,
íMaftíneZ había inmginado miles de situaciones en las cun— h.:ego, la (71116. Cuando se acercaron, sintió frío. Cuando
les un hombre como él podía sacar una pislolu y con ese le pusieron el cuchillo en el cuello, empezó a temblar.
único gesto cambiar las cosas, pero cuando se encontró Probablemente no llegó a pensar en cómo iba a describir
en medio de ellas siempre halló una excusa para 110 actuar sus rostros. Era una experiencia nueva. La había temido
como había planeado… Demasiada gente que reaccionaria y esperado durante años de inevitables caminatas noctur—
con pánico, celadotes impacientes que dispararían primero mas pero continuaba sin estar preparado. No teniendo
y preguntarían después, niños que crecerían acosados por necesidad de exhibirse, reaccionó como todos le habían
traumas inexplicables. No era el loco de la N[agnum, mu— contado que había que reaccionar… Les pidió cahna. En—
cho menos el psicópata de la cafetería, y en ningún m<:— tregó la billetera, el reloj, los cigarrillos. Rogó sin esperan—
mento le pasó por la cabeza que podía encontrarse Fr<znre zas que no lo dejaran sin documentos. Cuando le exigieron
a la clase de situaciones que acostumbraba leer en los pc-,4 los zapatos, les dijo que esa humillación no era necesaria,
riódicos. Lo inspiraba la historia del tipo que cada vez que pero los entregó sin demora. Cuando el que estaba revi—
le han mostrado una pistola ha salido corriendo hasta que sando la billetera propuso ir al cajero, recordó esas histo—
un día alguien le pega un tiro y descubre que la cosa: no es rias del empleado común y corriente al que mantienen
tan grave y va y se arma, decidido a desandar una vida [le— secuestrado hasta que Su cuenta queda vacía. Cuando lo
na de huidas. No le importaba que el tipo muriera r¡nr<:s <t¡npuja¡'<m, pensó por primera vez que tenía un arma. Ni
de cumplir su objetivo. Níartínez nunca había huido de (fl mismo pudo luego explicar qué fue lo que hizo. [55 claro
una pistola, había bajado la cabeza ante malas caras y em— que s:1<*<': lu pist<:lz¡, que disparó al nite, que corrió detrás
pujones y preguntas imperativas y bíceps de boxeador <l<- sus agresores sin un plan: <lcñni<l<:. No es (711…) tu qué
momento oyó ladrar al perro del vigilante, por qué decidió llamó a Camila. No sabemos SÍ necesitó convencerla () si
que debía deshacerse de la pistola, cómo terminó sa]tan<ln ella accedió sin pedir explicaciones, pero cuando Martínez
a un estanque para patos que hacía tiempo no tenía patos… la vio sintió que allí terminaba el poco orgullo que le que—
En la estación de policía, nadie quiso creer que ese daba y entendió que, pese a ello, le alegraba volver a verla.
sujeto descalzo e indocumentado era un profesor digno Í3n el trayecto a casa 1:1inguno habló de lo ocurrido. Acor-
de respeto. Tuvo más peso la versión del celador sobre daron que él tomaría una ducha y que ella prcpamría café.
el borracho que a medianoche le da por echar tiros al Fue un consuelo que no quisiera irse inmediatamente. Sin
aire y acaba con la tranquilidad del vecindario. Como de saber qué (¡(“CÍÍ', consciente de que ella no estaba allí para
la pistola no había rastro, solo podían obligarlo a pasar oírlc repetir su lista de nut<:tecriminaciones, Martínez le
la noche entre duelistas improvisados y raponeros y bo— contó el sueño <l<-. ln <i<tl(ln. Fividentemcnfc, Camila prefería
rrachos como él y diferentes de él. Los sobrevivientes esa clase de <lcs:¡<ln.pf;¡dns.
de una noche que había dado trabajo a]. equipo de me— Í)u1fzull,c l<:s siguientes ¡nex<zs, ninguno 1ncncionó el
dícina legal. episodio de la pistola. Y cuando un par de semanas más
La regla promete que la primera noche en una celda tarde 1eyerr:11 el relato de cómo el hijo de un humilde jar—
no podrás dormir, menos aún si solo tienes espacio para dinero mató a su l:ctr¡1mnilz:¡ mientras jugaba con el arma
acurrucarte y hace frío y tus ropas están mojadas, pero que el padre había encontrado y llevado a casa, ninguno
Níartínez se las arregló para hacerlo. No 150136), como …- relacionó ambos hechos. Pr<rñricmn discutir los numero—
dos hubieran esperado, con navajas que petfomban una sos edit<::rialcs que lamentab:m la triste historia de un país
y otra vez su intestino grueso… Soñé con Camila. No em que mata :: sus niños.
la primera vez que lo hacía, pero en esta ocasión no deseó
sus senos sino Stús tetas. N[artínez conocía la diferencia.

18.
TDT: J¡?:P3<€3r 'Alí':l J<3(,J[MUL'NTO DEL ORDEN

Suponiendo que todo quedaría entre amigos, resignado :: .l…1: í¡1l;<:r:,:¡*<<t',¿;:<3í<í.>¡í¡ <_z<':<1::<:¡“<.7;5¡<1:¡<“:¡fe;¡, <“1<:'¡ ¡"<5:l<f,u:o policial
ser recibido en la universidad con chistes sobre su frus— < a<:'¡'¡'¡<;: ;—:<¡.IVf::&': …… ¡::—¡,< |<Í'| < <<< l<:<¡ <:< : :i:<'j:<:t,¡e1'¡e<f:¡f:.un<;<<:va—
trado intento de ingresar a las páginas judiciales, LN/Iartínc7. …¿:,<:1<':]: <)<“¡¡ ¡jv<:<:;f¡< I<¡,<I<—: ]< ::: <":f"L?'1<':[1f—:f—l <3::5:l',¡'*<,1<3t.1,U'<3<Jes;: del
llamó ;: Enfisema desde la estación para, al menos, salir <_f,<í:r¡<,> ¡< :. E] ¡'º<':1:<.l.< : <':<<ñ<1i<:¡:¡.l, ¡< :… ¡1|.:f¡.<l ¡ r¡< ¡¡¡ ¡:<':ggá¡,r>lo, tiene
de allí con zapatos. Peto Enñsema imaginó que se vería (fi()ííl(_) ¡:¡1l11u<¡d© p::1)t.i<ln, ¡,1¡'¡¡1, i¡:(':*:<,<:<:i<>r: <“l<':l ef-: f:<'10d€3
obligado a acudir a discursos que no deseaba hacer, y C'OE>'Z€LH <:<:L¿<L:l<—:<:i<,l<: y, <:1< ¡< ::…: /.=|,¡ ¡ ¡< <¡ ¡1,<_>, fi¡.1z<liza con e].

256 f…… 257 "__— …


restablecn'nwnto de e.&s-e e:t;l,a<*lo rl… … >ri;e… gracia …º; a ]rL
¡…
20.
oportuna 111ILOPVODC ión de un 1=au¿……dcm [1*í.o_y SJ*,:LU
mátioo. Hacer derivar de ese heel"… la <i':01'10…31ó1"¡ de
que toda novela policial es una. eepo¿,>c¿va del un len Martínez no acompañaría a Camila al acropuetto. No quería
triunfante es, no obstante, …… £>><€.Lg“£©1'…31('>T1 im;'1t;il. unu csccna pública y conncía las reglas que gobiernan esa
Para 11npugnar tal interpretación 1j)£%l£3L&bl"íºc't saeñ:¿x…lm= clase de despedidas. Acaso deseaba seguirla, pero ella no lo
que las acciones de ese razonador biem… (::(:>mo H rr1¡t,<;: había pedido y él no se atrevió a proponetlo. Camila, pasa—
1a_justicia y que una vez entran en es<;ze:ru¿xjueces y jc. ?a en t'1'á nsito. Esa última noche Martínez hubiera querido
Ju >ados can1biamos de género. El 1."c;>1aíx,t(;) ]:)<:)'liczi_all no llorar pero no lo hizo. De todas las reglas que no había
es dra1na legal. Incluso oi.1&ndo tiene <3z…;ur.10 ¿t>rot¿agjo aprendido, al menos una empezaba a-revelársele con clari—
nista & un tranquilo 00111."¿5013 su _¡ :rrl'()l_)líí>l'í“lá. os de o r— dad: la debilidad es una desgracia privada. Abrazado por
<.len lógico, no jurídico, no ético. Por ello, no 7[;)(1>11e s31'1 úlrima vez a su cuerpo, empezó a extrañar su sonrisa, sus
poligró el estat1 mo de lareali1:lacl que fu m;:i.o¡g ).¡:L r_3( )] … . manos, sus gestos de. aprobación y desaprobación. Seguiría
'p1_1nt,o de partíd &: r 'ast5tb]ec:e1*zl el () m:1<z>n ]v)1>e¿,<pxír;;t,ce1 1r,(_'> extrañando esas y otras cosas durante un buen tiempo.
sin :importav de qué orden se: L¡f&t.eia N< mle-g:k >ee … … n_ y “HH Al día siguiente, mientras el avión sobrevolaba la ciu—
s;orp1*emíter el que la, novela 01 “111111 .wi, _[;)(l>:33£3y0f1 do GL ¡: ir dad, IX/Iarltínez continuaba en cama tratando de no pensar.
Edades estruc;…r5úew seme_jm1tes, no haya 'pe;rz'11 … ]o Pcrmanecería allí hasta las tres de la tarde, cuando se le—
r1urma tales defensas. 011311d() un <131=ín100 J.arner;1r,;,1, el vantó pensando que tal vez debía comprarse un perro.
exceso de Violencia (11 18 oa *¿LCEOT“1Z::LlO que para él o:;.;
la decadencia del modelo 1 r15_?;lése1 y p r '(?)C] ¡ma. (31 1ºetz>1 *] 1< ')
de esos detectives <1L,L€—J 1'*051181Ve:11 c¡ºín;1e11<as en ah:º; 2].
tracto, sin reba¿]apse & Ia tm )t1 L[*&, la. r,lele—¡x3lóí1 y el mi 1: 1.1 1?
faje, 10 que teme aceptar e:_—_; que Cl 011 [en "¿L r*o¿;tablcco r"
no sea ya el orden de la lógica, 511 H > 01 du: lo :¿:oc:ial. U ¡ ] Cuando el retén apareció al fmal de la curva, Antonio ima—
orden que nunca se r.;st¿ú;>]<y:ee <a… '¡1_plormnemao pu m ginó la ira en el rostro de su padre y aceleró. María y Ro—
que nunca ha sido realmente ef—';t,a,h10_ I" M [ < … l… 1 1 )? m ':¿|. drigo estaban tan borrachos que siguieron riendo como
discapacitados. si el hecho fuera solo la conclusión obligatoria de una
noche de aventura. El soldado que empezó a disparar no
lo hizo para demostrar que el retén era un retén auténtico
sino porque fue lo único que se le ocurrió hacer cuando
el hólido rojo sobrepasó la última señal de detenerse. Los
que 10 ¡miraron lo hicieron por reflejo (<<son las Virtudes
del entrenamiento», diría después el oñcial responsable .Para lcrmin;1r una hísh_)1:in, un 511211 es siempre el final. Tras
del operativo). Solo tres disparos dieron en el blanco. El tirar el |-wcrióclico sobre la mesa, Míartínez encendió un ciA
primero destrozó cl panorámico. El segundo reventó una garrilln, S(1|(), en silencio. Una vez más, pensó, volvía a ser
de las llantas traseras. El tercero atravesó el cerebro de el profesor M :] rfíncz. No es fácil, incluso cuando conoces
Antonio Triana (c.c. 90.348.731). María Estévez (c.c. las reglas.
67.757.314) y Rodrigo Rubiano (C.C. 58.986.654) sobrevi—
vieron a la serie de golpes que finalmente detuvieron el
vehículo, pero no a la espera de la ambulancia que debía
trasladarlos al hospital (<<cs que estábamos en la mierda»,
diría después uno de los paramédicos).
Para solucionar los inconvenientes de una tragedia in
esperada, alguien recurrió a la regla según la cual toda ins?
Litución debe favores a otra institución. Ejército y Policía
ofrecieron al país los cuerpos de los autores materiales del
<<asalto ridículo», y un comunicado de media página, cx—
pedido por la oñcina de prensa de la Presidencia de la
República, lamentó <da pérdida de vidas jóvenes y promw
tcdoras cn las vías sin salida del crimen sin sentido». Por
todos lados se oyeron cxhortaciones & la unidad Familiar,
la reconciliación y el perdón. '
La noticia fue transmitida por los noticieros de la noche
el último sábado de agosto. Como no había cámaras dentro
del vehículo los televidentes no pudieron apreciar un cs—
pectáculo que desconocen incluso los aficionados a la lº<'nu
1nula Uno. A cambio, tuvieron la satisfacción de ver la
<<teconstrucción de la tenaz persecución» y la ceremonia en
la que se condecoró a los soldados que dieron término a lo
que ya parecía ser una exitosa fuga. Las protestas de padres
y amigos de las víctimas se prolongaron durante semanas,
pero solo fueron noticia los primeros días. Cuando apareció
el cenicero robado, todo el país entendió que se había hc—
cho justicia.

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