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ANDANDO EN FE

GÉNESIS 12–13.4
Este capítulo empieza a relatar cómo Abraham anduvo por fe. (Su nombre de pila,
por supuesto, era Abram, «padre enaltecido», que fue cambiado a Abraham, «padre
de una multitud». Usaremos el nombre más familiar por conveniencia.) El diluvio
había destruido a una civilización corrupta, pero otra sociedad pecadora pronto
ocupó su lugar. Dios llamó a un hombre para empezar el cumplimiento de su
promesa de Génesis 3.15, de enviar un Salvador al mundo. Este hombre era
descendiente de Sem (11.10ss) y el padre de la nación judía. ¡Con este solo hombre
Dios iba a bendecir al mundo entero!
I. La respuesta de fe de Abraham (12.1–9)
A. El pacto (vv. 1–3).
Dios llamó a Abraham en Ur de los Caldeos (Hch 7.2–4), pero este se quedó en
Harán hasta la muerte de su padre (11.27–32). Dios exige total separación para Él,
incluso si es necesaria la muerte para lograrlo. Este llamamiento era completamente
por gracia y las bendiciones de todo el pacto se debían a la bondad de Dios. Dios le
prometió a Abraham: (1) una tierra; (2) un gran nombre; (3) una gran nación; y (4)
una bendición que se esparciría por todo el mundo. Responder a estas promesas
exigió una gran porción de fe de parte de Abraham, por cuanto no tenía hijos, y él y
su esposa estaban envejeciendo (11.30). Nótese la repetición de «Haré» en los
labios de Dios. Él lo haría si tan solo Abraham creía. No cabe duda que Dios ha
cumplido sus promesas, porque Israel tiene su tierra (y tendrá más); los judíos han
bendecido a todas las naciones al darnos la Biblia y a Cristo; y el nombre de
Abraham lo reverencian judíos, musulmanes, cristianos y hasta incrédulos.
Los hombres de Babel querían hacerse un nombre para sí mismos y fracasaron
(11.4); ¡pero Abraham confió en Dios y Dios le dio un gran nombre!
B. El compromiso (vv. 4–6).
«Lot fue con él»; este fue el error número dos. El padre de Lot, Harán, había
muerto (11.28), de modo que Abraham tomó al joven bajo su protección, sólo para
crearse serios problemas. Más adelante, Dios tuvo que separar a Lot de Abraham
antes de poder avanzar su plan para la vida del patriarca. No se cuenta su largo viaje
desde Harán a Canaán, pero es cierto que exigió fe y paciencia finalizarlo. Es fácil
ver que Abraham era un hombre rico, pero que su riqueza no fue una barrera para
andar con Dios. Los viajeros llegaron a Siquem, «el lugar del hombro». ¡Qué
maravilloso es que el creyente viva en «el lugar del hombro», en donde «acá abajo
[están] los brazos eternos» (Dt33.27).
C. La confesión (vv. 7–9).
La obediencia siempre conduce a la bendición. Después de que Abraham llegó a
Canaán el Señor se le apareció para darle seguridad adicional. Abraham no vaciló en
confesar su fe ante los paganos de la tierra. A dondequiera que iba levantaba su
tienda y edificaba un altar.
(Véase 13.3–4, 18.) La tienda habla del peregrino, una persona que confía en Dios
de día en día y siempre está listo para mudarse. El altar habla del adorador que trae
sacrificio y lo ofrece a Dios. Es interesante que el lugar de Abraham, Bet-el («casa
de Dios») estaba al oeste, Hai («montón de ruinas») estaba al oriente y Abraham
avanzaba hacia «la casa de Dios». En 13.11 Lot le dio la espalda a la casa de Dios y
avanzó hacia el este, de regreso al mundo, con resultados desastrosos. También,
siempre que Abraham se apartaba de la voluntad de Dios, perdía su tienda y su
altar.
II. El desliz de Abraham en la fe (12.10–20)
A. La desilusión (v. 10).
¡Hambruna en el lugar donde Dios lo condujo! ¡Qué gran desilusión debe haber
sido esto para los peregrinos. Dios estaba probando su fe, para ver si confiaban en
la tierra o en el Señor. En lugar de quedarse en Canaán y confiar en Dios, se fueron
a Egipto, quizás por sugerencia de Lot (véase 13.10). Egipto simboliza al mundo,
la vida de autoconfianza; Canaán ilustra la vida de fe y victoria. A Egipto lo regaba
el lodoso río Nilo; Canaán recibía las frescas lluvias de Dios (véase Dt 11.10–12).
¡Abraham abandonó su tienda y altar y confió en el mundo!
Véase Isaías 31.1.
B. El engaño (vv. 11–13).
Un pecado conduce a otro: primero Abraham confió en Egipto; ahora confía en
otra mentira para protegerse. Génesis 20.13 aclara que Sara era tan culpable como
Abraham, y 20.12 indica que la «mentira» era en realidad una verdad a medias,
porque ella era su medio hermana.
Parece que Abraham estaba más preocupado por su seguridad que por la de su
esposa; o la seguridad de la simiente prometida. Si Sara hubiera seguido dentro del
harén, ¡Dios no hubiera podido cumplir su promesa! Sin su tienda ni su altar
Abraham actuaba como los del mundo (Sal 1.1–3).
C. La disciplina (vv. 14–20).
Qué vergüenza que un rey incrédulo tenga que reprender al creyente Abraham.
Mientras no se supo la verdad respecto a Sara, Faraón «hizo bien» a Abraham, pero
cuando Dios intervino para mostrar la mentira a Faraón, tuvo que pedirles que se
fueran. Qué pobre testimonio da el cristiano cuando se mezcla con el mundo y
entra en componendas. Alguien ha dicho: «La fe es vivir sin trampas». Abraham y
sus descendientes han tenido que aprender esta lección. Lot vivió con el mundo y
perdió su testimonio (19.12–14); y Pedro se sentó junto al fuego enemigo y negó a
su Señor.
III. Abraham vuelve a la fe (13.1–4)
Los cristianos mezclados con el mundo no pueden ser felices. Deben regresar al
mismo lugar donde abandonaron al Señor. Esto es arrepentimiento y confesión,
lamentar por el pecado y enmendarse. ¡Abraham no podía confesar su pecado y
permanecer en Egipto! No; tenía que regresar al lugar de la tienda y del altar,
regresar a donde podía clamar al Señor y recibir bendición. Este es un buen
principio para que lo sigan los cristianos: no vaya a ninguna parte del mundo donde
debe dejar su testimonio atrás. Cualquier lugar donde no pueda edificar el altar y
establecer su tienda está fuera de sus límites.
Parece que la restauración de Abraham debería haber dejado atrás toda su
desobediencia, pero no fue así. No cabe duda que Dios leperdonó y le restauró a la
comunión, pero Dios no puede anular las tristes consecuencias del viaje a Egipto:
A. Tiempo perdido.
Las semanas que Abraham y su casa estuvieron lejos del Señor se perdieron y no
podían recuperarse. Todos los creyentes deben orar para evitar tales pérdidas.
«Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón
sabiduría» (Sal 90.12).
B. Testimonio perdido.
¿Podría Abraham testificar de alguna manera a Faraón en cuanto al Dios viviente,
después de haberlo engañado? Tal vez no. Qué triste será cuando estemos frente a
Dios en el tribunal de Cristo y descubramos cuántas almas han ido al infierno
debido al pobre testimonio de cristianos carnales.
C. El lugar de Agar en la familia.
La criada de Sara, Agar, procedía de Egipto (16.1ss), y trajo indecibles problemas a
la familia. Por supuesto, la sugerencia de que ella tuviera un hijo vino de Sara, pero
la presencia de Agar ayudó a que se pensara en la trama carnal. Cualquier cosa que
traigamos de Egipto (el mundo sin Dios), al final nos causará problemas. Debemos
estar crucificados al mundo y asegurarnos de que el mundo está crucificado a
nosotros (Gl 6.14).
D. Más riqueza.
El aumento de las posesiones ayudó a la posterior disputa entre los pastores de
Abraham y los de Lot. Más tarde Abraham rehusaría la riqueza del mundo (14.17–
24).
E. Lot disfruta en Egipto.
A este joven le gustó mucho Egipto (13.10), y aunque Abraham sacó a Lot de
Egipto, no pudo sacar a Egipto de Lot. Es siempre trágico cuando un creyente
maduro hace descarriar a un joven cristiano. En 12.8 Lot usa la tienda y el altar de
Abraham, pero cuando sale de Egipto, sólo tiene tiendas, no altar (13.5). No
sorprende que Lot se dejara atraer por Sodoma y acabó siendo un desastre moral y
espiritual.

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