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Plan de choque

Aspectos principales de un plan de choque en la industria de


alimentos.
Importancia de implementación en la industria de alimentos.

Rotación de Desinfectantes para evitar la resistencia

Durante mucho tiempo se ha debatido los beneficios de rotación


de los desinfectantes en las plantas de alimento. Hay algunos
estudios que muestran la importancia de la rotación, pero al
margen de esto se da más importancia a elegir el apropiado para
proteger el proceso e inhibir el crecimiento de microorganismos.
Traigo esto a la mesa de discusión porque durante las auditorias
que realizo en plantas de alimentos, en pocas ocasiones observo,
de un año a otro, que haya rotación de los productos que se usan
en la desinfección. Las plantas se enfocan en elegir el desinfectante
correcto, hacer pruebas de validación y establecer mecanismos de
verificación de la eficacia de la limpieza, pero rara vez evalúan si
los productos que se usan han creado alguna resistencia a
bacterias específicas que pueden afectar los productos.
El artículo de Rocelle Clavero “Choosing the right sanitizer for
your processing enviromental” nos plantea de una forma muy
interesante los diferentes tipos de resistencia a los desinfectantes y
el caso de las biocapas.
“Un desinfectante se define como aquel producto que tiene como
objetivo desinfectar, reduciendo o mitigando el crecimiento de
microorganismos incluyendo bacterias, hongos o virus sobre
superficies en medio ambientes institucionales, hogares o
comerciales” indica Clavero

Los desinfectantes más comunes usados son: alcoholes,


Hipocloritos, Compuestos a base de Yodo, Amonios cuaternarios,
compuestos peróxidos. Estos normalmente se formulan para
lograr un 99% de reducción de las bacterias en 30 segundos, sin
embargo esto no necesariamente logra destruir todos los
organismos causantes de enfermedades, conocidos como
patógenos.
Podríamos decir que si una superficie tiene 100,000 UFC por
centímetros cuadrados, antes de aplicar el desinfectante, se espera
que pueda sobrevivir 1 UFC después de la aplicación, en ese caso el
producto lograría su objetivo; lo que no es tan evidente es que la
población que sobrevive podría desarrollar la habilidad de
adaptarse a las condiciones de medio ambiente provocando que el
proceso de desinfección se vuelva inefectivo.
Clavero plantea que no hay evidencia que soporten, que el uso
apropiado desinfectantes en las instalaciones, impidan el
desarrollo de resistencia a los microorganismos. No está
claramente definido el mecanismo de acción de la mayoría de los
preservativos y desinfectantes, esto puede ocurrir por oxidación,
de-naturalización de las proteínas, o por otras múltiples vías. Se
cree que cuando la célula bacteriana se expone al desinfectante,
varias estructuras químicas dentro de la célula podrían sufrir daño
irreversible que provoquen pérdidas permanente en la capacidad
reproductiva.

Hay tres tipos de resistencia: innata, aparente y adquirida

 Innata: que es genética. El uso persistente de un desinfectante


puede conducir a la selección y persistencia de microorganismos
resistentes por naturaleza. Se recomienda alternar los
desinfectantes debido a la resistencia innata de esos
microorganismos.
 Resistencia aparente – está relacionada a condiciones como pH.
La habilidad del microorganismo a adaptarse a medioambientes
ácidos.
 Resistencia Adquirida – Es el resultado de cambios genéticos en la
célula microbiana por mutación.

Uno de los beneficios posibles de la rotación de los desinfectantes


es que las diferentes formulaciones pueden variar la efectividad
contra el desarrollo de bio-películas. Las películas que se forman
en las superficies de los equipos es otro mecanismo en el cual la
bacteria puede crear resistencia hacia el desinfectante usado. Las
biocapas son difíciles de remover y el material es capaz de
entrampar microorganismos patógenos. Estas reducen la
efectividad de los desinfectantes. La rotación de los mismos puede
ayudar a reducirlas.

Otrooooo
Acerca de la Rotación de los
Desinfectantes (ilender CORP)
Publicado el: 8/8/2005
Autor/es: Departamento Tecnico ilender CORP

La resistencia microbiana a los desinfectantes es tema que desde


décadas atrás se viene estudiando mediante el ensayo de una serie de
principios activos de naturaleza química con sus respectivas técnicas de
evaluación. Como resultado de esta inquietud, existe buena cantidad de
material literario que informa sobre las más aparentes y recomendables
condiciones de uso. Así, un principio activo solo o en combinación con
otros, manifiesta sus capacidades biocidas y otras propiedades que lo
singularizan o identifican en el mercado.
Ante esta realidad cabe preguntarse ¿ por qué existen tantos principios
activos desinfectantes? ¿Qué es lo que se busca entre estos principios
para hacer a uno mejor que los otros?
La respuesta, como es de esperar, no es muy simple porque se trata de
apreciar la actividad germicida desde diferentes puntos de vista. Unas
veces el principio activo envenena el medio ambiente del microbio; otras,
deteriora sus estructuras somáticas o también puede alterarle las
funciones metabólicas así como interferir sus capacidades reproductivas.
Sin embargo, en todo momento se busca equidad entre el efecto
deletéreo para el microorganismo y la inocuidad, cuando menos relativa,
para el hombre, animales y ambiente expuestos a la actividad química
que les corresponde durante su empleo.
Es lamentable, sin embargo, que el manejo o aplicación de los
desinfectantes en el campo, no siempre cuenta con una capacitación o la
información adecuada para el usuario porque se busca solamente
demostrar la eficiencia del producto a costa de su seguridad, que es lo
que se debe garantizar. Por esta razón, el usuario eleva, a criterio propio,
la concentración del desinfectante, aumenta la frecuencia de su aplicación
o prolonga la longitud del tratamiento. En otras ocasiones hace lo
contrario y, generalmente por razones de orden económico, disminuye la
concentración del producto, soslaya la correcta periodicidad de los
tratamientos o simplemente cambia de desinfectante, sin evaluar lo que
usa, comparativamente con el desinfectante que pretende introducir.
Vista así la situación, es de imaginar las consecuencias negativas que
emergen por esta conducta ya que sin saberlo, o con poco conocimiento
de causa, se establece un cuadro de resistencia microbiana adquirida.

Fig. 1- Curvas de sobrevivencia de las suspensiones bacterianas


expuestas a desinfectantes. Gráfico I.- Respuestas bacterianas: A- Borde
inicial seguido por muerte exponencial. B- muerte exponencial. C- muerte
exponencial seguida por la curva de crecimiento.
Gráfico II.- Efectos de las diferentes concentraciones de fenol activo
contra E. coli: (desde D que es la más alta, hasta G que es la más baja).
A la más baja concentración se produce una curva sigmoidal. Esta se va
pronunciando menos a medida que la concentración aumenta, formando
una aparente línea recta que responde a la más alta concentración.

Fuente: Linton AH, et al. 1988. Desinfection in Veterinary and Farm


Animal Practice.

¿POR QUÉ… SE PRETENDE ROTAR LOS DESINFECTANTES?


En principio hay que recordar que en el desempeño de un desinfectante
intervienen cuando menos cuatro grupos de factores; ellos en armoniosa
coordinación determinan su efectividad, seguridad y economía. Estos
factores se identifican como físicos, físicoquímicos, estructurales y
biológicos (Vestal Lab., 1983).

LOS FACTORES FISICOS:


Dentro de los factores físicos se encuentran la concentración, la
temperatura y el tiempo de exposición o tiempo de acción. Cuando uno de
estos factores permanece constante, los otros dos tendrán que variar en
forma inversamente proporcional para mantener una equivalencia de
actividad para el producto; por ejemplo, si se da una concentración fija y
la temperatura decrece, el tiempo de exposición tendrá que
incrementarse. De igual manera, si se da un tiempo de exposición fijo y la
temperatura baja más de lo normal, la concentración debe incrementarse.
( Fig. 1)

Veamos, con un ejemplo, lo que está pasando común y corrientemente


con el formol o formalina. Como es sabido, a causa de una baja
temperatura de sus soluciones se establece resistencia bacteriana o
decrecimiento de la actividad de este desinfectante. El usuario, ante las
inminentes consecuencias de esta situación, trata de balancear los
factores antes citados, para no tener problemas infecciosos en su
negociación.
Entonces aumenta la frecuencia de los tratamientos porque sabe que una
concentración mayor a la que habitualmente usa resultaría muy agresiva
para sus animales y personal responsable de la faena de desinfección el
cual, por lo tanto, no la aplica para no lesionar sus epitelios o mucosas.
Como resultado de esta mayor frecuencia de tratamientos se crea un
ambiente perjudicial para la respiración de los animales porque debido a
su constante inhalación se condiciona una predisposición a cuadros
pulmonares más severos o complicación de los ya existentes (Sander y
col., 1995; Gerrits y col.1991). También se ocasionan procesos
indeseables de otra índole (Vargová y col., 1993).
Otro caso necesario de mencionar, en relación a los factores físicos, es la
solubilidad limitada de los fenoles y cresoles a bajas temperaturas,
fenómeno que de no tenerse en cuenta, no garantiza la adecuada
dispersión del desinfectante y más bien da lugar a superficies
irregularmente tratadas, con riesgo de constituirse en reservorios de
gérmenes patógenos ( Zaldívar, 1996).
Tampoco el fenol es esporicida a temperatura ambiental (Linton, 1988).
Las limitaciones que acaban de comentarse para ciertos desinfectantes
dan la pauta para cambiarlos oportunamente con otro tipo de
desinfectante que garantice una eficiencia evidente. No cabe considerar
sólo la idea de rotación, por que no se trata de resolver fenómenos
transitorios ni periódicos sino problemas constantes relacionados a la
naturaleza de cada tipo de desinfectante.
No cabe considerar sólo la idea de rotación, porque no se trata de
resolver fenómenos transitorios ni periódicos, sino problemas
constantes relacionados a la naturaleza de cada tipo de
desinfectante.

FACTORES FISICO-QUIMICOS:
Dentro de este grupo de factores tenemos el pH o potencial de hidrógeno
que, en el caso de los desinfectantes, es importante para cambiar la
carga iónica en la superficie de la bacteria o bien para alterar el grado de
acidez o alcalinidad del medio en que vive.
Se da el caso que hay desinfectantes que se desempeñan muy bien en
pHs ácidos, tales como el yodo y sus derivados (Gottardi, 1983), los
fenoles ácidos y los ácidos orgánicos, debido al aumento del grado de
disociación de sus moléculas.
Por su parte los amonios cuaternarios o jabones invertidos, han sido
ensayados adicionándoles NaOH al 0.05%, para controlar al virus de la
enfermedad de Gumboro; se han encontrado interesantes diferencias en
la actividad relacionada principalmente a su estructura química, pH y
temperatura de uso. Shirai et al, (1994) emplearon cloruro de didecil
dimetilamonio, seguido de cloruro de alquil bencildimetil amonio y (mono-
bis (tricloruro-metil amonio))-alquilo (C9-15) tolueno. Las diluciones sin
NaOH tuvieron muy poco efecto sobre el virus de Gumboro.
Del mismo modo, el virus de Gumboro es sensible a los pH alcalinos
(pH12) pero no es afectado por pH2. El virus de Gumboro tampoco es
afectado por soluciones de 0.5% de fenol (Lukert y Saif, 1991).
Investigaciones de Connel y Eckmann, citadas por Calderón y col. (1994)
han probado la importancia del cambio de pH para contrarrestar la
resistencia de Ps. aeruginosa frente a un compuesto fenólico.
Otras investigaciones (Eagar y col, 1986) explican este fenómeno con
referencia al glutaraldehído. Indican que cuando el pH de la solución de
este desinfectante es alcalino, se protonizan (acidifican) alrededor del
50% de los grupos amino, en la superficie de la bacteria y el 50% restante
es liberado y rápidamente atacado por el glutaraldehído (Fig. 2). De esta
manera, la estructura de la pared celular del microorganismo se ve
alterada e impedida de permitir la perfecta entrada de nutrientes hacia el
interior de la célula por lo que los gérmenes mueren.
Ahora bien, cuando el pH de la solución es ácido y los grupos amino
superficiales ya han sido protonizados (acidificados), la penetración del
glutaraldehído se hace necesaria para atacar a los grupos amino libres en
el interior de la célula; entonces, es preciso equilibrar o romper la tensión
superficial de la pared celular. Se usa entonces un agente tensoactivo o
detergente, que logra este fenómeno importante para el control del
microorganismo. La mecánica que se desencadena, en este caso, es una
desorganización intracelular que causa la muerte del microorganismo.
Con los procedimientos tecnológicos modernos se ha logrado acelerar la
actividad de la molécula de los glutaraldehídos, tanto en el exterior como
en el interior del microorganismo. Se ha conseguido el efecto letal
deseado pese a los cambios de pH que pudieran suscitarse en el
ambiente que se trata de desinfectar. Con esta metodología de trabajo es
posible contrarrestar simultáneamente, con un solo producto,las
dificultades de orden físico-químico que se presentan en la rutina del
trabajo de campo, sin necesidad de rotación del desinfectante evitando
entonces mayor consumo de mano de obra, pérdida de tiempo y riesgo
de subsistencia del foco infeccioso.
Problema adicional relacionado con pH se tiene con el agua empleada
para diluir un desinfectante. Si solamente se tratara de usar agua
destilada no existiría dificultad alguna, pero en vista de ser común y
corriente la utilización de aguas que contienen CaCo3 o sales de Mg,
entre otras sustancias, éstas le dan dureza de diferente grado,
haciéndolas inaparentes para diluir a ciertos desinfectantes, cuando este
grado es considerablemente alto. Este tipo de sales confieren fuerte
alcalinidad, por la naturaleza propia de sus cationes Mg+ ó Ca+ y así los
compuestos iodóforos pueden tener problema en su actividad; también
los ácidos orgánicos y los cloros, porque en éstos no se disocia
adecuadamente el ácido hipocloroso, responsable de la oxidación de las
estructuras microbianas.
El caso de los amonios cuaternarios es semejante porque, a pesar de ser
sustancias alcalinas, tienen problemas con aguas muy duras en las que
se dificulta su solubilidad y en consecuencia pueden ser inactivados.
Hablando de amonios cuaternarios o jabones invertidos, no hay que
olvidar que otros compuestos análogos son los jabones comunes y
corrientes, llamados los jabones aniónicos, los cuales al ser utilizados en
forma simultánea con amonios cuaternarios o inmediatamente antes de
ellos sin el debido enjuague, neutralizan recíprocamente sus cargas
eléctricas y así se inactivan (Booth y Mc Donald, 1985).
Fig.2: Glutaraldehido con Células Microbianas

Fig.2- Las aminas que se encuentran en la superficie celular, reciben la


influencia del pH en el sentido clásico: ácido-base. El pK para las aminas
es típicamente 9; esto es que a un pH 9, cerca del 50% de las funciones
amino están protonizadas (acidificadas) y las restantes no lo están. Estas
aminas no protonizadas o libres, sirven como sitio relativo para el ataque
del glutaraldehído; así la reacción biocida con la célula ocurre con mayor
rapidez.
Fuente: Eagar RG et al, 1986.
La detenida meditación y comparación imparcial sobre lo que nos
ofrece la tecnología moderna versus la tradicional, en materia de
desinfectantes, permitirá acceder a un cambio oportuno y
conveniente.

La información anteriormente expuesta es clara y precisa en cuanto a la


fenomenología de la desinfección por medios físico-químicos. La detenida
meditación y comparación imparcial sobre lo que nos ofrece la tecnología
moderna versus la tradicional, en materia de desinfectantes, permitirá
acceder a un cambio oportuno y conveniente. Se trata de evitar los
riesgos y posibilidades inminentes de crear un reservorio de patógenos
cuando solamente se piensa en rotación de desinfectantes.

FACTORES ESTRUCTURALES
A pesar de la importancia de todo lo que acabamos de comentar, no es
confiable la bondad de un desinfectante si solamente es ensayado o
evaluado en el laboratorio, porque allí las condiciones son ideales. Es
menester probarlo en el campo, donde la presencia de materia orgánica
en el ambiente es un excelente desafío al principio activo que se ensaya.
En este caso, la materia orgánica es oxidada y es destruida la flora
bacteriana de su superficie pero no siempre se permite la penetración del
desinfectante dentro de su masa, donde se alojan gérmenes infecciosos
que no son exterminados, porque se ha constituido para ellos una
defensa y en esta forma se establece un reservorio. Esta es una de las
principales razones por las cuales se recomienda la higiene prolija previa
al empleo de un desinfectante.
Por lo demás, hay que mencionar que los microorganismos pueden ser
inaccesibles al desinfectante porque la tensión del solvente no le permite
ingresar a través de los poros, rugosidades o rajaduras de las maderas,
arcillas o yeso a tratar.
Para combatir esta limitación, se adiciona un agente detergente o
humectante que rompe o nivela la tensión antes indicada.

Con los ejemplos que acaban de señalarse, se pueden tener los


elementos de juicio necesarios para dilucidar la efectividad y seguridad
que ofrece el desinfectante de nuestro uso común y corriente. Si en la
evaluación respectiva se comprueba su buen desempeño, en buena hora
el haberlo elegido; pero si no es así, el costo beneficio no estará
compensado y ninguna rotación de desinfectante resolverá el problema
sino su cambio definitivo por otro más eficaz.

FACTORES BIOLOGICOS
El aspecto correspondiente a los factores biológicos comprende puntos
de vista relacionados al tipo de microorganismos y la cantidad de ellos
(carga microbiana).
Habrá que pensar también en la edad de los mismos, o sea, su estado
adulto o forma vegetativa (espora); igualmente la diversidad de gérmenes
en casos de contaminación polimicrobiana y, desde luego, el tipo de
defensa que ellos tienen (virus con cubierta o sin ella; agentes ácido
resistentes, etc.).
Estos puntos de vista, determinan la procedencia de establecer la
sensibilidad o resistencia de los gérmenes frente a los cuales se viene
luchando con un determinado desinfectante. Se tendrá en consideración
entonces, que en la actualidad se cuenta con excelentes medios
diagnósticos; ellos emplean tecnologías modernas y equipos o reactivos
de alta precisión así como cepas estandarizadas que EPA y AOAC han
aislado para resolver cualquier duda en el laboratorio. (EPA, 1979, 1981;
Salas, 1995; Sumano y col.,1990; Lewis y col. 1996).
Valerse de estos medios es lo correcto pero ignorarlos es correr un riesgo
que a la larga se paga con elevadas pérdidas económicas y amargas
experiencias.

CONCLUSION:
El hecho de hacer uso de un desinfectante cualquiera no significa
tener con él un 100% del control de un problema infeccioso; es
necesario evaluarlo periódicamente y frente a diferentes tipos de
retos. Hay que considerar que de acuerdo a las pautas de
bioseguridad, es muy importante detectar a tiempo la presencia de
nuevos agentes microbianos mutantes y/o comprobar frente a ellos
la eficacia del desinfectante así como frente a materia orgánica,
agentes fungosos o virales para hacer los ajustes del caso, si ellos
fueran procedentes.
Soslayar esta práctica es correr riesgos y afrontar problemas
mediatos o inmediatos de resistencia microbiana, Recuerde que:
MIENTRAS UN DESINFECTANTE SE ESTA DESEMPEÑANDO
EFICAZMENTE NO PROCEDE SU ROTACION.

Suele decirse que hay que rotar


los desinfectantes
periódicamente porque los
microorganismos crean
resistencias y llegan a
acostumbrarse a ellos, ¿qué hay
de cierto en esta afirmación?
Para responder a la pregunta de si la rotación es necesaria o no, como dijo aquel, depende.
Depende de muchos factores. A la hora de elegir el desinfectante, más que en la propia
tendencia a crear resistencias por parte de los microorganismos, tenemos que pensar en el
tipo de microorganismo que queremos eliminar cada vez y las condiciones en que lo vamos a
hacer, tipo de material a desinfectar, características de los diferentes desinfectantes en cuanto
a su espectro de acción, temperatura de aplicación, agresividad para los materiales y
operarios, el medio ambiente, etc.

Normalmente solemos equiparar mentalmente los desinfectantes a otros biocidas como los
insecticidas o a otros grupos como pueden ser los antibióticos en los que están descritos
numerosos casos de desarrollo de resistencias e incluso la transmisión de genes de
resistencia entre microorganismos diferentes como el uso de plásmidos, transposones, etc.
En el caso de los desinfectantes la transmisión es menos frecuente, aunque también puede
darse el caso y, de hecho, se da en ocasiones. Lo más habitual es encontrar microorganismos
que, de forma natural, ya son resistentes a uno u otro tipo de desinfectante (las bacterias
gramnegativas suelen ser más resistentes que las grampositivas, por ejemplo).Un caso
especial es la agrupación formando biofilms que, por un lado, los protegen de la acción de los
biocidas y, por otro, facilitan la transmisión de los genes de resistencia entre ellos dada su
proximidad e interacciones microbianas dentro de la matriz del biofilm.

Protocolos de limpieza y
desinfección
Para evitar la aparición de estas resistencias y que se perpetúen, lo que se ha de hacer es
llevar a cabo unos adecuados protocolos de limpieza previa a la desinfección para eliminar en
lo posible ese biofilm. Esto se hará empleando detergente alcalino en espuma para,
mediante un ataque químico, retirar los restos de materia orgánica invisibles que quedan
adheridos a las superficies. Además, hay que tener claro contra qué tipo de microorganismo
nos enfrentamos cada vez y en qué condiciones lo hacemos. Es decir, si queremos eliminar
bacterias, virus encapsulados o no, si nos enfrentamos a esporas, si el agua es dura o blanda,
la temperatura de la misma, el tipo de material sobre el que se va a trabajar, etc.
Igualmente, no consiste en aumentar la cantidad y dosificación del principio activo, pues con
ello solo conseguimos hacer el producto más agresivo para los materiales, más peligroso para
nosotros mismos e incluso para el medio ambiente en caso de vertido accidental. Los
productos han de estar tanto formulados como dosificados con la cantidad mínima eficaz de
biocida, pues en ambos casos el exceso acarrea más perjuicios que beneficios.

En cuanto a los desinfectantes a utilizar, lo más frecuente es emplear como rutina


combinaciones de glutaraldehído con amonio cuaternario, pues ofrecen un elevado espectro
de acción (el glutaraldehído es más efectivo incluso que el formaldehído para la desinfección
de superficies y utensilios) y son relativamente poco agresivos con los materiales.
Aparte de estos, se pueden emplear oxidantes como el ácido peracético, que además
presenta actividad frente a determinadas formas de resistencia bacterianas, aunque ha de
manejarse con cuidado pues suele ser agresivo con los materiales. Otro grupo son los
desinfectantes fenólicos que son eficaces pero pierden eficacia a bajas temperaturas.

¿Son todos los desinfectantes


iguales?
Llegados a este punto, se plantea la cuestión de si todos los desinfectantes son similares a
igualdad de principios activos. La respuesta es no; la formulación es muy importante. Los
excipientes, aditivos y adyuvantes juegan un papel fundamental. No todo se basa en la
cantidad de materia activa biocida presente. Aunque aparentemente estén formulados sobre la
misma fórmula base (glutaraldehído + amonio cuaternario, por ejemplo), no todos tienen la
misma eficacia ni se comportan igual en diferentes condiciones de presencia de aguas duras,
bajas temperaturas, restos de materia orgánica por limpiezas deficientes, etc.

“No todos los desinfectantes son iguales, la formulación es muy importante”


Así mismo, el excipientar determinados principios activos como el ácido peracético por
ejemplo, nos permite reducir su cantidad a emplear. Esto hace que consigamos la misma o
mayor eficacia con menor cantidad de materia activa, lo que redunda en una menor
agresividad con los materiales. No por tener mayor cantidad de materia activa bruta tienen
porqué ser más eficaces, como a priori tenemos tendencia a pensar.

¿Cómo distinguir unos


desinfectantes de otros?
Lógicamente, la siguiente cuestión que se plantea es cómo distinguir unos desinfectantes de
otros en relación a su eficacia. Para ello existen lo que se llaman los test de eficacia que
están estandarizados y los realizan laboratorios acreditados según normas UNE
internacionalmente reconocidas. Dichos test comprueban la eficacia de los distintos
desinfectantes a concentraciones y tiempo de contacto determinados, así como en diferentes
condiciones de suciedad, a bajas temperaturas, con aguas duras, etc.
En estas pruebas se determina la eficacia contra diversas bacterias, la actividad contra virus,
hongos, esporas bacterianas, etc. De esta forma nos permiten seleccionar el tipo de
desinfectante a emplear en función del microorganismo a eliminar y las condiciones en las que
se hace.

Los test de eficacia acreditados según las normas UNE nos ayudan a distinguir
unos desinfectantes de otros

Estos test ofrecen resultados fiables y homologados sobre la eficacia real de los
desinfectantes y, en no pocas ocasiones, nos deparan sorpresas al comprobar que
desinfectantes aparentemente iguales arrojan resultados muy diferentes en cuanto a las
concentraciones a las que son efectivos; o incluso ofrecen mejores valores desinfectantes con
menor cantidad de materia activa, siendo además menos peligrosos en su manejo.

¿Por qué existen estas diferencias de


eficacia?
Todas estas diferencias de eficacia, entre productos aparentemente similares, se deben a que
hay diferencias significativas entre los productos en cuanto a sus excipientes, pues no es lo
mismo que incorporen quelantes o que no lo hagan, no son iguales unos tensioactivos que
otros, etc. Entre los propios principios activos también hay diferencias sustanciales, pues no
actúan igual, ni resisten de la misma manera las condiciones adversas, los amonios
cuaternarios de primera generación que los de quinta, por citar algún ejemplo.
Se da la circunstancia que, a día de hoy, estas pruebas de eficacia no son obligatorias para
registrar desinfectantes de uso ganadero en el Ministerio de Agricultura, cosa que sí exige el
Ministerio de Sanidad con los desinfectantes de uso en la industria alimentaria. Por esta razón,
en muchas ocasiones se recurre a la bibliografía para justificar la eficacia de los productos
registrados, aunque esto no siempre es muy exacto ni del todo fiable, como hemos
comentado.

Pasos para una correcta desinfección


Por último y para resumir, para asegurarnos de que estamos realizando una correcta
desinfección, hemos de seguir una serie de pasos. Lo primero es llevar a cabo una buena
limpieza con detergentes adecuados. No hace falta insistir en que, para que haya
desinfección, primero tiene que haber limpieza.
Lo siguiente es seleccionar el desinfectante en función del agente que queremos destruir
basándonos en el historial de la granja y la eficacia comprobada según las normas UNE de los
diferentes desinfectantes (bacterias de todo tipo, virus, gérmenes esporulados o no, etc.) y las
condiciones en que se vaya a emplear, ya sea en espuma, termonebulizado, por
pulverización, en aguas duras, a bajas temperaturas…
Una vez seleccionado el desinfectante, lo aplicaremos siguiendo las instrucciones,
dosificaciones y tiempos de contacto recomendados por el fabricante, ni más ni menos. Ni que
decir tiene que también seguiremos las recomendaciones que aparezcan en la hoja de
seguridad para hacer la aplicación de forma segura, tanto para nosotros como para los
materiales y el medio ambiente.

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