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ALUMNA: ALEJANDRA EMILY

RODRÍGUEZ ZÚÑIGA

PROFESOR: DE LA CALLEJA
LÓPEZ MIGUEL ÁNGEL

TEORÍA DE LA CREACIÓN
LITERARIA

GRUPO: 2251
LA INTERPRETACIÓN DEL SENTIDO Y CRÍTICA LITERARIA
CONTRASTE DE LOS TEXTOS

A lo largo de la unidad, paseamos por “La verdad de las mentiras”, donde Mario Vargas Llosa nos
da a entender que la novela dice mentiras, pero no el tipo de mentiras que estamos pensando,
sino unas que ayudan a llenar la insuficiente de la vida.
Es evidente que las sociedades atraviesan crisis, y la única manera de enfrentarlas -por medio
del mundo de las letras- es creando mundos ficcionales, imaginarios, quizá hasta mágicos.
Mundos imaginarios, eso es lo que Vargas Llosa resalta, tener imaginación para ser algo más sin
dejar de ser nosotros mismos. Un ejemplo es cuando creamos la historia de una niña de 5 años
que se muda con su familia a un pueblo extraño, ella comienza a narrar las aventuras que vive
cada día; plasma sus miedos, sus gustos, sus deseos, sus sueños, todo. Sin querer y tal vez sin
darnos cuenta, estamos escribiendo lo que somos, pero disfrazándolo con otro nombre y con
otro físico.
Además de la imaginación y mezclándolo con la mentira, el texto nos explica que el ser humano
necesita esto por naturaleza, es decir, no todo el tiempo nos gustará leer o escribir sobre lo
grises que estarán las nubes a causa de la contaminación, sino que también necesitamos hablar
de lo bonito que se ven las gotas de lluvia paseando entre ellas, y ni qué decir del sol amarillo
que con sus flecos pareciera adornarlas de sonrisas. ¿Mentiras? Sí, pero son mentiras que toda
persona necesita.
Otro punto importante son las cosas que no podemos ver, tocar, oler o sentir. ¿Cómo logramos
estar cerca de ellas a pesar de impedimentos como la distancia, el factor económico o incluso el
factor social? Por medio de la literatura.
Puedo viajar a China escribiendo que me subí a un avión con 4 amigas para vivir una aventura
inolvidable, a pesar de que me da temor volar en la vida real y a pesar de que solo tengo 1
amiga. Puedo ser un astronauta que se haya encontrado de cerca con un agujero negro, a pesar
de que me da miedo viajar al Espacio y a pesar de que me intrigan los agujeros negros. Puedo
fingir que soy un árbol deprimido a causa de que se me cayeron todas las hojas verdes, a pesar
de que los árboles no hablen y no se depriman por tal cosa.
La literatura permite esto, ser lo que no podemos ser en la realidad, actuar como no actuamos,
conocer lo que no conocemos, construir lo que no nos atrevemos a construir en la vida real, decir
lo que no diríamos de frente, vivir el tiempo que afortunada o desafortunadamente no estamos
viviendo.
El papel que juega la ficción, tomando en cuenta los puntos anteriores, ayuda a toda persona
para que reafirme su soberanía individual. Somos libres, libres de imaginar, de pensar, de soñar,
de crear, de creer, de ser, de sentir, de ver, de oír, somos libres.
Verdades y mentiras. Con las verdades, podemos conocer lo que fuimos o seremos como seres
humanos en conjunto; con las mentiras, tenemos garantizado conocer lo que somos como
individuos y lo que deseamos ser, incluso las frustraciones que nos inundan.
“Los bosques posibles”, una ventana por la cual Umberto Eco nos enseña que el lector hace un
pacto con el autor, ¿cuál? El lector hace de cuenta que cree y que es real lo que escribe el autor,
y el autor hará lo posible porque esto sea creíble.
Pero no se refiere a cualquier lector, ya que hay dos tipos de ellos: lector modelo y lector
empírico.
Desde luego que el más importante será el lector modelo. ¿Quién es? Aquel sujeto agradable
que cuando empieza a leer, comienza a desear que acabe la historia, pero no porque sea
aburrida, sino para saber en qué termina, cuál va a ser el final. A este lector se le llamará “de
primer nivel”.
En el lector de segundo nivel hay un poco más de curiosidad y de duda, pues este comienza a
preguntarse qué tipo de lector está pidiendo la narración, así como también inicia la interrogante
de cómo está procediendo el autor modelo que lo instruye en el ejercicio de leer.
Pero, dejando de lado a los lectores modelos, ¿quiénes son los empíricos? Aquellos lectores que
aún no han dado respuesta a las interrogantes planteadas: ¿quién es el autor modelo?, ¿qué
quería el autor de nosotros? Cuando un lector puede dar respuesta certera a estas preguntas,
será un lector modelo.
Es aquí cuando notamos que estamos a un paso de ser lo que el autor necesita que seamos,
pero llegar a eso no basta con leer una vez -o tal vez sí- , más bien, habría que leer muchas
veces, quizá una infinidad.
Hay que entender también que ser un lector modelo no quiere decir que tan solo debamos
aceptar como cierto lo que nos dice el autor, sino también crear junto con él.
¿A qué me refiero con esto? Umberto Eco nos dice que el autor crea un mundo, este tiene
características propias, un contexto, personajes, escenarios y muchos elementos más; sin
embargo, cuando se crea algo, es imposible abarcar todo. Es aquí cuando el lector modelo
rellenará esos pequeños huecos que queden en la historia.
Pongo un ejemplo. Supongamos que yo escribo a cerca del cielo. Digo que hay 4 tipos de
estrella: las felices, las tristes, las enojadas y las melancólicas; de la nada, comienzo a decir que
las estrellas felices se dedican a comer todo el día, menciono que las tristes solo anhelan dormir
en un pedazo de nube y termino mi texto diciendo que las enojadas tienen afición por abrazar
meteoros pasajeros, ¿lo notan?, ¿qué pasó con las melancólicas?
Sería fácil decir que triste y melancólico es lo mismo, pero caeríamos en un error. Volviendo al
tema, el lector estará enterado de las características de los primeros 3 tipos de estrella, pero si
yo dejara al aire las características del último tipo, ¿sería porque se me olvidó? No, sería porque
como autor quiero que mis lectores imaginen cómo son las estrellas melancólicas, que cada uno
llene ese espacio diciendo que tal vez se la pasan llorando sobre Júpiter todo el día o sienten
ansias locas de tener pensamientos robados de Venus y de Marte.
Esto es el pacto ficcional. El lector sabe que lo que se le cuenta es una historia imaginaria y que
su deber es llenar con imaginación lo que quede vacío, pero también tiene la capacidad de creer
que conoce cosas que en el mundo real no existen.
Narratología en el siglo XX, un texto que nos muestra cómo influyen los movimientos sociales,
las corrientes ideológicas y el contexto histórico de una época en la creación y crítica literaria.
¿Por qué digo esto? Porque fue en las primeras décadas del siglo XX que empezó a ocurrir la
revolución narrativa de Proust y Joyce.
Además de esto, abundaban las teorías marxistas y psicoanalíticas de la literatura. La
contribución de esto fue el aporte de nuevos conceptos y análisis de la narrativa; a su vez, estos
aportes daban la bienvenida al comienzo de los formalismos rusos.
Los formalismos rusos tomaron parte importante en la narratología del siglo XX, pues
comenzaron a hacer sus primeros trabajos de narración, basados en lo que se conoció como
morfología alemana y rusa.
Ya no se veía a la narrativa como algo simple, sino como algo que merecía analizarse, verse con
lupa, estudiar hasta el detalle más pequeño. Se empezó a ver la narrativa desde un punto de
vista estilístico.
Ya no solo se trataba del tema, sino también del personaje, la representación, la narración,
poner atención en lo que antes no era o no se quería ver como importante.
Pero, a todo esto, ¿por qué es importante la crítica?
Además de que nos pone a reflexionar, se puede decir que es el inicio de toda transformación,
¿por qué?
Pondré un ejemplo muy sencillo y quizá hasta insignificante.
Supongamos que ponemos sobre una mesa de vidrio algunos artículos escolares: 4
enciclopedias, 2 mochilas y una caja de zapatos. ¿Acaso la mesa no se romperá por el peso?
Diario vemos cómo se va rompiendo en pequeños cachitos, pero nunca nos interesamos en
cambiar la mesa. Si tuviéramos la crítica suficiente para decir que al observar la mesa notamos
que algo anda mal y proponemos opciones para que esto mejore, se generará una
transformación, ¿cuál? La transformación de usar mesas de madera, mesas resistentes, y no de
vidrio frágil que se rompa con tanto peso encima.
Hace poco escuchaba el término “criticón”, y me puse a pensar en qué se diferenciaba con ser
“crítico”. Gracias a este ejemplo lo entendí. El criticón ve lo malo en las cosas, los defectos, lo
que no va de acuerdo a como debe ir, y se dedica a juzgarlo duramente sin si quiera proponer
opciones; el crítico ve lo malo, observa los defectos, los analiza, los estudia, y además se toma el
tiempo y el esfuerzo para proponer una solución, emitir un juicio, dar un cambio.

Sin duda, la crítica es importante, y más en la literatura.


La literatura cambia, evoluciona, se transforma, pero no lo habría logrado si no hubiera sido por
millones de personas que se atrevieron a cambiar algo, a estudiar eso que nadie estudia, a
escribir sobre lo que nadie escribe.
Para criticar hay que conocer, pensar, saber. El ejercicio para toda persona que desee ser crítico
y no criticón es llegar a casa, mirar al techo, ver cuántos agujeros o defectos tiene, decir qué
cambiaría y qué no, y además de eso, emitir una propuesta (pintar el techo de color azul,
cambiar lo que ya está roto).
Ver, analizar, pensar, criticar y proponer, eso es lo que necesita no solo la literatura, sino todo.
REFERENCIAS ELECTRÓNICAS

Méndez-Limbrick, J. (2015). Seis paseos por los bosques narrativos. Umberto Eco. Consultado el 5 de
Junio de 2019, de https://ellaberintodelverdugo.blogspot.com/2015/10/seis-paseos-por-los-bosques-
narrativos.html .

Dávalos, C. (2011). “La verdad de las mentiras”. Consultado el 5 de Junio de 2019, de


http://elblogdecharitodr.blogspot.com/2011/04/la-verdad-de-las-mentiras.html .

Barrera, J. (2011). La importancia de la crítica. Consultado el 4 de Junio de 2019, de


https://www.sdpnoticias.com/columnas/2011/05/17/la-importancia-de-la-critica .

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