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Cipolla
-^vJly' -nos dice el profesor variado, y un escritor de su agu-
-"Cario M . Cipolla- ocupa una deza y finura para que esto fue-
á o ^ á del saber humano que está
•-^^sitíiada en la encrucijada de
„ p t ^ ^ o s disciplinas; la historia y
la ¿cpnomía. No puede prescin-
..7 nucbo más que un catálogo:
para convertirlo en ' un; invita-
ción al púbhco para .¿ue deje la
platea y pasee entre bastidores y
ENTRE U HISTORIA Y
dir de nrhgana de ellas; si cede observe el trabajo del historia-
. en uno. de esos dos frentes, se
desnaturaliza y pierde su propia
'identidad.»
dor mienti'as prepara el "espec-
táculo"».
En una segunda dimensión, sin
ECONOMÍA
Este libro cumple una doble embargo, este l.bro va más allá
función. Es, pe; una parte, una de '•US funciri'-.js de introducción Introducción a la historia económica
espléndida Introducción a la his- para el estudio y pretende
toria económica que analiza ios mediar en el debate de «l;is dos
fundí.'lentos de esta discipHna, culturas» -humanista y científi-
sus métodos y la forma en que, ca-, combatiendo esta «laiaenta-
a partir de ellos, procede a ble confrontación» en un terre-
, la reconstrucción del pasado, y no como el de la historia econó-
que complementa estos capítu- mica que resulta especialmente
los metodológicos con un amplio adecuado para ello, pues*o que
estudio de Las fuentes de la his- en él se registra con mis agude-
toria económica europea, que za que en ninguna otra rama del
iDarca desde los datos arqueoló- saber histórico el enfrentamien-
gicos sobre la Grecia antigua to entre el cientifismo desnuma-
hasta la documentación actual nizador ae unos y el escapismo
de las organizaciones internacio- de quienes analizan aspectos
nales. Se requería un investiga- marginales de la realidad o se
. dor de tan amplios, conocimien- refugian en la supuesta neutrali-
tos como Cipolla para ofrecer- dad de la narración.
ISBN 84-7423-503-0
L A CRÍTICA DE LAS FUENTES 51
3) una fuente genuina con un contenido falso; podrían elaborar un nuevo documento que reprodujese lo esencial
4) una fuente genuina con un contenido verídico. í del primero. El segundo documento sería falso en la medida en que
pretendiera ser el original, pero su contenido sería verídico. El lec-
Un ejemplo de fuente falsa con contenido falso nos lo propor- \
tor interesado por la fascinante historia de las falsificaciones de
ciona la llamada Donación Constantiniana, por la que en 313 d.C. i
documentos encontrará ejemplos en abundancia en los seis volúme-
el emperador Constantino el Grande supuestamente donó al papa '
Silvestre la ciudad de Rpma, legitimando así el poder temporal del nes de Falschungen im Mittelalter (Falsificaciones en la Edad Me-
obispo de Roma y su supremacía sobre los demás obispos de la dia), publicado en Hannover en 1988.
Iglesia católica. La falsedad del documento fue demostrada por ! Los casos de documentos genuinos con contenido falso son
Lorenzo Valla (1406-1457) hacia mediados del siglo x v con argumen- innumerables. A lo largo de la Edad Media, la condena de la usura
tos filológicos incontestables.^ i (préstamo con interés) por parte de la Iglesia multiplicó al máximo
Otro documento falso con contenido falso es una escritura del ¡ las falsificaciones de ese fipo. Por ejemplo, el 19 de mayo de 1223
13 de octubre del 874, atribuido al emperador Luis I I y extendido a i fue otorgada en Siena un acta notarial por la que Ugolino y Ranie-
favor del monasterio benedictino de San Clemente di Cesauria, en ri, cuchilleros, declaraban que recibían en préstamo de Bonaventu-
los Abruzos. La fama de esta falsificación no es comparable con la | ra di Piero ocho liras de Siena, que los dos se comprometían a
de la Donación Constantiniana, pero merece la pena recordarla por ¡ devolver en las siguientes calendas de noviembre. El documento no
sus implicaciones para la historia de la tecnología. La falsificación [ hace alusión a interés alguno, pero el historiador, adiestrado por
fue obra de monjes benedictinos, probablemente del siglo xiii, que, í numerosos casos análogos, sospecha que la suma efectivamente pres-
como era frecuente en aquella época, querían que la propiedad de | tada sería inferior a las ocho liras y que la suma que había que
las posesiones de su monasterio pareciese más antigua (y, por tan- devolver representaba el capital más el interés (López y Raymond,
to, más noble y más legítima). Mediante el documento en cuestión, 1955, p. 160). Otra costumbre bastante común en la Edad Media e
el emperador confirma de nuevo al monasterio la posesión de cor- i incluso en el Renacimiento consistía en camuflar préstamos con
tes, castillos y siervos, junto con «molendinis, acquarum decursibus, interés bajo la apariencia de contratos de cambio. Estos contratos
piscationibus, valcatoriis, silvis, rupibus, domibus» (la cursiva es resultan, por tanto, sospechosos. El 12 de febrero de 1190, en
mía). Las valcaturae eran los batanes (es decir, máquinas especial- Genova, Riccuomo y Egidio de Uxel declaraban recibir de Rufo y
mente preparadas para el tratamiento del paño), importante innova- Bernardo una suma de dinero por la cual se comprometían a pagar
ción tecnológica de la Edad Media. Si el documento fuese auténti- a los citados banqueros 69 liras en dinero de Pavía a la Cuaresma
co, habría que adelantar hasta mediados del siglo ix la aparición de siguiente. Desde el punto de vista formal, el documento es auténti-
esa máquina en Occidente. El hecho de haber comprobado que el co, pero por-lo que se refiere al fondo resulta difícil decir si se
documento es una falsificación permite a los historiadores de la trataba efectivamente de un contrato de cambio o de un préstamo
economía y a los de la tecnología persistir en la opinión de que los camuflado, en el que la tasa de interés se ocultaba entre los pliegues
batanes se inventaron en el siglo x (Malanima, 1988, pp. 49-50). de la tasa de cambio (López y Raymond, 1955, p. 164).
La idea de un documento falso con un contenido verídico puede Hay una categoría importante de documentos genuinos con un
parecer ptirticularmente peregrina. Pero imaginemos un documento contenido que no responde a la verdad: las declaraciones de renta,o
auténtico que certifique la adquisición de una determinada propie- riqueza que individuos y compañías presentan al fisco. De hecho,
dad por parte de una abadía. Supongamos luego que el citado numerosos balances de situación contienen cifras que ocultan la
documento se pierde o destruye. En tal caso, los monjes medievales realidad en vez de reflejarla. Pero no es el sector privado el único
2. Para el texto de la Oonación, cf. Mirbt, 1924. Para la refutación de Valla, que produce documentos genuinos con un contenido fraudulento.
cf. Valla, 1928; y Giannantonio, 1972. En el período de entreguerras mundiales, por ejemplo, el gobierno
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nazi publicaba estadísticas oficiales de las que se deducían unas cuyo pago se prevé mediante una determinada suma de dinero. El
reservas de oro inferiores a las que tenía el banco central alemán historiador económico que se fiase de tales documentos para dedu-
(Morgenstern, 1965, p. 20). cir de ellos la existencia de una economía basada en el intercambio
La cuarta categoría a que hemos aludido antes es la de las monetario caería en una trampa. Pero estos documentos son enga-
fuentes auténticas con un contenido verídico. El comentario que se ñosos. Las deudas se calculan empleando unidades monetarias, pero,
puede hacer sobre esta categoría lleva muy lejos y, sustancialmente, precisamente porque la economía de mercado apenas existía y el
conduce a poner de manifiesto la tosquedad del citado esquema, sistema monetario era primitivo, quedaba sobreentendido que el
basado en la doble oposición entre autenticidad y falsedad del do- pago podía efectuarse con cualquier tipo de bienes que el acreedor
cumento y falsedad y autenticidad del contenido. Identificar una aceptara: merce placibile, como dice un documento de la época.
fuente auténtica puede ser relativamente sencillo: el análisis de los Así, por ejemplo, Marc Bloch cita un documento francés de 1107
materiales con que se escribió, de la letra, de la expresión üngüísti- en el que se estipula una deuda de 20 sous. Pero por un documento
ca y de los sellos, puede llevar directamente a un veredicto favora- posterior se sabe que la deuda fue saldada con un caballo. Si el
ble. Y según la norma dictada por H . Bresslau, un documento es segundo documento se hubiese perdido, el historiador podría verse
formalmente falso «cuando quiere parecer lo que no es» (1889-1931, inducido a considerar esas transacciones, no como un caso de per-
I , p. 7). Si el documento no es falso, evidentemente es genuino. muta (como lo fue de hecho), sino como una transacción monetaria
Cuando se trata de valorar el contenido, las cosas son mucho (Block, 1954, p. 31; otros ejemplos en Cipolla, 1956, pp. 4-6). El
más complejas. A este respecto hay que hacer dos precisiones preli- documento de 1107 no contiene nada falso, pero, al ocultar una
minares. Ante todo, para una correcta interpretación histórica es condición que para los hombres de la época era algo corriente,
preciso establecer una distinción nítida entre la fuente que contiene puede desorientar por completo al historiador no suficientemente
información deliberadamente falsificada y la que contiene informa- prudente.
ción incorrecta, pero no intencionadamente. En segundo lugar, la Mientras que hay documentos que dicen demasiado poco, otros
línea que separa la verdad de la falsedad raras veces es tan clara en dicen lo suficiente como para delatarse. En la Segunda parte, capí-
la práctica como en la teoría. «La verdad —escribió Oscar Wilde en tulo 1, hablaremos de ese extraordinario documento de comienzos
La importancia de llamarse Ernesto— nunca es pura y pocas veces del siglo XI conocido por los historiadores con el nombre de Institu-
es sencilla». Entre lo absolutamente verdadero y lo absolutamente ía Regalía et Ministeria Camere Regis Lomgbardorum, que contie-
falso hay una gama amplísima de medias verdades, de medias men- ne una descripción sumaria pero preciosa de la administración regia
tiras, de verdades deformadas, de silencios desorientadores, de in- concentrada en el palatium real de Pavía. Después de haber enume-
formaciones incompletas y de errores manifiestos. rado y descrito-los derechos y tributos satisfechos por mercaderes y
Existen documentos verídicos que, sin embargo, presentan la gremios de oficios a 1^ Cámara Regia, con evidente entusiasmo por
reaUdad de una manera tal que consiguen ser desorientadores. Otros la materia tratada, el autor del texto lanza una invectiva:
quieren ser verídicos, pero por razones «técnicas» proporcionan
información incorrecta, o las estadísticas que dan se encuentran Gisulfo estaba al frente de la Cámara Regia y era un hombre
noble y rico en la época del rey Hugo y de su hijo Lotario, en la
involuntariamente viciadas por amplios márgenes de error. Existe,
época del rey Berengario I I y en la época del emperador Otón I y
dicho de otro modo, todo un abanico extremadamente variado y
ostentó su cargo con gran honor. Muerto el emperador Otón, el
complejo de casos. A continuación presentamos sólo algunos ejem- cargo de maestro de Cámara fue ostentado aún por el propio Gisul-
plos característicos. fo y después por su hijo Aijraldo, que desempeñó el cargo honora-
Muchos documentos de los siglos viii, ix o x registran deudas blemente como su padre, tanto bajo el emperador Otón I I como
(por adquisición de bienes, por empréstitos o por otras razones) bajo el emperador Otón I I I . Muerto Aijraldo, el cargo habría debi-
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do pasar a su liijo Agisulfo. Pero entonces apareció aquel diablo expolia, destruye, agota y dilapida por completo las propias iglesias,
personificado llamado Juan el Griego, auténtico apóstata, obispo de los monasterios, los prioratos, las fábricas, las granjas, las propieda-
Piacenza y hereje, que era consejero de la emperatriz griega y de su des de la tierra, así como los ornamentos de las iglesias, sus bienes y
hijo Otón III, todavía adolescente. E l rey cedió todos los poderes al sus animales con gran disgusto de Dios Omnipotente e infamia del
tal Juan el Griego y éste concentró todos los poderes en sus propias rey y del reino si tal costumbre no fuese corregida (Estatutos del
manos y llevó consigo a dos siervos de la emperatriz griega, uno de Reino 27 Enrique VIII, c. 28).
ellos llamado Sicco y el otro Nano, a los que cedió todos los poderes
(citado en Brühl y Violante, 1983, p. 85). Es probable que esa acusación contuviese algo de verdad. Sin
embargo, los historiadores, conscientes de las estrecheces financie-
El autor del texto sostiene una tesis: la administración imperial ras en que se encontraba el monarca inglés entonces, forzosamente
regia permaneció debidamente centralizada mientras estuvo guiada pensarán que sus quejas eran muy exageradas, especialmente al
por las manos expertas de Gisulfo y de su hijo Aijraldo, pero con recordar que sólo en el condado de Yorkshire entre 1536 y 1545, la
la llegada de aquel «diablo personificado», el apóstata y hereje disolución de los monasterios reportó al monarca un beneficio de
Juan el Griego y de sus dos aduladores Sicco y Nano, empezó la casi 30.000 hbras esterlinas.
enajenación y la dispersión de los derechos reales, usurpados poco Este caso subraya la advertencia de Cantor y Schneider: no sólo
a poco por potentados locales. Se trata del conocido proceso de las fuentes secundarias, sino también las fuentes primarias «reflejan
desintegración del poder central, al que por un lado minan las í opiniones y juicios de valor y el historiador que quiera hacer uso de
crecientes fuerzas centrífugas del feudahsmo y, por el otro, las Í una fuente primaria para documentar lo que afirma debe ser cons-
primeras exigencias de autonomía que formulan las ciudades. El { ciente de las distorsiones que en la propia fuente son influencia de
autor del documento —que probablemente fue el propio Agisulfo, las opiniones» (1967, p. 33). A esta recomendación conviene añadir
desplazado por Juan el Griego, o algiin famihar cercano— traza un
la regla, expuesta por Finley, según la cual cuando se afronta «cual-
cuadro de grandes contrastes: colma de elogios el antiguo y eficaz
quier documento, lo primero que hay que preguntar es por qué
sistema centralizado, y desprecia los cambios que llevó a cabo el
razón o propósito se escribió el documento» (1982, p. 701).
griego diabólico. El sentido partidista del texto es muy evidente y el \
historiador no tiene dificuhad para demostrar, con la ayuda de ;
otras fuentes, que el desmoronamiento de la administración central
E R R O R E S D E TRANSCRIPCIÓN
había comenzado antes de la llegada de Juan el Griego (Solmi,
1932). El documento es, sin embargo, un testimonio precioso del ;
Antes de la invención de la imprenta de tipos móviles (mediados
funcionamiento de la administración real en la Italia septentrional j
del siglo xv) los textos eran reproducidos a mano por copistas.
antes de la erosión del poder central.
Pocos documentos originales se han conservado hasta nuestros días:
Entre otros documentos que se delatan a sí mismos están los i en la mayoría de los casos, sólo nos han llegado copias. Los filólo-
que contienen elementos evidentes de propaganda. La ley por la i gos han ideado técnicas muy complejas y bastante seguras para
que Enrique V I I I abolió los monasterios en Inglaterra y confiscó determinar la «genealogía» de los manuscritos y reconstruir un tex-
sus propiedades contiene el siguiente preámbulo: • to tan parecido al original como fuera posible. Cuando el texto se
rf
reconstruye de esa forma, al resultado se le suele llamar «edición
Puesto que en las pequeñas y grandes abadías, en los prioratos y
crítica». La genealogía de los manuscritos de las Instituía Regalia et
en los demás conventos de monjes, de canónigos y de monjas en los [
que la congregación de tales personas religiosas es de menos de doce (
Ministeria Camere Regis Lomgbardorum, de la que hemos hablado
personas se practica cotidianamente una forma de vivir viciosa, car- | antes (y que es una genealogía bastante sencilla), ha sido reconstrui-
nal y abominable, por la que quien administra esas casas reügiosas da del modo siguiente (Brühl y Violante, 1983, p. 85):
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A Original del siglo x i , desaparecido pasaje existe una contradicción evidente. Una ley de 10 escrúpulos,
19 granos equivale en términos actuales a 889,31 milésimas de plata
pura, mientras que decir una ley de 7 onzas, 4 escrúpulos y 21
X Copia del siglo xiv, desaparecida granos de plata pura por marco-pesó equivale a 900,39 milésimas.'
Los grossoni milaneses de 4 sueldos ¿tenían que ser acuñados, pues,
con una ley de 899,31 milésimas o con una de 900,39 milésimas?
H Manuscrito del siglo xiv, titulado Honorantie civitatis Pa- Evidentemente, una de las dos indicaciones está equivocada. La
pie, en el que se integró el texto de las Tnstituta Regalia fórmula correcta debe de ser la que aparece en la primera parte
de la indicación (10 escrúpulos, 19 granos ^ 899,31 mil.) ya que
esa ley correspondía, en el sistema pesos de la época, a 7 onzas,
C Manuscrito de los siglos xvi-xvii, obra de varias manos, 4 escrúpulos, 16 granos de plata pura por marco-peso de aleación:
que contiene copias de textos diversos, entre ellos el manus- con toda probabilidad, el copista, al transcribir en el registro la
crito Honorantie Civitatis Papie orden de acuñación original utilizando cifras romanas, escribió
«granos XXI» en vez de «granos XVI», es decir, cambió una V por
Con frecuencia el único ejemplo que se conserva de un docu- una X .
mento es una transcripción que se hizo para los registros oficiales. En el pasaje siguiente, relativo a la aleación de los grossi de 2
En estos casos, la genealogía consiste sencillamente en el documen- sueldos, el copista incurrió en otro error parecido al escribir que
to madre que se perdió y una copia de primera generación. «sint dicti grossi a denariis X I hoc est tenentes onzias I I I I argenti
Con el sistema de reproducción manual de textos, cada copia fini pro marcha» («sean dichos grossi de una ley de X I escrúpulos,
nueva comporta el riesgo de nuevos errores. Es probable que los es decir, deben contener I I I I onzas de plata pura por cada marco-
viejos errores se repitan y agraven cuando el copista no transcribe peso [de aleación]»). Si un marco-peso de aleación tenía que conte-
el documento original, sino una copia. Así pues, es importante ner cuatro onzas de plata pura la aleación debía ser «a denariis VI»
saber lo cerca o lejos que una copia está del original. Cuanto más y no «a denariis XI». Evidentemente, también en este caso el copis-
larga sea la línea genealógica entre el original y la copia, mayor será ta del siglo XV cambió la cifra V por la X y escribió X I en vez de V I .
la probabilidad de que el texto del copista esté plagado de errores. El documento fue publicado en J893 por Emilio Motta, en una
Cuando me encontraba preparando la historia de la moneda recopilación de Documenti visconteo-sforzeschi per la storia della
milanesa del siglo xv, encontré órdenes de acuñación de grossoni zecca di Milano." Motta era un buen paleógrafo y director del
de 4 sueldos, grossi de 2 sueldos y sesini (monedas de 6 denarios), archivo milanés. A l no ser, sin embargo, un «técnico» en cuestiones
fechadas el 16 de enero de 1456. El documento que tenía ante mí metrológico-monetarias, no captó los errores del copista del siglo xv
era una copia contemporánea de la orden, hecha después de que el y los reprodujo. Peor aún: añadió involuntariamente dos errores
documento original saliera de la cancillería ducal. Aparece en el propios. En el pasaje relativo a la ley de los grossi de 4 sueldos, el
foho 100 dé registro de cartas ducales de los años 1456-1461, con- texto del siglo xv dice, como hemos apuntado antes, «hoc est tenen-
servando en el Archivo Cívico de Milán. tes onzias V I I denarios I I I I granos X X I argenti pro marcha», mien-
En el pasaje relativo a la ley de los grossoni de 4 sueldos, el
copista escribió «qui grossoni sint in liga a denariis X granis X V I I I
hoc est tenentes onzias V I I denarios I I I I granos X X I argenti pro 3. Para más información sobre el complicado sistema de medición que se
usaba entonces en Milán para calcular los porcentajes de aleación de las monedas,
marcha», («los grossoni deben tener una ley de X escrúpulos X V I I I I véase Cipolla, 1988, p. 17.
granos, es decir, deben contener V I I onzas I I I I escrúpulo X X I 4. Publicado en Rivista Italiana di Numismática, V I (1893); V I I (1894); V I I I
granos de plata pura por cada marco-peso [de aleación]»). En el (1895).
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