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LUCIANA ZORZOLI – “LA NORMATIVA SINDICAL ENTRE LA DICTADURA Y EL ALFONSINISMO, PROPUESTA DE

SISTEMATIZACIÓN”.

Presentación:
La pretensión fundacional que se auto adjudicó el alfonsinismo duró poco, pero tuvo en el ámbito
académico gran resonancia. Así, los primeros estudios sobre el gob democrático y el rol del radicalismo se
produjeron en los 80, tanto local como internacionalmente, como parte de la sociología de las llamadas
transiciones democráticas bajo el paradigma de pensar para crear una nueva democracia alejada de las viejas
confrontaciones que habían desatado el terror. Esta producción cayó muchas veces en la mera defensa del
alfonsinismo y de su modelo de ordenamiento social, e indagó poco sobre las determinaciones generales del
periodo, entre ellos el sindical.
¿Qué había sucedido con la democracia argentina que habían pasado de la primavera al que se vayan
todos? La respuesta fue casi siempre articulada alrededor del menemismo. Hoy sigue siendo mucho más
aceptada la explicación dictadura – crisis, que aquella que integra en la explicación la “estación” alfonsinista. Por
suerte se encuentran en crecimiento análisis más exhaustivo de lo sucedido en la esfera política, económica y
social entre 1983 y 1989. Este trabajo se nutre del campo del derecho laboral, llevándose a cabo observaciones
de las modificaciones hechas en el mundo de trabajo y en los sindicatos bajo la dictadura primero y por decisión
de los gobiernos democráticos después.

El corpus normativo: breve justificación para el estudio:


Fundamentalmente desde 1955, la modificación, la vigencia y la aplicación de leyes laborales y sindicales
en Arg es expresión del conflicto entre capital y trabajo, y algunas veces incluso de la confrontación al interior de
la clase obrera entre distintos proyectos políticos y de clase.

El corpus normativo para la acción bajo la dictadura


La política del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional frente a los sindicatos fue
modificándose con el tiempo, y fue variada desde los mismos comienzos según una clasificación que determino
que sindicatos, federaciones o asociaciones serian intervenidos, cuales ocupados y su actividad efectivamente
prohibida y a quienes se les consentiría un funcionamiento institucional bajo vigilancia. Según Abós, el mismo 24
de marzo fueron intervenidos 12 sindicatos junto con la ilegalización de las 62 organizaciones y la CGT cuya sede
paso a estar bajo control militar. Esto se desarrolló en el marco del despliegue represivo sobre la clase obrera,
que incluyo la persecución a delegados y algunos dirigentes gremiales y políticos (peronistas, clasistas, o de
izquierda), la detención, la tortura y miles de casos de desaparición seguida de muerte y ocultamiento. Se
profundizó además el disciplinamiento represivo sobre las y los trabajadores en el lugar de trabajo con la
participación activa de las patronales restringiendo libertades personales y políticas.
Como expresión de esta ofensiva patronal – militar, se crearon las primeras normas de que integran estén
estudio y que proponemos organizar en 3 etapas: 1ra (1976 – 1979), 2da (1979 – 1981) y una 3ra (1982-1983)
coincidente con el proceso de crisis dictatorial.

La etapa represiva
Esta etapa esta signada por la comunicación de las nuevas condiciones que rigen al país a partir de la
ruptura institucional, junto con el Acta para el Proceso de Reorganización Nacional que interviene la CGT,
congela sus fondos, y suprime los fueros sindicales. Mediante el decreto 9/79 prohíben en todo el territorio
actividades político-gremiales, le negociación colectiva queda suspendida y se prohíbe cualquier forma de
protesta. Se refuerza la prohibición de la actividad sindical, se suspende el derecho a huelga, paro, interrupción
o disminución del trabajo que pueda afectar a la producción. Se alteró la ley de Contratos de Trabajo derogando
el 40% de sus artículos. Se autorizó la baja del personal de administración pública nacional y se avanzó sobre los
sindicatos permitiendo la intervención de las obras sociales. Se dictó la ley 21.400 de seg industrial que habilito
al poder ejecutivo a “suspender en todo el terreno nacional donde exista perturbación, la realización de medidas
de acción directa” que fueron concertadas por los trabajadores y enumera las penas de las que son pasibles los
mismos: multas, perdidas de salario y privación de la libertad.
El ataque militar se instrumentó minuciosamente reimplantándose la ley de residencia, reiterándose la
eliminación de los fueros sindicales, legalizando la intervención de la CGT, prohibiendo la actividad gremial y
confiriendo al Ministerio de Trabajo la facultad de intervenir y reemplazar a delegados fabriles. Se dejaron sin
efecto los privilegios irritantes dados por las convenciones colectivas y se estableció como facultad monopólica
del P. Ejecutivo fijar remuneraciones. Esta primera etapa se delimitó con la legislación de soporte de la acción
represiva que acompañó la instalación y consolidación del poder militar, previniendo toda resistencia. En este
marco, la junta separó la actividad de los sindicatos prohibiendo la actividad gremial y permitiendo las
actividades administrativas, siempre y cuando se llevaran adelante gestiones que defiendan los derechos
individuales.

La etapa ordenadora
Esta etapa se inicia con la promulgación de la ley 22.105 de Asociaciones Profesionales en Nov del 79,
cuando la reactivación política de sectores obreros se hacía evidente en el plano sindical y en el crecimiento de
la actividad de protesta en lugares de trabajo. Esta ley derogó la ley anterior de Asociaciones (20.615)
plasmando el modelo sindical dictatorial. En la misma desaparece la posibilidad de organizar entidades de 3°, se
prohíbe la organización conjunta de trabajadores con trabajadores jerárquicos y se restringe la zona de
actuación de cada sindicato. Se prohíbe la realización de actividades políticas y se reconfigura la estructura
económica. También impedía que quienes tuvieran antecedentes penales o policiales ocuparan cargos directivos
(imposible). Legalizaba la intervención extrema estatal, socavando las bases de la autonomía sindical, obligando
a proporcionar “información y antecedentes” si fueran solicitados por el Ministerio de Trabajo, y de llevar una
contabilidad bajo control ministerial. El poder fiscalizador del Estado se tornaba en poder constituyente sin
límites, a pesar de reconocer parte de las tradiciones de organización sindical peronista. La ley era una respuesta
a un momento político, pero no era una concesión de la dictadura; coronaba el cumplimiento de una primera
etapa represiva e intentaba dejar controlada la estructura sindical, por lo que la ley fue acompañada por planes
de reordenamiento. La ley 22.269 transfería la administración de las obras sociales al estado restando base del
sustento económico más importante de los sindicatos.

La etapa normalizadora
La tercera etapa se abre a comienzos del 81 y se extiende hasta la salida del gobierno autoritario. La
actividad sindical estaba consolidada y habían madurado distintas alas de representación. La huelga general y la
movilización de nov en el 81 mostraban tensiones en aumento. La enumeración publica de las normas represivas
acompaño el encarcelamiento y a la represión en las calles. El gobierno comenzó una devolución de algunos
sindicatos a dirigentes cercanos del poder militar, mediante un decreto que establecía que el ministerio de
trabajo podía designar comisiones transitorias en sustitución de la intervención, que tendrían por disposición
militar todas las facultades legales y estatutarias ejecutivas y deliberantes, conformando la conducción del
gremio. Este proceso se vio interrumpido a las dos semanas por el desembarco argentino en Puerto Stanley para
recuperar las Islas Malvinas. Ante el nuevo escenario, un debilitado gobierno militar (en manos de Bignone)
buscó una relación más consensuada con el sector dialoguista del sindicalismo. Con el fin de atacar el problema
salarial (consecuencia de la inflación) creó comisiones técnicas constitutivas que atenderían los aspectos de
remuneraciones y aumentos, lo que implicaba un re conocimiento de facto de la negociación sindical, aunque
sin marco legal. La ultima norma sindical del periodo se trata del decreto 186 dictado en enero del 83, por el
cual se incorpora un artículo que obliga a las comisiones transitorias a elevar al Ministerio de Trabajo un
programa de normalización (elecciones) donde se establece que los miembros de esas comisiones no podían
presentarse como candidatos, debiendo que renunciar, es decir, que los militares esperaban que los candidatos
fueran los integrantes de esas comisiones. A su vez se facultaba al ministerio para que designara delegados
normalizadores y sustituir a los interventores. Este conjunto de normas es lo que Alfonsín denunció como el
pacto sindical – militar (ofrecimiento de cargos directivos a cambio de impunidad), intercambio que se apoyaba
en la aceptación sindical de que los militares no tuvieran que rendir cuentas de la guerra sucia y de la derrota de
Malvinas y que el peronismo moderara su actitud frente a las cúpulas militares. En este proceso, además de las
viejas dirigencias sindicales, también actuaron comisiones transitorias organizadas por bases sindicales y
sectores que se habían mantenido distantes a los militares. Se comenzaron a restablecer comisiones internas, y
las bases obreras lanzaron una ofensiva para recuperar sus niveles económicos y derechos laborales.
El corpus normativo para la acción sindical bajo la democracia alfonsinista
La elección presidencial que dio por ganador a Alfonsín sorprendió a la maquina electoral del peronismo
y repercutió en las internas del mismo. La dirigencia sindical que se mantuvo activa hasta las elecciones, se vio
sumida en un desconcierto cuando la mayoría se vio inclino en la dirección opuesta a la esperada. L propuesta
gubernamental re articuló al sector sindical y abrió paso a una prolongada serie de enfrentamientos donde la
cuestión de la legislación sindical y laboral ocupo un lugar destacado. La primera etapa post dictadura se trata
de una situación donde existió un desfasaje entre la nueva forma de acumulación y dominación impuesta por la
dictadura desde el lugar de trabajo con una apertura política donde predominó el crecimiento de las
expectativas frente a la democracia y las instituciones. Esos elementos parecer fundar a su vez el fracaso del
primer plan económico del gobierno hasta 1985 y el segundo momento dominado por el giro al Plan Austral
buscando controlar la inflación y acercarse a las demandas del FMI en la negociación de la deuda argentina. Se
produce el proceso de degradación de las expectativas democráticas, y la retórica fundacional alfonsinista
sucumben ante el escenario neoliberal. Hay que pensar el poder político de Alfonsín con capacidad de
impugnación frente a la fortaleza de los sectores económicos concentrados. Además, estaban los
cuestionamientos de los organismos de DD. HH, por un lado, y de las cúpulas sindicales peronistas por otro,
actuando no como factores externos sino constituyendo a la situación política nacional. Es necesario distinguir 2
etapas: 1983–1987 y 1988-1989.

La etapa del encuentro: expectativas y respuestas en el 1er alfonsinismo


Esta etapa está marcada por el proyecto de ley del Poder Ejecutivo De Reordenamiento Sindical.
Régimen electoral. Sin embargo, otra medida anterior se trata del primero de una serie de decretos a través de
los cuales el poder ejecutivo fijó salarios en forma unilateral negando la libre negociación colectiva, haciendo
uso de una herencia dictatorial (ley de facto 21.367) para ordenar y mantener el control de los salarios y la
negociación, en el contexto de fracaso del plan económico del gobierno y el posterior australito. Otro elemento
normativo destacado es el intento de reordenamiento del régimen electoral sindical que intentaba generar las
condiciones de posibilidad para transformar la representación sindical apoyándose en el caudal de votos del
radicalismo (Ley Mucci). La ley no derogaba las leyes dictatoriales que afectaban a los sindicatos. El proyecto fue
rechazado en la cámara alta de diputados. El alfonsinismo quería cierta apertura para ganar terreno en los
sindicatos y para eso sabía que era necesario controlar desde el estado los mecanismos electorales. Proponía
una normalización desde abajo, eligiendo delegados y comisiones internas. El alfonsinismo asumía que la
dictadura, la derrota del PJ y la renovación democrática permitirían cambios en los sindicatos dando por
descontado una dirigencia sindical mucho más débil que la que realmente encontró.

La retirada de Alfonsín, segunda etapa


El cierre del proceso de normalización se da en noviembre de 1986, con la normalización de la CGT y la
elección de Ubaldini como secretario general. Continúan las pujas por la normalización de la administración de
las obras sociales y la negociación colectiva. Los mismos ingresan en una zona gris, donde los dirigentes
sindicales comprueban la exclusión frente al Estado mientras su base es castigada por la inflación y la crisis.
Durante este periodo un conjunto de proyectos se envía al congreso en 1986 (ref. laboral, participación de los
trabajadores en la empresa del Estado, negociación colectiva, entre otros), mientras que el gobierno también
iba promulgando distintas herramientas y precisiones sobre pautas salariales, impulsando medidas de control de
remuneraciones mantenimiento o creación de empleo, flexibilización de pautas salariales hacia arriba y hacia
abajo con cláusulas de paz y respeto por la política de precios empresarial, todas estas apoyadas en la ley 21.307
del 76. Comienza la segunda etapa que concluye con la normalización de la legislación para la acción sindical,
como por ejemplo la Ley de Asociaciones Profesionales (23.551) de 1988, y junto con esta la aprobación de la ley
de convenciones colectivas, la reglamentación de las obras sociales, la Ley de reparación Patrimonial de la CGT
(23.530) y la restitución de las propiedades inmuebles a la central.

Conclusión
No es apropiado considerar a la normativa dictatorial como una sucesión caótica o arbitraria, ni omitir
en su consideración ningún periodo. Tampoco pueden quedar subsumidos los objetivos perseguidos por estas
leyes en una única intención represiva frente a los sindicatos, ya que otras leyes también visibilizan aspectos
políticos, que además tuvieron alcance para el periodo post dictatorial. Creemos que merecen atención los
espacios de contacto entre sectores de la dirigencia gremial y el gobierno autoritario, así como también la
cuestión sindical durante los 80.

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