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Este aviso fue puesto el 14 de septiembre de 2009.
La artillería es el conjunto de armas de guerra pensadas para disparar proyectiles
de gran tamaño a largas distancias empleando una carga explosiva como elemento
impulsor. Por extensión se denomina así a la unidad militar que las maneja.
Toda pieza artillera tiene una boca de fuego, un tubo metálico de determinado
calibre y longitud y un armazón donde se apoya, denominado cureña o afuste.1
Índice
1 Etimología
2 Historia
3 Primeros proyectiles expansivos
4 Artillería entre los siglos XVII y XVIII
5 Desarrollo después de la época napoleónica
6 Desarrollo durante el siglo XX
6.1 En la Primera Guerra Mundial
6.2 Después de la Gran Guerra
6.3 Desde la Segunda Guerra Mundial
7 Calibres de artillería
8 Uso del cohete
9 Tipos de artillería
10 Véase también
11 Referencias
12 Enlaces externos
Etimología
El origen etimológico del término «artillería» es bastante confuso y se han
planteado diversas teorías destinadas a dar una explicación para el mismo. Podría
provenir del latín artillus que significa ingenio.2 Otra explicación posible es
aquella que atribuye la palabra al nombre de un fraile llamado Juan Tillery: con el
paso del tiempo el «arte de Tillery» se habría transformado en la palabra
«artillería». Una segunda hipótesis sostiene que, específicamente, el término
«artillero» era utilizado para designar a aquella persona que «artillaba» o
«armaba» un castillo o fortaleza, basándose en una antigua ordenanza del rey
Eduardo II de Inglaterra, la cual ordenaba que un sólo artillero (o maestre de
artillería, conforme al término utilizado en la época) se encargara de la
construcción de balistas, arcos, flechas, lanzas y otras armas para abastecer al
ejército. Aún hasta el año 1329, el término seguía siendo utilizado de forma
genérica y abarcativa, incluyendo no sólo a la estricta maquinaria de guerra, sino
también a todo tipo de artefactos civiles y armamento diverso.
Historia
La invención de la pólvora —conjuntamente con la de otro artefacto estrechamente
ligado al anterior: el cañón— constituiría el primer hito que iniciaría la historia
de la artillería, bien diferenciada de la historia de las meras máquinas de asedio.
En estos momentos las piezas de artillería son de dos tipos: por un lado, el cañón,
pieza larga en relación a su calibre, pensado para disparar sobre un blanco que
está a la vista de los artilleros en una trayectoria casi plana en lo que se
denomina tiro directo o tiro tenso y, por otro, el mortero, con un cuerpo metálico
corto y ancho, que permite inclinaciones entre 45° y 90° para bombardear objetivos
dentro de posiciones fortificadas o desde detrás de muros o elevaciones de terreno
con municiones explosivas. Las piezas son generalmente de fundición de bronce o
latón. La mayoría de la artillería se destina a atacar o defender ciudades y
fortificaciones por su escasa movilidad, aparte de montarse en navíos.
Existían en los siglos XV y XVI varios tipos de cañón, como la bombarda, con un
tubo atado a un bastidor de madera montado en una cureña sencilla que se apuntaba
metiendo o sacando tacos de madera de un rudimentario dispositivo elevador, o el
falconete, un cañón ligero, normalmente montado en una especie de horquilla de
hierro fija a un muro o a la borda de un navío, con una barra que salía por su
parte posterior para apuntar la pieza con una mano mientras con la otra se daba
fuego al oído del arma para disparar. Una innovación importante fueron los muñones,
piezas integradas en la boca de fuego que salían como un cilindro a cada lado que
encajaba en la cureña y permitía cambiar el ángulo de elevación, eliminándose así
el tosco sistema de atar las piezas a un bastidor.
Aligerando las bombardas surge en el siglo XVI la culebrina, cañón que llegaba a
tener 30 veces la longitud del calibre, montada sobre una cureña con dos grandes
ruedas para facilitar el transporte por los caminos y que permite disponer de una
primitiva artillería de campaña para el campo de batalla. En dicho siglo, Carlos I
de España intenta por vez primera en Europa, homogeneizar los calibres y piezas de
sus ejércitos para terminar con los problemas de intendencia que suponía fabricar
piezas totalmente distintas y establece siete modelos (seis cañones y un mortero)
de calibre entre 40 y 3 libras (entonces los calibres se medían por el peso del
proyectil). La mayoría de los ejércitos europeos intentan seguir por el mismo
camino, aunque continuarán existiendo piezas no reglamentarias en uso durante
muchos años. Desde el siglo XVII, la denominación cañón sustituye a las antiguas de
bombarda, culebrina, etc. para designar a ese tipo de piezas.
A.- Bolas metálicas huecas rellenas de munición de mosquete o fusil, que al chocar
contra el suelo o un muro desparraman su contenido.
B.- Saquitos rellenos de balas que al salir del cañón se desintegraban
desparramando las balas por un frente amplio; esta clase de munición recibe el
nombre de "metralla".
C.- En las batallas marinas se empleaban dos bolas unidas por una cadena o barra
que partían aparejos, mástiles o personas encontradas a su paso.
En la segunda mitad del siglo XIX, la artillería experimenta una revolución gracias
a las técnicas modernas de fundición del acero que permiten, por un lado, hacer
tubos rayados para las piezas en acero, con la mejora de resistencia que suponía y,
por otro, sustituir los obsoletos armones de madera por nuevas cureñas en acero
laminado mucho más resistentes. Además, en virtud de la resistencia de los
materiales es posible desarrollar un cierre en la parte posterior del cañón para
cargarlo por detrás (denominándose esto como "armas de retrocarga*). La munición
aparece ya encapsulada junto con su carga en un único elemento o en dos o más en
caso de armas muy grandes. La artillería de campaña alcanza ya distancias
aproximadamente de casi 10 km. Finalmente en 1897 aparece el primer cañón con el
retroceso controlado por un sistema hidromecánico (mecanismo hidráulico compuesto
de líquido y resortes de acero), el que absorbe dicha fuerza y la neutraliza, todo
ello producto de la presión generada por la acción del disparo. Este sistema reposa
sobre la cureña, sistema de rodaduras y uno o más brazos posteriores que se anclan
en el suelo, denominados mástiles, lo que en un cierto porcentaje absorbe parte de
las fuerzas de retroceso, con lo que la pieza no se mueve de su posición de tiro,
innovación que se extiende enseguida a todas las piezas. (Ver frenos de
artillería).
Calibres de artillería
Los calibres estándar de la OTAN para la artillería terrestre van de los 105 mm del
cañón-obús3 de campaña más común a los obuses de 155 y 203 mm con alcances
efectivos medios de 11, 20 y 50 km, aunque se pueden alcanzar hasta 60 km mediante
munición con propulsión auxiliar por cohete.
Los misiles han sustituido en muchos casos a la artillería convencional, sobre todo
en funciones antiaérea y contracarro y de ataques a larga distancia. Existe también
munición autopropulsada con un motor cohete para tener más alcance, así como
sistemas de munición inteligente con aletas que corrigen su trayectoria después de
ser disparada por el cañón, en función de la información de una computadora
conectada a GPS que puede seguir varios objetivos a la vez.