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Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje 7
acontecimientos observables y el vocabulario teórico, en las
cu~les se basa nuestro aprendizaje de este vocabulario. De
ahí el refrán de la semántica verificacional: el sentido de
una sentencia reside en las observaciones que la apoyarían
o refutarían. Aprender una lengua es aprender los sentidos
de sus sentencias, yeso es aprender qué observ~ciones valen
como evidencia para esas sentencias o contra ellas. La re-
lación evidencial y la relación semántica entre observaciones
y teorías son idénticas, una única solución vist~ desde dos
puntos de vista.
Pero los viejos campeones de la semántica verificacional
erraron en un aspecto serio: hablaban demasiado libremen-
te de los sentidos de las sentencias una por un~. En la ma~
yoría de los casos, una sentencia aislada no admite apoyo
evidencial particular. Las sentencias se entrelazan. Una ob-
servación puede refutar una teoría y dejamos libres aún de
escoger cuáles de las sentencias componentes abandonar y
cuáles guardar. La relación evidencial es, así, indirecta y
complicada.
Esto se ve no solamente desde el punto de vista eviden-
cial, sino igualmente desde el punto de vista semántico, pues
sólo parci~lmente aprendemos el lenguaje por asociación di-
recta de términos o sentencias a observaciones y, en gran
parte, más bien asociando los términos o sentencias a otros
términos o sentencias. La relación evidencial y la relación
semántica son igualmente complicada,s, pues constituyen una
misma relación.
Consideremos entonces esta relación más de cerca. ¿Qué
clase de cosa es una observación, qué clase de cosa es una
teoría, y cómo se relacionan? Las teorías se componen de
palabras. Una misma teoría se puede expresar en palabras
diversas, según lo que se nos dice, y aun en lenguas diver-
sas; sin embargo, podemos quizás acordar que no hay teo-
rías sin palabras. Las observaciones, por el contrario, no son
verbales; son sensoriales. Así la relación evidencia!, o sea
semántica, promete ser una relación heterogénea que liga
la observación sensorial a la teoría verbal.
Pensemos sobre esta noción de observación. Acabo de
calificada de sensorial, por tanto de subjetiva. Vimos antes,
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Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje 9
tenecer a la comunidad lingüística; pero aquí. no hay pro-
blema. Podemos demarcar empíricamente los límites de una
comunidad lingüística, notando simplemente la .fluidez del
diálogo -algo que podemos notar aun sin conocer la lengua.
Quizás debiéramos concretar la definición de sentencia
observacional un poco más, para no tener que contar como
observacionales todas las perogrulladas sobre las cuales to-
dos los miembros de la comunidad concordarían indepen-
dientemente de las circunstancias. Para eliminarlas podemos
requerir que la sentencia observaciona1 sea una' sentencia
ocasional, esto es, una, sentencia que se muda de verdadera
a falsa de una ocasión a otra. Pero esto son pormenores
1egalísticos de poco interés. Lo que importa señalar, es
que tenemos aquí un criterio comportamental para la noción
de sentencia observacionaI. No depende de una noción de
dato sensorial ni de otras preconcepciones epistemo1ógicas.
Cuando hablaba yo vagamente todavía de observaciones
en vez de sentencias observacionales, señalé dos razones por
las cuales es esencial que los testigos puedan concordar so-
bre las observaciones. Es esencial al propósito evidencia!,
para proporcionar un terreno común donde convenir en caso
de un desacuerdo teórico. Y es esencial al propósito semán-
tico, para que los padres puedan juzgar la adecuación de
las ocasiones con las cuales asocia el niño sus nuevas pala-
bras y sentencias. Tales son, pues, los dos papeles de las
sentencias observacionales, si no hablamos ya de observacio-
nes. Las sentencias observacionales tienen su papel eviden-
cial y su papel semántico. Son sentencias sobre las cuales
los hombres de ciencia pueden ponerse de acuerdo cuando
tratan de conciliar sus teorías, y son sentencias cuyo uso
puede ser directamente comparado y criticado cuando apren-
demos un lenguaje dentro de la comunidad.
Lo importante de la sentencia observaciona1 ~s, breve-
mente, que la certeza de su afirmación depende puramente
de las circunstancias actuales. Las ocasiones adecuadas pue-
den ser reconocidas o aprendidas sin embarcarse en condi-
ciones históricas, o generales o teóricas. Las sentencias ob-
servacionales son por eso las que pueden aprenderse más
fácilmente. Nos dan la entrada a una lengua, no menos que
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Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje 13
logía. Insiste simplemente en las normas de la 'ciencia natu-
ral. Insiste en la evidencia comportamental en oposición a
la evidencia mentalista.
Podemos aún condonar ciertos términos mentalistas de la
misma manera que acabo de condonar los términos dis-
posicionales. Podemos vedos como refiriéndose a me~s-
mos físicos hipotéticos que reconocemos parcialmente por sus
consecuencias comportamentales, pero que todavía no con-
seguimos aislar ni entender. Considérese la noción de una
imagen mental. Quien se permita tales términos puede teo-
rizar sobre la, psicología del lenguaje de la manera siguiente.
Puede decir que cuando el sujeto ha aprendido la palabra
"rojo" o "conejo" o "triángulo", el sonido de la palabra ad-
quiere el poder de suscita,r en el sujeto una imagen de rojo
o de un conejo o triángulo. Esa doctrina se puede defen-
der, además, y no solamente a base de introspección. Pues
es un hecho comportamental que el sonido de la ya cono-
cida palabra aumenta la probabilidad de que el sujeto
discriminará en la próxima escena un rojo o un conejo ~ un
triángulo que de otra manera habría sido insuficientemente
conspicuo. El sonido de la conocida palabra acentúa los ele-
mentos propios en la escena.
Hablando en términos más comportamentales, podemos
decir que el sonido de la conocida palabra muda las disposi-
ciones que tiene el sujeto a responder a los estímulos ópticos
que le siguen. Estas disposiciones son estados físicos hipotéti-
cos, sea su constitución fisiológica la que fuere. Lo que el soni-
do de la palabra conocida suscita es un acontecimiento neura!
hipotético, sea su constitución neurológica la que fuere. Cono-
cemos su efecto, la mutación de las disposiciones del sujeto a
responder a los próximos estímulos. Hay, pues, razón para
asumir este acontecimiento neural y hay razón también para
llamarlo una imagen. La razón para asumirlo es que obtene-
mos, así, una teoría, más sistemática del aprendizaje del
lenguaje. La razón pa,ra llamarlo una imagen, a, pesar de
los peligros de este término mentalista tradicional, es que
este acontecimiento neural tiene efectos comportamentales
semejantes a los efectos comportamentales de los estímulos
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Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje 15
tuación que efectúa el sonido de la palabra "blanco", conver-
gen en el conejo blanco que aparece por casualidad en la
próxima escena. Así se apresura el asentimiento del niño a
la pregunta "¿conejo blanco?" en presencia de tal cria-
tura. El padre refuerza este asentimiento del modo usual.
Hablé de la acentuación como apresurando el asenti-
miento. Desde el punto de vista conductista diríamos 10 in-
verso: el asentimiento apresurado es evidencia de la acen-
tuación. Es significativa, sin embargo, la aptitud de la expli-
cación en términos de las imágenes como acontecimientos
neurales hipotéticos que sean semejantes, en algún aspecto
funcional o casual, a los estímulos ópticos.
Un apoyo ulterior a la noción hipotética de imagen se
ve en el aprendizaje de la forma de locución universal cate-
górica "Todo A es B", por ejemplo "Un conejo es un ani-
mal". Hablar de imágenes facilita su explicación. El padre
pregunta: "¿Un conejo es un animal?". Las dos primeras
palabras, "un conejo", suscitan la imagen de conejo, y des-
pués, la secuela interrogativa "¿Es un animal?" suscita el
asentimiento del niño como si viera un conejo en vez de
considerar la mera imagen. Esta explicación tentadora de-
pende de la similitud de la imagen con la visión. O, cuando
reconocemos las imágenes como acontecimientos neurales
hipotéticos, la explicación depende de alguna semejanza cau-
sal entre estos acontecimientos y la estimulación óptica.
Algún mecanismo neural debe ser compartido por los acon-
tecimientos neurales que llamo imágenes y la estimulación
visual. Un día podrá la neurofisiología explicar este meca-
nismo compartido, así como los genes, asumidos como cuer-
pos hipotéticos, son explicados al fin por la biología mo-
lecular.
¿Dónde estamos, pues, con respecto a la prosccipción
del mentalismo? Las entidades mentales son aceptables si
se conciben como mecanismos físicos hipotéticos y si se asu-
men con el ojo firmemente puesto en el blanco de la sistemati-
zación de los fenómenos físicos. Debemos asumirlas con la es-
peranza de someterlas un día a una explicación física. Toda
vaguedad o complejidad que pueda obstruir esta meta debe ser
reducida al mínimo. No hemos de confundir la familiaridad
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16 Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje
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Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje 17
sentencia ocasional, cuya ocasión es el sonido de su primer
término mismo. Esta explicación sirve también para ciertas
sentencias singulares tales como "Toby es un animal" y "El
agua es líquida". La palabra "Toby" o "agua" suscita la
propia imagen y ésta, ejerciendo el poder de un vistazo al.
verdadero perro o a la verdadera agua, impulsa al asentimiento
del resto de la sentencia, "¿es un animal?", "¿es líquida,?".
Pero tenemos que distinguir estas sentencias singulares, que
son eternas, de otras sentencias singulares, que son ocasio-
nales -por ejemplo "Toby está mojado". Esta a pes~ de su
forma gramatical, tiene afinidad más bien con los términos
compuestos atributivo s "bola roja", "conejo blanco". Es una
sentencia observacional, no distinguible de un término obser-
vacional. Aprendimos los términos "Toby" y "moja,do" por
la exposición directa, de la misma manera que el aprendizaje
de "conejo" y "blanco", y entonces, por lo que describí como
una convergencia de imágenes, ap¡endimos cuándo debemos
asentir a "¿Toby mojado?" o "¿Toby está mojado?".
Hay varias construcciones gramaticales sobre cuyo apren-
dizaje podíamos especular. Ya especulé sobre tres: la com-
posición atributiva, la categórica universal y la predicación
sencilla. Una cuarta importante es la cláusula, relativa. La clave
para el aprendizaje de esta construcción consiste en buscar
una transformación substitucional. Así, consideremos la cláu-
sula relativa "a quien entrené". Una vez puesta en posición
predicativa, la cláusula se resuelve por una transformación
sustitucional. La predicación "Toby es a quien entrené" se
transforma en "a Toby entrené", sustituyéndose el pronombre
"quien" por el sujeto de la predicación. Es cierto que no
diríamos exactamente "a Toby entrené", diríamos "entrené a
Toby". Pero tales irregularidades gramaticales no tienen im-
portancia.
La lógica de la cláusula relativa se destaca mejor si deja-
mos de lado el lenguaje natural, con sus complicaciones gra-
maticales, y nos referimos a su variante que usa las palabras
"tal que" y las variables. Así, en vez de la cláusula relativa
"a que entrené", digamos "x tal que entrené a x". En vez de
la cláusula relativa "que compré de alguien que lo crió", diga-
mos "x tal que compré x de alguien que crió x".
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18 Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje
Ahora la transformación sustitucional deseada se torn~
muy clara. Sea "F(Toby)" una sentencia cualquiera que con
tenga el nombre "Toby"; pues "F(Toby)" equivale a 12
predicación "Toby es .x tal que F(x)". Se resuelve la cláusula
relativa "x tal que F(x)", en el contexto predicativo, sus.
tituyendo la variable "x" por el sujeto "Toby" de la predi-
cación. .
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Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje 19
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20 Reflexiones filosóficas sobre el aprendizaje del lenguaje
\ I apeló a la viva,cidad como criterio. La memoria era la seno
sación debilitada,; la fantasía era la memoria aún má~
débil. Pero yo quería desment~117.aresa formulación. u
imagen es para mí uri acontecimiento neural que prepara, a]
I niño para un estímulo propio. Quizá no venga el estímulo, pero
tI' asumimos que el niño se da cuenta, sin embargo, de este
acontecimiento neural monitorio; esto es, asumimos que el
niño puede responder distintivamente a este acontecimiento, y
I! :I distintivamente a,ún a dos variedades suyas. Una variedad
I
descansa solamente sobre la síntesis de elementos aprendidos,
"conejo" y "negro". La otra variedad ha sido reforzada por
una realización de la estimulación: un conejo negro apareció.
La, primera variedad descansa sobre la mera descripción, como
diría Russell, mientras la segunda ha sido reforzada por la
acquaintance, la percepción. Cuando las palabras "conejo
1.:1
negro" suscitan esta segunda, más robusta, variedad de
I imagen o acontecimiento neural, entonces el niño puede
1 asentir válidamente a la pregunta " ¿Has visto ~ conejo
1
I negro?" Decimos que recuerda haber visto un conejo negro.
Para aprender cuándo asentir a una, sentencia, hay dos
condiciones: los criterios tienen que ser observables en sí, y
los criterios tienen que llegar a estar asociados a la sentencia.
Acabo de hablar del primer aspecto: qué criterio puede tener
el niño para a,sentir a la pregunta "¿Has visto un conejo
negro?" La segunda cuestión, cómo puede el niño aprender
a conectar la sentencia con este criterio, presenta pocas difi-
cultades. El padre recompensa al niño por asentir a preguntas
relativas a, observaciones pasadas que el niño hizo bajo el
escrutinio del padre. Además el padre castiga el disentimiento
en tales casos. Por otra parte, el niño observa que el padre
afirma varias observaciones pasadas que hizo el pa,dre bajo
el escrutinio del niño.
Estas especulaciones tienen que ver con los relatos en el
1:
pasado indefinido, esto es, sin implicación de fechas. ¿Qué
decir de íos relatos con fecha? Es fácil acomodados si nos
imaginamos que haya a la vista un reloj calendario. La sen-
11 tencia, o sea, el término "conejo negro a las 13,15 el 9 de
I
mayo" queda entonces como una sentencia observacional, que
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merece el asentimiento cuando la escena incluya la visión de
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