Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
La tesis principal de este libro radica en la búsqueda de utopías a través de los años, por los
distintos gobiernos que ha tenido Chile, gobiernos civiles y el gobierno militar, gobiernos de
izquierda, centro y derecha, cada uno lo ha intentado de distinta forma y ninguno con mucho
éxito.
Cuando Jorge Alessandri se presenta como candidato, lo hace de forma independiente,
más que nada por táctica, para así captar votos de todos los sectores políticos. En cuanto a
propuestas económicas, favorece el liberalismo económico y propone menor intervención
del estado en esta. Por qué? Porque necesita abrir la economía a intereses extranjeros y
porque quiere que el sector privado desarrolle la economía. Los votos obtenidos de los
electores de derecha fueron justamente por esta razón.
Alessandri hereda una economía poco satisfactoria, lo cual logra revertir sólo en un
principio, pues el alto déficit fiscal se tuvo que financiar con créditos extranjeros y la inflación
se disparó. Él intenta mantener los salarios bajos, lo que le trajo problemas con los
sindicatos, quienes iniciaron una serie de huelgas en 1960.
El sueño de una administración tecnocrática no se pudo imponer a las realidades de la
política partidista, pues en el momento en que entran los radicales al gabinete, los sectores
empresariales –para los cuales se suponía iba a gobernar– bajaron su apoyo al presidente.
CONCLUSIONES:
Según el texto la vida política chilena ha estado en contante tensión de partidos políticos y
movimientos
antipartidistas a lo largo de los gobiernos civiles y el gobierno militar. Se muestra al golpe de
estado como una reacción ante el papel dominante de los partidos políticos. Muchos
comentaristas destacan la importancia fundamental de los partidos políticos en Chile. Pero
también hay rechazo a estos. Durante los últimos años Chile ha sido un laboratorio de
experimentos políticos, sociales e ideológicos, que lamentablemente no han dado buenos
resultados, producto muchas veces de la dependencia económica extranjera.
A mi modo de ver y al leer el libro, creo que la economía chilena a lo largo de los años de
gobierno de Alessandri a Pinochet, ha sido sumamente inestable, con una altísima
concentración, con monopolios y oligopolios y alta dependencia de otros países,
especialmente de EE.UU. Sin embargo creo que cada gobierno ha querido una estabilidad
para el país, algunos centrados y preocupados de la estabilidad de los sectores más ricos
de la población y otros centrados en los sectores más vulnerables, como lo fue el gobierno
de Salvador Allende, personalmente me inclino por el segundo sector, creo que si el
gobierno de la Unidad Popular hubiera tenido más apoyo hacia la vía chilena al socialismo,
no habría llegado al termino abrupto y trágico que tuvo, pues proponía un sistema más
igualitario, que en el fondo abría beneficiado a los sectores más desposeídos de la
sociedad. Creo que el miedo de los sectores más ricos de la población a “perder”,
confabularon en contra del gobierno de Allende, a esto se le suma el
sabotaje por parte de Estados Unidos al mismo. La nueva economía impuesta por la
dictadura es la que imperó por 17 años del gobierno militar y sigue imperando hasta
nuestros días, lamentablemente la transición de Chile no comienza al momento de elegir un
nuevo presidente de manera democrática, sino cuando se instaura un sistema neoliberal
totalmente nuevo, que sigue hasta el día de hoy. Después de la dictadura de Pinochet Chile
tuvo la gran oportunidad de cambiar el sistema neoliberal y la constitución, pero
lamentablemente prácticamente se perdieron 20 valiosos años de poder haber hecho algo,
no por esto hay que desconocer que la situación en Chile si cambió, quizás no nos hicimos
todos ricos cuando volvimos a la democracia, pero si el clima social cambio, ya no había
miedo de expresarse y manifestarse, es ese un derecho que ganamos y que no lo debemos
desaprovechar.
Hoy en la situación política y social que vivimos sigue muy adherida al sistema neoliberal,
donde el poder económico sigue siendo “de unos pocos” y la brecha entre ricos y pobres
sigue siento altísima y a mi parecer, cambiar esa situación, bajo un gobierno de derecha se
ve muy lejano. Con respecto a los partidos políticos y los políticos en sí, concuerdo con que
no todos son iguales, no se puede generalizar, pues así como hay malos también hay
buenos y muchos, a veces sólo se les debe dar la oportunidad.
Finalmente creo que Chile seguirá en busca de la utopía, utopía que por nuestras
diferencias ideológicas y políticas no es para todos la misma.
Capítulo 7: Una encrucijada decisiva y su herencia. Latinoamérica desde 1960
La década que se abriría en 1960 se anunciaba como una de decisiones radicales para
América Latina. Una tenía que ver con ese hecho nuevo e imprevisible que era que el giro
socialista de la Revolución cubana vino a incidir en un subcontinente que descubría
agotada esa improvisada línea de avance tomada entre 1930-1945 y mantenida entre 1945-
1960. La Revolución cubana puso en crisis, si no la hegemonía estadounidense sobre
Latinoamérica, sí por lo menos los mecanismos políticos e institucionales que EEUU había
sabido instrumentar en el pasado. Pero sobre todo, la Revolución cubana (que en un primer
momento intentó ser eliminada a la fuerza por EEUU y luego mediante el bloqueo económico
y diplomático) mostraba que lo que todos habían largamente creído imposible era, en
realidad, posible. Esto daba nuevo aliento a las tendencias contestatarias y
revolucionarias.
A la vez, los años ´60 serían los años del fuerte crecimiento económico mundial, tanto
en el primer mundo como en el bloque socialista. En cambio, en América Latina, donde las
empresas multinacionales tenían peso creciente en la economía, las tasas de
crecimiento no se aceleraron como en aquellos bloques: el desarrollismo había
fracasado. A lo largo de los ´60, muchos comenzaron a creer que sólo se podría superar el
estancamiento si se rompía con el sistema político y económico internacional en que hasta
entonces se había desenvuelto Latinoamérica. Así, surgía la teoría de la dependencia.
Para los teóricos de la dependencia, lo que impedía a Latinoamérica superar el
subdesarrollo era su integración subordinada en el orden capitalista mundial. Si bien no todos
veían en la revolución socialista la única solución, todos coincidían en que era necesario
introducir modificaciones estructurales en ese orden, que fueran más allá que las reformistas
que habían predominado. A sus ojos, si los problemas eran económicos, su solución sólo
podía ser política.
En el plano internacional, tanto la URSS como EEUU buscaban intervenir en América
Latina como nunca antes. Ahora, los objetivos de ambos no sólo eran mas ambiciosos que
en el pasado, sino también bastante distintos. Con respecto a la URSS, su influencia sobre
Cuba contrastaba con la cautela que había caracterizado anteriormente a su presencia en
Latinoamérica y, además, ahora era consciente de que ahora eran posibles revoluciones
socialistas. Los EEUU de Kennedy también se dispusieron a gravitar más decisivamente en
el subcontinente, en parte, a partir del caso cubano. Pero, para el presidente demócrata
Kennedy, el mayor activismo político norteamericano no debía reducirse a restaurar la
hegemonía sobre Cuba. Más bien, se trataba de promover y orientar una transformación
de las estructuras sociopolíticas latinoamericanas que las alejase de la tentación
revolucionaria que había triunfado en Cuba.
De este modo, el escenario principal del combate contra la amenaza revolucionaria
se trasladaba al continente, y a éste último estaban orientadas las innovaciones de
Kennedy. Estas innovaciones se inspiraban, por una parte, en una teoría sobre las
precondiciones necesarias de los procesos revolucionarios y, por la otra, en las lecciones
ofrecidas por los procesos de cambio socioeconómico desencadenados, a partir de 1945, en
Asia y África. En estos continentes, se dieron, en algunos casos, vías revolucionarias y en
otros no. Estas reformas en las estructuras socioeconómicas de los países habían sido
exitosas en Japón, Corea del Sur y Taiwán, contribuyendo a atenuar tensiones sociales y a
remover obstáculos al crecimiento económico.
Se trataba entonces, para América Latina, de evitar las revoluciones y de favorecer
transformaciones estructurales que consolidaran el capitalismo. Se creía que si
Latinoamérica alcanzaba el desarrollo autosostenido, característico de los países centrales,
el peligro revolucionario sería disipado; pero durante la transición, el riesgo de revolución era
omnipresente. Se trataba de mantener tranquilas a las masas, para que no se inclinaran a
favor de las fuerzas revolucionarias.
Esta nueva política latinoamericana se expresó en la Alianza para el Progreso, se
llevaría a cabo en un período de 10 años y sería financiada en un 20% por EEUU y en un
80% por Latinoamérica. Los objetivos de la Alianza para el Progreso se resumían en 12
puntos:
Hacia 1970, si bien no se han agotado los impulsos reformistas surgidos en 1960, el orden
mundial que tras 25 años de avance espectacular todos tenían ya por definitivamente
consolidado, comenzó a sufrir transformaciones radicales, que pronto incidirían
decisivamente sobre Latinoamérica. En la economía, como se dijo, el fin de los “25 años
dorados” se expresaba en la inconvertibilidad del dólar en oro y en la crisis del petróleo de
1973. Se abría así la transición hacia una etapa marcada por una sucesión de cambios
súbitos en el clima económico, cuyo impacto sería en muchos casos más intenso en
América Latina que en el centro de la economía. Además, debajo de estos cambios
comenzaron a darse transformaciones más lentas y graduales en el subcontinente, que
emergerían más adelante.
La crisis del petróleo tiene que ver con varias cuestiones. Una ya ha sido señalada y tiene
que ver con el conflicto árabe-israelí. La otra tiene que ver con las economías de los países
desarrollados durante 1945-70, que habían crecido más rápidamente que los recursos
necesarios para sostenerlas. Ello se tradujo en un alza gradual de precios de alimentos y
materias primas. El precio del petróleo permaneció relativamente estable durante ese período
y se disparó en 1973, introduciendo a la economía mundial en una etapa de crecimiento
mucho más lento e irregular, incrementando la “estanflación” (estancamiento con inflación)
a nivel mundial. Tanto los países desarrollados como los socialistas y los subdesarrollados
vieron mermada su tasa de crecimiento.
En ese contexto, se da una consecuencia paradójica para el mundo subdesarrollado. El
nacimiento de la OPEP, que parecía iniciar una tendencia de mejora en los términos del
intercambio con los países centrales, no fue tan beneficioso como se podría suponer, ya que
la recesión mundial que terminó por provocar se tradujo en una caída de la demanda de
materias primas, afectando los precios y volúmenes de exportación.
Por otro lado, la crisis de petróleo transfirió de los países consumidores de este
hidrocarburo a los países productores una enorme masa monetaria, que ahora no tenían
dónde ubicarla (invertirla en estos países productores podría haber tenido consecuencias
gravísimas). En consecuencia, existía una gigantesca masa de capitales disponibles a
tasas de interés excepcionalmente bajas. Esto, sumado a la recesión en los países
centrales, llevó a que estos flujos de capitales se orientaran hacia los países socialistas
y hacia los latinoamericanos, en forma de préstamos a corto y mediano plazo.
Más que EEUU, los países más afectados por la crisis del petróleo fueron Japón y, sobre
todo, los de Europa Occidental, que casi no disponían del crudo. EEUU, por su parte, no la
sufrió tanto dado que en su territorio producía una importante cantidad del hidrocarburo. De
esta manera, EEUU recuperó las posiciones perdidas en la tasa de crecimiento durante 1945-
70 respecto a los países europeos. Esto también estuvo influido por la manipulación del dólar
que logró hacer EEUU luego de abandonado la paridad fija con el oro en 1971; así, EEUU
podía devaluar el precio del dólar haciendo a su economía más competitiva.
A la vez que EEUU se esforzaba, hacia fines de los ´70, por controlar la creciente inflación,
subiendo drásticamente las tasas de interés (y afectando consiguientemente al empleo y el
ingreso), en 1978/9 se dio la segunda crisis del petróleo. Ahora, el destino de los capitales
era predominantemente EEUU (en parte, por sus más altas tasas de interés), afectando el
flujo de créditos a los países latinoamericanos.
Por otro lado, algunos países periféricos, como los del sudeste asiático, comenzaban a
perfilarse como nuevos polos industriales, con mano de obra barata, competidores de los
países desarrollados.
En esta coyuntura, también, la URSS dejaría de tener la influencia que por un momento
había llegado a tener, en América Latina, durante los ´60. Ahora, EEUU reafirmaba aún más
su hegemonía sobre el subcontinente. Por otra parte, la Iglesia, sobre todo a partir del papado
de Juan Pablo II a partir de 1981, comenzó a tener una posición cada vez más tradicionalista
y autoritaria, a diferencia de la modernización que había experimentado durante los 60. Juan
Pablo II combatirá (y con éxito) a los Teólogos de la Liberación. De esta manera, las
ideologías que podían presentarse como alternativas al sistema, fueron perdiendo gravitación
en la nueva década.
Nixon, presidente republicano de EEUU entre 1969-74, adoptó una política respecto de
América Latina de bajo perfil; esto, de ninguna manera, suponía dejar de intervenir cuando
fuera necesario (como en el caso de Allende en 1973 en Chile). Esto no deja de estar
asociado a que, como dice Rouquié, el militarismo reformista peruano, boliviano, ecuatoriano
y panameño es el fruto de una coyuntura nacional e internacional específica (1968-72). Esta
coyuntura está caracterizada por un clima de distensión en el continente (ese bajo perfil de
EEUU), que está asociado a que EEUU ahora está focalizado en Vietnam y Medio Oriente
más que en Cuba; además, Cuba ahora entra en la fase de “socialismo en un solo país” y no
pretende extender la revolución a los demás países latinoamericanos. De este modo, Cuba y
EEUU entran en una fase de convivencia tácita. Esta distensión continental durará hasta
1973, cuando se endurecerán las posiciones nuevamente y se darán las dictaduras más
sangrientas de todas (Chile, Argentina, Uruguay).
Tras la renuncia de Nixon por un escándalo político (el Watergate) en 1974, a la vez que
la situación en Vietnam era completamente adversa, lo sucedería Ford, que completaría su
mandato (1974-77), para luego ser seguido por el demócrata Carter (1977-81), quien
levantaría la bandera de la defensa de los derechos humanos. Nuevamente, esto sería
limitado, ya que Carter no se desvivió por (o al menos no logró) eliminar a los gobiernos
dictatoriales latinoamericanos. De hecho, el gobierno de Carter apoyaría al régimen dictatorial
somocista en Nicaragua. En 1981, Carter era derrotado en su tentativa de reelección y
triunfaba el republicano neoconservador Reagan, quien gobernaría hasta 1989. Reagan no
seguiría con el discurso de Carter a favor de los derechos humanos y crítico de las dictaduras
y, al contrario, retomaría a primer plano la lucha anticomunista y antisubversiva. Sobre todo,
el foco se trasladaba ahora hacia América Central, donde en países como Guatemala, El
Salvador o Nicaragua existían importantes movimientos guerrilleros críticos del statu quo. En
general, en estos países no existían gobiernos democráticos sino, más bien, históricamente
habían gobernado dictadores alineados con Washington.
El énfasis que ahora ponía Reagan en Centroamérica suponía también un menor interés
en Sudamérica. Esto se expresa en que EEUU no se preocupó demasiado por la guerrilla
peruana (Sendero Luminoso) ni porque la mayoría de los gobiernos sudamericanos se
opusieran a su actitud en Centroamérica.
Sería erróneo, sin embargo, pensar la política norteamericana hacia América Latina como
un producto exclusivo de la ideología de la derecha republicana. También tuvieron que ver
problemas nacionales propios de EEUU: por ejemplo, un espíritu de derrota que persistía en
la sociedad norteamericana tras la derrota en Vietnam, y que buscaría ser superado. Ello, en
parte, explica la intervención de EEUU en la minúscula isla de Granada en 1983, que volvió
eufóricos a los norteamericanos. Otras preocupaciones que tenía (y tiene) EEUU eran la
inmigración indocumentada (sobre todo por parte de México) o el tráfico de drogas. Durante
los 80 y los 90, EEUU pudo imponer sus puntos de vista sobre estas materias (y sobre otras
también) a los países latinoamericanos, que la aceptaron sin demasiadas reticencias.
Esta “aceptación acrítica” de las órdenes de Washington, por parte de los países
latinoamericanos, no sólo tiene que ver con la hegemonía norteamericana (siempre presente)
o con la necesidad, por parte de estos países, de conquistar el favor de EEUU para los
problemas de la deuda externa. Sobre todo tiene que ver el fin de las ideologías alternativas
al sistema que pregonaba EEUU. La pérdida de estos horizontes ideológicos no tiene sólo
que ver con la decadencia del socialismo real; también está muy influida por la trágica derrota
que estas ideologías sufrieron en el plano local.
En suma, los ´80 serían una década de intensísima crisis económica y financiera en una
Latinoamérica en transición (económica, de un modelo de acumulación a otro, y política, de
dictaduras a democracias). Esta Latinoamérica, que ahora era un continente muy
densamente poblado, se prestaba a navegar por aguas turbias…
[1] En mi opinión, esta reforma de la Iglesia tiene que ver con el contexto de Estado de
Bienestar o “capitalismo humanizado” de la época, al cual la Iglesia buscaba estar en
consonancia. Quizá esto tenga que ver con la mayor preocupación por los pobres.
CAPITULO V. La experiencia democrática (1945- 1964)
Las elecciones y la nueva constitución.
Elecciones 1945 favorecen a DUTRA. Apoyado por Vargas.
Vargas es el gran vencedor obteniendo un cargo en el Senado.
La nueva Constitución de 1946, mantiene los elementos corporativistas de la legislación
laboral de
1937 (Inspirado en la Carta di Lavoro de Mussolini).
Represión al partido comunista.
Crecimiento eficiente 8% PIB.
Campaña de Vargas: Industrialización y legislación laborista.
El regreso de Getúlio:
En 1950 Vargas es elegido presidente, con el 48,7% de los votos. Ya continuando sus
políticas populistas
urbanas, pero ahora también rurales. En ese período comienza la legislación social para los
trabajadores del
campo y la desintegración del colonato. (Los colonos se irán sustituyendo por "bóias frias";
trabajadores
temporarios que ya no viven en las haciendas). Sin embargo, su principal base de apoyo
seguían siendo los
trabajadores urbanos (más que en el período anterior).
La oposición a Vargas proviene de diferentes sectores de la elite (cafetaleros, militares anti-
populistas) y
de la nueva política (privatista) de Eisenhower. Esto se debía a la serie de medidas
nacionalistas (Estado
interventor y distanciamiento de los EE.UU). El gobierno se fundamentaba sobre la base de
los trabajadores y
sobre la poca confiable burguesía nacional.
La presión de conflictos externos, un acto criminal de Lacerda, entre otros, generan
movimientos a favor
de la renuncia de Vargas. Antes de que fuera destituido Vargas se suicidó.
Del Nacionalismo al Desarrollismo:
En 1955 gana la presidencia Juscelino Kubitschek. Es considerado como un gobierno de
estabilidad
política. Éste, si bien hizo ingresar grandes inversiones de multinacionales a Brasil, no
abandonó por completo
la política económica anterior. Sin embargo, las ideas nacionalistas fueron perdiendo fuerza
y el desarrollismo
cobró mayor fuerza y la inversión extranjera se asumió abiertamente. Finalmente, los altos
costos de laindustrialización para el Estado provocaron una inflación, ya al final del su
periodo.
Caracteristicas del gobierno de JK.:
De esta forma, comienza el fin de su gobierno. Esta tragedia puede comprenderse por el
hecho de que la
resolución de los conflictos por la via democrática había sido desechada por todos los
actores políticos. A
esto, se suma el hecho de que Jango eligió un camino desastroso, que consistía en (con el
apoyo de los
dispositivos sindicales y militares) pasar por encima del congreso y comenzar a realizar
reformas de base, lo
que marco una seguidilla de movimientos opositores que terminaron por anunciar vacante el
cargo de
presidente.
Era el fin de la experiencia democrática del periodo de 1945-1964. Por primera vez en la
historia del país,
los militares asumían el poder con la perspectiva de permanecer allí, instaurando un
régimen autoritario.