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Ampliación del texto

“Enseñar la lengua y literatura para aprender a comunicar(se)”- Carlos Lomas

¿Qué ofrece la literatura para la enseñanza de la lengua?

Las maneras de entender la educación lingüística, las formas de enseñar lenguaje en


las aulas y la realidad social, se encuentran caminando por el mismo sendero, y es por
esta o tal vez otra razón que se presenta un deseo de llevar a cabo junto a estas una
didáctica comunicativa, que se alineé con el entorno, con lo que está ocurriendo en el
entorno más próximo, incertidumbres, dificultades e implicaciones que tienen los
estudiantes en el escenario escolar.
Partiendo de la explicación de la que todos estamos de acuerdo, la lengua representa
una herramienta fundamental para la interacción social y la utilizamos para
comunicarnos. Es importante tener en cuenta los elementos de la lengua: gramática,
morfología, ortografía, entre otros, que serán mediadores de la interacción,
posibilitando un correcto uso en función de distintas situaciones comunicativas para
establecer vínculos con los demás participantes de la sociedad a la que pertenecemos
y que, junto a la literatura, estas dos son realidades diferentes, que se deben analizar,
reflexionar e identificar las relaciones entre sus elementos y también el uso que se le
da a esta para desarrollar las competencias comunicativas en los estudiantes.
Cuando un profesor(a) entran a un aula, lo hacen con la intención de que los
alumnos(as) aprendan algunas cosas. En el caso del profesorado de Lengua y
Literatura, es obvio que en la educación obligatoria y en el bachillerato de lo
que se trata es de que los alumnos(as) adquieran un conjunto de destrezas
comunicativas (hablar, escuchar leer, entender y escribir) que les permitan
utilizar su lengua de una manera adecuada, eficaz y competente en las diversas
situaciones comunicativas de la vida cotidiana (Lomas, 2001, p. 23).
Es por esto que debe orientarse a favorecer el desarrollo de las habilidades expresivas
y compresivas que hacen posible el intercambio comunicativo, la adquisición de
hábitos de lectura, capacidades de análisis y glose de los textos, e incluso el estímulo
creativo con intención escritural, desarrollando destrezas que están más asociadas
con el goce estético, el placer, la ficción, donde se descubran mundos, jueguen con
el lenguaje, conozcan otras culturas, adquieran otros conocimientos, entre otras
actividades, antes que con la búsqueda de información específica o la utilidad del texto
por sí mismo.
Asimismo, debe quedar claro que se desarrollarán las estrategias que permitan al
estudiantado comprender el proceso del habla y la escucha, siendo consciente de las
microdestrezas que se despliegan en cada uno de estos actos de la lengua.
Como lo anuncia Cassany (s.f), para desarrollar las macrodestrezas lingüísticas
(escuchar, hablar, leer y escribir) el profesorado deberá trabajar con las
microdestrezas que se involucran en estos procesos de manera progresiva,
sistemática y recursiva durante toda la Escuela Básica comenzando con la
alfabetización (p. 02).
La escritura siempre ha sido el eje de nuestra materia, pero lo que se plantea es que el
profesorado la desarrolle como un proceso comunicativo (quién escribe, a quién, en
qué circunstancia, con qué propósito) con todas las estrategias que la conforman, la
ortografía, la presentación y la forma, son los elementos a los que se les ha dado mayor
importancia no dejando de lado la planificación, redacción y revisión de un escrito, la
estructuración de las ideas, el sentido de las oraciones, las propiedades textuales
(coherencia, cohesión, adecuación, registro, trama, función, superestructura) y el uso
de los elementos de la lengua (gramática, morfología, semántica, entre otros).
Es conveniente recalcar que los textos (tanto escritos como orales) deben llegar al aula
tal como aparecen en la vida cotidiana, (sin ser modificados), para que los estudiantes
puedan desarrollar el proceso de comprensión y producción textual en desempeños
reales, siendo estos el punto de partida para desarrollar las macrodestrezas con
diferentes tipos de textos e intención comunicativa.
Precisiones para la selección de textos
En este enfoque de la lengua como comunicación, es fundamental que los textos
(cartas de lector, noticias, reportajes, ensayos, poemas, diálogos teatrales) que se
seleccionen sean adecuados en cuanto a:
Extensión: no pueden ser tan largos que sea imposible abarcarlos, ni tan breves
que no haya nada que analizar.

Nivel: pensar en el grado de comprensión que posee el estudiantado de acuerdo


con la edad.

Intereses: hay temas que están más relacionados con las adolescentes y los
adolescentes que otros y para eso es fundamental conocer muy bien a los
propios estudiantes.

Variedad: es importantísimo que se seleccionen noticias y reportajes de


distintos tipos, temas y formatos: mundiales, nacionales, locales, de la escuela,
políticas, policiales, deportivas, económicas, impresas, digitales, radiales,
televisivas; textos de divulgación de todo tipo; ensayos científicos, literarios,
escritos por adolescentes, por autores consagrados; novelas policiales
relevantes para el género; poemas variados; diferentes obras de teatro) porque
desde el trabajo con los textos se posibilitará el desarrollo de las destrezas.

Precisiones para la reflexión de los elementos de la lengua


En torno a los elementos del texto, se debe conocer cuál es la función del
lenguaje de las noticias, reportajes, cartas de lectores y ensayos porque desde
allí podrán reconocer la intención del emisor de un texto y podrán producir
textos con determinadas intenciones. También reconocerán las tramas
textuales que poseen estos tipos de textos y elaborarán noticias, reportajes,
ensayos o cartas de lectores adecuadas con segmentos narrativos, expositivos,
argumentativos según corresponda.

Conocer las estructuras de los textos, tanto las formales (título, subtítulo, lugar
del texto) como la superestructura (cómo se relacionan internamente las partes
que conforman la información contenida en el texto: introducción, desarrollo,
conclusión, tesis, argumentos a favor o en contra, acontecimientos anteriores,
comentarios, ejemplos, etc.)

En cuanto a los elementos que conforman la arquitectura del texto: la sintaxis,


las palabras, las oraciones, es necesario aclarar que ninguno de esos elementos
tiene una razón de ser de forma aislada. Durante años se ha enseñado:
sustantivos, por un lado, adjetivos por otro, análisis de oraciones por sí mismas
y la ortografía como un conjunto de reglas que no se aplican. Es necesario
aclarar que estos conocimientos deben brindarse en función del texto, para
lograr determinados efectos en el texto.

Se tendrá en cuenta, también, utilizar los textos de acuerdo con su funcionalidad. Se


debe usar para desarrollar la lectura, análisis y reflexión, entre otras actividades que
potencien y permitan acercarse a situaciones comunicativas de los contextos
inmersos, porque cada texto tiene su propia especificidad, diferente a la mera reflexión
sobre los elementos de la lengua.
A través de estos casos, el profesor debe tener en cuenta y manejar estrategias que
vayan más allá de la mera estandarización e instrucción, por ejemplo:

- Ampliar sus conocimientos de Didáctica General, en primer lugar, porque somos


docentes; en segundo lugar, porque en el día a día se topan con casos de estudiantes
diagnosticados con diversas patologías que requieren un esfuerzo adicional por
nuestra parte, tanto como para entender las características de dicho estudiante como
para facilitar su aprendizaje.

- Adentrarse y manejar las aportaciones de la Didáctica de la Lengua y la Literatura:


con ello, el profesor podría acceder a investigaciones e incluso ideas útiles sobre
evaluación, metodologías novedosas, materiales etc. en todo momento relacionadas
con su trabajo cotidiano.
-Realizar un acercamiento más honesto a la lectura de obras adecuadas a los intereses
de los estudiantes, lo que se traduce, sin más, en hacer un esfuerzo adicional para
conocer libros y autores más cercanos a los más jóvenes e incluirlos dentro de su
formación, notablemente libros considerados Literatura Infantil y Juvenil.
Finalmente, como lo aclaraba Cassany:

“Se debe elaborar un instrumento de evaluación antes, en el que las maestras y


los maestros determinen qué aspectos específicos van a evaluar tanto de los
procesos, de los elementos de la lengua, de las propiedades textuales como de
los aspectos literarios que se tendrán en cuenta. Se recomienda que se piensen
las instancias evaluadoras: exposiciones orales, trabajos de escucha,
producción de textos, trabajos de comprensión, trabajos grupales o individuales
en función de los instrumentos evaluadores para poder ser agentes facilitadores
del proceso de enseñanza-aprendizaje” (p. 31).

Referencias
Cassany, D. La importancia de enseñar y aprender lengua y literatura. (s.f).
Ministerio de educación Ecuador.

Lomas, C. et al. (2014). La educación lingüística, entre el deseo y la realidad


Competencias comunicativas y enseñanza del lenguaje. España: Ediciones
Octaedro, S.L.

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