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HABLAR EN LENGUAS
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DEDICATORIA
CONCLUSIÓN .................................................................................................................................... 20
Introducción
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Capítulo 1: El nuevo nacimiento
Todos hemos leído sobre el encuentro de Nicodemo con Jesús, así como
también, de las palabras que el Señor expresó a este maestro de la ley. Jesús le
habló de un nuevo nacimiento al decir que “… el que no naciere de nuevo, no puede
ver el reino de Dios” (Juan 3:3); sin embargo, Nicodemo decía no entender a qué se
refería ya que preguntó “… ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?...”, pregunta
a la cual Jesucristo respondió “…el que no naciere de agua y del Espíritu no puede
entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5), es decir, que ese nuevo nacimiento consta de
dos elementos: nacer de agua y nacer del Espíritu.
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en el nombre del Seños Jesús [bautismo], y por el Espíritu de nuestro Dios [nacer del
Espíritu o bautismo del Espíritu Santo]”, por tal razón, decimos que el bautismo tiene
dos elementos o componentes, el bautismo en agua y bautismo del Espíritu Santo,
pero hay “…un bautismo…” (Efesios 4:5), es decir, un nacimiento.
Así como nacer del agua significa bautismo en agua, nacer del Espíritu
significa bautismo del Espíritu Santo. Una parte sin la otra está incompleta. “Nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hechos, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo” (Tito3:5), la regeneración implica bautismo en agua como también en el
Espíritu.
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Capítulo 2: ¿Recibieron los apóstoles el Espíritu
Santo cuando Jesús sopló y dijo: Recibid el
Espíritu Santo?
Antes de pentecostés, Jesús se le apareció a los discípulos diciendo “…Recibid
el Espíritu Santo” (Juan 20:22), pero recordemos que para que recibieran el Espíritu
Santo tenía que cumplirse dos cosas. La primera que Jesús fuera glorificado “…pues
aún no había venido el Espíritu Santo porque Jesús no había sido aún glorificado”
(Juan7:39). La segunda es que Jesús tenía que irse. Él mismo lo expresó diciendo
“…Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el consolador NO VENDRÍA
a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré… y no me veréis más” (Juan 16:7,10).
Recordemos que Jesucristo estaba con ellos como consolador, pues todavía no había
ascendido, pero cuando se fuera Jesús les había dicho “…estará en [dentro] vosotros”
(Juan 14:17)
Cuando Jesús les dijo a sus discípulos recibid el Espíritu Santo, todavía no se
había ido, continuaba apareciendo a sus discípulos y la promesa del Espíritu Santo no
se había cumplido; pues la escritura dice: “…apareciéndoseles durante cuarenta
días… y estando juntos les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que
esperasen la promesa del padre… (Hechos 1:3-4). Entonces podemos decir que
ninguno de los apóstoles recibió el Espíritu Santo en ese momento, pues con el
recibimiento del Espíritu Santo nace la iglesia hasta el día de pentecostés. Así que, la
expresión “recibid el Espíritu Santo” hace referencia más a un mandamiento de
nuestro Dios para buscar ser llenos del Espíritu Santo, es decir, bautizados con su
Espíritu.
Había una necesidad de recibir el Espíritu Santo, tanto para su salvación como
para también llevar a cabo la misión que les estaba encomendando sobre remitir y
retener pecados (Juan 20:23), una clara referencia de hacer discípulos bautizándolos
en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados (remitir) cumpliéndose en Hechos
2:38. No solamente en este pasaje de Juan 20:22 sino también en escrituras paralelas
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como Lucas 24:49 hace referencia a la necesidad de recibir “la promesa”. Por lo tanto,
podemos decir que hasta el día de pentecostés los apóstoles recibieron el Espíritu
Santo, naciendo así la iglesia de su nombre la cual es llena del Espíritu Santo.
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Capítulo 3: ¿Es lo mismo Recibir el Espíritu Santo
y bautismo del Espíritu Santo?
El bautismo del Espíritu Santo nos hace parte del cuerpo de Cristo.
El apóstol Pablo dice: “Porque por un mismo Espíritu fuimos todos bautizados
en un cuerpo… y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”, dando a entender
que la iglesia es bautizada con el Espíritu para ser parte del cuerpo de Cristo. Por tal
razón, Jesús dijo a sus discípulos…”más vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5), porque sin bautismo del Espíritu
Santo no hay cuerpo de Cristo, dicho en otras palabras, no habría iglesia.
Ser bautizado con el Espíritu, ser lleno del Espíritu Santo, don o promesa del
Espíritu Santo.
A pesar de que Jesús les dijo “…seréis bautizados con el Espíritu Santo…”
(Hechos 1:5), después se nos dice que “…fueron todos llenos del Espíritu Santo”
(Hechos 2:4). Ambas expresiones significan lo mismo, ser lleno y bautizado con el
Espíritu es el mismo acontecimiento. Lo que se cumplió en pentecostés fue la
promesa del Espíritu Santo conforme a la profecía de Joel: “Más esto es lo dicho por
el profeta Joel… derramaré de mi Espíritu sobre toda carne...” (Hechos 2:16-17),
razón por la cual se nos enfatiza “…habiendo recibido del padre la promesa del
Espíritu Santo…” (v33).
A esta promesa, el apóstol Pedro, le llama “don” al decir “…recibiréis el don del
Espíritu Santo” (Hechos 2:38), pero antes del día de pentecostés nadie lo había
recibido, ni siquiera los mismos apóstoles; pues Jesús les dijo “yo enviaré la promesa
de mi padre sobre vosotros” (Lucas 24:49), “No os dejaré huérfanos vendré a
vosotros” (Juan 14:18), esa era la promesa, pero mientras Jesús no fuera glorificado y
ascendiera a los cielos no podían recibir el Espíritu Santo.
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Recibir el Espíritu Santo es ser bautizado con el Espíritu Santo.
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22:16).Espíritu Santo se recibe por fe como dice Gálatas 3: 2 “… ¿Recibisteis el
Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?, obviamente la respuesta es por fe;
pues es el “…Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…” (Juan 7:37). Los
apóstoles creyeron que lo recibirían y así fue el día de pentecostés.
Al recibir por fe el Espíritu Santo somos sellados por Dios, pues “habiendo creído
en el fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13), pero es
importante notar que dice “El Espíritu Santo de la promesa”, es decir, el bautismo,
don, promesa, que también se derramó en pentecostés. Los Samaritanos recibieron el
Espíritu Santo cuando llegaron a orar por ellos (pues no lo habían recibido, a pesar de
ser bautizados). De igual forma, a los Efesios, Pablo les está recordando que fue por
esa fe que recibieron el bautismo del Espíritu Santo para ser sellados por Dios.
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Capítulo 4: ¿Cómo saber si he recibido el Espíritu
Santo?
Muchos piensan que desde que uno cree en Jesucristo se recibe el Espíritu
Santo, usando como texto para su fundamento Efesios 1:13, el cual dice: “En él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra
salvación, y habiendo creído en él fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa”; sin embargo nos damos cuenta, por la misma escritura, que en realidad
esta interpretación no es correcta ya que en el libro de los Hechos se nos enseña lo
contrario. Además, el texto habla de la promesa, es decir, la que recibieron los
apóstoles en pentecostés y la que Jesucristo llamó el consolador, el cual, no podían
recibir hasta que Jesús ascendiera a los cielos.
Por lo antes expuesto, podemos afirmar que una persona puede experimentar
lo mismo que los Samaritanos e incluso bautizarse, pero también es probable que no
reciba el Espíritu Santo al igual que ellos, pero ¿cómo es que Felipe se daba cuenta
que no tenían el Espíritu Santo?, esta pregunta es importante pues el método o la
forma en que Felipe se daba cuenta es la misma para nuestros días.
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¿Cómo saber si tengo el Espíritu Santo?
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(Hechos 19) donde “…habiéndoles impuesto Pablo las manos vino sobre ellos el
Espíritu Santo; y hablaban en lenguas…”(V6)
Para tener dones del Espíritu Santo, primero hay que recibir el Espíritu Santo y
su señal es hablar en lenguas, posteriormente se nos puede dar dones de sanidad,
hacer milagros, diversos géneros de lenguas, etc., así que no hay que preocuparse si
usted no continúa hablando en lenguas como lo hacen otros porque ellos tienen ese
don de diversos géneros de lengua y a usted quizás Dios le ha dado otros dones para
el servicio de Dios; pero desde el momento que habló en lenguas la primera vez fue
lleno, sellado, bautizado con el Espíritu Santo.
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Capítulo 5: El hablar en lenguas
La palabra lenguas viene del griego glossa que quiere decir lenguaje,
habla, idioma. Es importante también tener en mente que son usadas en la vida del
creyente en dos formas:
Esta fue la forma en que los judíos se dieron cuenta que también los gentiles
habían recibido el Espíritu Santo “porque los oían que hablaban en lenguas…”
(Hechos 10:46), tal como sucedió el día de pentecostés cuando “…comenzaron a
hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen (Hechos 2:4). La
expresión “otras” del griego jeteros se traduce diferente, es decir, un lenguaje o
idioma diferente, nuevo para quien lo habla.
Para recibir dones del Espíritu Santo es necesario primero tener el Espíritu
Santo y la señal es hablar en lenguas tal como se menciona anteriormente. Muchas
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veces se recibe el Espíritu Santo, pero no se continúa hablando en lenguas
constantemente porque la persona no se le ha dado el don de diversos géneros de
lenguas. Esto tiende a confundir, sin embargo la escritura es clara al hablar de las
lenguas como señal al recibir el Espíritu Santo, pero también al continuar haciéndolo
en forma constante hacemos uso de uno de los dones del Espíritu mencionados en 1
Corintios 12.
La persona que habla en lenguas “…no habla a los hombres, sino a Dios; pues
nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios” (1 Corintios14:2). Las
lenguas como don, al no ser entendidas por el oyente, solamente edifican a quien
las habla pues “el que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica…” (v4).
También se nos orienta que “el que habla en lengua extraña, pida en oración poder
interpretarla…” (v13), es decir, que aún la persona que las habla tampoco las
entiende.
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En 1 Corintios 14:15 se nos dice: “…cantaré con el espíritu”, el contexto en el
cual está hablando el apóstol Pablo, esto se refiere a cantar en lenguas. De igual
manera, se bendice “en el espíritu…” (v16), pero es para edificación del que habla en
lenguas, por lo tanto, podemos decir que el hablar en lenguas es para edificación del
creyente.
Entre los dones del Espíritu Santo, tenemos el don de interpretación de lenguas,
y a este don se refiere Pablo cuando dice “…pida en oración poder interpretarla…”
(v13), “…para que la iglesia reciba edificación” (v5), lo cual nos lleva a decir que
el don de lenguas cuando existe interpretación es para edificación de la iglesia.
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Capítulo 6: Las lenguas son impartidas por el Espíritu
Santo y nunca aprendidas como algunos argumentan.
En Marcos 16:17 se nos dice: “Y estas señales seguirán a los que creen: En
mi nombre...hablarán nuevas lenguas”, esto fue lo que lo que sucedió el día de
pentecostés “…comenzaron a hablar en otras lenguas…” (Hechos 2:4) "Porque en
lengua de tartamudos, y en lengua extraña hablará (Dios) a este pueblo" (Isaías
28:11), siendo esta la señal de que hemos recibido el Espíritu Santo.
En el libro de 1 de Corintios 13:8 dice: "...y cesarán las lenguas...". Hay quienes
malinterpretan este texto diciendo que las lenguas se terminaron al finalizar el nuevo
testamento. Este versículo está en tiempo futuro y además, aquí el apóstol Pablo no
solo menciona las lenguas, sino también las profecías y la ciencia. En el verso 10 del
mismo capítulo, Pablo escribió: "Mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en
parte se acabará." Entonces no habrá necesidad de ciencia, ni profecías, ni de
lenguas. Mientras tanto, la iglesia necesita de todos los dones del Espíritu Santo (1 de
Corintios 12:4-10).
Algunos argumentan que las lenguas de Hechos y 1 Corintios 12-14 son lenguas
aprendidas y conocidas por los que las hablaron; sin embargo, el contexto de 1
Corintios 14 nos enseña que los idiomas que Pablo estaba mencionando eran
desconocidos, pues se nos dice que “nadie le entiende… por el Espíritu habla
misterios” (v2); además, Pablo nos dice que quien habla lengua extraña pida a Dios
poder interpretarla (1 Corintios 14:13). ¿Por qué pedir a Dios poder interpretar si era
un lenguaje conocido por quien lo hablaba? Las lenguas eran desconocidas para el
hablante y eran impartidas sobrenaturalmente por el Espíritu de Dios.
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Capítulo 7: ¿Es necesario recibir el Espíritu
Santo?
Quizás en este escrito no se aborde todo lo que implica recibir el Espíritu
Santo, pero mencionaré algunos puntos a considerar a cerca de la importancia del
Espíritu Santo para nuestra salvación.
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Pablo dice “…alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1Tesalonicenses
4:18).
En la fiesta de los tabernáculos se nos dice que “…Jesús no había sido aún
glorificado” (Juan 7:37), dando a entender que al resucitar sería transformado y
tendría un cuerpo glorificado, pues “…el Cristo había de padecer, y ser el primero de
la resurrección de los muertos…” (Hechos 26:23).
También Jesús dejo bien claro que seguía manifestándose en un cuerpo físico,
pero glorificado o transformado al decir: “…porque un espíritu no tiene carne ni hueso,
como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). Recordemos que todavía Jesús debe venir a
reinar por mil años a la tierra y lo hará con ese cuerpo resucitado.
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Jesús se mostró con un cuerpo físico pero cambiado, incluso se puede decir
que fue liberado de algunas limitaciones o leyes a las cuales estamos sujetos. Por
ejemplo, Jesús apareció a sus discípulos estando las puertas cerradas (Juan 20:19;
Lucas 24:36). En Lucas 24:18-31 desapareció repentinamente. Tenía la capacidad de
comer (v41-43), sin embargo no quiere decir que necesitaba hacerlo. Jesús se
mostraba en un cuerpo físico pero no como el de antes de la resurrección. El cuerpo
de Jesús fue glorificado y ya no tiene las mismas limitaciones de la humanidad.
En este cuerpo glorificado vendrá la iglesia a reinar con Cristo mil años a la
tierra y será un cuerpo físico visible pero transformado. La escritura dice que seremos
como los ángeles (Mateo 22:30).
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En Romanos 8:23, Pablo habla de “…la redención de nuestro cuerpo”,
refiriéndose al día en que Cristo venga por su iglesia. En el versículo 11 lo dice en
forma más clara: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora
en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Es el Espíritu Santo el que
transformará este cuerpo mortal cuando Jesús venga por su iglesia.
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Conclusión
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