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EL ESPÍRITU SANTO Y EL

HABLAR EN LENGUAS

Rigoberto Gómez López


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Este e-book tiene licencia Copyrigth estándar.
El Espíritu Santo y el hablar en lenguas
Primera edición
ISBN: 978-0-359-07522-5
ID: 23363645

Editor: Lulu.com

Copyrigth © Rigoberto Gómez, 2018

Todos los derechos reservados. Ninguna porción de esta publicación puede ser
reproducida, guardada en un sistema electrónico o transmitido en cualquier
forma o por cualquier medio, sea electrónico, fotocopiado o grabado, ni por
ninguna otra manera, sin el permiso previo del autor.

Todas las citas de la escritura usadas son de la Reina Valera versión 1960 de la
Biblia, a menos que por otra parte se indique lo contrario

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DEDICATORIA

A Jesucristo, Dios sobre todas las cosas…

…Por darme la revelación de su nombre y abrir mi entendimiento para


aprender la sana doctrina.
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................. 1

CAPÍTULO 1: EL NUEVO NACIMIENTO ........................................................................................ 2


NACER DEL AGUA .................................................................................................................................................... 2
NACER DEL ESPÍRITU ............................................................................................................................................. 2

CAPÍTULO 2: ¿RECIBIERON LOS APÓSTOLES EL ESPÍRITU SANTO CUANDO JESÚS


SOPLÓ Y DIJO: RECIBID EL ESPÍRITU SANTO? .......................................................................... 4

CAPÍTULO 3: ¿ES LO MISMO RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO Y BAUTISMO DEL


ESPÍRITU SANTO? .............................................................................................................................. 6
EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO NOS HACE PARTE DEL CUERPO DE CRISTO. ................. 6
SER BAUTIZADO CON EL ESPÍRITU, SER LLENO DEL ESPÍRITU SANTO, DON O PROMESA
DEL ESPÍRITU SANTO. ............................................................................................................................................ 6
RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO ES SER BAUTIZADO CON EL ESPÍRITU SANTO. ........................... 7

CAPÍTULO 4: ¿CÓMO SABER SI HE RECIBIDO EL ESPÍRITU SANTO? ................................... 9


¿CÓMO SABER SI TENGO EL ESPÍRITU SANTO? ....................................................................................... 10

CAPÍTULO 5: EL HABLAR EN LENGUAS ..................................................................................... 12


SEÑAL O EVIDENCIA DE HABER RECIBIDO EL ESPÍRITU SANTO .................................................. 12
EL HABLAR EN LENGUAS COMO DON DEL ESPÍRITU SANTO.......................................................... 12

CAPÍTULO 6: LAS LENGUAS SON IMPARTIDAS POR EL ESPÍRITU SANTO Y NUNCA


APRENDIDAS COMO ALGUNOS ARGUMENTAN. ..................................................................... 15

CAPÍTULO 7: ¿ES NECESARIO RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO? ............................................. 16


ES NECESARIO PARA LA REDENCIÓN DE NUESTRO CUERPO ......................................................... 16
EL CUERPO DE JESÚS SERÍA TRANSFORMADO (GLORIFICADO)..................................................... 17
SEREMOS TRANSFORMADOS POR SU ESPÍRITU QUE MORA EN NOSOTROS ............................. 18

CONCLUSIÓN .................................................................................................................................... 20
Introducción

La enseñanza sobre recibir el Espíritu Santo y el hablar en lengua es una parte


esencial en la doctrina de la salvación. La escritura dice “Ten cuidado de ti mismo y
de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo, y a los que
te oyeren” (1 Timoteo 4:16), por lo tanto, si queremos ser salvos y llevar esta
salvación a otros debemos tener cuidado de lo que hemos aprendido y enseñamos. El
tema sobre recibir el Espíritu Santo, no es la excepción, ya que “… si alguno no tiene
el Espíritu de Cristo no es de él” (Romanos 8:9), es decir, que se hace necesario el
estudio del Espíritu Santo pues sin él no podemos pertenecer a Jesucristo.

El objetivo es hacer de este e-book un manual doctrinal sobre el Espíritu Santo


y el hablar en lenguas, dando también, una respuesta bíblica a la inquietud sobre
cómo saber si hemos recibido el Espíritu Santo, algo que es de gran importancia para
nuestra salvación.

1
Capítulo 1: El nuevo nacimiento
Todos hemos leído sobre el encuentro de Nicodemo con Jesús, así como
también, de las palabras que el Señor expresó a este maestro de la ley. Jesús le
habló de un nuevo nacimiento al decir que “… el que no naciere de nuevo, no puede
ver el reino de Dios” (Juan 3:3); sin embargo, Nicodemo decía no entender a qué se
refería ya que preguntó “… ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?...”, pregunta
a la cual Jesucristo respondió “…el que no naciere de agua y del Espíritu no puede
entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5), es decir, que ese nuevo nacimiento consta de
dos elementos: nacer de agua y nacer del Espíritu.

Nacer del agua

La iglesia primitiva utilizó la palabra agua para dar a entender el bautismo. El


apóstol Pedro la utilizó al decir “…puede acaso alguno impedir el agua para que no
sean bautizados estos…” (Hechos 10:47). Además, Dios perdona los pecados por
medio del bautismo en su nombre (Hechos 2:38) convirtiéndose en una parte del
nuevo nacimiento ya que de esta forma, el pecado es borrado para tener una vida
nueva.

A Pablo se le dijo “…bautízate y lava tus pecados…” (Hechos 22:16), porque


era necesario nacer del agua, invocando su nombre. Este es el “lavamiento de la
regeneración…” (Tito 3:5) o “nacer de agua”. Teniendo en mente que debe haber un
arrepentimiento genuino y fe en el sacrificio que Jesucristo hizo en la cruz del calvario.

Nacer del Espíritu

Sabemos que nacer de agua se refiere al bautismo en agua en el nombre de


Jesucristo, pero también cuando se nos dice sobre nacer del Espíritu significa que
debemos recibir el Espíritu Santo. Al apóstol Pablo se le dijo “Levántate y bautízate y
lava tus pecados invocando su nombre” (Hechos 22:16), pero también se le dijo que
Ananías había sido enviado a él para que recibiera el Espíritu Santo (Hechos 9:17).
En 1 Corintios 6:11 se nos dice “… ya habéis sido lavados…santificados…justificados

2
en el nombre del Seños Jesús [bautismo], y por el Espíritu de nuestro Dios [nacer del
Espíritu o bautismo del Espíritu Santo]”, por tal razón, decimos que el bautismo tiene
dos elementos o componentes, el bautismo en agua y bautismo del Espíritu Santo,
pero hay “…un bautismo…” (Efesios 4:5), es decir, un nacimiento.

Así como nacer del agua significa bautismo en agua, nacer del Espíritu
significa bautismo del Espíritu Santo. Una parte sin la otra está incompleta. “Nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hechos, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo” (Tito3:5), la regeneración implica bautismo en agua como también en el
Espíritu.

Ezequiel 36:25-27 dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis


limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de
vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y
los pongáis por obra”. Nuestros pecados son lavados en el bautismo en agua y Dios
pone sus Espíritu dentro de nosotros al recibir el Espíritu Santo.

3
Capítulo 2: ¿Recibieron los apóstoles el Espíritu
Santo cuando Jesús sopló y dijo: Recibid el
Espíritu Santo?
Antes de pentecostés, Jesús se le apareció a los discípulos diciendo “…Recibid
el Espíritu Santo” (Juan 20:22), pero recordemos que para que recibieran el Espíritu
Santo tenía que cumplirse dos cosas. La primera que Jesús fuera glorificado “…pues
aún no había venido el Espíritu Santo porque Jesús no había sido aún glorificado”
(Juan7:39). La segunda es que Jesús tenía que irse. Él mismo lo expresó diciendo
“…Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el consolador NO VENDRÍA
a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré… y no me veréis más” (Juan 16:7,10).
Recordemos que Jesucristo estaba con ellos como consolador, pues todavía no había
ascendido, pero cuando se fuera Jesús les había dicho “…estará en [dentro] vosotros”
(Juan 14:17)

Cuando Jesús les dijo a sus discípulos recibid el Espíritu Santo, todavía no se
había ido, continuaba apareciendo a sus discípulos y la promesa del Espíritu Santo no
se había cumplido; pues la escritura dice: “…apareciéndoseles durante cuarenta
días… y estando juntos les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que
esperasen la promesa del padre… (Hechos 1:3-4). Entonces podemos decir que
ninguno de los apóstoles recibió el Espíritu Santo en ese momento, pues con el
recibimiento del Espíritu Santo nace la iglesia hasta el día de pentecostés. Así que, la
expresión “recibid el Espíritu Santo” hace referencia más a un mandamiento de
nuestro Dios para buscar ser llenos del Espíritu Santo, es decir, bautizados con su
Espíritu.

Había una necesidad de recibir el Espíritu Santo, tanto para su salvación como
para también llevar a cabo la misión que les estaba encomendando sobre remitir y
retener pecados (Juan 20:23), una clara referencia de hacer discípulos bautizándolos
en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados (remitir) cumpliéndose en Hechos
2:38. No solamente en este pasaje de Juan 20:22 sino también en escrituras paralelas

4
como Lucas 24:49 hace referencia a la necesidad de recibir “la promesa”. Por lo tanto,
podemos decir que hasta el día de pentecostés los apóstoles recibieron el Espíritu
Santo, naciendo así la iglesia de su nombre la cual es llena del Espíritu Santo.

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Capítulo 3: ¿Es lo mismo Recibir el Espíritu Santo
y bautismo del Espíritu Santo?
El bautismo del Espíritu Santo nos hace parte del cuerpo de Cristo.

El apóstol Pablo dice: “Porque por un mismo Espíritu fuimos todos bautizados
en un cuerpo… y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”, dando a entender
que la iglesia es bautizada con el Espíritu para ser parte del cuerpo de Cristo. Por tal
razón, Jesús dijo a sus discípulos…”más vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5), porque sin bautismo del Espíritu
Santo no hay cuerpo de Cristo, dicho en otras palabras, no habría iglesia.

Ser bautizado con el Espíritu, ser lleno del Espíritu Santo, don o promesa del
Espíritu Santo.

A pesar de que Jesús les dijo “…seréis bautizados con el Espíritu Santo…”
(Hechos 1:5), después se nos dice que “…fueron todos llenos del Espíritu Santo”
(Hechos 2:4). Ambas expresiones significan lo mismo, ser lleno y bautizado con el
Espíritu es el mismo acontecimiento. Lo que se cumplió en pentecostés fue la
promesa del Espíritu Santo conforme a la profecía de Joel: “Más esto es lo dicho por
el profeta Joel… derramaré de mi Espíritu sobre toda carne...” (Hechos 2:16-17),
razón por la cual se nos enfatiza “…habiendo recibido del padre la promesa del
Espíritu Santo…” (v33).

A esta promesa, el apóstol Pedro, le llama “don” al decir “…recibiréis el don del
Espíritu Santo” (Hechos 2:38), pero antes del día de pentecostés nadie lo había
recibido, ni siquiera los mismos apóstoles; pues Jesús les dijo “yo enviaré la promesa
de mi padre sobre vosotros” (Lucas 24:49), “No os dejaré huérfanos vendré a
vosotros” (Juan 14:18), esa era la promesa, pero mientras Jesús no fuera glorificado y
ascendiera a los cielos no podían recibir el Espíritu Santo.

6
Recibir el Espíritu Santo es ser bautizado con el Espíritu Santo.

Los Samaritanos, a pesar de ser bautizados en el nombre del Señor Jesús,


todavía no habían recibido el Espíritu Santo por lo cual “…oraron por ellos para que
recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de
ellos… entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8:15-
17). Habían creído y se bautizaron pero no recibieron el Espíritu Santo. A esta frase
“recibían el Espíritu Santo”, el apóstol Pedro, le también le llama “don” en el versículo
20.

Cuando se derramó el Espíritu Santo en la casa de Cornelio, los fieles de la


circuncisión se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el
don del Espíritu Santo, así lo dice Hechos 10:45, pero a esto que llamaron don, el
apóstol Pedro, le llamó “recibir el Espíritu Santo” al decir “… estos [gentiles] que han
recibido el Espíritu Santo también como nosotros”. Recibir el Espíritu Santo, tal como
dice Pedro, es lo mismo que recibir el don del Espíritu Santo que predicó en
pentecostés (Hechos 2:38), ese mismo Espíritu con el cual “…fueron todos llenos…”
(Hechos 2:4).

Cuando Pedro explicó a los hermanos de Jerusalén lo que había sucedido en


Jope, en la casa de Cornelio, dijo: “…me acordé de lo dicho por el señor…más
vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 11:16), es decir, que lo que
Pedro había llamado en Jope “recibir el Espíritu Santo”, ahora lo llama bautismo del
Espíritu Santo, por lo cual podemos notar que esta experiencia en la escritura es
llamada de diferentes maneras pero describen un mismo acontecimiento: “Recibir el
Espíritu Santo”.

Como podemos notar en Hechos capítulo 8, los Samaritanos (aun siendo


bautizados), no habían recibido el Espíritu Santo. El apóstol Pablo se había convertido
pero todavía no recibió el Espíritu Santo, razón por la cual fue enviado Ananías para
que fuese lleno del Espíritu y también bautizado en su nombre (Hechos 9:17; Hechos

7
22:16).Espíritu Santo se recibe por fe como dice Gálatas 3: 2 “… ¿Recibisteis el
Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?, obviamente la respuesta es por fe;
pues es el “…Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…” (Juan 7:37). Los
apóstoles creyeron que lo recibirían y así fue el día de pentecostés.

Al recibir por fe el Espíritu Santo somos sellados por Dios, pues “habiendo creído
en el fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13), pero es
importante notar que dice “El Espíritu Santo de la promesa”, es decir, el bautismo,
don, promesa, que también se derramó en pentecostés. Los Samaritanos recibieron el
Espíritu Santo cuando llegaron a orar por ellos (pues no lo habían recibido, a pesar de
ser bautizados). De igual forma, a los Efesios, Pablo les está recordando que fue por
esa fe que recibieron el bautismo del Espíritu Santo para ser sellados por Dios.

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Capítulo 4: ¿Cómo saber si he recibido el Espíritu
Santo?
Muchos piensan que desde que uno cree en Jesucristo se recibe el Espíritu
Santo, usando como texto para su fundamento Efesios 1:13, el cual dice: “En él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra
salvación, y habiendo creído en él fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa”; sin embargo nos damos cuenta, por la misma escritura, que en realidad
esta interpretación no es correcta ya que en el libro de los Hechos se nos enseña lo
contrario. Además, el texto habla de la promesa, es decir, la que recibieron los
apóstoles en pentecostés y la que Jesucristo llamó el consolador, el cual, no podían
recibir hasta que Jesús ascendiera a los cielos.

En Hechos capítulo 8: 4-12 se nos narra acerca de la predicación de Felipe en


la ciudad de Samaria. Se nos dice que “…la gente, unánime, escuchaba
atentamente… Oyendo y viendo las señales que hacía porque de muchos que
tenían espíritus inmundos salían estos dando grandes voces [Liberación], y muchos
paralíticos y cojos eran sanados [Milagros y sanidades];…había gran gozo en
aquella ciudad… pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino
de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres”. Podemos
resumir que la gente oía, escuchaba y creía (como dice Efesios 1:13), había
liberación, milagros, sanidades y aún se bautizaron; pero había un problema, aún con
todo, no habían recibido el Espíritu Santo y enviaron a Pedro y a Juan para que
oraran por ellos “… para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había
descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el
nombre de Jesús” (v15-16)

Por lo antes expuesto, podemos afirmar que una persona puede experimentar
lo mismo que los Samaritanos e incluso bautizarse, pero también es probable que no
reciba el Espíritu Santo al igual que ellos, pero ¿cómo es que Felipe se daba cuenta
que no tenían el Espíritu Santo?, esta pregunta es importante pues el método o la
forma en que Felipe se daba cuenta es la misma para nuestros días.

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¿Cómo saber si tengo el Espíritu Santo?

En Hechos 10:43-47 se nos da la respuesta a esta interrogante. En estos


versículos se nos dice que mientras Pedro estaba predicando, “el Espíritu Santo cayó
sobre los que oían el discurso y los fieles de la circuncisión que habían venido con
Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don
del Espíritu Santo” (V44-45), los que acompañaban al apóstol sabían que en ese
instante se estaba derramando el Espíritu Santo, pero al igual que Felipe, ellos
sabían “Porque los oían que hablaban en lenguas…” (V46) “y estas señales
seguirán a los que creen… hablarán nuevas lenguas” (Marcos 16:17). La señal
no es llorar, no es saltar, no es reír, no es caer de espaldas (pues los que
retrocedieron y cayeron a tierra fueron los enemigos de Jesús cuando llegaron a
llevarlo preso en Juan 18:6), La señal es hablar en lenguas.

En Hechos 2: 4 dice que “…fueron todos llenos del Espíritu Santo y


comenzaron a hablar en otras lenguas…”, los apóstoles fueron llenos del Espíritu y
es lo mismo que decir que se derramó sobre ellos, por tal razón Pedro dice: “Mas esto
es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi
Espíritu…” (V17). A esta experiencia Jesús la llamó bautismo del Espíritu Santo al
decir: “Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados
con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5). El apóstol Pedro a
este bautismo lo llama don al expresar en su discurso “… y recibiréis el don del
Espíritu Santo” (Hechos 2:39) y en Hechos 10:47 cuando se derramó el don dijo:
“…estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros”, es decir, que
recibir el Espíritu Santo es lo mismo que recibir el don del Espíritu Santo, que se
derrame, que caiga sobre nosotros, que nos bautice con su Espíritu, que seamos
llenos.

El versículo que se menciona al inicio de este tema (Efesios 1:13) no quiere


decir que desde que creemos o nos bautizamos ya tenemos el Espíritu Santo, pues la
señal es hablar en lenguas. Lo que el apóstol Pablo está haciendo es recordándoles a
los Efesios el momento en el cual recibieron el Espíritu Santo, pues ellos debieron
experimentar el hablar en lenguas tal como sucedió cuando Pablo llegó a Efesio

10
(Hechos 19) donde “…habiéndoles impuesto Pablo las manos vino sobre ellos el
Espíritu Santo; y hablaban en lenguas…”(V6)

Es importante tener en cuenta que también existe el don de diversos géneros


de lenguas y esto tiende a confundir a algunos. La señal de que hemos recibido el
Espíritu Santo es hablar en lenguas, sin embargo muchos después de recibirlo no
continúan hablando en lenguas constantemente, razón por la cual, sienten
preocupación al pensar si en realidad tienen o no el Espíritu Santo. Todos debemos
hablar en lenguas como señal de que hemos recibido el Espíritu Santo pero no a
todos se nos dará el don de diversos géneros de lenguas.

Para tener dones del Espíritu Santo, primero hay que recibir el Espíritu Santo y
su señal es hablar en lenguas, posteriormente se nos puede dar dones de sanidad,
hacer milagros, diversos géneros de lenguas, etc., así que no hay que preocuparse si
usted no continúa hablando en lenguas como lo hacen otros porque ellos tienen ese
don de diversos géneros de lengua y a usted quizás Dios le ha dado otros dones para
el servicio de Dios; pero desde el momento que habló en lenguas la primera vez fue
lleno, sellado, bautizado con el Espíritu Santo.

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Capítulo 5: El hablar en lenguas

1 Corintios 14:2 “Porque el que habla en lenguas, no habla a los hombres,


sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios”

La palabra lenguas viene del griego glossa que quiere decir lenguaje,
habla, idioma. Es importante también tener en mente que son usadas en la vida del
creyente en dos formas:

a) Como señal o evidencia de haber recibido el Espíritu Santo


b) Como uno de los dones del Espíritu Santo: “…diversos géneros de lenguas…”
(1Corintios 12:10)

Señal o evidencia de haber recibido el Espíritu Santo

Marcos 16:17 dice: “Y estas señales seguirán a los que creen…hablarán


nuevas lenguas”. En este versículo la palabra hablarán viene del griego laleo que
significa hablar, dando a entender que el creyente hablará un idioma o lenguaje
nuevo. La palabra nuevas viene del griego kainos que denota algo nuevo, no
acostumbrado, de diferente naturaleza, por tal razón, se dice que se habla un idioma,
lenguaje o dialecto nunca antes conocido o hablado por la persona, y en ese sentido
es algo nuevo, extraño, de diferente naturaleza, extraordinario.

Esta fue la forma en que los judíos se dieron cuenta que también los gentiles
habían recibido el Espíritu Santo “porque los oían que hablaban en lenguas…”
(Hechos 10:46), tal como sucedió el día de pentecostés cuando “…comenzaron a
hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen (Hechos 2:4). La
expresión “otras” del griego jeteros se traduce diferente, es decir, un lenguaje o
idioma diferente, nuevo para quien lo habla.

El hablar en lenguas como don del Espíritu Santo

Para recibir dones del Espíritu Santo es necesario primero tener el Espíritu
Santo y la señal es hablar en lenguas tal como se menciona anteriormente. Muchas

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veces se recibe el Espíritu Santo, pero no se continúa hablando en lenguas
constantemente porque la persona no se le ha dado el don de diversos géneros de
lenguas. Esto tiende a confundir, sin embargo la escritura es clara al hablar de las
lenguas como señal al recibir el Espíritu Santo, pero también al continuar haciéndolo
en forma constante hacemos uso de uno de los dones del Espíritu mencionados en 1
Corintios 12.

La persona que habla en lenguas “…no habla a los hombres, sino a Dios; pues
nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios” (1 Corintios14:2). Las
lenguas como don, al no ser entendidas por el oyente, solamente edifican a quien
las habla pues “el que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica…” (v4).
También se nos orienta que “el que habla en lengua extraña, pida en oración poder
interpretarla…” (v13), es decir, que aún la persona que las habla tampoco las
entiende.

En base a lo antes expuesto se pude decir que el don de lenguas, sin


interpretación, es para edificación del creyente y pueden ser usadas en oración como
dice Pablo “…si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora… ¿qué pues?, oraré
con el espíritu…” (1 Corintios 14:14-15), hay que orar con el entendimiento (nuestra
lengua natal, nuestro propio idioma), pero también el Espíritu de Dios nos impulsa a
orar hablando en lenguas como se nos dice en Judas 1:20 “…orando en el Espíritu
Santo”.

De igual forma, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad “… pues


qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos indecibles (Romanos 8:26). Oramos en el Espíritu hablando
en lenguas, pero también gemimos porque el Espíritu intercede por nosotros. Muchas
veces hay en nuestra oración un gemir indecible (del griego alaletos que significa
inexpresable) mezclado con llanto sin expresión ni palabra, un gemir en el espíritu,
pero en ese gemir también aparecen de pronto las lenguas siendo una comunicación
sobrenatural con nuestro Dios.

13
En 1 Corintios 14:15 se nos dice: “…cantaré con el espíritu”, el contexto en el
cual está hablando el apóstol Pablo, esto se refiere a cantar en lenguas. De igual
manera, se bendice “en el espíritu…” (v16), pero es para edificación del que habla en
lenguas, por lo tanto, podemos decir que el hablar en lenguas es para edificación del
creyente.

Entre los dones del Espíritu Santo, tenemos el don de interpretación de lenguas,
y a este don se refiere Pablo cuando dice “…pida en oración poder interpretarla…”
(v13), “…para que la iglesia reciba edificación” (v5), lo cual nos lleva a decir que
el don de lenguas cuando existe interpretación es para edificación de la iglesia.

Quizás no se aborda en este documento todo lo relacionado al hablar en lenguas


pero sí lo básico para poder comprender el uso del hablar en lenguas según la
escritura y la forma como Dios usa el miembro más indomable del cuerpo para su
gloria (Santiago 3:8).

14
Capítulo 6: Las lenguas son impartidas por el Espíritu
Santo y nunca aprendidas como algunos argumentan.
En Marcos 16:17 se nos dice: “Y estas señales seguirán a los que creen: En
mi nombre...hablarán nuevas lenguas”, esto fue lo que lo que sucedió el día de
pentecostés “…comenzaron a hablar en otras lenguas…” (Hechos 2:4) "Porque en
lengua de tartamudos, y en lengua extraña hablará (Dios) a este pueblo" (Isaías
28:11), siendo esta la señal de que hemos recibido el Espíritu Santo.

En el libro de 1 de Corintios 13:8 dice: "...y cesarán las lenguas...". Hay quienes
malinterpretan este texto diciendo que las lenguas se terminaron al finalizar el nuevo
testamento. Este versículo está en tiempo futuro y además, aquí el apóstol Pablo no
solo menciona las lenguas, sino también las profecías y la ciencia. En el verso 10 del
mismo capítulo, Pablo escribió: "Mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en
parte se acabará." Entonces no habrá necesidad de ciencia, ni profecías, ni de
lenguas. Mientras tanto, la iglesia necesita de todos los dones del Espíritu Santo (1 de
Corintios 12:4-10).

Algunos argumentan que las lenguas de Hechos y 1 Corintios 12-14 son lenguas
aprendidas y conocidas por los que las hablaron; sin embargo, el contexto de 1
Corintios 14 nos enseña que los idiomas que Pablo estaba mencionando eran
desconocidos, pues se nos dice que “nadie le entiende… por el Espíritu habla
misterios” (v2); además, Pablo nos dice que quien habla lengua extraña pida a Dios
poder interpretarla (1 Corintios 14:13). ¿Por qué pedir a Dios poder interpretar si era
un lenguaje conocido por quien lo hablaba? Las lenguas eran desconocidas para el
hablante y eran impartidas sobrenaturalmente por el Espíritu de Dios.

15
Capítulo 7: ¿Es necesario recibir el Espíritu
Santo?
Quizás en este escrito no se aborde todo lo que implica recibir el Espíritu
Santo, pero mencionaré algunos puntos a considerar a cerca de la importancia del
Espíritu Santo para nuestra salvación.

Al principio mencionábamos que Jesús le dijo a Nicodemo “…que el que no


naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). El
versículo 6 habla de la diferencia entre nacer de la carne “y lo que es nacido del
Espíritu”, y el verso 8 nuevamente repite: “… Todo aquel que es nacido del
Espíritu…”; es decir, que repitió tres veces lo mismo y, sin duda alguna, nosotros
como creyente debemos experimentar ese nacer del Espíritu. Nacemos en el espíritu
y somos adoptados como hijos de Dios al recibir el Espíritu Santo “…por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15).

El nuevo nacimiento está completo solamente cuando se recibe el Espíritu


Santo, es decir, que el bautismo en agua por inmersión en el nombre de Jesucristo
(nacer de agua) es una parte importante para ser salvo, pero se necesita recibir el
Espíritu Santo para entrar en el reino de Dios. De igual forma, podemos recibir el
Espíritu Santo, pero necesitamos el bautismo en el nombre de Jesús. Esto es nacer
de nuevo.

Es necesario para la redención de nuestro cuerpo

Efesios 4:30 dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el


cual fuisteis sellados para el día de la redención”, en otras palabras, el Espíritu
Santo, es el sello que nos brinda la seguridad de que Dios nos dará nuestra
herencia hasta el día de la redención.

Cuando se habla de la redención del cuerpo nos referimos a que “…todos


seremos transformados” (1Corintios 15:51). Si estamos muertos seremos resucitados
y si estamos vivos seremos arrebatados (1 Tesalonicenses 4:16-17), pero en ambos
casos seremos transformados. Esta es la esperanza de la iglesia por lo cual el apóstol

16
Pablo dice “…alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1Tesalonicenses
4:18).

Nuestro cuerpo es esa “…morada terrestre, este tabernáculo…” (2 Corintios


5:1), pero también se nos dice que “…gemimos, deseando ser revestidos de aquella
nuestra habitación celestial” (2Corintios 5:2); y Pablo sigue diciendo: “…los que
estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser
desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida” (v4). El
apóstol nos declara su deseo de dejar este cuerpo terrenal para ser revestido de uno
celestial mediante una transformación.

El cuerpo de Jesús sería transformado (glorificado)

En la fiesta de los tabernáculos se nos dice que “…Jesús no había sido aún
glorificado” (Juan 7:37), dando a entender que al resucitar sería transformado y
tendría un cuerpo glorificado, pues “…el Cristo había de padecer, y ser el primero de
la resurrección de los muertos…” (Hechos 26:23).

El cuerpo de Jesús no vio corrupción (Hechos 13:35,37), su cuerpo no se


descompuso. De igual forma “…su alma no fue dejada en el Hades…” (Hechos 2:31),
es decir, que la separación de su cuerpo físico fue por poco tiempo ya que “…era
imposible que fuese retenido…” (v24) siendo glorificado en la resurrección al tercer
día de su muerte.

El cuerpo de Jesús, después de la resurrección podía ser tocado pues a


Tomás le dijo: “…pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en
mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27).

También Jesús dejo bien claro que seguía manifestándose en un cuerpo físico,
pero glorificado o transformado al decir: “…porque un espíritu no tiene carne ni hueso,
como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). Recordemos que todavía Jesús debe venir a
reinar por mil años a la tierra y lo hará con ese cuerpo resucitado.

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Jesús se mostró con un cuerpo físico pero cambiado, incluso se puede decir
que fue liberado de algunas limitaciones o leyes a las cuales estamos sujetos. Por
ejemplo, Jesús apareció a sus discípulos estando las puertas cerradas (Juan 20:19;
Lucas 24:36). En Lucas 24:18-31 desapareció repentinamente. Tenía la capacidad de
comer (v41-43), sin embargo no quiere decir que necesitaba hacerlo. Jesús se
mostraba en un cuerpo físico pero no como el de antes de la resurrección. El cuerpo
de Jesús fue glorificado y ya no tiene las mismas limitaciones de la humanidad.

En Colosenses 2:9 se nos dice que “…en él habita corporalmente toda la


plenitud de la Deidad”, en tiempo presente ya que el cuerpo de Jesús glorificado
contiene toda la plenitud de Dios.

Seremos transformados por su Espíritu que mora en Nosotros

Lo expuesto anteriormente es importante porque la escritura nos dice que


Jesucristo “…transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea
semejante al cuerpo de la gloria suya…” (Filipenses 3:21), y “…sabemos que cuando
él se manifieste, seremos semejantes a él…” (1Juan 3:2).

Si morimos hay una separación momentánea del cuerpo, pero en la


resurrección nuestros cuerpos transformados pasan a ser nuestra morada celestial de
la cual habló el apóstol Pablo (2Corintios 5:2). Por tal razón, cuando la Biblia dice que
“…la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios…” (1 Corintios 15:50)
nunca se refiere a que nuestro cuerpo no hereda el reino de Dios, más bien quiere
decir que “…es necesario que esto corruptible, se vista de incorrupción, y esto mortal
se vista de inmortalidad” (v53). También es importante entender que “…No todos
dormiremos, pero todos seremos transformados” (1Corintios 15:51), pues en el
arrebatamiento también ocurre la transformación de nuestro cuerpo.

En este cuerpo glorificado vendrá la iglesia a reinar con Cristo mil años a la
tierra y será un cuerpo físico visible pero transformado. La escritura dice que seremos
como los ángeles (Mateo 22:30).

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En Romanos 8:23, Pablo habla de “…la redención de nuestro cuerpo”,
refiriéndose al día en que Cristo venga por su iglesia. En el versículo 11 lo dice en
forma más clara: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora
en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Es el Espíritu Santo el que
transformará este cuerpo mortal cuando Jesús venga por su iglesia.

“…No todos dormiremos, pero todos seremos transformados…en un momento,


en un abrir y cerrar de ojos… los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros
seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad” (1Corintios 15:51-53). Los
versículos anteriores nos enseñan que seremos transformados, pero es necesario
recibir el Espíritu Santo porque “…si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.

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Conclusión

Es necesario estar claro de lo que significa recibir el Espíritu Santo, pues


implica estar conscientes de que es parte de los requisitos indispensables para
nuestra salvación ya que como dice el apóstol Pablo “…Jesucristo está en vosotros, a
menos que estéis reprobados…” (2 Corintios13:5), pero que bueno que hemos sido
sellados para el día de nuestra redención.

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