Sei sulla pagina 1di 1

EL EVANGELIO EN CRISIS

El movimiento evangélico en América Latina se encuentra en crisis. De esto no cabe duda. Etimológicamente el
término griego krisis es la misma palabra en español: crisis. Pero en el griego bíblico, no significa acabarse o
desaparecer, sino juicio que se emite sobre algo. Hoy decimos que un negocio está en crisis cuando está al punto de
quebrar. Pero en el sentido original de la palabra juicio, un negocio está en crisis en cada auditoría que se le practica
porque se viene a juzgar lo que se ha hecho. Así la palabra hebrea “día del juicio” en la Septuaginta, se traduce con
la frase griega “el día de crisis”. Una auditoría puede dar resultados positivos, si las cuentas están claras, o
resultados negativos, si es todo lo contrario. De esta manera el movimiento evangélico en América Latina se
encuentra en crisis. A la iglesia le ha llegado la hora de hacer una auditoría. Estamos en un momento de crisis;
tenemos que detenernos a juzgar, evaluar quiénes somos, qué creemos y cuál es nuestra función en la sociedad de
hoy.

¿Por qué estamos en crisis? Porque hay mil movimientos extraños que han surgido en nuestro seno. Estamos en
crisis porque nos dividimos más rápidamente de lo que nos multiplicamos, justificando esta situación al confundir
la división con la multiplicación. Estamos en crisis porque muchos han tomado el evangelio como modo de
ganancia valorando todo aquello que el apóstol Pablo estimaba como pérdida y estiércol. Estamos en crisis porque
por todas partes surgen nuevos movimientos religiosos que parecen apartarse de lo que la iglesia ha predicado a
través de los siglos.

¿Con qué medida hemos de medir? ¿Con qué regla hemos de juzgar? El tema que nos ocupa es el de los
fundamentos bíblicos y teológicos que hemos de emplear para juzgar, y discernir entre los muchos nuevos
movimientos que aparecen a nuestro derredor casi a diario. Para ello debemos adentrarnos a las doctrinas
fundamentales de la fe cristiana. Y aunque decimos movimientos nuevos, para la iglesia no lo son porque a lo largo
de su historia de 2000 años, los ha venido enfrentando vez tras vez. A muchos los ha rechazado como heréticos y a
otros los aceptó como movimientos reformadores que la enriquecieron y renovaron, pero siempre se evaluó si los
movimientos amenazaban los elementos centrales de la fe cristiana o no. Al mismo tiempo, evaluar nunca fue fácil
como la historia lo muestra, cuando en el siglo XVI la iglesia declaró hereje a Lutero, también Lutero lo hizo con la
iglesia. Poco después, los luteranos y los calvinistas se declararon herejes mutuamente. Más tarde, los calvinistas y
los arminianos se declararon herejes mutuamente. Esto quiere decir que distinguir entre lo herético y lo que no lo
es, no es sencillo y por ello debemos hacerlo con temor y paciencia a cada paso,

Entendiendo que siempre existe la posibilidad de que nos equivoquemos e interpretemos mal algún concepto. Sin
embargo y a pesar de lo difícil, la tarea es necesaria porque somos guardianes del la fe, de lo contrario seríamos
como “niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error,” Efesios 4:14. Debemos obedecer el mandamiento de Dios
en Tito 1:10-11: “Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de
la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia
deshonesta lo que no conviene.”

Recordemos que la verdad de Dios sólo a él pertenece. Nuestra tarea ineludible es servir a la verdad de Dios no
en pretender poseerla completamente y mucho menos en dominarla y manejarla. No tenemos un sistema filosófico
y teológico que nos expliqué todo, que nos permita juzgar todo, pero sí podemos y sí debemos juzgar. Y si tenemos
que juzgar, hemos de juzgar las doctrinas de esos movimientos, el modo en que entienden el cristianismo; y a eso
todos los hijos del Dios eterno estamos llamados. Recordemos también la exhortación que Judas nos hace en los
versos 3 y 4 Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido
necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.
Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta
condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único
soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.
Por Justo L. González. Adaptación del libro “No Creáis a Todo Espíritu” por Carlos Astorga

Este material fue tomado del Boletín dominical de la Iglesia Bíblica Unidos en Cristo (IBUC) en Monterrey, NL, Méjico.

Usado con permiso

ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.

Potrebbero piacerti anche