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Nelson Rojas Juicio-pauta teológica

El juicio como concepto en el Evangelio de Juan es polisémico, podemos señalar dos


macro-nociones: por un lado, Juan presenta entre líneas a lo largo de su evangelio una
escena de juicio muy similar al juicio romano de inicios del imperio, sincrónico al
contenido y redacción del evangelio; por otro lado, Juan presenta a Jesús como el eje
alrededor del cual se desarrolla el juicio divino.
El Evangelio se desarrolla presentando pruebas en un caso de juicio, el escenario del juicio
es evidentemente romano, no así, el sistema legal bajo el cual se acusa y juzga es en parte
veterotestamentario y en parte romano, todo a beneficencia de los litigadores que se hacen
también jueces. Jesús es en principio acusado según el derecho veterotestamentario,
trasgrede el día de reposo y además se hace igual a Dios, esta acusación proviene de su
identificación como Hijo de Dios, para este punto el asunto del juicio ha escalado, no solo
se pone en duda el mesianismo de Jesús sino su supuesta naturaleza divina.
Dentro de la narración son los “judíos” lo que actúan como tribunal colegiado, sin embargo,
fuera de la narración, Juan estimula a los lectores a ser un nuevo tribunal que no solo
juzgará las afirmaciones de Jesús, sino que posteriormente juzgará el maleficio existimibat
(prevaricato), como actio doli.
Así pues, en Juan se puede ver toda una trama: los judíos acusan a Jesús, ellos mismo
actúan como juzgado y deciden acusarlo y condenarlo a muerte, sin embargo, no teniendo
el derecho legal para ejecutar el juicio apelan al prefecto de la provincia, pero, ellos ya han
actuado como juzgado, menoscaban las autoridades legales del prefecto, quien a pesar de
intentar seguir el procedimiento legal (no siendo Jesús ciudadano romano), termina
actuando como un verdugo más que un prefecto. Sin embargo, durante todo este desarrollo,
el panorama litigador ha cambiado.
Para cuando Jesús ha sido crucificado, se ha mostrado que Jesús probó sus afirmaciones
antes de morir, las pruebas existían y existían públicamente, aun así, los judíos procedieron
con actio doli¸ condenado a Jesús a muerte, de manera que ahora los lectores de Juan
fungen como un nuevo tribunal colegiado que condena a los antiguos litigadores, que no
solo se hicieron jueces, sino que hicieron un juicio injusto actuando con actio doli. Jesús es
entonces tanto inocente de las acusaciones como verás en sus afirmaciones. Cabe señalar
que constantemente los judíos están violando la ley veterotestamentaria, ejemplo es su
afirmación en 19:15 “no tenemos más rey que el cesar” que contrasta con Deuteronomio
17:15 “No pondrás por rey sobre ti a un extranjero, sino a quien el Señor tu Dios escoja”
Paralelo al desarrollo de esta escena se desarrolla el juicio divino, estrechamente ligado con
el concepto de la justicia de Dios.
Juan comienza presentado un panorama conocido “Ἐν ἀρχῇ” sin embargo luego va a
presentar un contraste notable, mientras que en Génesis Dios se paseaba por el jardín a la
vista de los hombres, aquí el mundo está en tinieblas, la Luz desciende al mundo, pero el
mundo no la reconoce. El panorama es entonces así: la maldad del mundo distancia al
hombre de Dios, hay una ruptura de la comunión, el mundo vive en las tinieblas de la
maldad, cegado por sus pecados, ignorante a Dios, cuya relación ha sido dañada.
Nelson Rojas Juicio-pauta teológica

Jesús es entonces enviado para cumplir la justicia de Dios, es decir, la reconciliación de la


unidad quebrantada por el hombre, en términos más veterotestamentarios, quitar el pecado
de en medio. Para este fin Juan 3:16-21 tiene una función programática, que presagia los
eventos por venir.
En el capítulo 5 Juan amplía la visión de la justicia de Dios en Jesús, por un lado, amplía la
justicia a una visión escatológica, por otro lado, presenta claramente el binomio de la
justicia de Dios, vivificación-condenación. La escena aquí en el capítulo 5 es desgarradora,
aquí está el pueblo de Dios en el templo de Dios con la ley de Dios, en ese panorama Jesús
se hace presente y ¡Dios es rechazado!
Llegamos así al capítulo 9, Jesús ha dicho que él no ha venido para juzgar al mundo, pero
ahora dice “yo he venido para juicio…” En primer lugar, quisiera señalar que el término
κρίμα si bien puede entenderse como juicio (emitente de sentencia) y condenación, también
puede entenderse como sentencia.
En segundo lugar es imperativo ver que el capítulo 9 refleja profundamente el diálogo
intertextual que Juan maneja con el A.T. Desde el cantico de Ana,1 se perfila un concepto
que se trata ampliamente en Isaías 40-46, texto en el cual se ve claramente una matriz
generadora de los capítulos 9 y 10 como mínimo.
Estos capítulos presentan ya una serie de ideas que Juan trata: ceguera, permanencia del
pecado, justicia y juicio, perdón y libertad, reunión de los dispersados y Jesús como pastor,
etc. Estos temas ya han sido tratados ampliamente en el A.T.
Isaías 46:11b dice “En verdad he hablado, ciertamente haré que suceda, lo he planeado, así
lo haré”, una consigna que no es sui generis, así pues, cuando Jesús dice “εἰς κρίμα ἐγὼ εἰς
τὸν κόσμον τοῦτον ἦλθον” no debemos entender “he venido para ejecutar un juicio sobre
sus acciones” sino que debemos leer “he venido para cumplir la sentencia ya dictada” ¿Cuál
sentencia? La de ejecutar juicio.
Llegamos así a los capítulos 12 y 16 donde se expresa el juicio ejecutado por Jesús, el
juicio que ha ejecutado Jesús sigue el concepto de justicia veterotestamentaria, él ha
quitado el pecado, ha cumplido la sentencia anunciada, y así la situación que había
dominado a la humanidad de separación entre el logos y la humanidad, ¡ya no es en el
Cristo!
Jesús ha quitado el pecado que gobernaba este mundo, la luz ha iluminado en las tinieblas,
los ciegos ahora ven y Cristo ha estado reuniendo a sus ovejas, y ahora los que creen en
Jesús se han integrado a la unidad, la unidad trinitaria, es entonces esta restauración de una
intimidad que otrora fue dañada, el concepto culminante del juicio y la justicia de Dios.
Solo resta mencionar brevemente la dimensión escatológica del juicio, que, si bien en
ocasiones puede ser difusa, deja dos cosas claras, Jesús ejecutará un juicio en la

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1 Samuel 2:1-11; especialmente el versículo 10 que varía profundamente entre el texto hebreo y la LXX,
esta última presenta una variante más relevante.
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resurrección, sea para vida o para muerte, y este juicio no se hará con base en obras buenas
y malas, aquí es el todo o nada, es la aceptación o el rechazo de Jesús como mesías y, como
Dios hecho carne. Si no se da esta aceptación, la ley y la palabra anunciada por Jesús
testificarán en contra de los que rechazaron, y el mismo Jesús que hizo justicia venciendo al
príncipe de este mundo, culminará su obra de purificación del pecado en el mundo, pues los
hombres que amaron más las tinieblas que la luz desaparecerán junto con las tinieblas a las
que amaron.
De ahí la importancia que para Juan tiene el amor, no solo en el evangelio sino en sus
cartas, a esto me limitaré como conexión con las cartas, el amor para Juan no es una
cursilería que permite sonreír en la comunidad, el amor es el todo o nada, o has recibido el
amor de Cristo y amas a los otros, porque estás en la luz, o has amado más las tinieblas y
vas a condenación. El amor para Juan es el meollo práctico del asunto, ¿cómo sabemos que
hemos pasado de tinieblas a la luz? Porque guardamos sus mandamientos, el amarnos los
unos a los otros, con un amor que solo podemos dar estando en la unidad divina.

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