Sei sulla pagina 1di 14

Teología Latinoamericana

Angel Luis RECUENCO QUITORÁN

La “Opción preferencial por los pobres” como elemento


fundamental y garantía de fidelidad de la Iglesia en el
pensamiento de Gustavo Gutiérrez.

Trabajo presentado al profesor


Fredy Parra

SANTIAGO DE CHILE, 06 de junio del 2019

1
ÍNDICE:

INTRODUCCIÓN

I. LA “OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES” EN GUTIERREZ p.3

1.1.Acercamiento a los conceptos de “pobreza” y “pobre” p.4

1.2.La estrecha relación entre Dios y el pobre p.5

II. UNA “IGLESIA DE LOS POBRES” p.6

2.1.La Sacramentalidad de la Iglesia desde la perspectiva de la liberación p.6

2.2.La praxis concreta de liberación como signo de la Iglesia “Sacramento de Salvación” p.7

2.3.La Iglesia que se deja evangelizar por los pobres p.8

III. IMPLICANCIAS DE LA “OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS p.9

POBRES” DE LA IGLESIA

3.1.Una relación renovada entre teología y vida p.9

3.2.Una relación renovada entre Iglesia y mundo político p.9

IV. CONCLUSIÓN p.11

2
INTRODUCCIÓN

Para comenzar esta introducción, me permito una licencia poco común en un trabajo de
investigación académico: usar la primear persona. Y es que el contacto con los planteamientos
de las Teologías de la Liberación (en especial la que se hace desde la praxis histórica y desde
la praxis de los pueblos latinoamericanos) ha significado, en mi camino personal (tanto
académico como vocacional) una oportunidad de replanteamiento de mi propia concepción de
la teología y de la praxis pastoral.

Esta ha sido la primera motivación para abordar a un autor que, en mi contexto, es signo de
contradicción: Gustavo Gutiérrez. Admirado por unos, y satanizado por otros, no se le puede
dejar de reconocer el haber sido parte (muy importante, por cierto) de una generación de
teólogos que, enamorados de la teología (estoy convencido) y, sobre todo, del Cristo del
Evangelio, del Cristo del Reino, no pudieron continuar concibiendo el ejercicio teológico como
un ejercicio meramente especulativo. Y es que todo en la Iglesia conlleva acción (interna o
externa) porque Dios mismo está en acto perpetuo.

Reconociendo que uno de los aportes más importantes de estas teologías es el considerar los
conceptos de pobreza y pobre como parte fundamental de su epistemología, y comulgando con
la constatación de Gutiérrez de que, en la contemporaneidad, nos encontramos insertos en un
mundo pobre 1, he asumido como inquietud, y planteado como tema la Opción preferencial por
los pobres como elemento fundamental y garantía de fidelidad de la Iglesia en el pensamiento
de Gustavo Gutiérrez, y esto con la finalidad de profundizar en esta noción y en su importancia
para hablar de una Iglesia fiel a su origen, a la voluntad de su Fundador. Y no solo eso: el
también constatar cómo la categoría de pobreza se halla en el fundamento de una comprensión
de Iglesia auténticamente cristiana, desde la convicción de que esta categoría es asumida de
manera paradigmática por Cristo mismo.

Este análisis de la categoría será hecho desde la complementación bibliográfica de cuatro obras
del autor mencionado: Teología de la Liberación: Perspectivas, como obra bandera del autor;

1
Gustavo Gutiérrez, Densidad del presente: Selección de artículos (Lima: Instituto Bartolomé de las Casas,
1996), 150.

3
La verdad nos hará libres; Densidad del presente: Selección de artículos; y, por último, La
Fuerza histórica de los Pobres, monumento, a mi entender, de interpretación evangélica.

I. LA “OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES” EN GUTIÉRREZ


1.1.Acercamiento a los conceptos de pobreza y de pobre.

Ya en su conocido libro, Teología de la Liberación, Gutiérrez dedicaba un importante apartado


al tema de la pobreza, clarificando ambigüedades y explicitando su raíz bíblica y el sentido
mismo del término dentro del propio pensamiento. Sin llegar a definirla todavía, pero dando un
importante paso en comunión con la Tradición de la Iglesia, al hablar de cómo el Concilio
Vaticano II había tocado el tema de la pobreza sin, según su perspectiva, tener una repercusión
decisiva, el autor llega a decir que la pobreza es “una ineludible y necesaria condición en el
2
camino de santidad”. El aporte sustancial desde esta mirada radica, en primer lugar, en una
constatación de cómo el término pobreza ha sido interpretado de diversa manera a lo largo del
tiempo, suscitando ambigüedades: desde la pobreza en sentido material, tanto al nivel de la
carencia concreta (pobreza material, concepto en constante evolución con añadidos culturales,
sociales, educativos y políticos) como en su consideración como ideal de vida (desde el
cristianismo), lo cual crea superposición de lenguajes y poca claridad en relación a la aspiración
humana natural, hasta la pobreza como consejo evangélico, ante la que se suscita la pregunta
de si, como ideal de vida y vocación, está sugerida para “unos cuantos” (los llamados a la vida
consagrada) o para todo cristiano. 3

Haciendo síntesis, el autor define la pobreza (y al pobre, por extensión), desde el aporte bíblico,
de tres maneras, las cuales serán usadas, de acuerdo a contexto, en el siguiente trabajo: en primer
lugar, la pobreza material como situación contraria al designio salvífico de Dios y a la presencia
del Reino (desde su ser contradictoria tanto con la ley mosaica –que defiende al pobre– como
con el designio inicial del Génesis, que refiere al hombre hecho a imagen y semejanza de Dios);
el segundo lugar, la pobreza espiritual como respuesta evangélica a la situación del mundo con
una apertura total del ser a la acción y presencia de Dios en el mundo y como esperanza
escatológica que proclama bienaventurados a los pobres (Cfr. Mt 5,1) porque su liberación ya

2
Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación: Perspectivas (Lima: CEP, 1971), 352.
3
Ibíd., 353-356.

4
ha comenzado 4; y en tercer lugar (y el que más nos importa) la pobreza entendida como opción
voluntaria que, en analogía teológica con el anonadamiento de Cristo, extremadamente
solidario con el ser humano, se toma “como un compromiso de solidaridad con los pobres, con
aquellos que sufren miseria e injusticia, a fin de testimoniar del mal que éstas – frutos del
pecado, ruptura de comunión – representan” 5, a la par que también se la concibe como protesta
evangélica: “No se trata de idealizar la pobreza sino, por el contrario, de asumirla como lo que
es: como un mal; para protestar contra ella y esforzarse por abolirla”. 6 Así, la pobreza concebida
como llamada de Dios responde, de acuerdo al autor, a esta tercera concepción.

1.2.La estrecha relación entre Dios y el pobre

Ya en el texto anterior, en cierta manera, al definir pobreza desde la perspectiva bíblica, nos
hemos topado con ese Dios que, en el testimonio de los profetas, lucha y protesta contra su
pueblo en vistas de la protección y redención del pobre. Partimos del hecho de que existe, en
verdad, una estrecha relación entre Dios y el pobre, relación que podemos caracterizar de la
siguiente manera, a la luz de lo profundizado por Gutiérrez: es una relación histórica, real,
manifiesta y reflejada en la historia del pueblo de Israel; es una relación, en cierto modo,
parcializada hacia él (el pobre), esto es, con una tendencia específica, no neutra, y esa tendencia
es hacia la liberación del hombre y el establecimiento de la justicia y el derecho; es una relación
firme, que puede establecerse en los términos de alianza y fidelidad, en la que el respeto del
pobre y su liberación se tornan en los indicadores de una verdadera justicia; es una relación en
crecimiento, en la medida en que necesita ser mejor comprendida en cada tiempo histórico y a
la luz del acontecimiento salvífico; es, por último, una relación encarnada en una Persona
concreta, Cristo, en quien Dios decide hacerse pobre para los pobres, y así ser verdadero
Liberador del hombre desde la pobreza y el anonadamiento. 7 No puede pedirse más intensidad
en una relación: Dios mismo, deseoso de liberar a su creatura de la pobreza entendida como
carencia de lo necesario para vivir (integralmente), la asume como el modo en que muestra al
hombre la presencia de Dios. el autor lo resume de manera magistral:

4
Gutiérrez, Teología de la Liberación, 367.
5
Ibíd., 370.
6
Ibíd.
7
Gustavo Gutiérrez, La Fuerza histórica de los pobres (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1982), 13-22.

5
El núcleo del mensaje bíblico está, lo habíamos recordado, en la relación Dios-pobre.
Jesucristo es precisamente Dios hecho pobre porque esa fue la vida humana que
asumió y a partir de la cual lo reconocemos como Hijo del Padre. Fue pobre porque
nació en un medio social de pobreza, porque escogió vivir con los pobres, porque
dirigió su evangelio preferentemente a los pobres, porque lanzó invectivas contra los
ricos que oprimían y despreciaban a los pobres, porque ante el Padre fue un pobre
espiritual. 8

Desde la perspectiva de Gustavo Gutiérrez, es necesario, entonces, para ser fiel a la Alianza de
Dios, hace la misma opción que Él hizo: la opción por la justicia y el derecho, la opción por la
realización del hombre, se torna en una opción por aquellos a quienes les resulta más difícil el
alcanzar la voluntad de Dios.

II. UNA “IGLESIA DE LOS POBRES”


2.1.La sacramentalidad de la Iglesia desde la perspectiva de la liberación

Para poder hacer alusión a la sacramentalidad de la Iglesia desde la liberación, es necesario


establecer como precisión que, en consonancia con el pensamiento del autor, se entiende
liberación como un proceso integral que abarca tres niveles: el de las aspiraciones y las luchas
de los oprimidos, el del camino del hombre por la historia en busca del propio destino, y el de
la liberación del pecado como origen de la no-comunión del hombre con Dios. 9

Y es importante hablar de este concepto, pues el autor parte de una constatación concreta,
resumida en una corta frase: estamos en el tiempo de “un mundo pobre”. 10 El llamado de Dios
a su Iglesia a vivir una verdadera pobreza espiritual en clave de solidaridad y protesta se
complementa con una noción resucitada por el Concilio Vaticano II: el de la Iglesia como
sacramento de Salvación. Gutiérrez no se cuestiona esta noción, ni profundiza excesivamente
en lo que ya desde la teología sabemos en relación a la profundidad de esta expresión, pero sí
introduce en la noción, desde el análisis que hace de la realidad eclesial latinoamericana y del
aporte que supuso la Conferencia de Medellín, la riqueza de su forma de entender los conceptos
de “pobreza” y “pobre”. Para Gutiérrez, el que la Iglesia sea sacramento de salvación la
compromete directamente con los pobres y con la pobreza: en primer lugar, porque es capaz de
ver en ellos el rostro de su Señor pobre (citando el n° 8 de la Lumen Gentium), y en segundo

8
Gutiérrez, La Fuerza histórica de los pobres, 24.
9
Gutiérrez, Teología de la Liberación, 58-59.
10
Gutiérrez, Densidad del presente, 150.

6
lugar, porque reconoce que esta sensibilidad especial por los pobres no le viene de una
sensibilidad especial (y exclusiva) por lo social, sino que tiene una raíz evangélica genuina, ya
que en los pobres se encarna la pobreza del mundo. 11 Así, la liberación de la pobreza que, como
dijimos arriba, es un proceso que implica el compromiso de apertura activa a la acción de Dios
en la historia por parte de aquellos que luchan contra ella, se enmarca en la noción más global
de salvación, la salvación de Cristo. 12

2.2.La praxis concreta de liberación como signo de la Iglesia “Sacramento de


Salvación”

Ya en 1971, Gutiérrez, al referirse al carácter sacramental de la Iglesia, entendiendo ésta en


clave de misterio como manifestación y cumplimiento del designio de salvación, habla de cómo
esta autoconcepción se traduce en acciones concretas, tanto ad intra como hacia afuera. Una
primera acción, en esta clave, sería el esfuerzo concreto de depurar las propias estructuras, en
función de que ellas transparenten el mensaje de Cristo. Como consecuencia, está la necesidad
de romper con la injusticia presente en el orden social actual, signo de que la iglesia no puede
estar de parte de aquello que significa opresión para aquellos hacia los que hace opción
preferencial. 13 Esto parte de la conciencia renovada del cristiano de que la vivencia de su fe se
da en un contexto concreto, en el cual puede percibir la injusticia y la lucha del pobre ansioso
de liberación. Ciertamente, en el apartado dedicado a la praxis de la liberación, se nota la
acentuación sobre la lucha de clases, y cómo la opción cristiana implica, para el autor en este
tiempo concreto, una opción por una clase y contra otra. Pero se percibe como gran aporte la
distinción que hace sobre los distintos niveles de compromiso con la lucha por la liberación que
cada cristiano hace de acuerdo a su contexto y al propio discernimiento. 14 Esta opción por los
pobres es, entendida de manera correcta, opción por Cristo mismo, por creer en Dios. En mismo
autor lo dice de manera magistral: “Hay que obrar en la verdad, nos dice san Juan, y es que esa
verdad es amor. Vivir el amor es afirmar a Dios. Creer en Dios no es limitarse a sostener su
existencia, creer en Dios es comprometer su vida con él y con todos los hombres. Tener fe es
salir de uno mismo y darse a Dios y a los otros.” 15 En otras palabras, mucho más sintéticas: “La

11
Gutiérrez, Densidad del presente, 153-154.
12
Ibíd., 154.
13
Gutiérrez, Teología de la Liberación, 320-323.
14
Gutiérrez, La Fuerza histórica de los pobres, 52-54.
15
Ibíd., 79.

7
verdad para el hombre contemporáneo se veri-fica, se hace. Un conocimiento de la realidad que
no lleva a la modificación de ella, es una interpretación no verificada, no hecha verdad.” 16

2.3.La Iglesia que se deja evangelizar por los pobres

Así, el verdadero cristiano, el verdadero hombre de Iglesia es, según nuestro autor, un hombre
en quien la gratuidad del amor de Dios y la exigencia que éste supone hacen común unión. Para
Gutiérrez, una concreción de esto en el evangelio es la existencia de dos enfoques
complementarios de uno de los textos más importantes de los evangelios: las Bienaventuranzas:
se niega a pensar que en Mateo pueda haber una espiritualización de las Bienaventuranzas;
antes bien, coloca su enfoque, que hace más notorio lo ético de la exigencia que nace de la
experiencia de gratuidad de Dios, como complemento del más explícito de Lucas, que hace
notar el amor preferente de Dios por los que viven en pobreza. 17 Entonces:

El desafío de la pobreza le viene a la Iglesia a partir de la situación actual, pero más


profundamente le viene de Dios mismo. Las beinaventuranzas más que un texto sobre
el pobre son una revelación acerca de Dios y su amor gratuito. Como lo señaló Puebla
con claridad, ese amor expresado en la obra del Hijo es la razón por la cual “los pobres
merecen una atención preferencial, cualquiera que sea la situación moral o personal en
que se encuentran” (n. 1142). 18

Ahora, luego de hacer énfasis en por qué la Iglesia querida por Cristo es Iglesia de los pobres
(tal cual lo expresan tanto el CVII como las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla) 19,
el autor sostiene también que los pobres, a la par de ser sujetos preferentes (y no de manera
excluyente ni sectarizante) del Evangelio, también son lugar en el que la Iglesia misma es
evangelizada, en la medida en que es capaz de darse cuenta de, por lo menos, dos cosas:
primero, que el Evangelio no es algo que se pueda vivir a medias, y que la radicalidad de la
liberación anunciada por el mismo Cristo solo se puede ver en su radicalidad al contemplar la
situación del pobre; y segundo, de la presencia real de Dios en el corazón de cada hombre, y en
especial de los pobres, desde donde “exige una actitud de confianza en Él, de acogida a su
palabra, a su Hijo (…)”. 20 Es desde todos estos presupuestos que podemos entender cómo el

16
Gutiérrez, La Fuerza histórica de los pobres, 79.
17
Gustavo Gutiérrez, La Verdad os hará libres (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1990), 206-207.
18
Ibíd., 207.
19
Ibíd., 197.
20
Gutiérrez, La Fuerza histórica de los pobres, 30.

8
autor concibe el criterio de opción preferencial por los pobres como signo concreto de la
autenticidad de la Iglesia en el seguimiento de Cristo, en la vivencia y anuncio (activo, que se
realiza en la praxis) del Evangelio.

III. IMPLICANCIAS DE LA “OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES”


DE LA IGLESIA
3.1.Una relación renovada entre teología y vida

Otra implicancia concreta en el planteamiento del autor es la relación que existe entre teología
vida, relación a la cual le pone el nombre de teología desde la praxis. Así formula Gutiérrez la
definición de teología en el contexto propio contemporáneo, en el que se halla un punto de
partida en el que realizar una reflexión teológica. Esto se sintetiza en la definición del autor de
teología en el contexto contemporáneo: “(…) la teología será una reflexión crítica desde y sobre
la praxis histórica, en confrontación con la palabra del Señor vivida y aceptada en la fe, una fe
que nos llega a través de múltiples y a veces ambiguas mediaciones históricas, pero que
rehacemos día a día”. 21 Esta concepción dinámica de la teología, que no deja de lado toda la
teología especulativa anterior, pero que la relaciona de una manera nueva de la realidad, desde
la cual reflexiona con sus presupuestos, y no tratando de forzar una explicación justificadora de
la misma colocando los presupuestos teóricos en un primer lugar epistemológico. No, según
esto no se entiende una colocación del pobre como fundamento epistemológico. El autor cuida
de dejar en claro que lo que conserva el primer lugar siempre es el Evangelio, pero no un
Evangelio aséptico y etéreo o netamente discursivo y especulativo, sino un Evangelio
encarnado en la historia, en los hombres que viven la pobreza, en un Hombre en especial que
también eligió ser pobre.

3.2.Una relación renovada entre iglesia y mundo político

Esta relación renovada parte de la comprensión del carácter púbico del mensaje y de la acción
de Jesús, y recae en una nueva compresión de lo político, a la luz del aporte de Metz, como
lugar propio de la libertad. 22 De ahí que no se debe entender, cuando se habla de teología
política, como teología politizante, ni comprometida con un determinado sistema político. La
teología política vendría a ser una respuesta al anhelo de libertad del hombre, que tanto a nivel

21
Gutiérrez, La Fuerza histórica de los pobres, 80-81.
22
Gutiérrez, Teología de la Liberación, 276-277.

9
personal (por el pecado) como social (por las estructuras sociales y políticas opresoras) se ve
subyugado y disminuido. Para esto, la renovada relación entre la Iglesia y el mundo político
debe, en primera instancia, respetar la distinción entre lo religioso y lo social, para después, y
luego de una recta comprensión de fe a la luz del Evangelio de Cristo, definir su acción concreta
en la política entendida tanto amplia (en clave de ejercicio de los propios derechos de
ciudadano) como estrictamente (entendida, por qué no, como partidismo). En palabras del
mismo Gutiérrez: “El nuevo tipo de relación a que se llegará de este modo, estará basado en la
carga crítica y liberadora del mundo social y de su proceso histórico, que posee el mensaje
salvador proclamado por Jesús”. 23

23
Gutiérrez, Teología de la Liberación, 279.

10
IV. CONCLUSIÓN

De más está repetir, en esta sección, lo tratado líneas arriba. Lo que se quiere en este apartado
es simplemente hacer resonancia del itinerario que puede plantearse a raíz de dos preguntas que
nacen en la lectura y en la elaboración de la investigación, desde una percepción e interpretación
totalmente propia de lo planteado por el autor: ¿Qué puede hacer una “Iglesia de los pobres”
por el mundo de hoy? ¿Qué puede hacer el mundo de hoy por una “Iglesia de los pobres”?

Por una cuestión de orden lógico, y basado en cierto modo en la historia misma de la Iglesia en
Latinoamérica, es más sencillo responder a la segunda pregunta. Además, el contexto hoy nos
permite partir fácilmente de la realidad. El mundo de hoy, a juicio personal, pero partiendo de
lo que el autor ha manifestado a lo largo de su obra en relación al concepto de pobreza y pobre,
básicamente nos desafía, y nos llama a la acción. Y es que ante la pobreza material, que no
puede dejar de ser considerada como una realidad contraria al plan de Dios, el corazón de la
Iglesia se conmueve, se siente interpelado, y esto se ha notado en tantos signos de santidad en
la Iglesia a lo largo de la historia. Me atrevería a decir que todos los carismas de la Iglesia
responden a la acción del Espíritu en ella que le abre el corazón a la interpelación del mundo.
El mundo de hoy también, desde esta perspectiva, protesta contra un modelo de Iglesia que, de
alguna u otra manera, aún subsiste. El autor habla de nuevas pobrezas 24 que van apareciendo
en el mundo contemporáneo, y este mismo mundo, en la actualidad, nos reclama cómo nosotros
hemos contribuido, de diversas maneras, a que estas nuevas pobrezas se acentúen: la excesiva
jerarquización de la Iglesia y los actuales abusos probados por parte de aquellos que debieran,
más bien, encarnar la lucha contra la opresión, tampoco puede sernos indiferente. No se puede
dejar de relacionar esto con una intelectualización de la fe, ante la cual justamente el autor
muestra una férrea oposición. Otra cosa que el mundo de hoy hace por la Iglesia es, en cierta
manera, colocarnos en nuestro lugar: en relación con lo anteriormente manifiesto, no podemos
dejar de ver en la creciente secularización del mundo, de la cual el autor habla también en sus
textos, un signo de esperanza para la Iglesia de hoy, y cuya síntesis se podría manifestar así: el
hecho de haber perdido poder ha ayudado a la Iglesia a discernir en torno a las formas abusivas
del uso del poder por parte de distintos agentes (incluyéndose) y tomar posición a favor de los

24
Gustavo Gutiérrez, «Hablar de Dios, en América Latina, desde los socialmente insignificantes», Revista
Latinoamericana de Teología (2005): 104-105.

11
que son oprimidos por estos abusos. Los fenómenos sociales de hoy en día nos invitan y ayudan
a la vez a tomar postura de manera radical por el Reino, sin ambigüedades. Por último (con la
conciencia de que no todo se puede abarcar en esta conclusión), el mundo también nos
compromete consigo, partiendo desde la aceptación de que, en la pobreza del mundo de hoy,
vemos reflejada también la pobreza de Cristo. Es más: “ambas” pobrezas pueden ser entendidas
como una sola, en la medida en que comprendemos teológicamente que Cristo optó no por ser
pobre “a secas”, sino por asumir la pobreza del mundo para poder liberar al mundo de su
pobreza. El mundo nos invita a hacer lo mismo que nuestro Señor: optar por la pobreza en clave
de solidaridad y protesta.

Ante la primera pregunta, tenemos como presupuesto todo lo que el autor ha manifestado sobre
la necesidad de hacer vida y acción la propia fe, si es que se quiere ser verdaderamente fiel al
mensaje evangélico, y así contribuir a la construcción del Reino de Dios hoy. Y para poder
responder a ello, también hace bien el ver la historia misma de la Iglesia, y pensar en lo que, en
líneas arriba, el mundo hace por la Iglesia. La Iglesia puede, en primer lugar, comprometerse,
tanto a nivel especulativo-teológico como práctico-pastoral, con la realidad de la pobreza,
siempre partiendo del principio epistemológico fundamental de Cristo. Este doble compromiso
(en principio) nos invita, a su vez, a hacer teología desde la praxis, o más ampliamente, desde
la historicidad de la sociedad y de la Iglesia, y esto con acciones muy concretas, que abarcan
desde la difusión de un método de hacer teología que contemple distintas mediaciones (tal cual
las mismas teologías de la liberación lo contemplan) hasta el compromiso con el aterrizar la
misma teología a los contextos específicos de los grupos vulnerables (a lo que en cierto modo
ya se ha respondido con las elaboraciones teológicas feministas, de minorías y otras). A la par,
otra cosa que a raíz de lo planteado puede hacer la Iglesia por el mundo de hoy es llevar a la
praxis la elaboración teológica, lo cual implica socializar los resultados de la misma a distintos
niveles de la realidad eclesial: una teología que no puede aterrizar en un plan pastoral
contextualizado o en su aplicación concreta en una comunidad cristiana concreta, no tiene
incidencia real en la vida de la Iglesia. Desde la reflexión personal, aquí puede radicar una de
las formas de dejar de hacer teología solo para un grupo determinado que se prepara
académicamente para entenderla. Este compromiso en un doble sentido ya se ha visto en la
historia de nuestra Iglesia Latinoamericana, para lo cual nos serviría mucho revalorizar las
aplicaciones previas, teniendo en cuenta las diferencias contextuales: no pueden pasar

12
inadvertidos en el ejercicio teológico (tanto especulativo como práctico) acontecimientos
eclesiales propios como lo fueron el Cardenal Silva Henríquez o el Obispo Manuel Larraín, y
su compromiso con la protección de los perseguidos, la reforma agraria y el volver a empapar
a la Iglesia local y universal del amor de Cristo por el mundo de los hombres, o como Alberto
Hurtado y su aporte concretísimo al crecimiento y maduración de la Acción Católica en Chile.
Repensar la praxis de estas y otras figuras es un pedido que nos hace el mundo. Relacionado a
lo anterior (y lógicamente antes de lo mencionado) la Iglesia debe escuchar las voces que
claman por liberación y, consecuentemente discernir, para un compromiso y una acción más
fecundas. Por último, y haciendo la misma salvedad líneas arriba (y en cierto modo justificando
lo incompleto de la reflexión) la Iglesia está llamada a arriesgar en la propia transformación.
Viendo lo que el mundo nos pide, y haciendo un ejercicio teológico genuino, no pasa
inadvertido que aún poseemos arraigadas en nuestra constitución eclesial ciertas estructuras que
no siempre ayudan a una praxis evangélica (o peor, la obstruyen). El bien que trae al mundo
una vuelta a los orígenes, que pasa por el discernimiento y la pregunta por lo que el Espíritu
Santo está pidiendo a la Iglesia hoy, se sintetiza en la palabra testimonio, tanto desde su
actualidad (como esfuerzo constante por hacer presente el Reino de Dios) como desde su
profundidad escatológica (como grito al mundo de que la pobreza actual y la opresión no tienen
ni tendrán la última palabra en el Plan de Dios).

Haciendo una valoración teológica, resulta interesante encontrar en la teología de Gustavo


Gutiérrez, en lo que respecta a la clarificación de los términos pobreza y pobre, en función de
explicar la importancia radical de la opción preferencial por los pobres en la Iglesia y de la
Iglesia:

- Su esfuerzo por partir de la matriz bíblica para comprender en profundidad como Dios
mismo ha inspirado y guiado al hombre en la comprensión de dichos términos. La
distinción de Gutiérrez entre pobreza como realidad material (inadmisible para el
cristiano) y pobreza como infancia espiritual es netamente bíblica.
- El gran aporte de introducir este concepto de pobreza-pobre, de raigambre bíblica, entre
los fundamentos de la elaboración teológica especulativa en América Latina y,
consecuentemente, en el mundo de hoy. Si bien la pobreza, como tal, no sustituye al

13
Anuncio del Reino y a Cristo mismo como fundamento de la teología, sí puede asumir,
desde la propia comprensión, el carácter de lugar teológico.
- La novedad que ha implicado el re-comprender, en los tiempos de hoy, la acción pastoral
de la Iglesia en clave de liberación como respuesta a la constatación de que en la pobreza
del mundo se ve reflejada la figura de Cristo. No es extraño a nuestro entendimiento el
esfuerzo de la Iglesia, hasta hace muy poco tiempo, de solidificar una estructura visible-
jerárquica basada en una eclesiología con visos medievales (sin desvalorizar lo
medieval, y consciente de que ha sido parte de nuestra historia y respondió a una
realidad concreta, fuera de cuyos criterios emitir un juicio de valor resulta, al menos,
injusto).

Entonces, no se puede negar que la forma de comprender la opción preferencial por los pobres
de la Iglesia basada en el ser y hacer de su Fundador ha significado, desde la Iglesia
Latinoamericana, y hacia la Iglesia universal, un verdadero aporte, en la medida en que esto
responde al mismo espíritu de renovación y aggiornamento que el Concilio supuso para el
Pueblo de Dios.

BIBLIOGRAFÍA

Gutiérrez, Gustavo. Densidad del Presente. Selección de artículos. Lima: Instituto Bartolomé
de las Casas, 1996.

Gutiérrez, Gustavo. «Hablar de Dios, en América Latina, desde los socialmente


insignificantes». Revista Latinoamericana de Teología (2005): 103-116.

Gutiérrez, Gustavo. La Fuerza histórica de los pobres. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1982.

Gutiérrez, Gustavo. La verdad os hará libres. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1990.

Gutiérrez, Gustavo. Teología de la Liberación. Perspectivas. Lima: CEP, 1971.

14

Potrebbero piacerti anche