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Citas, Foucault, Deleuze, Plant, Braidotti, Boddwyth, Paz

Recuerdo la primera vez que consumí drogas de manera re-creativa, es decir,


interrumpiendo el uso que hasta entonces la droga, por prescripción médica, por cuidado
paternal, por recomendación psicológica, había hecho de nosotros. Fue en un parque
interior de una urbanización con piscina a finales de invierno con tres amigos más.
Todos teníamos en la cabeza los consejos y advertencias de nuestros padres, profesores,
e incluso la tele, que con cervezas y vino en las manos, cigarrillos y el ventolin en la
boca, con ibuprofeno, lexatin, prozac, corriendo por los torrentes sanguíneos, decían que
tomar drogas era una estupidez, hacer el estúpido. Tenian razón, tenían toda la Razón.
Pero de lo que se trataba en aquél parque era de darse a la estupidez para
desintoxicarnos juntos de esa misma razón.

¿Y por qué no? ¿Qué tenía para ellos la estupidez que nos querían proteger o librar de
ella, de una confrontación directa con ella? ¿Qué tenía su razón que empezaba a dejar de
sentirse como el lugar de protección sino una especie de cárcel? Decían “hazme caso, se
lo que digo cuando te digo que eso es estúpido” y entonces te contaban alguna batallita
con orgullo y nostalgia. Batallitas de cuando ellos se enfrentaron a la estupidez, cuando
la experimentaron y vencieron, dominaron, desactivaron y guardaron en casa como a un
animal disecado que cazaron hace muchos años y al que ahora se dedicaban a quitar el
polvo. Pero a mí me encantaba oírlas, sentir su confort, entraban con facilidad y placer
haciéndote sentir protegido y orientado. Fijaban las coordenadas desde donde comparar
nuestra experiencia, sabiendo perfectamente y en todo momento donde estaba el bien y
el mal, la verdad, la falsedad que guiaba nuestras acciones. Era fácil, confortable y te
sentías protegido y orientado.

Es más, era esa experiencia suya, esa taxidermia de estupidez dominada que guardaban
con cariño desde donde afirmaban su razón, desde donde la extraían y nos aconsejaban
u comandaban nuestro hacer o no hacer. Toda su razón y su pensamiento sacaban su
fuerza de una observación intensa de esas taxidermias, de esa estupidez que hacía años
estaba muerta y en la que se perdían y recreaban durante horas. Su pensamiento se
restringía a contemplar lo que ya no era, su antítesis, una taxidermia de estupidez que no
podía devolverles la mirada y de ahí extraían sus juicios, sus consejos. Y nosotros
vivíamos ahí, de ahí sacábamos también nuestras ideas, nuestros juicios. Pero esa razón
estaba tan seca y detenida como la estupidez de la que sacaba su fuerza. Estupidez seca
de la que sacaban una razón inmovilizada con la que nos intentaban proteger pero que
empezábamos a ver como aprisionándonos. ¿Cómo, sintiendo una enorme cantidad de
fuerza, de energía, con ganas de salir, íbamos a confinar nuestra vida a ese museo de
taxidermias que no tenía ni polvo, cómo encerrarnos en su razón? Puede que fuese esa
sensación de encierro, de asfixia, de catatonia en el museo paternal de taxidermia lo que
nos hizo querer despertar o reactivar la estupidez para salir de ese encierro y tratar,
confrontar nosotros directamente a la estupidez. Y eso hicimos: fuimos a drogarnos a un
parque.1

Éramos cuatro amigos, sentados alrededor de una mesa y estábamos juntos en lo que
íbamos a hacer. Mirábamos todos, casi sin hablar, como uno de nosotros se liaba
torpemente el porro. Escuchábamos como las hojas caídas rascaban el suelo
sintiéndonos atravesados por afectos y sensaciones que no llegábamos a entender muy
bien, que no sabíamos como categorizar. Nos mirábamos y nos veíamos ya algo
colocados por la idea misma de intoxicarnos juntos. El efecto químico del cannabis y el
alcohol (tal vez el último que sentimos y el primero que nos abandono) era un chiste
comparado con esto. Estabamos ya embrigados por el estar juntos experienciando la
estupidez como una mezcla de perversidad y estupor compartidos.

the philosopher must be sufficiently perverse to play the game of truth


and falsity badly: this perversity, which operates in paradoxes, allows
him to escape the grasp of categories. But aside from this he must be
suffi ciently ‘ill-humoured’ to persist in his confrontation with stupidity,
to remain motionless to the point of stupefaction in order to approach
it and mime it, to let it grow within himself (this is probably what
is referred to as ‘being absorbed in one’s thoughts’), and to await, in
the always unpredictable conclusion to this preparation, the shock of
difference. (Foucault, 1977: 190)

El estupor y la sorpresa venían de ese vernos atravesados por afectos y sensaciones que
no sabíamos como categorizar, y no sabíamos porque estábamos descubriendo poco a
poco un espacio en el que las reglas de sentido de la razón paternal no solo no
funcionaban sino que podían no funcionar. Un espacio que rompía con las categorías
paternales que organizaban a nosotros y a nuestro mundo. Era estupor por encontrarnos
un poco en un sin sentido sintiendo una intensidad enorme por descubrir nuestras
potencialidades expandirse más allá de los esquema del bien y el mal, de la verdad y la
flasedad que imponía la razón y que mantenían nuestras potencialidaes anestaesiadas,
narcotizadas, controladas, organizadas y seguras.

1
Paralelo con FOucault
[Cita foucault].

We can easily see how LSD inverts the relationships of ill humour, stupidity,
and thought: it no sooner eliminates the supremacy of categories than it tears away the ground of its
indifference and disintegrates the
dumbshow of stupidity; and it presents this univocal and acategorical
mass not only as variegated, mobile, asymmetrical, decentred, spiraloid,
and reverberating, but causes it to rise, at each instant, as a swarming of
phantasm events. (Foucault, 1977: 190)

En este sentido, no nos estábamos drogando para escapar de unos cuerpos encerrados en
esos esquemas, al contrario, nos drogábamos para liberar nuestros cuerpos de las
estructuras y boundaries que lo mantenían organizados, que nos separaban de nuestra
corparalidad. El consumo de drogas apaercía como una desintoxicación de la razón
paternal, como una desorganización que permitía sentir nuestros cuerpos, volver a
acercarnos a ellos más allá de los márgenes que encerraban sus potencialides.
Crecíamos y nos desorganizábamos: perdíamos la lógica y minábamos pocoa a poco
también la voluntad, encontrábamos nuestros cuerpos. No había un yo o un tú que debía
y después quería hacer algo. Había un cuerpo cuyas potencialidades aumentaban o
disminuían según se acercase o alejase de aquella razón paternal. Había un nosotros
juntos en esto, había viento frió en la cara, habían hojas corriendo por el suelo, había
humo. Y todo se movía, la estupidez disecada volvía a cobrar vida. De la estupidez a la
estupefacción por la movilidad.

Drug effects reorganise and disrupt the production of ‘sense’; they both represent
and actually figure in the challenge to Reason that Foucault identifies
closely with. They cross over the literal/metaphorical and actual/virtual
divides and confuse the issue of whether actual drug effects and fi gurative
or cultural side-effects can ever be disentangled. Bodywor 164

La perversidad era empeñarse en seguir haciendo el estúpido sabiendo que poco a poco
iba deshaciendo la razón que nos había mantenido en el confort, el calor y la supuesta
protección que deberían haber dado nuestras casas: iba llenando nuestras casas de
bestias que empezaban a despertarse de un largo sueño. Pero también hacía de nuestra
casa algo menos paternal y algo más una cuestión de aquel parque, de aquel frio, de
aquellas hojas, de quellos arboles y palomas. Hacía nuestra casa algo más nuestro
cuerpo entre aquello de lo que extraíamos nuestras potencialidades. Lo cual no
significaba abandonar nuestras casas, los regímes de producion de sentido paternos,
abandonar el colegio, el instituto por irnos al parque. De eso no podíamos salir. Era
como coger ese plano cultural y educativo que antes era rígido y absolutamente plano y
que se desenrollaba en nosotros y hacerle un doblez y persistir haciendo dobleces. Así
descubrimos nuestro cuerpo como lo que surgía entre los dobleces, en el espació entre
ellos. No era salir de la cultura, nos creábamos hacienda dobleces a partir del material
cultural pero ahora estabamos en posición de cambiar de dimensiones. Estas fueron para
nosotros las primeras dosis de adultez,2 que nada tenían de verte sólo en el mundo como
un ser autogestionado, sumamente poderoso, sino totalmente conectado con todo lo que
te rodeaba, tenía que ver con ir abriendo y siendo sensible a aquellas conexiones que
aumentaban o no tu potencialidad. Al fin y al cabo la estupidez nos llenaba de energía,
de potencia, de vida.3

2
The crucial point is the acceleration of the existential speed, a sort of
flush of energy, which is the mark of desire in the sense of the expression
of potentia. What is affirmed, asserted and empowered in the ethics of
nomadic sustainable subjects is the positivity of potentia itself. That is to
say the singularity of the forces that compose the specific spatio-temporal
grid of immanence that composes one’s life. This life is an assemblage, a
montage, not a given; it is a set of points in space and time; a quilt of
retrieved material. It is the project that makes for the uniqueness of one’s
life, not any deep-seated essence.
Many contemporary artists struggle with the idea that everyday reality
is just a stratified data bank of sedimented habits and that inducing
changes upon them is a question of setting mobility at the very heart of
the subject. Many of them rely on tactical
decontextualization as their standard practice. This consists in removing
the subject from the expected steam of experiential data to which she or
he has grown accustomed. This dislocation of the subject opens up spaces
where new modes of data intake can be implanted, and hence new sensorial,
perceptual, conceptual and ethical insights. The tactic of sensorial
decontextualization is not deprived of violence. Disintoxication clinics or
any high security enclosed space reproduce exactly the same conditions
of traumatic displacement. In the case of contemporary digital art culture,
however, the touch of cruelty is set to the task of enlarging the range of
what embodied, embedded and technologically enhanced subjects are
actually capable of becoming. Which, in the ethical project of philosophical
- nomadism, can be translated into: how much can his or her body take?

3
It is not surprising that the workings of the work of art on the
borders between systems of thought later continues to serve as the principal
trope by which he attempts to think, non-transcendentally and nonmetaphorically,
beyond the modern system of representation in order to
articulate the idea of the immanence of becoming oneself. To become
who one is, is to become something of an artist and a little mad: it is, to
It is not surprising that the workings of the work of art on the
borders between systems of thought later continues to serve as the principal
trope by which he attempts to think, non-transcendentally and nonmetaphorically,
beyond the modern system of representation in order to
articulate the idea of the immanence of becoming oneself. To become
who one is, is to become something of an artist and a little mad: it is, to
borrow another expression from Deleuze’s commentary on Foucault, to
fashion oneself creatively by ‘folding’ the ‘outside of thought’ (Deleuze,
1988: 94–123). ‘Folding’ is the exercise, or practice, of thought.

Visto con años de por medio la pregunta que podría hacerme ahora es ¿ qué ocurrió con
esa estupidez? ¿Cómo escapamos de ella? ¿Como nos dejo y cómo actualmente salimos
o no de ahí, o hasta qué punto? Ninguno la volvió a disecar, se quedo, de una manera u
otra con todos notros. La estupidez nos había llevado a lugares tan alejados de nuestra
realidad diaria coagulada, sedimentada, inmóvil…nos había metido sin ningún tipo de
mapa o instrucciones de uso en una movilidad que hacía saltar por los aires nuestra
subjetividad, nuestro mundo, nuestro tiempo, nuestro espacio, nuestras velocidades; en
otras palabras, estábamos sin mapa en mundos peligrosos, mundos en los que tenías que
ser muy fino y preciso para no perderte sin retorno o destruirte

Use a very fine file…invent self-destructions which have nothing to do with the death
drive. Dismanteling the organism has never meant killing yourself, but rather opening
the body to connections that presuppose an entire assemblage, circuits, conjunctions,
levels and thresholds, passages and distributions of intensity, and territories and
deterritorializations measured with the craft of surveyor.(Deleuze en Plant 167)

¿Qué hacer con esa estupidez cuando la has encararas, cuando encaras ese magma para
no caer en un fluido amorfo, monótono sin sentido ni forma? ¿Qué hacer cuando no
quieres disecarla, desactivarla? Y ¿Qué hacer, una vez que te ha devuelto la mirada, con
el mundo que te ha hecho dejar atrás? Cada uno de nosotros siguió caminos muy
distintos sin llegar nunca a deshacerse de ella o disecarla como habían hecho nuestros
padres. Algunos intentaron mantenerse subidos a la intensidad de la estupidez
perdiéndose y acabando atrapados por ella, pensando que para qué vorlver a un mundo
que te hace sufrir cuando tienes libre acceso a una red de paraísos artificiales. Otros la
dejaron y lo retomaron después, cuando ya no eran los padres ni el instuturo los que los

borrow another expression from Deleuze’s commentary on Foucault, to


fashion oneself creatively by ‘folding’ the ‘outside of thought’ (Deleuze,
1988: 94–123). ‘Folding’ is the exercise, or practice, of thought.
encerraban, sino un trabajo que te dejaba sin tiempo y en el que los tiempos se
extendían, se paralizaban indefinidamente (es sólo un año más y luego veo, que acaba
siendo 5), e intentaron ayudarse a soportar el peso de sus vidas. Otros intentamos jugar
con ella, mantenerla viva pero sin ser deborados por ella afrontando a cada paso el
riesgo de verte rodeado por equivalencias y ambigüedades que acaban siendo todas la
misma cosa unificada en vez de una enorme multiplicidad de diferencais mediante las
que puedes aumentar tu potencialidad. Ni endles polimorphism no rigidity just plasticity

Tanto los que se quedaron encerados y perdidos en la intensidad de la estupidez como


los que la usaban para soportar el peso de sus días separándose de sí mismos, acabaron
haciendo de la estupidez un lugar, un lugar al que volver, un hábito. Así, lo que era un
no-lugar de juegos, un aumento de la movilidad del plano paternal de sentido, un agente
o catalizador de becomings recobró un significado fijo que anulaba y borraba el fluir de
diferencias y a producir un drug assemblage: un espacio discursivamente definido,
coherente y materializado que nada tenía que ver con ese no-lugar de juego que
inyectaba movilidad y deshacía los efectos de la producción de sentido. Cuando esto
ocurrió empezamos a ver los estragos de la adicción. Cuanto más se rigidificaban sus
vidas fuera del uso de las drogas, de los amigos, cuanto más fuerte y demandante era la
producion y el control o la petición de identificación son el sentido del trabajo, de la
responsabilidad, del tener que ganar dinero, ser respetable, ser hombres, heteros,
padres…más fuerete era la necesidad, para soportar esas demandas, de crearse un
espacio coherente, reconcetado y cerrado en sí mismo contra el otro dosnde escapar.
Una manera de lidiar con la vida hiperfragmentarizandola. Este plano nada tenía que ver
con aquel fuel o lubricante que ayudaba a hacer y desacer, a fluir, a cambiar de planos
con una enoreme sensibilidad para captar las potencialiddes en cada movimiento.

Drug addicts continually fall back into what they wanted to escape: a
segmentarity all the more rigid for being marginal, a territorialisation
all the more artifi cial for being based on chemical substances, hallucinatory
- forms and phantasy subjectifications.

Ahora, lo que se buscaba era el efecto puramente químico, no todo lo que


encontrábamos antes. Esto era un mundo para huir: para huir del mundo y para huir de
nosotros mismos, de nuestros cuerpos cansados, estresados, angustiados…pero en esa
huida lo que encontrábamos era la pérdida de control, percepciones erróneas y malos
sentimientos. Ya no funcionaban las drogas como antes, y cuanto menos funcionaban
como fuel del becoming, para dar intesidad a nuestras vidas más difícil era darse cuenta
y más abusabas de ellas buscando un efecto que no te iban a dar. Era difícil darse cuenta
de que colocarse o no ya no era el punto. Esta huida te separaba de tu cuerpo de tus
potencialidades. Cuanto más demandantes y fuertes erean las conexiones que
demandaban a tu cuerpo estratificarse y ponerse en paralelo con sentidos externos a él
más querías abandonar tu cuerpo, cortando todas esas conexiones. Ya no podías usar la
droga para jugar con ellas. Estas desconexión y alejamiento del cuerpo y sus
posibilidades era lo que te llevaba a no reconocer el death-end, a la destrucion a la que
llevaba el abuso de drogas. Te llevaba a no conocer los limites de tu cuerpo que estabas
traspasando. No éramos capaces de afirmar la line of flight y hacer una elección positiva
o forma de materializar de la vida conectada con los limetes mas alla de los cuales
estaba la muerte. It took you to not know the limits our body was trespassing. We were
not able to affirm the ‘line of flight’ and make a positive choice in favor of the
materialization of life.

Cuando nuestros padres y demás productores de razón en la que estábamos encerrados


decían que era una estupidez tomar droga, lo que buscaban era protegernos. Protegernos
de un proceso de autodestrucción que si no se medía bien podría ser un pasaje directo a
la muerte. Era el miedo a la muerte lo que la colocaba en el lugar de la estupidez,
estupidez que ellos mantenían alejada, disecada parada y siempre mirada desde una
lejanía que solo devolvía sielncio. Pero este miedo que se expresaba como protección,
tenia la contrapartida de que tamien detenía la vida, la mantenía encerrada en un plano
de sacralidad, como algo necesario de mantener, alejada, detenido como otra
taxidermia más. Por esta razón la vida también era algo que se mantenía alejado en un
plano trasccendental de nosotros. Al fin y al cabo éramos sus hijos y nos querían vivos,
poco estúpidos. En este sentido, cuando empezamos a jugar con la estupidez en el
parque también estábamos reactivando la muerte, acercándonosla, jugando con ella.
Acercársela significaba interrumpir la idea de nuestro estar ahí para siempre en el centro
de una vida sin límites, como si la muerte y la vida fuesen cosas externas y lejanas a
nosotros, que sólo en ocasiones mirábamos con miedo hasta incluso con gusto de que
fuese lejana, inalcanzble. Dicho en otras palabra tomar consciencia de nuestra finitud y
nuestra vulnerabilidad, de nuestra fragilidad y explorar sus límites y hacernos por
primera vez cargo de ellos. Jugar con la muerte era vernos como acróbatas en la línea
del crack, ante un vacío (el vacio de la muerte) que ya no devolvía silencio, sino que en
él, ante él se escuchaba nuestro cuerpo.

Cuando la vida y la muerte no eran cosas alejadas, nos obligaban a hacernos cargo de
ella, nos hacían cuidar de nosotros, acompañarnos. Traía nuestro cuerpo y sus límites y
los ponía en nuestras manos. La muerte estaba ahí, entre nosotros como un amigo más
al que empezábamos a conocer y con el que empezábamos a reconciliarnos. Si antes lo
mal conocíamos a través de los ojos de nuestros padres como otra taxidermia
representada a través de la angustia y el miedo, ahora nos reconciliábamos con ella y se
aparecía como pura fuerza como pura potencia como puro deseo. Esto no significaba
tener gusto por la muerte, sino, como dice Bousquet y Deleuze desear la muerte, desear
hacernos cargo de unos cuerpos que eran finitos y que requerían una atención constante
que antes no tenían. Desear la muerte era hacernos cargo de nuestras vidas no como
siestas fuesen algo dado en el que estuviésemos en el centro sin límites ni horizonte,
sino como un proyecto, una negociación con sus límites, un intento constante de
ensancharlos, aunque eso significase, a veces, pensrnos y trabajarnos más alla de la idea
de dolor y placer, moviéndonos más alla de sus límites paralizantes.

Era lo contrario de huir de los horrores de la realidad, sino sumergirse en ellos, cultivar
el miedo con terror y placer (Baudelaire) vernos y quererenos en lo que sucedía (Cita
Deleuze lg más:
ser digno de lo que nos ocurre, esto es, quererlo y desprender de ahí
el acontecimiento, hacerse hijo de sus propios acontecimientos y, con
ello, renacer, volverse a dar un nacimiento, romper con su nacimiento
de carne. Hijo de sus acontecimientos y no de sus obras, porque la
misma obra no es producida sino por el hilo del acontecimiento. )

Era exponernos a la vitalida irreprimible y a veces hiriente de la vida a la proximidad


del crack up. Nos hizo vivir a través de nuestros cuerposconfrontando los límites y
viviendo con y a través del dolor. No huíamos de las heridas las habríamos, vivíamos
en ellas

que nos llevaba a negociar


más alla del placer y el dolor, sino que ensanchase los boundaries de nuestra potencia.
Tener conciencia y cuidado de nuestros límites. De ensancharlos.

This proximity to death is a close and intimate friendship that calls


for endurance, in the double sense of temporal duration or continuity and
spatial suffering or sustainability. Making friends with the impersonal
necessity of death is an ethical way of installing oneself in life as a transient,
slightly wounded visitor. We build our house on the crack, so to
speak. [..]
The proximity to death suspends life, not in
transcendence, but rather in the radical immanence of just a life, here and
now, for as long as we can and as much as we take.
Death frees us into life.

They only deride


the failure on the part of the user to recognise the dead end, or limits of
the plane of drug effects, their use of drugs leads to. They recognise the
- cultural benefi ts of the experiments of others and

zero’. In other
words, drug takers tend not notice that ‘the drugs don’t work’. That is,
they don’t ever ‘reach the point where “to get high or not to get high” is no
longer the question’ (Pero esto se resuelve viendo que la droga no es sólo el efecto químico,
es el asemblage con los amigos, es la diferencia que introdujo ya la primera vez, ese colocon
que dura siempre…)(Deleuze and Guattari, 1992: 286). Drug takers will
tend to be unable to affi rm a ‘line of fl ight’ and make a positive choice in
favour of (the materialisation of) life, and unable to see how drugs are
- linked to a line of ‘death and abolition’.
- only on the basis of ‘abstinence’ can there be philosophy and critical thought

thought. It is after all incumbent upon the ‘commentator’ to maintain


the ability to ‘change dimensions’ (Deleuze, 1990: 93) without becoming
stranded on a plane where he or she is duped into thinking that druginduced
- ‘becomings’ are affi rmations of existence: ‘

And are not these philosopher-commentators showing


signs of being a little afraid of sinking too far from the surface, the only
- place where they can make a living?

Their clinico-critical advice is, perhaps, keep an eye on the angle


of incidence of your approach; don’t end up on the horizontal and don’t
- take the Artaudian vertical dive!

Deleuze’s own thinking on


the production ‘immanence’ in work undertaken with Guattari, when
it turns to the question of drugs as agents of becoming, makes it clear
that there are no technologies of selfhood and becoming which are transcendent,
‘wholly outside’ or distinct from the ‘molecules’ of becoming
constituting the life of an interiority. ‘Drugs’ are not simply a chemicotechnology
of becoming, and to suppose that they are (and to take them
that way) would be to lock oneself into a plane on which the kind of
self-mastery Foucault speaks of would actually tend to be abnegated,
closing off rather than opening up thought. Drugs represent the risk of
reinstating a plane of repetition and a metaphysical idea of ‘truth’: ‘drug
users believed that drugs would grant them a plane, when in fact a plane
- must distil its own drugs, remaining master of speeds and proximities leer

(Aunque quien mas quien menos teníamos padres a punto de romperse, lo que
significaba que quien su padre no le daba palizas, sus padres se odiaban, a quien no le
hacían buling en el colegio…etc.)

Pervesidad, empeñarse en hacer dobleces de lo que hay

Pero también más alla del confort, del calor de la casa, de la protección que daba el
leerse . No fue placentero ni no placentero, fue intenso. [Cita foucault]

El estado de perversión compartida venía de querer y perseverar en ese juego de ni


placer ni no placer, en esa intensidad que nos sacaba del museo de taxidermia, de la
razón paterna, podíamos abandonar, aunque fuese por un instante, el esquema categorial
de la razón paterna y quererlo y perseverar en ello.
Descubrir que necesitábamos desintoxicarnos de una razón que nos mantenía
anestesiados separados de nosotros mismos, de nuestros cuerpos, de nuestras
potencialidades. Que mantenía nuestros cuerpos narcotizados, catatónicos, como otras
taxidermias en esquemas de pensameintos que monopolizaba, rigidificaba, catatonizaba,
narcotizaba, organizaba el sentido de todas nuestras relaciones con el mundo y con
nosotros mismos.

¿Qué íbamos a hacer sí no? Sólo nos empezábamos a distanciarnos un poco de ese
mundo de la razón, a ver que tenía salida. Fue como salir de un estado narcotizado, de
parálisis dándole voz a unos cuerpos hiperenergizados que empezaban a sentir sus
potencialidades expandirse por salir del marco que monopolizaba, rigidificaba,
catatonizaba, narcotizaba, organizaba el sentido de todas nuestras relaciones con el
mundo y con nosotros mismos.

Los esquemas confortables de la razón que daban sentido a nuestas vidas, las
controlaban, las organizaban, una vez fuera, los empezamos a sentir como absorviendo
y monopolizando nuestra potencialidad encerrándola en juicios de lo que estaba bien y
lo que estaba mál, de lo que era verdadero y lo que no y que se comía todo lo que había
fuera, toda diferencia.

Un efecto estimulante, intensidad. Fuimos perversos por querer seguir ese camino de la
estupidez.

¿Qué íbamos a hacer sí no? Sólo nos empezábamos a distanciarnos un poco de ese
mundo de la razón, a ver que tenía salida. Fue como salir de un estado narcotizado, de
parálisis dándole voz a unos cuerpos hiperenergizados que empezaban a sentir sus
potencialidades expandirse por salir del marco que monopolizaba, rigidificaba,
catatonizaba, narcotizaba, organizaba el sentido de todas nuestras relaciones con el
mundo y con nosotros mismos.

estado de perversión compartida


El estupor y la sorpresa era estar en un espacio en el que las reglas de sentido de la
razón paternal no solo no funcionaban sino que podían no funcionar. Encontrarnos un
poco en un sin sentido sintiendo una intensidad enorme y viendo nuestras
potencialidades expandirse más alla del esquema del bien y el mal, más alla de la verda
y la flasedad de su razón. No anestaesiadas por ello. Pero también más alla del confort,
del calor de la casa. No fue placentero ni no placentero, fue intenso. [Cita foucault]

Slair de ahí era una droga estimulante.

Estupor y perversidad. Estupor por introducirnos en un espacio vacio en el que las


reglas de sentido de la razón paternal ya no funcionaban, ya no podíamos entendernos y
describirnos a nosotros así en términos de bien y mal externos a nosotros mismos, en
términos de verdad y falsedad. a nostros mismos así. Sentíamos nuestros cuer

Nos itrodugimos en un espacio en el que las reglas

Lo que buscamos es ese fuel del becoming ese efecto no químico que nos daban las
drogas y qué en muchos casos ya no nos dan, pero que cada uno encontró en la
actuación en la filosofía, la poesía, la música, incluso la mecánica…
Pero era una estupidez muerta, inmóvil y la razón que sacaban de ella estaba tan inmóvil
y seca como aquella.

. Pero era una taxidermia, ya no se enfrentaban más a ella, estaba inmóvil

Nuestros padres y profesores nos intentaban proteger librándonos de una confontación

Darnos a esa estupidez que nuestros padres habían vencido y dominado y nos
intentanban proteger haciendo que no nos enfrentásemos a ella.

Activamos, y experimentamos la estupidez antes que cualquier otro efecto químico en


nuestros cuerpos, antes incluso de consumir nada.

Una estupidez desactivada y mantenida siempre así, alejada, negativa por nuesteos
padres que entonces.

No hicimos caso a nuestros padres y eso era realmente lo que colocaba estando juntos
en esa distancia.
Visto con años de por medio la pregunta que podría hacerme es qué ocurrió con esa
estupidez? Cómo escapamos de ella? Como nos dejo y cómo actualmente salimos o no
de ahí, o hasta qué punto?

Nos drogamos, ¿Pero podríamos haber hecho otra cosa? ¿Hubiesemos sobrevivido de
otra manera?

Significación

Activación de la estupidez

661617643

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