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La importancia de la argumentación

Argumentar es dar, justificar, probar, demostrar o apoyar algo, cual sea el tema, por
polémico que parezca, y este escrito pretende dar una lista finita de razones por las
cuales es una actividad importante. Vaya tarea, ¡parece que es necesario
argumentar a favor de que argumentar es importante para convencernos que
argumentar importa! ¿Cuántas razones son suficientes para aceptarlo? Bien, esa
es una pregunta difícil. Es probable que un creyente acepte fácilmente la existencia
de Jesús, pero la probabilidad disminuye dramáticamente si ese creyente también
es historiador pues, bajo los lentes de todo discurso razonado (como la Historia, las
Matemáticas o la Biología) es imprescindible conducirse con rigurosidad racional;
ofrecer los elementos suficientes para posicionarse a favor o en contra. Eso no
quiere decir que durante nuestras conversaciones más casuales esté ausente el
razonamiento, incluso parece intuitivo. Piensa en la siguiente afirmación:

1. Afuera está lloviendo y no está lloviendo

Muy raro, de hecho es absurdo pero, ¿tuvimos que salir a verificar que llovía y no
llovía? No, sabemos que es imposible que llueva y no llueva, tal vez porque alguien
nos dijo que forma parte del corpus lógico aristótelico que el filósofo estagirita edificó
hace 2000 años o bueno, simplemente nunca hemos visto que una cosa se dé y no
se dé: se trata del principio de no-contradicción y afirma que un enunciado (es decir,
aquellas entidades lingüísticas que tienen como característica fundamental el ser
verdaderas o falsas) no puede ser verdadero y falso a la vez. Es así que en la
imposibilidad de que algo sea y no sea el caso recae gran parte de la gigantesca
estructura de conocimiento que los humanos hemos desenvuelto durante los
últimos tres milenios, desde el profundo contenido de las ciencias formales hasta
las verdades más simples como que la capital de México es la Ciudad de México.
Entonces, ¿por qué importaría una práctica de ese tipo? Seguramente para hacer
ver que nuestros pensamientos sobre tal o cual cosa del mundo tienen sustento; tal
vez queremos hacer notar que estamos en una posición correcta. Estar en una
posición correcta (en sentido argumentativo) es muy importante, de eso depende
conseguir un empleo, tener un ascenso o, incluso, ser despedido, sin embargo, para
propósitos académicos, un aprendiz que resta relevancia a argumentar es
equivalente a un futbolista poco interesado por aprender a patear un balón; ¡y la
academia es un partido complicado!
Saber argumentar
Debemos tener claro que es posible argumentar bien o argumentar mal. “Bien” y
“mal” tienen diversos contextos, pero aquí, saber argumentar (en ese sentido)
significa utilizar la lógica para hacerlo correcta o incorrectamente. Lo anterior es
imprescindible pues la lógica es el sustento y criterio de victoria para todo debate,
al menos de todo buen debate, por lo tanto, aprender lógica nos permitirá exponer
buenos argumentos durante tales enfrentamientos.
Ese énfasis metodológico puede parecer aburrido, pero es un paso relevante, de
hecho es más que relevante: se vuelve necesario. Su necesidad radica en identificar
fácilmente lo que no es tan fácil de hacer sin tener la preparación adecuada.
Analicemos el siguiente argumento:

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