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Mateo 10:1
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos,
Para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda
dolencia.
En el reino de Dios hay mucho por hacer todavía. Aún hay mucha mies
por recoger en la viña del Señor. Vivimos una época de señales,
señales que con frecuencia nos anuncian que el regreso del Señor para
levantar a su pueblo está muy cerca. No hay duda de esta gran verdad:
¡Cristo viene pronto! Sin embargo, aunque es cierto que estamos
viviendo los últimos minutos del día de la Gracia, también es cierto que
aún en esta última hora, el Señor de la mies continúa llamando obreros
a su mies, pues todavía hay trabajo por hacer en Su viña.
ACERCA DE LA PARÁBOLA:
LOS OBREROS DE LA MAÑANA
No tengo duda para pensar que este padre de familia es nuestro Señor
Jesús, el dueño de la mies. Me parece estar mirándolo, caminando por
la playa del mar de Galilea, muy de mañana de este día de la Gracia
(Más de 2046 años), contratando a los primeros obreros para trabajar
en su viña. A los primeros que ficha son a Pedro y a Andrés a quienes
los llama estando ellos en sus barcas echando las redes al mar. Eran
hombres muy ordinarios, del vulgo, a lo mejor sin muchas capacidades
y sin mucha oratoria, ocupados en sus tareas cotidianas, pero Jesús
los necesita tal cual y la razón de llamarlos es porque “la mies es mucha
y los obreros pocos”, así que los llama diciéndoles: “venid en pos de
mí y os haré pescadores de hombres”.
¿Qué impacto recibieron con ese llamado estos primeros obreros?
¿Qué llevaban estas palabras? Las palabras del Señor Jesús llevaban
mucho poder tanto que cuando estos hombres la oyeron quedaron
atrapados y al instante dejando las redes le siguieron. Pero el padre
de familia no se devuelve, sino que sigue caminando por la playa y de
repente ve a otros dos, a lo mejor no muy distinguidos por la sociedad,
también pescadores y que a diferencia de Pedro y Andrés, estaban
en la barca junto con su padre, remendando las redes. Me imagino al
dueño de la mies observándolos, hasta que rompe el silencio y los llama
y fueron tan contundentes, tan persuasivas estas palabras, que ellos
al instante dejando a su padre y a sus redes, le siguieron… Quizás no
tenían capacidades, no eran los muy conocidos, pero estaban
SOLAMENTE DISPUESTOS.
Estos son para mí, junto con los demás discípulos, los primeros obreros
contratados por este Padre de familia desde muy de mañana para
trabajar en su viña… Tiempo me faltaría para entrar en detalle y hablar
de la manera como Dios usó a estos hombres, según lo registra
Hechos de los Apóstoles, el primer escrito de Esta historia que no
termina… No eran muy preparados, eran personas muy humildes,
hombres del común, pero que fueron usados por Dios
extraordinariamente.
y todo porque estuvieron dispuestos al llamado de Dios; no se negaron,
no rezongaron, sino que se dispusieron a seguirle y a servirle, pues la
Escritura dice de ellos en el caso de Pedro y Andrés que “dejando al
Instante las redes le siguieron”, y en el caso de Juan y Jacobo que “al
instante dejando la barca y a su padre le siguieron”… “Solamente
dispuestos”, esto es lo que nosotros debemos hacer, estar dispuestos;
esa es nuestra parte. Cuando yo hago mi parte, Indudablemente, Dios
hará la de Él, la extraordinaria. Él capacitará, Él abrirá las puertas, Él
aparejará las cosas hasta obtener los resultados extraordinarios, fuera
de serie.