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Introducción
Dignidad indica el respeto y la estima que todos los seres humanos merecen y se afirma
de quien posee un nivel de calidad humana irreprochable.
La dignidad es la cualidad de digno que significa valioso, con honor, merecedor y el
término dignidad deriva del vocablo en latín dignitas.
En el Preámbulo de La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 habla de la
"dignidad intrínseca (...) de todos los miembros de la familia humana", y luego afirma en
su artículo 1º que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos".
La dignidad humana, por lo tanto, es innata, positiva y fomenta la sensación de plenitud
y satisfacción, reforzando la personalidad. La esclavitud, por ejemplo, es lo contrario de
dignidad ya que no se tratan las personas como tales ni como dignas, siendo que el
esclavo no es considerado una persona humana, sino un objeto.
La dignidad también es el respeto y la estima que merece una cosa o una acción. Es una
excelencia, un realce de esa cosa o acción.
Se habla de dignidad si las personas en su manera de comportarse, lo hacen con
gravedad, decencia, caballerosidad, nobleza, decoro, lealtad, generosidad, hidalguía y
pundonor. Por ejemplo, a la hora de cumplir con los compromisos, la dignidad se refiere
a la formalidad, a la honestidad y a la honra de las personas.
En términos de excelencias, la dignidad es un cargo honorífico o un puesto de gran
autoridad, prestigio y honor, por ejemplo, los cargos políticos, como el cargo de Rey, de
presidente o de emperador. También son denominadas así las personas que ocupan ese
cargo o puesto, siendo representantes y poseedores de una distinción, siendo ellas
dignidades o dignatarios.
Tipos de dignidad
En filosofía, la dignidad se divide en 3 tipos siendo ellas:
Dignidad ontológica o dignidad humana: es con la cual todos los humanos nacen.
Dignidad moral: se relaciona con la moral de las personas y su comportamiento en
sociedad.
Dignidad real: es aquella que se recibe por parte de los otros.
Dignidad humana
La dignidad humana es un valor y un derecho innato, inviolable e intangible de la
persona, es un derecho fundamental y es el valor inherente al ser humano porque es un
ser racional que posee libertad y es capaz de crear cosas.
La afirmación que todas las personas nacen con dignidad es un tipo de dignidad
ontológica.
Esto quiere decir que todos los seres humanos pueden modelar, cambiar y mejorar sus
vidas ejerciendo su libertad y por medio de la toma de decisiones para vivir con dignidad.
Dignidad moral
La dignidad moral se refiere a la dignidad de las personas como un hecho moral. Esto
quiere decir, que es un valor propio del ser humano dentro de la sociedad y es lo
correcto.
La dignidad moral, por lo tanto, se refleja en las conductas que la persona ejerce según
su moralidad, que la sociedad acepta o rechaza.
En este sentido, la dignidad moral debe reflejarse en todos los ámbitos de la sociedad
como un modelo de conducta, costumbre o tradición a seguir. De esta manera, la
dignidad moral se transforma en dignidad social.
Dignidad personal
La dignidad personal se basa en el respeto y la estima que una persona tiene de sí misma
y es merecedora de ese respeto por otros porque todos merecemos respeto sin
importar cómo somos.
La dignidad personal adquirida por el trato que se recibe de los otros llamada también
dignidad real.
Cuando reconocemos las diferencias de cada persona y toleramos esas diferencias, la
persona puede sentirse digna, con honor, libre y orgullosas de ser como son.
Dignidad cristiana
En la teología cristiana, el hombre al ser una criatura de Dios, posee dignidad. En este
sentido y según el catecismo de la Iglesia Católica, el hombre ha sido creado a imagen
de Dios, en el sentido que es capaz de conocer y amar libremente a su propio creador.
Así, el hombre no es solamente algo, sino alguien capaz de conocerse, de darse
libremente y de entrar en comunión con Dios y las otras personas.
La Dimensión Social De La Persona
La idea de dimensión puede utilizarse para nombrar a una faceta, una cara, una fase o
una circunstancia de algo. Social, por su parte, es aquello vinculado a la sociedad: la
comunidad de individuos que conviven en un mismo territorio bajo determinadas
normas.
A partir de estas definiciones podemos comprender qué es la dimensión social. Así se
denomina al conjunto de los factores vinculados a las interrelaciones entre las personas
y a la vida en sociedad.
Puede entenderse la dimensión social como lo relacionado a la socialización de un
individuo. Los seres humanos son seres sociales: satisfacen sus necesidades materiales
y simbólicas en grupo. Una persona siempre necesita de otras para alcanzar su plenitud,
y por lo tanto debe desarrollar todas las herramientas inherentes a su dimensión social.
Además de todo lo expuesto no podemos pasar por alto tampoco que se considera que
la dimensión social cuenta con dos escenarios fundamentales que se relacionan entre sí
y que se influyen mutuamente:
-La escuela, en la que el ser humano va a convivir con personas ajenas al núcleo familiar
y eso va a suponer que tenga que hacerle frente a su aceptación o bien a su rechazo. En
este caso, se considera que la misma debe ejercer como lugar donde no solo se favorece
el conocimiento de otras culturas y de valores como la tolerancia y el respeto sino
también donde se desarrollen otras actitudes que son importante para estar en
sociedad. Nos estamos refiriendo a actitudes como la solidaridad.
Argumentación sobre los principales factores generadores de conflicto durante la
adolescencia.
En esta etapa, los adolescentes suelen sentir que sus padres se han alejado de ellos
pues al dejar de ser niños comienzan a ser presionados por ellos para que sean más
responsables y más maduros, lo que suele ser molesto para los adolescentes que
sienten la necesidad de alejarse de ellos y acercarse a gente de su edad que si los
comprenda.
Es importante que los padres se muestren más cariñosos y comprensivos, pues sí los
adolescentes se sienten criticados o rechazados, su autoestima se verá afectada.
Además de los problemas familiares, otra de las razones por las que los adolescentes
caen en las adicciones es que se sienten invencibles, inmunes hacia los problemas o
simplemente no piensan en las consecuencias de sus actos y las repercusiones que
estas tendrán en su futuro. También la curiosidad, la presión de los amigos, el querer
sentirse adultos y la baja autoestima
son factores que influyen el uso de
drogas y alcohol.
Se inicia con los cambios en los
caracteres sexuales secundarios
(menarquia, maduración reproductiva,
cambio de voz, crecimiento físico) y se
extiende hasta la independización legal
de la autoridad de los adultos (Hurlock,
1994). Es decir, hasta cumplir 18 años de
edad.
Si bien el inicio de la adolescencia es claro, ya que se inicia con los cambios físicos y
biológicos de la pubertad como la menarquia y la aparición de los caracteres sexuales
secundarios, la edad final no está tan definida, ya que la adolescencia es un constructo
social e histórico. La elección del intervalo etario depende mucho de los patrones
culturales, sociales y económicos de cada cultura.
Los adolescentes también se enfrentan continuamente a diversos problemas. Muchos
quisieran recurrir a sus padres pero pueden pensar que no se les escuchará con simpatía
o que darán la impresión de ser incapaces de solucionar sus problemas. En general, los
y las adolescentes tienden a ser cautelosos a la hora de recurrir a sus padres, sobre todo
al tratar temas como sexo, juego amoroso, parejas (Hurlock, 1994).
Algunas de las dificultades que presentan los y las adolescentes relacionadas a las
Relaciones Interpersonales son: Problemas de habilidades sociales, timidez, soledad,
ansiedad social, grupos de amigos conflictivos y presión grupal.
En cuanto a las relaciones con los padres, las principales dificultades son:
Incomunicación, violencia familiar, peleas, discusiones, normas y control. Entre los
temas más difíciles en la comunicación de adolescentes de ambos sexos con sus padres
están la sexualidad, relaciones de pareja y problemas sentimentales.
Respecto a las relaciones de pareja, se encuentran problemas sentimentales, desamor,
rupturas afectivas, sensación de incompetencia afectiva, dificultad de comunicación,
entre otras (Hurlock, 1994).
Una posible hipótesis de las razones por las cuales los adolescentes de ambos sexos
expresan un alto porcentaje de dificultades en las relaciones interpersonales puede
relacionarse a la importancia que tienen éstas durante la adolescencia y la manera cómo
los adolescentes se perciben a sí mismos y a los demás.
arrojar a la calle a una gran cantidad de trabajadores. Estos nuevos desempleados muy
difícilmente logran reinsertarse en el mercado laboral, pues no cuentan con el
entrenamiento adecuado.
ABRAHAM
Abraham, patriarca bíblico y según el libro del Génesis (11,27; 25,10) padre de los
hebreos, que parece vivió entre los años 2000 y 1500 a. C. Abraham es considerado por
los musulmanes, quienes le llaman Ibrahím, como un antepasado de los árabes por
medio de Ismael (uno de sus hijos). En otro tiempo se le consideró contemporáneo de
Hammurabi, rey de Babilonia. Debido a que el relato bíblico de su vida se basa en
tradiciones conservadas por transmisión oral más que en documentos históricos, no
puede escribirse una biografía tal y como hoy la conocemos.
Llamado Abram originalmente, Abraham fue el hijo de Tare, un descendiente de Sem, y
nació en la ciudad caldea de Ur, donde se casó con su hermanastra Saray, o Sara.
Abandonaron Ur junto a su sobrino Lot y su familia, por inspiración divina y se dirigieron
a Harán. Al recibir la promesa de que Dios haría de él una 'nación grande', Abram se
trasladó a Canaán, donde vivió como un nómada. El hambre le llevó a Egipto, pero fue
expulsado por presentar a Saray, su mujer, como su hermana. Una vez de vuelta a
Canaán, Abram y Lot se separaron tras las disputas surgidas entre ellos y sus pastores,
quedándose Lot cerca de Sodoma y continuando Abram su vida errante. Más tarde
rescató a Lot de la cautividad del rey Cordorlahomor de Elam y fue bendecido por el
sacerdote Melquisedec, rey de Salem. Entonces, Dios prometió a Abram un hijo de su
esposa Saray, le repitió sus primeras promesas y las confirmó con una alianza.
Cuando Abram renovó esta alianza, se estableció el rito de la circuncisión, su nombre se
transformó en Abraham, y el de Saray en Sara. Dios, a través de unos ángeles, volvió a
prometerle que tendría un hijo varón de Sara.
Cuando Dios le informó de que iba a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra a causa
de la depravación de sus habitantes, Abraham le suplicó que no lo hiciera. Dios le
prometió que salvaría las ciudades si pudiera encontrar sólo diez hombres justos. Al no
encontrar ninguno Dios cumplió su amenaza.
Ismael, primer hijo de Abraham y de Agar, una esclava egipcia, nació cuando Abraham
tenía 86 años. Los musulmanes árabes consideran a Ismael como su progenitor. Isaac,
hijo de Abraham alumbrado por Sara cuando éste tenía 100 años, fue el primero de sus
descendientes legítimos. Dios exigió que Abraham sacrificara a su hijo, como prueba de
fe, aunque por la incondicional obediencia de Abraham, Dios le permitió salvarle y le
recompensó con una renovación formal de su promesa.
ISAAC
Isaac (en hebreo, `hará reír'), patriarca del Antiguo Testamento, hijo de Abraham,
hermanastro de Ismael y padre de Jacob y Esaú. El nacimiento de Isaac fue prometido
por Dios (Gén. 17, 19 y 21) a Abraham y a su esposa Sara, después de muchos años de
matrimonio sin descendencia, como señal de que las bendiciones que Dios otorgó en un
principio a Abraham tendrían su continuidad en Isaac, heredero de la Alianza. Los
acontecimientos de la vida de Isaac son relatados en el libro del Génesis desde el
capítulo 21 al 28.
El relato dominante en la narración, que constituye uno de los episodios más conocidos
de la Biblia, es la del proyectado sacrificio de Isaac (Gén. 22). Según esta historia, Dios
quiso probar la fe de Abraham ordenándole que sacrificara a su amado hijo. En último
momento, tras quedar Dios convencido de la incondicional obediencia de ambos, padre
e hijo, aceptó un carnero en lugar del joven. Se cree que este relato expresa el rechazo
de los hebreos a los sacrificios humanos, practicados por las naciones vecinas. En la
sinagoga actual, el carnero es recordado en el ritual de soplar el shofar, o cuerno de
carnero, durante los días Solemnes del judaísmo: Rosh Ha-shaná y Yom Kipur.
El Nuevo Testamento alude a Isaac como precursor de Cristo y de la Iglesia (Gál. 3,16;
4,21-31); la obediencia de Isaac a su padre, hasta el punto de estar dispuesto a la
inmolación, se asocia con la de Cristo (Heb. 11,17-19). Estos temas fueron desarrollados
por varios de los autores patrísticos e Isaac aparece con frecuencia en el arte cristiano,
en concreto, asociado a la eucaristía.
Los arqueólogos y demás científicos bíblicos han trazado similitudes entre la narración
bíblica de Isaac y la historia de las tribus semitas. Se considera que Abraham constituye
el tronco nómada del que surgieron las tribus hebreas e idumeas. Isaac representaría
entonces a las tribus que se unieron para constituir la confederación hebrea y obedecer
a Dios, Yahvé, una deidad tribal, en origen. Por su parte, Ismael representaría a las tribus
de Idumea. Comparado con los otros dos grandes patriarcas bíblicos, su padre Abraham
y su hijo Jacob, Isaac aparece como una figura menos importante. Sin embargo, los
especialistas ven por una serie de detalles del relato bíblico, en Isaac, más elementos
simbólicos importantes. La hipótesis es que la narración de su nacimiento es un intento
deliberado, de los primeros escritores israelitas, de modificar la tradición de las tribus
semitas a fin de promover la adhesión a la confederación hebrea, una alianza política y
militar, al sugerir que dicha alianza estaba inspirada por una poderosa divinidad.
Jacob e hijos
Jacob, en el Antiguo Testamento, uno de los patriarcas hebreos, hijo de Isaac y Rebeca
y nieto de Abraham. Tras privar con un engaño a su hermano Esaú de la bendición de su
padre y de sus derechos de primogenitura, Jacob huyó a la casa de su tío, Labán, para
quien trabajó durante muchos años, y cuyas hijas, Lía y Raquel desposó. Sus esposas y
sus esclavas, Zilpá y Bilhá, le dieron 12 hijos, que se convertirían en los patriarcas de las
12 tribus de Israel. Lía dio a luz a Isacar, Judá, Leví, Rubén, Simeón y Zebulón; Raquel, a
José y Benjamín; Zilpá a Gad y Aser, y Bilhá a Dan y Neftalí.
El relato de Jacob se narra en Génesis 25-35. Los acontecimientos más sobresalientes de
su existencia fueron la visión de la "escalera de Jacob", la bendición que recibió en Betel
(Gén. 28,10-22) y la concesión del nombre Israel por un adversario divino tras luchar
contra él (Gén. 32,24-32).
Moisés
La figura de Moisés es uno de los pilares fundamentales sobre los que se sostiene no
sólo el judaísmo, sino también, aunque quizás en menor medida, el cristianismo y el
islam. Junto a Abrahán, el padre de un gran pueblo, y David, el rey elegido por Dios al
que prometió que jamás apartaría de su descendencia el cetro, Moisés es la «causa de
la identidad religiosa», el gran legislador que transmite a Israel el código de conducta
que deberá regir la relación entre la divinidad y su pueblo, razón por la cual durante
siglos se lo consideró autor de los cinco libros de la Torá, la Ley, y aún hoy sigue gozando
de esta fama en los círculos ortodoxos judíos y cristianos, pese a que la crítica textual
moderna ha desmontado convincentemente esta creencia. La autoridad moral para
dictar esa ley le viene dada a Moisés por haber sido –según tradición inveterada de
siglos– el instrumento empleado por Dios para sacar a su pueblo de Egipto y liberarlo de
la esclavitud.
Profetas y Sacerdotes.
Los sacerdotes eran los maestros religiosos regulares de nación. Formaban una clase
hereditaria, y a menudo eran los más malvados de la nación. Pero con todo, eran los
maestros de religión. En lugar de clamar contra los pecados, caían en los mismos y
llegaban a ser caudillos de iniquidad. Los profetas no eran una clase hereditaria. Cada
uno recibió un llamamiento directo de Dios. Fueron llamados de entre diferentes
elementos. Jeremías y Ezequiel eran sacerdotes; quizás también Zacarías. Isaías, Daniel
y Sofonías eran de sangre real. Amós era pastor. No sabemos lo que hayan sido los
demás.
Misión y Mensaje de los profetas
Tratar de salvar a la nación de su idolatría y maldad.
Fracasando en esto; anunciar que la nación sería destruida.
Pero no destruida del todo; un remanente seria salvo.
De en medio de este remanente vendría una influencia que se extendería por toda la
tierra y traería a Jehová a todas la naciones.
Esta influencia se hallaría en un gran hombre que un día se levantaría en la familia de
David. Los profetas le llamaban "el Renuevo." La familia de David, en un tiempo la más
poderosa del mundo, en los días de los profetas cortada y derribada hasta gobernar a
un reino pequeño, despreciado y a punto de desaparecer, una familia de reyes sin reino,
no había de fenecer. Había de retoñar. Del trono de la familia nacería un vástago, un
retoño tan grande que sería en sentido especial "el Renuevo".
Este periodo de los profetas
Abarcó, poco más o menos 400 años, 800-400 a.C. El evento céntrico del período fue la
destrucción de Jerusalén, cronológicamente más o menos a mediados del período. Con
este evento, de una o de otra manera, se relacionaban de hecho o cronológicamente
siete de los profetas : Jeremías, Ezequiel, Daniel, Abdías, Nahum, Habacuc y Sofonías. La
caída de Jerusalén fue el tiempo de mayor actividad profética, ya sea para tratar de
evitarla, o para explicarla. Aunque Dios mismo trato la destrucción de Jerusalén,
humanamente hablando, hizo cuanto pudo para evitarla. Parece como que Dios
prefiriera tener alguna institución que representase la idea de Dios en el mundo, aunque
esa institución estuviese corroída de parte a parte con pecado y maldad, antes que no
tener nada. Quizás esa sea la razón por qué permitió la continuación del papado a través
de la Edad Media. En todo caso, Dios envió un despliegue brillante de profetas en un
esfuerzo para salvar a Jerusalén. Sin haber podido salvar a la "ciudad santa" por la falta
de santidad de ella, los profetas arden en explicaciones y seguridades divinas de que la
caída de la nación elegida no significa el fin de los planes de Dios; que después de un
tiempo de castigo habría una restauración, y para el pueblo de Dios, un futuro glorioso.