Sei sulla pagina 1di 12

EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS1

1. Presentación.

Me propongo hacer en este ensayo una comparativa de la obra de Mary Shelley


Wollstonecraft Frankenstein o el Moderno Prometeo y la última etapa del pintor
Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), etapa que comprende Los Caprichos, Los
Desastres de la guerra y las Pinturas negras. Una etapa que muestra un Goya, en
cerrado en sí mismo, aislado por la sordera que le provocó la grave enfermedad que
padeció en 1792. Goya pintor de la corte y por encargo, pintor colorista y gran retratista;
a raíz de la enfermedad que lo deja sordo se va alejando más de la corte y empieza a
experimentar con nuevas técnicas reproductivas de su arte. Su pintura se carga cada vez
más de oscuridad –en todos los sentidos, tanto en el color de sus pinturas, cono en los
temas elegidos.

Dos viejos comiendo (1819-23)


Francisco de Goya

Se puede decir que el Romanticismo de Goya es sobre todo gótico, siniestro. Sus
pinturas negras parecen pesadillas que le atormentan, parece haber perdido toda
confianza en lo humano de los hombres, que la barbarie ha vencido a la razón.

Por otro lado Mary Shelley (1797-1851), publicó Frankenstein en 1818, lo empezó a
escribir dos años antes durante su estancia en Suiza junto a su esposo el poeta Percy
Shelley. Según la propia autora,2 estando en casa de Lord Byron –que también residía

1
Título del Capricho 43, de F. de Goya. Grabado que en un principio estaba destinado a ser el frontispicio de la
serie.
2
Mary Shelley en la introducción de la edición de 1831 del Frankenstein, de esta anécdota de la gestación de la obra,
obra por cierto, totalmente reescrita para esta edición. Se podría decir que hay tres obras, el primer manuscrito de M.
Shelley, un segundo suavizado con la intervención de su pareja Percy Shelley y una tercera versión de 1831 reescrita
por M. Shelley.
en Suiza en la villa Diodat–, encerrados sin poder salir debido al mal tiempo, después de
leer una antología alemana de historias de fantasmas, Byron retó a los Shelley y a su
médico personal John Polidori a escribir una historia de terror cada uno. Solo el médico
acabó la historia, El vampiro (1819) [que se puede decir que es el primer Vampiro que
se escribió], pero Mery concibió la idea de lo que sería su Frankenstein. La autora relata
que de las diferentes conversaciones que escuchaba referente a los avances científicos y
a las diferentes aplicaciones de la electricidad, galvanismo por ejemplo, influyeron en la
creación de su “criatura”. Después de pasar una noche prácticamente en vela,
escuchando la tormenta, imaginó su monstruo y animada por su esposo decidió
transformar en novela lo que en principio iba a ser un cuento corto.

Así relata M. Shelley la noche de la gestación de su obra:

Cuando descansé la cabeza en la almohada no dormí, y tampoco hubiera podido decirse


que pensaba. Mi imaginación desatada me poseía y llevaba, y otorgaba a las
sucesivas imágenes que formaban en mi mente una vivacidad que excedía
holgadamente los límites usuales del sueño. Vi –con los ojos cerrados, pero con viva
claridad mental– al pálido estudioso de las artes ocultas arrodillado al lado de la cosa
que el mismo había armado. Vi extendido el horrible fantasma de un hombre, y luego, a
impulsos de alguna máquina poderosa, mostrar signos de vida y agitarse con
movimientos torpes, como los de un ser vivo. Debía ser terrorífico; pues tal efecto tenía
que provocar una empresa humana que pretendía parodiar el mecanismo estupendo del
Creador del mundo. Su éxito mismo debía aterrorizar al artista; y este se apartaría
espantado, agobiado por el horror de la obra creada por sus propias manos. Debía
confiar en que, abandonada a sí misma, se desvaneciese la ligera chispa de vida que
había logrado comunicar; y que esta cosa, que había recibido tan imperfecta animación,
recayese en la materia muerta; así, podría descansar en la creencia de que el silencio de
la tumba ahogaría siempre la existencia fugaz del horroroso cadáver a quien por un
momento había considerado la cuna de la vida. El autor duerme; pero ahora se despierta,
abre los ojos y contempla al ser horroroso que está de pie al lado de su lecho,
entreabriendo las cortinas y contemplándolo con ojos amarillentos, acuosos pero
reflexivos.
Aterrorizada, abrí los míos. Tanto se apoderó de mi mente la idea, que me recorrió un
estremecimiento de temor y experimenté el deseo de trocar la imagen espectral de mi
fantasía por las realidades que me rodeaban. Aún las veo: la habitación, las maderas
oscuras del piso, las persianas cerradas, y entre ellas filtrándose la luz de la luna, la
sensación que más allá se extendía el espejo del lago y los Alpes blancos y elevados. No
pude desembarazarme tan fácilmente de mi atroz espectro; seguía asechándome. Debía
tratar de pensar en otra cosa. Apelé a mi cuento de fantasmas: ¡zarandeada e infeliz
historia de fantasmas! ¡Oh! ¡Si por lo menos pudiese idear algo que atemorizase a mi
lector como yo misma me había intimidado esa noche! La idea que entonces se me
ocurrió sobrevino con la velocidad de la luz, y fue tan reconfortante como esta. ¡Lo he
hallado! ¡Lo que me inspiró temor, sabrá atemorizar a otros, bastará que describa el
espectro que me persiguió en medio de la noche3.

3
Mary Shelley. (2012). Frankenstein o el Moderno Prometeo. Barcelona. Ed. Brotes S.L. pp 13-14
La pesadilla o El íncubo (1790-91)
Johann Heinrich Füssli

2. Mary Shelley.

Frankenstein es una novela narrada de una forma epistolar –se abre la novela con
una carta y se cierra con otra, ambas de Robert Walton –, lo que le permite utilizar
varios narradores y puntos de vista diferentes a la autora, estos narradores explican una
historia que le han contado en primera persona a un tercero: la mayoría son de R.
Walton, que explica de forma privada a su hermana Margaret Saville –curiosamente la
iniciales de su nombre y apellido M.S. coinciden con los de Mary Shelley–, la historia
que le narra Víctor Frankenstein; también V. Frankenstein, le explica la narración de los
hechos acaecidos a la “criatura,” explicados por esta, hasta el encuentro de ambos en el
Mont Blanc y la posterior petición de la criatura de una compañera para contrarrestar la
soledad, la rabia y sed de venganza hacia los hombres por el trato que recibido hacia él
por parte todos. Es una forma que parece una muñeca rusa, varias historias dentro de
una historia marco.
En la novela de M. Shelley, podemos encontrar varias referencias autobiográficas en
los distintos personajes: Elizabeth queda huérfana de madre al morir su madre en el
parto igual que la Mary, Elizabeth es dada a un tío porque su padre decide contraer un
nuevo matrimonio, Mary es enviada a Escocia con una familia amiga de su padre y pasó
un tiempo en un internado, se cree que por desavenencias con su madrasta; Víctor
Frankenstein es un personaje que tiene semejanzas con Percy Shellry, por su interés por
las ciencias, según la autora e incluso el nombre de Víctor es un seudónimo que utilizó
el poeta en su primera época, en unos poemas que escribió junto con su hermana
(Poemas originales de Víctor y Cazire); Los padres de Víctor recuerdan a los padres de
Mary, amantes de la justicia y de la igualdad social.
La obra Frankenstein es una obra claramente romántica, donde la naturaleza se
muestra con una fuerza desmedida, con una belleza arrebatadora, pero a la vez también
aterradora, de una manera como diría Kant “sublime:
La lluvia caía a torrentes y espesas nieblas ocultaban las cimas de las montañas, de un
modo que ni aquellas caras amigas pude ver. Sin embargo quise atravesar aquel velo y
visitarlas en su retiro de nubes. ¿Qué era para mí la lluvia y la tormenta? […] decidí
ascender a la cima del Montanvert. Recordaba el efecto que la visión del enorme
ventisquero, en eterno movimiento, había tenido para mí espíritu la primera vez que lo
vi, en la que me sumió en un éxtasis sublime que ponía alas en el alma […] La visión de
la naturaleza imponente y majestuosa ha tenido siempre la cualidad de poner
solemnidad en mi espíritu […]
La ascensión es escarpada, pero el sendero sigue una línea sinuosa que permite superar
la pendiente de la montaña. Lo rodea un cuadro terrible de desolación. […] se
adivinaba la huella de los aludes invernales que había dejado árboles caídos y
destrozados […]

Paisaje de invierno (1811)


Caspar David Friedrich

“La criatura”, lee unos libros que se encuentra en el bosque: el Werther de Goethe, El
Paraíso perdido de Milton y volumen de Vidas paralelas de Plutarco. Se siente
identificado con Werther, incomprendido y como única salida a sus desgracias, ve el
suicidio. En la obra de Milton encuentra un paralelismo en la creación de Adán con la
suya, pero todo al contrario: Adán perfecto, feliz y confiado tiene el cariño de su
creador; él monstruoso, desdichado, solo y abandonado por su creador. “La criatura”
tiene todos los conflictos de un héroe romántico: incomprendido por la sociedad que le
rodea, se sitúa en la más absoluta ambigüedad, deseando el favor y la admiración de sus
contemporáneos y a la vez despreciando la sociedad en la que transita. Es un ser
solitario que se cree en posesión de una verdad incapaz de ser comprendida por los que
lo rodean, y a su vez incapaz de darla a entender.
Pero también encontramos influencias de la Ilustración, el deseo de Víctor de crear
vida es también un deseo de combatir las enfermedades y la gran mortalidad infantil tan
común en la época en que se escribió la novela y que el mismo matrimonio Shelley
sufrió en carne propia. Una confianza en las nuevas tecnologías y en el avance de la
ciencia.
Este afán de creación de un ser humano, de imitar a Dios, aparte de llevarlo a la
enfermedad, perder toda relación con la familia y amigos, le hace perder toda ilusión
por la ciencia y la filosofía natural. Se siente fracasado, creado un monstruo, que
abandona a su suerte desentendiéndose de él.
Las muertes que vienen después, la de su hermano y la de Justin, las ve como un
castigo por intentar imitar a Dios. Es una clara referencia romántica, solo la naturaleza
(Dios) es capaz de crear belleza, el hombre crea monstruos y más cuando se aleja de la
razón.
“La criatura” se siente arrepentida por la muerte de Víctor, por haberlo hecho sufrir,
esto le crea una dualidad de sentimientos: por un lado negativos, durante todo el tiempo
su egoísmo, “sí él no podía ser feliz, tampoco Víctor tenía que serlo,” tenía envidia de la
boda de Víctor y Elizabeth, por ello mata a Elizabeth en la noche de bodas, se sentía
dominado por el odio; por otro lado siente remordimientos y aborrece sus actos. Solo
siente amargura y desesperación y se pregunta si él es solo culpable de sus crímenes,
sino han sido también los hombres con su comportamiento hacia él los que le han
empujado a cometer dichos crímenes. Decide suicidarse quemándose en una pira para
que no quede rastro y así no haya pruebas de que se puede crear un engendro como él.

Retrato de Mary Shelley


por Richard Rothwell.
Exhibido en la Royal Academy en 1840
3. Goya.
Hacia finales del S-XVIII, Goya pone a la venta una serie de grabados (80 estampas),
hechos con la técnica del aguafuerte, con el título de los Caprichos. Son unos grabados
satíricos, donde desde un punto crítico trata los temas de discusión en la ilustración: la
razón, lo irracional, la educación de los niños, la crítica al estatus social, la superstición,
etc. Todos estos temas aparecen junto con temas más tradicionales de la sátira como la
inmoralidad sexual, la hipocresía religiosa, la crítica a los médicos que matan a sus
pacientes en vez de curarlos.

Capricho. 43º El sueño de la razón Capricho.40º ¿De qué mal morirá?


produce monstruos. (1797-98) (1797-98) Francisco de Goya.
Francisco de Goya

¿Por qué hace Goya estos grabados? Está claro que no se conforma con la obra por
encargo, oficial o privado, desea trabajar por gusto y lo hace interrogándose sobre la
realidad en que vive. No abandona su condición de funcionario pintor y de prestigioso
artista público, pero a la vez crea una obra personal, privada. Este en un rasgo propio
del mundo moderno, que inaugura un nuevo tipo de artista, un artista que podemos
llamar intelectual. El estampa 43, El sueño de la razón produce monstruos sugiere el
sentido del conjunto, aunque lo hace de una forma un tanto hermética. El autor
soñando, es un dibujo preparatorio de este grabado que se conserva en el Museo del
Prado, lo que indica que es Goya el personaje que “duerme” inclinado sobre la mesa de
trabajo y suyos son los sueños de animales nocturnos que le acosan. Cuando la razón
humana deja de funcionar todo tipo de horrores se apoderan de su mente.
En 1810 Goya empieza a trabajar en las planchas de lo que había de ser los Desastres de
la guerra, en plena contienda contra los franceses. Terminó la colección en 1815, pero
no fue entonces cuando se publicaron. No se publicaron en vida del autor. No fue hasta
1863. Desastres de la guerra, es sin duda una serie que constituye una de las cumbres
de la historia del grabado. El artista aragonés utilizó el aguafuerte y el aguatinta, la
punta seca y el bruñidor, técnicas que ya había utilizado en los caprichos, aunque el
resultado de los Desastres es mejor.
Los Desastres constituyen una verdadera declaración de intenciones por parte del
artista, una visión moderna y efectiva de los hechos, su crueldad y el papel
desempeñado por las víctimas. Este es el punto de vista que adopta Goya, el de las
víctimas. No hay referencia al heroísmo “patriótico”, solo son personas que tratan de
salvar la vida. Ninguna referencia a los valores por los que se dice lucharon los
españoles.

Tan poco, Desastre de la guerra nº 36. Lo mismo, Desastre de la guerra nº 3.


Aguafuerte y aguatinta. (1810-15) Aguafuerte lavado. (1810-15)

En los 82 grabados de los Desastres, el Pintor no toma partido por ninguno de los dos
bandos, tanto españoles como franceses son víctimas de la crueldad, muchas veces no
resulta claro saber de qué bando son las víctimas. La muerte es una constante, no es un
acontecimiento heroico, sublime, es sórdido, y por eso mismo terrible, destino de todos,
los que se defienden y los que atacan. La muerte es inhumana, es decir elimina lo
humano que hay en las personas, un verdugo puede colgarse de un ahorcado para que
muera más rápido, pueden empalar a otros o colgar cuerpos mutilados de los arboles
como frutos.
Hay también una crítica a las clases pudientes y su falta de voluntad y humanidad,
para ayudar a sus compatriotas que sufrían grandes penurias, lo cual provocó gran
cantidad de muertes, también por desplazamientos de población huyendo de la barbarie.
Hay una gran carga política en estos grabados.
Las Pinturas negras, son un conjunto de pinturas que Goya, de las cuales la
mayoría fueron pintadas directamente en las paredes de su finca la “Quinta del Sordo”,
una finca que había adquirido el pintor en 1819, junto al Manzanares y desde se podía
ver todo el perfil de la ciudad de Madrid. Son pinturas pintadas al óleo. Pinturas que
fueron pasadas al lienzo años después de la muerte del pintor. Estas pinturas las realizó
después de haber sufrido una enfermedad que casi le cuesta la vida. Son pinturas que
muestran la fortaleza de espíritu del pintor y su gran deseo de pintar. Son obras
herméticas. Los protagonistas de las Pinturas son, o bien personajes mitológicos y
bíblicos, o bien populares. Hay pinturas que nos hablan de la muerte, de la iniciación a
la brujería de una joven, también una nueva versión de la Romería de San Isidro. Las
Parcas que trasladan por el aire a un monigote que podría ser cualquiera de nosotros. El
perro o el Duelo a garrotazos. Todas nos hablan de la angustia del pintor, de un mundo
de donde no hay escape. Goya en estas pinturas no ha echado ningún un discurso sobre
la violencia y la crueldad, la superstición, la guerra incivil, el sexo, la política, la
represión política y religiosa…, ha presentado escena donde todos estos motivos
adquieren una fisonomía que nada tiene que ver con la que en el pasado alcanzaron.

Saturno devorando a su hijo, (1820-23)


Óleo sobre lienzo.
La Peregrinación a San Isidro, (1820-23)
Óleo sobre lienzo.

4. Conclusión.
El sueño de la razón produce monstruos, pero también puede producir fantasías
idílicas.
Goya nos habla de los horrores de la guerra, donde la razón no está dormida, sino
que ha desaparecido por completo, como en cualquier guerra. Nos habla de la
inquisición, donde las esferas eclesiásticas por fanatismo religioso y ansias de poder,
creyéndose en el uso de la razón torturan y atemorizan a un pueblo lleno de
supersticiones y analfabetismo. Crítica Goya esta sociedad española de hidalgos, que no
les gusta trabajar aunque estén arruinados; nos muestra también la hipocresía de una
clase social elevada y llena de falsas moralinas.
Cuando Mary Shelley nació Goya hacia cinco años que se había quedado sordo, los
dos afrontaban un cambio de siglo de una manera difícil, el uno sordo y encerrado en sí
mismo, con los demonios comiéndole por dentro, pero con una capacidad creadora
superlativa para poder sacar dichos demonios fuera. La otra huérfana de madre desde el
parto, con un padre que la quería, pero el cargo le quedaba grande y decide contraer
matrimonio con mujer con hijos, comportándose esta mujer con Mary como lo que era,
como una madrasta. Mary tenía también un mundo interior que sacar fuera, pero la
incomprensión familiar no le dejaba. La aparición Percy Shelley en su vida, y a pesar de
ser aún niña, le abrió la puerta a poder sacar lo que tenía dentro. De un sueño en donde
se juntaron todos sus demonios nació Frankenstein o el Moderno Prometeo, una obra
maestra sin duda.
Goya, también sacó lo que tenía dentro, esos sueños tormentosos, lo hizo por placer,
por sentirse bien, alejado de las obligaciones de la corte y los caprichos de los encargos
de una aristocracia déspota.
Necesito apartarse de las ataduras convencionales para poner lo que podíamos llamar
la primera pincelada o punzonada del arte moderno.

El Coloso, (1808-12). Óleo sobre lienzo.


5. Bibliografía.
Bozal M. (2010). Goya. Madrid. Ed. Machado Grupo de Distribución, S.L.
Glendinning, N. (2008). Arte, ideología y originalidad en la obra de Goya. Salamanca.
Ed. Universidad de Salamanca. Trad. Marta García Gato.
Hagen, Rose-Marie y Rainer. (2005). Goya. Madrid. TASCHEN. Trad. José García.
López Vázquez, J. Manuel B. (1982). Caprichos de Goya y su significado. Santiago de
Compostela. Ed. Universidad de Santiago de Compostela.
Shelley, M. (2015). Frankenstein o el Moderno Prometeo. Barcelona. Ed. Brotes, S.L.
Vega Rodríguez, P. (1999). Mary Shelley, La gestación del mito de Frankenstein.
Madrid. Ed. Aldebarán Ediciones, S.l.

Potrebbero piacerti anche